Dos de chocolate y dos de queso - Celsit, Libre.

1 de abril, 2018
09:30 am.
Nueva York.

¡Bien! Hoy era domingo, un domingo tranquilo que aproveche para despertarme temprano y poder ver mas las caricaturas que echaban en la Tele. A esas horas, ese mismo dia, la programacion no era muy buena que digamos, asi que decidi bajarme del sofa, poner una pelicula en el DVD y esperar a que papá se despertara para hacerme el desayuno. Habia llegado hace cuatro dias de su viaje a Brazil y por lo tanto, Nataly no necesitaba estar aqui. Lo mejor fue estar en el Aeropuerto esperandolo, que, aunque se tardo bastante en sacar sus maletas, yo me sentia intranquila y ansiosa de verlo.

A su llegada, tomamos un taxi hacia casa, le ayude a subir sus maletas al elevador y desempacamos todo lo que se habia llevado. Habia traido una ropa de playa muy graciosa, un maletin de cuero nuevo y un nuevo regalo para mi. Una estatuilla de piedra con forma de un niño jugando con una pelota de Soccer. ¡Era increible! Como en Inglaterra que jugaba el Chelsea en Londres de vez en cuando, los niños jugaban soccer de manera muy frecuente. Yo no jugaba mucho eso, normalmente porque las niñas no me elegian en sus equipos porque era muy mala, pero no por eso no me gustaba ver los juegos.

En realidad poco importaba si no sabia jugar soccer, a fin de cuentas, en unos años aprenderia a jugar Quidditch y ganaria la copa interescolar de Hogwarts. Me convendria empezar a ahorrar para comprarme una Nimbus 2000, pero, supongo que si junto varias mesadas me alcanzara. ¿O quizas papá me la regale cuando me llegue mi lechuza? No lo sabia, pero mejor era quedarme con ese misterio.

Bueno, despues de que papa volvio de su viaje, pasamos los dias en casa sin hacer mucho. No le iba a contar de mi aventura en la ciudad por el mundo de los superheroes. Quizas me regañaria, o no me creeria. A los mayores no les gusta eso de creerle a los niños todo lo que decimos. Era como en el cuento del Principito, que decia que los mayores no se creen nada si no les dices las cifras. ¿Y como no? Mi papá era algo parecido al hombre de negocios muy serio que vivia en su planeta, siempre haciendo numeros y haciendo papeles para tener dinero. Era muy complicado eso de ser hombre de negocios.

La pelicula no estaba ni medio buena, por lo que, decidi correr a la cama de papá para despertarlo. Estaba dormido con su pijama azul y esos calcetines largos y negros que me daban tanta curiosidad. ¿Por que tenia el calcetas largas y negras y yo solo tenia de colores o blancas? ¿Acaso las calcetas largas y negras eran algo de la gente seria? No importa, lo importante ahora es hacer el desayuno.

-¡Papá, despierta! -Jale de su mano que colgaba de la cama. Unos gruñidos salieron de su boca, como un ogro durmiendo la siesta que no queria ser despertado. Estaba en una peligrosa mision, y un error podria hacer que todo cayese en el fracaso. -¡Vamos, despierta, hay que hacer el desayuno!
-Charlotte... ¿Que horas son?
-Muy tarde. ¡Vamos!
-Un rato mas, anda...
-¡Pero tengo hambre!

Papa hizo un sonido extraño, como si estuviese gruñiendo y bostezando al mismo tiempo y se levanto. ¡Bien! Me deberian de dar una medalla por despertar a un ogro y no convertirme en su alimento. Sali corriendo hacia el comedor, sacando los platos y las cosas para el desayuno. Dos platos, dos tenedores, dos cucharas y dos cuchillos. Papá haria su cafe en la cafetera y yo tendria que darle mi vaso para que me prepare la leche caliente con chocolate. No podia usar la estufa, y papá siempre decia que en el microondas la leche no quedaba igual.

-¿Que quieres que te prepare?
-Eh... -Buen punto. No sabia realmente que desayunar. -Unos Waffles.
-Esta bien.

Me sente en la silla a esperar la comida mientras pensaba que haria hoy. ¿Seria buena idea volver a salir de aventura por el mundo? ¿O seria un buen dia para ir a la calle a divertirme? Digo, creo que hasta los grandes superheroes se toman un descanso de vez en cuando. De seguro que ellos tambien iban al parque, jugaban a la pelota y veian la tele cuando no habia nada que hacer.


12:13 pm.

Habia decidido ir al parque. No quedaba muy lejos de mi casa, asi que podia ir en bicicleta. El viaje era rapido y tranquilo, salvo por los cruces de calles, esos eran peligrosos si no ponias atencion. Por lo demas, el parque estaba como siempre. Algo destruido, con arboles tirados y las lamparas en reparacion. Aun asi, era entretenido. Al principio, solo me dedique a jugar con mi bicicleta, dando vueltas por los caminos del parque, hasta que me detuve y me subi a los columpios. Era un poco triste subirte a los columpios y que nadie te empujara, pero yo podia divertirme sola un rato.

Habia otros niños jugando, pero no queria acercarme a ellos, me daban miedo. Uno tenia una pinta terrible de ser un abuson, y no es que me fijara en su camisa negra con un esqueleto, si no en que le tiraba una pelota de esas de tenis a otro niño en la cabeza repetidas veces. Al otro niño no le importaba, porque igual seguian jugando, pero no me gustaban esos juegos tan bruscos y violentos. Si a mi me pasara eso, seguramente usaria mi varita magica para defenderme.

Como me estaba aburriendo del parque, decidi regresar pronto a casa. Tenia a Tom Sawyer esperando para que me contara mas de sus timos a los niños de St. Petersburg. Vaya que era un niño muy malo y grosero, pero me daba risa, el pobre tenia a la Tia Polly castigandolo por cualquier cosa, aunque no lo hubiera hecho el mismo.

De regreso decidi tomar otra ruta, a ver si era mas rapido y sin menos cruces de calles que la que habia tomado de ida. Seguramente lo seria, o quizas podria ser aun peor, pero no queria pensar asi, o me ocurriria. Si pensabas mal, las cosas malas pasarian. Era una ley de la vida, como me decia Nataly. Seguramente era cosa de que su novio era un abogado, y por eso le gustaba tanto eso de decir cosas acerca de las leyes.

Durante mi regreso, pase por una cafeteria. Central Tart. Nunca la habia visto, y parecia un buen lugar. Detuve mi bicicleta junto a la entrada y pegue mi nariz al cristal del negocio para ver que habia ahi. Arriba de la caja registradora habia una lista de cosas que vendian, y al lado, un refrigerador de esos con cristal para mostrar los pasteles. Entre todos, pude dislumbrar un increible trozo de pastel de chocolate... ¿Cuanto costara?

Busque en mi sueter todas las monedas y en mi monedero los billetes, y solo tenia diez dolares. Bueno, supongo que con eso me alcanzaria. Entre a la cafeteria, camine a la caja y le di un suave toquecito con el puño. No alcanzaba hasta arriba para que me viesen como a los clientes mayores, pero si el que atiende se asomaba hacia adelante, podria comprar las cosas que necesitaba.

-Buenos dias... -mencione en un tono algo bajo. No deberia ponerme nerviosa. Solamente iba a comprar un pastel... o dos.

No me gustaba tener que ir a trabajar los fines de semana, pero Elsa tuvo una mala noticia y tuvo que dejar la tienda así que me tuve que hacer cargo. Era un favor necesario. Los domingos no iba mucha gente. A primera hora alguien a por el desayuno o algúna tarta de cumpleaños y poco más. A esa hora sólo había un hombre tomándose un café en una esquina disfrutando de un par de donuts. Estaba en la trastienda, terminando de  colocar una bandeja de magdalenas recién horneadas en una bandeja y escuché el ruido de la campanita de la puerta de entrada. Sacudiendo mis manos en el delantal, abrí la puerta del obrador y busqué inútilmente a la altura de mis ojos el cliente que acababa de entrar. Unos golpecitos me hicieron inclinar la cabeza hacia abajo para ver a una dulce niña que bien podía ser ricitos de oro. Era un tarrito de miel con patas. Sólo con su saludo pude notar un rastro de acento inglés.

- ¡Hola Pequeña! ¿Cómo te llamas? - dije saliendo de la barra, poniéndome de rodillas frente a ella para que no tuviera que mirar hacia arriba - Dime, ¿qué te apetece tomar? - tal vez aparecieran sus padres en cualquier momento. O quizá hubiese venido para un recado, varios niños entraban en la pastelería para comprarse un capricho también.

Quizá no tuviese dinero, si se portaba bien la invitaría a algo.

La persona que salio del lado opuesto de la barra era una señorita joven que me saludo muy amable. Me puse un poco nerviosa y por accidente me puse a escuchar lo que estaba pensando, no queria hacerlo, pero estaba en una situacion de riesgo... o quizas no. La mujer no parecia tener intenciones malas conmigo, de hecho, creo que le parecia adorable. ¿Que tengo de adorable? Simplemente, vine a comprar un pastel... Aunque, quizas en Estados Unidos la gente considera adorable que los niños hagan eso. Bueno, en ese caso si que seria la niña que mas adoraria el pais... Bueno, no, la verdad es que no quiero tener a mucha gente pidiendome mi autografo como a la gente famosa, pues se darian cuenta de que soy una maga y eso me traeria problemas con el Ministerio de Magia.

-Ehm... Esto... -Baje la mirada cuando se arrodillo frente a mi. ¿Que podia hacer? Mi papá me dijo que no me relacionara mucho con extraños ni les dijera mis datos personales, pero me lo pregunto muy amablemente, y no queria ser grosera- Eh.... Me llamo Charlotte... -Dije, en voz baja. La verdad es que no sabia cuantas Charlotte habia en el mundo, pero si habia pocas, seguramente me habria metido en un problema. Me lleve la mano a la cintura rapidamente, pero no tenia mi varita magica, estaba en la mochila. Y sacarla seria un problema, asi que, simplemente, trate de seguir la conversacion- Eh... Quiero... Bueno, si es posible... Deme lo que me alcance con... Diez dolares. Si, ¿Tiene cosas de diez dolares? -Rapidamente me gire, de modo que mi cara daba hacia el refrigerador que contenia los platos decorados y no tenia contacto visual con la mujer que me estaba atendiendo

Vi un pastel de zanahoria que parecia bastante rico y lo señale, pegando mi dedo al cristal. En cuanto se distrajera, sacaria mi varita magica y la meteria dentro de mi sueter por si necesito escapar del peligro. El ministerio tiene que entender que New York es una ciudad peligrosa para los magos en desarrollo.

-¿Me alcanza para ese? Es... Bueno, me gustaria ese, por favor.

La pequeña era tímida, pero yo tenía buena mano con los niños. Estaba nerviosa, supuse que por estar sola y tener que pedir ella su comida. Yo recuerdo que a los 13 años me moría de vergüenza aún para pedirme cualquier cosa fuera de la mansión.
De golpe y porrazo una sensación cálida pero triste me sacudió el corazón y la cabeza. La curiosidad de mi amnesia... ¿Cómo me vería yo cuando tuve sus años? ¿Era tímida como ella? ¿Era curiosa?
Y el alma se me quedó un poco triste, pero seguí atendiéndola.

- ¡Charlotte! ¡Qué nombre más bonito! Yo me llamo Sasha - dije sonriendo y mirando a sus grandes y lindos ojos.

Cuando se retiró para señalarme el pastel mediano, sonreí. Tenía diez dólares, pero no podía dejarle así. Me acerqué hasta donde estaba ella, abrí la nevera y saqué el pastel de zanahoria. Le quité la etiqueta del precio - Cuesta doce dólares- dije dejándola sobre el mostrador más cercano - Diez para las que chocan- dije extendiendo mi brazo con la mano abierta, esperando un high five para que la dulce niña pudiera llevarse el delicioso carrot cake.

Sonrei un poco mas cuando dijo que mi nombre era bonito. Todavia sentia pena por estar frente a una desconocida, pero supongo que si ya sabia su nombre no lo era tanto. Sasha. ¿Que significara? Sasha... No, no le encontraba un significado. Seguramente podria buscarlo en Internet, como busque el significado del mio. Seguramente hubiese sido mas facil confirmarlo con sus papas, pero no se si todavia viviese con sus padres la chica que me atendia.

En Londres los mayores todavia siguen viviendo con sus padres, y parecia que no hubiese mucho problema. Pero en cambio, aqui en la television americana, la gente parecia tratar mal a los que aun vivian con sus padres. ¿Por que haran eso? A mi me gustaria vivir con mis papas todo el tiempo posible, asi no tendria que pasarme sola todo el dia en una casa sin muebles ni cosas bonitas.

-Gracias... Eh... Si.. usted tambien tiene un nombre bonito... -Mencione como un halago, pero sin mirarla a los ojos ni un segundo. ¿Y si se lo tomaba mal? No queria que me regañase por ello. Solo lo deje ir, como un comentario agradable... Pero la verdad es que si era un nombre bonito. Me gustaba como sonaba, Sasha, sonaba como a tigre de la India. Oh, bueno, espero que ella no pueda escuchar lo que pienso, o me meteria en un problema muy grave... Pense mentalmente en mi disculpa, que seria mas o menos un "Lo siento, no queria decir que su nombre me sonaba a tigresa. Por favor no me saque de aqui".

Pense que se iba a voltear a otro lado, dandome tiempo de sacar mi varita magica, pero no, saco el pastel de donde lo habia señalado. ¿Costaba doce dolares? Rayos, no me alcanzaba el dinero. Me senti un poco desilusionada, pero bueno, seguramente podria pedir un muffin o algun otro postre mas barato... Si es que lo habia. No me fije bien en los precios que anunciaba.

-¿En serio? -La mire sorprendida. Levante mi mano y choque suavemente mi palma con la suya. Despues, deje los billetes en la barra, levantando un poco los pies al hacerlo. Tome con cuidado el plato del pastel- Muchas gracias, señorita... Sasha... -Camine con el hacia una silla, donde me sente y espere a que me diese un tenedor para empezar a comer.

Parecía una niña muy buena estaba realmente ilusionada con su tarta. Cerré la nevera y adelanté las muestras de atrás para que se viesen bien desde fuera, coloqué en la primera el cartelito del precio, como si nada hubiera pasado. Charlotte se sentó cómoda en la mesa que estaba más cerca del mostrador y fui tras él para prepararle una servilleta de papel, un tenedor y un buen vaso de agua. Siempre lo digo, a la hora de comer dulces es necesario siempre beber agua. Así que caminé recopilando las cosas poco a poco mientras la cabeza me daba vueltas.

¿Qué se sentiría con esa edad? ¿Cómo se vería el mundo? La verdad es que los niños parecen ilusionados por cualquier cosa y no tienen límite en la imaginación... Son increíbles. Ojalá pudiese recordar mi época con esa edad...
Y de golpe un soplo de madurez barrió esos pensamientos. Mi vida de ahora, facturas, deberes, madrugar, misiones... Bueno, las misiones no estaban del todo mal, y había aprendido a usar muy bien mis poderes pero... Tal vez, sólo tal vez, pudiese librarme de todo lo demás por una temporada o... O tal vez hubiese algún modo de recuperar mi memoria.

Volví en mi cuando dejé la servilleta junto al plato de la tarta, el tenedor encima y el vaso de agua.
-¡Que aproveche preciosa!- dije colocando el posavasos. - ¿Si quieres o necesitas algo más no dudes en pedirlo vale?- dije volviéndome a colocar tras la barra, con los codos apoyados en ella y mirando a la pequeña indirectamente, para no incomodarla mientras comía.

¿Dónde estarían sus padres? Sin duda es algo que le preguntaría si el silencio se seguía alargando.

Poco tiempo despues de sentarme, la chica, Sasha, trajo unos cubiertos y un vaso con agua. Que raro, nunca me habian dado agua cuando comia un pastel... Debe ser algun tipo de costumbre de America, a lo mejor y de donde ella venia tenian esa costumbre. Habia leido que Nueva York tenia aparte de muchos extranjeros, mucha gente que año con año se mudaba dentro de Estados Unidos para buscar mejores oportunidades, o porque simplemente le gustaba la idea de vivir en la gran ciudad. Mi papá decia que Nueva York habia tomado mucho de Londres para construirse, y que no me sentiria tan mal despues de un tiempo. La verdad es que yo si extraña mi antigua casa y vivir con mi familia junta, pero supongo que la vida en Estados Unidos no es tan mala.

-Claro, señorita... - Mencione en voz baja, mientras tomaba mi tenedor para empezar a cortar en trocitos pequeños que me llevaba a la boca. A veces me criticaban algunos amigos que comia demasiado lento, pero es que comer muy rapido hace que me sienta repleta y eso es horrible. Miraba discretamente a la mujer, y a veces, volteaba a ver mi bicicleta que deje cerca de la puerta.

Mientras comia, me puse a pensar acerca de la chica que estaba conmigo. ¿Que estara pensando? ¿Podria querer algo conmigo? ¿Se sentira cansada de atender niños? No lo sabia, y me daba curiosidad... La mire discretamente, y luego, cerre los ojos, mientras comia mi tarta, que estaba bastante rica. Me conecte lentamente con su mente, mientras escuchaba sus pensamientos, tratando de no enviarle yo ninguno para no espantarla al tener alguien en su mente pensando cosas por ella.

El contacto no duro mas de cinco segundos, porque inmediatamente me espante de lo mal que estaba lo que habia hecho. Ojala que no se de cuenta, asi no tendria que pedirle perdon... O si... La mire preocupada, asi que baje mi tenedor en la mesa y con la mirada parece que le suplique que viniese. Estaba muy mal lo que habia hecho, y usar mi magia para ser cotilla con alguien tan amable seria un castigo suficiente como para no ir a Hogwarts. El ministerio de magia no podia enterarse de eso, y si le pedia perdon, seguramente no hubiese ninguna represalia. Cuando ella llego, baje la mirada, como si me estuvieran regañando.

-Señorita... Lo siento... No queria espiar en su mente... -Sonaba un poco raro, pero era la verdad. Se lo mencione en un tono de voz bajo, algo similar a un murmullo para que no me escuchara la otra persona que estaba en el bar.

Seguía en mis cavilaciones sobre sus padres cuando el sonido del tenedor metálico sobre la mesa me disipó las ideas. Giré el rostro, levantando la cabeza de mis manos y la miré con una sonrisa.

- ¿Qué ocurre peque? ¿Va todo bien? - me preocupé, ya que parecía bastante disgustada. Tal vez no le gustó y era una niña tan educada que... tal vez no me lo dijera. Me acerqué bordeando el mostrador y me senté frente a ella. Giraba el rostro y miraba hacia abajo, como si hubiese hecho algo malo y lo supiera arrepentida.

--Señorita... Lo siento... No quería espiar en su mente... -- espera... ¿qué?

- ¿Cómo que... ?- y me quedé pensando en lo que acababa de decir. Bajé la voz considerablemente. - Charlotte, ¿puedes leer lo que pienso? - dije levantándole el rostro con dos dedos que se elevaban desde su barbilla. - ¡Es fantástico! No e avergüences... A ver, no lo hagas de manera gratuita, creo que ya sabes que no debes hacerlo pero... De verdad que es genial- Yo le sonreía ilusionada. ¡Tal vez pudiese llevarla a la mansión! Tal vez fuese una mutante, una extraterrestre o... Fuese lo que fuese no importaba, podía ayudarla y le ofrecería sin duda venir a la mansión con sus padres algún día.

La señorita no parecio enojarse como esperaba. Bien, eso era bastante bueno... No queria que nadie me considerase algo extraño ni una ladrona de pensamientos, simplemente era algo que yo escuchaba y que a veces aprovechaba para que las cosas fueran un poquito mejor. Juraba que no lo hice con mala intencion, solo queria conocer un poco mas acerca de lo que pensaba aquella mujer y saber si podia ayudarla, pero me detuve antes de averiguar demasiado.

-Si... -Asenti rapidamente mientras bajaba la mirada. Sus dedos se posaron bajo mi barbilla para que alzara la vista, mientras miraba a Sasha con algo de extrañeza. ¿Por que estaba siendo tan comprensiva? Una vez escuche en las noticias que ponia papá que la gente con poderes eran una amenaza para el continente europeo, pero en realidad no creia que ese señor tuviese razon. Los superheroes son buenos, pero yo no era una superheroe reconocida todavia.- Entiendo que eso no se debe hacer, lo siento en serio. No queria hacerlo con mala intencion... Simplemente es algo que puedo hacer, ¿sabe? A veces puedo escuchar lo que la gente piensa y puedo hacer mas cosas con mi magia. Algunas veces he podido provocar que las cosas se muevan. ¿Pero no va a provocarme un lio, verdad?

Tome mi mochila y empece a buscar, mientras sacaba algunas cosas. Le mostre un collar con un giratiempos que tenia la cadena un poco recortada, mas como si fuera un colgante para algo que para ponerselo como collar, asi como mi varita magica de madera de verdad que me habian regalado hace un tiempo.

-En verdad que soy una maga... -Tome la varita y se la acerque a las manos de Sasha, dandole un gran tesoro para que lo admirase. Esperaba que ella tambien fuese fan de Harry Potter como para conocer los grabados que la varita encima. ¿Y si eso era un buen acuerdo de paz? ¿El gusto por el joven mago? Esperaba que lo fuese, porque si no, solamente podria buscarme que la señorita me juzgase como una inmadura que seguia perdida en ese mundo tan hermoso.

La niña parecía realmente arrepentida, y no podía hacer otra cosa más que apoyarla e intentar hacerle ver que no tenía importancia, que no me sentía violenta y que quería ayudarla. Hubo un momento en el que me mantuve preocupada por la niña, por las cosas que podría ver, porque yo había vivido cosas que una niña no debería saber ni conocer bajo ninguna circunstancia.

-Está bien pequeña, no te preocupes. - dije comprobando con cuidado lo que iba sacando de su mochila. La pequeña no comprendía que tal vez fuese mutante, creía que era una maga de Hogwarts, me transmitió tanta ternura... Examiné las cosas con una delicadeza asombrosa. El giratiempo estaba muy conseguida y la varita estaba tallada a mano. Era precioso.

Pero lo vi. Era el momento idóneo y la pequeña estaría encantada.

- Pues...¿Sabes? Yo estoy en una escuela parecida a Hogwarts. Ya no soy alumna pero una vez lo fui y los profesores son excelentes. - Quería llevarla a la mansión, de verdad que sí. Se iba a sentir genial, iba a ser como todos los demás y sería tan feliz como lo fui yo. Aprendería a controlar sus poderes, conocería a más telépatas como ella... Charles era perfecto para ayudarla. Era su sitio.

Sasha tomo la varita y parecio tranquilizar todas sus dudas o intentos de sentirse violenta. Eso me ponia feliz, porque no queria ningun problema con una mujer que se habia mostrado tan agradable, y mucho menos, con un horno. Una vez lei el cuento de Hansel y Grettel y la verdad es que yo no quiero que me metan en un horno y me intenten cocinar como a la niña de ese cuento, aunque dudaba mucho que Sasha pudiese ser una bruja de ese estilo. ¡Ella parecia buena gente, y se estaba portando muy bien conmigo, lo que seguramente la hacia una persona muy buena sin duda!

Abri los ojos cuando me dijo que estaba en una escuela similar a Hogwarts. ¿Otra escuela de magia? Dudo mucho que sea maga de alguno de los otros colegios que juegan en la copa de los magos. No, tenia que ser de otro tipo... ¿Una escuela privada, acaso? La escuela a la que yo iba era una escuela privada, no como esos colegios de niños repipis que nunca te hablaban, que aunque yo tenia el mismo dinero que ellos, parecian creerse hijos de la Reina Isabel... No, debia ser una escuela distinta, pero no se me venia a la mente ningun tipo.

-¿Esta en una escuela distinta? ¿Y como es? ¿Qué hacen ahi? ¿Donde queda? ¿Puedo visitarla? ¿Quienes son profesores? ¿Cobran colegiaturas? ¿Se hace examen para entrar? -Tras una lluvia de preguntas, me quede callada, cruzando las manos frente a mi estomago y con una gran sonrisa. ¡Me causaba mucha curiosidad una escuela similar a Hogwarts y que yo no supiese donde estaba! ¡Imaginate la de cosas que habria ahi si se pareciera a la escuela de Harry Potter! Yo no cabria en si de la felicidad, abandonaria la escuela en la que estoy e iria los años que me restan hasta que me llegue mi lechuza.

Esperaba que ella no tuviese problemas con tantas preguntas, porque eso si que seria incomodo...