Deep Trouble (Dolphin) [17/4/2018]

Después de su reencuentro con los Titanes, Dolphin se dispuso a regresar, al fin, a su ciudad, aquella que no había podido pisar desde la Colisión. Las puertas doradas estaban abiertas, y, conforme la mutante avanzaba nadando por las calles, podía apreciar con claridad evidentes signos de batalla por todas partes. Toda la zona por la que se desplazaba se encontraba en ruinas, pero a medida que se acercaba a la parte central, más fortificada, empezaban a verse cada vez más edificios enteros. Aquella imagen descorazonadora contrastaba con las expresiones de sus habitantes, que parecían calmados e incluso felices, actuando con total normalidad.

Pero no era lo único extraño; Aunque la peliblanca había pasado varios meses fuera, conocía la ciudad como la palma de su mano, y pronto se hizo evidente que aquella no era la Atlantis que durante tantos años había sido su hogar. De hecho, cuando llevaba un tiempo en las calles empezó a notar que había como dos ciudades fusionadas, con estilos arquitectónicos sutilmente diferentes e incluso dos palacios situados en extremos opuestos. Mientras que una, la que le resultaba extraña, transmitía la impresión de conformar una estructura orgánica y viva, edificada a base de corales y otros materiales naturales, la otra, donde se había criado, se asemejaba más a las construcciones que se hacían en la superficie, con grandes y hermosas cúpulas, estilizadas estatuas y elegantes columnas y pináculos. Llevada por la curiosidad se alejó nadando hacia arriba y pudo apreciar perfectamente en la distancia de qué manera se entremezclaban y fusionaban ambos estilos, aunque estaba bastante definida la línea en donde una acababa y empezaba la otra. Y también pudo entonces distinguir una sorpresa más: una colosal estructura que eclipsaba incluso el palacio del rey descansaba en el fondo del mar, ligeramente apartada de la fosa submarina que protegía la Atlántida en su seno. Se trataba de una suerte de fortaleza que representaba una esfinge maya, y estaba construida en piedra, por lo que no podía sino pertenecer al reino de la superficie. La pregunta de cómo podía haber llegado hasta allí no era sino un misterio para la atlante.

Con la cabeza llena de interrogantes se dirigió al palacio del rey, donde los guardias la saludaron en reconocimiento y la condujeron sin dudar hasta el salón del trono, donde la esperaba Arthur, de pie en el centro de la estancia, flanqueado por los enormes ventanales que permitían contemplar el fondo marino. Junto a él, aunque un poco más apartado, de pie junto a una columna, había un hombre alto y apuesto, de largos cabellos castaños y aspecto taciturno, con la mirada fija en el suelo. Una larga capa azul le envolvía desde el cuello a los pies.

- Dolphin -saludó Arthur yendo hacia ella con los brazos extendidos y una sonrisa en el rostro. Sin embargo, era una sonrisa triste. La peliblanca no pudo menos que preguntarse por qué no estaba allí Mera-. Hacía mucho que no te veíamos. ¿Qué tal han ido tus viajes? Permíteme que te presente a Arión el Inmortal, mi nuevo consejero.

El aludido alzó hacia ella una serena mirada de ojos verdes, pero no dijo nada.

- Estarás agotada; ¿Necesitas comer algo?