Family Reunion (Hellboy, libre (Young Justice)) [02-12-2018]

El Monte Justicia se alzaba orgulloso en las proximidades de la población costera de Happy Harbor. Dentro, en la intimidad y soledad de sus habitaciones, una joven émpata meditaba profundamente.


Su nombre era Raven, y tenía el poder de hacer suyo el dolor ajeno. Pero en los últimos meses no estaba siendo capaz de disiparlo. Permanecía dentro de ella, la hería y podía llegar a matarla.

Había empezado tras las torturas mentales a las que la había sometido la villana Fobia, cuando había perdido el control sobre su mitad demoníaca por primera vez. La Hermandad del Mal la había secuestrado poco después y Fobia había vuelto a torturarla, haciendo que la férrea barrera que había levantado en torno a su lado demoníaco se resquebrajara aún más. En aquella ocasión había perdido el control por segunda vez, y había estado a punto de perderse a sí misma, tanto que, al darse cuenta, había tratado de suicidarse. Sólo Donna había impedido que lo hiciera, ayudándola a recuperar el control.

Pero Donna ya no estaba, había desaparecido junto con la mayoría de amigos que había conocido, y después de la Colisión de Mundos su autocontrol se había vuelto aún más inestable, razón por la cual se veía obligada a meditar de manera casi constante.

Concentrada, atravesó el primer nivel de su ser hasta alcanzar el interior. Allí estaba el muro, oscuro, frío, amenazante...

Llegó hasta él, lo tocó... y, de repente, llamaron a la puerta y salió del trance bruscamente.

Tras el incidente en el Mercado Troll, Arión y Hellboy se habían despedido de Ancel con la promesa de volver a colaborar en un futuro, y el mago atlante, fiel a su promesa, había conducido al demonio rojo hasta la base de la Young Justice en Happy Harbor. Había bastado una breve explicación de Arión junto con sus credenciales de miembro de la Liga de la Justicia para permitir pasar al demonio, no antes de haber explicado los motivos que le habían llevado hasta allí y la necesidad que le obligaba a consultar con Raven. Al fin y al cabo, ¿quién podía saber más sobre Trigón que su propia hija?

Les condujeron hasta la habitación de la joven émpata, y llamaron a la puerta.

- Te espero fuera -dijo Arión, y la puerta se abrió para Hellboy.

Dentro, el ambiente estaba cargado con los olores de los inciensos, un aroma demasiado dulzón para el gusto del demonio, pero que no resultaba del todo desagradable.

La muchacha que aguardaba ante él, sentada descalza en el suelo en la posición del loto y mirándole con total neutralidad sin el menor asomo de sorpresa, miedo o rechazo, no tendría más de 19-20 años, y nada en ella habría podido presagiar que se trataba de la hija del terrorífico Trigón.

Era muy delgada, tanto que se le marcaban los pómulos, el cabello negro le llegaba hasta más allá de la cintura y en su nacimiento formaba un pico pronunciado en cuyo término resplandecía una pequeña gema roja, en el centro de su frente. Los ojos que le miraban con calma, sin la menor alteración ante su aspecto demoníaco, eran de color gris acero.

No dijo nada. Simplemente se quedó quieta, mirándole, en aparente estado de relajación, como si no le tuviera el menor miedo, aguardando a que él hablara.

- Lo sé -dijo con sencillez, sin inmutarse-. Yo veo más allá de las ataduras carnales, Hellboy... puedo ver las raíces mismas del alma, y sé que no hay maldad en ti. También veo que no toda tu alma es demoníaca. Eres medio humano, como yo... ¿verdad?

Arión... Sabía que formaba parte de la Liga de la Justicia y que alguna vez se había pasado por la base, pero no había llegado a interactuar con él. A Raven no se le daban demasiado bien las relaciones sociales y procuraba evitarlas siempre que podía. Además, su experiencia con la Liga de la Justicia no había sido buena, así que prefería no repetir.

Cuando Hellboy le mostró a la joven el símbolo, no hubo en apariencia reacción alguna, al menos no para el ojo inexperto, pero cualquiera que conociera bien a Raven y estuviera habituado a su contención emocional podría detectar el sutil agrandamiento de sus ojos y la manera leve en la que se entreabrieron sus labios. Tratándose de Raven, se trataba de la mayor muestra de sorpresa que uno podría obtener, y ya era bastante, considerando que llevaba horas de meditación ininterrumpida.

Aún así, no dijo nada, y tampoco tocó el símbolo ni abandonó la posición de loto, sino que se limitó a observar fijamente a Hellboy mientras éste le explicaba en dónde lo había encontrado.

En aquél momento se escuchó un golpe en la puerta, y antes de que nadie pudiera hablar para franquear o denegar el acceso, un pequeño tornado de cabello castaño se introdujo en la habitación y comenzó a fisgonearlo todo. Era increíble la velocidad a la que conseguía moverse Bart estando a ritmo normal, hasta el punto que nadie fue capaz de evitar que tirase el esenciero, pero ni siquiera eso logró alterar a Raven, cuya única reacción fue un levísimo suspiro. Bart era un chico muy nervioso que por fuerza tendría que chocar con su carácter y con su necesidad de calma, pero lo cierto era que el castaño le caía bien, pues se trataba de un muchacho noble, con un gran corazón, y desde su llegada a la base había hecho muchos esfuerzos por integrarla y tratarla como a los demás, cosa que no todo el mundo hacía, y tampoco es que ella pusiera facilidades, precisamente.

- No te preocupes, Bart, no pasa nada, tengo muchos esencieros -respondió serenamente la muchacha arrodillándose para recoger los pedazos de cristal y apagar la vela-. ¿Puedes traerme un recogedor y algo para limpiar el aceite que se ha derramado, por favor?

Se puso de pie para dejar los pedazos de cristal sobre la mesa del tocador.

- No, Bart... no es familia de Eddie. Hellboy es medio demonio, como yo, pero no debes temer, pues su alma es buena.

No, la aparición del semidemonio no la había afectado, ni tampoco el destrozo provocado por Bart, pero entonces ocurrió algo que sí la afectó: Wallace.

El pelirrojo se plantó en la puerta de la habitación buscando a Bart, y al verle, durante un instante se quedó sin respiración.

Hacía casi un mes que Wally West había regresado de entre los muertos, y Raven había procurado evitarle todo ese tiempo. No había tenido otra opción; Físicamente era igual que el Wallace de su universo, lo cual ya de por sí le resultaba doloroso, pero no era lo único. El Wallace de su universo la había dejado para empezar a salir con Frances Kane, pero al menos había abandonado el grupo al hacerlo y ella no había tenido que verlo. En cambio, éste se encontraba envuelto en una relación con Artemis Crock, su compañera de equipo, y siempre que estaba cerca de ellos se veía obligada a percibir las intensas emociones de felicidad y amor que emanaban de ellos. El anhelo y el vacío que experimentaba entonces por estar sola y por saber que jamás podría experimentar lo que ellos sentían se hacía más intenso. Y dolía... dolía demasiado. Wally West era el único chico por el que Raven había llegado a sentir algo, y aún lo sentía. En su universo había sido él quien la había dejado después de experimentar en su propio ser las repercusiones de su mitad demoníaca descontrolada, pero ella nunca había dejado de sentir lo que fuera que sentía hacia él.

Uno podría pensar que, tal vez, el fenómeno Omega había traído alguna ventaja y que el Wally de éste universo no la odiaba, pero no era así. Raven podía notar perfectamente el rechazo y la desconfianza que sentía hacia ella, un rechazo y una desconfianza dolorosamente parecidos a la que había sentido su propio Wallace. Al parecer estaba destinado a odiarla en todos los universos, y posiblemente era lo mejor, pero eso no hacía que fuese más fácil de llevar, así que le evitaba.

Aprovechando que Wally y Hellboy al parecer se conocían y la atención de cada uno estaba puesta en el otro, Raven recogió la capa de su túnica, que estaba pulcramente doblada sobre la silla del tocador, y se la puso, cubriéndose el rostro con la capucha del cuervo, dejando que las sombras ocultaran sus ojos tristes. En silencio, se quedó atrás, en segundo plano y con la cabeza gacha, esperando a que el pelirrojo y el demonio terminaran su conversación.

- Deberías dejarme eso a mí- dijo el joven velocista limpiando y recogiendo todo en un momento. Salió de la habitación para buscar una escoba, un recogedor y un cubo con un fregona. casi no se notó su ausencia porque lo hizo a hipervelocidad. Lo mismo hizo para recoger todo lo que había roto y ensuciado. - Ya está todo como nuevo.- dijo con amabilidad y un sonrisa alegre en su juvenil rostro.

- Eddie es un amigo que también es medio demonio o tiene un pacto con uno o que tiene poderes demoníacos  no lo sé muy bien. Me despisté cuando me lo estaba explicando. - Dijo mientras seguía rondando a Hellboy.- Es que la mayoría de los velocistas somos parientes por eso pensé que quizá todos los demonios también.- Como la persona curiosa que era, Hellboy le causaba muchas preguntas. Sabía que era un tanto maleducado ponerse a preguntar sobre el aspecto físico y sobre la vida personal de los demás.

- No te preocupes Raven, no tengo miedo. Sé que la maldad no es genética. Además todos tenemos algún que otro familiar del que nos avergonzamos.- su abuelo y su tío abuelo por parte materna eran los mejores ejemplos de que en todas las familias había alguien que no estaba en la casilla de bueno.

Cuando Wally West entró en la estancia, Bart paró en seco su comportamiento charlarín, alegre y curioso. El joven castaño se puso en tensión. La relación entre Wally y Bart no era muy allá. Las veces en que coincidían el adolescente intentaba poner de su parte pero siempre tenía la impresión de que ambos estaban forzando demasiado las cosas y que el ambiente no era cómodo para ninguno. Antes del efecto omega el Bart y El Wally de su universo habían logrado una relación de hermandad muy cercana. Al principio Bart  y Wally discutían constantemente. Sus personalidades eran muy diferentes y chocaban de forma habitual. Con el tiempo los dos llegaron a conocerse y apreciarse.

Podía pensarse que con un Wally que era más abierto, enérgico, simpático y con una personalidad muy similar a la del joven velocista, Bart se llevaría inmediatamente bien. Pero no era así. Bart se sentía muy raro en su presencia. Wally tenía esa novia que se parecía a su querida amiga Cissie y  a la que Bart no quería acercarsele ni en pintura porque no era Linda. Que Wally estuviera saliendo con Artemis, Bart lo consideraba una traición tanto a la memoria de Linda como a su familia. Porque el Wally West de su universo amaba a Linda. Eso era una verdad universal para el velocista adolescente. Bart sentía mucho cariño y aprecio por la que en su universo era la mujer de su primo. Linda le había apoyado y ayudado mucho antes que de el tercer flash(Wally) se dignara siquiera a dirigirla a la palabra. Además si no se casaba con Linda, Iris y Jay nunca iban a nacer. Quería a esos niños como si fueran sus sobrinos. Sobre todo a Irey que era su predilecta. Sabía que la culpa no era de la chica, era de su primo que no podía estar soltero ni diez minutos y se ponía a ennoviarse con cualquiera que se hiciera un poco de caso. Pero no podía evitar  sentir ese tremendo rechazo y repudio hacia Artemis.

Todo eso le abrumaba y se sentía desconcertado. En su interior bullía una rabia intensa hacia esa situación y sentía la imperiosa necesidad de gritarle a su primo que se quedara de preocupar por él, que volviera a Palo Alto con su maravilloso perro y su fantástica novia y le dejase en paz. Que ojalá nunca se hubieran encontrado o uno de los dos nunca hubiera salido de la speedforce. Estaba a punto de abrir la boca y decirle que tomasen caminos separados, que le daba las gracias por haberle acogido y apoyado pero que eran muy diferentes, las circunstancias de sus dos universos eran incompatibles y que su relación nunca iba a mejorar.  Pero le pareció un poco injusto decirle algo tan cruel cuando se había preocupado por él desde el primer momento que aterrizo en aquel mundo tan desconocido y tan extraño.

- Son tantas las cosas que te molestan Wally, que no estaría mal que me hicieras una lista - dijo con cierto desdén- Además el maestro de meditación Lorin Roche afirma que meditar durante largos periodos alienta al desapego de este mundo, alentando la anulación de los deseos y la separación de los seres queridos por lo que puede causar grandes problemas emocionales y psicológicos. Así que hacerle recordar que tiene amigos y podemos salir fuera a hacer cosas no es molestar- le sacó la lengua. Parecía que su primo conocía a Hellboy. En el gesto del menor se mostró la duda. No sabía si desconfiar porque ese Wally conocía mucha gente extraña, empezando por la muchacha rubia que se había echado de novia.

- ¿Estas bien Raven? - dijo Bart con ternura acercándose a la joven y tomando tomando sus manos.  Siempre estaba muy pendiente de sus amigos.  La verdad es que debido a su metabolismo podía percibir las cosas que a los demás se les pasaban por alto. Esa Raven no era su Raven pero tenía la misma personalidad y hacía los mismos gestos que su amiga. Esa capucha que usaba para ocultarse cuando se sentía incómoda e insegura. De todas las personas que había reconocido al llegar a ese nuevo universo ella era a la que más cercano se sentía.  Sabía que ella podía leer sus sentimientos y se sintió un poco culpable por tener esos sentimientos tan negativos hacia Wally.

Raven ya había empezado a recoger los pedazos rotos, pero antes de que pudiera alzar el primero se produjo una súbita corriente de aire que agitó su túnica y, en un abrir y cerrar de ojos, estaba todo como si no hubiera ocurrido nada.

- Gracias, Bart -agradeció en su habitual tono neutro (aunque el chico, que la conocía, sabría que iba de corazón) extendiendo la mano para depositar en el recogedor que llevaba el velocista el único fragmento del esenciero que había alcanzado a recuperar-. Agradezco tu interés, Wallace, pero Bart no me estaba molestando -le dijo al pelirrojo con suavidad-. No es preciso que te preocupes.

Kid Flash salió entonces de la habitación y Raven permitió con mansedumbre que Bart le cogiera las manos. Normalmente rehuía cualquier clase de contacto físico, pero no con Bart. Desde que le había conocido el chico había conseguido superar una tras otra todas las barreras que se imponía para distanciarse de los demás, desde la manera abreviada de decir su nombre contrariamente a su costumbre hasta el hecho de invadir su espacio personal con un simple gesto de cariño como aquél. No sabía cómo lo hacía, pero Bart conseguía desmontar todas sus defensas y hacer que resultara natural e incluso... agradable.

Había llegado a apreciarle mucho en el escaso tiempo que hacía que se conocían, y en parte se debía a que tenía la sensación de que, de todos sus compañeros, era el único que realmente la entendía. Más incluso que Richard. Richad tenía muy buenas intenciones, y aunque le constaba que lo intentaba, sabía que no conseguía entenderla. No de verdad.

- Sí, estoy bien, Bart -dijo, permitiéndose, ésta vez sí, una leve sonrisa para dirigirle al muchacho-. No te preocupes, estaré bien. Pero ahora hay un asunto importante que debo tratar con Hellboy. ¿Te importa dejarnos solos?

Una vez el muchacho estuvo fuera, Raven cerró la puerta y se dedicó a encender, una por una, todas las velas que se habían apagado con la corriente generada por los dos velocistas, devolviendo a la estancia aquél intenso y dulzón aroma a jazmín que tanto le recordaba a Azarath.

- Discúlpanos, Hellboy... Ninguno de nosotros es el que solía ser antes de la Colisión. La mayoría de nosotros procede de distintos universos y no somos la... "versión", por así decirlo, a la que estaban acostumbrados los demás. La Raven que Wallace conocía se hacía llamar Rachel Roth, y ésta, a su vez, no es la que Bart recordaba. Tampoco ellos son los mismos que eran en sus respectivos universos. Somos los mismos... pero a la vez no lo somos... y eso, inevitablemente, genera tensiones, desconfianzas y conflictos no resueltos...

Su tono de voz era increíblemente suave y desprovisto de cualquier carga emocional, a pesar de lo que estaba narrando: la pérdida de todos las personas con las que habías crecido y amado para verlas reemplazadas por otras que no conservaban los mismos recuerdos ni las mismas vivencias, quizá ni siquiera la misma personalidad. Se trataba de algo que afectaría a cualquiera, pero ella se las arreglaba para narrarlo en un tono de perfecta calma, como quien comenta que ha habido un error en el color de las flores que encargó. Tanto su voz como la manera tranquila y pausada que tenía de moverse transmitían una inmensa serenidad. Resultaba agradable oírla hablar y estar junto a ella.

- Ahora ha llegado el momento de darte la información que has venido a buscar: la historia de Trigón el Terrible -continuó volviendo a sentarse en la posición en la que Hellboy la había encontrado inicialmente, con las piernas cruzadas y las manos sobre sus muslos-. Su historia empezó hace mucho tiempo, en un planeta distante de otra dimensión. Allí, los habitantes de aquél planeta decadente se reunieron para realizar una ceremonia con intenciones blasfemas; Aquellos seres eran adoradores del diablo, y buscaban crear su Satán particular. Con éste fin, invocaron a Lucifer para que se acostara con una de las sacerdotisas de su siniestra orden. Sus cánticos llegaron hasta el Inframundo y lograron llamar la atención del Oscuro, que se apareció ante ellos en forma de sombra. Nueve meses más tarde, nació Trigón. En el momento mismo de nacer asesinó a todos los sacerdotes presentes, incluyendo a la mujer que le había dado a luz. Gobernaba su mundo antes de cumplir el año, y lo destruyó al cumplir los seis. A los treinta ya gobernaba su dimensión por completo, junto con el millón de planetas que contenía. Tenía todo un universo para jugar a su antojo, pero ni siquiera eso era suficiente. Trigón quería más... siempre quiere más. Su sed de conquista es insaciable.

Volvió a mirar el símbolo que Hellboy le había mostrado al entrar en su habitación.

- ¿Dices que... él estaba involucrado en los eventos del pasado Halloween? No es la primera vez que intenta invadir nuestro universo, y aunque conseguimos expulsarlo no fue sino a costa de un gran esfuerzo y sacrificio.

Su propia madre, Arella, había tenido que quedarse atrapada con él en la prisión interdimensional a la que le habían enviado para evitar que pudiera cruzar de vuelta.

- No debería haber sido capaz de entrar, mi sangre... -guardó silencio un momento. Siempre le resultaba difícil hablar de su conexión con su padre-. Mi sangre es la llave para que pueda entrar en nuestra dimensión. No puede hacerlo desde fuera, así que necesita introducir un fragmento de su alma en la dimensión que desee invadir para que ésta le franquee el acceso desde dentro. Ese fragmento... reside dentro de mí. Soy su hija -reveló con pesar a Hellboy-. Pero hasta ahora no la he dejado salir. Estoy segura de que no ha podido entrar. No por mi mano.

- Ha sido culpa mía que se rompiera. No habría estado bien que tú te ocuparas de limpiar mi desastre. - Agradeció mucho que Raven le dijera al mayor que no estaba molestando. El adolescente la sonrió con ternura. Porque los constantes reclamos, discusiones y acusaciones del segundo Flash le afectaban mucho. Bart nunca tenía en cuenta los improperios que los demás lanzaban contra su persona pero la cosa cambiaba cuando esa persona era de su familia. En especial le había mucho daño que afamados velocistas le considerasen un estorbo o le menospreciaran. En su universo de origen siempre había buscado su aprobación de los otros speedsters,  sobretodo de Wallace West. Ese hombre que fue durante un periodo muy largo ocupaba el papel de Flash de su mundo. Se había esforzado mucho por conseguirla y tener una buena relación con él. En Omega todo era un volver a empezar. Porque ese no era la persona con quien había progresado tanto. Sentía que el Wally de Omega y él estaban muy distanciados tanto o más de lo que alguna vez estuvo del Wally de su universo.

- Entonces  estaba en lo correcto. Más o menos como los velocistas. - Si ese hombre había dicho que era un demonio y Raven también lo era porque su padre era el Octavo Demonio, eso quería decir que eran familia. Se preguntaba el segundo Kid Flash. ¿Estaría allí de visita? Raven nunca les había presentado a ningún pariente. Bueno en su mundo a Trigon, pero eso no contaba porque había venido a tiranizar al mundo, no era una visita de cortesía. Pero teniendo un padre así era normal que no se lo presentaras a nadie. Les miró curioso y la pregunta que nacía en sus labios fue acallada de súbito. Su primo le había dicho anteriormente que estaba molestando. Por lo que el castaño estaba seguro que si empezaba a lanzar preguntas a Hellboy y a Raven se ganaría de forma automática una mirada de reproche y un regaño por parte de Wallace.Además de que seguramente afirmaría que llevaba razón desde el primer momento en el que pisó ese cuarto y le llamó la atención.

Nunca había pensado en que las discusiones entre el pelirrojo y él generan mal ambiente en el grupo, pero el hábil comentario de Hellboy le llevó a recapacitar sobre ello. -Además, Wally y yo siempre discutimos.-  Hizo un gesto con la mano restándole importancia a los sucedido.- Es nuestra relación normal de convivencia. No es como si pasase algo serio. - Dijo como si la tensión entre ambos usuarios de la speedforce fuera lo más normal del mundo.

Captó la mirada y el ceño fruncido de su primo. Raven no parecía agradarle y no entendía muy bien por qué. Quizá es que fuera también algo prejuicioso como el de su universo y pensase mal de todo aquel que no tuviera una intachable reputación y estirpe conocida. No parecía gustarle que se preocupara por Raven o que fuera a buscar a la muchacha. Un suspiro de resignación salió de sus labios. Ya estaba muy acostumbrado a ese tipo de actuaciones del pelirrojo. En Omega era menos frecuente que Wally exhibiera aquellas maneras tan airadas de enojo. Con quien más parecía saltarle ese mal genio era con él y en parte lo entendía. No tenía ningún lugar en la vida de aquellos Young Justice.

- Te has puesto mal de repente Raven, ha debido deberse a algo. No te guardes las cosas. Soy tu amigo y puedes confiar en mí. Estaré para escucharte y apoyarte siempre que lo necesites. - Le acarició suavemente las manos con ternura y cariño.- Me alegra que ya estés mejor. Si me necesitas tan solo llamame vendré corriendo desde cualquier parte.-

Corrió en la misma dirección en la que había salido su primo. Cuando le alcanzó le dió un leve toquecito en el hombro.- Wally, ¿Te puedo preguntar una cosa?- como el menor, a pesar de haber madurado bastante, tenía ese toque de impulsividad no dejó margen a que su primo le dijera que sí o que no. -¿Cómo es ser el mayor?En mi mundo nunca tuve a mi cuidado a alguien más pequeño y ahora está el otro Bart. Realmente no sé cómo debo comportarme. Tampoco sé cómo acercarme porque a veces se muestra muy esquivo. No le gustan las mismas cosas que a mí. Me dijo que no le agradaban el deporte ni jugar a juegos ni los videojuegos. Tu eres el mayor- Recalcó sin malicia. - Sabes lo que hay que hacer y como se comporta el que ocupa ese rol. - La versión más joven de Bart, le había dicho aquello a su yo mayor para alejarlo. En realidad no quería realizar ninguna actividad ni con el Bart mayor ni con su primo Wally. Así que muchas veces ponía infinitas excusas para no tener que coincidir con los otros dos velocistas.

- Arión... le conozco -respondió ella con suavidad-. Pero lo cierto es que procuro evitar relacionarme con los miembros de la Liga de la Justicia, especialmente con aquellos que poseen sensibilidad mágica. El día de mi llegada al planeta Tierra fui a buscarles para pedir ayuda contra Trigón, y su hechicera, Zatanna, me expulsó porque percibió la oscuridad de la mitad demoníaca de mi alma, fruto de mi herencia. Tuve que ir a buscar la ayuda de los jóvenes que aquí has visto, y, cuando los reuní, Zatanna les dijo que no debían confiar en mí porque yo era malvada, y que les había mentido y manipulado a todos. ¿A quién iban a creer, a la desconocida que acababa de aparecer hablando de demonios e invasiones o a la aliada de sus compañeros adultos a la que conocían de toda la vida? -la joven narraba todo ésto con un total desapasionamiento, con el mismo tono neutro con el que había empezado la conversación. Su rostro estaba en paz y su mirada continuaba siendo igual de serena, como si estuviera hablando de cualquier cosa intrascendente, como el tiempo-. Me abandonaron, y Trigón mandó a su lugarteniente, Goronn, a por mí. Afortunadamente al final mis compañeros se dieron cuenta de que les había dicho la verdad y vinieron a rescatarme, pero, por lo general, evito los contactos con la Liga. A Zatanna no le caigo bien a causa de mis orígenes, puedo sentir con total claridad su desconfianza cuando me ve, y, por lo general, se trata de un sentimiento que comparten los miembros adultos de ese grupo. He visto al mago atlante alguna que otra vez, pero nunca me he acercado a hablar con él. No les guardo rencor por lo que hicieron, pero tampoco me agrada especialmente convivir con personas tan llenas de prejuicios. Aunque supongo que la desconfianza es el resultado lógico de su forma de vida... pero, con la excepción de Wallace se trata de un sentimiento que pocos en ésta base comparten. Aquí me siento integrada... Ellos son mi familia. Y tú también, al parecer...

Hellboy era hijo de Lucifer, al igual que Trigón... Eso significaba que estaban emparentados; concretamente el demonio era medio hermano de Trigón y tío suyo. Era... extraño. Raven nunca había tenido familia biológica real más allá de su madre, a la cual había perdido cuando se había sacrificado para impedir la llegada de Trigón a la Tierra. Y encima Hellboy compartía su maldición; Trigón la quería porque la mitad demoníaca de su alma que había dentro de ella era la clave para permitirle entrar en su dimensión. En ese sentido, Raven funcionaba como una llave viva para él. Y, según le contaba Hellboy, su mano era también una llave que tenía como objetivo abrir el Infierno... Cualquiera de los dos destinos supondría la destrucción de la Tierra a manos de las hordas demoníacas si llegaban a cumplirse alguna vez. Debía formar parte del legado de Lucifer...

No sabía cómo debía sentirse. Había estado sola tanto tiempo... Incluso entre los Titanes se sentía diferente a todos los demás y a menudo tenía la sensación de que la mayoría de ellos no la entendía. Y no es que fuera algo malo, sino algo lógico; ellos eran chicos normales, con preocupaciones normales, ¿cómo iban a poder entender las suyas? Y ahora de repente descubría que tenía un familiar que era como ella, con las mismas preocupaciones que ella, y con una maldición semejante a la suya. Alguien que también tenía que convivir día a día con el peso y la responsabilidad de ser una amenaza para el planeta, alguien que había vivido en su carne el rechazo y la incomprensión de los que sólo veían en él a un demonio.

Bueno, en realidad sí que sabía cómo debía sentirse, y eso era lo más triste de todo... Porque no debía sentir nada.

Una chica normal en su situación se habría alegrado de saber que no estaba sola y habría corrido a abrazar a su tío, pero ella se quedó allí, rígidamente sentada mirando a Hellboy con la misma expresión neutra del principio...

- Yo... Lo siento si no soy lo que esperabas... La mitad demoníaca de mi alma se alimenta de mis emociones, se hace más fuerte conforme más lo son mis sentimientos, así que no puedo... no debo permitirme sentir nada. Lo siento -dijo agachando la mirada-. Pero debo siempre meditar y mantener a raya mis emociones para no desatar un terrible mal sobre la tierra.

Habría estado bien encontrar a alguien que la comprendiera también en eso, pero no lo creía posible. Podía percibir las emociones de Hellboy y sabía que él no estaba haciendo el menor esfuerzo por controlarlas.

- Respecto a lo que te ha contado Arión... No puedo enfrentarme sola a mi padre, pues su poder supera con creces el mío, pero sí conozco la manera de derrotarle en el caso de que consiguiera atravesar hasta nuestra dimensión... Y es... matándome a mí -dijo con tranquilidad-. Dentro de mí se encuentra la mitad de su alma, y mientras yo esté viva él es invulnerable. Pero, si yo muero, entonces se le puede herir... y matar... -le miró fijamente con sus calmados y pacíficos ojos color gris acero-. Si alguna vez Trigón lograra invadir el planeta tendrías que matarme antes de ir a por él. No se lo he dicho nunca a mis amigos porque sé que ellos se negarían a hacerlo, pero tú... sé que eres consciente de lo que supondría que Trigón invadiera la Tierra con sus huestes demoníacas y sé que estarías dispuesto a hacer lo que fuera necesario para impedirlo. Prométeme que lo harás si llega el momento... y que no le dirás nada a mis compañeros.

De qué tema estarían hablando Hellboy y Raven para pedirles que se fueran. Sobre todo le despertaba interés porque también habían pedido a Wally que se fuera. No era raro que a los miembros más jóvenes de los titanes se les pidiera que se ausentaran de conversaciones que los más mayores consideraban no aptos para mentes adolescentes. Pero Wallace ya no era un puberto y había asumido el manto de Flash. así que le extrañó un poco que le dejaran al margen de aquella conversación. Por eso, al joven velocista le despertaba gran intriga el tema del que estaban hablando.  Pero no estaba bien curiosear en conversaciones privadas.

Tan raudo como un rayo se dispuso a buscar a su primo. Pensaba que era una buena oportunidad para tener un poco de tiempo a solas con Wally, ya que, Bart se sentía incómodo en presencia de Artemis y  la arquera estaba con el velocista  la mayor parte del tiempo. Además,  quería hacerle una consulta y delante de los demás titanes no estaba muy seguro de plantearla. Al instante le encontró. Estaba cerca del salón principal donde se encontraba el ordenador central que controlaba la seguridad y el funcionamiento de la base. ¿Para que se dirigía en pelirrojo allí? Sus dudas sobre lo que hacía el primer kid flash en esa área se desvanecieron cuando le alcanzó. Enseguida el menor le realizó la pregunta que llevaba varios días rondando en su cabeza. Una vez formulada, el castaño espero con ansia y expectación la respuesta del mayor.

-… ¿Cómo se hace eso?- Al menor la respuesta de su primo le pareció un poco vaga, como si el otro la estuviera improvisando en el momento. Los siguientes comentarios del pelirrojo le hicieron abrir sus ojos con sorpresa -Pero …- la mirada del pequeño se entristeció. No sabía muy bien qué pensar porque no dudaba de la palabras de Wallace pero es que su otro yo le había dicho aquellos con una convicción muy firme.- Si no me ha dicho la verdad, es que ha mentido. - Desde siempre en su familia no se habían permitido ninguna clase de embuste ni ocultación de la realidad. Los Flash siempre eran muy francos con lo que vivían y sentían.- Tiene que suceder algo serio .. porque él es yo y yo nunca miento. - Expresó claramente preocupado.- ¿Crees que soy yo lo que le hace actuar así?- Nadie sabía mejor que él lo que era tener que vivir con una versión de sí mismo. Lo que era sentir que tu espacio en la vida de tus familiares estuviera ocupado. No sólo el otro Bart le había eclipsado, Wally le había quitado a Conner, que en su universo era uno de sus mejores amigos. En Omega, sin embargo, no tenían esa relación. El puesto de amigo de Conner estaba ya tomado por su primo y no podía hacer nada. No se podía culpar a nadie de esa colisión y de los destrozos en las vidas de las personas de ese nuevo universo. - No le quiero quitar su sitio. -Dijo en un susurro con cierto matiz de tristeza en su voz. Tan sólo fue un instante porque luego se dio cuenta de algo y abrió los ojos impactado.- Wally, a tí también te evita.