Plaga [13/12/2018] (Libre)

Corrió en círculos alrededor de la valquiria esperando que le diera las respuestas a sus preguntas. En su familia siempre le estaban educando en tener unas normas de educación. incidían mucho en que tenía que ser una persona sociable y civilizada que exhibiera unas buenas maneras. Por eso, que aquella mujer apareciera de repente no se presentara ni hiciera amago de querer hacerlo y para más Inri, ignorase todas y cada una de sus preguntas, le pareció no solo rudo y borde sino también grosero y una falta de educación.

- Así que no piensa presentarse … -


Por los nombres que había usado Juri, supo al relacionar esos nombres con lo que había leído sobre mitología Hindú, que el majestuoso águila que la diosa había invocado era un emisario y transporte de los dioses de la citada religión. Ante la idea de mandar a las criaturas al inframundo su cara puso un gesto de disgusto y desaprobación. debido a la velocidad a la que contrajo los músculos de su cara, las mujeres presentes no pudieron captar aquel semblante.  Bart era un chico muy ingenuo e inocente no se esperaba lo peor de nadie, ni de las personas ni de los animales. Ellos no sabían si aquellas alimañas se habían visto forzadas a actuar de aquella manera o habían actuado realmente por decisión propia.

Aunque Juri usaba muchos términos hinduistas y él no era creyente de esa religión, Bart entendía perfectmente los términos que la mujer usaba. De algo le sirvió leerse al completo todo los libros de la biblioteca de San Francisco. Por ello y por su memoria, que recordaba todo lo que leía y veía,  sabía que el  Anthakupa era un tipo de infierno Hindú en el que se castigaba a las personas que habían torturado y realizado actividades inhumanas. El castigo como bien dijo la diosa era el de ser perseguido y mordido por animales salvajes durante miles de años hasta expiar sus pecados terrenales.

La primera mano en alzarle fue la de Ersy. Bart respondió al instante, aunque para él sus momentos de duda e indecisión le parecieron minutos. Antes de condenar a estos animales a una vida de sufrimiento a mí me gustaría comprobar si son realmente artes del ente o si son animales que han sido poseidos por el ente. Si es la segunda opción creo que sería realmente una crueldad castigarlos porque no tendrían la culpa de lo que el ente les ha obligado a hacer.- No podía interpretar muy bien cuales eran los pensamientos de Sköguld, pero por su aversión a la mujer quería oponerse a cualquier cosa que dijera esa señora. No sólo por su falta de modales sino también por su actitud desdeñosa era por lo que el joven no creía que ella actuase de forma benévola.

FdR:

El revoloteo de Bart alrededor de la valquiria no minó su paciencia. De hecho, habría esbozado una sonrisa tierna en otras circunstancias, al venirle a la mente que ya tuvo que sufrir escenas semejantes con cierto torbellino de pelo blanco cuando era mucho más pequeña. Aunque no tan rápida, claro. Bajo la cabeza para no marearse.

─ Sköguld. Me llamo Sköguld

Recuperada de la impresión del inmenso pájaro, se presentó al grupo. Carraspeó sin perder la compostura severa, y atendió a las proposiciones de unos y otros, esperando a que acabasen antes de decir nada, por si a alguien más se le ocurría aportar algo. Y cuando pensaba en alguien más, desvió la mirada hacia Ersebeth, que la esquivaba, y sabía perfectamente que a propósito. Tendrían que trabajar esos nervios, esa incomodidad, en tensión. Puede que en un futuro, pensó la valquiria, con más experiencia de campo, adquiera esa naturalidad que necesita…

La idea de Bart pareció calar en Ersy, que pensó en cómo podría llevarse a cabo. Enseguida se le ocurrió algo, pero el casco no dejó traslucir cómo se le iluminó el rostro con una nueva esperanza:

─ Habría que estudiarlas, usando un grupo de control y un lugar adecuado, reforzado con seguridad ante posibles accidentes que…

«No lo digas, Ersy. No les hables del taller. No les acerques tanto a tu base…»

─ ¡Yo tengo un taller! ¡Podríamos utilizarlo para estudiar a las alimañas y comprobarlo!

El resoplido derrotado de Sköguld podría haber despertado un huracán. A la niña le podía la confianza. Luego venían los disgustos, los sustos… ¿Qué se le iba a hacer…?

El velocista era terriblemente insistente y en la mayoría de las ocasiones conseguía siempre lo que se proponía. Por algo había logrado que Robin le dejase pilotar tanto el Batmovil como el Batwing. Sintió un regocijo interior cuando la valquiria por fin dijo su nombre.

-Es un un placer conocerte- dijo él sonriente y animado castaño.

Como era más rápido y tenía una noción del tiempo diferente a los demás podía captar cosas que a otros le hubieran parecido imperceptibles. Lo que para las personas corrientes eran segundos para él podían ser como minutos. percibía el tiempo de forma más lenta por lo que podía fijarse más detenidamente en cada uno de esos pequeños detalles y gestos que son sutiles, efímeros y parecen frágiles e  insignificantes. Por ello, se había percatado de la mirada esquiva de Ersy y la tensión que impregnaba el aire entre ella y su madre. Intuía que había algún problema entre las dos féminas pero era mejor no preguntar por ahora. Lo más acertado era esperar a una situación más amena donde su curiosidad y preocupación no pudiera desembocar en ningún altercado. Ya realizaría su pregunta cuando pudiera hablar con la peliblanca lejos de la mirada de la valquiria.

Se emocionó cuando Ersebeth tuvo en consideración su propuesta. Debido a que su carácter era ciertamente impulsivo muy pocas veces era tenido en cuenta cuando lanzaba ideas o sugerencias. También se alegró porque el castaño creía en las segundas oportunidades y no le gustaba juzgar a nadie sin tener pruebas fehacientes de que se había obrado mal. No le agradaba la idea de prejuzgar a nadie fuera una persona, fuera un ente o fueran, como en aquella situación, animales.

-Podría construir un circuito para que realicen diversas pruebas. Como pasar un laberinto y ese tipo de cosas. Se me da bien fabricar cosas. - Comentó el segundo Kid Flash con espontaneidad. - Miró a la diosa hindú.- No te preocupes Juri. Yo también puedo alcanzarlas en casa de que se vuelvan a escapar.- Mientras decía esto se acercó al gran águila y le miró unos segundos de forma curiosa para luego acariciarle la garganta.

- WOW, ¿Tienes un taller?- dijo entre ilusionado y sorprendido. No era muy común que alguien de una edad similar a la suya tuviera un taller. Donde vivía Bart, la base de la Justicia Joven, tenían un ingente laboratorio. A ese laboratorio no podían acceder siempre que quisieran, tenía que acudir con una autorización de alguno de los responsables de la base. Pero ellos no eran personas corrientes y molientes. Eran ayudantes de consumados héroes y la sección de jóvenes de la prestigiosa Liga de la Justicia.  Al menos eso suponía el menor porque en su mundo La Justicia Joven no era una delegación de jóvenes promesas de héroes, ese lugar lo ocupaba un equipo denominado los Jóvenes Titanes y antes que ellos los Titanes. Las cosas eran un tanto diferentes desde que los universos colapsaron. - Como mola.- Bart tomó la mano de Ersy entre las suyas. el velocista hizo caso omiso del resoplido de Sköguld. Sabía que la propuesta de su nueva amiga le disgustaba pero no entendía por qué.- Vamos y así podemos poner a prueba a las alimañas.-

Ersy daba pequeños brinquitos de alegría. Hasta el pelo parecía tener vida propia y compartir su entusiasmo ante la idea impulsiva, alocada, de acercar a un grupo de desconocidos al taller que se suponía que era su santuario particular, solo por el hecho de que eran superhéroes, y la idea de que así podría ayudarles en su titánica batalla contra el mal. Y eso, no se lo podía quitar la valquiria de la cabeza por mucho entrenamiento o lecciones que le diera.

─ Pero el taller, Dusk -hizo Sköguld hincapié en su apodo de superheroina -es demasiado pequeño para lo que queréis hacer. El acceso podría llamar la atención y poner en riesgo vuestras identidades secretas. Es una buena idea -tuvo que añadir cuando intuyó la conmovedora mirada cargada de lágrimas y decepción que le dirigió Ersy detrás del casco, sin despegarse de su nuevo compañero -, pero hay que evaluar los riesgos…

─ ¡Pero yo quiero! ¡Si descubrimos qué son y por qué actúan así, quizá podamos frenar una amenaza posterior! ¡Por faaaaaaa!

Le salió un tono de voz aniñado y suplicante. Sköguld chasqueó la lengua. Si le decía que no, seguro que luego se lo contaba a su padre entre lágrimas. ¿Y quién sería la mala de la película? Ella. Y si le decía que sí, la estaría consintiendo demasiado, generando un mal hábito: actuar sin pensar. Pero la niña volvió a insistir con el mismo tono lastimero, juntando las manos y todo. Al final, algo se removió dentro de la valquiria, que bajó la cabeza y dejó escapar otro suspiro en señal de rendición. Después del incidente, la seguridad del taller se había redoblado. Y cuando acabase todo aquello, la redoblarían otra vez.

─ Está bien… Si estás tan segura, y lo tienes tan claro, hacedlo…

─ ¡Siiii! -para celebrarlo, antes de que Sköguld acabase la frase, Ersy tomó de las manos a Bart, bailando a saltitos con él, y antes de dar una vuelta completa, tomó a Juri también de las manos para obligarla a bailar con ella igual que había hecho antes con Bart, emitiendo una risa cristalina, llena de felicidad pura, antes de acabar dándole un abrazo al enorme pájaro de la diosa -¡Vamos a salvar la ciudad! ¡Vamos a salvar la ciudad! ¡Vamos a…!

─ ...pero si las cosas se ponen feas, tendréis que matar a esos bichos. Es mi única condición, Dusk.

Ersy se apartó del pájaro, cuadrándose en pose militar y saludando igual, llevándose la mano al casco. Cuando chocó, el ruido del metal contra el metal produjo una reverberación desagradable que le hizo apretar los dientes.

─ ¡Perdón!

─ Bueno, pues no perdamos más tiempo. Acabemos con esto cuanto antes.

La valquiria extendió las alas de golpe, alzando el vuelo la primera para comprobar el terreno. Su voz tomó tierra a través del casco de Ersy, y todos los presentes pudieron escuchar como daba luz verde para emprender la marcha poco después.

─ ¡Bart! ¿Quieres que te lleve? -le preguntó la chica. Pensó que Juri estaría acostumbrada a volar con el enorme pájaro, pero se sentía mal si dejaban a Bart solo yendo por tierra. Además, desconocía la dirección del taller. Extendió ambos brazos como si fuera a darle un abrazo. Si aceptaba, el sistema de vuelo podría cargar con ambos sin problemas.

Bart, que ya de por sí tenía una personalidad enérgica, entusiasta, positiva y automotivadora,  sintió avivado su fuego interior por las actitudes de exaltada alegría que mostraba Ersy. El joven velocista se puso a correr en círculos en torno a la joven mientras ella brincaba emocionada. También corrió alrededor de Juri, de Garuda y hasta alrededor de Sköguld. Luego imitó a su nueva amiga y se puso a saltar cerca de ella.

Bart hizo caso omiso de las objeciones que Sköguld le estaba poniendo a su hija. La gente más mayor siempre era demasiado precavida y desconfiada. Vivían en un mundo donde todo eran constantes amenazas. No se fiaban de nada ni de nadie. Eran demasiado sobreprotectores, descreídos y escépticos.  Después de todo, el velocista no compartía la visión de la valquiria sobre tener cuidado con todo. Bart era un joven confiado que nunca pensaba que los demás pudieran tener malas intenciones. Pensaba que todas las personas eran por naturaleza buenas y nunca creía que alguien pudiera traicionarte cuando le invitabas a tu casa. Por ello, no consideraba que fuera una irresponsabilidad por parte de la albina invitar a juri y a él mismo a su laboratorio.

Además, el menor de la familia Allen no tenía muy desarrollado el concepto de peligro y eso, le hacía no considerar ni los riesgos ni los peligros que podía entrañar invitar a unos desconocidos a tu hogar. Tampoco pensaba que su identidad secreta fuera a ponerse en peligro o entredicho. Quizá estaba siendo ingenuo al confiar en las dos mujeres que acaba de conocer ese mismo día. Pero ellas habían demostrado que tenían una concepción del deber y del heroísmo parecida a la suya. Habían cooperado con él para librar a la ciudad de Nueva York de una amenaza creciente. Según el menor, quien ayudaba a los demás y sacrificaba su vida para proteger a sus conciudadanos no podía ser una mala persona o alguien que fuera a hacerle algún daño.

La conversación entre Sköguld y Ersy le recordaba bastante a las interacciones que él solía tener con su primo Wally. Wally era el mayor, y supuestamente el más responsable de ellos dos, siempre estaba desconfiando y diciéndole a Bart lo que debía o no debía hacer. Por su parte Bart, muchas veces le llevaba la contraria. El segundo Kid Flash tenía la sensación de que el primer Kid Flash  le trataba como si fuera un niño que no pudiera decidir por sí mismo. Justamente como consideraba que la valquiria estaba actuando con su hija.

El castaño acogió acogió de buen grado el gesto efusivo de la peliblanca. entrelazó sus manos con las de Ersy y emocionado empezó a girar con ella. Ersy también invitó a Juri a su improvisado e improvisado baile. El velocista procuró aclimatar su velocidad al de las dos mujeres, ya que, no quería propiciar ningún incidente si se dejaba llevar por sus rápidos impulsos naturales. Al igual que su compañera rió alegremente mientras seguían girando de forma entusiasta y alegre. Sköguld levantó el vuelo. Indicando el comienzo del viaje hasta el taller de Ersy.

-No te preocupes Ersy, no tengo problema en seguiros. - El castaño estaba muy acostumbrado a ir corriendo a todos los lugares. En su mundo cuando tenía que acudir a alguna misión con su equipo de los jóvenes titanes siempre iba por tierra mientras que su amigo Superboy se desplazaba volando. - Mis reflejos son rápidos, puedo veros perfectamente mientras surcais el cielo. Vais a tener problemas para perderme.- dijo alegremente.

Ersy actuaba por intuición, haciéndole más caso a esa cálida sensación que le embriagaba el corazón, presa del entusiasmo de haber encontrado a supers que, además, enfrentaban a las adversidades trabajando en equipo y con una sonrisa. Se llevó la mano a la cara cuando el impresionante ave de Juri despegó, levantando una racha de aire tormentoso. Después de tantas clases de vuelo con Sköguld, Ersy ya sabía que debía esperar un poco antes de seguirles, para que las estelas no afectasen a su equilibrio en el aire. Para hacer tiempo, le dió otro abrazo a Bart, y cuando calculó que el aire ya estaba limpio, el sonido del motor ronroneó con gusto por volver a surcar los cielos. Se despidió del chico con la mano antes de seguir adelante, acelerando un poco primero para conseguir una velocidad constante y una altura considerable. Cuando miraba hacia abajo, buscaba a su nuevo amigo con la mirada, y cuando miraba hacia adelante, veía al garuda. Cuando había abrazado al animal lo había notado suave y blandito, y estaba deseando de tener tiempo para repetir la experiencia. Añadió una nota mental: pedirle a Juri que, en caso de que los tuviera, le dejase un huevo para poder tener una cría de mascota.  Porque seguro que no le dejaba quedarse con ese…

A quien no podía distinguir desde esa distancia era a Sköguld. La había notado tensa durante su conversación con los otros dos. Por curiosidad, la chica estableció conexión con ella con el casco como mediador, pero no dijo nada. Escuchó la voz de la valquiria hablar con el tono de autoridad que la caracterizaba, con quien Ersy dedujo que se trataba de la policía. Seguía impartiendo órdenes, recalculando los cortes de tráfico a la zona, dando el aviso de que ya estaba despejado, pero que se cerciorasen antes de permitir el paso a la gente. Bajo el casco, Ersy se mordió el labio y cortó la conexión para no seguir entrometiendose en donde no la llamaban. No era el mejor momento para hablar. Tendría que ser más tarde.

Entre los avisos que dio Sköguld al cuerpo de seguridad, estaba el de sus presencias cruzando el espacio aéreo de la ciudad. Les advirtió de que no se trataban de enemigos a abatir, así que no tuvieron problemas a lo largo de su trayecto hacia uno de los rascacielos del centro neurálgico de la ciudad. El propietario y tío de Ersy había pensado en ellas cuando hizo las reformas. Más bien, en Sköguld, porque en la época en la que amplió el edificio, mandó construir una plataforma desplegable para cuando la valquiria le hiciera alguna visita, que solía ser a menudo. Sköguld podía activarla cuando quisiera gracias a un detector instalado también el casco, cortesía de la mafia y mejorado por Ersy tiempo atrás, una vez sabedora de los misterios que se cocían en su familia. El helipuerto tenía la superficie justa para que un helicóptero pudiera maniobrar sin problemas, así que esperaba que la montura de la diosa no tuviera problemas para tomar tierra.

La llegada fue escalonada. Una vez Sköguld replegó las alas, le hizo unas señas a Juri para ayudarla a guiarse. Dislumbró a Dusk detrás, a la que también guió. Solo faltaba Bart, que tenía que llegar por tierra. Ersy se tambaleó porque no esperó a que la inercia del vuelo desapareciera al aterrizar, y con un par de amagos de tropezar, fue corriendo a abrir la puerta para darles acceso al taller y abrir las puertas principales al velocista. Para eso, echó mano del ordenador encendido, saltando por encima de cables que, como raíces de un árbol centenario, se alimentaban del espacio de su taller. Un par de movimientos de ratón y contraseñas después, Bart podía entrar en el rascacielos sin que el personal de seguridad, armado hasta los dientes y trajeados, le dijeran nada. El ascensor también estaba aguardando en la entrada.

─ ¡Bienvenidos a mi taller! -dijo Ersy una vez estuvieron todos reunidos allí.

El ático tenía el tamaño de un piso medio americano, solo para una habitación. Contaba con una cama y un armario, éste cerrado a cal y canto con una cadena y varios candados. De la cama no se podía decir mucho, porque estaba invadida de herramientas y ropa. De los cuatro muros, uno era solo cristal blindado, a través del cual se podía ver toda la ciudad extenderse bajo ellos, con la vida fluyendo, sobreviviendo a las amenazas que la atenazaban día a día. Varias estanterías con libros relacionados con el campo de la informática y la domótica se repartían aquí, allá y acuyá. Había cachivaches para todos los gustos apretujados entre sí para dejar el centro del espacio lo más limpio posible, y muchos de ellos, eran un auténtico misterio, incluso para su creadora. Contaba también con dos mesas, una dedicada para la construcción, y con un armazón encima a medio terminar con forma de brazo, y la otra, con un monitor y un portátil cerrado, donde Ersy había operado antes. El ronroneo de las máquinas conectadas a la corriente era constante, y al cabo de un rato, el oído acababa por acostumbrarse, igual que al olor a electricidad estática, a cable quemado.

Ersy esperaba el veredicto de sus nuevos amigos con entusiasmo. Ni se había dado cuenta de que algo se le había pegado a la pierna, abrazado a ella como si le fuera la vida en ello, y frotando su cabeza contra la armadura. Tenía forma de gato, y un brillo mate por toda su piel.

La primera en despegar fue Juri montada sobre su inmensa y majestuosa águila sagrada. Ersy espero un poco antes de acompañarla y abrazo al velocista. Bart correspondió de muy buen grado el nuevo abrazo de Ersy. El castaño era muy cariñoso y estaba muy abierto a cualquier gesto afectuoso. Una vez que la peliblanca hubo emprendido el vuelo junto a sus otras dos compañeras, Bart empezó a correr. Cada cierto tiempo miraba hacia el cielo para comprobar que llevaba una velocidad semejante a las tres mujeres. Durante el trayecto hubo un par de ocasiones en las que el muchacho las adelantó, siguiendo la tendencia natural del castaño a acelerarse. Pero  inmediatamente Kid Flash dio la vuelta, encontró a las féminas y marchó de nuevo a su vera.

Ersy, Sköguld y Juri aterrizaron en la azotea de un edificio de Nueva York. Como muchos de los apartamentos de la gente pudiente de las zonas más ricas y acomodadas el lugar en cuestión parecía tener un helipuerto en el tejado. Para acceder a la zona, Bart ni siquiera lo pensó un momento, hizo uno de su súper velocidad para trepar por el edificio y llegar al lugar donde se encontraban sus nuevas amistades. No.obstante, el tiempo en el que recorrió en vertical la pared del edificio fue mayor del que había calculado. Eso le hizo llegar unas milésimas de segundo después de que las tres mujeres hubieran abandonado el lugar. Como las puertas estaban cerradas pensó en vibrar para atravesar la pared y entrar al edificio. Pero le pareció que eso podía resultar un poco intrusivo y descortés. Así que volvió a bajar del edificio para acceder por la puerta principal del lugar. Fue a llamar al timbre pero la puerta inmediatamente se abrió. Así que el castaño pasó por la puerta. Saludó alegremente al personal trajeado que se hallaba en el lugar. Fue a subir unas escaleras y muy amablemente le indicaron que tomara el ascensor.

La peliblanca les dio la bienvenida. No era el lugar más organizado del mundo ya que la herramientas se encontraban por doquier. Nada más llegar al laboratorio Bart empezó a curiosear todo el lugar. Recorría el lugar con su velocidad examinando cada cosa del lugar. Casi todo le llamaba la atención. Mientras miraba lo que había en el lugar, el velocista fue ordenando y recogiendo un poco el material que se encontraba desperdigado. Una vez saciada su intriga sobre aquel espacio centró su atención en las maravillosas vistas que proporcionaba. Desde allí se podía observar toda la ciudad.

-WOW- dijo impresionado- este lugar es impresionante-

Vio como algo se abrazaba a la pierna de Ersy y se restregaba una y otra vez contra ella. Bart quiso saber qué era esa cosa que hacía aquel extraño ritual. Se acercó a Ersy, se agacho y cogió a aquel singular gato.

-¿Conoces a Iron man y estuviste en su taller?¿Me le puedes presentar?- dijo realmente impresionado y emocionado. - Soy muy fan de los vengadores.- En realidad era muy fan de todos los héroes pero él ya conocía a los justicieros de su universo. Dijo mientras seguía con el mínimo cibernético en las manos.