Las sombras de Notre Dame. (Al Simmons.) 15/2/2019

Notre Dame. Aquello estaba lleno de gente, que caminaba rápidamente bajo la lluvia. Como si así evitaran mojarse. Dalae los observaba, a todos y cada uno de ellos desde las alturas del tejado del palacio. Mortales, tan sumergidos en sus preocupaciones, en sus vidas grises y monótonas que aunque caminara entre ellos no se darían cuenta. Pero hoy no buscaba midgardianos. En ese lugar había una fuerza extraña y poderosa, diferente a todo cuanto había visto antes. Y por supuesto, la insaciable curiosidad de la joven la había conducido hasta allí. Estaba agazapada como un ave de presa en uno de los salientes del tejado, esperando alguna señal de la magia que venía rastreando desde Alemania. Era algo realmente grande, no se podía esconder demasiado tiempo de ella.

De pronto, una de las ventanas de la catedral se iluminó, a pesar de que en principio estaba vacío. Los pesados postigos de metal dejaban pasar un fino rayo de luz anaranjada, que podía proceder perfectamente de una vela. Destacaba como un faro contra la oscuridad de la noche: Era el campanario, el punto más alto de aquel lugar. Y Dalae se dirigió hacia allí, atravesando la incesante lluvia. Podía sentir aquella magia, latiendo a un ritmo diferente al de Midgard. Ni corta ni perezosa, la asgardiana se encaramó al muro, y empezó a trepar por las piedras desiguales que lo conformaban. La lluvia no ayudaba, pero no fue una ascensión demasiado difícil. Cuando llegó a la altura de  la ventana, se aferró al borde y subió, quedando al lado de la abertura. Pegando un poco la cabeza a la contraventana, pudo percibir que alguien estaba hablando. No entendió nada, pero no hacía falta ser muy listo para saber que aquel idioma tenía que ver con la magia. La voz era profunda y solemne, como si procediera del fondo de un abismo en lugar de una garganta. Con cautela, Dalae se asomó al interior, mirando por la rendija. Y lo que vio no le gustó nada. Había un hombre de espaldas a ella, rodeado de probetas y frascos llenos de sustancias desconocidas. Los libros se amontonaban en los muebles y el suelo, abiertos por páginas llenas de símbolos y dibujos que representaban astros y criaturas fabulosas. Del techo colgaba un candelabro de plata antigua, que proyectaba luces y sombras cambiantes. De pronto, la voz del mago de extinguió súbitamente. Hubo un fogonazo de luz blanquísima, que cegó por un momento a la improvisada espía. Cuando recobró la visión, vio al mago tirado en el suelo de su laboratorio. De su boca salía un hilillo de sangre, y tenía los ojos en blanco. Muerto. La habitación parecía haber sufrido un terremoto: Muchos recipientes se habían caído, los libros tenían páginas arrancadas...

Pero así Dalae pudo apreciar lo que había en la mesa, que había permanecido oculto tras el hombre hasta ahora. Era una pequeña estatua de aspecto humano, tallada en piedra. Tenía los ojos cerrados, y de su boca asomaba un trozo de papel. A su alrededor había dibujado un círculo de tiza blanca. ¿Un gólem había hecho aquello? Ni siquiera parecía haberse movido de su lugar. En fin... Lo mejor sería irse, antes de que alguien encontrara todo ese estropicio con ella al lado. Seguro que la hacían responsable de esa muerte también. Se dio la vuelta, preparada para descender, pero escuchó un riudo extraño,  como unos crujidos. No tenía por qué ser nada, pero después de lo que había visto a lo largo de su vida, había aprendido que no se podía bajar la guardia nunca. Y que no podía hacer el pino puente. Pero eso era otra historia.

La lluvia estaba amainando un poco, y la fuente de magia que había detectado estaba ya fuera de juego. Era un buen modo de acabar una exploración. Pero había algo que no cuadraba. ¿Por qué las gárgolas ya no soltaban el agua de la lluvia por la boca? Dalae se acercó a ver la que tenía más cercana, cuando, de repente, la criatura se abalanzó sobre ella, seguida de unas cuantas más. Oh, genial. Era demasiado fácil como para ser verdad, tenía que complicarse la cosa.

Notredame, una ciudad de París la cual a mi parecer era muy bella. Estuve viajando por el mundo para así conocer como está hoy en día el mundo tras la colisión de mundos o como se llamase eso. Pude notar que una energía mística poco normal me seguía ¿qué querría de mí?, así que veloz y sigiloso como una sombra me dirigí hacia la catedral de Notredame. Cuando estaba en lo alto de una pequeña cornisa interior, un destello hizo que por acto reflejo yo cerrase los ojos, parecía ser un destello mágico blanco.

Cuando volví a abrir mis verdes, brillantes y necroplásmicos ojos unas gárgolas saltaron para atacar a una chica la cual según su aura parecía ser la persona que me estaba siguiendo. No me gusta realmente tener que ayudar a la gente que desconozco de sus ideales pero tenía que recibir explicaciones. Antes de que esos seres pétreos tocasen a la bella dama unas cadenas emergieron de mi traje simbiótico.

Las cadenas azotaron a dichos seres apartando a éstos de la chica. Luego fueron apresados cada uno por una cadena mística que hacía presión en el cuerpo de las bestias. Tras mucha presión se convirtieron en apenas unos peñascos pequeños. Las cadenas volvieron a ocultarse como si no hubiesen existido en mi traje simbiótico y yo, anduve hacia la chica. - ¿Estás bien?, bueno lo que realmente me importa es, ¿qué coño hacías siguiéndome y quién eres?- Aún estando yo alerta me camuflé en una apariencia humana atractiva, un varón de metro ochenta con cuerpo atlético, rubio y con unos ojos azul eléctrico.

Las criaturas se lanzaron sobre ella, pero apenas había tocado el báculo cuando unas cadenas salieron de la nada. En pocos segundos, las gárgolas eran apenas adoquines, sólo capaces de dañar a una persona si alguien se lo tiraba a la cabeza. Y cómo no, llegó el héroe de turno. Dalae lo oyó primero. No sólo se creía que era una niña indefensa a la que acababa de salvar, sino que encima venía haciendo preguntas. La asgardiana se giró para replicarle, y lo que vio la dejó helada.

-Thor...

Susurró aquel nombre maldito, cargando cada letra de odio y desprecio. A punto estuvo de avisar telepáticamente a Loki para que supiera la posición exacta de su hermano. Pero, al observarlo mejor, se dio cuenta de que no era él. Eran muy parecidos, pero los rasgos de la cara eran algo diferentes. Ya más tranquila, Dalae decidió dar la vuelta a la situación. Ese... ser era la fuente de energía que había estado rastreando, y no el mago de la torre, como había pensado en un principio.

-Sí, estoy bien. Aunque no hacías falta, esas cosas no eran problema para mí.

Dalae no pudo evitar sonreír al ver a ese héroe. Parecía ya una manía de los midgardianos salvarla de cosas que podía derrotar con los ojos vendados. Pero al menos ya empezaba con el interrogatorio, no era tonto.

-¿Sabes? Suelo ser yo la que hago las preguntas. Pero creo que hoy puedo hacer una excepción. No te importa quien soy. Sólo necesitas saber que me llamo Dalae y que te seguía por curiosidad. No sabes el rastro que dejas a tu paso.

Estaba claro que se trataba de alguien poderoso. Si no lo fuera, su magia no sería tan llamativa como para percibirse desde Alemania. Y convenía trabar amistad con los poderosos, Dalae lo sabía por experiencia.

-Ahora deberías presentarte como es debido, me gusta conocer a mis salvadores.

La chica parecía que no hubiese necesitado mi ayuda, se podía notar en su alma y rostro. Se giró para responderme pero de repente al ver mi forma humana parece ser que se quedó de piedra, congelada o cualquier expresión relacionada, ya me entendéis. Tras eso pronunció un nombre en forma de susurro el cual me sonó muy familiar-Thor... -Obviamente se había equivocado, quizás escogí la apariencia humana equivocada. Pude notar que tras que ésta me observase mejor descubrió que yo no era ese tal "Thor" al que parecía tenerle bastante odio.

- ¿Estás bien?- pregunté yo intentando ser amable con la hechicera a pesar del asco que le estoy cogiendo a los humanos de hoy en día.

-Sí, estoy bien. Aunque no hacías falta, esas cosas no eran problema para mí. - Esa fue la respuesta de la chica entre risas, parecía que se hacía la superior, pero mantuve mi compostura.

- Bueno lo que realmente me importa es, ¿qué coño hacías siguiéndome y quién eres?-la chica no tardó ni un segundo en responderme--¿Sabes? Suelo ser yo la que hago las preguntas. Pero creo que hoy puedo hacer una excepción. No te importa quien soy. Sólo necesitas saber que me llamo Dalae y que te seguía por curiosidad. No sabes el rastro que dejas a tu paso. Ahora deberías presentarte como es debido, me gusta conocer a mis salvadores.

Me estaba cansando de este juego, así que mi piel y cabello humano empezaron a caerse y transformarse en una especie de masa negra parecida al alquitrán la cual se movía como si tuviese espasmos mientras se formaba mi real apariencia la cual se iba tapando con el traje simbiótico el cual fue creado a partir de la apariencia humana que tomé. Después de eso, desde la espalda del mismo traje una cadena con una calavera en el centro apareció rodeando mi cuello y por mi espalda una larga y roja capa con marcas rúnicas en idiomas demoníacos. Mis ojos verdes necroplamáticos brillaron con más intensidad que nunca mientras yo respondía a la chica tranquilamente.

- Mi nombre real no te interesa, quizás te interese más llamarme Spawn. Acabé hace unos meses en este universo de manera desconocida y aún busco la forma de volver al mío. Mientras tanto exploro todo el universo además en busca de luchar a seres paranormales y conseguir objetos místicos para que no caigan en malas manos. Dudo ser tu salvador una vez más, simplemente quería que me hablases del porqué de tal persecución. ¿Estás contenta, humana?

En apenas unos momentos, la copia de Thor se transformó, tomando la apariencia de un ser extraño.Su piel pasó a ser negra, y su cara perdió todo rasgo que pudiera relacionarla con un rostro humano, salvo las dos hendiduras verdes brillantes que hacían las veces de ojos. La ropa no llevaba nngún simbolo que la asgardiana conociera, y tampoco había oído hablar de nadie que usara cadenas generadas por sí mismo para combatir. Al fin, se dio por vencida: No sabía nada de aquel ser, por lo que asumió que procedía o bien de otra dimensión, o bien directamente del otro universo con el que el suyo había tenido la mala suerte de fusionarse. Fuera como fuera, lo mejor sería llevarse bien con él: Un buen amigo nunca estaba de más.

-Mi nombre real no te interesa, quizás te interese más llamarme Spawn. Acabé hace unos meses en este universo de manera desconocida y aún busco la forma de volver al mío. Mientras tanto exploro todo el universo además en busca de luchar a seres paranormales y conseguir objetos místicos para que no caigan en malas manos. Dudo ser tu salvador una vez más, simplemente quería que me hablases del porqué de tal persecución. ¿Estás contenta, humana?

Vaya, había sido muy fácil sacarle toda esa información. De hecho, solo le había pedido que se presentara, esperaba interrogarlo a fondo más adelante. Pero no había hecho falta ni mucho menos. Al menos, había confirmado sus sospechas respecto a lo del otro universo, entre otras cosas.

-Soy tan humana como tú, Spawn.-Dijo, sonriendo.- Y la verdad es que sí, ya me quedo más tranquila sabiendo que no...

Dalae vio por el rabillo del ojo cómo una gárgola se lanzaba sobre su improvisado interlocutor. Pero la bestia de piedra fue interceptada por una de las figuras de hielo de la maga. El enorme gólem quebró por la mitad al monstruo como si fuera de porcelana, haciendo un ruido desagradable al caer sobre el tejado.

-... Eres un peligro. Creo que hemos empezado con mal pie los dos. ¿Vienes conmigo a investigar esa torre? Quizás el brujo que estaba ahí estaba haciendo algo interesante.

Mientras hablábamos la chica estuvo a punto de ser asaltada por otra de esas gárgolas encantadas, pero decidí no hacer nada para vez de que era capaz esta. Pues sí, fue muy capaz, congeló en apenas un segundo a la gárgola y luego uno de los gólems quebró a la gárgola convirtiendo a esta misma en trozitos de piedra-... Eres un peligro. Creo que hemos empezado con mal pie los dos. ¿Vienes conmigo a investigar esa torre? Quizás el brujo que estaba ahí estaba haciendo algo interesante.-Tenía que conseguir aliados y que mejor que un ser mágico. Así que le respondí a la hechicera con total amabilidad.

- Bien iremos a por aquel brujo, pero mis métodos no son los que usáis los héroes de este universo.-Esas fueron mis palabras y lentamente anduve hacia la chica rodeando su cintura con mi mano lentamente. La capa empezó a moverse como una cortina ante el viento en una noche de tormenta mientras una nube de color verde brillante nos rodeaba con rapidez. En apenas un parpadeo aparecimos en la torre donde se encontraba el brujo. Pero nada más llegar el brujo invocó a cientos de gárgolas, sí, cientos, sin exagerar. Solté a la hechicera saltando hacia el frente, pero el luchar yo solo me haría tardar.

Debido a esto retrocedí e hice invocar de mi capa muchas cadenas de manera violenta las cuales nos encerraron a la hechicera Dalae y a mí en una cúpula de cadenas en constante movimiento ofensivo. No me gustaba trabajar con nadie y menos aún pedir algo para que me ayude, pero tenía que hacerlo, era la mejor opción para gastar yo, menos energía y así poder luchar sin problemas contra aquel brujo- No me gusta pedir nada que requiera ayuda, pero haremos una cosa, deshago la cúpula y deberás ser rápida y congelar a las gárgolas. Después de eso yo usaré un conjuro para acabar con ellas, ¿entendido hechicera?-Esperaba a que esta combinación saliese bien, si no, sería bastante chungo.

En un momento dado, Spawn la tomó de la cintura, después de dar a entender que la consideraba una heroína. Bien. Mientras más despistado estuviera en cuanto a su personalidad, mejor. Seguramente por eso no dudó en cubrirla con su magia para teletransportarla a la cima de la torre donde se encontraba en principio el cadáver del mago. Claro que no estaba tan muerto como cabría esperar. Fuera como fuera, no perdió ni un segundo en atacar a los intrusos en su laboratorio. Quizás Dalae no fuera dada a trabajar en equipo, pero lo que Spawn proponía era buena idea. Los protegió a ambos con las cadenas, y los gólems chocaron contra ellas. Piedra y metal se golpearon con un ruido agudo y chirriante, sin ceder ninguno de los dos. Pero su nuevo aliado fue rápido y empujó a las criaturas lo suficiente como para dejarle espacio. En cuanto la barrera desapareció, ella dirigió una ola de puro frío hacia los cuerpos de los enemigos. La roca se cuarteó al congelarse, rompiéndose en pedazos para caer ya sin vida al suelo. Saltando por encima de los escombros, Dalae se plantó frente al mago. Ni siquiera se le había secado la sangre que había visto brotar de su boca antes, cuando pensó que estaba muerto. En ese momento, estaba quieto, preparando algún conjuro. Sus manos se iluminaban lentamente, y lanzó una bola de fuego directamente al cuerpo de la maga. Saltó a un lado y rodó para evitar que le diera.

-¿Por qué todo el mundo usa fuego?

Ser preguntó en voz alta, más para sí misma que para otra persona. Odiaba el calor de las llamas, le hacía más difícil usar su magia.

Pareció que la combinación era buena pero el mago respondió de manera hostil con una bola de fuego. Pude ver que la hechicera Dalae rodó evitando la bola pero yo en cambio mantuve mi firmeza y compostura sin moverme del sitio a pesar de la trayectoria de bola ardiente. De mi traje simbiótico se formó una boca con colmillos de diez centímetros, afilados y cuando la bola estaba apunto de alcanzarme con esa nueva boca que se había formado absorbí la esfera ígnea como si de comida se tratase- Gracias por el alimento, necesitaba algo de energía-Esas fueron mis palabras antes de dirigir mis cadenas hacia la piel del mago de manera violenta. Las cadenas no le golpearon pero sí les apresaron de manera que las calaveras en la punta de las cadenas ensartaron la piel del mago con sus colmillos. Luego hice desgarrar poco a poco la piel de este mismo haciendo que los colmillos filosos de las calaveras en las cadenas tirasen de su epidermis.

Mientras invoqué en un destello verde y pequeño una pequeña bolsa de cuero llena de sal, una tortura dolorosa y lenta. Cuanto más se iba separando la piel del mago de sus músculos más sal echaba yo por su cuerpo pero cuando recapacité sobre mi actitud maligna y desquiciada acabé con la vida del mago, dejando de torturar a este. Me giré ocultando los colmillos que formé pero cuando me quise girar, el cadáver del mago se convertió en un goliath de músculos con quince metros de largo y un hacha enorme en su mano, envainada con un conjuro ígneo. Antes de poder reaccionar este propinó un hachazo hacia nosotros pero para impedir que se dañase la hechicera Dalae salté encima suya apartandola de la trayectoria pero aún así el hacha me alcanzó desgarrando mi espalda desde la nuca hasta el perineo de mi cuerpo donde empezaba a brotar en vez de sangre necroplasma brillante-Espero que la chica sepa defenderse unos minutos mientras me regenero-Pensé mientras esperaba a regenerarme como un cuerpo inerte en el suelo.

De Spawn se esperaba casi cualquier cosa, la verdad, pero cuando se tragó la esfera ardiente Dalae se sorprendió y mucho. Es decir, ¿cómo...? En fin, qué más daba. La cuestión es que el ser que la ayudaba en ese momento se hizo cargo del brujo de una forma ciertamente sádica. Desde luego, Dalae jamás torturaba son necesidad, pero eso tampoco la empujaba a impedir que otros lo hicieran. Los gritos de la víctima no eran más que un ruido molesto para ella, como podían serlo los ladridos de un perro o el sonido del tráfico.

Mientras, la asgardiana se paseaba por los estantes como quien mira en una tienda. Deslizó los dedos por el lomo de unos libros, hasta que encontró algo interesante. Sacó del mueble un viejo volumen, encuadernado en piel humana. Se notaba a la perfección el material, de color sonrosado desvaído y con un tacto liso y suave, aunque algo rígido por el tiempo. El cerrojo de bronce lleno de símbolos no tardó en ceder cuando Dalae le transmitió la magia suficiente. Las páginas de pergamino amarillento estaban llenas de dibujos a tinta que representaban dioses antiguos y deformes, tan vívidos que parecían respirar. Alrededor, se acumulaban las runas escritas con sangre u otros fluidos menos agradables todavía.

-Spawn, tápale la boca, por favor. Hace mucho ruido.

Diciendo esto, se guardó el antiguo volumen junto con un par de frascos de ingredientes para pociones. En ese sitio había de todo: Sentmientos líquidos, venenos, pociones de sueño, de hambre... Incluso filtros amorosos. Nada que no supiera preparar, claro. Eran todo fórmulas comunes. Lo más valioso eran los ingredientes más raros, que alcanzaban un valor increíble en el mercado negro o servían para realizar hechizos más potentes.

De pronto, Dalae oyó una voz en su cabeza: "-Agáchate. " Milésimas de segundo después, el mago se había convertido en un monstruo enorme, Spawn estaba tirado en el suelo y ella también, a diferencia de que él estaba herido y ella no. No le preocupaba, si había sobrevivido al hechizo ígneo eso no le podía haber hecho mucho daño. Bien, más fuego todavía. Solo estaba en el hacha, así que eso suponía una cierta ventaja, además de la más obvia: Un enemigo fuerte e idiota era lo mejor que podía pasarle a la asgardiana.

Dejó la bolsa con el producto de su robo a un lado para que nada se rompiera, y se mantuvo totalmente fría y tranquila cuando el engendro se dirigió hacia ella. "-3...2...1..." Una cuchilla de hielo voló hacia la cuerda que sostenía la posada lámpara de hierro forjado que iluminaba la habitación. Con un ruido sordo, cayó sobre la cabeza del monstruo, que rugió aturdido por el golpe sorpresa. Intentó golpearla con el hacha, pero Dalae fue más rápida que él. Se escabulló hacia un lateral y el arma de fuego acabó empotrada en la pared. El bicho se lanzó hacia ella, pero ya había salido por la ventana, con su recompensa a buen recaudo en la bolsa que pendía de su hombro. Podía matar al mago, pero eso le tomaría un tiempo y eso le haría más difícil salir de allí con algo valioso, por que el laboratorio acabaría destruido en la pelea.

Mi tejido externo e interno parecía que se había terminado de reconstruir mediante el necroplasma. Bien, esta era mi oportunidad, pero la maga tras dejar caer una lámpara ante el Goliath, aprovechó para marcharse con la bolsa. Parecía ser que era una chica inteligente, pensaba dejarme aquí, aunque se derrumbase el edificio. El Goliath, furioso por el escape de la maga se giró hacia mí lanzando un cargado machaque con sus puños juntos, pero pude ser veloz y salté a un lado. Me estaba regenerando y eso significó un gasto de necroplasma que aún me quedaba por regenerar-Vamos...joder...-Dije con un tono áspero, tenía prisas, no quería volver a ser machacado. La enorme bestia mágica volvió a lanzar un golpe con sus puños, pero esta vez de forma horizontal. Fui rápido reaccionando y di un veloz salto, haciendo impulso con mis pies.

Ya en el aire, parecía ser que tenía suficiente energía necroplasmática para darle el golpe de gracia. Un grito ensordecedor emitió la bestia, y yo, lancé dos cadenas demoníacas desde mis hombros hacia los codos de la bestia, atravesando los cráneos afilados de las puntas de las cadenas a este mismo. Las cadenas chocaron contra el suelo y dejaron apresado de brazos al enorme goliath, así que aproveché a impulsarme hacia su torso, mientras en mi mano izquierda se notaba un resplandor verde intermitente. A dos centímetros de ser alcanzado por el mordisco de goliath, el cual me habría partido en dos, lancé la carga de energía necroplásmica con toda la fuerza que podía emplear en ese momento. El cuerpo del goliath se desquebrajó en dos desde la enorme perforación de su torso, teniendo un festín de sangres y tripas justo a mi lado.

Las cadenas volvieron a ocultarse en mi traje necroplásmico con suma velocidad, mientras yo, observaba el camino por donde se había marchado la chica-Maldita hechicera escurridiza...nos volveremos a ver-Repliqué con un tono más pícaro que serio, quería encontrarme con ella de nuevo, hubiese querido perseguirla, pero no tenía suficiente energía necroplásmica, era inútil andar a pie.


POST TERMINADO.