Nightcall (Elian Iquelo) [10/02/2018]

Spoiler:

El sonido de la lluvia era lo único que lograba filtrarse a través de las gruesas cortinas que cubrían el ventanal principal de la habitación, la poca luz que había en el exterior en aquella noche de febrero, que provenía de una farola con la bombilla bastante desgastada, no conseguía traspasar al interior de la estancia...A pesar de la escasa luz que había, se podía intuir en el centro de la misma una silla de madera, de tipo comedor, con cierta elegancia, en ella había sentada una mujer rubia, joven, bastante atractiva, una figura envidiable, unos labios que claramente eran operados, cómo probablemente el 80% de ella, la luz del mechero de Edward al encenderse iluminaron por unos segundos las facciones del rostro de la mujer, tenía la tez muy pálida y unas ojeras muy pronunciadas, la mirada estaba algo perdida, cómo si no estuviera en aquel lugar:

- Yo...Ya no sabía a quien acudir señor Johns...- Murmuró una voz de anciano a unos 4 metros de la mujer, era un hombre bajo, aunque era todo lo que se podía intuir con aquella oscuridad: -...Mi hija...Mi querida Linda...No ha hecho más que empeorar desde que le llamé la última vez, por es...- Johns le hizo un gesto al hombre para que se callase, tomó el cigarro que tenía entre los labios con el dedo indice y corazón y lo retiró de la boca, exhaló una nube de humo que dibujó espirales mientras se perdía por el techo: - Ha hecho bien en llamarme señor Lloyd ¿Recuerda lo que pactamos verdad? Necesitaré un adelante de 300 dólares ahora, 500 más cuando haya acabado el trabajo. - Volvió a dar una calada al cigarro y miró a su alrededor, la estancia era muy grande, se notaba que eran gente de dinero, con ese trabajo iba a sacarse una buena suma, si no, no se habría molestado en moverse hasta Chicago, cogió el cigarro y lo apagó contra el suelo pisoteándolo: - S-si...Por favor, yo solo quiero que mi hija vuelva conmigo… - Al hombre le temblaba la voz, aunque Edward no sabría decir si era por su hija o por el hecho de que acababan de apagar un cigarro en el suelo de su salón.

El mago se frotó las manos y se acercó a la mujer, que seguía quieta en la silla, cómo si se tratase de un vegetal, sacó una linterna de los bolsillos de su abrigo, aquel día iba vestido con un abrigo ¾ de felpa gris, unos pantalones negros de pinza, una camisa blanca que llevaba remetida y unos zapatos de punta de color negro, apuntó con el haz de luz a la mujer y observó sus facciones, chasqueó los dedos dos veces delante de ella, no hubo reacción, continuó examinando a la chica mientras el anciano le miraba con preocupación: - ¿Cree que puede ponerse bien? - Él no respondió mientras daba vueltas alrededor de la mujer, buscaba algún tipo de marca, pero nada, estaba claro, aquella mujer no había sido dañado físicamente, la herida, estaba en un lugar más profundo: - Por favor señor Lloyd, haga algo útil y traiga mi maletín. - Señaló con la luz de la linterna su maletín, que estaba apoyado sobre un elegante sofá de piel negro.

El hombre se lo trajo y el lo abrió, dentro estaba su grimorio, una serie de relicarios con símbolos extraños, Edward rebuscó entre ellos y sacó una cadena de plata, en cada eslabón tenía un símbolo diferente grabado y terminaba en una triqueta, sonrió mientras cerraba el maletín, miró fijamente a la mujer y le colocó la cadena al cuello, luego, se arrodilló delante de ella y empezó a murmurar cosas en lengua celta, un antiguo conjuro que unía lo físico, lo espiritual y lo mental.

La luz de la linterna empezó a parpadear, hasta que al final quedaron completamente a oscuras, durante unos segundos, al momento el cuerpo de la chica empezó a desprender un brillo mortecino y apagado a su alrededor, como un aura que la rodeaba con un destello leve verdoso: - Lo que sospechaba…- Edward se acercó a la mujer y retiró la cadena de su cuello, la luz se apagó del todo, se guardó la cadena en el bolsillo y se acercó al anciano: - ¿Que ha sido eso? - Dijo el hombre extrañado, no creía lo que acababa de ver ¿Acaso era aquello una cámara oculta o alguna clase de broma de mal gusto?

- Eso que has visto...Era el alma de tu hija, bueno, sería más correcto decir que una proyección de su alma, aunque no tiene sentido entrar en detalles...- Se sentó en el sofá con las piernas abiertas de par en par, acomodándose: -...Verás George, a tu hija hay algún ser que la está rondando, algo que escapa a lo que conocemos como natural...- El hombre estaba totalmente desconcertado, miró a su pequeña, luego al hombre: - ¿Cómo que algo la ronda? ¿A que se refiere? ¿No puede ser más claro? - Edward levantó los hombros en gesto dubitativo, se puso en pie, no le gustaba estar quieto, caminó hasta una de las paredes, dónde estaba el interruptor de la luz y lo prendió, iluminandose la lujosa estancia, volvió al sofá y se sentó, reclinando la espalda hacia atrás: - Me temo que no, es difícil que clase de ser le puede estar afectando, estos síntomas son muy generales, lo único que nos demuestran es que algo se está o se ha estado alimentando de su hija, no está aquí… -Dijo para tranquilizar al hombre, que miraba a todos lados asustado: -...Si lo estuviera, lo habría sentido nada más entrar en esta casa, lo que nos lleva...-

Se inclinó hacia el hombre, miró de reojo a la mujer, era una lástima, tan joven...Algún cabrón se había pegado un buen banquete con ella: - Cuéntame sobre tu hija, me dijiste por teléfono que hacía más o menos 6 que se sentía muy cansada y sin ganas de hacer nada… - Lloyd caminó pesadamente, se encontraba realmente abatido, toda aquella información repentina le abrumaba, se sentó en el sofá al lado de Edward: - Al principio lo atribuí a su nuevo trabajo ¿Sabe? Empezó a trabajar en una empresa de diseño, mi hija es una artista, tiene mucho talento...Llegaba tarde de trabajar, se iba muy temprano...Le estaba dando la vida a aquel puesto, apenas hablaba con nosotros los últimos meses, y casi no la veíamos, se pasaba el tiempo en su cuarto, era cómo...Cómo...- Johns terminó la frase por él: - Cómo si se estuviera apagando. - Le miró con seriedad, luego se puso en pie y fue a recoger su maletín: - George, necesito que me hagas llegar la dirección de su trabajo, te iré informando de lo que averigüe. - Dedicó una última mirada a la mujer y se marchó sin mediar más palabra.

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Habían pasado un par de horas, ya no llovía y el cielo se había despejado, mostrando una luna llena, Lloyd le había enviado un mensaje de texto con la dirección de la compañía, eran las once de la noche y soplaba un viento gélido en la calle, arrebujado en el interior de su abrigo y cargando con su maletín, Edward se dirigió al lugar indicado caminando entre rascacielos de oficinas y bares de afterwork de los que salían oficinistas borrachos, caminó durante un rato hasta que se encontró ante un imponente edificio, en la entrada ponía Dreamcatcher company, dio un par de pasos hacia atrás para observar la magnitud del edificio, debía ser una empresa importante, fue entonces cuando se percató de algo extraño.

En una de las plantas altas había luz ¿Tan enserio se tomaban su trabajo? O tal vez había algo más en todo aquello: - Bueno Edward, ha llegado el momento de sacar tu carisma a relucir – Supuso que en aquel edificio debía haber alguien de seguridad, se acercó a la puerta y picó en el interfono, al cabo de unos minutos un guardia salió: - ¿Que coño pasa? - Edward murmuró unas palabras en respuesta, utilizando su magia ilusoria: - ¿Linda? Creía que estabas de baja médica. - El guardia miró con extrañeza a Edward, solo que ahora no veía al mago, si no a la mujer que estaba en casa en estado catatónico: - Oh si, verás, ya me encuentro algo mejor y el jefe me ha dicho que puedo trabajar desde casa...Se que no son horas...Pero estoy segura… - Se acercó al guardia y le acarició la mejilla: -...De que luego podré compensarte. - Le guiñó un ojo y entró sin mediar palabra mientras el hombre, desconcertado, cerraba la puerta detrás suyo, con un poco más de tiempo podría haber preparado una buena estratagema para colarse, pero en aquellas circunstancias tocaba improvisar.

Se metió en el ascensor y subió a la planta en la que había visto luz, guardó en sus bolsillos un par de objetos de su maletín que pensó que podrían serle útiles, el primero era un talismán para repeler males de ojo y magias similares que pudieran dañar el espíritu, el otro era la misma cadena que había puesto a la chica, así como podía mostrar el alma, también podía utilizar aquel objeto como un recurso para defenderla si no le quedaba más remedio, tenía sospechas, pero no sabía a que se podía enfrentar exactamente, no quería arriesgarse.

El ascensor emitió un ping cuando llegó a la planta deseada, delante tenía un vestíbulo a oscuras, sin embargo, al final se intuía una luz que se filtraba a través de la rendija de una puerta doble de madera, de la misma habitación también provenían una ruidos, aunque Edward no sabía identificar de que se trataba...Caminó con cautela y la abrió con cuidado al principio y luego, tras cerciorarse de que no le esperaba ninguna trampa, la abrió del todo, quedando el interior al descubierto ante sus ojos.

El mago observó a Elian unos instantes, era un tipo atractivo, casi salido del sueño húmedo de una escritora erótica o de una adolescente, cuando era joven solía ver jóvenes así por casa, sus padres, a pesar de ser unas grandes personas tenían unas aficiones más allá de la magia que tal vez no fueran las más adecuadas para cuando uno tiene a un chico pequeño en casa, creció en parte oyendo el cabezal de la cama de sus padres golpeando la pared, y aunque una parte de su vida sintió curiosidad por esa clase de experiencias, pudo despejar sus dudas acerca de sexualidad en su adolescencia, claramente se sentía atraído por las mujeres, aunque no tenía problemas en reconocer la belleza de un hombre.

Le estrechó la mano mientras miraba fijamente al hombre a los ojos mientras sonreía en un tono medio burlón, intentando indagar en su interior, se le daba bien leer a las personas, en su oficio siempre se encontraba con capullos arrogantes que creían que podían jugar con las leyes de la naturaleza sin que nadie los descubriera, sin embargo, por muy inteligentes que se creyeran, siempre había brechas, resquicios, rastros de los que tirar, solo había que presionar las teclas adecuadas, soltó la mano del hombre y se adentró al despacho sin que nadie lo hubiera invitado.

Observó la habitación con curiosidad, pasando las yemas de los dedos por algunos de los objetos que había en ella, estaba perfectamente decorada, impoluta, sin embargo, algo fallaba, aquel lugar le transmitía una sensación de frialdad, vacío, era como ver la portada de una revista de decoración: - Verá señor…Iquello ¿No es un nombre muy común verdad? Me llamo Edward Johns. – Se quedó observando una extraña figurita que había en una estantería de pared, la examinó unos segundos y volvió a la conversación: - Tenemos una conocida en común, bueno, tal vez sería más adecuado decir que ella es mi clienta...- Miró al hombre fijamente, la sonrisa de Edward desapareció: - …O lo sería si pudiera hablar. – En aquella última sentencia se desprendía frialdad en la voz del exorcista, a pesar de su máscara de sarcasmo, en el fondo, tenía corazón.

Caminó hasta el escritorio del empresario y se sentó en su silla, no sin antes dejar el maletín en el suelo, puso los pies sobre la mesa y se sacó un cigarrillo, lo colocó en los labios y mientras buscaba el mechero para encenderlo dijo: - ¿Es usted un buen jefe? ¿Ha sabido algo de ella últimamente? No puede moverse o hablar…Su padre…- Encendió el cigarro, su rostro se iluminó por unos instantes, luego le dio una calada y tras exhalar el humo continuó: -…Tiene que limpiarle la mierda como si fuera un bebé y yo me pregunto… - Retiró los pies de la mesa y se inclinó hacia delante: - ¿Cómo una chica tan joven, sin patologías previas y sin que haya sufrido un accidente de ningún tipo acaba así? ¿Por qué la prensa no ha hablado de esto? – Volvió a dar una calada al cigarro con calma: - Y lo más importante ¿Qué empresa de Chicago tiene a su jefe trabajando a estas horas de la noche? –

Retiró el cigarro de sus labios, dejándolo entre el dedo índice y corazón de la mano izquierda, miraba fijamente al hombre, como un depredador a su presa, claramente había cosas que no encajaban con aquel tipo ¿Era un sociópata? Muchos jefes de aquel país lo eran…Pero no, podía notar algo más en aquel hombre, algo más oscuro.

Observó atentamente al hombre, sus gestos, su forma de hablar, su ropa, su rostro…Edward había visto a muchos mentirosos a lo largo de su vida, tipos que habían perpetrado actos horribles y se escondían a simple vista, él mismo era uno de ellos, y, si bien no tenía prueba alguna de aquel tipo estuviera detrás de lo que le había sucedido a la chica, tampoco tenía dudas, aquello que tenía delante suyo se comportaba como un humano, andaba y respiraba como uno, pero no lo era: - Si…Bueno… - Miró hacia la estatua: -…Me esperaré a que hagan la película, los museos no me entusiasman demasiado. –

Retiró los pies de la mesa, pero siguió sentado en la silla de Elian, observando a su alrededor, sobre el escritorio había algunos documentos empresariales, nada especialmente importante: - Digamos que puedo llegar a ser muy convincente y además, su guardia no es el tipo más avispado del mundo… - Dibujó una sonrisa en su rostro para posteriormente llevarse el cigarro a los labios y dar una última y larga calada mientras escuchaba el discurso del tipo, el cigarro casi se consumió hasta el filtro, miró a su alrededor y murmuró: - Debería usted comprar un cenicero para las visitas, a muchos peces gordos de esta ciudad les gusta fumar puros… - Bromeó y con el pulgar y el índice de la mano izquierda, que humedeció previamente con la lengua, apagó el cigarro, dibujando una mueca de dolor al hacerlo, podría haberlo apagado en el suelo o haberlo tirado por la ventana, sin embargo, esa quemadura que tenía ahora en su mano le podría llegar a servir si las cosas se complicaban, luego guardó el cigarro apagado en el bolsillo de su pantalón:

-No soy policía, pero eso usted ya lo sabe, la policía…- Cogió el maletín que tenía a sus pies y lo puso sobre la mesa, empezó a abrirlo: -…No se presenta a estas horas, se cuela sin avisar ni es…- Guardó silencio mientras rebuscaba dentro del maletín y sacó el colgante de plata con la triqueta, lo colocó encima de la mesa de forma brusca, el pesado ornamento produjo un ruido algo fuerte al golpear la superficie: -…Versada en determinados temas. – Sonrió mientras cerraba el maletín.

Se puso en pie con energía, desplazándose la silla nos centímetros hacia atrás, cogió el colgante con la mano izquierda, sujetándolo con firmeza, caminó con calma hacia el lugar, devolviendo la potente mirada que Iquelo le estaba dedicando, era como un depredador y su presa, solo que aún no se había definido quien era quien, probablemente, de haber tenido un cuchillo a mano se habrían apuñalado por la espalda nada más verse: - Su empleada, Linda…No se trata de una afección médica, ningún hospital puede ayudarla…- Se detuvo a medio camino hacia el sofá: - ¿Cree que existe algo más allá de lo que percibimos a través de nuestros sentidos señor Iquelo? ¿En un mundo que trasciende la barrera de lo real y lo imposible? – Dio un par de pasos más, estaban apenas a un metro y medio el uno del otro y la tensión que había entre ellos dos podía cortarse con una cuchara, el ambiente se sentía como cuando un león estaba agazapado, listo para saltar a la yugular de un ñu y devorarlo:

-Linda está bien, al menos, su cuerpo lo está, pero digamos que su alma ha sido víctima de un ataque…Alguien o…Algo… - Miró fijamente al tipo a los ojos: -…Se ha alimentado de ella, supongo que se ha entusiasmado mientras lo hacía, es comprensible, es una chica muy atractiva, y se ha sobrepasado un poco… - Volvió a dar un par de pasos hacia Elian, ahora apenas les separaban unos 50 centímetros, él de pie y el otro desde el sofá: - …Es como un cascarón vacío, apenas queda nada de ella. – Se agachó, su rostro y el del hombre estaban ahora a la misma altura, sonrió con descaro y luego extendió el brazo izquierdo, mostrando el colgante al tipo:

-Lo he hecho con esto, es un antiguo objeto celta, me costó un ojo de la cara, pero es muy útil para detectar casos de este tipo, permite ver un reflejo del alma de quien lo lleva ¿Le gustaría probarlo y que veamos como es es la suya? – Dibujó una sonrisa mientras le mostraba el objeto, fuera lo que fuera, Johns estaba seguro de una cosa, cuando el tipo se pusiera el colgante quedaría claro si se trata de un humano o no, lo siguiente…Iba a ser un asunto más complicado.

Sintió una extraña sensación al entregarle el colgante al hombre, por un instante sintió algo similar a un mareo, por una milésima de segundo imperceptible se sintió terriblemente cansado y con ganas de dormir, al siguiente instante volvía a estar alerta, observando como aquel hombre se colocaba la triqueta, notó una sensación similar a un pinchazo en el estómago cuando vio que había una reacción, alrededor de Elian se dibujó una intensa aura de tonos verdosos y azulados.

Edward frunció el ceño, en cierto sentido le había decepcionado terriblemente sentir que se había equivocado, lo que más le dolía no era no haber encontrado al culpable de lo que le había sucedido a aquella mujer, no, lo que le jodía era el hecho de haberse equivocado y haber quedado como un idiota: - Vaya..Yo… - No sabía exactamente qué decir, estaba casi seguro de que algo no cuadraba con aquel tipo, y su instinto casi nunca le había fallado ¿Tal vez solo se tratase de un simple sociópata? Porque, desde luego, algo en aquel hombre no cuadraba: - Siento haberle molestado. – Murmuró en un tono de derrota, abatido.

Extendió la mano izquierda hacia el cuello de Elian para coger la triqueta, retirándola con suavidad, acariciando la piel de su cuello con la yema de sus dedos, las yemas que se había quemado hacía unos instantes con el cigarro, mientras recogía el colgante y lo llevaba hacia su bolsillo algo en su mente empezó a moverse, sin embargo, su reacción continuó siendo natural: - Lo cierto es…- Guardó el colgante y dentro del bolsillo, puso las yemas del dedo índice y el pulgar contra el muslo, frotando con una intensidad media: -…Que el padre de la chica estaba convencido de que usted le había hecho algo a su hija. – Nada, no había dolor de ninguna clase, sacó la mano del bolsillo: - Es por eso que vine directamente aquí, y, si, usted parece un tipo sospechoso, pero ¿Quién no sospecha de un joven millonario de éxito en este país? – Le dedicó una sonrisa galante y se sentó en el sofá a su lado.

Miró a su alrededor en el despacho, como si estuviera apreciando los detalles decorativos del mismo, sin embargo, su evaluación era de otro tipo, buscaba resquicios, pequeños errores en la matriz, aún no sabía exactamente en qué estaba metido ¿Un espejismo? ¿Una ilusión? No, si estuviera en una lo habría reconocido al instante, esa sensación que había tenido al tocarle…

Miró al hombre a los ojos: - Lo cierto es que ahora mismo estaría en cualquier antro tomando una copa, sin embargo...- Se puso en pie con suavidad: - …Su despacho parece mucho más cómodo que cualquier pub. – Señaló su maletín y lanzó su proposición: - Siempre llevo una botella del mejor Whiskey que puedo permitirme, créame, no es un desatascador, esto es algo fino ¿Le gustaría tomar una copa juntos señor Iquello? Así, tal vez podamos llegar a averiguar quién puede haberle hecho eso a su empleada. –

Edward caminó hacia su maletín y se agachó, cerró los ojos y suspiró, lo abrió con cuidado y sus parpados se separaron para mostrar la imagen del interior, sonrió ligeramente al ver su interior, ahora ya no estaban sus objetos de oficio, en su interior, había una botella de Whiskey colocada con cuidado y dos vasos, envueltos en trapos limpios, cogió los objetos y se los mostró: - De verdad, esto le va a encantar. –

Sirvió el alcohol en las copas y caminó hasta el sofá, se sentó en el mismo y estiró un brazo, ofreciendo el vaso al hombre mientras le miraba con intensidad a los ojos: - ¿Sabe si alguien sospechoso rondaba a Linda? Algún amante, amigo…Tal vez hubiera aparecido alguna vez a buscarla, las criaturas que producen estos efectos en las personas suelen ser extremadamente controladoras…-

Dio un trago corto del vaso, el gusto del alcohol era intenso pero moderado a su misma vez, era interesante, aquel tipo era capaz de manipular sus sentidos hasta esos límites: -…Si dejan de alimentarse podrían morir, por lo que cuando eligen una víctima suelen seguirla para asegurarse de que no escapa ¿Le gusta? – Dijo refiriéndose al whiskey mientras le dedicaba una sonrisa galante, Edward sabía ganarse a la gente cuando debía, ahora debía hacer creer a aquella cosa que tenía el control, al menos, hasta que averiguase exactamente dónde estaba metido, aquel tipo era capaz de cambiar su percepción de lo que le rodeaba, era peligroso lanzarse de frente contra alguien así, cuando llegase el momento sería la oportunidad de contraatacar.

Edward dio un sorbo al licor mientras escuchaba hablar al hombre, con la mirada escudriñaba los rincones de la oficina, aunque se percató de las miradas que el otro le lanzaba, llenas de deseo, notó el punzante gusto del whiskey, desde luego estuvieran donde estuvieran aquel hombre era capaz de recrear cosas tan finas como el gusto…Volvió a frotar los dedos, necesitaba centrarse:

- Vaya, el novio suena a obsesivo de manual…. – Dio otro trago del licor y miró al fondo del vaso, el alcohol era algo opaco, Edward se veía reflejado en el mismo, entonces, un detalle le llamó la atención, su propio rostro tenía unos pómulos más marcados y acentuados, era extraño, sabía que era él mismo, pero a la misma vez, la persona que veía reflejada era bastante diferente, miró a Elian y le dedicó una sonrisa en respuesta a aquel piropeo halagador: - Cualquiera diría que me está usted intentando conquistar caballero…- Edward sacó sus mejores armas de seducción, le dedicó una sonrisa al hombre y una mirada ardiente, se acercó un poco más a Elian, casi podían respirar encima el uno del otro, dio un trago del vaso con la mirada fija en el hombre.

Ahora mismo el exorcista tenía la ventaja, sabía que no estaba en el mundo real, y empezaba a sospechar que estaba sucediendo, primero su propio rostro se veía diferente, más atractivo y luego, lo de la botella en el maletín…El hombre que tenía delante estaba manipulando el entorno de alguna forma y todo parecía pasar por su propia percepción del mismo, el empresario al creer que había una botella en el interior la materializó, al sentirse atraído por Edward la percepción que tenía del exorcista era más atractiva que la real: - Se me ocurren muchas cosas que se pueden hacer en un despacho tan íntimo…- Miro a su alrededor con una mirada pícara y luego le enseñó el vaso medio vacío, necesitaba confirmar sus sospechas: -…Pero creo que necesitaré otro vaso de Whiskey. -

Se levantó fingiendo pesadez en el cuerpo, como si de verdad empezase a notar los efectos de la bebida, ya empezaba a entender las reglas de aquel espacio, todo funcionaba por percepción, si el creyera que lo que ve es real, entonces el alcohol le estaría afectando…Llegó hasta el escritorio y cogió la botella:

- Lo cierto es que es bastante más fuerte de lo que suelo tomar…- Llevó la vista a la etiqueta, como si leyera lo que ponía, todo bajo la atenta mirada de Elian, aquel era el movimiento más peligroso, si Edward estaba en lo cierto, aquel tipo le había inducido en alguna especie de sueño que estaba manipulando, por eso no sentía el dolor de la quemadura, su reflejo era diferente y…Sonrió con astucia, como sospechaba, no podía leer la etiqueta de la botella: - No suelo darle dejarle mi botella a nadie…- Se sirvió en el vaso generosamente: -…Deberías sentirte afortunado. – Le guiñó un ojo y dio un trago largo del whiskey, desde luego, aquel tipo estaba esforzándose, hacia muchos años que Edward no bebía un alcohol tan bueno, quería apurar aquel momento…

Apoyó el vaso sobre la mesa sin soltarlo y miró a Elian fijamente, Edward se sentía excitado, aquella caza le había reavivado la llama que hacía unos minutos había quedado extinguida, le hizo un gesto con el dedo, indicando que se acercara mientras apoyaba las nalgas en el escritorio: - ¿No te cansas de estar ahí sentado? ¿Por qué no vienes y charlamos más cerca? – Elian se levantó y se acercó hasta Edward, estaban muy cerca el uno del otro, sus respiraciones podían mezclarse, formando un torbellino, sus rostros estaban muy cerca, casi podía percibirse la electricidad estática entre los dos: - ¿Soy yo…O hace calor…? – Johns le dedicó una sonrisa mientras acercaba su rostro al de él.

Un estallido de cristales rompió la enorme tensión sexual del ambiente, el vaso que hacía unos instantes había tenido Edward en la mano saltaba ahora en decenas de trocitos pequeños al haber impactado contra la cabeza del empresario debido al golpe que le propinó con el mismo, el exorcista no esperó una respuesta, rodó hacia atrás por encima del escritorio, la botella, el maletín y todos los objetos que había en esta cayeron al suelo provocando un gran estruendo:

- Casi me lo he creído…- Edward le dedicó una sonrisa al hombre y dijo: -…Nos vemos al otro lado del arcoíris Dorothy. – Y de repente se lanzó contra el cristal de la ventana de la oficina, lo siguiente fue una sensación de vértigo enorme, Edward se precipitaba al vacío a toda velocidad acompañado de trozos de la ventana, sus tripas se apretaron en el interior de su barriga ¿Y si se había equivocado? El asfalto estaba cada vez más cerca, pensó en cuerpo aplastado y hecho un amasijo de sangre y tripas en el suelo, ya era tarde, era todo o nada, agitó los brazos inútilmente cuando estuvo a punto de golpear contra la acera, le faltaba el aire.

Abrió los ojos repentinamente, habría tomado aire, de haber podido, las manos de Elian le apretaban el cuello con una fuerza inesperada para un hombre de su clase, Johns intentó forcejear, pero en su posición estaba totalmente vulnerable, el hombre se había subido encima suyo y él, estirado en el sofá poco podía hacer, salvo...

Separó con todas sus fuerzas las manos de Iquello de su cuello, lo suficiente para poder hablar y murmuró: - ᛁᛚᚢᛊᛁᛟᚾ ᚾᛟᚲᛏᚢᚱᚾᚨ - La oscuridad se tragó el despacho, el sofá, los envolvió con violencia y, poco a poco empezó a tragarse a Edward, como si el hombre se sumergiera en una piscina de lodo oscuro, aquella negrura empezó a abrazar también las manos de Elian, que soltó instintivamente el cuello de Edward y se puso en pie, en alerta:

- Ha sido un buen truco, casi me matas hijo de puta…- La voz del exorcista retumbaba por todo el lugar, como si estuvieran en una cueva, parecía no provenir de ningún lugar y de todas partes a la vez: -…Pero has elegido a la presa equivocada…Ahora...Vamos a descubrir que eres. - Bajo los pies de Elian empezó a abrirse, poco a poco, una especie de obertura que empezó a absorberle con violencia hacia abajo, del agujero se intuía un brillo escarlata y emanaba un potente calor, cómo si el mismo infierno estuviera intentando llevarse de vuelta a aquella criatura.

Edward fumaba un cigarro, apoyado en el escritorio mientras veía como el hombre gritaba y clamaba, moviéndose por el despacho, peleando contra una oscuridad que no existía, inhaló el humo con suavidad y observó al tipo: - Curioso…- Ahora que podía concentrarse no podía percibir una presencia de tipo demoniaca que proviniera del hombre, nada, no sentía ni un ápice…Y sin embargo…



-Nunca te irás a dormir sin saber algo nuevo. – Apagó el cigarro en el suelo del despacho de un pisotón, se apartó un par de pasos de Elian y extendió las manos con las palmas abiertas hacia él, empezó a hacerlas girar mientras murmuraba: - Sic mundus…Creatus est… -

Las llamas que envolvían a Elian empezaron a disminuir poco a poco, bajando la altura a la que crepitaban. La temperatura descendió poco a poco y apagándose la luz del lugar hasta que, finalmente, la oscuridad engulló al hombre de nuevo, y con ella llegó el frío, un frío terrible y cruel: - La verdad es que eres un tipo fascinante…- La voz del exorcista resonó en la oscuridad, reverberando con un potente eco, cómo si estuvieran en una montaña: -…Después de tantos años, la verdad, es que no esperaba encontrarme con algo tan particular...- El suelo que el empresario pisaba empezó a volverse cada vez más y más inestable y fue perdiendo dureza, cómo si se tratase de arenas movedizas, Elian cada vez se iba hundiendo más en la oscuridad, hasta que fue tragado por completo:

- En este mundo yo soy Dios…Y tú...- La voz de Edward resonó de nuevo en la oscuridad, aunque, en aquella ocasión, el eco ya no era tan intenso: -...Solo eres un insecto.- Poco a poco empezó a aparecer una luz, al principio cegadora debido al contraste de pasar de la oscuridad absoluta, que iluminó la escena por completo, Elian estaba apresado por una especie de vendajes hechos de oscuridad, su cuerpo estaba oprimido con fuerza y estaba suspendido boja abajo…Sobre el vacío…Literalmente estaba flotando en el aire, a unos 15 metros por encima del asfalto, estaban en el exterior y la luz del amanecer iluminaba una ciudad que se encontraba paralizada, el tránsito estaba parado y todo estaba inmerso en un sepulcral silencio:

-¿Cómo dejaste a Linda en ese estado? – La voz de Edward ya no sonaba impresionante, más bien cercana, y así era, pues delante de Elian, a unos 3 metros y sentado en una butaca que también estaba suspendida en el aire se encontraba él, pero del derecho, sonreía en un gesto de victoria y con una copa de brandy en la mano izquierda mientras miraba cómo el hombre colgaba boca abajo: - No eres un demonio, eso lo tengo claro, así que ¿De donde coño has salido? - Apuntó con su mano derecha al hombre e hizo un gesto con el dedo índice y corazón.

Las ataduras que sujetaban a su presa se aflojaron ligeramente, pero lo suficiente para darle el mensaje, si no le satisfacían sus respuestas, Edward lo dejaría caer al vacío, por supuesto no le pasaría nada, todo aquello era un mero mundo ilusorio provocado por su hechizo, que, de hecho, dejaría de tener efecto en poco tiempo, debía aprovechar para sacar toda la información posible, aquel tipo era sumamente interesante y podía llegar a ser muy útil, tanto para él, como para Samigina.

Edward sonrió, si no fuera porque aquella lastimosa criatura se dedicaba a dañar inocentes podría llegar a decirse que había un punto de psicopatía en que él estuviera disfrutando de aquella forma al verle sufrir, frunció el ceño:

-Es un buen primer paso amigo…- Dio un trago a la copa de alcohol, al menos ya tenía la verdad, él había sido quien se había nutrido de la chica…Miró fijamente a los ojos a Elian en respuesta a aquel acto intimidatorio de acercarse, no sentía miedo, el miedo era la palanca que las criaturas como aquella utilizaban para penetrar tu mente y destrozarte, cuando les negabas ese punto de acceso reforzabas tu poder sobre ellos.

De golpe el tipo se transformó en una mujer despampanante, exuberante y atractiva como pocas había visto en su vida, Johns sonrió, en parte por el espectáculo que tenía ante los ojos, en parte fascinado ante aquella capacidad, pocas veces se había encontrado con un ser tan interesante: - Joder… - Acarició el rostro de la mujer con la yema de los dedos, sus jugosos y carnosos labios, sus mejillas…Todos sus impulsos le pedían que la liberase, la desnudase y le hiciera el amor allí mismo…Acercó su rostro al de Elian mientras llevaba aquella mano a su cuello, acariciándolo con suavidad…No le quedaba mucho tiempo:

-Lo cierto es que se me ocurren un par de cosas que podrías hacer por mí, cielo…- De pronto apretó el cuello de la mujer con una fuerza intermedia, un recordatorio de quien mandaba y dominaba aquella situación: - …Pero vamos a tener que hablar en el mundo real. –

Repentinamente, las ataduras que agarraban al moreno se soltaron, así mismo lo hizo la mano del exorcista, dejando que Elian se precipitara rápidamente hacia el vacío, cayendo a toda velocidad hacia el asfalto.

De golpe, Elian se encontró de pie en su propio despacho, cerca del sofá donde había estado sentado hacía unos minutos, había algunos elementos decorativos rotos y, delante suyo, sentado en la silla de su escritorio, estaba Edward, con los pies inclinados sobre la mesa y las manos sobre la nuca:

-Ha sido un ‘viaje’ muy instructivo…Ah…- Le señaló con decisión: - Ni se te ocurra intentar nada raro, o lo que has experimentado hace un momento te va a parecer un sueño erótico. – Lo cierto es que Edward no podía dañarle, no con su magia habitual, y todavía sabía demasiado poco de él como para preparar algún conjuro específico:

- ¿Por qué no hablamos? Creo que podemos ser buenos amigos, tú y yo, si me dejas ayudarte… - Con un rápido movimiento se levantó de la silla y empezó a caminar hacia él: - Verás, yo no soy como esa gente que habitualmente se dedique a cazar a cosas como tú, mis intereses van más allá de todo eso…Y alguien con tus características me resultaría un aliado ideal… - Se paró cuando estuvo a un metro del tipo:

- Tú puedes entrar en los sueños de las personas, encontrar cuando algo falle o sucedan cosas extrañas, me interesa conocer ese tipo de información, y yo…Por el otro lado… -

Edward se acercó un poco y le puso la mano en la mejilla izquierda: - …Puedo arreglar los desastres que provocas cuando te dejas llevar. – Acercó su rostro al de Elian y le dio un beso corto en los labios, la punta de su lengua rozó por unas milésimas la comisura de los labios de Elian, luego se separó del hombre y estiró su mano para ofrecérsela:

- ¿Qué me dices? ¿Te interesa el trato? -

- Los humanos somos criaturas miserables, jamás hemos dudado en destrozar a aquellos que se interponían en nuestro camino, la historia es el claro ejemplo…- Edward apoyó el trasero en el escritorio, mirando al despacho, desde luego se había arriesgado al besar a aquella cosa: -…Yo no soy mejor que la mayoría, ni pretendo serlo, pero desde luego tampoco soy un hipócrita, vivir en un mundo de falsos principios es el equivalente a llevar una correa, y no soy un perro. – Se separó de la mesa y caminó por el despacho.

¿Necesitaba Elian conocer todos los detalles de su vida? No, desde luego, a él tampoco le interesaba sentarse en una hoguera a ver las estrellas y hablar de sus traumas con un parásito espiritual: - No se trata de traicionar a mi especie o no, se trata de sobrevivir. – Repasó el borde del escritorio con la yema de los dedos: - Creo que el destino nos ha unido de alguna forma, Elian ¿Y quien soy yo para oponerme al destino? No vas a matarme, eso lo tengo bastante claro por ahora. – Levantó los hombros en un gesto de indiferencia y entonces buscó en el bolsillo de su pantalón sacando al momento una tarjeta:

-Esta es mi tarjeta. – La dejó sobre la mesa, en ella ponía ’‘Edward Johns – Demonólogo y exorcista’’ , miró al hombre a los ojos: - Yo sabré como encontrarte, cuando suceda algo como lo de Linda concéntrate en la tarjeta y encontrarás la forma de contactar conmigo. – Deslizó la tarjeta por la superficie del escritorio y esta llegó las manos de Elian:

-Quiero dejar algo claro, esto no te da carta blanca para comer como si fuera un buffet, supongo que no eres estúpido, si llamas la atención en exceso no podré ayudarte. – Se agachó y cogió su maletín:

- En unos días recibirás una llamada, Linda se recuperará de su estado y estará lista para reincorporarse a su vida laboral, no te acerques a ella, por tu propio bien. – Edward advirtió al empresario mientras se acercaba a la puerta del despacho: - Eres un tipo interesante, Elian, nos volveremos a cruzar, estoy seguro de eso. –

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- Bien señor Lloyd, he averiguado que ha pasado con su hija, necesito que me deje a solas con ella…- Ya casi había empezado a amanecer, Edward se encontraba de nuevo en el hogar de los Lloyd, el hombre salió de la habitación mientras Edward dibujaba un pentagrama en el suelo con una tiza: - Soy una pedazo de mierda…- Murmuró mientras trazaba símbolos en la punta del pentagrama, el cuerpo vacío de Linda Lloyd era insalvable, su alma estaba destrozada, la única forma de resolver aquel problema era….

Encendió unas velas que fue colocando de igual forma en las puntas del pentagrama, sobre los símbolos que había dibujado, cogió el cuerpo de la chica, que estaba sentada en la silla, quieta, inmóvil, como un cadáver ¿Estaba obrando bien? Sonrió cínicamente, no es cómo si tuviera muchas opciones…Hacer aquello ahorraría sufrimiento a una persona viva…Dejó el cuerpo de la chica sobre el pentagrama y luego se arrodilló frente al mismo:

-Ach nit gloid scheve…- Murmuró en una antigua lengua, un idioma que había sido hablado en tiempos oscuros y terribles, la lengua del infierno, más concretamente una variante que los hijos y heraldos de Samigina compartían, sólo había una opción…Aprovecharía el cuerpo de la chica y traería a uno de sus vástagos para ocuparlo: - …Lodska in scheve…- Las ventanas de la habitación empezaron a vibrar con fuerza, como si estuvieran soportando una terrible presión…La luz que las velas arrojaban en la sala parecía haber perdido fuerza: -…Gaemon, hijo de Samigina…Atraviesa el tiempo y el espacio, abandona el infierno…- Las manos de Edward se iluminaron con un leve tono rojizo, apuntó al cuerpo de la chica: -…Ya no morarás en la oscuridad, pues este es tu templo. –

Unos hilos surgieron de las manos del exorcista y, poco a poco, fueron adhiriéndose a la mujer, durante un minuto ambos estuvieron conectados y de repente la oscuridad le envolvió, las velas se habían apagado, la luz del sol empezó a entrar entonces por las ventanas de la habitación:

- Me gusta este cuerpo Johns… - Murmuró la voz de la mujer, que estaba de pie y se miraba las manos fascinada, él respondió con rapidez: - Escucha, a partir de ahora eres Linda Lloyd, el hombre que entrará aquí es tu padre, puedes fingir que no recuerdas bien las cosas, está bien, él te pondrá al corriente, no quiero tener que sacarte de una patada en el culo en unos meses, así que pórtate bien y no me toques las pelotas. –

Se puso en pie y abrió la puerta de la habitación: - Eso es todo señor Lloyd, Linda esta algo confusa, sea paciente…Yo ya he acabado aquí, nos vemos. – Y sin mediar palabra se marchó, quería huir lejos y no mirar atrás, sentía que, poco a poco, se veía arrojado a un torbellino de oscuridad del que jamás sería capaz de salir ¿Acaso se merecía otra cosa?