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| Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. | |
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Cédric Valjean Marvel Universe
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Ficha de Personaje Alias: Sparrow o Cerbero. Nombre real: Gabriel Leblanc o Cédric Valjean. Universo: Marvel
| Tema: Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. 15th Junio 2019, 10:36 | |
| Viene de Para Elisa.El eco acompañaba el sonido de sus pasos, a medida que el pequeño séquito avanzaba por los vacíos corredores del asilo. Rumbo al segundo piso, a la consulta en la que su terapeuta lo esperaba para continuar con el tratamiento que él mismo había elegido recibir. Y allí se había quedado, sentado como un buen paciente. La sala que el alcaide había asignado a la doctora Stavridis no era mucho más acogedora que el resto del Asylum: A pesar de que las paredes color crema y los muebles de madera, era difícil olvidar dónde se encontraban. Al otro lado de las cortinas que adornaban cada ventana, seguía habiendo las mismas rejas metálicas que en el resto del edificio, y los guardias que habían escoltado al prisionero hasta allí permanecían en la puerta, listos para entrar a la menor señal de alarma y disparar o reducir a quien hiciera falta. Pero nada de aquello incomodaba en absoluto a Cédric, y el mutante no hacía el más mínimo esfuerzo por fingir lo contrario. Con los pies apoyados en la mesa y la silla ligeramente inclinada hacia atrás, era la despreocupación en persona. Elissa Stavridis tampoco parecía incómoda. En su caso, era una postura profesional, tan aprendida y ensayada que ella misma la creía. Vestía, por insistencia de Sharp, la bata blanca que la identificaba como profesional sanitario; la única muestra visible de su desacuerdo era llevarla desabotonada y con la tarjeta de identificación enterrada en lo profundo del bolsillo. Su postura era relajada (las piernas cruzadas, el torso inclinado, la barbilla apoyada en la palma de la mano), pero la psicóloga era perfectamente consciente de los barrotes que la flanqueaban, y no le gustaba. Las prisiones no eran algo nuevo para ella, pero no las incluía en la categoría de “cosas a las que te puedes acostumbrar”. Aún recordaba la sensación alrededor del cuello, el peso exacto del aparato que anulaba sus habilidades mágicas, el mismo que podían hacer estallar si lo creían conveniente, o si ella se portaba mal. Había visto cómo funcionaba; Waller les había hecho una demostración el mismo día que Lissa ingresó. No era una época en la que quisiera pensar, pero ahí estaba, recordándola en silencio. No podía evitar preguntarse qué daría Sharp por poner alguno de esos collares alrededor de su perro de tres cabezas particular. El hombre en cuestión se sentaba ante ella en lo que era su octava sesión de terapia, aunque no había hecho falta más que una para ver que Cédric no era un paciente fácil. Compartía con muchos criminales (y no menos héroes) la habilidad de sentirse particularmente orgulloso de sí mismo. Se le daba bien jugar al juego del chico incomprendido, tan bien que Elissa tenía que recordarse de vez en cuando lo que era capaz de hacer. Narraba sus actos con escalofriante frialdad, como si estuviera leyendo las instrucciones de un frigorífico. A veces, Lissa tenía la sensación de que escrutaba sus reacciones, tratando de leer el efecto que tenían sus palabras sobre ella. Hacía ya un par de sesiones que él podía verle el rostro, pero la psicóloga aún no se había acostumbrado a la mirada aquellos ojos rojos como la sangre. - ¿Quieres que hablemos de Gabriel?- preguntó Elissa, en voz baja. Le molestaba que todas las entrevistas fueran grabadas; protocolo de Arkham. La obsesión de Quincy Sharp por el control no podía pasar por alto ni el más mínimo detalle de lo que sucedía en sus dominios. Al oír el nombre de Gabriel, la expresión de Cédric cambió ligeramente. Sus labios se curvaron en una sonrisa ácida, unas brasas se avivaron en el fondo de sus ojos. -Si insistes… Aunque tampoco hay mucho que decir.-Por un momento, miró al techo, casi como si estuviera… Recordando, poniendo en orden unos pensamientos que no siempre le obedecían. -Gabriel no es nadie. En realidad, ni siquiera creo que sea “algo” concreto, más allá de números y descargas eléctricas. Nunca he hablado con él, pero lo odio desde el momento en que nació. -Había algo… Extraño en sus palabras. No en ellas mismas, sino más bien en cómo se expresaba. En ese tono de soberbia ironía que imprimía a la historia de su propia vida… Y de la primera vez que murió. -Incluso antes de que SHIELD lo encontrara y empezara a utilizarlo, Gabriel ya tenía la misión de matar a alguien: A mí. Como comprenderás, no me hace mucha gracia seguir teniéndolo dentro de mi cabeza.- Disclaimer:
Todo este tema se ha hecho en común entre las dos usuarias antes de publicarlo, por lo que en ningún momento nadie está controlando el personaje de la otra persona.
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Última edición por Cédric Valjean el 15th Junio 2019, 10:59, editado 1 vez | |
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| Tema: Re: Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. 15th Junio 2019, 10:38 | |
| - ¿Cómo “nació”? - retomó Elissa.
Al principio, había creído que Gabriel era un pseudónimo más, una máscara para Cédric. Pero aquella máscara había sido extrañamente constante y duradera, y ambos “hombres”, si es que podía llamarlos así, no podían ser más distintos el uno del otro. La mirada de Cédric cambiaba cuando se mencionaba a Gabriel; una reacción demasiado convincente como para ser fingida. Y éste último había estado extrañamente ausente de todas sus entrevistas, como si ya no existiera.
Aquello intrigaba a Elissa más que cualquier otra cosa. La psicóloga se movía con cautela alrededor del concepto de Gabriel Leblanc, preguntándose si se hallaba o no ante un caso de trastorno de identidad disociativa… lo que los medios llamaban “personalidad múltiple”. Muchos expertos en el campo de la Salud Mental cuestionaban la existencia de aquella patología, y muchos de los casos reportados como tal se habían demostrado falsos con el paso del tiempo. Y, sin embargo… Elissa había hablado con Harvey Dent en aquel mismo asilo, y había escuchado las cintas del Joker. Estaba dispuesta a escuchar y sacar sus propias conclusiones acerca de Valjean y Leblanc.
- ¿Y cómo supiste de su existencia… si nunca has hablado con él? - prosiguió.
-Gabriel… Fue creado en un ordenador, en un laboratorio. Supongo que te acordarás de Rhodes, has leído los informes. Es el viejo de la lengua cortada, el que ahora está en el Hospital Central de Gotham. Él fue una de las personas que lo programó.-Iba a volver a por él. Iba a sacar aquellos ojos diminutos de sus cuencas, iba a hacerlo gritar hasta que sus cuerdas vocales se rompieran. Iba a devolverle todo lo que les había dado. Con gestos indolentes, Cédric extrajo un paquete de tabaco del bolsillo de su uniforme y se encendió un cigarro, dedicándole una mirada socarrona a la cámara. Le ofrecería otro a Elissa, pero… Ya sabía cómo respondería, y no sería particularmente divertido. Podía ahorrárselo, por una vez. -Y, una vez estuvo listo, me lo implantaron. Mi corazón se paró durante unos momentos, y cuando reanimaron el cuerpo… voilà, yo ya no estaba. El mejor truco de magia de la historia: Hacer desaparecer a una persona… Pero hacer que su cuerpo siga moviéndose, hablando, creyendo que siempre ha sido así. Creyéndose completo.-Con un golpe seco, las patas delanteras de su silla golpearon el suelo. El mutante se incorporó, desentumeciéndose. Llevaba demasiado tiempo quieto… -Supe que existía porque lo vi. Atrapado en el fondo de mi propia cabeza, anulado mientras él vivía una vida que me correspondía a mí. Pero no podía hacer nada… Así que esperé, y volví a tomar el control cuando pude.-No se oía nada más que su voz, pero Elissa podría haber jurado que había oído un… Disparo. Lejano, atrapado en un momento pasado, pero aún así presente en la memoria. Cédric comenzó a moverse, caminando a medida que hablaba. Y tan sólo se paró una vez alcanzó la espalda de la psicóloga. Sus manos se posaron en el respaldo de la silla, violando los límites de su espacio personal. A pesar de haber compartido ya varias sesiones con la griega, aún estaba… Conociéndola. Descubriendo qué había exactamente debajo de esa armadura que se ponía cada mañana para evitar que el mundo le hiciera daño.
-Pero no he conseguido quitármelo del todo aún. Sé que está ahí, en alguna parte... ¿Crees que podrías ayudarme a eliminarlo? Supongo que me daréis el alta una vez esté curado, ¿no? No puedo esperar a salir de aquí.
Los ojos de Elissa siguieron el movimiento de Cédric hasta que desapareció tras ella. La tensión se avivó en su interior, pero resistió el impulso de volverse para poder mantenerlo en su campo visual. Percibió, más que oyó, cómo las manos del rubio se colocaban sobre el respaldo de su silla. Le estaba enviando un mensaje claro y conciso; uno que no le gustaba en absoluto. Él estaba cómodo allí; lo suficientemente cómodo como para creerse en control de la situación.
¿Verdadero o Falso?
- Tal vez - respondió Elissa, regresando a su pregunta.
La verdadera respuesta era “sí”. No se había detenido a considerarlo antes, pero Psique era, probablemente, una de las pocas personas con la capacidad de “eliminar” a Gabriel, tal y como Cédric proponía. Elissa se preguntó si el mutante tenía alguna forma de saberlo… y se preguntó, de hecho, si Sharp tenía acceso a aquella información, si la habría contratado con algún doble propósito. Su inquietud creció.
- ¿Y eso…? ¿Tienes mucho que hacer fuera? - preguntó, en voz baja, logrando que su tono sonara casual. No era necesario hablar alto, teniendo a Cédric tan cerca.
Última edición por Elissa Stavridis el 15th Junio 2019, 10:44, editado 1 vez | |
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| Tema: Re: Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. 15th Junio 2019, 10:39 | |
| -Oh, vamos… No tiene sentido mentirme, Elissa. Aún no sé del todo cómo funciona lo tuyo… Pero sé que puedes. Lo oigo.-Su sonrisa se amplió al apartar un mechón de pelo de su frente, aclarando la visión de la silla vacía que tenía delante. El gesto fue deliberadamente lento, no muy diferente al que uno usaría para tranquilizar a un animal asustado. Habría resultado casi dulce… Si no estuviera saboreando el desasosiego que crecía en el interior de la griega gracias a sus acciones. -Y por supuesto que tengo mucho que hacer. Estoy decidiendo entre reducir Gotham a cenizas, ponerme a cazar murciélagos, o intentar eso de ser un ciudadano moderadamente decente. Creo que es parte de tu trabajo orientarme en ese sentido, por cierto. No estoy del todo seguro de qué pensaré cuando salga de aquí.
Elissa no necesitaba verle la cara para saber que estaba haciendo uso de ese retorcido sentido del humor que tanto le caracterizaba. Hiciera lo que hiciera, hablara con quién hablara, Cédric no parecía tomarse nada en serio, y su terapeuta no era una excepción. -El caso es… ¿Me ayudarás? Gabriel no es lo único malo en mi cabeza, pero por algún sitio hay que empezar.
Elissa cerró los ojos un instante, fatigada. Las sesiones con Cédric eran un continuo tira y afloja, una constante negociación. No era exactamente una mala señal; en cierto modo, significaba que aún la consideraba útil. Había varias cosas que podían interesarle de ella: un informe favorable, su habilidad especial… La psicóloga sabía que en él no había ningún interés genuino por reformarse, por mucho que mencionara la posibilidad. Era un juego para él. No sería jamás un ciudadano decente, porque no podía soportar siquiera el concepto “decente”, no asociado a su persona.
-Podría ayudarte - respondió ella, brevemente, tras dirigir una mirada a la cinta en la que se grababa la sesión - Pero, si vamos a negociar, me gustaría saber qué ofreces tú.
Elissa se levantó de la silla, volviéndose lentamente para poder mirarlo a la cara. Cruzó los brazos y arqueó las cejas, aguardando.
-No te arrepientes de nada. Si salieras ahí fuera, harías exactamente lo mismo. Nada ha cambiado. - la psicóloga lo contempló, pensativa. Su tono no era de acusación; era una simple y llana enumeración de hechos - Sabes perfectamente lo que está bien y lo que está mal, Cédric. Tomas decisiones conscientes y razonadas. No estás loco. No, estás terriblemente cuerdo, y puede que ése sea tu problema.
Elissa suspiró.
Hacer las cosas bien es demasiado poco estimulante para ti.
Aplausos. Lentos, calculados, ensordecedores y aprobadores a partes iguales, rodeándola para regresar a su campo de visión. Acompañados de la sonrisa no muy diferente a la que un profesor le dedicaría a un niño que, después de muchos intentos, ha comprendido finalmente cómo demonios se hace una operación endiabladamente difícil. -¿Sabes? Desde que he llegado aquí, han pensado muchas cosas sobre mí. Me han llamado narcisista, sádico, psicópata, han pensado que tengo una docena de trastornos de personalidad diferentes… Y creo que, a pesar de todo, eres tú la que me ha entendido mejor. Felicidades. Aún no estoy conforme, pero… Supongo que acabas de dejar en ridículo a nuestro querido público.-Hizo un gesto hacia la cámara, sin dejar de mirarla a los ojos. En ningún momento había dejado de ver la situación como un espectáculo, como una lucha de gladiadores en el centro de un coliseo lleno de gente. La multitud miraba atenta, observando el circo para poder cobrar su pan, mientras su particular emperador se tensaba en el trono, a sabiendas de que apenas tenía control alguno sobre lo que se desarrollaba ante sus ojos. -Me alegro de no haberte asfixiado nada más verte, en serio.
-En cuanto a lo que ofrezco… Te propongo un pequeño juego. Imagina que te niegas a curarme como te pido. Eso me molestaría bastante, por supuesto. En ese caso, nuestra sesión terminaría, yo saldría por esa puerta. Los guardias que están ahí afuera intentarían llevarme de nuevo a mi celda… Pero se perderían inexplicablemente, conduciéndome a la sala de control del segundo piso. Desde las cámaras de seguridad, no se ve nada sospechoso, por supuesto. Al menos, hasta que esos dos caen al suelo, recojo sus armas y entro en la sala de control. Elimino a todos sus ocupantes por sorpresa, pongo el edificio en modo aislamiento, corto las comunicaciones y abro todas y cada una de las celdas.-Narraba con la confianza de una persona que había visto esa película miles de veces en su cabeza, repitiéndola y perfeccionándola con la información que iba absorbiendo de todos los habitantes del Asylum. -Y, después… Me siento a ver cómo los guardias y los pacientes se destrozan entre sí, atrapados para siempre en esta cárcel. Quién sabe, quizás incluso me asegurara de que tú sobrevivieras. Me gustas lo suficiente como para que no quiera que te llenen el cuerpo de plomo. Además, podrías vivir hasta el fin de tus días sabiendo que podrías haberlo evitado. Oh, y no tiene por qué ser hoy ni mañana. Tan sólo hace falta un chasquido de dedos, en cualquier momento… Y se acabó. -Un silencio pesado como una losa siguió a la historia de Cédric. Un posible futuro teñido de sangre, guiado por una espiral de locura y violencia desencadenadas al apretar unos simples botones. Y, después de aquella vorágine de destrucción, la soledad y la culpa reservadas para la última superviviente. Para la culpable de todo. Hasta su encuentro con Alice, el rubio nunca había sentido culpabilidad, pero aún así la comprendía lo bastante bien como para infligirla a placer. Al fin y al cabo… Era un tipo de dolor, uno más de su extenso arsenal.
-Supongo que esto no es lo que quieres, sin embargo. Por eso, te propongo una segunda opción.-Exhaló un poco de humo, ocultando durante unos segundos su propio rostro tras un velo gris. -Tú dices que sí, y a cambio, me comprometo a escaparme de aquí más tarde, y sin matar más de lo imprescindible. Ya que mi escape es inevitable, al menos puedes salvar algunas vidas. -Desde luego, la posibilidad de quedarse quieto y callado en una celda ni siquiera se contemplaba. Quizás otra persona mordiera ese anzuelo, pero no Elissa. Cédric tampoco quería tratarla como si fuera estúpida, porque por mucho que la subestimara, sabía que no lo era. Ella sabía que no podría sacar mucho más de aquel pacto. -¿Te parece suficiente, Lissa? _________________ - Even if you can't see me:
Última edición por Cédric Valjean el 15th Junio 2019, 10:50, editado 3 veces | |
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| Tema: Re: Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. 15th Junio 2019, 10:39 | |
| Ella lo miró fijamente durante unos segundos, en completo silencio. Cédric tenía los ojos del color de la sangre; un carmesí que teñía su iris, pero que nunca permearía hasta su alma. Era como si no pudiera verlo. Como si fuera ciego al rojo; sordo a los gritos; el sufrimiento no lo alcanzaba, no era capaz de tocarlo. Para él, el escenario dantesco que describía no era más que un juego.
Elissa sintió que su pulso se ralentizaba y sus manos se enfriaban. Era como si la sangre se le hubiera helado en las arterias, negándose a avanzar. Antes lo había intuido, pero ahora… ahora lo comprendía, en todo su horror y todo su vacío. La existencia de Cédric era tan gris, tan insoportable para él mismo, tan carente de cualquier emoción, que sólo las cosas más grotescas podían brindarle algún placer. Se alimentaba de todo aquello que él no podía sentir: Dolor, angustia, miedo. Era un parásito.
Y estaba más allá de toda esperanza de curación. Por primera vez en su vida, Elissa pensó que alguien como Cédric Valjean estaría mejor muerto.
- La palabra que buscas no es “juego”, sino “chantaje” - respondió. Era consciente de la fragilidad de todo; de cómo caminaba sobre el filo de un cuchillo, despacio. No tenía muchas opciones. - Podría ser un farol. Al fin y al cabo, no te has escapado hasta ahora. - continuó, y su voz descendió hasta convertirse en un susurro - Pero te creo. Sharp me enseñó lo que hiciste ahí fuera.
Elissa miró fijamente sus manos. Bajo su atento escrutinio, sus dedos se flexionaron y se extendieron, tratando de sacudirse la molesta sensación de rigidez que los dominaba.
- Te tengo miedo. Igual que todos los demás. Debes de estar aburrido de la misma reacción - continuó, con tono mesurado. ¿Y por qué no ceder a sus demandas? En aquella habitación, ella estaba en desventaja. En el subconsciente de Cédric, por hostil que fuera, podía luchar, podía defenderse. Pero, mientras estuviera de viaje, se arriesgaba a dejar su cuerpo inconsciente a merced de un asesino -. Sabes que elegiré el mal menor - continuó - Los seres humanos somos predecibles.
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| Tema: Re: Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. 15th Junio 2019, 10:52 | |
| Cédric tenía mil y una razones para permanecer en el Asylum por el momento, y no iba a irse hasta que las hubiera agotado todas. Afortunadamente, Elissa era lo suficientemente inteligente como para que no hiciera falta poner palabras a cada una de ellas.-Juego, chantaje… No creo que esto funcione si nos ponemos tan exquisitos. Si lo ves de otra forma, te estoy ofreciendo una elección. Te estoy dando el poder de decidir sobre la vida de todos ellos… Estoy seguro de que no siempre tienes tanta libertad. No hace falta que me des las gracias, por cierto.
-Y en cuanto al miedo, no me hagas reír. Aún no me temes… No lo suficiente. Pero, de todas formas...-Cédric se sentó, disponiéndose a abrir su mente. Sabía que Elissa iba a aceptar. Podía notar el pulso de su propio veneno extendiéndose por las venas de la mujer, reclamándola, atándola con hilos invisibles a sus dedos como una marioneta a punto de hacer lo que él quería.
Ella misma había dicho que las personas eran predecibles, manipulables, y era cierto… Aunque no del todo. Cédric sabía que podía someter a su voluntad a toda criatura pensante dentro del Asylum sin dificultad. Tan fácil como derribar una ficha de dominó, y observar cómo hacía caer las demás… Tan fácil como provocar una sensación primaria, como el miedo y la ira, y dejar que la mentalidad colectiva hiciera el resto. Pero eso sólo funcionaba con muchas personas a la vez. Es increíble lo estúpida que puede llegar a ser una muchedumbre. Pero un individuo, solo… Eso era otra cuestión.
La mayoría de las veces, la gente le decepcionaba. La falta de agallas, imaginación o ideales eran, a esas alturas, como una epidemia que podría muchas manzanas, volviéndolas incomibles para él. Hacía falta algo de esfuerzo para encontrar una sana. Una persona adecuada con la que jugar de verdad, alguien que pudiera… Sorprenderle. -...No me aburro del miedo, porque no es lo único que provoco a mi alrededor. Lo creas o no, puedo llegar a ser encantador. -Musitó, sin rastro de ironía esta vez. Apoyó la cabeza sobre una mano, esbozando una sonrisa casi… Cortés. Como si quisiera reforzar lo que acababa de decir. -Supongo que, en ese caso, podemos empezar ya la terapia de verdad… Las damas primero, supongo. Yo ya estoy preparado. _________________ - Even if you can't see me:
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| Tema: Re: Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. 15th Junio 2019, 10:59 | |
| Claro que podía ser encantador. Todos los psicópatas saben serlo. Un bonito escaparate; una sórdida trastienda. Elissa temía asomarse a aquel subconsciente y, aún así, aquel miedo convivía con la curiosidad en una mezcla inquietante y malsana. Y luego estaba aquella parte suya que no sabía cómo llamar: la heroína, la mártir, la ingenua: ¿y si ella podía hacer algo? ¿y si podía modificar las intenciones de aquel hombre? ¿cambiarlo? ¿redimirlo? ¿sanarlo? Cerró los ojos un instante; ordenando sus pensamientos, tratando de serenarse. Ya no sentía las manos rígidas, pero sí frías, recubiertas de una película de sudor helado. Tenía los hombros en tensión y un nudo en el estómago. - Muy bien - dijo, despacio. Entraría en su juego. Entraría en su subconsciente. Y él entraría con ella. - Visitaré tu cabeza, y tú vendrás conmigo. Es así como funciona. - Ya había decidido que Cédric la acompañaría en aquel viaje; no quería dejar a aquel asesino a solas con su cuerpo vacío. - Pero no será ahora. Hablaré con los responsables de Arkham, empezaremos mañana.Por un momento, había creído que aceptaría directamente. Cédric ya se había preparado mentalmente para que, una vez más, alguien entrara en su cabeza y manipulara lo que quiera que hubiera en su interior… Algo que no habría consentido si no hubiera sabido que tenía cierto control sobre la situación en primer lugar, desde luego. Pero, precisamente por eso, las condiciones que Elissa impuso le pillaron algo por sorpresa. Si aún se sentía lo suficientemente segura como para negociar, eso significaba que tendría que haberla presionado más… Quizás con una demostración práctica, incluso. Y, además… ¿Cómo que visitar su cabeza con él? Creía que sería como la primera vez, aunque había esperado que fuera menos doloroso. Pero no importaba. No se había negado, y eso era todo lo que el mutante necesitaba oír… Por poco que le gustara que le hicieran esperar, se había salido con la suya. -Si así te sientes más cómoda… Aunque no te servirá de nada hablar con los demás. Esto es solo entre tú y yo, Lissa. Si vamos a hacerlo… Yo también debería poner mis condiciones, ¿no?-Era lo justo, al fin y al cabo. Aunque quizás fuera mejor decir que era todo lo justo que podía ser ese juego al que la había arrastrado… Teniendo en cuenta que no tenía ninguna posibilidad de ganar en primer lugar. -Para empezar, no me importa que Sharp se entere, desde luego. Pero no quiero que haya cámaras grabando. Me da la sensación de que coincidirás conmigo en que debería haber cierta privacidad entre pacientes y terapeutas, y creo que, ya que vas a empezar a hacer tu trabajo, deberíamos respetarla.-¿Realmente? Su privacidad no podría importarle menos. De hecho, no era ningún secreto que le encantaba la atención. Pero había una cosa que le gustaba aún más, y era desesperar al director del Asylum. A pesar de estar respondiendo a Elissa… Era evidente que, realmente, el mensaje era para el doctor. No podía desaprovechar esa oportunidad ponerlo de los nervios, de restregarle que solo sabía lo que le permitía saber. -Y eso me lleva a mi segunda petición. No estoy seguro de qué pasará cuando ambos “visitemos mi cabeza”, como tú dices, pero no quiero que nadie intervenga. Me sentiría mucho más cómodo si le pidieras a Quincy que nos prestara una habitación que con un cierre desde dentro. Y otro desde fuera. Estoy seguro de que eso le hará sentir a salvo… Aunque te dejaría encerrada conmigo si algo sale mal.-En cualquier otro tono de voz, esas palabras habrían sonado como una amenaza. Pero, tal y como lo había dicho… Parecía una idea que se le acababa de ocurrir, y que le había hecho la suficiente gracia como para compartirla. No confiaba en Stravridis mucho más de lo que lo hacía en cualquiera, pero estaba seguro de que, al menos, tenía buen corazón. Había visto pasar por esos ojos azules una chispa de esperanza, y entendía lo que estaba en juego. Sí, ella sí que iba a tratar de curarle. Pero, ¿el resto? No dejaría su cuerpo inconsciente en sus manos en un millón de años. Ya había cometido ese error en el pasado, y no iba a repetirlo. Porque, aunque a Cédric le gustaba el riesgo… No se consideraba estúpido, y no iba a apostar su cuerpo con la esperanza de que Sharpe les diera un poco de intimidad. -Espero no estar pidiendo demasiado... Aparte de eso, haz lo que quieras. Estoy en tus manos, doctora.-Se encogió de hombros, sonriendo con despreocupación. Escuchando, consumiendo las emociones que sus palabras habían causado. Pero, sobre todo… Pensando en qué pasaría al día siguiente. Se había preguntado a menudo qué verían en él los demás si pudieran leer su mente… Y estaba a punto de descubrirlo. -No puedo esperar hasta mañana.- Veré lo que puedo hacer - respondió ella, en voz baja y cansada. Sabía que no era una buena idea ceder a sus demandas. Tenía que encontrar algún modo de burlarlas que no fuera demasiado evidente; el único problema era que, en aquel preciso momento, no se le ocurría ninguno. Dejando la sesión para el día siguiente, Elissa había hecho gala de su capacidad de decidir por Cédric; una pequeña porción de poder a la que la psicóloga no podía renunciar en su presencia. De ello dependía que la capacidad de manipulación de Cédric no siguiera creciendo. Se levantó de la silla. El chirrido de las patas al arrastrarse sobre el suelo se le antojó el gemido de algún ente sobrenatural. Los guardias le franquearon el paso y cerraron la puerta tras ella. Elissa compuso su tranquila fachada y la mantuvo durante una decena de pasillos y una veintena de puertas. Bajo aquel rostro tranquilo se agitaban el miedo, la duda, la inquietud, la tensión. El recuerdo de la sonrisa de Cédric, medida y encantadora, se alternaba con las secuencias más crudas del vídeo de Sharpe y con las terribles fotografías del archivo. Al fin, la puerta de la habitación se cerró tras Elissa, y ya sola, la psicóloga e deslizó hasta el suelo, con la espalda contra la firme superficie de madera. Cualquiera que la hubiera visto hubiera pensado, por su respiración agitada y las palpitaciones de su corazón, que había hecho todo el camino corriendo. Y no era del todo falso; su mente, al menos, trabajaba a la velocidad de los pasos de Hermes. ¿Había hecho bien? ¿Tendría que echarse atrás? Marcó el teléfono de Elysia con dedos temblorosos y esperó. Una voz la advirtió que el número al que llamaba estaba apagado o fuera de cobertura. Cerró los ojos. Colgó. Marcó los primeros dígitos del número de su madre, pero se interrumpió a la mitad. Ella… ella no lo entendería. Borró. Introdujo una “d” en la casilla de búsqueda. Una “r”. Una “a”. Y se detuvo de nuevo. No, claro que no. Aquello era aún más ridículo que llamar a Chloé Stavridis en busca de consejo. ¿Y John Constantine? ¿Y Rojo? Sacudió la cabeza. Cédric no era el clásico caso sobrenatural. Y no estaba segura de querer seguir un consejo de John. Elissa dejó el móvil a un lado y pensó en las dos personas con las que más deseaba hablar, que eran justamente aquéllas a las que no tenía acceso. Ninguno de los dos hubiera respondido al teléfono. Estuviera donde estuviera su padre, Elissa no tenía forma de contactarlo. Y Arión de Atlantis… aunque no hubiera sido reclamado por una deidad vengativa, aunque hubiera cumplido la promesa de convertirse en su maestro… hubiera preferido algo parecido a un hechizo de comunicación o a la telepatía. Telepatía. La frase de Cédric se coló en su mente: “Puedo oírlo”. Aquel hombre podía… oír lo que pensaba. ¿ Todo lo que pensaba? Los dedos de Elissa siguieron la cadena que colgaba sobre su pecho hasta detenerse en el familiar contorno de la llave y del reloj. El amuleto de Lorelei… Cómo le hubiera gustado tenerlo consigo. Miró una última vez la pantalla del móvil. Y decidió marcar el número de Sharp. Continúa en: To Kill a Sparrow | |
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| Tema: Re: Pacta Sunt Servanda. (Elissa Stravridis.) 9/4/2019. | |
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