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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
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Todo está a oscuras. Nublado. La vista... ¿tienes algo en la cabeza que te cubre la cara? ¿Es cosa de tus ojos? ¿Te están fallando? No, se están recuperando. Una sensación familiar, ligada al cansancio, al despertar. A una noche demasiado divertida como para recordarla. Embotamiento. La cabeza te pesa pero los ojos... los ojos pesan más. No así los párpados que tratan de moverse. Se abren y se cierran, rápidos. Parpadeas. La vista termina por aclararse, pero de poco sirve: tan sólo consigues ver oscuridad. Sombras tenues que te muestran el contorno de algo redondo que tienes frente a ti, pero no terminas de verlo. Sientas la cabeza que te da vueltas. El oído por su parte también se está despertando. Un ligero zumbido se aparta paso a paso hasta poder volver a escuchar con regularidad de nuevo. Y lo escuchas, o mejor dicho, los escuchas mientras el resto de tu cuerpo trata de despertarse de nuevo.
- ... cuyo descubrimiento avanzará mis estudios. ¿Sabes lo mucho que me ha costado? ¿Lo mucho que he tenido que sacrificar? Tiempo, dinero, mi propia sangre... - No te vuelvas melodramático conmigo, doctor. Hicimos un trato, y he cumplido con mi parte.
Los escuchas. Son un hombre y una mujer. El hombre tiene un tono de voz rasposo, como si tuviera problemas de garganta. Su tono es agudo y desagradable. La mujer por su parte suena... su voz es como el terciopelo. El tono que usa, seguro, seductor. Pero hay algo más. Algo más a parte de esas dos voces. ¿Qué es?
Música. Escuchas música. Resuena con algo de eco por lo que debes estar en una habitación cerrada. La pregunta es dónde, ¿y cómo has llegado hasta aquí? Si tratas de moverte te das cuenta que no puedes hacerlo, o al menos no en tu totalidad: las muñecas y los tobillos están sujetos por grilletes. Estás tumbada sobre algo duro y frío. Parece metal pero no estás del todo segura. ¿Qué está pasando?
- Doctor, parece que tu conejita se ha despertado. - ¿Qué? Oh, es cierto...
Un destello que te deja ciega te sorprende. Es aquel objeto redondo que tenías frente a tus narices. Resulta que es una luz demasiado potente para poder ver más allá de ésta. El mismo tipo de luz que se usa en los quirófanos. El hombre, el doctor aparta levemente la luz de tu cara, y puedes verlo acercándose a tu cara. Es un hombre escuálido entrado en años, calvo y con gafas. Tiene un algo en su cara que no te gusta nada, como si no fuera de éste mundo. Perverso, cruel. No es agradable de ver. Y la mujer, la puedes ver detrás del hombre, apoyada contra la pared, mirándote con una sonrisa hermosa y afilada. Viste un mono negro ceñido a su cuerpo, y su pelo negro está sujeto en un moño sobre su cabeza.
El hombre chasquea los dedos frente a tus ojos y los mueve de derecha a izquierda.
- Dime, ¿cómo te encuentras? ¿Estás completamente despierta?
Última edición por Cloe el 21st Mayo 2017, 19:09, editado 1 vez
May sheen woo DC Universe
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Ficha de Personaje Alias: Kamiya Nombre real: May sheen woo Universo: DC Universe
Como podía sentirse luego de una noche extraña y algo alocada era poco comparado a donde despertó su mente se sentía rara no era de las que tuviera un cuerpo común y corriente pero se sentía confundida y con muchas cosas en su cabeza que rayos paso? Donde estaba? Por que sentía como si estuviese despertando en un lugar que no podía ni siquiera imaginar su vista no estaba bien veía una luz no podía concentrarse como si le hubiesen vendado los ojos pero de repente algo la hizo de apoco recuperarse un poco y ver con mas claridad.
Se oyen voces tardo un momento en poder deducir que eran de un hombre y una mujer pero no era la peor cosa de la situación no podía saber donde estaba y cuando intento moverse sentía que estaba atada con sendos grilletes en sus muñecas y sus tobillos y sentía que esta tumbada en algo frío y duro que demonios estaba pasando que hacia allí o lo peor que le harían.
Una música sonaba por el lugar todo el tiempo estuvo allí que ocurría pero esa sensación de que algo no andaba bien empeoro de un modo horrible esa maldita luz era una de las cosas que no podía tolerar pero por suerte se la quitaron pero lo que estaba ante sus ojos no era agradable vio a un hombre la impresión era como la que su madre le comento de los científico de la SS y eso no era nada tranquilizador esa mirada inhumana le helaba la sangre pero la mujer que estaba a su lado era una mujer hermoso con mucha elegancia pero algo había en ella que la inquietaba y vio como el hombre chasqueo los dedos y siguió sus ojos aquellos y escucho las palabras de la mujer.
E estado peor y si no fuera por que mi cuerpo me lo confirmara pensara que es un mal sueño….
Aun aturdida.
Donde estoy y que quieren conmigo?
Sabia que algo habia que era lo que deseaba saber el por que de todo eso.
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Son las cosas que nos han robado con esta basura de registro. Las pequeñas cosas que nos hacen quienes somos.
- Ah, pero la verdadera pregunta es "qué es lo que quiero de ti", y eso te lo puedo responder con facilidad. No hay nada más placentero que responder a una mente curiosa. - Doctor, por favor, el tiempo. - Hace algún tiempo conocí a un ser encantador surgido de las profundidades del peor de los infiernos. Un ser que me fascinó y que me ofreció todo cuanto quise... excepto una cosa: quería experimentar con ella. Cada vez que se presentaba ante mis ojos me ahogaba en una bilis surrealista de deliciosa curiosidad por saber de qué estaba hecho su cuerpo, de conocer cada célula que lo componía, cuales serían sus factores de potenciación y cuales la debilitarían. Quería abrirla en dos, separar sus huesos, catalogarlos, pesar sus órganos y volver a coserla una y otra y otra vez... Pero como la arena del tiempo se me escapó entre los dedos de las manos y ahora, oh ahora... tengo un ejemplar parcial de aquella mujer en mi mesa: tú, querida, harás que mi sueño se haga realidad. Qué suerte la mía que tuviera una hija que compartiera parte de sus genes. - Doctor... el - tiem - po. - volvió a recordarle con mayor insistencia la mujer de negro. - El tiempo querida, se esfumó en el preciso momento que trajiste a ésta preciosa criatura.
La mujer encogió un hombro, quitándole toda la emergencia que quiso dipositar en su aviso. Vio que nada sacaría en recordarle al doctor su trato, y supuso que así serían las cosas hasta el final del mismo.
- Bien pues, comencemos - sugirió el doctor.
El doctor cogió un bisturí y un cronómetro, y al mismo tiempo que pulsaba el botón del aparato, la hoja afilada se movía en una dirección recta desde el hombro hasta el inicio del codo, cortando piel, grasa y carne del brazo de May. Rápidamente la sangre brotó con rapidez, manchando de rojo toda su extremidad y esparciéndose por la plana superficie metálica. Ésta estaba preparada para drenar cualquier líquido que se esparciera por ella, conduciendo la sangre en descendencia hacia tres agujeros dispuestos a lo largo de la mesa con tres cubos bajo cada uno. El doctor no iba a desperdiciar nada de aquel cuerpo, ni siquiera la sangre derramada.
- Establecida apertura. Iniciada la cuenta atrás para la regeneración. Incisión profunda. - El doctor dejó en una mesa cercana el cronómetro y a continuación cogió una jeringuilla para inyectársela en el brazo herido de May. - Ésto evitará que te desangres y mueras. No quisiera que éste momento acabara tan pronto. Esperemos que tu cuerpo no rechace un anticoagulante - sonrió el doctor. Después hizo lo mismo: cogió otro cronómetro, el mismo bisturí y fue directo hacia el otro brazo haciendo casi el mismo procedimiento: activó el cronómetro, trazó una línea recta pero ésta vez más corta, hizo otra perpendicular, otra paralela y una cuarta perpendicular, "dibujando" un cuadrado en el brazo de May. Después, y con pulso clínico levantó parte de la piel y la carne y pasó el bisturí por debajo, cortando, cortando y cortando hasta que extrajo un trozo de su extremidad. La depositó en lo que parecía ser un táper, lo cerró y lo etiquetó.
La mujer de negro permanecía impávida ante lo que estaba haciendo el doctor. No le importaba el experimento. No le importaba la mujer. No le importaba el doctor. Tan sólo contaba el tiempo de su contrato. Tic tac, tic tac.
May sheen woo DC Universe
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Cuándo pudo entender sus razones algo terrible sabía qué vendría con todo aquello recordaba las horribles y macabras investigaciones qué vio su madre dé parte dé científicos nazis y luego dé los qué vio por parte dé los soviéticos en la guerra fría, con cada palabra y cada dicho su situación estaba clara era un conejillo dé indias en manos dé un científico enfermó por su curiosidad.
sufriría ahora por saciar aquella curiosidad dé aquél ser enfermó y eso le hacia tener miedo dé qué era capaz por saciar su curiosidad y ahora todo quedaba en manos dé un lunático, Él dolor estaba por comenzar y sus ojos estaban paralizados por él miedo y él pánico.
Pudo ver él horrible bisturí y sentir cómo él objeto cortaba la piel la horrible sensación dé el bisturí atravesando la piel la grasa y su carné él dolor era terrible y la sangré caía Del corté mientras sentía cómo éste avanzaba dé su hombro a su codo, sé hizo lento y interminable y la sangré sintió cómo está bañaba su brazo y su dolor sé reflejaba en su rostro y apretaba sus dientes pero no gritaba iba a resistir todo lo qué podía dé hacerlo.
Una inyección dé algo para prolongar su conejillo dé indias y volvió a repetir él procesó pero haciéndolo a un peor mientras sentía él bisturí abriéndose pasó entré la carné y la piel pero sentía cómo un corte era usado para extraer un pedazo dé su carne un trozo qué salió dé su ser, la sangre cubría su cuerpo hubiera sufrido menos si ella hubiese sido golpeada o los cortes dé una katana las lágrimas caian por él dolor y su odio por sufrir eso.
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- Doctor, modérese: está haciendo llorar a un niña. - No digas estupideces, mujer. Ésta mujer ya no se puede considerar una niña. Despójese de cualquier sentimentalismo: ésto es ciencia.
La mujer miró para otra parte con ojos de indiferencia y se encogió de hombros, decidiendo apartar su atención de la mesa y dedicarla única y exclusivamente a su reloj. Aquel hombre le resultaba de lo más básico, insoportable y aburrido. Pero habían hecho un pacto, y tendría que cumplirlo hasta el final. El doctor por su parte se quedó observando las heridas que había infligido, anotando en un cuaderno que iba manchando de sangre al escribir el tiempo que marcaba el cronómetro. Su tasa de regeneración era fascinante, pero el doctor sabía que no se debía a su madre sino más bien a su padre y al gen-X. Había nacido mutante, eso lo sabía gracias al estudio previo que le encomendó a la mujer de negro, pero albergaba la esperanza de encontrar otra cosa que saciara su curiosidad.
- Pasemos al siguiente nivel. - El hombre se acercó a una estantería oculta en las sombras y volvió con una probeta que contenía un líquido humente y verde. Lo llevaba con extrema precaución, sujeto por unas tenazas de metal. - Experimento con fase dos: regeneración. - Sin aviso alguno, inclinó el contenido del frasco sobre la pierna de May, entre la rodilla y el pie. Con las primeras gotas la piel se quemó al instante, supurando un sonido característico al freírse un huevo o calentando el aceite en una sartén. Terminó de echarle todo el líquido y observó como la carne se quemaba y se abría un agujero en ésta que traspasaba las capas de tejido, de grasa hasta llegar al hueso, y observó como éste también se derretía. Al final, un humeante agujero había crecido en su pierna. La mesa bajo su pierna ardía a causa del residuo, y cada segundo que mantenía la pierna sobre ésta le ardía y le quemaba allá donde su piel entraba en contacto.
Puso otro cronómetro, y luego preparó otro mientras sacaba unas tenazas. Se acercó a la otra pierna, puso las cizallas sobre el dedo gordo del pie y las cerró. No fue un "chas" rápido: las hojas de aquella herramienta estaban algo gastadas, y el doctor tuvo que apretar y apretar, cortando carne, hueso y cartílago hasta que separó del todo el dedo del pie. Activó el segundo cronómetro y se apartó del pie.
- Ahora llega mi parte favorita: exploración cererbral - canturreó el doctor, con una sonrisa desquiciada en su rostro.
May sheen woo DC Universe
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Por kami que nunca sintió un odio tan grande en su ser contra alguien como en aquel momento despreciaba a su padre pero no pasaba más de un mero odio matarlo nunca había pasado por su mente hacerle algo y tenía motivos para hacerlo realmente cuando casi la violaron por venderla como un pedazo de carne por algo de poder político e influencia.
Mientras la regeneración que tenía la recuperaba del daño solo las ideas más macabras se cruzaban de apoco en su mente y dirigidas a un solo sujeto ese bastardo frente suyo mientras intentaba no dejarse dominar por eso cosa que no era casi posible el muy maldito tenía otra prueba, pudo verlo venir con algo que no auguraba nada bueno y lo sintió como aquel calor quemaba su piel su tejido y su carne y lo peor el hueso era un dolor a un peor que el primero sentía como se derretía todo lo que tocaba.
Ya perdiendo cualquier control que pudiera tener sus ojos reflejaban un odio como pocas veces pudo verse sus ojos solo bastaban para freír a alguien con la ira mientras el desquiciado que le hacía daño decidió cercenar uno de sus dedos con unas tijeras que realmente con la variedad de dolores que estaba sufriendo solo faltaba un cercenamiento, corto el dedo con una forma que parecía adrede para causar el mayor dolor posible el traspaso de la capa de piel grasa y demás para luego cortarlo del todo que más bien parecía arrancarlo por como lo hizo.
Pero luego lo oyó como vendría a un peor mientras se mordía el labio haciéndolo sangrar solo tenía luego de sobrevivir que es lo que haría matar a ese infeliz pero no rápido sino lento y doloroso y por kami que lo haría ya le daba igual a la mierda no toda la vida era valiosa de algunos como la de ese bastardo merecían ser tomadas de la forma más horrible posible.
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El doctor estaba eufórico. Tarareaba con ánimo y alegría la música que salía del gramófono, dirigiendo una orquesta imaginaria con los dedos como batuta. Se alejó de su conejita, hurgó entre su material y sus herramientas para volver armado con una sierra mecánica. La cuchilla circular dentada estaba limpia y al accionarla sonaba a la perfección. Estaban claras cuales eran sus intenciones tras su último comentario, y cuando se acercó a May se la quedó mirando a los ojos un momento, sonrió y se le acercó con la misma familiaridad que tendría si la mutante fuera un cachorrito.
- Oh vaya. ¡Fíjate! Su mirada está cargada de odio. ¡Ha llorado, a gritado, y ahora le queda el odio! Agárrate con fuerza a éste odio todo cuanto quieras pero de aquí ya no saldrás de una pieza.
Cloe guardó el reloj en su bolsillo y se apeó de la pared donde estaba apoyada.
- Se terminó mi tiempo, doctor. Yo ya me marcho. - ¿Ya? ¿Tan pronto? Si ahora es cuando empieza le mejor. - Tengo mejores cosas que hacer que ver a un viejo acabado destripar a una china. Para eso busco una película de terror mala y la veo con palomitas.
El doctor la fulminó con la mirada, claramente ofendido. Cloe sin embargo no le hizo caso, y con sus elegantes andares sus tacones resonaron por la sala hasta que desapareció en las sombras. Se escuchó una puerta abrirse y cerrarse, y la mujer jamás volvió.
- Pffff, maldito cerebro de guisante... zorra estúpida y desconsiderada... Puta, puta ¡PUTA! - El doctor inspiró con fuerza, tratando de relajarse. Exhaló, abrió los ojos y dibujó una sonrisa lobuna a May. - Sigamos. Sigamos si, sigamos.
La sierra cobró vida. Vibraba en las manos del doctor. Éste empezó a sudar de la excitación. Las heridas de sus brazos y sus piernas no se habían cerrado y el dolor aun era palpable. Y aún sin haberla tocado con la cuchilla May podía hacerse una idea de lo que se avecinaba. Era tan sólo una idea. Sólo una idea. La realidad sería mucho peor. La hoja acarició la piel de su frente. El dolor fue constante cada vez que los dientes de la sierra cortaban y desgarraban su frente. El doctor no se detuvo en la piel y quiso seguir, llegando hasta el cráneo. El sonido era atronador dentro de su cabeza y el dolor, indescriptible. Iba a abrir su cráneo para así poder examinar su cerebro. No iba a salir de ahí con vida. No vería un nuevo amanecer. No llegaría a vieja. Se quedaría en aquel momento, eternamente, cubierta con un manto de odio, agonía y dolor.
Y entonces la pared se vino abajo.
Una explosión controlada hizo un agujero en la pared donde se apoyaba Cloe, y varias linternas enfocaron al doctor loco. Éste se sobresaltó, levantando las manos y girándose hacia los haces de luz.
- ¡BPRD! ¡Suelte el arma y arriba las manos!
El doctor no sabía qué estaba pasando. Miró a un lado y a otro y una idea pasó por su cabeza: iban a quitarle su conejito. Iban a dejar su mesa despejada. Le iban a dejar con la curiosidad raspando su vientre y quemando su cerebro. No podía permitirles hacer eso. ¡No podía! Con un grito desesperado se lanzó contra los agentes del BPRD, blandiendo la hoja arriba y abajo. Los agentes abrieron fuego cuando el doctor hizo caso omiso de sus advertencias y se acercó peligrosamente. Una lluvia de balas le perforaron el cráneo y el tórax, y cayó al suelo llevándose consigo los dedos del pie del agente más cercano. Éste gritó de dolor y se agarró el pie con fuerza.
- ¡Despejado! ¡Que entren los médicos!
Un grupo de paramédicos entraron en ese instante, rodeando la camilla donde estaba May. Uno de ellos se detuvo para auxiliar a su compañero herido.
- Santo dios... - comentó uno de los hombres que rodeaban a la mutante. Uno sintió arcadas y tuvo que apartarse para poder desahogarse. Rápidamente abrieron sus ataduras y trataron sus heridas lo mejor que pudieron para poder llevarla con menor riesgo a un hospital.
- ¿Algún rastro de la mujer? - preguntó uno de los agentes. - Negativo. - Está bien.
Pero nada estaba bien. May no estaba bien. Había sufrido un calvario y aún sufriría más mientras sus heridas se cerraban y se curaban. Los cortes eran una cosa pero el ácido... y no podían darle ningún tipo de calmante debido a su naturaleza.
Y el centro de su odio estaba frente a sus ojos, tendido en el suelo, muerto sobre un charco de su propia sangre.
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Algunos momentos dé irá qué había sufrido eran pocos y nada ahora él odió y la rabia consumían con fuego todo su ser sólo deseaba arrancarle la garganta con sus propias manos antes dé arrancarle las extremidades una por una una sin detenerse sólo para ver cómo agonizaba, lo vio venir con una sonrisa juraba a los dioses del cielo qué sí moría allí volvería del cielo para llevar a ése cretino al infierno con él mismo para entregarlo al mismo juez del infierno y arrastrarlo hasta su lugar dé condenación.
Aquélla mujer qué estaba allí no le importaba en lo absoluto sólo quería matarlo a él.
Aquélla macabra sierra podía significar sólo una cosa él muy bastardo usaría ésa maldita cosa en ella y todavía cada uno de los pequeños juegos del muy bastardo tenía un dolor tan horrendo qué sólo era un combustible para alimentar su ira y odió.
La sierra tocó su frente y comenzó a moverse dé manera continúa sentía él peor dolor dé todos él frío metal comiendo y desgarrando fue haciendo eco dentro dé su cabeza esto ya no lo podía soportar la muerte dé ésa forma era una agonia horrible su deseo era qué dé una vez él muy bastardo termine con ella, por su mente hubiese preferido morir dé modo rápido o ser abusada por hombres qué sufrir eso qué pasaba su fin estaba cerca con su vista cubierta por la sangre sus ojos estaban bañados dé su propia sangré.
Pero algo ocurrió un tumulto qué sé hizo y luego dé un momento pudo comprender qué llegaron en su auxilió y el maldito murió bajó una lluvia dé balas era algo qué si bien no esperaba estaba a salvó, sintió cómo la atendían pero su cuerpo estaba muy dañado tardaría semanas en regenerar sus daños pero algo sé movió dentro dé ella él odió y la rabia estaban consumiendo cada parte dé su ser no lo sabía pero había caído en su lado oscuro su parte malvada había tomado control dé ella.
Su odió y instinto la habían atrapado sus ojos estaban cambiados cómo un depredador sediento dé cazar sólo sé arrepentía dé no haber matado al bastardo con sus manos pero algo cambio en ella y sé vería dé ahora en más en su ser.