[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - Flegetonte (Omegadust, Artemis, Wally, Roy, Elysia, Jason) [18/04/2019]

Su materia se carcomía con cada agresión...

Su sentir con cada golpe...

Presa de aquel opresivo ambiente empeñado en consumirla como las criaturas vivientes solían hacerlo con cada uno de los recursos naturales disponibles, hasta que no quedaba nada...

El mundo a su alrededor se silenciaba...

"¿Púlsar?..." incluso dentro de sus propios oídos la hermosa melodía quedaba interrumpida, incompleta cuantas más notas le eran arrebatadas...

Al aproximarse hacia el vacío, se percató de su menudencia. De lo escasa que había sido su aptitud de afrontar los peores horrores que el aterrador mundo al otro lado del cristal podían llegar a presentar para cuantos en él moraban... y anheló como nunca antes poseer lágrimas que derramar, pues si bien el llanto no obtenía por sí solo la capacidad de reparar, si poseía de manera incuestionable la de sanar...

Cualidad fuera de su alcance a menos que la compartiera con los afortunados que sí poseían ese mágico don...

Ideas, pensamientos y sensaciones que no pertenecían a las criaturas que la rodeaban sacudieron su fragmentada psique incrédula, desconocedora de que la sensación próxima de su expirar podría brindarle la irrepetible oportunidad de sentir más que los reflejos...

Más que su constante y consabido dolor ajeno...

El miedo se escapó de las últimas esquirlas de su cuerpo suspendido a medida que el silencio se intensificaba... que Púlsar se vertía más allá de su ser, abandonándola....

Sus parpadeo eclipsó sus ojos de joya roja en un breve instante de éxtasis dispuesta a aceptar el sobrecogedor estruendo de la nada...

La última de sus notas reverberó... Con ella se produjo la abrupta alteración de un destino que parecía indiscutible...

Obra el mayor de los milagros para la Dama Nívea la salvadora mano de Sentir secreto.

"Púlsar no se extingue..." descubre para sí con maravilla..." Se atenúa... Susurra... ¡Para que pueda escuchar!"

En el mismo instante en que lo comprende, la Dama Nívea se recobra pues nada podría haberla hecho abandonar el lugar en donde la necesitan salvo un suceso de aún mayor gravedad...

El sacrificio de la mano de Azarath, su Vetusta Protectora...

Presa de una repentina exaltación aparece la pequeña criatura, que se ocultaba en el vivo telar del rojo. Polinach, la criatura de bulbosa nariz, corre al encuentro de sus fragmentos con una necesidad arrebatadora. Con un gruñido primigenio se arroja contra el pequeño tórax de la Dama Nívea, y al golpearlo, separa sus últimas piezas en un instante que perduraría en la psique de aquellos que presenciaron la batalla que amenazaba la condición de la misma vida...

La Mujer Sin Sombra se quiebra hasta ser indistinguible. Al hacerlo, el Rojo mismo se resquebraja, eliminando la amplia perspectiva de su espacio. La realidad del reino se deshace como la fantasía del teatro, una vez caído el telón. Durante un instante, la escena se paraliza. Grietas de un brillante rojo sangrante se abren en cada superficie. Recorren suelo, paredes, techo, incluso los abandonados cuerpos de sus antiguos luchadores y la superficie del inmenso cadáver que ofreció a Blood su corazón. La sensación de urgencia se transmite a todos y cada uno de ellos, cuando perciben que rastros infinitesimales de la materia rojiza vuelan como atraídos en una magnética danza a la criatura animal que ahora se sostiene en el aire, donde el resto de pedazos de la Dama Nívea han comenzado a adherirse a su alrededor...

Recubren al Polynach con la fuerza transformadora de una pupa, adoptando de nuevo el espectro de una silueta consumida...

Así es como la misericordia la alcanza, dándole la salvación... no para sí misma...

Si no por la urgente necesidad de corregir la aberración que está a punto de darse en un universo que no la toleraría...

Acude en su ayuda, pues para eso fué creada...

y en una irrepetible consecución de acontecimientos, por la exactitud milimetrada con que tuvieron lugar, es la misma imposición de su cometido la que salva su propia vida...


Su traslado se sucede con tal rapidez que por vez primera, la envoltura de su maternal cristal no le reporta el alivio deseado. Porque no le queda ni un instante...

"Una vida... se ha apagado... cuando aún... palpita..."

La última oportunidad de ser sanada...


El Rojo se degrada con rapidez tras su marcha. La posibilidad de mantener su materialidad parece de algún modo ligada a su presencia. Tras verla desaparecer, todos ellos lo saben de manera instintiva. Así como los pájaros conocen las rutas migratorias. Su tiempo se acaba. Es en ese instante, y no en cualquier otro, en el que se les brinda la oportunidad única.

Si la muerte ha de llegar a alguno de ellos ha de ser durante su ausencia...

La misma que hace colapsar el Rojo, desgarrándolos de él...

[FDP: A partir de ahora la batalla la continuaréis solos. OmegaDust habrá acudido a salvar a Raven en Soul as White as Heaven.]

El grito de Wally hizo enmudecer a todo el valle. El monstruo en el que se había convertido Blood le aterrorizaba, pero más miedo había sufrido en el instante en el que casi le cercenaba las rodillas de un solo tajo.

La espada había empezado a cortar la carne en cuestión de segundos. Si no fuera porqué vivía a cámara lenta, Wallace West habría perdido la capacidad de volver a correr durante el resto de su vida.

Pero antes de que eso sucediera, sus piernas empezaron a vibrar a una velocidad inhumana, alterando así sus moléculas hasta el punto de que la espada se hundió en la tierra bajo sus rodillas, evitando que se llevara más carne por delante. Alterado tras haber esquivado a duras penas un ataque tan directo, Flash se levantó a toda prisa, temiendo por su vida, y se alejó lo máximo posible de aquel monstruo.

Necesitó un par de segundos para recuperarse, respirar y pensar en lo que había estado a punto de ocurrir. El corte superficial que le había hecho en las rodillas empezaba a sanar gracias al factor de curación... pero aunque sus heridas se habían cerrado, el trauma seguía vivo en su cabeza. Con el corazón en un puño, el pelirrojo se sintió impotente y frustrado. Podía haber perdido sus piernas, incluso la vida si esa espada hubiese seguido la dirección de su corazón.

Blood no era un villano que tomarse a la ligera… con ese poder y esa fuerza renovadas sería capaz de enfrentarse a la misma Liga de la Justicia en igualdad de condiciones. ¿Y en qué lugar le dejaba a él? ¿Se sentía capaz de librar una batalla en esas condiciones? ¿De arriesgar su vida de nuevo por salvar el mundo?

Cuando quiso tomar una decisión, escuchó los gemidos de la arquera no muy lejos de allí y fue testigo de cómo Roy le pegaba una patada en el rostro a Artemis y Jason le apuntaba con la pistola con intención de dispararla. Entonces, el tiempo se detuvo para él.

—¿Es que os habéis vuelto locos?— gruñó rabioso, y haciendo uso de su super velocidad, apartó al pelirrojo de un manotazo.  El arquero salió volando varios metros lejos de la pareja, que pronto se iba a enzarzar en su primera disputa matrimonial. — ¿Estáis ciegos? ¿Qué no veis que está siendo controlada por Blood? —gritó, molesto con la actitud poco apropiada de sus compañeros—¡Podrías hacerle daño! — ¿En qué demonios estaban pensando Jason y Roy? ¿Acaso también estaban hechizados? ¿Tenían la sangre tan fría como para tratar a Artemis con esa dureza? Ella era como cualquier otro miembro de la Young Justice. Era su amiga, y necesitaba ayuda…

Wally abandonó todo lo que tenía entre manos para proteger a su esposa de ella misma y de los demás. Nada en el mundo le importaba más que Artemis, y nadie iba arrebatarles de nuevo su felicidad.

— ¡Artemis! ¡Mírame! ¡Soy yo! ¡Soy Wally! — exclamó, evitando con rápidas esquivas cada movimiento agresivo y hostil por parte de la vietnamita.—  Estoy aquí… No voy a dejarte sola…

haría todo cuanto fuese posible para ayudar, pero en realidad, no tenía ni idea de cómo desactivar el control mental que mantenía prisionera a su esposa. Era lo que más detestaba de los hechiceros, de cómo eran capaces de jugar con los cuerpos y mentes de las personas como si se trataran en realidad de simples muñecos de trapo. Incluso aunque sólo quisieran ayudar, como era el caso de Raven, no podía evitar sentir que invadían su intimidad y profanaban su mente.

— Maldita sea… como odio la magia…

FDI: Wally va a quedarse con Artemis hasta que se le pase el efecto del hechizo de Blood, y la protegerá de cualquiera que quiera hacerle daño.

Chasqueé la lengua al ver como Blood desviaba con facilidad el curso de las espadas. Maldita sea… ¿Había sido demasiado débil? Pero lo peor de todo no fue eso, sino que mi ingenioso hechizo para convertir a Colmillo de Dragón en una rama seca también había resultado en vano. Será cabrón…ese asqueroso sectario no había tardado ni diez segundos en devolver la espada a su forma original y con todo su esplendor.

Ahora que había devorado aquel corazón sangriento, parecía ser más poderoso que nunca. Más fuerte, más imprevisible…

— Eso es… imprevisible. He de ser imprevisible…— susurré de pronto, y mis ojos se abrieron de par en par, viendo la situación con claridad por primera vez.

Y es que en eso consistían mis poderes; eran la misma esencia, pura y salvaje de la magia, capaz de ser voluble y cambiar a placer gracias a mi más que desarrollada imaginación. No debía estancarse en lo básico, ni hacer las cosas demasiado realistas o creíbles… tenía que mirar más allá. Expandir mi mente…


— Jay… necesito que me cubras…— dije con una seriedad que jamás había usado con él. Tan pronto como me sentí segura a su lado, cerré los ojos, y me concentré en mi propia energía mística hasta notar como la magia de nuestro alrededor fluía…constante, palpable, imparable… una fuente de energía vital que nos llenaba a todos por igual…

Cuando abrí los ojos, mi visión era nítida, clara y brillante. Mis pupilas resplandecían con luz propia, y me sentía capaz de hacer cualquier cosa que creyera posible.

El escudo mágico que nos rodeaba se hizo de pronto más fuerte. No iba a durar mucho, pero al menos nos protegería de cualquier mal mientras estábamos ocupados luchando. Después, empecé a mover las manos como en una danza, y de pronto, la carne palpitante que dormía bajo los pies de Blood se alzó, atrapando al sectario entre sus tentáculos viscosos. Por mucho que se librara de ellos (porque estaba segura de que lo haría tarde o temprano…), no pensaba darle tregua. Iba a lanzarle un ataque tras otro sin permitir que descansara ni un solo segundo…

Con un suave movimiento en dirección al cielo, aparecieron de nuevo las espadas de Chroma, brillantes sobre mi cabeza, y conjuradas gracias a que mis manos eran ahora el pincel que necesitaba. Cortaron el aire con una velocidad vertiginosa, y las proyecté en línea recta con la intención de que penetraran en los puntos más débiles de Blood; Ensartaría dos en sus rodillas, dos más para sus codos y una en el grueso de su cuello.

— Bien… a ver como te libras ahora de estas, malnacido…

Esperé a que esquivara, tal y como se deshizo de las espadas anteriores. Y cuando se apartó de ellas, mis espadas de luz viraron ciento ochenta grados en cuestión de milisegundos, arremetiendo a toda velocidad de nuevo contra el sectario. Por mucho que las desviara con su espada, las esquivara, las partiera… las espadas siempre volverían, cambiarían de dirección, se harían incorpóreas, se torcerían, se deformarían…

Mi magia era cambiante. Tenía vida propia. Y mis espadas no descansarían ni un segundo hasta traspasar el cuerpo de Blood y bañarse con su sangre…

-Genial, ahora da incluso más asco-nada mejor como ver a tu grotesco enemigo duchado con las vísceras de un ¿demonio? tras darse un banquete con su corazón para que se te revuelva el desayuno de esta mañana.

Al menos esperaba que mis balas siguiesen sirviendo para algo, aunque viendo la magnitud de la batalla empezaba a dudarlo. Me había metido de cabeza en el infierno pensando que estaba a la altura, ¿pero a quién pretendía engañar? Era un mero hombre con un buen par de pistolas y un repertorio de comentarios sarcásticos...tal como había sido Bruce pero su debilidad no le había echado atrás hasta su amargo final. ¿Cómo iba a renunciar sabiendo que mi viejo me estaba viendo desde ahí arriba?

Con unas ganas renovadas volví a alzar las pistolas en dirección a Blood tras escuchar el grito de West, soltando un soplido de alivio al ver como esquivaba in extremis el corte.

-Céntrate rayitos, estamos en medio de una guerra, no puedes ponerte sentimental ahora-no era un novato, sabía como noquear a alguien sin matarlo, algo que tenían que hacer si o si con la molesta rubia mientras siguiese con su cerebro lavado. Pero viendo el panorama mejor era dejar a su noviete lidiar con ella, ya tenía suficientes enemigos como para ganarme uno más.

-A sus órdenes mi señora-La voz de Elysia fue todo lo que necesitaba para volver a centrarme y dejar los dramas de sups, no teniendo siquiera que girarme para saber que iba a hacer algo grande, por lo que me posicioné delante de ella cubriéndola con mi espalda y lancé otro mar de balas directo a Blood esperando retrasarlo un poco mientras mi compañera hacía su magia.

La repentina luz a mis espaldas me hizo querer girarme a ver que nuevo truco había preparado, pero tenía que tener confianza en ella y seguir con el plan, por lo que seguí disparando frenéticamente esperando al menos ganar unos valiosos segundos para Elysia.

-Woooow-paré durante un segundo mi ataque al ver sorprendido como unos tentáculos emergieron del suelo reteniendo al capullo, pero no solo eso, no pudiendo evitar gritar de emoción al ver como sus espadas volvían a hacer acto de presencia para atacar con precisión de cirujano a los puntos débiles de Blood dejándolo completamente a su merced.

-¡Esa es mi chica!-a la mierda las formas, estábamos en el fin del mundo así que me merecía soltar algo de mis sentimientos aunque me arrepintiese al día siguiente, si es que había claro.

No perdí tiempo para lanzarme hacia el desgraciado con mis All blades en mano saltando hacia él para clavárselas en ambos hombros, asegurándome así que no escapase del firme agarre de la maga. Después de tantas muertes y dolor que había causado, el muy bastardo no se merecía morir rápidamente, y yo me encargaría de ello.

Me quedé cara a cara con Blood, apenas un par de centímetros de distancia, y me quité el casco para ver en directo lo que le esperaba.-Debe ser jodido ver como tantos planes se van a la mierda gracias a una panda de capullos como nosotros ¿no? Casi rozando la gloria para ver como tus sueños se rompen delante de tus ojos-una de mis manos cogió lentamente la espada en su cuello y empezó a deslizarla hacia los laterales muy lentamente, disfrutando del sonido de la sangre corriendo por su pescuezo mientras la herida iba aumentando de tamaño.

-No sé si volverás, me es igual, siempre estaremos ahí para patearte el trasero y devolverte al lugar de mierda del que saliste escoria-suponía que apenas podía pronunciar alguna palabra gracias al bonito boquete en plena garganta que le había hecho, quitando el arma satisfecho de ver el espacio del agujero para volver a clavársela esta vez en el pecho.

-Esto va por Bruce hijo de puta-sin delicadeza ninguna le agarré de la cabeza y forcé la extensión de esta, abriendo aún más la herida en su cuello para así introducir en esta una de mis pequeñas bombas de creación personal.

Rápidamente cogí de nuevo mi casco y me alejé de Blood, segundos antes de que mi pequeño dispositivo hiciese efecto y provocase una gran explosión que me daría en plena espalda en medio de mi carrera, tumbándome del impacto.

Intenté girarme en dirección a donde tendría que estar lo que quedase del capullo pero mis costillas estaban destrozadas, por lo que simplemente rodé en el suelo para volver a tener campo de visión sobre Blood y recé porque hubiésemos acabado con ese maldito bastardo.

Recorrió el espacio valdío a través de la Narina, sabedora de que los acontecimientos que habían tenido lugar sólo podían culminar en la certeza de la muerte...

En la tierra al otro lado del cristal, durante unos instantes, todos los animales enloquecieron... Presas de un profundo y oscuro terror visceral, proveniente de le pérdida del lugar al que como colectivo estaban ligados. La sensación del vacío tan propia de la horfandad les hizo presa... Rugieron... Gritaron... Aullaron a la carne desgarrada... A la sangre vertida...

Sintiendo en cada uno de sus cuerpos el duelo que se avecinaba...

Y el Reino del rojo, sinónimo de vida... Dejó de palpitar...


Bajo la luz del luto, nada era ya del color de la sangre...

Cuanto quedaba, un mundo de ceniza...

Silencio absoluto...

La gigantesca antesala, otrora sinónimo de un tórax donde el corazón del Rojo hacía fluir la preciada materia sangrante que alimentaba el mundo se mostraba empobrecida y vetusta... Estéril a todo lo que antes había significado...

Ahí no quedaba vida... Sólo...

"Púlsar.... dónde estas..."

Su rostro se rompió en un grito sin sonido mientras sus manos se posaban sobre su torso, incapaz de resistir el dolor...

¿De dónde provenía?... ¿De dónde?...

Y como la primera vez que se le otorgara aquella angustiosa palabra con la que al instante se sintió reconocida... Mártir... que siempre la removía con aquel profundo pesar... Entonces comprendió...

Por segunda vez en su vida... su dolor no provenía si no de sí misma...

Sintió que se desgarraba, mientras un sonido visceral abandonaba su garganta...

Si tan sólo pudiera llorar todo cuanto necesitaba... Si pudieran entender lo mucho que esa pérdida significaba para La Mujer Sin Sombra, que ahora se encontraba de rodillas en medio de la gran antesala, rodeada de cadáveres... anegada en soledad...

Un suave trote se extendió, con el sutil eco de unas patas al golpear el endurecido suelo. El Polynach corría a través de los restos de las criaturas, en una inagotable búsqueda que había iniciado desde el momento mismo en que se quebró la Narina por vez primera...

Elevó el rostro para seguirlo con su expresión rota, al tiempo que comprobaba cómo se centraba en una pequeña mancha negruzca sobre el suelo. Hundió el hocico sobre ella y luego retornó a la carrera hacia la frágil extensión blanca con la que confromaba un todo. Estampó su húmedo bulbo sobre su piel inmaculada... y al contacto con su argenta superficie, la mancha volvió a tornarse roja y cálida...

Contempló, incrédula... llena de reverencia...

La criatura volvió a alejarse, mas esta vez, no lo hizo sola. Avanzó tras ella, siguiéndola en aquel proceso que se escapaba a su entendimiento, mas Polynach siempre había sabido cómo obrar. Cómo proceder. Cuando la apresaban las dudas, encontraba en él guía y consuelo... Como lo encontraba en Mathaêr, en la Narina...

Hundió sus dedos blancos en la sangre, sus pies atravesaron piel, tejido y hueso... Y a medida que los restos de aquellos que habían dado su vida y la habían arriesgado tratando de salvar al Rojo entraba en contacto con ella, suaves hilos rojizos se dibujaban visibles a través de su piel semitranslúcida, hasta que por fin hubo suficientes para prender la silueta de un pequeño corazón radiante, perceptible incluso a través de su tórax. Iluminado por un suave resplandor cálido que llenó la sala de atardecer, la aureola comenzó a girar cada vez más y más veloz sobre cabeza, mientras juntos alcanzaban de nuevo el centro de la sala...

No tenía idea de qué se avecinaba... pero sentía una creciente sensación reverencial hacia la pequeña criatura que la contemplaba desde el suelo. Trepó a través de su cuerpo níveo, apoyada sobre su espalda, hasta que hizo de su hombro su sustento. La cola de la criatura floreció, mostrando entre su pelo las suaves dendritas coloreadas que buscaron hacer contacto con la columna de OmegaDust, convirtiéndose en uno sólo...

Sus ojos se cerraron, sumidos en un ensueño...

La aureola timbró con un suave eco que lo llenó todo al detenerse...

Y su poder se extendió mas allá de lo imaginable...


Los hilos rojizos centellearon a través del cuerpo de OmegaDust, al tiempo que el bulbo de la nariz de la criatura se abría. A través de él, surcaron el aire en diversas direcciones varios filamentos brillantes que se esparcieron a través del gran salón del trono. Siete de ellos se abrieron con el fluir de los ríos, rodeandolos. A medida que se extendían, parecían elevarse desde los talones, las piernas, y el torso de la Mujer sin Sombra, como si para poder extraerlos, el Polynach no fuera mas que el mero intermediario, el uso que convertía la lana en bruto en la materia con la que poder entretejer el telar.

El filamento comenzó a dar forma, construyendo unas siluetas cada vez más y más elaboradas, hasta que siete figuras se conformaron de manera sólida y vívida. El corazón luminoso comenzó entonces a latir con fuerza, y aquel vibrante sonido se transmitió a través de las hebras, otorgando a todas y cada una de las figuras el hálito de la vida.

El Polynach cerró el bulbo, cortando con ello los filamentos...

Y el Rojo cobró vida...



Las criaturas se aproximaron hasta ellos, rodeándolos. Formaron a su alrededor, en igualdad. Despiertos a un mundo que no habían experimentado antes, y sin embargo, por el que sentían devoción, amor y lealtad.

Los antiguos Tótems habían dado sus vidas por protegerlo. Los hombres y mujeres que habían acudido hasta allí en su ayuda no podían habitarlo, ni podrían pedirles ese sacrificio. Pero de la combinación de ellos, se crearía nueva vida... En su carne permanecería la historia de aquel reino vivo. En la vibrante esencia del alma de quienes los habían rescatado, su nueva voluntad, dones y objetivos. Miró a cada uno de ellos, llena de gratitud.

- Vosotros... sois el pálpito del Rojo...

Posó su mano sobre el pecho de la primera criatura, representativa de varias especies animales, pero imposible de determinar su pertenencia a ninguna de ellas. Sus ojos veían mas allá del espectro conocido, su fiereza, velocidad y su fuerza estaban acompañadas de un arco.

- Salvaguarda del equilibrio... tu deber es asegurar que el apetito vicioso no amenazará de nuevo la vida... Tu eres "La Cazadora". - La criatura respondió con una suave reverencia, cerrando ambos ojos, mientras la Mártir se dirigía al siguiente, repitiendo con cada uno la suave caricia sobre sus corazones que ahora palpitaban con un vibrante latido común.

Parte guepardo, parte colibrí, sus huesos asomaban por diversas partes de su cuerpo... Necesitaba una estructura sólida para poder moverse a esa implacable velocidad que utilizaba para socorrer a cuantos se cruzaban en su camino.

- Protector de todas las fronteras... Portarás el mensaje del orden natural, el auxilio y la ayuda... tu eres "El embajador".

Sus ojos negro brillante le devolvieron una expresión curiosa y cálida, mientras se aproximaba hasta él. Ninguna especie era grande o pequeña. Ninguna labor, sin importancia.

- Ejemplo a seguir... Tu fortaleza y capacidad te honran... Transmítelas a quienes a partir de ahora desearán seguir tus pasos... Tu eres "El instructor".

La pequeña criatura camaleónica jugueteaba con los suaves hilos de colores que sobresalían de sus manos. Parecía deseosa de explorar sus propias capacidades, aunque fuese algo volátil y aún le costara comprender el proceso. Detuvo lo que estaba haciendo, y cuando La Dama Nívea entró en contacto con ella su expresión se relajó mientras sacaba la lengua en una adorable sonrisa burlona.

- La imaginación inacabable... Nada te arrebatará el deseo de mejorar, aprender, y conseguir lo imposible. Convierte este mundo en tu maravilla... Tu eres "La alquimista".

La altura de la siguiente figura sobrepasaba las del resto con mucho. Su expresión feroz y su cuerpo preparado para el combate parecían los de un implacable depredador, dispuesto para surcar sin descanso los ríos y mares de sangre del rojo sin agotarse en el proceso. Pero nuestra naturaleza no sólo la determinan nuestras características, si no lo que elegimos hacer con ellas.

- El perseguidor implacable... Cuando el caos vuelva a amenazarnos, asegúrate de restablecer cuanto es justo y necesario... Tu eres "El Custodio"

La inquietud que generaba la siguiente figura era represiva, y sin embargo, en su esencia existía también un propósito. Como los carroñeros son incomprendidos, pero esenciales, la silueta en lugar de alzarse, se inclinaba con el peso de un arrepentimiento que parecía capaz de aliviarse sólo con el tiempo...

- El constante desafío... pues no es si no nuestra la tarea de recordar tódo lo que hemos crecido, en base a los errores que en el pasado cometimos... tu eres "El Historiador"

Cuatro ojos llenos de una brillante luz dorada se encontraron con los suyos, y ambas se llenaron de nostalgia, como si aquel encuentro hubiese sido pospuesto demasiado tiempo. Una ficción compartida por las dos, pues la realidad era que desde que le salvara la vida, parte de sí la había acompañado de regreso a través de la Narina. Sus plumas parecían de un negro iridiscente, salvo que a la luz del rojo, mostraban una blancura brillante.

- La herida sanada... Aún no te has dado cuenta de lo lejos que llegarás, cuando por fin comprendas tu verdadera naturaleza. Tu sensibilidad te impele siempre a dar cobijo y ayuda... Tu eres "La Curandera".

Una vez finalizados sus reconocimientos y títulos, los nuevos tótems junto con la Mártir, impelidos por el deseo de comenzar de nuevo, despejaron el gran salón. El Polynach comenzó a jadear, preso del cansancio que le había supuesto aquel inmenso esfuerzo, y buscó refugio sobre las blancas piernas de OmegaDust, que permaneció durante un tiempo sentada en una escalinata de huesos. Acarició su pelaje albino con los dedos, con una suavidad que produjo en la criatura un suave ronroneo que se tornó silencio...

Aún no estaban completos... pero era un comienzo...