Ésto no es Hueco [Libre] (14-03-2018)

Cuatro días antes...

El desierto seguía como siempre: Árido; decadente; inquietantemente en silencio. La arena y el polvo rúnico de las antiguas ciudades cubrían el rastro que iban dejando la partida de exploradores, los cuales llevaban cantimploras con óxido por fuera, mochilas cosidas y recosidas, palos de metal y armas afiladas por si tuvieran que defenderse de algún otro grupo de personas. Ya había pasado antes y volvería a pasar.
Los exploradores de Hueco seguían a su guía, un hombre corpulento de cuidada barba, cosa extraña en aquel mundo despiadado, equipado con sus binoculares y su brújula. El grupo se detuvo. Estaban esperando a alguien. Alguien que se acercó pegada al suelo, moviéndose como si fuera un mono, con la vara metálica sujeta con una mano.

- ¿Qui ay? - preguntó el guía.
- ¡Ná! Tormenta palante y ya - contestó Zoey.
- ¿Mu grande?
- ¡Enormérrima!
- Na. Nus volvemos.
- ¿Qui es eso? - señaló una de los exploradores.

Era una tormenta. La tormenta más grande y extraña que hubieran visto nunca. Remolinos de viento levantaban el polvo y la arena. Las nubes chocaban entre ellas provocando truenos y relámpagos. Se acercaba a toda velocidad, o estaría mejor dicho que estaba por todas partes, rodeándoles. Cubriendo el cielo y la tierra.

Jamás habían visto algo así, y jamás lo volverían a ver...

En la actualidad...

La ciudad de Nueva York seguía como siempre: agitada; ruidosa; viva. Los ciudadanos iban y venían por las aceras, conduciendo sus vehículos, en transporte público o en taxis y limusinas en caso de los más afortunados. El sonido de los tubos de escape, los cláxones, el vocerío de la gente impregnaba el ambiente. La luz del sol de la buena mañana iluminaba toda la ciudad.
Se escuchó un fuerte frenazo y un pitido excéntrico en medio de un cruce, seguido por más frenazos y más pitidos.

- ¡EH TÚ! ¡¿QUÉ HACES EN MEDIO DE LA CALLE?! ¡¿QUIERES QUE TE MATEN?!

Zoey estaba asustada. Estaba aterrada. No sabía lo que había pasado: hacía escasos minutos estaba con un grupo de exploradores por el desierto que rodeaba Hueco y ahora... ahora no sabía donde estaba pero tenía claro que ese no era su hogar. Además, ¿qué era todo eso? ¿Edificios enteros y gente viva?... Gente... gente... había demasiada gente. Demasiada para su gusto. Demasiada para...

- Zoey tiene quie salí de aquí... tiene quie... tiene quie...

Un policía que estaba de patrulla se acercó a la chica, claramente aterrada. Vestía con ropas rotas, como si fuera una mendiga, pero no tenía pinta de mendiga. Más bien parecía haber salido de una de esas pelis apocalípticas donde la humanidad sobrevive como puede y con lo que tiene.

- Señorita. Venga conmigo, por favor. - El policía alargó la mano, con cautela.

Zoey miró la mano. Abrió los ojos hasta más no poder.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH!

Zoey movió la vara de metal que llevaba en una mano. Golpeó el aire y éste chocó consigo mismo. Explotó y se expandió. La expansión chocó contra el policía y éste salió despedido hacia atrás, volando tres metros antes de quedarse tirado sobre el suelo, apoyado en el coche más cercano y con cara de no saber lo que acababa de pasar.
Todo ésto en una fracción de segundo.

- ... Jooooder.... ¡Aquí Hobbs! ¡Necesito refuerzos en el cruce de la quinta con la séptima. ¡Tengo una puta loca descontrolada!

La chica de piel aceitunada, ida totalmente, empezó a golpear el aire con la vara, y éste estallaba cada vez que impactaba, y golpeaba con fuerza los coches que tenía a su alrededor, haciendo que se rompieran los cristales, que los capós salieran volando y las ruedas estallaran cuando los coches se levantaban y volvían a caer.

La gente estaba asustada y se apartó, creando un coro con el cruce como epicentro.

Pero no estarían tan asustados como lo estaba Zoey.

RRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

...¿Qué..?

Miré el despertador. ¿Ya eran las siete...? Apoyé una mano sobre el cacharro infernal mirando las agujas avanzar, el segundero era taaaaan bonito....pero tjunjab bnpirtgo....

RRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG

¡¡ESTOY DESPIERTA!!, ¡ESTOY DESPIERTA!

Lo volví a apagar, esta vez de la palanquita trasera y no del snooze. Pero cerré los ojos para amanecer tres horas más tarde. Cuando abrí los ojos el sol me pegaba de lleno en la cara entrando por la ventana, lo que me hizo fruncir el ceño y taparme con las mantas. Respiré hondo. -Joder...- Me quité las sábanas de un movimiento rápido y me levanté, desperezándome.

La noche con Venom había sido agotadora, y sí, era miércoles, lo que significaba que tenía clase en la universidad... Esa para la que me había quedado dormida. Me froté los ojos y empecé a vestirme, con unos leggins negros, las converse rojas y la camisa de cuadros negros y rojos. Me puse una chaquetilla de cuero y después de cepillarme el pelo, colocarme la diadema negra y lavarme los dientes salí de casa con la música en mis oídos y la mochila a la espalda, comprobando como siempre que el traje estaba en el bolsillo secreto. Vale, eso ha sonado como cuando los niños esconden chicles en el bolsillo interior de su plumas tamaño playmobil.

Toooootal. La gente por la calle estaba más imbécil de lo normal. ¿Sabes estos días en los que parece que se le ha olvidado andar? ¿Esos días en los que mirar de frente no está de moda? Pues después de ser pisoteada por dos carritos de bebé, dos personas, de haber sido arrollada por un ejecutivo gilipollas con prisas y haber esquivado un bastón que iba directo a mi pie, me paré en seco. Me petrifiqué en la acera. La persona que iba detrás se chocó contra mi espalda y después de un amable "A ver si miras por dónde vas" siguió caminando, pero no me centré en eso. A pesar del desgaste, el sentido arácnido no descansaba. Y en ese momento me puso alerta... (Y sí, también me metió en ese grupo de gilipollas que no sabía andar).

Algo venía y se movía incansable a tres calles paralelas. El sonido de las sirenas de coche siendo activadas consecutivamente describían la trayectoria. Fuera lo que fuese, se acercaba aquí y no podía permitir que me pillase desprevenida. Miré a mi alrededor buscando algún local o cafetería cercanos, me metí medio arrollando a la gente para que me dejasen paso, ya que la marabunta había echado a correr en dirección opuesta a las alarmas de los coches. Era como si un imbécil estuviese dando palancazos a todos los coches. Pero también podía volver a ser Venom, y no pensaba esperar a verlo para estar preparada.
Entré al baño directa, escuchando cómo la chica del mostrador me gritaba que el baño era sólo para clientes, pero me dio igual. Corrí, me encerré en un baño con ventana, me cambié a toda velocidad y salí por ese hueco en la pared justo mientras escuchaba la voz de la mujer que venía a replicarme o a echarme o vete tú a saber.

¿En serio? ¿Ves a la gente huir por la calle y te centras en que alguien va a hacer gasto de papel higiénico?

Lo guardé todo en la mochila, coloqué la diadema para que echase el pelo hacia atrás y salí subiéndome la capucha del traje, colgándome de la esquina del edificio más cercano mientras me colocaba el otro tirante del macuto. Genial, Gwen, como siempre, justo a tiempo.

Me columpié haciendo péndulo con mi peso para caer sobre el tejado de aquel edificio, observando cómo una chica generaba explosiones a su alrededor mientras era perseguida por la policía. Últimamente desde la colisión todo había sido una locura, y estaba agotada, pero no por ello debería dejar de hacer lo que hago, así que decidí analizar la situación. Dos opciones principales posibles... O es la mala que huye de los buenos, o es la buena que huye de la poli, como yo tenía que hacer en incontables ocasiones. Vi cómo corría tapándome los oídos para evitarme el estruendo de esas explosiones desconocidas así como de las alarmas y los cristales estallando. Encontré un patrón en el que ella detenía, sólo un segundo entre golpetazo y golpetazo, pero tal vez fuese suficiente. Me acerqué andando por el borde del edificio notando ráfagas de aire cada vez más y más intensas. Lancé dos hilos gruesos y firmes desde mis muñecas al edificio de enfrente, me eché hacia atrás para cargarme como un tirachinas y me lancé a por ella, calculando que la ráfaga que habría entre que mi lanzamiento y mi llegada me mandaría al quinto pino. Pero lo tenía pensado.

Estaba cayendo, por delante de ella calculando que llegaría generando esos rafagazos, y al notar el aire llegar y la fuerza de esa explosión extraña, solté la filigrana de mi mano derecha y la enganché a un coche más cercano, ofreciéndome un punto de apoyo. De ese modo, al tener un punto fijo, el aire me repelió de ella, pero pivoté hasta volver al punto original, como he dicho: ella. Llegué por su espalda, impulsada por su propio aire y la aferré con fuerza del abdomen y la espalda, cuidando no dañarla.- ¡Te pillé!- Tiré con fuerza del brazo izquierdo y nos elevé por encima de las cabezas de los policías que se quedaron contemplando la escena. Aterricé tres edificios más adelante, cargándola y al bajar la solté. - ¿De qué iba eso? ¿Qué has hecho para que te persigan así?- me quedé mirándola a través de mi máscara, viendo su particular aspecto. ¿Sería un alien como los asgardianos? Quizá fuese alguna mutación extraña... O fuese alguna criatura antropomorfa pero no fuese humana... La miraba con los ojos ligeramente entrecerrados, con algo de duda. Parecía bastante agitada, y viendo la situación que acabábamos de pasar, no era para menos. Apoyé las manos sobre las caderas, esperando respuesta y diálogo para saber mas de la chica de ojos blancos, dispuesta a perseguirla si eso era necesario y sin pensar en la prensa y lo que la policía diría de mí. Eso eran problemas a los que me enfrentaría en su momento.

La situación no hacía más que complicarse. Zoey había intentado por medio del ataque de pánico que había tenido asustar a la multitud para que no se le acercase, pero había conseguido el efecto contrario: varios coches de policía se acercaron al cruce y aparcaron lo más cerca posible del suceso, para parapetarse con las puertas de sus vehículos y apuntar a la extraña muchacha con sus pistolas. Se miraron entre ellos, preguntándose cómo una joven tan flaca podía suponer un problema, cuando escucharon un estallido y los cristales de sus vehículos estallaron sin más.

Vale, no había que tomarse a broma a esa chica y su bastón.

Zoey estaba agachada, con la cara casi rozando el suelo en una posición digna de un mono o un animal salvaje, con las piernas bastante separadas, una mano contra el suelo y la otra sujetando en alto el bastón, preparada para cualquier ataque. Respiraba con dificultad, con mucha ansiedad en el cuerpo. Estaba rodeada de gente en un mundo que claramente no era el suyo. No sabía cómo había llegado allí pero sabía cómo lo haría para largarse: a base de fuerza bruta.

- Señorita, tire el arma y ponga las manos sobre la cabeza.

Una voz resonó por encima del griterío. ¡Menudos pulmones tenía ese! Pero no era momento para sorprenderse: tenía que salir de allí cuanto antes, así que levantó el bastón seguido de su cuerpo, lo apoyó en el suelo, dio una voltereta en el aire impulsado por el palo y golpeó con éste el coche más alejado de la voz y de los policías armados.
Un estallido, y el coche elevó el morro quedando "de pie". Otro estallido y salió impulsado hacia atrás ahora que no tenía las cuatro ruedas para sostenerse. La gente gritó, asustada, y salió corriendo. Otro coche, otro estallido, un segundo estallido y lo mismo.
La policía aprovechó ese momento para apartar los coches que los mantenía encerrados y se acercaron a la chica con las sirenas encendidas. Zoey se asustó al escuchar esa extraña sirena y empezó a correr, impulsándose con los estallidos de sus pies sin tocar el suelo.
No dejaban de perseguirla así que, como cualquier animal que se viera en peligro se paró, se giró y atacó. Fueron varios los estallidos que hizo como defensa, hasta que, sin saber cómo, se vio a si misma elevándose del nivel del suelo.

¿Estaba volando? ¿Cómo? No había hecho ningún estallido que la propulsase y... cuando se quiso dar cuenta... vio que tenía unas manos que la tocaban... que la sujetaban... unas manos......... la estaban............. tocando.............

Tal vez por la adrenalina o por la concentración la chica araña o se enteró, pero Zoey comenzó a gritar aun más asustada, casi histérica y removiéndose, dando patadas en el aire. Cuando la soltó en la azotea, la mutante aprovechó el momento para arrastrarse a cuatro patas por el suelo, sollozando de rabia, ira, miedo y asco. Durante su alejamiento había dejado el palo a un lado, olvidándose de él. Se alejó de la mujer y se giró para mirarla, con los ojos encendidos, mostrando los dientes y gruñendo. Gruñía cada vez más fuerte según recordaba lo que había hecho esa enmascarada. Se le "erizó" la espalda estando a cuatro patas tal cual fuera una bestia, amenazante.
Tal vez la figura de una joven flaca no fuera para nada amenazante...

... Pero tal vez sí lo fuera lo que estaba subiendo por la pared del edificio.

Guiados por el miedo y la desesperación, algunos de los restos de los vehículos rodaron por la superficie de la pared, hasta llegar a la azotea y situarse detrás de Gwen. Como si una mano invisible los fuera uniendo, los restos formaron una figura que medía el doble de la mujer araña, y el triple de ancha. Las partes mas afiladas formaron unas fauces con dientes y dos retrovisores rotos simularon unos ojos.
Era una bestia con una cabeza enorme, un cuerpo corto y unas patas igual de afiladas que sus dientes.

Zoey gruñó con fuerza.

La bestia se abalanzó sobre Gwen.

Clavé la mirada en esos ojos blancos, que al aterrizar en la azotea parecieron atemorizados. Me dio un vuelco al corazón. Tal vez fuese ciega, y le acababa de dar el infarto de su vida. Normalmente cuando quieres ayudar a una persona con ceguera preguntas primero, para no sobresaltarle al contacto que no espera. Y yo había irrumpido levantándole por los aires, jodiéndole la sensación de gravedad y mientras era perseguida.

Me agaché y le tendí la mano con lentitud, a una distancia prudencial de un par de metros y empecé a hablar tranquila y suave - Oye, yo.. Perdona, solo quería ayudarte, no tenía intención de asustarte o hacerte daño..-- pero me quedé en silencio cuando empezó a gruñir y a mirarme enseñándome los dientes. Fruncí el ceño mirándola con curiosidad mientras miraba a nuestro alrededor, por el suelo, viendo la barra terminar de rodar hasta chocarse con una salida de chimenea. Estiré el brazo para coger el pedazo de metal y acercárselo con muchísima lentitud. -Toma, es tuya, ¿No?- pensé que eso le haría sentirse segura. Empecé a ver cómo parecía un gato callejero cada vez más. Gruñendo, mostrándome su agresividad. No comprendía muy bien qué estaba pasando, pero solté la barra, lanzándosela rodando hasta su posición justo antes de que el sentido arácnido me saltase todas las alarmas. Me giré súbitamente con el sonido de piezas metálicas chocando entre sí y crujiendo mientras se doblaban. El estruendo sonaba cada vez más y más cerca.

Pude ver cómo ante mí yacía ahora una especie de robot gigante construído con puertas y demás piezas de los coches que estaban aparcados y circulaban por la calle. Los faros me cegaron en un instante y puse la mano alzada para tapar la luz que me venía de cara. Estaba entre un monstruo de metal y una fiera a punto de saltar. Lo típico, vamos. El puzle de chatarra me recordó a la bestia a la que me había enfrentado el día anterior. Superior a mí en tamaño, fuerza y seguramente resistencia. Pero siempre hay un modo.

Por un momento fugaz se me pasó por la cabeza que esa chica de piel oliva podía tener instinto. ¿No era una locura pensarlo, no? Yo tenía y había percibido ese monstruo. Ella tenía facciones que podían ser de cualquier animal. ¿Y si no me estaba gruñendo a mí y estaba gruñendo a ese mazinger Z improvisado? Los animales se alteran antes de un terremoto o una catástrofe, pero ella ahora no tenía a dónde huir. Pero.. ¿Quién la perseguía? Quizá uno de los policías fuese un mutante con una capacidad similar a la de magneto. ¿Pero qué tenía esta chica?

- ¡¡CUIDADO!! - grité saltando de la azotea cayendo en la escalera de incendios, para no dejarla sola, controlando que la fiera, sin embargo, parecía ficharme a mí. Lejos de siquiera fijarse en ella, iba sólo a por mi. ¿Lo controlaba ella? ¿De verdad tanto mal le había hecho? ¿Ese era su poder?

Agité la cabeza esperando su próximo golpe y centrándome en la estructura. Parecía tener las patas cortas. Tal vez con una trampa fuese suficiente. Empecé a correr por la azotea de un lado a otro, enganchando telaraña entre el murete de seguridad que tienen todos los tejados. Poco a poco fui construyendo mi bosque de hilo por el que para mí era muy fácil moverme pero supuse que a esa cosa le costaría un poco más. La mitad de la azotea estaba repleta de filigranas de mi telaraña, dejando a la chica aparte y centrando mi pelea entre la máquina y yo, aguardando con el sentido arácnido su siguiente movimiento.  

La bestia abrió sus enormes fauces, simulando un feroz aullido que se quedó en un fuerte chirrido hecho por todas las partes que formaban a la mole. Había fallado y eso hizo rabiar a Zoey. Ella y la bestia estaban conectadas y lo que ella sentía se transmitía a la construcción sin quererlo. Siempre había sido así y siempre sería así: el titiritero movía los hilos y la muñeca hacía como que estaba viva.

La escurridiza Gwen había conseguido escaparse del ataque de la bestia. Zoey corrió hacia su creación, se agachó un momento para recoger el bastión y se subió de un salto sobre el lomo de la bestia. La bestia metálica se movía sin parar, como un castillo de naipes al viento, y Zoey se tuvo que medio agachar para mantener el equilibrio, curvando la espalda, extendiendo las piernas y poniendo la palma izquierda sobre el metal mientras con la otra mano hacía equilibrios con el bastón.
Una posición práctica si en algún momento debía de saltar.

- AAAAAArggg....¿aah?

La velocidad con la que se movía aquella mujer enmascarada no era ni normal. Zoey se quedó medio lela intentando seguir sus movimientos. Podía escuchar y ver la materia dispersándose al paso de Gwen pero era tan rápida y ágil que cuando miraba ya no estaba allí.
Y entonces, se paró.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAYEEEEE! - gritó la mutante, moviendo su vara mientras la bestia hacía su propio "grito" y cargaba contra Gwen.

Hubiera terminado la carga si no hubiera sido por las telarañas las cuales Zoey no había reparado en ellas. Las patas de la bestia comenzaron a moverse de forma errática y la confusión de Zoey se transmitió a los movimientos del mastodonte metálico. Dio varios pasos, se giró sobre si mismo, dio varios pasos más y chocó contra el borde de la pared de seguridad del tejado.
Zoey no pudo sujetarse a tiempo cuando la bestia se inclinó.

- ¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

La mutante cayó desde lo alto del edificio, viendo como le suelo se le estaba acercando a toda velocidad. Quiso usar sus dotes para hacer chocar la materia con pies y manos y así ir reduciendo la velocidad de caída, pero estaba tan asustada que se le había olvidado que la bestia aun estaba montada y que sus dotes no podían hacer ambas cosas a la vez.

Pequeñas lágrimas de miedo humedecieron sus ojos mientras su boca no dejaba de gritar.

Sonreí al comprobar que la jugada me salía bien... Pero me duró poco y me quedé flipando de ver cómo la elfilla se subía al robot estilo "reina de los mechas" y empezaba a dirigirle a berridos de perro loco. El bicho... ¿¡ERA SUYO!? Me quedé mirando como un pasmarote a la chica sobre el transformer gigante, gritando y hablando con su colega para dirigirle a dónde ir. ¡QUÉ PODER MÁS CHETO! Broken champ.

Vi cómo la máquina empezaba a enredarse entre mis telas, sonriendo bajo la máscara por el éxito, pero con ese crujido de chatarra se me acabó la diversión. Vi cómo la bestia se desmoronaba con la chica aun encima, hasta que vi desaparecer el equipo por completo por el perfil de la pared. Subí corriendo, deslizándome sobre las telarañas que seguían en pie como haciendo patinaje y al llegar al borde me dejé caer sin dudarlo. Busqué con la vista ágil el cuerpo de la chica semi-bestia y le lancé una telaraña, que se enganchó a su cintura mientras yo seguía cayendo. Miré hacia arriba, notando el viento alrededor de mi cara, metiéndose por la capucha y con la izquierda lancé otra fibra que quedó enganchada en el techo.

Hice toda la fuerza que pude con mis brazos para frenarle la caída poco a poco. Noté cómo la tela se tensaba en torno a mis manos, y que la chica descansaba a salvo a un metro de la acera con un corro de gente alrededor que miraba entre sonrisas y alguna cara larga. Sin soltarme, descendí poco a poco hasta que me aseguré que ella se quedaba de pie en el suelo, con calma. Bajé detrás de ella, deshaciendo la tela de araña al bajar, soltándola de mi muñeca. - Sólo quería hablar contigo. Te he salvado dos veces. Me debes una explicación... ¿Sigues bien?- y me quedé ahí esperando una reacción. Si hubiese sido cualquier otro seguramente le hubiese dejado caer... pero ella corría delante de la policía. Y parecía más asustada que huidiza. Bueno, no le habría dejado caer, no sé a quién pretendo engañar. EL CASO ES. Que con esta chica quién sabe. Lo mismo un mordisco, medio guantazo o el colega de optimus prime, así que me preparé para cualquiera de esas cosas.

Aproveché para mirarla con más detenimiento, descansando con el peso sobre una pierna y cruzando los brazos después de recolocarme la capucha. Su piel tenía un tono curioso, como de hoja de laurel. Y su pelo no parecía un tinte, aunque el color era cantoso y brillante como el sol. Me detuve un instante en las cicatrices de su cara y en los ojos. Sin duda era lo más llamativo de ella. Ciega no estaba, eso desde luego. Nadie toma la confianza de subirse a un robot si lo está... ¿Quién demonios era? -Me llaman White-spider... Me dedico a ayudar a la gente en apuros. Tal vez quieras hablar- terminé intentando establecer algo de contacto con ella. Papá siempre dice que en los interrogatorios es mejor intentar acercar al sujeto a ti.

Iba a morir. Estaba más que cantado. Iba a estamparse en aquel suelo que se acercaba a toda velocidad el mismo día que había descubierto que su mundo ya no era su mundo. Iba a morir tras sobrevivir a carroñeros, bandidos, bestias de las estepas, enfermedades, a la edad... Parecía un mal chiste, contado sin gracia ni ganas. No dejaba de gritar y gritar intentando a ver si por suerte del destino o un poder divino al cual jamás le había mandado un solo rezo y se salvaba de esa...

La salvación no llegó en forma de trompetas, campanas ni ningún ser divino... pero si al menos de alguien surgido de lo más alto. Concretamente del edificio del cual se había caído.

Se quedó quieta, tiesa más bien al comprobar que el suelo no la había matado. ¿Estaba viva? ¡Estaba viva! Sujeta por la espalda con una especie de telaraña. La misma especie de telaraña que no había visto previamente y que había hecho que su criatura se precipitara junto con ella.
Al quedarse completamente vacía, la criatura metálica se descompuso y sus partes cayeron al suelo, repartiéndose por toda la acera. No tardó en llegar el típico grupo de gente curiosos por ver qué había pasado y quién era esa chica que colgaba de una telaraña. De normal, si cuelga de una telaraña es que es mala gente, y por eso algún que otro se dio el lujo de recriminarla diciendo "¡así aprenderás!" o algo por el estilo.

Su salvadora, llegó, la desenganchó y la ayudó a ponerse de pie. Zoey estaba demasiado en shock como para mantenerse erguida, dejándose caer al suelo, sentada, mirando el infinito con la boca entreabierta. Su mente seguía sin saber por qué seguía viva.
Fue cuando White-Spider se presentó y le dijo si quería hablar que el dique se rompió, acumulado con demasiado susto, espanto, ira, desesperación... Primero arrancó con un pequeño renqueo y después...

- Ehh... ehh... ehhg.... ¡BWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Zoey se puso a llorar en medio de la acera, dejando que todas las lágrimas intentaran limpiar el espanto que cubría la cabeza de la mutante: ya no estaba en Hueco, y esas tierras le eran desconocidas. No sabía en qué mundo había caído y la gente que había conocido y cuidaban de ella ya no estaba. Era todo demasiado duro como para soportarlo, sumándole la caída libre desde lo alto del edificio.

- ¡Abran paso! ¡Abran paso! Nos vamos a llevar a ésta chica por alteración del orden público y atacar a las fuerzas del orden. - dijo el policía que había conseguido penetrar el muro de curiosos.

- ¡UAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡KERO I-I-I...IRME A CASAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

OOC: No estaba segura, pero creo que he acertado con el color.

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¡¡AL FIN!! Por dios no me creo que vaya a hablar. ¿Por qué siempre me lo ponían todo tan difícil? A ver, entiendo su situación, ha sido perseguida y eso... Pero si me dieran un centavo cada vez que tengo que sonsacarle información a la gente ahora mismo podría¡BWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

...

Está bien, supongo que no importa. Gwen niñera de bebés verdes mode: On. -Hey... tranquila... ¿Has... has venido aquí con toda la locura de hace un par de días?- dije suavizando la voz. Me agaché frente a ella y empecé a susurrar, hablando en un tono más calmado. La gente, cómo no. Se acercó en ese mismo círculo que había formado. -Por favor, mantengan las distancias, esta chica necesita espacio- Dije extendiendo los brazos para atrás y haciendo una línea de telaraña en el suelo. - Esperen su turno detrás de la raya por favor- bromeé para luego mirar a los ojos blancos y húmedos de la chica de nuevo. Desde luego parecía perdida y era increíble pensar que la chica que me había estado gruñendo en ese tejado era ahora esta bolita adorable de lágrimas parecida a una niña pequeña que no encuentra a sus padres en un parque de atracciones.

Me senté frente a ella a una altura considerable y apoyé mi mano boca arriba en el suelo, ofreciéndosela pero con cautela. - Entiendo que estés asustada, pero tienes que intentar calmarte y decirme qué te ha ocurrido.. quizá yo pueda-Nos vamos a llevar a ésta chica por alteración del orden público y atacar a las fuerzas del orden.Escuché la voz de uno de los policías entrando en el círculo, y vi a su compañero que me miraba, sacando un segundo par de esposas para mí. Oh venga ya. Se habían pasado de la raya.
Pasado de la raya, ¡de la que yo había hecho! ...

Como decía. Los policías se acercaban a ella y alcé ambas manos para pararles - Viene conmigo. Necesita parar un instante... Dennos unos minutos e iremos con ustedes sin oponer resistencia- y una mierda- Pero ella necesita un descanso- Busqué con la vista alrededor y vi un puesto de perritos, al que pegué un silbido-¡EH, TÚ! EL DE LOS PERRITOS, ¡PONME UNO POR AQUÍ!- y después de pagar (sin levantarme, como una reina) le cedí a la chica llorosa el perrito caliente y unos kleenex que saqué de mi mochila junto con una botella de agua. -Toma, te vendrá bien- lo cierto es que me habría venido bien hasta a mí. Era un perrito de manual. El pan estaba crujiente por la parte de dentro pero blandito y tierno por fuera decorado con esas motitas de arroz. La salchicha especiada humeaba entre los dos panes dejándome un olor que me conquistó hasta a mí. Se salía lo justo del pan, un poquito de cada lado, y el ketchup rebosaba entre los costados de la carne. Dios... En serio. QUÉ HAMBRE.

Y... ¡No hice nada más! Esperar a que comiera, se limpiase las lágrimas y bebiese tranquilamente. Y si no.. pues... ¡a correr de la policía otra vez!

La mutante estaba tiritando. No era por llorar, sino por toda la tensión a la que se había visto sometida por los acontecimientos. Por poner un ejemplo, se podría decir que estaba en medio de un principio de shock. Llorar era su forma de aflojar esa tensión y calmarse... aunque como era más que evidente, no lo estaba consiguiendo, más cuando se dio cuenta que estaba rodeada por gente. Zoey tenía miedo a las multitudes, y jamás en su vida había visto tanta gente reunida. Se tapó los ojos con las manos para evitar mirarles, para intentar imaginar que no estaba allí, que no la miraban y que no estaba en una clara situación de inferioridad.

Rodeada de nuevo. Los recuerdos se agolpaban en su cabeza. Hacían que tiritara más. Todo cuanto había sufrido a manos de aquellos... Todo lo que le obligaron a hacer para sobrevivir. Todo cuanto perdió. Zoey no quería toparse con multitudes. Las multitudes eran peligrosas. Las multitudes te hacían cosas.

- Zoey no está aquí. Zoey no está aquí. Zoey no está aquí... - se repetía una y otra vez tambaleándose.

Escuchó una voz amable. Entreabrió los ojos húmedos y los dedos, y vio esa mano frente a ella. Reconocía ese gesto porque lo había usado muchas veces ante los animales y ante aquellos que tenían cierto estatus en las caravanas y campamentos por donde había pasado. Levantó los ojos e intentó centrarse en la mujer con capucha y máscara que tenía delante. Gruñó de forma instintiva: en su mundo, nadie que llevara una máscara era de fiar. Además, estaban los héroes y villanos. Héroes y villanos...
Pero esa chica estaba siendo amable. ¿Qué era lo que buscaba de Zoey? ¿Qué quería?
Quería darle comida. El gesto de Zoey se calmó un poco, o mejor dicho, perdió toda expresión, convirtiéndose en una burla a la comprensión. ¿Le estaba dando comida? ¿Y agua? Y.... lo que fuera eso que le estaba tendiendo.... pero la verdad era que tenía hambre, y esa cosa... tenía buena pinta... y olía muy bien... y sus entrañas le gruñeron.
Fue visto y no visto: Zoey agarró el perrito y de dos mordiscos se lo metió en la boca, mientras con la otra mano cogía la botella de agua.
Las papilas gustativas de la mutante bailaron un vals alegre y ruidoso dentro de su boca. ¡¿Qué era eso?! Estaba claro que era comida pero... ¡ESTABA DEMASIADO BUENA PARA SER COMIDA! Ésta vez las lágrimas que tenía en los ojos eran de alegría. ¡¿CÓMO PODÍA ESTAR TAN BUENO?!
Se tragó la comida y bebió de aquella botella. Agua fresca, limpia. No podía creérselo. ¿Dónde había ido a parar? Y por último miró esa... cosa. La tocó con un dedo y vio que se abría. Dentro había papel. Lo tocó también... y era muy suave. Lo sacó y se lo pasó por la cara. Era muy, muy suave. Zoey sonreía porque le hacía cosquillas, y se limpió las lágrimas.

- Vale. ¡Se acabó el espectáculo! Llevad a la... chica al manicomio. Arrestad a la de la capucha.

Cuando se acercó el policía, el cambio en Zoey fue instantáneo: dejó de sonreír y volvió a poner esa cara amenazante. Y no sólo eso. Se movió con la agilidad de un felino, y le propinó una patada en el estómago al policía. Sólo que en lugar de ser una patada normal, se escuchó un estallido, sopló una brisa de viento que despeinó a los más cercanos y el policía fue propulsado contra sus compañeros.
Zoey recogió su bastón y se puso de nuevo en posición de amenaza, con el cuerpo doblado hacia delante, las piernas separadas, la mano del bastón alzada y la otra apoyada en el suelo... sólo que ésta vez, lo hizo de culo a Gwen, a quien parecía estar protegiendo.

- ¡NO PONGAIS UESTRAS MANOS ENCIA DE LAMIGA DE ZOEY! - Si algo respetaba Zoey por encima de todo, era la buena voluntad. Era algo que en su mundo escaseaba, y que ésta correspondía con toda su alma.

Su sonrisa me hizo sonreír a mí. Siguiendo hacia ella con calma, avanzando poco a poco en el terreno psicológico mientras perdía los nervios y quedaba aparentemente más tranquila. Las cosas iban bien... Devoró el perrito caliente más rápido de lo que tardé yo en traérselo y parecía más tranquila. Además la visión de la chica con ese pedazo de papel era particularmente encantadora. Actuó casi como una víctima de accidente, como si no hubiese comido durante días, y eso me preocupó. ¿Huyendo de la policía y sin comer…? Tal vez hubiese robado algo y la intentasen culpar de hurto famélico... Pero los polis habían dicho manicomio. Eché un vistazo rápido a las chapas identificativas de los agentes. El que estaba más cerca era el agente Thompson. Papá siempre tiene tiempo para describirle como un “estúpido integral” y comprobé que así era cuando se acercó actuando como lo había hecho, después de haberle pedido un momento.

La chica… Zoey me había parecido escucharle mientras lloraba, aparentaba ahora estar tan tranquila que me empecé a poner en pie para mediar otra vez, y como no me esperaba que se pusiera así, me llevé un la mano al pecho en un mini infarto cuando la vi reaccionar agresiva otra vez en esa megapatada petardo con esa pose tan chula y el grito de defensa. Curioso.. Hablaba en tercera persona, tal vez fuese una redneck paleta o el inglés no fuese su idioma natural. Pero el asunto era… Que la había cagado otra vez - Oh-oh… Zoey, gracias por protegerme, pero tenemos que irnos ya.- empezaron a escucharse más sirenas a lo lejos que se acercaban. - Ven-le extendí la mano dispuesta a subirnos al edificio más cercano y que me agarrase desde la espalda y por el pecho con cuidado. Quería cargarla, huir de ahí y llevarla a las ruinas de NY, donde pudiese calmarse y donde la policía nos perdería la pista.

Noté que cedía y la coloqué en mi espalda -¡Chao!- me despedí llevando la mano a la frente y separándola. Miré a los tejados de los edificios y disparé esas filigranas para salir disparada con impulso y como por un tirachinas -¡Agarrate fuerte!- Me fui impulsando de edificio en edificio, cada vez de un brazo distinto, pendulando entre las farolas y las calles hasta que en una de ellas di un giro para saltar dos edificios a la vez. Mientras caíamos utilicé la telaraña echándola entre dos de los edificios en ruinas para que cayésemos las dos sobre ella. -¡ALE-HOP!- caímos como en una hamaca hiper cómoda entre edificios derruidos y abandonados. Jadeé entre risas -Nunca me cansaría de esto- giré el rostro para ver a la chica - ¿Estás bien? Aquí no deberían encontrarte. Nunca les importa donde están los pobres- le dije mientras calmaba la respiración. - Te llamas Zoey, ¿no? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué te perseguían?- No parecía tan mala, a fin de cuentas. Pero sería peligroso dejarla sola. Tanto para ella como para los demás, visto lo visto.

Zoey gruñía como un animal que defiende su territorio, a su manada. Al acercarse más despacio los agentes de policía consiguieron que la mutante diera un paso hacia delante, abriendo la boca como un depredador y amenazando con el bastón. Los agentes retrocedieron, con una mano en la funda de la pistola por si fuera necesaria.

Una mano amiga le fue tendida a la superviviente. De forma intuitiva llegó a cogerla con la mano libre, y cuando se quiso dar cuenta, Zoey estaba subida a la espalda de la mujer enmascarada. Cuando por fin comprendió lo que estaba sucediendo, cambió su expresión a una muy distinta: terror absoluto por la certeza de lo que iba a pasar.

- Ohnononononononononononono - oh si. Gwen se impulsó hacia las alturas y Zoey empezó a gritar. - ¡ZOEYNOPUEDECONLALTURAAAAAAAAAAAS! - lo acababa de descubrir, tras la caída libre sufrida momentos antes. No sabemos cómo de fuerte tendrá los tímpanos una mujer araña, pero de seguro no iba a ser agradable tener a una chica asustada gritándole a la oreja durante todo el recorrido.

Una hamaca de telarañas fue su nueva mejor amiga, sujetándola para que no se cayese. Zoey estaba petrificada sobre las telarañas, sujetándose fuertemente al bastón, acurrucada como si tuviera frío, pero no temblaba por el frío.

La voz amigable volvió a dirigirse hacia la mutante, y ésta se calmó todo lo que pudo, apartando su bastón para sentarse con cuidado, estirando las piernas.

- Zoey no lo sabe - comenzó a relatar la muchacha. - Zoey taba con sus companieros buscando comía cuando derepende ¡ZUUUS! ¡FLASH! Zoey abrió los oho y ya no era Ueco. Zoey taba en meio dun montón de cosas que hacían ruiiio y molestaban y.... - Zoey volvió a abrazarse, insegura. - Zoey no sabe onde está. Zoey está perdía y quere volver a Ueco con los suyos. Zoey no quere está sola ota vez...

Mientras hacía fuerza con todos los músculos de mi cuerpo cerré los ojos con fuerza para concentrarme en que los tímpanos no me reventasen. Dios... ¿¡Pero qué pulmones tenía esta chica!? -Tra..tra..TRANQUILA...¡¡TRANQUILA!!!- le grité a modo de respuesta mientras la llevaba conmigo, hasta que caímos en la tela de araña.

-Uf...- me llevé el meñique al oído derecho masajeándolo un poco por fuera de la máscara. Pero qué demonios... -Tienes una voz potente, no sé si te lo habían dicho- bromeé intentando acomodarme en la red, poniendo las manos bajo mi cabeza y cruzando las piernas mirando al cielo. No se estaba mal.

Pero después de las preguntas, la muchacha reaccionó con la fragilidad anterior, solo que ahora no tenía perritos calientes. Aunque ahora comprendía por qué había reaccionado agresiva al principio.  Le tenía miedo a las alturas... y me la había llevado en volandas por medio Nueva York, famoso por ser la meseta más llana del....OkNo. -Hey...- acerqué una mano a su hombro y me giré tumbada en una caricia. Por lo que me contaba... parecía ser de esos seres que habían aparecido con la locura de hace unos días. Al parecer no sólo había desaparecido gente sino que también había aparecido gente de otros lugares...Y ella parecía ser una de las del último grupo -Ha habido una.. especie de colisión. Hay gente que está aquí que no estaba antes, y gente que estaba que ahora se han ido desde el...¡ZUUUS! ¡FLASH!- dije imitándola lo más cómicamente posible - Pero te entiendo... - intenté acercarme a ella para darle un abrazo - Estás confusa. Mucho. Te aconsejo acudir a un psicólogo. Son muy buenos con lo que hacen y es gente que te ayuda con los problemas cuando te sientes como te sientes tú ahora. Toma-busqué la mochila con la mano derecha y saqué una tarjeta del psicólogo de mi universidad- Te ayudará si contactas con él en esa dirección- le sonreí y extendí mis brazos para que me diera un abrazo si lo necesitaba o acabar por dárselo yo si no lo hacía ella.

Aceptó su mano. La había ayudado y le había dado de comer. Si, la aceptaba, así que podía tocarla cuanto quisiera... pero claro, con ciertos límites. Por muy agradecida que estuviera y por mucho que la aceptara, había límites que sería mejor no traspasar. Al fin y al cabo, una fobia es una fobia.

- Hmmm... Todo eso le suna a Zoey como cosas diéroes y viyanos. De onde Zoey viene ay muxos desos, y acen cosas mu raras. Cosas como levantá montanias, romper sielos y partir vidas. A Zoey no gusta lo que asen. Los buscamos y cazamos, porque son el mal. Corremos de eyos y eyos corren de nosotro. Odio a los éroes y viyanos: nos obligaon a viví mal.

Lo que si que no entendió para nada era eso del psicólogo. ¿Qué demonios era un psicólogo? ¿Y cómo se suponía que podría ayudarla? Decía que ayudan a la gente. A esos en su mundo los llaman suicidas. Es más, ayudar a otras personas siempre era para pedir algo a cambio. Excepto Zoey y algunos de los suyos. Entre ellos se ayudaban siempre que lo necesitaran sin pedir nada a cambio. Eran familia, y ahora no estaban con ella.
Cogió la tarjeta y le echó un vistazo. Huelga decir que no sabía lo que ponía en la tarjeta y mucho menos cómo iba a ayudarla a encontrar esa persona. En éste mundo tenían cosas muy raras.

Cuando vio que extendía los brazos al fin, ¡AL FIN! Algo que sí que entendía. Zoey sonrío, extendió los brazos y la abrazó con mucha fuerza, riéndose. Le gustaban los abrazos, sobretodo (o mejor dicho, tan sólo) cuando eran abrazos hacia gente que conocía y que le caía bien, como era el caso.
La estrujó bien fuerte, apretó un poco más haciendo un gemidito de fuerza y luego la soltó, como si dejara escapar una onda de choque que había mantenido dentro de su estómago o como se suelta efusivamente a un buen amigo.

- Gracias. Zoey necesitaba un bue abrazo. Pero oye una cosa: Zoey no sabe cómo funciona esto... - le dijo a Gwen moviendo la tarjeta en frente suyo. - Ay cosas en la cosa esta y Zoey no sabe lo que eh. ¿Es alguna clase de teggnología o argo así?

Me quedé pensativa escuchándola. Había algo de adorable y de cómico en su manera de hablar. Me recordaba un poco a los rednecks o a los white-trash que habitaban en las afueras o las fronteras cercanas a México. No sólo su aspecto era lo curioso. Para su desgracia parecía que había venido ella sola. Que de su universo no había venido nadie más. Así que intenté echarle una mano.

-Hmnm... Es algo así. Nosotros también tenemos nuestros héroes y nuestros villanos... pero muy pocos son de los que levantan montañas, rompen cielos y parten vidas. Eso es más de los videojuegos, ya lo irás pillando, no te agobies. - dije quitándole importancia para centrarme en la segunda parte. Ella era una heroína en su universo por lo que decía, o puede que una cazarrecompensas. Puede que simplemente ella fuese la parte humana que hoy se revela contra todos los que son distintos a ella. -Tú no te preocupes. Todo pasará antes de lo que te das cuenta y te acostumbrarás. Aquí los villanos hacen el mal, cometen crímenes y dañan a personas sin pudor... Los héroes intentan impedirlo- dije explicándoselo de la manera más simple que se me ocurría para no liarla más.

La recibí en mis brazos con la misma fuerza, parecía soltarse mucho más. Reí con ella y al terminar aproveché para mirar a esos ojos blancos más de cerca. Molaban mucho... aunque a veces eran un poco creepy... Pero ¿Quién soy yo para criticar los ojos blancos, no? -Te daré todos los abrazos que quieras- dije entre risas mientras me separaba de ella. Sí, era divertida - Bueno, sí. Pero olvida la tecnología. Allí hay una dirección que...- pero me detuve un segundo. ¿En serio era más fácil explicarle cómo funcionaba TODO EL MALDITO SISTEMA DE CALLEJEO DE NUEVA YORK antes que explicarle cómo iba un teléfono? - Bueno, mira. No importa. Hacemos una cosa. A ese tipo le conozco, sé donde está y cómo hacer que te ayude. Si te parece bien, te ofrezco un trato- carraspeé acariciándole el brazo con suavidad - Vendré de vez en cuando por aquí. Me aseguraré de que estás bien y te traeré algo de comer como... una o dos veces por semana, si puedo. Cuando te encuentres mejor y te explique alguna que otra cosilla de cómo funciona nuestro mundo y estés más tranquila, te llevaré con él. Es como un médico que ayuda a que nos sintamos mejor.- le expliqué tranquila y hablando serena para intentar sonar clara. A veces cuando me daba por ahí aceleraba el habla sin darme cuenta, y por lo visto tenía problemas con el idioma así que eché el freno un poco.

Héroes y villanos... Gwen hablaba de ellos como si fuera la cosa más normal del mundo, sin esa nota de miedo a la que Zoey estaba acostumbrada en su mundo. La narración sobre éstos por parte de la encapuchada le pareció a la mutante que había salido de algún cuento chino o de alguna mente enferma.
Los villanos hacen el mal dijo. Los héroes tratan de impedirlo dijo.
Pero no era su mundo y por tanto, no podía establecer los mismos criterios que en el suyo, ¿no? Ella tenía una visión de los héroes y los villanos muy distinta a la explicada por Gwen. Era... si, bastante distinta.

Quería ayudarla. Ella quería ayudarla a sobrevivir. Le prometió víveres dos veces por semana, una visita y ayuda. A simple vista no parecía querer nada a cambio y eso alegró a Zoey. Pocos eran los que había conocido que no quisieran algo a cambio por sus "servicios". Si, eran pocos los que como ellas ayudaban de forma desinteresada, porque es lo que hay que hacer para sobrevivir. Si al final solo quedas tú en el mundo, ¿a eso se le puede llamar sobrevivir? Tan sólo se posterga lo inevitable: la extinción completa.
La idea de quedarse en aquellas ruinas mientras conocía el nuevo mundo no era una mala idea. Y si la joven le traía más de esos bocados tan sabrosos sería lo mejor de lo mejor. Un cambio brutal de su forma de vida. Un descanso del día a día al que estaba acostumbrada Zoey.
Si, era una idea fabulosa.

- Grasias por tu aiuda - le sonrió Zoey. Luego, agarró su bastón y se puso de pie sobre la tela de araña, apoyando éste sobre la red. - Sin embargo, Zoey no puede quedase aquí. Zoey no puede está quita sin aser na'. Zoey agradece tu aiuda, pero Zoey debe seguí. Puede que otros aian yegado a éste mundo desde el mundo de Zoey. Puede que ehtén pedios y no sepan na' de éste lugá, como le ha pasado a Zoey. Zoey tiene que sabé si está sola, si vuelve a está sola sin su familia. Zoey debe saberlo y, si es así, Zoey solo sabe una fomma de seguí adelante, de viví. Zoey no sabe ná de pssssicolojos ni teggnolojia ni nada de éste mundo, y pa saberlo defe sabé, descubrí. No sabe estarse queta porque los que se paran son lo que mueren. Los déviles mueren y los fuertes, sobreviven. Zoey es fuerte y deve seguí siendo fuerte. Encontrará una fomma de viví en éste mundo, pero deve aserlo por ella misma. No puede quearse siendo cuidá por otra persona. Zoey agradese tu ayuda, y agradese tus consejo... pero Zoey no compatte la misma opinión de los éroes y viyanos: el bien y el mal son solo puntos de vihta. Uno cree asé el bien. Uno cree asé el mal. Uno solo sabe si ase bien nadie sale mal. Al final, too son solo actos y consequensias. Na más que eso. Éroes y viyanos... son lo mismo.

Zoey miró entonces hacia abajo... cosa que no tendría que haber hecho y tragó saliva. Miró una forma de bajar pero... sus piernas estaban demasiado clavadas en la red como para moverse y buscar una forma.

Cuando aceptó y agradeció la ayuda sonreí de tal modo que la máscara se ensombreció por fuera, haciendo público el gesto. Era raro recibir un poco de gratitud. La vida de entrega a los demás suele ir implicada del factor "tú te jodes y los demás te critican". Zoey, a pesar de las dificultades, había reconocido mi ayuda, y eso era como un acontecimiento único en la historia.

Pero curiosamente se ensanchó mi sonrisa cuando rechazó la oferta. Demostraba una actitud de comunidad y de entrega por la que valía muchísimo la pena luchar. -Me parece perfecto, Zoey...- pero la frase "si vuelve a estar sola sin su familia"... ¿Vuelve? Tal vez fuese una huérfana o algo así... En cualquier caso. Es fuerte. Sabe defenderse sola, y tiene unos ideales muy fuertes que no aparenta tener. Se las apañará. - Me parece genial, Zey, busca a tu gente, con mucha suerte les encontrarás pronto y dejarás de estar sola. Vive, ¡prueba cosas!- intenté animarla y dejarle con la mejor actitud posible antes de agarrarle de la cintura con delicadeza y bajarla descendiendo como con una liana de telaraña, haciendo fuerza con el puño para caer lento. - Nos veremos. Cuídate, eh... ¡Y no me la líes o tendré que volver a cuidarte!- dije con un suspiro sonriente al terminar. Me llevé una mano a la frente y la separé rápido a modo de despedida mientras enlazaba más hilo a los edificios altos cercanos para empezar a emprender más saltos por la ciudad mientras mantenía una reflexión en mi cabeza sobre lo que la chica de piel oliva me había dicho.

Uno cree hacer el bien y otro cree hacer el mal... Uno solo sabe que si hace el bien, nadie sale mal... Esa moral tan pura, tan...nativamente benévola... Me preocupaba. Quizá se le rompiese la ética en este mundo... Parecía basarse en algún sistema mediante el cual los villanos lo son bajo consciencia propia del mal que generan, como si ellos no creyesen que ese mal, es un bien mayor. Aquí el mundo y la moral eran distintos... Los malos hacen lo que hacen porque es SU bien. Puede ser un bien egoísta, ilógico o delictivo. Pero un bien. Nadie hacía el mal por puramente cumplir el mal si no tienen en meta que todo irá mejor...

Pero por desgracia, aquí hay gente que se piensa que con el mal sí está haciendo el bien.