Acacia y Adelfa en un rostro de Alelí (Harley Queen) [22 de Abril de 2019]

Todo parecía estar saliendo a pedir de boca. El plan se había desarrollado con éxito y aunque teniendo un par de obstáculos, había conseguido deshacerse de ellos. Sus molestos compañeros del crimen Gothamita no habían hecho un acto de presencia relevante, Batman y la traidora de Selina habían sido desterrados al laberinto y Joker permanecía encerrado en Funland. Nada podía molestar, nada podía entorpecer…

Y mucho menos interrumpir.

Hiedra observaba cómo la arlequina disfrutaba de la inmensa cama cama enterrada en un dosel de hiedra que cubría por completo la intimidad de quien dormía. Era de noche y la luz de la luna entraba por la cristalera iluminando en pequeñas partículas escapistas el rostro de la rubia. Era preciosa, ella en su estado puro. Con cualquier ropa, o sin ella, sin maquillaje y sin emperifollar con los novecientos complementos que la convertían en arlequín. Ella era Harleen y era la flor más bonita de todo el Edén.

Hiedra se acercó, nunca estaría dispuesta a perturbarla. No como la última vez… No estaba dispuesta a perderla y mucho menos romper esa percepción de espacio seguro que había conseguido para su mejor amiga.

Las lianas se abrieron para dejar paso a Pamela y ella se sentó al otro lado de la cama. -¿No puedes dormir?- susurró mientras se recostaba a su lado. Ya habían descansado juntas en más de una ocasión y ese gesto resultó tan natural como respirar. -[color=forestgreen]¿Necesitas algo de mí, pequeña?[color][/b]- Estiró su brazo, dejándole margen a abrazarla si quería, recostarse o recolocar su posición como ella se sintiese más cómoda.

Por primera vez en mucho tiempo, Pamela respiró hondo y la paz que ella sentía inundó el lugar. Saber que nada podía estropear ese instante era remotamente incalculable. Los dedos verdes descansaron sobre la melena rubia, acariciando con suavidad los cabellos de Harleen, masajeando con movimientos circulares mientras dejaba descansar un beso en su frente. -Sé que… han sido tiempos ajetreados y que…- tragó saliva. No quería hacer mención a aquel día… pero… -...han pasado cosas pero… Creo que podemos merecernos un instante de calma, ¿No crees?- La miraba con ternura. Quería cuidarla, que descansase de todo, de su ajetreada vida… De las huidas, de las noches sin dormir, de las palizas… De él.

Sonrió. La quería desde la parte más pura de su esencia. Y eso suponía saber dejarla libre, respetar sus elecciones y quererla en sus errores. Y las dos teníamos mucho de donde querernos. Ya había dejado claro que no estaban al mismo nivel. Pero cuando te preocupas por alguien no te importa lo que pase entre vosotras. Te quedas y te alegras de su felicidad.

La pelirroja permaneció a su lado, procurando calmar su inquietud y consolar su tristeza. Controlaba de manera activa todo lo que hacía, el ritmo de su respiración, el trazo de sus dedos, cómo y dónde la estaba abrazando… Y pareció surtir efecto. Sonrió mirando a sus preciosos ojos azules. -Bueno… desconozco a los Gothamitas sin pesadillas- Se inclinó para dejar un beso sobre su frente con calma. Era curioso como Harley era inmune a su tacto. Que ella supiese, era la única persona humana con esa capacidad. Tal vez fuese por la exposición anterior a sustancias tóxicas, tal vez un golpe de suerte del destino… Fuera como fuese no pensaba cuestionar esa hermosa casualidad.

-¿Quieres hablar de ello?- preguntó, dando así oportunidad a la rubia de explicarse, de dar luz y rienda suelta a esos demonios que la atormentaban en su subconsciente. Pero la arlequina parecía estar mirando más allá. Más lejos de ella, de su piel, de esa cama… Tal vez no más allá… pero sí más atrás. Y la rubia no respondió. -¿Harl…?- ¿Estás enfadada conmigo?—

Los ojos de la metahumana se abrieron como platos. -¿Qué?- Ivy buscó su mirada, pero la rubia se aferró a ella como a un peluche gigante de la feria y no parecía tener intención de salir a la luz. Buscaba refugio y apoyo en su pecho, casi diría que lo que quería realmente era camuflaje. -Harl, vamos…- la agarró de los hombros y trató de separarla, pero ella se agarró aún más fuerte a su piel verde.

Bufó una sonrisa, perdiéndose en cómo el pelo alborotado le había desdibujado la raya del cabello. Después de tres largos segundos en los que buscó las palabras perfectas, respondió -No, Harleen…. No estoy enfadada contigo.- notó cómo el abrazo se relajaba -No puedo culparte ni enfadarme por una parte de ti que no controlas. Puedo enfadarme por las cosas que haces, o dices... - secuencias de esa noche revivieron su cabeza. Le dolía, más que muchas cosas en el mundo, pero… -Pero no puedo culparte por sobrevivir de la mejor manera que conoces- Cuando notó que la cabeza de su amiga volvía a buscar su mirada, correspondió y deshizo el abrazo para reacomodar la postura.

Sobre los labios de Pamela descansaba una sonrisa constante que demostraba que no importaba nada del pasado, con tal de poder seguir disfrutando de ese presente. Retiró ambos brazos de Harley y descendió en la cama para poder quedar a la misma altura, tumbada de lado mientras observaba la hermosa cara de su amiga. Acercó su cuerpo lo suficiente para poder entrelazar las piernas y que notase su apoyo en el abrazo que cruzaba su fina espalda. -Todo este tiempo… ¿Pensabas que estaba enfadada?- Cuando Pamela pudo al fin fijarse en el rostro de su amiga, se percató de que sus ojos estaban a punto de desbordar. El azul de su iris brillaba aún más intenso cuando lloraba.

Pegó frente a frente con ella y cerró los ojos respirando con profundidad. Las manos empezaron a moverse por el perfil de harley, empezando por su sien, recorriendo con curvas su silueta que se deslizaba por el borde de su mandibula a su cuello. Siguió respirando cerca de su amiga, trazando el camino que recorrían sus hombros, cintura, cadera y piernas hasta que no pudo llegar más lejos y volvió a empezar. -Harley todo está bien… Te lo prometo- Quería besarla. En su corazón había un amor puro y desinteresado que llevaba dios sabe cuánto tiempo haciéndose a fuego lento. Pero no estaba dispuesta a arruinar la confianza y el momento de nuevo sobrepasándose. Ya sabía que ella no reaccionó mal. No se incomodó, no la rechazó… Pero tampoco consentió verbalmente. Nunca le ha dicho que desease nada de ella más allá que la preciada amistad que ya tenían.

Y no estaba dispuesta a arruinarla…

No hasta que recibiese una señal.

Pamela se encontraba confusa y algo sorprendida por la reacción de su amiga. Era una mezcla entre miedo, inseguridad, cariño y preocupación, pero hecho un ovillo irresoluble de donde no había por dónde tirar para desenmarañarlo. Sentía las cosas y las decía según se le pasaban por la cabeza. Así era Harleen.

La pelirroja se estremeció cuando notó el contacto de los blancos dedos de su amiga sobre su cuello, igual que cuando notó el peso de la melena caer sobre su espalda. - No es cierto, Harl, no me haces daño, solo - pero las lágrimas inundaron de nuevo esos zafiros preciosos, haciendo que volviese a ese miedo, a esa inseguridad. Pamela empezó a susurrar. desde ese instante. Llevó sus manos a las de Harley para evitar que se apretase más de la cuenta. Dejó que expresase todo lo que necesitaba sacarse del pecho. - Es una de tus mejores cualidades, rubia… esa piedad tan única que no muestras por todo el mundo… - Pero Harley estaba perdida. No paraba de boicotearse y autoflagelarse. Su cabeza había entrado en un torbellino de locura que no tenía fin.

Debía sacarla de ahí o se acabaría haciendo daño.

Por cómo hablaba de Joker no sólo era una obsesión sino también una dependencia. Un trauma. Algo que estaba grabado a fuego en el interior de sus párpados y que tardaría mucho en sanar.

- Pero no eres inmune Harley… Todos los médicos enferman- sentenció con firmeza, pero entonces notó cómo la abrazaba. Ahí, tumbada de lado con su mejor amiga abrazada de los hombros, sollozando su nombre al oído, se dio cuenta de que no podía soportarlo más.

“Te quiero” dijo…. “Eres la persona que más quiero de este mundo”.


Pamela parpadeó un par de veces, cerciorándose de que había escuchado con claridad las palabras que creía haber oído. Intentó separarse de Harley despacio, pero la rubia ofreció resistencia y se quedó abrazada a ella, aprovechando esa pequeña ventaja inconsciente que le había dado para notar cómo se le habían caído dos lágrimas simétricas. - Harl…  - suspiró cuando consiguió separarse lentamente, pero no muy lejos. Los ojos verdes no podían evitar buscar su iris azul.

Si pudiera hacerle comprender que ella siempre estaría ahí para ella, sin importar cuál fuese la circunstancia. Que mataría a Joker con sus propias manos si eso le dejase dormir mejor por la noche. Que convertiría el mundo en su paraíso privado sólo con que se lo pidiese…  -Harleen  - dijo pellizcándole de la barbilla, haciendo que la mirase sin escapatoria. - Eres la persona más apasionada y pura que he conocido nunca. Eres mi mejor amiga… - pegó su frente con la de ella, sin dejar de mirarla, notando cómo se rozaban mutuamente con la nariz. - Haría cualquier cosa por ti… No vas a perderme pequeña… - La estrechó contra ella, cubriéndola con la pierna y el brazo disponibles. Se acercó un poco más - Eres la única persona capaz de… hacerme mejor. Me… me ayudas a ser… yo misma.  - Siempre tan torpe con las emociones. - Agh… Yo.. - Se acercó un poco más, la rubia podía notar el aliento de Pamela sobre sus labios. - Lo siento… - Y con un último acercamiento apoyó sus labios sobre los de Harley, sintiendo que el amor se le escapaba por cada uno de sus poros.

Se le daba mucho mejor que hablar.

La besó hasta que ella la dejó, acercándose a ella, besándola con una suavidad que poca gente conocía de Poison Ivy. Disfrutando de una libertad que nunca pensaba que iba a poder vivir con ella. Una mano acariciaba la mejilla blanca, limpiando con el pulgar las lágrimas que descansaban sobre su piel. Su mente mientras tanto disfrutaba de la inmensa sensación de plenitud que abrazaba poco a poco su ser, agradecida y sintiente de ese momento que seguramente fuese único en sus vidas. Memorizando su aliento, la forma en que sus labios se movían, el sonido de ese silencio...

Se separó al fin y la miró a los ojos dejando la frente contra la suya.  

Si la conocía bien y Harley se había sentido incómoda, haría un chascarrillo y una carcajada para quitarle hierro al asunto, seguir siendo amigas y que eso fuese una cosa de ese instante exclusivo en el tiempo. Su amistad valía más que un tonto beso si Harley así lo quería. Quitaría la importancia que ese momento tenía con un chiste y todo seguiría como antes.

Pero había otra opción…

Por favor, Harl… No te rías…  

Nunca lo reconocería en voz alta, pero Pamela disfrutaba de los besos que tanto fingía no echar de menos. En ese instante no sólo celebraba poder disfrutar de un beso inofensivo sino también que fuese la boca de Harley quien lo estaba recibiendo. Era todo tan complicado y tan enrevesado en su cabeza y en su corazón que sólo haberlo podido traer a la realidad se sintió como un sueño. Su abdomen se retrajo en cientos de contracciones nerviosas que aceleraron sus pulsaciones. Se sentía como una adolescente.

No pudo evitar suspirar a través de la nariz sobre la mejilla de la rubia cuando notó que se enganchaba a ella con necesidad. El cuerpo de Harleen hizo por aproximarse al suyo todo lo posible, como si una cuerda estuviese uniendo a ambas siguiendo sus deseos. Se estrecharon con paciencia e intensidad. Los gestos y las caricias eran tan apasionados como suaves y calmados. Pamela sólo podía pensar en la cantidad de veces que había deseado estar así con ella y no había podido. Sentía un alivio que le abrió el pecho y relajó su corazón.

Por un instante sintió que sus ideas y sus preocupaciones abandonaban su cabeza y se permitió disfrutar del instante presente. Ellas dos solas, en su edén privado, concentrada únicamente en cómo la lengua y los labios de Harleen recorrían su sabor con cariño y hambre. Sus besos sabían tan dulce como siempre había imaginado…

Pero tenía que acabar y hacerse responsable de sus actos. Buscó la mirada azul confirmando que todo estaba bien. Su cuerpo se había sincerado, pero tal vez al volver a la fría realidad no terminase de encajar. Desde que volvió a mirarla y hasta que la rubia volvió a hablar sintió que el tiempo se detenía. Habían sido los segundos más agónicos de su vida. Pronto el gesto de sorpresa cayó en una sonrisa relajada y en un nuevo “te quiero”. El pecho de la pelirroja dejó de estar en tensión y miró a sus labios de nuevo. -[color=forestgreen] Te quiero…[/forest] - Contestó justo antes de la avalancha de besos con la que la villana no pudo evitar romper a reír poco a poco.

Eran las mejores cosquillas que había sentido nunca. Entre carcajadas Pamela se dejó arrastrar por el amor que le nacía desde el corazón hasta el resto del cuerpo. Estaba dispuesta a asesinar a cualquiera que pusiese en riesgo lo que estaba ocurriendo. Disfrutaba como hacía tiempo que no se podía permitir, perdida en sus emociones, completamente enamorada e ilusionada. Sobre sus mejillas y nariz descansaba un tono verde más intenso que en el resto del rostro. Podía sentir a la vez las distintas partes de su cuerpo, las piernas entrelazadas, las caderas unidas, ambos pechos presionados en un abrazo que no quería soltarse. Y sus bocas, de nuevo, convirtiéndose en una. La pelirroja la besaba a fuego lento. Pensaba que si la besaba lo suficientemente despacio los problemas del mundo tendrían menos tiempo para estropearlo todo.

Era el día más feliz de su vida. Nada más lejos de la silueta de Harley era relevante. Todo, absolutamente todo podía esperar. Joker, sus esbirros, los demonios, Batman…
Nada era comparable a los espasmos en su bajo vientre y en su garganta. Bebió de ella como si fuese la última gota de agua en el desierto. Un ramalazo de culpa la atravesó, pero intentó disiparlo concentrándose en las caricias de Harley sobre su piel verde. No era difícil.

La besaba una y otra vez, enredaba los dedos en su brillante y luminosa melena, la acercaba todo lo posible, notaba el roce de su piel. Todo la llevaba a un impulso primario y pasional que le permitiese demostrarle su amor. La yema de su dedo corazón patinó por la columna de la doctora hasta llegar a las lumbares bajas, donde se desvió lateralmente hacia su cadera, agarrando y atrayéndola con necesidad. Era perfecta, todo era perfecto…

Excepto esa dichosa voz acusadora del fondo de su cabeza.

Aunque era increíblemente fácil rendirse a los placeres y la satisfacción que su amiga le regalaba, tuvo que detenerse un instante haciendo el mayor ejercicio de autocontrol que había hecho nunca. Se apartó muy despacio de ella, dejando claro que no quería hacerlo y buscó de nuevo sus ojos celestes. - Harl… escucha - Apoyó frente con frente para que el mensaje sonase lo menos distante posible. Mientras hablaba rozaba la punta de su nariz con la de ella. - Llevo esperando este momento mucho tiempo… y para poder estar tranquila necesito saber que esto no es una mala decisión que estés tomando en un momento de vulnerabilidad… - Suplicó con la mirada, aunque no sabría decir si a ella o a la suerte. - ¿Estás segura de estar bien con… todo esto y a donde nos lleve? ¿Es.. esto es lo que quieres?- Se maldecía internamente por haber detenido el momento, pero sabía que la culpa podría ahogarla si luego se arrepentía. Ese lastre podía acabar con ellas, con lo que siempre han sido y con lo que ya habían construido hasta entonces. Y eso sí que no estaba dispuesta a arriesgarlo por nada del mundo.

Harley en momentos de debilidad necesitaba de su entorno. Era social por naturaleza pero la sombra del Joker estaba muy presente. Pensar que sólo por consuelo el inicio de su relación podía parecerse lo más mínimo al reflejo de la anterior le provocaba un malestar que le daba ganas de arrancarse la piel y vomitar todo cuanto llevaba en el estómago. Necesitaba que Harleen entendiese sus intenciones y sus sentimientos a la perfección. Que comprendiese que sus intenciones y las del payaso eran totalmente opuestas.

Y si era capaz de comprenderlo, tal vez ella misma podía empezar a convencerse.