[Omega] Dumb ways to die (Kara Zor-el) [28-09-2018]

Hay noches en las que lo único que quieres es que alguien te mire a los ojos, te sonría y te diga "todo va a ir bien, no te preocupes, toma esta mantita de shock y este gofre recién hecho y vete a casa a descansar".
Lo peor de todo es que, siendo como era Gotham, probablemente en lugar de aceptarlo y volver a casa a una hora decente, sospecharía de que alguien fuera tan amable y le regalara cosas y volvería a ponerse a pegar golpes a diestro y siniestro en esa especie de bucle en el que caía noche tras noche.
Esa era, obviamente, una de esas noches.
Ella seguía empeñada en encontrar pistas y modos de arreglarlo todo, volver a su mundo y que todo fuera como antes, le daba igual lo que le dijera todo el mundo, le daba igual que nadie creyera que era posible, le daba igual que fuera imposible porque no se había rendido nunca y por eso cada vez que volvía a tener el menos atisbo de pista volvía a dejarlo todo y a meterse a fondo en aquella investigación que, si no le reportaba ningún beneficio, al menos le reportaba esperanza y para Steph eso era muy importante.

De ahí que aunque estuviera a punto de amanecer ella siguiera en camino a una nave industrial abandonada cerca de Metrópolis (DE METRÓPOLIS, SE HABÍA TENIDO QUE IR HASTA ALLÁ), donde según las pistas que llevaba toda la noche siguiendo se reunía un culto neopagano que tenía información sobre la colisión de mundos. Era como el quinto culto extraño que investigaba sin éxito, pero eso, las asociaciones raras y los charlatanes y hechiceros de medio pelo eran los únicos que parecían tener ningún tipo de interés o información al respecto.
Lo cual decía muy poco a su favor, pero no era momento de pensar en eso, era momento de pensar en salvar el mundo.
(se repetía demasiado a menudo esa frase)

Aparcó un poco lejos porque si iba a haber luz pronto no quería tener la moto a simple vista (no es como si ahora pudiera permitirse ser negligente con el tema, no tenía dinero casi ni para llenarle el depósito) y se escabulló por las sombras hasta el almacen. Se coló por un agujero que el óxido había hecho cerca del techo y se encaramó como pudo a una plataforma.


Joven se cuela en una nave industrial abandonada lo que ocurrió a continuación te sorprenderá. Dioses, Steph, pasas demasiado tiempo en internet.

Pero la verdad es que lo que vio sí que era sorprendente. Veinte o treinta personas se arremolinaban allí abajo, todas llevaban túnicas rojas con ribetes dorados y parecían haber acabado la reunión, porque hablaban entre ellas tranquilamente y se repartían por toda la zona iluminada de la nave industrial.
Había una especie de altar en el centro, varias sillas repartidas por todo el local y...

-Kara...- murmuró apretando con fuerza la barandilla. En la pared había una lona gigante con el símbolo de Super. Fácilmente habría podido ser el símbolo de Superman, pero ella se había acordado de su amiga.
"Es el símbolo de mi familia, no tiene nada que ver con supernada" recordaba a Kara diciéndole con una sonrisa amable, sonaba entre divertida y exasperada, como cuando tienes que deletrar tu nombre tantas veces en un país extranjero que te lo tomas con humor, pero empiezas a estar harta.

Estaba claro que no iba a conseguir mucha información en ese momento, porque no podía liarse a hostias con toda esa gente, pero quizás más adelante... si llamaba a Jason o invesitgaba a la gente particularmente... Otro modo, seguro.
Se dio la vuelta para irse y un crack bastante fuerte hizo que se quedara muy muy muy quieta.

No, no, no, no y mil millones de veces no.

La plataforma cedió un poquito. Muy probablemente cualquier mal movimiento iba a acabar con ella contra el suelo. Y si no se mataba así, los miembros de esa secta satánica pro supergente acabaría con ella.
Su vida era una gran mierda.

Hasta hace solo siete segundos se encontraba en la cima de uno de los rascacielos mas altos de todo Metrópolis: una construcción de acero y cristal donde el amanecer se reflejaría como en un lago, arrancando destellos de oro que envolverían la ciudad misma, mientras que durante las noches la ciudad reflejaba las luces eléctricas devolviendo un halo argénteo; aquel lugar era, y no solo por las vistas, precioso: un diminuto y sencillo jardín decorado con flores a cientos de metros sobre el suelo donde a Kara le gustaba acabar las guardias con un café y un donut (el donde y el como conseguía ese café y ese donut, era un secreto, por supuesto: dejemoslo solo en que la primera noche que los empleados de un starbucks cercano llegaron para abrir el local y se encontraron esperando fuera, sentada en el suelo, a una chica con una capa roja, fliparon un poco; un poco bastante) antes de volar a su piso en Gotham para prepararse para intentar acudir a la universidad: a veces conseguía llegar a las clases y romper su récord de faltas de asistencia y otras tantas veces, tenía que volver a ponerse el traje; aunque el crimen nunca descansaba, el muy puñetero tampoco dejaba descansar.

Había estado a punto de darle un mordisco a su donut recubierto de chocolate y de unas cositas rosas con forma de lacitos que sabían a chocolate y a rosa (¡sí, sabían a rosa! ¡a la flor no, al color!) cuando escuchó aquel. . . — Kara... — . . .nombre. Podía contar con los dedos de las manos al numero total de personas que conocían su nombre, superheroes o no, y ninguna debería estar en Metrópolis en aquel momento.

(Kara a la escucha. ¿Has dicho Kara? ¿No estabas diciendo “esta ropa es muy cara” o “tengo que lavarme la cara”?) Apartó el donut y el café, dejándolos sobre una servilleta de papel mientras se levantaba, ajustándose la chaqueta y entornando un poco la vista. — crack —. Volvió a escucharlo, en esta ocasión algo parecido a un crujido metálico, como el que haría al pisarse algo oxidado. Solo siete segundos después de escuchar el nombre de una chica alienígena que había muerto en un lejano planeta, hace mucho, muchísimo tiempo, Claire Connors dio un paso al frente, precipitándose por el borde del edificio. El aire estalló durante su caída y tembló cuando volvió a ascender desafiando la gravedad, dejando atrás la ciudad hasta empequeñecerla tanto como para esconderla bajo un pulgar. . . tomó aire contemplando las nubes sobre su cabeza y se dejó caer de espaldas, como una gimnasta, dejando que la gravedad hiciese su trabajo mientras ella se limitada a extender sus brazos, equilibrando su caída hasta deslizarse con elegancia y suavidad por el agujero de un desvencijado almacén a las afueras de metrópolis. Cuando al fin atravesó el techo con la elegancia de una nadadora y la sutileza de un colibrí, se le quedó la sangre helada: aquello estaba simplemente mal. Mal a niveles malos. Malo como Gotham de malo.

Ajena a la chica que estaba quieta en la plataforma de metal, ajena incluso a aquel atajo de criminales y maníacos que se habían esforzado en retorcerlo todo para ajustarlo a su demente visión del mundo, la joven de cabellos de oro, capa escarlata y ojos de fuego descendió lentamente como un ángel en el centro de la. . . ¿congregación? . . .ignorando a todos los presentes: lo único, la única cosa que era capaz de mirar era el símbolo de El.

Como descubra. . . - pronunció las palabras poco a poco, con una voz clara y tranquila mientras seguía sin apartar la vista de aquella especie de. . . (¿Altar? ¿Le. . .le han hecho un altar? ¿O es un estandarte? . . . ¿se dan cuenta de que esto es como fundar una maldita religión en torno a una licencia de trafico?) - . . .que le habéis hecho daño a alguien usando como excusa este símbolo. . . - continuó, acercándose paso a paso a aquella bandera, incapaz de mirar en otra dirección. - . . .os voy a poner en circulo, voy a coger la cabeza de cada uno de vosotros, voy a coger al que tenga delante y se la voy a meter por el c. . .

El universo enmudeció en el mismo momento que Supergirl dijo esa palabra: se suponía que Supergirl decía cosas como "primavera", "gatitos", "batido de vainilla", "mariposas" o "colorines", no esas cosas. Lex Luthor levantó la vista del periódico, parpadeando con el gesto de quien entiende que de pronto, las reglas del juego han cambiado aunque no sabe muy bien por que. En el espacio del éter, Brainic apretó inconscientemente sus nalgas, sintiendo un escalofrío. Darkseid apretó sus posaderas contra su trono, sintiéndose mas seguro de esa manera.

Cada segundo que pasaba era como una hora pero aun así sus pensamientos no parecían llegar a buen puerto lo bastante rápido, se planteó sacar el gancho para lanzarlo a alguna de las vigas y no caer cuando se hundiera la plataforma, pero lo descartó porque las posibilidades de que esas vigas aguantaran su peso y no se desmoronaran matándola a ella y a todos los presentes era más o menos una entre cinco millones, y no tenía tan buena suerte como para arriesgarse, además las posibilidades de sobrevivir si solo caía la plataforma eran bajas, pero si además le caía el techo encima eran cero.

Luego se planteó llamar a su madre y decirle que sentía mucho haberle mentido y que se iba a morir y esas cosas que se dicen cuando sabes que no te queda mucho de vida, por no decir nada y cuando estaba a punto de sacar el móvil para mandarle un mensaje a Tim y confesarle muchas cosas que se había prometido a si misma que no iba ni a plantearse porque lo había superado todo, una figura entró con una elegancia envidiable en el sitio. Ojalá ella fuera de hacer entradas así, pero lo máximo que conseguía era una caída en seco y con un poco de suerte la capa caía lentamente mientras se levantaba y quedaba tope de guay.
Pero no tenía esa elegancia, ese porte que hizo que se quedara embobada, mirando a la figura, planteándose si tenía suerte o esa entrada acababa de plantear su sentencia de muerte.

Y no fue hasta que pasaron unos segundos que se dio cuenta de a quién tenía delante.
Kara Zor-el, en carne y hueso, vivita y coleando. Su traje había cambiado levemente, así como su aspecto en general pero aun así se le aceleró el corazón y tuvo que reprimir un saltito y un grito de emoción (sobre todo porque si no lo reprimía sus posibilidades de morir muy fuerte aumentaban hasta un 80% y lo de morir se le daba muy mal).

Y entonces habló, y no sabía que podía querer más a su amiga, pero aquellas palabras le hicieron darse cuenta de que sí, la Supergirl era mucho más maravillosa de lo que había esperado y no sabía si era porque esta Supergirl era de otro mundo (esperaba que no, la verdad) o porque Omega la había convertido en una especie de diosa en la Tierra, pero en esos momentos sus impulsos querían que saltara de la plataforma, fuera corriendo y le pidiera un autógrafo (y una brazo ya de paso)

Hubo un murmullo de incomprensión entre la gente del culto, probablemente para ellos escuchar a Supergirl diciendo /eso/ era como ver a Batman haciéndole carantoñas a un cachorrito: totalmente fuera de lugar, pero finalmente alguien con pinta de importante se acercó a Supergirl con aspecto compungido y sin levantar la cabeza.

Desde allí arriba no escuchaba qué decía, pero por su lenguaje corporal estaba intentando disculparse, excusarse, justificarse o algo parecido y no sabía si Supergirl se lo estaba tragando, porque estaba de espaldas y con la capa era difícil estar segura de lo que expresaba su cuerpo... pero parecía tensa. Y Steph no se lo reprochaba, la verdad.

Estaba observando a su ¿amiga? ¿examiga? ¿versión de otra dimensión de su amiga? cuando la plataforma hizo otro CRACK, uno mucho más fuerte al que siguió un sonido chirriante que, si alguien supiera traducir "plataformas metálicas desvencijadas > Humano" equivaldría a una versión muy lastimera de Goodbye my lover.

Steph miró a ambos lados con una mezcla de confusión, miedo y decepción.

-Vaya, menuda mierda-

Pues nada. A morirse. Me habría gustado ser feliz.