Feliz día del padre… ¡Ja! ( Loki, Dalae y Clint)

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Una de las primeras cosas que hace Clint Barton por la mañana es abrir las ventanas de su cuarto y admirar el hermoso paisaje que parecía que carecía de vida. En algunos tramos parecía divisar un gris verdoso. A primera vista podría parecer un triste paisaje pero una vez llevas como unos tres meses viviendo ahí te acostumbras, además que las vistas se parece al gris asfalto de la gran ciudad de Nueva York. La segunda es estar bien aseado y presentable teniendo en cuenta que vivía con damas y un hombre muy tiquismiquis. Mejor tenerlos contentos que gracias a ellos tenía un hermoso cuarto para el solo para no solo mencionar la cómodo cama que al fin gozaba, al arquero le hubiera gustado hacer arder al incomodo sofá donde dormía antes de irse de esa chapuza de piso pero que tenía un toque cálido. Y por último tener un rico desayuno compuesto por café, café, y más café.

Una vez que su estómago estaba bien saciado se fue a su pequeño taller. ¡Tenía un taller para el solo! Se hubiera comido a besos a Hela si no fuera la hija de Loki. El tema familiar de esos dos siempre le confundía ya que ambos aparentaban la misma edad y era duro procesarlo, sobretodo porque pensaba que la pequeña Dalae tiene mas físico de hija, pero no, es su alumna, en fin, mejor pasar a otro tema. Lo primero que hizo al llegar al taller es encender las luces y luego la radio que estaba en un canal musical, por suerte pillaba una emisora de algún estado de américa. Animado por la música marchosa que desprendía el aparato comenzó a fabricar cualquier tipo de tunta de flecha, tenía que estar preparado para estar casi al mismo nivel que los magos.

“Hoy para celebrar el gran día del Padre les pedimos a nuestros oyentes que nos envíen sus mensajes llenos de amor”

El Vengador no pudo evitar dibujarle una sonrisa en sus labios ¿Cómo sería su padre? Pensó y se puso manos a la obra. Pero cada vez iba mas lento hasta llegar al punto que ya no trabajaba, estaba inmenso en sus pensamientos.

“Papá, aun después de tantos años, cuando te recuerdo, vuelvo a conocerte y vuelvo a amarte más. ¡Feliz Día del Padre!”

Cada uno de esos mensajes se le taladraban en la mente, comenzando a recordar su infancia no tan dulce como imaginaba. Aparecían tres hombres en su vida, dos borrachos y el otro ladrón. Todos los recuerdos se mezclaban entre sí sin poder saber cuál va primero y cual el segundo. ¿Quién de esos tres hombres era su padre? Cada recuerdo le era más doloroso al igual que la infancia que vivió. El ladrón le trasmitía dulzura, seguridad y bienestar, hasta recordó que fue el quien le enseño el arque del arco.

Clint, eres un buen chico, no has hecho nada para que te peque, yo no soy como tus padres y nunca te voy a pegar

Fueron las dulces palabras del ladrón, aquel que vio el buen corazón de Clint, aquel corazón que intento que no se corrompiera aunque le obligara a delinquir. Al fin recordaba cómo había entrado en el mundo de la delincuencia y aquel extraño circo empezaba a encajar en sus recuerdos. Uno de los dos borrachos solo le ordenaba faenas y más que un hijo para el parecía un esclavo, no había nada de amor y el tercero parecía más su padre, sobretodo porque en algunas imágenes lograba deslumbrar una mujer llorando bajo sus puños. De golpe el castaño se llevó las manos a los oídos, soltando lo que tenía en las manos causando un ruido metálico al caer levantándose de donde estaba trabajando, sin poder evitar que se le escaparan dos finas lágrimas de sus ojos. El recuerdo que acababa de recuperar era ni más ni menos el momento exacto en el cual su padre le golpeaba con tal fuerza con la hebilla del cinturón que le dejo sordo al podre Clint de solo seis años. Por suerte al cabo de dos años volvió a recuperar el sentido del oído pero durante esos largos años tuvo que aprender el lenguaje de signos para comunicarse, sobre todo con su hermano mayor ¿Cómo se llamaba? Ojala recordara pronto ese recuerdo.

“Papá eres para mí LO MEJOR, LO MAS IMPORTANTE, MI ORGULLO y MI FELICI-“

Clint no permitió que aquel oyente acabara la frase porque de un manotazo envío la radio al suelo, rompiéndola.

¡METEROS EL DIA DEL PADRE POR EL CULO!

Se apoyó en la mesa donde estaba la radio, reflexionando lo que acababa de hacer, cuando estuviera más calmado la intentaría arreglar esperando que fuera rápido. No supo cuándo pero noto una presencia que instintivamente le hizo levantar la cabeza para saber quién era y era ni mas ni menos que su buen amigo Loki y su aprendiz Dalae

¡Hey chicos,buenos días! ¿Todo bien?

Sonrió algo nervioso esperando que no hubieran visto el espectáculo que acaba de montar, intentando mostrar una pose relajada.

-¡METEROS EL DIA DEL PADRE POR EL CULO!

El palacio de la diosa de los muertos solía estar sumido en el silencio, tan sólo interrumpido ocasionalmente por los susurros maquinadores de sus gobernantes o el sonido del acero al ponerse en uso. Los gritos eran prácticamente ajenos a aquel lugar, y más todavía si sustituían las refinadas maldiciones asgardianas por algo tan vulgar como “culo”. Había sido Clint, sin lugar a dudas. Dalae alzó la mirada del pergamino que estaba leyendo, y suspiró. Ese midgardiano… Aún no tenía del todo claro por qué seguía ahí. ¿Para qué querían un arquero, teniendo centenares en el ejército de Hel? Aunque tenía que reconocer que tenía una puntería bastante buena para ser un midgardiano, eso no justificaba algunas de las molestias que causaba. Por ejemplo, interrumpirla mientras intentaba aprender a fabricar nuevos tipos de veneno, algo decididamente más útil que lo que quiera que fuera aquel “día del padre”. Si se refería al Padre de Todos, al menos tendría algo de sentido… Aunque tampoco hacía falta tanto entusiasmo. Y, después de todo… ¿Odín le había hecho algo a Clint? Era muy probable, desde luego, pero Dalae no recordaba nada parecido. Habría que investigar. Quién sabía, quizás mereciera la pena.

El taller en el que el ex-Vengador pasaba gran parte de su tiempo no estaba muy lejos, por lo que la asgardiana llegó a su puerta en seguida. Y cuán fue su sorpresa, cuando se dio cuenta de que no era la única que había ido ahí a comprobar que todo estuviera en orden: Loki ya estaba en el umbral de la puerta, observando el interior. No había mucho que ver: Una radio rota, tirada en el suelo, y un Clint que se giró y trató de fingir normalidad apenas unos instantes después. -¡Hey chicos,buenos días! ¿Todo bien?

-Buenos días, maestro...-Inclinó ligeramente la cabeza hacia el dios, haciendo el saludo de rigor. El mismo que repetía prácticamente cada día desde que lo conocía. -Eso venía a comprobar, Clint.-Comentó, apoyándose ligeramente en el quicio de la puerta. Por una vez, no vestía su armadura negra, sino una blusa de color blanco y manga larga, sobre la que había superpuesto otra de tirantes, más rígida y de un color parecido al de la tinta, entre el azul y el negro. En el cinturón se adivinaba la vaina de una daga, igual que la que había oculta en una de sus botas de cuero. ¿Qué hacían ahí, cabría preguntarse, si Dalae estaba en su propia casa? La respuesta era muy sencilla: No sólo había estado entrenando buena parte de la mañana sino que, simplemente, nunca estaba del todo desarmada si podía evitarlo. -¿Has fallado en el blanco y le has dado con una flecha? ¿O es que no te acordabas de cómo apagarla?-Preguntó, haciendo un gesto hacia el aparato del suelo. Era una manera tan buena como cualquier otra de indagar sobre lo que había pasado, aunque bien podría haberlo preguntado directamente.

Pero aquello era el feudo del dios de las mentiras y la diosa de los muertos. Simplemente, las cosas no se hacían “directamente”.

Loki acarició con sus largos dedos el estanque de adivinación que había creado para su uso personal. El agua plateada lamió su piel mientras el dios se mantuvo ausente con sus pensamientos.

Hacía pocos días que había tenido una revelación que no había sido de su agrado. Le debía un favor a una sucia mujer midgardiana por haberle salvado la vida cuando aterrizó abruptamente en la tierra el día en el que su hermano lo tiró del Bifrost. Las casualidades, o más bien, el destino quiso que esa midgardiana fuera pariente de su aprendiz Dalae. Ni si quiera el dios tejedor del destino hubiera podido prever algo así. Los hilos empezaban a enredarse lentamente pero sin detenerse, y poco a poco se convertiría en una tela de araña de la que sería imposible de escapar.

Pero el dios del caos ya contaba con un pequeño número de aliados para empezar a formar un ejército. Aún hacía falta mucho más trabajo si quería conquistar de nuevo las tierras doradas de Asgard, y traspasar la barrera que el mismísimo Odín había creado para impedir su entrada. Entre sus filas se contaba Hela, la diosa de los muertos, que gracias a un trato hecho con mucha suerte había conseguido una base de operaciones y un gran número de muertos a su servicio. El estanque pareció adivinar sus propios pensamientos, y mostró la esbelta figura de Leah, hasta convertirse lentamente en su protegida, Dalae. Su aprendiz era una hechicera de hielo muy talentosa, y un agente en las sombras de lo más adecuado. Y por último estaba...

—¡METEROS EL DIA DEL PADRE POR EL CULO!

Seguido del grito hubo un estruendo metálico, y finalmente terminó con una radio rota. Loki chasqueó la lengua molesto, borró la imagen que empezaba a formarse en el estanque de adivinación con una bofetada, y caminó con paso firme en dirección al alboroto. Cuando el embaucador entró en la habitación, vio a un Clint de sonrisa despreocupada, pero que luchaba por esconder los restos de lágrimas en los ojos…pero a Loki nunca se le escapaba ningún detalle.

—Te lo voy a descontar del sueldo… lástima que no tengas— comentó, con una sonrisa burlona. Quizás había sido un intento de bromear por parte del dios de las mentiras, pero lo cierto era que no le había resultado gracioso para nadie.

Loki le devolvió el saludo a su aprendiz con mucha cortesía y la hechicera le preguntó a Clint el motivo por el cual había mandado la radio a freír espárragos, claro que de una manera un tanto...sutil, digna de la pupila del dios del engaño.

—¿Hay algo que te preocupe, querido amigo?— dijo esta vez, esforzándose a sonreír de manera natural. A veces se le olvidaba que debía de mantener su postura de buen amigo mientras Clint siguiera creyendo que él era la única persona que le quedaba en este universo en la que podía confiar.

Quería que la tierra se lo tragara ahora mismo y los comentarios hirientes de esos dos no ayudaban mucho ¿Por qué tenían que ser tan satíricos? A veces pensaba que estaban hechos de hielo. Por suerte su amigo sí que tenía corazón, así que respiro hondo para empezar a explicar lo que acababa de recordar. El brillo de sus ojos se apagaron y empezó a hablar con una seriedad que no encajaba con el arquero.

He recordado mi infancia, sobre todo a mis padres y digamos que no eran ningún santos. El primero era un borracho maltratador que un día me pego tan fuerte con la hebilla de su cinturón que me dejo sordo durante dos años, por suerte luego recupere la audición.

De forma inconsciente se llevó una mano en la oreja, la otra estaba apoyada en la mesa a la misma altura que su trasero, el cual también se estaba apoyando en ese mueble. Al segundo la volvió a dejar donde estaba, volviendo a tener tres puntos de apoyo.

Al cabo de unos años al final murió en un accidente de coche pero por desgracia mi madre iba con él. Nos dieron en adopción a un hombre que en vez de hijos quería esclavos. Un día de esos vino un circo y nos fuimos a vivir en el sin saber que no era un simple circo. Era solo una tapadera de ladrones, los cuales nos enseñaron a robar y a matar para no dejar testigos. Mi maestro, el cual consideraba como un padre antes de enterarme de las verdaderas intenciones del circo, me enseño todo sobre arquería y era muy dulce conmigo, haciéndome sentir inseguro. Sabía que robar estaba mal pero él fue el único hombre que me había cuidado con tanto amor que supe que hacer… y ahí se acaban mis recuerdos de ahora. ¿Aburrido verdad? Seguro que si hubieras sabido que os iba a pegar semejante rollo no habríais venido.

Finalmente se rio para quitarle hierro al asunto, no le gustaba estar represivo pero como buen humano tenía sus días de debilidad y hoy era ese día. Había estado hablando con plural porque a Loki en una ocasión ya le había comentado que tenía un hermano y había omitido contarlo, pero no recordó que Dalae no le había explicado nada de ello.

"Querido amigo". Cualquier asgardiano sabía, más por instinto que por experiencia, que esas palabras nunca serían sinceras si era Loki el que las pronunciaba. Alquien como él, teniendo amigos de verdad... La mera idea resultaba ajena y extraña a la imagen que el propio príncipe solía proyectar hacia el resto de habitantes de Asgard. Tener tanta publicidad no era del todo bueno para alguien que necesitaba del sigilo y el engaño para actuar, al fin y al cabo… Pero, afortunadamente para él, había un reino entero lleno de gente que no tenía por qué sospechar nada. Y Clint era uno de ellos, muy a su pesar. Esa “amistad” le había garantizado alguna que otra ventaja, entre las que se encontraba el palacio en el que estaba viviendo… Y que, con toda seguridad, habría rechazado de haber tenido intactos sus recuerdos. Probablemente también se habría ahorrado problemas, pero desde el punto de vista de Dalae, el intercambio no había sido injusto, y el Vengador no estaba en posición de quejarse.

O lo estaría, si ella tuviera una opinión sobre el tema. No era el caso, en lo que respectaba a los demás.

Al contrario que la aprendiz de Loki, Clint estaba más que dispuesto a compartir lo que pasaba por su cabeza. Lo que podría haber sido un “no” estoico, o incluso una respuesta clara y concisa, se convirtió en una biografía completa. La asgardiana no varió su expresión a medida que escuchaba la historia: Como el propio arquero había pensado, estaba hecha de hielo. Casi literalmente. Y, aunque había perdido gran parte de su interés inicial al llegar al segundo capítulo, no podía evitar plantearse si realmente era tan difícil conseguir un buen padre. Es decir… Ella nunca había tenido uno, no tenía con qué comparar. Aunque resultaba mucho más probable que Clint, simplemente, tuviera muy mala suerte. -Has hablado en plural. ¿Tú y cuantos más?-No sabía que tuviera hermanos, aunque tampoco es como si le hubiera preguntado alguna vez.

De hecho, ahora que lo pensaba… Realmente, sabía muy poco sobre el arquero. Desde hacía meses, se había esforzado en aprender todo lo posible sobre el mundo que la rodeaba y sus habitantes. A veces, era como cabría esperar: Leyendo o más raramente, escuchando las lecciones de su maestro. Y otras… Simplemente, tenía que improvisar, porque el objeto de estudio estaba delante suyo y resultaba ser algo particularmente letal. Esas eran las peores con diferencia, aunque terminaran por proporcionarle las enseñanzas más útiles. Pero apenas había dedicado tiempo y atención a su propio “hogar”, el Reino de la Niebla, y menos todavía a sus ocupantes. En parte, había sido algo deliberado: Dalae ya no era era ninguna niña, y hacía tiempo que había ganado el suficiente juicio como para dejar de lado su antigua fascinación por la muerte y el destino. Había aprendido que no debía conocer la respuesta a determinadas preguntas, y Niflheim contenía algunas de ellas. Y, dejando eso de lado…  La bruja siempre había considerado a Clint un poco molesto. No sabía cuándo callar o dejar de quejarse, y su mera presencia en el reino de Hela suscitaba alguna qué otra duda sobre el criterio que estaba usando Loki para reclutar a sus aliados.

Con un gesto, Dalae hizo aparecer una figura humanoide de hielo junto a la radio rota. Una cara sin rasgos, un cuerpo de formas toscas que parecía a medio esculpir. No hacía falta mucho más para recoger el desorden que el antiguo Vengador había creado. -Es una historia muy triste, pero no hacía falta que rompieras nada. No eres el único con problemas familiares.-Comentó, como si nada. Como si no tuviera nada que ver con ella, o con un buen número de asgardianos en general.

Cuando las piezas más grandes estuvieron sobre la mesa, el gólem se desvaneció. Los fragmentos más pequeños del aparato seguían en el suelo, ya que se resbalaban de las manos de hielo o directamente las rompía sin querer. Tenía que practicar más, se dijo.

Loki escuchó atentamente la dura descripción del padre de Clint. El embaucador observó al arquero con el rostro impasible y los ojos llenos de vacío. Los que le conocían bien, sabían que pocas cosas le importaban realmente al dios de las mentiras, y la gente y sus sentimientos no eran precisamente una de ellas. Pero de alguna forma, el hecho de que Clint tuviera una mala experiencia familiar hizo encoger ligeramente el frío corazón de Loki.

Era algo que jamás confesaría a nadie, y es que el embaucador también se sentía desgraciado por haber crecido en un ambiente familiar desestructurado. Su verdadero padre, el gigante Laufey, le había despreciado nada más nacer por ser más pequeño y débil que sus hermanos. Y el hombre que le había adoptado, Odín, nunca había mostrado ni una pizca de piedad y cariño por el menor de sus hijos. Balder y Thor siempre habían sido sus favoritos, y a ellos les había prometido el mundo incontables veces. Pero para Loki… para Loki sólo había muerte y desesperanza por ser el que traería el Ragnarok a las puertas de Asgard.

—Clint...amigo mío...— mintió el dios, esperando ser realmente convincente para el humano—Es una lástima que hayas tenido que recordar precisamente un aspecto tan duro de tu pasado...

Cuando terminó la charla sensiblera, decidió matar esos sentimientos de compasión rápidamente y se mostró frío y distante como siempre. Albergar lástima por otra persona era una debilidad. Y ser débil te hacía cometer fallos imperdonables.

Observó el pequeño Golem de hielo creado por su aprendiz para ordenar la desastrosa habitación de Clint. Aquel hechizo necesitaba un poco más de práctica, pero resultaba ser más útil de lo que esperaba. Lo que dijo la hechicera sobre su familia atrajo la atención del audaz maestro. Conocía bien el pasado de Dalae, pero pocas veces la hechicera de hielo expresaba en voz alta los pensamientos que la preocupaban.

—Los padres están sobrevalorados… —comentó el embaucador— No puedes escoger a tu familia cuando naces, Clint, te la imponen. En cambio, puedes escoger con quién estar ahora…

El tono de Loki se volvió sugerente y ligeramente travieso. No quería entrar en el tópico de “Los amigos son la familia que escoges” porque era algo que no iba con él, a pesar de que quedaba muy bien en la situación. Tenía que tratar de animar un poco a su aliado Vengador, ya que si se pasaba los días suspirando de tristeza no haría bien su trabajo. Así que se le ocurrió una idea.  

—Dado que los tres tenemos una aversión similar por el día del padre… ¿Por qué no bajamos a Midgard para distraernos un poco y tomamos uno de esos riquísimos batidos de fresa? — propuso el embaucador, con una sonrisa juguetona en los labios.

Esa pregunta de la chica le había sorprendido, nunca pensó que se interesaría saber alguna cosa sobre su persona. Aunque no tuviera muchas luces sabía que su compañía no era de su agrado ya que prefería la tranquilidad y él lo solucionaba hablando sin parar. Claro que si Clint, esta es la mejor forma de hacer amigos. Las intenciones del arquero no era molestarla, bueno si, es divertido pinchar a la gente hasta que te amenazan de muerte y son completamente capaces de cumplirla. Lo que el buscaba en la chica era que dejara los libros y viviera un poco, sabía que no todo se aprende en los libros ya que la experiencia es un grado pero si se lo decía directamente le ignoraría y lo entendía, si fuera por el también ignoraría algunas ideas locas que se le pasaban por la cabeza. Pero tampoco le culpaba que le gustara estar entre libros, debido que esas extrañas tierras tampoco invitaban a salir a pasear.

Vaya, no me había dado cuenta… hablaba de mi hermano…Barney, es mi hermano mayor. Me cuidaba un montón, hasta él se ofrecía a robar el doble para pagar mi parte porque sabía que a mí no me gustaba robar. Me pregunto cómo estará.

Sonrió dulcemente al recordar que entre esa época oscura hubo momentos de luz, recordando que no estaba solo. Ahora que lo había recordado tenía ganas de contactar con él, al menos decirle que estaba vivo y bien. Desde que llevaba viviendo en ese castillo las creaciones de hielo empezaban a ser tan normal como tomarse una rica taza de café por las mañanas. Cuando pensó que había ablandado el corazón de esa chica demostró claramente que no era si por su afilado comentario, solo rezaba para que no le recordaran cada dos por tres el accidente de la radio. Agradeció profundamente las palabras de apoyo de Loki.

Bueno, supongo que antes o después tendría que recordarlo, al menos ya sé porque aprendí el lenguaje de signos.

También sabía que el hombre era igual de reservado que su alumna, pero en cambio a él sí que le gustaba hablar y exhibir su grandeza. Esa faceta le hacía gracia pero detrás de ella había algo oscuro que no estaba muy seguro de descubrirlo, como si saber la verdad de aquello sería un duro golpe para él. Soltó una risa irónica con el segundo comentario, recordando un curioso detalle.

Si, lo sé muy bien Loki, yo elegí a los vengadores como mi nueva familia pero ya veo que sin poderes ni tetas les importo mucho.

Se agacho a coger los pequeños trozos de la radio y los dejo junto a las piezas más grandes, notando lo frías que estaban cuando el golem de hielo las intentaba coger. Cada día ya estaba mejor de la supuesta traición de los vengadores hacia su persona, las palabras envenenadas de Loki habían hecho su efecto. Ahora si que estaba sorprendido, al parecer hoy es el día de sorprender a Clint. Nunca espero que su amigo le propusiera ir a tomar un batido como si fueran un par de adolescentes, no sabía si asustarse o alegrarse. Opto por la segunda opción. Afirmo con la cabeza bien animado, esta sería una gran oportunidad de conocerles pero tenía que pensar una manera de que no se notara tanto. Iba a proponer que también viniera Hela pero temía que los dos se rajaran.

Eso suena genial. Podríamos ir a cualquier parte del mundo y hacer un tour a ver cuál es el país que los hace más buenos. Además quiero saber cómo son vuestros padres y familiares, creo que no son ninguna joya como el mío.

A veces se preguntaba si de verdad era un experto espía secreto con esta bocaza tan grande que tenía. En fin, tendría que improvisar sobre la marcha.

-Hablaba de mi hermano…Barney, es mi hermano mayor. Me cuidaba un montón, hasta él se ofrecía a robar el doble para pagar mi parte porque sabía que a mí no me gustaba robar. Me pregunto cómo estará.-Tenía su gracia que Clint también fuera el pequeño, y que fuera su hermano mayor el que había cuidado de él. El que le había ofrecido una mano amable cuando las cosas se ponían difíciles... Y que, aún así, habían acabado viviendo vidas separadas. A quién le recordarían, pensó, mirando de soslayo a su maestro. Y tampoco era muy diferente a sí misma, aunque Dalae podía enorgullecerse de haber podido conservar una buena relación con Sasha. Al fin y al cabo, se habían descubierto la una a la otra hacía un par de semanas, y sólo llevaban conviviendo unos días. No habían tenido tiempo de distanciarse o iniciar una enemistad de ese calibre, aunque Dalae ya estaba empezando a hacer cosas a espaldas de su medio hermana. Como estar en Nfleheim, por ejemplo, y seguir tomando lecciones cada vez más largas del príncipe asgardiano. Sabía que Sasha no lo aprobaría si lo supiera, así que... La solución era tan fácil como impedir que se enterara.

Por aquel entonces, Dalae ya se tendría que haber imaginado que la paz que reinaba entre ellas no iba a durar. De hecho, más tarde se preguntaría cómo es que no lo vio venir desde el principio, y por qué no había hecho nada al respecto mientras había podido.

Pero ya llegaría el tiempo de buscar esas respuestas: En ese momento, su ocupación principal consistía en ver cómo se desenvolvía Loki en el papel de amigo del alma... Y les invitaba a tomar un batido de fresa, mientras Clint despotricaba casualmente sobre sus antiguos compañeros de equipo. Realmente, Dalae no había conocido en persona a ninguno de los Vengadores por aquel entonces, pero lo que sí sabía era que no habían hecho demasiados esfuerzos por recuperar a Clint. Si hubiera sido así, probablemente lo habrían notado, y habrían tenido que tomar medidas para impedirlo. No debían de ser tan buenos amigos, al fin y al cabo. O eso, o eran algo más pragmáticos de lo que parecían, y habían llegado a la conclusión de que Hawkeye era prescindible. Fuera como fuera, se podía aprovechar para que Clint renegara de ellos... Y estuviera más dispuesto a hacer la que quisiera que fuera su parte en el plan de Loki.

-Apoyo la idea de ir a tomar algo a Midgard... Aunque no tengo gran cosa que contar sobre mi familia. -No era del todo cierto, desde luego, y uno de sus dos interlocutores lo sabía. Si no lo contaba en voz alta, era porque no se sentía cómoda en absoluto con la idea de abrirse al otro. Al fin y al cabo, habían pasado solo dos semanas, y aún estaba aprendiendo cómo ser parte de una familia. Era bastante más difícil de lo que había creído en un primer momento.

-Por cierto… No sabía que te gustaran los batidos, Loki.-De hecho, daba la impresión de ser la única excepción en el mundo al dicho midgardiano de “a nadie le amarga un dulce”. Simplemente, le costaba imaginarlo en una situación tan mundana, tan alejada del sombrío ambiente de Niflheim. -En cuanto al sitio… No creo que nos dé tiempo a ir a todos los países de Midgard. Pero podemos elegir alguno, e ir a otro la próxima vez.-Si es que había una próxima, por supuesto. En general, a Dalae le daba igual dónde ir… Siempre que no fuera la chocolatería en la que había estado trabajando mientras vivía en Ginebra, en casa de Planaria; o la pastelería de Sasha. No se sentía con ganas de dar explicaciones a nadie de por qué se había ido, o quienes eran sus acompañantes.

Pero, por suerte, el Mundo Medio estaba muy bien surtido de lugares en los que nadie la conocía, y en los que se podían conseguir bebidas de color rosa. -¿Vamos?

—Así que también tienes un hermano… vaya, que interesante. —comentó el dios de las mentiras. Era un dato sin importancia, pero más le valía tenerlo en cuenta por si acaso surgían imprevistos en el futuro.— Yo no me preocuparía demasiado por ese detalle, seguramente con el tema de la Colisión lo más probable es que esté desaparecido...o muerto.— tener tacto o ser delicado no era propio del Asgardiano. Él se consideraba más bien alguien práctico.

Disuadir a Clint de buscar a su hermano también ayudaría a que no se paseara a sus anchas por Midgard. Debía de controlar los movimientos del castaño si no quería un encuentro inesperado con los Vengadores. A pesar de haber recordado a sus familiares, todavía sentía cierta aversión por sus compañeros heroicos y eso le aliviaba. No le convenía que el arquero despertara completamente, o no sería igual de fácil de manipular que ahora.

— ¿Realmente te preocupa eso de no tener poderes o no ser mujer para contentar a tus ex-amigos? Puedo darte las dos cosas si quieres, aunque sea de forma temporal... —sugirió el embaucador, con una afilada y traviesa sonrisa.— Verás que con una cosa u otra nada cambiará para mejor…

Y con un chasqueo de sus finos dedos, los rasgos de Clint se suavizaron hasta parecer los de una chica. La cremallera del pecho empezó a bajar hasta detenerse por la presión de sus crecientes senos. La cintura se estrechó y sus caderas se ensancharon de repente. Entonces, Loki le hizo una señal para que se mirara al espejo.

La propuesta del arquero fue bastante curiosa. No solo se conformaba con pasar la tarde bebiendo batidos, sino que además quería probar las diferentes delicias de los países Midgardianos. Menudo gasto inútil de magia, pensó el embaucador, aunque si alguien le hubiera preguntado a Kid Loki, sin duda el muchacho hubiera aceptado a la primera.

—No creo que hablar de Odín o de Laufey sea algo entretenido o interesante… pero puedo responder a tus preguntas si algo te inquieta. — comentó a Clint, y con la confirmación de su aprendiz para la participación de la salida a La Tierra, dibujó con los dedos en el aire un óvalo y de pronto se abrió un portal. —Conozco el sitio perfecto para tomar batidos…

Loki traspasó el portal con paso firme, y de pronto se encontraron en medio de la carretera, frente a una cafetería en Broxton, Oklahoma. Era el típico restaurante de gasolinera ambientado en el Pin-up de los años 60, con los sofás de colores llamativos, los Jukebox que reproducían música si les metías una moneda, y las camareras rubias sirviendo en patines y minifalda. Aquel animado ambiente despertó en el interior del dios de las mentiras unos recuerdos agridulces.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, querida aprendiz— sonrió divertido, guiñándole un ojo a Dalae.

Como siempre Dalae tan cerrada a ella misma. No sabe que eso aumenta la curiosidad del arquero por saber más de ella. Pero a veces no sabia si prefería el carácter reservado de la alumna o la verdad sin miramientos de su maestro. ¿Acaso no había una forma más delicada de decirle aquella verdad? Esas declaraciones le habían sumergido en un estado depresivo lo suficientemente fuerte para no oponerse a ese conjuro y darse demasiado tarde.

¿!Qué me haaa!?

Se asustó de su propia y nueva voz aguda, era igual que la suya pero más suave y melosa. Se tocó con mucho cuidado los pechos, notando que según que partes dolían más que otras. Sonrió al comprobar que eran muy suaves. Al notar que estaba siendo demasiado raro dejo de hacerlo llevándose las manos a la cintura, forma de jarra intentando que no se le notara tanto su sonrojo de vergüenza al escucharse hablar.

A nadie le amarga un dulce, aunque a vosotros diría que todo os amarga.

Y de un salto paso por el portal, admirando ese lugar tan familiar, le gustaba el ambiente que se respiraba. Al entrar una enérgica camarera les recibieron.

¡Buenos días! ¿Vienen a celebrar el día del padre?

Iba a contestar de forma negativa pero antes sus ojos de elfo vieron un bonito anuncio de promoción solo por este día. Con rapidez abrazo el brazo de Loki y se pegó a él, simulando una feliz familia.

¡Claro! Nos han contado que aquí hacéis los mejores batidos del estado.

La camarera sonrió ante el entusiasmo y les hizo paso a una mesa de cuatro libre, cerca de la ventana para admirar el paisaje. Loki y Clint se sentaron juntos frente a Dalae, una vez sentados le soltó el brazo. Antes que digieran nada por su loca idea señalo hacia el cartel donde indicaba que regalaban patatas fritas si venían a celebrar el día del padre. Levanto las manos mostrándose inocente.

Son gratis chicos, no hay que desaprovechar esta oportunidad. Así que Loki, ya puedes estar creando unos bonitos anillos de bodas.

Sin agregar nada más por el momento cogió una de las cartas para ver de qué sabores tenían. Se iba a pillar uno de café.

-Yo no me preocuparía demasiado por ese detalle, seguramente con el tema de la Colisión lo más probable es que esté desaparecido… O muerto.-Suponía que algo así era de esperar antes o después, sabiendo que Loki había sido en otro tiempo el dios del mal. Imaginaba lo difícil que debía de ser dejar de lado costumbres mantenidas durante siglos… Y más todavía si, como ella todavía creía, no había hecho nunca nada por cambiar. En ese momento, no sabía hasta qué puntos había llegado Loki para intentar escapar a su propia naturaleza. No tenía ni idea de que aún no había dejado de intentar cambiar, aunque fuera imposible verlo desde fuera.

Observó con las cejas arqueadas cómo el cuerpo de Clint se transformaba, aprovechando uno de los escasos momentos de silencio triste del arquero. La carne y el hueso se modelaron solos, como si fueran arcilla movida por manos invisibles. Era realmente… Impresionante. La facilidad con la que un mago podía no sólo modelar el mundo a su antojo, sino también a las personas. Aunque fuera tan sólo para reírse un poco.

El grito que soltó Clint empezó siendo masculino, pero acabó en un agudo que bien podría haber roto en el cristal en el que se estaba mirando. Dalae se tomó un momento para observarlo… Observarla, más bien. No se trataba de una ilusión, sino de magia material... Como muy bien demostró el propio Clint, al empezar a tocar su nuevo cuerpo. Dalae no pudo evitar suspirar y rodar los ojos ante el... Poco disimulo del antiguo Vengador. Aunque era verdad que nunca la habían transformado, estaba bastante segura de que podría haber reaccionado mejor. Nada de eso le hizo cambiar de opinión, sin embargo. ¿Tanto le gustaban los batidos...? ¿O es que estaba acostumbrado a que Loki jugara con él? Para cuando ella había llegado, llevaban un tiempo conviviendo... Y, a pesar de que al príncipe le interesaba mantenerlo a su lado, eso no significaba que no pudiera molestarle en el proceso. -No creo que hablar de Odín o de Laufey sea algo entretenido o interesante… Pero puedo responder a tus preguntas si algo te inquieta.

El portal se abrió, y Clint lo atravesó sin muchos más problemas. -Supongo que no es el día para ello, pero... A mí sí que me gustaría saber. No sé nada de Odín, más allá de las historias que me han contado desde pequeña. Y... Cada día estoy más segura de que son mentiras.-Dicen que, antes de poder aprender algo, hay que reconocer que no sabes nada. Era algo que Dalae estaba más que dispuesta a hacer, después de salir de Asgard y comprobar que había Nueve Mundos enteros más allá. Mundos completamente diferentes... Y que tardarían mucho tiempo en dejar de sorprenderla, si alguna vez lo hacían.

-Hay muchas cosas que no sabes de mí, querida aprendiz.-No aclaraba qué había pasado, pero... Dalae ya tenía asumido que no recibiría muchas respuestas directas de parte de Loki. Sin embargo, había algo casi reconfortante en esa expresión. Quizás no fuera así, pero por un momento, Dalae creía haber visto una pequeña brizna de autenticidad. De todas las veces que había visto sonreír al príncipe desde que lo conocía, pocas le habían parecido espontáneas... Reales. ¿Qué pasaba con los batidos midgardianos, que podían alegrar de verdad a alguien como Loki?

Al otro lado del portal, había una carretera... Y un local muy colorido, decorado con letreros de neón en inglés. Debían de estar en algún sitio de América, o quizás en el Reino Unido... Entraron, y mientras Clint hablaba, ella se dedicó a mirar por todas partes. Al fin y al cabo, nunca había estado en un lugar como ese antes. Ni Raden tampoco: Casi podía notar cómo se movía en el interior del bastón, reaccionando al dulce olor a tortitas que se filtraba desde la cocina. Estaba bastante segura de que a Sasha le habría gustado... Y a Tortita. Aún se acordaba de lo sencillo que había sido sobornar a la portadora del Espíritu de la Venganza con helado, tan sólo para descubrir después quién era en realidad. No creía haberse sorprendido más en su vida.

Apenas habían pasado un par de semanas desde ese día, y la presencia de tantas familias en el restaurante no ayudaba demasiado. Aunque, ahora que lo pensaba... ¿Por qué les estaban mirando tan fijarmente? No habían hecho nada raro. Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que pasaba. Tanto ella como su maestro seguían vestidos con ropas asgardianas, y era eso lo que llamaba la atención de los midgardianos. Había una niña que estaba a un casco con cuernos de dejar que su piruleta cayera al suelo. Se giró y trató de llamar la atención de su maestro para que conjurara una ilusión, pero... Clint parecía tener otros planes. -¡Claro! Nos han contado que aquí hacéis los mejores batidos del estado.

Le estaba tomando del brazo, como si fueran... ¿Pareja? Ella no había visto el cartel, así que no pudo menos que arquear las cejas, sorprendida. Nada que la camarera no pudiera interpretar como el gesto de una hija al ver a su madre entusiasmándose por un batido, por supuesto. -¿Por qué has hecho eso?-Preguntó, apenas se hubo sentado en la mesa indicada. -Además, nos están mirando... Deberíamos cambiar de aspecto, llamamos mucho la atención.-La incomodidad y los recuerdos recientes no eran el mejor aperitivo para un batido, en su opinión. Pero era eso a lo que habían ido, así que... Más le valía aprovecharlo. Al contrario de lo que había dicho Hawkeye, a ella sí le gustaban los dulces. Mucho, de hecho. Sin embargo, ahora que podía comerlos más o menos cuando quisiera... No podía dejar de notar una nota amarga en cada bocado. El chocolate caliente de sus primeros días en Europa, los pequeños pasteles de fruta y miel que de vez en cuando conseguía de pequeña, el helado de Tortita, los pasteles de Sasha... Todos ellos buenos recuerdos, cuyo único defecto era que habían quedado atrás. O se habían convertido en esqueletos ardientes, pero era el mismo problema. Eran cosas que existían lejos de las fronteras del reino de los muertos, y por eso, no podía disfrutar del todo de ellas.

En fin... No sabía cómo se las arreglaba para entristecerse ella sola, a pesar de que, por una vez, estaba fuera del ambiente opresivo de Nfleheim. Si lo hubiera hecho adrede, no le hubiera salido mejor.

Era curioso. Simplemente curioso. Clint había reaccionado como era de esperar, cuando el embaucador transformó su cuerpo en el de una mujer. Era un clásico. Lo primero que hacían siempre los hombres transformados en mujeres era tocarse los pechos. ¿Por qué? Pues porque todos los hombres midgardianos compartían esa necesidad salvaje y primitiva de mantener relaciones con el sexo opuesto, y eran incapaces de contenerse cuando les invadía la curiosidad. En cambio, las mujeres casi siempre relacionaban con vergüenza y desaprobación ante estos hechos.

Cuando eres un dios capaz de convertirte en cualquier cosa, tratas el cuerpo como una herramienta más. No te ruborizas al contacto con el sexo que te atrae, puesto que ya se te han rebelado todos los secretos de las artes amatorias. Los Asgardianos saben mucho de esos temas y tratan el sexo de una manera más natural y sana que la los midgardianos.

El príncipe de las mentiras dejó escapar un largo suspiro cuando Clint se enganchó a él para simular que eran una de esas familias felices que salían en los carteles del día del padre. La promoción incluía que si venían juntos padres e hijos, te regalaban uno de esos boles gigantes de patatas fritas y salchichas para compartir.


— Cambiar de aspecto en este momento llamaría todavía más la atención. — miró en dirección a su aprendiz, y con un gesto de cabeza, se acercaron a sentarse alrededor de una de esas amplias mesas con sillones acolchados, que se disponían en fila india por todo lo ancho del local. — Además, estamos en en un restaurante en medio de la nada… dudo mucho que reconozcan nuestras identidades. Como mucho, pensarán que somos unos frikis haciendo cosplay…

Loki y Clint se sentaron en frente de Dalae, a pesar de que el primero detestaba estar cerca de una compañía tan efusiva como el arquero . La castaña cogió la carta de batidos con mucho entusiasmo mientras el moreno fijaba su vista en el ventanal que tenía a su izquierda. El paisaje era un tanto desolador; lo único que alcanzaba a la vista era una carretera vieja y una llanura de escasa vegetación.

La camarera no tardó en llegar con sus patines hasta donde se encontraba la peculiar familia, y les preguntó qué deseaban tomar.

— Un batido de fresa con nata para mi… — recitó, si ni siquiera haber echado un vistazo a la carta. Al dios no le hacía falta, se la sabía de memoria de las veces que había venido con Leah. — Y queríamos la oferta del bol de patas y salchichas que tenéis en el cartel… —señaló el embaucador y la camarera asintió con una radiante sonrisa. Después les preguntó a “Claire Barton” y a Dalae sobre sus bebidas.

Una vez la camarera tomó nota del pedido, se marchó a la cocina patinando con gracilidad. Loki aprovechó ese momento de tranquilidad para retomar una conversación que había despertado su interés.

—Odín es un nombre antiguo, y muchas son las leyendas que giran entorno al dios tuerto. Habrás oído mil historias sobre él, y probablemente todo lo que cuentan sea mentira. Pero como todas las buenas historias, siempre están basadas en una verdad, un nexo común... — explicó con interés a Dalae— ¿Cuál es tu curiosidad por el dios de los Asgardianos?

-¿Por qué has hecho eso?-

Miro extrañado a la chica ¿esa pregunta iba para él? Había hecho tantas cosas que no recordaba ni la mitad. Solo subió los hombros restándole importancia para luego escuchar a su supuesto marido. No pudo evitar ocultar una risa, la verdad que tenían muchas pintas de frikis y era raro que ella fuera la más normal.

A lo mejor hay un evento friki de esos cerca o siempre podemos decir que venimos de una fiesta de cumpleaños con temática de disfraces.

Estaba mirando la carta hasta que vino la camarera, cerrándola para dejarla en su sitio con las demás cartas y el servilletero junto a los dos potes de salsa más queridos por los americanos.  Espero que Loki pidiera su batido para luego pedirlo él o ella, en estos momentos ya no sabía cómo definirse.

Yo quisiera un batido de chocolate y café, por favor

Le sonrió dulcemente esperando que su supuesta hija pidiera.

Vaya, te has pedido un batido muy dulce, no me esperaba eso de ti cariño.

Se quedó mirando al moreno con las cejas levantadas y las manos sobre la mesa. Cuando se fue la camarera se llevó las manos a la cara ¿Por qué estaba tonteando con Loki? Socorro. Era súper incomodo pero a la vez divertido ver las caras que ponían los otros dos, era todo muy contradictorio. A los pocos segundos volvió a ser el mismo quitándose las manos de la cara. Cuando el padre se dignó a contestarle a la pregunta de su hija, la madre intervino.

Seguramente tenga curiosidad por saber cómo era el abuelo, que por cierto ¿está muerto? Porque podríamos ir a dejarle flores a su tumba.

Si el encontrara la tumba de sus padres varones les tiraría gasolina y les prendería fuego por lo malvados que habían sido en vida.

—Vaya, te has pedido un batido muy dulce, no me esperaba eso de ti cariño.

— Y yo veo que nunca vas a cansarte de beber café, querida. — le dijo a Clint con una ceja en alto, después de que se marchara la camarera. Desde que vivían juntos, Loki había visto como el ex-vengador era capaz de engullir litros y litros de café durante el día y sin descansar. Era impresionante su adicción.

—Seguramente tenga curiosidad por saber cómo era el abuelo, que por cierto ¿está muerto? Porque podríamos ir a dejarle flores a su tumba.

— Ojalá estuviera muerto…— susurró, dándole el primer sorbo a su batido de fresa. Cuando separó los labios de la copa, Loki tenía el labio superior manchado de nata. Su pupila intentó disimular una sonrisa, escondiéndose tras su bebida, y es que Loki estaba muy gracioso con esa cara inexpresiva llena de nata.

— ¿Ocurre algo? — preguntó el dios de las mentiras, entrecerrando los ojos. Le lanzó una mirada de sospecha a su “hija” mientras ella recuperaba la compostura tras esa escondida sonrisa.

— En absoluto, maestro...— y como si nada fuera con ella, le dio un sorbo al dulce batido de chocolate que había pedido.

Fue entonces cuando Loki retomó la conversación acerca de sus parientes.

— Tu “abuelo” Odín… sigue vivo, por desgracia… y a Laufey… bueno, lo maté yo mismo indirectamente… — el dios de las mentiras no parecía estar cómodo hablando de sus progenitores, y es que la mayoría de traumas infantiles se los había causado el rey de Jotunheim junto con el padre de todos.

—¿Qué quieres decir con “indirectamente”?— preguntó Dalae, frunciendo ligeramente el ceño.

—Verás...— Loki esbozó una sonrisa traviesa y se inclinó para mirar a su pupila con interés. — Mi otro yo viajó al pasado para convencer a Odín de que debía matar a Laufey y adoptar a su primogénito… así pues, se podría decir que causé el asesinato de mi propio padre…

Se tuvo que morder los labios para evitar reírse ante el estúpido juego de matrimonio feliz que tenían. No iba a negar que al principio tenía duras pero si iba a morir en el intento, al menos que fuera con una gran sonrisa en los labios.


Ojalá estuviera muerto…


Ante esa clara muestra de amor paternal no pudo evitar que se le escapara una fina risa. Le dio un fino sorbo a su batido para relajarse. Ante la actuación de la chica se dio cuenta de lo que descubrió, riéndose también detrás de la bebida.


Mira cómo te pones, peor que un crio.


Dijo divertido mientras cogía una servilleta para limpiarle los labios. Cuando se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer simplemente se la entrego para que se limpiara y cuando le cogió la servilleta le indico por donde se había manchado. Escucho atentamente la historia de su supuesto marido.


Bien hecho, así conseguimos de forma fácil y sin mancharnos las manos la herencia del abuelo. Por suerte mis padres están muertos y espero que lo siguán estando para siempre, aunque tu abuela era un amor de madre, por suerte murió en el acto sin sufrir.


Dijo lo último con mucha pena y le dio un gran sorbo al batido para bajar toda esa amargura.


¿Y piensas matar al abuelo Odin? Porque dos herencias son mejor que una.


No sabía porque nombraba el tema de la herencia, seguramente para hacerlo más mundano y no tantos dioses sueltos.

—Mira cómo te pones, peor que un crío.— dijo Clint, con aquel tono de voz tan femenino que le resultó hasta incómodo. Entonces, Loki se encontró con la servilleta del vengador a la altura de sus labios, en un gesto muy cariñoso. Su tranquilidad se vio perturbada con aquellas intenciones de esposa perfecta, así que le arrebató la servilleta de un manotazo, y se limpió la nata que había quedado por encima de su boca.

—Así que era de esto que os reíais tanto...— dijo con severidad, observando a Dalae con una mirada que hubiera matado a mil soldados midgardianos. Su aprendiz no dijo nada al respecto, simplemente se dedicó a darle otro sorbo a su batido de chocolate, como si la acusación directa de Loki no fuera con ella.

— Sí… bueno… técnicamente debería haber heredado el reino de Jotunheim, pero… ¿Para qué quiero ser rey de un trozo de hielo plagado de habitantes con un nivel de inteligencia equivalente a una piedra?— bufó el embaucador, recordando la ineptitud de sus hermanos gigantes.

—¿Y qué les pasó a tus padres?— preguntó la aprendiz de Loki, tras prestar atención a la historia de “su supuesta madre”. Había dicho que sus padres también habían muerto, pero no había indicado el motivo de su defunción.

—¿Y piensas matar al abuelo Odin? Porque dos herencias son mejor que una.
— preguntó Clint, como si hablar del homicidio de sus parientes fuera la cosa más natural del mundo. Los clientes de aquel bar de carretera debían de estar alucinando con la conversación de la familia.

— Ese viejo no merece estar en el trono de Asgard. Nos hizo cosas horribles a mi y a mi hermanastro, Thor. Ya va siendo hora de que ese viejo tuerto deje paso a la siguiente generación...

Finalmente llegaron las patatas fritas y salchichas de la promoción, Clint no tardó en ser el primero en catar una patata, sonriendo al descubrir que estaban ricas. Cogió uno de los tenedores de plásticos que venían con el bol para coger una de las salchichas, también riquísima. Dio un sorbo para escuchar a su familia hablar escuchando que ahora era a ella quien le tocaba contar su historia.


Mi padre biológico era un borracho maltratador y un día conduciendo su coche junto a mi madre tuvieron un accidente y murieron. Luego pasamos a un hombre que nos acogió solo por el dinero que les daba tenernos a mi hermano y a mí bajo su techo, porque nos trataba como esclavos. Artos escapamos de casa y nos refugiarnos en un circo donde nos acogieron de forma afectuosa y nunca más supe de ese animal, espero que este muerto. ¿Queréis saber también cómo me volví vengador? Aprovechar esta oferta chicos.


Pico unas patatas más sorprendiéndose de recordar todo eso con claridad, a lo mejor tratar temas familiares le había vuelto la memoria. También se sorprendió que el tema de matar a los abuelos no fuera humor negro o ironía, él siempre se perdía en esos conceptos.


Pero si matáis al abuelo quien va ha heredar el trono será Thor por ser su hijo legítimo. ¿Vas a dejar que se lo quede todo el o tienes algo pensado?


Le dolía hablar así de Thor porque en el fondo de su corazón sabía que era buen chico pero las palabras envenenadas de Loki habían calado muy profundo por lo que no sabía que era cierto y lo que no.

La camarera recorrió el pasillo con los patines de cuatro ruedas hasta pasar por al lado de la mesa de aquella familia tan particular. Loki alzó una ceja al observar con cautela el interior del cubo de patatas y salchichas. Al principio pensó que tanto frito le daba un aspecto demasiado grasiento y aceitoso a la comida, pero cuando agarró una de las patatas, rápidamente se deleitó con el delicioso sabor de la comida midgardiana.

— No está nada mal...— pronunció el embaucador sin mucho interés. Y aunque su comentario parecía mostrar completa indiferencia, sus ojos, en cambio, se iluminaron levemente ante el descubrimiento de aquel nuevo sabor. Era un gesto tan poco típico de su maestro, que consiguió arrancar una sonrisa a la joven aprendiz.

Loki escuchó con atención el relato de su “querida” esposa, mientras sus ojos esmeralda bailaban perdiéndose en sus propios pensamientos. ¿Cuándo había llegado a recordar tanto sobre su familia? Quizás aquella extraña situación entre los tres estaba evocando recuerdos del pasado. Si seguía recuperando la memoria a ese ritmo, sus mentiras y engaños correrían el peligro de desmoronarse como un falso techo.  

— ¿Un dos por uno? — preguntó Dalae, llevándose un trozo de salchicha a la boca.— Es una buena oferta.

— Una lástima lo de tu familia biológica Clint, pero a veces, la familia no es la que nos imponen al nacer… — explicó, y sus pensamientos vagaron a las tierras heladas de Jothunheim —sino la que forjas tu mismo con los años... — Y a pesar de que fueron las manipulaciones de Loki las que habían traído a Clint y a Dalae a sentarse a comer hoy junto a él, aquella pequeña familia de mentira era lo más parecido que había tenido el embaucador a una familia de verdad. Sólo faltaba la abuela cascarrabias que evidentemente sería interpretada por Hela.

Con su padre Laufey, quien quiso matarlo al nacer, su padrastro Odín, lejos de ser alguien amoroso y comprensivo, y su hermano Thor, con el que había luchado a muerte tantas veces…  Bueno, digamos que aquellos momentos en el pequeño restaurante de la gasolinera eran más parecidos a una familia de verdad. Pero… ¿podría llegar a acostumbrarse a ello?

—No te preocupes por Thor. Para cuando él se de cuenta de lo que está pasando yo ya estaré sentado en el trono...— sonrió, aunque su sonrisa era afilada y despiadada como un cuchillo— Y ahora deléitanos con una buena historia sobre cómo conociste a los Vengadores. Ya sabes lo mucho que me gustan las buenas historias, querida...— al fin y al cabo, para Loki, el arte de mentir no era más que otra manera retorcida de contar historias.

Se rio por la reacción de Dalae y sonrió de forma dulce a Loki, aceptando su pésame.


Gracias. Lo bueno de tener amnesia es que algunos detalles estaban borrosos y no puedo recordar esa nefasta infancia. A ver que me acuerde, algunos detalles están borrosos pero lo principal lo recuerdo.


Se quedó pensativo mientras se comía un par de patatas más para luego refrescar su garganta antes de ponerse a hablar.


El circo donde nos acogieron era una tapadera de ladrones y asesinos, que nos entrenaron para eso cuando nos dimos cuenta del pastel. No sé si íbamos a robar o a matar a alguien no muy amigable del Circo, lo que recuerdo es que llame a la policía indicando el golpe y entonces nos capturaron pero antes de meterme en el coche policía un hombre con un parche me invito a unirme a Shield y le pedí que dejara libre a mi hermano porque nos obligaron… entonces entre a formar parte de la organización y… todo se vuelve confuso, no recuerdo como conocí a los vengadores, lo siento.


Puso mala cara, hasta de dolor al intentar recordar los últimos detalles y no poder, por eso decidió comer más patatas para animarse y hablar de otro tema intentando que el ánimo de la fiesta no decaiga.


¿Y cuando estés sentado en el trono nosotros que puestos vamos a ocupar? Tengo curiosidad de saber cuál será mi trabajo jejeje.

Mientras Clint charlaba acerca de lo útil que le resultaba a veces tener amnesia, Loki pensó en las interesantes posibilidades de aquella afirmación. Era indudable que para ciertos aspectos de la vida, el hecho de no recordar los momentos más infelices y dolorosos significaba un claro alivio para la salud mental de la persona afectada. Y se preguntó, si algún día él mismo podría gozar de tal privilegio.

¿Podría brindarle algún tipo de redención el hecho de no recordar el maltrato de su familia, la traición de sus amigos o las múltiples ocasiones en las que Thor y él habían luchado a muerte? Lo cierto era que ya había recurrido a ese truco en el pasado, reencarnándose en Serrure, el pequeño niño francés. Y la verdad, no le había funcionado demasiado bien. Al final había acabado convirtiéndose en Ikol, tan sólo una sombra del anterior dios de las mentiras. Y es que según Loki, el problema no se encontraba en su cabeza, sino en la de los demás. Si el padre que lo adoptó y el resto de asgardianos no hubieran empezado a tratarle de forma diferente por el simple hecho de salir en una profecía que amenazaba con destruir el mundo… todo este odio acumulado durante generaciones no habría tenido ningún sentido.

Al final, fueron los dioses quienes crearon a su destructor en una profecía autocumplida.

—¿No dijiste que las personas del circo te acogieron amorosamente? Me sorprende que fueran vulgares ladrones y asesinos...— confesó Loki, llevándose otra deliciosa patata a la boca.

— Ambas cosas no son excluyentes, Maestro...— remarcó Dalae, con cierto tono de ironía en la voz. Estaba claro que una parte de ella se veía reflejada en la historia de Clint. Después de todo, había acabado en los brazos del dios de la oscuridad, quien la protegía bajo su ala, a la vez que la enviaba a realizar misiones de dudosa moralidad.

—Nick Furia...— susurró, clavando sus afilados dientes en una de las salchichas tras identificar al hombre del parche en la historia de Clint.— Así que fue así cómo te uniste a S.H.I.E.LD. Interesante.. ¿Y no volviste a saber nada más de tu hermano?

—¿Y cuando estés sentado en el trono, nosotros que puestos vamos a ocupar? Tengo curiosidad de saber cuál será mi trabajo jejeje.

—Sí, yo también me pregunto lo mismo. — inquirió Dalae.

— Pues… no lo había pensado todavía...— alzó una ceja, sorprendido ante la pregunta, y después miró en dirección a su querida "esposa"— Pero podrías obtener cualquier cosa que quisieras. Un palacio, riquezas… un montón de chicas guapas para ti solo...— el embaucador esbozó una sonrisa llena de picardía, mientras su aprendiz hacía rodar los ojos en completa desaprobación. — No sabía de tus intenciones de quedarte en Asgard una vez me convierta en rey… pensaba que tu hogar estaba aquí, en Midgard.

Cuando más intentaba recordar sobre su hermano más le dolía la cabeza, así que decidió dejar de intentar recordar y comerse una rica salchicha.

Lo siento, por más que intente recordar no sé nada de él. No sé si el también fue a la cárcel, si le dejaron libre por ser una víctima como yo, si se unió a  S.H.I.E.LD. como yo… ni idea, no recuerdo nada.

Volvió a dar un trago a su rico batido de café, sonriendo contra la copa cuando le intento seducir con todo lo que tendría si le ayudaba.

Tu si que sabes cómo seducirme, cariño. Siempre está bien contar con un plan B. Seguro que tendría mucho éxito entre las asgardianas al ser de la tierra, seguro que les resulto exótico. Además me vas a dar mucho más con lo que soñaría en la tierra

Se rio por su loca idea aunque no era de todo falso. Siempre pensó que un cambio de aires le iría mejor, sobre todo cuando Loki le hizo ver que sus supuestos amigos no lo eran tanto y que si desaparecía de la tierra nadie le echaría en falta ya que no sabía si su hermano vivía o no.

Loki le dio el último trago a su batido de fresa mientras escuchaba a Clint Barton hablar de su familia. Sintió un leve pinchazo en el pecho y entonces se acordó de Thor y Balder. Sus queridos hermanastros que tanto le protegieron durante su infancia pero que rápidamente le dieron la espalda cuando Odín y sus adeptos le consideraron una amenaza, un portador del caos y del fin del mundo. Loki era el pilar central de la profecía que traería el Ragnarok...

—¿Y no sientes curiosidad? — los ojos de Loki bailaron entre un tono verde que casi parecía dorado, y despertaron el interés de su aprendiz. No era la primera vez que veía ese hermoso cambio de color en su maestro.— ¿No te gustaría volver a ver a tu hermano…?—Pero entonces sus pensamientos se anticiparon a sus palabras y el mago se detuvo a media frase. Por un instante pensó en que podría ayudar a Clint si quisiera. Su magia era variada y poderosa, y no tendría dificultad alguna en encontrar a su pariente usando el estanque encantado de la adivinación. Pero también pensó en las consecuencias que aquella imprudencia acarrearía. Si Clint se reencontraba con su hermano perdido, lo más probable es que quisiera quedarse a su lado. Abandonar a Loki. Y eso echaría a perder todos sus planes de venganza contra los Vengadores...

— Querido Clint… —el embaucador esbozó una sonrisa afilada mientras llevaba una mano al mentón.— Las Asgardianas tienen un aguante y una resistencia sobrehumanas… ¿Estás seguro de que podrás satisfacerlas a todas? — bromeó, mientras con la otra mano acariciaba la barbilla de su “esposa” suavemente con el dedo índice.

Dalae bufó mientras terminaba de beber su batido. Las conversaciones de contenido sexual le resultaban realmente aburridas, y pensó que los hombres se volvían idiotas cuando hablaban de esos temas entre ellos.

—Ahora estás aquí, y eres parte de mi equipo, Clint… —comentó el hechicero, tras darse cuenta de la caída de ojos de su esposa. Se había percatado de que Clint quería huir desesperadamente de Midgard y de sus problemas.— Y eres mucho más valioso de lo que piensas...

El príncipe de las mentiras dejó varios dólares encima de la mesa y después se levantó de su asiento, alisando con suma elegancia los pliegues de su perfecto traje de cuero asgardiano.

—Creo que ya va siendo hora de irse, familia...

¿Ver a mi hermano? No lo sé, por una parte si pero por otra no sé si aún sigue con vida. Pero gracias por pensar en mí, amigo, bueno, quiero decir, cariño.

Cuando el castaño fue a contestarle la broma sintió como le acariciaba la barbilla de forma amorosa, no podía creer que ahora que se estaba acabando el batido empezara a seguirle el juego.

Mi amor, ya sabes que yo tengo amor suficiente para dar a esas mujeres tan estupendas. Ya sabes lo bien que nos lo pasamos cara noche.

Dijo lo último con tono seductor para luego inmediatamente aguantarse las ganas de reír al ver claramente Dalea incomoda con la sugerencia, claramente la chica quería salir de este infierno. Las palabras de su ficticio esposo le llegaron muy hondo, aunque aún no sabía claramente quien era saber que no estaba solo le confortaba mucho. Dio el último trago y se levantó de la mesa, saliendo hacia la puerta.

Si, será mejor volver ya ha casa, se nos ha hecho tarde.

Los sueños de Clint eran como los del resto de los mortales, que ansiaban el amor y aceptación de sus semejantes más que nada el mundo. Su infancia rota y su vida solitaria entre los Vengadores no habían hecho más que afianzar duramente ese deseo de sentirse integrado, de formar una familia…

Loki podría darle eso y más para tener contento a su futuro aliado. Sería fácil camelarse a Clint y ganarse su lealtad si le prometía una vida idílica en la ciudad dorada de Asgard una vez se convirtiera en nuevo “padre de todos”. Y conociendo el buen fondo que tenía el arquero, apostaba a que sería más fácil manipularlo si le consideraba su mejor amigo.

Sólo tenía que seguir fingiendo un tiempo más… o eso creía él. Pues en el fondo, algo empezaba a removerse en el interior del dios de las mentiras cuando Clint le trataba con amabilidad y confianza.

— Vamos, cariño.—sonrió con picardía a "su esposa" mientras observaba un nuevo facepalm de parte de su aprendiz.— Volvamos a casa…

Cuando salieron al exterior, Loki conjuró discretamente un portal que les llevaría directos al Niflheim. Todavía no sabían si aquel lugar oscuro y neblinoso como era el reino de Hela se convertiría realmente en su hogar… pero no tardarían en descubrirlo.