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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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MensajeTema: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime24th Mayo 2020, 18:22

Fecha: 18/08/2018
Hora: 22.04 de la noche.
Copas:3 y puede que la última.

No me metí a este trabajo por el horario, eso está claro. A veces me preguntaba si la gente de mi agencia eran imbéciles, o sólo había días en los que eran incapaces de sacar la cabeza de la bolsa de cocaína que tenían guardada debajo del doble fondo en el segundo cajón del escritorio para hacer en condiciones su maldito trabajo. Al menos si hubieran estado drogados hasta las cejas tendría una explicación. La cagada que habían hecho entre Murray y Alfred necesitó de toda la pericia del equipo. Hasta el jefazo se pasó la noche en vela. Tenían suerte de haber llevado a cabo unas cuantas jugadas maestras antes de esto, porque si no se habrían quedado de patitas en la calle. Les habrían vaciado los despachos antes incluso de que sus culos tocaran el suelo después de la patada. En el fondo sabía que había sido una cuestión de mal "timing". Tenían que haber invertido un poco antes, después las acciones habían empezado a bajar y tras el pequeño repunte, se esperaba una caída un poco mayor antes de empezar a subir de nuevo. Todo se había ido al traste después de que la farmacéutica japonesa "Ichiban" se decantara por sacar su último medicamento con la segunda distribuidora "Pharmax" en lugar de con "Hectosem". Ahí es donde todo empezó a irse a la merde.

Yo llevaba 18 horas de turno cuando por fin se estabilizó con una pérdida mínima, que podríamos compensar con las inversiones cruzadas. No iban a sacar toda la pasta en un solo día, pero por lo menos no tendríamos que explicarle a uno de nuestros clientes más importantes dónde habían ido a parar los seis millones de dólares que esos dos idiotas habían estado a punto de mandar por un sumidero llamado "Peritalt Corp".

Me senté en mi mesa, me aflojé la corbata y me masajeé el cuello con la mano, que estaba duro como un tocón de árbol y sudado como el casco de un Jockey a final de una carrera. Sabía que mi enfado para con ellos procedía de la tensión, el estrés y mas que nada, del cansancio acumulado. Miré el reloj de muñeca, muerto de hambre y sobretodo de sueño. Las 21.18 es una hora estupenda para pasar del café al Cognac. Lo mejor que podía hacer era ir mi baño privado, darme una ducha rápida, cambiarme el traje y ponerme en marcha. Busqué en mi teléfono el número y marqué.

- Bonsoir Monsieur. La grenouille? Sera-t-il possible de réserver une table pour le dîner dans une demi-heure? Service pour un. Ahá. Non, ça ne me dérangerait pas de manger au bar, c'est bien comme ça. Oui. Je voudrais commander le démarreur d'escargot et le homard américain. Oui monsieur, pouvez-vous me refroidir une bouteille de Domain de Chevalier blanc? Au nom de Silvaine Doboise. Merci beaucoup.*- el confiable Grenouille. Era uno de mis sitios favoritos. De los pocos restaurantes franceses que habían llegado a dominar la sutileza de la gastronomía de mi país con el toque justo de fusión.

No quería tener que esperar al llegar al restaurante, era más fácil dictar la comanda por teléfono. Me levanté del escritorio, me aseé, cosa que me ayudó a recobrar energías y puse rumbo hacia mi cena. Comería, puede que tomara un postre lo bastante pequeño como para acabarlo de un bocado, y me tomara un par de copas. Luego iría a casa y me desplomaría sobre mi cama doble King size y el cansancio me haría dormir como un bebé por mucho que mis preocupaciones intentaran lo contrario.

El trayecto hasta Le Grenouille fue corto y sin incidentes. Le dejé al conductor de taxi una buena propina. El traje que llevaba era de verano, corte recto y tejido ligero de color gris marengo. La corbata, los zapatos y el cinturón eran negros. Entré en el restaurante, y el dueño vino a saludarme con cuatro besos en la mejilla, que correspondí. Algo que en américa era poco habitual, pero que en mi francia natal no lo era en absoluto. Menos aún entre amigos. Intercambiamos unas cuantas frases de cortesía y el hombre me guió hasta una mesa, a pesar de que habíamos hablado sobre comer en la barra. Le acepté su ofrecimiento con una sonrisa, y me senté desabrochando el botón bajo del traje. Miré el exquisito servicio de cristal, los tenedores colocados por tamaños y respiré el dulce aroma que llenaba la estancia. La gente mas tardía estaba ya pasando a los postres y licores. Yo no me demoraría mucho, tenía bastante hambre. Después de la ceremonia de descorche, y la cata del vino, me trajeron mi entrante. Comencé con los caracoles, su sabor viscoso con toques de perejil me animó un poco.

Cuando el día ha sido un asco merece la pena concederse algún capricho.

Traducción*:
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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime29th Mayo 2020, 01:18

El sonido de la voz de una mujer hablando en francés distrajo a Silvaine por un momento, haciéndole mirar en su dirección. La mujer, que en aquellos momentos se encontraba hablando con el maitre, llevaba un veraniego conjunto de un vibrante tono amarillo que resaltaba la tonalidad oscura de su piel mediterránea. Completaba el conjunto con unas cómodas zapatillas de pedrería que no desentonaban con el resto del atuendo y un elegante bolso negro. El sombrero blanco con ribetes negros que llevaba ofrecía un divertido contraste con el conjunto, encontrando su nexo de unión con las piedras de las zapatillas y con el bolso, consiguiendo combinar de una manera ecléctica pero efectiva. No cabía duda de que la mujer no sólo tenía buen gusto sino que no dudaba en tomar decisiones arriesgadas. Seguramente debía de ser una persona muy segura de sí misma.

No estaban lejos de donde Silvaine se encontraba, así que no pudo evitar oír la conversación en su idioma materno:

- ¿Entonces no me lo puede decir? -estaba preguntando ella en aquél momento. Parecía muy emocionada, como una adolescente a punto de asistir a un concierto de su cantante favorito-. Oh, vamos... Cuando le dije a mis hermanas que me venía de vacaciones a Nueva York me aposté con ellas que seguro que me encontraba a algún famoso. ¡Ésta es la ciudad de las películas! La ciudad de Woody Allen, ya sabe... He visto la limusina fuera, y los guardias de seguridad en la puerta del edificio. ¡Sólo quiero que me diga si hay algún actor comiendo aquí! ¿Se imagina que me encuentro a Madonna o a Ethan Hawke? ¡Oh, mis hermanas se morirían de envidia! Se lo ruego, sólo dígame si hay algún famoso aquí...

Miraba al maitre con tal emoción en aquellos bonitos ojos grises que el pobre hombre no fue capaz de resistirse a la tentación de complacer a aquella belleza exótica que no paraba de suplicarle.

- Hum... está bien... -le susurró en ademán conspiratorio-. Pero no le diga a nadie que le he dicho nada... No hay ningún famoso, pero sí que tenemos a un pez gordo... Giacomo Fortunato, el heredero de la fortuna del viejo Don, una de las familias más poderosas de Nueva York. Están cenando allí, en aquél reservado.

El camarero señaló hacia un reservado que se encontraba justo en la línea de visión de la mesa en donde se encontraba Silvaine.

- Oh, bueno -la turista pareció decepcionada-. No es tan emocionante como esperaba, pero supongo que servirá para ganar la apuesta con mis hermanas... -miró apreciativamente a su alrededor-. Parece un lugar agradable. ¿Tenéis mesa libre?

- Me temo que ahora mismo estamos hasta arriba, señorita. Es difícil encontrar mesa sin una reserva. Si no le importa esperar fuera podría avisarla cuando se quede alguna mesa libre.

La mujer miró en derredor de manera analítica y su mirada se detuvo en la solitaria mesa de Silvaine.

- ¿O quizás a ése caballero no le importaría que me sentara a su mesa?

La mujer captó la mirada del francés y le regaló la sonrisa más encantadora del mundo, realzando la natural belleza de sus exóticos rasgos.

- ¿Por favor, monsieur? -imploró.

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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime31st Mayo 2020, 21:57

Levanté la vista cuando escuché una conversación próxima. No solía prestar mucha atención a ese tipo de cosas cuando me relajaba, pero es difícil resistirse cuando se da en tu lengua materna y estás lo bastante lejos de casa como para añorar su sonido. No había muchas oportunidades de escuchar un francés tan perfecto en Estados Unidos. La dueña de esa voz mantenía una animada conversación con el maitre que me había atendido hacía tan sólo unos momentos.

Quedé atrapado por la belleza que desprendía por sus cuatro costados de una sola mirada. Era una mujer despampanante de apariencia europea, tal vez griega, o puede que española. Desde luego parecía mediterránea. El tono dorado tan característico de su piel junto con la densa melena negra eran características de esos países vecinos al suyo. Era imposible pasar por alto su refinado atractivo. Vestida con una ropa sencilla en corte pero atrevida en la elección del color y de accesorios daba la impresión de corresponder a la moda ideada esa misma temporada. Una elección que la mayoría de mujeres educadas para la sobriedad no habrían elegido para ellas, pero que casi conseguía hacer justicia a su magnífica femineidad. Era posible que se tratara de una colección de un diseñador pequeño, pero desde luego la tela y los acabados eran de calidad. Lo más importante de una prenda no es sólo quien la hace, si no cómo ensalza la silueta de quien la lleva, y en cada centímetro de esa indumentaria se leía una voluptuosidad reservada a las irreales diosas que salían en las revistas, con la diferencia de que ella era real y estaba allí, a solo unos pocos metros de mí.

Me retrotraje un instante, lo suficiente como para permitirme fantasear durante unos preciados segundos. Me vi a mí mismo cruzando la mirada con ella en una de esas aburridas fiestas a las que solíamos ir, hecha por alguno de nuestros peces gordos. Me vi aproximándome en mi traje de gala, con un toque sofisticado, ofreciéndole una copa y que me permitiera robarle unos instantes de su compañía. La vi envuelta en un largo y precioso vestido rojo, no se muy bien porqué, pero me pareció que ese color le quedaría fantástico. Nos vi sonriendo en la sala, conversando en la barra, riendo a carcajadas en la terraza, flirteando en el ropero. La vi prendida de mi antebrazo, mientras un coche nos recogía en la puerta, y nos llevaba a mi piso donde...

- Pardon?

Su cercanía me secó la boca en un sólo momento. Estaba allí, mirándome, esperando algo y la situación me cayó como una losa en el estómago. Una cosa es prever un escenario y tener el juego preparado, y otra muy distinta mirar al diablo a los ojos sabiendo que es tu última oportunidad. En mi cabeza saltó como un resorte un comentario de la revista People, que había leído en la sala de espera de mi dentista, hacía un par de semanas.

"Una mujer decide si le interesa un hombre en los primeros siete segundos de interacción con él."

- Faltaría mas, señorita. Desde luego.- tal como ella, en francés.

Aquello me activó aún más que todo el café y las duchas que me había dado durante toda la semana. Me levanté de mi asiento y abroché con rapidez el botón de mi chaqueta, aunque sabía que para sentarme tendría que volverlo a desabrochar casi de inmediato. Me hice a un lado, saqué el asiento mas próximo a donde ella se encontraba en un símbolo de ofrecimiento. El cuerpo me pesaba un quintal e hice todo lo que pude por evitar que se notara y entonces me di cuenta de que mi deseo se había cumplido en las peores circunstancias.

"Merde. Merde, merde, ¡MERDE!" me lamenté para mí.

Estaba cansado, consumido por una jornada interminable de problemas y más problemas. Mi intención no era otra que irme a la cama y ahora... ahora una Afrodita de carne y hueso estaba sentada delante de mi, dispuesta a compartir mi mesa, mientras mi cerebro ralentizado por la falta de sueño y mi cuerpo a punto de ponerse en huelga me boicoteaban lo que podía haber sido una oportunidad de oro. Esperé a que se sentara para poder empujar la silla con delicadeza hacia la mesa.

- Póngale un servicio, por favor. - le pedí al Maitre, que satisfizo mi demanda de inmediato. Si algo tenía El Grenouille era un servicio exquisito. Le tendí la mano derecha, esperando la suya en retorno. - Soy Silvaine Doboise. Un placer, madmoiselle. - no podía decirlo mas en serio. Con un gesto fugaz me llevé su mano a los labios, depositando un beso cortés en dos de sus nudillos. ¿Puedo ofrecerle una copa de vino, Señorita...?dejé el resto en el aire, dándole pie a que se presentara. Luego volví a mi sitio, desabroché mi chaqueta y tomé asiento.

"Bien, bien Silvaine. No te pongas nervioso. Pasa un rato agradable, disfruta de la comida y si la cosa va bien, pídele el teléfono."


Última edición por Mimic el 21st Junio 2020, 23:26, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime13th Junio 2020, 00:48

Caramba, eso sí que no se lo esperaba. Normalmente no tenía problemas para conseguir lo que deseaba de los hombres, pero lo que no había esperado era que el francés se levantara para apartarle el asiento. Otra mujer podría haberse sentido ofendida por aquél gesto de caballerosidad tan anticuado, pero Elektra se había criado en un ambiente en donde aquella clase de comportamientos eran lo habitual, y no podía evitar que el detalle le resultara adorable, especialmente ante su evidente nerviosismo. Mientras aceptaba la silla que le ofrecían, Elektra se tomó un momento para tratar de recordar cuándo era la última vez que la habían tratado de una manera tan elegante... ¿nunca? Cuando había conocido a Matt no eran más que críos, y por así decirlo los círculos en los que se había movido desde entonces no eran los más adecuados para las conductas galantes.

Inicialmente apenas se había fijado en Silvaine; para ella no había supuesto más que una herramienta para un fin, pero ahora, mientras el hombre se presentaba, le observaba con nuevos ojos, tomando buena nota de lo que tenia ante sí. Se mordió levemente el labio inferior al darse cuenta de que era justo su tipo: enorme, hombros anchos, mandíbula cuadrada, extremadamente viril y masculino. Seguro que era de los que tenían el pecho cubierto de pelo debajo de aquél exquisito traje, y, sin querer, se encontró fantaseando con averiguarlo. Siempre había tenido la libido alta, y, con el tiempo, había convertido el sexo en una especie de refugio para la locura sangrienta que solía ser su día a día. Entre las sábanas encontraba la calidez que arrebataba a sus víctimas en su trabajo. Era el único contacto humano al que podía acceder por culpa de la persecución de La Mano, la única manera en la que podía desfogar sus frustraciones y alcanzar algo de consuelo, aunque sólo durara unas horas.

A su mirada apreciativa le siguió una sonrisa gatuna al ver cómo tomaba su mano para depositar un suave beso en sus nudillos. Ok... si lo de la silla ya era raro en aquél mundo, aquello ya era directamente de otro mundo. En serio... ¿de qué sueño se había escapado aquél hombre y dónde había estado todo aquél tiempo?

- Y dicen que la caballerosidad ha muerto... -ronroneó, en un francés perfecto. Su mirada gris podía ser fría como el acero, pero en aquellos momentos era tan suave y cálida como el terciopelo mientras observaba cómo se desabrochaba de nuevo el botón de su chaqueta para tomar asiento sin tratar de disimular en ningún momento que le gustaba lo que veía. El papel de chica recatada y tímida que se quedaba esperando a que el hombre diera el primer paso no iba con ella; Elektra siempre tenía muy claro lo que quería, y no dudaba nunca en tomarlo-. Silvaine... -repitió, saboreando cada sílaba con una cadencia lenta que resultaba incluso seductora, sin dejar de mirarle-. Es un nombre poco común. ¿Tiene algo que ver con el dios romano de los bosques, Silvano? Sería gracioso, porque... no me pareces un chico de campo.

Sin cortarse un pelo alargó la mano para coger un caracol del plato de Silvaine y llevárselo a los labios, chupando lentamente su contenido sin apartar la mirada de la de él.

- Me parece apropiado... -contestó ante su sugerencia-. Un sacrificio de vino para el Dios romano...

Tras decir ésto le miró de arriba abajo y sonrió. Tampoco era de las que pensaban que el terreno de los piropos tuviera que ser exclusivamente masculino, y dado que él había sido el que había iniciado las galanterías esperaba no estar fuera de lugar.

- Mi nombre también es poco común: Elektra. Quizá estés familiarizado con el mito...

Elektra nunca, nunca daba su nombre real cuando estaba de incógnito en alguna misión rastreando a una presa. Jamás. No sabía por qué ésta vez había incumplido su propia norma. Por alguna razón le había apetecido ser sincera respecto a su identidad. Total... ¿cuántas probabilidades había de que un hombre de negocios como aquél estuviera al tanto de las actividades de la temible asesina ninja? Y aunque conociera a su álter ego dudaba mucho que pudiera relacionarla con ella.

Bien... las cartas ya estaban sobre la mesa, y ella había dejado muy claras cuáles eran sus intenciones: que disfrutaría infinitamente arrancándole los botones de la camisa con sus dientes. Ahora podían pasar dos cosas, y, en realidad, las dos le venían bien: si se asustaba y salía corriendo podría continuar vigilando el reservado y terminar el trabajo. Y, si era lo suficientemente valiente como para no huir de una mujer atrevida y segura de sí misma como ella, podrían disfrutar de la cena e intercambiar números para otra vez.

La griega se moría de ganas por saber qué iba a ser.

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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime22nd Junio 2020, 00:06

- Espero que no. De ser así tendré que cambiar de médico de inmediato. - intenté sonar divertido y encantador, aunque no tenía todas conmigo sobre si lo había conseguido o no. Tal vez podría estar en paz si el comentario le parecía sólo algo estúpido y desacertado, pero no lo bastante como para levantarse y marcharse.

"¡Vamos hombre, lo puedes hacer mejor!" me maldije, justo antes de que paladeara mi nombre... A mi se me erizó el vello de la nuca como si nunca hubiera escuchado esa palabra. Entonces noté que me bloqueaba. Le habría pedido que me lo dijera otra vez de no saber que habría sido una absoluta vulgaridad. No tenía idea de cómo lo había hecho, pero sentí envidia de mi propio nombre por haber sonado así. Volví en cuanto detecté la pregunta, haciendo el mayor ejercicio mental de esa semana desde el desastre que acababa de arreglar en la oficina. Todas mis neuronas puestas en esa conversación.

- La verdad es que creo que se debe a uno de mis predecesores, aunque nunca he indagado tanto en el origen. - mis ojos siguieron su movimiento cuando cogió uno de los caracoles y se lo llevó a la boca en un gesto que me pareció provocativo a mas no poder. No apartó la mirada de mí e hice un ejercicio de autocontrol inmenso para evitar por todos los medios no quedarme allí boquiabierto, y tratar de bajar la bola que se me había hecho en la garganta. Creo que conseguí solventar la situación con cierta dignidad, pero esa mujer... era una seductora nata. Me miró de arriba a abajo sin vergüenza y me hizo sentir algo expuesto. Aunque me había arreglado sabía que mi aspecto no era el mejor. Es difícil parecer fresco cuando hace días que no duermes.

Necesitaba ser capaz de sobreponerme, aunque no pude evitar que un pensamiento me surcara la mente. En esos círculos se movían pocas mujeres con ese aspecto que además tuvieran un temperamento provocador tan claro. A menos que... ¿Se trataría de una profesional?

No es que me sintiera incómodo con la idea, pero no estaba a favor del consumo de mujeres de ese modo. Para mi lamento, había conocido a algunas jóvenes directas de la trata de personas, y eso le quita a uno las ganas hasta de consumir pornografía. Si era honesto conmigo mismo, sabía que podía resultar alguien atractivo sobretodo si a la persona le atraía el dinero o la posición social, pero no lo bastante como para que una mujer como ella tuviera un interés tan genuino en mi. Ni que fuera yo Bruce Wayne.

De todos modos prefería no caer en conclusiones precipitadas. Si tenía que darse la conversación incómoda, ya se daría. De momento prefería creer que cada palabra venía de algún lugar de interés genuino, y que esas miradas voraces perseguían mi piel y no mi dinero.

Me sentí abrumado de que ella llevara la voz cantante, tan acostumbrado como estaba a otro tipo de comportamiento. Para mi sorpresa, mi incomodidad procedía de que la seguridad que destilaba parecía mermar la mía. Sin embargo, mis apetitos continuaban intactos, a pesar del cansancio.

- Elektra. La hija de Agamenón y también su vengadora. - quizá podría aprovechar el pie de su apreciación sobre mi. - ¿Es un nombre acertado para ti?- sin miedo a tutearla, ya que ella lo había hecho primero. Quizá así conseguiría relajarme un poco, aunque mi guardia seguía alta para intentar no aparentar aburrimiento o decir algo inapropiado.

En ese momento llegó el maitre, sirvió a la mujer una copa de buen vino, y le preguntó su comanda. En cuanto estuvo servida, levanté mi propia copa y la alcé dispuesto a hacer un pequeño brindis con ella.

- ¿Me permites brindar por una sorpresa muy agradable, Elektra?- dejé en sus manos el tintineo, si le parecía bien. Bebí un sorbo de vino, me aclaré la voz y traté de ordenar mis pensamientos mientras hacía un pequeño ejercicio para encarrilarlos. Miré mis cubiertos, dispuestos en orden, y pensé a qué correspondía cada uno, antes de devolverle la mirada a ella de nuevo. Sus ojos enmarcados en un bosque de pestañas oscuras parecían incluso más profundos. - Hablas un francés impecable. ¿No serás francesa por casualidad? - pregunté, aunque ya me había hecho mis propias elucubraciones, y a causa del nombre, estaría dispuesta a apostar mi mejor cliente a que debía ser griega. - ¿Qué te trae por Nueva York, trabajo o placer?
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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime5th Julio 2020, 01:22

No se esperaba aquella respuesta. Le pareció bastante más ocurrente que la media de frases de ligoteo que habían intentado usar con ella. Esbozó una sonrisa genuina mientras observaba con cierta diversión cómo el lenguaje corporal del moreno delataba que sus avances habían hecho mella. Estaba acostumbrada al efecto que inspiraba en los hombres, pero nunca dejaba de resultarle estimulante. En La Mano la habían tratado como a un ser inferior por ser mujer, prácticamente la consideraban una puta, y eran varios los que habían intentado abusar de ella. Cuando salió de allí se juró a sí misma que jamás volvería a dejarse someter por ningún hombre, y que no permitiría que ninguno volviera a tomar las riendas de su vida. Por eso siempre le gustaba ser ella la que llevara la voz cantante. Los hombres se volvían criaturas muy básicas cuando se trataba de sexo, y ella disfrutaba sobremanera de la sensación de poder que le producía tenerlos a su completa merced cuando estaban en la cama. Salvando las distancias, era parecido a cuando los tenía indefensos al otro extremo de su sai. Ella tenía el control de la situación, y disfrutaba sabiendo que no podían defenderse. Sin poder evitarlo desnudó a Silvaine con la mente, imaginándose cómo sería tenerlo en su cama, ajena por completo a las desacertadas conclusiones que el francés estaba hilando por su parte. De haber podido leerle el pensamiento posiblemente se habría indignado, no porque la confundiera con una prostituta, sino por la absurda creencia arraigada en el inconsciente colectivo de que las mujeres no podían tener una libido semejante a la de los hombres o disfrutar del sexo por el mero placer de hacerlo, sin ninguna otra motivación. Por alguna razón, el comportamiento del que estaba haciendo gala se consideraría natural si ella fuese un hombre, pero de una mujer se esperaba que se mostrarara tímida y recatada y que aguardara a que fuera el otro el que hiciera los avances. Bueno... que pensaran y juzgaran cuanto quisieran. Si a Elektra le importara un ápice lo que la gente opinara de ella se habría molestado en llevar una máscara o en ocultar su identidad cuando hacía su trabajo, pero no lo hacía.

Cuando le preguntó si el significado de su nombre era apropiado para ella, su rostro se ensombreció durante un brevísimo instante.

- No te haces una idea -respondió. Pero entonces, antes de que el francés pudiera empezar a hacer elucubraciones y/o cábalas sobre lo que había querido decir, la oscuridad desapareció al momento mientras se llevaba una mano al pecho en ademán dramático y comenzaba a declamar:- ¡Para vengar el asesinato de mi padre, maté! ¡Oh, cómo maté! Y así, las furias de la venganza y la culpa me persiguieron y acosaron. Entonces me fue ofrecida la oportunidad de que mi padre se levantara de su tumba. ¿Pero no causaría eso acaso aún más ofensa a los dioses? ¿No haría eso que las furias estuvieran aún más furiosas?

Se rió, recogiendo la copa de vino que en esos momentos le servía el maitre y llevándosela a los labios después de indicar que le trajera lo mismo que había pedido él.

- Soy bailarina profesional -explicó-. Danza clásica. Solía trabajar en un teatro que se llamaba "El Griego" en el que reproducíamos mitos de la mitología clásica, aquí en Nueva York. Sí, lo sé, el dueño del teatro no fue muy original con el nombre -bromeó haciendo un gesto con la mano-. Yo era directora de escena y coreógrafa, además de bailarina principal. Me ocupaba entre otras cosas de adaptar los libretos intentando aportar una perspectiva más feminista y actual en unas obras que han quedado ya muy desfasadas pero que aún a día de hoy siguen apelando a emociones, sentimientos e instintos atávicos del ser humano. Por ejemplo, en el mito de Elektra era ella, y no su hermano Orestez, la que vengaba a su padre matando a Clytemnestra, por intentar darle un papel más activo a la mujer. Mi nombre escénico era Epsilon, no sé si te sonará. Hará un par de años que cerró el teatro. Que por cierto, también tengo un hermano llamado Orestez -se echó a reír-. Digamos que mis padres estaban un poco obsesionados con la mitología, y la verdad es que ha estado presente durante toda mi infancia. Mi padre me leía mitos adaptados en lugar de cuentos a la hora de dormir.

El maitre les trajo el plato de langosta y Silvaine propuso un brindis. La expresión de ella se dulcificó al escucharlo.

- Por una sorpresa agradable -repitió al brindar.

Muy a su pesar notó cómo el rubor le subía por las mejillas y trató de disimularlo bebiendo de la copa. Era tan agradable estar así... Teniendo una cena normal, con un hombre guapo y caballeroso que no tenía la menor idea de lo que ocultaba en el bolso y que seguramente era incluso de los que insistían en acompañarte a tu casa ante el dulce desconocimiento de lo que ella era capaz de hacer. De lo que disfrutaba haciendo. Muchas veces había jugueteado con la posibilidad de retirarse, dejarlo todo y llevar una vida normal. El período como bailarina del que le había hablado había pertenecido a una de esas etapas. Pero al final, todos sus intentos por redimirse terminaban en un baño de sangre, y las personas que cometían el error de acercarse a ella, acababan invariablemente muertas. En aquella ocasión, Mac había estado en el lugar de Silvaine. Elektra se obligó a recordarle moribundo y agonizante en la habitación del hospital después del "tratamiento" que le había dado La Mano buscándola a ella. No podía ser... Nunca podría tener una relación normal. No debía encariñarse demasiado con Silvaine. Lo máximo para lo que podría servirle sería para una noche, nada más.

- Pues... por si no había quedado claro después del rollo que te he soltado, soy griega -respondió con una sonrisa-. Pero he tenido una buena educación y hablo fluidamente varios idiomas. Estudié derecho aquí mismo en Manhattan, pero nunca me gustó. Siempre me atrajo más el arte: la danza, la pintura... Pero ya sabes cómo son los padres de clase alta. Parecen creer que el arte es cosa de hippies y que te hará morirte de hambre, y que las únicas profesiones dignas son aquellas capaces de mantener tu estatus; arquitecto, médico, abogado... Pero en fin. Nunca fui a la academia de danza pero terminé formándome yo misma de manera autodidacta. ¿Y tú qué? ¿A qué te dedicas? Por la calidad del traje diría que a algo que mi padre habría aprobado -bromeó sin poder evitar la picardía en la mirada.

Al oír la última pregunta le dirigió una sonrisa enigmática.

- Por trabajo, pero en mi caso, ambos conceptos suelen ir casi siempre unidos...

Posiblemente Silvaine lo interpretaría como que disfrutaba de su profesión, lo cual era, técnicamente, correcto.

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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime14th Septiembre 2020, 02:48

Elektra  se puso a recitar, y la contemplé con fascinación. Siempre había sido muy aficionado al teatro. Si era honesto conmigo mismo, la ópera había empezado a gustarme más en los últimos tiempos, pero había algo de encantador en el teatro que seguía dejándome un dulce regusto siempre que iba. No estaba seguro de qué fragmento estaría recitando, pero lo hizo con una soltura que le dejó claro no solo su capacidad para interpretar, sino también para memorizar. Las obras de teatro tradicional no tenían textos sencillos, y aquel parecía uno muy elaborado y pasional. Quizá parte de una tragedia en el momento de su mayor clímax. Así que cuando terminó le dediqué unas cuantas palmadas rítmicas en bajo, para no perturbar al resto de comensales que aún estaban apurando sus segundos y postres, antes de volver a sus apartamentos de lujo.

- Impresionante.

Algo me encajó en la cabeza en el momento en que explicó que era bailarina profesional. Explicaba muchas cosas: sus dotes artísticas, lo tonificado que era su cuerpo, su dominio para el lenguaje corporal, y esa femineidad sensual con que solían moverse las personas que eran capaces de transmitir cada emoción con su cuerpo. Hizo algo de hincapié en la curiosa historia de su familia, que sentía una gran pasión por la mitología griega, lo cual no hacía más que completar la imagen que estaba generando sobre ella en mi mente, y en cierto modo, alimentando aún mas mis ganas de conocerla. Ahora no había mucha más opción que tomar el riesgo de pedirle su teléfono una vez terminara la cena. Tal vez durante los postres, si es que una diosa como ella se permitía ese tipo de cosas. No todas lo hacían, y era algo que lamentaba, pero que comprendía. El mundo es despiadado cuando tu cuerpo no obedece a lo que resulta hermoso para la vista, aunque conseguirlo sea doloroso en cada parte del proceso.

- Oh, sí. Créeme que lo sé bien. - dije haciendo un aspaviento con la cabeza, mientras cogía mi copa para darle un trago. Yo mismo había pasado las tragedias de tener sueños durante la adolescencia, y que estos ni siquiera fueran tomados en consideración por el efecto que pudiera tener en mis padres. - Aún más impresionante. La danza requiere una disciplina inmensa. No sé cómo la gente es capaz de hacer ese tipo de cosas. Tampoco he entendido nunca cómo alguien decide de pronto que tocará un instrumento, y aprende con vídeos o libros hasta convertirse en verdaderos maestros. Es un milagro que casi todos pasamos por alto.- no pude evitar reírme hacia la apreciación. Si. Muchos padres habrían estado dispuestos a considerarme como yerno. De hecho resultaba incómodo cómo se les veía a la legua cuando vivía todas esas fiestas en las que mis padres insistían en presentarte a toda jovencita viviente que viniera de una academia similar o superior a la que yo estudiaba. Les faltaba poco más que esposarte a su muñeca. - No es tan fascinante como lo tuyo. Soy Brokr de bolsa. Es un trabajo arriesgado y en el que si tienes talento se puede ganar un buen dinero. Claro que a veces se trabaja 20 horas al día, y lo de dormir es una fantasía que sólo disfrutan algunos privilegiados. - sonreí. La comanda de Elektra apareció sobre la mesa, justo a tiempo de que la mía no se enfriara a causa de la espera. Después de agradece la rapidez que haría crecer la propina, volvió a alejarse de nosotros dejándonos inmersos de nuevo en la conversación. - La verdad es que la cosa se ha complicado mucho con todo el asunto de lo que los expertos llaman “La colisión”. Ha resultado muy difícil ponerse al día cuando la mitad de las corporaciones que hay ahora no existían para nosotros hace unos meses, algunas de ellas millonarias. Bien es cierto que según los últimos recuentos casi se ha doblado el capital mundial, pero es algo que ha creado una diferencia aún mayor en los países pobres, ampliando un abismo de desigualdad aún más brutal que el que había antes. - me di cuenta de que sin pretenderlo había entrado a discutir temas que muchos consideraban aburridos. - Ah, disculpa. Me paso tanto tiempo trabajando que se me mete hasta el último rincón del cerebro. - terminé mi parte de los caracoles, asegurándome de que dejaba la mitad para mi deliciosa acompañante. - Mi tiempo libre es limitado, pero aún puedo disfrutar de algunas cosas. Practico boxeo y mis bebés me mantienen ocupado. Son dos doberman pura raza. Se llaman Robespierre y Tautou. Me encanta sacarles de paseo, y suelo entrenar un rato con ellos para que aprendan disciplina. Saben hacer todas esas cosas que un perro bien entrenado debe hacer, y algún que otro truco más. Me hacen muchísima compañía. - procuré no enseñarle fotos de ellos. No estaba lo bastante mayor como para ser uno de esos.

Cuando dejó flotar esa última frase enigmática y en cierto modo sugerente, mastiqué un bocado pequeño de la langosta al estilo americano, me sequé la boca con la servilleta con delicadeza, y tomé un trago de vino porque las ideas que me surcaron la cabeza me secaron la boca de golpe de nuevo. El cuerpo no iba a ser capaz de seguirme el ritmo, y eso era lo que más rabia me daba de toda la situación. Estaba empezando a pensar que no es que ella tratara de ser sugerente, si no que lo era sin más. Podría haberla visto doblando calcetines o reponiendo un rollo de papel higiénico y me habría parecido la actividad más erótica del mundo. Había personas que desbordaban seguridad, otras carisma, o empatía. Se trataba de un don natural que formaba tan parte de esas personas como el color de sus ojos o su altura. Me permití observar con un poco de detenimiento a Elektra, su mirada felina llena de misterio, sus labios llenos de promesas, su sedosa melena negra y su piel aceitunada que parecía suave como la seda.

Quizá la seducción era su talento natural.

- ¿qué hay de ti? ¿Alguna pasión a la que dediques tu tiempo cuando no estás actuando o bailando?- la verdad es que me daba curiosidad. - Es una lástima que cerraran el local en el que actuabas. Me habría encantado asistir a una de tus obras. Es algo que me apasiona, y desde las más experimentales hasta las más populares, es difícil que no disfrute del teatro. Admito que mi gusto por la ópera es bastante más reciente, pero aún así no ha llegado a eclipsar mi gusto por el quinto y sexto arte. Aunque reconozco que esa acepción ya se queda algo obsoleta. El teatro merecería su propia categoría. - puntualicé antes de continuar comiendo, pero sin perder detalle de todo lo que Elektra tenía que ofrecer, desde sus deliciosas palabras que parecían aumentar el placer de la comida, hasta sus evocadores gestos. Tenía que admitir que su compañía era el mejor aderezo para la ocasión.
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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime26th Septiembre 2020, 20:22

- Bueno... Estoy acostumbrada a la disciplina -la mirada de la griega se tornó ausente durante un instante, con el tenedor picando distraídamente de su plato-. Mi madre murió estando embarazada de mí y mi padre era un hombre muy importante, y solía hacer fiestas a las que acudían líderes y diplomáticos de todo el mundo. Me enseñaron a cumplir mi papel; permanecer calladita en un rincón, tocar el piano para que todo el mundo viera lo bien educada que estaba... que sabía cuál era mi lugar -se metió un trozo de la langosta en la boca, recordando aquellos días en los que se había sentido el ser más insignificante del planeta, preguntándose si gritar sería suficiente para que alguien reparase en ella-. Además, mi padre estaba siempre preocupado por mi seguridad, así que a los nueve años me asignó un sensei para aprender artes marciales.

Se encogió de hombros como si fuese lo más normal del mundo. Él empezó a hablar de su profesión y ella le escuchaba con interés, pero justo en ese momento vio como un hombre calvo que llevaba un rato hablando por teléfono a la salida del restaurante colgaba y entraba en el restaurante, dirigiéndose hacia el reservado. Era otro de los miembros de la familia Fortunato, y, aunque no lo había demostrado en ningún momento, Elektra no le había perdido de vista ni un sólo instante. La griega se preguntó qué clase de negocios se traerían entre manos...

- Ah, disculpa. Me paso tanto tiempo trabajando que se me mete hasta el último rincón del cerebro.

La disculpa del francés la hizo volver a la realidad con un sobresalto.

- ¿Qué? No, no, perdóname tú, me he distraído pero no tenía nada que ver con tu trabajo. Me resulta fascinante, en serio. Y es genial cuando disfrutas tanto con tu trabajo que te olvidas de todo lo demás. A mí también me pasa -extendió una mano por encima de la mesa para acariciar el brazo del hombre, en un primer amago de contacto físico mientras le dedicaba una sonrisa sincera de disculpa-. Dormir está sobrevalorado, ¿no crees? -añadió después, y la manera en la que pronunció aquellas palabras quedó flotando entre los dos, dejando la duda de si encerraban un doble sentido detrás o si simplemente estaba apoyando su argumento anterior.

Silvaine tenía razón... Aquella mujer parecía haber nacido para ser seductora, incluso aunque no se lo propusiera...

Cuando él le dijo que practicaba boxeo, el interés de ella aumentó de manera exponencial. A algunas mujeres les atraían los uniformes, otras tenían un fetiche con los bomberos, pero la debilidad de Elektra siempre eran los boxeadores. Sus dos mayores amores lo habían sido. No sabía por qué, pero los dos habían compartido una forma de ser franca, directa y honesta que quizá iba con la profesión. Se preguntó si el hombre que se sentaba ante ella compartiría aquellas virtudes.

- ¿De verdad? -inquirió-. Siempre me ha gustado el boxeo, aunque mi estilo de combate es bastante diferente, pero tiene algo que me resulta... atrayente -finalizó, observando intensamente a Silvaine entre sus largas pestañas mientras se terminaba la langosta-. ¿A qué gimnasio vas? Creo que me gustaría ir a verte un día. Quizá incluso podríamos entrenar juntos...

Una vez más aquél maldito tono acompañado de aquella mirada sugerente que no dejaba claro si se estaba refiriendo a un entrenamiento real o a otro tipo de actividad física... ¿O a ambas cosas a la vez?

Asintió cuando le habló de los perros, apoyando el mentón en la mano mientras esperaba a que les retiraran los platos vacíos y les trajeran la carta de postres.

- Yo también tenía un perro cuando era pequeña -sonrió-. Era un Collie de pelo corto marrón. Mi padre siempre estaba viajando por su trabajo y yo pasaba mucho tiempo sola, así que siempre me traía regalos cuando llegaba a casa. A veces podía ser algo tan simple como una flor recogida al borde del camino, o una historia de su último viaje... O un pedazo de ámbar que parecía brillar al capturar los rayos del sol -con expresión melancólica pasó el dedo por el borde de su copa de vino-. Pero ninguno alegró tanto mi corazón como aquél perro. Pasaba mucho tiempo sola, así que me hacía mucha compañía. Me encantaba correr y jugar con él... -en aquél momento pareció ocurrírsele algo y su mirada volvió a recuperar aquél brillo malicioso tan característico-. Si adivinas cómo se llamaba te doy mi número de teléfono... y quizás algo más... -añadió con una sonrisita traviesa.

El maitre llegó con la carta de postres y Elektra le echó un vistazo.

- Une Crêpe Suzette, s'il vous plaît -pidió antes de devolver el menú.

Se echó a reír cuando lanzó su última pregunta.

- Pues... la verdad es que soy una mujer de muchas pasiones -le miró, divertida-. Pero venga, va, te diré una -se inclinó hacia adelante regalándole sin pretenderlo una generosa visión de su escote para poder susurrarle en ademán confidencial-: Me gusta salir por las noches a hacer parkour... -se volvió a echar hacia atrás en el asiento y le sonrió-. Me excita sentir el aire frío en la cara cuando salto desde mucha altura. La sensación de peligro, el riesgo, la adrenalina... Puede llegar a ser muy... liberador. ¿Sabes lo que quiero decir?

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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime16th Noviembre 2020, 02:18

Artes marciales. Parecía una disciplina extraña que enseñar a una chica de una familia bien. Del entorno del que yo vivía cualquiera hubiera preferido gastar 22.000 dólares al año en proteger a la flor de la familia que en enseñarla a protegerse por sí misma. De hecho había muchas disciplinas que los padres les vetaban porque no las consideraban lo bastante distinguidas. Si querías tocar un instrumento, inscribirte en pádel o aprender vela nadie ponía el grito en el cielo. Cuando tu hijo quería ser bailarín profesional o tu hija levantadora de pesas, entonces era cuando trataban de sacarte las ideas locas de la cabeza. La de veces que había oído a los padres de mis compañeros hacer "sugerencias" del tipo "Un Chello es mucho mejor que una batería" o "¿No preferirías hacer esgrima o hípica, en lugar de pinpon?". Si por cada una me hubieran dado 1000$ tendría suficiente dinero para vivir sin trabajar ni un día más hasta los 100 años.

Se disculpó conmigo, retomando el interés. Parecía que la había perdido por un momento, pero sus maneras eran educadas y se disculpó por ello. Intentó confortarme, pero si quería mantener su atención haría bien en dirigir la conversación hacia temas que de verdad pudieran serle de interés. No era la primera que denotaba su indiferencia en el sector laboral y no la culpaba. Había días en los que ni yo aguantaba escuchar a mis compañeros hablando de sus logros, sus métodos o sus procesos.

Me dirigió de nuevo esa mirada, y sentí el suave peso de su mano cálida en mi brazo. Asentí tragando saliva y noté un suave hormigueo bajarme por la ingle.

Quizá si. Quizá estaba sobrevalorado. Tal vez podría olvidarme de mi cansancio e invitarla a mi apartamento. Nos daríamos una ducha caliente y húmeda, nos tomaríamos una copa y...

Sabía que esos eran pensamientos impulsivos, pero hay cosas que un hombre puede aguantar y otras que no. Por mucho que me doliera admitirlo aquella mujer estaba tirando de las cuerdas oportunas para tenerme bailando a su son. Me mantenía agarrado como un pez que ha picado el anzuelo y piensa que va a poder resistirse tirando con fuerza, pero en el fondo era una cuestión de maña y Elektra parecía tener las mismas cualidades manuales que Arane. Me iba a ser muy difícil seguir resistiéndome a caer en la tela que estaba envolviendo en torno a mí. Se ceñía poco a poco con tanta soltura de una manera elegante y cautivadora que cuando quisiera darme cuenta sería incapaz de desenredarme, no tanto porque no pudiera, si no porque ya no querría.

- Suelo entrenar en casa con un entrenador personal, pero es cierto que a veces me dejo caer por uno que hay bastante cerca de mi despacho. Hay que sacar tiempo de donde uno puede. - bebí un poco de vino y su calor me dió mas fuerzas de las que me habría gustado. - Podrías dejarme ser tu Sparring, y así no tendrías que contenerte. Siempre estoy dispuesto para ir fuerte. - me lamenté de aquellas palabras nada más decirlas. ¿Había sido demasiado rudo? ¿Demasiado directo? No solía ser mi estilo, claro que las mujeres a las que yo solía interesar y que me habían llamado la atención tenían otras formas. El seducirlas de una manera cortés y cordial llevando la voz cantante parecía casi una imposición. Elektra le había dado la vuelta al juego, y no sabía hasta qué punto sus palabras guardaban dobles sentidos. Era mucho más claro cuando era yo quien los hacía, y sabía que de haber insinuado algo así desde el principio habría recibido una mirada reprobatoria por parte de la mayoría de mujeres. Pero una parte de mi sentía que eso era lo que ella había estado haciendo conmigo desde el principio de la noche. Arrojando pequeñas miguitas, buscando que me alejara poco a poco del camino conocido hasta que me encontrara con la tentadora casita de caramelo.

- Esos pequeños recuerdos son los que al final tienen más valor. Nadie sabrá ver en ese trozo de ámbar o en esa flor lo que tu eres capaz de leer en ellos. Son meros objetos, pero solo tú sabes que son mucho mas. Es como tener un secreto a plena vista. - volví a mi propia pista por un momento, compartiendo con ella un instante de mi perspectiva romántica. No estaba muy acostumbrado a expresar ese tipo de cosas. Había muchas mujeres para las que ser varonil no incluía tener sensibilidad. Entonces llegó el que tenía que ser el cúlmen de la noche, y mentiría si no dijera que mi corazón palpitó con más rapidez cuando la perspectiva se hizo realidad en sus palabras. Paso a paso. - Es tentador y yo sería tonto si desaprovechara una oportunidad de este calibre. Aunque me pregunto si habrá algo que yo pueda hacer para recibir alguna clase de directriz que me dirija hacia la respuesta correcta. - dejé caer como si no fuera evidente que le pedía una pista. - Hay algo que debes saber de mi. Soy todo un perfeccionista. Si tengo la oportunidad de decirlo a la primera, tengo que intentarlo. - le sugerí esta vez yo con picardía.

¿Cuánto vino había bebido? ¿O era que mis modos estaban tratando de seguir a mi descocada acompañante? No lo sabía, pero esperaba de verdad que su adivinanza fuera cierta. En este momento, en esta mesa, en este restaurante, no se me ocurría nada con más valor que la combinación de dígitos oportuna que haría sonar al otro lado del teléfono ese ronroneo de miel que tenía por voz la diosa que estaba sentada frente a mi.

- Crème Brûlée, s'il vous plaît - funcioné en automático. Aunque la verdad me vendría bien poder romper algo, aunque fuese la cubierta de mi postre. Dejar salir un poco de la tensión que empezaba a acumularse en el torso y el bajo vientre.

Tuve que hacer un esfuerzo por contenerme para no mirar su escote cuando se inclinó hacia mí, y aún más cuando se aproximó para compartir conmigo esa confidencia. Ya no dudaba. Esa mujer pretendía volverme loco. Estaba mas convencido con cada gesto, cada palabra, cada mirada. Hasta me hizo odiar por un segundo el trabajo, al que hice responsable directo de la pésima condición de mi cuerpo que me impedía cogerla en mis brazos y sacarla de allí en ese mismo instante. La habría devorado sobre esa mesa si no hubiera tenido nociones de la educación, intimidad y protocolo.

- A la perfección. - carraspeé. Empezaba a apretarme la corbata, pero de ningún modo pensaba aflojármela. No en la primera cita. Una imagen de la misma abrazando las muñecas de Elektra y el cabecero de mi cama me sobrevolaron la mente. Mi cuerpo estaba abotargado, pero el cerebro me funcionaba a la perfección. Demasiado bien, me parecía a mi. - ¿Por donde practicas algo así en una ciudad como esta? no me digas que lo haces en los rascacielos. - traté de dirigir la conversación hacia sus intereses de nuevo.

Los míos, mi mente ya los había dejado claros. Tenía que conseguir ese teléfono.
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MensajeTema: Re: Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios]   Porqué a mi. (18/08/2018) [Elektra Nachtios] Icon_minitime2nd Enero 2021, 01:56

Una sonrisita maliciosa se dibujó en los labios de la griega mientras se metía el tenedor de langosta en la boca al escuchar su sugerencia, disipando por completo cualquier duda que pudiera quedarle al hombre sobre si habría sido demasiado rudo o directo. El brillo de su mirada dejaba más que claro que estaba encantada con la propuesta.

- Me encantaría, Silvaine, a mí también me gusta jugar duro. No te haces una idea de cuánto -el tenedor salió de su boca tras un leve sonido de succión y la mujer se limpió con la toallita perfumada sin dejar de mirarle a los ojos-. Incluso podría enseñarte algunas lecciones de Kung Fu... ¿Qué te parecería eso?

Un secreto a plena vista... ¿Llegaría alguna vez a darse cuenta de que ella era ese secreto que no se había molestado en ocultar? Era curioso, pero no le había contado ni una sola mentira desde que se había sentado con él a aquella mesa, sólo verdades parciales, y eso era algo que no recordaba haber hecho desde hacía décadas, especialmente con un completo desconocido. Ni siquiera le había ocultado su nombre, y, sin embargo, posiblemente el hombre se iría a la cama aquella noche sin saber que había estado flirteando con la muerte... Afortunadamente para él, no la suya.

Definitivamente a Elektra le gustaba aquél hombre. Le estaba gustando mucho, demasiado. Le gustaba su aspecto físico, tan rudo y varonil, le gustaban sus aficiones compartidas y por encima de todo le gustaba su forma de ser. Siempre le habían atraído los hombres románticos, no sabía por qué ya que ella nunca se había caracterizado especialmente por serlo. Aunque, quizás, era precisamente por eso.

A la griega no le gustaban las flores cortadas, le parecía como regalar cadáveres en lenta descomposición, y, sin embargo, nunca podría olvidar el día en el que Matt le había regalado aquella rosa roja a la salida de la biblioteca de la universidad. ¡Oh, cuán hermosa le había parecido entonces aquella flor muerta! Silvaine parecía tener aquella misma clase de sensibilidad, una sensibilidad que cada vez brillaba más por su ausencia entre los hombres.

El mâitre llegó para tomar nota de sus postres y ella le miró intensamente al escuchar su pedido. Naranjas, azúcar y fuego... Había pocas cosas que pudieran describirla mejor que aquella composición tan mediterránea. Y, lo que él había pedido era, en esencia, lo mismo. Tres palabras que abrían la puerta al festival de sabores que encerraban los pliegues de aquél apetitoso postre que encarnaba la esencia del placer adulto. ¿Podía ser que hasta en eso fueran compatibles? ¿Había algo en lo que no encajaran? A la morena se le ocurrían un par de cosas, claro. El trabajo, por ejemplo. O su adicción al asesinato. Éntonces él le pidió una pista y ella se sonrió.

- ¿Así que... un perfeccionista? -repitió, y la manera en la que le miró habría podido sonrojar a cualquiera-. Espero que demuestres el mismo tesón para todo, Silvaine... -dijo con una risa suave.

El camarero no tardó en regresar con un carrito sobre el que descansaban ambos postres; la crème brûlée, con la superficie espolvoreada con azúcar moreno que esperaba el beso del fuego, y los crêpes emplatados en una fuente metálica. Con gran ceremonia, el mâitre destapó una botella de Cointreau y bañó los crêpes con el licor antes de flambearlos con un soplete de cocina cuyas llamas lamieron a continuación la crème brûlée de Silvaine, refejándose en los penetrantes y profundos ojos de la griega, que no dejaba de mirar al francés. El agradable olor a piel de naranja y vainilla invadió de inmediato sus fosas nasales, y, cuando la cuchara de Silvaine quebró la capa crujiente de caramelo, una consistencia cremosa con una mezcla increíble de sabores explotó en su paladar.

- ¿En los rascacielos? -Elektra se echó a reír de buen grado, y pronunció la que, posiblemente, sería su primera mentira de la noche, aunque para ella no era más que una parte más del excitante intercambio repleto de ambigüedades que llevaban manteniendo desde el principio-: No, hombre, no... ¿Cómo sería eso posible? Habría que ser un superhéroe o algo... ¿no? -inquirió con fingida inocencia mientras chupaba golosa los restos de helado de vainilla de su cuchara-. No... Hay multitud de lugares habilitados para ello en la ciudad, normalmente dentro de los propios parques, aunque se pueden usar las características físicas del entorno, como bancos, barandillas, fuentes... A mí me gusta mucho recorrer la zona del puente TriBeCa y la orilla del río, y el Battery Park City. Las vistas son muy bonitas, especialmente al atardecer...

Elektra se permitió unos minutos para regodearse en su postre antes de retomar la conversación, justo cuando los primeros miembros del clan Fortunato comenzaban a abandonar el reservado.

- Respecto a las indicaciones que me pides, diría que he dado suficientes pistas a lo largo de la comida, pero está bien... comprobemos ése perfeccionismo... -terminó la última cucharada del crêpe y la depositó delicadamente en el plato mientras se limpiaba con la servilleta antes de volver a mirar al francés a los ojos-. He disfrutado mucho de ésta cita improvisada, Silvaine. Ahora debo irme, pero me gustaría muchísimo repetir, así que vamos a hacer lo siguiente...

La griega se puso en pie, abriendo su bolso para depositar en la mesa un billete que cubría de sobras su parte de la comida. Aún no conocía lo suficiente a Silvaine como para arriesgarse a pagar también por él, pues había hombres que se sentían heridos en su masculinidad cuando una mujer les invitaba, pero tampoco pensaba ser la caradura que se aprovecha del pobre desgraciado al que acaba de conocer. Dado que se había autoinvitado a su mesa y el restaurante era caro, no le dejaría a él cargar con toda la cuenta por sí solo.

- Quiero volver a verte... El próximo día 28 a las siete y media de la tarde. El lugar de la cita lo descubrirás cuando averigües la respuesta a mi enigma... -rodeó la mesa para llegar junto a él y depositó un dulce beso en su mejilla, tomando suavemente su rostro con una de sus manos-. Ésto es un anticipo de lo que está por venir si consigues acertar el lugar de nuestro encuentro... -se separó un poco, guiñándole un ojo con picardía-. Soy de las que opinan que las recompensas son más placenteras cuando ha habido que ganárselas primero... ¿no crees? Ha sido todo un placer, mi hermoso dios romano... Espero con ansia volver a verte pronto...

Y, con éstas palabras, se alejó, girándose al llegar al umbral del restaurante mientras se detenía para sacar del bolso las gafas de sol y dedicándole una última mirada y una sonrisa antes de marcharse.

* * * *

Epílogo:

Al llegar a su casa aquella noche, Silvaine fue a su dormitorio con la intención de desplomarse sobre su cama y dormir como un bendito, que era todo cuanto había deseado antes de dirigirse al restaurante. Sin embargo, la cena con la morena le había activado más de lo previsto, y encontró que le resultaba difícil conciliar el sueño, así que encendió el televisor de su habitación. Estaban dando las noticias de la madrugada, y hubo algo que le llamó la atención. Al parecer se había producido un asesinato a no más de diez minutos del lugar donde había estado cenando, en Times Square. Varios miembros de una conocida familia mafiosa de Nueva York habían aparecido asesinados de manera cruenta por herida de arma blanca en un callejón. Giacomo Fortunato... ¿De qué le sonaba el nombre?

Pero, lo más llamativo, era la inscripción pintada en sangre que habían descubierto sobre el muro junto al cadáver del hijo del Don...

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