Caer y volver a levantarse (James Logan) [2-/12/18]

Se acercaba Navidad. Pero ahí, lejos de su família, Alice no se había preocupado por la festividad. En su lugar, se estaba casi obsesionando con las cosas que podía aprender en la mansión... y fuera de ella. El día anterior había comprobado que saltar un muro ya no le resultaba tan difícil... Cuando llevaba un par de intentos por delante. Y estaba aprendiendo a dominar las piruetas, y lograba hacerlas a la primera, aunque obviamente no era una experta, y seguía cayendo a menudo. La lógica le decía que todo eso todavía estaba muy verde como para ser usado en situaciones de tensión real, pero ver cómo poco a poco estaba mejorando le había dado suficiente confianza consigo misma como para intentar dar el siguiente paso.

Logan.

Planaria le había insinuado, más de una vez para ser sinceros, que era James Logan al profesor al que debía dirigirse si quería aprender a defenderse en combate real. En el último més, había empezado a frecuentar el gimnásio de la mansión y cuando no estaba ahí se escaqueaba a los jardines a seguir practicando. En el poco tiempo que llevaba en América, había visitado Nueva York varias veces y en más de una había contemplado situaciones un tanto comprometidas... Desde robatorios a peleas e incendios, incluyendo una explosión en la comisaría de la ciudad provocada por un mapache de metro y medio. Así que puesto a que era tarde para matricularse en la universidad y empezar a estudiar medicina, Alice se había consagrado a su propio entrenamiento tanto físico como sobrenatural.

Y ahí estaba, tras pedir indicaciones y buscar por la mansión, ante el que era el profesor de "Gimnásia" de la mansión X. Para que negar que le había sorprendido la altura del profesor, puesto que estaba acostumbrada a ver a gente mucho más alta que ella... De hecho... ¿El profesor Logan era más bajito que ella? Su perfecta educación inglesa le permitió mostrarse inexpresiva, aunque en la intimidad de su pensamiento le había parecido adorablemente gracioso. Sin muchos preámbulos, puesto que Alice ya había decidido de antemano que la mejor manera de acercar al profesor a lo que ella quería y necesitaba era ser directa y concisa, cuando encontró al profesor, cuando encontró a Logan se plantó delante de él, hizo una leve reveréncia con la carta apretada contra su pecho y una vez hubo... "saludado" al profesor le hizo entrega de la misma.

Como siempre, Alice se encontraba preparada para el rechazo. Pero el no, ya lo tenía y si no intentaba al menos pedirle ayuda al profesor, desde luego nunca tendría la oportunidad de que éste la enseñara a luchar. Así que una vez hubo entregado la carta, se quedó inmóbil delante del profesor, erguida debido a toda la confianza que había logrado reunir para escribir esa carta y para entregarla. Su interior rezaba lo siguiente;

"Mi nombre es Alice Delaney. Llevo un mes bajo la tutela de el profesor Planaria Glámez para ejercitar mi cuerpo, pero necesito aprender a defenderme y luchar. Por eso acudo a usted. ¿Podría ayudarme, por favor?"

Logan se encontraba fumando un habano en un asiento en el jardín de la mansión. Le habían obligado a ello los demás profesores, decían que dejaba la sala de profesores apestando a tabaco, con ese humo denso y picante que entra por los pulmones y por los ojos.
Realmente no sabía que había de malo en ese humo, pero por no tener que escuchar más reprimendas prefirió fumárselo en el jardín. En realidad lo próximo sería que Jane se le plantase delante y le dijera que recogiese las cenizas del cigarro porque lo estaba dejando todo muy sucio.

Entre calada y calada una jovencita se detuvo delante de él y muy ceremoniosamente le entregó una carta.


Logan miró a la chica, rigida como un palo como queriendo aparentar seguridad. El instinto de Logan que estaba segura, bueno, todo lo segura que podía estar una persona que había tenido que reunir el aplomo necesario para hacer algo de lo que evidentemente no estaba segura previamente.
En cualquier caso eso no inquietaba a Logan, Logan era un individualista, no le gustaba dar explicaciones sobre su vida y tampoco se las pedía a los demás siempre que no le afectase. Si la chica tenía el caracter como para buscar aplomo para hacer algo que le daba inseguridad, eso era algo que merecía su respeto.

Tras unos segundos observándola, cogió la carta y sin decir palabra desvió su mirada al papel, leyendo el texto escrito en él:

"Mi nombre es Alice Delaney. Llevo un mes bajo la tutela de el profesor Planaria Glámez para ejercitar mi cuerpo, pero necesito aprender a defenderme y luchar. Por eso acudo a usted. ¿Podría ayudarme, por favor?"

No pudo evitar levantar una ceja irónicamente. ¿Por qué no se lo había pedido abiertamente?.



La volvió a mirar, directo a los ojos de ella, inquisitivamente.

Se puso de pie y le devolvió el papel a la chica. Tomó una calada del cigarro soltándola hacia un lado para evitar lanzarle todo el humo a la cara de ella.
-Alice. Soy Logan, enseño artes marciales y defensa personal en la Escuela, no necesitas mi permiso para que recibir clases, tan solo tienes que decirlo. Y no me llames de usted o lo próximo que haremos será correr cinco millas alrededor de la Mansión.-
-Dime, ¿de dónde eres?, ¿cuándo quieres empezar?.-

Cuando el profesor Logan se puso de pie, Alice comprobó que efectivamente ella era más alta que él. Poco pero lo era. Aunque la corpulencia del profesor compensaba sobradamente su estatura. Pero aunque su aspecto fuera un tanto intimidante, parecía haber aceptado la soicitud de Alice. Cuando le preguntó cuando quería empezar, no pudo evitar sonreír.

Con la peor parte superada, empezó a buscar en su mochila hasta encontrar la libreta y un bolígrafo.

El profesor Logan le había pedido que le tuteara. Iba a ser algo un poco difícil, pues hasta entonces con Jean era con la única persona que había llegado a tutearse. Pero en su caso tenía que ver con la proximidad que la mentalista había logrado con ella al poder leer sus pensamientos. Con Logan iba a tener que esforzarse algo más, pero el hablar por escrito y la perspectiva de correr cinco millas bien de seguro iban a poner de su parte para solucionar ese pequeño inconveniente.

Intentó no demorarse demasiado escribiendo, pues al fin y al cabo no quería impacientar al profesor. Aunque por otra parte, había algo que le preocupaba... Pero podía ser una tontería, era mejor no darle valor entonces.

"Así lo haré Logan, y gracias. Soy de Stratford-Upon-Avon, Inglaterra. Llegué a la mansión a mediados de Octubre.
Y puestos a ser sinceros, quiero empezar cuanto antes."

Tras entregarle la libreta para que la leyera, Alice procede a retirar el flequillo tras sus orejas, y empieza a juguetear con las manjas de su jersey, y pese a que mueva tanto las manos, no parece que esté nerviosa.

Logan tomó de nuevo el papel:
"Así lo haré Logan, y gracias. Soy de Stratford-Upon-Avon, Inglaterra. Llegué a la mansión a mediados de Octubre.
Y puestos a ser sinceros, quiero empezar cuanto antes."

Lo leyó con cierta incredulidad y se quedó pensativo.
Tras eso, dijo, con todo el acento canadiense que podía tener:
-Vaya, otra súbdita de la Reina, y convecina del Bardo de Avon encima. Yo canadiense, ya sabes, ese juguete para los británicos al otro lado del atlántico.- Logan sonrió de buena gana para aligerar la tensión.

-Bueno, dejémoslo. Así que no vamos tener el gusto de oirte. Bueno, es cosa tuya, aunque entrenarte se hará más complicado si me tienes que escribir todo.-

-Si quieres empezar lo antes posible, ve a tu habitación y vístete con algo más adecuado para hacer ejercicio, porque tengo que hacerte pruebas para ver tu nivel.-

Se rie de buena gana ante el comentario de Logan para luego parpadear sorprendida. ¿Había sido la pregunta una treta para hacerla a hablar? En una cosa tenía razón, en mitad del entrenamiento iba a ser complicado ponerse a escribir. Ese era, probablmente, uno de esos momentos en que le no le quedaba otra...

Tomó aire muy lentamente, para luego exhalar con la misma lentitud. Estaba tranquila, podía hacerlo. Para intentar devolverle a Logan el gesto agradable que había tenido con ella, intentó marcar todavía más su acento británico, sonriendo con timidez.

- Oh, puedo hablar profesor. Pero en mi voz reside mi poder. - Subiéndose la manga del jersey, Alice muestra a James el tatuaje de su brazo izquierdo. "Speak only when you feel that your words are better than your silence." dejó de marcar el acento para hablar normal. - Así que intento hablar lo menos posible, puesto que aun no lo controlo del todo.

Antes de que el profesor pueda responderla sonríe y se da media vuelta para ir a su cuarto, volviendo minutos más tarde calzada con deportivas, y ropa más adecuada para el deporte. Antes de que Logan le diga qué hacer, instintivamente empieza a hacer los estiramientos y el calentamiento que había aprendido del profesor Glámez.

Era como si todo el entrenamiento que había recibido, tanto las prácticas de tiro de su padre, como los entrenamientos con Planaria, todo la hubieran estado llevando a ese momento. Iba a aprender a luchar, iba a darlo todo en esas clases con Logan y ahí se plantó, a la espera de que el profesor le indicara lo que tenía que hacer, dispuesta a usar el miedo, las dudas y la inseguridad como combustible para su propia determinación.

Logan escuchó la explicación y esperó el regreso de la chica.

Al rato regresó, vestida para la ocasión y parecía que había calentado algo.

-Bien, creo que podríamos empezar con una carrera de resistencia, no es necesario que sean cinco millas, con cuatro y media me conformo.- Y comenzó a correr a un ritmo pausado esperando que le siguiera.
Alice le siguió poniéndose a su derecha a su par.

Logan aumentó el ritmo y la joven le siguió, aún era capaz de mantener el ritmo de carrera.

Logan volvió a aumentar el ritmo, Alice se volvió a poner a su altura aunque ya con un ritmo de respiración agitado.

La intención de Logan no era hacerle correr porque sí, sino saber su estado físico, le daba igual que lo aguantara a día de hoy, porque eso siempre se podía subsanar a base de entrenamiento.

No habían recorrido la segunda milla completa cuando Logan se paró.

Alice intentó recuperar la respiración normal con grandes bocanadas. El maestro la dejó respirar.

-Esto es un entrenamiento y puedes respirar, pero para que veas lo importante de la buena forma física, en una misión deberás correr pero no podrás parar a respirar porque te ahogues, si lo haces va a ser peligroso, así que es mejor que no tengas necesidad de hacerlo.-

Cuando ella hubo recuperado la respiración, él se le acercó.
-Ahora intenta golpearme fuerte, aquí.- Dijo señalándose el mentón.

Ella intentó echar su cuerpo hacia atrás para golpearle lo fuerte que pudiera. Imaginaba que él la esquivaría.
Soltó el golpe, pero Logan no se movió, de forma que el puño de la chica dio de lleno en el mentón del mutante. La cara de este se desplazó ligeramente hacia atrás, pero la expresión de su cara apenas cambió.
En cambio la joven sintió como si le hubiera dado un puñetazo a la pared, aquel mentón era lo más duro que había visto. Retiró la mano sujetándosela dolorida.
-¿Estás bien?, déjame verla.- Logan la tomó de la mano y comprobó que la movía bien, no fuera a haberse roto algo. -Nada roto, en un par de minutos se te pasará.-

-Esta va a ser tu primera lección, y la vas a aprender porque ahora te duele la mano.-
-Has de saber a quién te enfrentas, si ves a alguien que está muy por encima de ti, evítale, escóndete, es mejor usar el sigilo, y si no te queda más remedio, entretén y huye.-
-Esto te vale contra luchadores más expertos o dotados que uno. Pero también contra personas con cualidades que simplemente el hecho de atacarles pueda ser un problema para ti.-
-Lo que te ha sucedido conmigo es que has ido a golpearme sin saber que mis huesos son de las cosas más duras que puedas encontrar. Y al golpearme, te has hecho daño, porque el impacto no se ha disipado contra una masa elástica.-

Al escuchar que el profesor le proponía cuatro horas y media, curvó una de las comisuras de su labio en media sonrisa, pensando que se trataba de una broma. Pero en cuanto Logan empezó a correr, la sonrisa se convirtió en una risa nerviosa. ¡Encima resistencia! Era una de sus debilidades, era muy consciente de ello.

Vio el ritmo lento del profesor e inmediatamente entendió que la estaba esperando, así que se apresuró a ponerse a la altura y trotar a su lado, controlando las respiraciones, concentrándose en aquello que estaba haciendo.

Una de las mejores ventajas de entrenar, es que la mantenía distraída y no le permitía pensar.

Logan apretó el paso y esta vez Alice no dudó un instante en apretar también, manteniéndose a la par del profesor. Se encontraba ya prácticamente a la carrera. Podía correr mucho más rápido, era veloz, pero... no tanto rato. No tras un rato corriendo ya. Pero estaba dispuesta a no quejarse. Iba a aguantar todo lo que le hiciera falta sin protestar.

Logan aceleró el paso una vez más, y siguió sin mencionar palabra, aunque esta vez necesitó de toda su capacidad pulmonar para no pararse jadeando. El profesor se detuvo antes de la segunda milla, y Alice se inclinó hacia adelante, apoyando ambas manos en sus rodillas, tratando de recobrar el aliento. En pocos segundos, decidió que era mejor erguirse, colocando ambas manos en parte posterior de su cadera, miró hacia el cielo, concentrándose una vez más en sus respiraciones.

Cuando el profesor Logan inició su explicación, Alice bajó la mirada, observándole con serenidad. Su expresión no mudó cuando éste le pidió que le golpeara en la mandíbula. Pero tampoco lo hizo el resto de su cuerpo. ¿Cómo iba a pegar a un profesor y encima en el rostro? Cuando fue a protestar, algo en el rostro de Logan la detuvo, y se vió incapaz de llevarle la contraria. Al fin y al cabo, Logan era una de esas personas cuyo rostro no invitaba a llevarle la contraria. Así que apretó la mano en un puño y a contracorazón, golpeó la zona que el profesor le indicaba...

Y no tardó en darse cuenta porqué Logan la instaba a pegarle sin inmutarse. Nunca había intentado golpear un muro, pero... La sensación hubiera sido como pegar a una sábana y te hubieras encontrado una sólida pared detrás de la inocua tela, golpeando con la certeza de que el objeto iba a ceder, pero no lo hizo.

No grites, no grites, no grites, repetía la mente de la joven mutante, aunque se mordió el labio con fuerza y aspiró entre dientes. No protestó ni apartó la mano cuando Logan se la examinó. Cuando afirmó que en un par de minutos, Alice contó mentalmente cuánto calculaba ella para una contusión como aquella. Y no los contó en minutos precisamente, pero estaba demasiado ocupada centrada en no dar un grito lastimero al dolor del puño.

Aun así todos los actos de Logan habían tenido un porqué, y escuchó en silencio todo aquello que le decía como hacía con el resto de profesores, con toda su atención puesta en él, como si le escuchara con los cinco sentidos.
Por un instante pensó en ir a buscar su libreta, pero inmediatamente descartó la idea. Primero, porque Logan le había dicho que no lo hiciera, y la segunda, porque se veía incapaz de hacerlo tal y como tenía la mano en ese momento. Ese último pensamiento le provocó un ligero malestar, puesto que usaba su mano derecha en infinidad de cosas, incluso para comunicarse, ya fuera escribiendo o con el lenguaje de señas. Pero no era ahora el momento de lamentarse del dolor en su mano derecha, por bien que hubiera sido su lección del día. En su lugar se tomó un par de minutos, para respirar con calma, relajarse y asegurarse que tenía el poder bajo control y no iba a usarlo sin querer.

- Entrenar la resistencia, valorar al enemigo, saber a quién me enfrento y cómo hacerlo, abandonando el combate y huyendo si lo estipulo necesario. Bien... ¿Cómo entreno la resistencia?

Alice se quedó inmovil frente al profesor, masajeando con cuidado la zona dolida de su mano. Estaba dispuesta a mostrar al profesor que estaba determinada a entrenar tanto como fuera necesario.

Logan se quedó mirando la mano dolorida de Alice.
-Ven conmigo, voy a ponerte algo para que se te pase el dolor más rápido, porque roto ya te digo yo que no lo tienes.-

La condujo por el interior de la mansión hasta la zona de las habitaciones privadas de los profesores.
La dejó un momento en la puerta de la habitación. Era la del propio Logan, por lo que podía ver en su interior, era un completo desastre, desorden, ropa tirada y cosas en cualquier parte.
Logan buscó un poco en el interior y volvió con un pequeño bote.

Al abrirlo un olor a mentol llenó el pasillo.
-Este ungüento me lo regalaron en Asia hace años. A mí no me hace falta, pero lo guardo porque a veces estoy con gente que sí lo necesita. Y por lo visto es muy bueno.-

Fueron a la enfermería de la Mansión, y allí Logan tomó de la mano a la chica, y le untó el ungüento en la mano. Luego le vendó la mano encima. Una sensación de calor recorrió al piel de la joven, introduciéndose en carne y huesos. Una sensación de intenso calor, aunque sin llegar a ser dolorosa.-

-El próximo día que entrenemos traete unos guantes de lucha del gimnasio, eso te evitará los problemas de golpeo hasta que aprendas a hacerlo. El saber golpear te quitará el 90% del dolor. El otro 10% hay otros métodos para superarlos, pero eso ya es mucho más avanzado, y sufrido.-

Salieron de nuevo al jardín.
-Ahora lo que me preguntaste antes, el cómo entrenar la resistencia. Para empezar comenzaremos con un plan de entrenamiento de carrera de resistencia. La fase número uno durará ocho semanas. En ella entrenarás cuatro días a la semana carrera, una hora de duración.-
-Los primeros días carrera lenta, con algún pequeño sprint a toda la velocidad que alcances. A la semana siguiente harás tres series, de veinte minutos, la primera y la última de carrera lenta y la centras con carrera algo más rápida. También entremedias sprints cortos. Así sucesivamente aumentando velocidades y tiempos de duración de las series más rápidas. Acabarás poniendo correr una hora a ritmo medio.-
-Tras eso comenzamos la segunda fase, de otras ocho semanas, en que haremos un proceso parecido, pero aumentando el tiempo total de carrera sin aumentar velocidades.-
-Hay diversas fases, en unas aumentaremos tu resistencia total y en otra la potencia de tu resistencia, de forma que con esfuerzo en un unos ocho meses puedas correr más tiempo y más rápido.-
-Dos días de la semana te recomiendo que hagas natación para completar. El día restante descansa.-
-Esto será el entrenamiento de resistencia, el entrenamiento de potencia, técnica o agilidad van aparte, aunque de momento la resistencia va a ser lo principal.-
Tras terminar la explicación, Alice se dio cuenta de que el dolor de la mano casi habia desaparecido.

Logan la guió por el interior de la mansión hasta pararse frente a su habitación. Era un total caos y se obligó a sí misma a mirar a otro lado para no entrar a poner orden, y cerró los ojos con fuerza para intentar en vano suavizar el torrente de pensamientos desagradables que le venían a la cabeza.

Antes de darse cuenta, su mano izquierda reposaba sobre la derecha, apretándo los doloridos nudillos, haciéndo que el sentimiento de dolor le nublara los sentidos. No tenía tendencia a recurrir a este tipo de métodos pero le parecía mejor que dejarse llevar por aquellos malditos pensamientos enfermizos.

Una vez resuelto el instante de pánico, Alice deshizo y rehizo su coleta. Se encontraba tocándose nerviosa las muñecas, donde la ausencia del típico jersey que siempre llevaba la había dejado con la desagradable sensación de sentirse "desnuda".
Logan volvió con con un bote de intenso olor a mentol y tomó su mano como si nada. Alice castañeó los dientes de dolor, pero dejó que el profesor trabajara con sus nudillos y le vendara la mano.

De vuelta en el jardín, Alice esuchó atentamente todo lo que Logan le indicó para el entrenamiento y lamentó no tener la libreta más a mano para apuntarse todo aquello que le había dicho. Fase uno, ocho semanas, cuatro días semanales a la carrera, durante una hora. Empezó a mover los dedos nerviosamente bajo las vendas, formando palabras. Primeros días lento, con sprints alternados. Semana siguiente tres series, la primera y la tercera lenta, la intermedia más rápida, sprints alternados.
Abría y cerraba el puño inconscientemente. Segunda fase, otras ocho semanas, parecido pero aumentando el tiempo. Suspiró al pensar que se había metido en algo más grande de lo que pensaba. Pero si ese era el precio a pagar para sus metas, era incluso bajo. Dos días a la semana, natación. Un tercero para descansar. La mano ya no le dolía. Miró las vendas con curiosidad y sonrió al profesor.

- Creo que lo tengo todo. Todavía puedo aguantar... ¿Quiere-s - añadió la -s en último lugar, dándose cuenta de lo cerca que había estado de tratar de usted al profesor. - que empecemos la primera fase? ¿O...? La verdad, no quiero terminar tan pronto.

Se le hacía curioso. El profesor no le había preguntado siquiera por su condición física. ¿Tal vez con decir que llevaba un mes entrenando con Glámez había sido suficiente? O tal vez el profesor estaba dotado, además de unos huesos de hormigón, de una vista capaz de evaluar las condiciones físicas de las personas.

Poco probable, pero era una idea graciosa.

-Si quieres seguir, hagamos más cosas, pero de otra índole.-

Dirigió a la chica a una sala dentro de la Mansión, la Sala de Peligro.
Allí Logan subió a la sala de control y activó un programa de entrenamiento de sigilo y habilidad de nivel básico.

Se dirigió al micrófono de la sala y le dijo a Alice desde arriba.
-Bien, otro tipo de entrenamiento, va a ser muy básico. No solo vale para que entrenes, sino que tus actos van a ser los que me digan lo que vas a necesitar.-
-Si se te da bien este nivel, lo aumentaremos de dificultad hasta encontrar el que te requiera esfuerzo.-
-La sala se va a transformar en el interior de un edificio de oficinas cualquiera. Debes llegar a la sala indicada en el diagrama que vas a recoger a tu lado y allí robar unos planos. Debes evitar que te vean y en caso de que te vean huir sin ser capturada. Los medios usados para la intrusión son a tu elección.-
-Te advierto que las imagenes que vas a ver son ficticias, pero aparentan total realidad, las paredes son duras, y las personas de seguridad van a ir a golpearte. Está programado para fuerza no letal, pero algo de dolor puede provocar.-
-Empieza, ¡ahora!.-

FDI:

Siguió a Logan por los pasillos de la mansión hasta una sala que nunca antes había visto. Todavía se encontraba mirando a su alrededor desorientada cuando la voz de Logan la alcanzo desde... ¿Unos altavoces? Buscó al profesor con la mirada, escuchando atentamente. Estaba emocionada de poder seguir entrenándose pero no se esperaba esa explicación. ¿Que la sala se iba a transformar? Miró a su alrededor algo extrañada, pero intentando mantener la calma.

- ¿Medios usados...? ¿Pistolas y esas cosas? - Escuchó un ruido a su lado y al girar la cabeza, una mesa se había materializado a su lado. Sobre la mesa descansaban distintos modelos de pistola con fundas y perneras a juego. - ¡Wow! - Alice se sobresaltó y dio un par de pasos atrás chocándose con algo a su espalda. Se giró asustada, puesto que segundos antes ahí no había nada... y se encontró cara a cara con la pared. De repente estaba encerrada en una habitación y tuvo que cubrir su boca con ambas manos para no proferir un grito. - Vale, vale... ¿Puedo pedir lo que quiera? ¿Un espejo? ¿Granadas aturdidoras? ¿Un bocadillo de pechuga de pollo? - Se muerde la lengua antes de pedir un gato, dudándo de repente que Logan vaya a apreciar que intente jugar con la "Sala del Peligro".

Alice se apoya en una pared, repasando mentalmente las cosas que sabía de su padre, y el conocimiento adquirido en libros y películas. Aunque estas dos últimas fuentes no fueran del todo fiable, aportaban algo de información en una situación completamente desconocida y en la que no tenía ni la más remota idea de cuales eran sus opciones. Cerró los ojos y repitió lo que había dicho anteriormente añadiendo nuevos elementos y omitiendo el bocadillo, aunque le podía la curiosidad de saber si tendría sabor alguno en aquél entorno.

- Glock 17 silenciador y cargador adicional, una granada aturdidora, un espejo pequeño, cuerdas, guantes y un mechero. - Eso había sido una idea de última hora pero tal vez podía usarlo para algo.. Tal vez prender unos papeles para conseguir el olor a humo y activar una alarma de incendios... Se ató una pequeña mochila a la cintura y en ella deja las cuerdas, el mechero y la granada.

Una vez calzada con todo aquello que iba a necesitar, busca por la sala hasta que encuentra el diagrama de las oficinas y lo estudia con precaución. Había escritorios repartidos por la sala principal, y varias salas de reuniones a mano derecha. Los papeles en cuestión que ella necesitaba se en encontraban en la última sala. Había un número aproximado de la gente que podía haber en el interior e incluso entradas y salidas de ventilación, aunque no contaba usar las últimas... Le parecían un recurso claustrofóbico.

Respiró profundamente varias veces para relajarse y cuando se sintió preparada cruzó el único umbral de aquella habitación. Se encontraba en uno de esos pequeños huecos en la pared que se usaban como salas de reuniones, sólo que este era mucho más estrecho, como si llevara a la salida de las oficinas o a un cuarto de baño. Intentando no hacer demasiado ruido, Alice se acercó a la primera esquina y se asomó lentamente para comprobar que efectivamente se encontraba en la entrada más lejana al despacho que contenía los documentos que ella tenía que...

Robar.

Suspiró y entrecerró los ojos, volviendo a colocarse tras la pared. Robar chocaba duramente contra su código moral. "Recuperar", se dijo para sí misma. "Voy a -recuperar- unos planos". Pero aquél entorno era tan realista que por un momento... Le costaba centrarse en que todo era una ilusión. Al fin y al cabo, estaba rozando la pared con las manos...

Recogió su melena en una trenza, retiró el flequillo tras las orejas y se recolocó mangas y guantes. Finalmente se ajustó los cordones de las botas, sintiendo que aquél pequeño ritual la ayudaba a relajarse. Y una vez se sintió preparada, usó el espejito para contemplar lo que le esperaba tras la esquina. A parte de los trabajadores que le daban la espalda - y los que no - desde los escritorios, y eventualmente un hombre cambiaba de una sala de conferencias a otra.

Esperó pacientemente a que el chico que caminaba por los pasillos volviera a cambiar de sala y aprovechó para avanzar agazapada hasta la primera hilera de escritorios. En ese momento necesitaba prestar todavía más atención, puesto que podía ser vista por ambos lados. Controlaba a los trabajadores sentados en los escritorios a través del reflejo y miraba furtivamente a los que estaban encerrados en la sala, esperando el momento adecuado para cruzar a la siguiente hilera...

...Y repitió el proceso hasta llegar al final de las oficinas, donde entró en la sala de conferencias con un suspiro de alivio. Buscó algún punto de la sala donde pudiera quedarse de pie sin ser vista y desde ahí contempló la sala, buscando el lugar donde podía encontrar los papeles, aunque de hecho no le costó demasiado encontrarlos, puesto que encima de la mesa que presidía la sala, había una carpeta igual a la que había visto dibujada en los diagramas. Se agazapa y se acerca hasta el lugar donde ha visto las carpetas usando las mesas como pantalla para no ser vista. Al tomar la carpeta, vacía los papeles de su interior en la pequeña mochila de su cintura. Al volver a dejar la carpeta sobre la mesa, escuchó pasos muy cercanos y se quedó encogida en el suelo, muy quieta.
Los pasos se acercaban cada vez más a donde ella estaba y sentía con cada uno de ellos los latidos de su cada vez más acelerado corazón. Vió asomarse un par de pies y se apretó todavía más contra los pies de la mesa, rezando para no ser descubierta.

Para su desgracia, los pies se pararon justo delante de ella y lentamente retiró el arma de su funda. "Es un entrenamiento" se repetía. "Nada de esto es real, es una prueba y debo superarla..." El hombre se agachó y Alice le apuntó al rostro, sus ojos de un encendido tono esmeralda.

- Ni se te ocurra. - Ordenó casi con ira.

El hombre la miró en silencio, pero incapaz de articular palabra. ¿Qué podía hacer ahora? Sintió su poder bajo control y se alegró de saber que de momento estaba siendo capaz de lograr más de lo que ella misma esperaba.

- Túmbate, boca abajo. - susurró de nuevo, y el 'holograma' siguió su orden. Entonces sacó la cuerda de su mochila y ató y amordazó al hombre. Tan sólo disponía de quince minutos, tal vez media hora hasta que se pasara el efecto de su poder y el joven empezara a forcejear. Y era su primera vez atando y amordanzando, así que tampoco confiaba en sus habilidades.

Sin embargo al asomarse de nuevo al pasillo vio a una persona mirando diréctamente en su dirección y a duras penas tuvo tiempo de aspirar entre dientes que aquél hombre estaba dando la voz de alarma. Sacó de su mochila la granada y con los nervios le cayó en el suelo, repiqueteando en el suelo entre los gritos de alarma de las oficinas. Sintió como su corazón escapaba un latido y tomó el artefacto con ambas manos. ¡Ni siquiera sabía que estas cosas existieran de verdad! Pensaba que era sólo un elemento de videojuegos, pero por probar... Miró la granada, intentando adivinar cómo funcionaba. Apretó 'el pomo' contra el cuerpo del artefacto, y retiró la anilla con nerviosismo asomándose a la puerta y lanzando la granada al aire, cerrándo los ojos con fuerza y tapándose los oídos para no escuchar la detonación, repentinamente consciente de que había perdido cualquier control sobre su poder.

Aun así lo escucho y sintió los gritos de las personas y el pitido inconfundible de la granada. Sin pensarlo dos veces, salió de la sala y empezó a correr como alma que llevaba el diablo en dirección a la salida...

Escuchó un disparo que le heló la sangre, e instintivamente se lanzó de nuevo a una de las salas de conferencia, saltando sobre la mesa, rodándodo sobre su espalda con la intención de llegar rápido al otro lado y ponerse a salvo tras las mesas, con la mala suerte de que esta se inclina por el peso de Alice quien a duras penas tiene tiempo de ahogar un grito y cubrirse la cabeza con los brazos mientras, junto a la mesa, se cae al suelo. El golpe vació todo el aire de sus pulmones y durante un angustioso instante acompañada de gritos, cristales rotos, golpes y disparos boqueaba tratando de recuperarse del dolor agudo que le recorría la espalda y el pecho. "Al menos... no ha sido la cabeza" pensó una vocecilla en alguna parte de su cabeza.

Cuando empezó a sentirse mejor y se intentó incorporar, vió un brazo que se asomaba por un lateral... Un cuerpo. Un cadáver. Probablemente abatido por alguien que había disparado a ciegas tras la granada. No era la primera vez que veía uno. Había estado en el hospital con su madre, pero entonces se dio cuenta de la diferencia entre un cuerpo cuidado y tratado en el hospital y uno de verdad. A este no le habían cerrado los párpados. Su mirada fría y vidriosa le sentó como si alguien le golpeara el pecho con una maza. De repente le faltó el aire y sintió mareos, retrocediendo de nuevo con la espalda pegada en la mesa. Se llevó una mano a la frente, tratando de obligarse a respirar con calma.

- Estoy bien, estoy bien, estoy bien - susurraba en voz baja, su voz reducida a un susurro angustiado. Cabello tras las orejas. Ajustarse las mangas y los guantes. Las botas. Le dolía la espalda. Ajustarse las mangas de nuevo... La adrenalina sobrepuso un pensamiento por encima de los demás. Si lograba llegar al final, si lograba completar la prueba se libraría de aquella pequeña pesadilla. Recoloar el flequillo...

Vació el contenido de la mochila y examinó que le quedaba. Tan sólo le quedaba el mechero y descartaba poder usarlo para crear una distracción en ese instante, a no ser que fuera un fuego suficientemente grande... Tenía madera a mano pero necesitaba combustible. Cerró los ojos, colocando ambas manos en sus sienes, presionando levemente. ¿Había algo que pudiera usar a su favor? ¿Articulos de escritorio inflamables, muebles, electrónicos...?
Abrió los ojos, recordando una tontería. Los cartuchos de impresora son inflamables. Miró a su alrededor y encontró una botella de agua, probablemente preparada para los conferenciantes que había en esa sala y rezó para que su estúpida idea fuera útil.
Se quitó uno de los guantes y lo introdujo en la botella, arrancándo la etiqueta y rezando para que el instinto actuara antes que la lógica y prendió el guante con el mechero.
Salió de la sala de conferéncias lanzando la botella con fuerza contra la zona más poblada de las oficinas, antes de lanzarse dentro de uno de los cubículos. Una vez ahí tiró todos los papeles y documentos que encontró bajo una de las mesas y arrancó la tapa de una de las impresoras, lanzándo los cartuchos de tinta sobre los papeles. Finalmente dejó caer el mechero prendido sobre el plástico y comprobó cómo se calentaba y se derretía...
Y finalmente prendía. En un instante había una pequeña hoguera bajo una mesa. Las lenguas de fuego lamían los muebles, la oscurecían, creaban ampollas en su superfície. Temeraria, espero a que el fuego creciera y prendiera hasta el cubículo contiguo. Sonó la alarma de incendios. Para cuando los de la... "Botella molotov" se habían dado cuenta de la trampa, se encontraron con dos cubículos incendiados, el fuego propagándose rápidamente entre los muebles y los artículos de escritorio.

Alice salió de debajo del escritorio y subió encima del mismo para saltar por encima del separador hasta el cubículo contiguo y de ahí al pasillo y salió a la carrera en dirección a la salida. Cada vez faltaba menos y sintió que su corazón latía con fuerza, los últimos segundos se le hacían eternos, los últimos metros que la separaban del final de la prueba parecían no acabarse nunca...
Al llegar al pequeño pasillo donde encontraría la entrada, encontró a un guardia mirando en su dirección, desenfundando el arma. Rápidamente respondió al gesto con la suya própia y ambos se quedaron en silencio, apuntándose.

Esa última prueba iba a disputarse con el primero que lograra apreta el gatillo. Y Alice tenía muy claro quien iba a ser. Era un holograma. Pero era demasiado real para ella. Era la primera vez que estaba metida en aquél sitio y tenía miedo. ¡Estaba siendo todo tan real!

Suspiró cerrando los ojos. Escuchó el disparo y sintió un dolor agudo en la frente. Cuando abrió los ojos, se encontraba de nuevo en aquella sala vacia y miró a su alrededor, sintiéndose angustiada por el recuerdo. A ese sentimiento se le añadió un segundo, de rechazo y decepción, consciente de no haber superado la prueba.

Esperó con paciencia a que Logan le dijera algo o regresara a su lado aunque por su parte... Se notaba ansiosa por la prueba y se anotó mentalmente no hablar, puesto que podía afectar al profesor y no quería. Mientras él se acercaba, la morena le observó con la expresión serena y los ojos hazel fijos en su mirada.

Logan vió toda la acción desde la sala de control.
Al acabar, salió de la sala y fue donde ella.

-Para ser tu primera vez no estado mal del todo, pero te voy a hacer varias sugerencias.-


-Las granadas aturdidoras están bien, pero tienen un problema, llaman la atención mucho. Aunque menos ruido que una granada normal, sigue haciendo ruido, y si hay guardias en la planta les pones ya en guardia lo que obstaculiza tu huida. Las aturdidoras están bien si ya estás en pleno combate, para una situación así sería mejor una granada de humo asfixiante, que apenas hace ruida más allá del que hagan los que lo sufran e incapacitan igual.-


-Otro detalle. Si quieres atar con cuerdas y que le sea lo más difícil posible escaparse recuerda este truco. Las manos se atan a la espalda por las muñecas cruzando la cuerda como en un 8, de forma que cada brazo quede separado del otro por la propia cuerda. Las piernas se atan de los tobillos hacia arriba y juntas, como si fuera un 0, si das un par de vueltas cerca de las rodillas mejor, para que evitas que pueda intentar separar las piernas para ir abriendo las cuerdas. Si lo quieres complicar más, con una tercera cuerda le atas de los tobillos y de las muñecas por detrás y que no interfieran con las demás cuerdas para que no use esa tercera cuerda para intentar soltarse. Todo ésto podríamos complicarlo aún más, pero mejor no entro en esos detalles porque las evoluciones resultan bastante sádicas.-

-Y el final, a ver, esto es cuestión de práctica. Ahora vamos a hacer una cosa, vamos a repetir la última parte varias veces, para que practiques. En tu huida llegas a la sala donde está el guardia con la pistola y tienes que enfrentarte a él.-

Logan regresó a la sala de control y programó el último encuentro. Lo que no le dijo a Alice es que el sistema era muy avanzado, no iba a repetir la justo la misma escena. Cuando Alice entrase en la sala esperando encontrar al guardia en posición y situación idéntica a la anterior, se lo encontraría cambiado, no sabía cual sería el cambio. Igual estaría en otra posición, o con otra arma, o sería dos.

-En cuanto empieces a correr empezará de nuevo la acción .-

La sala comenzó a transformarse de nuevo en el pasillo previo al pequeño pasillo de salida y ella llevaba equipación idéntica a la previa.
Ella corrió y todo comenzó a moverse de nuevo.

“Aprieta esos dientes Alice”. Repitió sus pautas. Re-hizo su trenza. Se apartó el flequillo tras las orejas, los guantes bien puestos, se volvió a ajustar las botas, los cordones totalmente simétricos..
Cuando se sintió preparada (lo más preparada que podía estar en ese momento y situación) empezó a correr y sintió un leve deje de admiración mientras el escenario. Se llevó una mano al costado y desenfundó la pistola, convencida de saber a lo que estaba a punto de afrontar. Corrió hasta el pasillo y ahí se encontró de frente al guardia. Mucho más cerca de lo que había estado la otra vez. Chocaron, y ambos cayeron al suelo en un revuelto de piernas y brazos su arma caída a pocos metros de su alcance.. La morena se llevó un codazo a la sien, y ella por su parte pegó coces y patadas para quitarse de encima al guardia. Cuando logró impulsarlo contra una pared, se giró sobre si misma, y todavía en el suelo se arrastró rápidamente para tomar la pistola, rápidamente apuntando el cañón hacia el policía.

No lo suficientemente rápido. Dejó caer la cabeza, contemplando el techo de la Sala del Peligro. “Hoy he muerto dos veces”. Suspiró y se alzó de nuevo, preparándose y una vez lista, inició la carrera y lo intentó una vez más.

En la sexta muerte, lanzó la pistola al suelo, aunque esta desapareció antes de tocar el suelo. ¡Había estado tan cerca esa vez! En la tercera había logrado apretar el gatillo, en la cuarta le había logrado herir, aunque el hombre esta vez había estado sentado una una silla y no calculó bien la altura y estaba convencida de que la sexta iba a lograrlo… Pero se había encontrado a dos guardias en lugar de uno.

- Una última vez. Si fallo, me voy. - comentó, agobiada.

Una vez más. Una vez más, se repetía a sí misma. Convencida esta vez, librándose de la pre-concepción de que ya sabía lo que había ahí. Esta vez no desenfundó su arma, esta vez estaba preparada para afrontar lo que fuera a encontrar en el momento, sin darle más vueltas.

Llegó el pasillo, esta vez dos guardas, uno más carca que el otro, no se paró a desenfundar el arma, y en cuanto estuvo cerca del primer guardia, le golpeó la muñeca de una patada, haciendo que dejara caer su pistola, y usó al policía para intentar mantenerse en el ángulo ciego del segundo guardia. Rápidamente desenfundó el arma y apuntó el hombre que tenía enfrente, colocando la pistola a bocajarro, disparó en el muslo del hombre, para rápidamente alzar el arma contra el segundo guardia.

“No es real, es un holograma.” se repitió por enésima vez. Y entonces se dió cuenta de su error. Aunque no se lo pareciera, era demasiado consciente de que aquello no era real, de que no podía morir, que realmente no intentaba sobrevivir. Porque sabía que pasara lo que pasara, no moriría. Esta vez apretó el gatillo, y la primera bala penetró el hombro del guardia. Con eso era suficiente, Con eso ya podía salir de ese lugar.

Sin embargo, alzó el brazo y apuntó la cabeza de aquél hombre.

Incluso su padre se había visto obligado a abatir sospechosos. Y había situaciones en que apretar el gatillo iba a marcar la diferencia. La diferencia entre matar o morir.

Bajó el cañón del arma y disparó en el otro hombro y bajó a la rodilla. Sí, había asimilado que podía hacerlo. Que tendría que hacerlo, probablemente. Pero no estaba preparada para hacerlo todavía. Apretó el gatillo por cuarta vez, y vio cómo la articulación del guardia cedía bajo el peso del cuerpo y el hombre caía al suelo con un grito de dolor.

Lo había logrado, tenía la vía libre podía salir y todo habría terminado. Sintió el vacío de su estómago, sintió las náuseas al olor de la sangre, “No respires” dejó caer el arma y obligó a sus piernas a caminar. “No pienses”, se seguía diciendo, El holograma se desvaneció a su alrededor, y sintió una leve punzada de alivio en medio del remolino de sentimientos de su cabeza. Por una parte, no deseaba otra cosa que volver a su habitación, esconderse bajo las sábanas y relajarse. Pero todavía no era el momento, así que hizo acopio de valor, y esperó pacientemente para enfrentarse a Logan una vez más.

-Muy bien.- Dijo Logan mientras se acercaba a Alice en la Sala de Peligro.
-Situaciones como ésta la repetiremos muchas veces hasta que adquieras la capacidad de enfrentarte a lo que aparezca, que tu mente reaccione por instinto.-
-De momento creo que por hoy lo vamos a dejar, que va siendo hora de comer algo. Mañana seguiremos. Mañana a la misma hoy que hoy calienta y estira por veinte minutos y luego entra en la piscina y haz una hora de natación. Cuando termines estaré esperándote en el gimnasio para algunas lecciones lucha.-

...pasa la día...

Logan estaba en el gimnasio realizando unas katas concentrado.

Ya había dejado el gimnasio preparado para el entrenamiento posterior.
Había cubierto el suelo con colchones de judo. Las cuerdas estaban listas. Mientras otros alumnos realizaban ejercicios al otro lado de la sala.

La chica entró por la puerta, aún llevaba el pelo mojado, pero no había tardado.
-Llegas justo a tiempo, Alice.- Mientras el mutante se incorporaba y se dirigía hacia ella.
-Cuéntame, ¿te ha costado el entrenamiento aeróbico de hoy?. necesito saberlo para medir la intensidad del entreno de lucha.-

Cuando le permitieron abandonar la sala del Peligro, Alice logró mantener a ralla sus pensamientos hasta que hubo logrado esconderse bajo las sábanas de su habitación. A solas, sin nadie que pudiera verla ni escucharla, se quedó con los ojos muy abiertos mirando a ninguna parte, incapaz de borrar de su memoria las imagenes que no dejaban de repetirse en su mente. Una y otra vez, daba vueltas en la cama, intentando conciliar el sueño, deseando que pasara ese día, pero no lograba olvidar el olor a sangre, la imagen de la rodilla estallándo y deciendo bajo el peso del cuerpo...

Se arrastró de fuera de la cama, corrió al servicio y vomitó.

La noche fue movida e intranquila. Imagenes de aquél entrenamiento se entrelazaban con sus propios sueños y un par de veces se despertó en el instante en que una bala le alcanzaba a ella el rostro, y casi se sorprendía de estar de vuelta en su habitación en lugar de la Sala del Peligro.

A la mañana siguiente, no había recobrado el apetito, pero recordando que tampoco había comido nada el día anterior se forzó a llevarse algo de alimento al estómago. Con un par de piezas de fruta y tras beber copiosamente, se tomó una hora de descanso en su habitación y se dirigió a la piscina de los terrenos. Ejercitó el cuerpo durante veinte minutos frente a la piscina y en un bañador deportivo, y a causa del frío mañanero, en cuanto terminó el calentamiento se lanzó a la piscina sin demorarse un sólo segundo. El agua le relajó los músculos y la hora de ejercicio le ayudó a despejar la mente.

Cuando finalmente se plantó en el gimnasio, con una camiseta de deporte ceñida y unos pantalones anchos (parecidos a los que se usan en baloncesto) Logan ya estaba ahí. Mientras el profesor hablaba con ella, se recogió la todavía húmeda melena en una coleta. Miró los tatamis, y sintió la emoción en la boca de su estómago. "¡Combate!"

Entonces medita la pregunta de su profesor.

- La verdad... No demasiado. Aunque nunca practiqué la resistencia, siempre he hecho ejercicio físico, así que estoy en bastante buena forma.

En cuanto hubo dicho esas palabras se arrepintió. Pero aunque Logan se pasara y el ejercicio fuera duro, no iba a protestar. La angustia del entrenamiento del día anterior se veía ahora reducida a una molestia sorda en el fondo de su pecho y sabía que poco a poco se acotumbraría a ello.

Eso la haría más fuerte. Más rápida. Más valiente. Capaz de convertirse en alguien digna de estar orgullosa de sí misma, y de salvar y proteger a aquellos a quienes quería.

FDI:

Alice escucha la música que empieza a fluir en esa zona del gimnásio y no puede evitar sonreír. ¿Logan estaba intentando hacer que se relajara? ¿Que se sintiera más cómoda? No pudo evitar una fugaz mirada al mutante, pensando que tal vez tenía mejor corazón del que habría podido juzgar por su apariencia. Mirándole, su sonrisa se ensanchó agradecida durante un instante y volvió a centrar su atención en los péndulos, que ahora oscilaban ante ella, y empezó a calentar sus músculos mientras contemplaba su ir y venir.
Tal y como había dicho Logan, seguían un ritmo regular y hasta cierto punto previsible, aunque no todos llevaban el mismo tiempo, así que no podía únicamente esperarse y cruzar corriendo, tendría que pararse entre péndulos.

Una vez hubo calentado suficiente, se colocó ante el primer péndulo y calculó el tiempo de paso entre uno y otro, recogiéndose el cabello para que no le molestara durante el ejercicio, y finalmente dió el primer paso, cruzó el primer péndulo, paró un instante para dejar pasar el segundo y pasó tras él, inicialmente sin molestarse en dar giros acrobáticos o movimientos innecesarios. Pero a medida que avanzaba los péndulos eran más rápidos y cuando llegó al otro lado, descubrió que era un circuito de ida y vuelta, y que ahora los lanzaban a más velocidad.
Intentó volver, pero en alguna ocasión tuvo que retroceder un par de péndulos para quedarse quieta en una zona más despejada y calcular de nuevo su trayectoria. En el segundo intento, un péndulo la golpeó en un costado, no lo suficientemente fuerte como para hacerla daño, pero si para hacerle perder el equilibrio, al caer, por poco no golpea con la cabeza el siguiente saco que ya oscilaba en su dirección.
En el suelo, aún incapaz de alzarse, vió como el primer péndulo, el que la había hecho caer, volvía en su dirección y gateó hacia adelante, dejándose caer en el suelo para rodar ante el segundo péndulo e intentar evitarlo. Otro péndulo logró golpearla antes de haber finalizado el recorrido, pero lejos de frustrarse, se reía. El ejercicio le parecía divertido, y sin que Logan le dijera nada, se preparó para volver a intentarlo...

Y repitió el proceso hasta que fue capaz de ir y volver sin ser golpeada por ningún saco, a la cuarta repiticón, tras lo cual observó a Logan, esperando el siguiente ejercicio, no sin antes mirar de soslayo al resto de alumnos que estaban participando. No le importaba intentar hablar si estaba a solas, pero la presencia de otros chicos... Volvió a mirar a Logan, sonriendo.

-Muy bien, parece que la coordinación y la habilidad no serán un problema para ti. Aún así seguiremos entrenando a mayor nivel con nuevos ejercicios.-

Logan despidió a los demás chicos y recogió unas cuerdas desmontando los sacos.

-De lo poco que llevamos entrenando detecto que tus puntos flacos son la preparación física, pero eso tiene arreglo con el tiempo, y el elemento psicológico.-
-¿Sabes?, lo puedo oler, puedo oler el miedo, la tristeza, el asco, la aversión, la ira, igual que puedo oler el placer y la alegria.-
-Sé que el ejercicio de ayer te representó un problema, que lo sufriste como si fuera real.-
-La parte más fácil sería convencerte de que tus muertes no son reales, la realidad misma te lo dice. El entrenamiento sirve para minimizar los peligros que potencialmente sufrirás.-
-Pero la parte difícil es convencerte de la muerte de otros. Obviamente, las muertes no son reales, aunque te impresionen. Si te afectan es porque estás adquiriendo una preparación que te da un poder sobre la vida de otros de forma que puedes quebrarla como si fuera un simple tallo de una pequeña planta.-

Logan decía esto mientras caminaba por la mansión.
-Sería negligente por mi parte y por parte de cualquier otro que te entrenase, si no te enseñara estas cosas. El poder debes tenerlo, porque habrá momentos en que no te quedará más remedio que decidir cual es la menos mala de una serie de alternativas malas, aunque eso signifique la muerte de algunas personas.-
-El poder tiene que estar en tus manos, pero eso no significa que lo uses, eso queda a tu elección.-
-Yo ya tengo bastantes años y muchos fantasmas en mi pasado. Pero cuando hay que hacer cosas ya no me paro en escrúpulos, porque hay veces que si tomas una decisión basada en un escrúpulo a corto plazo, a largo plazo puede traer un mal peor.-
-Me siento como un médico, ¿crees que el médico sería bueno en su trabajo si sintiera dolor por cada enfermo que pierde?, no, porque se hundiría y dejaría la medicina por el dolor de esas muertes, lo que a la larga traerá más muertes, las de aquellos que no curó al haber dejado de ejercer.-
-Con esto no pretendo convencerte de que mí camino es el correcto, ese lo escogerás tú llegado el momento. Igual te es suficiente con evitar que te vean, o dejar inconscientes a aquellos con que te cruces sin tener que llegar a eliminarlos. Pero esto es una simulación de algo que debes aprender y que no es real.-
-Por eso, debemos hacer más simulaciones.-

Logan decía que podía sentir su miedo. Alice bajó la mirada con tristeza, intentado imaginar lo que debía ser para Logan estar cerca de ella, con tantos... "olores", cambiando constantemente y más con sus obsesiones. Suspiró.

Mientras caminaba tras el profesor, analizaba sus palabras. El poder de sesgar una vida como si fuera el tallo de una planta... Tenía muchas cosas que aprender todavía, le faltaba un largo trecho del camino por recorrer. Pensó entonces en su padre, en cómo debería haber sido para él, el entrenamiento, el quitar la primera vida. ¿Y su madre? A sus manos también habían fallecido personas, aunque la situación fuera inmensamente distinta. Tenía que acostumbrarse, tenía que aprender y madurar...

Entonces habló de su poder. No había nada que quisiera más la morena, que ser capaz de tener bajo control sus poderes. Pero algo ligado a su voz, y más importante todavía, ligado a sentimientos... Constantemente se le escapaba de las manos, y no tenía ni la más mínima idea de cómo podía controlarlo.
Logan lo comparó al campo de la medicina, y sonrió, pensando de nuevo en su madre Regina. Ese era otro camino por el que iba a tener que andar.

-Por eso, debemos hacer más simulaciones.

Se paró en seco. No le sorprendió, al fin y al cabo Logan le acababa de decirle claramente que debían seguir entrenando ese ámbito.

Entró en la Sala del Peligro sin mediar palabra y esperó a que empezara la simulación. Esa vez había escogido únicamente las pistolas, pensando que sería mejor centrarse en lo que Logan le había dicho, y superar la sensación de desasosiego que la invadía cada vez que debía empuñar el arma contra otro ser humano. Cuando cruzó la puerta de la pequeña sala de preparación, se vio en la estación de tren.

Miró a ambos lados, insegura de qué debía hacer a continuación, avanzando en dirección a las vías. Cuando estaba llegando ahí, entre el resto de pasajeros, el tren se paró ante ella, y decidió avanzar hasta la puerta que se había quedado justo ante sus ojos. Una vez dentro se sentó y esperó pacientemente. Pasadas dos estaciones, escuchó un disparo en uno de los coches contiguos y se asomó por la puerta para comprobar lo que había al otro lado, espiando en su interior a cuatro hombres armados que al parecer intentaban tomar el tren como rehén.

-El poder tiene que estar en tus manos, pero eso no significa que lo uses, eso queda a tu elección.-

Y así sería, pensó Alice, mientra sus ojos adquirían ya la tonalidad verde que daba paso a su poder.

- Señoras y señores, - pronunció con voz clara mientras se giraba para mirar a todos los ahí presentes dejando, a drede, que se vieran ambas pistolas. - Vamos a realizar un chequeo de seguridad en este vagón. Agradecemos su cooperación para este pequeño simulacro, así que si fueran tan amables - tomó aire, imprimiendo a la siguiente frase todo su poder para convertirlo en una orden - ¿podrían todos cambiar de vagón? Gracias y que pasen un buen día.

Contempló en silencio como todas las personas, pese a que no entendían exactamente lo que estaba sucediendo, se alzaban del asiento tomando sus pertenencias y uno a uno abandonaron el vagón, con un poco de suerte propagando el rumor del simulacro con tal de que nadie en los otros vagones decidiera venir a comprobarlo.
Se colocó junto a la pared, y desenfundó una de las Eagles, respirando pausadamente y preparándose para cuando el primer “ladrón” cruzara el umbral de la puerta.

- Sigue andando, - ordenó, en cuanto el hombre había asomado la cabeza, el cañón de Alice apuntandole en la cabeza con decisión.

En cuanto la puerta se cerró tras él, le desarmó y le golpeó con fuerza en la nuca, dejando al hombre fuera de combate. O eso le hubiera gustado, aunque la primera vez no fue demasiado efectivo y le tuvo que golpear una segunda vez, mordiéndose los labios en una mueca de dolor. Otro de los asaltantes se acercaba ya al vagón, probablemente queriendo comprobar qué le había sucedido a su compañero. O tal vez porque había visto lo que sucedía a través de uno de los cristales. En cualquier caso, Alice se agazapó junto a la puerta, pensando en la mejor manera de irrumpir en el vagón donde se encontraban los asaltantes. Probablemente se encontraban todos armados, así que entrar tal cual por la puerta le dejaba como un blanco fácil, a no ser que entrara directamente disparándoles… Negó con la cabeza, librándose de esos pensamientos. Intentó asomarse levemente a una de las ventanas, comprobando que efectivamete otro asaltante se encontraba ya frente a la puerta.

Cuando la puerta se abrió, Alice disparó el antebrazo que sujetaba el arma, forzándole a dejar caer la pistola, y rápidamente desenfundó la segunda Eagle que llevaba dejándo el cañón de la misma en la garganta del asaltante y forzándole a caminar de espaldas de vuelta al vagón dónde habían embarcado, colocando la segunda DEagle en su hombro y “usándole” de escudo para poder penetrar en el mismo sin ser disparada. Utilizando sus conocimientos en medicina, intentaba disparar en puntos no vitales para intentar evitar tantas bajas como le fuera posible, aunque no tenía modo alguno de saber si lo había hecho bien o no…

Cuando se encargaba de abatir al tercero, el hombre que estaba usando de escudo, logró quitarle una de las Eagles, torciendo la muñeca de Alice en el proceso. Esta dejó caer el segundo arma para tener ambas manos libres, y las cerró en torno al cañón del arma que le habían quitado. La mano izquierda le dolía con cada movimiento pero se obligó a ignorarlo, para forcejear con el asaltante quien, teniendo su brazo también herido no era capaz de usar toda su fuerza contra la joven morena. Éste apretó el gatillo, el sonido del cañón, tan cercano al rostro de Alice la dejó sorda por un instante, amortiguando el sonido de cristales rotos que producía la bala al impactar en la puerta que daba al otro vagón. Entonces alzó una pierna y golpeó con todas sus fuerzas una de las rodillas del hombre. El crujido de los huesos indicó a Alice que probablemente le había partido la rótula o el menisco, dañando tanto el fémur como la tibia.  forzándo que se inclinarse hacia adelante, dándole a Delaney la oportunidad de hincarle un rodillazo a la altura de las rodillas con lo que el hombre soltó el arma y se cayó al suelo, contraído por el dolor.

Buscó las pistolas con la mirada, y recogió ambas, volviendo a enfundarlas mientras caminaba en dirección a la puerta que llevaba a la cabina del conductor. Puesto que la prueba holográfica no se había detenido, daba por supuesto que debía quedar algo que hacer. Ignorando el olor a sangre, se dedicó a apartar todas las armas que encontraba en el vagón para que sus heridos dueños no pudieran disparar a traición.
Finalmente entró en la cabina del conductor, y vio a un último asaltante, cuya arma apuntaba directamente a la cabeza del civil que conducía el tren. Sin tener tiempo para pensar en lo que hacía, Alice desenfundó la pistola una última vez y apretó el gatillo, para encontrarse con que tan sólo le quedaba una bala en la recamara. El proyectil alcanzó al hombre en el vientre, y le hizo perder el equilibrio, aunque por desgracia el arma de éste se disparó, alcanzando al conductor en un lado. Alice se lanzó sobre el asaltante, intentando desarmarle y dejarle fuera de combate para poder centrarse en el civil herido.
Lo primero que hizo fue comprobar si la bala había logrado pasar a través del cuerpo, pero la ausencia de un orificio de salida le hizo descartar rápidamente la idea. Intentó retirar la ropa de la herida para comprobar el punto exacto en que le había alcanzado, confirmando que probablemente la bala había quedado alojada en el bazo.

Alice se quitó el jersey y lo colocó sobre la herida, haciendo presión para intentar detener la hemorragia. Pasados unos minutos, cuando empezaba a pensar que había hecho un buen trabajo, miró a su alrededor. ¿Porqué no se había detenido la simulación? Había abatido a todos los asaltantes y estaba haciendo lo posible para salvar la vida del civil herido. El tren estaba fuera de peligro… Justo cuando ese último pensamiento cruzó su mente, alzó la mirada comprobando el paisaje tras la ventana, que no cesaba de pasar a toda velocidad.

El tren seguía en marcha y no había nadie para conducirlo. Se alzó ante el panel y todos los botones, su mirada pasando fugaz de un lado a otro intentando entender algo de lo que veía ante ella. Había varias palancas inclinadas hacia adelante y decidió intentar bajarlas… Y acertó. Lentamente el tren parecía aminorar la velocidad… Y fue entonces que vió un tren delante, detenido a lo lejos en la siguiente estación. No se iba a detener a tiempo. Siguió paseando la mirada frenética por el panel, intentando entender algo. ¡Tenía que haber un freno!

- El botón rojo - exclamó débilmente el conductor, señalando un interruptor redondo que sobresalía a mano derecha.

Alice miró el botón. Si, era el más llamativo, tal vez por eso mismo era el freno de emergencia. Golpeó el pulsador con el puño y sintió el chirriar de las ruedas frenando en seco contra los carriles.
El tren golpeó levemente el otro vehículo, aunque no con la suficiente fuerza como para herir a los pasajeros, sí que Alice perdió el equilibrio, acabando tendida levemente sobre el panel de control del tren. Suspiró de puro alivio al ver que no había habido grandes daños que lamentar, y finalmente sonrió orgullosa cuando a su alrededor el mundo se desvanecía junto a los hologramas, para dejarla sola y sentada en el suelo de la Sala del Peligro.

Logan bajó a la sala.
-Es cierto, también tienes que usar tus poderes. Te aplaudo por ello.-
-Pero debes saber cuando debes usarlos, no siempre será el momento adecuado, a veces será necesario que usen otras habilidades que desarrollaremos aquí para poder usar del modo más adecuado y potenciado posible, o sutil.-


-Sientate ahí y observa.-

Hizo una señal a la cabina de control y la sala ser transformó de nuevo, con los dos dentro de la sala.
-Está programada para que estés dentro pero la simulación te ignore.-

La sala se había transformado en una zona de lucha, dos luchadores en el centro y rodeados de apostadores agolpados para ver el espectáculo con gradas elevadas donde se sentaba Alice.
Los dos luchadores, Logan era uno de ellos. En el lado contrario un luchador enorme y poderoso.

La lucha empieza.
-Ahora observa lo que pasa sí uso abiertamente mis habilidades.- Le gritó a la chica, mientras los demás asistentes parecían ignorar su interactuación.
Logan saca sus garras y en un segundo incapacita al contrincante, que cae al suelo hecho una bola para intentar parar la gran hemorragia que el pequeño hombre le ha provocado.
Los asistentes quedan perplejos, al principio asustados, pero en pocos instantes despiertan de su terror y comienzan a gritar gritos en un idioma extraño. Toman sus sillas y las lanzan hacia Logan, los más atrevidos comienzan a entrar en la zona de lucha para intentar agredirle, mientras que el mutante comienza a luchar contra cada vez más oponentes.

La simulación termina a los cinco minutos, con Logan peleando contra más de un centenar de tipos, que ninguno se atreve individualmente a enfrentarse contra el agresivo ser, pero que aprovechan la jauría humana para agredirle cuando se presenta la oportunidad.

Todo desaparece. Aunque no se ve a Logan demasiado afectado, es inevitable verle con varias brechas sangrantes en la cara, que se van cerrando a toda prisa.


-A esto me refiero, hay momentos en que no es adecuado. La verdad es que la gente nos teme, pero el miedo no siempre genera deseo de huída, sino que a veces genera odio y capacidad de agresión basada en el grupo.-
-Yo no tengo miedo ninguno a usar mis capacidades, pero me entreno para usarlas en los momentos adecuados, y mientras tanto que mi entrenamiento sea el sobrado para poder valerme en las situaciones más comunes.-

Alice hizo aquello que Logan le indicaba, manteniéndose alejada y al margen.

Cuando la multitud se lanzó contra su profesor, se alzó y tuvo que reprimir las ganas de lanzarse junto a él y ayudarle, recordándose a sí misma que era una simulación y que ella "no estaba ahí". Observó en silencio como Logan peleaba con uno tras otro, sin cesar hasta que la simulación se detuvo y pudo suspirar aliviada. A medida que la sala del peligro volvía a materializarse a su alrededor, Alice se acercó a su profesor, observando con curiosidad las heridas que se cerraban en su rostro. Se centró entonces en lo que el hombre decía, asintiendo en los momentos que le parecían adecuados finalmente respiró profundamente antes de hablar en voz bien baja.

- Lo sé, profesor. Y es por eso que le pedí ayuda para entrenar. Quiero usar mi poder únicamente cuando sea necesario y no tenga otro remedio. Por lo demás, quiero ser capaz de hacerme valer por mí misma.

La verdad es que sentía que había otro motivo que la había empujado a obsesionarse con el entrenamiento y el aprender a luchar, aunque no era del todo capaz de situar dicho sentimiento.

Los entrenamientos siguieron durante tres semanas, en los que Logan explicó ciertos conceptos de lucha a Alice, a la vez que la forma física de la chica mejoraba sensiblemente.

Aquel día no habían quedado por la tarde tras acabar las clases, sino que habían decidido hacerlo de noche. Iba a ser su primera prueba de fuego real.

Iban vestido los dos de oscuro y tomaron la motocicleta de Logan dirigiéndose a la gran y maloliente Ciudad.
Logan condujo por ella hasta aparcar en un aparcamiento privado en una zona tranquila.

-Bueno, Alice, la gran ciudad, vamos a dejar la moto aquí porque le tengo bastante aprecio y no me gustaría que alguien le intentase hacer algo en mi ausencia. Por eso vamos a caminar un par de manzanas hasta la zona del puerto.-
-Normalmente no solemos ocuparnos de asuntos como el de hoy, para eso ahí están los justicieros, y tus dones están muy por encima de eso.- Dijo mientras pensaba en las noticias que hablaban de anónimos heroes que recorrían las zonas más problemáticas de la ciudad luchando contra el crimen más mundano.
-Pero para una prueba real necesitamos controlar riesgos, por eso algunos criminales con mala suerte van a tener el honor de ser nuestras cobayas.-
-Me han informado que unas bandas de traficantes van a hacer una compra de droga en un almacén del puerto. Nuestro objetivo será detener el intercambio y evitar que huyan.-
-Antes de empezar daremos una señal a la mansión, que nos dará siete minutos para actuar libremente, luego llamarán a un contacto de la policía, que tardará unos cinco minutos en llegar y sitiar la zona.-
-Deberemos acabar con ellos, impedir que huyan y desaparecer antes de que llegue la policía.-
-Intenta no separarte de mi y sobre todo, cuando sea la hora de la extracción, ven conmigo porque tengo preparado un método de huida cerca del almacén.-

Terminaron de llegar al puerto.
-Toma.- Dijo dándole a la chica un pasamontañas negro y un reloj. -Están sincronizados y programados, cuando vayamos a empezar pulsaremos el botón y nos avisará de los tiempos.-

Escalaron la pared lateral de un almacén cercano al agua, entrando por un ventanal superior roto.
Silenciosamente se dirigieron por una viga hasta una plataforma de carga y descarga automática situada a unos quince metros del suelo sobre el lugar donde se encontraba una banda, tres coches grandes, de alta gama, con varios hombre elegántemente vestidos al lado de cada uno de los coches. Delante de todos, uno de ello, con tres maletines blindados delante de sus pies.

Parecía que la otra banda aún no había llegado. Sólo restaba esperar.

Había llegado el momento de probarse a sí misma. Confiaba en el criterio de Logan, y si él la consideraba preparada, haría todo lo posible para demostrarle que estaba en lo cierto.

Recordaba brevemente el viaje en moto, pero estaba tan nerviosa por lo que iban a hacer aquella noche que a duras penas sabía si había abrazado la cintura del profesor para no caer del vehículo. Una vez aparcada, caminaron hasta el puerto y ese fue el tiempo que Alice tuvo para poner en orden sus pensamientos y relajarse. Alice colocó su melena en una apretada trenza que nacía en su nuca, para evitar que el cabello le molestara durante la misión. El profesor Logan fue explicando todo lo que iban a hacer y finalmente, tras colocarse unos pasamontañas, se plantaron en una pared, la cual treparon para colarse por una ventana rota.

Una vez escondidos en una viga del techo, esperaron. Estar en silencio era uno de los puntos fuertes de Alice, así que fiel a su naturaleza, no pronunció palabra alguna, ni durante el viaje ni una vez allí. Cuando al fin vieron al segundo grupo acercarse, Alice miró brevemente a su profesor, esperando ver la confirmación en su rostro antes de lanzarse al ataque. Logan no le había especificado cómo tenían que llevar a cabo el trabajo, si únicamente les interesaba deshacerse de la droga y mantenerles entretenidos a la espera de que llegara la policía o si debían dejar a cuantos más pudieran fuera de combate para la policía, sin importar dónde acabaran los paquetes. Así que tomó la mentalidad de su padre. Asegurar la mercancía, intentar que nadie pueda huir impunemente, irnos antes de que llegara la policía.

Dudaba de poder dejarme caer desde quince metros de altura sin hacerse daño y no veía modo alguno de caer con suavidad así que volví a subir al enganche de la plataforma y desde ahí buscó la mejor manera de descolgarse hasta el suelo.

Había en total seis hombres a la vista, tres de cada bando. Esperó pacientemente y cuando vio en su profesor la intención de atacar, salió de su escondite y se dirigió al primer traficante, cuando estos todavía estaban de espaldas a ella. Le pateó la cara interna de la pierna para forzarle a arrodillarse, tras lo cual golpeó su nuca, deseando que si no llegaba a dejarlo inconsciente, al menos sirviera para dejarlo aturdido el tiempo necesario para encargarse de los otros dos, contando con que Logan pudiera hacerse cargo del otro bando.
El segundo traficante lanzó un puñetazo en su dirección y Alice se retiró a un lado, tomando la muñeca del atacante, giró bajo su brazo y le retorció el codo tras la espalda. Vio que el tercero desenfundaba un arma y aunque no le gustara la idea, forzó al segundo traficante a servirle de escudo, mientras no cesaba de aplicar presión en su hombro, hasta que este cedió en un desagradable “cloc”. Empujó el hombre a un lado y le golpeó en la sien con el puño cerrado, para rápidamente lanzarse contra el tercer hombre. La mano izquierda de Alice se cerró alrededor del cañón del arma, desviando la mira para evitar que le alcanzara la bala en caso de dispararse. La mano derecha de la morena golpeó con rapidez la muñeca con la que sostenía la pistola, obligándole a ceder el arma, y una vez desarmado dirigió una primera patada a la boca de su estómago y una segunda a la entrepierna.

Finalmente tomó el arma entre sus manos y ágilmente desmontó el cargador y vació la recámara, lanzando cada parte por separado antes de girarse y buscar a su profesor con la mirada, atenta por si veía algún otro enemigo que hubieran pasado por alto en su primera inspección.

Logan saltó desde aquella altura hacia el suelo, justo donde había mayor concentración de mafiosos. Esperaba incapacitar a la mayor parte de ellos en los primeros momentos de la lucha.
A la vez, esperaba servir de distracción mientras su alumna se encargaba de asegurar el exterior de la lucha principal.

Cayó desde la altura, con sus garras extendidas, atravesando como mantequilla los cañones de las armas de dos de ellos a la vez que caía con todo su peso sobre el cuerpo de un tercero.
El pobre aplastado ni pudo reaccionar, quedó tirado en el suelo mientras Logan se levantaba y los mafiosos cercanos le miraban con incredulidad.

-¿Puedo apuntarme a la fiesta?.-
Los mafiosos de la otra familia no tuvieron problema alguno de abrir fuego con sus subfusiles.
Las balas impactaron repetidamente sobre Logan y sobre los incrédulos mafiosos que le rodeaban, cayendo al suelo muertos.

Logan permaneció de pie, inexpresivo, mientras las balas le impactaban una y otra vez, sintiendo el impacto de cada una de ellas, algunas chocando contra sus huesos y rebotando como trozos de metal, y otras atravesándole límpiamente.

El acribillamiento terminó, los mafiosos intentaban cambiar los cargadores de sus armas, pero estas estaban sobrecalentadas por la ráfaga.

-Sois unos maleducados. Pedí permiso para unirme a la fiesta y os lo tomáis fatal.-

Y se abalanzó sobre ellos mientras sus heridas aún estaban cerrándose.
La furia asesina corrió por sus venas, saltando con sus garras por delante y clavándoselas a todo aquel que estuviera en la cercanía.

En apenas dos minutos había terminado con ocho mientras varios de ellos huían como si hubieran visto una aparició infernal.

Al escuchar la ráfaga de disparos, Alice había buscado cobertura tras uno de los contenedores de aquél almacen, el corazón en un puño al pensar en su profesor. Pero al asomarse a ver a Logan, comprobó como este se mantenía de pie, inmune a la ingente cantidad de plomo y acero que había perforado su cuerpo una y otra vez, incesante. "Factor de curación avanzado, cuerpo de adamantium... Wolverine" pensó la alumna, con una punzada de orgullo y admiración.

Logan siguió avanzando contra el resto de criminales que acudían a la escena y pronto Alice también abandonó su escondite para, una vez más, unirse a la acción. La Sala del peligro había sido un gran entrenamiento para contener la mayor parte de la adrenalina, y se había acostumbrado a sentir el atronador latido de su corazón en las sienes, la sensación de que era más consciente que nunca de su entorno, y esa fuente de energía que la impulsaba a seguir adelante. Dejando al profesor el grueso del grupo enemigo, Alice se centró en aquellos desperdigados que parecían intentar resguardar la mercancía, sin llegar a matar a ninguno, dejándoles aturdidos o fuera de combate. Demasiado a menudo lo primero, lo cual hacía que pronto volvieran a estar en pie y preparados para una segunda ronda.

No había duda alguna que por cada enemigo que Alice neutralizaba, otros cuatro o cinco caían en las garras de Lobezno, aunque la joven morena no se tomó en ningún momento su reducido número de victorias como algo negativo, pues tenía bien asumida la inexperiéncia y contemplaba, de vez en cuando, la profesionalidad... o más bien la perfecta brutalidad con la que Logan parecía ejercer su trabajo. Cuando ella hubo terminado con los ejecutivos que pululaban cerca del maletín, lo tomó entre sus brazos y corrió en dirección a su profesor, lista y esperando a que este le diera una nueva indicación sobre cómo debían proceder para la extracción.

Alice llegó al lado de Logan. Éste miró el reloj.
-Diez minutos exactos. Todos neutralizados.-
Al fondo se empezaban a oir las sirenas de policía acercándose.
-Y la poli se adelanta, si es que no se puede confiar en ellos ni para que lleguen tarde.-
Se dirigió a un lateral de la nave, a un portón metálico cerrado. Reventó la cerradura con sus garras y empujó la puerta hasta forzarla y abrirla.
-Vámonos.-
Corrieron entre contenedores apilados del puerto hasta el borde del río. Unos metros por delante hacía una escalera que descendía.
-Por aquí.-
Bajaron y en el extremo y medio oculta entre un par de barcos había una moto de agua.
Logan se montó en ella, sacó de su bolsillo unas llaves y arrancó el motor.
-En este momento la policía debe estar entrando en el almacén, y no tardarán en llamar a un helicóptero al ver que alguien ha huido reventando la puerta, debemos irnos ya.-

La joven subió a la moto detrás de Logan y esta arrancó a toda velocidad por las aguas del río Hudson alejándose del lugar para atravesar el río hasta la orilla contraria.
Tras cinco minutos navegando, cuando se comenzaban a ver un par de helicópteros sobrevolando la zona portuaria al otro lado del río, Logan alcanzó una pequeña zona de atraque deportivo, donde dejaron la moto y salieron caminando del lugar.

Alice siguió todas las instrucciones de Logan al pie de la letra, en silenciosa obediencia.

Lo que no se esperaba, era el viaje en moto acuática que les esperaba al abandonar el almacén, y para ser su primera experiencia que tenía con esa clase de vehículo, fue de lo más agradable pese a las circunstáncias. Levemente a contracorazón, Alice se aferró a la cintura de Logan durante todo el viaje, temiendo caerse al agua a causa del constante tambaleo que provocaban en conjunto el oleaje y el vaivén de la moto.

Cuando al fin dejaron atrás el puerto de atraque, Alice sentía que la adrenalina todavía corría por sus venas, y se sentía tentada a echarse a reír, guiada en su mayoría por la sensación de que, para ser su primera prueba real, lo había hecho bastante bien. "¿Ahora qué?" se preguntó, mirando la silueta de perfil de su profesor. Logan no le había dicho nada de lo que habían hecho y poco a poco esa satisfacción fue tornandose preocupación. ¿Tal vez no lo había hecho tan bien como ella se pensaba? ¿Había cometido algún error del que no se hubiera percatado? Sintió que la angustia se aposentaba en su pecho y empezó a mover las manos nerviosamente, hasta que finalmente decidió romper ella el silencio.

- Profesor... - se corrigió inmediatamente - uhm, Logan. ¿Qué tipo de misiones se llevan a cabo con la Patrulla X? No os dedicáis a parar ladrones e intervenir en intercambios de la mafia, ¿me equivoco?

Había escuchado hablar de los X-Men bastante a menudo, pero lo cierto es que sabía muy poco de ellos, y siendo ella también portadora del Gen Mutante era imposible no sentir curiosidad, por saber qué hacía el grupo de mutantes... Sobretodo ahora que vivía en la mansión y estaba siendo entrenada por dos de ellos.

Salieron del puerto de atraque y caminaron por las calles de los suburbios en Jersey, al borde del río, mientras la gran ciudad se veía al otro lado.
La inhabitual voz de Alice interrumpió el silencio con una pregunta sobre si aquello era lo habitual entre los XMen.
-No, Alice, esto no es lo habitual, aunque hay mafiosos que tienen un poder muy por encima de lo que pensamos,- dijo mientras pensaba en cierto orondo y peligroso mafioso- lo habitual es que de estos asuntos se ocupen justicieros o incluso mutantes con cualidades menos potentes, por no hablar de otros personajes con poderes de origen más incierto.-
-En la escuela enseñamos a todo joven mutante que podamos, con independencia de sus capacidades, porque nuestra intención no es crear poderosos guerreros, sino que los chicos puedan dominar su poder y poder convivir con el mundo de la mejor manera posible.-
-Seamos sinceros, esto es duro, no todos lo pueden aguantar y muchos se retiran. Otros no se retiran, pero se dan cuenta de que sus capacidades son insuficientes para afrontar los retos a los que nos tenemos que enfrentar los más experimentados.-
-También hay algunos a los que jamás tenemos acceso.-
-Pues hay algunos de esto que deciden involucrarse en el control del crimen ordinario. El tráfico de drogas puede ser muy peligroso, es extremadamente importante para la sociedad, pero es un crimen ordinario en contraposición al crimen extraordinario, que es a lo que nos dedicamos nosotros.-
-Unos se ocupan de controlar mafias, pandillas, investigación de crímenes violentos como un detective más, o incluso asuntos de corrupción.-
-Nosotros nos dedicamos a proteger a la gente de villanos que están muy por encima de la capacidad de control que puede tener la policía o incluso un ejército.-
-Es cuestión de niveles, los nuestros quieren conquistar el mundo, los suyos dominar un barrio o enriquecerse a costa de hacerles el mal a los demás.-

Un automóvil se detuvo a su lado y Logan se dirigió hacia él, abriendo la puerta y invitando a la chica a entrar dentro.
Al volante otro mutante los llevó a la ciudad de nuevo.

Spoiler:

Los entrenamientos prosiguieron durante todo el mes de Diciembre, Enero y los principios de Febrero.

Habían sido variados en cuanto a dificultades y tipos de situaciones, en algunas había tenido compañía, otras las había realizado en solitario, usando, o no, su poder. Pero todas tenían algo en común. Sin importar cuantas veces fallara o resultara herida, volvía a levantarse, con fuerte y tenaz determinación.

Pero llevaba un ritmo de vida extenuante. Mantenía el entrenamiento de ambos profesores, Glámez y Logan al mismo tiempo, alternado con su estudio autodidácta sobre medicina, preparándose para intentar maticularse en algúna universidad en cuanto tuviera la menor oportunidad... Las pocas veces que decidía escaparse a Nueva York en un intento de relajarse se había visto involucrada en más de un incidente, desde incendios a persecuciones a Mutantes, a noches de casinos con alienígenas. Entre una cosa y la otra, todavía no se había podido parar a prepararse mentalmente para entrenar su poder, aunque sospechaba que el entrenamiento físico, de algún modo la había ayudado a adquirir cierto autocontrol en ese aspecto.

También había logrado adquirir confianza con el profesor, hasta el punto que tutearlo se le hacía natural y Alice había empezado a mostrare mucho más parlanchina en presencia del profesor. Sólo, con el profesor, manteniendo todavía el silencio cuando compartían el gimnasio con algún otro alumno. Eso le abría un nuevo abanico de posibilidades a la joven y se planteó que tal vez había llegado el momento en que podía formular varias de las preguntas que se habían enraizado en su corazón. ¿Pero como encontrar la situación adecuada?
Aunque pudiera parecer una tontería, para ella eran preguntas importantes, y las había guardado celosamente hasta sentirse preparada para afrontarlas. Así que aquél día, como cualquier otro, se había presentado ante el profesor, vestida con ropajes de deporte que le permitieran moverse con libertad por la prueba que el profesor le tuviera preparado. Calentó la musculatura y corrió un par de millas por las pistas antes de entrar en el gimnasio, donde encontró un recorrido de obstáculos, como el que ya habían realizado alguna que otra vez, y sintió sus labios curvarse en una gozosa sonrisa. Le encantaban los recorridos.

- ¿Me he portado bien estos días? ¿O es casualidad que me toque el premio? - comentó con alegría, buscando la mirada del profesor.

Casi sin poder contener la carrera, Alice corrió a lo que supuso que debía ser la linea de inicio, y se colocó en posición a la espera de que fuera Logan quien le marcara la salida. Y en cuanto lo hizo, la morena se afanó en cumplir el circuito completo, corriendo, saltando, trepando y arrastrándose según la prueba lo requería. Durante todo el proceso, casi mecánico, su mente repasaba aquello que quería plantear al profesor.

Pero durante todo el entrenamiento no encontró el momento para importunar al profesor con su pregunta. Ni lo hizo al día siguiente.

Y tal vez fueran la mezcla de la extenuación física a la que se estaba viendo sometida, o tal vez el secreto que seguía creciendo en su pecho, haciendose cada vez más pesado, que su mejora en el entrenamiento alcanzó un alto. Sus tiempos se estancaron, sus reflejos parecían un tanto más torpes, y a veces la fuerza parecía flaquearla...

-Alice, tenemos que hablar.-
Así empezó el entrenamiento una de aquellas tardes.
-No puedo quejarme en algún modo de tu actitud desde que comenzamos nuestros entrenamientos.-
-No he oído de tus labios una sola queja, claro que también eres una persona de pocas palabras, pero yo tampoco lo soy.-
-Ni yo soy la persona con mayor facilidad de trato del mundo, pero hasta un ciego podría ver que te pasa algo.-
-He estado observando tu desempeño y aunque sigues mejorando, no estás al nivel que yo esperaba que estarías a estas alturas.-
-Además, te veo distraida. Si necesitas descanso lo entendería, podemos dejarlo por un día y pasar una tarde de entretenimiento para que te relajes.-
-Así que, ¿qué sucede?.- Mirándola firmemente a los ojos.

Al empezar el entrenamiento, Logan le dijo que tenían que hablar. Estuvo tentada a sonreír y quitar hierro al asunto, pero el tono de su profesor era serio, por lo cual Alice se mantuvo en silencio, intentando mantener el rostro inexpresivo, mientras él le decía todo lo que pensaba.

Cómo no podía quejarse de ella y la buena actitud ante el entrenamiento, pero pese a todo se había dado cuenta de que algo no funcionaba.

- Lo siento, Logan. No quería preocuparte... - La morena se dejó caer en el primer banco que pudo, previendo que les tocaba una buena charla. Una charla que hacía tiempo que ella buscaba aunque nunca encontraba la ocasión. Aun así, Alice tardó un buen rato en empezar a hablar. - ... Hace tiempo, al poco de llegar a Nueva York, estuve a punto de ser secuestrada. O algo peor. - Ante la falta de jerseis, Alice juguetea con el reloj de su muñeca, haciéndolo girar. - Tal vez le suena la historia, tengo entendido que Ororo está al tanto de todo... - Le dedica una mirada algo triste al profesor. - Esa noche tuve suerte y conocí a Natalia Romanova. Black Widow. Ella es el único motivo por el cual sigo aquí... Y desde entonces he estado entrenando bajo su tutela, a la par que a la tuya, y la de Glámez. Sin contar que sigo asistiendo a las clases de la mansión y estoy estudiando medicina por mi cuenta para poder matricularme el próximo semestre en la Universidad. - La joven mutante arqueó una ceja, tentativa. - A eso se le añade mi mala suerte, pues muchas de las veces que he ido a Nueva York en un intento de descansar y desconectar un poco me he visto envuelta en problemas. Persecuciones, robos e incendios... Y todavía no he empezado a entrenar mi poder. Pero no quiero parar. - Desvió la mirada una vez más. - Es a raíz de entrenarme que me siento más segura y capaz de seguir moviéndome y seguir adelante. Y es por ello que dejé de tener pesadillas. Los días que descanso vuelvo a soñar que soy arrastrada por las calles de Nueva York, mientras veo a Dazzler siendo abatida por androides. Pero... estoy muy cansada. Creo que me pasé de la ralla y estoy intentando abarcar más de lo que puedo.

-Es decisión tuya decidir qué hacer, saber que es lo que puedes llevar adelante, en cualquier caso respetaré tu decisión.-

No era la primera vez que un joven era incapaz de llevar adelante tantas actividades, no sólo porque muchos se emocionaran y quisieran abarcar más allá de lo que estaba en su mano, sino porque toda persona tenía un bagaje que le influenciaba.
Era innegable que muchos jóvenes mutantes tenían unas infancias y adolescencias complicadas, luchando contra el peligro del descontrol de sus propios poderes, la sensación de endiosamiento de saberse superior a los que le rodeaban, a su necesidad de aceptación social por parte de compañeros que les rehuirían de saber sus particularidades.
Muchos mutantes se habían echado a perder a causa de lo vivido, de sucesos traumáticos.
No es que Logan temiera que algo así pudiera pasarle a Alice, pero quizá debería buscar ayuda de alguien como el profesor Xavier, que pudiera indagar en sus recuerdos para aclararle las cosas y darle un descanso anímico que parecía hacerle falta.
-En cualquier caso te recomiendo que hables con algún psíquico de los que haya en la mansión, te diría que hablaras con Xavier, pero últimamente es complicado coincidir con él aquí.-

Alice alzó la mirada, contemplando con curiosidad a su profesor. Logan no era demasiado charlatán, y aunque por norma general ella tampoco lo era, cuando cogía confianza podía llegar a hablar por tres. Al contarle a Logan lo que le pasaba por la cabeza, por algún motivo había esperado una reacción distinta por parte del profesor y sin embargo, el trato natural que éste había dado a los sucesos, parecía restarles importancia, en el buen sentido de la palabra. Sentía que al hablar se había quitado un peso de encima y con ello había logrado ver las cosas un poco más cómo eran realmente, sin estar tan teñidas de sus propios miedos y prejuicios.

- Creo que con un par de días de descansar tendría suficiente… Aunque ahora lamento haberle… haberte, hecho perder el tiempo.

Entonces se le ocurrió otra idea, aunque no estaba segura de que fuera del todo apropiada. Pero de algún modo quería compensar al profesor por dedicarle tanto tiempo y tener cuidado de ella, pues bien que aunque se hubiera llevado algún golpe durante los entrenamientos, si en su mayor parte estaba sana era también gracias a él.

Alice alzó la mirada para contemplar a Logan con una sonrisa, apartándose el cabello de los ojos, y colocándo las hebras sueltas detrás de su oreja, tras lo cual jugueteó con las mangas del jersey.

- Logan, ¿podríamos tomar un descanso? Llevo meses viviendo en Nueva York y aun no me he tomado una de sus legendarias hamburguesas. Y en calidad de alumna agradecida, podría invitarle a una cerveza.

Intentó que su tono fuera lo más inocente posible, aunque una pizca de color apareció en sus pómulos. Pero ya lo había dicho y esperaba que el profesor aceptara su propuesta sin buscar segundas intenciones donde no las había.

-No hay problema, llevas buen ritmo, tómate ese par de días de descanso, pero por favor, la próxima vez que creas que estás saturada dilo antes, será todo más productivo.-
Tras eso Logan se dio la vuelta y marchó hacia la mansión. Iba a vestirse y salir con la moto, en algún sitio algo habría que beber.

Spoiler:

Alice contempló la espalda de su profesor mientras este se retiraba y se dirigía a la mansión.

Tenía razón, por supuesto que la tenía y había sido una temeridad por su parte y una falta de responsabilidad. El hecho de que su profesor hubiera remarcado ese hecho le hizo sentir culpable y una vez le perdió de vista se dirigió hacia la habitación, sin saber muy bien qué hacer.

Dianne no estaba ahí, y aunque pensara en darse una ducha, ya lo había hecho antes de ir al encuentro de Logan. Así que se quitó la ropa de deporte y se cambió, dejandose unos tejanos por debajo de las botas y un largo jersey blanco, cuyas mangas eran un poco demasiado largas para ella, las cuales dobló un par de veces hasta que sus dedos podían asomar por debajo de la tela. Pensó en salir a pasear, sin estar demasiado dispuesta a desperdiciar lo que le quedaba libre de tarde...

Y de nuevo en los pasillos, se encontró a Logan, quien se había cambiado de ropa. Como el profesor no había dicho nada antes de retirarse, la joven había dado por supuesto que su propuesta había sido educadamente rechazada. Sin embargo parecía no ser el caso, y sonrió visiblemente aliviada cuando éste volvió a su encuentro. La morena volvió corriendo a su habitación, donde recogió el movil y la cartera, decidida a cumplir su palabra y pagar por las consumiciones de su profesor en un gesto de agradecimiento.


Una vez en el local, Alice había pedido una verdadera hamburguesa americana, con varios pisos de carne y bacon y huevo y mil cosas que no podía contar. Le costaba, pues no era capaz de comer eso de ninguna forma educada y los cubiertos le parecían fuera de lugar, pero no dejaba de ser una experiéncia divertida.

Sólo entonces se dio cuenta de cuanto necesitaba aquello. En los últimos meses todo cuanto había ocupado su mente eran entrenamientos, responsabilidades y recuerdos de los encuentros que había tenido que vivir en el poco tiempo que llevaba viviendo en Nueva York. Era hermoso tener un tiempo para descansar, de vez en cuando.

- ¿Puedo preguntar por tí, Logan? - se animó a preguntar al fin, mirando a su profesor con inocente curiosidad. - La mayoría de los profesores ya están al tanto de todo lo que ha sucedido en mi vida, pero yo a duras penas sé nada de nadie. ¿Cómo llegaste a ser profesor en la mansión?

Logan estaba sentado delante de una enorme hamburguesa repleta de cosas y delante de él ya había una jarra de cerveza vacía.
En realidad llevaba dinero, no esperaba que una chica tan joven tuviera tanto dinero como para cometer la temeridad de invitarle a beber a él. La pobre no sabía donde se metía.
Entonces llegó la pregunta...que como había llegado a ser profesor.

-Alice, como todos, yo empecé siendo alumno.-
-No fui de los primeros, esos fueron el grupo de Jean Grey y Scott Summers.-
-Yo fui de los miembros del segundo grupo, junto a Ororo, Piotr y demás. Al final unos se fueron, otros volvieron, se fueron de nuevo.-
-Es irónico, porque aunque no soy capaz de recordar gran parte de mi pasado, yo soy el de más edad de ellos. No por ello soy el más sabio.-
-Al contrario, la necesidad de entrar en la Escuela para un mutante no tiene que ver con potenciar nuestros poderes para hacer el bien, sino el saber controlarlos para no hacer el mal.-
-Ya te digo que no recuerdo bien muchas partes de mi pasado, pero sí se parcialmente que antes de entrar en la Escuela, era tan mortífero como ahora, pero era un arma mortífera sin freno.-
-Antes maté por interés, no por necesidad. No tenía familia, ni amigos, nada que me frenara por el bien de aquellos a los que quieres.-
-Ahora muchos opinarán que sigo siendo un pendenciero, un incontrolado, que desaparezco cuando me parece sin dar ningún tipo de explicaciones y vuelvo cuando quiero. Cierto. Pero ahora siempre tengo a un sitio donde volver, un sitio que es mi ancla con la realidad.-
-Y así como yo aprendí esto, creo que yo debo enseñárselo a otros. ¿Qué haríais muchos de vosotros si no aprendiérais todas estas cosas?, ¿no os convertiríais en seres arrogantes y peligrosos?, y aunque creyérais hacer el bien, ¿realmente que os diferenciaría de aquellos que solo pretenden aprovecharse de sus poderes por su propio beneficio?.-
-Así que cuando el Profesor Xavier lo consideró oportuno, hizo que algunos de sus antiguos alumnos nos convirtiéramos en profesores de los que venían detrás. Y así también podemos dar una formación más específica, porque cada uno tenemos nuestras especialidades.-

La joven escuchaba en silencio las explicaciones de su profesor, intentando que su expresión neutra no delatara la sorpresa a alguna de las cosas que estaba escuchando. Le costaba imaginarse a Logan, aquél Logan que tenía sentado ante ella, con su actitud ruda y aparentemente irresponsable, pero que en realidad era mucho más que eso. Logan, pese a lo que pudiera aparentar le había demostrado ser comedido con su trabajo, se preocupaba por sus alumnos, se implicaba con ellos y les ayudaba en todos los aspectos que le eran posibles, aunque sus formas no fueran convencionales y pudiera parecer bruto desde fuera...

O al menos esa era la sensación que había tenido la joven bajo su tutela. Era duro, pero nunca se excedía y sobretodo nunca la había puesto en peligro, consciente de los límites en cada una de las cosas que habían hecho. Lo cierto, era que Alice había disfrutado gratamente de sus experiencias como aprendiz de Lobezno.

Imaginarle como una arma de matar, sin familia, sin amigos, sin un lugar al que volver... Sintió una opresión en el pecho, un remordimiento, y bajó la mirada a su hamburguesa. No era su lugar sentir lástima por el profesor, pero no podía evitarlo. Los días que había pasado con él habían hecho crecer el respeto y el cariño que sentía por aquél hombre que a su modo la estaba ayudando a madurar. Como bien había dicho él, ayudándoles a controlar su poder para usarlo en beneficio de la gente y no en egoísmo propio y para herir. Eso más que ninguna otra cosa, ponía en palabras los propios sentimientos de Alice, su anhelo y sus deseos.

- Yo siempre he tenido miedo de mi poder. Los sentimientos humanos... No creo que sea algo que nadie debiera poder controlar. A menudo le preguntaba a mi padre qué llevaba a las personas a cometer crímenes. Había veces que una persona estaba enferma, y no podía hacer otra cosa con su vida porque no diferenciaba lo que estaba bien de lo que estaba mal. Pero en la mayoría de los casos, son los sentimientos. Es lo que mueve a las personas, les da objetivos, intereses, motivación. ¿Cuánto odio podría imbuir en una persona? ¿En qué momento ese odio le llevaría a cometer una acción que no se hubiera planteado estando en su sano juicio? Y para colmo tenía que ser alguien como yo quien tuviera este poder...

Los ojos de miel de Alice buscaron la mirada de su profesor. Sí, había dicho que no era el más sabio, pero aun así hablaba desde su experiencia, y ya había quedado clara que tenía mucho. ¿Habría remordimiento en las cosas que Logan había cometido en su pasado? Probablemente. Y era posible que fuera ese sentimiento el que le llevara a enseñar a los que venían detrás, en un intento de que nadie repitiera los errores que había cometido en el pasado. Errores que Alice temía cometer, no por no tener un objetivo, o no saber diferenciar el bien del mal. Si no por su propia enfermedad, el descontrol.

- Alguien con un poder así y tan inestable emocionalmente es como una bomba de relojería esperando un momento oportuno para estallar. Yo no quiero eso. Quiero tener en mis manos el detonante, ser yo quien eliga el cuando y el como y no mi trastorno... Por eso me he obcecado tanto en entrenar. Tengo que conseguirlo, cueste lo que cueste... Pero no sé qué haré después. Si puedo integrarme en la sociedad como cualquier otra persona o debo quedarme en la comunidad mutante, o qué otras opciones tengo.

Logan dió un buen mordisco a su hamburguesa mientras escuchaba a Alice, y un trago de la botella para bajar la comida. No era de los que se andaban con muchos modales en la mesa, pero tampoco quería salpicar a la chica con pedazos de comida.
Tragó, se aclaró la voz.
-¿Sabes?, en la naturaleza no existen los remordimientos, un lobo caza para comer, para sobrevivir y procrear. El lobo no siente pena al cazar un ciervo, hace lo que debe.-
-Nosotros tenemos además la chispa de la humanidad, en mayor o menor grado.- Lo decía a sabiendas de que en su caso, la animalidad era más acusada que en otras personas, que su yo salvaje podía hacerle perder la cordura y hacer cosas que a una persona le parecerían aborrecibles, pero no a un animal.
-Hay que tener en cuenta nuestras dos naturalezas, hay que ser humano y saber cuando y en que grado actuar, pero también hay que saber que cuando se actua por deber hay que hacerlo sin remordimiento.-
-Imagina que alguien atacase a tus padres, ¿no sería tu deber defenderles?.-
-Nuestro poder puede ser grande, y nadie va a hacer desaparecer la responsabilidad que tenemos por ello. Así que solo ten remordimientos por aquello que debiste hacer y no hiciste o por aquello que no supiste medir y te pasaste, ¿lo demás?, ellos se lo buscan.-
-No merece la pena vivir pensando en ¿pude haber hecho las cosas de otra manera para que el resultado hubiera sido diferente?. Siempre se pueden hacer las cosas de otra manera, siempre se podrá conseguir un resultado mejor, pero lo que cuenta es que tienes un deber y lo cumples.-
-Tu entrenamiento, no sólo el que yo te proveo, te viene bien para adquirir el autocontrol y la disciplina mental para juzgar como actuar en cada momento. Te damos instrumentos para que al final tú decidas.-
-Yo en mi vida he vivido mucho y claro que tengo cosas que echo de menos, personas perdidas por ejemplo. Tengo cosas de las que arrepentirme, todo el mundo las tiene y yo más porque he vivido mucho más que todos vosotros. Pero no voy a dejar que eso detenga mi capacidad de reacción ante el mundo.-

Delaney terminó su comida en silencio mientras el profesor terminaba de hablar sobre el autocontrol y los remordimientos. Era algo que ya había pasado por su mente. De hecho, más de una vez.

Recordaba los días en que su padre volvía abatido a casa. Tanto ella como su madre sabían ya reconocer en el rostro del hombre cuando su trabajo había dado un giro inapropiado. Momentos en que Alice se retiraba a su habitación y Regina se iba a sentar junto a su mirado mientras él le susurraba, "Hoy, he tenido que abatir a un hombre..."

Era consciente de ello. Rara vez las decisiones se veían reducidas al blanco y negro e incluso su padre, quien desde su infancia había sido un ejemplo a seguir, se veía a menudo bajo la presión de tener que arrebatar una vida para poder salvar a los inocentes. La moral y la ética, tan clara a veces podía verse difuminada por el contexto, la oportunidad y el trasfondo. Era grave que una persona entrara en un hogar a robar. ¿Pero si esa persona, tenía família, y se encontraba en dificultades? Personas a quienes mantener, falta de recursos, pueden llevar a la desesperación y de nuevo ésta a cometer delitos. Alice pensaba que no era su lugar decidir quién o no merecía ser castigado. Pero Logan afirmaba que sus entrenamientos le darían las pautas necesarias para juzgar qué hacer en cada momento.

Se aferro a sus palabras y buscó en ellas el consuelo. Suficientes demonios le causaban sus propias paranoias para añadir a ellos temores reales, remordimientos de sus actos que de bien seguro no la dejarían vivir si llegaban a dar con ella.

- Está bien James... Y gracias por este rato. Prometo no volver a forzarme tanto. Creo que verdaderamente necesitaba desconectar, pero siendo la primera vez que pasaba por una situación así no sabía muy bien cómo afrontarlo. ¿Cuando vas a querer retomar las clases?

Alice tomó el vaso de refresco con ambas manos y se lo acercó a los labios, sin dejar de mirar fijamente al profesor.

-Siempre que hagas tus rutinas de mantenimiento diarias para no tener que empezar de cero cuando volvamos a entrenar, creo que podré esperar un par de semanas más, pero lo dejo a tu elección.-
Logan terminó de comerse la segunda hamburguesa de las que se había pedido. La gente se sorprendía que un tipo de tan poca estatura, fuera capaz de comerse no ya la hamburguesa más enorme del lugar, sino dos. Lo que la gente no sabía era al ritmo al que la consumía, bien podría haberse tomado dos más y entonces sí se quedaría lleno, al menos por un par de horas.
-Bueno, chica, porque eres mi alumna...y eres demasiado joven...y es ilegal que bebas alcohol...pero en otro caso ahora te propondría irnos de fiesta. En cualquier caso, aunque nos vayamos a la mansión, hay que montarse en la moto.-

Sintió el calor subir a su rostro, y alzó la mirada con toda la dignidad de la que fue capaz, limpiándose los labios con una servilleta antes de aclararse la garganta y mirar a su profesor.

- Soy mayor de edad. Este año voy a cumplir los veinte.

Era culpa de su físico, estaba convencida de ello. Sus ojos demasiado grandes en un rostro aniñado, un pecho poco desarrollado. Tenía el físico de una adolescente, y la única parte que mostraba encanto se encontraba en su cadera, perfectamente disimulada por los jerseis y la costumbre de la joven a vestir con ropa holgada.
El profesor la había visto con ropa de deporte, pero aun así... Aun así la había tomado por una menor. Claro, era normal, puesto que la mayoría de alumnos de la mansión lo eran. Aun así se sentía cohibida ante el malentendido.

- De todos modos, tal vez sea buena idea ir directamente a la mansión... Estoy en contra de beber y conducir.

Alice se alzó y se dirigió directa al mostrador, con toda la intención de pagar la cuenta. Incluidas las cervezas y las dos hamburguesas del profesor.

Ante el comentario "Estoy en contra de beber y conducir", Logan no pudo evitar sonreir.
La chica no sabía la cantidad de alcohol que era capaz de beber sin que le afectase lo más mínimo, y en caso de afectarle, el poco tiempo que necesitaba para que se le pasase el efecto.
Aún así la dejó ir al mostrador, mientras él salía a la calle para tomar la motocicleta.
Alice salió del local y él le lanzó el casco a varios metros. La joven capturó el casco en al aire se acercó mientras que se lo ponía.
Logan obviamente no se iba a poner casco, lo que había debajo de su carne era más duro que cualquier casco. En caso de accidente, el problema lo iba a tener aquello con lo que él chocara, no él.
Puso en marcha el motor de la moto, y la chica se sentó a su espalda. Arrancó y se dirigió hacia la Mansión, quizá más rápido de lo que debiera.

Off:

Off:

Al subir a la moto, y esta vez con algo más de confianza la joven Delaney rodeó la cintura de su profesor para asentarse en el viaje de vuelta. Y si había tenido la menor duda de hacer lo incorrecto al agarrarse a él, todas se disiparon a medida que la moto aumentaba la velocidad por la carretera. Alice nunca iba a admitir que había sentido una pizca de miedo. Como tampoco admitiría que le había gustado aquella sensación de adrenalina.

Aunque no lo hubieran dicho directamente, la conversación con Logan le había dado en qué pensar.

Por un lado, que nunca debía exprimirse tanto a sí misma, puesto que aunque pensara que les hacía un favor al guardarse sus problemas y no quejarse, al menos con James había demostrado ser un despropósito y una pérdida de tiempo. Tenía que organizarse mejor el tiempo y aprender a ver sus própios límites.

Por otra parte, que su poder era parte de ella misma, algo que indistinto a las consecuencias y remordimientos que pudiera tener tras su uso, debía ser para ella tan natural como el respirar. Cargamos con las responsabilidades y los remordimientos del raciocinio humano y ello a veces nos lleva a olvidar que en el fondo somos animales. Tenemos instintos y deseos, y a veces, no hay nada de malo en ellos. Logan le había dado el ejemplo de tener que pelear por salvar a sus padres.

Esa era una lección que le iba a costar aprender. Que su poder tenía la capacidad de herir y trastocar a otras personas. Pero también podía tener cosas buenas. Podía usarlo para ayudar, para proteger, para...

Habían llegado a la mansión. Alice contempló la silueta del edificio sintiéndose orgullosa de tener un lugar al que pertenecer. Y especialmente, de que fuera ese. Le dedicó una sonrisa al profesor mientras le devolvía el casco y dio un par de pasos ligeros en dirección a la entrada de su hogar.

- ¡Le veo mañana para el entrenamiento!

Pensaba reducir las horas que entrenaba. Un día con él, un día con Glámez, un día con Natasha, y uno con Jean Grey. Tres días a la semana de entrenamiento físico, uno de entrenamiento mental. Y así podría dedicar tiempo a sus estudios. Pero de momento, esa noche, pensaba dormir. Como hacía días que no dormía.

-Hoy va a ser un día muy duro.- Así empezó el entrenamiento aquel día.

Alice había avanzado mucho en sus entrenamientos, su forma física había mejorado sobremanera, y su habilidad incluso más rápido.
La chica era consciente de sus poderes, tanto que comprendía que a veces era necesario usarlos, aunque eso podía conllevar graves consecuencias para los que los sufrieran, pero muchas otras vecés, la inmensa mayoría a decir verdad, no era necesario su uso.
Una buena capacidad física, entrenamiento técnico y preparación mental eran la clave para que alguien como ella dominase su naturaleza y minimizase los riesgos.

Lección número uno que Logan había querido inculcarle:
"La gente tiende a desentenderse de lo que le rodea, así que finge ser como ellos y ellos te ignorarán". Esto podía ser aplicable en general, las personas ignoran a los mendigos porque no quieren sentirse mal ellos mismos al permitir que otra persona malviva de esa manera, como mucho darán una moneda para acallar sus conciencias, pero ni le mirarán a la cara, ni le dirán una palabra, nadie se acuerda del mendigo. Y como el mendigo, tantos otros casos similares en la sociedad.
Por lo tanto, si quieres pasar desapercibido, haz que aquellos que te rodeen no deseen mirarte. Muchas peleas se evitan pasando desapercibido.

Lección número dos de Logan:
"Aún así habrá gente que te mire, aprende a juzgarles", porque no todos te van a ser hostiles, unos serán útiles, pudiendo valerte de ellos para tus fines. De los peligrosos, intenta evitarles, si no puedes, intenta huir, y si no te queda más remedio, lucha.

Lección número tres de Logan:
"No vayas con todo en el primer golpe", como bien le demostró aquel día hace ya meses. El ataque es un arma de doble filo. Más vale estudiar al oponente y adaptarse a él. Por regla general el 95% de los casos tendrá una resolución similar, pero del resto, con que uno salga mal, podía tener unas graves consecuencias.

En realidad, el pensamiento de Logan no estaba tan sistematizado, iba improvisando mientras pensaba, seguramente podría pensar treinta lecciones más un día, y olvidarse de otras otro día.

-Vamos a empezar, la simulación empieza en TRES, DOS, UNO...-

La sala de peligro se transformó alrededor de la chica, una larga avenida de la gran ciudad en horario laboral, atascos, ruidos, puestos de perritos calientes voceando la calidad de su producto, pequeños ladrones esperando su oportunidad en las esquinas. La vida no deja de fluir.
Logan solo le había dicho que tenía que esperar en este cruce, que algo pasaría y tenía que encontrar al culpable, que este podía ser cualquiera. También le advirtió que el uso de habilidades extraordinarias atrae la atención de la gente, y que podía usarla si lo deseaba, pero siendo consciente de las consecuencias que supone.

Esperó, y llegado un punto, una furgoneta embistió un edificio, sin razón aparente.
Un par de viandantes había podido esquivar el vehículo con mucha suerte, y sufriendo con ello pequeñas contusiones.
El frontal de la furgoneta estaba aplastado contra el muro. No podía verse nada del interior.

Spoiler:

Cerró los ojos cuando escuchó el suave ronroneo que indicaba que la sala del peligro se estaba transformando a su alrededor, y con esa vaga conciencia de saber exactamente donde estaba y aun así centrandose totalmente en su entorno, pues esa era la realidad para ella, el aquí y ahora.

Al abrir de nuevo los ojos, se encontraba en una transitada esquina de la urbe, contemplando a la gente de su alrededor. Se palpó el torso con disimulo, para comprobar cómo la sala la había equipado, como de costumbre con las dos pistolas en el arnés bajo el jersey. Iba vestida como lo hacía normalmente, unos tejanos negros arremetidos bajo las botas negras de caña alta, un jersey de lana blanco, ancho, y un gorro a juego con la bufanda sobre su cabeza. Sin embargo llevaba guantes y bajo el jersey, llevaba una sudadera de manga larga y cuello alto, también negro. En su cintura descansaba una riñonera atada a su muslo con unas ajustadas cintas de cuero, y en su interior el compensador y el silenciador de su pistola, dos cargadores de recambio y una granada de humo asfixiante, tal y como le había recomendado Logan en su primer entrenamiento.

A su alrededor, la gente caminaba y conversaba animadamente o corría entre los transeúntes con la prisa propia de quien llega tarde al trabajo y de fondo el rumor de los coches y las bocinas hacían plapable la impaciencia de quienes se veían atrapados en el laberíntico atasco de las horas puntas.

Esperó pacientemente, buscando con la mirada cualquier cosa que se saliera de lugar, indicios que le dieran alguna pista de lo que iba a suceder a continuación, y pronto lo descubrió, al ver una gran furgoneta negra de cristales tintados que salía de la carretera para conducir por la acera, llevándose por delante un buzón y una quisco de periódicos. Por suerte, el primer golpe contra la metálica estructura del buzón había alertado a los viandantes, que se apartaban algunos con más suerte que otros, de la errante trayectoria del vehículo que fue a incrustarse en un edificio cercano.  

- Alguien debería llamar a la policía. - susurró a un grupo de jóvenes que tenía a su lado, quienes la miraron alterados durante unos segundos, pero luego tomaron uno de sus teléfonos móviles para dar la voz de alarma. Normalmente, lo habría hecho ella misma, pero desconocía como funcionaba ese tipo de cosas en la sala del peligro así que se conformó con avisar a uno de los peatones virtuales, y cruzar los dedos para que funcionara.

Mientras se acercaba a él, Alice comprobó en un rápido vistazo a la fachada que se trataba de una joyería. ¿Alunizaje y robo? ¿De eso se trataba? Por un lado, el creciente tráfico les iba a dificultar la huida... Pero también haría que la policía tuviera más dificultades para llegar a la escena, lo que daba un buen margen de tiempo para actuar. Para robar o para entrar a escena.

Entrar usando la entrada que habían abierto los ladrones era poco aconsejable, pues era más que probable que se los encontrara a todos de frente y se encontrara en desventaja numérica. Así que tras dar un rápido vistazo al edificio, empezó a correr en dirección a la furgoneta y haciendo uso de sus recientes habilidades adquiridas bajo el profesor Glámez, saltó sobre el coche, golpeando con los pies en la puerta del maletero e impulsándose para alzarse sobre el capó. La superficie era resbaladiza bajo sus guantes pero por suerte el salto le había ofrecido suficiente potencia como para alzarse sin demasiadas dificultades. Desde el techo de la furgoneta, pudo alcanzar el primer piso sin demasiada dificultad, y desde ahí buscó una ventana abierta o algún sitio desde donde colarse al interior del local. Su suerte quiso que encontrara una ventana abierta y que la gente que se encontraba en su interior estuviera en proceso de perder la calma y desatar el caos al escuchar un disparo en el piso inferior. Así pues, nadie reparó en la joven adolescente que tras colarse por una ventana, había logrado entremezclarse entre los que probablemente ahora eran rehenes.

No había sido la mejor idea, pero se encontraba improvisando sobre la marcha, y al menos ahora se encontraba en el interior del lugar indicado, y con la oportunidad de pillar por sorpresa a los ladrones.

De lo primero de lo que se percató fue de que contrario a su primera idea, eso no era una joyería, si no una exposición. Según un gran cartel que ocupaba al completo una de las paredes, eso era la LOOT 2019, (Museum of Art and Design) MAD about Jewelry. Una exposición de piezas de joyería de las más exquisitas y caras conocidas.

Dos ladros subieron al piso superior y tras disparar a uno de los hombres de seguridad que había ahí, obligaron a los otros dos a desarmarse. Por el ruido procedente del piso inferior, era obvio que al menos una persona se había quedado abajo, aunque parecía lógico pensar que hubiera al menos dos personas para tener a todos los rehenes bajo control. Tres de momento, era el total de hombres que había asaltado la exposición, tal vez cuatro si las suposiciones de Alice eran correctas. Dos arriba y mínimo otro más en el piso inferior, armados con rifles de asalto ligeros, cubiertos con pasamontañas y completamente tapados para ser irreconocibles.

- ¡Quieto todo el mundo! ¡A quien se le ocurra intentar dar por culo, o ayudar a otro le volámos la tapa de los sesos! - gritó el primero, cuya voz rasposa tenía un ligero acento alemán.

- Por favor - comentó su compañero con voz melosa. - Intentad haceros los héroes. Me haréis muy feliz. - debajo del pasamontañas asomaban unas greñas rubias.

- Por si no ha quedado claro, ahora sois rehenes. Comportaos como es debido y saldréis vivos de aquí.

Los dos hombres se pasearon por el lugar gritando órdenes a la gente que asustada seguía absolutamente todo lo que decían sin rechistar, agachándose y sentándose en un rincón del local, vaciando sus muñecas, oídos y cuellos de toda la joyería que llevaban encima, para finalmente entregar su cartera. Uno de los ladrones fue al piso inferior, al parecer a buscar al resto de rehenes y volvió minutos más tarde, llevando consigo un numeroso grupo de gente que fueron amontonandose en el mismo rincón. Agachada entre la multitud, Alice retiró el silenciador de su riñonera y poco a poco se llevó la mano bajo el jersey, mientras los dos ladrones se encontraban distraídos en pleno saqueo, y utilizando su poder para que la gente a su alrededor mantuviera silencio y no perdiera la calma, recordándoles que si alertaban a los ladrones, exponían sus propias vidas... colocó el silenciador en el cañón de su arma, y la sostuvo con el dedo índice fuera del gatillo.

Tenía que esperar el momento oportuno de reducir a los dos agresores sin dañar ni poner en peligro la vida del resto de inocentes involucrados en el incidente... Aun con el seguro de la pistola puesto, Alice la colocó de nuevo bajo su jersey, afianzada torpemente bajo el cinturón de sus pantalones. El hombre del acento alemán se acercaba a ella, pues al parecer era su turno para ser desvalijada. Con su mejor cara de inocencia e indefensión, contestó que no llevaba nada en el lenguaje de los sordo mudos.

- Coño, mira lo que hay aquí. Una muda.

- ¿En serio tio? - su compañero se acercó a contemplar a Alice con cierto regocijo en la mirada que no le gustaba nada. - ¿Puedo jugar con ella? Quiero saber si los mudos pueden gritar... ¿Tú que crees? - Clavó en Alice unos ojos azules como el hielo. - ¿Vas a gritar para mí?

El hombre del acento alemán la tomó del brazo y tiró de ella con fuerza, haciendole daño en el proceso, Alice hizo un leve intento de forcejeo, intentando colocarse en el ángulo ciego de esos ojos azules. En el gesto, el hombre había descendido el brazo con el que sujetaba el rifle y ella aprovechó para retirar la pistola de su cintura y colocó el silenciador en la parte inferior de su mandíbula, retirando el seguro.

- Ni se te ocurra moverte. - Siseó la británica, amenazante, mientras le quitaba el rifle de las manos. Luego fijó sus claros ojos verdes en el hielo del otro ladrón. - Y en silencio.

Su corazón latía con fuerza contra su pecho y podía sentir su pulso en las muñecas, pero aun así la pistola se mantenía firme y sin temblar. Sin dejar de apuntar a la cabeza del alemán, le quitó el rifle y lo tendió en dirección a uno de los agentes de seguridad supervivientes. Este tardó unos instantes entender el gesto de la morena y en acercarse a tomar el arma, mientras el segundo ladrón la miraba con asco y odio. Alzó el arma para apuntar a Alice, quien seguía utilizando el cuerpo del alemán a modo de escudo, aunque en el fondo le repugnara la idea. Entonces se recordó a sí misma que estaba en una simulación de un caso real, que esas personas no existían de verdad.

No podía evitarlo. Ese pensamiento la podía terminar llevando por el camino de la amargura. No podía basar sus acciones en el concepto de que era una simulación, pues eso haría que en una situación real no fuera capaz de reaccionar con la misma frialdad. O peor aún, que terminara por menospreciar la vida humana.

Así que intentó valorar a aquellos dos hombres como si estuvieran verdaderamente vivos. Apartó la pistola del primer hombre y disparó al segundo en la rodilla, colocandose a su lado para tomar el rifle, forzando a que el cañón apuntara hacia arriba y le desarmó, mientras un guarda de seguridad mantenía el alemán a punta de cañón y el otro se acercaba para asistirles.

Entre los tres lograron reducir a los dos ladrones, aunque tuvieron que amordazar al rubio, quien había intentado alarmar a sus compañeros del piso inferior. Dejando las armas en mano de los agentes de seguridad, Alice se acercó lentamente a las escaleras que conducían al piso inferior, y muy lentamente se asomó. Para su suerte, parecía que los ladrones habían enviado a todos los rehenes al piso superior, mientras los tres individuos restantes se habían quedado en el piso inferior vaciando vitrinas en unas grandes bolsas de deporte negras.

Alice se quitó el jersey y la gorra para que no le molestaran, y se ató el cabello en una alta coleta, tras lo cual preparó la granada de humo y bajó los peldaños que la separaban del piso inferior.

Sin darles tiempo a reaccionar, Alice lanzó la granada al centro de la sala y se cubrió tras uno de los escaparates. Esperó unos segundos, a que esta hiciera efecto. Escuchó el toser de dos de ellos y salió en busca del tercero, aprovechando el momento de distracción que sus dos compañeros abatidos le brindaba. El hombre dejó caer la mochila al suelo y buscó en su cintura un arma para encararse a la morena, quien, ante un enemigo desarmado pasó al cuerpo a cuerpo, asestándole un puñetazo en la boca del estómago. El hombre se dobló y maldijo por lo bajo, mientras Alice se preparaba para un segundo, dirigido a su sien. Y sin embargo el tipo era más alto y más fuerte que ella, y agarró a la británica de un brazo, forzándola a acercarse a él y cerró la otra mano en torno a su garganta. Alice separó los labios, en un débil intento de decir algo, pero la presión sobre su laringe hacía más difícil la labor. Forcejeó, intentó darle patadas y soltarse, pero el hombre era más robusto de lo que le había parecido en un primer instante. Y supo que tal vez, moriría. O que suspendería esa prueba, puesto que no era real...

Pero, ¿y si lo fuera? Sus ojos empezaban a negarse a causa de las lágrimas y le costaba respirar. No debía quedarle mucho tiempo antes de desamayarse a causa de la asfixia, y aunque confiaba en que la simulación terminara antes de llegar a ese extremo, no quería rendirse tan pronto. Su mano izquierda buscó el arnés, tomando la pistola que no llevaba puesto el silenciador y apuntó directamente entre los ojos del ladrón restante. Los bordes de su visión empezaban a oscurecerse, le costaba pensar con claridad. En la frente del ladrón había aparecido una vena, por el esfuerzo que estaba empleando en resistirla, en asfixiarla. Tenía que hacerlo, tenía que apretar el gatillo...



Un disparo rompió el silencio, y Alice cayó, sujetándose la garganta con la mano derecha, mientras la izquierda todavía sujetaba su pistola. Tosió y le dolían los pulmones mientras el aire volvía a ellos. Su pistola no se había disparado. Cuando al fin había logrado reunir el valor de usarla y estaba dispuesta a apretar el gatillo, alguien había disparado al ladrón, quien yacía en el suelo con un disparo en el brazo y otro en el costado. Se había desplomado y perdido el conocimiento, aunque seguía con vida.

Buscando a quien había sido su salvador, Alice vio a los dos agentes de seguridad bajando las escaleras, uno de ellos se acercó y la ayudó a levantarse, mirandola lleno de preocupación mientras su compañero iba a asegurarse de que los otros dos no iban a volver a alzarse pronto. Llevaba en sus manos una especie de cuerda roja, que recordaba vagamente a las que usaban en los expositorios para vedar el paso a según que zonas y ató y amordazó a los dos hombres. Claro, por eso habían podido bajar, los dos de arriba debían encontrarse también amordazados.

- ¿Estás bien, chica? - Alice asintió levemente con la cabeza, sintiéndose la garganta demasiado irritada como para intentar hablar.

Fue a girarse hacia el guardia, queriendo darle un consejo sobre volver arriba con los dos que seguían despiertos, cuando las sirenas de la policía empezaron a sonar en la calle. Alice volvió la mirada hacia la entrada, donde la luz de la calle entraba entre cristales rotos... Y ante sus ojos se desvaneció la Sala del Peligro.

Logan vio la escena completa desde su posición.
Al acabar, se acercó a la posición de la chica.
-Todo muy bien, salvo...bueno, no creo que haga falta que te lo diga, una alumna tan esforzada ya sabe cual es el problema.-
-Tienes sentimientos de reparo hacia quitar otra vida, lo comprendo, yo pienso que la mayoría de la gente es como tú, incluso muchos de entre los mutantes.-
-Ya sabes lo que pienso yo de esto. Un animal nunca dudaría, un animal mata por necesidad, no por maldad, pero cuando tiene que hacerlo lo hace. Ya sea por hambre o por peligro, lo hará. ¿Nunca viste esos documentales en los que se ven a las personas caminando entre leones en medio de la sabana, aparentemente sin peligro?. Eso es así porque en ese momento el león ni se siente amenazado ni tiene hambre.-
-La sala de peligro sirve para entrenar, pero lo que no te puede dar es la sensación de peligro de una situación extrema real, porque sabes que si pierdes aquí puedes volver a empezar.-
-En la vida real te podrás ver en una situación similar, en la que vas a tener que tomar la decisión, o él o tú, queda en tus manos. Y si vas a tomar la decisión más vale que sea antes que después, porque el resultado va a ser el mismo a pesar de tu duda.-
-Alice, nosotros podemos enseñarte las habilidades, pero la determinación no te la podemos ni te la debemos enseñar, es tu libre opción, desde hoy hasta el día en que mueras.-

Esperó con paciencia a que Logan se colocara a su lado, aun con la ligera sensación de que algo sostenía con firmeza su cuello, escuchando con atención las palabras de su profesor. Lo sabía, sabía que él tenía razón. Y de hecho... Estaba convencida que iba a apretar el gatillo. Estaba dispuesta a hacerlo, y había reunido el valor necesario cuando el guarda había aparecido. Pero aun así, no replicó a Logan. Sabía que tenía razón, y que en una situación real tal vez no habría sido capaz. Muy probablemente, de hecho. Aun así...

- Lo sé. Gracias prof-... Logan. Lo tendré en cuenta la próxima vez.

Empezó a recoger todas sus cosas, decidida a volverse a su habitación, sin poder dejar de darle vueltas al tema del gatillo. Su determinación, su valor, tenía que ser capaz de tener estas cosas claras. Cada vez más se estaba integrando en este mundo de aventuras y superhéroes. O se preparaba para afrontar estas situaciones o terminarían con ella... Literalmente.

Sin embargo, a los pocos segundos de dar la espalda a su profesor, se quedó inmóvil, incapaz de llegar hasta la puerta. No se sentía satisfecha con el entrenamiento de ese día. Había algo más que rondaba su mente.

- James... - se giró lentamente, mirándole. Había usado su nombre, esperando que Logan lo tomara como una muestra de confianza y no una falta de respeto. - Todavía recuerdas... - se mordió el labio inferior. No había un modo fácil de hacer la pregunta, pero necesitaba hacerla. Se repetía a si misma que su padre también había arrebatado vidas, que incluso las mejores personas a veces se veían obligadas a ello para salvar a los inocentes... - ¿Todavía recuerdas la primera vez que tuviste que abatir a alguien? Creo... Creo que tengo miedo a que hacerlo me cambie. No quiero... No quiero volverme una mala persona.

En el fondo, pese a su naturaleza altruista, Alice también podía llegar a ser egoísta. Y tal vez ese era el verdadero motivo que le impedía ser capaz de arrebatar una vida, incluso en simulaciones virtuales. Por miedo a que disparar el gatillo le hiciera perder parte de si misma con cada casquillo. Miedo a perder el pequeño amor a la vida que siempre había sentido, la facilidad con que la hacía sonreír con cada pequeño detalle, la sencillez con la que a veces — y sólo a veces — funcionaba su pensamiento. Así que tal vez, su deseo de no matar nacía de un pensamiento egoísta que sólo la beneficiaba a ella.

O es se decía a sí misma.

Logan escuchó su voz. Se la notaba angustiada al no saber afrontar la cruda realidad que la podría rodear en cualquier momento. No le habría extrañado que la tensión la hubiera superado en cualquier momento y rompiese a llorar de la tensión psicológica a la que estaba sujeta.
Esto no era cuestión de estrés o saturación de estudios y entrenamientos como la otra vez, sino el enfrentamiento directo con la muerte, que sabía que antes o después se vería en la dicotomía de matar o morir. Muchas veces podría encontrar alternativas para conseguir sus objetivos saliendo todos ilesos, pero tarde o temprano algo así iba a terminar sucediendo, su vida o la de la otra persona, y eso era duro.

Se sentó en el suelo.
-Siéntate a mi lado, Alice.-
-No, no recuerdo como fue la primera vez que maté, de hecho apenas recuerdo ligeros retazos de mi infancia y juventud. Sé como me llamo porque lo investigué luego, pero también sé que me he hecho llamar de otros muchos modos.-
Hay partes de mi vida que están claras en mi mente, mientras que otras se nublan hasta desaparecer. Semanas, meses, incluso años desaparecidos de los que no sé nada.-
-Otros de los que solo recuerdo mi existencia como un puro animal.-
-Tan sólo te puedo decir que sé que para mí esto empezó muy pronto, no sé cómo pero sí sé que era muy joven cuando sucedió la primera vez y casí fue involuntariamente.-
-En aquella época claro que ni habías nacido, ni tú ni ninguno de los aquí presentes, quedaban muchas décadas para que la Escuela se crease y que gente como nosotros tuviera un lugar donde aprender a dominar su poder.-
-Yo no tuve esa suerte que tenéis vosotros. Yo tuve que aprender las cosas por las malas, aunque yo también acabé siendo alumno de la Escuela, porque a pesar de mis años, yo también tenía cosas que aprender aún.-
-En cierto modo mi situación es ¿mejor?, porque yo no tuve que tomar la decisión que a todos os marca, el sobrevivir.-
-Y a pesar de todo sé que aquella vez dolió como ninguna. No recuerdo como fue, pero lo siento en mí, porque siendo ese dolor en mi interior. Aún así lo hice, por algo sería.
Se levantó, le ofreció su mano a la chica para incorporarse.
-No te agobies, porque no merece la pena agobiarse por lo inevitable. Cuando lo hagas dolerá, pero eso es lo natural, como cuando muere alguien querido, te duele, pero sigues, porque no hay otro camino.-
-Muchos hemos pasado por eso y aquí estamos, bien dentro de lo que cabe. Preocúpate si el día en que lo haces te da igual.-

Alice tomó la mano que le ofrecía su maestro, y se alzó a su lado. Su mirada seguía ligeramente perdida y distante, pero ya no parecía tan abrumada. Pensaba en todo lo que le había dicho Logan. Las situaciones que se había visto forzado a vivir. ¿Cuantos años debía tener? Muchos. Demasiados. Ya lo había mencionado con anterioridad, que él había vivido más tragedias que el resto porque había vivido más años. Que injusto resultaba, y qué triste. Perder a toda la gente que conoces, estar condenado a verles vivir y envejecer mientras tu te quedas atrás. Como había dicho él mismo, perdiendo a gente querida, echándoles de menos...

¿Cuánta gente habría perdido él? Y ahí estaba. Luchando por otros. Enseñándole a sobrevivir, sin dejar de avanzar sin saber cuál era el proposito... Le sonrió. Esta vez, le sonrió de verdad, tensando los labios hasta mostrar los dientes, sonriendo con la mirada. Logan no dejaba de animarla. No dejaba de apoyarla, y de empujarla a seguir adelante. Seguir encerrándose en pensar en sus problemas, lamiéndose constantemente las heridas, le parecía una manera muy pobre de compensarle.

- Vamos, James. Todavía tenemos tiempo, y me siento con ganas de seguir entrenando. Quiero aprender a pelear... Bien.

Sabía que si llegaba el momento, fuera cual fuera su respuesta, tomara o no esa vida, no le sería igual. Se había pasado toda su corta vida luchando contra si misma para no forzar nunca al ser humano. Valoraba la vida como algo precioso que debía ser conservado y era suficientemente inocente - o idiota según se mirase - para pensar que toda vida merecía ser salvada, y que todos merecían una segunda oportunidad. Imaginar que un día le daría igual arrebatar una, era como imaginar que un día desapareciese el sol.

-Si que se te ve animada ahora, Alice.-
Sonrió ante la fresca sonrisa de la chica.
-Salgamos de aquí y hagamos una carrera por ahí fuera.-

Comenzaron a correr, a un ritmo no muy alto, llegando en poco rato a la cercana antigua reserva india de Ward Pound.
Estando tan cerca de la gran ciudad, la presencia humana era aún grande. Se mezclaban las pequeñas poblaciones con campos, parques, arbolado disperso y de cuando en cuando parques boscosas más frondosos.
La antigua reserva era una de esos lugares, muy maltratado por la presencia de tanta gente en la cercanía, pero era el mayor parque de los suburbios de la gran ciudad. Para encontrar la naturaleza real tenía que desplazarse mucho más lejos de allí, lo que hubiera requerido un vehículo para llegar.
Logan en un sitio así se sentía más en su ambiente, sentía la llamada de los salvaje en su interior cuando corría por lugares así, pero su yo racional detenía cualquier atisbo de animalidad en aquel momento.
Todo aquello le llamaba a correr libre, pero se retuvo ya que sabía que en un terreno tan accidentado a Alice le costaría correr.

Tras un rato corriendo, la tarde fue empezando a oscurecer. Logan notó el despertar de los animales del lugar, muchos de ellos nocturnos.
Notó aquel intenso olor, se detuvo bruscamente y alargó el brazo para que Alice hiciera lo mismo a su espalda.
Era un olor acre y desagradable, él sabía lo que era. Se acercó a la fuente aunque manteniéndose a una distancia segura.
En el lugar, un claro entre los árbolas, un buho se cernía sobre una mofeta. La lucha por la vida y la muerte.
El buho picoteaba la cerviz de la mofeta intentando seccionar la médula de la mofeta, mientras esta, ya muy afectada por los ataque sólo podía intentar defenderse expulsando su desagradable aroma.
Aún a esta distancia el olor era asqueroso. Suponía que sería algo menos sufrible para Alice, pero para Logan suponía un suplicio, que aguantaba porque había olido ese olor muchas veces en el pasado y sabía que esa era la realidad del bosque y a pesar de la posibilidad de tener que olerlo, lo amaba.
Finalmente, el ave dio el golpe de gracia, matando al mamífero. Aún quedaba algo de luz para verlo. El buho siguió picoteando, arrancando jirones de carne del animal muerto.
Miró a Alice.
-Esta es la realidad del mundo.-