Lárgate o dame caña. Tú decides, celadora. [Gwen]

13/06/2018

Pinche día de mierda. Había tenido que ir a tres sitios distintos a hacerle el envío de dinero a su madre, y había tenido que comprobar en otros dos que había cogido el último que le hizo. No quería volver a pasar por estarse dos semanas raclamando cuando se le había pasado la fecha de recogerlo. Todo son problemas cuando aflojas dinero y no lo coges en la fecha que ellos dicen. Tienes que presentarte allí con todos los documentos del mundo y te hacen esperar como si tu tiempo valiera verga. Al final había sido más fácil que se lo quedaran, pero aún le dolía cada pinche dólar. Cualquier día que se levantara con el pie cambiado iban a lamentarlo.

Por lo menos le quedaba el alivio de que su madre lo había cogido. La imagen del rostro de su padrastro se le cruzó en la cabeza mientras firmaba los documentos. Pinche puerco renegrido. Le había echado de su casa, pero lo que no sabía el idiota es que comía y se podía permitir lo que se permitía por el dinero que ÉL le enviaba a su madre. De eso no hablaba el puto marica.

Negó con la cabeza y salió de ahí tirando el móvil en el mostrador, maldiciendo entre dientes. Se chocó con una persona que salía y se dio la vuelta increpándole.

- ¡Que te pasa pendejo! - el tipo le gritó en inglés algo de que no hablara español porque estaba en Estados Unidos, y como contestación se llevó un corte de mangas.

Lo mejor era ir a algún sitio donde pudiera tomar algo. Desahogarse un poco. Conocía varios garitos de Rock que hoy tenían concierto. Se echó la capucha sobre la cabeza. Le valía madre el calor. De todas maneras llevaba los vaqueros rotos, las botas militares y la chupa de cuerpo. Jugueteó con nerviosismo con el piercing de la lengua, haciéndolo rotar, mordiéndolo, tirando de él y volviendo a dejarlo como estaba. Era algo que hacía cuando estaba tenso y no sabía qué hacer con tanta energía. En cierto modo le ayudaba a calmarse.

Avanzó hacia la calle de los garitos y encontró la cartelería a la entrada. No empezaban hasta dentro de una hora. Iban a tocar los Grogers, Pandemonium flame, Punkstation, Snake & Barrels y las Mj´s. Podría bajar la música con unos cuantos chupitos y meterse en algún pogo a dar empujones. Eso era lo que necesitaba.

Se dio una vuelta por el barrio hasta encontrar un buen sitio en el que comer algo. Estaba cerca de los garitos y preparaba el estómago para que no le cayera el alcohol al vacío. Pidió una jarra de cerveza, unos nachos que le habrían dado arcadas a sus ancestros llenos de guacamole, queso rayado, salsa agria, bacon, y sin frijoles ni pico de gallo. Una puta vergüenza. Comenzó a comer, mientras sacaba el móvil y cotilleaba unas cuantas cosas. Se había sentado en la última mesa del local, justo en la esquina, de manera que nadie podía ver lo que miraba en la pantalla. Tenía abierta una tienda en internet que estaba haciendo un Outlet de su última colección.

Oh, perra. Esos tacones eran ideales...

No es que pudiera permitirse comprar a lo loco. Estaban bien chingones, pero en verdad. ¿Podría actuar teniendo tan poco soporte? No era la primera vez que había estado a punto de perder el tobillo por no tener el equipamiento adecuado. Aunque para una sesión soft podría permitírselo. Nada de acrobacias. Nada de movimientos bruscos. Pero para un bonito pase de comedia nada le impedía llevar esas botas. Ya podía visualizarse con el vestido de cuero bien ajustado y un buen cardado rizado que enfatizara su piel morena. Aquello era un bombazo. Comenzó a meter los datos de una de sus tarjetas, la que tenía asociada al "dinero legal". Pronto le tocaría sacar pasta y volver a llevarla a la peluquería de Armando. Ahí podrían blanquearle una buena cantidad que podría hacer pasar por trabajos puntuales. Si querían seguir contando con él para que protegiera el negocio se las ingeniarían de algún modo. Según sus últimas "nóminas" ya casi había trabajado para todos los familiares y conocidos de los dueños del negocio. Cantidades pequeñas con un distanciamiento razonable. Además, a muchos otros no les convenía que él saliera del mercado. Tenía al menos una docena de personas en la ciudad dispuestas a jurar que llevaba al menos tres meses trabajando para ellos. Sólo era cuestión de descolgar el teléfono. Añadió un par de cosas más al carrito, en un ramalazo de última hora, y procedió a pagar.

Algo se movió en el rabillo de su ojo y su instinto le hizo desviar la mirada de manera instantánea hacia allí. Una pelirroja bien buena se estaba acercando a su dirección. El mexicano disimuló. No quería que le pillaran mirando ropa de mujer, aunque podría haber dicho que era para su hermana o cualquier cosa. Tenía una ristra de excusas lo bastante entrenada a lo largo de los años para que no cupiera ni un mínimo de duda. Además, mentir se le daba increíble. Bloqueó el móvil y lo guardó, justo a tiempo de evitar que la pendeja lo empapara en alguna pringue de refresco, aunque sus nachos quedaron hechos una papilla bien fea. ¿Que pedo? Se echó hacia atrás con violencia, golpeando con la silla la pared y abriendo los brazos, tratando de evitar lo más posible la salpicadura, aunque parte del líquido comenzó a caer por el borde de la mesa y le manchó los pantalones.

- A la verga. - maldijo en voz alta.

Dirigió una mirada intensa a la chica, que se disculpó de inmediato y comenzó a limpiar la mesa. Alargó la mano hacia las servilletas y se secó, mientras la chica montaba una bola repugnante y pegajosa de restos de nachos, papel empapado y restos de refresco. Cuando se presentó como MJ y le tendió la mano, se percató de que le sonaba. Era una de las chicas del cartel. A la primera se unió de inmediato una segunda. Una rubia con pintas medio roqueras medio Punks que, por mucho que quisiera disimularlo, tenía la hartura cubriéndole las pupilas.

"Ah, esto sí es divertido."

- Nah, no se preocupen.- dejó caer las servilletas en la bola que había armado la pelirroja, estrechándole la mano con delicadeza y las miró a las dos con una suave sonrisa. Una expresión mas amigable.- ¿Son las MJ´s o no?- preguntó con una media sonrisa que en su expresión le hacía ver bastante masculino. - Van a dar un concierto allá en el Crocodile. Estaba pensando en ir a verlas. No he estado nunca un directo suyo.- observó a Mj retirar la mano, y aprovechó para hacerle a las dos un repaso de arriba a abajo. - ¿Les importa si les acompaño? No me apetece quedarme en una mesa donde parece que ha habido un festival de fin de semana. - comentó divertido, mientras veía los restos de su comida. - Creo que alguien me debe unos nachos. - dijo, dirigiendo una mirada interesada a la pelirroja. Una mirada que podía interpretarse de muchas maneras, sobretodo si esa pantomima había pretendido ser una llamada de atención.

La pelirroja se dio mucha prisa en agarrarle de la mano y arrastrarle hasta la mesa. Sus manos le aprisionaron la muñeca dejándole en la piel una sensación pegajosa. Había estado limpiando el refresco con la servilleta y aún tenía esa textura asquerosa que dejaba el azúcar. Cuando llegó a la mesa del grupo y por fin le soltó  fue como cuando quitas un esparadrapo con el que ya te has dado un par de duchas. Le cedió una silla en la que se sentó con dejadez pero la mirada encendida por la curiosidad. Eran de lo más variopintas. Una tenía pinta de latina, otra de oriental, y las otras dos podrían pasar por americanas o europeas, aunque por su inglés parecían gringas. La rubia le dirigió una pregunta mordaz que él respondió con una media sonrisa encantadora.

- Nah, pos si están bien culeras. ¿Has visto los nachos? No mames. - sonrió negando con la cabeza. - No sé a quién se le ocurrió hacerle esta pendejada a la comida y decir que es mexicana. Me caga la madre. - se cruzó de brazos y se apoyó en la mesa, dedicando unos segundos a mirarlas a todas a los ojos de manera profunda y enigmática.

Dinámicas de poder. Eso es lo que estaba buscando. Estaba claro que la pelirroja tenía una actitud de diva que era muy clara. Era muy capaz de reconocer algo así cuando lo veía, porque era algo que sentía en sus propias carnes cuando estaba metido en su papel durante las actuaciones.

Sus intentos por hacerse notar entre las demás empezaban a ser tan evidentes que hasta a un ciego sordomudo le habría costado pasarlos por alto. Mj no era ningún misterio. Era la motivación de las demás las que le generaban curiosidad. La rubia parecía ser la única dispuesta a irle al paso, pero no en un término de competición. No quería la atención que la pelirroja parecía tan desesperada por obtener. Era más como el bozal en torno al perro que no para de ladrar. Las dos que quedaban mostraron pronto con su manera de expresarse un buen comienzo de asunciones que le pasaron por la cabeza. Glory parecía alguien dispuesto a contenerse y mantenerse neutral si con eso conseguía evadir los conflictos, mientras que Glory, con su actitud desafiante planteaba sus límites con claridad. ¿Cuántas veces habías tenido que cederlos para que ahora imponerlos te hiciera necesario recurrir a la hostilidad? ¿O se trataba tal vez de una reticencia a satisfacer los deseos de liderazgo? También podía entender eso, el morbo de desafiar de manera constante a las figuras de autoridad para reclamar una personalidad propia, poder considerarte alguien con tus propias ideas y convicciones mediante el desafío.

Se deleitaba de ese pequeño juego, que ya que le había costado tener las manos pegajosas y unos nachos asquerosos al menos estaba poniendo a trabajar su percepción. No le costaba mucho calar lo más básico de una persona. Era parte del instinto que se desarrollaba cuando te jugabas el pinche pellejo en la calle. Equivócate jugando con quien no debes y te mandan a la verga. Así de simple.

Leer a las personas en general es mucho más fácil de lo que los loqueros quieren insinuar. Cambiar es una cosa bien culera, pero ¿saber donde pinchar a una persona para que sangre? Nah, ni modo. Para eso sólo hay que escuchar. Nada más.

- Nah, si la entiendo. Es bonita, tiene un grupo, si además es la capitana de las animadoras pues es la protagonista de la película de Holliwood ¿o no? - una broma lo bastante inocua, pero cuyas respuestas podrían dejarle ver más cosas respecto a sus personalidades. De eso dependería sus próximas respuestas y también hacia donde dirigiría la conversación.  - Sería bien chido, les agradezco. - su tono se mantenía cordial y cercano.

Dirigió una mirada hacia la pelirroja, que volvió dejando la bandeja de nachos y sentándose de nuevo a la mesa, no sin antes enseñarle una buena panorámica de las piernas. Bonitas botas. Un tacón alto, pero discreto. Poco recargado para su gusto. Algo de plataforma y habrían mejorado mucho.

- Muchas gracias, Señorita.- comentó dejando escapar una palabra en español. A muchas gringas les gustaba eso. Cogió uno de los nachos y se lo metió en la boca haciéndolo crujir. Era lo único bueno que tenían esa porquería. La salsa de queso le manchó la punta de los dedos. Lamió con suavidad la punta del índice y después la del pulgar. Casi como si depositara un beso. Aquello lo hizo dejando que sus ojos se posaran en Glory. Sus labios dejaron entrever una sonrisa cómplice, un gesto sutil apenas relevante... a menos que pudieras sentir amenazada tu posición de hembra alfa. - No creas que tengo muchos. Los amigos no me duran. - se encogió de hombros con una sonrisa enigmática. - Pensé que podía ir a un concierto, conocer gente... matar el tiempo. - continuó comiendo, procurando adaptarse al tono de la conversación y la situación. Socializar siempre suponía algo de esfuerzo, pero en algunas ocasiones reportaba algo de diversión.

A medida que se desarrollaba la conversación estaba más y más satisfecho con los resultados. Los nachos estaban siendo mucho más fáciles de tragar gracias a los toques de bilis que estaba recibiendo por parte de la pelirroja, al percatarse de que su atención se estaba fijando en la “mosquita muerta” del grupo. Algo que no sólo a las divas no les gusta nada, sino que comienza aagujerearles el ego. La pregunta interesante era por dónde saldría bicho. ¿Hostilidad? ¿Pasivo-agresividad? ¿Tal vez castigo velado? ¿Gaslight? ¿Vacío? ¿Retirada de privilegios? ¿Castigo indirecto? El mexicano dejaba vagar su mente hacia los cientos de derroteros que una mujer requemada podía llegar a adoptar en su camino a la venganza para restaurar su honor de Femme Fatale. De lo que estaba convencido es que tanto si Glory lo olía como si no, acabaría por tener algún tipo de represalia. Tal vez llegara a forzar la situación lo suficiente al límite como para llegar a vislumbrar ese aspecto de la personalidad de la líder de las MJ´s, que por el momento se tragaba su orgullo con un mohín claramente disgustado. La sutileza no era su fuerte. Eso estaba claro.

- Totopos, si. Qué bueno que lo conozcas. - sonrió sorprendido tal vez porque un americano se interesara lo más mínimo por algo de México, aunque fuera una pinchi palabra. Tenían la cabeza demasiado metida en sus propios culos como pa interesarse por nada más.

Ante el comentario de la rubia, le dirigió una mirada cómplice asintiendo con la cabeza.

- ¿Y entonces que pasó, wey? ¿No le funcionó con el capitán del equipo y ahora está buscando armario nuevo? - no era un comentario lo suficientemente capcioso como para que no resultara “divertido”, ni era lo bastante inocuo como para no revolver ciertos sentimientos guardados en el poso de una amistad tan larga como la que mantenía el grupo. Una de esas, como decían, bromas de “Schrodinger” que solo dependiendo de quien la oyera podía decirse broma o no.

- Ah, no, pos si es el equivalente de Jhon, pero no mamen. - hizo una pausa para terminar de masticar, beber un trago de su bebida, y luego limpiarse la boca con una de esas pinches servilletas de papel impermeable que eran lo más inútil que cualquiera se hubiera llegado a echar a la cara. - Si me llaman jhon me lleva la chingada, wey. Ya fue. Déjenlo en Juan, ¿si? - añadió alargando la mano hacia el picante de forma premeditada al ver que la joven miraba el tarro. Sus manos se rozaron y él cogió el tarro, mientras ella retiraba la mano azorada y sonrosándose por momentos.

“Ah, cabrón. De seguro todavía virgen”.

- No, pos que hombre sería yo si no dejara servirse a una señorita. - explicó tendiéndole el frasco, pero ella se negó con tanta vehemencia que él simplemente se sonrió y echó un buen chorro de tabasco en los nachos.

Ella hizo lo mismo con el burrito. Eso si era un punto a su favor. La gente que sabía manejar el picante sin hacer el ridículo.

- Eso sí está bien chido, una mujerona que pueda manejar todo lo que está caliente. - dijo creando a propósito un malentendido, ya que en inglés la palabra “hot” se refería tanto a picante como a caliente. Le dedicó una sutil sonrisa pícara, para luego hacer que se desvaneciera un poco al fijar sus ojos en Gwen, como si esta le hubiera pillado en medio de una travesura.

- Pero cuéntenme de ustedes. ¿Están aún estudiando? ¿Cuánto hace que tienen la banda? ¿Se enfadarán sus novios si me ven ir con ustedes? Porque, pos no quiero que me partan la madre. - comentó a modo de broma, tratando de tirar un poco de la manta. Le interesaba saber todo lo que pudiera de ellas, ahora que ya se lo estaba tomando como un reto personal.

Se dió un buen trago del refresco, pos pa mojar las cuerdas vocales. Mantener todo bien lubricado en esa especie de teatrillo de "chachipandi" que había montado entre el grupo de chicas. La pregunta sobre sus novios pasó desapercibida, cosa que interpretó como que había camino libre. Aunque la realidad es que aunque hubiese existido esa amenaza sobre la cabeza no habría perdido la oportunidad de haber continuado. Ningún gringo marico iba a decirle con quién hablar o con quién no. De hecho, más divertido podía llegar a ser. No hay nada como flirtear con la mujer de otro para verle las plumas al gallo. De seguro habría podido destrozarlo igual.

- Ni modo, incluso si no les sale suena bonito cuando lo intentan. - respondió encantador, con una sonrisa cálida. A pesar de que le resultaba mas divertido que bonito esa especie de ruido, como de ganso, cuando trataban de hacer nasal el sonido de la "J", que acababa sonando mas a "Huan".

Cuando la chica respondió que era india, sí le interesó. Consideraba a esa gente mas próxima que a los pinchis gringos. A la madre, también les habían corrido a putasos de sus lugares y ahora, igual que ellos, se las apañaban para sobrevivir entre un grupo de blancos chalados que pensaban que una glock pequeña era un buen regalo para un chamaco pendejo, recién cumplidos los 16.

- ¿Así que son nativos americanos? Eso si está padrísimo. - comentó, llevándose una mano a la pechera de la camiseta, dándose un par de suaves golpes, como si lo apreciara de corazón.

Un poco de teatro, la verdad. Tampoco era pa tanto.

- ¡Universitarias!- silbó con fuerza en un tono de alto a descendente.- ¿y que tal es? ¿Duro? ¿Ya se desmelenaron en las fiestas? ¿Les han hecho novatadas? ¿Se han unido a una de esas hermandades con letras pijas viejas como pita pita del? - lanzó interesado una buena retahíla de preguntas, con aire divertido.  

Aunque el silbido formaba parte esencial de su poder, no lo activaba siempre que lo hacía. Le había llevado algo de tiempo, pero lo tenía por completo dominado también en su uso cotidiano. Poder usarlo a voluntad hacía más fácil que el gesto se le colara en conversaciones y momentos diarios. Incluso lo hacía cuando estaba distraído. Le ayudaba a relajarse. Además, hacerlo a menudo era una manera de entrenarlo, incluso sin darse cuenta. Todo era un "win-win".

- Con el incidente te refieres a todo eso del...- Realizó toda una serie de onomatopeyas después de eso, cosas chocando, gente gritando, caos generalizado. - La verdad que pensé que perderíamos la cabeza. Eso si que fue un chingadera de veras. - admitió, asintiendo con la cabeza, dejando por un momento vagar su mente, como si recordara algo lejano. Le duró sólo unos segundos, antes de retomar la conversación. - Vine a matar a Jhon Connors. - respondió, tan serio que por un momento se le puso cara de Terminaitor. - Nah, mentira. - se rió, para alargar la mano de nuevo hacia los nachos. - Pos lo mismo que cualquier moreno en el país de la libertad, wey. Trabajar de cosas chiquitas aquí y allí. Mozo de almacén, llevar cargas donde sea. Cualquier cosa que pueda hacer ya me va bien. - se encogió de hombros. - Dentro de unos años cuando estén nadando en plata llámenme, para que les pinte la valla ¿si? - sonrió al grupo, para después sacar el móvil y mirar la hora. - Oigan deberíamos apurarnos. No vayan a tardar por mi culpa, y no puedan hacer sus cosas de "Ey, Si. Si. Eeeeeey. SSSSI. Probando, probando. Si".

- Ah, pues aún no lo pensé. Tal vez lanzándole una gran piedra encima, o utilizando algún cachivache marca acme. - cuando la rubia pareció pillar la referencia, tuvo que seguir con el ambiente distendido y el humor de la situación. Una chamaca de buen gusto no es tan fácil de encontrar.

Cuando les dió la noticia de tiempo, todos se pusieron en marcha.

Aprovechó para observar a las chicas a su pedo un poco más. Se podía saber bastante de una persona por las cosas mas insignificantes. Así como dónde le gusta ir, cómo se ubica en la ciudad, incluso cómo anda. Cada una de ellas tenía un aire diferente. Mj caminaba como si le echaran pétalos de rosa delante de los pies a cada paso. Betty iba a paso ligero y firme, como el que llevaban las ayudantes de los directores generales en las películas. Gwen parecía la mas relajada, tenía una manera de moverse sinuosa, casi como si fluyera con el ritmo de la ciudad. Glory esquivaba sin parar a los pendejos que se cruzaban con ella y estaban a punto de arrollarla, sin importar si lo tenía más difícil para moverse. Le dirigió una sonrisa. Era toda una corderita, de veras.

- ¡Mande! - respondió enseguida cuando la rubia se puso a su altura, dirigiéndole una media sonrisa, mientras escuchaba su propuesta con más interés que el que tenía en verdad.

No pensaba salir de ahí con trabajo, pero pos tampoco iba a hacerle ascos. El tema le interesaba lo mismo que ser mozo de almacén o cualquier otra cosa, pero le convenía tener algún trabajo legal para poder explicar de dónde salía la plata con la que rentaba el apartamento. Por bueno que fuera el sueldo de un pipa, de seguro no podía competir con los miles que le caían por una ceja partida y unas cuantas cuchilladas.

- ¡Seguro! Sudar la chaqueta es mi especialidad. - se rió, poniéndole énfasis a un deseo de trabajar que parecía tan real como la desgana que sentía en su fuero mas interno. - Seria rechido trabajar para ustedes. ¡De seguro nos divertiríamos! - añadió guiñándole un ojo, con complicidad. - Te agradezco, Gwen. - llevaba las dos manos metidas en el bolsillo de la chupa, pero aún así le dió un suave codazo amistoso, mientras continuaban dirigiéndose al local.

Cuando llegaron, el ambiente estaba aún un poco muerto. Había empezado a llegar alguna gente en pequeños grupos, pedían sus bebidas y charlaban esperando el comienzo del espectáculo. En el escenario, los técnicos andaban de un lado para otro, abriendo cajas llenas de cables con clavijas, empujando cada dos por tres el altavoz medio palmo acá o allá, y subiendo y bajando los micrófonos. No estaba seguro de si trabajaban, o hacían como qué.

- El espectáculo aún no comienza, ¿verdad? - preguntó, mirando el reloj. - Creo que pediré algo de beber. ¿Quieren algo? - preguntó a las chicas, dispuesto a pagarlo. - ¿Está bien si me acerco un rato al escenario, mientras montan y esa vaina? No quiero molestarlas. - añadió, mirando alrededor un momento. El local estaba padrísimo, había que admitirlo.

Aunque lo peor sería cuando empezara a llenarse de gente. La cosa se pondría tensa entonces, pero a la chingada. Había aguantado cosas peores que unos cuantos empujones y el olor del sudor de cien personas entrándole por la nariz.