Ahora si que tenemos tiempo para hablar (Eclipse, Miembros de la Young Justice y JLA)

Monte Justicia
15 de Marzo de 2018
12:31 P.M.

Era la primera vez que oía hablar del proyecto Defender, pero tampoco le extrañaba. No es que hubiera hecho mucho hasta ahora por involucrarse en los asuntos de la Patrulla. Simplemente estaba allí cuando se le necesitaba y hacía lo que le pedían, pero no solía socializar con los demás ni interesarse por lo que no fuera el presente inmediato. De hecho, todavía estaba asimilando el hecho de que Tormenta le hubiese puesto al frente de aquello precisamente a él. Sabía que era el único profesor adulto que se encontraba en el grupo de exploración que había acudido a Happy Harbor además de ella, y con la mutante incapacitada era realmente el único que podía ocuparse de tratar de aquellos temas con el líder de los Titanes. Era consciente de ello, sabía que era lo más lógico, y estaba dispuesto a cumplir con lo que se esperaba de él, pero no dejaba de chocarle toda la situación. Parecía una inmensa broma que el destino hubiera querido cederle a él, la persona más solitaria y huraña de la mansión, la responsabilidad de manejar una situación social y potencialmente delicada como era la posible alianza futura con un grupo de jóvenes héroes. Por supuesto, Eclipse se infravaloraba en éste aspecto, ya que poseía la suficiente empatía y capacidad como para manejarlo adecuadamente (seguramente hasta mejor que Lobezno). Además, sus años de experiencia en el ejército, su sentido de la disciplina, la jerarquía y el trabajo en equipo harían de él un estupendo líder futuro, hecho del que todos en la mansión (incluido Xavier) parecían ser más conscientes que él.

El acceso secreto a la base no le sorprendió; la Mansión X también era mucho más de lo que se observaba a simple vista, y contaba, entre otras cosas, con una pista de aterrizaje secreta sobre la estribación de una montaña cercana provista de un túnel subterráneo que conducía hasta la mansión, una entrada de emergencia que conectaba los hangares con el lago y todo un sinfín de medidas de seguridad y habitaciones ocultas para todo aquél que no perteneciese a la Patrulla, como aquella que albergaba a Cerebro, o la famosa Sala del Peligro. Suponía que aquella clase de cosas tenían que ser algo tan habitual como necesario para la gente que se dedicaba a lo que ellos hacían.

A diferencia de la mansión, el interior de la base estaba horadado directamente en la montaña, por lo que la roca natural les envolvía creando una curiosa y cálida sensación que contrastaba notablemente con las abundantes muestras de tecnología que podían verse por todas partes. Curiosamente, salvo zonas muy específicas como la Sala del Peligro, la mansión no se encontraba tan tecnologizada. Tenían que disponer de un equipo increíblemente avanzado, y no pudo evitar preguntarse con curiosidad qué les permitirían hacer todas aquellas máquinas.

Tecleando en el ordenador se encontraba un hombre afroamericano embutido en un traje de metal, y el chico verde le recordó en cierta medida a su compañero Kurt. Incluso parecía igual de alegre que el demonio azul. ¿Sería un mutante? Saludó a ambos, así como a la chica de negro y al muchacho del perro a los que había conocido antes en la playa. El chico llevaba el brazo vendado pero parecía encontrarse mucho mejor. Bien...

Volvió a acompañar al moreno hasta una sala que no tenía nada que ver con la que acababan de abandonar y que sí que se parecía mucho más a las que tenían en la mansión. Aceptó la oferta del café, pues aunque ya se encontraba de por sí bastante nervioso, no le vendría mal algo que le asegurase mantenerse completamente alerta. Le parecía que habían depositado una gran responsabilidad en sus manos y por nada del mundo querría defraudar a Tormenta, y mucho menos a Xavier.

Siguió al muchacho hasta la cocina y asintió cuando éste le habló de las consecuencias que había tenido para ellos la Colisión.

- Sí... a nosotros también nos ha pasado -confesó a su vez-, pero al mismo tiempo hemos recuperado a algunos a los que creíamos haber perdido hacía mucho -dijo pensando en Jean Grey, que había reaparecido milagrosamente el mismo día de la Colisión, aunque todos la daban por muerta hacía mucho-. Y hasta hemos tenido casos sorprendentes en los que han aparecido más de una versión de un mismo mutante... -añadió, recordando los días once y doce de marzo en los que habían tenido la visita de Magneto... de dos Magnetos diferentes. Uno de ellos era el suyo, de su dimensión, pero el otro al parecer procedía de otra dimensión completamente diferente, y hasta su carácter, objetivos y motivaciones diferían de los de su homólogo. De no ser por las habilidades telepáticas de Xavier que habían podido confirmar su historia, habría resultado sumamente difícil de creer-. Incluso, el día de la Colisión irrumpió en Nueva York una versión no muerta de la Patrulla X original, que procedía de un universo que había sucumbido a una plaga zombie tiempo atrás.

Demasiadas cosas que asimilar... No sólo la existencia de realidades y dimensiones paralelas, sino el hecho de que dichos universos podían ser radicalmente diferentes a los que ellos conocían. Después de enterarse de aquello se había preguntado más de una vez cómo sería una versión alternativa de sí mismo. ¿También habría sufrido la pérdida de sus seres queridos en Srebrenica? ¿También le habrían arrancado los ojos? ¿Sería mutante o viviría una vida normal y feliz, con una esposa, hijos...? Hacía tanto tiempo que había renunciado a ese futuro, que la mera posibilidad de que pudiera haber llegado a tener una vida diferente en otro universo le producía vértigo.

- ¡Hey tío! ¡Que estaba en el baño! -protestó en ese momento un musculoso adolescente irrumpiendo airadamente en la cocina, pero se cortó de inmediato al apercibirse de su presencia-. Hola… me voy a mi habitación para no molestaros…

Drago no pudo evitar una sonrisa. Estaba acostumbrado a imponer respeto entre sus alumnos; al fin y al cabo había dedicado años a trabajar esa imagen, pero no estaba allí en calidad de profesor, ni tampoco era la finalidad pretendida intimidar a aquellos jóvenes, así que, procurando mostrarse amable, se acercó al moreno y le ofreció su mano.

- Me llamo Drago, o Eclipse, que es el nombre por el que se me conoce ahí fuera, y pertenezco a una organización de héroes como vosotros, los X-Men. Procedemos del... "otro" universo, el que ha chocado con el vuestro, y estamos interesados en conocer a los grupos que, como nosotros, se dedican a proteger la tierra contra las amenazas internas o externas... Así que, por favor, quédate. Cuantos más de vosotros pueda conocer, mejor. ¿Cómo te llamas?

Drago jamás había escuchado con anterioridad los nombres que el muchacho le enumeraba. Estando tan reciente la Colisión, la mayoría de superhéroes del otro universo le eran totalmente desconocidos. Sabía que Xavier había trabado ya contacto con algunos, pero como ya hemos mencionado, hasta aquél momento Eclipse no se había involucrado demasiado en los asuntos de la Patrulla, puesto que tenía por costumbre ir por libre. Poco podía sospechar que menos de un mes después iba a conocer a uno de los que Dick había mencionado, Oliver Queen, también conocido como Green Arrow, durante una visita de exploración a Gotham.

Pero, por el momento, sólo podía centrarse en el presente, un presente que resultaba demasiado confuso de asimilar aún.

- Creo que eso pensábamos todos, Dick... -asintió, llevándose la taza a los labios para tomar un sorbo de café. Estaba realmente bueno, mucho mejor que la basura que preparaban en la mayoría de tugurios de América. Era en ocasiones como aquella que extrañaba el buen café que solía tomar cuando vivía en París.

Miró a Dick con renovada curiosidad cuando le dijo que se había sentido extraño el día de la Colisión. ¿Era eso lo que le había sucedido a él? ¿Había experimentado la fusión de diferentes yoes de diferentes planos y dimensiones alternativas? Que él supiera, sus recuerdos seguían siendo los mismos, pero las voces, aquellas que había conseguido acallar cuando el Profesor Xavier le había devuelto la memoria ocho años atrás, le habían golpeado con más fuerza que nunca aquella noche, tanto que por un instante había temido que se trataran de demonios de verdad que se habían colado a través de las grietas y portales que se habían abierto en el mundo.

- ¿Crees que la colisión también nos ha afectado a cómo somos? ¿A nuestra mente? A veces dudo si sigo siendo el mismo de siempre…

- Pues... es una buena pregunta -admitió dejando la taza de café sobre la mesa-. No soy físico ni nada de eso, así que es bien poco lo que puedo llegar a entender acerca de lo ocurrido, pero es verdad que me siento distinto desde aquella noche, así que supongo que sí, que es posible... Pero seguramente sea preferible no pararse a pensar demasiado sobre ello.

Las posibles implicaciones eran tan abrumadoras que podían volver loco a cualquiera si se le daba demasiadas vueltas, así que, mejor no tratar de entenderlo.

Después tuvo lugar la curiosa escena con el recién llegado y Drago pudo ver sin ninguna dificultad que al muchacho le había molestado que Dick tratara de detenerlo. No sólo Conner no parecía ser demasiado hábil a la hora de expresar o disimular sus emociones, sino que además Drago era particularmente empático, habilidad que había entrenado con el paso de los años para que le resultara más sencillo meterse dentro de la mente (por así decirlo) de los criminales y averiguar lo que más les asustaba de una manera totalmente intuitiva. Y era ésa misma intuición la que ahora le decía que el muchacho no se sentía demasiado cómodo en lo que a situaciones sociales se refería. En cierto modo, le recordaba a él mismo, sólo que él era más bueno a la hora de disimular. Podría decirse que, en su caso, sus problemas a la hora de relacionarse con los demás surgían de su propia determinación por mantenerse aislado, mientras que en Conner parecían fruto de una inexperiencia real, y no pudo evitar preguntarse cómo habría sido su vida para que, teniendo la edad que aparentaba, le resultara tan difícil mezclarse con los muchachos de su edad.

Tampoco le pasó desapercibido el cuidado con el que correspondió a su saludo, casi como si temiera hacerle daño de alguna manera, sentimiento que también le resultaba familiar en cierto modo. El propio Conner contribuyó a despejar algunos de aquellos interrogantes cuando, al presentarse, se definió a sí mismo como "no humano". ¿Qué era? ¿Alienígena? ¿Mutante? ¿Un sofisticado robot con apariencia humana? Cualquier cosa le parecía ya posible.

- Gracias, conner. No, no son malas noticias, en absoluto, sino, posiblemente, todo lo contrario. Como te decía, pertenezco a una organización de Superhéroes procedente del otro universo, y estábamos investigando las ciudades nuevas que han surgido durante la Colisión cuando nos topamos con uno de los vuestros en la playa, Nexus. Entonces se produjo un conflicto en el que se vieron involucrados un villano de vuestro universo y otro del nuestro, y no fuimos los únicos en sumarnos a la acción -explicó intercambiando una breve mirada con Dick-. Lamentablemente mi grupo tuvo que retirarse de vuelta a la base porque en su mayoría se trataba de alumnos menores de edad y la otra profesora que me acompañaba había quedado indispuesta como resultado de la pelea. Yo me quedé a modo de representante para conoceros mejor y mirar la posibilidad de forjar una alianza. Así que, bueno, preguntad lo que queráis y trataré de satisfacer vuestras dudas.

Se disponía a responderle a Dick cuando la pregunta de Conner atrajo su atención. ¿Así que había estado en la mansión el día anterior? Curioso que nadie hubiera mencionado nada, aunque tampoco era de extrañar considerando lo mucho que él mismo se aislaba. El nombre de Warlock le sonaba, aunque no demasiado, pero, una vez más, podía ser por los mismos motivos.

- Lamentablemente no conozco a ese mutante, pero sí que conozco a Sasha. Fue alumna mía hace algunos años.

Siempre la recordaría con cariño. Le gustaba el carácter fuerte de la muchacha, y lo siempre dispuesta que estaba a ayudar a los demás. A pesar de sus maneras algo bruscas en ocasiones tenía un corazón de oro, y eso no era difícil de apreciar.

Ahora sí, volvió a coger la taza de café y le respondió a Dick:

- Todos son mutantes, es la única norma. En la mansión les ofrecemos un refugio y un hogar en el que vivir. Les enseñamos lo mismo que se enseña en las escuelas e institutos: matemáticas, lengua, idiomas, música, geografía, física, química... Somos una escuela como cualquier otra, con la peculiaridad de aceptar alumnos que suelen ser rechazados en la sociedad y que por tanto podrían encontrar una mayor dificultad para completar su formación académica. De la misma manera les enseñamos también a controlar y perfeccionar sus poderes para que no supongan nunca un peligro, ni para la sociedad ni para ellos mismos, así como a aceptarse tal como son, con sus peculiaridades únicas.

>>Te propongo algo, Dick: ven a visitarnos un día y podrás comprobar de primera mano la labor que realizamos allí y sentarnos a hablar de una alianza con algo más de fundamento. Te presentaré a los míos, y tú podrás traer a los que quieras de los tuyos. Tu amigo Conner ya ha estado allí, seguro que podrá indicarte el camino.

Tras agotar el contenido de la taza de café la devolvió de nuevo a la mesa, ya vacía, y se incorporó.

- Si no hay nada más que tratar, debería marcharme. Todavía tengo un informe que entregar...