107Death DC Universe
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| Tema: [Autoconclusivo] Un Reino de Sombras 15th Abril 2016, 22:20 | |
| En algún lugar...Un circulo de luz se ilumina sobre la roca desnuda del suelo, el hombre aparece de entre los haces morados, arcanos, y cae de rodillas sobre el suelo, agitado por lo que habia tenido que ser un conjuro apresurado por su vida. Le toma unos minutos ponerse de pie y mirar en el enorme mar de oscuridad que rodea la isla flotante de piedra que flota estática en torno a la negrura. Varios islotes, decenas cientos, flotan alrededor de la enorme isla principal. No ha llegado al extremo de ella, tan solo esta en la parte central, frente a la enorme calavera de piedra que indica el inicio del sendero. Lo toma, no es la primera vez que está aqui, escucha susurros, quejidos en la distancia, llantos desconsolados plegarias de ayuda en una infinidad de idiomas, no es un lugar amigable o agradable, es una enorme dimensión de tortura, todas las almas retenidas a perpetuidad en el mar de negrura, en cada roca, pilar, en cada palmo de la tierra de aquel reino fatuo. No puede evitarse preguntar para sus adentros si este lugar siempre habia sido asi mientras asciende los escalones, después de todo, la entidad que lo habitaba antes no parecia la clase de fuerza que buscaria semejante penuria para sus habitantes eternos. Fuegos fatuos se van encendiendo para él mientras recorre el largo camino con pasos quedos, mirando con una inocente incredulidad cada centimetro que puede de aquella tierra, quizás nunca la vuelva a ver, o quizás si, pero en mucho peores circunstancias. Aferra su grimorio con la mano, ha dejado la túnica en Ubar, tuvo suerte de poder escapar, fue el unico que lo logró después de la invasión de los espiritus a las viejas ruinas. Finalmente, James Burgess alcanzó el umbral de ebano que conducía a un recibidor oscuro exactamente igual que cada uno de los salones, alas y corredores de aquella ciudadela, cuyo palacio parecia mas una iglesia caida en malas épocas que cualquier edificación propia de un monarca. Camina con pasos que retumban en el lugar tan vacio. No hay mas almas, no aqui dentro, pero tampoco hay luz, mas alla de los fuegos fatuos que se encienden en los candelabros del techo a medida que va atravesando la extensión de aquel edificio tan lúgubre. Le toma casi veinte minutos de aquella travesia alcanzar el centro de esos corredores: un enorme altar alfombrado de la seda mas roja que se haya visto jamás un diván de terciopelo carmesí semioculto en las sombras, unas que ni los fuegos fatuos parecen atreverse a iluminar. No sabe que decir, no hay palabras para describir lo que paso, el nivel de su fracaso. - ¿Y bien...? - Pregunta una voz inhumanamente sedosa desde la altura del diván contrastando con la muerte y oscuridad de sus alrededores. - Fallé...- El silencio es la única respuesta durante unos segundos. La mano pálida que la luz si osa acariciar alza una copa de vino y la lleva a la boca, una copa que no estaba, pero que con solo quererlo, se manifiesta. No hay anhelo que deba quedar sin concederse, pero la necesidad nunca deberia saciarse. - Lo dices preocupado, James...- - Imaginé que estaria enfadado...- Un error común, piensa la entidad entre las sombras, y rié con una suavidad deliciosa. - ¿Por que habria de estarlo? Querias el poder de la Muerte...¿Verdad? - - Si...-- ¿Lo conseguiste? -- No...-- Entonces podrás seguir cazandolo, buscandolo, anhelandolo, y hay algo de éxito escondido en ese acto de perseguir aquello que quieres mas que a cualquier otra cosa, es...delicioso...- El hechicero asiente obediente, rara vez entendiendo siquiera un cuarto de las cosas que dice aquel ser tan voluble que ahora lo mira desde la oscuridad fijamente. - Vinieron a rescatarla, un humano y un demonio, ella los ayudó en el escape, superaron los sellos, podriamos haberlo evitado pero un Djinn irrumpió acompañado de otros seres horrendos, fue una masacre, solo yo sobrevivi...yo...-- Ah ah ah, ni se te ocurra disculparte, James, esos soldados eran prescindibles...- Niega con un largo y blanquecino dedo indice, la copa de vino ha desaparecido en la nada, ahora la mano tiene un tatuaje de una bella flor que recorre todo el antebrazo, el ambiente adquiere un aroma de brisa de verano y melocotones. - Hay...otros planes en marcha...- La mano blanquecino se va al mismo punto adonde se van los ojos de Burgess: La gema carmesí engarzada en una cadena de plata que pende del cuello escondido del que habla. Hay algo en esa joya que impide dejar de mirarla, como si llamara constante, imposible de desoir, susurrando cosas prohibidas y oscuras en la mente de quienes están cerca. Burgess será mediocre en la magia, pero comprende de sobra el poder que se necesita para llevar aquella piedra al cuello sin ser corrompido completamente. - ¿Otros planes? - - Si...- Juega con el colgante distraidamente, fija su mirada en el horizonte de los salones oscuros. - Ella tiene dos objetos que le ayudan en su tarea: Un Ankh de Plata para canalizar parte de su poder y una Guadaña para segar almas, y aunque la segunda ya no la use, me he asegurado de que...se pierdan...- - ¿Deberia recuperarlos? - - No, pero deberias asegurarte de que se vayan a usar de la manera adecuada en el momento adecuado...- - Entiendo...-Una mariposa vuela rauda hasta la mano de James, transformandote en un rollo de pergamino muy elegante, de un rosado sutil. - Esas son las ubicaciones, asegurate de que quienes los encuentren hagan uso apropiado de ellos, no quisiera que regresaran a su propietaria...- Burgess guardó el pergamino en su bolso de viaje, dubitativo. - ¿Y que haremos con la Muerte? - Dos ojos dorados, felinos, lo miraron desde las sombras fijamente. - De eso, James, me encargaré yo... | |
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