[Omega] ¿Vienes en son de paz? (Zoey Wills) [31/08/2018]

La mutante miró al cielo estrellado, y se quedó como un patito cuando le cuentan de qué está hecho el paté: las estrellas habían desaparecido tras un mar de nubes y luces. A tomar vientos la orientación.

- Zoey, ¿ande tas metío?

Cuando te advierten de que, por tu propia seguridad no te quedes dormido en el transporte público deberías hacerles caso. No es porque te puedan robar las cosas mientras viajas, que también, ni porque al tío de al lado le molesten tus ronquidos y puedas despertarte con un ojo hinchado y morado con tendencias a dolerte todo el jodido día. Se te advierte para que no te pierdas la parada en la que te tienes que bajar, te cagues en todo por tu despiste, te entre la ansiedad, te gastes dinero de más para poder quedarte a dormir si ya es demasiado tarde o pagar de más por otro billete y volver para atrás.
Todo un dolor de cabeza impresionante por una cabezadita que te echas.
En el caso de Zoey... bueno, ha sido incluso cómico si lo miras desde una perspectiva objetiva y sin ser la propia Zoey. Encontrar un lugar para dormir en Nueva York sin que te digan nada es más difícil de lo que uno se piensa. Los polis se aburren mucho por la noche y los que les toca patrullas a veces se dan de graciosos yendo a incordiar a la chica que está durmiendo en un banco porque los mejores sitios ya están pillados.
Ahora pon que te pasas por un lugar donde hay varios cubículos con paredes, techo y donde nadie irá a molestarte. El sitio ideal, ¿verdad? Pues ahora ponle ruedas, raíles, una estación donde la gente paga para subirse al tren y ponlo todo en marcha. ¿El resultado? Despertarte en una ciudad que no es la tuya. Qué gracioso, ¿verdad?

Si Zoey supiera leer hubiera sabido que estaba en Gotham, pero como no era el caso era un lugar que no salía en su pequeño y reducido mapa mental del nuevo universo. ¿Estaba cerca de Nueva York? ¿Lejos? ¿Podría volver andando? ¿Iba a tener que volver a subirse a uno de esos cubículos mágicos? Demasiadas preguntas para una cabeza alborotada como la suya.
A causa de su pequeño problema la mutante se vio obligada a abandonar las calles principales por la ingente multitud de personas que iban y venían por las aceras, los coches, tanto ruido... No era como Nueva York pero aun así hacía que el corazón de Zoey se acelerase por momentos, agarrándose con fuerza a su bastón. Se la quedaron mirando varias veces a causa de su aspecto e incluso hubo uno que le hizo una foto con el móvil. Zoey casi le parte la cabeza por el repentino fogonazo de luz. Por suerte para el chaval el incidente sólo se quedó en eso, un susto.

Metida en aquel callejón, Zoey intentaba poner sus ideas en orden cuando de repente apareció una figura encapuchada, que llevaba una máscara, capa y... ¿mallas? La alarma dentro de Zoey se activó: mallas, máscara y capa solía indicar o bien un héroe o bien un villano, y ni uno ni lo otro era bienvenido en Zoeysville, así que en cuanto la vio, se puso en guardia, apuntándola con el bastón.

- Iso dipende de ti. ¿Vas aaaaaaser toas esas cosas aquí? ¿A Zoey? Ni taserques a Zoey o ti da un vuelco la cabeza y te deja cun los ojos in de culo y tase volar con la patiya coja, ¡Ti avisa!

Estaba claro que la presencia de la muchacha no le hacía mucha gracia a la mutante.

Zoey afianzó su posición defensiva dando dos pasos hacia atrás y uno lateral para tener mejor posición frente a la vigilante cuando ésta inició su respuesta dentro de su conversación. No se preparó para defenderse/atacarla porque hiciera algún gesto innecesario o peligroso, no. Más bien fue por el tono y la forma con que empezó a hablarle a la mutante.
Desde que ésta llegó a éste nuevo universo se había encontrado con varias personas que, tras abrir la boca la mutante cambiaban sus palabras, sus gestos, su tono, su forma de comunicarse, y eso era lo peor que podían hacer, porque al final la pelogris se sentía ofendida, como si la estuvieran tratando como una idiota o como alguien a quien hay que echarle a comer a parte. ¡Ella no era la rara! ¡ELLOS eran los raros! Todo, claro, visto desde el punto de vista de Zoey.

El concepto que tenía Zoey por "casa" se quedaba algo lejos de cómo lo había expuesto la mujer del traje lila. Unas cuantas tuercas se pusieron en marcha dentro del cráneo mutante hasta llegar a una conclusión que tal vez no fuera la acertada, pero según su experiencia, tal vez era la más cercana.

- ¿Tas disendo a Zoey que toa la siudá es tuya? ¿Que tu fases de jefa de la siudá? - tras lo cual se puso aun más rígida si cabía, mostrando entonces los dientes. - ¡Tonses tas pipiyando la siudá! ¡Tos los héroes y viyanos fois lu mismo! Si pensas que Zoey hará lu que tu digas...

La conversación se estaba yendo por la tangente, alejándose más y más de lo que vendría a ser un encuentro pacífico entre dos personas. Zoey se sentía más amenazada con cada palabra que le decía la encapuchada (según su entendimiento) y estaba a punto de saltarle a la cara cuando le habló de comida.
Aquí, allí, allá, más para allá y en cualquier tipo de universo, ofrecer comida siempre SIEMPRE era un signo de buena recepción y de agradecer.
Las alarmas en la cabeza de la mutante se apagaron de golpe. Parpadeó varias veces y su semblante se relajó a tal punto que incluso se le dibujó una sonrisa en la boca. Lo que hace la comida...

- ¡Fale! - exclamó Zoey, bajando el bastón y acercándose unos pocos pasos a la mujer de lila. Pero entonces la duda volvió a asomar en sus ojos, y con una expresión de duda examinó a la mujer, rodeándola mientras la miraba de arriba a abajo, subiendo su capa usando su bastón. - No paeses ni héroe ni viyana, peo tas pesto lu mismo qui se pondría una desas. Tonses, ¿qué eres? ¿Quies que te zurren uno desos por ir vestío igual queyos?

Aquella chica era rara, muy muy rara, y en la misma medida, sincera. Hasta el momento nadie le había respondido de esa manera a una pregunta tan complicada por su subterfugio: ¿por qué vistes como uno de ellos? En Hueco se había encontrado con gente que lo hacía, que llevaba ropas parecidas a las mallas o capas para parecerse a los héroes y cuando se les preguntaban siempre decían algo como "quiero salvar el mundo". Zoey aprendió de su "familia" que aquella pregunta tenía truco. La mayoría que respondían algo similar, si se les dejaba espacio terminaban hablando de más y era entonces cuando se descubría que eran seguidores, que eran sectarios abrumados por el poder de aquellos que habían destruido su mundo y que al final querían ser uno de ellos. Eso implicaba que a la larga podrían convertirse en un peligro como lo eran los grupos de saqueadores, atacando al resto de los supervivientes para quitarles todo lo suyo. Los sectarios, los seguidores, los adoradores... les llamaran como les llamaran todos eran lo mismo y hacían lo mismo: cometían actos atroces en nombre de aquel a quien seguían y en poco tiempo su número aumentó.
Zoey aprendió de su "familia" aquel pequeño truco y como lidiar con los futuros seguidores. Los muertos no pueden hacerte ningún daño.

Esa chica parecía ser totalmente distinta. No daba la sensación de estar bajo la influencia de algún gran poder ni ser una devota de algún gran héroe. Si no ya lo habría dicho (o eso pensaba Zoey). Tal como lo dijo, era una chica normal y corriente que quería ayudar a los demás. A la mutante le gustó escuchar eso. En Hueco pocos quedan que quieran proteger a los suyos y ayudar sin esperar nada a cambio. Zoey es una de esas personas y encontrarse con alguien semejante siempre es motivo de alegría. Habían empezado con muy mal pie, pero el concepto de la encapuchada cambió radicalmente para la pelogris.
Además, le iba a invitar a comer. Todo lo demás empequeñece delante de una invitación a comer.

- Zoey... intiende. Yevas lo traje pa que te dé fuerzas, pa que tu voluntá no sidesmorone en mumentos tensos y pueas faser lo que quieras faser pa ayudar los demás, ¿no? Sis asín tonces Zoey lintiende. Es como yevá un arma unque sea un arma que no faga daño. Simpelente quies yevarla contigo pamedrentá lus qui tatacan de quién pues yegar a ser, unque solo sea todo trola. Peo tu ti sientes bien... Si, Zoey cree entenderte. - La mutante sonrió de oreja a oreja. Si, cada vez le gustaba más aquella chica. Luego se colgó el bastón a la espalda y le enseñó la mano. - ¿Como tia de yamar Zoey?
>>Pues... ¡CARNE! Carne siempe es uena. La carne aquí la tratan mu bien y ta mu rica. Zoey no sabe ande si pue ir a comé peo Zoey ti seguirá si linvitas a comé. Y... otra cosa: Zoey ta perdía. Zoey si puso a dormí lotra noxe en una caja norme y al día siguiente sincontró en esta siudá que no conose. ¿Ande tá Zoey? Tú dises que testa es tu siudá y la di otros. ¿Ande tá Zoey?

Tan buen punto parecía que comprendía a la susodicha Spoiler y, al cabo de unos segundos se volvía a perder. ¿Que aquí nadie usaba su verdadero nombre porque era peligroso? ¿Cómo podía ser peligroso tu propio nombre? Zoey se quedó patidifusa, intentando descubrir por si misma el por qué de aquella... tontería. Un nombre es un nombre, ni más ni menos. La forma en la que te llaman los demás, con la que obtienes una identidad. Sin su nombre Zoey no podría referirse a si misma sin terminar teniendo una embolia cerebral.
La cabeza de la mutante hizo un gran esfuerzo cuando su mente trató de sumar dos y dos tratando que no le saliera "miércoles" como resultado al unir lo del nombre con el hecho de disfrazarse. Su cara pasó de la confusión a una representación gráfica de la expresión "¡Eureka!".

- No susan lus nombres di verdá poque talves siusaras lu nombre de verdá los malos ieran a por ti en tu casa de verdá y uscando tu fimilia y cosas asín, ¿verdá? Zoey cree comprendé mehó iste lugá. Es un poco paesío al lugá dande viene Zoey. - En Hueco, saber el nombre de alguien o su mote bastaba para preguntar por ahí y trazar un rastro hasta encontrarlo, normalmente con resultados mortales. Al parecer había cosas en éste universo que eran iguales que en el suyo.

La mutante asintió cuando le pidió que la siguiera, y volvió a asentir cuando le pidió tiempo para cambiarse. La imagen de poder llevarse un buen bocado al estómago hacía brillar sus claros ojos y dibujar una sonrisa infantil en su cara. Casi parecía rejuvenecer o aparentar la edad que realmente tenía. Si tuviera una mutación que le permitiera hacer ilusiones aparecería una ristra de comida dando vueltas alrededor de su cabeza al son de la música al más puro estilo Obélix.
Spoiler sacó entonces uno de esos aparatejos tan extraños donde al parecer las personas de aquel universo guardaban sus mapas. Zoey seguía sin entender cómo lo hacían para que se ensancharan tanto y se hicieran tan pequeños con un simple movimiento de sus dedos en una cajita tan pequeña. Casi... bueno no: parecía magia.

La mutante saltó cuando Spoiler nombró Nueva York. Si hubiera sido más pequeña se habría metido de lleno dentro del mapa con la esperanza de caer en la ciudad.

- ¡ISA ISA! ¡Nova Yok! ¡Nova Yok! Zoey vine di Nova Yok. Si subió dentro duna caja gande y luego no sabía ande taba. Bujería o argo asín poque Zoey no sisplica cómo puo pasar. Intonses, ¿yevarás a Zoey a darse un tracón y luego layudarás a volvé a Nova Yok?

- ¡BIEEEN! ¡COMÍA! A Zoey lencanta comé. ¿Ubrá tambié focata en suelo y tambié estorias? Ande Zoey vivía si contaban muxas estorias mentras se comía, poque asín los júvenes podían apendé cómo era el mundo di fuera. Aemás, hubía estorias divertías ente eyas. Mientas comamos, Zoey ti pué contá algunas estorias mu divertías, como la dil bixo de tes cabesas que saogó con su popio eucto o la pimea ves que Zoey tuvo con un xico. Iso fué mu divertío pa Zoey... No pal xico qui si puso a yorar peo ueno, fue divirtio. ¡Luego ti cuenta Zoey!

La estaba aceptando. La mutante acababa de expresarse como lo haría con un miembro de su familia, de su grupo, aceptando a la encapuchada como una más dentro de su grupo. Ya no se sentía incómoda estando a su lado, ni temía el contacto con aquella chica. Aceptar a una persona para Zoey era un paso tremendamente importante y por ello, frágil. Esa cara risueña podía esconder muchos traumas y con un simple roce un encuentro agradable como aquel podía convertirse en todo un infierno para la pelogris. Por supuesto la vigilante no lo sabía como la gran mayoría de las personas que se habían topado con Zoey. No era algo que contar ni airear.
Con la promesa de una inminente cena, Zoey se acercó a Spoiler y le rodeó un brazo con el suyo, enseñándole los dientes con una agradable sonrisa.

- ¡A COMÉ! - gritó a pleno pulmón, señalando algún punto en la lejanía, esperando que Spoiler le indicara el paso.

El grito debió ser bastante fuerte porque al poco rato se les cruzó un hombre con cara de rapaz, nariz aguileña y con una gabardina que le cubría todo el cuerpo hasta por encima de las rodillas. Lo más característico de aquel hombre, además de su mirada penetrante y su cabeza con cuatro cabellos mal colocados y llenos de grasa eran sus piernas, totalmente desnudas y con chanclas en los pies.

- Eh chicas - y antes de que una de ellas pudiera decir un "qué", el hombre se descubrió el cuerpo abriendo la gabardina ante ellas. Zoey abrió los ojos como platos por la sorpresa. - ¿Queréis un rólex?

El hombre de la gabardina (el cual no iba desnudo debajo, gracias a dios) les estaba enseñando un catálogo extenso de relojes de pulsera algo anticuados por el año en el que estaban pero que relucían igual de bien. Zoey estaba petrificada más por el acercamiento de aquel hombre sin que le diera permiso que por otra cosa. Y sin darse cuenta su mano voló hasta coger uno de los relojes y metérselo en un bolsillo. ¿Alguien le había hablado sobre el intercambio entre dinero y mercancía? Si. ¿Se acordaba? No en ese momento... espera... espera que parece que empezaba a reaccionar. Un ojo se le cerraba y abría rápidamente.
Volvió a meter la mano en el bolsillo.
Sacó el reloj.
Se lo tiró a la cara del hombre con un repentino grito.
El hombre no sabía dónde meterse. Zoey no sabía dónde meterse. El gato que estaba buscando comida en un cubo de basura un poco más a lo lejos sí sabía donde meterse: dentro del cubo que olía a peperoni y queso.

Seguramente el rolejazo de Zoey fue la causa de que no les sacara la navaja, o que no tenía suficiente dinero para comprarse una navaja decente y por eso estaba vendiendo relojes robados en la calle que ya nadie quería, para comprarse una navaja de verdad y atracar de verdad a la gente. Fuera por lo que fuera el hombre de los relojes tan sólo mostró una cara (con un corte en la nariz) atónita, cogió el papel que le tendió Spoiler, lo leyó y simplemente se fue. Así terminó el episodio con el relojero ambulante.

Por su parte, Zoey seguía tan quieta como una estatua, si no fuera por el ligero temblor de su labio inferior. Sus ojos siguieron al hombre hasta que desapareció de nuevo entre las calles de Gotham. Luego bajaron hacia donde estaba el reloj del hombre que no había cogido. Las piezas se caían de la mano de Steph, lo cual indicaba lo falsos que eran sus relojes y lo mal montados que estaban.
En un acto reflejo, Zoey mandó su esencia hacia las piezas sueltas del reloj y de su propio cuerpo. Éstas empezaron a moverse como si tuvieran vida propia, incluso la parte de la correa y el cuerpo principal. En la mano de Steph se montó un bichito de parecido a una serpiente usando la correa, sólo que con varias ruedas que habían sido los engranajes del reloj y la cabeza era el disco, con la parte de cristal por arriba.

- Oa bixito... Bixito bonico...

Allí estaba de nuevo, usando ese truco para sentirse mejor, para salir de su estado de estupor y volver a la normalidad. Cuando tienes los problemas que ella tiene y el contacto con otras personas se ve mermado, lo único que te queda es crearte una nueva familia con algo que no te recuerde a las personas. Para Zoey, su pequeña familia que nunca la abandonaban eran esas cosas que montaba ella misma y las usaba como marionetas. Era consciente que carecían de vida propia y que si dejara de usar sus poderes mutantes volverían a ser objetos rotos y partes sueltas de otros mecanismos. Quizás justamente por tener ella el control le sentara tan bien aquella terapia improvisada.
La mutante volvió en si, y sus ojos viraron hacia su compañera la vigilante. De repente se sintió fatal por haberla ignorado de aquella manera después de ofrecerle un banquete y devolverla a Nueva York.

- Zoey lu siente. Avices Zoey munta istos bixos pa sentise mejó. Sempre son muy uenos con Zoey poque Zoey quiere qui sean uenos. - Zoey extiende la mano y la serpiente reloj se desliza hasta su palma, sube por su brazo y se queda en su hombro. - No tan vivos. Son como muniecos con ilos. ¿Mayonetas? Se, como mayonetas.

El estruendo del estómago de Zoey cortó todos sus pensamientos. Menudo dolor más punzante. ¿Tanta hambre tenía? Madre mía, si casi se doblaba por la mitad.

- ¿Fata muxo pa yegá ande ta la comía?

No faltó mucho. Aquella noche Zoey comió el mejor chuletón de toda su vida, tras lo cual Spoiler, haciendo su buena obra de la noche la ayudó a volver a Nueva York. Gotham quedó como un sitio raro para la mutante, entre algo bueno (la comida y Spoiler) y algo malo.

¿Volvería alguna vez? El tiempo lo diría. El tiempo, y el destino.