Encuentro casual en Central Park (Alice Delaney) [20/10/18 ]

Mi mano aún no recupera completamente, ya hace un mes del incidente, enyesaron la mano y me brindaron analgésicos útiles, si quiero ponerme de pie necesito ponerme un cabestrillo, de lo contrario el tratamiento sería inútil. Durante estos días Sayumi me ah hecho compañía, recuerdo que lloró un poco al verme con la mano enyesada, sin embargo a sido fuerte y no a llorado más, casi todos los días es lo mismo, estar acostado y ver la televisión, comer, dormir, en ciertos casos bañarme, el día de hoy fue uno de esos casos, me duché temprano y me acosté nuevamente, Sayumi despertó más tarde con un antojo algo extraño.

- pa-pi Daika... -se frota los ojos bostezando- ¿podemos salir?

-¿salir? -le mira serio-

No entendía porque me solicitaba algo así de la nada pero supongo que un niño debe salir al aire libre eventualmente, además yo tenía tantas ganas de salir de ese lugar como ella.

- Mm sí, quiero correr y brincar en un lugar grande, muy grande -sonríe adormilada-

- Mmm, está bien, pero primero date un baño -sonríe levemente y entrecierra sus ojos-

- ¿¡enserio!? Wooajajaja ¡Gracias! ¡Gracias! –Su aspecto adormilado desaparece comenzando a brincar y aplaudir con una sonrisa de oreja a oreja-

Me puse ropa informal, una playera roja, un pantalón Levis negro y los mismos tennis de bota negros, anexando un cabestrillo gris. Cuidaba mucho mi mano pues no quería atrasar su recuperación solo por la desesperación de usarla cuanto antes, lavé mis dientes y revolví mi cabello con la mano derecha, Sayumi hizo lo mismo, solo que ella se peinó adecuadamente y se vistió con más gracia, llevaba una blusa blanca con un moño mediano color rosa, una falda del mismo tono de rosa como si se tratara del uniforme de un colegio de alto nivel y zapatos negro muy brillantez, reluciendo su cabello corto en capas.

- Estoy lista jejeje -llega dando saltitos-

- ¿me habla a mí esta muchacha tan linda? -ve a los lados "buscando" si hay más personas a su alrededor-

- ¡sí! te hablo a ti papi tonto -enchueca la boca-

- solo jugaba pequeña, te ves hermosa -acaricia su cabecita- bien, vámonos

Eran las 12 Am cuando salimos y aunque teníamos autos a nuestra disposición nos fuimos caminando, yo pensaba primeramente ir a desayunar, caminábamos por las aceras de la gran ciudad, bastante distinta a Japón, para Sayumi esto era lo más emocionante hacía en mucho tiempo, se asombraba por todo lo que miraba, pero algo llamó su atención especialmente. Central Park.

La cosa más verde que he visto en toda mi vida "¿eso es un parque?" Sayumi no dudó en pedirme que fuéramos, jalando mi mano sana, me hizo cruzar la calle, no era tiempo de paso así que la detuve hasta que el pase se nos otorgó a nosotros los peatones, llegamos hasta el enorme parque, había senderos por donde caminar y lo demás era césped, había gran cantidad y variedad de arboles y flores, sin contar que a lo lejos se notaban grandes lagos. Mi pequeña salió corriendo, dando vueltas, viendo al cielo de lo más feliz, yo no dije nada, quería dejarla hacer lo que quisiera, solo evitar problemas lógicamente pero vamos que un niño corra, grite y ría no es malo ¿no?. Daba pasos tranquilos hacía ella para no perderle de vista, la gente miraba mi brazo y alguna que otra cosa, murmuraban entre ellos, no entendía, pero tampoco le tomé importancia. Todo iba bien hasta que Sayumi se estrelló contra alguien.

Spoiler:

Llevaba tan sólo tres días viviendo en Nueva York, y aún no había empezado las clases. Había pasado los dos primeros días acostumbrándose a la mansión y explorando sus habitaciones y pasillos, y el tercero, a explorar las zonas más cercanas de Nueva York.

Así que el cuarto día, decidió indagar en internet hasta hacerse con un mapa de las zonas de interés de la gran ciudad, así como los parques y las zonas verdes que podía visitar. El cuarto día, iba a ser un día de explorar, de aprender y de… bueno, de buscar un sitio en el que poder pasear cuando necesitara un descanso, tal y como hacía en el río Avon, en Stratford.

Se encontraba cruzando Central Park, cuando empezó a plantearse una parada para comer. Aún no se había acostumbrado a los horarios de América, y para todo buen británico, las doce y media era una hora perfectamente decente para una comida. Así que sacó su teléfono móvil y buscó locales cercanos al parque que pudiera visitar para una buena comida. No le apetecía encerrarse en un local, así que se centró en locales que pudiera coger algo para llevar, y ensimismada en lo que leía en el aparato de su teléfono, que no se percató de la pequeña que corría directa hacia ella.

Sayumi fue a golpear directamente con la cabeza al abdomen de Alice, quien sin querer dejó caer su teléfono al suelo en un acto reflejo por colocar ambas manos a la espalda y detener levemente la caída… Y aún así, no pudo evitar terminar sentada en el suelo, con Sayumi entre sus rodillas y tendida sobre su tripa, acariciándose levemente la frente. La joven británica contempló su móvil que había quedado tirado a un metro de ella, por suerte, con la pantalla intacta, y luego miró a la niña que se encontraba encima de ella. No parecía muy mayor, debía tener 9 años a lo sumo, y llevaba el cabello corto y liso despeinado tras el golpe… Y sus ojos eran del color de la miel, igual que los de Alice.

Incapaz de enfadarse o sentirse molesta con la pequeña culpable del accidente, Alice se limpió la palma de la mano, ahora cubierta de tierra en el costado de su pantalón, antes de acariciar suavemente el cabello de Sayumi, sonriendo afable.

Nuestro primer día en Nueva York, nuestro primer paseo juntos en exteriores, mi pequeña al fin puede respirar un aire más puro y termina estrellándose con una muchacha. Doy pasos más apresurados hasta ellas dos, agachándome con cuidado por el teléfono de la chica embestida, después llego al lado de ambas preparándome mentalmente para los insultos o sermones del cuidado de los hijos. Aunque me llamó la atención que la chica no fruncía el ceño en señal de enojo, al contrario, le acariciaba el cabello a Sayumi y le regalaba una amable sonrisa.

- Vaya, cuanto lo lamento enserio -dice con un inglés perfecto- Sayumi no la ha de ver visto -con el brazo derecho rodea el torso de la pequeña ayudándola a ponerse de pie- estaba muy emocionada por venir al parque -le da el celular a Sayumi- por favor déjeme ayudarle a ponerse pie -le tiende la mano forzando una sonrisa-

No le había prestado atención a su físico, pero al ayudarle a ponerse pie pude verla mejor, lo que más llamó mi atención fueron sus ojos, además de ser bastante grandes, estos eran color miel igual que los de mi niñita, su nariz era pequeña y puntiaguda, sus labios eran rojos y un poco carnosos, en las mejillas tenía pecas y poseía un cabello bastante largo. En pocas palabras era una chica hermosa.

- perdone señora, no era mi intención pegarle -se frota el ojo derecho con el rostro decaído y triste- cuando corría cerré los ojos sintiendo el aire fresco chocando en mi cara...

Mi corazón latía a mil, aún esperaba que me diera la mano y me extrañaba que no dijera ni una sola palabras, creo que ni siquiera gritó al caer, actuó rápido aligerando la caída pues esta pudo ser peor, sin embargo no hubo uso de sus cuerdas vocales, quizás sea alguien seria, quizás esté enferma o quizás esté pensando bien sus palabras para hacerlas lo más violentas y vulgares posibles, ¿qué? me ha sucedido en tiempos pasados, Aunque si ese fuese el caso ¿porqué actuó de manera tan dulce con Sayumi?, solo resta esperar.

Alzó la mano y con cuidado aceptó la de él, dejando que la ayudara a ponerse en pie, tras lo que le sonrió tímidamente, tomando de nuevo su teléfono móvil. Alice era aproximadamente quince centímetros más bajita que Daika, hizo ademán de recuperar su teléfono móvil de manos de la pequeña, sin dejar de sonreírle, y acto seguido buscó algo en su aparato. Sus dedos se deslizaron ágiles sobre la superfície táctil, y al cabo de pocos segundos giró la pantalla para que Daika pudiera leer lo que había escrito en ella. Una aplicación de bloc de notas se mostraba en el inicio, y el teclado estaba encendido - probablemente tras el inmediato uso que había hecho la británica - y el bloc rezaba lo siguiente;


Esperó con paciencia el tiempo necesario para asegurarse de que al chico le daba tiempo para leerlo todo y bloqueó el teléfono, de nuevo llevándolo al bolsillo trasero de los pantalones y finalmente se inclino ante Sayumi. En su rostro no había rastro alguno de molestia o enfado, si no que miraba a la niña con dulzura y amabilidad. Intentó acariciar la muñeca de la niña, y miró sus rodillas, también cubiertas de tierra y rasgadas por el suelo arenoso, y descargó la mochila de sus hombros para buscar algo en su interior, hasta encontrar pañuelos y una botellita de agua. Humedeció los pañuelos y con cuidado ayudó a Sayumi a limpiarse las manos y las rodillas, arrodillada ante ella y con infinita paciencia.

Al terminar volvió a retirar el teléfono del bolsillo y repitió el proceso. Desbloquear, abrir aplicación, escribir y mostrar, esta vez ofreciendo la pantalla a Sayumi.

Sentí su ligeramente pequeña y suave mano sujetarse con firmeza de la mía, seguido a esto la chica terminó de pie frente a mí, di un paso hacia atrás para guardar distancia notando su curiosa estatura, me llega casi a la nariz, entonces mientras admiraba su físico ella toma el celular de las manos de Sayumi haciendo algo en él de inmediato ¿llamaría a la policía? no no, claro que no ¿quien llama a la policía por tal cosa? lo que hace es escribir algo en una aplicación precisamente que sirve para escribir, el escrito dice.

"No pasa nada, estoy bien. Yo también iba distraída y no miraba por dónde iba"

Leí cada palabra y ella volteó el celular, era claro que la muchacha no podía hablar y sinceramente no era tan extraño, creo. La veo agacharse y quitarse su mochila, para sacar un pañuelo y llenarle con agua, limpiando las manos y rodillas de mi pequeña, a quien no atendí con rapidez. Me guardo mis palabras, no me fue necesario decir nada de momento y a decir verdad prefiero que sea así, claramente tuve que ser educado y ayudarle a ponerse de pie junto con una disculpa y falsa sonrisa, pero me cuesta trabajo ser amable con desconocidos, aunque si lo piensas todos tus amigos fueron desconocidos en algún tiempo. La chica saca el celular de su bolsillo pues se había guardado un momento para limpiar a Sayumi y escribe algo para ella, yo simplemente miro a mi hijita leyendo la pantalla.

- No señora, estoy muy bien, espero también lo esté usted -le sonríe un poco mientras se abalanza sobre ella, rodeándole el cuello con sus delgados brazos, apretando con delicadeza- perdón

La escena es bonita "Mi querida hija tumbó a una desconocida y esta desconocida resultó ser muy amable, ahora después de brindarle atención a Sayumi, ella le abraza en señal de agradecimiento" sin decir nada volteo a mi alrededor, una que otra gente nos mira pero siguen en lo suyo, mi mano no me duele, lo que comienza a dolerme es mi estomago, quiero comer y quiero hacerlo ya.

Pero había un problema, no tenía idea donde comer, claro que podía ir a cualquier lugar donde se viera algo comestible, sin embargo no puedo hacer dicha cosa, Sayumi podría enfermarse o algo peor, entonces tengo una idea, una muy buena según yo, preguntarle a la chica si conoce un lugar donde vendan comida decente, se perfectamente que nuestro encuentro no fue el mejor, seguro le duele el estomago por tal golpe, o las manos, aún así quizás pueda acompañarnos en señal de que todo está bien, aunque sea frío tengo humanidad y no dejo pasar ciertos detalles, como el más distintivo hasta el momento: "La chica no ha dejado de sonreír".

- Señorita...-hace una pausa recordando que aún no conoce su nombre- me alegro de que se tome todo tan bien, nosotros íbamos a desayunar y nos gustaría que fuera nuestra invitada -habla con un tono serio, reflejando la misma seriedad con su semblante- el problema es que no conocemos para nada la ciudad, mucho menos un lugar donde tener un buen desayuno ¿usted sabe de alguno? -arquea levemente los labios, mostrando una sonrisa temblorosa-

Me cuesta mucho trabajo hablar y parecer tan caballeroso, pero los modales son modales y la chica bajita se los merece. Sin más espero leer sus palabras en la aplicación de su celular.

El abrazo de la pequeña fue repentino y Alice sintió que el color subía a sus mejillas. Con delicadeza acarició la cabeza de Sayumi con delicadeza.

El joven volvió a dirigirse a ella. “Señorita…” Con un aspecto tan adolescente, a Alice todavía le costaba acostumbrarse a que la trataran con tanta distinción. De hecho, el chico que tenía delante no parecía demasiado más mayor con ella, aunque el hecho de llevar con él una niña hiciera que Alice se planteara la edad con escepticismo. ¿Tal vez era más mayor de lo que parecía? O tal vez había prejuzgado al pensar pensar en esa niña como en su hija. Al fin y al cabo, él no había utilizado ningún calificativo que diera a entender que era su hija. Tal vez era sólamente su hermana. O su sobrina. Desde luego no iba a ser su novia…

Se apartó con cuidado de Sayumi, teniendo el detalle de colocarle bien la ropa a la pequeña, antes de hacer lo propio con la suya. Y escuchó atentamente la proposición del joven. No respondió inmediatamente, cavilando seriamente ante la posibilidad de ir a comer con ellos. Por una parte, ¿era necesario compensar con una comida algo tan sencillo como haber chocado por accidente en la calle? Parecía una recompensa desmesurada por algo que, en realidad, no merecía compensación alguna. Luego estaba el detalle del nombre. Ni le había preguntado el suyo, ni había hecho ademán de presentarse. ¿No era un poco extraño invitar a alguien a desayunar sin presentarse primero siquiera? Al final decidió declinar la oferta, y volvió a hacer uso de su teléfono móvil para comunicárselo.


Si Alice hubiera hablado, tal vez él se hubiera percatado de que el inglés de la joven era de un marcado acento británico. Pero Alice no hablaba, y como tal se comunicaba con su teléfono móvil. Tras el mensaje, sin embargo, tuvo otra idea… Y decidió transmitirla nuevamente mediante el aparato. Tal vez no conocía la ciudad, pero internet de bien seguro tenía respuestas. Así que buscó en el navegador cafeterías y locales cercanos a Central Park, y utilizando una aplicación del teléfono móvil abrió en la pantalla dos herramientas distintas. Una era un GPS con un punto marcado en el mapa, y el otro el bloc de notas, con un nuevo mensaje de la joven.

Tengo entendido que me bañe antes de salir de casa, sí, claro que lo hice. ¿Mi aliento apesta? no, eso es imposible, cepillé mis dientes y lengua muy bien antes de salir, entonces... ¿porqué la chica se niega a comer con nosotros?

Concluyó el abrazo con Sayumi y su sonrojo fue desvaneciéndose poco a poco, acomodó sus ropas y dio un paso muy corto hacía su lado libre, tomando espacio después de reincorporase. Sus labios estaban sellados, su vista no me quedó muy claro a donde apuntaba , parecía que me observaba pero en cierta forma que no estaba allí, quizás procesaba mis palabras inesperadas, entonces comenzó a escribir, sinceramente me asombró con la facilidad y velocidad que esta pulsó las teclas digitales, acercó la pantalla hacía mí, incliné levemente mi torso y ladee mi cabeza un poco rascándome el cuello mientras leía el contenido de la pantalla.

¿"No es necesario que me invite"? creí que mi oferta fue algo de la gente con modales, tal parece que vivo en otro mundo, a decir verdad nunca he sido social, mi semblante se estuvo neutro, no hubo asombro a la vista y después de pensarlo un poco quizás tenga razón, no es necesario dicha compensación por un accidente, tal parece que me precipité.


Retira su teléfono y me dispongo a decir algo como "Entiendo, no se preocupe" pero antes de que pueda siquiera separar mis labios la chica comienza a mover sus manitas, hace varios movimientos en segundos, me le quedo viendo serio, desvío la vista para con Sayumi, ella contempla a la chica con la boca un poco abierta, vuelvo mi vista hacía la joven y esta ya me tiene mostrando la pantalla, leo sus palabras.

¿Es una broma? La chica se ofrece a buscar y llevarnos a un restaurante, debería ser yo quien haga algo por ella, sería tonto aceptar.

No puedo aceptar eso –menciona haciendo contacto visual con ella-

- ¿Que dice papi Daika? ¿Qué dice? ¿Qué? -le da palmadas en la mano que no tiene rota-

Pero, si lo pensaba bien, le estaría haciendo un favor al dejarla hacerme un favor, si acepto se sentirá como una heroína o algo así. Miré a Sayumi pensando, pensando y pensando, finalmente solté mi lengua.

- Dice que ella nos llevará a un buen lugar donde comer -le regala una sonrisa sincera y le despeina un poco-

Espero que la chica no me vea cara de loco, pues en un momento dije que no y en segundos cambié de opinión... debo controlar eso.

Se quedó inmóvil, contemplando el rostro del muchacho mientras leía el mensaje en la pantalla del teléfono móvil, y a pesar de que no tenía motivo real alguno para desconfiar, tenía la creciente sensación de que había alguna cosa rara.

Nunca se había encontrado con una persona tan sumamente inexpresiva. Ni el rechazo a la invitación ni el consiguiente ofrecimiento a ayudarles había cambiado en lo más mínimo la mirada, ni la inexistente curva de los labios en la cara del joven. Y para rematar el extraño momento sostuvo fijamente la mirada de Alice, y afirma ser incapaz de aceptar eso. Acto seguido la niña pregunta qué está sucediendo y le dice que ella les iba a ayudar. ¿No acababa de decir que no podía aceptar eso? Y de nuevo, no había expresión alguna en las facciones de aquel hombre. Logrando mantener el rostro sereno, sin dejar ver la extrañez que le producía la situación, Alice se agachó junto a Sayumi y usando el navegador empezó a buscar los locales cercanos a Central Park donde podían pararse a desayunar, dejando así que la pequeña escogiera el que más le apeteciera. y manteniendo la pantalla del aparato plana para que el hombre también pudiera decir la suya si veía algo que le llamara la atención.

Pasados unos minutos, cuando al fin lograron escoger uno en concreto, Delaney activó el GPS y empezó a caminar lentamente, asegurándose de que caminaba lo suficientemente lento como para que la niña pudiera seguir su ritmo sin tener que correr.

No podía evitar sentirse inquieta. La niña le había llamado "Papi Daika". ¿Era verdaderamente su padre? Intentó contemplar al muchacho de soslayo, reparando en el aspecto cansado de sus ojos, su brazo roto. Pese a tener ciertos puntos que pudieran pasar por madurez típica de la edad, tampoco le daba la sensación de que fuera un hombre excesivamente adulto. Parecía más bien joven... ¿Con qué edad habría tenido a la niña? ¿Dónde estaba la madre?

... En cualquier caso, no era asunto suyo. Qué hubiera sucedido con aquella "familia" no era asunto suyo y ella no era nadie para meter las narices y preguntar. Les iba a guiar hasta el local, y entonces seguiría por su camino.

Llegaron entonces a la zona central del Parque, y el volumen de viandantes creció exponencialmente. Al parecer estaban haciendo algún tipo de actuación en el césped y se había reunido ahí la muchedumbre, creando una pequeña marea de cabezas, brazos y codos. Intentaron rodearlo, pero al final, no pudieron evitar ser rodeados por la gente. Alice decidió guardarse el móvil en el bolsillo hasta llegar a un lugar menos transitado y buscó con la mirada a Sayumi, esperando no perder de vista a la pequeña con tal de no perderla entre el gentío.

Aún puedo sentir con mis dedos el suave cabello de Sayumi, un viento fresco pasa por el lugar cuando observo a la chica bajita acercarse, ella se acomoda junto a Sayumi, colocándose en cuclillas saca su dispositivo electrónico una vez más, puedo ver como mueve su dedillo por la pantalla, tal parece que le está mostrando una lista, no tengo idea de qué y tampoco me acerco más para averiguarlo. Tras incorporarse, lleva la pantalla frente a mi rostro, así puedo ver claramente sobre qué era aquella lista. Restaurantes. Eran locales cercanos a nuestra ubicación, he de mencionar que me sorprendió con la rapidez que obtuvo la información, yo usé esa clase de aparatos en mi juventud (se refiere a cuando era más chico, ya que no es taaan viejo : p ), pero ya era bastante tiempo que no tocaba uno, sin embargo eso no era nada relevante en aquel momento. Al retirar el celular de frente mío, miré a Sayumi y ella me sonrió.

- Sayumi, ¿te has decidido por un lugar?

Mi princesita se llevó un dedo al mentón, rodó los ojos hacia arriba, pensando a cuál de las 20 opciones quería ir, por mi parte esperaba una respuesta, no me interesaba un lugar específico, solo que fuera decente y aparentemente en las imágenes todos los sitios eran agradables y limpios. Tardó un momentito y contestó mi pregunta.

- Mmm... Sí, quiero ir al Café Bo-u-lud -menea la cabeza de acá para allá, jugando-

Café Boulud. Según la lista, era un restaurante francés a un kilometro de distancia, asentí con la cabeza mientras la chica pulsaba en su celular, en segundos comenzó la marcha, moviéndose a un paso tranquilo, ni yo ni Sayumi tuvimos problemas en seguirle de cerca.


En nuestro recorrido nos topamos una gran multitud de personas, se admiraba a gente de todas las edades, hay pequeños, jóvenes y mayores, lógicamente no metería a Sayumi entre tanta gente y nuestra "líder" tampoco optó por hacer dicha cosa, más bien intentamos rodear a la gran cantidad de gente. Para nuestra desgracia nuestros esfuerzos fueron inútiles, en instante ya formábamos parte de dicha muchedumbre. Sayumi caminaba a mi lado, pero decidí darle la mano para no perderla, y justo cuando iba hacerlo un persona gran y robusta se interpuso entre nosotros,  fruncí el ceño e iba gritar su nombre, su lindo nombre, pero algo pasó, un peatón golpeó mi brazo izquierdo y se formó una cadena de golpes y empujones, uno tras otros me causaban dolor y desesperación. Solo deseaba que Sayumi estuviera bien, y claro, la chica bajita también se había perdido.

Habla Sayumi:

Caminaba tranquila, pues sabía que papi Daika estaba a mi lado, pero... esperen, de pronto ya lo estaba. Me asusté mucho al no verlo, sentí ganas de llorar, y lo hice. Busqué y busqué pero no lo encontré, ¿Que iba hacer?, solo me quedé quieta allí, derramando lagrimas.

Aunque había intentado evitarlo, se vieron arrastrados al interior de la marea viviente que en esos momentos cruzaba Central Park. Sus ojos no dejaba de buscar la pequeña cabeza de Sayumi. Se dio cuenta, casi demasiado tarde, de que les estaban separando. Sayumi también se percató y tendió su mano hacia ella, buscando compañía. Su mano aferró la de la niña e intentó tirar de ella para volver junto a su padre.

Llevaban unos minutos separados, y cuando logró localizarle, vio que el joven estaba pasando un mal momento, pues entre los empellones de la muchedumbre, su brazo herido estaba recibiendo la peor parte. Con infinita paciencia, Alice se movió entre las personas hasta colocar su delicado cuerpo junto al de Daika, colocando a Sayumi entre ambos y pasando su brazo izquierdo por la espalda del joven, intentando proteger el brazo herido con su propio cuerpo. Durante unos metros que se hicieron eternos, intentó caminar con ellos así, cubriendo el brazo enyesado con su pecho y vientre, y recibiendo los empujones en la espalda sin quejarse.

Cuando al fin lograron apartarse de la gente, Alice cerró los ojos y suspiró, aliviada, creyendo que la peor parte ya había pasado. Intentando no sonrojarse, se apartó del joven, desviando y evitando su mirada. Y fue entonces, cuando sus ojos bajaron al suelo que se percató de que habían vuelto a perder a la niña. Alice miró a ambos lados, sintiendo los fuertes latidos de su corazón en el pecho. Imaginarse a una niña tan pequeña, perdida entre semejante muchedumbre, le causaba ansiedad.

Buscó a su alrededor, intentando localizar algún banco o árbol suficientemente nudoso como para trepar. Y encontró uno. Sin pensarlo demasiado, trotó hasta el tronco y sin pensarlo dos veces, buscó dónde agarrarse. No sabía si trepar árboles sería ilegal en Central Park, pero confió que, de ser así y tener problemas con la policía, explicar la situación de la niña perdida haría que les dieran un poco de manga ancha. Tal vez, incluso, llamar la atención de las autoridades era buena idea. Tal vez ellos podían dispersar la concentración para ayudarles a encontrar a la pequeña.

Al llegar a las ramas más bajas, considerando la altura más que suficiente, Alice se detuvo para buscar a su alrededor.

Tal vez, si no la veía, estar en un sitio elevado sería suficiente para que Sayumi la viera a ella...

Cuando mi muñeca recibió el palo del diablo de hells kitchen, solté un fuerte grito, y es lo mismo que quería hacer al sentir la falta de atención de la gente, reflejada en golpes y atropellos.

Y entonces, siento el cuerpo de alguien contra mi brazo, sin embargo,  no me hace daño  alguno. Mis ojos miraban al cielo, cerrados por el sufrimiento, pero al sentir aquello y como un brazo delicado también me envolvía, bajé la vista, despegando mis parpados poco a poco.

Mis mejillas se tornaron coloradas gradualmente, mi rostro reflejaba gran asombro y mis ojos se pusieron vidriosos al ver frente a mí a la morena.

Ella me estaba ayudando aun sin conocerme, y así fue recibiendo maltrato tras maltrato sin queja alguna, mientras yo simplemente le observaba fijamente. Me conmovió dicha acción, hacía tiempo que alguien no me trataba así, y aunque siempre mantengo los sentimientos detrás del rostro, en esta ocasión no pude controlarlos. Finalmente Salimos de entre la gente, ella suspiró con los ojos cerrados y yo entendía perfectamente la razón, sin embargo, de pronto la chica volteó de lado a lado, en busca de algo… Me había olvidado de Sayumi.

Con intrepidez la chica corrió y subió a un árbol, sentí preocupación pero me mantuve callado, observó por unos segundos, por mi parte estaba cerca, en caso de cualquier accidente actuaria.


Habla Sayumi: manotazos, codazos, rodillazos, la gente a mi alrededor era mala, me maltrataban y ni siquiera se disculpaban, no veía a papi Daika, ni a esa linda mujer con pequitas en el rostro, me movía en busca de la salida pero era inútil. Cansada de recibir golpes comencé a brincar para ver mejor, pero mis piernas no son lo suficientemente altas. Quiero llorar. Quiero a mi papi.

Por más que intentara estirarse, su cuerpo no daba más de sí. Buscaba a Sayumi, preocupada, pero entre tanta gente no lograba reconocer la cabellera morena de la pequeña. Sus manos se aferraron con fuerza al tronco donde estaba subida, y se mordió el labio inferior, sus pensamientos pasando velozmente uno tras otro en su cabeza. Podía intentar usar su poder para apartar a la multitud con la esperanza de hacer emerger a la niña. Pero eso podía desatar en pánico si la gente se percataba de que un mutante andaba por ahí jugando con su voluntad. Podía intentar pedir ayuda a la gente pero... Había tanta, que era inverosímil pensar que podrían conseguir encontrarla.

Finalmente, Alice divisó no muy lejos de allí un chaleco reflectante. Se descolgó de la rama donde estaba y se soltó para caer de nuevo al suelo, para luego acercarse a Daika. Mientras caminaba, sus manos apartaban hojas y polvo de sus tejanos y después arregló el jersey y su cabello, recolocando cada hebra en su lugar. Y al llegar a junto a él, le hizo un gesto para que le siguiera, dió media vuelta e inició una marcha a buen ritmo en dirección al policía que había visto desde la copa del árbol. Sus movimientos seguían siendo nerviosos, preocupada como estaba por la integridad física de la pequeña. A menudo miraba a su alrededor, como si temiera que en cualquier momento la multitud volviera a echarse sobre ella, y sus manos no cesaban de tirar, frotar y recolocar la tela de su jersey de lana. Sin embargo su rostro, contrario a los pequeños tics de su cuerpo se mostraba sereno y sus grandes ojos color miel no dejaban de escudriñar el gentío en busca de la pequeña Sayumi.

Cuando al fin llegó junto al policía, Alice retiró de nuevo su teléfono móvil y empezó a escribir en el aparato, y el policía la detuvo.

- ¿Eres sordomuda? - el policía acompañó las palabras con gestos de sus manos y la joven británica dejó escapar un leve suspiro de alivio. Guardó el teléfono y empezó a comunicarse con el policía usando sus propios brazos y manos para elaborar complicados gestos y palabras silenciosas. El agente, por su parte, acompañaba los gestos con su voz.

- ¿Habéis perdido una niña? ¿Entre la gente? - Alice asintío y enlazó sus manos sobre su pecho, con la esperanza pintada en el rostro. El policía tomó el aparato de su hombro y se lo acercó a los labios, dándo indicaciones a sus compañeros para que acudieran a central park a ayudarles, tras lo cual se giró a Daika. - ¿Podéis describirme a la pequeña?

-Años atrás.-

-Ya ya, todo está bien, sé que no rompiste aquello a propósito. –Mantiene una taza de porcelana a la altura de su pecho-


Daika:- Pero Papá dijo… -limpiándose el rostro cubierto de lagrimas-

- Tu padre solo estaba… -suspira viendo hacia otro lado, pensando- enojado, no hablaba enserio –sus labios se curvean formando una consoladora sonrisa- ahora, bebe tu chocolate caliente –le acerca la taza con cuidado al chico en cama, sentándose en el borde-

Daika: -sorbe los mocos después de tanto llanto-Bien mami –toma la taza y bebe un poco del cálido contenido- Gracias, te ha quedado delicioso mamá.

-Lo hice con cariño para alguien que merece cariño –se le acerca para abrazarlo-

-“Mama me envolvió con sus brazos. Me sentía seguro… igual que… igual que”

- ¿Señor?

El oficial me hablaba y yo no prestaba atención, le obligue a repetirme la pregunta varias veces “¿Podéis describirme a la pequeña?”Dejé los recuerdos de lado y pensé en una respuesta útil.

-Su cabello es negro y corto, no le llega ni a los hombros. Tiene los ojos de un color –echa un vistazo a Alice- color miel. Es de tez blanca. Y, no sé, em… ¡oh! Claro, había olvidado lo más importante –suelta un suspiro-

Estaba a segundos de continuar mi descripción cuando un ruido alarmante me hace girar la cabeza en diversas direcciones. El estallido de un arma.

Un sujeto delgado, de estatura media, posiblemente estadounidense portaba un arma en su diestra, se le veía agitado y con una bolsa colgando de su hombre derecho.


- ¡TODOS AL MALDITO SUELO, O EMPIEZO A VOLAR SESOS!

Se me hizo extraño que un ladrón se parara a amenazar gente llevando ya dinero consigo, pero aquel acto era desesperado, ya que en poco tiempo otro oficial llego con su arma de fuera.

-¡TU, DEJA EL ARMA EN EL SUELO LE DISPARO A ESOS INUTILES!

Los oficiales se mantuvieron quietos y no mostraron más sus armas, la gente por su lado entre gritos y llanto obedecieron echándose al suelo y yo, yo solo me mantuve me mantuve en pie, serio, no le tenía miedo, quizás a que dañara a Sayumi o a la chica, pero él no sabría eso. El tipo armado daba pasos hacia atrás, bastante nervioso, era evidente que no estaba dispuesto a jalar el gatillo, actuaria pero no en esas condiciones.

-Quiero que me dejen ir o saben las consecuencias.

Habla Sayumi: Un dragón rugió de pronto, el sonido fue prácticamente el que tiro al suelo con los ojos cerrados, entonces el dragón comenzó a hablar, su voz era aterradora.

Mientras Daika daba su descripción al oficial, un disparo sonó en el cielo y Alice se sobresaltó mientras sus ojos buscaron la causa de aquél sonido. Se escucharon gritos y llantos a medida que la gente se dejaba caer sobre sus rodillas, algunos cubriéndose la cabeza y el rostro con las manos. En cuanto el hombre quedó a la vista y gritó al aire sus amenazas. Conocía esta clase de situaciones, pues por desgracia su propio padre las había vivido en Inglaterra. Así que lentamente se fue agachando, colocando una rodilla sobre el suelo... Y entonces se percató de que a su lado, el hombre seguía de pie. Daika se mantenía mirando al hombre con aire desafiante, casi ira. Alice intentó tender la mano y tirar de él en un intento de hacerle arrodillar, pero el hombre no parecía estar por la labor.

Pensó en Sayumi, la hija. Fue el primer motivo que le vino a la cabeza para pensar que no quisiera arrodillarse. Tal vez la perspectiva de no tener a su hija con él en aquél momento hubiera sido suficiente para sobreponerse a la cordura, que el instinto maternal fuera suficientemente fuerte como para arriesgarse a recibir un tiro por ella. Era loable, pero demasiado arriesgado. Los ojos de la joven británica volaron por encima del gentío buscando a la pequeña, pero no la veía. A sus espaldas, uno de los policías daba indicación por radio para que pararan al posible ladrón, intentando aprovechar el caos para mantenerse agachado y poder pedir refuerzos mientras sus compañero, también agachado, bordeaba la zona con clara intención de enfrentarse al maleante.

No había necesidad alguna de hacerse el héroe. La policía ya estaba allí y era perfectamente capaz de encargarse de aquél hombre. Sabía, por su padre, que a menudo los civiles que intentaban hacerse los héroes complicaban su labor, y que las buenas intenciones podían ser errores cuando te llevaban a tomar decisiones equivocadas en los momentos menos oportunos. Su instinto reaccionó por ella, y sus ojos pasaron del tono miel a un verde tan claro como el césped.

- ¡Agáchese! - le apremió, dándole un firme tirón en la camiseta para forzarle a bajar. Contaba que al menos, durante quince minutos, su propio poder mantendría a Daika de rodillas. Cuando todo terminaran... Volvería a buscar a Sayumi, pero ahora mismo, era demasiado arriesgado.

La gente en el suelo, guardase el llanto y los gritos, debido a la amenaza frente a ellos: un ladrón armado. Que hermoso día. Maldición.

Por mi parte, no siento miedo, por ello no me he echado al suelo como los demás, quiero hacer algo, yo defiendo a la ciudad de noche, ¿está mal hacerlo de día? pero, mi mano aún no está lista ¿qué debo hacer?

Entonces, escucho detrás de mí a un oficial, este pide refuerzos por su radio, sin duda será de ayuda, cuando el ladrón observe a más oficiales armados tendrá problemas. Y aún siento el deseo de actuar, ¿Por qué? la situación está bajo control y yo mismo he deducido que el sujeto no tiene las agallas para soltar un disparo.

Y de pronto escucho una voz, una sola palabra es emitida por aquella voz femenina. Seguido a esto alguien toma el borde de la manga de mi sudadera color gris, dándome un tirón fuerte hacia abajo, por ende, flexione mis rodillas y encorve ligeramente la espada. Estaba ya en cuclillas cuando volteo a ver a la chica que nos ayudaría a encontrar un restaurante y ahora, un rehén más. Estoy algo confundido, pues, escuché la voz de una mujer y sentí el tirón de ella casi al mismo tiempo, además, no hay otra mujer y no creo que el policía a nuestra espalda tenga una voz tan… hermosa. Se suponía que la chica no podía hablar, ¿habría mentido? ¿Por qué?

Le observé por unos minutos, algo en su rostro no me cuadraba pero no capté qué era lo diferente, quizás solo era mi imaginación. No sabía qué hacer, no podía levantarme, si lo hacía le ofendería y el criminal vería el movimiento, soltando un disparo por el nerviosismo, tal vez.  Así que, como la chica me intrigaba y no podía hacer otra cosa, hice una pregunta un tanto fuera de lugar.

-¿Cuál es tu nombre?  -le mira con los ojos bien abiertos y con la misma seriedad de siempre-

En parte quería saber y en otra, era una prueba para saber si esta chica en verdad es o no muda.

Habla Sayumi: pasaba el tiempo y me asustaba mas, la gente mala a mis lados se guardaba las gotas de agua salada, ¿Por qué no lloraban como yo? Acabamos de escuchar rugir a un dragón malo y feo, es natural llorar.

Spoiler:

FDI; No te preocupes. La gracia de los poderes de Alice es que intenté por todos los medios que sigan dando libertad de interpretación.

Miró a los ojos al hombre, y sintió como la angustia iba cerrando poco a poco su estómago. Cada vez más preocupada, cada vez más ansiosa, sentía cómo la realidad de lo que acababa de hacer pesaba sobre sus hombros como una losa.

Lo había hecho. Lo había vuelto a hacer. De entre todas las cosas que Alice no soportaba, entraba el utilizar su poder para dar órdenes a la gente. "¿Pero es algo bueno, no? Le he salvado la vida, ¿verdad?" Se repetía a sí misma, una y otra vez. Necesitaba mentirse, engañarse, aunque en realidad Daika no hubiera estado en peligro, necesitaba hacérselo creer a sí misma. ¡Había hablado! Sintió la cabeza ligera y bajó la mirada al suelo, buscando que el mundo a su alrededor dejara de dar vueltas. No era el momento de entrar en pánico, ¡había hecho algo bueno!, se repetía una y otra vez.

Su voz le hizo alzar de nuevo la mirada. Su nombre, le había preguntado por su nombre. No podía responder, tenía la sensación de tener una serpiente envuelta alrededor de sus tripas, apretando. Si hablaba, si separaba los labios, la serpiente saldría y haría daño a quien estuviera a su alrededor. No podría, no podía, no podía... Empezó a respirar con algo de dificultad, cada vez más nerviosa, sintiendo casi la necesidad de devolver. Así que cuando en lugar de responder, cerró los ojos, repitiéndose constantemente que no había hecho nada mal, que no pasaba nada. Sus hombros temblaban imperceptiblemente, consecuencia del breve ataque de pánico llevado por la situación, y casi no se percató de que los policías estaban abalanzándose sobre el ladrón en ese preciso instante.

Dejando la pregunta sin responder, se alzó y empezó a correr en dirección a la muchedumbre. El ladrón estaba siendo reducido, y era el momento perfecto para buscar a Sayumi entre la multitud. Y también, una medida perfecta para evadir la pregunta de Daika. La encontró, aovillada en el suelo y cubriéndose el rostro con las manos y sin pensarlo dos veces la alzó en brazos, apretándola con fuerza y siguió corriendo entre las personas que poco a poco se despertaban. Cruzó la marea de personas de lado a lado y cuando logró salir de en medio, se sentó, aun con Sayumi en brazos, en un banco. La policía no tardaría en dispersar a la gente, y pronto podría reunir a la niña con su padre.

Y entonces... podría volver a esconderse en la mansión.

Mi pregunta salió de mi boca, estaba muy seguro de que había abierto mis labios y, aún así, no recibía una respuesta.
Me observaba y yo igual, todavía intentaba identificar qué era lo diferente en su rostro, ¿sus pecas? ¿ su nariz?, no. Era absurdo que su físico cambiara ¿por qué insistía? quizás, todo eso yo lo estaba armando, quizás en mi interior estaba tan asustado que intentaba inventar excusas para agachar la cabeza sin parecer ser alguien cobarde, pero, lo que hizo la chica fue su voluntad, no entiendo nada y mi mente empieza a desesperarme nuevamente, esto está mal, generalmente me pasa cuando estoy en situaciones muy complicadas o peligrosas.

Los grandes ojos color miel se ocultan frente a mí y sus hombros, su respiración no se ven estables, parece estar alarmada, imaginando que es por la situación actual y al no saber con certeza si ella habló o fue mi cabeza, no me animo a repetir mi pregunta, solo me mantengo en silencio y en instantes mi vista se pierde en el césped que piso.

Pensaba y pensaba, no se por qué lo hacía si según yo, ya había llegado a una conclusión, entonces noté a la chica irse y no muy lejos al ladrón boca abajo con un oficial sobre su espalda, eso quiere decir que todo acabó... "SAYUMI", mi cabeza se alza al recordar a mi mayor prioridad, paso saliva y me reincorporo con facilidad.

Habla sayumi: No quería ver, tenía miedo de encontrarme con aquel dragón maligno, papá decía que si no podía vencer algo, era mejor ocultarse de él, así no te dañaría. Siento mis mejillas mojadas, mis ojos me arden un poco y mi corazón no se queda quieto, pero, entonces siento las manos, los brazos de alguien, alzándome del suelo !ES PA... oh, no, no es papi, es esa chica bonita a quien veo cuando descubro mis ojos.

Observé los siguientes actos de la chica, después me encamine hacia ella, tranquilo, pues Sayumi estaba a su lado a salvo.

- Sayumi... Sayumi -sabe que la otra persona está allí y puede verle la cara, pero no le importa llorar y reír al reencontrase con su princesita la que no tiene igual- estás bien, eso muy bueno.

-Sí, papi Daika -le abraza el cuello- tenía miedo, m-m- mucho miedo.

- Yo también... pero todo está bien ahora -le sonríe, mostrando los dientes- nadie salió herido y...

- ¿Y el dragón malo? -echa su mirada a los lados, buscando-

- Jum, el dragón malo, decidió hacerse bueno y... ahora, ahora no asustara ya a nadie -le despeina un poco- deberías agradecerle a ella ¿no? esta vez no te rescato el tipo de rojo, ni tu papi, fue ella -se pone de pie-

- ¿Um? -Admira a Alice, con una carita asustadiza pero a la vez adorable- !Si¡ !Gra-cias¡ -cerrando los ojos, sonríe agradecida-

- sí, gracias y, lamento haberte metido en dicho asunto -retoma su seriedad- parece que ya no habrá un desayuno ¿o sí? -suspira, trata de causar gracia y a la vez sabe que no es una situación apropiada- lo siento...

La joven morena se mantuvo en silencio, luchando por controlar una expresión lo más neutra posible. No quería que los nervios y la angustia se reflejaran en su rostro y amargara así el reencuentro de la pequeña família. Pero tampoco tenía ya ganas de quedarse ahí. Se sentía ansiosa por regresar a la mansión y refugiarse tras las cuatro paredes de su habitación, lejos del bullicio de la gran ciudad y de todos los incidentes que por norma general en ella se producían. Alice adoraba Nueva York, le encantaban los exteriores y pasear, pero había utilizado su voz, su poder. Eso había logrado estropear un poco su día, y necesitaba volver a su hogar, como una tortuguita escondiéndose en su caparazón tras un susto.

Contempló como Sayumi se reencontró con su padre e intercambiaban palabras de afecto. Daika incluso se permitió sonreír y bromear con la pequeña para aliviar la tensión que habían vivido momentos antes. Pero Alice no podía permitirse participar en esa alegría. Necesitaba irse, cada vez con más urgencia.

La joven británica buscó de nuevo su teléfono móvil y encendió la aplicación de las notas. Escribió en ellas una disculpa, y explicó que tenía que volver a casa para prepararse para los exámenes. De estar ya en la Universidad, probablemente eso sería todavía más cierto y se estaría preparando las asignaturas del primer semestre. Pero la realidad era que Alice estaba preparando los exámenes de ingreso, y que tenía que dedicarle tiempo si quería lograr acceso a una Universidad de medicina tan prestigiosa como Harvard. Aun así, no iba a dejarles solos en la calle y accedió al menos, a acompañarlos hasta el local que Sayumi había escogido, tras lo cual… Sus caminos se separarían. Al menos, temporalmente.

FDI: