Batalla bajo el sol de medianoche. [Kyle Rayner]

20 de Octubre de 2018.

La Antártida. Una planicie desolada de hielo y nieve, azotada por el viento bajo un cielo permanentemente nocturno en esa época del año. Era increíble lo que se parecía a Jotunheim aquel sitio, y eso favorecía a Dalae mucho. De hecho, Loki le había mandado esconderse allí para que sus poderes se fueran potenciando poco a poco.

La verdad es que echaba de menos a su maestro. Era el Dios de las Mentiras, quizás una de las personas más indeseables de los Nueve Reinos, pero Dalae quería volver a verlo. Le tenía un poco de miedo, es cierto, pero era alguien agradable que se preocupaba por ella. Aunque últimamente era Dalae la que estaba preocupada, porque su maestro llevaba mucho tiempo fuera y temía que le hubieran hecho algo.

Pero, de todas formas, ella tenía que practicar. Así que salió del recinto donde estaba. Era una base militar abandonada, que gozaba de ciertas comodidades como camas, televisión y demás. Y no había sido difícil matar a sus antiguos ocupantes.

Una vez en el exterior, sacó el báculo de su funda. Un arma preciosa, hecha de metal y coronada por la figura de un dragón de hielo. Lo sujetó entre las manos, mientras oía la voz de Raden, el espectro que vivía en el bastón.

-Buenas noches, preciosa. ¿Seguimos practicando?

La asgardiana asintió mentalmente, mientras cerraba los ojos. Tenía que formar en su mente lo que quería hacer, y hoy tenía pensado algo realmente bueno. Crear una forma de hielo era relativamente sencillo, ahora que la hechicera había aprendido, pero lo más difícil era lo que quería hacer: Darle vida.

Con un sonido de cristales rotos, Dalae formó ante ella una enorme serpiente alada: Un shek. Eran criaturas muy inteligentes, hijas de la Serpiente de Asgard. Estaba enroscada sobre sí misma sobre la nieve, con los ojos cerrados y las alas plegadas.

Dalae se acercó despacio, y

apoyó su mano sobre el cuerpo de la criatura, dejando escapar esa neblina negra que ya conocía tan bien. Y el shek abrió los ojos, negros y vacíos como pozos sin fondo. El reptil se alzó, dejando ver su cuerpo transparente. Después de desperezarse y estirar las alas, inclinó la cabeza, fijándose en la mota negra que era Dalae.

De pronto, algo cruzó el cielo nocturno. Una estela verde pasó a toda velocidad, viró y se lanzó hacia ella. Sin embargo, la asgardiana pensó rápido: Seguro que sería un héroe de esos que tan abundantes se habían vuelto, y que la estaría buscando.

La chica no se lo pensó dos veces: Montó al shek de un salto, (Que siseaba, enseñando sus colmillos largos y afilados como espadas.) y comprobó sus armas: Espada, puñal y el báculo.

El shek se elevaba con rapidez, zigzagueando a través del aire helado, brillando como si hubiera sido tallado a partir de un enorme diamante.

Meses de conocer a nuestros nuevos compañeros de dimension... y bueno, tambien a sus enemigos. Pero entre esos amigos y enemigos, se encontraban los alienigenas y las deidades a las cuales les rendiamos tributo. Me habia enterado desde hace bastante tiempo de esos Vengadores: Iron Man, Hulk, Capitan America... Todos ellos, casi equivalentes a los nuestros de alguna manera u otra. Pero entre esos, habia uno que me llamaba la atencion: "Thor". Un dios Nordico, de esos que salian en los libros de mitos del viejo mundo. Los barbaros lo alababan como a un dios, el dios del rayo. Quizas a Wonder Woman le gustaria encontrarse con ese tal Thor y hablar sobre dioses... Pero ese no era el punto.

Cuando creiamos que esos dioses eran asunto de otros, nos equivocamos. Los guardianes tambien tenian que ver con ellos. Y fue entonces que recibi un mensaje por medio de mi anillo. Un emisario de esos dioses "asgardianos" reclamaba en nombre de Odin que los habitantes de uno de los frutos de Yggdrasil fueran a Migdard a buscar a una prisionera que habia escapado, sin exito en encontrarla. Lo unico que nos habian dicho es que un cuervo magico habia encontrado a la prisionera en la Antartida. Y ahi tenia que ir yo.

Me coloque mi anillo verde, y tras recargarla con mi bateria, sali disparado hacia la Antartida, guiandome hacia donde me habian indicado que me encontraria a mi enemigo. Quizas le podia convencer de manera pacifica. Claro, si es que el frio no me debilitaba antes. No me habian dicho que tipo de prisionera estaba por enfrentar, pero seguramente seria alguien peligroso, por lo que procuraria no entrar en combate.

- - - - -

Llegar a la Antartida fue un viaje algo tortuoso. Hacia frio, y cortaba la cara, pero no era tan frio como lo que hay en el espacio. El vacio era terriblemente peor. Pero al menos, ahi estaba el lugar. Una base de investigacion del ejercito americano que servia para medir que tanto afectaba el calentamiento global. Y en la guerra fria habia servido para espiar a los sovieticos por el norte. Ahora solo tenia que llegar rapido con esa prisionera, y decirle que se rindiera. Me incline hacia adelante y entre para ver a la chica. No parecia la gran cosa, solo tenia un baston y ropajes anacronicos... Pero habia una serpiente de hielo, o algo asi, junto a ella.

Creo que mi entrada no fue la mejor, porque la chica se subio a esa serpiente con su baston, una espada y un puñal. Demonios, seria un poco dificil dialogar con ella.

-Hola. -Mencione, y esperaba que el anillo tradujera lo que queria decirle a su idioma- Mira, se que no es lindo ser prisionero, pero tenemos que regresarte... a donde sea que provienes. ¿Quieres rendirte? Intentare que eso reduzca tu condena.-

De alguna manera, Dalae entendió al individuo que se había plantado frente a ella. Ropa llamativa y ceñida, máscara y buenas intenciones. Un héroe, sin duda.

La cosa es que le ofrecía reducir su condena. Y eso a Dalae le hizo muchísima gracia.

-¿En serio? ¿Y cuánto me van a perdonar? ¿Cien años? Me parece que me quedo aquí, gracias.- Dijo, sonriendo con ironía.

Se notaba que aquel tipo no sabía a lo que se enfrentaba. Si hubiera estado mejor informado, seguramente habría atacado inmediatamente, y eso era una ventaja. Ventaja que quedaba anulada porque la asgardiana tampoco sabía qué era el tipo de verde.

Si lo habían enviado solo, cabían tres posibilidades: O era muy poderoso, o la subestimaban, o había más escondidos en alguna parte. Y lo último que necesitaba era que Loki volviese y se encontrara con un ejército de héroes. O con que la habían devuelto a la prisión de Asgard.

No parecía dispuesto a irse, así que Dalae le lanzó unas agujas de hielo a la vez que el shek de hielo la rodeaba para protegerla.

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'Dado de 10' : 8, 7

Vaya que esta muchacha no entiende razones. Al menos, no las razones que yo entedia por buenas, juzgando el hecho de que me ataco con agujas de hielo. Iba a lastimarme si no fuera porque levante a tiempo una esfera con textura parecida al estambre, pero color verde, proveniente de mi anillo.

Como buena ancianita, las agujas en un lugar seguro donde nadie iba a resultar ensartado por esas blancas y puras armas heladas. Despues, la esfera la estrelle contra una de las paredes del recinto, y le mire a los ojos, desafiante. Ella no podia ver mi cara totalmente gracias al antifaz. Baje mi vuelo y senti los pies en el suelo, frio y metalico.

-Muñeca, eso no se debio de hacer. ¿Por que no te relajas y... ¡te rindes?! -Entonces le apunte con la mano donde tenia el anillo y diseñe un rectangulo plano pero bastante largo que empuje directo hacia ella, esperando asi estrellarla contra la pared. Claro que me molestaba que me atacaran con ese tipo de armas, pero, si actuaba rapido, ni siquiera sabría que la arresto. -Vas a volver al lugar del que provienes ya mismo.

Y despues de decir eso, empuje un poco mas fuerte mi rectangulo verde hacia ella.

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'Dado de 10' : 4

¿Que era eso? Parecía una especie de pared verde, que se dirigía hacia ella. Pero era muy lenta. Demasiado, en realidad. A la asgardiana no le costó nada esquivarla, dejando que se perdiera a sus espaldas.

-¿Por qué estás tan empeñado en arrestarme? Seguro que ni siquiera sabes que he hecho para que me encarcelen.

El tipo no parecía muy dispuesto a hacerle daño. De hecho, parecía el típico caballero que no concebía la idea de atacar a una mujer. Mejor, mucho mejor. Para ella, claro.

Estaría bien interrogarlo, para averiguar cuántos más sabían de su escondite, así que ordenó mentalmente a la serpiente gigante que lo atrapara entre sus anillos.

Spoiler:

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#1 'Dado de 10' : 9

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#2 'Dado de 10' : 2

Mi muro fue evitado rapidamente por esta chica, quizas fuese mas peligrosa de lo que habia pensado. No habia estado tomando en cuenta las condiciones del terreno, probablemente lo que la potencie es el hecho de que estamos en una zona de hielo y ella parece dominar ese aspecto por algun tipo de magia o energia. Debia concentrarme mas para poder derrotarla.

-Vamos, relajate un poco y resolvamos esto... -Y no pude reaccionar a tiempo, haciendo que me envolviera esa serpiente en una especie de anillo. Me empezo a apretar y a quemar el hielo aunque el traje me impedia hacer algo. Forcejeaba, luchando contra ese terrible apreton, pero no podia librarme. Empece a soltar un gruñido de dolor, definitivamente si no me apuraba, me iba a aplastar las tripas.

Cerre los ojos, y concentrando toda mi energia en el anillo, me envolvi en un aura verde con la que empece a luchar por separar a esa serpiente de hielo, haciendo que esta cediese un poco, hasta que, cuando encontre un poco de espacio para respirar, abri mas fuerte mi aura, haciendo una onda expansiva que pudo golpear a la serpiente y a la jinete que tenia encima. Me eche para atras, volando, y trone mi cuello.

-No pienso darte mas oportunidades. -Le apunte con el anillo, con un tono absolutamente serio- Bajate. Ahora. -Aun me costaba recuperar el aliento ante la fuerza con la que me agarro, asi que debia estar mas conciente. Procuraria acabar rapido con ella si seguia con esas hostilidades... o en el mejor de los casos, darle otro enfoque a mi ataque... Demonios, como me duele el estomago.

Auch!:

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#1 'Dado de 10' : 1

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#2 'Dado de 10' : 3

Había generado a su alrededor una protección verde para librarse del agarre de la serpiente, pero además la derribó de su montura. Fragmentos de ese aura brillante la tiraron al suelo desde una considerable altura.

Dalae cayó al suelo helado a plomo, torciéndose un hombro en el proceso. Vaya, ahora sí que la había molestado. Y encima la amenazaba.

-Vale, ya he bajado. ¿Contento?-Hizo que su voz sonara despreocupada, como si no le hubiera crujido el hombro hacía un momento.-Esto se arregla muy fácil, ¿sabes? Tú te vas por donde hayas venido y yo sigo a lo mío. Ya sabes, sin rencores.

Mientras decía esto, Dalae se concentraba. No le gustaba usar la magia negra sin nadie delante para evitar accidentes, pero no le quedaba otro remedio, así que se centró en introducir su mente en la del tipo de verde, para intentar convencerlo de que se fuera.

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#1 'Dado de 10' : 8

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#2 'Dado de 10' : 1

Mientras le apuntaba con el anillo, la chica bajo. No dejaria que me atacara de nuevo. Le miraba, atento a cada movimiento que hacia en una total concentracion. Era una chica de buen parecer, cabello negro... Bueno, quizas en su pais eso fuera normal, o donde sea que proviene esta prisionera. Me acerque un par de pasos a ella justo cuando termino de hablar, pero, por alguna razon, me detuve. Algo me hizo sentir que debia irme, por lo que, lentamente, empece a caminar hacia atras de la base, en direccion a la puerta. Baje lentamente mi anillo, caminando con lentitud, como si me estuviera debatiendo por dentro para no hacerlo.

Al volver a sentir el aire helado, alejado ya unos cuantos metros de la base, pude reaccionar, viendo la situacion. Algo de control mental me hizo esa mujer, cosa que me hizo enojar bastante. Creo que ya era hora de atacar en serio. Si no reaccionaba, me terminaria por derrotar. Le sometere por medios mas violentos, de ser necesario.

-En el dia mas oscuro. -Camine de nuevo, con lentitud hacia adentro - En la noche mas brillante... -Hablaba con una parsimonia con un tono algo tenebroso - Cuida que tus miedos se conviertan en luz... -Y mientras andaba de regreso, abri de nuevo la puerta, mientras mi traje cambiaba de un color verde a un amarillo. Mi antifaz verde desaparecio por un casco amarillo- aquellos que traten de detener lo que esta bien, ardan con mi poder, el poder de Siniestro -Y mi anillo verde desaparecio, sustituyendolo inmediatamente un anillo amarillo del mismo tipo. Volvi a ver a mi enemiga en ese momento, y sin hacerle algun comentario, cree una cadena amarilla que asemejaba en su textura a un hueso, y con esa, amarre la pierna de la prisionera, estrellandola despues contra una pared.

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#1 'Dado de 10' : 1

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#2 'Dado de 10' : 5

A Dalae no le dio tiempo ni de moverse. De pronto, empezó a oír una voz grave, antinatural, que se acercaba a la puerta. Y no encontró palabras para describir lo que apareció en el umbral. El tipo de verde se había vuelto amarillo, y ahora imponía bastante más. A su alrededor, la realidad parecía distorsionarse, dotándolo de un aura de peligro inexplicable.

Y lanzó aquella cosa, parecida a una cadena, se enrolló a su pierna. Inmediatamente, la visión de la chica se desenfocó, y notó como si cayera a un pozo sin fondo...

Cuando consiguió volver a enfocar la mirada, lo que vió le heló la sangre en las venas: Estaba en mitad de una extensión helada, parecida al paisaje que acababa de abandonar, pero con una diferencia. Aquel lugar estaba lleno de estatuas. Figuras de hielo, personas muertas hasta donde alcanzaba la vista. Y todo por su culpa. Por no saber manejar su magia, por no dominar aquella parte de sí misma. Caminó un rato entre ellas sin rumbo, evitando mirarles a la cara. Pasó junto a guerreros jóvenes, junto a ancianos cuya muerte sólo había adelantado un poco. Pero no eran lo peor. Lo peor eran las mujeres que se abrazaban a sus hijos, los niños que habían perecido intentando huir de la destrucción sin sentido que finalmente les había alcanzado.

De pronto, oyó gritos de furia. Un hombre bramaba, blandiéndo su lanza. Era Odín, el Dios Tuerto, imponente como siempre. El rey tiránico de quien tanto tiempo llevaba huyendo estaba ahí. Pero aquello no la preocupaba tanto como lo que estaba haciendo: Estaba luchando contra Loki. La magia de ambos dioses chocaba una y otra vez, provocando explosiones de luz.

El joven dios iba sin armadura, sólo su ropa verde de siempre y su cetro. Y la chica gritó, angustiada, al ver que esa ropa goteaba sangre sobre la nieve inmaculada. Estaba herido, y retrocedía, casi indefenso. Dalae corrió, iba desarmada, pero eso le daba igual. Tenía que llegar hasta Loki, tenía que intentar ayudarle. Como él le había ayudado a ella. En un momento dado, el Dios de las Mentiras cayó sobre la nieve, y el Tuerto alzó su lanza para rematarlo. Fue casi instintivo. Dalae se arrodilló junto a su mentor, que palidecía por momentos, tiñiendo de rojo la nieve a su alrededor.

-No, tú no puedes morir... Por favor, respira...- Susurró la chica, desesperada. Loki era todo lo que le quedaba, la única persona en el mundo que le había protegido.

-Dalae... Ven aquí.- La voz de Loki se hacía cada vez más débil. Se estaba muriendo. Y Dalae no podía hacer nada para evitarlo. Pero lo peor fue cuando la chica se inclinó más, porque el dios moribundo la besó. La besó, para morir inmediatamente después.

La chica, con lágrimas en sus ojos se levantó, conservando aún el sabor de la sangre en los labios. Y sin decir nada, atacó con la espada a Odín, que la observaba con aquella mirada altiva que tanto detestaba la hechicera.

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#2 'Dado de 10' : 2

No esperaba tanta violencia. Algo parecia atormentarla despues de que la habia estrellado contra la pared. Posiblemente, los efectos del miedo de mi anillo le atormentaban, lo cual me hizo admirar curioso como estaba derrotada. Aun me dolian las heridas de antes, y me estaba incomodando ya el frio. Pero, cuando la muchacha se levanto y me ataco con su espada, no reaccione lo suficientemente rapido. Levante un escudo amarillo tan rapido como me fue posible, pero el corte habia llegado, haciendome una herida terrible en el abdomen.

Cai de rodillas, gimiendo de dolor, mientras la mente se me nublaba, incapaz de concentrarme por el dolor. Me empece a alejar en el suelo de ella, levantando un escudo algo endeble que se quebro cuando volvio a atacarme con su espada. Tenia que huir, y acercarme a la base militar o donde tuvieran suministros medicos mas cercanos. Me envolvi en un cubo con picos por una de sus caras y sali disparado hacia atras, rompiendo una de las paredes del recinto para despues salir volando, tratando de aguantar el dolor tanto como me era posible.

-Maldita sea...

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Matar. En la mente de la chica sólo cabía ahora esa palabra. Quizá Odín la matara ahora, pero ¿Qué importaba? Ya nada tenía sentido. Lo único que parecía seguir en su sitio era aquel sentimiento de siniestra alegría que la invadió cuando su espada alcanzó el cuerpo del Tuerto.

El odio le impedía pensar. Por eso, ni siquiera se planteó porqué Odín no moría, a pesar de que lo había herido gravemente en el pecho. En lugar de eso, el dios cayó de rodillas al suelo, evidentemente herido. Hacía solo unos instantes, Loki había estado en la misma situación: Herido y derrotado. Indefenso. Y aquel que se hacía llamar Padre de Todos lo había ejecutado.

Y Dalae se dispuso a hacer lo mismo. Pero algo paró el golpe. Confundida, la asgardiana notó un fuerte dolor de cabeza, y todo se volvió borroso a su alrededor, incluido el cuerpo de su mentor sobre la nieve.

Cuando por fin volvió a abrir los ojos, vio al tipo de amarillo en el lugar donde había estado Odín. Se sentía aturdida, sin comprender lo que pasaba. Sólo vio a aquel tipo huyendo, protegido por más material amarillo. Su cerebro seguía negándose a funcionar como era debido, y su cuerpo tampoco estaba mucho mejor. No podía seguirlo en las condiciones en las que estaba. ¿Qué iba a hacer ahora? Estaba sola, agotada y perdida en la Antártida. Podría utilizar a su shek de hielo para volar lejos de allí, pero ¿A dónde ir? Loki no le había dicho en qué estaba metido, ni si había otro sitio seguro. Y era bastante posible que la detectaran volando con la serpiente. No había salida.

De pronto, oyó algo. Pasos. Quizás fuera el hombre de amarillo, que volvía para acabar con ella. No le importaba. No tenía ganas de seguir luchando porque, con la muerte de Loki, lo había perdido todo.

- Levanta... - dijo una voz fría y siseante.

El dios de las mentiras se materializó delante de Dalae, que nada más alzar la mirada se encontró con su espalda y la gabardina negra y verde ondeando en el frío viento de la Antártida.

Alzó una de sus manos al cielo y cerró su enguantado puño. Un escudo de fuerza se formó alrededor de Kyle y éste quedó atrapado en su interior. Loki atrajo el escudo hacia sí, hasta que tuvo al Green Lanter a dos metros y lo observó minuciosamente. 

- ¿Quién eres?

No era la primera vez que Loki usaba en Midgard un pequeño estanque que había creado con agua, para hacer predicciones o incluso ver escenas que estaban sucediendo en el presente.

Desde Niflheim, el dios había visto la batalla de Dalae y Kyle con una maléfica sonrisa. Desde el principio hasta el final, el antiguo rey de Asgard había observado el salvaje combate y no podía evitar sentirse ligeramente decepcionado. No podía consentir que una subordinada suya perdiera un combate y quedara humillada por un simple y miserable humano.

Después de los dos años que pasó encerrada en las mazmorras de Asgard, se había vuelto muy débil física y mágicamente. Pero la hechicera había progresado mucho durante los últimos meses y había recuperado casi toda su fuerza y liberado el poder del bastón. Empezaba a estar preparada para serle de alguna utilidad.

Pero ese hombre que cambiada de traje empezaba a darle problemas y amenazaba con atrapar a Dalae para llevarla de nuevo junto a Odín. No había visto nunca ningún guardia del dios de dioses con esos poderes y ese traje tan chillón. Tenía que saber más sobre él y sobre los nuevos seres que poblaban el mundo. Ahora los Vengadores no eran una amenaza para Loki, si no que le preocupaban más los nuevos superhéroes salidos de otras dimensiones, como ese Doctor Destino y la liga de la Justicia Oscura.

Pero tenía que quitar como fuera el ojo de Odín que se posaba en Dalae. Si la relacionaban con él, el factor sorpresa se perdería y tendría que cambiar sus planes. El viejo rey no podía saber todavía que su hijastro estaba vivo. Por eso, Kyle Rayner solo podía ver a Loki con un rostro completamente diferente y normal, un rostro que no tenía ningún rasgo definido, neutral y fácil de olvidar. Su voz era más grabe y llevaba puesta una gabardina negra, con tejanos y camiseta del mismo color. 

No por aquel pequeño truco le llamaban el dios de las ilusiones, sino más bien por lo que iba a hacer después.

- Dile al que te ha encargado el trabajito, que yo ya me he adelantado... - el hombre esbozó una ligera sonrisa, y de repente apareció una espada roja y candente en sus manos. Con ella traspasó el pecho de Dalae, y la muchacha que lanzó un grito de sufrimiento y agonía al cielo. Kyle observó horrorizado como el cuerpo de la hechicera empezaba a arder sin que pudiera impedirlo y a deshacerse en cenizas.

Dalae observó a su otro yo arder viva delante de sus narices. Loki había conjurado una ilusión de la que Kyle estaba preso. Ahora solo faltaba que Odín se creyera esa pequeña mentira y perdiera interés en Dalae, así tendría más libertad para maniobrar.

Cuando la ilusión terminó, Loki liberó a Kyle Rayner y se teletransportó junto a Dalae de nuevo a Niflheim, el que sería el nuevo hogar para la Asgardiana.

- Espero que esto te haya servido de lección, podría convertirse en realidad si me fallas... - dijo el dios mientras se paseaba por la sala del trono de Niflheim.

- Necesito que me hagas un favor...

FDI: Espero que no te haya molestado que atrape a Kyle ;p era solo para que observara sin hacer nada.

Dalae observó, sorprendida, como su cuerpo ardía hasta reducirse a cenizas ante el que había sido su enemigo. El desconocido seguía sangrando mucho, y parecía conmocionado por el asesinato que creía haber visto.

Cuando volviera a Odín, el Tuerto quedaría convencido de que ya no tenía a quién perseguir. Se sentiría aliviado, quizás incluso relajara las defensas de Asgard, ahora que tanto su hijastro como ella se suponían muertos.

Pero Dalae se avergonzaba de su reacción. Había luchado bien durante todo el combate, pero luego todo se había echado a perder. El Lantern debía haber creado una ilusión para dejarla indefensa, y eso la había desestabilizado.

Aún así, lo que peor le sentó fue el tono decepcionado que empleó Loki cuando se dirigió a ella ya en Ninfelheim. El dios era alguien muy importante para ella, y la hechicera no quería defraudarlo por nada del mundo.

Dalae sabía que se lo merecía, en cierto modo, pero no podía evitar sentirse algo culpable. Tenía que haber sido más rápida, o tendría que haber matado a aquel tipo de verde antes de que la atacara con sus propios miedos.

Además, sabía que Loki era capaz de matarla si así era más útil a sus planes que viva. Por eso se sorprendió tanto cuando Loki le pidió un favor. ¿Qué podía querer de ella?

-Por supuesto. ¿De qué se trata?

Mi retirada se vio un poco obstaculizada. Bueno, si por un poco te refieres a que un campo de fuerza bloqueo el paso de una energia solidificada. Empece a retroceder, "no, no..." Maldita sea, queria largarme ya, me estaba doliendo hasta el alma, y cambiarme al espectro azul o indigo se me dificultaria si estoy atrapado en un nuevo campo de fuerza. Fui atraido hasta que por fin me tope con mi captor.

-¿Quien eres?

Retome mi anillo amarillo y desplegue una espada y un escudo medieval con el que me plante, doblado de dolor, ante ese rostro. Era un rostro misterioso, como si The Question me estuviera interrogando. Pero no sabia quien era, tenia un misterio frente a mi.

-Sueltame, no quieres sentir el miedo de las Siniestro Corps. -Y me puse lo mas desafiante que pude, ante un desconocido que tenia los poderes para enfrentarse a mi. El tipo me miro, y puso una sonrisa tan burlona como la de Hal cuando me ganaba haciendo algo.

- Dile al que te ha encargado el trabajito, que yo ya me he adelantado... -Y pude ver como aparecio una espada con la que quemo a mi objetivo. Habia eliminado mi mision, la habia desaparecido hasta las cenizas con un fuego infernal comparable con las llamas del Sector 666. Pero no sentia miedo, era Siniestro Corps, solamente pude ver con gran sorpresa la maldad con la que la eliminaron... Yo la habria torturado, pero no la habria quemado viva con una espada magica. Quien estaba frente a mi tenia muchos poderes, pero nunca, nunca superarian los poderes del Miedo mismo.

-Quien quiera que seas... Nunca le robes un prisionero a un ejercito. -Y de pronto, desaparecio, me dejo de nuevo en la nieve, con mi constructo original puesto. De nuevo, senti el dolor en mi cuerpo. Y tenia que salir de ahi si no queria desangrarme y morir en la nieve. Al salir disparado de nuevo hacia alguna base cercana, levante una hoja amarilla y murmure mi informe que enviaria a Oa. Maldita sea, habia fracasado.

Segui volando, hasta que por fin, divise una base naval argentina en la Patagonia, donde pude aterrizar. Lidiar con militares era mas facil que lidiar con ex-prisioneros de Asgard, por lo que parece.

Loki sonrió divertido al ver que Dalae no había olvidado su promesa y parecía más que dispuesta a ayudarle. Tenía la situación dominada, Loki había conseguido hacer un pacto con Dalae y sea como fuere no podía romperlo de buenas a primeras. 

El dios de las mentiras vio la resignación en los ojos de la hechicera y por unos instantes se sintió superior a ella, capaz de hacerla temblar con solo un chasquido de sus dedos.

- ¿Recuerdas el trato que hicimos, cierto...? - dijo el susurrante de mentiras, haciendo una leve pausa dramática.

- Cometí el error de infravalorarte desde el principio, Dalae, y no me di cuenta de ello hasta mucho más tarde. Por ello me arrepiento de no haberte liberado durante los años de mi reinado...

Las palabras del embaucador siempre sonaban deliciosas y tentadoras a los oídos de los que las escuchaban.

 - Serías una buena aliada para mis proyectos futuros con Asgard y como tenemos un enemigo en común nuestros objetivos se complementarían a la perfección. - Loki detuvo sus pasos y de nuevo miró a Dalae. Esta vez un destello verde remarcó sus ojos.

- Por eso... quiero saber si serías capaz de entregarme tu voluntad y servirme en mi lucha contra Asgard y la conquista de los nueve reinos. 

El dios mantuvo su mirada fija en Dalae, con un aspecto misterioso y a la vez desafiante. Loki era conocido por ser el más travieso y traicionero de los nueve reinos, y siempre conocía una forma legal de volver los planes al revés. ¿Qué tenía en mente el príncipe de las mentiras? ¿Cómo podría asegurar Dalae que no iba a engañarla como siempre hacía? Nada podía ser seguro o estable cuando se trataba de Loki, pero tampoco valía la pena tenerle como enemigo.

-Evidentemente se que es un intercambio injusto, cambiar tu libertad por una vida de servidumbre - prosiguió - pero puedo ofrecerte mi protección como un añadido extra al trato. Mientras me seas leal nadie podrá hacerte daño...

-¿Qué me dices? ¿Tenemos un trato...?- sonrió Loki sacando el contrato dorado que había visto Dalae la primera vez que habló con él. Gravado al pie de página aún se encontraban las palabras arrancadas de la garganta de la hechicera. 

-¿Recuerdas el trato que hicimos, cierto...?

Dalae se estremeció un poco. El tono de voz del dios era dulce y tranquilizador, como el canto de un pájaro.

-Cómo olvidarlo...- Murmuró la hechicera, con amargura. Una promesa la ataba a Loki, y le incomodaba un poco que se lo recordara. Le hacía sentir como una marioneta en manos del príncipe. Seguramente lo fuera, y eso era lo peor de todo.

Pero en ese momento, Loki empezó a explicar su propuesta, con unas palabras dulces y reconfortantes. Valorándola. Haciéndola sentir poderosa. Pero entre aquella canción sin música, Dalae pudo distinguir un nuevo truco.

No se había hecho ilusiones: Si Loki la ayudaba era por interés, sin duda.

Pero de ahí a pedirle que le entregara su voluntad, su capacidad de decidir... Aquello la convertiría prácticamente en su esclava. Pero a cambio, le ofrecía algo muy tentador: Venganza. Seguridad. Y le debía un favor por liberarla.

- ¿Cómo puedo estar segura de que cumplirás con el trato?- Loki era el Dios de las Mentiras, no sería la primera ni la última vez que traicionaba a sus supuestos aliados.

- ¿Cómo sé que puedo confiar en ti?- Dalae alzó la mirada, clavando sus antinaturales ojos azules en las pupilas del Mentiroso, buscando... ¿El qué? ¿Comprensión?¿Malicia? No encontró nada de eso. Lo único que vieron sus ojos fue la mirada esmeralda del dios, juguetona a la par que peligrosa.

Loki sonrió divertido al ver que Dalae se comportaba como un animal asustadizo ante un depredador. La sensación de control y poder le excitaba sobremanera.

- Nada de lo que diga este contrato podrá ser roto a menos de que ambos estemos de acuerdo en cambiar las reglas... - susurró el dios de las mentiras - y por supuesto, si rompes el trato quedarás marcada para siempre. Sabré cómo encontrarte y te daré muerte, de la misma forma que has visto hace unos minutos, y me aseguraré de que sea una muerte lenta y dolorosa... 

Loki se mostraba amenazador, quería el temor y la sumisión de Dalae, ya que con ella como su aliada las cosas en Asgard serían más fáciles de conseguir. 

- No puedes confiar en mí, pero tampoco tienes mejores opciones... - susurró divertido el príncipe del engaño mientras mantenía su mirada verde sobre ella. 

- Este trato será temporal, en cuento recupere lo que es mío te liberaré de tu favor y podrás hacer lo que te plazca con tu vida. Quedarte en Asgard o marcharte a dónde desees...

Con un chasquido de dedos, hizo aparecer de nuevo aquel contrato dorado que tan bien conocía la hechicera. El dios le acercó la hoja y una pluma dorada con la que debía firmar. Debajo de las innumerables líneas en Asgardiano que completaban el pergamino, había un hueco a bajo del todo al lado de la firma de Loki Laufeyson con él nombre de la chica, esperando a que ella lo llenara con su firma.

- ¿Y bien...? - preguntó Loki con una paciencia infinita.

La asgardiana se estaba empezando a poner nerviosa. Estaba entre la espada y la pared: Sin salida. Sin un lugar a donde volver, sin ningún sitio a donde ir. Pero colaborar con alguien como Loki siempre era peligroso. Antes de tomar una decisión que pudiera lamentar, Dalae se acercó a la imponente figura del dios, quien sostenía el contrato. Lo primero que necesitaba saber es qué iba a perder si aceptaba.

Sus ojos recorrieron las líneas de runas asgardianas cuidadosamente escritas, llenas de formalidades, hasta que llegaron al párrafo que le interesaba.

A cambio, la abajo firmante Dalae Darkle ofrece su lealtad incondicional, puesta al servicio del otro implicado, quien la protegerá de toda amenaza mientras esté en su mano.

El presente contrato estará por encima de la supervivencia de Dalae Darkle en orden de prioridades.

La joven acabó de leer el pergamino, mordiéndose ligeramente el labio. Era demasiado. Decía "lealtad incondicional", y eso incluía demasiadas situaciones, demasiadas variables. Por otra parte, llevaba media vida en el ejército de Asgard, acatar órdenes no sería un problema.

La parte que parecía más peligrosa era la segunda. Por encima de su supervivencia. En cuanto firmara, su vida quedaría al servicio de los retorcidos planes del dios. Pero... Si aceptaba, Loki la protegería, y seguramente le ayudaría a controlar sus poderes para poder cumplir las misiones. Además, si tenía éxito, eso sería la venganza perfecta contra Odín. Luego sería libre, en una Asgard donde nadie quisiera detenerla. Era perfecto.

No tenía nada que perder. Si la encontraban, se podía dar por muerta, así que ofrecer su vida ahora no le suponía demasiado. Pero tenía mucho que ganar. Moriría ahora mismo si con ello pudiera hacer sufrir a Odín, así que el trato no parecía tan malo.

- Espero que sepas lo que haces, Loki.

Diciendo esto, Dalae plasmó su firma en el contrato, que brilló con fuerza unos instantes para después volver a la normalidad. Ya estaba hecho. La hechicera alzó la vista, separándose. Y deseó no haberlo hecho, porque se encontró con los penetrantes ojos de Loki, que parecían atravesarla, llegando a sus pensamientos. Dalae no pudo evitar inclinar la cabeza, haciendo una suerte de reverencia, para evitar aquella mirada que parecía apuñalarla.

- ¿Qué debo hacer ahora?

Loki y Dalae:

Las letras de la firma de Dalae brillaron con un dorado intenso. El pergamino llegó a las manos de Loki, y lo hizo desaparecer cuando lo agarró con fuerza.

- Siempre...- le respondió el dios con un susurro mientras le mostraba su serpentina sonrisa.

Loki se divirtió al ver como Dalae se inclinaba ante él, dando así por finalizado su trato. Ahora su voluntad le pertenecía y se había convertido en la perfecta sierva del dios de las mentiras.

- Tu misión será buscar un ejército con el que combatir a Odín y poder conquistar Asgard de nuevo. Deberás encontrar a personas con un mínimo de poder que quieran luchar a nuestro lado, pero antes...

El dios de los engaños se acercó pausadamente a la hechicera. Cuando estuvo a su lado, le cogió la muñeca y con un pequeño gesto con sus finos y largos dedos, Loki creó un anillo con una pequeña esmeralda en el centro y se lo colocó a Dalae en el índice. 

- Cuando necesites llamarme usa el anillo y estaré allí. - comentó Loki con una sonrisa divertida. Después el dios se apartó ligeramente de ella para seguirle hablando.

- Pero antes de que investigues el nuevo universo y busques a nuevos aliados necesito que bajes a Midgard. Hace varios días que he sentido la presencia de unos viejos conocidos y quiero saber que están haciendo en los Estados Unidos...

Después de aquella breve explicación, Loki teletransportó a Dalae a la tierra para que realizara su primera misión como aliada de Loki. 

FDI: Y así es como Dalae llega a Chicago para Fearland xD ¡Espero que te haya gustado el post! Cuando contestes cerraré tema ;p

En el momento en que el contrato volvió a manos de Loki, Dalae se sintió mejor, como si hubiera esperanza para ella. Escuchó lo que sería su misión: Reunir un ejército se había vuelto algo mucho más fácil ahora que los mundos se habían unido: Había infinidad de criaturas que podían ser reclutadas, y la mayoría tenían poderes muy útiles.

Estaba ya haciendo planes cuando, sorprendentemente, Loki la tomó de la muñeca. Sus dedos se movieron ágiles y rápidos, creando una preciosa sortija de la nada, que se adaptó perfectamente a su dedo. La joven sintió en cuanto se la puso como si un escudo invisible se cerrara en torno a ella. Más fuerte que la barrera de Asgard, más ligero que el aire. Indestructible.

Aquello era toda una sorpresa para ella: Que Loki le permitiera llamarlo en cualquier momento le hizo pensar en lo peligroso de la misión. Además, ella nunca antes había ido a Midgard: No sabía qué podía encontrarse allí. Seguramente nada bueno, por lo que había oído siempre.

- Será un placer. No te fallaré.

La joven hablaba de verdad, no tenía sentido intentar mentir a Loki. Debía confiar en él, se dijo. Así que dejó que el dios la transportara a aquel caótico mundo que llamaban Midgard. Además, necesitaba usar su recién recuperada magia como fuera.

Así que cerró los ojos, dejándose envolver por la magia de su nuevo maestro.