Todos necesitamos una (Conner Kent)

Monte Justicia, 13 de mayo de 2018
10:15 am

Reconocida. Canario Negro. A, uno, tres.

- Sí, yo también me alegro de verte - musité, cuando el haz de luz desapareció y pude salir de la plataforma de los tubos zeta.

Bueno, allí estaba de nuevo, en el Monte Justicia, base secreta de los Young Titans. Algo así como mi segunda casa, suponiendo que La Atalaya fuera realmente la primera. Había venido a echar una mano a los chicos con el entrenamiento cuerpo a cuerpo, como ya había hecho otras veces. La mayoría de los veteranos se había entrenado conmigo, y los más jóvenes siempre se sumaban con entusiasmo, aunque sólo fuera para mirar y vitorear. Sin embargo, no esperaba que aquel día hubiera mucha gente; al fin y al cabo, era domingo, uno de esos días que los chicos prefieren pasar en su casa, comiendo palomitas o jugando a videojuegos, y no preparándose para salvar el mundo... por una vez.

- Buenos días - saludé, avanzando hacia la parte central de la sala principal.

Sólo había un alumno esperando, pero no me sorprendió que fuera él.

- Conner - saludé, con una sonrisa.

Conner Kent, más conocido como Superboy, había sido mi aprendiz más cabezota y temperamental, pero también al que le había cogido más cariño. Al principio, el clon luchaba únicamente con fuerza bruta, y mi labor había sido enseñarle a aprovechar la potencia de su rival, esperar el momento adecuado y tener paciencia. Sobre todo, tener paciencia. Al final, el chico se había convertido en uno de los mejores, y hacía que me sintiera especialmente orgullosa. Además, siempre estaba preparado para recibir otra clase; era de la opinión de que siempre se está a tiempo de aprender algo nuevo.

- ¿Cómo estás? - pregunté, mientras me quitaba la cazadora y me dirigía al centro de la pista de entrenamiento - ¿Listo para un poco de entrenamiento matutino? - terminé, poniéndome en posición de combate.

Buenos días Dinah, me alegro que hayas podido venir… estoy muy bien, gracias por preguntar…y si que estoy preparado, pero antes quiero darte algo…

Al moreno se le notaba algo tenso y eso que no era su primer día de clase, pero si que escondía algo detrás de su cuerpo ¿Qué sería? El chico de acero intento relajarse para poder decirle eso que tantos años había pensado pero nunca se atrevió hacer. Mientras hablaba un poco entrecortado le mostro el paquete, era una bonita caja empapelada con un enorme lazo que pedía a gritos que fuera abierta.

Tu fuiste la primera en enseñarme en que no todo es la fuerza… luego te explique mi experiencia con ese entrenamiento…ese que aunque todos mis amigos estaban muertos yo era feliz por ser Superman… y por muchas más vivencias he llegado a la conclusión de que…

Se fue acercando con el paquete hasta mostrárselo, para que lo cogiera

Que eres lo más parecido a una madre que haya podido tener, así que feliz día de la madre…

Le miraba con la cara roja como un tomate, no solía ser tan abierto con sus sentimientos, sobre todo después de lo que paso con Megan, le había dejado ser mas receloso de lo normal. El regalo contenía una bonita diadema negra.

Espero que te guste el regalo, no sabía que escogerte….habían tantas cosas

El tono con el que me saludó me hizo darme la vuelta, algo sorprendida. ¿Conner estaba nervioso? Todo parecía ir bien las últimas semanas... ¿Me había perdido algo?

Lo vi dudar, con las manos detrás de la espalda. ¿Qué escondía? Estuve tentada de preguntar, pero el chico me lo ahorró. Me tendió un paquete, con lazo y todo. Lo miré, sorprendida. ¿Qué día era hoy? ¿San Valentín? No, eso era en febrero, ¿verdad?

Tu fuiste la primera en enseñarme en que no todo es la fuerza… luego te explique mi experiencia con ese entrenamiento…ese que aunque todos mis amigos estaban muertos yo era feliz por ser Superman… y por muchas más vivencias he llegado a la conclusión de que…

El muchacho se aproximó para que yo pudiera coger el regalo.

Que eres lo más parecido a una madre que haya podido tener, así que feliz día de la madre…

- Oh - fue todo lo que logré decir, perpleja y halagada.

Conner estaba muy nervioso, así que decidí coger el regalo antes de que lo aplastara sin querer. Me recuperé poco a poco de la sorpresa, sintiendo cómo una sonrisa se dibujaba en mi rostro ante el gesto y, sobre todo, las palabras de Superboy. A veces había sido dura con él, tanto en los entrenamientos como en las sesiones psicológicas, pero el joven clon me despertaba una profunda ternura. Sufría mucho, a su manera; aunque su cara no soliera traicionarlo. Al fin y al cabo, la mitad de su ADN era humano... Y, la otra mitad, del kriptoniano con mejor corazón que conocía.

- Gracias, Conner. No hacía falta, de verdad... - dije, mientras lo desenvolvía.

Era una diadema de mi color favorito.

Espero que te guste el regalo, no sabía que escogerte….habían tantas cosas...

- Es precioso. Me encanta. - le aseguré - Muchísimas gracias. - y, sin añadir nada más, lo abracé como si realmente se tratara de mi hijo.

Aquel regalo en aquella fecha me hacía tomar conciencia de lo mucho que el joven clon había necesitado una figura materna, una de verdad. Tenía dos padres; uno había sido distante, el otro lo había utilizado. Se sentía muy solo.

- Voy a ponérmela - anuncié. Y dicho y hecho. Puse la diadema sobre mis cabellos rubios y me aseguré de que no se moviera - ¿Qué tal me queda...?

Suspiro aliviado al ver que le había gustado el regalo, Conner sufría por si no había sido de su agrado. Cuando le abrazo sintió como se despertaba, una tenue calidez le recorría todo el cuerpo dándole tranquilidad y seguridad ¿era esto lo que se sentía cuando tu madre te abraza? Era una sensación tan agradable que el moreno quería repetir mas veces. Correspondió al abrazo mas tranquilo al comprobar como no le había molestado el regalo ni que la compárese con su madre.

No se mucho de moda… pero te queda muy bien, me gusta cómo te queda, te favorece.

Al principio estaba algo dubitativo en que contestarle porque efectivamente el de moda no sabia nada, por lo cual se dejo llevar por sus instintos. Para el le parecía que le favorecía y le hacía lucir más bella, eso ultimo no lo digo porque no quería pasarse por temor a molestarla y ya había sobrepasado su tasa de piropos.

¿Te apetece hacer un poco de entrenamiento matutino?

Como no sabía muy bien cómo iba el día de la madre ni las cosas que se tenían que hacer opto por algo que le les salía bien a ambos: entrenar por las mañanas. Se puso en guardia, esperando que su ahora madre se colocara en posición empezaron a entrenar. Pasada una hora del entrenamiento Conner comenzó a sentir como una especie de escozor en los ojos, apartándose de la rubia para luego sin querer lanzar unos rayos X por sus ojos contra una de las paredes de la sala, creando un pequeño agujero.

¿Eso lo he hecho yo?

Superboy estaba muy sorprendido, no creía que justamente hoy hubiera aprendido la técnica de los rayos x, la cual durante años había intentado aprender. Para que no fuera por pura suerte volvió a lanzar rayos por sus ojos a otra pared, sonriendo al ver que lo podía controlar y no había sido un golpe de suerte. El día de hoy estaba lleno de sorpresas.

Dediqué mi mejor sonrisa a Conner. Estaba contenta con mi nueva diadema, y con el hecho de que fuera mi pupilo el que me la hubiera regalado. Celebrar el Día de la Madre tenía muchas connotaciones para mí pero, por una vez, pesaban más las positivas.

Gracias, Conner.

- Muy bien - asentí a su propuesta de entrenamiento, adoptando de forma casi instintiva mi postura de combate.

Danzamos uno alrededor del otro en nuestro ritual de lucha. Él conocía mis movimientos y yo los suyos; aún así, siempre intentábamos sorprendernos el uno al otro y, aquel día, Conner me sorprendió de verdad.

Llevaba unos minutos notando algo raro en sus ojos, un resplandor breve en lo más profundo de la pupila que había interpretado, erróneamente, como un reflejo de la luz de la sala. Pero no. Era el preludio de un ataque que yo conocía muy bien, pero que jamás había visto en Superboy.

Salté a un lado cuando la energía se condensó en dos haces que acabaron agujereando la pared detrás de mí.

¿Eso lo he hecho yo? - preguntó Conner.

Yo lo miré, tan sorprendida como él.

- Eso es... la visión calorífica de Clark - susurré. Era uno de los poderes a los que Conner nunca había podido acceder, pese a ser un clon de Superman y estar expuesto a un Sol amarillo. La Liga aún no sabía el porqué; tal vez fuera la interferencia de los genes de Luthor; tal vez que Conner necesitara, del alguna manera, completar su desarrollo físico. El muchacho había intentado desbloquear sus habilidades kryptonianas sin éxito una y otra vez, y yo sabía lo importante que era aquel chorro de luz roja para él. Sonreí de nuevo, orgullosa de mi Superchico. - Lo has hecho, Conner- lo felicité, dejando que mi voz reflejara toda la alegría que sentía - ¡¡¡Lo has hecho!!! ¡Felicidades!

Y no sólo lo había logrado una vez, sino dos. Le di un fuerte abrazo (tras asegurarme de que apagara la visión calorífica; no me apetecía ser perforada) y después lo miré a los ojos, seria.

- Yo no soy la indicada para mostrarte cómo funciona. No tengo ni idea de cómo usarlo, cómo controlarlo, y qué limitaciones debería tener. Y, puesto que Clark no está, tal vez deberías hablar con J'onn. - el Detective Marciano poseía un set de habilidades muy amplio y llevaba mucho tiempo luchando codo con codo con Superman. Ambos compartían el origen extraterrestre, y solían pasar tiempo juntos en la Atalaya. J'onn conocía bien a Clark. Y sus habilidades telepáticas podrían ser de ayuda.

Miré el reloj y tendí la mano a Conner. El entrenamiento había terminado.

- Lo has hecho muy bien. - le sonreí. - Pero los héroes también tenemos que comer. ¿Qué te parece si terminamos la celebración con un banquete de perritos calientes? - sonreí, mientras le pasaba la mano por el hombro y lo conducía a los Tubos Zeta.