Double Bullseye (Roy Harper)

7 de Febrero del 2019

Había intentado retomar sus funciones tanto en el rancho como fuera de él, a pesar de las intensas repercusiones que su participación en la detención del jinete del Apocalipsis habían supuesto para ella. Apenas fué capaz de hacerse con las intensas emociones con las que había tenido que lidiar tras librarse por fin de Victoria. Tras el tiempo que pasó recuperándose, tuvo una necesidad de visitar a Ivy de manera recurrente. Sabía que había sufrido mucho por todo lo que había pasado durante su confrontación con Guerra, y sentía que debía y quería estar junto a ella. En algunas ocasiones, llegó a pedirle incluso el antídoto, para poder tocarla, abrazarla y consolarla. En otros momentos, comprendía lo inapropiado que resultaba un comportamiento tan fuera de lugar para un Sheriff, y trataba de centrarse en su trabajo y sus obligaciones. Empezaron a afectarle de más situaciones que vivía con los animales, durante los partos o las ventas, delatando una sensibilidad que no le caracterizaba. Su necesidad del contacto físico acabó trasladándose a lo sexual, y percibió una crecida de deseo que se vió en la necesidad de controlar. A pesar de que sabía que no tenía nada de malo, quería demostrarse a sí misma capaz de mantener a raya sus impulsos. Era como un reto que además mantenía su mente ocupada en lo que era importante. Utilizó el trabajo como vía de escape, concentrándose en él para obviar lo demás.

Había pasado bastante tiempo desde la última vez que visitara todas las piezas cedidas a los museos, casas históricas y demás sitios por los que estaba repartida su colección. Desde trajes de los nativos americanos, con sus respectivas armas, hasta albaranes antiguos, materiales de la época de la fiebre del oro, y un largo etcétera. Pero el orgullo de su colección, desde luego, eran las armas. Armas de fuego de la época del antiguo oeste, algunas empuñadas por varias de las personalidades más populares de la historia. La vaquera se enorgullecía de invertir su dinero en esos antiguos y valiosísimos pedacitos de América. Sin embargo, es cierto que tenía un deseo irrefrenable por sentir en sus manos esos objetos, y que le hubiera encantado accionarlos. El problema era que muchos de ellos estaban para el arrastre, y conservaban su validez en su estado. Si hubiera pagado para restaurar las armas y poder usarlas, seguro que acabarían eliminando su propia firma.

Se le había ocurrido una idea mejor. Quizá podría encontrar a alguien con capacidad para repararlas. Sin sustituir piezas. Sin variar su acabado original. Alguien con la cualidad de hacer funcionar unas armas que regularmente llevaban un mantenimiento por parte de profesionales a los que pagaba. Un arma puede estar descargada, pero se debe conservar limpia y útil, en la medida de lo posible. Si resultara tarea imposible, siempre quedaba la opción de que la persona en cuestión estudiara los revólveres y los emulara, para que la vaquera pudiera hacerse con su propia colección. Puso a sus contactos y sus chicos a trabajar en ello, y el día acordado, citaron al hombre que había respondido en uno de los asadores más populares de la ciudad. El Chófer que habían enviado le dejó en la puerta, y le dió las señas que necesitaba. Al entrar, encontró a quien buscaba de pié al fondo de la barra. La mujer rubia llevaba una trenza de espiga a un lado de la cabeza, que bajaba reposando sobre su hombro derecho. Llevaba un conjunto formado por una especie de camisa corsé de pesada tela negra, unos pantalones de piel curtida castaña desgastada, a juego con las botas canela con espuelas, un cinturón de cuero oscuro pendía de su cintura, y dentro de las fundas, reposaban dos revólveres de los que sólo podía apreciarse el pomo de madera de wengué. A diferencia de lo que solía, había optado por un sombrero de ala ancha de rejoneo, del que colgaban dos pequeñas cintas acabadas en dos borlas de hilo. Una inmensa gabardina negra con botones de cobre completaba el conjunto, que hacía destacar su aire indómito. A pesar de que se podía percibir la juventud en su rostro, su aspecto resultaba imponente.

Caminó hacia uno de los bancos laterales sentándose en el que estaba de cara hacia la entrada, con el Whisky en una mano y el posavasos en la otra. Dió un suave trago a la bebida y aguardo. Las señas para él eran bastante claras. Verla era como revivir algo digno de una recreación histórica, en plena fiebre del oro. Cuando se acercó, alzó la cabeza, aunque Roy fué incapaz de percibir la tenaz curiosidad reflejada en sus fríos ojos azules, que estaban cubiertos por la sombra que el sombrero mantenía sobre sus facciones.

- Yehaw, forastero. - saludó, sin omitir un repaso nada discreto al muchacho. - Refréscate el gaznate y toma asiento. - sugirió, mientras se echaba hacia atrás, apoyándose en el respaldo. Aguardó a que pidiera, y según se sentó en la mesa desenfundó uno de los revólveres que llevaba a la cintura, y de un golpe firme lo dejó en la mesa arrastrándolo luego de manera premeditada hacia él, dejándolo delante de sus manos. La vaquera volvió a echarse hacia atrás, y esperó, observándolo con atención. El revólver era un precioso modelo antiguo, y claro, estaba descargado. No era tan estúpida como para ponerle a un desconocido un arma cargada en la mano, por mucho que no funcionara. Prevención ante todo.

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Emprender las acciones para llevar una vida autónoma, independiente y estable requería mucho más trabajo del que en un principio había calculado. Ser una persona responsable y madura implicaba una serie de obligaciones y deberes que suponían para el pelirrojo un esfuerzo y una planificación constante. Su vida hasta hace un par de meses era caótica y desordenada. Nunca se habí hecho responsable de nada, ni siquiera de el mismo. El arquero creció en ambientes en los que dependía tanto económicamente como emocionalmente de otras personas. Primero había sido la obligación de su padre biológico, luego de Oliver, luego Jay se había hecho cargo de él y en Omega, hasta hacía bien poco, estaba siendo mantenido por su amigo de infancia Richard Grayson. Cuando tuvo que apañárselas por su cuenta hacía lo indispensable para no morir pero sus necesidades básicas no estaban ni aseguradas ni completamente cubiertas.

El pelirrojo llevaba embarcado en la aventura de la paternidad forzosamente dos meses atrás cuando le llegó de regalo esa niña que tenía parte de su ADN. En un principio iba a rechazar responsablilizarse de ese bebé. Porque era un completo desastre, toda su vida lo era. No era la persona con más luces para criar a alguien. Relativamente ella no era su problema. Él no había tenido nada que ver en la concepción de aquella criatura había sido aquella versión suya sin sentido del humor tan extraña, amargada y enfurecida de sí mismo. Pero se veía inmerso en un problema ético porque aunque no la había creado, él era metafísicamente su progenitor. Roy no era capaz de dejar fuera de la familia a alguien con su mismo código genético. Ni siquiera se veía capaz de abandonar a cualquier niño que necesitara una mano amiga. Más allá de deber y la responsabilidad ética y moral que era la pequeña, cuando sus ojos verdes se encontraron con los ojos verdes de la pequeña sintió algo que nunca antes había sentido, un amor tranquilo reparador. Una cálida sensación que te cura y junta todas tus piezas rotas. Una especie de amor incondicional que es tu redención. Quizá no lo pensó bien pero cuando tuvo entre sus brazos por primera vez a esa personita que era un réplica de su material genético, se sintió capaz de afrontar todas las adversidades y de ser mejor. Todos sus temores fueron sofocados y creyó que podría ser mejor padre de lo que había sido Oliver. Que no iba a ser una figura paterna desastrosa que le generase traumas a Lian, que iba a ser una gran padre y que educaría a su hija de la forma correcta.

Había momentos en que todo se le hacía muy cuesta arriba. No sólo porque la crianza de un bebé era dura y más siendo el único progenitor a sino porque siempre había sido alguien despreocupado e irresponsable y hacerse cargo de la economía del hogar era muy difícil para él. No tenía ni idea de cómo administrarse y parecía que todos los gastos se le echaban encima: pañales, ropa constantemente, comida especial para bebés, juguetes adaptados a la edad, la guardería, el coste del canguro de turno, el alquiler del piso, comida para él, ropa porque él al igual que su cría gastaba mucha … Por si no fueran pocos los gastos de la vida cotidiana en pocos días, el catorce de febrero, tenían que acudir a un boda y tenía que hacer frente tanto a las vestimentas de gala de su hija y las suyas como al regalo para los novios. La vida adulta se resumía en pagar facturas. Menos mal que él había podido encontrar un trabajo que le permitía hacer frente a sus gastos.

No quería pensar en el casamiento de sus amigos porque le generaba cierto pesar. Estaba fuertemente enamorado de Artemis, la pareja de uno de sus mejores amigos Wallace West. Por un lado estaba feliz porque dos de sus preciadas personas encontrasen el amor y la felicidad. Pero por otro lado, su corazón se sentía triste y roto al no ser el hombre al que la arquera daba su amor. Intentó verla de otra manera más fraternal, pero sabía que era imposible, nunca iba a quererla de esa manera porque sus sentimientos crecían más y más en el camino romántico del afecto.

Tenía un encargo. Hacía bastante que no se dedicaba a esa clase de cosas. Desde que había sido demasiado ingenuo y su tecnología había acabado en manos de gente maliciosa que provocó un genocidio. Por eso, siempre había estado muy reticente a volver a arreglar, manipular o fabricar armas para personas ajenas a su círculo de confianza. En aquel momento en su vida tençia más confianza en sí mismo y en sus capacidades para discernir las situaciones adecuadas de las inadecuadas. Acudirías a aquella cita y si el trabajo le hacía sentir inquieto tenía mucho experiencia en correr y huir. el requerimiento provenía de Gotham y sus alrededores. No él era un ciudad muy grata por todo lo que vivió en ella a temprana edad. No obstante, se estaba reconciliando con la ciudad de los Robins. habçia empezado a acudir con asiduidad a la urbe para ayudar en el orfanato y llevar por un camino próspèro y decente al cúmulo creciente de niños perdidos de la oscura ciudad.

Dejó a su tesorito al cuidado de un canguro, Franklin un estudiante universitario que había cuidado de sus tres hermanos pequeños. Roy le había hecho un examen a conciencia y había husmeado en sus antecedentes penales por si acaso antes de dejarle con su bebé. Era la primera vez que era padre pero sabía que no se podía dejar a un menor en manos de cualquiera. Quizá indagar sobre la vida íntima de una persona podía considerarse algo ilegal pero el arquero pensaba que no había cruzado la línea en ningún momento. Se despidió de su hija con un suave y cariñoso beso en la frente. La pequeña sonrió y soltó una pequeña carcajada. Era una niña muy alegre.

She'awéé', portate bien con Frank- dijo saliendo por la puerta y el gesto de la infante al ver partir a su progenitor se entristeció. El canguro la tomó en brazos para paliar el disgusto de la separación que sufrían los bebés al no estar con su principal figura de apego.

Al entrar en el local una mujer vestida con el look sacado de las películas de acción del viejo Oeste le hizo unas señas. Supuso que era su contratadora. a diferencia de la joven, el arquero no llevaba una vestimenta tan elaborada. Lucía unos vaqueros algo gastados, unas botas camperas de un beige oscuro, una camiseta un poco ajustada de color rojo y sobre esta una cazadora con dos tipos de verdes que hacía un estampado de cuadritos. Sus cabello rojizo se ocultaba bajo su gorra de béisbol color verde. Eran principios de febrero, Gotham no tenía un clima cálido y él era algo friolero. El hombre pelirrojo que tenía una fama bien merecida de coqueto y mujeriego, al miró de arriba a abajo unos instantes.

-Señorita.- dio un toquecito a su gorra y una leve inclinación de cabeza imitando las maneras de los hombres de las películas del Oeste. Se quitó la gorra, dejando que su revoltoso pelo cayera libre. - Espero serle de utilidad para lo que requiera.- comentó sonriente con un tono entre alegre y coqueto. El pelirrojo sonrió ante la situación. Una vaquera y un indio eso parecía sacado de una serie de comedia. Roy le pidió al camarero un té negro con hielo. Su consumo de bebidas se veía limitado por su alcoholismo y por su conciencia social. Estaba dejando de consumir refrescos gaseosos como la Coca Cola porque las multinacionales estaban terminando con las reservas acuíferas de países del tercer mundo.

La mujer le pasó un arma. El arquero pensó que eso era un prueba para evaluar sus conocimientos en aquel área. -Un arma del calibre 45.-El arquero miró en la culata del revólver. Bajo en tornillo se encontraban las iniciales del fabricante: S&W y el año de fabricación(1875). Bajo el cañón había unas palabras algo ya desdibujadas: STOEGER- ACOKEEK. Esas pistas le dieron a pelirrojo la clave para establecer que era un Revolver Schofiled. - De la casa Smith & Wesson, mayor fabricante de armas para las fuerzas policiales del estado a nivel mundial. Clint Eastwood en la película Harry el sucio lleva una réplica de este arma, Revolver Schofiled -

Posiblemente su propietario original fuera algún soldado del ejército, ya que, en 1875, la Comisión de Armamento de los Estados Unidos otorgó a Smith & Wesson un contrato para suministrar al Ejército un dicho revólver. Los revólveres Schofield fueron empleados en las Guerras Indias, conflictos entre los colonos y los pueblos indígenas. Pensar en aquello le dió un ligero escalofrío. Ese era el arma que se había utilizado para asesinar a mucha gente de su etnia y eso le producía un triste sensación.

- Es una arma del mismo tipo que usaba Jesse James. Creo que tiene una ligera obstrucción en el tambor.- Jesse James forajido estadounidense famoso por pertenecer a la banda de asaltantes James-Younger. Una vieja leyenda del Oeste que había sido engrandecido y presentado como una especie de Robin Hood en los Westerns. -Espera, ¿no será el arma de Jessy?- comentó con un tono entusiasmado.

Cuando el joven se acercó, le observó con atención. Era un hombre ancho, fornido, con la piel clara y una curiosa media melena naranja que escondía bajo la gorra de Baseball que llevaba. Tenía rasgos masculinos bien definidos, una sombra de barba, una nuez un poco pronunciada y unos ojos verdes, claros y limpios, con una mirada campechana que recordaba la franqueza humilde de un terreno lleno de hierba fresca. Respecto a su vestimenta, junto a la forma física que se adivinaba bajo ella, entraba dentro de las preferencias de la vaquera. Su ropa era práctica, sencilla y masculina. De alguna manera remitía un poco a la cultura asociada a los "White Trash" o a los "Red Necks", en la que era habitual encontrar ese tipo de virilidad de botas y vaqueros, asociada a los hombres que reventaban sus espinazos en el campo, o dedicándose al trabajo más duro. Acostumbrado como estaría a niveles de actividad tal altos resultaba un candidato apetecible y a tener en cuenta para un posible encuentro sexual.

Aunque en ese caso concreto no tenía intención alguna de barajar esa opción mucho más que con ese pensamiento fugaz. Estaba mas interesada en las habilidades que demostraba el muchacho que en la posibilidad de obtener un rato de diversión que acabaría con un espasmo de él, y con la agotadora dinámica con la que se aseguraba la continuidad de sus encuentros con sus múltiples parejas sexuales.

Cuando hizo el ademán con su gorra, la vaquera dibujó una sonrisa, y le siguió con los ojos mientras tomaba asiento y se retiraba la gorra, dejándole ver mejor sus facciones. Contra todo pronóstico, no pidió cerveza, que era por lo que hubiera apostado, si no que pidió un te helado. No era muy habitual ver a hombres pedir ese tipo de cosas. Hasta los que no bebían alcohol tenían una tendencia más clara a consumir refrescos o bebidas energéticas, algo mitad cargado de azúcar, mitad carbonatado, que les ayudara a sobrellevar el ritmo de vida.

Mientras él hacía su análisis, la Sheriff se mantuvo con cara de póker, su rostro mostraba sólo una suave curvatura en las comisuras de sus labios. El chico continuó mentando nombres, la casa de armas, y el contexto histórico que la ubicaba. Estaba empezando a disfrutar de ello. En su entorno no podía encontrar a muchas personas que fueran tan apasionadas de las armas como lo era ella, y tener a alguien con quien poder trabajar que parecía compartir ese gusto resultaba novedoso y refrescante. Le creaba una gran expectación, algo que no había sentido en mucho tiempo.

- Muy bien visto. - aceptó, cuando le comentó el tema de la obstrucción en el cañón. Era un revólver en el que había sucedido un extraño fenómeno. Habían tratado de recrear la munición fundiendo las balas a mano, con la mala suerte de que en el interior quedaron burbujas durante el enfriado. Cuando la bala fué disparada, el calor de la detonación calentó el metal, produjo una fisura en la superficie y parte de la bala quedó soldada en el interior del cañón. Era un problema complejo, que hacía más sencillo plantearse cambiar el cañón, que repararlo. Algo que haría en cuanto tuviera tiempo. Por el momento, había cumplido su objetivo. Llevar a cabo una primera aproximación sencilla, algo básico y obvio, pero que le permitió entrever bastante de su capacidad de observación y su nivel de conocimientos respecto al tema. Sujetó el sombrero y se lo retiró con una suave reverencia, complacida por lo que había oído, personificando el gesto de "quitarse el sombrero". Ahora podían mirarse cara a cara. - ¡Por el cobarde de Robert Ford! No, no, muchacho. No es mas que una réplica. - sonrió, retirando de la suave correa de cuero que mantenía el revolver dentro de sus fundas. - Esta es la de Jessie James. - respondió, quitándole de la mano la copia, y colocando la verdadera, con una sonrisa enigmática en los labios. Se limitó a contemplar al joven, luego el revólver, alzando con suavidad las cejas una vez, y levantando la cabeza. Estaba deseando ver cómo resolvía el problema del encasquillamiento del tambor al llegar a la quinta bala.

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Invitado

Sus grandes y callosas manos, fruto del trabajo manual que llevaba haciendo desde su más temprana edad, recorrieron en arma con lentos movimientos. Hacía mucho tiempo que no trabajaba con ese tipo de armas antiguas. Los tiempos modernos reclamaban de armamentos del más alto nivel de tecnología y sofistificación. Arsenales cada vez más complejos y desarrollados que tenían un potencial destructor masivo. Objetos que casi ya no requerían de las habilidades de precisión humana. Esara la dicotomía de su ser: la fusión entre el manejo de las capacidades humanas y la sofisticicación de la compleja ingeniería. Su estilo era la mezcla entre la sencillez y la complejidad. Ese era el motivo por el que usaba un arma simple, un arco, juntos con un millar de flechas trucadas.

El desarrollo tecnológico de la modernidad había desbancado en todos los campos a las artes tradicionales. Las armas de fuego que durante tanto tiempo había sido empleadas por tantos y tan variopintos fines: delinquir, proteger, mostrar el talento y precisión, amenazar …, habían quedado obsoletas. Se habían sustituido por armas que contuviesen mecanismos más sofisticados y más desarrolladas tecnológicamente. Ya no se comprendía la belleza en la simplicidad de una bala. pensar en aquello y estar en Gotham le hizo pensar en Jason, su chupa de cuero y su olor a pólvora. Un hombre y un arma era sencillo a la par que hermosamente mortal y destructivo. La maravillosa simpleza de un hombre y su arma. Sintió un hormigueo en su interior. Porque siempre sentía esa vieja nostalgia al pensar en Jaybird.

Su análisis había sido algo parco y simple por la mera observación superficial del arma. Para dar con el error que entrañaba tendría que hacerle un análisis más exhaustivo. Tendría que enredar más con el arma descargada; sacando el tambor, jugando con el pestillo, amartinando y desmatinando, apretando el gatillo en grados desde más leve a más intenso y etc. También debería desmontar el Revolver Schofiled para comprobar cómo estaban los mecanismos interiores. por si había algún desperfecto, alguna rotura o alguna deformación en las piezas que componían el sistema de disparo.

Se rió alegremente ante la peculiar referencia. Por lo general la gente no solía responderle nunca a sus datos con menciones al mismo tema. Le encantó que alguien comprendiera su mención.

- Y es por eso que si te vuelves famoso, nunca le puedes dar falsas esperanzas a un grupie.-

Su emoción hizo que la mujer le retirara el arma que le había mostrado en primer lugar y le diera otra. Había dicho que el segundo revólver si era el arma de Jesse James. ¿De verdad ese era el arma que usó en sus asaltos? El pelirrojo se sintió como un infante con un precioso juguete nuevo. Jesse Woodson James un hombre normal convertido en un forajido por las circunstancias y la necesidad en una época de crisis. Una figura que el mito y la literatura habían convertido en un héroe. Casi como si fuera un Robin Hood del viejo Oeste. No había ningún tipo de dato de que sus riquezas, provenientes de sus asaltos, se repartieran entre las gentes más pobres. Seguramente su padre, Roy William señor diría que ese hombre no era más que un ladrón de la peor calada. Pero para el arquero cualquier figura de la historia era alguien interesante.

- Me lío y se me olvidan los modales. - Se encogió de hombros y le tendió la mano para presentarse.- Soy Roy Harper. ¿Cúal es su precioso y encantador nombre, vaquera?- Mejor llamarse por sus nombres porque le resultaba un tanto extraño que alguien que pareciera más joven que él le llamase muchacho.

-¿Eres de Gotham de toda la vida?-

Le resultaba peculiar tanto la vestimenta como el lenguaje de Rebecca. Todo en ella era muy country. La cultura western era muy fuerte en algunas partes de Estados Unidos como Texas, Kansas, Oiwa o Utah. También en ciertas zonas de California, pero no por el área donde se había criado el pelirrojo. Star City era una zona muy natural pero no había ranchos. Aunque era una metrópolis global y cosmopolita donde había gran diversidad, la ciudad del murciélago era principalmente un núcleo neurálgico de La industria, el comercio y las finanzas, también del delito. Por eso, le resultaba extraño encontraba a un nacido y criado con aires tan cowgirl.

Y como no podía estar mucho tiempo en silencio.- Yo soy de Star City. Es más ameno el clima porque casi siempre hace sol.-

En cierto modo, el anacronismo que la mayoría contemplaban en los modos y vestimentas de la vaquera formaba parte también de cada uno de los procesos que llevaba a cabo en su vida. Hasta que se había visto en la necesidad de llevar ese infernal aparato mecánico que le había ayudado a mover las piernas tras el incidente que había sufrido en Marraketch a manos de Victoria, jamás se habría planteado ni tocar de cerca un implante. Ahora la gente los utilizaba como si fueran un pico o una pala, se implantaban trastos mecánicos, pequeños robots en miniatura, y todo tipo de artefactos que les permitían hacer las mas variadas artimañas. Lo consideraban algo habitual, e incluso, apetecible. De no haberse tratado de una emergencia, la vaquera ni se lo habría planteado. Aunque era cierto que el cachivache resultaba de utilidad. Lo mismo sucedía con las herramientas, con las armas, con las comunicaciones. Todo era eléctrico o mecánico, todo iba a motor, y no quedaba una dichosa cosa que no estuviera conectada a internet. Mientras tanto, en el rancho, continuaban haciendo uso de los sistemas de radio, se hablaban a través de los viejos Walkie Talkies si no eran capaces de oírse a voces, y casi todo se gestionaba a través de teléfono o encuentros en persona. Fauna había sido una ayuda a ese respecto. La mutante había tenido paciencia suficiente para sentarse con ella y enseñarle algunas gestiones menores a través de internet utilizando el ordenador, aunque para las más farragosas seguía contando con sus asesores. Le parecía tiempo perdido delante

Disfrutó de las reacciones del pelirrojo, que parecía alguien de carácter sincero y genuino. Su instinto le decía que no tenía especial interés en contentarla diciéndole las cosas que querría escuchar, o que intentara fingir sus opiniones para conseguir agradarla. Cuando hizo ese ingenioso comentario, soltó una suave y musical risa, creando entre ambos un ambiente distendido. Era posible que el muchacho jamás hubiera hecho una entrevista de trabajo tan relajada en su vida.

- Roy. Es un buen nombre. Corto y fácil de recordar. Además te va genial con la barba de un par de días. - sonrió la vaquera lanzando la mano hacia la de él, y dándole un firme y efusivo apretón de manos. Al encontrarse ambas, percibió que sus sospechas eran acertadas. El joven tenía callos bien formados, delatando el tiempo que había dedicado a trabajar en algún tipo de trabajo mecánico y manual al que habría dedicado sus buenas horas. - Rebecca Logan. Aunque todos me llaman Sheriff. - separó la mano y la dirigió hacia su Whisky, dejando expuesta la estrella plateada que rezaba ese mismo cargo centellear sobre su pecho bajo la luz de la lámpara.

Cuando el joven mentó la ciudad, arrugó la nariz sin miramiento dejando ver una clara expresión de repulsa, al tiempo que se llevaba el vaso a los labios y dejaba que el ardiente líquido dorado rojizo le llenara las mejillas, hormigueando en el interior de sus carrillos y picando en sus papilas gustativas mientras lo paladeaba, antes de tragar de un modo bastante sonoro. Chasqueó la lengua dejando de nuevo su trago sobre el posavasos, y relamió las comisuras de sus labios, disfrutando del sabor residual.

- No. Me instalé allí, pero soy de la gloriosa Texas. Nada que ver con ese nido infesto de ratas y trepas que es esa alcantarilla negra de ciudad. - su voz pareció agravarse, con ese sonido que crean años de fumar tabaco negro en una garganta vieja, solo que aún tenía ese tono cantarín propio de su juventud. No es que detestara la ciudad en realidad, al menos no tanto como a menudo su modo de definirla lo hacía parecer. Si tenías dinero y sabías cómo moverlo, se vivía bien. No es que fuera una ciudad bonita, resultaba imposible ver un poco de luz solar a menos que te trasladaras a las afueras. Pero sus infraestructuras no eran malas y tenía muchos servicios que sólo allí se podían contratar. Habría sido un buen sitio para vivir salvo por la arquitectura. Parecía una ciudad montada por un niño que no entediera que había in límite para apiñar rascacielos y casas, y que ignoraba por completo que los hogares y lugares públicos tenían que resultar acogedores. Todo en Gotham era una extraña mezcla de lugares demasiado pequeños que te hacían sentir asfixiado, o espacios tan grandes que te convertían en una mísera mota que circulaba a través de sus entrañas gigantescas. La alta sociedad que reptaba entre sus paredes y que habría sido capaz de beber los orines del siguiente en el escalofón sólo por ascender, el alto índice de criminalidad de tres al cuarto que se dedicaba a encubrir el verdadero problema de corrupción, sus pequeños habitantes andando con la cabeza gacha, dejando el pescuezo al aire, esperando el hachazo que los llevaría al matadero, y que ya habían aceptado. Por todo eso, detestaba Gotham. Por eso y porque se había visto anclada allí desde que empezara su terapia en Arkham. - ¿Y tu, forastero? Tienes un carácter demasiado alegre para este lugar. - sugirió.

Star city. En una ocasión se había trasladado allí, para vender dos nuevos ponys a una granja escuela. No había hecho muchas mas visitas, y tampoco había hecho turismo por la zona. Aunque sabía de un asador desastroso en el que había tenido la desgracia de comer el primer día, y una barbacoa ideal donde un viejo y sus dos hijos hacían el mejor cerdo ahumado que había probado en mucho tiempo. Ahora que lo mentaba, es posible que aún guardara alguno de los botes de salsa barbacoa especial que había adquirido en ese pequeño comercio.

- Eso parece mas razonable. No he conocido a muchos jóvenes con buen humor que hayan vivido siempre en esta condenada ciudad. Pero ahora se me plantea otra cuestión. - aseveró apoyando un codo en la mesa e inclinándose hacia delante, curiosa. - ¿Cómo un jovencito alegre de Star City acaba convertido en un ingeniero de armamento? Pareces más el tipo de hombre que de día arregla tractores, y entrena por la tarde a un equipo de baseball. - Era una pregunta legítima, nacida casi del morbo. Si hubiera hecho esa comparativa a alguno de esos pomposos de las altas esferas, se habrían sentido profundamente insultados. Rechazaban la vida sencilla, como si estuviera hecha para los borregos. Sin embargo, quienes vivían esa vida y la apreciaban, experimentaban cosas que esos idiotas jamás llegarían a paladear con su gusto atrofiado a caviar y Chateau Latour.

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Aunque él ya era un hombre de por sí tranquilo y relajado, la situación le permitía sacar a relucir su carácter alegre y cómico. Era serio en muchas cuestiones pero le gustaba tomarse las cosas con sentido del humor. El tono de las entrevistas para cualquier trabajo no eran tan distendida y amenas. Siempre había un matiz serio y formal que agregaba un punto de incomodidad y nerviosismo.

-¿Qué puedo decir? Soy un hombre de tendencias.- Comentó con un talante bromista. El comentario sobre su barba de un par de días le hizo pensar que era el momento de tomar en serio el afeitado. No quería que su barba comenzara a crecer in extremis y acabase pareciéndose a una versión pelirroja de Oliver.

Con el tren de vida que llevaba en esa etapa de su vida no tenía tiempo para pensar sobre su imagen. Entre el trabajo y ejercer la paternidad no le quedaba ni un momento para preocuparse de sí mismo. Preocuparse por sí mismo había quedado en un lugar lejano cuando cuando tuvo que ocuparse del bienestar de su bebé. Sentía que Liam era demasiado pequeña para estar mucho alejado de su padre. Entre su empleo ordinario y sus trabajos como héroe ya pensaba que la menor pasaba poco tiempo con él, por lo que no quería desperdiciar su jornada de descanso haciendo cualquier cosa que le arrebatara algún momento con la menor. Pasar cualquier tiempo disponible con su hija era en esa etapa más importante que dedicarse un poco de tiempo para arreglarse. No obstante, nunca había sido alguien que cuidara mucho su estética. Se ponía aquella que primero pillaba. Tenía la suerte de tener un cuerpo agradecido que hacía que casi cualquier cosa le quedara bien.

La atractiva fémina estrechó su mano de forma fuerte y enérgica. Era buena señal. Como su agarre la rubia frente a él parecía ser fuerte, decidida, vital e independiente. Rasgos que ciertamente apreciaba. Cuando había entrado al local y había visto a Rebeca por primera vez. La mujer era atractiva eso no podía negarse. Pero al haber descubierto esos aspectos de su personalidad, la vió realmente más hermosa. No obstante, no podía ponerse a ligar en una entrevista de trabajo. Antes no se lo hubiera planteado pero ahora tenía que ser más formal y consecuente.

- Un nombre clásico, perfecto para debutar en el viejo Oeste. - El arquero no sabía cuán antiguo eran los orígenes del nombre de Rebeca. Como había sido criado en la cultura navaja y en ella no veneraban a un dios judeocristiano, no tenía idea que era un nombre bíblico. Pero conocía la película Hitchcock que usaba como título ese mismo nombre. Así que si ya se usaba en los años de aquel afamado y clásico director supuso que el nombre no era algo de invención reciente.

- Disculpame pero pensaba que ese tipo de cargos ya habían desaparecido hace tiempo. No estoy en buenos términos con la ley.- Quizá no debió expresarse de aquella manera. En una ciudad como Gotham podría dar lugar a malentendidos. Quizá no debía haber usado esas palabras enfrente de una representante de las fuerzas de orden público. Roy siempre era muy sincero y decía cosas como las sentía. En la mayoría de las ocasiones sin ningún tipo de filtro. No le agradaban esos órganos del estado que él consideraba represores de la ciudadanía.

Roy era muy buen observador y enseguida captó el gesto de la vaquera ante su pregunta sobre si era nacida y criada en Gotham. Le saco un sonrisa. Seguramente era la misma cara que ponía el al hablar de las virtudes de la ciudad de los murciélagos. Mientras escuchaba la respuesta de la rubia, le dio un largo sorbo a su bebida. Coincidía en esos calificativos que su acompañante había dado a la urbe. Era un foco de podredumbre donde cual vertedero se acumulaban ratas, que intentaban sobrevivir buscando entre los restos. Las personas más desesperadas por sobrevivir se convertían en desesperadas alimañas que hacían todo por resistir un día más. La ciudad estaba yendo a mejor desde hacía algunos años. Había mucha gente implicada en resolver problemas sociales. Pero, a veces los esfuerzos no eran suficientes y las personas caían en ese ciclo de perversión y decadencia moral tan arraigado en Gotham.

- De Texas como los rangers. Nunca he estado. ¿Cómo es?¿Qué te trajo a Gotham? - preguntó con su innata curiosidad.

El comentario de Rebecca sobre le personalidad de los ciudadanos de Gotham le dio que pensar. Estuvo viviendo en esa urbe y fueron los peores años de su vida. Su personalidad en aquella época también era un asco. ¿Era un ambiente nocivo que quitaba la alegría e ilusión a sus habitantes? Pensó en los Gothamitas que conocía. Jason era el más claro ejemplo de agresividad e ira producto de la vida de un niño de la calle en ese lugar. Bruce no era el paradigma de la alegría. Tim tenía una personalidad bastante seria y desconfiada, era muy esquivo aunque aparentas ser alguien afable. El tal Andy con el que vivía Raven también tenía esa toxicidad de la delincuencia. Wallon, ¿que decir de él? Era un criminal y para muchos un monstruo. La verdad que salvo Richard y no en un total de las ocasiones, porque también tenía ese talante oscuro que se podía asociar a la ciudad, toda la gente que conocía oriunda del lugar tenía algo agrio en su carácter.

Se rió con soltura y alegría. - No soy muy hombre de campo; no he tocado un tractor en mi vida. - Rebecca le preguntó el por qué de su elección profesional. No supo qué contestar. Nunca se lo había preguntado. Las cosas le fueron viniendo y él fue decidiendo sobre la marcha. Era algo que se le daba bien y le gustaba. sabía que debía dar una respuesta no muy específica porque había detalles que no podía revelar. No podía decir que empezó modificando, rediseñando y mejorando el armamento de su tutor, Green Arrow. Que su entrada en el mundo de la reparación, arreglo modificación de armas no fue casualidad. Ollie le había acogido porque le gustó su inteligencia y Roy con su deseo deseo ganarse su beneplácito y cumplir su labor como sidekick empezó a hacer mejoras, otorgando al justiciero de Star City unas increíbles flechas para combatir el crimen. - No sé pero según Freud seguro que fue el No, Roy, no de mi padre cuando le cogía el arma a mi tierna edad de cuatro años. - Se colocó el cabello con los dedos. - No sé quizá es que reúne mis dos grandes pasiones; la mecánica y apuntar.-

- No tienes que preocuparte, espero. - respondió a la apreciación de su cargo. - A menos que hayas estado portándote mal por ahí. ¿Has sido un mal chico, Roy? - su sonrisa se amplió. Tenía un sutil toque entre pícaro y maquiavélico, como si prometiera un castigo en función de la respuesta, o mas bien, como si ese castigo pudiera llegar a ser algo tan peligroso como apetecible.

-¿Texas? Pues un gran sitio para crecer como las hierbas. Es una comunidad llena de moralistas, hipócritas, chupabiblias y prejuiciosos. Pero también hay cosas buenas. Ya sabes. Chicos Scout, niñas exploradoras, mujeres abnegadas y maridos granjeros que cuidan sus buenas vacas, un mercado de caballos estupendo, unos paisajes sin igual, y que me aspen si no se hacen allí las mejores barbacoas de todo este condenado país. Por no mencionar el cuatro de julio. - alzó ambas cejas y sonrió, antes de finiquitar su primer vaso de whisky de una vez, dando un firme golpe con él en el posavasos cuando lo acabó. Después, miró al hombre de la barra y chasqueó los dedos, pidiendo una segunda ronda. No le interesó si Roy no había terminado con su refresco, ya que el gesto le incluyó, de modo que lo mas probable era que trajeran una segunda bebida para él. Apartó con un gesto de la mano el vaso y apoyó el brazo en la mesa manteniéndolo en paralelo horizontal a su torso, dejando colgar la mano por fuera desde la altura de la muñeca. - - Necesitaba un cambio de aires. Pasé un periodo muy jodido, y al parecer, este era un buen sitio para intentar una recuperación drástica. Así que abrí un rancho a las afueras, mientras mi padre se venía para acá por temas de negocios. Ahora cuido algunos de los sementales más cotizados del mundo, y bueno, me preocupo por la preservación de la historia. Por eso necesito a alguien que pueda hacerse cargo de la reparación y restauración de armas antiguas. Tengo una de las colecciones mas grandes de historia americana que se conocen, a nivel de patrimonio. También tengo algún que otro proyecto secundario. Ahora estoy detrás de rehabilitar el zoológico de Gotham. Está hecho una puta vergüenza.- negó con la cabeza.

El camarero apareció, dejando dos nuevos posavasos y la respectiva bebida en ellos. La mujer siguió con los ojos el trayecto a su vuelta. Sus iris azules mostraban un brillo acerado, propio de la gente habituada a controlar las situaciones, como si fueran capaces de ver todo lo que había a su alrededor incluso aunque no lo observara en profundidad. Una mirada afilada, e implacable.

- No me digas. - se sorprendió alzando una ceja, para luego asentir, con aceptación. - Bueno, ya sabes lo que se dice. No se puede juzgar a una vaca por las manchas. - se encogió de hombros y se rió para si. La verdad es que no era la primera vez que al ver algo tenía ciertas ideas concretas. Recordó vagamente la primera vez que se encontró con Hellboy, y cómo había valorado la idea de montarlo como si fuera un toro de rodeo, antes de saber que era mas humano que demonio, o animal. En cierto modo estaba agradecida por poder rodearse de algunas personas que fueran un poco más en su línea. Gente como Roy, o Tim, o alguno de sus otros chicos. De un tiempo a esta parte todo había cambiado de mozos de cuadras a mutantes, de compradores a criaturas sobrenaturales. Aunque hacía lo posible por adaptarse, añoraba los tiempos en los que la vida era un poco más sencilla. - Ah, esos comederos de cabeza. El tal freud si que tenía un problema con el pene. - negó, sabiendo vagamente de lo que hablaba. Sabía que ese maldito tarado objetaba que la histeria femenina venía de que el útero se atragantaba en el pecho, y que las mujeres tenían envidia de los hombres por su pene, y otras historias para no dormir. - ¿Así que te gusta disparar? ¿Qué tipo de arma te gusta empuñar? - preguntó apoyando la barbilla en el reverso de sus nudillos, dejando el codo en la mesa. Su mirada se intensificó, llena de un velado interés. - Así que no solo te dedicas a las armas. También te gusta la puntería. ¿Y cómo de bueno eres con ella? - entornó los ojos, como si fuera capaz de adivinar si el muchacho le decía la verdad, si trataba de mostrarse mas humilde o por el contrario, intentaba fanfarronear dándose mas medallas de las que su capacidad pudiera merecer. - ¿Estarías dispuesto a acompañarme luego al campo de tiro?tengo curiosidad. - sonrió, e introdujo una mano en el bolsillo trasero. Sacó un fino fajo de billetes y sacó un billete de cien dólares, que le tendió al joven. - Puedes considerar por pagadas las horas que voy a ocuparte. - volvió a guardar el fajo del bolsillo del que había salido. - Ya he comprobado que es mejor mantener a mis chicos incentivados. ¿Qué me dices, te va sonando bien?

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Invitado

La voz de Rebecca le resultaba tentadora. Siempre había sentido una muy particular atracción por las mujeres autoritarias que ostentasen roles de poder. Además, su tono había sido sugerente invitándolo a aventurarse en aquel flirteo. En sus verdes ojos brilló el regulfiende deseo y las ganas de dejarse arrastrar por su anfitriona. Pero no quería resultar ni muy obvio ni muy vulgar así que decidió retrasar unos instantes su respuesta. El pelirrojo sonrió divertido y antes de contestar le dió un sorbo a su bebida.

- Soy buen chico aunque un poco rebelde. Quizá necesite unas cuantas direcciones para no desviarme del camino.- Respondió con un tono entre juguetón y coqueto.

- Parece un pieza del típico pastel de manzana americano aderezado con helado de prejuicios y sirope rectitud. Suelen decir que es el Sur pero creo que en todo Estados Unidos tenemos esa dicotomía entre la bondad y el odio.-

Lo que estaba narrando la vaquera lo entendía bastante bien. Él había quemado muchas ruedas saliendo de ciudades cuando había caído hasta el fondo. En épocas difíciles, se necesitaba un cambio. Un lugar nuevo donde reconstruirse de cero. Sin embargo, el pelirrojo no habría elegido la sombría ciudad de Gotham para reconstituirse. Creía que lo mejor para recomenzar es un lugar donde el sol te sacuda y la risa de las personas te caliente el alma. un sitio para florecer no algo como un camino a la perdición, lo que para él era la ciudad del murciélago.

- En situaciones complicadas es como si el aire de la ciudad en la que vives te se convirtiera en tóxico y sientes que te asfixia, envenena tu cuerpo y los pulmones. Me he mudado a menudo por esa opresión en mi pecho. Quizá no eran las ciudades era yo. Pero he necesitado alejarme para reencontrarme en el camino.-

No había terminado con su té cuando Rebecca pidió trajeran una segunda ronda de consumiciones. Su infusión rondaba un cuarto de la taza cuando el camarero dejó un nuevo Whisky. Miro la nueva tetera que pudieron ante él.

- Quien tuviera la vida de esos sementales. - comentó un poco por la roma obvia.- Estoy seguro que dedicar tiempo a arreglar cosas de Gotham hace este lugar un poco menos malo. Yo soy voluntario en el orfanato.-

Él había sido un niño de la calle, justamente en Gotham. En aquella época no tenía nada, ni siquiera sueños. Esos menores le despertaban vívidamente la conciencia, más ahora al ser padre. Estaban desamparados y quería hacer algo porque sus vidas no se torcieran irremediablemente. Quería ser esa mano amiga que no encontró en el desamparo.

- Las apariencias engañan- Se rió. Siempre le hacía gracia ese tipo de confusiones por su estética.

- No creo mucho en los psicoanalistas, ellos nunca me ayudaron cuando tuve problemas serios. Pero me hacen mucha gracia sus deducciones. Encadenan historias de la niñez para hacer historias complicada y supuestamente lógicas para explicar porque eres adicto o porque tus relaciones fracasan. Las relaciones fracasan tengas - dibujó unas comillas con los dedos.- “traumas de infancia” o no. -

Había estado en muchos médicos intentando frenar su adicción y en algún punto de la terapia siempre llegaban a la conclusión lógica de que escogía mujeres complicadas, con las que sabía que no tenía futuro porque había tenido una relación problemática con su madre. Un mujer que él ni había conocido. Su madre no era alguien para darle tanta importancia y poder en su vida. El arquero nunca pensaba en ella. Culpaban a su padre biológico del silencio con respecto a su progenitora. Roy no lo hacía. Roy Senior había sido un gran padre. Pasaba mucho tiempo con él, le educaba, enseñaba, le protegía, apoyaba y arropaba. Su padre no tenía la culpa de las acciones de otra persona. Su mujer le había abandonado, lo más probable porque si estuviera muerta alguna vez le hubiera llevado a visitar su tumba o había salido en las conversaciones, y él había ejercido de padre y madre lo mejor que pudo. ¿Qué más podía haber hecho? Contarle a su hijo como su propia madre no le quería y se había ido de la casa sin siquiera echar la vista atrás. No, a Roy eso le parecía muy cruel. Entendía lo que había hecho el guardabosques. lo comprendía demasiado bien. A futuro se encontraría en la misma tesitura. ¿y qué le diría a su pequeña? Que su madre la dejó con una versión de su padre porque ella quería seguir por ahí delinquiendo. Estaba seguro de que no le podía decir esa verdad. Porque era algo muy duro para lo que los niños no están preparados o quizá nadie está preparado para saber que su madre no le quiere.

Pero no se pudo devanar mucho los sesos con las paranoias habituales, la vaquera le hizo una pregunta sobre uno de sus temas favoritos. asintió con la cabeza ante la pregunta de si le gustaba disparar. Un brillo de ilusión y emoción se reflejó con intensidad en sus ojos verdes.

-Algo más rupestre que las armas de fuego. - soltó unas carcajadas joviales.- Arco, cuchillos, tomahawk …cosas que demuestran el nivel de puntería y la técnica de lanzamiento del objeto en cuestión. - No le gustaba mostrarse demasiado orgulloso o soberbio pero la destreza en las cosas que requerían una habilidad de tiro se le daba endiabladamente bien y para algo que sabía hacer.- Se me da bastante bien. En muy pocas ocasiones en mi vida he fallado el blanco. así que supongo - se encogió de hombros- que podría decirse que tengo un dominio elevado. -

Asintió ante el ofrecimiento de Rebecca. Le gustaban los retos tanto en cosas que desconocía como en campos conocidos.

- Presumir de mis habilidades ante una chica guapa ¿Quién diría que no?- comentó con cierto tono coqueto en su voz.

En otra situación hubiera sido más reticente a tomar el dinero que le tendía la vaquera, porque realmente no había hecho nada para conseguirlo. Pero teniendo un bebé en la cuna al que alimentar no podía permitirse ni ser orgulloso ni remilgado. Lo más importante en su vida era su hija y no le costaba nada ceder a cualquier atisbo de dignidad por asegurarle el bienestar a su retoño.

- Agradezco mucho su generosidad. Ser padre soltero hoy en día no es nada fácil.-

Se sentía cómoda cerca del pelirrojo, y le alegró tener esas buenas sensaciones en su compañía. En general no solía mantener a su alrededor a trabajadores con los que no congeniaba, por muy buenos que fueran. Siempre había creído que a base de esfuerzo y trabajo duro un muchacho de ciudad cualquiera podía aprender a desempeñarse de manera satisfactoria dentro del rancho. Como había dicho, también había aprendido unas cuantas cosas sobre cómo mantener incentivados y dispuestos a sus chicos. La mayoría aprendían rápido que abusar de su confianza significaba un despido inmediato, si no algo peor.

Y los beneficios de trabajar para una millonaria siempre eran muchos.

Entendió algo mas las motivaciones del chico cuando compartió con ella sus perspectivas, cosas como sus circunstancias personales como padre soltero, que trabajaba haciendo voluntariado para los niños, etc. No. Desde luego ese muchacho no era de Gotham. Su interés por ayudar al resto parecía genuino, y no una condición para que saliera a devolver la declaración de la renta gracias a las "retribuciones altruistas".

a pesar de que estaba disfrutando de la charla, cuando la cosa se centró en el tema de la puntería puto percibir un interés creciente en él. Cuando mentó el tipo de instrumentos que usaba para practicar la puntería, notó un suave escalofrío recorrer su espalda, y la piel se le puso de gallina.

- Venía buscando un experto en armas, pero imaginar a alguien capaz de hacer una diana con un Tomahawk. - cerró los ojos, inclinando la cabeza suavemente hacia arriba, y mordiéndose el lateral del labio. Luego volvió a abrir sus ojos azules y los clavó en los de Roy. Cierto que podían ser fríos como el hielo, pero en esta ocasión se mostraron encendidos por la curiosidad pasional que implicaba haber encontrado un indio con todas las de la ley. - Por todo el oro de Missouri. Ahora tengo que verlo. - dijo con cierta avidez, lamiéndose los labios.

De la emoción notaba la boca seca, y una de sus manos se posó en el arma guardada en una de sus pistoleras. Alzó ambas cejas un par de veces cuando él se mostró tan dispuesto a demostrarle de lo que era capaz. Ahora tenía incluso más interés. Se preguntaba si tendría que hacer esfuerzos para estar a su altura, o si estaba dedicándose a sí mismo un poco de sana fanfarronada.

- No hay nada que agradecer. El tiempo es valioso. No se puede trabajar con alguien que no lo valore como tal, muchacho. - sonrió, cogiendo de nuevo su copa, y meneando el líquido dorado entre los hielos. - Cuando acabemos en la galería de tiro, y vea cómo te desenvuelves, te contaré el resto de condiciones para el trabajo. Pero de momento, estoy bastante impresionada, Roy. - dijo, alzando su copa haciendo un pequeño brindis, para luego beber un suave trago de nuevo. Notaba el alcohol arder en su garganta. Dejaría la copa a la mitad. Ahora que sabía que iba a practicar el tiro al blanco, no quería ver sus capacidades mermadas por eso.

Aunque su aguante bebiendo era legendario, prefería mantener la mente fresca, y la vista alerta.

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Invitado

El arquero siempre había tenido el concepto de comunidad y que la mejora de la sociedad y en entorno empezaba ayudando a los demás. La cultura navaja de la que era heredero destilaba un sentido de vida colectiva, de convivencia en común y armonía. La felicidad no es individual, es conjunta. Roy nunca ha olvidado esos conceptos ni la cultura de la que procede. Dichos preceptos de mirar por el bien común se enraizaron más en su ser al coincidir con Oliver. Cuando el millonario de Star City le adoptó, hizo que estudiara y se concienciara aún más de que hay que brindar amor y ayuda a quien lo necesita. Green Arrow era sobre todo un héroe de barrio, un justiciero social. Eso le enseñó a su heredero y pupilo. Importaba más hacer por tu comunidad, tu ciudad y tu entorno cercano que fijarse objetivos mucho más lejanos. Green Arrow y Speedy no se dedicaban a las grandes gestas de salvar el universo, como lo hacían los afamados, admirados y galardonados héroes de la Liga de la Justicia. Se centraban más en cosas más cotidianas. En esos sectores de la población que eran los más desfavorecidos y de los que la justicia se olvidaba frecuentemente.

Pero no sólo está muy ahondado en su corazón, en su cabeza y en su alma por sus creencias. es que él también fue alguien que necesitó ayuda en muchos momentos de su vida. Cuando estaba huérfano y desamparado Ollie le tendió una mano. Cuando su mundo se vino abajo y la vida no hacía más que mostrarse despiadada y cruel y sin querer se dejó comer por su adicción vino Jason a sacarle del pozo. Fue el forajido de la Batfamilia quien le ayudó a remendar su herido corazón cuando Kory le abandonó sin explicación alguna. Luego sus preciados Titanes le ofrecieron apoyo y consuelo. En ese nuevo mundo que es Omega fue paradójicamente un super, porque en su universo sentía cierta aversión a Superman, quien le guió hasta uno de sus mejores amigos Dick Grayson. Fue el primer Robin quien le estuvo manteniendo a flote mucho tiempo. Sin lugar a dudas le debía mucho a los murciélagos. Quizá por eso ayudaba a los niños de Gotham. No lo tenía muy claro. Podía haber elegido Star City para ser voluntario pero lo hizo en la ciudad de Batman.Raven le devolvió sus recuerdos y Wally, a pesar de todo, siempre estaba ahí.

El ambiente era distendido. El pecoso se sentía cómodo con Rebecca. De cierta manera, le recordaba un poco a Tara Battleworth. En su carácter porque físicamente eran inversas. Las dos esculturales pero una rubia y la otra con cabellos de ébano. Ambas mujeres fuertes y decididas que sabían muy bien lo que querían. Pero la vaquera era un versión menos seria y estricta. La personalidad desenfadada de Roy no le permitía ser serio o formal en las ocasiones que congeniaba con alguien. Su naturaleza simpática y amena siempre le lanzaba a hacer bromas, referencias chistosas y a hacer comentarios ligeramente coquetos, si estaba en presencia de una fémina. No era que se tomase el mundo a broma. Es que tenía una visión peculiar y optimista de la existencia. También incidía mucho en él la crianza en la ausencia de normas disciplinarias o de un estricto punto de vista sobre la educación y las maneras de estar. Sabía que mucha gente consideraba su desparpajo y sus gracietas eran algo irrespetuosas y que debía tener un poco más de mesura.

Se encogió de hombros. La vida y el ser humano eran impredecibles e incalculables. Por muy bien medido o calculado que tuvieras algo siempre había variables que podían hacer caer tu sistema.- En ocasiones ocurren gratas sorpresas. -Sonrió de forma encantadora.- A parte de dar el diana, puedo hacer muchas cosas con Tomahawk.- comentó en parte coqueto y en parte bromista, mientras guiñaba su ojo derecho. El pelirrojo había comenzado con esa retahíla de Una vez que el pelirrojo había traspasado la línea de la seriedad inicial le era muy difícil volver a ella. - Por todo el oro de Missouri te haría un pase privado.- Comentó con cierto matiz insinuatorio y otro tanto burlón.

Terminó su taza de té y enseguida dio cuenta de la nueva que le habían traído. El sabor era fuerte y amargo. Le recordaba un poco al fuerte sabor que tenía esa infusión en la reserva de los bosques de Star City. Tal vez sentía añoranza porque estuvieron hablando sobre armas navajas y hacía mucho tiempo que no pisaba esos lares. ni siquiera había llevado a Liam a conocer a las gentes de las que provenía.

- Pues antes debía ser muy zoquete. - Se rió alegremente. - Porque nunca he valorado tanto mi tiempo y el dinero como ahora que tengo a mi calabacita.- Comentó de forma sincera y natural. En el tomo del pelirrojo se notaba el inmenso afecto y amor de padre que le tenía a su bebé. - Antes perdía mucho el tiempo por ahí pero ahora valoro mucho más estar con mi niña.-

Miró a Rebecca fijamente y sonrió de forma suave y vivaz.- Nunca dejo ni frío ni indiferente a nadie. Es mi don, que puedo impresionar tanto para bien como para mal. Pero en el trabajo soy más que bueno.- Comentó con orgullo y una autoestima pocas veces vista en él. Se notaba que eran buenos tiempos para el pelirrojo. Tenía una casa propia, una hija a la que cuidaba de forma eficiente, se ganaba bien la vida y no se despertaba cada mañana en una cuneta con olor a alcohol, sexo y vómito, con dolor de cabeza, frío y un enorme desconocimiento de lo que hacía allí.

Se levantó de su asiento y se acercó a la rubia.- Si tienes a bien guiarme hasta la galería de tiro puedo mostrarte todas mis virtudes.- dijo de forma encantadoramente juguetona.

Debía admitir que estaba resultando de lo más agradable centrarse en sus propios proyectos. No sólo por que había pasado una gran cantidad de tiempo preocupándose por asuntos que si bien eran por la seguridad nacional estaban convirtiendo su día a día en un hervidero de tensión que estaba empezando a dificultarle incluso el sueño. Toda la experiencia con los caballos del apocalipsis estaba resultando agotadora, y no hacía tanto tiempo que se sentía liberada de haber conseguido expulsar a Victoria de su interior. Si le hubieran dicho hacía un par de años que iba a sufrir una experiencia como esa ella misma habría arrastrado al pobre desquiciado hasta las puertas de Arkham. El mundo se estaba volviendo loco, y en el proceso, parecía hacer esfuerzos para llevársela por delante. Podía esperar sentado. El Sheriff jamás descansaba, aunque lo que sí hacía era aprovechar las oportunidades que se le presentaban para encontrar algo de paz que hiciera la labor más llevadera.

La reunión que se estaba llevando a cabo en ese momento era buen ejemplo de ello. Había sido capaz de participar de nuevo de todas las cosas que había encarrilado en su vida, e iniciar otras nuevas. Su negocio mejoraba con cada nueva inseminación, las carreras, gracias a su socio pingüino, le propiciaban una buena cantidad de ingresos extra. Por no hablar del zoológico que pronto volvería a abrir sus puertas por completo, y este nuevo proyecto de restauración para el que, ya estaba convencida, había encontrado a alguien propicio. Si Roy trabajaba con la mitad de soltura con la que hablaba, no dudaba de que sería capaz de tenerlo todo listo para cuando fuese necesario abrir las puertas de la colección de historia americana que ya estaba cobrando forma en su cabeza.

Aquello le recordó que pronto se celebraría una subasta, y debía asegurarse de ir. Era una de las familias mas antiguas de Gotham, y seguro que tendrían algo de valor que añadir a su colección.

- Da gusto escuchar que quedan padres dispuestos a dar todo por las niñas de sus ojos. - sonrió satisfecha con la perspectiva.

Eso era algo que a ella siempre le había faltado. Su padre, además de ser lo más cercano a un monstruo en lo que podía pensar, no es que se hubiera portado bien con ella. Con su madre tampoco lo había hecho. Cada vez que ese hombre aparecía en sus pensamientos se le tensaba el cuerpo, como un dedo sobre el gatillo cuando por fin han tocado las campanas de mediodía, y la figura al otro lado del duelo ya está tan cerca que le puedes ver el blanco en sus ojos aterrados.

- Eso espero. ¡Que me aspen si no vengo con ganas de llevarme al mejor a mis tierras, chico!- sonrió de vuelta, ante el alarde de seguridad.

Siempre había sentido predilección por las personas que mostraban una personalidad fuerte. En general también era capaz de apreciar a ese tipo específico de gente que otros consideraban "intensos". Gente dispuesta a contagiar con su buena actitud, que llegaban sin importar la hora llenos de energía y ganas de hacer cosas. A algunos parecía agotarlos. Otros, por mucho que dijeran que se trataba de molestia, no era mas que la envidia la que hablaba. En lo personal, ella sentía que esas personas estaban dispuestas a llegar donde hiciera falta, y el pelear por lo que uno quería dejándose la piel si era necesario era parte importante en su filosofía de vida.

- ¡Ni una palabra más, muchacho! - sonrió ampliamente, dando un golpe en la mesa, haciendo resonar los hielos dentro de su copa a medio beber. Depositó un billete sobre la mesa, se levantó como impulsada por el mismo asiento, y pasó su mano sobre los hombros de Roy, propinándole un fuerte apretón enérgico. - ¡Vamos! - sujetó con su otra mano el sombrero, que se caló hasta el fondo. - Voy a llamar a uno de mis muchachos, para que nos recoja. La verdad es que no tengo nada en contra de las cuatro ruedas, pero para mi es mucho mas agradable moverme a los sitios sobre cuatro patas. - le dijo mientras abandonaban el lugar. El ala del sombrero la protegió del cambio a la luz del sol. - ¿Tu sabes cabalgar? - preguntó esperando su respuesta. Luego sacó el móvil y contactó con uno de sus muchachos. Estaría allí en unos minutos. En ese momento se encontraba esperando en un parking, fumándose un cigarrillo. Había ido a comprar unos suministros, y ahora sólo tenía que estar disponible para ella. Cuando respondió al teléfono, la vaquera habló tan alto que cualquiera diría que su empleado habría sido capaz de oírla sin necesidad del aparato intermediario. - ¡Howdy, Tom! Trae tu huesudo culo para acá, viejo. Tenemos que volver al rancho. El joven que me recomendaste va a enseñarme sus cualidades. - colgó sin despedirse, y se giró hacia Roy. - Espero que no te importe. Tengo una zona de prácticas en el rancho. Así todo queda en casa. Cuando necesites volver, mis chicos te traerán de vuelta a la ciudad.

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Invitado

Dentro de una semana exacta era la boda de Artemis y Wally. Ese trabajo le venía perfecto para olvidar todo el dolor y agonía que le causaba el enlace. estaba muy enamorado de la arquera y tener que asistir a su boda con uno de sus amigos le partía el corazón en mil pedazos. No podía querer a la rubia como ella quería que la quisiera. No podía sentir amistad porque otro sentimiento lo impregnaba todo al pensar en ella. Nunca podría verla ni como a una amiga ni como a una pariente. Ella tenía su corazón y no podía recuperarlo. A veces se notaba fantaseando con tirarlo todo por la ventana y huir con la arquera para construir con ella una vida y una familia juntos. Cuidarían de Lian como si fuera la hija de ambos. Después de todo, ambos eran biológicamente los tíos de la pequeña. Él no se había liado con Jade y por ello, Artemis no tenía que sentirse culpable si empezaban una relación. Sabía que podían ser muy felices. Pero luego la realidad le golpeaba fuertemente como un puñetazo en el estómago y le hacía encogerse y llorar. Artemis no le quería como él quería que la quisiera. era paradójico como el amor siempre le masacraba. Muchos días pensaba que era alguien destinado a no tener un amor romántico. Que por sus acciones pasadas no se lo merecía. La situación que estaba viviendo con respecto a su amada Artemis le hacía pensar, repensar e increcentar estas ideas. se sentía tan sucio, humillado e indigno de afecto.

Tenía que dejar de pensar en lo mucho que amaba a Artemis y lo duro que se le hacía que se fuera a casar con otro hombre. Tenía que ser fuerte y pensar sobre todo en su pequeña Lian. Pero ahora no debía pensar en esas cosas. después de todo estaba hablando con una preciosa y sensual vaquera que le estaba proponiendo una labor estimulante. Siempre decían que no había que mezclar trabajo con placer. Peor Roy no hacía caso a los consejos. Era bueno saltándose las normas y yendo contra lo establecido. Así que quién sabía si podría olvidar un poco sus gran decepción amorosa con Rebecca. Primero estaba el trabajo por supuesto. sonrió un poco coqueto a la rubia.

- Es lo mínimo que puedo hacer. No quiero que alguien a mi cargo sufra lo mismo que tuve que vivir yo.- Roy no había tenido la mejor infancia ni el mejor mentor o figura paterna. Sus grandes problemas con el alcohol derivan precisamente de los abandonos que había tenido en su infancia y adolescencia.

Tenía que ser el mejor padre para aquella niña que le llegó como caída del cielo. En su peor momento, cuando no tenía nada, Lian entró a su vida. Fue como una señal de que él tenía que encargarse de ella. El pelirrojo quería ser su mejor versión y ayudar a los demás. Quería reconstruirse, dejar sus adicciones atrás y poder ser un gran héroe. Al mirar aquella bebé recordó que Raven le había dicho que el Roy de su universo tenía una hija y era un gran padre.La azariana le había comentado lo buen hombre que había sido al tener alguien a quien amar y cuidar. Quizá el amor romántico no era para él. Pero existían muchos tipos de amores en el mundo, tal vez podría llenar toda su vida con el amor hacia su hija.

- Siempre estoy deseando que una mujer hermosa me ofrezca adentrarme en sus tierras.- comentó coquetamente bromista.

Rebecca pagó las consumiciones y se levantó instantáneamente. Instó a Roy a hacer lo mismo e irse con ella. el pelirrojo se levantó de buen grado y la siguió sonriente. La rubia pasó su mano sobre sus hombros y comentó que iba a llamar a uno de sus empleados para que viniera a buscarlos. El pelirrojo la miró sonriente e impaciente por ver cómo era el lugar donde residía la sheriff.

- Aunque siento gran predilección por los motores y el olor a grasa y aceite, se montar a caballo. Hace mucho que no lo hago. Pero eso es como montar en bici.Nunca se olvida.-

Había aprendido a una tierna edad. Roy no recordaba cuándo fue la primera vez que se subió a un rocín. Lo que sí recordaba era la voz de su padre diciéndole que fuera más despacio, que parecía un salvaje. Su progenitor muchas veces se reía al bromear sobre que él había heredado lo más incivilizado de la cultura navaja. Brave Bow en la reserva le dejaba correr libremente. “Que tu espíritu sea libre como el viento” le decía a menudo.

Rebecca llamó a un de sus empleados y le mandó irles a buscar. Tendrían que esperar una rato. La rubia comentó que tenía una zona en su casa donde practicar. Roy añoraba un poco la comodidad de tener todo en una misma casa, al alcance de la mano siempre. Cuando vivía en la Mansión Queen tenía un taller impresionante donde realizar sus proyectos mecánicos. Buen material y herramientas. Pero no era feliz. Se sentía muy solo y abandonado. Ahora aunque no tençia sitio y estaban todos los materiales desperdigados podía decir que era más feliz que en aquellos momentos de plenitud material.

- Entiendo la comodidad de tenerlo todo cerca de casa. -

Le gustaba la sencillez con la que Roy actuaba. En Gotham aquello era algo muy difícil de encontrar. Las altas esferas por las que se movía su padre estaban llenas de hipócritas que habrían preferido morirse de hambre que alargar la mano para coger esas raciones ridículas de sus platos bruñidos de oro. No. Ellos necesitaban a un petimetre vestido de pingüino que deglutiera su comida por ellos y que con un gesto perfecto estudiado en alguna academia en la que alguien se hubiera dejado unos cuantos de los grandes lo regurgitara en su boca para hacerles sentir que eran tan importantes que no debían esforzarse en absoluto en nada de lo que hicieran. Si llevar respiradores hubiera sido elegante, ninguno habría aprendido a hacer el esfuerzo de respirar. Por otro lado, la gente de los suburbios vivía una especie de experiencia paralela adulterada por una perspectiva de injusticia, o por algún tipo de cuelgue a causa de las drogas cuando no era a causa de una enfermedad mental que pasaría desapercibida hasta que algún policía les encontrara masticando la cara de un compañero, en cuyo caso, la buena gente de Arkham acabaría haciendo un informe por triplicado, inflando al pobre diablo de droga sin ayudarle en su problema real en absoluto.

Por eso se había distanciado de todo aquello. Cuando salió del manicomio su padre había insistido en que si no pensaba colaborar en sus historias, lo menos que podía hacer era mantener un perfil bajo. Fue la casualidad la que quiso que la vaquera desarrollara una relación comercial con el pingüino, que al final acabaría siendo algo mas que un asunto profesional, dando lugar a una amistad que se había alargado mucho mas en el tiempo de lo que su primer encuentro hubiera podido predecir. No es que tuviera el objetivo de fastidiar a su padre con ello, pero tampoco pensaba en él lo bastante como para preguntarse si le molestaría, aunque de haberle dedicado unos segundos siquiera, estaba segura de conocer la respuesta.

- No hay mucha gente que sepa montar a caballo, y hay aún menos que suela disfrutarlo a menudo. La mayoría de gente que conozco suele hacerlo como algo anecdótico, por una cuestión de estatus. Me resulta algo un tanto penoso, he conocido demasiadas cuadras llenas de buenos animales que tan sólo veían a sus dueños en la visita bimensual, mientras el resto del tiempo se encargan de ellos personas a las que lo único que les importa es hacer lo justo y necesario para recibir el jornal. - explicó negando con la cabeza, con pesadumbre. - No digo que tenga que ser el centro de tu vida, ni mucho menos. Pero un animal no es como un coche o unos palos de golf. No está ahí para cuando tu necesites lucirlo y sientas el deseo de jugar con él. Es algo que deberían entender. - no especificó quién.

No era una cuestión que influyera en un solo tipo de persona. En general la sociedad entera era incapaz de entender la importancia de los animales, y en momentos de mayor crisis, se convertían tanto en consuelo como en primeras víctimas de amos tiranos capaces de deshacerse de ellos ante el menor desarrollo desfavorable de acontecimientos. Unas vacaciones podían acabar con una perra preñada abandonada en una gasolinera a las afueras. Una navidad fácil, en un año, se convertían en un paseo furtivo con un animal en una caja, que acababa en las callejuelas comiendo de la basura. Se repetía en innumerables ocasiones al día, todos los días.

- No es sólo comodidad. Es seguridad. Lo que sucede en casa, queda con la familia. Lo que sucede fuera...- se encogió de hombros. - aquí en Gotham en cuanto le importas a la más pequeña sombra parece que se hace lo imposible por meterte en un barrizal del que se hace difícil salir, incluso con la mejor de las ayudas. Ni te imaginas el revuelo que causó en la boda de mi padre el hecho de que decidiera llevar a Oswald Cobblepot como invitado, a pesar de que ya ha pagado su deuda con la sociedad y que, por lo que a Gotham respecta, sus negocios se mantienen dentro de la mas estricta legalidad. - explicó sin darle demasiada importancia. - Tenlo muy en cuenta muchacho. Aquí la gente es rencorosa. Los errores ni se perdonan ni se olvidan. - añadió con un tono profundo, como el que habría tenido cualquier estrella del oeste frente a una hoguera en una noche cerrada junto a su compañero. - ¿Y tu, forastero? ¿Tienes algún turbio secreto que necesite saber, antes de que acabe leyéndolo en la gaceta de Gotham?- preguntó con genuino interés, pero sin prejuzgarle en absoluto.

Al fin y al cabo no había ser que respirara que no tuviera algún esqueleto que otro en el armario.

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Invitado

La sencillez y personalidad amena de Roy.a parte de ser algo innato en él, tenía dos grandes influencias. Por un lado, la figura de su padre un guardabosques de talante muy ecologista, humanista y bondadoso. Por otro lado, Oliver Queen el millonario justiciero de talante liberal. Al contrario que otros miembros de la élite pudiente, Ollie había experimentado un proceso de cambio. Tras ese cambio se convirtió en un hombre más preocupado y pendiente por las causas sociales. Olliver además de un héroe era también un justiciero social. En su adolescencia Roy estuvo muy educado e influenciado por la ideología de su mentor. El millonario rubio le hacía leer todo tipo de obras de carácter comunista y social demócrata.

-Desde pequeño he estado mucho en contacto con la naturaleza. Mi padre era guardabosques y además, desciendo de indios navajos. La cultura es bastante diferente a la americana. Hay en la nación navaja un amor a la vida, la naturaleza y animales.- Se atusó un poco el pelo con los dedos.- Yo tampoco monto a menudo. Cuando voy a la reserva o algo por el estilo. Hoy en día es difícil sacar hueco para montar y más cuando la ciudad es completamente un entorno industrial, metálico y falto de entornos naturales. Por no hablar de él dinero que cuesta.-

La mayoría de la gente no podía permitirse los gastos que conllevaba tener un animal de monta. La reducción de los ambientes naturales, la falta de espacio, los ritmos de vida estresantes, la precarización laboral … múltiples factores que hacían que la población no tuviera medios para poder tener caballos y dedicarles el tiempo debido. Por eso, la mayoría de las mascotas de la gente eran animales pequeños como gatos, perros de raza mini, pájaros o pequeños roedores. No existe ni el tiempo ni el dinero ni el espacio para convivir con grandes animales. La vida urbana era cada vez más ajena a los espacios, lo natural y los animales. Si bien era cierto que cada día había más concienciación y una mentalidad más ecologista pero muchas veces no se traspasaba lo suficientemente. Muchas veces las acciones no podían llegar a un sistema que estaba acostumbrado a devastar ecosistemas. El cambio en favor de un mundo más ético y sostenible era difícil. Conllevaba muchos cambios que la gente no estaba dispuesta a asumir. Perder unas comodidades y asumir un esfuerzo. Había que revolucionar todo el sistema de vida y la gente, en general tenía mucha resistencia al cambio. Porque la vida no eran facilidades y ponerte más trabas sobre la espalda cuando no llegas a fin de mes o no puedes alimentar a tus hijos. Las modificaciones tenían que ir en principio para favorecer que la población tuviera un acceso digno a cubrir sus necesidades básicas sin hipotecar sus horas del día. A partir de ahí ir extendiéndose.

-Seguramente yo causaría el mismo revuelo- Se rió burlonamente. Parecía una broma pero no lo era. Roy había sido un "hijo" de la élite. Heredero de una de las más antiguas y prestigiosas familias de Star City, los Queen. Tan polémico como su tutor. Tan fotografiado en la prensa como las Kardashian. Tan criticado en sus excesos como el que más. Ahora llevaba una vida relajada como figura anónima. Pero era seguro que sí aparecía en algún acto social la prensa querría saber de él.

El arquero sabía de muy buena cuenta lo que era vivir en Gotham siendo nada. Él había sido un niño de la calle en esa inhóspita ciudad. Había experimentado lo que era tener que luchar ingentemente cada día de su vida para tener una subsistencia que era mucho menos que indigna. Los huérfanos estaban muy desprotegidos por eso las mafias se hacían con ellos. Se nutrían de la juventud, la desgracia y la desprotección de los menores.

- Los escándalos son iguales en todas las ciudades del mundo. A la gente le gusta el morbo, le gusta criticar, meterse en vidas ajenas… No sé si es maldad, envidia o rabia por la mierda que viven o que no tiene nada mejor que hacer. He de decir que prefiero mil veces ser criticado y que salga mi foto en todos los rincones del mundo, ser burlado como un meme o tener una imposición en la vida de la élite que estar dejándome la vida en las turbulentas calles sin tener ni un mísero centavo para comer. Sé lo que es estar arriba y estar abajo. Puedo decir sin miedo a equivocarme que quién nace con dinero en el regazo tiene más de medio camino hecho.-

Roy era una persona medio mediática por haber sido el ahijado de un polémico millonario. Por eso pensaba que más que un turbio secreto, era algo muy sonado. Cuando estaba en la mansión Queen varios de sus desfases fueron expuestos de de forma muy pública.

- Supongo que no es muy secreto y cualquiera se enteraría un poco indagando. En mi primera juventud tuve problemas con el alcohol.-

El muchacho era indio. No dejaba de tener un lado amable todo aquello. En contadas ocasiones era capaz de recordar su infancia con claridad, y la mayoría de lo que salía en sus recuerdos no solía ser del todo agradable. Sin embargo había unas cuantas imágenes que siempre le venían a la mente, y era ella misma mirando el viejo televisor en el que veía las películas del oeste. Parecía que la culpa de todo siempre la tenían los indios, siempre y cuando no supieras leer entre líneas. Su concepción de aquello había cambiado cuando había visto más y más, y en muchas de ellas el protagonista acababa aliado con las diferentes tribus, porque comprendía que los hombres blancos habían quitado todo lo posible a los pieles rojas. Así acababan por hacer alianzas mucho mas fuertes que acababan con ellos triunfando y con los malditos desgraciados entre rejas. La idea de que el muchacho fuese a trabajar mano a mano con ella, para restaurar la historia, y ambos estuvieran tan ligados al mismo mundo a pesar de estar claras sus diferencias se le antojó un motivo aún mejor para tratar de que esa alianza diera buenos frutos. Se preguntaba qué opinaría de su colección, y de todo lo que había ido adquiriendo a lo largo de los años. Había muchas muestras de arte indio entre ella, aunque sobretodo, armas. No podía evitar que fuera lo que más le interesara.

- Me gusta que tengas esa conexión con el campo. He intentado trabajar con urbanitas, y salgo escasas excepciones, son incapaces de ver más allá de su cubículo. - admitió, ofreciéndole lo que ella consideraba un profundo cumplido.

La imagen de Oswald volvió a su cabeza, recordando lo atípico que había sido su primer encuentro, en el que podrían haber acabado enfrentándose a balazo limpio. Sin embargo por alguna extraña razón, habían sido capaces de conectar mas allá de lo diferentes que eran los mundos en los que se movían. Con su negocio de las carreras de caballos habían conseguido alcanzar un buen equilibrio entre la vida de alto copete de él, y la sencilla y campestre propia.

- Entiendo lo que quieres decir. Bueno, casi todo. - añadió, con una sonrisa de medio lado. - Cada uno se gana la vida como puede. En esta ciudad siempre parece que su mierda no huele, pero pregúntale a quien la limpia y te dirá lo contrario. - asevero, mientras observaba la concurrida calle, esperando ver el vehículo que pasaría a recogerlos de un momento a otro.

Cuando Roy le confesó algo como aquello, la Sheriff no hizo gesto o ademán alguno de sorpresa o desprecio. Le miró a los ojos, clavándole una mirada azul sincera al tiempo que posaba una de sus recias manos sobre su hombro, en un apretón firme y decidido.

- Hay que ser muy hombre para admitir un problema como ese, y aún más hombre para salir de él y tener la fuerza de voluntad que hace falta. - le soltó, con un suave asentimiento. - Debes estar orgulloso. No todos pueden enfrentarse así a los esqueletos de su armario. - y al decirlo, se hico un poco mas evidente su acento tejano.

El coche les recogió en la puerta. Era una vieja Dodge que estaba lo bastante hecha polvo como para pensar que había participado y sobrevivido unos cuantos rodeos. En la parte de atrás había unas cuantas herramientas y algo de material.

- ¿Vas delante o me acompañas atrás?- preguntó antes de abrir la portezuela y subirse de un salto a pulso, tendiéndole una mano por si decidía acompañarle. - Por cierto, antes de ponernos en camino. ¿Que demonios es un meme?

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Invitado

Star City era un ciudad pionera en el concepto de arquitectura natural, volver a conectarse con la tierra de una forma más sostenible y ecológico. Construir un ambiente aunando lo urbano y lo natural de una forma armoniosa. Roy además de estos valores que inspiraba su ciudad natal, contaba con su herencia cultural navaja y los valores de cuidado del medio ambiente que le transmitió en la infancia temprana su padre biológico que era guardabosques.

Le hacía gracia que Rebecca le considerase un chico de campo. Muchas veces le habían dicho que era un chico de ciudad. Ahora, con el paso del tiempo, recordaba con especial cariño cuando el Wally de su mundo se lo llamaba enojado.

- Soy un tanto peculiar. Puedo decir que tengo las virtudes de los de los dos mundos.- le guiñó un ojo juguetón. - y algunos de sus vicios.-

Sonrió apaciblemente cuando la sheriff dijo que entendía lo que quería decir. Nunca era fácil ganarse la vida pero en Gotham era especialmente duro. Los altos niveles de pobreza, corrupción y criminalidad no permitían que la gente prosperase fácilmente. La élite de Gotham tenía un inmenso océano de posibilidades. Eran pocas las perspectivas que tenías cuando nacías en un barrio no privilegiado. Roy no juzgaba a la gente que se había visto obligada a delinquir. Lo había vivido en sus mismas carnes.

- A lo largo de mi vida he vivido en varios lugares, puedo decir que en Gotham es donde lo he tenido singularmente difícil. No es una ciudad muy hospitalaria con grandes oportunidades.-

En los ojos de la rubia no encontró un juicio. Siempre que contaba con lo que tuvo que lidiar encontraba miradas de incomprensión. La gente no solía ser tan comprensiva de primeras. Se sintió bien encontrando alguien que no considerase que era estaba enfermo, tocado y despreciable por caer en las redes de alcoholismo. La mayor parte de las personas levantaban su cuello con prepotencia y arrogancia como si fueran superiores. Mucha gente no concebía cómo se podía llegar a tener una adicción.

- Admitir que tienes un problema es el primer paso para poder enfrentarte a él- dijo un poco serio.- Quizá no es que sea fuerte, es que soy testarudo y no me gusta perder. - se rió- Ahora más que nunca no me puedo ver sobrepasado por mi adicción- No podía dejarse llevar al camino del alcoholismo. Tenía que velar por los intereses de Lian. Su hija era lo más importante para él. Ahora cuando el fuego amoroso y romántico de su corazón había sido brutalmente sofocado y se sentía en este aspecto totalmente en cenizas., su bebé era lo que le hacía olvidarse de su desamor y en general, de la mierda que era el mundo y su vida. Tenía que ser fuerte y valiente por ella. Tenía que dar lo mejor de sí. Quería ser el mejor padre que pudiera y no caer en los fallos que sus custodios tuvieron con él. - Tal vez es porque soy honesto y siempre hablo mucho. Nunca miento a nadie y lo principal es no mentirse a uno mismo. Uno es lo que es y si quieres cambiarlo tienes que admitir, conocer y esforzarte.-

Cuando aquella destartalada furgoneta aparcó frente a ellos, Roy sonrió. Él antes usaba un modelo de Dodge de color rojo muy parecido a ese. No le importaba las veces que tuviera que arreglar su vieja furgoneta que se caía a trozos, adoraba ese coche. De no llegar a su vida su hija no le habría cambiado. Al tener que hacerse cargo de Lian se compró un todoterreno familiar, también en su preciado color rojo.

- Me subo detrás. Siempre estoy conduciendo. Por una vez estaría bien disfrutar del paisaje.- Roy tomó la mano que Rebecca le ofrecía y se subió junto a ella.

Al pelirrojo le extrañó mucho que la vaquera no supiera lo que era un meme. Pasado el tiempo de sorpresa se rió de forma jovial y cálida.

-Parece que no eres mucho de las redes sociales. El meme es una imagen, un vídeo o una frase humorístico que se hace viral gracias a la difusión mediática de las nuevas tecnologías.-

El arquero usó su teléfono para buscar el típico meme de la mujer llorando y el gato con un plato de comida sentado en la mesa. Le enseñó este y otros memes famosos a la rubia.

Era extraño tener la sensación de que alguien era honesto, para variar. En Gotham nunca podías contar con eso. La persona más amable del mundo acababa convertido en un asesino rastrero que se hacía tu amigo con el único objetivo de tener más accesible tu espalda, para así no tener que trabajar demasiado a la hora de asestarte la puñalada que acabara contigo. No siempre era tal cual, claro. Pero en esa ciudad finiquitar a alguien podía estar muy lejos de termina con su vida. Algunos sentían predilección por otras cosas como podían ser tu matrimonio, tu buen nombre, tu poder adquisitivo o tu posición social. El caso es que allí pocas cosas se hacían sin dobles intenciones y nadie daba nada gratis. Por el contrario, ese joven daba una sensación distinta cuando hablaba.

Nadie mencionaba un caso de adicción como el alcoholismo si no estaba considerando utilizar la sinceridad sobre las apariencias. El Sheriff era muy capaz de usar la lógica. Cualquiera con el que hubiera intercambiado unas pocas palabras habría sido capaz de darse cuenta de que le gustaba hablar los temas directamente, sin tapujos, y que no era alguien que tratara de no herir la sensibilidad de su interlocutor. Tampoco se consideraba alguien cruel, no dañaba a los demás porque sí, pero detestaba la idea de que hubiera que edulcorar todo cuando la gente debía recibir malas noticias o había que exponer que no se habían hecho las cosas en condiciones. Por el contrario, a nadie parecía molestarle que estuvieras alabándolos durante horas sin ningún impedimento.

Alguien perspicaz habría hecho la misma elección que Roy, que había decidido atajar exponiendo algo que podría ser problemático haciendo así que su genuina sinceridad le hiciera quedar como alguien transparente y sin malas intenciones. En caso de utilizarlo para pretender darle pena, la vaquera lo habría encontrado pusilánime y sería imposible que sus negocios hubieran salido bien. No toleraba a los miserables.

- Me gusta como suena eso, vaquero. - sonrió de medio lado, asintiendo, y otorgándole un pequeño ascenso en ese sobrenombre. No es que forastero tuviera nada de malo, pero solía usarlo con aquellos a quienes acababa de conocer. "vaquero" equivalía a darle la bienvenida en su círculo, aunque aún estuviese puesto a prueba.

Al subir al vehículo sus ejes chirriaron, como debía hacerlo los de cualquier buena tartana que tuviera la edad de aquella. Los dos se sentaron contra la caja, mientras el chico le explicaba. Le enseñó una foto de una mujer que señalaba acusadora, sobre la que ponía "Nunca me compras flores" y a su lado aparecía una de un gato que decía "No sabía que vendías". La vaquera alzó las cejas incrédula, mientras pasaba imagen tras imagen. Un hombre al teléfono con la frase "ola que ase escrive vien o que ase", un joven pelirrojo y sonriente que decía "Sus padres se divorcian, ninguno pide la custodia", un hombre señalándose la cabeza "No te pueden despedir si no tienes trabajo", y en esa misma línea, otros tantos. La joven se retiró el sombrero y se rascó la cabeza intentado comprender el punto de eso.

- Verás, no me interesa en absoluto todo ese tema. ¡Por la pólvora de Catt Ballou que ni siquiera me gustan los móviles! Aunque admito que son de cierta utilidad, prefiero mis Walkies. ¿Que se supone que son, como tiras cómicas modernas? - preguntó, aventurando.

No estaba segura, dado que a ella no es que le hubieran parecido graciosas, a pesar de que el chico había explicado que se trataba de eso. Aunque entendía que el sentido del humor dependía mucho de cada uno. Volvió a calarse el sombrero y dejó reposar la espalda contra la caja de la camioneta, que giró hacia la derecha, haciendo que su trasero se desplazara unos pocos centímetros.

- ¡Yeeeehaaaaw! - exclamó, antes de echarse a reír cuando chocó un poco con Roy, y volvió a separarse de él. Eso era parte de lo divertido de ir en la caja. - ¿Así que eso es en lo que se entretienen los jóvenes ahora? ¿Con esos memes? - preguntó doblando las rodillas para poder apoyar los codos en ellas, por comodidad. - ¿en qué mas te gusta entretenerte? Aunque teniendo una niña será complicado sacar tiempo para otra cosa que no sea trabajar o estar con ella. - sugirió, con una sutil sonrisa.

Casi se podía entrever un instante de velada nostalgia.

Puede que porque en su día ella se había visto reflejada en ese deseo, mientras su madre se refugiaba en las pastillas, y su padre en cosas mucho peores.

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El pelirrojo sonrió encantado con la respuesta tan natural de aquella mujer. Rebecca no había mostrado repudio ante que él fuera un exalcohólico y que hubiera tenido un problema con adicciones. Percibió el gesto de comprensión de la sheriff al contarle su “secreto” como una tolerancia natural. No parecía que se mostrase falsa en aceptar y no juzgar que había caído. El arquero se sintió muy cómodo por no ser juzgado o interpelado a curiosas y morbosas preguntas por la vaquera. A menudo cuando la gente se enteraba de su alcoholismo no era recibido de muy buen grado. Cuando la gente lo asimilaba, te bombardeaban con qués, cuándos y por qués. Como si no fuera normal tener un bajón. Como si lo más normal del mundo fuera luchar y no pudieras tener ni un momento de quiebre. Porque eras un hombre y no está bien que te mostrases vulnerable o débil. Porque tú por tu condición no puedes fallar. Ella había aceptado como de forma muy normal como si todo el mundo tuviera derecho a cometer errores y no fuésemos algo que es y tiene que permanecer siempre perfecto sin cometer ningún tipo de equivocación.

En la era de la comunicación global y las nuevas tecnologías, donde estaban cada vez más en boga las redes sociales y la gran difusión, era peculiar encontrar a alguien que estuviera a contracultura. En la cultura pop quien más y quién menos usaba un movil o ordenador donde acceder a Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, LinkedIn, Pinterest, TripAdvisor, DeviantArt, Goodreads, WhatsApp o cualquier otra red social poniéndose en contacto con los demás y relacionándose para crear un conocimiento compartido y una comunidad y una cultura digital. Por lo menos, en personas con una accesibilidad económica. Porque quién no disponía de los medios era esperable que fuera un analfabeto digital. A Roy le sorprendió tanto que Rebecca no supiera lo que fuera un meme como que no estuviera muy en contacto con las nuevas formas virtuales.

Las redes sociales, nuevos entornos virtuales y tecnologías de la comunicación e información no sólo servían para conectar personas, establecer comunidades con los mismos intereses sino que también tomaban un papel relevante en aspectos importantes de la vida. Eran espacios que a parte de estar dedicados a la distracción , al ocio y divertimento servían para mover otros ambientes y estilos de vida. Tenían una importancia vital en las búsquedas y adquisiciones de empleo. Es más se habían desarrollado ingestes puestos de trabajo dedicados a satisfacer las necesidades y aportaciones de estos entornos digitales.

Se subieron al vehículo y Roy le explicó visualmente a la atractiva mujer los que era un meme. A la sheriff no le hicieron la gracia que solían provocar en la gente. La difusión de arte

- A mi me apasionan. Nos permiten conocer y estar conectados. Es como si fuera una extensa red que nos reporta gran información. Es cierto que en ocasiones puede ser malsano con los Trolls y las comunicaciones virtuales que fomentan el odio. Pero creo que benefician más de lo que perjudican.- Las nuevas tecnologías,las redes de comunicación y los entornos virtuales eran uno de los temas que interesaban y fascinaban al arquero. Además, era muy bueno en esos ambientes. - Más o menos hacen parodia sobre las situaciones actuales o de la cultura popular. - comentó de forma amena y simpática.

- Hablas como si no formases parte de la juventud- Se rio de forma cálida y jovial.- En estas y otras cosas. Las redes tienen muchos contenidos entretenidos.- Rebecca tenía la apariencia de estar en la etapa de joven adulto. Por sus experiencias, el pelirrojo sabía que las apariencias podrían engañar. Cuerpos jóvenes podían tener cientos de años. No obstante, la regla general es que la edad física fuera acorde con la edad mental y con los años vividos.

- Hay actividades que puedo hacer con Liam como cantar, acampar, pasear por la naturaleza o bailar. - Suspiró. Su vida despreocupada había dado un giro de 360°. Desde que decidió hacerse cargo de la pequeña toda había cambiado radicalmente. Ser padre le había dado a Roy además de un propósito, unas responsabilidades añadidas que le habían obligado a centrarse, a madurar y a dar lo mejor de sí día a día. - Es difícil criar a una niña pequeña sin una madre. Pero tengo suerte de que mi familia y amigos me ayudan frecuentemente.-

Lo que había traído Liam a su camino era sobretodo era una inmensa alegría y una oportunidad de poder reconstruirse.

La vaquera no entendía, ni entendería nunca, los diversos entretenimientos del ambiente digital. Entre otras cosas porque le eran totalmente ajenos. No sólo se liaba con las nuevas tecnologías, si no que a veces las cosas más sencillas como manejar sus propias cuentas del banco en el ambiente digital le costaban mucho mas tiempo que a cualquier persona de su edad. Lo bueno del asunto es que vivía con suficiente desahogo como para permitirse que una persona le asesorara en todas esas cosas. Para esto y para todo el tema burocrático, algo que era de agradecer dado que las leyes iban cambiando cada poco tiempo respecto a los impuestos, las formas de compra, las inversiones, la participación en Ongs y el resto de cosas con las que la gente adinerada jugaba para tratar de desgrabarse lo que se pudiera en la declaración de la renta. Eso si, había hecho mucho hincapié en que todo fuera legal. No podía permitirse estar perdiendo el tiempo con inspecciones y otras estupideces.

La Sheriff escuchó con atención mientras Roy le explicaba las múltiples virtudes del entorno digital. Aunque ella no compartía esa impresión sobre el tema, al muchachote parecía apasionarle y eso era algo que ella sí podía entender. Siempre había pensado que sería incapaz de sentarse a trabajar con una de esas endiabladas máquinas, pero había visto a personas con un brillo especial en los ojos al hacerlo. Una luminosidad en el rostro que se podía reconocer sin problemas, y que unos tenían jugueteando con esos cacharros, otros tenían al cocinar, coser o hacer jerseys, y otros como era su caso, tenían cuando ensillaban o cepillaban un caballo. La pasión. Lo que mantenía la sangre caliente y viva.

- ¿Trolls? ¿Es que hay de eso en internet? - preguntó arrugando la nariz extrañada. - Yo tampoco creía en ellos hasta que los vi. Este mundo está lleno de cosas que uno no puede empezar ni a imaginar. Por eso es mejor ir preparado por lo que pudiera pasar. - comentó dando dos suaves toques con su mano a la guarda que contenía su revólver. Ella hablaba, de nuevo, en sentido literal. La realidad es que desde que se había cruzado con criaturas como Ivy, hellboy o rocket racoon, sus miras se habían expandido mucho. Costaba imaginar que todo eso hubiera estado allí siempre. La buena noticia es que es difícil dudar cuando lo ves con tus propios ojos. - ¿y cómo es que los troles usan internet? ¿Para qué puede servirles eso a esos cabezas huecas?- preguntó con interés.

No era capaz de visualizar a una de esas enormes criaturas tecleando en esas menudencias de portátiles, y mucho menos en la pantalla de un teléfono. Las habrían hecho pedazos de un sólo toque.

- Bueno, soy joven, pero es distinto cuando tienes responsabilidades. Priorizas tu tiempo en otras cosas y tu mundo no es igual que el de la gente de tu edad. - planteó con una media sonrisa. - Aunque por los gorros peludos de Davy Crockett que no creo que pueda explicar eso mejor que tu. ¿Cuántos años tienes? No puedes ser mucho mayor que yo. ¿Qué tienes, 22, 23? pero sabes lo que es tener a alguien a tu cargo que depende de ti. Otros estarán pensando en qué van a llevar a su fiesta de graduación o en qué local van a beber este fin de semana. Tu estarás pensando en si puedes salir una hora antes del trabajo para llegar a recoger a tu hija de las extraescolares, o de si se le han bajado por fin esas tres décimas que no te dejan dormir tranquilo. No es algo que puedan entender todos. - le dijo con complicidad, dirigiéndole una mirada afable y cálida. En cierto modo así era como ella pensaba que debía ser la infancia. Un lugar seguro en el que alguien se preocupaba por ti mas allá de la ropa que llevabas o de si podrías salir bien en la foto. Puede que idealizara a Roy en ese aspecto paterno por el modo en que parecía "enamorado", como suele decirse, de su pequeña Liam. Algo muy distinto a lo que ella había experimentado en su niñez. - Es bueno que tengas personas en las que confíes para que te ayuden, y más importante aún que ella se sienta protegida en su entorno. Si la rodeas de buenas personas y ella aprende en quién se puede fiar, tienes gran parte del camino hecho, porque incluso aunque tome malas decisiones siempre tendrá quien la cuide y la proteja.

La camioneta dio un repentino giro que arrastró a la vaquera hacia Roy.

- ¡Yieeepie! - exclamó ella al sentir su cuerpo zarandeado, y se sujetó como pudo al muchacho mientras con la otra mano se sujetaba el sombrero. No chocaron con fuerza, pero el movimiento fue bastante violento. La amortiguación del vehículo efectuó un repentino salto, y tanto Rebecca como Roy dieron un bote bastante accidentado cuando la carretera se convirtió por fin en camino sin asfaltar. La sheriff dirigió una mirada a Roy en señal de disculpa, al tiempo que volvía a separarse de él y golpeaba el techo de la parte delantera con la mano abierta. - ¡Por todas las balas que disparó Billy el niño! ¿Es que quieres matarnos o que?- abroncó al conductor con el ceño fruncido.

El hombre bajó la ventanilla y gritó para que pudieran oírle.

- ¡Lo siento mucho, Sheriff! ¿Están todos bien?

- ¡Estamos bien, pero conduce en condiciones o te pondré a herrar hasta que hayas sudado hasta la última gota de agua del cuerpo!- Se volvió a girar sentándose con la espalda contra la cabina de nuevo. - A veces me da la impresión de que tengo a mi mando a una panda de inconscientes. ¿has visto cómo ha tomado la curva? - gruño, dándose cuenta de algo después. - ¿Estás bien? No te has hecho daño, ¿verdad?

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Rebecca parecía muy inexperta en las tecnologías, las redes y los mundos virtuales. Al pelirrojo no le importaba explicar su punto de vista y cómo él concebía esos entornos. El arquero era muy parlanchín y cualquier excusa era buena para hablar. Además, estaba muy acostumbrado a explicar cosas, ya que, por sus dotes intelectuales y sus proceso de pensamiento muchas veces tenía que contar lo que estaba haciendo, pensando o creando. Al pelirrojo le encantaba hablar sobre cachibaches, mecánica y entornos virtuales. Un nuevo mundo para descubrir y explorar. Tanto la mecánica como la informática habían permitido crear nuevos entornos en los que interactuar y comunicarse con los demás. Había cierta paradoja de estar conectado con todo el globo terráqueo y no salir de tu salón. Las nuevas tecnologías habían permitido hacer el mundo más pequeño, accesible y comunicado. Algo al alcance de todos que a personas inquietas y constructoras como Roy le permitían desarrollar y llevar a cabo los aspectos más creativos de su mente.

Al ver la extrañeza en el rostro de Rebecca cuando comentó lo de los trolls y su pregunta, el pelirrojo soltó una risita cálida. - Oh internet está plagado de trolls. Más que en las mazmorras de Hogwarts.- comentó haciendo alusión a la característica escena de la película de la famosa saga de libros de un adolescente mago.- Pero no a las criaturas fantásticas. - El pelirrojo prefería no hablar de temas que no conocía como animales míticos y criaturas de leyenda, eso lo dejaba para esa versión suya de otro universo que era un cazamonstruos. - La palabra trolls en la jerga de la red se utiliza para describir a personas que escriben mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema con el objetivo de molestar y causar malestar. Son esas personas que se ríen de los demás y a los que les gusta molestar. Lo mismo que existen en el mundo real esas personas provocadoras que sólo quieren ver el mundo arder.-

Era cierto que cuando desde joven te ves apresado por dificultades y responsabilidades tu mundo parece cambiar y perder esa despreocupación, flexibilidad y locura que te acompañan cuando te lo dan todo resuelto y sólo tienes que preocuparte de vivir tu juventud. Muchas personas en el mundo habían tenido que asumir pesos, roles y cargos que no les corresponden porque tenían unos progenitores inexistentes, negligentes o que no podían hacerse cargo de sus propia prole.

- Tengo veinticinco aunque esté hablando como todo un fósil.- Se rió jovial.- Pero a decir verdad, he vivido en una irresponsable y loca adolescencia hasta hace bien poquito.- El pelirrojo no podía negar que había sido una de las personas más irreflexivas, tarambainas e insensatas desde que el mundo es mundo. Había sufrido mucho y su vida no había sido nada fácil pero nada justificaba que no se hubiera responsabilizado de sus mierdas. Porque cuando vas contando con años en donde empiezas a razonar, tienes que darte cuenta que aunque el mundo sea cruel y duro tú tienes que asumir tu papel. Tienes que poner medidas y actuar para encauzar tu vida. A unos les habrá tocado en suerte más fortuna y mejores opciones pero la responsabilidad de lo que se convierte nuestra vida cuando contamos con un poder de decisión es en gran medida nuestra.
- Lo que me ha hecho mejor, más maduro y responsable es tener una vida a mi cargo. Cuando tú estás solo y no tienes nadie más por quien velar … es cómo describirlo … yo no me preocupo mucho por mí … soy como las cucarachas, puedo vivir en cualquier condición adversa. Pero para mi niña quiero algo mejor. Quiero que tenga oportunidades y que sea feliz. -

Suspiró.- Quizá no soy mejor. Sólo soy muy testarudo y quiero tener razón.- dijo sin perder su carácter alegre y su tono cálido.- Tuve un tutor negligente, que no sabía cuidarme porque no sabía ni sonarse los mocos a sí mismo. Durante mucho tiempo le recriminé su inmadurez. ¿Qué clase de hipócrita sería si no hiciera mejor las cosas con mi Liam de lo que hizo mi tutor conmigo? -

Era verdad que aunque sus dinámicas paterno-filiales con Oliver no habían sido las mejores tenía suerte de contar con personas como Dinah, su figura materna o sus amigos que a pesar de todos los encontronazos y recriminaciones siempre estarían para él y para su pequeña.- Esa es la única cosa en la que he tenido suerte. La vida siempre me golpea pero tengo gente que me recoge y me da consuelo cuando estoy desecho.-

De pronto la camioneta dio un giro repentino. El pelirrojo que era muy rápido y hábil cuando trataba de actuar con presteza recogió a la rubia que se caía hacia él. Sus fuertes y amables brazos sujetaron cálida y protectoramente a la muchacha.

- Yo estoy de una pieza.- dijo Roy afablemente.- He tenido topetazos peores. -

La vaquera por fin había encajado todas las piezas. Al parecer en internet se referían como Troll a lo que en la vida cotidiana ella habría llamado desgraciado, idiotas o algo peor. Personas cuyo único objetivo era perturbar a todas las demás mientras vivían sus vidas tranquilamente, sólo para compartir las miserias de su día a día y llevarse a quien pudieran por delante. En cierto modo tenía sentido. Había visto el mercado troll y aunque dentro de esas puertas la mayoría se comportaban en condiciones, muchos trataban de venderte cosas con unos precios tan elevados que estaba claro que lo que estaban buscando era enzarzarse en una pelea que acabara con un garrotazo y con una cabeza partida colgando del cuello. No dejaba de parecerle curioso que las leyendas, las criaturas mitológicas y otros seres de los que ella había desconocido la existencia hasta hacía bien poco, pero que en realidad vivían ocultas a la mayoría de los ojos, acabaran por formar parte de las historias de los seres humanos. Los rehuían como la peste y sin embargo, de algún modo conseguían influenciar su mundo en forma de fábulas, cuentos y otras cosas.

- ¿Y no habría sido mas fácil llamarles imbéciles sin mas? Aunque reconozco que el término parece acertado. - le concedió.

Veinticinco años. A sus ojos parecía algo más joven, aunque solía ser buena fisonomista y atinar con bastante certeza las edades. Al fin y al cabo había errado por dos años, era una cifra aceptable. Solía pasar al revés con ella, a menudo le echaban mas edad de la que en realidad tenía. Solía deberse a que no muchas personas llevaban un negocio que movía buen dinero, tenía propiedades, trabajadores, y animales que podían llegar a costar una fortuna con su edad. Era más fácil pensar que era mayor. Claro que cuando se enteraban, la conclusión solía ser igual de equivocada. A sus oídos habían llegado rumores de conocidos que la consideraban una mimada "niña de papá" que estaba viviendo su "fantasía western" a cargo de la cartera de su padre. Ninguno de esos sabían lo que era levantarse a las seis de la mañana y hundirte las botas en estiércol de caballo para sacarlo a paladas de los establos. Aunque no les dedicaba mucho más tiempo que en esos pequeños pensamientos llenos de desprecio. Sus opiniones valían lo mismo para ella que el guano.

Era bonito ver a Roy tan preocupado por su niña, y aprendiendo de los errores de sus predecesores para no cometerlos a su vez. La Sheriff tenía claro que si quería distanciarse de algo era del tipo de personas que habían sido sus progenitores como padres, aunque ni de lejos se veía teniendo hijos en ese momento. Su vida ya era bastante complicada sin ellos. No podía permitirse mas responsabilidades.

- Eso te convertiría más en un iluso y un tonto que en un hipócrita. Lo más difícil es ver los reflejos de quienes nos han criado y ayudado en nosotros mismos. Siempre tenemos la intención de ser mejores y distintos a ellos, pero al final su influencia siempre nos afecta. Lo importante es tratar de emular las cosas buenas, y no las malas que hayan podido dejarnos.

El topetazo se solucionó sin mayores incidentes, pero la vaquera se percató de que sin duda Roy tenía los reflejos muy rápidos. La agarró con firmeza cuando se chocaron, previniendo mas daños. Como había imaginado al verle en el bar, el joven tenía una forma física muy buena y una musculatura envidiable. Fue reconfortante y excitante notar su fuerza cuando la sujetó, pero por el momento le interesaba ahondar más en sus capacidades que en sus pantalones. Aunque es cierto que había adquirido la mala costumbre de contratar hombres que la atraían físicamente, y eso podía acabar en unas cuantas noches sin dormir y un peor rendimiento durante unos cuantos días.

La carretera se accidentó un poco más antes de llegar al rancho. La vista era impresionante, dejando la ciudad un poco mas baja. justo frente al rancho, al otro lado del camino y la valla de madera que lo rodeaba podía verse un increíble bosque lleno de vegetación salvaje. Parecía inverosímil que estuviera ahí, con todas esas especies, y efectivamente era imposible, de no ser porque esos terrenos pertenecían a Poison Ivy y era ella quien le daba su protección y cuidados. Había convertido el terreno en casi una jungla por la que era imposible pasar sin conocer el terreno, bajo riesgo de perderte o perder algún que otro miembro. La camioneta giró por la derecha, entrando por el terreno bajo el gran arco que tenía una cabeza de caballo de metal iluminada por una antorcha de fuego de aceite.

- ¡Yeeeeehaaaaw! Se bienvenido a Relinchos al Rojo, Roy.

El camino principal estaba rodeado de enormes barriles vacíos. La casa principal se alzaba a unos cuantos metros de la entrada, con acabados de piedra en la parte baja, y madera en todo lo demás. Su apariencia era rústica antigua, aunque la casa era de nueva construcción. A la derecha se abría un gran terreno de campo, y un cerco donde solía guardar a las vacas cuando no estaban pastando en sus terrenos. Más al fondo se podía contemplar las cuadras y también una cerca de gran tamaño donde ella hacía sus ejercicios de doma, monta, salto y demás. Al fondo del todo el inmenso granero rojo, el silo y las jaulas con las gallinas. En su parte trasera había una forja improvisada, que no siempre se utilizaba para los animales...

La vaquera se asomó por el lateral, dando un gran silbido. Escucharon un repentino estruendo por encima del motor. Dos perros acudieron a toda velocidad, corriendo a los lados de la camioneta mientras dejaban salir de sus hocicos ladridos excitados. El perro lobo Smile y el pastor de pirineos, Teeth. Corrieron, saltaron e hicieron graciosos sonidos. Cuando la camioneta se detuvo, la mujer saltó por el lado, haciendo un característico sonido cuando las espuelas tocaron suelo.

- ¡Esos son mis chicos! - el conductor salió, abrió la parte de atrás de la camioneta y sacó su Walkie Talkie, dispuesto a llamar a un par mas de sus muchachos para que le echaran una mano descargando, y también para que Roy pudiera bajar si saltar por el lateral le parecía muy alto. - Sentados. ¡Sentados! - los perros se sentaron de inmediato. - Estos son los guardianes, Smile y Teeth. No te harán nada a menos que andes merodeando por el rancho de noche o sin que te vean con alguien que conozcan. Si intentas colarte podrían dejarte la ropa hecha jirones, o comerte una mano. Así que más te vale quedarte pegadito a mi. - le guiñó un ojo, con una gran sonrisa.

Algo en su actitud había cambiado. Parecía aun más cálida, más afable. La sensación de comodidad que uno sólo experimenta al calor de su hogar.

- ¡Vamos! - añadió al tiempo que hacía un movimiento con las manos y permitía a los animales moverse de nuevo. Salieron corriendo excitados unos pocos metros, y luego volvieron la vista hacia su dueña y su acompañante, tratando de incitarles para jugar. - ¿Quieres que vayamos directos al meollo, o te enseño el terreno? Por cierto, no te he preguntado pero ¿Con qué quieres practicar? ¿Necesitas un arma? - preguntó emocionada.

Estaba deseando ver a su experto en acción.

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