Secret Santa 2015

Descrito como un muladar, el departamento de Wade Wilson se quedaba bastante corto. Ropa tirada por la sala, latas de cerveza en casi cualquier superficie, manchas de golosinas y restos de patatas fritas en las esquinas de cada pasillo. ¿Dónde estaban las ratas que se peleaban por los pedazos de pizza al más puro estilo de las cloacas de las Tortugas Ninja? ¿Y las cucarachas en los muebles de la cocina? En realidad era un misterio como las floras y faunas se desarrollaban en ese departamento, pero eso no importaba en realidad. Lo que importaba era que… misteriosamente, el dueño estaba limpiando todo ese desorden, mientras una caja llena de extraños artículos se posicionaba misteriosamente en la mesa.

Primero fue barrer los pisos. Cuando acabo, la pila de basura tuvo que ser envuelta y luego llevada al “Incinerador” (forma de llamar el lanzallamas que tenía guardado para eliminar la basura cuando le daba pereza bajar hasta los contenedores de la calle). Una vez que ya no había basura, empezó a lavar los platos, las ollas, recoger el polvo con la aspiradora, voltear los sillones… ¡Era horrible todo lo que tenías que hacer! ¡Y el caos nunca paraba! ¡Siempre salía más suciedad! Pero le ganaría la batalla, estaba seguro. Arrojo por los aires su ropa de civil y se puso un extraño vestido de mucama, que chocaba con la ropa roja de Deadpool que siempre traía.




El departamento estaba como nuevo, olía decentemente, no tenía ningún tipo de insecto, comida echada a perder o basura regada por el suelo. Y ahora, venia lo más importante: La cena. ¿Qué iba a preparar? ¿Por qué lo estaba haciendo? Bueno, eso era una gran pregunta: Cuando le avisaron que Tony Stark iba a hacer una fiesta, pero no lo iba a invitar por “supuestamente ser un peligroso fiestero que destruye todo y no hace nada por repararlo. Aparte, te tomas todo el alcohol que tengo para los invitados”. ¡Pues Deadpool le iba a dar una feliz navidad a ese cabronazo de Stark por no invitarlo a la fiesta y haría una de las mejores comidas navideñas! No solo eso, ya había mandado muchas invitaciones. Todo tenía que quedar perfecto para cuando llegasen los invitados.


Para cocinar haría Pavo, ensalada de manzana y había –robado- tomado unas botellas de Sidra de un camión repartido. ¿Qué mejor? A sus invitados les encantaría, y habría muchos regalos intercambiados. Sería una noche memorable al estilo de Deadpool, sobretodo porque el relleno era… bueno… no era lo mejor del mundo. Ni sabia cuanto tiempo tenía que hornear el pavo, mucho menos que se tenía que hacer. Era la primera vez en su vida cocinando algo tan complicado, y si no fuera porque lo más útil que sabía hacer era partir las manzanas y mezclarlas con… ¿lechuga? Era obvio, si era una ensalada, tenía que llevar lechuga. Pero no entendía en que momento usaría la crema y las pasas…

¡Esto era demasiado complicado! Le empezaba a molestar el no poder hacer mucho, así que empezó a mezclar los ingredientes para el relleno, tomar un guante y con violencia, insertar la comida dentro del ave. El pavo empezó a romperse un poco ante la fuerza, pero al final, resistió. Cuando Deadpool termino de rellenarlo, le puso una suerte de adobo que había comprado y lo metió dentro del horno de la estufa a 250 grados, dejándolo ahí un rato. Ahora tenía que hacer la ensalada.
Tomo muchas manzanas y la katana de su traje y empezó a cortarlas en pedazos. Cuando hubo cortado todas, los trozos y los destrozos de la fruta acabaron en un tazón. Después, empezó a cortar la lechuga y las hojitas que fueron quedando entraron en el mismo recipiente. Cuando todo estaba junto, vertió todas las pasas, echo la crema encima y con una pala empezó a mezclarlo furiosamente.  El menjurje que estaba mezclándose se salía de vez en cuando a la mesa ante la violencia con la que los ingredientes se batían, pero a Deadpool no le parecía que era razonable detener su velocidad. Él tenía que hacer la comida rápido antes de que sus invitados llegaran… Aunque, no había recibido ninguna confirmación.

Estaban invitados X-23, Bob, sus amigos de SHIELD, los Vengadores, los amigos de la Patrulla… Por dios, hasta había invitado al hombre que vendía hot-dogs frente a la Torre Stark para que fuese, y ninguno le había respondido la invitación… A lo mejor el cartero se perdió o lo mataron a tiros como imagino que pasaría si invitaba a gente de HYDRA. ¿Qué haría entonces?

Una vez que termino la ensalada, se fue al teléfono y empezó a llamar a todos los números de sus amigos. Ninguno contestaba, solo mandaban a la grabadora o al mensaje de buzón. ¿Por qué nadie le contestaba? Él quería hacer una fiesta de navidad, pero no podía hacerla si estaba solo en su casa… ¡Todo por culpa de Tony Stark! Seguramente él había invitado a todos sus amigos antes que él y se había encargado de no hacerles llegar las invitaciones que la tenía. Eso le ponía furioso, y lo peor era que cada vez más tiempo pasaba y la noche caería sin que nadie se apareciese.
De pronto detecto un olor a quemado… ¡EL pavo! Por estar haciendo llamadas se olvidó de lo que tenía en el horno. “Nononononononono” pensó mientras corría a la cocina, abriendo la estufa para sacar el ave sin importarle de las quemaduras que le lastimaron las manos. ¡Auch! Suerte que se regeneraría, porque si no…

¡Demonios! El pavo estaba estropeado, la ensalada era una basura, y no tenía a ningún invitado. Podría darse un tiro de la tristeza y aun así su Navidad seguiría siendo una basura. ¿Qué mierda haría ahora? Estaba solo, había limpiado para nada y desperdiciado el dinero en comprar comida que no pudo preparar… Deadpool tuvo que arrepentirse, buscar ropa para ponerse un traje limpio de gala e ir a buscar a Stark a ver si lo perdonaba y lo dejaba entrar a su fiesta. O al menos, iría a ligotearse a una de esas tantas invitadas guapísimas con las que Iron Man siempre contaba en su fiesta.

¿Pero… y si no era lo adecuado? No necesitaba estar en una fiesta para sentirse bien. ¡Él estaba tranquilo! Tenía buen licor, había una bolsa de papas fritas en su aparador, y al menos, ese pavo lucia mucho mejor que algunas comidas que se había tenido que zampar en otras ocasiones. Así que no tenía que hacer nada. Se quedaría ahí sentado, tomaría una botella de Whisky y vería alguna película en la televisión mientras afuera tronasen los fuegos artificiales.

No esta tan mal la soledad en Navidad si tu Navidad tenía una mega pantalla plasma para ver las mejores películas que el Internet permitiese descargar. Mucho menos si esa televisión venia de manos de contrabandistas chinos.

Llevaba ya un tiempo recibiéndola, una paciente como cualquier otra con un síndrome postraumático que negaba a cualquier costa, no era un caso especialmente grave, claro que tampoco tenía un marido e hijos que vivieran de cerca sus conflictos. La verdad es que le preocupaba un poco aquel estilo de vida, si no fuera porque no aparecía en las portadas de las revistas acompañada de tres maromos de esos que quitan el hipo a la vez, juraría que era la gemela secreta de Stark, parecía que cada fin de semana los iba cambiando, y aunque no había modelos de Armani entre ellos, esos tarados vigoréxicos de Wall St y el capitolio, estaban que crujían. No es que los conociera a todos, pero le bastaba una descripción y las ocasionales fotos de los periódicos para hacerse una idea de la clase de hombres que su paciente frecuentaba. Tendría que quitarle esas mañas, era por su bien, claro...

La hizo pasar a la consulta y sentarse en el sillón que tenía destinado a los pacientes, sacó su carpeta y su bolígrafo, dispuesta a apuntar las notas de aquella sesión, aquel día se había puesto un pantalón amplio de traje, y una camiseta no demasiado escotada, no era del tipo de personas que le gustaba mostrar sus atributos femeninos, pero en su consulta debía mostrar una imagen más profesional, más formal.

- Bien, de que quieres que hablemos hoy?

Dependiendo con que pacientes, Elissa prefería que fueran ellos quien se expresaran y la fueran guiando por sus problemas y traumas, y estaba segura que detrás de esa fachada de diplomática destroyer, de mujer segura que pisa fuerte por la vida, se escondía más de una fobia y trauma, más de una inseguridad no confesada. Nadie en su sano juicio llevaba una vida abocada al fracaso personal y el alcoholismo sin algún problemita en la cabeza; su trabajo era averiguar cuales eran para que la congresista Blair Van der Woodsen no acabara desarrollando lo que en algunos círculos de la profesión, se denominaba “el síndrome Stark”.

- Últimamente he tenido algunos problemas de estress, creo que se debe al trabajo, no tengo demasiado tiempo para hacerlo todo.

Lissa asintió, tomando algunas notas, con un trabajo como el suyo era lógico padecer un ligero estress, tampoco era algo demasiado grave y desde luego, no era el motivo de que fuera su terapeuta.

- ¿Has pensado en cómo podrías solucionarlo?

Su paciente se encogió de hombros, no le había dado demasiadas vueltas a aquel asunto, siempre había tenido mucho trabajo y aunque ahora estaba sobrepasando sus límites, tampoco había pensado que fuera algo que tuviera que solucionar, sino más bien encontrar una vía de escape, un parche que le permitiera seguir tirando. Que le dijeran que tenía que solucionarlo, era algo nuevo para ella.

- La verdad es que no, de momento salir a correr y beberme una copa con un baño relajante suele funcionar. No entiendo porque tengo que encontrarle una solución.

Se esperaba aquella respuesta, ella al igual que todas esas mujeres “triunfadoras” era de las que prefería ir tirando a base de parchear su vida que encontrar una solución a sus problemas y sabía por experiencia profesional, que aquella no era nunca la mejor de las soluciones.

- Bueno, desde luego, esa es una buena manera de lidiar con el estress, pero lo mejor es apartarlo, evitarlo, no cargar con él, a la larga, las repercusiones podrían ser bastante más graves.

Blair se quedó mirando a los ojos de su terapeuta como si buscara algo, y finalmente habló, no sabía si sería una respuesta adecuada, pero desde luego, era la mejor que tenía.

- También escucho música, con bastante frecuencia estos días, un poco de todo, pero me he dado cuenta de que hay ciertos artistas muy infravalorados para la calidad de sus creaciones.

Elissa no tenia ningún interés por discutir los gustos musicales de su paciente, pero parecía que aquello había sido una gran revelación para ella, al menos por el tono en el que se había dirigido a ella, eso parecía.

- Y dime. ¿Cómo has  llegado a esa conclusión?
- Muy sencillo, he prestado atención a algunas canciones y algunos artistas y creo que son francamente buenos para lo que algunos sectores de la sociedad dicen.
- ¿Y que artistas son esos?
- Creo que a Justin Bieber se le critica mucho, pero su música es buena, y Selena Gómez es una gran cantante, estoy completamente convencida de que deberían volver juntos, harían una pareja fantástica y tendrían unos hijos muy apropiados.

Elissa casi sufre una embolia allí mismo. ¿Que estaba diciendo esa maldita mujer? No es que no respetara los gustos musicales de la gente, de sus pacientes, pero nunca se imaginó, que se volvería fan incondicional de un cantante adolescente a esas alturas de su vida

- ¿Ah si? ¿Y que te inspira su música?

Estaba que no daba crédito a la situación, allí, de repente, su paciente le confesaba que le gustaba la música mojabragas de adolescentes, siempre pensó que tendría algo más de criterio en aquel aspecto, y que encima se pusiera a comentar la vida sentimental de aquellos dos cantantes como si fuera una adolescente en plena explosión hormonal, no ayudaba a que se tomara todo aquello un poco más en serio, la verdad es que tenía que hacer grandes esfuerzos para no estallar en risas, pero eso no sería profesional por su parte, ni educado.

- Bueno, todas esas cosas sobre el amor y disfrutar con chicos y chicas. Creo que es una gran lección de vida, pero también me inspira grandes deseos de... arrancar cabezas.

Ahora si que lo había escuchado todo, no sabía si seguir preguntándole o directamente enviarla a Arkham, seguro que allí la ayudarían más o al menos la mantendrían encerrada. Con esas declaraciones era lo menos que podía hacer; nunca habría pensado que la vida disoluta de su paciente acabaría por desembocar en una psicopatía, pero ahí estaba. Blair Van der Woodsen había explotado y su estress ahora la hacía querer matar personas.

- Ajam. ¿Y porque exactamente?

Sin embargo, no hubo respuesta a su pregunta, al menos no ninguna respuesta verbal, en un movimiento demasiado ágil para una mujer que se pasaba el día con el culo pegado a una silla, saltó por encima de la mesa y cogió su abrecartas, una de esas fruslerías que alguien le había regalado para adornar su consulta y que ella nunca usaba, ahora le parecía un gran error haberlo puesto ahí, sin duda parecía que algo había hecho “click” en su cabeza e intentaba cortarle la suya allí mismo. Alzó el ligero abrecartas y descargó el primer corte sobre ella, haciéndole un rasguño en el brazo. Ella intentó sujetarla, contraatacar de alguna manera, pero Blair era fuerte, demasiado fuerte para una mujer no acostumbrada a la pelea, como era ella, a duras penas consiguió mandar lejos el puntiagudo abrecartas, al menos, ya no sería una amenaza para ella, pero recibir puñetazos no era mucho mejor. ¿Donde había aprendido aquella mujer a pegar así? Si no hacía algo pronto, protagonizaría las páginas de sucesos del día siguiente y su fuerza no se comparaba con la de Blair
Intentó engañarla, y funcionó, consiguiendo estampar un jarrón sobre su cabeza que la atontó un poco y la cabreó mucho. La pelea se recrudeció entre ambas, tirones de pelo, arañazos, intentos de estrangulamiento, parecía igualada, pero la verdad es que Elissa se sentía que estaba recibiendo una paliza, sus fuerzas estaban a punto de flaquear cuando sintió el cuerpo de Blair caerse a plomo sobre ella, miró por encima de su hombro y vio a su salvador, Peter Quill, con una pistola en la mano, volvió a mirar a la congresista y vio que ya no era una congresista, sino un ser extraño, verde, orejas puntiagudas, desde luego no era de este planeta, aunque conservaba las ropas de Blair. ¿Quien era aquel ser y que había sido de Blair?

- Menos mal que he llegado a tiempo, teníamos informes de una avanzadilla Skrull que se había infiltrado en el planeta. Nos costó detectar a que personas habían suplantado, tu paciente, la de verdad, está en un lugar seguro.

Elissa no era una persona demasiado emotiva, era más bien introvertida, pero en aquel momento, en que había visto la vida pasar delante de sus ojos, sus emociones estaban a flor de piel, lanzándose a los brazos de su salvador, nunca imaginó que de todos, sería él quien le libraría de una situación así, aunque por otra parte. ¿Quien mejor para hacerlo? Emitió un leve suspiro entrecortado, todavía asustada y temblando.

- Tranquila, todo ha pasado. Vamos, te llevo donde quieras.
- A casa está bien.
- Pues a casa, donde la señorita diga.

Había sido un día extraño para Elissa, uno de esos que no querías repetir, pero parecía que todo iba a finalizar bien, y por algún motivo, se sentía tranquila en los brazos de aquel héroe espacial. Finalmente podía decir que era su héroe, ese que, en el fondo, siempre había estado buscando.

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