Interview in the dark (Martha R./Elian Iquelo)[19/08/2018]

Estaba navegando por Internet, buscando algún sitio en el que poder descargar películas piratas que no hubiera sido tirado por las leyes de copyright cuando le llegó el correo de una empresa, para ser más específicos una empresa de publicidad y diseño web; a parecer el CEO de la empresa le hecho el ojo a uno de los libros que ella se había autopublicado en Amazon y quería hablar con ella. El correo parecía real, pero como era mejor no fiarse de cosas, así ya que podían acabar siendo una estafa o una broma, busco la empresa por internet para cerciorarse de que, en efecto, era de verdad y una vez hecho respondió al correo, seguramente enviado por un o una secretaria, a fin de pedir una cita. La respuesta fue rápida aunque le extrañó que fuese por la noche, aunque también le había extrañado que al CEO le hubiese interesado uno de sus libros que no es que fueran malos eran… “meh”, esa era la palabra perfecta para describirlos.

Fue una sorpresa, pero una buena. Tras concertar la cita llamó a su tío para explicárselo todo el cual, con su aura sobreprotectora, le explicó que con esas cosas hay que tener cuidado, que muchas empresas eran como hienas que esperan a una presa débil para hincarle el diente, que usan técnicas de marketing para que el escritor se lleve menos del cinco por ciento de los beneficios que de el libro y que si le daban un contrato le mandase a él una copia o una foto antes de firmarlo, por la mala pata, o por la buena pata si se veía desde la perspectiva de Martha, el no podría acudir con ella esa noche debido a su trabajo.

Tiro de ahorros para pillarse el primer vuelo a Chicago, alquilo una habitación en un hotel de tres estrellas y voló hacia su destino, eso era algo que le fascinaba de Estados Unidos, que si no quieres cometer un viaje de muchas horas tenías que estar cogiendo vuelos, no como en su país natal que los viajes en coche eran suficiente, incluso viajando de país en país europeo en coche era más rápido que viajar de estado en estado en coche. En el vuelo se empezó a preparar la entrevista que tendría con el CEO, no sabía su aspecto pero como era una empresa de publicidad y diseño web se imaginó que sería alguien joven, no mucho más mayor que ella, pero por si acaso se hizo la maleta con sus ropas más formales; un pantalón negro y liso, una camisa blanca acompañada de una corbata negra, unos guantes elegantes con los que ocultar su gema, unos zapatos de color rojizo muy oscuro y la bandana más elegante de la que disponía, si el hombre, o la mujer ya que en el correo tampoco se especificó su género, la veía sin la bandana puede que no quisiera tener nada que ver con ella.


El vuelo la dejó destrozada, llego a eso de las una de la tarde así que comió algo rápido, se puso la alarma en el móvil y se echó una siesta y vaya siesta que se hecho. A eso de las diez sonó la alarma, tenía dos horas para prepararse a fin de acudir a la cita, con las ropas elegantes ya mencionadas. Se peino el pelo y se hizo un moño, así que daba algo más profesional y, cuando quedaba poco para la cita, pillo un taxi hacia las oficinas de la empresa. Tuvo que hacer ejercicios de relajación, como aspirar y respirar a un ritmo calmante, a fin de estar calmada ya que estas situaciones siempre la ponían nerviosa, incluso ahora que tenía la certeza de que el Ente no saldría a dar por culo.


Cuando llegó al edificio se impresiono de lo alto que era, según le dijeron en el correo el despacho del CEO estaba en una de las últimas plantas del edificio. Marco el telefonillo del piso y, aunque se esperaba la voz de una secretaria que le preguntara quién era o algo asi, la puerta se abrió con el sonido del timbrecillo. Pensó que a lo mejor como no era normal que sus citas fueran tan de noche, no esperaban a nadie más y sabían que solo era ella, aun así le resultó algo extraño y si no fuera porque cogió un vuelo y estaba ahí con sus mejores pintas, ya se habría dado la vuelta. La subida en el ascensor se le hizo eterna, y eso que duró menos de un minuto y medio, es lo que tenía estar nerviosa, un nerviosismo que intentaba ocultar bajo su bandana que le cubría su rostro deforme, aún seguía sin entender cómo a alguien le podía interesar uno de sus libros, que se vendían pero no es que fueran nada del otro mundo. Al llegar a la puerta y llamar con los nudillos le abrió un segurata que la miro con unos ojos serios

-El señor Iquelo le está esperando

Un apellido poco común, aunque gracias a haber estudiado griego y latín de joven, aunque ya no dominaba ninguno de los dos lenguajes y se había olvidado de casi todo, reconoció que debía de ser de origen griego. El guardia la guió hacia el despacho del CEO con su linterna, aunque había algunas luces eran muy tenues además al no conocer el lugar era capaz de perderse. Estaba claro que allí trabajaba más gente, pero de noche solo había guardias de seguridad y, claro está, el tal Señor Iquelo, o mejor dijo Elian Iquelo, como ponía en la puerta de su despacho. Aspiro y respiro, trago saliva y se preparó para llamar a la puerta con tres toques rápidos de sus nudillos

-Buenas, señor Iquelo- intento sonar lo más formal y profesional que pudo, abriendo un poco la puerta lo suficiente como para que su voz se escuchara mejor desde el otro lado -Soy la escritora con la que estaba interesado en hablar ¿Puedo pasar?

Un grito interno, esa fue la reacción cuando Elian se giró y pudo verle al completo. ¿Haba visto antes a un hombre tan… despampanante como el? Imposible, el era uno entre un millón, como un trébol de siete hojas en un mar de hierbajos. Tanta belleza le intimidaba, teniendo que usar todas su fuerza mental a fin de entrar en la habitación y no salir corriendo de ahí mientras gritaba internamente, el atractivo del hombre y la clara atracción que eso ejercía le facilito un poco lo de entrar en el despacho. Con pasos pequeños pero rápidos se fue hacia el sofá que le indico Elian y se sentó, colocando sus manos encima de sus muslos y entrelazando sus dedos entre sí, intentando dar una imagen profesional, algo complicado estando tan nerviosa e intimidada por el hombre que tenía delante suya… ya le podría haber avisado su tío de esto.

Al mirar a la mesa vio sus obras, sin embargo no vio las que más dinero le generaron ni las más conocidas, más al fijarse más atentamente se dio cuenta de que todas ellas eran las “novelas eróticas” que había escrito. Al darse cuenta de eso y escuchar a Elian llamarla por su nombre no fue capaz de evitar un sonidito que le salió de dentro, aún teniendo la boca cerrada, algo así como un leve hipo… ya podría haber sido una entrevista online.

Elian no paraba de mirarla directamente a los ojos y ella, como atraída por la luz de sus ojos, era incapaz de apartar la mirada, pensando que si ese era el “poder” de la gente atractiva, que te hacía imposible dejar de mirarlos. Cuando Elian le dijo lo que sintió al leer sus obras y pasó la mano por ellas, Martha fue incapaz de no estremecerse un poco, no podía entender qué era lo que le estaba pasando, se sentía como una adolescente en un concierto del cantante de pop de turno, como si el corazón se le fuese a salir del pecho… si hubiera visto quién, mejor dicho como era, el CEO de la empresa… seguramente no habría ido a a la entrevista

-Gra… gracias- intento sonar todo lo profesional y seria que pudo, más la intimidación que ejercia la belleza de Elian le imposibilitaba hacerlo bien del todo, teniendo que tragar saliva a fin de continuar lo que le iba a decir -In… intento que todas mis novelas sean… diferentes entre sí

Los ojos de Elian seguían clavados en los suyos, provocando un enrojecimiento del rostro , gracia a dios oculto tras la bandana, y un poco de sudor, teniendo que abanicarse un poco con la mano. La verdad es que se esperaba que con el espectáculo tan lamentable Elian terminase la entrevista y la enviase a su casa, sin embargo este continuo hablando, su voz sonaba tan dulce que incluso si se tapaba los oídos estos encontraría alguna forma de escucharle.

Encima le estaba lanzando un cumplido a sus obras, lo que lo hizo mejor y peor, mejor porque siempre estaba bien escuchar cosas buenas sobre su trabajo, malo porque la intimidación que ya sentía de serie por el enorme atractivo de Elian junto a lo nerviosa que eso le ponía y añadiendo lo que dijo sobre sus obras… tuvo que cruzarse de brazos sujetándolos el uno con el otro con firmeza a fin de no darle un algo, debería haber venido con su tío, a lo mejor él podría rebajar el efecto que aquel hombre tan atractivo ejercía sobre ella.

Por fin llegó el meollo de la cuestión, Elian le dijo que tenía una oferta para ella y, sinceramente, a este punto podría aceptar cualquier cosa que le ofreciera el hombre con tal de salir de ahí “con vida”, no literalmente claro está, pero si que no estaba muy cómoda con lo intimidante que era el hombre, no porque diera miedo ni nada por el estilo, era solo su atractivo lo que la intimidaba, alguien tan hermoso como él era algo nuevo para ella, ni siquiera en los diversos vídeos que vio a fin de “documentarse” para sus novelas vio a alguien como el

-S… si, estaría interesada en escucharle, escuchar- se corrigió rápidamente, ya le costaba asta hablar y eso que cuando llamo a la puerta estaba decidida a parecer todo lo profesional posible -esa oferta, por favor

Al menos su cabeza aún funcionaba lo suficientemente bien como para recordar que si le enseñaba un contrato se lo tenía que enviar antes a su tío a ver que opinaba el, a el se le daban mejor todas las cosas legales

-No… no pasa nada es que no me esperaba que fueran estas las obras elegidas

Como ya había quedado claro, Martha escribía mucho, sobre diferentes temas y diferentes estilos y las obras que estaban ahí eran de novela erótica, un género en el que ella también participaba, escribiendolo no participando de… eso. La cosa es que esas obras no eran de las mejores ni las que más vendieron, aunque tenía que admitir que se vendían bastante bien por eso de que a mucha gente le va el morbo y puede que no le guste el porno o no tenga alguien con quien compartir esa morbosidad con lo cual tendría que conformarse con la novela erótica, o puede que simplemente le gustase y ya, Martha tendía a pasarse pensando las cosas

Cuando Elian le pregunto porque se avergonzaba, explicándole que el también escribía del genero erótico, tuvo que pensar rápido de como salir de esa situación. Si decía que le avergonzaba porque no son los libros con los que quería hacerse famosa, con los que les recuerde la gente, podría ofenderle al escribir el de ese género. Decidió contarle una medio mentira medio verdad, que a veces era la mejor forma de salir de esas situaciones incomodas

-Oh no es por el género escogido es… es que soy algo timida, me… me cuesta un poco todo esto, disculpeme- escucho el cumplido de Elian y asintió -Gra… gracias

Cada vez que tartamudeaba se daba un golpe, metafórico, en la cabeza, quejándose a sí misma y exigiendose más profesionalidad, no podía comportarse como una niña pequeña en lo que era básicamente una entrevista muy importante, al menos para ella. Miro el manuscrito y con tan solo leer el titulo fue incapaz de evitar que se le escapara un

-”Oh god”

De resignación, preparándose para lo que estaba a punto de leer. No entiendo a que se refería Elian cuando dijo que le daría algo para la lectura, más le vendría bien que fuese un cubo para vomitar porque lo que estaba a punto de llevarse a los ojos era lo más bruto, simple y pueril que había leído en su vida. Mientras empezaba a leer el manuscrito Elian le entregó una copa de coñac de agradable aroma, lastima que luego tendría que rechazarla ya que ella no aguantaba el alcohol muy bien y, aparte, no tenia una pajita con la que poder beber sin enseñar su rostro.

Cuando Elian le quito de las manos el manuscrito, Martha se había quedado sin palabras, las palabras del hombre representaron muy bien lo que a ella se le estaba pasando por la cabeza “Palurdo, basura, machismo” y es que lo que acababa de leer era peor que esa novela en la que un tío se enamora de un dinosaurio billonario, un libro que existía de verdad y lo único que la salvaba es que era más humor que novela erótica

-Con… concuerdo con usted, esto es horrible… diría que al menos el que lo haya escrito ha tenido la valentía de mandárselo, pero estoy segura de que es demasiado… necio, como para darse cuenta de la inmundicia que a escrito

Fue un poco dura, casi se podría decir que “mala”, pero estaba diciendo la verdad, al menos lo que opinaba de la obra que le entregó Elian y como él parecía pensar algo parecido, no tenía porqué fingir otra opinión. El ataque del hombre contra lo que acababa de tirar a la basura empezó a transformarse poco a poco en unos elogios hacia la forma de escribir de Martha, haciendo que se volviera a sonrojar intentando taparlo apoyando su codo en su muslo y apoyando uno de sus mofletes en su mano

-Es… es verdad, la novela tiene que fluir como si… como si fuera un río, si no acabamos con… cosas como “eso”

Y señaló con los ojos la papelera en la que se encontraba el manuscrito tirado No podía expresar con palabras la vergüenza que estaba pasando al decir esas palabras que aunque tuvieran algo de cierto, podían resultar un poco vergonzosas y clichés. Cuando Elian le dijo que le gustaría saber de donde saco la inspiración para ciertas posturas Martha no pudo hacer otra cosa más que carraspear y echarse el pelo detrás de la oreja con la mano

-Bu… bueno, tengo un libro… “Kamasutra Lésbico” que… me ayuda un poco, aunque a veces uso otras formas de inspiración como… vídeos y cosas... cosas así

Casi se murió de vergüenza al reconocerlo. ,Martha era una mujer solitaria, algo que no es que hubiera elegido ella precisamente, por lo que no tenía gente con la que “practicar” ese tipo de cosa, así que su inspiración venía de los libros como el que menciono al hombre o vídeos que encontraba por Internet. Menos mal que la conversación, de momento, no siguió por ahí si no que Elian se dio cuenta de que ella no bebió ni gota de Coñac, preguntado a la castaña el porqué de esto y si quería alguna otra cosa. Ahora tenía dos opciones, dos razones de porque no estaba bebiendo y la verdad es que una era mucho mejor que la otra

-No es que… no aguanto muy bien el alcohol y no me… no me gustaría darle una mala imagen… no peor de la que ya le estoy dando- eso ultimo lo susurro mientras bajaba la mirada unos segundos como arrepentida de la actuación tan lamentable que estaba demostrando -No hace falta que me traigan nada… estoy bien

Así se evitaba que el hombre viera su rostro deforme, algo que podría acabar con la entrevista en un santiamén. Apoyo su copa en la mesa, más cerca de Elian que de ella, dándole una seña de que si queria se podia beber su copa, que por lo que había dicho sobre el Coñac era un gran reserva y estaría feo tirarlo, Ahora que todo estaba dicho solo quedaba una cosa; hablar sobre esa propuesta de la que hablaba Elian.

Se podría decir que en el mismísimo segundo en el que Elian le agarró el mentón y la miro a los ojos su cerebro dejo de funcionar y su corazón estuvo a punto de estallarle. Con su aspecto no estaba acostumbrada a que la gente le tratase de esta manera, con tanta… dulzura; al entrar en las tiendas le ponían mala cara por tener la bandana y cierto aspecto de criminal, si iba a comer a algún sitio tenía que explicar al staff su problema y que, por favor, le pusieran una pajita en su bebida obligando a soportar la mirada de asco y pena que le ponían algunos camareros. Con todo eso que tenía que soportar era entendible que a Martha no le apeteciera tener una vida social como los demás, aunque últimamente salía más al no tener la posibilidad de que el Ente saliera a liarla parda.

Se perdió en los ojos de Elian, cuya voz le parecía incluso más dulce ahora que antes, más tenía que forzarse en activar su cerebro a fin de escuchar lo que decía. Las palabras de Elian, al menos las que pudo captar, se le quedaron marcadas a fuego en la mente no solo por su significado si no por quien se lo estaba diciendo; que alguien tan atractivo como él le dijera esas cosas hacía que significasen mucho más para ella aunque fuese por algo superficial como el aspecto, era lo que tenían las personas de tremendo atractivo como Elian, que atrian. Cuando el hombre la soltó y se separó de ella, Martha se quedó unos segundos en la misma posición, como hechizada por la belleza y las palabras del hombre

-Cualquier cosa que me… proponga- musito antes de darse cuenta de que el hombre ya no la sujetaba y, sacudiendo la cabeza para quitarse la ruborización de la cara y carraspeo un poco a fin de retomar el aliento -No… no se que me a pasado, dis…

Justo en ese instante recordó lo primero que le dijo, que no se disculpara nunca, algo que su tio también le decía algunas veces, que si se tenía que disculpar buscase la forma de que la persona que le exigía la disculpa fuese la que se disculpara. Aunque ahora mismo no era muy capaz de pensar en su tío y en las cosas que le decía, ahora solo era capaz de pensar en que no se le olvidara respirar, incluso al escuchar la palabra “sexo” casi le da otro vuelco al corazón… esta entrevista le estaba haciendo más mal que bien.

-Bueno yo… yo no soy muy atractiva no… no tengo con quien “practicar”

Y su rostro, de nuevo, se asimilo a un tomate. Menos mal que Elian parecía un hombre calmado y respetuoso, cualquier persona ya la habría echado de su despacho al ver ese espectáculo. Un poco más calmada y en sus cabales, escuchó la explicación de la oferta de Elian y cogio los papeles en su mano a fin de leerlos con mucho cuidado de no perderse nada. Se acordó de que su tío le dijo que les echase una foto al contrato que le diese para que él pudiera echarle un vistazo, así que sacó su móvil, sin embargo se paró antes de hacer nada

-Mi… mi tio me dijo que le echara una foto a cualquier cosa que me dieran para que él pudiera examinarlo antes de firmarlo pero… no lo necesito- ese era su momento para demostrar madurez, que no era una niña que seguía lo que le decía su tio -Lo he leído y creo que esta… está bastante bien, me gusta

Le echo un último vistazo a todos los papeles uno por uno, pasando de hoja en hoja, antes de su decisión final

-Acepto- carraspeo tapándose la cara, mejor dicho la bandana, con el puño, aun algo nerviosa -¿Don… donde tengo que firmar?

A veces los sordos eran los que componían las mejores piezas musicales, los ciegos los cuadros más hermosos que jamás podrás ver y los calvos son excelentes peluqueros. Cuando “careces” de algo no puedes evitar pensar ¿Como sera?; ¿Cómo será peinar y cortar cabello? ¿Cómo sonará esta canción que estoy componiendo? o ¿Cómo serán los colores con los que estoy pintando? El desconocimiento de tu arde, el no saber exactamente cómo es por lo cual no tienes nada en lo que basarte puede hacerte creer cosas más bellas que cualquier otro.

Esto mismo le pasaba a Martha en cuanto a las novelas eróticas que escribía; su inexperiencia en el tema le otorgaba una imaginación y un romanticismo del sexo que alguien que lo practica regularmente puede que no llegue a tener jamás. Claro que ella no veía esto, ella pensaba que fue su “investigación” sobre el tema lo que le otorgó esa capacidad para escribir las novelas que escribía, claro que de nuevo ella tampoco pensaba que fueran para tanto, mediocres como mucho… aunque Elian, como pudo comprobar durante la entrevista, tenía una opinión muy diferente.

Cuando le cogió la mano y le apartó el puño de la cara, a fin de mirarla a los ojos directamente, Martha casi se derrite como un helado bajo el sol. Si eran así todas las entrevistas, jamas volveria a ir a otra; con una en la que casi se le sale el corazón de los nervios le bastaba y, es más, cuando Elian le pidió que viera su rostro… su mundo entero casi se desvaneció en ese mismo instante ¿Su rostro? ¿Su horrible rostro deforme? No, no podía dejar que lo viera ¿Qué pensaría al verla? Se sentiría horrorizado… como todo el mundo.

Sin embargo, los ojos del hombre y sus palabras le otorgaban a Martha una calidez, una sinceridad y una confianza que no podía encontrar ni en su propio espejo. El se arrodillo, con una rodilla apoyada en el suelo como los príncipes de las películas de Disney, mientras le decía el gran interés que sentía hacia sus obras, interés que parecía haberse multiplicado al estar ella delante de él. Puede que fuera por lo nerviosa que estaba, por que el sonrojo que tenia le hacia dificil que le llegase aire al cerebro o que, simplemente, Elian le hubiera tocado el corazón con sus palabras, por lo que se bajó poco a poco la bandana dejándola colgada sobre su cuello, apartando la mirada del hombre mientras se sujetaba un brazo, por el codo, con el otro

-So… soy horrible, lo se

A pesar de esto, Elian no “vomito”, que era la reacción que Martha más se esperaba ni salio corriendo de la habitación ni le pidió que se marchara, nada de eso; el acaricio su rostro herido con delicadeza y con algo de ternura, haciendo que los ojos de la mujer se volvieran a dirigir a los suyos, algo curiosa por la poca reacción del hombre hasta que la llama hermosa… una palabra que había escuchada en pocas ocasiones y todas ellas viniendo de un familiar por lo que le podían sonar un poco “vacías” y sin significado, mas ahora se las decía un hombre “desconocido” y, todo sea dicho, bastante atractivo.

Casi como por arte de magia, a su alrededor empezó a aparecer un paisaje dignamente sacado de los mas hermosos cuadros del renacimiento. Martha miró a su alrededor mientras todo ese paisaje aparecía ante sus ojos, dejándola impresionada y extrañada de que estaba sucediendo; las flores, los árboles, el cielo… todo eso parecía real y hermoso y Martha no era capaz de no sentirse atraída ante tanta belleza. Al ver el reflejo en el riachuelo, su primera reacción fue pensar que era, de alguna manera, el reflejo de su madre, más al levantar su mano y tocar su rostro que, a su sorpresa, no tenia esas heridas horribles, se dio cuenta de que era el suyo propio. Al ver como Elian, su reflejo, aparecia detrás del suyo se giro, mientras volvía a sonrojarse por las palabras del hombre

-¿Que… que esta pasando?- pregunto, aun confusa -¿Donde… donde estamos?

Elian hablaba de una manera muy sugerente, vamos que Martha pensaba que o le estaba tirando los tejos o del país de donde venía, ya que con ese nombre no podía ser otra cosa que un extranjero, se hablaba así normalmente con esa… elección de palabras. Le miraba de tal forma que ella no podía hacer otra cosa que no fuera devolverle la mirada, hechizada por los hermosos ojos del hombre. Sus palabras le hicieron plantearse una pregunta mental; ¿Donde yo desee estar? No sabía muy bien qué significaba eso, ese lugar era tan hermoso… puede que a eso se refiriera Elian; estaba donde ella quería estar incluso aunque no lo supiera.

Todo esto le estaba pareciendo una experiencia onírica que convertía sus sentidos en un mar de sensaciones extrañas y nuevas que le hacían sentir como si flotara en una nube. Claro que, cuando Elian le preguntó cuál era su mayor deseo la tristeza volvió a ser la principal sensación de la castaña, envolviendole el arrepentimiento, la rabia y el dolor de saber que su hermana ya no estaba con ella y que no pudo hacer nada por salvarla.

Al notar el beso en la frente se hizo a la idea de que Elian la consolaria, que le haría sentir mejor de alguna forma u otra… lo que no se esperaría ni en un millón de años es lo que estaba a punto de ver cuando le dio el comando para girarse y mirar detrás de sí misma. El paisaje, como todo aquello que les rodeaba, era encantador y precioso tanto que intoxicaba a la vista con su belleza. Sin embargo no era el paisaje en lo que debía fijarse, sino en la figura que empezaba a formarse entre la niebla.

Entrecerró los ojos, forzandolos a fin de ver quien era esa persona que venía hacia ellos entre la neblina. No, no podía ser, era imposible; la niña que acababa de aparecer delante de sus ojos se parecía a su hermana, era exactamente igual que ella, su corazón le dio un vuelco y estuvo a punto de romperse en mil pedazos al escuchar su dulce voz que llevaba tanto tiempo sin acariciar sus oídos. Martha se levantó del banco y dio unos pasos hacia ella, sus extremidades se habian convertido en unos fideos que temblaban a cada paso que daba hacia su supuesta hermana, deteniéndose cuando esta corrió hacia ella y la abrazo, arrodillándose en el suelo ante la imposibilidad de mantener el peso de su cuerpo.

A su mente le estaban llegando mil sensaciones diferentes y millares de pensamientos que le hacían dar vueltas a la cabeza. Era ella, no podía ser otra persona; su aspecto, su forma de hablar… su voz era exactamente igual. Al principio su corazón parecía querer evitarle el dolor, obligándose a pensar que todo eso era una ilusión, que no era ella de verdad… sin embargo, cuando ella le abrazó y le devolvió el gesto… Noto su calor, su respiración junto a la suya y toda duda se despejó de su mente y de su corazón; era ella, su hermana tal y como la recordaba.

Por primera vez desde hace mucho tiempo sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría, en ese instante se sentía, por una vez en su vida, completamente feliz. Abrazo con fuerza el cuerpo de su hermana, apretandolo contra el suyo a fin de meterse en la cabeza que lo que estaba sintiendo era real, que al fin estaba junto a ella. Sintió como si el abrazo hubiese durado horas, como si el tiempo se hubiera detenido y solo existieran en ese instante ella y su hermana, incluso Elian había pasado a no ser más que un mero adorno en el escenario mientras Martha se regocijaba en el reencuentro con su hermana.

La voz de su hermana le asestó otro golpe en su ahora dañado corazón, cada palabra, cada letra, era una caricia en sus oídos y un cuadro en su mente que pintaba un hermoso paisaje de felicidad sin parangones. Con los ojos llenos de lágrimas, que bajaban por sus mejillas hasta bañar el suave césped sobre el que estaban sentadas, sonrió ante los alegres e infantiles comentarios de su hermana

-Y tu sigues siendo igual de guapa e inteligente que siempre

Le paso la mano por sus negros cabellos, echandoselos hacia atras con un suave gesto. Esto era demasiado, demasiado feliz y… demasiado real, sentía que en cualquier momento su hermana desaparecería para darse cuenta de que todo esto no había sido más que un sueño… pero seguía ahí, con ella, mirándola a sus hermosos ojos negros. Sentía su respiración, los latidos de su corazón… no, no podía ser un sueño, tenía que ser real, debía ser real

-Yo… yo también te he echado de menos- con su pulgar se secó las lágrimas, la sonrisa aun adornaba su rostro -Rosa…

Con solo escuchar su nombre salir de su boca su pecho pareció encogerse y llenarsele del éxtasis de emociones que sentía en aquel momento junto a su hermana. Volvió a abrazarla con fuerza, las lágrimas esta vez mojando el pequeño hombro de su hermana por unos segundos antes de volver a separarse de ella y secarse las lágrimas de nuevo. La miró en silencio unos segundos; estaba igual que como ella la recordaba, todo era exactamente igual. Con sus manos que temblaban, por todo lo que su cuerpo estaba percibiendo en ese instante, tomo con ellas las gafas de su pequeña hermanita; eran redondas y con una montura de color rosa suabe, tal y como ella las recordaba. Su hermanita la miro, con un mirada confusa que Martha recordaba bien e hizo que se estremeciera cuando Rosa le dejó oír su voz de nuevo

-Todavía no tengo sucias las gafas ¿Me las vas a limpiar?

Cuando eran jóvenes Martha siempre se encargaba de limpiarle las gafas a Rosa, todos los dias le cogia las gafas y se las dejaba como nuevas. Esa frase que le acababa de decir era la misma que once años atrás le solía decir cuando las tenía limpias y ella se las cogía de todas formas a fin de ver si estaban de verdad limpias. No cabía duda alguna, su corazón estaba seguro de que era ella, su hermana, que de alguna forma volvió a sus brazos. Respondió a su hermana con una sonrisa temblorosa que evitaba volver a llenar su rostro de lágrimas

-N… no, están limpias

Con delicadeza le volvió a colocar las gafas a su hermana, tal y como hacia en su juventud, incluso el roce de las gafas con sus dedos le hacía sentir mil sensaciones diferentes. Se levantó del suelo, sus extremidades acaban de recuperar la fuerza tras ese imposible reencuentro. Entrelazo los dedos de sus manos con los de su hermana, eran pequeños y delgados tal y como ella le recordaba, dándole una extraña sensación de nostalgia acompañada por la inmensa felicidad del momento. Su mano era más grande que la de la pequeña y envolvió por completo su palma, era suave y tenía un tacto agradable que a Martha no hacía sino devolverle un sentimiento de tranquilidad en su corazón, sus latidos se relajaron y en su mente se despejaron todas las nubes de dudas, de tristeza y desasosiego que estaba sintiendo hasta ahora en su vida; era feliz y nada ni nadie le podría quitar ese momento. Se giró hacia Elian, las lágrimas dejaron su marca en las mejillas de la mujer sin embargo su aspecto era el de alguien feliz, alguien que acababa de cumplir su mayor deseo en la vida

-No… no se como has hecho esto- su corazón le decía que aquel hombre, aquel maravilloso hombre que se encontraba delante de ella, tenía algo que ver con el hermoso reencuentro con su hermana -Pe… pero gracias, gracia de todo corazón

Su mano volvió a apretar con fuerza la de Rosa, sintiendo cada parte de ella como si estuviera sujetando en sus manos la más hermosa de las esculturas. En ese instante no le hacía falta nada más, ahora que estaba junto a su hermana se sentía completamente realizada y… feliz.

Toda aquella situación… ¿Lo había hecho ella? Eso parecía haber querido decir Elian con aquellas palabras, más eso no importaba, nada en el mundo importaba a parte de su hermana, ni Elian, ni el hermoso paisaje a su alrededor… ni siquiera ella. El hombre le indicó una bella casita de campo en el que le esperaría mientras disfruta todo lo posible del reencuentro con su hermana, si por ella fuera esa situación no se acabaría nunca.

La despedida sugerente de Elian le hacía entender ciertas cosas, ciertas cosas que fueron acentuadas por el suave beso que le propinó en el cuello cual gentil caballero. En otro momento, Martha se habría puesto a temblar como un flan y roja como un tomate, pero hoy no, no cuando lo único en lo que podía pensar era en su hermana; ya podía Elian a desnudarse delante de ella y bailar la conga que su cerebro seguirá creando imágenes de la sonrisa de su hermana.

Cuando el hombre se adentro en la casa, dejándolas solas, Martha se agacho quedando cara a cara con Rosa. Seguía sonriendo, es que era incapaz de no hacerlo cuando delante de ella estaba el rostro de la persona que más quería en el mundo, después de tantos años de soledad y tristeza. Volvió a pasarle la mano por el pelo suavemente, mirando su negro cabello brillar bajo la luz de la luna que alumbraba el paisaje

-Tengo.. tantas cosas que decirte

Sus ojos brillaron, su barbilla tembló y en una milésima de segundos se abalanzó sobre su hermana, fundiéndose en un abrazo. Lo podría hacer una, diez, mil veces que jamás se cansaría de sentir de nuevo su abrazo, el calor de su corazón y el sonido de su respiración. Se volvió a separar de ella, sus lágrimas, escasas en ese instante, bajaban hasta encontrarse con sus labios en forma de plena sonrisa, humedeciendolos.

-¡Martha, Martha!- exclamó Rosa dando saltitos, cogiendo a su hermana mayor de ambas manos -Cógeme como hacías siempre ¡con lo alta que eres ahora seguro que puedo ver hasta el infinito!

Soltó una carcajada ante la niñería que soltó su hermana, una risa sincera que no se burlaba de su hermana sino que se reía con ella. Se quedó unos segundos mirandola a los ojos en silencio, su mirada llena de nostalgia se reflejaba en los ojos negros de su hermana. Sin pensárselo dos veces se levanto, agarro a su hermana de la cintura y la levantó en volandas, notando lo poco que pesaba, y se la colocó en la nuca dejando que se sujetara a su cabeza

-¡Uoh, que alto!- volvió a exclamar su hermana, sus piernas se movían dándole suaves toquecitos con el talón en el pecho -¡Vamos al riachuelo a sentarnos!

Su hermana tenía la energía característica de alguien de su edad y Martha la adoraba por ello, podía estar jugando durante horas con ella como cuando eran jóvenes y no se cansaría. Con una descomunal sonrisa y lágrimas de felicidad aun en sus mejillas, empezó a caminar a paso lento hacia el riachuelo con su hermana subida encima suya… no podía estar más feliz.

Llegadas al riachuelo, su hermana le dio los tres toquecitos que le daba siempre en el hombro cuando quería bajarse… el mismo gesto que hacía años atrás cuando esto mismo lo hacían en el bosque al lado de su casa. Con cuidado dejó que se bajara, dándose cuenta entonces de que en el césped, cerca del riachuelo, se encontraba una manta de picnic de cuadros morados, la misma que ponían cuando iban con su familia de acampada, incluso la cesta que había encima de ella era la misma cesta de mimbre con el adorno floral en el mango que tenía su madre

-Co… como puede ser posible

Se arrodillo en la manta delante de la cesta y agarró el mango con la mano, notando cada fibra de mimbre en su palma, sin lugar a duda era la cesta de su madre que siempre llevaba consigo en los viajes y, en efecto, estaba llena de comida casera; huevos rellenos, ensaladilla de pasta, todo preparado con la mayor delicadeza posible y con todo el amor en el mundo. Al lado de la cesta, su hermana se sentó y empezó a sacar pequeños platos de plástico y a colocar comida en ellos

-Lo he preparado para ti- le dijo sonriéndole, mientras sacaba un huevo relleno, lo colocaba en un plato y se lo entregaba a su hermana mayor -He hecho tus platos favoritos igual que como los hacia mama

A Martha le temblaron las manos, tanto que tuvo que dejar el plato en la manta a fin de abalanzarse sobre su hermana y rodear su cuello en un cariñoso abrazo coronado por un fuerte beso en la frente de la chiquilla. No quería irse, quería quedarse ahí, con ella, disfrutando de su compañía para siempre. Con delicadeza se metió parte del huevo en la boca y le dio un mordisco ,el sabor era exactamente igual a como ella lo recordaba; el tomate, la mayonesa, el auto, todo estaba exactamente igual y puede incluso que estuviera más rica en ese momento. Cuando sus papilas gustativas disfrutaron del huevo, que se derritió en su boca, no pudo evitar que se le saliera una lagrima de emoción y nostalgia; estaba en casa.


No sabía exactamente cuantas horas habían pasado, ni le importaba, la cesta estaba completamente vacía y en los platos no quedaban más que migajas. Llevaba horas tumbada junto a su hermana en la manta mirando las estrellas y hablando de todo lo que Martha le tenía que contar, sus risas adornaban el sonido del agua que corría por el arroyuelo

-¿Aún no has conseguido ser pilota de carreras?- Martha negó con la cabeza ante la pregunta de su hermana, ese fue su sueño cuando era adolescente pero ahora… bueno, ahora las cosas eran diferentes -Bueno… seguro que algún día lo consigues ¡Mi hermana es la mejor y puede con todo!

Exclamó con una enorme sonrisa que hacía palidecer incluso las estrellas más brillantes de aquel hermoso paisaje. En ese momento, Martha escucho el rasgar de una guitarra española y flexiono el vientre, apoyándose en los codos para ver de dónde provenía ese ruido, viendo como su hermana tenía la guitarra de su padre en sus manos

-Es… la guitarra de papá ¿Dónde te la has encontrado?

Sus ojos incrédulos miraban la guitarra de color marrón claro, con el autógrafo de Camaron de la isla en su lado izquierdo, de su padre; era un romántico y siempre estaba tocándole canciones a su madre, algunas originales otras de cantautores famosos. Su madre siempre decía que esa era una de las razones de su enamoramiento; esa llama andaluza que latía en su corazón. Los dedos de su hermana dejaron de rasgar la guitarra y estiró los brazos, mostrándole la guitarra ofreciendosela para que la tomase en sus manos

-La he encontrado ahí detrás… ¿Me la vas a tocar?

Martha tomó el instrumento en sus manos. Cuando su hermana le preguntaba si se la iba a tocar no se refería a cualquier canción, cuando decía esa frase exacta ella siempre se refería a la misma canción, a su canción favorita que su hermana mayor conocia bien. La castaña miró la guitarra, colocando los dedos en la posición correcta y miró a su hermana, sus ojos expectantes esperaban a que el bello sonido de la guitarra se adentrará en sus oídos, estaba cruzada de piernas apoyando las manos en el mantel. No pudo evitarlo, sus dedos parecían moverse solos cuando empezaron a sonar los primeros acordes de la canción, Martha no sabía francés, ni pronunciarlo, ni leerlo ni nada, pero cuando era joven hizo el esfuerzo de aprenderse la canción favorita de su hermana, era lo único que sabía de francés, ni siquiera sabía decir “Hola”... pero la letra de esa cancion se la conocía enterita sin perder detalle. Cerró los ojos, su boca se abrió y de sus labios empezaron a salir la hermosa letra de la canción:




El sonido de la guitarra cesó, Martha volvió a abrir los ojos viendo a su hermana que había caído rendido ante la voz de su hermana mayor. Esta canción se la cantaba a capella cuando estaban las dos en su cuarto conjunto las noches que le costaba dormirse, como si de una increíblemente hermosa se tratase. Mientras tocaba, las lágrimas mojaron sus mejillas al recordar todas las veces que tocó y cantó esa canción junto a su hermana. Dejó la guitarra con suavidad en el césped, evitando hacer el más mínimo ruido, y se acercó a su hermana mirando su pequeño rostro durmiente. Todo tenía un final y sabía que ese momento tan precioso acabaría de alguna manera a otra… con su hermana durmiendo plácidamente, ella tapándola con parte de la manta, Martha decidió que si esa era la última vez que vería a su hermana… estaba bien.

Con la misma suavidad con la cual dejó la guitarra en el césped, acarició la mejilla de su hermana y se agachó con cuidado a fin de darle un beso en la frente

-Adiós, Rosa

Susurro mientras se levantaba y una lágrima bajaba por su rostro hasta llegar a la manta, marcando de esta manera la felicidad que sentía en aquel momento. Por fin pudo pasar los últimos momentos con su hermana… por fin pudo despedirse de ella como siempre había deseado. Emprendió el camino hacia la casita que le indico Ellian horas atrás, seguía secándose lágrimas de los ojos con la sonrisa aun en su rostro cuando llamo a la puerta, tres toques lentos con los nudillos anunciaron su llegada, aunque abrió la puerta antes de que él pudiera abrírsela

-Elian y…ya estoy aquí