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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]

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Clementine Martin

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MensajeTema: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime24th Junio 2016, 13:26

Hacía apenas dos días que Clementine había llegado al lugar y aun ni le había dado tiempo de adaptarse ni un poco al lugar.

Dado su caracter tímido, no tuvo muchas posibilidades de intimar con los compañeros, así que decidió acercarse a visitar la Gran Ciudad, quería conocer lo que era aquello. Para ello llamó a un taxi que le recogió en la puerta de la mansión y se dirigió la mismísima isla más conocida del mundo.

Clementine creía que estaba cerca, pero a la hora de la verdad se dio cuenta que la mansión no era tan cercana a la isla, y tras entrar en la autopista que la encaminaba directamente a la ciudad, vió pasar a los lados tantas grandes extensiones de árboles y pequeños pueblos, luego urbanizaciones como las que aparecían en la televisión, y otro hueco de arbolado. Pero conforme se acercaba notaba como la geografía urbana iba cambiando, más casas menos árboles, y luego más edificios altos y menos bajos, hasta que al fondo vio aquel cúmulo de edificios rozando el cielo.
El conductor entonces le dijo que estaban entrando en el famoso Bronx, y que en poco rato más estarían en el centro de Manhattan.
Ella había dicho al conductor que quería conocer lo más famoso de la ciudad, así que el taxista la dejó en pleno Broadway, en la zona que a él mejor le vino.

Clementine iba preparada, había cogido algo de dinero, llevaba un mapa de la ciudad, un sándwich y unas zapatillas cómodas. Se bajó del taxi tras pagarlo, había sido caro, pero pensaba que sería aún más caro dada la distancia recorrida.
Eran las doce de la mañana, tenía todo el día por delante para conocer aquel lugar que tan curioso le resultaba.
Los colegios universitarios, los teatros, una bulliciosa multitud de personas que siempre parecían llegar tarde a todos sitios.
Eso era la gran ciudad, allí la gente no paraba por nada, allí las vidas cambiaban a velocidad de vértigo, fortunas cambiaban de mano a cada momento. Quién sabe si alguno de aquellos pedigüeños que caminaban por las aceras pidiendo algo de dinero hace pocos años era un hombre de negocios que ni se molestaba en mirar a los que le rodeaban, y ni mucho menos a aquellos que pedían alguna moneda.
Depositó una moneda en el sombrero de una anciana y siguió caminando.

Todo aquello le impresionaba, pero a la vez le hacía sentir temerosa, no sabía lo que era estar rodeado de tanta gente, su vida había sido muy tranquila, en realidad en una zona totalmente campestre, no muy distinta de la Mansión X, mientras que esto era un continuo torrente apresurado de estímulos visuales y auditivos. De hecho, no sólo visuales y auditivos, sino también los olores que podía oler en aquel lugar tan lleno de gente y con gran presencia de puesto callejeros de comida.
Tanto estímulo le hacía tener los sentidos saturados, y debía tener un cuidado especial para no tener ningún accidente. Por suerte aún no había tenido ninguno desde que llegó a la Mansión, pero sabía que el primero iba a llegar y la ciudad era un sitio muy probable para tenerlo.

Al cruzar una de aquellas callejuelas de servicio como las que aparecían en las películas, tropezó, cayendo de rodillas sobre el asfalto. No fue mucho más que la molestia del golpe, porque iba preparada, se había puesto unas rodilleras elásticas acolchadas bajo los pantalones, así que realmente no se hizo daño. No le había quedado más remedio que ser precavida ante estas cosas o siempre iba a tener que estar curándoselas.
La gente pasaba a su alrededor sin detenerse, ni mucho menos para ayudarle a levantarse, así que puso las manos para ayudarse a levantar. Miró a la izquierda, al interior de la callejuela. Desde dentro unos brillantes ojos le observaban.

La vista de Clementine no era la mejor, sus gafas no abultaban porque usaba cristales especiales, pero realmente era bastante corta de vista. Aguzó los ojos para intentar ver que era aquello que le observaba desde el interior de la calle, aquellos ojos brillantes. Y vio un gato, montado sobre un contenedor cerrado.
Tras levantarse se acercó lentamente al lugar donde estaba el animal. Este, como suele ser normal entre los gatos, era renuente al contacto humano y corrió unos metros más allá.
Clementine sacó el sándwich y tomó una esquina, enseñándosela al animal y acercándose lentamente. Paso a paso, queriendo ganarse la confianza del animal, sin hacer movimientos bruscos, hablándole suavemente.
Alcanzó al gato, que olisqueó la comida en su mano y comenzó a tomarla. Aceptó de buena gana las caricias en su cabeza.

Un sonido se oyó a su derecha, más metido aún en la calle, el gato saltó del susto y corrió para salir de la calle.
-¡Ey, tú!, ¿qué haces ahí?, ¡ven!- Le gritó un hombre desde la oscuridad.
Se levantó como un resorte, y girando sobre sí comenzó a correr, aunque en dirección contraria, pero el suelo húmedo la hizo resbalar dándose de lleno contra el contenedor de basuras metálico sobre el que estaba el animal unos momentos antes. Quedó conmocionada unos segundos.
Al aclararse su mente, tenía a la persona delante de ella, agarrándola de la muñeca para hacerla levantar.

El temor recorrió el cuerpo de Clementine, había leído, oído y visto en televisión muchas cosas negativas sobre aquella ciudad.
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Solaris
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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime14th Julio 2016, 13:23

La mayoría del tiempo, me resulta imposible tener que compaginar mi vida profesional con la personal. Un viaje tan importante, a Estados Unidos nada menos, con el objetivo de iniciar un programa de becas e intercambio, con todo el papeleo que eso suponía, y el añadido de las dificultades que teníamos por parte de los más conservadores a abrir las puertas de su país a mas mutantes extranjeros, no me iban a dejar demasiado tiempo para disfrutar como hubiera querido. Era un trago amargo que me tocaba pasar a menudo. De todos los viajes que había hecho, no podía decir que ninguno hubiese sido por placer. Disfrutaba visitando esos países, eso sin duda. Pero no era como ir de vacaciones. Nunca lo era. Cuando tanto estaba en juego, me costaba ser egoísta con mi tiempo, y gastarlo para mí. Pero habría tenido que morir por dentro si algo me hubiera impedido, después de mi llegada, tomarme un día para poder observar la meca de los artistas. Brodway. Había muchos lugares donde habría estado encantada de cantar o tocar la nyckelharpa, pero cuando se es más pequeño e inocente, veías a las mujeres con tanta clase de la pantalla con su hermosa melena ondulada, y sus guantes hasta los codos, haciendo vibrar al público con sus exuberantes movimientos y el dulce sonido de su voz, convertidas en el centro de atención del Carnegie Hall.

Siendo niña, veía todas esas películas en blanco y negro con mi abuela. Esas que al principio me aburrían, pero ella procuraba narrarme para que yo supiera lo que pasaba. "Mira como le seduce con la mirada, y ahora que el chico se ha fijado en ella, le guiña un ojo" y entonces lo hacía, y él la escuchaba cantar como si fuese una verdadera sirena, y antes de darme cuenta, yo estaba tan prendada de la pantalla como mi Oma.

Caminaba por la avenida, intentando comportarme como mi hermano por una vez. Absorbiendo toda la información a mi alrededor, mirando cada cartel, cada cuadro de luces, cada detalle que pudiera grabar en las retinas. Mi abuela me lo había descrito, y a pesar de que algunos sitios estaban desmejorados, los inmortales seguían destilando esa idea de farándula y glamour. No tomé fotos. A menudo, la gente suele tomarlo como algo vulgar, sobretodo si se supone que estas representando una posición de cierta relevancia. No creía que nadie me conociera allí aún, pero de todas maneras, odiaría verme en el futuro en algún periódico sensacionalista con un pie de foto que me dejara como una guiri cualquiera. Como fuera, había que mantener la compostura, y desde luego esa no era manera de comportarse.

Estaba habituada a vivir mis experiencias de una manera muy personal e interna. Me gustaba disfrutar del momento, y no pensar en guardar algún recuerdo mas allá quizá de un detalle que me recordara siempre el lugar. Nunca eran cosas absurdas, como gorras o pegatinas. La mayoría de veces, eran antigüedades, planos, a veces ni siquiera tenían que ver con el país del que procedían, pero el hecho de haberlo encontrado allí, era en sí una curiosidad.

Avanzaba con paso seguro, seguida de mi hermano Björn, tan alto, desgarbado e informal como siempre. Encontraba un placer inusual en contar las bombillas de todos los letreros que encabezaban los cines y teatros, e iba contando entre dientes, para ver si eran pares o impares. En ocasiones ese tipo de excentricidades me asombraban hasta a mi. Y yo me pasé un verano viendo como diseccionaba cáscaras vacías de caracoles para ver si se cumplía la proporción áurea. Nos acercamos hasta el anuncio de la filarmónica de parís, que anunciaba una gira para el año siguiente. Era una pena no poder estar para verlos. Me hubiera gustado.

Me había planteado incluso comprar entradas para algún espectáculo, si encontraba alguno que me gustara. Nos detuvimos frente a uno de los teatros, y comenzamos a darle la vuelta, observando lo curioso de su arquitectura. Tenía unas molduras espectaculares, y las ventanas estaban hechas con forjados que parecían muy antiguos, pero que se habían esmerado en conservar. Uno de esos teatros pequeños, con calles accesorias del servicio, donde tiempo atrás, en sus sótanos, se había consumido alcohol, y montado fiestas en plena ley seca. Imaginar a los hombres con traje, gabardina y sombrero andando por esas callejuelas me hizo sonreír durante un instante, hasta que un estruendo se escuchó justo al principio de la callejuela por la que estábamos a punto de doblar. Björn se asomó sin ninguna muestra de alteración en el rostro, y yo caminé hacia el origen del sonido. De camino, me crucé con un gato que pasó zumbando a nuestro lado, intentando deslizarse sin que lo vieran a través de las esquinas. Al fondo, un hombre parecía estar levantando a una joven que había caído al suelo. ¿Eso había sido todo? Por el ruido que había hecho, al menos habría esperado que algo se hubiera caído de uno de los primeros pisos.

- Voy a apurar el paso. - informé a Björn, al tiempo que le empezaba a sacar algo de distancia. Mi hermano no podía acelerar su ritmo sin motivo, y menos para una nimiedad así. Me acerqué hasta el hombre que había sujetado por la muñeca a la jovencita, con intención de levantarla. - ¿Os encontráis bien? - pregunté mirando alrededor, intentando ver si el entorno me proporcionaba más información. - Menudo estruendo. - añadí, ayudando si era necesario a la muchacha a levantarse. No parecía haber sido nada grave.

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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime15th Julio 2016, 10:45

Clementine cerró los ojos. No podía ni pensar de tanta tensión en aquel momento. Empezó a canturrear una canción que se le vino a la mente.
-...je crois pourtant qu'il est seul et qu'il voit d'autress filles...-
Apenas oyó en el fondo unas voces que se acercaban. Se quedó ensimismada en sí misma.

Se incorporó ligeramente aprovechando el tirón del hombre que la sujetaba,  poniéndose en cuclillas, sujeta por la muñeca aún.
De repente dio un salto. Las piernas de Clementine se elevaron hacia atrás, girando todo su cuerpo arqueado como el de un gato alrededor del centro que era su muñeca sujeta. En menos de un segundo, si se pudiese detener el tiempo, la instantanea hubiera sido la de la chica en el aire, cabeza abajo, mirando hacia atrás aunque con los ojos cerrados, con las piernas arqueadas a punto de tomar contacto con la cabeza del hombre.
Pero el tiempo no se para. Con una delicadeza impropia de un movimiento realizado a tanta velocidad, los pies tomaron contacto con la cabeza del hombre, que no sufrió el golpe porque no hubo tal, pero que sí sintió repentino cambio del centro de gravedad conjunto de los dos.
Antes tenía a una chica en el suelo y él estaba tirando hacia detrás. Ahora no sabía como, la chica estaba encima de él, aunque aún tenía una de sus muñecas sujetas, pero él seguía tirando hacia atrás.
En esa centésima de segundo notó como caía hacia atrás por la inercia. Soltó a la chica para amortiguar con las manos el culazo que se avecinaba.
El cuerpo de Clementine quedó suelto. Saltó hacia arriba mientras el cuerpo del hombre caía de bruces en el suelo.
En el aire, las manos fueron cubrir su cara, mientras el torso volvía a su posición normal.
Las puntas de sus pies alcanzaron el suelo y comenzó a correr en dirección a las voces que había escuchado, sin soltarse las manos de la cara.

Fue tomando contacto de nuevo con la realidad. No podía con tanta tensión, notando como las lágrimas escapaban de sus ojos, empañando sus gafas.
-¡AAAAAHHHH, SOCORRO!-
Sólo corría hacia la pareja que se acercaba.
Al final apartó las manos de su cara y abrió los ojos, tomando contacto total con la realidad.
Vio un chico alto, y se abalanzó contra él buscando protección, aunque en el último momento resbaló en un charco en el suelo, cayendo al suelo hasta alcanzar al chico, justo delante de sus pies, que agarró mientras seguía llorando.
Las gafas se escaparon de su cara, deslizándose unos metros más allá.

Clementine en aquel momento no sabía lo que había pasado. Sólo recordaba como aquel tipo la agarró de la mano, comenzar a cantar, y de repente verse corriendo hacia la pareja mientras gritaba piniendo auxilio, tropezarse y perder las gafas, por lo que ahora encima no veía nada.

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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime15th Julio 2016, 15:51

Todo pasó bastante rápido. La chica de pronto se puso a farfullar, dio un salto de una antinatural, delatando una flexibilidad que parecía imposible, saltó sobre la espalda del hombre, tirándole al suelo, y luego, en cuanto aterrizó, salió corriendo cubriéndose los ojos, directa hacia su dirección. Fruncí el ceño y seguí su camino con los ojos, observando como Björn se cruzaba en su camino. Localicé con la mirada al hombre en el suelo, que se mostraba desconcertado y un poco dolorido. Me aproximé a él con actitud severa, pero calmada, procurando valorar la situación. Un nuevo estruendo me hizo girar la cabeza y encontrarme la situación. La joven estaba tirada en el suelo, abrazada a los pies de mi hermano.

- ¿Qué ha ocurrido?- inquiero, convencida de que ese hombre va a responderme. Le tiendo la mano y la agarra, levantándose. Huele un poco a vino, pero sobre todo eso, hay un clarísimo olor a comida de animal. Me mira, aún confundido por lo que acaba de pasar.

- No lo se. Esa chica se asomó por el callejón, y le dio algo a mi gata. No me gusta que coma cosas de desconocidos, porque han estado envenenando a los perros y los gatos. Ponen hasta agujas en trozos de salchicha. ¿sabe? - me explicó el hombre con nerviosismo, que parecía un sin techo. - Llamé a la gata para que volviera, pero salió corriendo, y la chica también. Se dió un golpe muy feo con un contenedor y traté de levantarla, pero ella...- parecía aún mas contrariado que antes, y no me extrañaba nada. Si alguien me hubiese esquivado como esa muchacha lo había hecho, yo también me habría quedado alucinada. Incluso a pesar de tener experiencia en lo mas raro que podáis imaginar.

La joven que había resbalado en el charco se abrazó a los pies de Björn, que se quedó confundido durante unos instantes. Se acuclilló junto a la chica, y colocó una de sus amplias manos en la espalda de ella, tranquilizador... a su extraña manera.

- Tranquila. Estas bien. - afirmó, en un tono neutro. - ¿Puedes levantarte? ¿Buscamos tus gafas? - toda la destreza social que Björn pudiera tener estaba tratando de utilizarla para tranquilizar a esa jovencita.

Nos acercamos, el sin techo y yo, hacia el lugar donde estaban ambos. Recuperé las gafas de la joven que seguía aferrada a las piernas de mi hermano. Le tendí sus gafas y posé una mano sobre su hombro, de manera cálida y conciliadora.

- No tengas miedo. - la tranquilicé, ayudándola a levantarse. - ¿Estas bien? ¿Te has hecho daño? - pregunté en primer lugar. Ya iban dos golpes que se había dado. Lo primero era asegurarnos de que se encontraba bien. - Soy Sieglinde. Él es Björn. Y este hombre es Mel. - nos presenté a todos. Por algún motivo, saber el nombre de la gente ha demostrado ser tranquilizador, incluso en casos de secuestro. El negociador trata de empatizar con el objetivo humanizando el trato lo más posible. El sin techo sujetó la pequeña caja que llevaba entre las manos, como si estuviera cohibido. - Ha habido un malentendido. Mel no te llamaba a ti, si no a su gata. No intentaba hacerte nada malo. Pero entiende que te hayas puesto nerviosa. No era su intención asustarte. - expliqué en tono claro, procurando usar frases cortas que le permitieran entenderla situación con rapidez.

- Es verdad, chiquilla. Lo siento mucho. - se disculpó el hombre, de manera un poco atropellada. - Es que no me gusta que desconocidos den comida a mi gata. No me gusta que se aleje. Me da miedo que se asuste y abandone a los gatitos. Mira. - abrió la caja, donde había cuatro pequeños gatitos apelotonados alrededor de una toalla. - Sólo tienen tres semanas. - añadió, intentando parecer lo menos amenazante posible. Se le notaba incómodo con la situación.

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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime16th Julio 2016, 15:19

Clementine se levantó como pudo del suelo, dando gracias a llevar las rodilleras por debajo de los pantalones, como siempre solía hacer.
Palpó un poco el suelo buscando sus gafas. El mundo era una total sucesión de objetos indefinidos sin ellas.
Alguien le acercó las gafas y se las puso, y pudo ver a sus acompañantes.
El hombre del suceso. Parecía muy abochornado por la situación.
Y la pareja, la chica al lado del hombre, intentando arreglar la situación, y el chico, al lado de Clementine, manteniendo un rictus hierático, pero que no parecía forzado, sino que resultada totalmente natural.

-No, gracias, estoy bien, sólo fue una caída, estoy acostumbrada, soy muy torpe, me pasa continuamente.-


La forma de expresarse de Clementine era un perfecto inglés formal, con expresiones más británicas que las que se solían usar en Estados Unidos, aunque su acento denotaba que no era su primera lengua, sino que era evidente que era francófona, y se le escapaban pronunciaciones guturales propias de su idioma natal.

Se acercó cojeando ligeramente a la mujer y al hombre de los gatos, tenía los pantalones manchados por el charco con el que había tropezado. Esperaba que la mancha se fuera, aún no habían llegado desde casa las cajas de ropa y sólo tenía los que llevaba en la maleta con la que llegó hace dos días a la mansión.

Miró dentro de la caja y vió a cuatro gatitos, dos blancos, uno negro y otro bicolor, como una vaca. Tenían las cabezas enormes, pero ya pugnaban apoyándose unos sobre otros pasa salir de la caja a explorar.
-¡Ay, que bonitos!-
De los dos gatos blancos, uno tenía un ojos cerrado, como inflamado, parecía tener una infección.
-¿Puedo cogerlo un momento?-
El hombre asintió sin ser capaz de responderle de palabra, extrañado al ver a la chica aparentemente tan desvalida y torpe, que momentos antes había volado sobre su cabeza.

Clementine tomó el gato entre sus manos y observó su ojo con cuidado.
-Tiene una infección en el lacrimal, necesita curas diarias y posiblemente antibióticos.-
Levantó la cabeza como avergonzada:
-Perdón, me explicaré, vivo en una granja y tenemos gatos para las ratas, y no es raro que se les infecten los ojos.-

Miró al hombre a los ojos con sus enormes violetas, aún enrojecidos del llanto, tras los cristales de sus gafas.
-¿Me dejaría cuidarlo?, yo sabría curarle el ojo. Antes entré para darle de comer al gato grande, sería su madre probablemente, le pido disculpas si eso le asustó.-

El gato ahora estaba en su regazo, rozando el morro contra el abrigo de la chica, mientras los dedos de ella acariciaban el cuello del animal.

Tras dudar un poco, el hombre aceptó, sabía que el pobre animal podría perder el ojo si no alguien no lo cuidaba continuamente, y una caja en mitad de un callejón de Nueva York no era el mejor lugar para salvarlo.

Antes de marchar, el hombre se dirigió a ella y le preguntó:
-¿Cómo hicistes eso?.-
-¿Qué hice que?.-
-Cuando saltaste.-
-¿Salté dónde?.-
El hombre no supo que decir, solo intentó mover las manos para representar el momento.
Clementine no entendía nada de lo que le decía, ya le habían dicho que los newyorkinos eran personas muy particulares, que rozaban la locura si es que no la superaban ampliamente, así que se despidió:
-Disculpe, es que no conozco el lenguaje de signos. Pero perdone el malentendido y gracias por el gatito, lo cuidaré bien.-
Se giró y caminó lentamente cojeando hacia fuera del callejón.

El hombre se quedó con cara de no saber qué acababa de suceder, sin ser capaz de pronunciar una palabra o mover un músculo, no sólo es que la chica no supiera lo que había hecho, es que encima le acaba de dar una respuesta totalmente ridícula.

La pareja caminó hasta ponerse al lado de Clementine, saliendo del callejón.
Al salir, la joven sonreía y les dijo a sus acompañantes:
-Gracias. ¿Me permitiríais invitaros a tomar algo por vuestra ayuda?. Yo voy a tomar algo, tengo hambre y mi bocadillo se cayó al suelo del callejón cuando el gato escapó. No admitiré un no por respuesta.-

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Última edición por Clementine Martin el 18th Julio 2016, 13:15, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime18th Julio 2016, 12:44

A nivel social, algo a lo que no estaba del todo familiarizada, la situación se estaba convirtiendo en rocambolesca por momentos. La joven mantuvo una conversación con el hombre, y ahora que todo parecía mas claro, nada nos retenía allí. Comencé a andar hacia la bocacalle dispuesta a contemplar el edificio al completo, cuando me di cuenta de que Björn se quedaba rezagado por detrás. Estaba asomado en la caja igual que la chica, que después cogió a uno de los gatitos, sacándolo. Yo suspiré, y esperé paciente a mi hermano. No es como si en toda su vida no hubiera visto un gato, pero los animales causaban en él bastante fascinación. En el pueblo, solía quedarse mirando cómo los otros niños cogían ranas y las metían en cajas. El abría la tapa y las observaba estupefacto, el tiempo que tardaban los pobres bichos en saltar fuera. Eso le costó mas de una pelea, y algún que otro ojo morado, aunque nunca llegó a entender porqué le pegaban.

La chica se aproximó hacia donde yo estaba, seguida de mi hermano. Cuando alcanzó mi altura, me miró durante unos segundos, realizó un leve asentimiento, y yo bajé mis defensas para notar su sutil comunicación en mis oídos. Incluso siendo mi hermano, la idea de que otra persona entrara en mi mente me daba demasiado miedo. No sólo por lo que pudiera hacer conmigo, si no por la información de otros que podría conseguir de mí. Era algo que me quitaba el sueño, y que había hecho entrenar duro a todos aquellos que formaban parte de nuestro equipo. Distábamos de ser infalibles, pero a menudo unos segundos de incredulidad sirven para que la persona que pretende entrar se repliegue lo suficiente para que lo evites.

"Ha intentado disimular lo que ha sucedido. Como si no supiera lo que ha pasado. Creo que existe la posibilidad de que no domine sus poderes, aunque la idea de que lo ignore de un modo tan abismal me parece remota." finalizó así su mensaje, volviendo de nuevo a fijar su vista cansada al frente.

No me dió tiempo a reflexionar sobre lo expresado, la voz de la chica llamó mi atención e hizo que me detuviera, al igual que Björn. Ambos nos miramos con sorpresa, y volvimos a la jovencita. Resultaba sorprendente que alguien de apariencia tan frágil y torpe fuese capaz de reponerse con esa velocidad, tomando la iniciativa con tanta determinación. No es que fuese algo malo, pero si chocante. Nuestros planes estaban sin definir por completo, aunque no sabía hasta qué punto me gustaba la idea. Mis relaciones con la gente de su edad se basan en el sistema profesor a alumno, y no he sido capaz de encontrar otro modo de llevarlas a cabo. No es que no sepa mantener una conversación, pero a la larga, acabaría siendo una tutoría personalizada, por que yo no sabía de qué otro modo dirigirme a la gente tan joven. Acabaría tomándomelo como trabajo y era justo lo que había tratado de evadir. Tenía muy pocos momentos para mi...

- No tienes que agradecernos nada, pero si insistes, iremos encantados. - acepté al final, asintiendo y siguiéndola los dos a buen paso.

Era más por una cuestión de educación, aunque estaba tan habituada a guardar las apariencias desde la corrección y la etiqueta que era imposible distinguir cuando era sincera, y cuando hacía las cosas por cumplir. Tampoco me parecía bien declinar una invitación sólo por imponer mis deseos egoístas de estar sola. Tomaríamos un café, se lo agradeceríamos, se ofrecería a pagar y yo no se lo permitiría, alegando cualquier cosa con firmeza. Puede que la conversación fuese interesante, y que descubriésemos cuál era el origen de esa agilidad y flexibilidad tan espectacular. No era una perspectiva desagradable.

- Aún no nos has dicho cómo te llamas. - expuse, procurando que el tono sonase menos rígido de lo que solía ser. - Nosotros hemos venido a hacer turismo. Queríamos ver la meca de los artistas. ¿Tu también? - procuré sonar curiosa, pero no inquisitiva. No quería amedrentarla ni nada parecido. Sólo intentaba dar pie a la conversación.

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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime23rd Julio 2016, 11:22

La mujer aceptó la invitación, lo que puso a Clementine contenta. Tras un mal trago como el sucedido le vendría bien relajarse, y era verdad que comenzaba a tener hambre. No era algo raro, sino que solía pasarle cuando tenía momentos tensos, ya que justo después le venía el hambre, o sed y necesitaba tomar algo.

Caminaron por la calle buscando algún lugar donde poder tomar un café, aunque no tenía idea. Una ciudad de aquel tamaño tenía el problema del exceso, no de la falta. Todo aquello que buscaras lo ibas a encontrar, y de cosas tan comunes tenías tantas opciones que realmente era difícil escoger una entre ellas.
Metió al gato con cuidado en su bolso, un bolso de cuero con abertura ancha, donde el animal podía asomar la cabeza a placer.
Al final decidió por una que parecía tener un ambiente agradable, con música ambiental a bajo volumen para no entorpecer la conversación.
-Me llamo Clementine,- respondió la chica ante la pregunta sobre su nombre,-yo estudio fuera de la ciudad, en los suburbios, he llegado hace poco y quería visitar la ciudad. Supongo que es lo que todo el mundo hace cuando está por aquí, das una vuelta por Central Park, subes al Empire State, visitas los museos, intentas ir a alguna función en Broadway, te haces una foto junto al toro de Wall Street. En realidad hacer todas las cosas que suele hacer la gente por aquí llevará semanas y hoy sólo es mi primer día.-

Llegaron a la cabeza de la cola para pedir café.
-Por favor, quiero un café a la prensa.-
-¿Un café a la qué?- respondió el camarero.
-Café francés, una prensa de pistón.-
-No sé lo que es eso. Aquí tenemos café americano, café italiano, o sea, expresso, y hasta le podemos poner whisky para hacerlo irlandés.-
Clementine miró la barra de preparación. Una máquina express, varias máquinas americanas, con aquellas famosas jarras de cristal llenas de café insulso, lo que no le hacía ninguna ilusión.
-Un expresso macchiatto, por favor, y una de esas galletas.- señalando una galleta con pepitas de chocolate del tamaño de su cara.
Sus compañeros pidieron su parte.

Finalmente se sentaron en una mesa, en unos sillones bajos y cómodos. Uno de esos sillones dignos para tomarse una siesta a deshoras.
Acertó la pequeña taza a la boca. No era lo que ella prefería, pero al menos estaba bueno.
-Bueno, yo os he dicho mi nombre, ¿pero cuáles son los vuestos?

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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime9th Octubre 2016, 22:27

Permitimos que ella decidiera el local, ya que había realizado la invitación. Eso también le permitiría valorar en el amplio margen de calidad precio que estuviera dispuesta a gastarse, ya que a esas edades, el capital suele ser un problema. La concepción del valor de las cosas va cambiando mucho con el tiempo, desde tus primeras "pagas" hasta aquellas más sustanciosas que se ganaban trabajando con esfuerzo, y en función de la familia en la que te habías criado y su poder adquisitivo. No pensaba dejar que pagara ella, desde luego, si podía evitarlo. A pesar de que había insistido en la invitación, no dejaba de parecerme un tanto ridículo que una niña se viera obligada a pagar una merendola para dos adultos, y mucho menos teniendo en cuenta los opulentos gustos que mi hermano tenía en cuanto a dulces.

El camarero se aproximó a nosotros, y yo observé la carta. La verdad es que me apetecía algo dulce, aunque no estaba segura de que debiera permitírmelo. Había vuelto a engordar un poco, o era la sensación que tenía, aunque bien podía ser por el hecho de que mi regla estaba a punto de terminar, y aún me sentía bastante hinchada a causa de las hormonas y la retención de líquidos.

- Un te chai y un muffing de arándanos con chocolate blanco, por favor. - pedí cortés, mientras mi hermano se devanaba los sesos intentando encontrar la combinación calórica en la carta que tenía abierta. Con un sólo dedo, acariciaba con cuidado las láminas con las fotografías, mientras con la otra se sujetaba el mentón, dándose suaves golpecitos en el labio con el dedo índice. El camarero aguardó, y después de unos segundos en pleno silencio, nos miró a ambas y volvió a mirar a Björn. Después, carraspeó. Era una manera sutil de indicarle que ya estaba listo para tomar nota, pero ante ese gesto, lo único que hizo mi hermano fue pasar de página y seguir enfrascado en su decisión.

- Esto, ¿prefieren que vuelva dentro de un rato? - preguntó amable el hombre, me imagino que al borde de la desesperación.  

- Yo no se lo recomendaría. Va a pedir de un momento a otro. - le indiqué, sabiendo que cuanto más rápidos eran los toques que se daba en el labio, mas se aproximaba a su decisión final.

- Frappé de chocolate blanco con nata y sirope, un gofre con extra de mantequilla y tarta de tres chocolates.- resolvió al fin, cerrando la carta, y alejarla de él hacia delante haciéndola resbalar por la mesa.

En ese momento, la joven se presentó, y les otorgó toda una retahíla de explicaciones. Estaba haciendo turismo, igual que nosotros, aunque yo estaba interesada en la zona de Broadway a causa de mi aprendizaje musical, y era algo que todos los entendidos en música debían hacer. había casi una pequeña lista que incluía ver una ópera, y cantar en algún lugar emblemático. No tenía porque ser grande, pero sí suponer algo para ti. Decían que cantar en esos lugares otorgaba una especie de paz interior, y que habiéndolo hecho por lo menos una vez, nunca podía decirse que eras un cantante frustrado.

- Clementine es un nombre muy bonito. Así que has venido a ver Nueva York. Justo como nosotros. - comenté, con una suave sonrisa.

Entonces nos preguntó de nuevo el nombre y... mi hermano y yo nos miramos un instante, no sin cierta estupefacción. Björn frunció el ceño con mucha suavidad, gesto que solía hacer cuando algo no le parecía lógico, o peor, cuando algo le disgustaba. Apenas era perceptible, pero para mi era meridiano, claro como el agua.

- Ya te los he dicho. Yo soy Björn. Ella Sieglinde. - dijo mi hermano, con aparente sequedad.

No era un hombre dado a repetir los detalles triviales, sin embargo, nunca dejaría que te marcharas si aún tenías alguna duda sobre algo que a él le pareciera esencial, que bien podía ser medicina, o el tiempo que dura una crisálida de una especie en concreto en abrirse. Con él, no había certezas.

"¿Es posible que sufra de algún tipo de amnesia a corto plazo? Sería interesante, resulta una enfermedad muy poco corriente. Aunque podría tratarse de un fallo de memoria debido a estrés o ansiedad. Quizá sus poderes al activarse le privan de sus recuerdos. ¿Crees que debería preguntárselo?

- No. - respondí enseguida. La joven parecía ya bastante cohibida. Pero entonces me percaté de que había contestado en voz alta, y la miré tras mi capa de imperturbable serenidad. - Quiero decir, que yo no te lo he dicho. Soy Sieglinde. Quizá mi hermano nos presentara, pero estuvieras muy nerviosa por lo sucedido en el callejón. ¿Crees que puede deberse a eso? - traté de guiar la conversación hacia lo más factible. Lo había hecho ya cientos de veces, por desgracia, era una mala costumbre que había adquirido en mis métodos de comunicación con Björn. - Dime, Clementine. ¿Qué curso estudias, y qué asignaturas te gustan? - pregunté, dándole espacio para hablar y explayarse. Mi hermano torció la cara, mirando hacia algo que atrajo su atención, aunque a la gente solía parecerles que se distraía, o no quería atender a la conversación. A veces era extenuante procurar explicar a la gente que no era un grosero.

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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime15th Octubre 2016, 13:07

-Oh, lo siento, siempre he sido muy despistada, a veces me paso horas buscando las gafas y en realidad las llevo puestas, sobre la cabeza.- Sonrió medio avergonzada. -Y con los nombres soy fatal.-

Se acomodó en el sofá, con su enorme galleta en la mano, que mordisqueó ligeramente aunque aún no tuviera el café.

-¿Estudiar?, en realidad no sabría decir, acabo de llegar. Había terminado mi educación secundaria, lo que aquí le llaman el High School, y este año empecé a estudiar en una escuela superior de artes musicales en mi ciudad de origen, pero mis padres consideraron recomendable para mí que lo dejara temporalmente para entrar en una escuela especial. Creo que mis padres no confían mucho en mí, me consideran rara, me pasan cosas raras, creen que tengo poco mundo y que debo aprender a socializar con la gente y por eso me ingresan en un centro así, porque consideran que me puede ayudar estar en un ambiente así.-
-Como acabo de llegar no sé lo que nos van a enseñar, pero a estas alturas no me van a volver a enseñar matemáticas.-

Llegó el camarero con las bebidas y la abundante comida del chico.
Clementine sacó la cartera y como no controlaba muy bien el dinero del país, sacó una tarjeta de crédito, American Express Platino. Ella nunca había sido una chica dada a gastos excéntricos, de hecho siempre había sido una persona muy austera, que sólo se permitía pequeños caprichos de cuando en cuando, pero sus padres no iban a permitir que tuviera algún tipo de problema económico mientras estuviera lejos, por lo que aparte de su asignación económica mensual, le había dado una tarjeta sin límite para cuando tuviera necesidad. En ese sentido confiaban en ella, aunque eso sí, dado su habitual despista, le habían repetido mil veces que en caso de perderla la anulara a toda prisa que ellos le harían llegar otra en un par de días.

-Se ve que tienes hambre, me alegro-, dijo sonriendo tímidamente al chico, -que aproveche.-
-Por favor, cóbrese.- Acercando la tarjeta al camarero.

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MensajeTema: Re: Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018]   Otro gusano más en la gran manzana (Libre) [15/11/2018] Icon_minitime13th Noviembre 2016, 17:42

Por cómo se excusó la chica tras la cortante repetición de mi hermano, era claro ver que tenía un déficit de atención importante, tanto sobre lo que se le decía como sobre su entorno. La situación vivida en el callejón no debía haber sido excepcional para ella, si en realidad tenía ese carácter despistado y tímido. Cuando no eres consciente del entorno que te rodea, choques, problemas y peligros son difíciles de predecir, y a menudo se entiende que la persona es torpe o patosa, cuando respecto a su psicomotricidad no sucede nada malo.

- No te preocupes. Despistes como esos tenemos todos. - reaccioné tratando de aliviar la tensión que la incapacidad social de mi hermano hubiera podido causar con su comentario.

Él alzó la cabeza como si estuviera dispuesto a interrumpirme, pero observó mi sutil mirada de advertencia, y se contentó con respirar en profundidad, y suspirar después con resignación. En ocasiones, las correcciones de mi hermano no ayudan en nada, y resultan mas irritantes que otra cosa. Es parte del motivo que le lleva a preferir la compañía de poca gente que le comprenda, antes de la de muchas personas a las que sus constantes incisos acababan por agotar. El camarero trajo las cosas a la mesa, y las repartió, momento en que la joven sacó la tarjeta de crédito, dispuesta a pagar las consumiciones. Yo alcé la mano hacia el camarero, que observó la situación contrariado. Era de esperar. Si yo hubiera visto a una pareja adulta permitiendo pagar a una niña que en apariencia parecía recién entrada en la pubertad, también me hubiera extrañado.

- Permíteme. Mi hermano y yo hemos consumido muchas mas cosas. - saqué el monedero, y utilicé efectivo para llevar a cabo el cobro. Mi actitud determinante ayudó al camarero a decidirse, o quizá fuese por puro prejuicio de creer que era mas justo que el adulto pagara, en cualquier caso, la situación se desarrolló como la había pensado en inicio. Dudaba en cualquier caso que por lo que había visto, ella fuese a oponer mucha resistencia. No parecía una joven que afrontara demasiado bien el conflicto, aunque sólo podía guiarme por suposiciones. - ¿Así que estudiabas música? Yo estudie en el conservatorio. Era otra época, claro, pero imagino que el aprendizaje musical continua siendo igual de exigente. Te has cambiado de escuela hace poco, ¿Qué tal estas sobrellevando el periodo de adaptación?- me interesé, mientras echaba sacarina en el té, y luego lo movía con un elegante movimiento de muñeca, sin chocar la cucharilla con el borde de la taza, impidiendo así que hiciese ese "cling, cling" tan característico. Deposité la cucharilla sobre el lateral de la taza, la giré sobre el plato de tal manera que la imagen quedase hacia afuera, y soplé con sutileza para evitar que se vertiera nada de la taza. Tomé un pequeño sorbo, notando la delicada y cálida sensación del té calentándome el cuerpo a medida que descendía por mi garganta. En un momento de tanto frío, ese tipo de pequeños placeres era lo que le alegraba a uno el día.

Mi hermano comenzó con su gofre, cogiendo el cuchillo y separando cada una de sus celdas por separado, con una precisión que no extrañaba si conocías sus intereses pasados. Cuando le veía trabajar con tanta entrega en una cosa que en apariencia era tan absurda como cortar la comida, me embargaba una sensación de lástima que me hacía sentir a la vez culpable. Tener esa clase de sentimientos por tu propio hermano resulta bastante duro. De no ser por la narcolepsia, estaba convencida de que las revistas médicas estarían hablando de mi hermano en este momento, y los hospitales se estarían rifando la portentosa habilidad de sus manos. Después de separar el gofre de un modo impecable, comenzó a comerse las celdas por orden, de izquierda a derecha, y de arriba hacia abajo, como quien lee un libro. Le dediqué una sutil sonrisa, antes de volver a centrar mi atención en la joven.

- No tiene nada de malo ser raro. Todos lo somos en algún momento, o por algunas circunstancias. No permitas que esa clase de pensamientos te hagan temer a la gente. Lo que puedan decir de ti no debe ser mas importante que lo que tu mismo pienses sobre lo que dices, y lo que haces. - procuré sonar alentadora, para que se sintiera más segura.

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