Un acertijo en el cafe. [Celsit, Libre]

La mañana acababa de empezar, Elsa no tenía que llegar hasta las 12 y toda la hora punta de la mañana acababa de pasar. Eché un vistazo al local. La pareja de ancianos leyendo el periódico, una mesa por limpiar y unas bandejas que colocar. Todo en orden. Todo me preocupaba mucho más desde la locura dimensional de la que hablaban. Y me preocupaba.

A los cinco minutos todo estaba listo, perfectamente colocado y no había nadie desatendido. Me relajé, cogí la silla plegable que había detrás del mostrador y reposé tranquila. Al cabo de un rato necesitaba entretenimiento. Si Elsa hubiera estado en caja, podría haber pasado la mañana investigando nuevas recetas o haciendo esculturas de chocolate. Pero tenía que estar de cara al público.

Si algo bueno tenía haber estado en la escuela del circo era que tenías entretenimiento en todas partes, así que cogí una bola de contact que siempre tenía allí, precisamente por si atacaba el aburrimiento. Y empecé a hacer un par de truquitos que me gustaba practicar pudiendo descansar.

Contact:

El hilo musical me inspiraba, me sentía cómoda.

La campanita de la puerta.

Guardé la bola en su saco en cuanto la escuché, me levanté, me recoloqué un mechón del pelo y saludé con la mejor de mis sonrisas profesionales. No me había fijado en mi cliente. Un... hombre trajeado y de aspecto al más puro estilo Chaplin, pero en verde, y con interrogaciones... estaba entrando en mi tienda.  Vale... vamos a asumir que todo estaba siendo un caos en este tiempo... Me planteé si ese hombre habría salido de alguna realidad paralela o simplemente habría enloquecido con la noticia. Sea como fuere, se sentó sin molestar a nadie y tranquilamente, tomó un periódico y empezó a leer. Así que decidí atenderle como todo cliente pacífico se merecía, aunque me hiciese desconfiar.

- ¡Buenos días! - dije levantando las manos y con una pequeña libreta con un bolígrafo enganchado en una de ellas - ¡Bienvenido a Central Tart, tenemos unos bizcochos recién hechos que son una delicia, si se me permite la recomendación! ¿Qué va a querer? - Y ya cuando estaba cerca de la mesa, apoyé mi peso sobre una pierna y esperé, con la punta del boli apoyada en la libreta.

La prensa del dia. El Daily Bugle, un periodico cualquiera que circulaba en Nueva York. No parecia ser del dia, pero que mas da, hablaba del choque dimensional. La prensa decia lo mismo que en Gotham, pero planteaba preguntas muy interesantes. "¿Que haran los vengadores?" "¿Donde esta el hombre Araña?" "¿S.H.I.E.L.D sabra las respuestas de que ha causado esto?". Lo mas triste, es que yo no sabia quienes eran todas estas personas. Acababa de llegar, demonios, y ya tenia necesidad de obtener informacion

Levante la vista y vi a una chica morena acercarse a preguntarme mi orden.

- ¡Buenos días! -Vi su indumentaria y la libreta con la que apuntaba. Era una pluma bastante corriente, no me parecia digno. Bueno, tambien era el hecho de que estoy acostumbrado a comer en restaurantes caros. Pero bueno, seguia escuchando - ¡Bienvenido a Central Tart, tenemos unos bizcochos recién hechos que son una delicia, si se me permite la recomendación! ¿Qué va a querer?

-Un cafe expresso, y un sandwich de jamon. ¿Tiene sandwich de jamon? -Por alguna razon, senti que le parecia extraño. No se porque. Baje mi periodico y entrecruce mis dedos tras girar las secciones al llegar a la parte de negocios. El choque de dimensiones habia metido en crisis a muchas compañias, pero habia una que me llamaba la atencion. - Por cierto, sabe... ¿Donde puedo encontrar las oficinas de estas industrias Stark?


Mientras la señorita estaba tomandome mi orden, me fije en un ser bastante grande en el mostrador, y no siento nada de confianza. Mejor me evito problemas con ese grandulon.

- Expresso y sandwich de jamón, ¡por supuesto! - dije anotando en la libreta a toda prisa. Justo entró un hombre a mi tienda, rudo, fuerte, no parecía de mi clientela habitual.

-Buenos días - dije abriendo mi sonrisa para recibirle.

Con la sonrisa aún en mis labios me di media vuelta para empezar a prepararlo, al dar un par de pasos, aquel hombre de verde me preguntó.

-Por cierto, sabe... ¿Donde puedo encontrar las oficinas de estas industrias Stark?-

Su aspecto, toda su cacharrería, su voz... Algo no me gustaba. Me inquietaba. Decir que era pintoresco era hacerle un cumplido. Tony Stark se había convertido en un héroe para la mayoría de los ciudadanos de América, y dar la dirección de las oficinas así como así... Y a ese tío.
Me giré para contestar.

- Lo lamento señor, nunca me ha interesado lo suficiente como para necesitar saber dónde están las oficinas - mentí. Y con esto seguí andando hacia el mostrador. La cafetera empezó a chirriar mientras se hacía el café, empezaba a oler al pan tostado del sandwich. Mientras se preparaba me acerqué al hombre que parecía buscar algo entre los productos de las mamparas.

- ¿Puedo ofrecerle algo? ¿Quiere una recomendación o es para regalar? - Mucha gente regalaba pastelitos, tartas o bombones para cumpleaños y San Valentines y demás... no era de extrañar.

Mi cuerpo seguía trabajando, pero mi mente le seguía dando vueltas al enigmático hombre de verde. ¿Y si era peligroso? No sé.. Los de Stark parecían muy formales y metodológicos a la hora de las entrevistas y las visitas...

Si algo habia aprendido en el negocio del crimen y en el retar a Batman constantemente es que olia las mentiras como un lobo huele carne fresca cuando esta hambriento. Pose mi mirada en la mujer que me habia atendido, sintiendo algo parecido a la molestia. ¿Quien se cree para no darme informacion? No me interesaba, habia formas mas faciles de obtener lo que uno mismo desea.

Deje el periodico en la mesa y saque mi portatil. La prendi, y mientras cargaba, observaba al hombre grandulon y a la chica. Era obvio que los estaba observando, y no me importaba, si alguien me preguntaba yo estaba esperando mi orden. Al ver que la computadora cargo, busque en las redes cercanas alguna con Wi-Fi para poder conectarme a internet. La clave mas cercana fue la propia del cafe. Prendi el programa para romper su clave e infiltrarme a la red de Internet del cafe. Pudiese interferir el movil de quien tambien estuviera dentro, pero no me interesaba. Abri el buscador.

Teclee "Industrias Stark" a rapida velocidad sin dejar de mirar a la dependiente y al tipo rudo. Su telefono de contacto aparecio, aparte de una serie de noticias sobre un tal Tony Stark y quien parecia su identidad secreta... O mas bien, su alter ego, Iron Man. Marque como favoritas las noticias sobre esos sujetos, y apunte en un bloc de notas de mi computadora la direccion, los telefonos y los horarios de atencion. Sonreia, el internet era mas util que una mesera inutil.

-Perfecto -Musite, y baje ligeramente la pantalla de la portatil para ver a los demas clientes en la tienda.

Todo apestaba a raro que daba gusto. Clientes, raros, pero clientes, estaban en mi tienda. Uno de ellos me había pedido SIETE cajas de pasteles. Yo encantada, aunque parecían ir montados en el dólar...

Ponme siete cajas variadas y un café largo para tomar aquí

- Claro, deme un momento - Primero tenía que servir el desayuno para el hombre aparatoso, cada cliente por orden. Tenía el plato del sandwich y el expresso colocado ya en la bandeja, pero justo cuando me la iba a cargar al brazo, el hombre rudo me tendió un papel. Había escuchado lo que había dicho, podía perfectamente estar a varias cosas a la vez, de eso iba el negocio pero... No me gustaba que los clientes impusiesen el orden. Cogí el papel para echarle un vistazo por encima para comprobar los pasteles y la dirección. Sólo estaban los números de los pasteles y un interrogatorio sutil. ¿Serían enemigos? Escucharlo lo había escuchado seguro... sería demasiada casualidad... ¿Qué estaba pasando con las industrias Stark? Releí el papel buscando las palabras exactas para contestar, fingiendo que repasaba los números, haciendo gestos con las manos aún libres.

- Ish... - dije siseando hacia dentro, como cuando se nota algún tipo de escozor o quemadura - Lo siento, pero nuestros envíos no llegan a esa dirección. Puedo dejártelos preparados en cajas y te los llevas, si quieres. - No era mentira. No había dirección, por los tantos los envíos no llegaban.

Miré a los ojos al hombre que me cedió el papel, lo volví a doblar y lo guardé en el bolsillo trasero derecho de mi pantalón vaquero. Estaba ceñido así que si el friki del ordenador lo había escuchado, que tampoco se esmeraba mucho por ocultar su interés en nuestra conversación, podría recurrir a las cámaras de seguridad para poner una buena denuncia si intentaba sacarlo de ahí. Además era una nota de pedido. Yo no entendía nada... pero siempre se veía inmiscuida en porquerías ajenas. Me aseguré de que el papel estaba bien guardado y me cargué la bandeja en la mano izquierda para poder servir con la derecha, camino a la mesa ligeramente ocupada por el portátil de aquel hombre.

- Aquí tiene, su expresso y su sandwich, ¡que aproveche! - mientras le servía con la sonrisa rutinaria me fijé en el brillo de la pantalla del portátil, que se reflejaba en el escaparate pegado a esa mesa. Lo único que me dio tiempo a ver en el tiempo en el que le serví fue la silueta de una torre. Aunque la torre Stark era inconfundible. ¿Qué se estaría planteando...? Cualquier Neoyorkino sabía llegar hasta Stark Industries, era una torre inmensa y poco camuflada. Venía de fuera, era evidente. Quería  algo de Iron Man, era evidente. Parecía un obseso, era evidente. Terminé de servirle, junto con unos cubiertos, una servilleta y un vaso de agua. Pegué la bandeja a mi cuerpo y volví al mostrador. Al volver a colocarme tras la barra volví a sacar el papel y lo pinché en el sitio donde apuntaba las comandas,  bien oculto tras un expositor.

- ¿Café largo me has dicho no? - era casi retórica. Puse la leche a calentar y a preparar el café. Volví hacia donde estaba el hombre y le miré con la sonrisa de siempre. Había que esperar a que la leche se calentase... y no soportaba los silencios incómodos, así que me dediqué a buscar uno de los vasos de plástico largos. Me agaché, abrí el armario y lo saqué haciendo un ruidito hueco al dejarlo en la barra. Estaba demasiado ocupada distrayéndome con el hombre de las interrogaciones y el ruido de la leche que no recordé en ese momento que era para tomar aquí.

-¡Uh! Lo siento - me di la vuelta y saqué una taza grande de verdad, de porcelana. Miré hacia el tubo de metal que se encargaba de poner el café a punto y para evitar ese silencio incómodo hice un par de ritmos con el vaso de plástico que aprendí no recuerdo cuándo.

(Vídeo):

Sólo me dio tiempo a repetir el ritmo un par de veces y susurrar la canción muy por lo bajo. La máquina de café hizo un pitido, fui corriendo y sirviendo las dos jarras a la vez, la de leche y café, le eché la taza entera, salvo por medio dedo para que no venciese. Le di la taza por encima de la barra y con la cabeza le señalé una mesa cercana.

-Será mejor que esperes sentado mientras te preparo las cajas - Y me incliné sobre la mampara desde atrás, sujetando siente bandejitas extendidas a lo largo del mostrador. Con la ayuda de unas pinzas las rellené bastante rápido, y metí cada bandeja en una caja correspondientemente bien cerrada. Saqué la calculadora e hice las cuentas de todo lo que le iba a costar. No cualquiera se gastaba tanto dinero en dulces. Me pasé por la máquina de imprimir los tickets, hice imprimirle el real y uno que iba en blanco. Escribí rápidamente con un bolígrafo que tenía a mano, en uno de ellos. Los enganché a una bandejita para llevar las cuentas a la mesa y cargué las siete cajas, tres en una mano y cuatro en la otra, lo bueno es que no pesaba mucho. En el bolsillo del delantal la carpetita metálica con los tickets.

Me acerqué a la mesa del hombre sutil, dejé tres cajas, luego las otras cuatro y saqué los tickets dejándolos sobre la mesa, haciendo un ruido metálico contra la mesa.

- Es la cuenta del pedido, ¡gracias por todo! Cualquier cosa que necesites sabes dónde encontrarme - dije señalando la barra y guiñando un ojo como gesto de simpatía.

Aunque todo esto no me gustaba un pelo.

Si el hombre se fijaba bien en los tickets, en uno podría leer...

Nota:

La chica es eficiente, eso lo tengo que admitir. No todos los que se dedican a la hostelería o variantes pueden acarrear con tanta facilidad los pedidos. Aunque de momento solo somos dos clientes, me la pude imaginar un día mundano lleno de gente pidiendo y buscando que los atendieran.

Y hablando de mundanos, no lo había notado por culpa del olor endulzante de los bollos, pasteles y chocolates, pero cuando se acercó a mí, dejó un perfume que he podido discernir tras apartarme del mostrador e irme a la mesa, tal y como me había pedido: tiene el mismo olor que los "mundanos exteriores". Desde el choque de universos que no paro de sentir ese aroma por todas partes, allá donde vaya. ¿Es que hay tantos repartidos por Nueva York? Y ya me supongo que no solo estarán en Nueva York. El mundo es demasiado grande como para que todos los bichos raros se queden en una misma ciudad. Eso solo pasa en las películas de Hollywood.
Me siento en la silla y observo a la chica, la forma tan jovial que tiene en servirme el pedido. En comparación, yo soy un trozo de mármol, áspero y rasposo. Pero cada uno es como es, y lo aceptas o te quedas llorando en tu esquina privada.

Yo no pido ser jovial. Yo no pido que la gente acepte como soy. Hago lo que hago porque alguien tiene que hacerlo.

Al cabo de unos minutos la chica vuelve, con mi pedido y el ticket. Creo que tenía más ganas de leer la "factura" que llegaran las cajas. En cuando las deja en la mesa me vuelve el olor dulzón y me tapona las fosas nasales. Estaré estornudando durante un día entero al menos.
Levanto el primer ticket para leer la nota que me deja... y no es mucho. Dice que no sabe más que cualquier neoyorquino, y en cierta forma, yo también podría considerarme neoyorquino, así que tal vez sepa tanto como yo. Me llama la atención que mencione al tipo de verde que tenía a solo unas mesas. Si estaba tan interesado en las Empresas Stark, tal vez sería buena idea ver qué sabe.

- Gracias.

Me bebo el café mientras siga estando caliente. La verdad es que es un buen café. Nada que ver con el café que se suele servir en oficinas sacados de máquinas expendedoras con más mugre que granos de café. Lo disfruto mientras pongo en orden la lista que tengo en la libreta. Tacho la primera y la segunda, y escribo otra. Me termino el café, cojo la taza y la llevo a la barra. Las cajas las había dejado en la mesa, junto con mi gabardina, para que supiera el que entrara que esa mesa y esas cajas estaban reservadas. Me acerco a la mesa del tipo de verde y me quedo de pie junto a él. Le señalo lo que se estaba tomando.

- Te invito a éste almuerzo si me contestas a un par de preguntas sobre las Empresas Stark. - Directo al grano. No me iba a andar con chiquitas. A éstas alturas dedicarse al subterfugio entre ambos sería perder el tiempo.

El internet era maravilloso. Lleno de datos importantes, lleno de redes a las que entrar. Si me quisiera esmerar, me podia entrometer dentro de la red del cafe, pero no ganaba absolutamente nada, asi que decidi continuar con mi busqueda de datos de la Torre Stark. Mientras anotaba y leia, una oreja prestaba atencion a lo que podia escuchar de su conversacion. No me importaba nada, al fin y al cabo, podia permitirme esos caprichos.

La busqueda de la Torre me habia direccionado a mas datos y noticias interesantes. ¡Vengadores! ¡S.H.I.E.L.D! Nada se escapaba de la opinion publica, aunque fueran agencias secretas. Ya despues sera cuestion de obtener datos de diversas fuentes, lo que me interesa ahora es conocer todas estas agencias que nunca habia visto. Deben ser de algun universo con el que colisionamos, pero, hay millones y millones de dolares, ¿Que tal si algun simio palurdo es burocrata de alguna de esas organizaciones y puedo extorsionarlo para obtener fondos? El abanico de posibilidades era enorme.


- Aquí tiene, su expresso y su sandwich, ¡que aproveche! -Me percate cuando dejo todo en la mesa, y puso los cubiertos, y un poco de azucar. No le daria las gracias, al fin y al cabo, era su trabajo, y pagaba por ello. Asenti con la cabeza sin mas, mientras baja la pantalla del portatil. Le puse dos cucharadas de azucar a mi cafe, y me dispuse a girarlo. Tras un momento, le di un sorbo. El cafe estaba bueno, bastante, ¿De donde sera este cafe? No me interesaba tampoco, pero a lo mejor compraba un kilo y una cafetera para mi estancia en Nueva York. Tome el sandwich y le di una mordida. No estaba bueno, le faltaba mostaza, bastante mostaza. Le di otra mordida mas y segui viendo el internet buscando mas datos.

Mientras trabajaba y leia articulos y noticias, me percate que la dependienta estaba haciendo un ruido molesto con vasos mientras tarareaba. ¿Que clase de mujer era esa? Demonios, era incomodo. Me calle y segui trabajando, mientras me comia mi sandwich (El cual no estaba nada bueno). A lo mejor y pedia otro, a ver si esta vez podia hacerlo bien. Me ajuste los lentes y le di un sorbo a mi cafe.

Cuando levante la vista, vi al tipo rudo acercarse hacia mi. ¿Que demonios? Mordi por ultima vez mi sandwich, acabandomelo, cuando me dijo


- Te invito a éste almuerzo si me contestas a un par de preguntas sobre las Empresas Stark. -¿Que tipo era este? Bloquee mi portatil para prestarle atencion, mientras dejaba mi baston cerca. Cerre el portatil y sobre la tapa puse mi bombin, mirandole a los ojos.

-Perdone, ¿Quien es usted? No lo conozco, ni se de que es lo que me esta hablando. -Este tipo era un chulo, cree que puede venir ante mi, el maestro del misterio a cuestionarme como si fuera un cualquiera. Le di un sorbo a mi cafe, con calma, saboreando. - Le pediria por favor que se retirara de mi mesa, incomoda mi estancia en este establecimiento. -Levante la mano, pidiendole a la mesera que regresara.

-Otro Sandwich de jamon, pero con mas mostaza, y mas cebolla. Tambien, pongame un pay de manzana. Caliente.

Volvi a posar mi mirada sobre el extraño sujeto que  me preguntaba sobre las Empresas Stark. No le diria nada, si no me daba nada a cambio. ¿Acaso me veo tan muerto de hambre como para necesitar que alguien me invite un miserable almuerzo?

Era una mañana tranquila y no tenía mucha faena esta semana, así que decidí bajar a una cafetería-pastelería que tenía unas pastas riquísimas y no quedaba muy lejos de mi apartamento. Bueno "nuestro apartamento" ahora. Tenía que aprender a vivir con mi alter ego, no en sentido figurado, claro, si no que me refería a la psicóloga que vivía en mi mismo piso y tenía mi misma cara.

Pero bueno, no todo habían sido malas noticias después de las supuestas amenazas mortales por un grupo terrorista llamado Omega. Al menos empezaba a creer que todas esas personas a las que dibujaban los autores de cómics no eran solo dibujitos en un papel. Y ahora que habían aparecido nuevas ciudades de la nada y nuevos canales de televisión... ¡también habían parecido nuevos superhéroes! y eso significaba un nuevo reto para mí y más información a reunir para el webcomic.

Pero para ello tenía que empezar a documentarme acerca de esos nuevos héroes. Por suerte, no me costó nada conseguir un par de cómics de, al parecer, uno de los más famosos superhéroes de la infancia de Lissa. Ella le llamaba "el caballero oscuro".

Estaba leyendo un tomo de Detective Comics cuando alguien se sentó en la mesa de al lado. No me hubiera girado a mirarlo si no fuera porqué llamaba mucho la atención con aquel traje verde chillón. Entonces, me fijé que tenía símbolos de interrogantes grabados por su chaqueta y sus pantalones, y una boina hortera en la cabeza. Pensé que tenía un gusto pésimo vistiendo y no le di mucha importancia. Le di un sorbo a mi café y seguí leyendo el tomo hasta que en la siguiente página salió dibujado el tipo que esta a mi lado.

No pude evitar escupir de repente todo el café. Me sentí la protagonista de una de esas series estúpidas de comedia americana. Me llevé la servilleta a los labios y me giré disimuladamente a mirar al Acertijo. Había otro tío sentado al lado de Edward Nigma, y por un momento esperé que no me hubieran prestado mucha atención.

Intenté disimular y sonreí como una estúpida a los dos extraños, para después esconder la cara detrás del cómic de "Batman" aunque no se si eso iba a ser una buena idea...

OOC: Ely, no me odies por esto <3    

xDD
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Después del "buenos días" de aquel día de Marzo en forma de estampida de información y de tensión, cuando creía que las cosas estaban normalizadas de nuevo, me di cuenta de que me engañaba. Me dispuse a prepararle el segundo sandwich a ese hombre. Con extra de mostaza y cebolla. Mostaza y cebolla. ¿Mostaza y cebolla? EN UN SANDWICH DE JAMÓN. Sí, ese tío era de marte. Peeeeero, el cliente siempre tiene la razón. Así que me puse a prepararlo en la cocina, por suerte dejé la puerta abierta.

Aquellos hombres parecían no conocerse, sin embargo establecieron contacto y por lo que parecía, no demasiado agradable. Sólo esperaba que no llegasen a las manos y acabasen rompiendo algo de mi tienda. Fuera no me importaba, pero en mi establecimiento la violencia está totalmente prohibida.  

¿Qué le estaba pasando últimamente al mundo? Todo era muy extraño. Las noticias, la gente, el ambiente, la moral... Todo parecía alterado. El universo se había alterado. Y yo intentaba mantener la cabeza fría... pero cuando no paras de ver pequeñas alteraciones en tu realidad te planteas dos cosas. O bien tienes todo demasiado controlado o efectivamente, algo malo está pasando.

Un resoplido con aroma a café me sacó de mis pensamientos y levanté la vista mientras salía coriendo de la cocina buscando el origen del ruido. Una de mis clientas, que hasta ahora había permanecido sumergida en sus cómics, echó todo el café por la mesa, parte del suelo y lo que juraría que era parte del traje, antes verde, del hombre extraño y exigente.

Ahora sí... Liada.

Fui corriendo con un trapo húmedo y una fregona hasta la mesa. De camino estuve intentando mirar la cara del hombre del sandwich disimuladamente para ver su reacción.
-¿Estás bien? ¿Ha pasado algo? - dije mientras trotaba hacia la mesa de la joven castaña que había escupido accidentalmente. Limpiando rápidamente la mesa llena de café con una mano mientras con la otra dejaba un paño seco absorbente encima de la otra mesa, junto al portátil. Tras soltarlo, la mano libre se dedicó a levantar las cosas de la mesa para secarlas y limpiarlas a toda velocidad. No tardé mucho debido al buen material de limpieza y a la experiencia. Conseguí limpiarlo sin manchar a nadie ni nada más.

- ¿Qué necesitáis? - dije dando el último repaso de limpieza. No tenía tono de arrepentimiento, ya que yo no había tenido nada que ver. Pero sí parecía implicada. La chica volvió a sumergirse en su cómic, parecía que no sabía dónde esconderse, pero las preguntas eran necesarias.

Este tipo se sento frente a mi, como si fuera el dueño del lugar. John Doe, un nombre curioso, diria que es falso. Lo mire a los ojos mientras el se sentaba, prestando atencion a cada una de las palabras que el decia. La mesera vino en silencio a dejarme mi sandiwch y le di un mordisco. Sonrei, definitivamente sabia mucho mejor que la basura de antes, saboreando el fuerte sabor del pan, la mostaza y el jamon en mi boca.

Hubo silencio hasta que la camarera se fue, y el tipo seguia hablando. ¿Que tenia el con industrias Stark? Lo primero que pense es que era un asunto serio, Industrias Stark ya sabia que yo estaba buscandolos y me enviaron un agente especial. Pero no seria algo dificil, una buena tactica de distraccion me podria dar mucho juego a mi favor. Miro su mano, parece que quiere dominar psicologicamente la mesa, como si el fuera el que impusiera el orden y la ley.

-¿Sabes otra cosa que incomoda? Un tipo que conozco llamado Jack. Jack resulta ser escurridizo, algo mezquino, goloso y que siempre quiere más. Lo malo es que no es muy listo, y toda trama de estafa que crea se le va por el garete. ¿Y sabes otra cosa? Tú me recuerdas mucho a Jack en ciertos aspectos. - ¿Que estaba buscando este sujeto? ¿Acaso creia que me asustaria? He visto peores cosas con Bane y sus matones de Titan. Peores cosas circulan en Gotham, ¿o simplemente parece que es un justiciero de Nueva York? Me da igual, no caere tan rapido presa de su juego, sabia que tenia mucho a favor, poco en contra. Acababa de llegar a la ciudad, no habia nada que me pudieran seguir, no temia nada. Gotham estaria lo suficiente mente caotica como para que haya problemas aqui.

Estaba apunto de teclear algo en mi computadora cuando una mujer a mi lado escupe su cafe. Que asco me dio eso. ¿Porque lo hizo? No lo se, pero por suerte no lastimo mi portatil, si no ya la habria matado. La vi a la cara y vi que estaba totalmente sorprendida al verme, ¿Como es que alguien fuese tan tonto como para sorprenderse asi porque si por ver mi traje unicamente? No me gustaba nada.

-¿Estás bien? ¿Ha pasado algo? -No preste atencion si eso iba hacia mi, solo me percate algo. Esa mujer tenia un comic de Batman. UN. COMIC. DE. BATMAN. ¿QUE CARAJOS? Cerre y abri mis ojos con notable furia, ¿de donde diablos habia salido eso? ¿Como es que YO, el maestro del crimen, salia en esa portada, y lo mas importante, que hacia esa mujer con ese articulo?

- Si. ¿Me podría indicar dónde está el teléfono del local? Cuando venía hacia aquí me he topado con un coche bastante llamativo que hacía un ruido raro. Como a gas. -Escuche al grandote, y senti un escalofrio. Mi acertijo-movil... No, no. Debe ser una estratagema para distraerme, ese tipo quiere algo.

Inmediatamente, me acabo mi sandwich, le doy un trago a mi cafe y guardo mi portatil dentro de mis cosas a una velocidad asombrosa, como si tuviera prisa. Me levanto, pero no me voy. Agarro mi silla, y me siento junto a la mujer que tenia ese comic, ignorando todo lo demas. Levanto mi voz, y con un tono amistoso digo.

-Perdona, señorita... ¿De donde has sacado eso?

La había cagado, la había cagado hasta el fondo. Yo y mi estúpida discreción. 

No había podido evitar escupir aquel café después de reconocer a la persona que tenía en frente. ¡UN VILLANO DE BATMAN! Y no una cualquiera, si no... ¡el Acertijo! 

Llebaba días informándome de la serie de Detective Cómics, y tenía que admitir que la saga tenía el mejor repertorio de villanos que había visto jamás. El Joker, el Espantapájaros, el Acertijo, Dos Caras... ¡todos eran increíblemente realistas y aterradores! Su psicología estaba realmente trabajada y los personajes tenían mucha credibilidad.

Pero no podía dejarme embaucar por aquellas cosas en ese momento. Quería esconderme, que la tierra me tragara y desaparecer para siempre. Pero creo que hice todo lo contrario. El hombre del bombín me miraba, el hombre de la gabardina me miraba, la camarera me miraba...

Bueno, siempre me quedaba pensar que a lo mejor era un pirado haciendo cosplay.

La camarera vino corriendo nada más ver el estropicio. Otra cosa más para seguir llamando la atención, gracias. Le dije que no pasaba nada, y que sentía mucho haber derramado ese café tan delicioso sin querer, así que intenté ayudarla con las servilletas.

-Lo siento...perdona... - le susurré, bastante incómoda con la situación.

Entonces me quedé helada al ver que el supuesto cosplayer de Edward Nigma se levantaba y acercaba su silla a mi mesa para después sentarse a mi lado. Mis ojos azul eléctrico conectaron con los de aquel misterioso personaje y me acojoné. Su aura despertaba el misterio y la intriga.

-Perdona, señorita... ¿De donde has sacado eso?- preguntó Enigma, y por un momento juré ver sus gafas brillar con un aspecto siniestro. 

-¿Esto? - señale el cómic como si nada, aunque estaba claro que empezaba a ponerme histérica. - Lo he comprado hoy en el quiosco de la esquina... ¿Por qué?

Sentí el sudor frío bajar por mi espalda lentamente, y mi corazón palpitaba tan fuerte que creía que me iba a explotar. ¿Qué iba a hacer Enigma ahora?

FDI: Perdonad por el post super super cortito pero en realidad... Cels ahí no puede hacer mucho y tengo que esperar reacción o seguir con la rutina de la tienda. Y añadir cosas de más sólo para hacer un post largo me parece estúpido.
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Terminé de recoger ese estropicio como siempre poniendo varios ojos y orejas a la vez en sitios diferentes. Tratando de abarcar todo lo que mi mente no comprendía. Necesitaba encontrar una respuesta. Era mi local, mi clientela. Y el ambiente estaba empezando a ponerse MUY tenso. No estaba dispuesta a arriesgar nada mío por ese hombre que irrumpió como una estampida en una cristalería.

Una vez estaba todo limpio fui a mi ritmo rápido a recoger unas jarras y llevárselas a la chica, una llena de café en una mano y llena de leche en la otra. Le rellené la taza.

- Al segundo invita la casa, que no has podido disfrutarlo como se merece - dije intentando quitarle peso a la situación.

El hombre del pedido de pasteles por algún motivo que desconozco parecía interesado en lo que hiciese el raro trajeado. No me hacía gracia las libertades que se estaba tomando. Estaba claro que en caso de que la cosa llegase a las manos el que acabaría fuera de mi tienda sería él. Sólo tenía que permanecer como espectadora, no podía hacer más.  Y la chica de los ojos cielo...  Creo que simplemente quería leer tranquila disfrutando su café.

Volví a llevar las jarras tras la barra a su sitio correspondiente y me puse a limpiar el mostrador, sin despegar los 5 sentidos de la situación extraña de la esquina de mi negocio.

-Gracias... - le susurré a la camarera tras ver que me traía otro café con leche. La verdad es que se lo agradecí mucho, aunque no estaba segura de poder terminarme el segundo con el estómago revuelto por los nervios que me provocaba Enigma.

-El quiosco de la esquina... ¿Cuanto te costó? No importa, ten.

De su billetera sacó veinte pavos cuando el cómic solo me había costado doce. Los dejó en la mesa y sus gafas volvieron a destellar.

- Eso es mas de lo que te pudo haber costado, anda, ve y comprate unos cromos de baseball. Quiero esa revista, ahora.

No me gustaba el baseball, pero tampoco se lo iba a decir. Tragué saliva y acepté el dinero ¿Por qué? Porqué ahora si que creía en la existencia de Enigma. Después de lo que ocurrió el día del terremoto, todo lo que me había contado Lissa sobre Gotham... estaba claro que los héroes y los villanos también eran reales, no solo existían en los dibujos animados y en los cómics. Y este tío era demasiado creíble para ser un simple aficionado...

Extendí mi brazo y le ofrecí el cómic de Batman para que lo cogiera. Intenté que no se diera cuenta de que mi mano estaba temblando así que reuní el valor para contestarle y bromear un poco para liberar tensión.

-Vaya, si es es usted fan de éstos cómics...- le sonreí, haciéndome la loca. Quizás así me iba a dejar en paz.

Enigma alzó la mano y yo cerré los ojos, esperando que pasara algo malo, pero solo llamó a la camarera para pedirle un Pay de manzana. ¿Me estaba invitando? ¿Pero qué era lo que quería?

El tipo extraño levantó la mano y con ella mi atención. Busqué un  par de empanadas de manzana del mostrador y mi vista se perdió en su final sin encontrarlas. Había estado tan despistada observando aquella tensa situación que no me percaté de que no las había horneado cuando tocaba. Pasé a la trastienda no sin antes indicar con un gesto que les había tomado nota. "Oído cocina" que suele decirse. En la parte de atrás encontré las empanadas perfectamente colocadas en su bandeja, sin cocinar. Cogí una con cada mano y las calenté en un estallido rápido de fuego en cada palma hasta dejarlas en su punto en apenas 5 segundos. Coloqué cada una en un plato y estos sobre una bandeja. Lo saqué con total naturalidad y la misma sonrisa amable hasta dejarlos en la mesa de ella, que estaba más despejada que la de él.

La situación me tocaba bastante la moral. Ella no lo había pedido y él parecía estar manipulándola. Ya que ella no había abierto la boca, y parecía incómoda, pregunté.  

- ¿A qué cuenta quieren que las añada? - ella parecía tensa, y si estás en una situación incómoda lo último que haces es pedir comida. Intentas librarte lo antes posible. Me fijé en mi entorno intentando parecer neutral. Ahora el hombre de los interrogantes sostenía el cómic y ella un billete de 20. ¿Qué estaba pasando?

-Vaya, si es es usted fan de éstos cómics...-Tomo el comic, observando la portada. Batman aparece, en una... buena ilustracion, mediocre ante tal personaje. "Detective Comics" dice el titulo, aparte de especificar un numero al lado. Veo en una esquina un logo "DC Comics", junto con los nombres de los que parecen ser el dibujante, el guionista y el colorista. La chica esta bastante nerviosa, pues noto que su mano tiembla al entregarme este objeto.

Dejo la revista, mirando a la mesera que trae el encargo en dos platos. Me limito a observar la calidad de estos, parece que acaban de salir del horno, como a mi me gustan. En el momento que me los deja, le paso uno a la chica del comic y veo el mio, mirando a la encargada de traerme mi comida cuando me pregunta a que cuenta me añada.

-A la mia, obviamente - dije con un aire superior, como los tipicos ricos que se permiten cualquier cosa. Me cruzo de brazos, tomo el cubierto y arranco un trocito del pay, llevandomelo a la boca cuando veo que el maton de antes se sale del local, asi que no le presto atencion. Miro a la mesera y le hago un gesto para que se vaya de la mesa.

Dirigo mi mirada hacia la chica y su pay que tiene enfrente. Chasqueo ligeramente la lengua, y hablo en voz baja mientras sigo comiendo con calma, sin ninguna prisa.

-Esta bueno. Deberias probarlo... Dime, ¿Que sabes de Industrias Stark? ¿Sabes donde estan sus oficinas? -Espero que esta mujer sea menos inutil que la cajera. Me limpio los labios con una servilleta de papel y vuelvo a formular otra pregunta - Sabes tu... ¿Que demonios es DC Comics y porque estan dibujandome?

Si esa chica me explicaba que demonios tenian los autores de este comic, mi estancia en Nueva York seria muy divertida.

Vamos Lyz, tranquilízate, al menos conoces algunas cosas de este hombre. Enigma no solía actuar solo, siempre llevaba consigo a sus matones cuando preparaba algún golpe y a demás no era un villano que destacara por su fuerza física. Quizás con alguna patada bien dada y con correr como una desesperada hasta la quinta avenida bastarían para salir ilesa de la cafetería.

Edward Nigma no parecía amenazador, al menos eso me estaba demostrando al invitarme al pay de manzana. Quizás solo quería recopilar información de algún tipo, bueno, a eso se dedica ¿no?, a regalar acertijos y poner trampas mortales. No debería preocuparle alguien como yo, sabía perfectamente que su primera obsesión era el murciélago. 

Pero por muchas veces que me dijera a mi misma que Enigma no era ninguna amenaza, era incapaz de dejar de sentirme nerviosa.

-Gracias por invitarme...- susurré e intenté esbozar una sonrisa, disimulando así mi nerviosismo. Partí un trozo del pastel con el tenedor y me lo llevé a la boca. lo cierto es que estaba delicioso, recién salido del horno. A demás de que la manzana era una de mis frutas favoritas y en aquella cafetería hacían los mejores pay de manzana que había probado en la vida.

- Dime, ¿Que sabes de Industrias Stark? ¿Sabes donde están sus oficinas? -

¿Industrias Stark? ¿Porqué alguien cómo Enigma se interesaría por eso? Me quedé pensativa unos instantes pero no le di muchas vueltas. Todo el mundo en Nueva York sabía dónde estaba la empresa armamentística más importante del mundo, bueno, los de mi Nueva York, claro. Enigma salió seguramente del mismo sitio que Elissa, así que no tendría ni idea de cosas que para mí eran obvias. El hombre de verde no tardaría en averiguar algo así, si miraba en alguno de los periódicos o preguntaba los transeúntes. Simplemente aceleré los pasos.

- Claro - le dije pensativa, mientras sacaba mi libreta del bolso y un boli. Tracé cuatro rayas con precisión y dibujé un plano de dónde nos encontrábamos y los pasos que tenía que seguir para llegar a las Industrias Stark. No quedaba muy lejos de la cafetería, así que no tendría problemas en llegar. Y si Enigma intentaba provocar algún revuelo en las oficinas... uno: no era mi problema, dos: se las vería con Ironman.

Alargué mi mano y desplacé por encima de la mesa el plano hasta dejarlo en frente de Enigma. Volvía a coger otro trozo de pay de manzana y lo degusté hasta que Edward volvió a hacerme otra pregunta. A este paso ganaría el récord a el mejor tiempo sin hacer un acertijo.

- Sabes tu... ¿Que demonios es DC Comics y porque estan dibujándome?


Parpadeé varias veces, sorprendida. Bueno, definitivamente me acababa de confirmar que era el verdadero Edward Nigma, aunque no había que ser ningún lumbreras para darse cuenta de ello. 

-DC Comics es una editorial. Hacen cómics desde 1937-  afirmé. Llevaba bastantes días documentandome (ahora había mil wikias nuevas por internet) sobre los nuevos héroes y villanos que habían salido de la nada y había llegado a una terrible conclusión. Todos los personajes (o la mayoría) que salían el los cómics de superhéroes existían de verdad. Y según Lissa, también lo hacían los de su mundo, pero para ella era lo normal, había crecido viendo a Batman por la televisón en cambio yo... no había tenido contacto con ninguno hasta ahora. Ironman, los X-men... todos eran personajes de cómics que leía en mi tierna infancia y que ahora vivían entre nosotros.

-¿También quieres saber dónde está la editorial?-  No había visitado las oficinas de DC, pero tenía curiosidad sobre muchas cosas. Si les hacía una vista...¡quizás me daban nuevo trabajo y todo!

Seguí analizando con la mirada a mi alrededor mientras fingía estar ocupada. El tipo de verde me estaba poniendo de los nervios, aunque desde que llevé las empanadas el ambiente parecía haberse relajado un poco excepto por el hombre que me había hecho el pedido. Justo le vi salir con el móvil en la mano y el pedido aún en la mesa. Di por hecho que volvería.

Me sorprendí al escuchar que de nuevo preguntaba a la chica sobre industrias Stark. No pude evitar pensar en Astrid, en Tony... en el día que les conocí a todos. Y me preocupé. Cogí mi móvil personal, sabía que siempre tenía tiempo para mí. Me volví a meter a la trastienda para hablar más tranquila mientras miraba la despensa, haciendo recuento esperando a que me lo cogiera.

- - Hola...¿Me puede poner con la señorita Hadlow? Es bastante urgente... Si yo lo entiendo pero... Oiga sólo dígale que soy Sasha. Gracias. -  Esperé diez segundos en silencio y reconocí su voz - ¡Hola cielo! Sí, soy yo...  No, no, escucha, es importante. Estoy en mi pastelería y hay un hombre muy muy raro en mi tienda que no para de preguntar por industrias Stark.. Lo digo para que estéis avisados de- ....  Sí sí por eso. Lleva un traje verde con interrogaciones por todas partes, un bombín y lleva bastón... Parece un Charles Chaplin irlandés. Y me inquieta, quería que lo supieras. No parece peligroso pero... cualquiera sabe. Hombre, por lo pronto es raro... acaba de comprar un cómic a una chica que estaba leyendo y tiene una actitud un tanto... invasiva. Ya...  vale de acuerdo cielo. Ya te cuento. Y hablamos más adelante. Tengo que dejarte corazón que la tienda está sola. ¡Besos guapísima!- y salí por la puerta mientras guardaba el móvil en uno de mis bolsillos tras el delantal. Justo vi entrar al hombre del pedido y me pidió otro café. Coloqué el capuchón en la máquina, una taza de cristal grande y mientras se preparaba imprimí la cuenta del tipo del portátil. Puse el café, la jarra metálica con leche y la cuenta de Chaplin (dentro de una carpetita impermeable tamaño cartera) en una bandeja de aluminio y me apresuré a llevarlo. Primero la cuenta, luego el café.

-   Muchas gracias - dije dejando la cuenta del hombre en la mesa, acompañada de una sonrisa.

Me giré a la mesa del hombre y le dejé la taza de su segundo café largo sobre un plato de porcelana, contenía sólo el café. Luego cogí la jarra de la leche y se la serví haciendo un dibujo en el propio café de una espiga de trigo. Se lo agradecí con una sonrisa más sincera y le retiré la taza antigua. Volví a fingir hacer algo, esperando que la llamada a Astrid hubiese servido de algo.

Me sobresalté cuando Enigma me replicó de repente, con aquel tono de voz tan fuerte. Aquella obsesión con las preguntas era enfermiza, pero ya conocía su desequilibrio mental. Obsesivo, egocéntrico y aterrador, pero a la vez fascinante. Tenía que dejar de documentarme tanto a la hora de escribir y dibujar personajes complejos, eso acabaría trayéndome muchos problemas. Pero una mente tan compleja como la suya, un personaje tan característico... ¡Sería súper interesante meter a alguien así en mi webcomic!

El villano de detective cómics pagó la cuenta y me dejó su tarjeta personal encima de la mesa. Me dedicó una sonrisa siniestra y se marchó. Aquel tipo me dejó algo agotada mentalmente, había estado muy nerviosa y mis músculos se habían agarrotado. 

Pero cuando por fin podía sentirme tranquila, escuché un grito proveniente de fuera del local. Evidentemente se trataba de nuevo de Edward Nigma. 

-¡EH! ¡Mi coche!

El peculiar hombre trajeado volvió a entrar en la cafetería y esta vez fue directamente a hablar con el hombre que había estado sentado con él minutos antes de que me acosara.

¿Qué estaba pasando ahora? Miré entonces a la camarera, la pobre ya había tenido bastante trabajo hoy para que encima siguieran habiendo problemas en su cafetería.

La situación pareció calmarse un poco con el suiguiente cliente. Su rostro se me hacía familiar. Le dio la mano al hombre del encargo grande y luego me hizo un pedido.

- ¡Ahora mismo guapísimo! - y me incliné sobre la bandeja con una mano en el pecho para que la tela no se echase hacia adelante, no tenía por qué tomar partido mi escote en el trabajo. Le preparé una bandeja de seis pastelitos grandes, mientras lo montaba rápido pero cuidando a los detalles observé mi alrededor. Cerré la cajita con el cartón flexible decorado con el logo de la tienda y se lo tendí, con el ticket enganchado ella. - Son siete dólares, cuando puedas

No me lo podía creer. ¡Un poquito de normalidad!

- ¡EH! ¡Mi coche! -

Dios... ¿por qué?
Pude ver cómo la chica que se había llevado la peor parte me miraba casi apiadándose de mí. Le devolví la mirada con media sonrisa y encogiéndome de hombros. Sin apartar mi mirada de ella le hice dos gestos con la mano. Giré el dedo índice a modo de "luego" y puse los dedos con forma de pico de pato y los moví a modo de "hablamos". Esperé que se lo tomase como una pregunta y no como una imposición...

Y no me quedaba otro remedio, ¿qué iba a hacer? Esperé...

Disculpa:

¿Multa por mal estacionamiento? ¿Fallo de motor? ¿Que clase de palurdo idiota era este? Rechine los dientes. En Gotham nunca me habia pasado esto. Bueno, era obvio, yo era el Rey de Gotham hasta que me impuse el exilio, y a los reyes no se les toca nunca. Aqui, en esta ciudad, era como Napoleon instalandose en la Isla de Elba. Esperaria volver, pero no bajo un gobierno de cien dias.

Ahora, debia concentrarme en lo inmediato. Fulmine con la mirada a la mesera, y fui rapidamente por mis cosas. Me colgue mi mochila al hombro, tome mi baston, me acomode el bombin y mire a la chica a la que le habia comprado el comic. Necesitaria en algun momento sus conocimientos sobre esta pocilga que llamaban ciudad.

-Llamame.-Susurre, mirando la tarjeta que le habia entregado hace poco. Tras tomar mis cosas, fui a la caja, y mire la tabla de precios. Haciendo la suma, me habria gastado unos veintiocho dolares con noventa centavos. No dejaria propina, no se la habia ganado. Saque mi billetera, pague exactamente veintinueve dolares y despues, me retire, siguiendo a los sujetos.

Su charla me parecio de lo mas vulgar, mientras ideaba un plan para librarme de ellos. Curiosamente, pasamos al lado de un callejon, asi que sopese las probabilidades. Eran dos personas, no habia mas que un vagabundo tomando un cafe al otro lado de la calle, no se percataria. Gire hacia atras, hacia adelante, hacia los lados. No queria testigos de esto. Mientras pasabamos, levante mi baston y le di un golpe en la nuca a uno de esos sujetos. Cayo al suelo en la banqueta, como habria esperado, y el otro reacciono soltando una salta de insultos y dirigiendose a mi. Un fortachon, como los de Blackgate.

-David contra Goliath. -Mencione, metiendome al callejon a la carrera. Obviamente, me alcanzo, girandome en seco. Su puño derecho se estrellaria en mi cara, de no ser porque accione mi baston antes. Dardos sedantes, clavandose en su vientre. El efecto tardaria un poco mas de lo esperado, pero el dolor lo hizo retroceder unos pasos. Fue suficiente como para que con la punta de mi baston golpease sus partes nobles. Se doblo, y en ese momento aproveche para golpearle el rostro con la interrogacion de mi arma. Cayo al suelo. Coloque mi rodilla encima de su pecho. -Te vas a quedar quietecito aqui, y si dices algo, voy a ir a matarte. -Golpe de nuevo su cara con mi baston, y despues lo arrastre, adormilado, detras de un contedor de basura.

Me agache y comence a buscar en su ropa, hasta que encontre unas llaves. Ahora solo debo encontrar esa grua, y claro, encubrir esto. Me toque la barbilla, y aprovechando la basura, tome un par de botellas de cerveza vacias, las rompi contra el suelo y las deje al lado de el, pruebas de que habia estado borracho. Aunque el crimen seria facil de resolver para cualquier detective que sepa sumar y restar, tenia que dejar un interrogante. Busque en mi mochila, y por suerte, encontre una de las cartas de baraja como las que solian aparecer cada que el Joker hacia una de sus fechorias. Tome mi plumon verde, y detras de la carta plantee un acertijo.






Tire al suelo la carta y me fui campante, sabiendo que, si no me apuraba, la policia vendria por mi. Fui corriendo con el vagabundo que habia visto todo, y sabia que no se creia lo que acababa de acontecer. Saque mi billetera y le di un billete de cincuenta.

-Te dare una pista. Con ese dinero podras comprarte una botella de licor, ¿Y cuando estas borracho que pasa? -El tipo balbuceo, como si no supiera que decirme - Exacto, no hablas. Largo de aqui.

El gallo todavía no terminaba de cacarear y el corral parecía revolucionado. Esto había dejado de ser una cafetería.

La dueña no parecía estar de muy buen humor, y cuando se dio cuenta de que la estaba mirando me lanzó un par de señas que creí entender. Imaginé que querría hablar conmigo después, a lo mejor se había sentido culpable al ver que Edward Nigma me estaba acosando. Alcé la mano con el pulgar estirado para decirle "ok" y luego volví a mirar la escenita.

Nigma estaba histérico y el hombre de la gabardina se había marchado después de comprarle unos pastelitos a la mesera. Edward se fue también por donde entró, sin antes recordarme que le llamara. El corral volvía a ser una cafetería.

Al fin, nos quedamos solas. Me levanté de la mesa y me senté cerca de la barra para poder hablarle mejor a la chica.

- Espero que el espectáculo no te haya quitado la clientela - sonreí medio divertida - ¿Te debo algo? - Dije, haciendo referencia ala bebida que había tomado y al pastel de manzana, no sabía si Nigma me lo habría pagado todo.

Esperé... esperé.... esperé...
Respiré hondo y por fin...¡POR FIN!
AAAAAHORA estaba todo normal.

Tenía tiempo para hablar con la chica, el tipo raro había abandonado la tienda y el... el de... ¿Y el de los pasteles?
Salí corriendo por la puerta mientras le gritaba a la chica
-NO, YA ESTÁ TODO ¡VUELVO YA MISMO! - y vi la espalda del tipo, en un sprint rápido y corto le toqué el hombro derecho un par de veces. Cerré los ojos un momento para respirar hondo y recordar la labia que el circo se supone que me había proporcionado... Relájate, calma, vocaliza y respira.
- Oye... Espero no molestarte con esto, simplemente... Gracias. Sé que has hecho algo, no sé muy bien qué, pero el caso es que... El tipo de verde se ha ido y me sabe mal no agradecértelo de algún modo. Sé que puede sonar pretencioso o... - le extendí una tarjeta de contacto profesional, la de la tienda - lo que sea. Pero si en algún momento quieres que te devuelva el favor... sabrás contactarme. Y me gustaría de verdad. - Parecía uno de esos tipos que diría que no importaba, y que estaba bien. Además aparentaba una responsabilidad que poca gente tenía, y seguramente no le volviese a ver, pero tenía que intentarlo. - Me llamo Sasha, ha sido un placer atenderle - y volviéndome con otro sprint abrí la puerta de cristal con el sonido de la campanita. Todo estaba tal y como lo había dejado, perfecto...

Me pasé una mano por el pelo comprobando que no se me había deshecho la coleta ni nada de eso. Miré a la chica de ojos mar y le sonreí con las fuerzas que me quedaban.

- Perdona... esto... ehm... No, no me debes nada, ese tipo lo ha pagado todo... Oye no querría incomodarte pero si no te importa me gustaría saber qué ha sido todo eso... - dije gesticulando con una mano mientras la otra me servía de apoyo sobre el mostrador.

- ¿Le conocías?

Me quedé sorprendida tras el jaleo que montó la dueña al salir corriendo de la tienda, algo se le habría olvidado. Empezaba a pensar que todos los de la cafetería estaban locos y que debería largarme antes de que la chica llegara. Pero por suerte (no se para quién), la dueña de la cafetería volvió más calmada.

- No, no le conocía pero sí sabía quien era... - respondí, mientras dejaba un par de monedas encima del mostrador - esto es por las molestias, has sido muy amable conmigo.

Me levanté del taburete y me dispuse a salir del local no sin antes decirle:

- Ahora vengo y te lo explico.

Caminé hasta el quiosco de la esquina y volví a comprar el tomo de Detective Comics que Edward Nigma me había "comprado" minutos atrás. Por suerte aún quedaban un par por vender, me hubiera dado mucha rabia si se hubieran agotado después de todo.

Volví a la cafetería y planté el cómic encima de la mesa de la barra, para que la muchacha pudiera ver claramente al hombre que había en la portada. Delgado, estirado, vestido de verde, con bombín y un bastón con un interrogante verde.

- Ahí tienes a tu querido cliente: el señor Edward Nigma, conocido como el villano "Enigma". Y no, no es un disfraz - aclaré, con una sonrisa divertida en la boca.

Ya estaba deseando volver a casa para contarle a Lissa lo que me había pasado. Una vez me dijo que había sido cliente suyo. La conversación iba a prometer.

La chica abandonó el establecimiento y aunque lo indicó, en ocasiones "ahora" era demasiado tiempo y me dediqué a volver a la normalidad, recogí lo que quedaba de esos dos hombres, comprobé que los clientes estaban más tranquilos... Casi pude ver la tensión salir por la puerta como el aroma del humo al abrir un horno que hace bien su trabajo.
Volvió antes de lo que me esperaba, con lo que creí que era su mismo cómic. Entró y se plantó sobre la mesa en la que estaba, extendiendo las páginas como si una ilustración explicase a la perfección lo ocurrido. Como ya he dicho anteriormente, nunca fui muy aficionada a los cómics pero bastaba con no estar ciego para identificar al tipo raro con el de la imagen... "Enigma".

- Me... ¿Me estás diciendo que era un fan disfrazado? ¿Ha llevado el papel muy lejos no? - conocía las convenciones de ficción, la gente se disfrazaba y se metía dentro del papel pero... Sinceramente, era excesivo y el disfraz le había llevado muchas horas de trabajo, además el chico podría buscarse algún problema si iba preguntando por las industrias Stark como iba preguntando. Me pareció muy raro.

Con un gesto, señalando la silla de enfrente mía y manteniendo mi sonrisa le invité a sentarse. Esperaba una explicación perdida en aquellos claros ojos.

Negué con la cabeza.

- No era ningún fan, era ÉL verdadero Enigma... - le contesté entre divertida y aterrorizada ante aquella descabellada idea. Sabía que podía sonar raro, pero desde el día de la luz violeta había visto por la tele a muchos de los héroes de mi infancia vivitos y coleando por la ciudad de Nueva York. Y supuse que aquellos héroes y villanos nuevos habían hecho lo mismo.

- Como lo oyes... - le comenté esperando que me creyera - Los X-Men, Spiderman, Los Vengadores... todos ellos están entre nosotros ahora igual que lo están otros héroes y villanos que no conocemos, como estos de aquí... - señalé a Enigma y a Batman del cómic que había comprado.

Recordé cuando Lissa me habló alguna vez del caballero oscuro. La verdad es que sería guay encontrarse con él alguna vez, aunque claro, para ello tendría que andar haciendo fechorías por Gotham y la verdad es que no me apetecía ser víctima de sus duros métodos de "atrapar villanos".

Creo que mi cara justificó mi pensamiento totalmente.

- Oh.. eh... ¿Qué?-
Es decir... que todo lo del choque...¿Viene de esto?
Vamos a ver...
Personajes
de cómic
saliendo de sus páginas
vivos
hoy
ahora.
Realidad.

No comprendía nada.

- Pero...vamos a ver... ¿Esos cómic tienen autor no? Si lo que dices es cierto...¿no se les habría pedido alguna justificación? Digo yo... Perdóname, de verdad, pero me cuesta mucho creerlo. - Y NORMAL.

Me estaba diciendo que estas cosas estaban pasando y vale que no tenía mucho sentido pero... En un mundo donde tantos tipos de poderes son factibles y conviven y se usan y...
¿Por qué no podría ser?
Podría tener algún culpable y seguramente ya le estuvieran buscando.
¿Actuarían sus poderes sólo sobre los cómics o sobre cualquier obra literaria...? Quizá hubiese sacado otros dioses de la biblia, otros bufones de tantos cantares y quién sabe qué más...
Podríamos estar perdidos.

-¿No has puesto la tele estos días? - sonreí divertida al ver la cara que había puesto la dependienta - En realidad siempre habían estado entre nosotros... no es ninguna inventiva humana, son personas reales y las editoriales se han aprovechado de ello para crear unas cómics basados en la VIDA REAL. 

Tal y como le iba contando, parecía que yo era la más alucinada de las dos. Y creo que era cierto. Era una fan acérrima a los X-Men, y saber que Charles Xavier, Lobezno y todos los mutantes existían de verdad hacía que mi corazón latiera más deprisa. Si conseguía hacer aquella entrevista en la Mansión X, podría saber más de ellos y quizás podrían ayudarme a controlar mis poderes. Estaba tan emocionada que casi saltaba de la ilusión.

- Tengo entendido que Charles Xavier, un famoso director de una escuela de gente especial dio sus derechos a la editorial para que se hicieran libros y cómics sobre él y su escuela... y al parecer a otros superheroes que no conocemos como Batman o Superman también les ha pasado lo mismo. Se que puede ser muy confuso, pero ahora ésta es nuestra realidad.

No sabía cómo explicarlo para que la dependienta me entendiera, se me daban muy mal contar las cosas cuando no era con papel y lápiz.

FDI: Aclaro por si acaso, que Lyz pertenece a una Marvel diferente a la de Celsit. Elysia viene de un mundo dónde no existían los superhéroes, en cambio Cels si que conocía que los mutantes y la escuela existían de verdad.

Ella… No hablaba con miedo. No hablaba como si fuésemos bichos raros o distintos… Hablaba sobre los mutantes como si le apasionasen, casi como de un milagro y… Me pareció un buen momento para intentar mostrarle mi verdadera naturaleza a alguien… ¿Y si me cuidaba o me trataba como una amiga? Puede que hiciésemos buenas migas. Y merecía la pena arriesgarse, además se había portado muy muy bien hasta ahora.

Me levanté apoyando las manos sobre la mesa y le hice un gesto con la cabeza hacia la puerta hacia el obrador.

- Sígueme – sonriente, empecé a caminar y nada más entrar le tendí la puerta. Avancé hasta el fondo para cerrar la puerta de la trastienda, que ventilaba el obrador de vez en cuando y servía para sacar las basuras. ¿Algo de extrañar? Que sólo hubiera un horno. Que lo único que se percibiesen fuesen productos de limpieza y de cocina pero sólo una cocina y una campana extractora.

Echado el pestillo y vigilando la ventanita de la puerta hacia la tienda, me senté en la mesa metálica en la parte central de la cocina, la que valía para elaboraciones. Jugueteaba con mis piernas dando golpecitos a las patas de la misma y encendí mi mano derecha, haciendo siluetas salvajes con el fuego que dejaban mucho a la imaginación y ofrecían un espectáculo auditivo como si una tela estuviese oreándose constantemente.

La dulce luz del fuego….

Y esperé a que se diese la vuelta para mirarla sonriendo y decir: Sí, definitivamente creo que me sé la parte de los mutantes…

Asentí y seguí a la muchacha. Quizás quería seguir hablando del tema en privado, bueno no sería tan raro. Aún quedaba gente en la cafetería y ponerse a explicarle de repente que los mutantes y los superhéroes vivían entre nosotros puse nos sería muy consolador para algunos. Sobretodo después de lo que acababa de pasar, la gente no vivirá muy tranquila si tiene a Edward Nigma o a otro de esos chiflados como "nuevos vecinos".

Cuando me dejó pasar a la parte de la trastienda me quedé algo sorprendida de que solo tuviera un solo horno. Hace años tenía una compañera de universidad que trabajaba en una panadería/pastelería, y tenía por lo menos tres hornos gigantes para poder sacar toda la faena a delante. Esta cafetería tenía mucha repostería para vender y me extrañaba que le diera a hacer tantas cosas en tan poco tiempo. Sería una persona muy organizada, supongo.

Pero no, resultaba que eso no era así.

-¡Hostia puta! - me tiré hacia atrás hasta estamparme contra una de las esquineras de los armarios de la cocina. - ¡Joder, menudo susto me has dado! - dije llevándome la mano hacia la cabeza para rascarme el chichón. Me había dejado loca.

-¿Cómo haces eso? Es... - me quedé unos segundos atontada mirando cómo movía el fuego de forma tan grácil y entonces... - ¡Es ALUCINANTE! - me acerqué más a ella casi con los ojos brillando de la emoción.

Ahora entendía lo de los hornos, y también entendía porqué no había visto nunca esa cafetería teniendo en cuenta que vivía a dos manzanas de allí. Ella también había aparecido allí, como lo había hecho Lissa en mi casa, y de la misma manera en la que habían llegado los mutantes a mi realidad.

Me la jugué... pero últimamente todo estaba tan loco que mi "pudor" se redujo bastante en los tiempos que corrían. Pero por suerte su reacción no fue negativa. El corazón se me aceleró y noté el calor y el frío en mi cuerpo, siguiendo el ritmo de mis latidos.
Menos mal...
Pude relajarme y dejé mis poderes activos para que la chica pudiese contemplarlos bien, parecía disfrutarlos, por difícil que resulte de creer.

- Pues... digamos que estoy entre esa - hice el gesto de comillas, sin apagar los poderes - "GENTE ESPECIAL" de la que has hablado. - y esperé una reacción de la chica.

La verdad es que no había estado muy atenta últimamente a las noticias... además se desmantelaban tantas noticias falsas que no sabía muy bien de qué fiarme.

Esa chica parecía interesante. Se acercaba, era curiosa, y tenía valor. Por lo menos el justo para aguantar el tipo delante de Enigma. Había algo en su mirada que no terminaba de cuadrarme pero no parecía malvada ni intolerante. Entonces el sonido de una campanita, indicando que un nuevo cliente había llegado, irrumpió en nuestro silencio.

- Tengo que volver al trabajo... ¿qué te parece si coges una de las tarjetas que tengo fuera y charlamos en un futuro?- Y cogí una bandeja con masa de cupcakes preparada, la apoyé en la mano del fuego, pegué un fogonazo y el aroma a vainilla invadió la trastienda, al ritmo que las magdalenas se elevaban en cuestión de segundos.
Y luego todo se apagó.
- Espero verte pronto- dije mientras abría la puerta de la trastienda hacia el local, esperando a que saliera delante mío. Dejando así el primer recuerdo de lo que creía que era una humana que no me había rechazado al conocer lo que era.

OOC::

-¿Eres una mutante? ¡Cómo molas! - por un momento hasta casi me dio vergüenza sentirme así, parecía una maldita fangirl. Vale, lo era, me encantaban los X-men, pero no podía ir por el mundo así o pensarían que era una Stalker.

Igualmente, disfruté de aquellos pequeños minutos en que pude ver cómo la dependienta podría prender fuego a su mano sin hacerse daño. Y lo mejor de todo es que había usado sus poderes para hacer algo bueno. Eso de abrir una pastelería y poder hornear tu misma las pastas era chollo, y no hacía daño a nadie con ello.

¿Qué podría decir de mí? Yo había vivido asustada de mis poderes y evitaba usarlos casi siempre, claro que a veces se activaban sin mi permiso y no podía controlarlos bien. ¿Y si yo también era una mutante? A lo mejor mis poderes venían por alguna parte genética... nunca lo había pensado pero... ¿Y si con el rollo este de las dimensiones existía esa posibilidad? Quizás el profesor Xavier podría ayudarme con ello...

-¡Claro! Será mejor que me vaya yo también... 

Ambas salimos de la cocina y dejé que la muchacha volviera a su jornada laboral. Cogí una de las tarjetas que tenía del local y después me giré para despedirme de ella.

- Por cierto, no se si nos hemos presentado. Me llamo Elysia Stavridis, y vivo aquí al lado. Ya vendré a desayunar un día y charlamos. - le dediqué una agradable sonrisa y me marché en dirección a casa. 

Con la tontería no había terminado de leer mi cómic de Batman

FDI: Cierra cuando quieras  ya abriremos otro tema más adelante para que se vayan conociendo estas dos, les veo futuro como amigas ;p