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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018]
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Tema: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 21st Febrero 2018, 01:07
Willheim Maximiliam Ruthschild heredero de una de las más poderosas familias del mundo. Era propietario de una de las mayores fortunas del planeta. Aunque un nombre era muy poco conocido y difundido para las clases medias y bajas, su familia poseía la mayor parte de los recursos bancarios y petrolíferos de la tierra. En aquellos días era muy sonado el nombre del actual cabeza de familia porque al morir su predecesor, Willheim empezó a salir más en la prensa y en las reuniones de la alta sociedad. El propietario del inmensa legado Ruthschild parecía más abierto y menos tendente al secretismo y la vida fuera de las cámaras que sus antecesores. La familia Ruthschild nunca antes había estado en el foco de las noticias sociales y prensa rosa hasta aquel momento en el que el actual señor Ruthschild hizo todo lo posible por ser un bienamado rostro público.
Aquel caballero había anunciado a diestra y siniestra la fascinación que le causaba el mundo guerrero, en especial los vikingos. Las obras de arte, la literatura escrita y oral, sus objetos rituales,su orfebrería, obras que se referían añadido la cultura nórdica … era un coleccionista todo lo que las tribus nórdicas habían tenido legado al mundo. También había sugerido lo ensimismado que se sentía con la llegada a la tierra de los asgardianos. Esa raza que había enseñado y sembrado las bases de la cultura antigua que tanto le agradaba. Así mismo, había proclamado al viento que en unas días iba a celebrar en su fastuosa mansión, situada en una de las zonas más ricas y pudientes de Nueva York, una maravillosa y exclusiva fiesta con la jet set neoyorquina. En aquel evento privado una de las mejores compañías teatrales iba a representar una versión adaptada y sintetizada de la obra de Wagner, El anillo de los nibelungos. Tras la obra y una cena opulenta, sería presentado ante un público selecto una collar que había permanecido oculta durante siglos. Una joya que el propietario presumía de que era una antigua reliquia asgardiana llena de la magia y encanto de la raza de Asgard.
A Nick Fury, el director de Shield le dio una fuerte impresión de intranquilidad. Las grandes familias como la Ruthschild guardaban en sus bóvedas no sólo obras de arte y grandes secretos sino también objetos peligrosos para el mundo. Si realmente, como su dueño propugnaba, esa joya tenía poderes asgardianos ese artilugio no podía caer en malas manos ni tampoco permanecer en las de una persona que no pudiera controlar su uso o hacer un uso incorrecto. Como la mansión del susodicho estaba custodiada por guardias de élite y sistemas muy sofisticados sistemas de seguridad se le hacía prácticamente imposible comprobar si era una baratija o algo realmente mágico. Además, solamente el propietario del collar sabía cual era su paradero. No sabían si se encontraba en la mansión de Nueva York, en alguna otra mansión de los Ruthschild o en alguna de las cajas de seguridad que la familia poseía en los bancos de todo el mundo. Sólo contaba con la imagen que había presentado Wilheim a los medios.
Al estratega se le ocurrió pedir ayuda a alguien que era un experto en el tema de la mística y objetos mágicos. Contactó con Doctor Extraño. El hechicero supremo consultó su biblioteca con el fin de encontrar alguna información sobre la gema engarzada de aquel collar por el que le preguntaba Nick Fury. efectivamente aquel collar era un antiguo colgante de procedencia asgardiana. Era un amuleto que proporcionaba una ocultación mágica. El poseedor de la joya no podía ser localizado mediante las artes mágicas. Era un objeto que podía resultar de mucha utilidad para usuarios místicos. Stephen recomendó a su viejo amigo que ese objeto místico fuera recuperado, pues no se podían dejar desperdigado artilugios mágicos y centenarios. Además le aconsejó que para la misión a realizar reclutase a dos de sus conocidas suyas que eran perfectas para hacerse con el colgante.
En primer lugar a alguien que fuera de la cultura asgardiana y entendiera sus costumbres. Alguien que supiera quién eran los principales interesados de procedencia asgardiana en codiciar aquel colgante. Brunilda era la indicada según el mago para dar con aquellos de origen nórdico que pudieran ambicionar también aquel objeto. Para la valquiria sería muy fácil ganarse una invitación por parte del anfitrión. Estaba seguro que aquel hombre al saber que ella era la líder de las guerreras de Odín le enviase un pase VIP para el evento. Aunque estuviera a plena vista a ella la sería muy fácil codearse con los invitados y localizar a cualquier persona que fuera mínimamente sospechosa. Pero ella era vulnerable a la magia y a los embrujos. Extraño que conocía tan bien a la rubia desde varias reencarnaciones de esta, sabía que a ella la resultaba particularmente difícil romper el hilo de la magia si le caía de improvisto.
En segundo lugar alguien que pudiera hacer equipo con la valquiria, pudiera infiltrarse y moverse con sigilo. Alguien que no tuviera muchos miramientos y pudiera darle un poco de sensatez a la guerrera. Elektra podía asistir a Brunilda desde las bambalinas. En caso de necesidad estaba seguro que la griega podría sacar a la valquiria del los embrujos incluso usando la fuerza y en caso de necesidad, la de ojos grises podría deshacerse de la magia cortandola con la espada de la asgardiana. Entre los múltiples talentos de la morena se encontraba el de la actuación, por lo que a Nick Fury le sería muy fácil meterla en la compañía que iba a representar la obra de Wagner. El mistico estaba seguro que ambas mujeres podían combinar en perfecta armonía sus habilidades para salir airosas de la tarea que el director de Shield les propondría.
Para que la pudiente familia, no se viera alterada y enfurruñada por la desaparición de su valiosa gema. Nicholas pensó que lo mejor era colocar una réplica exacta del medallón para no generar un conflicto con la pudiente dinastía.
El teléfono sonaba en la mansión de los vengadores. Enseguida fue levantado por el leal y competente mayordomo Jarvis. El sirviente, que custodiaba y atendía a todos los miembros que vivían en aquel lugar, escuchó atentamente lo que le comentaba la voz al otro lado del aparato. Contestó con un sí enseguida. Con presteza se dirigió a la sala de entrenamiento donde se encontraba la atlética asgarciana entrenando.
- Querida, Lady Brunilda, la llaman a telefono. es el señor Nicholas Fury. ¿Desea ponerse al teléfono o le mando algún recado al señor?-
La Valquiria miró al mayordomo, aquel hombre que siempre la atendía y le daba el mejor servicio. Una persona realmente competente que no tenía problema en ayudarla cuando la situación en Midgard se escapaba de su comprensión.
- Leal Jarvis, hablaré con el señor Fury para ver para que me requiere.-
- Ya sabe, como le explique que se usa el teléfono. Descuelgas y hablas. - le paso el aparato a Brunilda.-
- Fury, soy Brunilda. ¿Que deseas?-
- Valquiria, necesito que me ayudes en una pequeña aventura.-
El director de Shield le explicó su papel en la misión. La rubia también consideraba que ese objeto asgardiano estaba mejor guardado en las instalaciones de la agencia que en la bóveda de un incauto y presumido ricachon. Pero no la agradaba tener que codearse con esa gente, si en algo se diferenciaba de su amigo Thor es que ella era menos sociable y mas arisca. Tendría que fingir una sonrisa y que le encantaba toda la parafernalia asgardiana que la gente midgariana se había inventado completamente. Nick le explicó que una de sus amistades de aquellas altas esferas había dejado caer su existencia al anfitrion del evento. Esa señora de la Jet Set había seducido al magnate Willheim Maximiliam Ruthschild con lo maravillosa que sería la fiesta si invitaban a una valquiria real. En La mansión de los vengadores tenían una, que casualmente se llamaba Brunilda como la esplendida Brunilda del anillo de los nibelungos. El contacto de fury había "convencido" al Ruthschild para enviarle una invitación a Lady Brunilda de los vengadores que podría contarles de primera mano como era el cantar de los nibelungos y la vida en Asgard. No era la primera vez que la confundían con el personaje que aquella obra terrestre y la molestaba en extremo. La historia no había ocurrido así y la ópera de Wagner la dejaba a ella de loca celosa y a Thor de impresentable.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 24th Febrero 2018, 00:21
De repente, las luces de la base se apagaron y Brunilda, Furia y los dos agentes que les acompañaban permanecieron a oscuras durante los breves segundos que tardaron en activarse las luces de emergencia, que lo bañaron todo con una tonalidad amarillento-anaranjada.
- Y aquí llega la segunda invitada -masculló furia. Con el puro bien apretado entre los dientes se volvió hacia la puerta de la habitación en la que se encontraban y permaneció en estricto silencio unos instantes, observando con atención-. ¿Elektra? ¿Estás aquí?
Si Brunilda seguía la dirección de su mirada no vería más que una pared desnuda junto a uno de los generadores de emergencia, pero, si se fijaba, le parecería notar que poco a poco una figura iba tomando forma hasta conformar la silueta de una esbelta y atractiva mujer de cabello oscuro, como un espejismo salido de la nada. Que hubiera conseguido pasar inadvertida de aquél modo resultaba aún más sorprendente si se consideraba que el escueto body ajustado que llevaba era de un brillante y llamativo color rojo y que iba armada con dos cuchillos de estilo oriental con la forma de tridentes diminutos.
Los guardias que estaban a su lado pegaron un respingo y la apuntaron con sus pistolas, sobresaltados.
- ¡Bajad las armas, hatajo de niñitas miedosas! -ordenó Furia antes de volverse hacia la recién llegada-. Desde luego, chica, eres un auténtico incordio. ¿A qué viene tanto jueguecito? ¿No podrías, por una vez, usar la puerta principal como todo el mundo?
Por toda respuesta la mujer avanzó hasta situarse cara a cara con Furia. El director era bastante más alto que ella, pero eso no la amilanó en absoluto. Los encargados de mantenimiento debieron reparar en aquél momento el fallo producido en la instalación eléctrica, porque las luces volvieron a encenderse con un chisporroteo.
- ¿Esto es por la llave de Escorpio? -inquirió ella. Su tono era mortalmente serio, y sus ojos relucían con la frialdad gélida del acero-. Sabe que no os la entregué en su momento porque entre vosotros hay personas que no son de fiar. Gente deshonesta, sin honor.
- ¿Qué? Venga ya, chica -bufó el director-. De eso hace ya mucho tiempo. No, no, no. Te he hecho venir por otra cosa. Un trabajito. Te presento a Brunilda, miembro de los Vengadores y reputada ciudadana de Asgard.
Elektra dirigió su mirada fría hacia la asgardiana, evaluándola de un vistazo. No tenía buenas experiencias con los Vengadores. La última vez que se había encontrado con uno de ellos había terminado recibiendo un flechazo en el hombro. Por lo general, los héroes no veían con buenos ojos sus actividades, pero aquella mujer lucía la funda de una espada en su cinto. ¿Para qué llevaría una espada si no era para usarla?
- ¿Has oído hablar de un hombre llamado Willheim Maximiliam Ruthschild? -preguntó Furia. Elektra volvió a desviar la mirada hacia él.
- Un poco. Leo los periódicos -respondió sucintamente.
- Entonces sabrás que es un fanboy de todo lo que tenga que ver con el mundo vikingo, y, al parecer, recientemente ha caído en sus manos ésta joya -le pasó una fotografía que Elektra examinó con atención-. Se trata de una reliquia mágica, y necesitamos que la recuperéis para nosotros.
- ¿Qué es lo que hace?
- ¿Cómo? -replicó el director, sorprendido ante la brusca pregunta. Elektra levantó la mirada de la fotografía para mirarle directamente a los ojos.
- La joya. ¿Qué es lo que hace?
- ¿Te estás preguntando si es otra Llave de Escorpio? -torció el gesto mordiendo el puro-. ¿De verdad crees que repetiría el mismo error dos veces? Pues no, chica. No es nada particularmente poderoso, tan sólo un amuleto que proporciona ocultación mágica, y es necesario ser mago para poderlo utilizar, así que ya puedes respirar tranquila. Y ahora, ¿vas a dejar de tocarme la moral y aceptar el trabajo o qué?
- Un robo -la expresión, hasta el momento pétrea de la asesina, se relajó brevemente para mostrar una media sonrisa ante ésta realidad-. Por supuesto. Siempre acudís a mí cuando se trata de operaciones ilegales, por si acaso algo se torciera. Para vosotros no soy más que un chivo expiatorio.
- Y te pagamos bien por eso, maldita sea -replicó el agente, pero la morena no le hizo caso, sino que desvió una vez más la mirada hacia la asgardiana.
- Pero no puede ser sólo eso, es demasiado fácil. Si sólo quisiérais que lo robe ella no estaría aquí.
- Estáis aquí porque Stephen Extraño os recomendó para la misión. A las dos. Según me contó, al parecer cuentas con ciertas habilidades que nos podrían venir bien para la operación y que se complementan a la perfección con las de lady Brunilda -dando la vuelta al escritorio se sentó detrás de él-. El tipo va a dar una fiesta en su mansión en donde se va a representar una versión adaptada del Anillo de los Nibelungos. Si lo que dijo Extraño es cierto, podemos infiltrarte sin problemas como parte del elenco, y ya nos las hemos ingeniado para que Brunilda reciba una invitación.
Elektra no pareció mostrar conformidad ante la explicación. En lugar de eso, le sostuvo la mirada a Furia, con la misma intensidad gélida que hasta el momento.
- ¿Y qué más?
El aludido dejó escapar una exclamación de hastío.
- No tenemos seguridad de nada, pero es posible que no seamos los únicos interesados en recuperar ese amuleto. Esa bagatela vikinga podría venir muy bien a según qué místicos que no deseasen ser encontrados, particularmente aquellos de procedencia asgardiana que puedan saber de qué se trata, y ahora que el tipo se ha encargado de anunciar a bombo y platillo dónde y cuándo lo va a exhibir no podemos descartar nada. Por eso enviamos a Brunilda; si algún enemigo de Asgard trata de infiltrarse entre los invitados para robar el collar, esperamos que pueda identificarlo a tiempo.
- O sea, que el trabajo ha pasado de ser un simple encargo de robo a tener que afrontar la posibilidad de tener que enfrentarme con uno o varios magos... -la asesina se cruzó de brazos-. Sabe de sobra que nunca me involucro en asuntos relacionados con magia. No confío en ella y no tengo forma de combatirla.
- Mira, chica, haz el trabajo o no lo hagas, tú eliges, pero recuerda que eres una mujer buscada por la ley, con un historial de crímenes contra el gobierno de los Estados Unidos de América, y tenemos a una Vengadora aquí presente. Tuviste un encontronazo con Ojo de Halcón no hace mucho, ¿no? Quizá a Brunilda no le importe terminar el trabajo. ¿Aceptas o no?
Elektra evaluó la mirada del director, tratando de dilucidar si estaba hablando en serio o se estaba marcando un farol. A Furia siempre le venía bien contratarla cuando necesitaba alguien que le hiciera el trabajo sucio sin que se supiera que la organización estaba involucrada (lo cual sucedía más a menudo de lo que a la gente le gustaría saber), y Elektra era de los buenos y era perfecta para eso. Pero por otro lado, también era cierto que le había tocado las narices bastantes veces a S.H.I.E.L.D. cada vez que no se mostraba conforme con sus métodos. Quizá Furia se estaba empezando a plantear realmente si no le convendría más buscarse otra asesina redimida que le lavara los trapos sucios. Desde luego, por su mirada era imposible saberlo; Furia debía de ser un jugador de póquer excelente.
- Hrm -gruñó la asesina cruzándose de brazos, fastidiada-. ¿Sabe, Furia? A mi padre nunca le cayó bien.
- Ya, ya. Lo que tú digas.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 2nd Marzo 2018, 16:51
Tras aceptar la misión de furia por vía telefónica, un coche se presentó en la mansión para transportarla a las instalaciones de Shield. La asgardiana podía ir perfectamente en su corcel alado pero el director de aquella prestigiosa organización consideró que un “pegaso” volando por los cielos podía llamar mucha la atención. Los ciudadanos de Asgard y sobre todo sus dioses no eran lo que se conoce por discretos. El director de Shield tenía el honor de conocer muy de cerca cómo eran la familia real y sus allegados. El “ buen” hombre podía perjurar que en el idioma rúnico que los asgardianos hablaban las palabras sigilo, discreto, prudente, cauto, moderado, comedido, mesurado no existían.
La valquiria observó en silencia la infiltración de Elektra. Pensó que era una entrada peculiar. Era una aparición agresiva. Estaba midiendo y confrontando las fuerzas con las de Furia. La otra fémina a la que había invitado el dirigente de Shield estaba mostrando abiertamente su hostilidad hacia este y hacia su organización. Sus pesquisas iniciales fueron confirmadas cuando la morena abrió su boca para dejar fluir las palabras. Su tono y los movimientos de su cuerpo demostraban que había cosas pendientes entre Furia y Elektra. Tensiones que generaba el desacuerdo de criterios o quizá fuera la desconfianza mutua. La valquiria no conocía la historia entre esos s dos por lo que no podía estar segura a que le debía esa confrontación entre ambos.
Cuando Furia la presentó, Brunilda acorde a los procederes asgardianos y sus normas de cortesía hizo una sutil reverencia. - Un placer, mi señora.-
Elektra tenía razón no se podía confiar en Nick Furia al cien por cien. a aquel hombre le gustaba el doble juego y su ética era en bastantes ocasiones cuestionable. Si bien ella no estaba en desacuerdo con la máxima del fin justifica los medios, reconocía que el director de Shield era alguien que quizá usase demasiado y le diera demasiado valor a esa máxima. La asgardiana era consciente de que Furia no era la mejor persona para custodia aquel colgante. No obstante, nadie le brindaba una oportunidad mejor para quitar de la calle el collar. Cualquier objeto asgardiano en malas manos, por muy insignificante que fuera, podría generar un gran alboroto. Brunilda no podía dejar que las reliquias místicas asgardianas estuvieran repartidas por el mundo sin ningún tipo de control. Sobretodo si eran de un ayuda considerable para ocultar magos y hechiceros.
Ella no leía los periódicos ni veía las noticias en televisión. Por eso Nick Furia había tenido que contarle absolutamente todo del excéntrico millonario obsesionado con la cultura nórdica. En principio a la valquiria no le importa el amor obsesivo por la cultura vikinga. Estaba acostumbrada a recibir una adoración, a veces excesiva, de sus creyentes. Pero lo que la preocupaba era que un midgariano ajeno a los tejemanejes de la cultura asgardiana tuviera un objeto mágico asgardiano.
Brunilda rodó los ojos ante la mención de la adaptación de aquella ópera clásica. No le agradaba nada ser comparada con la Valquiria que aparecía en el Anillo de los Nibelungos. No le gustaba la forma en la que Wagner había retratado su cultura rica y milenaria como si fuera un drama y una cuestión de amoríos. pero para lograr unos objetivos siempre hay que esforzarse. Ella no tenía más opción para entrar en la casa que fingir y sonreir como si se viera muy complacida con aquella ópera. Antes de que llegase la otra invitada, Nicholas la había comentado que lo mejor sería que en la fiesta exagerase más sus vestimentas. Que pareciera más nordica. Su estilo de ropa actual, era un tanto moderno. Su estilo difería bastante de lo que el folklore entendía por valquiria, vikinga o mujer shieldmaiden. La hacía enojarse tener que recurrir al disfraz porque los midgardianos eran ignorantes sobre lo que era un asgardiano.
- Los objetos asgardianos utilizados por personas ajenas a nuestra cultura siempre son un peligro. Sea mucho o poco el poder que contengan.- alegó al discurso de Furia.
¿Qué decir ella también detestaba muy profundamente la magia y lidiar con sus usuarios? Se le daba francamente mal ese campo. No tenía ninguna forma de inutilizar a los magos con rapidez y eficacia. Simplemente podía usar su espada para neutralizar los encantamientos y atacar en una distracción del hechicero. afortunadamente los magos solían contar con muy poco fuerza física y resistencia. eso le daba a ella, a pesar de las desventajas, una ligera oportunidad de atacar y vencer.
-Tampoco soy muy afín a los entresijos místicos. Sin embargo, alguien tiene que combatirlos y la magia no es infalible. En caso de tener que enfrentarnos a hechiceros, yo les haré frente, no te preocupes por eso. -
Criminal, renegada y con problemas con los Vengadores. La impresión que se llevaba la rubia sobre la morena no estaba siendo del todo positiva. Ojo de Halcón, Clint Barton. Vengador y amigo de Thor. Que diablos su amigo también aunque la saturara con su tendencia al humor en los momentos más inapropiados. A pesar de los mil y un defectos que la guerrera pudiera encontrar en aquel midgariano, sabía que era una buena persona. Brunilda exhibió una mirada dura. Si Elektra había tenido un encontronazo con Clint Barton, ¿podría confiar en aquella mujer? Sin embargo, Stephen había dicho que ella y esa mujer hacían buen equipo. Strange era uno de los midgarianos en los que más confiaba. no sólo por su buen juicio y criterio sino porque siempre había demostrado su valía como amigo y como hechicero supremo. Había logrado controlar y no dejarse sucumbir por la vileza y corrupción que traía consigo una magia exacerbada.
-Mi Señora, si Stephen os ha elegido, yo confío en su buen criterio.-
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 24th Marzo 2018, 23:09
Una asgardiana... Elektra nunca había conocido a ninguno y tenía que admitir que las formales (aunque algo arcaicas) maneras de la mujer rubia le causaban curiosidad. Por lo general, cuando compartía misiones con otros héroes no solía salir bien, pues éstos desaprobaban sus métodos, pero en teoría el trabajo en ésta ocasión no requeriría del uso de sus habilidades "especiales". Parecía que iba a ser una simple misión de infiltración y robo. No podía ser demasiado problemático, ¿verdad? Y desde luego estaba claro que no podía permitirse que un humano corriente tuviera en su poder un artefacto de poder místico. Nunca se sabía qué fuerzas oscuras podrían llegar a corromperlo, o si atraería a otros individuos con menos escrúpulos que ellas a la hora de conseguirlo. Y la mujer parecía valiente. Otro punto a su favor.
- Extraño, ¿eh? -musitó cuando la valquiria confesó el motivo que la había llevado a confiar en ella-. La primera vez que nos vimos me trató con el mismo desprecio con el que lo hacen todos los héroes, pero después llegamos a congeniar bastante bien. Me ayudó con un asunto particularmente delicado y desde entonces confío en él. Espero que tú me des el mismo margen. Si nos respetamos mutuamente todo saldrá bien. ¿Nos vamos?
* * * *
La fiesta dio comienzo tres noches después en la rutilante mansión del millonario. Hubo que decidir cuál de las cuatro óperas que conformaban "El anillo del Nibelungo" se iba a representar, pues la obra en su totalidad duraba más de 15 horas, lo cual la volvía completamente inviable. Al final se había optado por representar la segunda, conocida como "La Valquiria", en honor a la ilustre invitada que compartía nombre con la protagonista de aquél acto. Era toda una ironía, y si el señor Ruthschild tuviera la más mínima idea de quién era ella en realidad, o cuáles eran sus opiniones al respecto de la obra con la que pretendía agasajarla, sin duda se habría replanteado su elección.
El alemán no era el único que desconocía por completo los orígenes de la asgardiana. La propia Elektra no tenía mucha idea de mitología nórdica, pues estaba más versada en los mitos griegos con los que había crecido. Sabía lo que era una valquiria, más por cultura popular que otra cosa, y conocía a grandes rasgos de lo que iba la célebre representación de Wagner, pero jamás se le habría pasado por la cabeza que su compañera de misión fuese realmente una valquiria o la propia Brunilda de la que hablaba el relato. Suponía simplemente que se trataría de un nombre común en Asgard, de la misma manera que su padre le había puesto a ella Elektra por ser un admirador de la mitología griega.
En cualquier caso, la elección del millonario le había venido bien, pues, gracias a eso había podido permanecer armada. La habían caracterizado como una más de las valquirias que intervenían en el acto tres, y, a diferencia de las espadas de atrezzo que llevaban sus compañeras, la suya era real. Bastaba sostenerla en peso para notar la diferencia, aunque de lejos, desde el público, nadie notaría nada, de la misma manera que esperaba que nadie notara que ella no cantaba con las demás miembros del grupo. Los dioses la habían bendecido con numerosas cualidades, pero el canto no se encontraba entre ellas.
La versión de "La Valquiria" que estaban interpretando era una versión que combinaba canto y baile clásico, por lo que al menos esa parte la tenía dominada. Había tenido sólo tres días para ensayar su número, pero, por suerte, se trataba de una intervención bastante corta. Mientras sus compañeras y ella danzaban en torno a la falsa Brunilda reflejando su asombro por el hecho de que hubiera traído consigo a una mujer viva, buscó a la auténtica Brunilda con la mirada entre el público. Esperaba que ella estuviera cumpliendo con su cometido de intentar averiguar en dónde se encontraba el amuleto mágico. Por su parte, ella aguardaría vigilante entre bambalinas por si encontraba a alguien sospechoso que pudiera haber acudido con la intención de robarlo.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 6th Abril 2018, 14:36
Si Elektra no hubiera contado con la recomendación de su buen amigo el hechicero supremo, quizá Brunilda lo hubiera tratado con al misma desconfianza y severidad con la que trataba a cualquier desconocido. No era por los métodos, la crueldad o su fama de asesina ni siquiera por aquella entrada tan agresiva, sino porque la asgardiana tenía un baremo muy estricto. Su cara más afable, benevolente y cercana era conocida por unos pocos elegidos. Nunca se mostraba de primeras ni muy amigable ni en extremo afectuosa. Era dura y seria. Con esa hosca actitud que la nacía muy desde cada una de las puñaladas traperar que había recibido en su largo caminar. La existencia la había enseñado a entregar su aprecio y lealtad a muy pocos seres. La traición estaba a la orden del día y ella estaba muy acostumbrada a valerselas por su cuenta en la mayoría de las ocasiones.
- Stephen ha sido siempre un leal amigo en la adversidad y me ha demostrado con creces que su criterio es digno de mi aprobación. Si tienes su beneplácito es suficiente para mí para no mostrar mi habitual e inherente desconfianza. - La había acogido y ayudado a encontrarse a sí misma cuando no sabía ni quién era. Había dado a Bárbara un hogar, una familia y un equipo. Además, la había devuelto a su cuerpo asgardiano original. También era él quien sabiendo lo mucho que la había costado desprenderse de la Espada de Ébano, la regaló a Colmillo de Dragón, la espada mágica que la guerrera tanto valoraba. El mago había logrado con creces una lugar muy especial en el corazón de la Valquiria.
La fecha señalada llegó y el anfitrión abrió su casa a todos sus amigos de la Jet Set. Para entrar en aquella gran mansión se precisaba de invitación, ya que, el lugar contaba con medidas y varios controles de seguridad para evitar invitados indeseados. El afortunado heredero mandó un coche para buscar a la valquiria y que no causase revuelo por la urbe su caminar.
Brunilda se engalanó vistiendo unas ropas con un tanto más folclóricas que su vestimenta habitual. Sobre su cabeza se puso un casco con cuernos, esa parafernalia que se asociaba siempre a los vikingos. Cubriendo su torso se puso un justillo color azul marino y sobre sus generosos pechos dos grandes adornos de metal. Además, se vistió con una falda de tiras de cuero que tenía unas tachuelas de metal.
Cuando Brunilda entró en el salón principal, donde se estaban reuniendo a todos los invitados antes de abrir el teatro privado para representar la ópera, causó sensación en los invitados. Como era habitual, alguien de una cultura diferente y extraña como la asgardiana siempre era mirado con curiosidad. Más si estabas ataviada con aquellos rimbombantes ropajes. Aún estando Midgard ya expuesto a la presencia de asgardianos desde hacía un amplio periodo de tiempo, los habitantes del cuarto reino todavía quedaban fascinados por la presencia de esta raza de tan divinas particularidades.
Brunilda se abrió paso entre todas las indiscretas miradas hasta la mesa donde estaban las bebidas. Sin ningún tipo de vergüenza tomó una de las copas y le dió un trago. Aquello no era hidromiel ni tampoco cerveza, era champán que no la hacía mucha gracia. Como en todos los eventos organizados por personajes pudientes las bebidas refinadas y de corte elegante como el Champán. Pero en esa ocasión celebrando a la cultura nórdica también se encontraban en el lugar las bebidas que gustaban a la asgardiana. Como se encontraban en copas altas en vez de en jarras, le costó varios intentos llegar hasta la cerveza y el hidromiel pero al fin los encontró. Mientras degustaba las bebidas múltiples curiosos se acercaron a preguntarle como si fuera una reliquia. Le preguntaban dudas insólitas y le comentaban anécdotas de cómo habían leido que se hacía tal o cual cosas en la cultura asgardiana. cosas que internamente repateaban a la guerrera. Si se encontrase en una situación normal les hubiera dijo más de cuatro verdades a esos curiosos ricachones pero tenía que aparentar y no levantar sospechas. Así que simplemente respondía lo que aquellos invitados querían oír, asentía con la cabeza mostrando una sonrisa un tanto forzaba a veces y bebía sorbos de su copa. Intentó pasearse por la sala para inspeccionar el lugar pero cada dos por tres era interceptada por gente que quería conversar con ella del mundo maravilloso e incomprensible que era Asgard.
Dos hermosas y engalanadas féminas entraban en el evento privado. Habían falsificado la invitación y con sus artimañas ni el portero ni los guardias de seguridad habían desconfiado en ningún momento de que ellas eran mujeres de la crema y nata Neyorkina. Amora y Lorelai se movían como la gente rica y poderosa suele hacerlo, con gracia y caminando como si todo a su alcance les perteneciera. las dos mujeres, una castaña y otra rubia, hacían que las miradas se posasen en ellas, encandiladas con la destacable y envolvente hermosura de ambas. Dos hermanas se paseaban por la mansión indagando sobre el paradero del colgante que el anfitrión había anunciado por doquier que exhibiría en la fastuosa y refinada fiesta en homenaje al mundo vikingo. Aquello más que un ensalce del mundo nórdico era un ostentación de poder y riqueza. A Willheim le gustaba alardear de lo mucho que sabía y poseía.
Lorelai que era más interesada que su hermana Amora, decidió acercarse al millonario con el fin de sonsacarle el paradero de la joya mediante sus artimañas de seducción. No había ningún mortal que pudiera resistir sus “encantos”. Desde niña se había especializado en realizar hechizos, pócimas y ungüentos que provocasen el resto ese embobamiento y sometimiento que procede de un sentimiento de adoración y deseo. La esclavización de los demás mediante obsesión y devoción amorosa. Como solía decir ella: seducir a quien puede proporcionarme lo necesario para triunfar. Pero no tuvo suerte en esa ocasión, ya que el señor Ruthschild se acercó con devoción y admiración a la invitada de honor. Amora avisó a su hermana sobre la presencia de la valquiria y la hechicera cambió su trayectoria. Lorelai se puso a conversar con otros invitados procurando estar fuera de la visión de Brunilda. La presencia de la favorita de Odin dificultaba su plan de entrar en la fiesta, robar el medallón y huir. La valquiria tenía muy caladas al dúo de hechiceras. Sabía que donde quisiera que estuvieran las dos juntas significaba un malicioso plan.
Cuando dio comienzo la representación Willheim Maximiliam Ruthschild la invitó a sentarse con él. La valquiria pensó que estar con el anfitrión la brindaba una oportunidad de oro para descubrir dónde tenía el medallón. Brunilda se quitó el casco y sonrió como todo aquel tinglado le satisfaciera. Miraba la obra intentando acallar todas sus voces interiores que pugnaban por gritar todo lo que había mal en aquella representación. Risas coquetas ante los galanteos de Willheim. Esas técnicas de sacar información no eran lo suyo. Estaba claro que prefería golpear al millonario hasta sacarle la ubicación del objeto asgardiano. Preguntó en diversas ocasiones sobre la reliquia asgardiana y Ruthschild la dio largas. El millonario no hacía más que decirle que ya tendrían ocasión de ver la joya cuando la presentara a todos los invitados después de la representación. No obstante, para ese momento ya sería tarde. Porque lo mejor era dar el cambiazo cuando los invitados se encontraban distraídos con la ópera. Viendo que sus esfuerzos por sonsacarle la ubicación del medallón no surtían efecto, decidió indagar por el lugar. Se escapó del anfitrión con la excusa de que tenía que ir al servicio.
Las hermanas, por su parte, decidieron que si no podían acercarse al anfitrión para recabar la información tendrían que conseguirla en otro sitio. Las mujeres optaron por engatusar con sus artes seductoras a los encargados de la seguridad del lugar. Alguno de los agentes debía saber donde guarda el millonario el objeto de deseo.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 20th Abril 2018, 23:32
Inicialmente parecía que sus pesquisas serían infructuosas, pero, al final, Amora logró averiguar algo sorprendente... El excéntrico millonario había ocultado el medallón a plena vista, en el esbelto cuello de la cantante que interpretaba a Brunilda, en un claro homenaje a la invitada a la que ahora agasajaba. El medallón, por tanto, se encontraba ahora mismo en el escenario, delante de un montón de espectadores, por lo que iban a necesitar recurrir a todas sus artes y sutilezas para lograr sustraerlo sin que nadie sospechara.
Encargándole a su hermana que mantuviera el ojo puesto en la favorita de Odín por si intentaba algo, Amora se teletransportó en los vestuarios de los artistas y localizó al actor que hacía las veces del Padre de Todos. No fue difícil, ya que era el único que lucía un parche en el ojo.
Tras usar sus habilidades de seducción sobre él, le atrajo a un lugar apartado en donde pudo leer en su mente cuál era exactamente su papel en aquella ridícula obra. Acto seguido le dominó con su beso, convirtiéndole en un esclavo de su voluntad y le ordenó que se mantuviera oculto mientras ella, tomando su forma mediante un conjuro, se disponía a ocupar su lugar en el drama que se estaba desarrollando en el escenario.
Era la hora de la actuación final.
* * * *
- ¡Brunilda! -clamó la poderosa voz de Odín al irrumpir en el escenario sobre un caballo que no era sino una plataforma guiada por una pequeña grúa-. ¿Dónde está Brunilda? ¿Dónde está la culpable?
- ¿Padre? ¿A qué viene ésta locura? -quiso saber una de las valquirias.
- Qué furia -murmuraban las otras, ocultando tras de sí a la responsable de la ira de su padre.
- Terrible, estruendoso.
- ¿Qué hemos hecho?
- ¡Mucho cuidado! ¡No la escondáis de mí! -advirtió el dios descendiendo de la plataforma-. ¡Debéis huir de ella aterrorizadas! ¡Es una proscrita!
Las valquirias se miraron entre sí dubitativas.
- Pero vino a pedirnos ayuda -alegó una.
- Nos rogó que la protegiéramos -repuso otra.
- Padre, tened piedad.
- Templad vuestra ira.
- Calmad la tempestad de vuestro pecho.
- ¿Cómo un padre ha podido criar una progenie tan débil? -clamó el falso Odín-. ¿Acaso os enseñé a luchar sólo para ver cómo gimoteáis y lloráis con vuestra desobediencia? ¡No hagáis como ella, hijas mías! ¡Sólo ella había visto mi corazón, el alcance de mi voluntad! ¡Pero me desafió! ¡Escúchame, Brunilda! Todo lo que tienes, todo lo que eres... te lo he dado yo. ¡Ven aquí ahora mismo!
La valquiria fugitiva fue apartando una a una a sus compañeras, abriéndose camino hacia su padre. Los focos de luz del escenario pasaron a iluminarla sólo a ella, convirtiéndose de inmediato en el centro de atención mientras las demás bailarinas quedaban ocultas y petrificadas, inmóviles en la sombra, como si se hubieran quedado solos en el escenario, ella y el Dios.
Sólo entonces Elektra reparó en la aparente bagatela que la actriz llevaba sobre su pecho, reluciendo por encima de la coraza falsa de atrezzo, y aunque tardó varios segundos, finalmente lo reconoció como el colgante que habían venido a buscar. ¡Maldito Willheim Ruthschild! Seguramente le habría parecido la leche de gracioso exhibir una joya así de valiosa en mitad de la representación, sin ninguna clase de salvaguarda aparte del hecho de que ninguno de los presentes sospechaba remotamente el verdadero valor de la joya. Posiblemente ni siquiera la propia actriz que la llevaba lo sabría.
- Aquí estoy, padre -decía en aquellos momentos, sumisa-. ¿Cuál es vuestro castigo?
Elektra paseó su mirada gris entre los dos actores mientras Odín enumeraba las faltas de la valquiria y declamaba su castigo, insegura sobre qué debía hacer a continuación. Las instrucciones de S.H.I.E.L.D. habían sido claras: debía hacerse con la joya a toda costa.
Buscó a la verdadera Brunilda entre el público, pero no la encontró en el lugar que se suponía que debía estar ocupando. La decisión que fuera la tendría que tomar ella hasta que pudiera decirle dónde estaba el colgante.
- ¡No! -plañían las bailarinas, angustiadas ante el cruel sino que había sido decretado para su hermana.
- ¡Padre! -rogaban.
- ¿Me lo arrebatas todo? -se escandalizó la falsa Brunilda.
- ¡No soy yo! ¡No soy yo! -se lamentó Odín empuñando su lanza-. Es tu amo el que te lo arrebatará todo. Te sumiré en un letargo para que caigas aquí y te tome el primero que te encuentre.
Impactada ante el horror de aquella revelación, la valquiria tuvo un vahído y se desvaneció, dejándose caer grácilmente en los brazos de una de sus compañeras.
- ¡Padre! ¡No la maldigas así! ¡No la averguences así! -rogó ésta.
- ¿Es que no me habéis oído? Ya no es una Diosa. Envejecerá y morirá. Se sentará junto al hogar de un humano sin corazón sometida a la mofa y al escarnio. ¿Os aterroriza el destino? Entonces, apartáos de ella como si tuviera la peste. Marcháos. ¡Marcháos!
Las valquirias huyeron aterrorizadas... todas menos una. Elektra se plantó delante del cuerpo aparentemente inconsciente de la rubia y empuñó la espada ante Odín.
- Shhhh, ¿qué haces? -susurró discretamente la Brunilda del suelo-. ¡Estás interfiriendo con la escena!
- Lo siento, hermana... Ha habido un cambio en el guión -replicó la asesina.
Ahora que sabía dónde estaba el colgante no pensaba dejarla sola ni un sólo instante. Al menos hasta que averiguara dónde diablos estaba la verdadera Brunilda y decidieran lo que hacer.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 5th Mayo 2018, 19:27
Con la excusa de ir al servicio, Brunilda empezó a recorrer las instancias de la mansión en busca de alguna pista sobre el paradero del mágico medallón. Recorriendo los pasillos de la vivienda del millonario. se encontró con dos figuras que le eran tremendamente familiares; Lorelai y Amora. Las dos hermanas estaban atraviadas con ropas midgarianas, dando aspecto de dos atractivas jóvenes del cuarto reino. No podía ser casualidad que aquellas dos mujeres hechiceras y asgardianas estuvieran en el evento.No había ningún tipo de duda de que se encontraban en el lugar para afanar el objeto místico. Si se hacían con aquella reliquia podían utilizar su poder para ser indetectables y causar daño y mal a su antojo. La valquiria no podía permitir que Lorelai y Amora se hicieran con el talismán. Conocía muy bien como eran ella dos y sabía que lo utilizarían con fines malvados. Las hermanos nunca habían tenido objetivos altruistas. en sus metas siempre estaba alcanzar la cúspide por medio de la magia y los engaños.
Pero no sólo Brunilda se había dado cuenta de la presencia de las otras asgardianas, Lorelai y Amora también se habían percatado de que la guerrera predilecta de Odín estaba en la fiesta. Además, habían visto y previsto que en algún momento la rubia se enfrentase a ellas. Por eso, las inteligentes y manipuladoras féminas se repartieron el trabajo al ver venir a la valquiria hacia ellas. Amora se encargaría de apropiarse del medallón y Lorelai entretendría a la paladina.
Mientras Amora se trasladaba e infiltrada entre la troupe de artistas para hacerse con el artefacto asgardiano, Lorelai salió al encuentro de Brunilda. La valquiria al ver a la hechicera de frente puso en ristre su espada. La magia era una de las debilidades de la guerrera. había estado años siendo controlada por los ardides de Amora y no estaba dispuesta a volver a caer en sus sucias redes ni ser parte de sus planes y juegos malvados.
- Querida Brunilda, ¿qué te trae por aquí? si nunca te han gustado las fiestas de esta índole.- Se acercó con paso elegante y seductor. No podía enfrentarse abiertamente a la valquiria. Tanto su hermana como ella eran vulnerables ante los enfrentamientos físicos. ambas carecían de la fuerza y agilidad necesarias para hacer frente a la guerrera en un combate cuerpo a cuerpo.
- Ambas sabemos por qué está la otra aquí. - Comentó bruscamente Brunilda. No iba a dejarse engañar por la palabrería barata de Lorelai.
- Siempre tan desconfiada. Eso no te hace nada hermosa. Tu ceño se frunce y pareces más un perro de presa que alguien de nuestra raza. ¿Qué tal Thor? ¿Sigue tan majo como siempre? Espero que tu carácter no agrie el suyo. Dile que le mando un beso.-
Una vena empezó a marcarse en la frente de la rubia. No estaba para charlas absurdas y sociales. Tenía un objetivo que cumplir y sabía que la castaña sólo trataba de liarla. Lorelai estaba hablando para distraer a Brunilda pero visto que no conseguía su proposito decidió atacar antes de que la valquiria lanzase el primer golpe. La hechicera lanzó un encantamiento sobre la guerrera. La valquiria, que no había perdido su concentración, puso a Colmillo de Dragón en medio y la espada se comió buena parte del sortilegio. La parte que restaba del embrujo cayó sobre la rubia. No era un conjuro fuerte pero era lo suficiente para poder acceder a la mente de Brunilda y frenarla. Cualquier magia por débil que fuera afectaba a la bravía, afamada y poderosa asgardiana. Lorelai usó su magia para anclar a la valquiria en esos sucesos duros y traumáticos que nos marcan. La hizo recordar esas humillaciones que sufrió cuando era más niña, era extranjera y no era lo suficientemente fuerte para detener y parar las agresiones de sus compañeros. La despojó de su actual estado de seguridad convirtiéndola en esa niña indefensa ante los ataques de los más fuertes y crueles. Era como un animalito herbívoro de piel dorada con el que se ceban los carnívoros.
A nadie le gusta rememorar momentos del pasado en los que ha sido golpeado, insultado y humillado. Aunque el pasado siempre se supera, al recordar siempre se abren un poco nuestras viejas heridas y en el cuerpo se nos llena de una amarga y fría sensación. Nunca se puede cambiar lo que ocurrió. Todos hemos sido débiles en ocasiones y hemos enfrentado nuestros miedos para descubrir nuestras fortalezas. Enfrentarse al pasado es duro y más cuando tu yo del presente es una persona fuerte. te inunda ese resquemor de que no pudiste hacer nada más, de que fuiste débil y miserable. Se te quiebra el orgullo al saber que antes eras insignificante, un objeto de burla, que nadie te tomaba en serio y que la gente se divertía haciéndome daño. confrontar la debilidad y reconocer que se fue débil es difícil. Es difícil superar los momentos trágicos y dolorosos del pasado, porque siempre dejan mella en nosotros.
Mientras Brunilda era presa de aquel hechizo que la hacía revivir sus momentos más crueles en la academia de Asgard, en el escenario Amora se intentaba hacer el collar por medio del actor que interpretaba a Odín. Pero la líder de las valquirias era testaruda y tenía una fuerza de voluntad únicas. Esas virtudes junto a su cabezonería y que el conjuro la había impactado de refilón gracias a su Colmillo de Dragón, le permitieron salir del encantamiento. Una vez recobrada se lanzó sobre Lorelai y la hizo relatarla donde se encontraba Amora. Después la guerrera noqueó la otra asgardiana y la dejó en una habitación encerrada para que no pudiera escapar y cometer cualquier fechoría.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 6th Mayo 2018, 01:05
Amora contempló a Elektra, divertida bajo su disfraz. Qué interesante... aquella midgardiana no estaba siguiendo el guión y la hechicera creía saber por qué. Su mente estaba entrenada, más que la del humano promedio, para desarrollar barreras defensivas que quizás servirían contra un simple mentalista, pero que para ella eran más bien toscas. Qué importaba... ¿para qué molestarse en acceder a su mente si podía controlar su cuerpo entero a su voluntad?
- Ah, hija mía... Entiendo cuál es tu aflicción. ¡Alégrate, Brunilda, pues la determinación de tu hermana me ha conmovido! -declamó con fingido enternecimiento-. Ya no habré de condenarte a semejante indignidad, las impías manos de los hombres no mancillarán tu pureza, humillada, degradada y reducida a vivir la vida de una simple mortal. En su lugar, te permito una muerte heróica a manos de quien así te defiende. Morirás con el acero en la mano como corresponde a una valquiria y compartirás con tus hermanas la gloria del Valhalla.
A un gesto de la asgardiana enmascarada, un anillo de fuego rodeó a las otras dos mujeres, fuego que seguramente parecería de atrezzo para el público del escenario, asombrado y entusiasmado ante el cambio de guión, pero que para aquellas encerradas en su interior, a merced de su inmisericorde calor, quedaba muy patente su autenticidad.
- ¿Qué está pasando? -susurró la falsa Brunilda por lo bajo-. ¿Tú sabes algo de ésto? ¿Por qué nadie me avisó del cambio de guión?
Pero Elektra no se encontraba en condiciones de responder, pues su cuerpo ya no la obedecía a ella. Impelida por una fuerza que iba más allá de sus pobres capacidades, se vio obligada a alzar la espada contra la actriz, luchando con todas sus fuerzas contra el poder sobrenatural que la conminaba a atacarla, sacando a relucir uno de sus mayores temores: dañar a un inocente.
No, otra vez no -pensó para sí, recordando horrorizada su última actuación en el teatro de danza clásica de Konrad Weiss, donde una entidad cósmica conocida como "El Arquitecto" había intentado obligarla a destruir su cuerpo físico para poder renacer en otro más apto. En aquella época, Elektra había abandonado el camino de la muerte y trataba de redimirse y rehacer su vida en el teatro, y sabía que si cedía a los deseos de la entidad y la mataba, volvería a recaer en su adicción a la sangre, comenzando el ciclo de nuevo. Se había negado, y la entidad había realizado una matanza entre los bailarines de la obra. Al final no le había quedado más remedio que derramar su sangre... La situación ahora era similar, sólo que quien tenía delante no era ninguna entidad maligna inmortal, sino una pobre mujer indefensa e inocente. No podía... no podía ceder... Pero costaba demasiado...
- Oh, mira esos ojos -se burlaba Amora en el cuerpo del falso Odín-. Mira todo ese odio. Tu voluntad de luchar es encomiable, pero, al final, terminarás por sucumbir. Es sólo cuestión de tiempo...
Por su parte, la pobre desgraciada de la actriz que interpretaba a Brunilda había desenvainado su espada falsa, dispuesta a seguir el papel improvisado que en aparencia el guión demandaba sin saber que no hubiera tenido la más mínima oportunidad contra la asesina ni aunque su acero fuera real y el de la griega fuera el falso.
- ¡Vamos, te estoy esperando! -exclamó, desafiante.
- ¡No, no, no! -gritó Elektra cuando, sin poder impedirlo, se abalanzó contra ella-. ¡Apártate, la espada es real, la espada es real! ¡Voy a matarte!
Estaba haciendo lo imposible por luchar contra su propio cuerpo, pero, aunque lo consiguiera, un anillo de fuego las envolvía... ¿A dónde podría huir la mujer?
Por los dioses... cómo odiaba la magia...
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 17th Mayo 2018, 21:18
Mientras Elektra tenía su enfrentamiento con Amora, la rubia asgardiana recolectaba información de Lorelai. La hechicera, a cambio de que Brunilda no le destrozase su bella, preciosa y perfecta cara, le contó con pelos y señales la información que tenía sobre el colgante. La castaña le reveló a la valquiria que el millonario había decidido esconder el medallón a la vista de todos. Willheim Maximiliam Ruthschild había dado la gema vestuario como si fuera una baratija insignificante de atrezzo. Aquel hombre rico había entregado su valioso colgante a la actriz principal para que lo luciera delante de los presentes. Así quería hacer alarde de que el objeto asgardiano había estado a la vista de todos pero nadie había reparado en su valor. Este tipo de engañifas y juegos a los que están acostumbrados las clases altas cuando no tienen diversión.
Gracias a la información facilitada por la asgardiana castaña, la paladina de Asgard supo que la Encantadora se encontraba manipulando a los actores en el escenario. Infiltrándose entre ellos podría rápida y fácilmente hacerse con el mágico objeto. Rauda la Shieldmaiden se coló entre bastidores. Lo hizo de forma un tanto brusca porque la sutileza no era lo suyo. Pero para no levantar sospechas dijo que quería saludar a los actores y que como era la invitada principal en aquel evento seguro que no querían contradecirla y que se fuera del lugar. Una vez en la zona de los actores, tras el escenario intentó localizar a Amora. Como había tardado un tiempo considerable en su disputa con Lorelai, Brunilda no supo que la mujer a la que buscaba se había transformado en Odín y había ocupado el lugar del actor real en la representación.
Entre las bambalinas, pudo observar cómo se desarrollaba la obra. Rodó los ojos un par de veces por el contenido de las escenas que veía. Ese Odín con su castigo digno de época jurásica y su mentalidad anquilosada en no sabía cuando. Aunque quizá sí era un poco patriarcal su Rey. ¿Pureza?¿A qué se estaba refiriendo? Eso era claramente un concepto moral midgardianode honor y dignidad basado en la castidad de la mujer. Claramente cada día estaba más indignada con el concepto de los midgarianos sobre la cultura asgardiana. La representación parecía mejorar por momentos, una gloriosa muerte en batalla. En eso si que habían acertado y debía aplaudirselo.
Con gran determinación se dirigió a esta y la apresó. Cuando nadie estaba mirando, como había hecho con Lorelai, le dio un contundente golpe que la dejó inconsciente. Les dijo a los actores que la muchacha se había desmayado de la emoción de conocer a una valquiria real. Porque nunca nadie desconfía del invitado de honor, se creyeron sus excusas.
A la guerrera le llamó poderosamente la atención como Elektra, su compañera en la misión, parecía estar quedándose paulatinamente sin movimiento. enfocó su atención en la morena y la analizó. La griega estaba haciendo un ingente esfuerzo por moverse, lo cual no era normal si te encontrabas en pleno uso de tus facultades físicas. La ninja se veía impedida por algún motivo y viendo que sus contrincantes eran Amora y Lorelai, Brunilda asumió que estaba siendo atacada con magia. Pero, ¿dónde estaba la atacante?
La mirada azulada de la valquiria se posó sobre inconsciente Amora convertida en Odín, vio como en un gesto envolvió a Elektra y a la actriz Brunilda en un círculo de fuego. La maga asgardiana estaba empujando a la actriz a luchar contra Elektra. la guerrera no sabía muy bien cómo intervenir en la escena sin llamar la atención. Fury había dicho que actuasen de forma comedida, sin levantar ningún tipo de sospechas. Entrar, cambiar el anillo y salir. Sin que nadie se diera cuenta del hurto. Desde las bambalinas, arrojó su espada al círculo de fuego para que Colmillo de Dragón se lo comiera. Una vez roto, aquel conjuro la valquiria invocó de nuevo a la espada para que volviera a sus manos. El público consideró que aquello era un truco del espectáculo.
No sólo logró romper el fuego, sino que además, Brunilda causó una distracción en el falso Odín. Amora reconoció al instante aquella espada que había cortado su maleficio. La hechicera flaqueó sabiendo que en algún lugar de aquella sala la guerrera favorita de Odín la estaba mirando. La valquiria se movió entre bastidores y se escondió de la mirada de su enemiga asgardiana. Aprovechó el momento de desconcierto de su rival, para arrojarle a los pies su lanza sin nombre. Era una clara advertencia. la hechicera, como todos los tramposos de Asgard sabía que debía ser cautelosa y rehuir como fuera el enfrentamiento cara a cara con la valquiria
Brunilda se dirigió rápidamente a su sitio junto al millonario. Antes de que el cambio de la obra pudiera levantar sospechas y destapar su tapadera y la de Elektra, La Valquiria aplaudió y vitoreó con gran énfasis.
- Realmente grandioso. Es justo así como pasó.- comentó con un aire fingido de satisfacción y encanto ante la obra. - Me siento muy alagada.
- Me complace mucho que mi humilde obra y mi humilde fiesta sean de tu agrado. - comentó Ruthschild. Había varias cosas por las que el millonario quería protestar pero la rubia zalameramente se agarró de su brazo y le sonrió de forma seductora. Los asgardianos tenían ese aire mágico que podía hacer caer fascinados a todos. Brunilda usó ese encantó para encandilar a Willheim Maximiliam Ruthschild y que no hiciera preguntas sobre los cambios en la obra.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 17th Junio 2018, 02:07
Fdi:
Mil perdones por la tardanza, no me di cuenta de que me habías respondido aquí hasta que ya me encontraba en el hospital...
A diferencia de Brunilda, Elektra no le daba tanta importancia al contenido de la obra. ¿Quién era ella para criticar? Su padre era un gran fan de la mitología y tragedia griegas, por lo que ella se había criado admirando aquellas historias en las que los dioses eran tan humanos como los mismos mortales, y cargaban con los mismos defectos y debilidades, tales como envidia, lujuria, resentimiento, ira o celos. El drama que estaba teniendo lugar sobre el escenario no se diferenciaba mucho de lo que ella estaba acostumbrada, y su conocimiento de la cultura asgardiana no era tanto como para distinguir las equivocaciones. Ni siquiera sabía que la Brunilda de la obra encarnaba a su improvisada compañera de batallas.
Pero había algo que permanecía igual en todas las culturas: el asombro ante lo maravilloso. El público exhaló una fuerte ovación cuando la espada encantada hizo desaparecer el fuego para después salir volando, e incluso Elektra se sorprendió al constatar que volvía a ser dueña de sus actos. De inmediato se giró para encarar a su agresora enmascarada, pero ésta, comprendiendo que tenía muy pocas posibilidades de salir victoriosa contra Elektra y Brunilda (especialmente porque si la guerrera rubia había podido intervenir de aquella manera significaba que Lorelai había sido derrotada y que por tanto estaba sola), se esfumó en mitad de los aplausos del público. En la sala había de todo, desde personas que jamás habían presenciado una obra de Wagner hasta versados en la materia, pero a la mayoría le resultó un espectáculo impresionante y hasta los más críticos elogiaron la osadía de Ruthschild y el carácter innovador y moderno que tenía su versión, dando un mayor peso a la mujer y ofreciendo a la heroína la posibilidad de defenderse en lugar de someterse dócilmente a los injustos designios de su padre. En ése sentido, la ingeniosa ocurrencia de la asgardiana permitió salvar la representación así como la tapadera.
Por su parte, la griega ayudó a incorporarse a la confundida actriz cuando el telón se abatió sobre el escenario. Le puso una mano en la espalda a modo de apoyo mientras la acompañaba hasta los camerinos y sus ágiles dedos deslizaron con maestría el cierre del colgante y se lo sustrajo aprovechando su estado de alteración sin que se diera cuenta de nada.
Después de poner a buen recaudo la lanza de Brunilda junto con la espada, ocultándolas entre bambalinas para cuando pudieran volver a recogerlas, se quitó el disfraz de valquiria y se puso un elegante vestido gris con pedrería que no desentonaría con los demás asistentes a la fiesta. Tras peinarse y maquillarse, se mezcló con los espectadores y le hizo una seña a Brunilda para indicarle que el colgante se encontraba seguro en su bolso.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 23rd Junio 2018, 16:47
off:
Sin problema Ya me había imaginado que podía ser por eso.
Después de la representación, se hizo pasar a los invitados a otra habitación. Era un lugar amplio donde había mesas alargadas con manteles blancos con dibujos rúnicos en color dorado en el borde de la tela. Sobre las mesas había toda clase de manjares. Sin embargo, el banquete era informal por lo que no había sillas para sentarse. Estaba organizado de manera que los invitados pudieran tomar una copa y un aperitivo y pasearse por la estancia disfrutando del coloquio y de cuadros y obras de origen o con motivos nórdicos que había expuestas en vitrinas. Antes de que la gente empezara a degustar los manjares servidos, el señor Ruthschild buscó a las dos Brunildas y cogió a cada una de la mano.
El gran aplauso del público acayó cualquier protesta o comentario que pudiera haber querido hacer el anfitrión. Willheim tomó las manos de Brunilda y la sonrió. La mostró como su acompañante y la valquiria se sintió como una vieja reliquia, otro trofeo más para presumir ante esa destacada Jet set. Aunque le resultaba tedioso tener que engalanar al anfitrión para que se creyera el ser más divino de la creación, la valquiria fingió un complicidad y que la tenía embelesada. Ruthschild estaba realmente complacido con toda las elocuentes, maravillosos y espléndidos comentarios que los invitados al evento estaban haciendo sobre la representación que acababa de tener lugar. El millonario, cuál antiguo mecenas, se sentía complacido cuando podía dejar patente ante la élite que que estaba rodeado de arte, cultura y belleza. También le encantaba mostrar los obras que había conseguido adquirir de aquella cultura nórdica que veneraba.
Amora huyó y en medio de su presurosa partida se encontró con Lorelai que estaba haciendo lo propio. La hermana menor había salido de la habitación donde la había encerrado la valquiria por la ventana. Las dos mujeres se miraron y se entendieron a la perfección. Habían sido derrotadas y sus planes habían sido frustrados. Sabían que como Asgard estaba sellado, lo más seguro es que las llevasen a cualquier instalación de Midgard. Lo único que podían hacer era escapar entre el bullicio de la celebración. El estilo de vida penitenciario no era el suyo y debían evitar caer cautivas a cualquier precio.
- Antes de pasar a la cena, quería hacer un agradecimiento a las dos mujeres que han brindado esta velada de luz, magia y distinción. Estas dos mujeres han contribuido a que esta reunión entre amigos se haya vuelto inolvidable, Mis dos Brunildas. En primer lugar esta preciosa actriz que tan magnífica interpretación ha llevado a cabo y el segundo lugar, la majestuosa valquiria Brunilda. Mi querida diosa asgardiana me ha confesado estar realmente complacida con la representación.-
La rubia sonrió como si se sintiera enormemente feliz con aquel anuncio del magnate. Pero en realidad, toda aquella declaración le parecía petulante. Estaba claro que el entusiasta de la cultura asgardiana sólo quería dejar patente que una de las altas figuras asgardianas le brindaba su beneplácito.
En el convite, Elektra que se había vestido con ropas de gala para pasar como una invitada más le hizo un gesto a la asgardiana. La guerrera de ojos azules entendió a la perfección que el plan había salido a pedir de boca. La morena tenía en su poder el colgante y había sustituido el original por una copia perfecta del mismo, solo que sin magia.
Cuando Willheim se distrajo atendiendo a sus invitados, Brunilda aprovechó el momento para escaparse de su fiel admirador. Una vez fuera de la zona de visión del anfitrión se dirigió a las bebidas para tomar una copa y también algo para calmar el hambre. Sabía que como invitada de honor tenía que acatar unas reglas y unas apariencias, sino hubiera desaparecido de aquel evento tan pronto como hubieran interceptado el colgante. Debía permanecer en la fiesta para no levantar sospechas hasta que el calor de la fiesta se fuera sofocando.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 24th Junio 2018, 15:17
La misión había concluido; tenían lo que habían ido a buscar y el enemigo había huido, pero Elektra siempre había sido una mujer de gustos refinados que disfrutaba con aquella clase de ambientes, por lo que no veía por qué no podían disfrutar de una merecida recompensa quedándose para el banquete. No sería la primera vez que se daba un homenaje después de haber terminado un trabajo, pensó, recordando el whisky añejo escocés que había sacado de la licorera de Mr. Prebble cuando su sangre aún le goteaba por el brazo y su cuerpo caliente se enfriaba en la butaca.
Así que allí estaba ella, paseándose por aquél salón repleto de reliquias de una cultura que le resultaba tan desconocida como lejana mientras paladeaba un licor que figuraba bajo la etiqueta de "Berjavin" y que sabía a vino dulce (¿quizá vino de bayas o zumo de moras mezclado con cerveza?). Le había dado curiosidad el nombre por lo desconocido y había decidido probarlo antes de decantarse por las más tradicionales sidra, hidromiel o cerveza. Tenía que reconocer que estaba bueno.
La belleza de Elektra, con su tono de piel bronceado, su abundante melena oscura y sus ojos grises, resultaba llamativa y exótica en los Estados Unidos, así que muchos la reconocían como la revolucionaria valkiria que se había atrevido a desafiar a Odín en el escenario y la saludaban y felicitaban de manera amistosa, trayéndole recuerdos de su época como bailarina clásica. Ojalá pudiera recuperar esa etapa de su vida, pero la experiencia le había enseñado que cada vez que intentaba dejar su trabajo para ganarse la vida de manera legal era la gente inocente que la rodeaba la que lo terminaba pagando cuando La Mano la encontraba (porque siempre lo hacían, antes o después).
Estaba buscando a su compañera y no tuvo necesidad de buscar mucho, pues el anfitrión de la velada no tardó en conducirla tanto a ella como a la otra Brunilda al centro de la estancia para homenajearlas. Desde su discreta posición entre el público, Elektra observó, curiosa. La definió como "la valquiria Brunilda", que era exactamente el mismo título y nombre que ostentaba la actriz en la obra, y, por primera vez, la asesina griega realizó la conexión. ¿En serio? Como persona habituada a la mitología, simplemente había tomado el texto de aquella obra como lo que era, pues la idea de que algo de lo que allí se narraba pudiera ser verídico, con dioses y valquirias y caballos alados, inicialmente no se le había pasado por la cabeza. Sencillamente había pensado que a Brunilda le habían puesto aquél nombre por el personaje mitológico, de la misma manera que su padre había hecho con ella, pero ahora todo cobraba sentido, y, realmente no era tan extraño; ¿acaso no tenía pruebas de la existencia de la magia, los dragones y los demonios? ¿Por qué no iban a existir también los dioses nórdicos? Tan sólo un poquito más de irrealidad en su vida.
En cuanto la asgardiana se escabulló a la zona de las bebidas, Elektra se situó junto a ella con la excusa de volver a rellenar su copa con aquella bebida dulce tan exquisita.
- Así que... Brunilda la valquiria, ¿eh? -comentó llevándose a la boca un pequeño canapé trinchado en un palillo-. ¿Algo de lo que se ha representado en el escenario fue real?
No quería imaginar si realmente lo había sido y la rubia había tenido que pasar por semejante humillación...
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 5th Julio 2018, 14:44
En la mesa del convite, la valquiria se sirvió uno de los tantas variaciones de hidromiel que se comercializaban en Midgar. Aunque utilizaban las técnicas y las materias primas con las que se elaboraba antaño, para Brunilda no había mejor sabor que el hidromiel fabricado en Asgard. Era una bebida de su pueblo y ningún fabricante midgariano podía imprimirle el amor y el orgullo con el que lo hacían los asgardianos. Además de la bebida, la guerrera también había tomado algunas porciones de comida, que iba comiendo poco a poco. Sus modales no eran rudos pero carecían de la elegancia y tal vez de la sofisticicación de la clase alta de los anfitriones. En su cultura no se había desarrollado un complejo sistema de etiqueta.
Asintió con la cabeza ante la mención de su nombre. Luego suspiró y delineó con un dedo el borde de su copa mirando fijamente el contenido de su vaso. Como si estuviera absorta en el hechizo que la impidiera desviar los ojos del dorado néctar. Costaba tanto recordar a veces. Cuando otros han contado tu historia y han cambiado tanto el guión que ya no la reconoces como propia. Había pasado mucho tiempo desde aquella experiencia real en la que se basaba la obra de Wagner. Había sido en su primera juventud. Los sucesos estaban un poco desdibujados y vidriosos como si viera la escena a través de muchos cristales. No era porque su memoria fallase ni porque quisiera olvidar esa etapa. Sus recuerdos eran confusos porque Odín había bloqueado todos los sentimientos y emociones de ese momento vital.
Sin embargo, sabía que no había ocurrido como narraba la representación teatral. Bajó a la tierra para cumplir una misión, matar a un midgariano que había desobedeciendo las reglas. Alguien que hacía tambalear el mundo de Asgard, Sigmund. Pero al conocer a aquel hombre pudo ver su honorabilidad y su nobleza. Su único delito fue amar a un persona prohibida. Una mujer llamada Sieglinda, que era su hermana terrestre. Por amistad Sigmund (reencarnación de Thor) y por cariño a Odín, no pudo despojarle de la vida. El Rey de Asgard tuvo que matar a ese hombre y ella fue castigada a permanecer dormida hasta que un héroe que fuera digno de su amor la despertase. Para un asgardiano el castigo no era yacer en los brazos del que te despertase, el castigo era el deshonor, ser desterrado, ser despojado de tu rango y de tu misión. Confundir el honor con la honra y darle un significado de inmacula a las doncellas vírgenes era algo muy midgariano. Quizá por eso no se extrapolaba muy bien el concepto que los asgardianos tenían sobre la ofensa, la palabra y el castigo. Los asgardianos eran seres muy sexuales y la dignidad de un cargo o el honor de un fémina no se definía por su castidad sino por su trabajo, esfuerzo y entrega a su juramento. También por la época en la que fue escrita, la tetralogía del Anillo de los Nibelungos llevaba ese imperativo de valor de la mujer intrínsecamente relacionada con su virgo.
Elevó su mirada azul encontrándose con la gris de Elektra y sonrió. Había comprobado que la griega tenía los algunos elementos que más admiraba en una persona; buenas dotes en la batalla, destreza y perseverancia.
-Cuando una historia alcanza la fama, lo real deja de importar. -Su historia nunca será escuchada porque alguien la aderezó con ficciones más interesantes. - Desobedecí al rey que había jurado servir y fui castigada. Esa es la verdad tras la parafernalia midgariana. Algo un poco aburrido.- No le gustaba ni hablar ni pensar mucho en sus errores. Aunque su cabeza le decía que su proceder fue incorrecto muy dentro de sí sabía que tomó la decisión correcta. Pero eso ya no importaba. El tiempo y el castigo había sepultado para siempre la bondad de sus actos. Los años, las centurias y los milenios han despojando de valor y de peso tus acciones.
- Pero, My lady, seguro que con sus habilidades para estas y otras "artes", tienes historias más interesantes que narrar.- comentó con un tono y un sonrisa galante. El galanteos era algo muy común en los asgardianos y Brunilda lo usaba frecuentemente en personas de su interés.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 10th Julio 2018, 19:23
¿Estaba la valquiria flirteando con ella? Qué curioso... Nunca antes le había intentado entrar una mujer, aunque claro... Por lo general era ella la que flirteaba, y no a la inversa. Brunilda era una mujer impresionante: alta, rubia, corpulenta y fibrosa como ella misma, además de valerosa y honorable. Si la vikinga hubiera sido un hombre le habría seguido el juego sin dudarlo, ya que reunía muchos de los elementos que ella buscaba en una potencial pareja amorosa, pero no lo era... Y a Elektra nunca le habían atraído las personas de su mismo sexo. Lo cual no era óbice para que no pudieran llevarse bien, pues intuía que tenían más en común de lo que podría parecer a simple vista, siendo tan aparantemente opuestas en físico, estilo y forma de hacer las cosas. De entrada, las dos habían sido estigmatizadas y castigadas, aunque posiblemente la griega se merecía más su destino que la guerrera asgardiana, pero había una frase de las que había pronunciado que destacaba por encima de las demás:
"Cuando una historia alcanza la fama, lo real deja de importar".
Y era cierto. Elektra era, para todos, una asesina sanguinaria y demente. Muy pocos sabían la trágica verdad que se escondía detrás de sus acciones, la realidad de lo que ella era y lo mucho que había sufrido tratando de escapar de un destino funesto que la perseguía allá donde fuera, acabando con todos los que intentaban impedir que se la llevase y arruinando cualquier esperanza de felicidad.
Era evidente que a la guerrera no le gustaba hablar de su pasado, y a Elektra tampoco, pero dado que Brunilda había hecho el esfuerzo por contestar aunque fuera parcialmente a su pregunta le parecía lo correcto hacer lo propio, quizás en sus mismos términos. La ambiguedad siempre permitía ser más prolijo a la hora de narrar.
- Quizás -musitó enigmáticamente, y comenzó a caminar en dirección a la balconada con la intención de que la valquiria la siguiera hacia un entorno más tranquilo. No se trataba de un tema del que gustase de hablar en público-. Si mi historia fuese una obra de teatro como la que aquí se acaba de representar, la protagonista sería como esas típicas princesas de cuento que son huérfanas de madre y quieren muchísimo a su padre.
Su padre no había sido ningún rey, sino un embajador, pero Elektra había crecido en ambientes de parecido lujo y esplendor, por lo que el símil se le antojaba adecuado.
- Y, como siempre pasa en los cuentos, el padre muere y ella se queda sola -habían llegado a la balconada y la griega se apoyó en la balaustrada observando los jardines con una expresión extraña en sus ojos grises-. Pero entonces es cuando el cuento cambia -continuó agachando la mirada-. Ésta princesa no se limitó a, simplemente, aceptar con sumisión y docilidad lo que el destino había querido ofrecerle. En lugar de eso sintió ira, y rabia. Deseaba encontrar un sentido para el sinsentido que había sido la muerte de su padre, un sentido que en el lugar donde habitaba no podría encontrar, y una manera de aplacar toda la rabia y la impotencia que sentía, así que se marchó, huyendo de la única persona que podría haberla salvado: el príncipe de la historia -se dio la vuelta, apoyándose con los codos sobre la balaustrada para mirar a Brunilda y esbozó una sonrisa que no encerraba felicidad. Una sonrisa vacía y sin verdadera vida-. Ah, las princesas de los cuentos, siempre esperando que las salve el príncipe. Qué aburrido, ¿verdad? Ella pensó que podría salvarse sola. Se equivocaba, pero aún no lo sabía... Así que abandonó su antigua vida y a sus seres queridos, buscando un sentido y una meta. Buscando guía y aprendizaje. Y la encontró, de la mano de un anciano mentor que la instruyó y se convirtió en su segundo padre. Pero su rabia y su ira eran demasiado grandes... y aquél hombre que la había acogido y al que había aprendido a amar la expulsó de nuevo al mundo, y otra vez se quedó sola...
La tristeza que ahora mostraba su mirada parecía genuina.
- Abandonada por segunda vez, su ira creció y creció... y, finalmente, encontró un hogar, un lugar donde su oscuridad no importaba porque ellos mismos estaban hechos de oscuridad: un culto de ninjas. Guerros de las Sombras. Asesinos a sueldo. Allí, la entrenaron y la guiaron, pero su camino era el del engaño y el deshonor -apretó los labios al recordar las experiencias vividas junto a La Mano-. Y la ira de la princesa creció más aún, hasta que ya no pudo soportarlo y volvió a huir. Y así la princesa se convirtió en una ronin, una puta, una guerra de alquiler que vendía sus talentos, sus habilidades (ésas a las que te has referido antes) y su rabia a cualquiera que pudiera pagarlos -se terminó de un trago lo que quedaba de su bebida y dejó la copa sobra la barandilla de la terraza, a su lado. Ya pasarían los camareros a retirarla-. Pero, como en todo cuento que se precie, los personajes siempre terminan siendo los mismos, y ocurren casualidades imposibles, así que, eventualmente, la princesa y el príncipe se volvieron a encontrar... Y, supongo que, al final, él la salvó... pero ya era demasiado tarde.
Guardó silencio un momento, pensativa, antes de continuar:
- Dicen que "quien a hierro mata, a hierro muere", y éste fue el caso de nuestra princesa. Creo que a éstas alturas estaba claro que ésta historia no tendría un final feliz... Al final... después de una vida de dolor, sangre y violencia, la princesa murió en los brazos de su príncipe cuando estaba a punto de redimirse -dijo, mirando a Brunilda directamente a los ojos, sin vacilación-. Fue... a manos de un gran guerrero. Cogió su propia hoja... y la atravesó con ella. Pero ni siquiera entonces encontró paz, como en toda tragedia que se precie. Porque la vida y la muerte no son sino un vaivén de energía, y la princesa fue devuelta a la vida por aquellos de los que huía. Y, desde entonces, no han dejado de buscarla, día tras día... para cobrar su deuda. Y ella no ha dejado de huir... día... tras... día.
Si alguien le preguntaba que por qué se sinceraba tanto, podría argumentar que aquella no era su historia, sino la de la princesa del cuento, y todo cuanto en ella se contaba podía ser interpretado de manera literal o como simples metáforas.
Al fin y al cabo, ¿acaso alguien en aquél mundo podía asegurar estar en conocimiento pleno de la verdad?
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 18th Julio 2018, 23:39
Brunilda siguió a Elektra hasta la balconada. En ese lugar estaban más tranquilas de todo el ajetreo y alboroto de la fiesta. Era un lugar más ameno y apacible para poder conversar. La griega empezó la narración del periplo de su vida y la asgardiana escuchó atentamente con su hidromiel en mano. Apoyó su espalda en la pared y miró a los jardines como si los protagonistas del relato de Elektra pudieran proyectarse sobre aquel escenario. La historia llegó a un punto que hizo entristece a la morena. Así que la valquiria se movió de su posición, se acercó a la griega, puso su mano en el.hombre de esta y le dio unos golpecitos. Brunilda no era muy buena dando consuelo o apoyo.
La valquiria no llegaba a entender muy bien el concepto del cuento de hadas donde el príncipe salva a la princesa. Asgard el reino en que cada cual tenía que ser valiente y labrarse su propio camino, donde no importaba tu sexo sino tu destreza guerrera, tu arrojo y tu aporte a la sociedad, no eran habituales este tipo de narraciones. No obstante, ella que había vivido por temporadas en Midgard sabía que las mujeres no tenían siempre el mismo valor social que un hombre.
Puso su mano derecha en el hombro de Elektra y la miró fijamente a los ojos.- En mi largo devenir aprendí que la única persona que puede ayudarte y salvarte eres tú misma. Ni un príncipe, ni una princesa, ni un rey, ni una reina ni un heredero, ni un guerrero ni una guerrera … nadie allanará el camino. Yo he salvado a Thor más veces de las que él me ha salvado a mí. - Porque el trabajo de la valquiria siempre había girado en facilitarle la existencia a la familia real. Unas veces por deber y otras por cariño y amistad.- El amor puede acompañarte pero nunca aligerara el peso de tu carga y a veces el amor es tu propia carga. - Querer a alguien por encima de la lealtad a su patria, ese había sido el motivo de su destierro.
Se quedó unos instantes pensativa. Era una diosa de la muerte. Sabía muy bien que ser forzado a volver era duro. Además, rompía con las reglas del destino y siempre traía consecuencias. su rostro serio se mostraba compungido. No sabía muy bien qué decir. Le gustaría que su mejor amigo estuviera allí. Él seguramente podía otorgarle e Elektra unas palabras de aliento.
- No existen finales felices. Eso le cuentan los padres y madres a sus hijos e hijas para que puedan tener al menos una infancia feliz. La vida nunca es fácil y en muchos cuentos la muerte es el fin de una perpetua agonía. - Se cruzó de brazos y cerró un momento los ojos intentando ordenar sus palabras.- ¿Sabes cúal es el final de Brunilda en la historia midgariana?- su voz adquirió un tono de indignación y de tristeza. Como si la hubieran arrancado algo muy preciado. Porque así era. El honor, la dignidad y la gloria eran algo preciado para los asgardianos. Los hombres de Midgard le habían robado su historia y la habían convertido en una bufona. Un lindo aderezo para engrandecer al héroe. La habían despojado de su ser en cada una de sus palabras. La habían convertido en alguien desquiciada e inestable. En la villana del cuento. Alguien ruin, egoísta que trunca el viaje del protagonista sólo por despecho.
- Ella termina muerta y humillada, abandonando a su hija Aslaug a su suerte. Despreciada, desgraciada y traicionada por el héroe. ¿Cómo puede ser ese Sigurd un héroe? Un hombre que rompió sus promesas, utilizó a la persona que lo amaba y ganó sus pugnas gracias a ella. Para después dejarla abandonada con su retoño. Muchas veces no entiendo vuestra cultura, mi señora. Nuestro juramento es nuestra ley. Habiendo quebrantado él su juramento, igual que hizo ella, ¿qué lo hace digno de ser honrado?- suspiró, resignada y dolida. No podía hacer nada para cambiar las cosas. Cruzó los brazos sobre su pecho en un ligero gesto de protección hacia sí misma. Miró unos instantes la suelo y luego continuó hablando.
- Creo que amé a Sigurd una vez. - A veces se le hacía difícil recordar lo que había quedado muy atrás y sobre todo partes de su historia que habían quedado sin ningún sentimiento. Sus emociones por Sigurd fueron borradas y no tenía ni siquiera un resquicio del calor del recuerdo de aquel sentimiento apasionado. - Pero al Sigurd real no al de la leyenda. Un hombre que no me engañó, fue siempre sincero, honorable, digno y no me dejó sola al cuidado de una hija recién nacida. - Entre la multitud la valquiria dirigió su mirada al anfitrión de la fiesta.- Como yo en esta fiesta, esa Brunilda no es nada más que un instrumento para engalanar y ensalzar al hombre. Algo superficial y prescindible.-
La guerrera había vivido mucho tiempo, sabía que las mujeres se habían borrado de la historia, que sus logros habían sido puestos en hombros de varones, que se las había callado, humillado y sometido. Ninguna época había sido tan buena para la libertad y la visibilidad de la mujer que el presente. Pero dolía saber que tu cuento estaba contado en clave masculina, que habían sido siempre el personaje secundario en tu propia historia.
La valquiria era reticente a contar aspectos muy personales de su vida. Era una mujer bastante reservada. Pero al escuchar el relato de la vida de Elektra convertida en un cuento se sintió más dispuesta a hablar un poco de ella misma. Después de todo, su cultura tenía una tradición de narrar historias y hazañas heroicas junto al fuego. Por eso, el cuento de la ninja pudo penetrar en su coraza al recordarle un tradición tan asgardiana.
- La verdad es que el comienzo de nuestras historias se asemejan. Nací en una de las colonias de Asgard. - En su voz se ocultaba una ligera vergüenza. Porque no había nacido en la capital, era una “extranjera”, una pueblerina. Porque a pesar de asumir que no era malo no ser alguien nacida en la urbe, quedaban las reminiscencias de esa idea asgardiana de que un ciudadano de la capital es de mejor material que el resto de los asgardianos nacidos en pueblos. Ese sentimiento de inferioridad respecto a Thor, Balder, Siff, Hogun, Fandal, Amora, Lorelai y todos los demás hijos de la ciudad dorada nunca terminaba de irse.
- El día en que llegué a mi reino todos los presagios eran propios. Por eso, se me asignó el nombre de gran guerrera. Soy hija de un Jarl, lo que para vosotros los midgarianos es alguien de un casta alta, un noble. Parecía tocada por la fortuna. Mi madre murió al darme a luz y fui criada por mi padre. La heredera que sería un gran líder para su aldea. Pero los designios nunca son claros y dicen todo a media luz para dar esperanzas truncadas. No alcancé la gloria en la tierra que me vio nacer. Nunca reine en mi casa y una vez partí de allí, nunca más volvería a ver mi hogar. Cuando mi padre caminó al valhalla, fui enviada a la capital del reino. El nuevo Jarl se reveló ante el gran Rey, el rey de Todo, quien es dueño de cada territorio y cada pueblo de Asgard. Vosotros le conocéis más por su nombre y no por los títulos que ostenta, Odín. El padre de todo no es un asgardiano benevolente ni clemente y aplacó la rebelión con violencia y crueldad. Mi pueblo fue reducido a cenizas y cada hombre, mujer, niño y niña fueron despojados del mundo terrenal, mientras yo me hallaba en un lugar desconocido. En la ciudad dorada todo lo que había sido mi mundo quedó atrás y tuve que pelear arduamente para ganarme mi lugar. Nadie acudió en mi ayuda, tuve que salvar en vez de ser salvada. Cuando ya no queda ningún héroe al que clamar protección y misericordia, hay que dejar nacer nuestro valor y alzarse como paladín. -
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 22nd Julio 2018, 20:14
El intento de la valquiria por confortarla le hizo gracia. Lo cierto era que no había esperado ningún gesto de consuelo por su parte. Por lo general, nunca llegaban, y no dejaba de ser irónico que fuera precisamente la estoica guerrera vikinga quien lo intentara, a pesar de que, obviamente, no parecía estar demasiado habituada a ello. A veces, los que mostraban una coraza más dura podían llegar a ser los más amables de corazón, pensó recordando a Lobezno.
- Ya, bueno... Eso pensaba yo también, pero no he tenido mucha suerte salvándome a mí misma, ni a mis seres queridos -replicó con amargura-. Parece que se me da mejor quitar vidas que salvarlas...
Y si no, que se lo dijeran a Locke. Cuando el lugarteniente de La Mano lo había utilizado de escudo para obligarla a entregarse sólo había podido matar a aquél bastardo atravesando el cuerpo de Locke con su espada. Sí, había albergado sentimientos hacia él... pero no podía permitir que La Mano se hiciera con su cuerpo, porque la habrían resucitado como un engendro sin alma, una terrible arma, letal y sin conciencia. Sabía que era lo que Locke habría preferido. Se había esforzado tanto para conseguir que ella se redimiera...
Nina, Mac, Drake... eran otros a los que había fallado a la hora de intentar proteger. No, Elektra no podía salvar a nadie, y mucho menos a sí misma, pero había algo en lo que sí estaba de acuerdo con Brunilda: a veces el amor podía ser una carga. Diablos, aquella frase podía muy bien ser el resumen de su vida.
La asgardiana siguió hablando, sincerándose más, y cada frase que decía hacía que la griega la escuchara con mayor seriedad y atención, pues podía compartir y entender prácticamente cada punto. Muchas veces había deseado que no la hubieran devuelto a la vida, pues, al final, la suya era una existencia trágica y vacía, sin nada que pudiera impulsarla a continuar, y más de una vez había pretendido enmendar el error, mas... por lo que se veía, era una superviviente; nunca había logrado llegar hasta el final, no por su propia mano.
Cuando le preguntó por el destino de Brunilda negó en silencio, sin apartar la mirada de ella, y sintió un escalofrío al oír que también terminaba muerta y humillada, y aún peor...
- No sé... cuál habrá sido realmente tu historia, ni cuánto se parecerá a la mitología, pero si nunca has experimentado el dolor de perder un hijo, al menos en eso puedes considerarte afortunada -dijo con seriedad.
Un telépata desgraciado, enemigo de Daredevil, había modificado sus recuerdos una vez para hacerle creer que había tenido una hija con él y se la había arrebatado. El bastardo sabía que el justiciero ciego y ella habían mantenido una relación en el pasado y había pensado que ella sería la mejor opción para matarlo, y había estado a punto de conseguirlo, pues pensar que él le había quitado a su hija había sido lo único capaz de hacerle olvidar el amor que sentía hacia él. A fin de cuentas, pocas cosas hay más fuertes que el amor que una madre siente hacia sus hijos.
Negó con la cabeza, pesarosa.
- Nada -afirmó en respuesta a su pregunta, sin el menor asomo de vacilación-. Si alguien me hubiera hecho eso a mí, sin lugar a dudas lo habría matado. Nuestra cultura ha sido tradicionalmente machista durante mucho tiempo. Es algo que tuvo su justificación en la historia, pues los hombres tendían a ser más fuertes que las mujeres y hasta no hace mucho la supervivencia se sustentaba en la primacía física. Pero eso ha cambiado desde el momento en el que actualmente hace más falta cerebro que fuerza bruta para triunfar, y poco a poco vamos socavando esas cadenas, aunque aún queda por delante un largo camino para conseguir la plena igualdad.
Guardó silencio cuando la rubia admitió haber amado a Sigurd. Algo le decía que aquél amor podía haber sido igual de sincero e intenso que el que ella había sentido por Matt, y, al parecer, igual de trágico. Y de hecho ambos hombres no se diferenciaban mucho en carácter, a juzgar por cómo le describía. Matt siempre había sido valiente y noble.
La griega agachó la mirada y sólo la volvió a alzar cuando Brunilda expresó cómo se sentía en aquella fiesta, para mirarla con determinación.
- Entonces, vámonos. Hemos recuperado el objeto y ya no pintamos nada aquí. Sé de un sitio en donde podemos ser nosotras mismas. Es donde voy cuando necesito sentirme libre.
Dicho y hecho, las mujeres se marcharon y Elektra escuchó el resto de la historia de Brunilda mientras se dirigían a su destino. Sí que se parecían; Al igual que ella, Brunilda había sido marcada por su nombre. Al igual que ella, había tenido que criarse sin una madre. Al igual que ella, había sido entrenada como guerrera y había sido exiliada. Al igual que ella, había visto morir a todos sus seres queridos. Al igual que ella, había sufrido enormemente y había tenido que luchar para conseguir su lugar sin que nadie acudiera en su ayuda. Y, al igual que ella, había amado... y había perdido.
- Ya hemos llegado. Por aquí -dijo Elektra, pero tal como pudo ver la asgardiana no se encontraban en ningún lugar especial, tan sólo una zona residencial de Manhattan, y la morena tampoco se dirigía a ningún sitio reconocible, tan sólo hacia la escalera de incendios de un edificio cualquiera de lo más mundano-. En mi caso, ningún héroe acudiría en mi ayuda aunque lo pidiera. Lo sé, y por tanto no lo hago -dijo mientras empezaba el ascenso con la agilidad y rapidez de un gato-. Y tampoco creo que pudiera ser el paladín de nadie. La gente, por lo general, no aprueba lo que hago, y mucho menos los héroes. Daredevil, Ojo de Halcón, Spiderman... Son muchos los que han intentado atraparme y entregarme a la justicia. Otros con menos escrúpulos, como Red Hulk o S.H.I.E.L.D., se aprovechan de mis habilidades, pero son pocos, así que por lo general trabajo sola y me las arreglo sola.
Habían llegado a la azotea del edificio. Hacía frío aquella noche de octubre. Elektra abrió los brazos y tomó una amplia bocanada de aquél viento que golpeaba feroz en las alturas de los rascacielos de Manhattan, agitando las antenas y las líneas eléctricas, sacudiendo de un lado al otro las hojas del otoño, como pidiéndole a Elektra que se uniera al baile. En aquél momento, una sonrisa salvaje se dibujó en los labios de la morena, y sus ojos se encendieron llenos de vida.
- ¿Lo sientes? -inquirió. Rasgándose los laterales del vestido para dejar totalmente libres las piernas, se quitó los tacones y se subió al borde de la terraza, con la ciudad que nunca duerme a sus pies, repleta de luces y sonidos discordantes-. La sensación de libertad absoluta. Aquí arriba nadie nos ve, y nadie nos juzga. Nadie sabe que existimos. Siempre que necesito desahogarme vengo aquí arriba... y me dejo llevar.
Y, sin más, Elektra saltó.
Justo debajo había otra terraza de un edificio adyacente. La ninja cayó sobre el depósito de agua, flexionó las piernas para amortiguar la caída y se lanzó hacia delante con una voltereta. Aterrizó limpiamente en el suelo, corrió, y un poco antes de alcanzar el final de la terraza se impulsó con una voltereta doble aterrizando sobre una farola que usó como trampolín, se colgó de los cables del tendido eléctrico y cogió impulso balanceándose. Cuando alcanzó la velocidad adecuada se soltó y ascendió hasta alcanzar la azotea del edificio de enfrente, provocando que una bandada de palomas saliera volando en estampida.
Elektra gritó, sintiendo la adrenalina bombear por sus venas. Aquella era la mejor manera de sentirse viva después del sexo.
- ¡Vamos, adelante! -le gritó a Brunilda. No creía que una valquiria y diosa de la muerte tuviera ningún problema en igualar su proeza.
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 11th Agosto 2018, 15:23
Sus gestos de consuelo eran algo parco y toscos. No estaba muy acostumbrada a dar consuelo ni mucho menos al contacto físico si no era con alguien cercano o en una situación de índole sexual. Los comportamientos siempre era moderados y ella no era alguien dada a la emotividad o al consuelo. Guardar las emociones y sobreponerse al instante era lo que se enseñanza a los guerreros y guerreras para que siguieran combatiendo a pesar de perder amigos y compañeros en el campo de batalla.
- Sólo podemos hacer cuanto está en nuestras manos. Porque mucho antes de nacer nuestro camino ya a sido trazado. Puedes luchar, pero si has sido marcado con la desgracia y desdicha tus acciones siempre acabarán en tragedia. Ningún mortal ni ningún dios puede cambiar su sino.-
Lo sabía de buena cuenta. La experiencia y el error son a veces los mejores maestros. En su juventud fue más testaruda, orgullosa y arrogante de lo que ya era. Quiso detener la muerte de un niño y condenó un reino. Quiso salvar un héroe y salió deshonrada y condenada. Era la lección que se narraba en cada ciclo del Ragnarök. No se puede luchar contra lo inevitable, hay que aprender a asumirlo. Se debe rogar a las fuerzas cósmicas por sabiduría para saber qué es lo que se puede cambiar y fuerza para soportar aquello que no.
- Siempre es duro ver partir a aquellos que estimas. Aunque estés acostumbrado o sepas aquello que les depara. Aslaug era una mujer valiente y honorable. Me hubiera sentido dichosa de que fuera mi descendiente. Pero no tengo hijos ni hijas de mi carne y de mi sangre. Pero entre las valquirias se teje y entrelaza un fuerte vínculo. La existencia de mi casta se basa en servir a nuestro Rey, nuestro pueblo y a los designios hasta que su cuerpo cae en tierra y no puede volver a levantarse más. Es raro que una valquiria traiga vida a los nueve reinos.-
El walhalla era un paraíso. Una tierra idílica donde descansar por toda la eternidad. Un lugar de bendiciones ilimitadas. Sin angustia, sin temor, sin pesares, sin dolor, sin sufrimiento, sin preocupaciones. Un lugar de dicha sin fin. Una eterna primavera donde cada día eres feliz. Un mundo de júbilo, canto y gloria. Pero decir adiós nunca es fácil. Saber que tu persona bienamados está en un sitio mejor te quita preocupación sobre su paradero. Sin embargo, no disminuye ni alivia el dolor de la separación. Saber que cuando tu hilo se corte volveréis a reencontraron no es suficiente para aligerar el peso de la distancia.
Brunilda conocía muy bien el pesar de ver a tus seres queridos pasar al otro lado. Siempre provocaba tristeza en su corazón. Aunque en su rostro a penas se mostrase. Pero la mayor congoja y dolor los sentía cuando quien moría era un infante. El pesar de la madre y la partida temprana de su descendiente le producía un tremendo pesar, que se le gravaba en la piel como la marca del hierro en la carne del ganado. En ese tipo de situaciones no podía evitar soltar alguna que otra lágrima. Incluso en algunas ocasiones de mortandad infantil se veía tan afectaba que sus lágrimas caían cual lluvia caudalosa.
- En Asgard tenemos aún reminiscencias de sociedades y ritos patriarcales de cuando nuestra raza era nueva en los Nueve Reinos. Pero culturalmente hemos progresado. Es duro nacer mujer pero es más liviano que en los otros reinos. -
Una media sonrisa surgió en su rostro. No se consideraba muy lista. No dentro de los criterios arcaicos de la inteligencia cristalizada. Era fuerte, era valiente, era fiel, entregada y honorable. Sólo era alguien fuerte y cabezota. Pero sin duda, no era la fémina más inteligente de Asgard. Si el progreso de las mujeres se debía al potencial de conocimiento, la resolución de problemas y el manejo de sus habilidades para solucionar salir victoriosa y de la forma más acertaba, estaba completamente segura de que no había aportado nada al progreso del “sexo débil”.
Elektra la invitó a irse del evento y la valquiria la siguió. Se sintió un poco aliviada. Seguramente en cualquier lugar estaría mejor que en esa fiesta donde la hacían sentirse una reliquia. Después de todo, ya habían cumplido con su misión. El talismán estaba a buen recaudo y nadie parecía sospechar nada del cambio. El arrogante y rico anfitrión estaba ocupado y entretenido siendo alabado por sus elegantes y finos invitados. Estaba claro que inmerso en esa pompa no notaría la desaparición de las mujeres.
Tras un interesante paseo llegaron a una de las zonas urbanas de Manhattan llena de edificios y viviendas varias. La ninja empezó a ascender por la escalera de incendios y tras ella, la valquiria.
- Son amigos de mis amigos. Aliados en tiempos de necesidad. Tienen un buen corazón pero no comprenden la dificultad de un situación extrema. Cuando eres cautivo, sea de tu mente o sea de un hechizo o sea que alguien tiene algo que puede hacerle tener tu voluntad, tienes que hacer cosas que quebrantan las leyes humanas, a veces las divinas y en situaciones extremadamente complejas y difíciles las cósmicas. Ciertamente, se recibirá un castigo. Aunque no son los ellos quien han de juzgarte. S.H.I.E.L.D es un arma de doble filo. Puedes contar con ellos si tus intereses son afines pero se ha de tener cuidado cuando se difiere en objetivos. Harán lo que sea por cumplir su misión. Son muy desleales y traicioneros. -
Conocía a todos los héroes mencionados por Elektra. No tenía una relación muy cercana con algunos pero sí podía asegurar que eran honorables. Sobre todo el chico araña. Peter Parker tenía la fortuna caerle en gracia a los asgardianos. Seguramente, era porque Mjolnir le había nombrado un digno sucesor del Dios del Trueno y la magia del martillo les hacía saber de forma inconsciente que aquel hombre era tan honorable como cualquiera de su raza.
El final de la subida era una enorme azotea donde se veía un maravilloso panorama de la burbujeante ciudad. Aunque era una noche fría de octubre y el viento corría raudo, la guerrera no lo sentía. Su piel más densa que la de los midgardianos conservaba bien el calor de su cuerpo y impedía que el frío la calase. Además, estaba acostumbrada a fríos extremos por lo que ese ambiente era bastante agradable para ella.
Libre era la palabra que había pronunciado Elektra. era cierto que aquel ambiente alejado de toda la cotidianidad producía una sensación de confort y libertad. Poder descansar unos momentos de su tarea, alejarse de la nostalgia de tanto tiempo fuera de su hogar y desprenderse de las múltiples preocupaciones que acuñaba su mente cuando volvía a la mansión. Poder respirar un poco de otros aires y despejar, al menos, por un rato su cabeza. dejando un momento las preocupaciones para otro día.
La morena saltó al vació y cayó sobre el depósito de agua de la azotea adyacente para luego saltar hacia el suelo de esta. Siguió corriendo y se aventuró a balancearse por el tendido eléctrico de la calle para desplazarse hasta otra azotea. Desde su nueva posición invitó a la valquiria a seguirla. La rubia se quitó sus atravios. Primero se desprendió del casco de cuernos. A continuación se quitó los adornos de metal que estaban enganchados al justillo azul marino. Deshizo sus dos largas trenzas y su cabellera, rubia como el sol, se meció con el viento. Por último, soltó la falda de cuero y tachuelas. Brunilda se quedó tan sólo con su corsé y una especie de braga-pantalón cortita también del color aul marino que hacían las veces de enagua.
Brunilda tomó un poco de distancia y le dió impulso a su saltó. Desde luego las dotes acrobáticas de la valquiria no tenían tantos florituras como las de la ninja pero tenía destreza, elegancia, agilidad y sobre todo utilidad. Como un gran equilibrio aterrizó sobre la primera azotea y luego siguiendo a la griega, volvió a saltar. Llegó a los cables de la luz, se deslizó por ellos. colgada con sus dos manos y moviéndolas a través del cable, luego con las piernas cogió impulso, se balanceó hacia atrás y dio un potente salto. En el aire giró varias veces hasta que cayó perfectamente de pie en el punto de encuentro. Sonrió. la experiencia le recordó cuando en Asgard corrían por el bosque simplemente por diversión, saltaban por laderas, nadaban en los arroyos, subían cimas lejanas y se aventuraban a los lugares más insólitos. Todo ello antes de que el peso de la responsabilidad tocara sus espaldas. cuando tienes responsabilidades es más difícil dejarse guiar por las alas de la libertad.
-Quizá te fuera grato acudir a alguna de nuestras festividades en primavera. Cazamos, corremos, saltamos, demostramos nuestra fuerza, comemos, bebemos, bailas, amamos y sobre todo festejamos nuestra vitalidad y fuerza.-
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018] 15th Agosto 2018, 17:27
- Yo tampoco he tenido hijos -admitió la asesina-. Pero quizás me habría gustado tenerlos... si mi vida hubiera sido diferente. A veces me lo pregunto: ¿cómo habría sido mi vida si mi madre no hubiera muerto?
Si Christina hubiera sobrevivido podría haber explotado la faceta atlética en la que siempre había destacado ya desde el colegio, y, quién sabe, años dedicados a aprender cómo defenderse de los enemigos imaginarios de su padre podrían haberse convertido en una infancia llena de entrenamientos para trofeos olímpicos y medallas doradas.
Si Christina hubiera sobrevivido podría haber hecho realidad sus sueños de estudiar en el extranjero, y, en lugar de estudiar derecho, como su padre quería, podría haberse convertido en diplomática. Quizá incluso podría haberse dedicado a lo que su corazón de verdad quería en el mundo del arte en lugar de desecharlo porque, según su padre, se trataba de una profesión que no daba dinero.
Podría haber sido madre en lugar de asesina.
Pero se había criado sola con su padre y él había sido todo su mundo. Siempre fue la "niña de papá", tan deseosa de complacerle y hacer que se sintiera orgullosa... Sin hacer caso a sus propios deseos y aspiraciones. Y todas las decisiones y elecciones que había tomado en su vida la habían conducido hasta donde se encontraba ahora.
Brunilda también lo había tenido difícil pero al menos ella tenía a las otras valquirias, sus hermanas. Elektra estaba sola.
- Por lo que dices, Asgard parece un buen lugar para vivir. Me gustaría visitarlo algún día.
¿Por qué no? Después de haber visitado el espacio y la estación Sapiencial ya todo parecía posible.
Asintió cuando la asgardiana le habló de la naturaleza traicionera de S.H.I.E.L.D. No se trataba de algo que no hubiera comprobado personalmente en varias ocasiones, y era la razón por la cual evitaba trabajar para ellos, pero el director de la organización tenía suficiente control sobre sus trapos sucios como para poder ejercer un cierto nivel de dominio sobre ella, y a Elektra no le importaba sacarle las castañas del fuego de vez en cuando si a cambio podía recibir algún favor cuando lo necesitara. Los hilos del control de Furia eran largos y tocaban muchos campos. Nunca se sabía cuando ibas a necesitar su ayuda.
Respecto a lo otro que dijo la valquiria acerca de recibir su castigo... No le cabía ninguna duda acerca de ello, no después de la vida que había llevado. El único interrogante sería acerca de la naturaleza del castigo.
¿Iría hasta el infierno cristiano donde sería torturada y flagelada por sus pecados mientras se ahogaba por toda la eternidad en la sangre de aquellos a los que mató? ¿O sería conducida al infierno de sus antecesores, donde bebería de las aguas amnésicas del río Lethe para después perderse en el reino de Hades y Perséfone? Sin sentir hambre, calor, frío, dolor o placer... Nunca jamás... Una mera sombra de lo que había sido... Para siempre.
O quizás fuera peor... Quizás no la esperara nada en absoluto. Tan sólo el vacío de la no existencia sin que nadie la recordara o llorara por ella. El desgarrador lamento de la nada.
Ojalá pudiera recordar lo que ocurrió tras su muerte, pero no podía... Recordaba vívidamente cómo ocurrió, y cómo despertó de nuevo a la vida, pero de lo que ocurrió en el tiempo que estuvo ausente... Nada. Nada en absoluto. Y no saberlo la enloquecía. Quizá por eso disfrutaba tanto experimentando aquella clase de sensaciones de peligro y riesgo extremo, o se dejaba caer en el agradable olvido que suponía el sexo por el puro placer del placer. Quizá tan sólo necesitaba sentirse viva... para no recordar que algún día moriría... de nuevo.
Pensándolo bien... no era justo. Debería poder recordar la muerte. Después de todo, había sido muy generosa con ella a lo largo de su vida, le había entregado multitud de ofrendas. Incluso había nacido de ella. A su madre la asesinaron estando en el último mes de embarazo. La sacaron de su cascarón vacío sin que nunca pudiera llegar a conocerla. Todavía seguía sin saber si debía o no estar agradecida.
Pensó en preguntarle a Brunilda, pero lo descartó. Fuese cuál fuese el destino que le estaba reservado, seguro que no sería la valquiria la encargada de cumplirlo.
Observó cómo Brunilda se deshacía de todo lo que pudiera suponerle un obstáculo para saltar y cómo seguía ágilmente sus pasos. Estaba en tan buena forma física como había pronosticado. Cuando llegó a su lado la escuchó y sonrió.
- Suena como algo que me encantaría hacer, pero aún queda mucho hasta primavera -respondió-. Me sería grato volver a encontrarnos alguna que otra vez, para beber y divertirnos sin toda ésta mierda de S.H.I.E.L.D.
Sus palabras eran sinceras; la asgardiana le había caído bien y tenía muy pocas amistades con las que pudiera mostrarse tal como era, sin tener que mentir.
- Vamos a pensar dónde vamos ahora, ¿te parece? Aún queda mucha noche por delante y sin duda Furia puede esperar hasta mañana...
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Tema: Re: La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018]
La senda del nibelungo (Elektra&Brunilda)[10/10/2018]