Moradores de las sombras [Libre]

Emily Ayvazyan más conocida como MoonCrazyMillie por todo su ejército de seguidores en las redes sociales era la mujer a la que Brunilda estaba acompañando por las calles de Chicago. Milie, era un mujer joven y atractiva. Su piel canela, su esbelta figura, sus cabellos marrón oscuro y sus intensos, grandes y azules ojos captaban la atención de multitud de personas. Además, de hermosa físicamente era un fémina que siempre iba muy cuidada y maquillada. Siempre tenía un apariencia hermosa y perfecta. Su deslumbrante sonrisa y su amabilidad acompañaban en sintonía a su cuidado look. Se mostraba bella y alegre. En aquel instante era un mujer sumamente feliz. Había encontrado su sitio y su camino en la vida. Se sentía bien y a gusto consigo misma en con los demás. Toda su vida parecía brillante, reluciente y mágicamente perfecta.

Millie había sido invitada a una charla sobre ritos y paganismo de la universidad en dicha ciudad. La jovencita se había convertido en un famosa influencer por retratar sus día a día  como vidente  en un templo asgardiano. La mujer conjugaba la vida moderna con las tradiciones antiguas. Le daba un toque fashion a la fe nórdica.

La jovencita era oriunda de Nueva York y no le gustaba desplazarse a ninguna parte del mundo sin alguien de su congregación. La muchacha había vivido experiencias traumáticas al descubrir sus poderes  precognitivos. Fue encontrada por el adivino Tiresias y llevada a los asgardianos por su origen. Dentro de el grupo de creyentes en la fe vikinga encontró la tranquilidad, la serenidad y el control de sus poderes. Se habían convertido en su nueva familia y no se sentía a salvo sin nadie de este entorno. El mundo real para ella era duro y no podía afrontarlo sin un asgardiano cerca.

Por esa razón Brunilda, que aquella semana no estaba muy atareada con sus deberes, decidió acompañarla. Millie se había agarrado del brazo de la fuerte guerrera y paseaba tan feliz con ella por las calles de Chicago. Iba parloteando alegremente sobre los estilos y diseños que se llevaban esta temporada. A la valquiria no le gustaban aquellos temas sobre maquillaje, diseño y cómo vestirse para sacarse partido. Pero no protestó. Emily era un vidente talentosa que prestaba servicio a su comunidad de una forma hábil y la rubia respetaba eso. Además, le parecía simpática, cariños y alegre a pesar de que suturaba su cabeza con aquellas informaciones sobre estética. En uno de sus movimientos enérgicos la muchacha tropezó y al estar unida a la valquiria la hizo errar su paso y golpear a un joven que estaba próximo a ellas. Brunilda, como toda su raza, era fuerte y musculosa. Por lo que el golpe que dio al joven lobo fue brusco.

Brunilda desprendía el aura de los dioses. Como su raza, los asgardianos, la valquiria exhibía  una belleza irreal  y atrayente. La rubia era un ser divino, una elegida del destino. Desprendía sin notarlo su arrebatadora esencia de percepción. El cuerpo de la valquiria era musculoso y atlético  pero no perdía  ni su belleza ni sus formas atractivas y sensuales.

La esbelta asgardiana  estuvo a punto de continuar su camino tras el choque accidental y las debidas disculpas. No era muy sociable  y a estas situaciones siempre las daba poco tiempo. No obstante, el contacto se alargó. Aquel muchacho se presentó.  A la rubia no le quedó  de otra que ser cortés y también  presentarse.

- No se preocupe, no nos ha importunado.- Pronunció la valquiria con su tono serio y severo. No tenía nada contra el muchacho. Ese era lo normal en su voz.

- Brunilda de Asgard- Hizo una reverencia. Lo que era para su cultura  una presentación.

- Millie, MoonCrazyMillie.- Su tono era alegre y dulce. Contrastaba mucho con el de su acompañante. Tendió  la mano a Ryan O'Connors. Pero la morena no se quitó  el guante.

Desde hacía  ya tiempo se sentía mucho más cómoda con su apodo artístico que con su nombre real. Ella ya no era Emily Ayvazyan. Era como si esa identidad  le fuera ajena. Había  pasado por mucho y le parecía  muy lejanos los días  en que se sentía  cómoda con aquel nombre. Días  a los que no podía ni quería volver.

Emily se dio  cuenta  de que al chocar el café que llevaba el joven se había desparramado por el suelo.

- Oye Ryan, ¿Te podemos invitar a un café? - Aún  quedaba hasta su panel en el evento. Así  que pensó  que tal vez un lugareño les pudiera enseñar la ciudad o tal vez algún  lugar divertido. - Bruni y yo no conocemos  la ciudad. ¿Te importaría enseñarnosla? - dijo de forma cariñosa revoloteando alrededor del muchacho.

- Millie …- protestó  la valquiria. Le producía cierta incomodidad  que la menor le tomase ciertas libertades. Era joven y agraciada. Con el mundo  a sus pies. Pero a veces se dejaba llevar un poco por su popularidad