Un cumpleaños bajo las sombras. (DC, Batfamily)

Me levanté como todas las mañanas, acostumbrado a tener que despertar al amo Bruce. Tome rumbo hacia su habitación, pero tome sorpresa al ver que no se hallaba ahí.
Bajé a la planta baja y me dirige a la cocina, preparé un desayuno suponiendo que pronto Bruce llegaría para hacer uso de sus mandíbulas y alimentar su "golpeado" cuerpo. Pero para mi sorpresa no llegó.
Me dediqué a limpiar una de las armaduras medievales de la colección del señor Wayne, cuando encontré una nota tirada en la papelera de la habitación; era una lista
- + Serpentina -
    + Adornos
     + Pastel
Me pregunté para que quería esto el señor Bruce, pero al estar acostumbrado a presenciar situaciones que se pueden clasificar como "extrañas" no le preste atención; la arrugué y la coloqué de nuevo en la basura.
Eran las 2:00 pm y no se aparecía una alma en la mansión, entonces recibo un mensaje del señor Bruce pidiéndome que valla a la torre Wayne a buscar unos papeles que se había olvidado. Aunque me parecía una situación un poco sospechosa decidí obedecer sin ningún tipo de contradicción. Tome mi bufanda,guantes y mi abrigo, entonces salí a realizar aquel recado.


(off rol: Intente hablar como si Alfred se hubiera olvidado de su propio cumpleaños y les dejo la mansión sola para una "fiesta sorpresa" si les parece)

Por una vez en mi vida, había llegado pronto a un compromiso. Bruce y Barbara ya estaban en la mansión, debieron llegar justo después de que Alfred se marchara. Me abrieron la puerta y dejé la wingcycle aparcada en el garaje, junto al Ferrari rojo que a Bruce tanto le gustaba.

Saludé a mi padrastro estrechándole la mano con fuerza y luego me acerqué a darle un beso en la mejilla a Barbara. Todavía no me acostumbraba a agacharme tanto para besarla, y no podía evitar entristecerme un poco al verla postrada en aquella silla de ruedas. También me extrañó no ver a Carrie correteando por nuestro alrededor, ¿qué estaría haciendo?

- Bueno, ¿y ahora qué?

Alfred tardaría cuarenta minutos en volver a casa aproximadamente, así que tenían tiempo de sobra para preparar la fiesta sorpresa.

Barbara llevaba toda la semana taladrándome por el comunicador centrar sus planes acerca del cumpleaños de Alfred Pennyworth. Lo tenía todo calculado y estudiado. Bruce le indicaría a su mayordomo que se dirigiera a la torre Wayne hacia las dos de la tarde, entonces nosotros entraríamos en la mansión y le decoraríamos la sala principal con globos y serpentinas. Después prepararíamos los pasteles (que ya llevábamos casi hechos de casa) y llenaríamos la mesa del comedor con la comida y los regalos.

-¿Quién falta por venir?

Pregunté, mirando las escaleras del segundo piso por si aparecía el hijo del demonio. ¿Y Steph y Tim? Seguramente no tardarían en llegar...

Si queréis llegar tarde a cualquier sitio, usad el transporte público de Gotham.
Aparte del ambiente maravilloso que emanan todos y cada uno de los vagones, que tienen como mínimo una muesca de bala o alguna barra deformada porque alguien había sido lanzado contra ella, no hay día en el que no se retrase. A veces con excusa, pero otras simplemente por costumbre.

Pero no me quedaba más remedio que cogerlo, ya que después de una noche un poco movida hacía no mucho mi furgoneta había acabado en el taller y pintaba que iba a pasar en cuidados intensivos una buena temporada.
Y a uno no le dan Batfurgonetas de sustitución (En realidad me habían ofrecido un coche, pero era demasiado llamativo y habría durado diez minutos aparcado en mi barrio, así que lo había declinado).

Para más inri, la mansión Wayne está ubicada aproximadamente entre ninguna parte y ningún sitio (un poco más cerca de ninguna parte) y la parada de metro más cercana está a 35 minutos. Y cuesta arriba. A veces odio mi vida.
Normalmente le pedía a Alfred que se acercara con el coche pero en esta ocasión me iba a tocar andar, porque si no poca sorpresa iba a ser.

Así que a las dos y veinticuatro pe eme llamaba a la puerta de la mansión Wayne, con una tarta en una mano, una bolsa llena de artículos de fiesta en la otra y cara de Clayface.

-Holabuenas dame un vaso de agua o en vez de Batgirl voy a pasar a ser Bocasecagirl porfavor y gracias- dije incluso antes de fijarme en quién me había abierto la puerta.

- Bueno, ¿y ahora, qué? ¿Quién falta por venir?

Casi como si estuviera ensayado, el timbre de la puerta siguió a la pregunta de Dick. Esbocé una sonrisa en dirección a mi compañero, y me dirigí a abrirla.

- Bueno, parece que no está tan seca, si puedes seguir hablando a esa velocidad - bromeé, con cierta ironía, ante el discurso de entrada de Steph.

Con ella ya éramos cuatro de la lista de invitados, más la tarta de cumpleaños, y un buen surtido de confeti, globos y serpentinas. La pobre Batgirl venía sin aire y muerta de calor tras el ascenso por la cuesta que llevaba a la mansión, así que me retiré de la puerta para dejarle paso y conduje mi silla de ruedas hasta la cocina para ir a buscar el agua que pedía.

Una vez Steph tuvo el vaso en las manos, miré detenidamente a mi Escuadrón Cumpleaños (incompleto). Faltaban Tim y Damian, el primero porque o se había quedado trabajando hasta tarde o, más dudosamente, estaría recuperando alguna hora de sueño perdida; el segundo porque estaría haciendo pedazos algún estafermo de entrenamiento (esta vez, nada de podar setos, era el cumpleaños de Alfred y nadie quería que le diera un infarto). En cuanto estuvieran allí, Red Robin y Robin Junior podían ayudarnos con las serpentinas y los globos, pero la comida era mejor ponerse a prepararla cuanto antes. Conociendo a Alfred, era capaz de terminar sus recados y volver justo a tiempo para pillarnos en plena organización de su fiesta.

Y no me había pasado una semana entera organizando esto para que sucediera algo así.

- Grayson, ve poniendo los aperitivos en los platos, y nada de empezar a picar antes de tiempo. Yo he traído las bebidas y las velas para la tarta, Steph. ¿Puedes ir poniendo la mesa para siete...?

Había intentado localizar también a Jay, pero él había hecho lo posible por evitarme, cosa que tenía mérito si hablamos de Oráculo. Supuse que era su forma de declinar la invitación, así que dejé de insistir. En cuanto a Cass, estaba en Europa toda la semana, pero había mandado su regalo y una felicitación por correo, junto con la promesa de que iría a ver a Alfred tan pronto como volviera.

- Bruce, ¿qué tal si empiezas a decorar esto? - sugerí, señalando las bolsas que habían traído Dick y Steph, mientras me dirigía a la cocina para hacer mi parte del trabajo.

Mientras desenvolvía las velas, decidí que echaría un vistazo al salón unos minutos más tarde: me moría de ganas de ver a Batman llenando la casa de globos y serpentinas.

FDI: Seguimos nosotros de mientras y Tim y Damian ya aparecerán ;p

Fue pedir y sonar el timbre. Sonreí divertido y vi como Barbara giraba su silla para dirigirse en dirección a la entrada. Justo cuando ella me dio la espalda no pude evitar coger la silla por los mangos y echar a correr con ella por los pasillos. Seguro que después me mataba por esto, pero tendría que reconocer que había sido un viaje divertido.

- Vaya, vaya ¿quién tenemos por aquí? - saludé a Steph y la dejamos pasar. Barbara se acercó a por un poco de agua y se la ofreció a su compañera. Stephanie había dejado de ser una niña y había aprendido lo que significaba trabajar bajo la sombra del murciélago. A demás el traje de Batgirl le quedaba estupendamente bien, tenía varias modificaciones extra y los colores me recordaban un poco al traje antiguo de Barbara, pero en vez de tonos azules eran más tirando a violeta.

Esperaba tener algo de tiempo para hablar con la rubia y actualizarnos de nuestras vidas, pero no podías perder ni un minuto o Alfred nos pillaría con las manos en la masa. Barbara tomó el mando y empezó a dirigir a la cuadrilla.

- Demasiado tarde... - le solté, cuando abrí una de las bolsas y cogí un puñado de patatas fritas. Después empecé a llenar el resto de platos con todo tipo de aperitivos mientras me reía por lo bajo al ver el entusiasmo de Bruce decorando el comedor.

Tras untar unas cuantas tostadas más de paté de pato, me dirigí a dónde estaba Babs.

-¿Y ahora que hago, jefa?- sonreí con un tono burlón en mi voz.