[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - Las flores del mal (Thadeus, Artemis y Wally) [12/04/2019] [Palo Alto, California]

“ No busques más mi corazón; las bestias lo han devorado.” Charles Baudelaire

Odiaba el castigo siempre impuesto por los Allen-West a su persona, el estar metido en una urna de cristal que lo mantenía en una constante animación suspendida. Todos los visitantes del museo podían observar su inerte figura y él ni siquiera podía protestar. Los ojos de los visitantes se clavaban en su cuerpo haciéndole sentir que se burlaban de su estridente tropiezo, humillando por perder.

Su cuerpo había sido ralentizado a tal grado que para poder moverse un milímetro hacían falta dos siglos. Obligado a permanecer congelado en el tiempo. detenido en una eterna espera. Para los velocistas que concebían el tiempo desde otra perspectiva muy diferente a los demás, el tiempo de espera por poco que fuera era un suplicio. La animación suspendida era el peor castigo que le podía poner a un usuario de la Speedforce.  Pero para su fortuna  un rayo había golpeado con fuerza su contenedor y la animación suspendida se había roto. Había vuelto a la gloriosa vida a un velocidad superior a la normal. Junto con su imperiosa necesidad de correr y sembrar el caos había llegado sus desaforadas ganas de vengarse de aquellos a quien creía responsables de todos sus males: Artemis Crock y Wallace West.

La última vez que se había enfrentado con sus aborrecibles parientes había intentado descargar su rabia, ira y odio contra Artemis Crock, la novia de su “primo”. También había puesto en jaque la integridad de Carol Bucklen, la mejor amiga de Bart Allen. Aunque su plan, su secuestro e intimidaciones habían resultado muy satisfactorias su malvado plan de asesinato, venganza y robo de la Speedforce de los otros dos velocistas  había fracasado estrepitosamente. Alguien había definido locura como hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Necesitaba cambiar el objeto de sus maquinaciones. No podía a atentar contra féminas importantes de la vida de los Speedsters. Tenía que conseguir que otra persona fuera su rehén. Lo estuvo meditando largo y tendido y decidió atacar directamente al grano, sin tanto juego de por medio.

Le gustaba montar siempre una gran espectáculo lleno de drama y dolor. Le gustaba que todo fuera como un tragedia griega. Pero en este caso iba a dejar que esta parte fuera breve. Concluyó que tenía que acometer contra Wallace en primera instancia y dejar de lado al menor de los Allen. Flash y Kid Flash, a pesar de sus diferencias en pensamientos y opiniones, sabían trabajar en perfecta armonía.  Era difícil  mermar la sintonía entre el pelirrojo y el castaño cuando formaban equipo heroico. Ya era complicado ocuparse de un velocista para cómo hacer frente a dos y más, estando estos dos sincronizados. Quizá  que su anterior objetivo hubiera resultado un cataclismo  fuera porque intentó  abarcar demasiado. Debía dejar que a su querido “hermano” le despedazado alguno de sus actuales aliados.

Casi siempre   había  trabajado solo. Las pocas veces que había  hecho equipo  no podía decir que fueran trabajos y resultados que el calificase de óptimos. Es más  los Rogues le habían entregado sin el más  mínimo  miramiento al Flash actual (Wallace  West) para exculparse del asesinato de Bart Allen. Él había sido el ejecutor. No obstante, ellos  habían  tenido  en esa muerte una parte importante. Sin embargo, esa ocasión  era muy diferente  del resto. Divide y vencerás que proclamaba Julio César. Justamente  eso es lo que iba a hacer aquel equipo de malignos. Destruir y socavar a cada uno de los miembros  de la Young Justice de Omega. Sin duda, los arrogantes y presuntuoso héroes adolescentes eran más fuertes trabajando unidos y combinando sus habilidades  con las del resto de sus compañeros.

La versión malvada de Raven tenía un objetivo más grande que esos villanos de cuarta de Central City. La mujer tenía puesto la mira en someter al mundo y socavar a cada uno de los héroes que podían hacerla frente, quebrar y destruir toda resistencia. Así como, en someter al resto del mundo a sus pies. Un proyecto y unas perspectivas más amplias que las de sus anteriores aliados. Además a ella también la convenía acabar con Flash y el molesto apéndice que era la novia arquera de este. Decidió aceptar la oferta y la sugerencia de cooperación de Evil Raven.

Una de las habilidades que le confería la Speedforce era que a base de imitar con tal rapidez la letra de cualquier personas, en unos pocos minutos era capaz de copiarla con la mayor verosimilitud. Tenía muchos de los escritos de Iris West de cuando la secuestró en su casa. así que no le fue nada difícil copiar la letra de la que genéticamente era su abuela. Una vez hubo escrito una carta convincente, preparó un paquete que dirigió a la dirección de Palo Alto en la que Artemis y Wally vivían. En aquel envio no había nada especial. Era simplemente un sistema en el que al abrir la caja se escapaba un gas sedante especialmente diseñado para los velocistas. El metabolismo de estos tardaba mucho en procesar el compuesto y se sentían dormidos, paralizados, sedados y adormilados un rato que para ser un Speedsters era considerable. Les dejaba K.O. unos quince minutos. Había sido creado en el futuro por su “abuelo” y creador Thaddeus Thawne Ipara frenar la amenaza que le presentaban los usuarios de la Speedforce.

Mientras les llegaba el paquete a sus “adorados” y “preciados” primos se quedó esperando en una cafetería de la zona. Sabía que el correo llegaría sobre las diez de la mañana y que aquel día Wallace no tenía clase en la Universidad. A menos que surgiera algo inesperado, el pelirrojo se encontraría en casa. Así que a las  diez y diez se pasaría por la vivienda a los enamorados para capturar a su “bella durmiente”. Artemis le daba más o menos igual que se encontrara en el piso. De la mujer ni siquiera se preocupaba era una humana corriente que lo único que hacía era disparar flechas cuál bárbara. No era un gran problema para alguien metahumano. Tan grande era el desprecio que sentía por las personas sin el gen metahumano que los infravaloraba en grado sumo.

Mientras disfrutaba su desayuno, estuvo contando mentalmente los deliciosos segundos de espera que quedaban hasta poder dirigirse al dulce hogar de sus “bienamados” primos. Una excitación infantil le embargaba. Esa exaltación deliciosa que nos apresa en las tiernas edades antes de abrir un esperado regalo.

El reloj marcó las diez y un minuto, luego las diez y dos, las diez y tres, las diez y cuatro, las diez y cinco, las diez y seis, las diez y siete, las diez y ocho, las diez y nueve y por fin las diez y diez minutos. Nervioso. Feliz. Excitado. Urgido. Ni un segundo antes ni un segundo después de esa hora se levantó de su sitio y sin pagar siquiera lo que había tomado, salió con un viento tempestuoso del local. la camarera intentó detener al extraño que le había dejado a deber un desayuno pero ni siquiera supo distinguir a dónde se había ido el chico.

Tenía unos cinco minutos para llegar a la casa de sus adversarios y llevarse al patán de Wallace West. estaba más que chupado para él con sus increíbles dotes y su fantástica e inigualable inteligencia muy superior a los de los velocistas Allen-West.

Forzó con habilidad la puerta del piso de Artemis y Wally. Ni era su primera vez cometiendo allanamiento ni sería la última. El menor tenía una soltura peculiar para realizar actos ilegales y vandálicos como si todo en él tendiera a provocar mal a su paso.

Se pasó la lengua por los labios con deleite al ver al actual Flash inmóvil, justo como él había planeado. Un suave cosquilleo de satisfacción le recorría al comprobar que sus preparativos y cálculos era correcto. Todo había salido según lo esperado. Se sentía pletórico casi en éxtasis. Era tan maravilloso tener ante sí al enemigo caído. La más sublime de las alegrías es tener en bandeja la venganza a quien deseas el peor de los castigos y en esa perfecta y magistral situación se encontraba Thaddeus. Tenía al velocista abatido como un ciervo desangrándose tras el golpe maestro del hábil cazador. La persona que había saboteado y desbaratado sus metódicos y perfectos proyectos. Wallace West el hombre que una y otra vez le había humillado y por el cual sentía el más puro y profundo odio.

- Siento interrumpir esta idílica mañana pero quería un poco de sal, vecinos.- Dijo con tono sarcástico imitando la típica escena de un vecino pesado en una comedia de situación.

Artemis había ido a ver qué le pasaba a su novio y quedó sorprendida al ver al clon malvado de Bart, que supuestamente estaba a buen recaudo. El diabólico doppelgänger miró el rostro de aquella miserable mujer que le podría haber apreciado, quién podría haberle elegido por encima de todos. Ser su cómplice y estar a su lado y que había preferido estar con el mellado y taimado pelirrojo. Esa vulgar zorra, que abría sus piernas por migajas de cariño. Con toda la rabia que le ardía en el pecho la pegó una patada en la cara. En la mirada del velocista malvado era altiva, arrogante y sobre todo el tremendo asco a aquella cerda vietnamita que no se había sabido comportar como la insignificante mascota que era.

- Hubieras rehecho tu vida hace dos años porque ahora sí que le voy a dar un punto final a la vida de Wally.- Miró a la rubia con una mirada sardónica.- Por el mísero cariño que te tenía espero que en esta ocasión escojas un hombre que si valga la pena.- y antes de que pudiera responderle tomó a Wallace y se fue corriendo.