Ruta 7 destino a ninguna parte. (Jack Nightingale) (1-3-2019)

Hacía días que Blair tenía aquello en mente, tomarse un merecido descanso; sin embargo, su apretada agenda laboral había supuesto un impedimento bastante importante hasta el momento. Siempre supo que entrar en política reduciría mucho su tiempo libre, pero nunca imaginó que su vida se convertiría en el caos que era actualmente. Nunca, ni en sus sueños más locos, hubiera podido imaginar que intentarían asesinarla o que lo conseguirían y resucitarían, o que un robot loco, creado a imagen de un invento de Stark, podría crear el caos que provocó en NY. Definitivamente necesitaba un descanso, unos días alejada de todo, para pensar y poner las cosas en orden; no había sido fácil, pero finalmente había encontrado aquella cabaña perdida en el campo, su secretaria le había dado la dirección y las llaves, al parecer era de alguien de su familia, o un conocido. No lo recordaba, todo parecía difuminarse tras su característica clave, con eso, la había conquistado; era un punto negro de comunicación, no había cobertura de teléfono, ni de internet, y la radio apenas se conseguía sintonizar. Era el lugar perfecto para ella.

Se había levantado pronto, para prepararlo todo con tiempo, tenía que llevar comida para tres días, ciertos artículos de campo, ropa cómoda y por supuesto dejar su teléfono en casa, no es que lo necesitara para recibir llamadas, pero tampoco iba a dar más motivos para ser interrumpida durante el viaje del que sería su primer fin de semana de silencio casi absoluto en años. Pronto comprendió porque aquella cabaña era tan perfecta, estaba en el culo del mundo, y no precisamente por la distancia, sino más bien por el penoso estado de las carreteras y lo aislado que estaba. Llegado cierto punto en que abandonó la carretera principal se adentró en lo que podía llamarse “un camino de cabras. El asfalto estaba en muy mal estado, lleno de baches y gravilla, pero tenía demasiadas ganas por llegar, así que su pie pisaba el pedal del acelerador con más fuerza de la recomendada en aquel tramo. El resultado de esa combinación no tardó en llegar cuando al pasar por un bache, el coche de Blair sufrió un reventón y se empotró contra uno de los postes de luz que había al borde de la carretera a cierta velocidad. Los sistemas de seguridad se activaron, el airbag saltó, dejando a una inconsciente Blair con la cabeza sobre el volante mientras le salía un buen chichón, aparte de eso y algunas magulladuras que sanarían pronto, no había nada más grave.

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El talón fijo sobre el acelerador, la titilante luz delantera, la continua necesidad de los neumáticos por perpetuar el contacto contra el asfalto… Todo un protocolo que parecía constituir la mejor tarjeta de presentación.

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El piloto aferró con decisión el manillar de su motocicleta tras percibir el inicio de una sinuosa curva. Una sonrisa similar a la de un surfista que tiene delante una ola perfecta se dibujó en su rostro. Aprovechando sus conocimientos de aerodinámica se acostó sobre el panel deslizándose magistralmente sobre la curva, un ladrido eufórico escapó de entre sus piernas hinchiendo aún más su orgullo. –Sí, chico-masculló dirigiéndose al cánido antes de esquivar una llanta abandonada sobre la carretera, aquello le llevo a serpentear entre diversas piezas procedentes de una carrocería oscura. Fue entonces, cuando tras girar su cuello en dirección al retrovisor, vio el accidente: un coche parecía haber impactado frontalmente contra un árbol.

Jack suspiró con cierta exasperación, aquellos caminos no estaban adecuadamente adecentados para recibir la presencia de turistas. Eludiendo la orden de omisión de socorro, el motorista continuó con la intención de proseguir su camino hasta que le asaltaron las dudas y los remordimientos. El siniestro podría haber causado víctimas, lo que le llevó a rectificar el rumbo con un brusco tirón de manillar.

Una vez delante del vehículo, la presencia humana logró alertarle. Su primera reacción fue instintiva, intentar abrir sin éxito la puerta delantera. –Mierda…-masculló moviendo repetidas veces el tirador. El coche parecía haberse cerrado automáticamente después del incidente, lo que logró crispar aún más los nervios de Jack. –Malditos coches de marca y malditos domingueros…-protestó subiéndose con dificultad sobre el capó. Una patada sucedió a la siguiente hasta que el cristal cedió activando una alarma remota. -¡Joder!- exclamó abandonando su privilegiada posición de un salto. Tras abrir el capó, tiró de un amasijo de cables de colores indeterminados. En su fuero interno rezó porque aquello pusiera fin al ruido y redujera los síntomas de una jaqueca que actualmente iba en aumento. La electricidad se abrió paso entre sus dedos, emitiendo un potente chispazo que silenció el vehículo con inmediatez. Su poder parecía haber afectado al sistema interno del coche.

-Máldita sea…-respondió sacudiendo su mano con una mueca. Inspiró una profunda bocana de aire, sintiendo su cabeza un poco más despejada después de aquella potente descarga. Aquello motivó un acercamiento más receptivo, un acercamiento que le llevó a introducirse en el asiento del copiloto. Aunque los restos de la luna del cristal se le clavaron en los brazos y piernas, su misión era sencilla, lograr alcanzar aquel pálido rostro. –Señorita…-trató de llamarla mientras desabrochaba su cinturón de seguridad. -¡Señorita!- volvió a probar elevando exageradamente el tono ante un individuo inconsciente. Tras unos segundos sin recibir respuesta, comenzó a hurgar en la guantera buscando un dispositivo móvil. Sin embargo, un olor anómalo le alerto. –Mierda-volvió a maldecir tras advertir la presencia de humo en el capó. –Señorita…-bramó intentando cogerla con desesperación.

Tras lograr sacarla del vehículo, la transportó hasta depositarla sobre un lecho de hojas que creyó seguro. A continuación, inició un peligroso acercamiento hasta el transporte, tratando de evitar un mal mayor. Aprovechando sus conocimientos en el nascar decidió abrir el capo liberando el humo retenido. Al cabo de unos segundos, el humo se tornó menos espeso, lo que constituyó todo un indicador de éxito. –Joder, joder…-dijo poseído por una risa nerviosa antes de darle la espalda al coche.

Una vez se reencontró con el laxo cuerpo de la mujer, tomó su fina barbilla entre sus dedos dispuesto a medir sus constantes de una manera peculiar: abrir su párpado para observar su reacción pupilar a la luz. Uno de los viejos truquitos de Billy Joe.

Después de ver reacción en aquellos ojos pardos todos sus músculos cedieron a la relajación.

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Darling, Darling
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Blair poco a poco reaccionó ante la luz, con un gran dolor en el cuello y la frente, no era una gran experta, pero ese dolor agudo la hacía pensar que se había hecho un esguince cervical. En aquel momento dio gracias a su regeneración, aquello no iba a estropearle el fin de semana y en unos minutos estaría como nueva. Se levantó con cuidado mientras se palpaba el chichón de la frente con la mano, podía notar como poco a poco iba remitiendo. Se levantó de suelo ligeramente desorientada, parecía que se había llevado un buen golpe, pero no recordaba haber llegado al suelo, así que miró a ambos lados ligeramente confusa y encontró a un hombre de aspecto desaliñado que la miraba con una cierta preocupación y el ceño fruncido.

- ¿Que ha pasado?

Recordaba perder el control del coche, y poco a poco iba recordando el golpe, pero a partir de ahí no recordaba nada más, debió de perder el conocimiento con el golpe, y por el humo que echaba el motor debía de haber sido un gran golpe. Volvió a mirar al hombre a su lado y el perro que le acompañaba, sin lugar a dudas él debía de haberla sacado del coche, le debía la vida, seguramente. Se levantó sacudiéndose los pantalones vaqueros, bastante más despejada y con el chichón convertido en una fea sombra de lo que debía ser cuando la sacó del coche. Unos minutos más y su cuello dejaría de dolerle.

- Hola. Te doy las gracias por sacarme del coche, soy Blair, Blair Van der Woodsen, y verás, tendría que llamar al taller para que se lleven mi coche y me acerquen a donde iba a pasar mis vacaciones. ¿Te importaría ayudarme? No se a que distancia está esto, ahí hay teléfono, pero no se exactamente cómo de lejos está y tengo que llamar al taller para que se hagan cargo del coche, y aquí no hay cobertura.

Blair se sacó del bolsillo trasero las indicaciones de cómo llegar a la cabaña. No conocía aquella zona y aunque tenía las indicaciones no sabía si eso quedaba muy cerca o muy lejos de donde estaba, ya que no indicaba nada de “a 700 metros gire a la derecha” Sin cobertura, Blair empezaba a sentirse un poco perdida, y ahora mismo, llegar a su destino y su superviviencia dependían de aquel desconocido y de su posible amabilidad.

- Y de verdad, gracias otra vez por rescatarme, te debo la vida seguramente, te compensaré, lo prometo.

Sabía cuando estaba en deuda con alguien, y no era tan snob o estúpida como para no saber cuando debía estar agradecida y compensar adecuadamente a alguien. Y aquel hombre, se merecía una gran compensación si la ayudaba.

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Tema: Re: Ruta 7 destino a ninguna parte. (Jack Nightingale) (1-3-2019)

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