Una visita inesperada (Pamela L. Isley) [14/10/2018]

Puedo notar cómo su mirada dispar se clava sobre mi piel, inquieta y ansiosa esperando la respuesta que no salía de mis labios. Mis ojos de nuevo se encontraron con los suyos después de que alegase que ningún abogado estaría dispuesto a trabajar para mí. Arqueé una ceja, mezcla del impulso de echarme a reír y mezcla de un gesto de superioridad que quedó amagado hasta quedar sólo en esa ceja alzada. A pesar de que cuando la usaba solía significar algo malo, sonreí con sinceridad, y él era una de las pocas personas que podían conocer mi rostro en ese instante. Si había alguien que podía notar que era una buena expresión, era él, ya que en cuanto a gestos no había cambiado demasiado desde nuestra "relación".

Y me levanté escuchando las últimas palabras antes de su pequeña traba. "Por esta vez..." era la frase favorita y constante de la mayoría de villanos que residíamos en Gotham. Nunca se cumplía y siempre volvía a los labios del orador, pero era como un truco clásico. Muy de la vieja escuela, pero solía funcionar. Empezó a reaccionar acalorado y volví a acercarme a él como hice con anterioridad, apoyando esta vez ambas manos en su pecho y dejando mis labios a una distancia mínima de los suyos, sabiendo que si avanzaba le escocería demasiado.

- Ibas explicándome qué querías de mí...- dije en un susurro grave - Yo podría conseguir un abogado gratis que estuviese entregado a la causa- dije colocando una de mis piernas entre las suyas, con tacto y suavidad - Dime lo que quieres de mí y luego por qué te habría de escoger a ti... haz que me crea que eres el mejor- dije mirándole a los ojos y volviendo a sonreír. Era sencillo de entender. Quería saber qué precio tenía que pagar yo, y por qué de verdad estaba interesado cuando, haciendo lo que estaba haciendo en ese momento, podría conseguir a un abogado que me defendiese por "amor" y luego abandonarle. Además...seguramente me defendiese mejor uno de oficio cuya felicidad sexual dependiese de mi libertad que uno que quería verme encerrada.

El dichoso Dent... Era buen abogado, desde luego, sabía esquivar los temas principales y desviar la atención a temas que no importaban. Después de insistirle en que lo primordial, lo que más quería saber era qué quería de mí, consiguió seguir el hilo por la otra cuestión... ¿A qué vienen tantos rodeos, Harv?

- Bien... a fin de cuentas supongo que podría convencerte de cubrirme como me merezco- dije apoyando mis manos sobre los laterales de su cadera. - Oh cariño... me evitas...- dije siguiendo el movimiento de sus labios con los míos, como si le buscase constantemente. Y así hice cuando saqué la lengua, repasando de comisura a comisura los rojizos labios que me mordí después de eso, terminando con una sonrisa de medio lado. - ¿Qué precio tengo que pagar para tenerte?- como abogado, evidentemente...
Mis manos se deslizaron desde sus caderas hasta su espalda, oprimiendo sus lumbares contra mí. No me gustaba en absoluto tener que estar haciendo eso, pero es a lo que estaba acostumbrada, me salía sólo y era más útil de lo que estaba dispuesta a reconocer. Además de que nadie había sospechado del desagrado que sentía al contacto con los hombres... Digamos que aunque Harvey no lo sabía, siempre se me había dado bien fingir.
Mi mirada se intercalaba entre sus ojos y sus labios, esperando que de ellos saliese lo que llevaba queriendo oír desde el principio.
Sólo se me ocurrían dos motivos por los que ocultarme el precio. O bien pensaba que era desorbitado e injusto y lo estaba dejando para el final con el clásico truco de vendedor inmobiliario de enseñarme la mansión antes de mostrarme el precio... O sabía que estaría muy poco dispuesta a hacerlo, fuera lo que fuese. De cualquier modo era lo que nos faltaba por cerrar del caso, y esperé resolverlo pronto para poder echarle de allí y seguir con el gas de Crane.

OOC: He dado por hecho cosas en este post, si no quieres, edito o cualquier otra cosa sin problema, sólo dime.

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Cuando le veo deslizar sus dedos entre la chaqueta y la camisa me pongo a la defensiva. Puede tener un arma, otro químico, o peor... una oferta que me comprometiera a hacer algo que no quería. Pero al ver el papel me relajé de nuevo, suspirando. Se alejó de mí y me extendió otro papel... ¿Lo estaría haciendo para ponerme de los nervios a propósito? Si había algo de odio que conservase de mi parte puramente humana era el odio por la burocracia. Y estaba demasiado insistente como para conocerme previamente.

El sueldo era razonable, demasiado razonable, así que aproveché esa distancia entre los dos y detuve las feromonas, con eso tenía para un buen rato de asegurarme su atención. - Harvey...- dije intercalando la mirada entre el precio y sus ojos - Sabes de sobra que conseguir dinero no me cuesta en absoluto. Podría pagarte esto a la semana y no me costaría. No utilizo el dinero, y ahora no tengo el problema de encontrar abogado- agarré el papel que me extendió, así como el que ya había firmado y después de romperlos juntos en cuatro pedazos mientras contemplaba su expresión, yo sonriendo, por supuesto, los introduje entre las fauces de mi Cephalotus, dejando que comiera tranquila.

- Harv. Hablemos.- ahora el rostro ya no pertenecía a Hiedra sino a Pamela. Él mejor que nadie lo sabría... conocía la dualidad de rostros, y la conocía a ella. - Ven aquí..- dije acomodando una zona cercana para tumbarnos cómodamente los dos. Las plantas se retiraban a medida que me tumbaba en uno de los terrenos del jardin, preparando junto a mi un hueco para él. Me tumbé colocándome el pelo una vez tumbada, echando la melena roja por encima de mi nuca y esperándole desde el suelo. - Quiero hablar con Harvey. De tú a mí... ¿Qué quieres?- dije mirándole con curiosidad, con el rostro girado, buscando su mirada. - Sabes que puedo conseguir todo ese dinero sin problema. Pero de verdad que no necesito abogados y si los necesitase tendría cuantos quisiera- dije pensando en el hecho, no la posibilidad, el hecho de que así serían las cosas si le comentase a Rebecca cualquier problema legal. Estiré una mano y le agarré de la muñeca, tocando su camisa sin tocar su piel. - ¿Qué buscabas con este contrato? Sé sincero... ¿Tregua? ¿Impresionarme? ¿Una trampa...?- esperé una respuesta sincera. Al fin y al cabo no eran tiempos para matarnos entre nosotros. Supongo que en eso sí tenía razón.

-Pamela...-

Se me hiela el corazón. Hacía AÑOS que no me llamaba por mi nombre. No así. Siempre tenía ese deje de ególatra asqueroso. Parece que remarcaba mi nombre para decir "sí, te conozco". Y porque sabía que viniendo de él me molestaba. Pero ese tono en su voz que mostraba al Harvey Dent que me pidió salir. Al hombre con esa inseguridad detrás del traje impoluto recién estrenado de fiscal. Las tardes de campus y biblioteca, el primer beso, los polvos en su cama...
¿En qué momento había conseguido romper el cascarón de ese valiente hijo de puta? ¿Me necesitas...? TARDE DE NUEVO.

Sonreí. Por dentro, por fuera, con malicia y satisfacción. Me relamí hasta que noté el sabor de mis propios labios, incorporándome y soltándole la muñeca. La piel se me erizó y casi sentí que rejuvenecía. Me encontraba más viva y mejor. Potente y poderosa, como cuando salí de la jaula de locos.

-Oh, Harv...- sólo con la voz ya se notaba que estaba sonriendo. Esa voz sería nueva para él. No era la dulce Pamela ni la cruel Hiedra... Sino Pamela siendo despiadada. - Podríamos haber sido tan felices...- me puse frente a él, doblando mis rodillas para dejar mi cara a la altura de las suyas. - Una pena que sea un... ¿cómo dijiste? - dije mirándole a los ojos, obligándole a mirarle levantándole el rostro, tocando directamente con mi mano urticante su barbilla. Finjo estar pensativa un buen rato antes de volver a clavar mi mirada en la suya. Recitando con el mismo tono que utilizó él para dejarme tirada sola y romper conmigo cuando se enteró de que la mutación me había hecho estéril -ah, sí... un huerto vacío y estéril- dije sonriendo con superioridad y odio. Le solté la cara sólo entonces, comprobando la reacción de piel roja en su mandíbula de piel perfecta. Síntoma del veneno pasajero. Le miré a los ojos como Pamela, con un odio que ni si quiera Hiedra podría sentir. - No soy tu aliada. No soy tu amiga, estás sólo, Harv... Sólo como me dejaste a mí. Pobre, triste y sin herederos de tu falsa fortuna- dije haciendo alusión al fracaso económico que me había comentado. Me levanté del todo entonces mirando iracunda desde arriba. -Tú y yo no vamos a volver a ser nada jamás- dije sonriendo nerviosa, como una niña que recibe el regalo más grande de navidad, intercalado por una mirada de asco y odio profundo, demasiado arraigado como para eliminarlo. - Y te duele más a ti que a mí. Estás sólo. ¿Sabes por qué sé que te duele más que a mí?- dije de nuevo obligándole a mirarme desde abajo, agarrándole del pelo esta vez - Porque tú me necesitas... Y yo soy inmune. No te necesito ni voy a necesitarte...- me incliné sobre él ligeramente para susurrarle cerca de sus labios - Nunca más...- y me levanté con una carcajada que el jardín parecía vitorearme con sus movimientos.

De nuevo el rostro de asco y furia - Recoge tus cosas y lárgate. Al menos tú nunca estás sólo...- dije dándome la vuelta, empezando a alejarme de él.