Asuntos Inconclusos [Privado: Dalae, Fenixer y Arturo]

Tan pronto como cayó la noche sobre el bosque, salió del tronco de árbol caído donde tenía su escondite. Era una noche preciosa en ese bosque, plácido como pocos. La abundancia de criaturas mágicas al principio había sido un problema, pero poco a poco se habían ido acostumbrando a ello. Entre todas las hadas habían conseguido poner un poco de paz, y los únicos heridos habían sido un par de licántropos... Y una tribu de duendes, y un cockatrice, y algún que otro silfo. Oh, y la mayoría de las hadas, incluida ella misma. Bueno, podría haber sido peor, ¿No? Mucho peor... No se dió cuenta de que estaba allí. Simplemente, estaba demasiado absorta en sus pensamientos como para darse cuenta de que un par de ojos azules brillantes como los de un gato, la observaban desde las sombras. Se posó sobre una hoja, para beber de una gota de agua de lluvia que allí había. No escuchó la cuerda tensarse, el proyectil en ella, apuntando directamente a su cabeza. Alguien sonrió desde su escondite, a punto de disparar... Hasta que una vibración, como el zumbido de las abejas, alertó al hada, que salió volando asustada.

Dalae maldijo su suerte, y salió de detrás del arbusto. Tiró la piedrecita, y guardó el tirachinas en el que la había cargado. No se había acordado de poner el móvil en silencio antes de salir a cazar hadas... Menudo error de principiante. Más le valía que fuera importante. Miró la pantalla, muy luminosa en la penumbra. Arturo.

-Espero que sea más valioso que unos gramos de polvo de hada, dragón. Me acabas de asustar la presa.-Su tono de voz algo molesto cambió rápidamente al enterarse de qué ocurría.-Bien... ¿Alguna idea de qué hace exactamente?¿O vamos a ciegas?-Para variar, no tenían información alguna sobre el sujeto. Así daba gusto.-De acuerdo. Voy para allí.

-¿Qué pasa ahora?-Raden estaba detrás suyo, limpiándose la sangre de la última comida a lametazos.-Parece que nuestro amigo tiene problemas. Toca trabajar.-Guardó en el hueco de un roble el tirachinas y los frascos de cristal para guardar hadas y cogió los cuchillos arrojadizos, que hicieron compañía a la espada que pendía de su cinturón. También el arco y las flechas envenenadas, no sabían con quién se las iban a ver, así que mejor llevar un poco de todo.

Cinco minutos después, la hechicera había tomado el aspecto de Rydia con armadura, y caminaba por la rama de una encina milenaria. Bajo ella, el albino esperaba, impaciente. Raden estaba a buen recaudo, dentro del bastón, que a su vez había sido reducido de tamaño y escondido en uno de los antebrazos.

La hechicera se dejó caer a espaldas de Arturo, silenciosamente. Sus tatuajes brillaban, había sido detectada, pero no vista. Sonrió para sus adentros.

-Aquí me tienes. ¿Vamos?

"Especialista en infiltración y ocultación". Qué risa, cuando era ella la que había estado engañándole desde el primer día, ocultándose tras una máscara de ilusiones. No dejaba de tener su gracia. Pero claro, era mucho más divertido y útil si él no lo sabía. Así que se encogió de hombros y le sonrió.-Qué poco sentido del humor tienes hoy, Arturo. ¿Tan peligroso es?-Claro que lo era. Raden la había informado de que aquel lugar estaba impregnado de una energía desconocida y bastante desagradable, así como de que en el interior de la iglesia aguardaban varios seres. En resumen, que se estaban metiendo en la ratonera así, como quien no quiere la cosa. Simplemente, iban a desmantelarla primero. El plan de Arturo era simple y efectivo: Debilitar la construcción para poder escapar rápidamente si la cosa se les iba de las manos. Se separaron, y la maga se desvió por un lado del edificio. De pronto, vió algo en el suelo que le llamó la atención vivamente: Huellas humanas. Se agachó en el suelo para observarlas mejor: Eran grandes y el rastro seguía fresco, así que quizás sería buena idea seguirlo. Si había gente por allí, podría preguntar. Quizás sabían algo del ser al que pretendían dar caza. "-Yo te guío. El rastro es fuerte aún."-Raden fue indicándole el camino a través del bosque, guiándose por su olfato. Llegaron a una cabaña de madera destartalada, situada en un pequeño claro. Se oían voces humanas en el interior, y una luz anaranjada brillaba en las ventanas. De la chimenea surgía un humo gris oscuro que se perdía en la inmensidad del cielo nocturno.  "-¿Crees en serio que sabrán algo? Por ahora yo lo dudo mucho."-Rydia salió de la espesura y se aproximó a la chabola. "-No lo creo. Estoy segura: Si siguen vivos, algo tienen que saber."-Cuando llegó a la puerta, llamó con los nudillos. Inmediatamente, la conversación se interrumpió, dejando como único sonido el crepitar de las llamas. Se oyeron pasos, y un anciano barbudo abrió.

Tenía cara de pocos amigos, y la miró de arriba abajo antes de hablar.-¿¡Quién eres y qué haces aquí!?¡Lárgate antes de que...! -Dalae se mantuvo imperturbable. -¿Antes de qué? Señor, no quiero hacerle daño ni a usted ni a su familia s menos que me obliguen a ello. Sólo quiero saber quién vive en ese castillo.-Apartó ligeramente su capa de color sangre, dejando a la vista la espada envainada. Una amenaza sutil para que se lo pensara mejor antes de darle una respuesta que no quería escuchar. Por suerte, eso fue suficiente para que el viejo le explicara lo que ocurrió el día en que ese hombre misterioso los echó del castillo para instalarse él mismo. No lo habían vuelto a ver. En un momento dado, tuvo que "ayudarle" llenando su mano de energía y acercándosela un poco para que le contara todos los detalles. Detrás, la mujer y algunos niños la miraban fijamente, murmurando oraciones como si eso pudiera alejarla. Ilusos. -Muchas gracias por su ayuda, señor. Les recomiendo que se vayan lejos de aquí, al menos esta noche. Va a ser peligroso encontrarse cerca del castillo.

Cuando volvió allí, hizo su parte del plan que Arturo había ideado y volvió al punto de encuentro, en la sala de entrada. Le comentó rápidamente a su aliado lo que había averiguado, pero pocos instantes después algo se escuchó. Era un sonido lastimero y ahogado, que hizo a la asgardiana ponerse alerta en seguida. Entonces, se les echaron encima. Dalae y Arturo evitaron el primer golpe con facilidad, pues sus contrincantes no eran especialmente rápidos. Ella pudo fijarse mejor en ese momento: Aquellos seres parecían humanos al menos en la forma, pero estaban llenos de costuras. Su piel era como el cuero, y el único sonido que emitían por las bocas cosidas era esa especie de lamento. Pero lo más importante de todo era que iban desarmados. No parecían demasiado fuertes tampoco, así que esa estrategia de combatir cuerpo a cuerpo no tenía demasiada lógica. Desenvainó la espada, y lanzó un tajo a uno de sus rivales. La carne se rasgó con demasiada facilidad, y de ella brotó un líquido verdoso."-Veneno."-Medio segundo después, Arturo la avisó del peligro. -¡No me digas!-Se guardó la espada, y empezó a atacar a los seres con proyectiles de hielo para mantener las distancias. La ilusión las hacía parecer esferas de energía, para no dejar a la vista nada que pudiera identificarla como Dalae. Tenía que moverse rápido para que ninguno la tocara, mientras disparaba intentando apuntar a la cabeza de los monstruos  para matarlos rápidamente. Pero de cada nueva herida salía más líquido, lo cual dificultaba el moverse por la habitación. De pronto, un ruido resonó en el castillo. Arturo había estado arriesgándose a luchar cuerpo a cuerpo, y le habían asestado una patada brutal. Despedido, había atravesado una pared, y la mayoría de los seres fueron a por él. Dalae disparó a algunos, pero la mayoría pasaron al otro lado.

-¡Arturo, sal de ahí antes de que...!-Tarde. El muro acabó de ceder, tapando el hueco que conectaba ambas habitaciones. Apenas habían empezado, y ya se habían separado. Dalae acabó de eliminar a los enemigos que estaban con ella, y comenzó a investigar...

[..............]




Y me parece que faltara mas para llegar hacia Rydia, este enemigo no es alguien que deje las cosas al azar.

Los pasillos de aquel lugar estaban desiertos. Dalae avanzaba cautelosamente, con un gólem de hielo caminando ante ella. El constructo había sido decapitado, acribillado a flechazos, incluso le había caído ácido encima. Las trampas de aquel lugar eran de gran calidad, sin duda. Pero la mayoría saltaban en cuanto el señuelo pasaba cerca. De todos modos, en algunos casos ni siquiera eso era necesario. Por puro entrenamiento, la asgardiana ya conocía muchas, y cuando éstas tenían componentes mágicos Raden las olía. En pocas palabras: La joven llegó sin despeinarse apenas a una estancia enorme, atravesando un estrecho pasillo semiderruido. "-Una iglesia."-Quizás la asgardiana no fuera especialista en cultura humana, pero podía identificar esa estancia. Las paredes de piedra se adornaban con costosas vidrieras de colores brillantes, ahora rotas la mayoría de ellas. Si hubiera habido algo de sol, seguramente sus rayos habrían atravesado esos cristales, proyectando sus dibujos de santos y ángeles sobre los bancos de madera enmohecida, el suelo y la armadura de la chica por igual. Pero era noche cerrada, y la Luna ya no permitía ver como antes, en los pasillos. Dalae formó una bola con sus manos, musitó unas palabras en asgardiano, y las abrió con cuidado. Entre ellas se había formado una pequeña esfera de luz, del tamaño de un huevo, que fue creciendo poco a poco. Si no fuera azul, podría parecer una reproducción del Sol tal y como se veía en los satélites. Dalae puso la palma de su mano bajo la esfera, sin tocarla, y la lanzó hacia el techo. Unas nuevas palabras, y la luz se hizo algo más fuerte, bañando el templo con una luz fantasmal. En ese momento, parecía que todas y cada uno de las estatuas iban a cobrar vida. "-Parece mentira que los humanos crean que estos tipos son sus protectores... Dan repelús."-La verdad es que era cierto. La luz mágica era de todo menos estable, y las sombras danzaban en torno a Dalae, deformando los rostros de las figuras. Y el hecho de que, presidiendo la escena, se hallara una cruz con un cadáver en ella... A ojos de quien no comprendía la religión, la situación era realmente macabra. Pero eso no la hizo vacilar cuando se aplicó a la tarea de inspeccionar la sala. Escuchó con atención: Cualquier ruido de pelea, cualquier voz, le indicaría a dónde había ido a parar Arturo. O dónde se encontraba su enemigo. Pero el silencio era abrumador.

Curiosamente, hacía un buen rato que no se encontraba ningún enemigo, más allá de los engendros venenosos de la entrada y alguno más que había encontrado al entrar en un dormitorio. ¿Habrían huido? Quizás ese rival misterioso no tenía tanto control sobre ellos como había supuesto desde un principio. No había ningún otro ser vivo en el castillo aparte de las enredaderas que invadían la estructura y algún que otro insecto. ¿Él vivía solo con sus monstruos? Qué curioso...

No pasó mucho rato hasta que escuchó una voz, tras ella. Alzó la vista, y sus ojos toparon con la figura de un hombre de cabellos grises, vestido de armadura. Algo oscuro cubría la mitad inferior de su rostro, y estaba encima de una estatua desgastada por el tiempo, a una altura considerable. Oh, y era de los que les gustaba la filosofía. Mostró su primer poder: Levitación, el cual utilizó para descender hasta el suelo, sobrevolándola y posándose a su espalda, a varios metros de ella.

-Podría decirse que estoy por encima de esa clase de cosas. La evolución no sirve de nada si estás condenado a morir. La salvación es peor aún. Nadie se salva, es un espejismo que se desvanece cuando estás a punto de rozarlo con los dedos, así que prefiero ahorrármelo. Sólo tengo una pregunta... ¿Es una distracción este discurso? Por que lo parece.-Comenzó a aproximarse, y Dalae lo esperó en su sitio, ante el altar. Ahora que estaba más cerca, la joven pudo verlo mejor. Lo que ocultaba parte de sus rasgos era como una máscara o algo parecido.

-En ese caso, habrás percibido que mis intenciones son buenas.-Le miró directamente a los ojos.-Ayudar a un amigo en apuros es algo muy noble, ¿no crees?-En ese momento, lo dijo. Se había dado cuenta de que estaba cubriéndose con una ilusión. El aspecto exterior de Rydia permaneció inmutable, pero el auténtico rostro de Dalae se contrajo en una expresión de desagrado. No podía poner en peligro su tapadera: No quería ser reconocida, y si su enemigo escapaba, se llevaría consigo el recuerdo se su imagen. La cara de una joven que debería estar muerta, y no lo estaba.
-No eres quién para hablar de rostros ocultos. Si yo puedo ver el tuyo, yo retiraré la ilusión.-No pensaba hacerlo, por supuesto. Pero quizás la máscara de su enemigo protegía un punto débil aprovechable, o puede que fuera alguien conocido y por eso tenía tanto cuidado con su identidad. Entonces, el desconocido arrojó algo ante ella. Incluso antes de cogerlo con una mano, ella ya sabía qué era. El abrigo escarlata de Razor era muy fácil de reconocer, incluso de lejos. La sangre de veía negra sobre la tela roja, tan fresca que cuando Dalae la tocó se manchó  la punta de los dedos."-¿Estamos jugando al póker? Por que se acaba de tirar un farol tan grande como una casa."

-¿Tan pronto? Vaya, parece que no era tan buen luchador como aseguraba ser...-Se llevó los dedos a los labios y se los chupó para limpiarse.-O lo sería, si no notara su presencia aún en el castillo. Sólo me queda saber dónde.-Con toda la calma del mundo, estiró la gabardina, la dobló y la dejó en un banco que tenía al lado, todo ello sin perder de vista a su rival, quien permanecía inmóvil en el pasillo.-¿Ya con ganas de pelear? Yo casi prefiero averiguar por qué hay gente interesada en matarte.

Era astuta, ella es astuta...
Permaneció con su mirada penetrante en mi sin perderme de vista, la conexión de nuestros ojo podía hacer una chispa en cualquier momento, y la tensión podía cortarse con el soplar del viento. Pero aun así, no era mas que un objetivo, la era pedazos tanto física como psicologamente. Solo tengo que encontrar esa brecha que alguna vez supe abrir en las personas.

-Mi rostro...
Es un vago pensamiento pero, antes de ocultarme a nadie le interesaba quien era. Pero ahora que lo hago lo hacen las personas equivocadas. Mas curioso aun, antes creía que las personas que se interesaban eran las correctas, eso me llevo a desconfiar de la gente.
Así que por desgracia para ambos, mi rostro seguirá en su lugar. Aunque el tuyo mi querida invasora, ya ha sido delatado.-

-MAS FRÍA QUE LA NIEVE ¿VERDAD?.-

Y de repente hubo un incomodo silencio. De repente parece que todo sonido causado por el ambiente haya detenido su curso. Podía oir el fluir de nuestra sangre y el latido de nuestros corazón, es un hermoso tipo de silencio.
Le había hecho saber que su identidad no era un misterio para mi con esa indirecta, las cosas se tornaron interesantes.

Pasado unos segundos y sin dejar de mirarnos, sin emitir ni un solo sonido, inicio mi ataque. El sector donde ella se encontraba se derrumbo de repente para que caiga varios metros al suelo. Pesadas piedras y escombros le caerían encima para aplastarla. No tenia que demostrar mi poder, al menos no del todo, ella es inteligente sabrá la manera de contrarrestar mis ataques.

- Te darás cuenta, de una manera o alguna, te darás cuenta. -

Apresuro mi caminar y salto por el gran hoyo en el piso por donde ella cayó. Me abro paso entre el polvo y saco una minúscula navaja que puede agrandar unos centímetros su tamaño para cualquier dirección. La apuñalare en el estomago y luego lo activare en dirección al corazón.

-En un susurro-
-Lo lamentaras. Todos lo lamentaran-


(OFF: Arturo ha pedido que le salteemos el turno así esto tiene mas fluidez y el puede tener tiempo para entrar en el conflicto. Gracias. )

-Sinceramente, me habrías sorprendido mucho si te hubieras quitado la máscara. -No había respondido a ninguna de las cuestiones que la asgardiana le había planteado. Quizás algunos magos inexpertos hablaban más de la cuenta, bravuconadas que solo informaban a su enemigo. Palabras que se volvían contra quien las dijo. Pero él no. Hablaba mucho, pero al fin y al cabo no decía nada, al menos nada útil. Todo ello sin dejar de caminar, despacio. Hasta que lo descubrió. Dalae hizo una mueca, sin saber qué había visto exactamente. ¿Su aspecto verdadero? ¿O sólo su esencia? Fuera como fuera, él era más peligroso de lo que había pensado desde un primer momento: Pocos seres podían presumir de ver a través de aquel velo. Y Dalae aún no se había visto las caras con ninguno de ellos, únicamente quizás con Arión. Pero el Sumo Mago estaba demasiado ofuscado como para ver más allá de lo que quería ver. En su caso, la amable Rydia era mucho más deseable que cualquier otra cosa que se ocultara tras ella, así que ni siquiera había intentado mirar.

-¿Cómo lo has hecho?-Lo miró con esos ojos acerados, como intentando descubrir qué hacía a ese ser diferente. Se hizo el silencio, sólo roto por los latidos rítmicos de sendos corazones. Quizás otra persona hubiera pensado algo bonito sobre aquellos instantes. Quizás. Pero Dalae era quien era, y ese golpeteo acompasado simplemente la informaba de que había un corazón susceptible de ser apuñalado dentro de ese pecho cubierto con una coraza. Un corazón que ella podía silenciar para siempre. -Pero veo que tú eres cálido... ¿Es fuego lo que tienes en la sangre, estimado rival? ¿O es algo más oscuro?-Rezaba por que fuera lo segundo, si algún dios la escuchaba todavía aparte de Loki (quién posiblemente estuviera mirando como quien ve una película). Si realmente aquel hombre controlaba el fuego, iba a necesitar de la ayuda de Arturo. Hora de recurrir al juego sucio. A diferencia de otros magos, la morena no necesitaba mover ni un solo dedo para hacer uso de sus poderes. Por ello, no le costó demasiado arreglárselas para que una de las gigantescas lámparas de hierro cayera del techo. El tener en cuenta el terreno de juego era, a menudo, la diferencia entre la vida y la muerte. Aunque claro, ella se sentiría bastante decepcionada si solo aquello hacía le daño de verdad. Pero en ese momento, el suelo de hundió bajo sus pies, arrojándola al piso de abajo. No gritó, se limitó a doblar las rodillas para amortiguar el impacto y a hacerse a un lado para evitar que bloques de granito más pesados que ella la aplastaran. Pero la había pillado por sorpresa, y el aterrizaje no fue todo lo fluido que cabría esperar. Se dió un golpe en el antebrazo al rodar para esquivar las rocas, y eso rompió el fino hilo de oro que mantenida unidas las cuentas de la pulsera mágica. Con un destello verde, Rydia desapareció y dió paso a una chica algo más joven y mucho mejor armada, con un brillo azulado en los ojos. La luz azulada de la iglesia  bastaba para ver en ese foso, que resultó ser el nivel superior de las catacumbas. El atuendo negro de la maga ayudaba a difuminar su silueta. Es difícil matar a alguien si no lo ves bien. Algo le decía que ese hombre iba a descender también. Y lo hizo, con una navaja en la mano. Tan pronto como sus pies rozaron el suelo, algo brotó del suelo. Habrían parecido raíces, de no ser por que brotaban de abajo hacia arriba, y eran transparentes como el cristal.  Apretaban como los anillos de una boa, si única intención era romperle las costillas o algún miembro si eso no era posible. Si esto sucedía, lo dejarían tirado en el suelo, y antes de que pudiera gritar de dolor tendría la garganta cortada, así que dejaría de poder hacerlo. Sencillo, rápido y eficaz. O lo sería, si esto no fuera una mera prueba. Dalae quería forzarlo a usar sus poderes, aunque él no quisiera. Por suerte, la sensación de asfixia es muy convincente para esta clase de cosas.

-¿Me recuerdas qué tenía que lamentar?-La tranquilidad de Rydia había sido sustituida por la frialdad de Dalae, que miraba al otro con atención. Aquello era increíble. Arturo le había pedido ayuda, no le había dicho que hiciera todo el trabajo por él. Seguro que estaba decapitando engendros tranquilamente, en algún otro lugar del castillo.

Se ahogaba. Ese hombre era mucho más fuerte que ella físicamente hablando, así ahora Dalae no gastó energías ni tiempo en debatirse una vez pasada la sorpresa inicial. Tenía... Tenía que congelarlo, aprovechar que la estaba tocando. Pero si pensarlo en esas condiciones ya era difícil, hacerlo resultaba casi imposible. Estaba confundida: ¿Cómo podía saber su nombre? ¿Por qué verla lo había enfurecido? ¿Qué sentido tenía todo aquello? No tenía respuesta a ninguna de esas preguntas, y se le estaba acabando el aire mientras su visión se nublaba... Pero, de pronto, algo cálido y líquido se derramó sobre su torso. Sangre. Pero no era suya, sino de aquel desconocido. Sus pensamientos iban a cámara lenta. Dejó de sentir esa presión atenazando su garganta, y respiró con ansias el aire viciado y cargado de polvo del sótano. Rodó a un lado para apartarse de su agresor y recuperar el aliento. Raden salió del bastón, y se interpuso entre la chica y Fenixer. Gruñía, mostrando los colmillos afilados como puñales, con el pelaje erizado y los ojos centelleando en la penumbra. Ahora, su enemigo estaba atrapado en un fuego cruzado. Al otro lado, Arturo estaba preparado para pelear, la espada desenvainada y prendida en llamas que iluminaban la escena.

Detrás del lobo, la asgardiana se incorporó poco a poco. Estaba furiosa, pero eso sólo se reflejaba en sus ojos. El resto de su ser permanecía tan inmutable como siempre, aunque estuviera ardiendo un infierno en sus pupilas.

-Me vas a decir ahora mismo qué sabes sobre mí, por qué hay personas interesadas en matarte y qué es lo que pretendes atrincherándote aquí con tus monstruos y tus trampas. Y además, me vas a decir la verdad. ¿Está claro?-Sus pasos aún eran vacilantes, por lo que tuvo que apoyarse ligeramente en Raden. Odiaba sentirse débil con toda su alma. O con lo que quedaba de ella. Más le valía hablar, Dalae no sabía hasta qué punto estaba al corriente de sus asuntos. Si no sabía mucho, quizás pudiera deformar lo que supiera de manera favorable. Pero si no... No tendría más remedio que eliminarlo, aunque Arturo no estuviera de acuerdo. El piromante mataba, era cierto, pero siempre había tenido cierta moral.

Aquel hombre no sólo no dijo nada, sino que además huyó al ver que no sólo tenía un enemigo. Pero antes, uso una gran cantidad de armas de filo, para eliminarlos o al menos tomar algo de ventaja. Dalae ni parpadeó: Creó un escudo que atrapó dentro de sí las armas con un chasquido seco. Apenas hubo hecho esto, se giró hacia Raden, que ya estaba husmeando el ambiente.

-¿Y bien?-El lobo hizo un gesto con la cabeza. -Listo. Es por aquí, seguidme. -Corrieron en búsqueda de su presa a través de los pasillos, pero a Dalae la asaltaban las dudas, y decidió planteárselas a Arturo.

-Este tipo me conoce, y me odia. ¿Qué sabes de él? Nadie fuera de nosotros debería saber que existo siquiera. - Eso era solo una verdad parcial, pues alguna persona más estaba al corriente. Pero eran razones mayores, después de todo: Sasha, Planaria, Tortita... Y ni siquiera sabían la historia por completo. Procuraba mantenerlos al margen de todo, era lo mejor. Pero ese tipo le descuadraba todos los planes. ¿Qué había fallado? ¿Y qué pasaría si se iba de la lengua? ¿Cuánto sabía realmente? Iba a conseguir esas respuestas, aunque tuviera que arrancarle la piel para que hablase. Después de todo, no era la primera persona a la que silenciaba por saber más de la cuenta.

Raden los dirigió a una sala diferente, siguiendo el rastro de ese tal Fenixer. Por el camino no encontraron más trampas, lo que les permitió avanzar rápidamente. Pero eso solo hizo que la asgardiana se pusiera más alerta: Eso solo podía significar que él quería que pasaran por ahí, y hacer lo que tu enemigo quería que hicieras nunca ha sido buena idea. Tampoco tenían otra opción, realmente. Dalae no podía pensar un plan si no conocía a su enemigo. Arturo tampoco sabía mucho más: Una de esas típicas leyendas de un luchador invencible y misterioso, que nunca eran ciertas del todo. Lo que se contaba por las noches en las tabernas del mundo mágico, cuando toda la escoria que ahí se reunía había bebido demasiado y ya empezaba a ver fantasmas ocultos en cada rincón. Y por supuesto, el protagonista de esas historias nunca negaba nada... Hasta que alguien lo destronaba. Ese alguien se convertía en el nuevo señor de ese feudo inventado, respetado y temido por los estúpidos que contaban cuán terrible era. Todo historias, todo mentiras, todo nada. -Si nadie sabe nada de él, entonces habrá que preguntárselo directamente.-Respuestas. Sólo quería eso, simplemente eso. Luego, ya vería qué podía hacer con él, aunque la opción de eliminarlo era cada vez más y más tentadora.

Llegaron sin más percances a la siguiente sala, que aparentemente estaba vacía. Pero para cuando quisieron darse cuenta, estaban atrapados. Un gas salió de ninguna parte, haciendo que Dalae se mareara. Eso le impidió ver a Fenixer hasta que ya fue tarde: La golpeó en el estómago, dejándola sin aliento. Doblada de dolor, notó como unos hilos se enredaban en torno a su cuerpo, como una tela de araña. Y de pronto, la voz de Fenixer en su oído. ¿Cómo sabía lo de Asgard? ¿Cómo...? Su visión se nubló hasta desaparecer por completo, al tiempo que su cuerpo dejaba de responder.

-No voy a morir...-Susurró, antes de perder la consciencia. Detrás, Raden también se había quedado muy quieto, allí donde su enemigo lo había atado junto al Dragón. Sólo podían esperar a que el efecto pasara...

Algún tiempo después, la hechicera abrió los ojos. Seguían dentro del castillo, averiguó mirando alrededor. Le dolía el estómago, y su vista se desenfocaba cuando intentaba mirar a algún punto fijo. Aún algo mareada, buscó con la mirada algún punto de referencia a partir del cual situarse. Estaba apoyada en una pared de piedra, aún atrapada entre esos hilos. Raden y Arturo no estaban muy lejos, en un estado parecido al suyo propio, o eso parecía. Tal y como estaba, podrían haber sido muñecos, y tardaría en darse cuenta. De pronto, una mano tomó su barbilla, y la obligó a mirar hacia la cara de su enemigo. Parpadeó, confusa. Los ojos parecían piedras, duros, pequeños y grises; bajo ellos una máscara negra, metálica. La que debería haber usado seguramente para protegerse del gas. En un segundo, comprendió lo que pensaba hacer, incluso antes de ver el cuchillo en su otra mano. Se concentró en acumular energía en su cuerpo adormilado, para crear una estalactita de hielo que surgiera justo delante de la cara del hombre. Entonces, solo tendría que moverla un poco... Pero fue el propio Fenixer el que se separó murmurando algo. Justo después, Dalae lo escuchó con claridad. Su respiración, pesada e irregular, era la de alguien ahogándose. Ahora que su cabeza había dejado de dar vueltas, la chica observó lo que él hacía. Dijo algo a lo que ella no dió demasiada importancia, y comenzó a hacer algo que no pudo ver demasiado bien. Estaba de espaldas, pero cuando se volvió de nuevo, respiraba profundamente. Como una persona que ha pasado demasiado tiempo bajo el agua y vuelve a respirar a la superficie. Dalae encajó piezas rápidamente: Ese... Ser, por llamarlo así, necesitaba de las máscaras para respirar. Y se le agotaban con el tiempo. Eso ya le daba una pista sobre la que construir una trampa para él. Se movió un poco, provando sus ataduras. Estaban apretadas, y eran resistentes, además de que la había desarmado para que no pudiera cortarlas, cosa de la que además si captor se daría cuenta antes de que se soltara. Pero no eran mágicas. Dalae echó un vistazo hacia Raden, que me devolvió la mirada. Pensaban lo mismo. Error de novato.

El hombre de pelo gris atrajo hacia su mano algo que había permanecido en un rincón, sin llamar la atención hasta ahora. La maga lo reconoció casi al instante: El mosquete de Rip. Así que era cierto... Dalae sabía de sobras que la súcubo estaba agonizando, pero esperaba que tardara algo más. Seguramente Fenixer hubiera acabado ya con su vida, si aún se la podía llamar así: Tal y como lo deseaba. Era lo mejor para criaturas como ella. Vio vacilar al que trataba de ser su asesino, estaba cansado y ya no podía disimularlo más. "-Bien."-También habló de "otro sujeto", del que Dalae no sabía nada. Quizás Arturo supiera algo, podía verse cierto reconocimiento en su cara cuando lo mencionó. De hecho, él no sólo sabía cosas sobre ese "sujeto", sino que también tenía lazos con la propia Rip. -¿Un año entero?¿Para qué?-Entonces, un pequeño libro aterrizó junto a ella abierto, movido por el poder de Fenixer. El diario de Van Winkle. -¿Cómo ha llegado esto aquí?-Creía que lo había destruido o repartido todo. Pero le costaba creer que algo tan importante para ella como su diario acabara en manos del dragón por voluntad de la propia Rip. Ahora que lo pensaba... Todo aquello podía tener una explicación lógica. Fenixer estaba relacionado de alguna manera con Rip y con ella misma. Eso dejaba muy pocos candidatos a la hora de descubrir su identidad...

Ahora era cuestión de esperar qué quería hacer: El plan de escape estaba hecho. Lo único que necesitaba era que no la matara aún.

Mi aire volvió con la mascara de repuesto y volví a la ofensiva. Múltiples disparos fueron efectuados casi de inmediato, uno detrás de otro. Explotan al impactar, cosa que hacia retumbar todo el castillo.
Las municiones se agotaron y arrojo el arma.
Para finalizar mi ataque, oprimo mi mano con fuerza y toda pared, techo y objeto que se encontraba en la habitación, todo fue con una rápida atracción a donde se encontraban ellos, excepto por el sector donde me encontraba ubicado yo.
De esta forma serian golpeados y aplastados por la habitación en si.

Esperare a que el humo se disipe y me llevare sus cuerpos a la guardia subterránea. Todo se derrumbaba frente a mis ojos, mi pelo se movía de forma brusca mientras yo seguía parado de forma tranquila. Debo permanecer tranquilo y seguir calculador, no debo enseñarles mi poder verdadero, usando el 20% de mis recursos y mi poder es suficiente.

Primer dado los disparos.
Segundo dado el ataque de la habitación.
Ambos dados son para Dalae y Arturo.

El miembro 'Fenixer' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

#1 'Dado de 10' : 4

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#2 'Dado de 10' : 5

Dalae tironeó de las ataduras, para asegurarse. No eran mágicas, ni siquiera eran cadenas. Hacía falta algo más que cuerdas para retenerla, y más ahora, que el mareo había cesado. Generó en sus muñecas un par de cuchillas aserradas, que comenzaron a rasgar los hilos que sujetaban sus manos. En unos minutos, estaría libre otra vez. Raden la observaba por el rabillo del ojo, esperando su señal para transformarse en bruma e ir a su lado.

Para variar, su enemigo no respondió a ninguna de sus preguntas. En lugar de eso, disparó. Pero no como Dalae lo hubiera hecho. Ella hubiera apuntado directamente a la cabeza, de cerca, sin darles la oportunidad de escapar. En lugar de eso, lo que salió del mosquete de Rip fue una salva de disparos sin un rumbo fijo. No tenía demasiada lógica para la asgardiana, que rompió de un último tirón los hilos. Un segundo después, Raden se transformó en niebla, cogió el bastón y reapareció junto a su compañera, que lo tomó en la mano. Una de las balas le pasó rozando el brazo, pero no causó más daño que un llamativo arañazo en la armadura. Por instinto, se volvió hacia el origen del peligro, que había tirado el rifle al suelo, y ahora apretaba el puño como si quisiera aplastarlos. Raden le dio un aviso mental: Energía en el aire. Y ella ya había observado lo suficiente como para imaginar lo que iba a hacer. Así que usó sus poderes para generar un escudo en torno a sí misma y Raden. Extendió los brazos hacia los lados, haciendo aparecer unas paredes lo bastante gruesas como para resistir el empuje de todos los muebles que volaron en su dirección. Pero el golpe fue mucho más débil de lo que había esperado. Cuando acabó y las cosas cayeron al suelo, ya sin energía, Dalae reaccionó rápidamente. El escudo de deshizo en miles de pequeñas esquirlas, agudas como pequeños colmillos de piraña. Pero su objetivo estaba muy claro: Iban en busca de la cara del hombre enmascarado. Si conseguía filtrarse dentro de la máscara... Aquello sería un juego de niños.

Aún no se había girado para comprobar el estado de su compañero: Era más importante eliminar el peligro inminente que preocuparse por otro, que en teoría tendría que saber arreglarse solo. Luego ya lo curaría si quedaba algo que curar. Y si no... Tendría que buscarse compañeros más resistentes.

Tiradas:

El miembro 'Dalae Darkle' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

#1 'Dado de 10' : 5, 2

--------------------------------

#2 'Dado de 10' : 4, 10

De acuerdo. Los poderes de Fenixer eran mentales. No se había movido ni un milímetro para detener su ataque, lo cual conducía a la asgardiana a esa conclusión. Y exponía una posible debilidad. Si lograban desconcentrarlo, quizás pudieran derrotarle. Dalae miró por el rabillo del ojo, para comprobar cómo le había ido a su acompañante, pero estaba cubierto por la nube de polvo, que le impedía ver con claridad. Una de las desventajas del fuego consistía en que era un elemento inmaterial, que no permitía al usuario protegerse demasiado bien. Arturo recordó eso por las malas en ese mismo momento, llevándose gran parte del golpe. Dalae dudó un momento entre seguir luchando o retroceder, para comprobar si Arturo seguía bien o realmente se había hecho daño. Pero antes de que tomara una decisión, Fenixer le devolvió el golpe, haciendo que la tierra del suelo se levantara y se desplazara hacia ella. Unas alas surgieron de su espalda, y la impulsaron para saltar varios metros, sobre la formación de tierra. Era curioso que él dijera que pararan, cuando continuaba con el combate. Por mucho que dijera, el juego estaba lejos de acabar.

El techo tendría unos cuatro metros de alto, más que suficiente para volar con una cierta comodidad. Aprovechando la nube de polvo, la asgardiana se situó tras Fenixer. Sabía que podía percibirla, pero tenía otra idea en mente. Arturo atacó, con una llamarada que hizo que a Dalae le diera un escalofrío. Un par de palabras mentales bastaron para que Raden hiciera surgir picos de hielo del suelo, envueltos en una neblina helada producida a raíz del calor. Eso lo confundiría, dando la oportunidad a Dalae para hacer su movimiento: Una espina empapada en poción de sueño, directa a su espalda describiendo una trayectoria directa y rápida. No podía esquivarlo todo a la vez, ¿No?

Le habían dado al fin. Atrapado entre varios frentes, había optado por uno de ellos: El fuego de un debilitado dragón antes que el mordisco del hielo y el veneno. Y se había desplomado en el suelo, aparentemente desmayado. Llevaban ya mucho rato allí, el cansancio empezaba a hacerse notar en los tres, y aquel golpe podía haber acabado con los últimos restos de resistencia del hombre de pelo gris. Arturo se mantenía expectante, alerta por lo que pudiera pasar. Por lo que habían visto, no podían confiarse ni por un momento. Pero, por otra parte, Fenixer había demostrado tener bastante experiencia. Si había elegido el fuego era por que eso era lo que menos le afectaría, además de que quizás su ropa fuera resistente al calor: No parecía demasiado dañada. Dalae repasó desde lejos el estado de su enemigo antes de responder a Arturo. -Sí, está resultando muy duro... Creía que no sería para tanto. Aunque no ha sido ni mucho menos imposible. Respecto a las respuestas... No tengas prisa, Arturo. Tenemos todo el tiempo del mundo.-No se acercó. No, demasiado fácil. En lugar de eso, extrajo una aguja de su cinturón. Paralizante. La mejor manera de evitar que Fenixer volviera a liberarse de sus ataduras o cualquier otra cosa era desconcentrarlo. La otra opción era sin duda dormirlo, por supuesto, pero así difícilmente podría explicar lo que sabía. Cogió la aguja, y la lanzó con precisión al pecho del ser al que habían venido a buscar. La droga no tardó en pasar al torrente sanguíneo del cuerpo que había encontrado en su trayectoria, paralizando el movimiento de sus miembros.

-Bien.... Ahora, a jugar de verdad.-Extendió los brazos hacia él, para que cuatro formaciones de hielo lo abrazaran, fijándolo al suelo por las extremidades. Como si de plantas transparentes se tratara, esas cuatro raíces dieron lugar a otras, que sujetaron aún más a su prisionero. Por último, hizo aparecer un cristal de hielo, muy afilado, a pocos centímetros sobre la garganta de Fenixer. -Ahora, vamos a hablar tranquilamente nosotros tres. Lo primero de todo: Si intentas hacer algo, te encontrarás el cuello atravesado ser parte a parte. Mi compañero ha venido a eliminarte, y esa es razón de más para hacerlo. -Se estaba cansando. No sólo su paciencia se agotaba, sino que su magia seguía el mismo camino. Por suerte, no hacía calor, y eso la ayudaba en parte. -Así que vayamos al grano. ¿Qué sabes?

La noche era fría,mucho antes de lo sucedido la rubia se encontraba teniendo una leve discusión por teléfono con cierta persona,aunque eso no era muy relevante para la situación-Lo hablamos luego Sak,tendré mi celular apagado-dijo cortando la llamada seguido de apagar su celular para que no interrumpiera nada,iba intentando perderse con el bosque ,la chica vestía un traje negro que no dejaba ninguna parte de su cuerpo a la vista a excepción de su cara que era apenas podía verse por la capucha negra y su largo cabello rubio que no quedaba a la vista por estar recogido en un moño,no tardo mucho en llegar intentando hacer el menor ruido posible e intentando no ser vista por nadie permaneció ajena a la situación dentro de aquel enorme castillo,aunque por afuera se veía bastante siniestros,quizá por dentro estuviera en mejores condiciones,la construcción ya parecía tener sus años desde que nadie la limpiaba y desde que había sido construida.

La rubia espero un poco alejada a que fuera el momento necesario para entrar en acción,ya era hora de intervenir,antes de que pudieran conseguir información o los descubrieran,por lo que había visto Fenixer estaba paralizado y detenido por unas formaciones de hielo,y con una de ellas apuntando a su garganta,sacando desde un bolsillo una especie de esfera que se transformo en un arma bastante grande y como parecía a simple vista pesada pero no tanto para ella,Ino oyó ya la voz de el y no dudo en preparar rápidamente el arma soltando un proyectil que fue en dirección a la estaca de hielo cerca de su garganta para romperla.Aprovechando la señal Ino entro por ahora la rota ventana tas el disparo del proyectil e ingreso dentro para abrir fuego contra la chica de cabello negro y su compañero.

La frase de Fenixer la puso alerta, justo a tiempo para recibir a sus nuevos invitados. Algo que Dalae no llegó a ver rompió el cristal que pendía sobre Fenixer, y unos momentos después una chica rubia entró por la ventana, empuñando un arma de fuego que Dalae no había visto nunca. Pero ninguno de los proyectiles alcanzó su destino. Una pared muy gruesa de hielo había surgido ante las tres personas que estaban dentro de la sala, evitando que ninguna de ellas sufriera ningún daño. Aunque el ataque no acabó ahí.

Dalae escuchó a Arturo gritar y se giró rápidamente, lanzando una esquirla de hielo directamente al hombro del extraño. No tenía ni idea de qué clase de poder tenía, pero Arturo estaba herido, y no podía defenderse tal bien como había hecho otras veces. Si además, lo cegaban..... No tendría mucho que hacer. "-Raden, la niña."-El lobo apenas tardó unos segundos. Desapareció de donde estaba, transformándose en una voluta de niebla, y se posicionó detrás de la rubia. Recuperando su aspecto habitual, el fantasma usó su fuerza para derribar a la desconocida, haciéndole soltar el arma y aprisionándola contra el suelo sin hacerle ningún daño. El arma tenía un olor muy extraño, pensó, mientras la observaba con cuidado. Tendría que investigarlo.

Al otro lado de la barrera, la asgardiana estaba pensando a toda velocidad. Dos de los tres enemigos parecían fuera de juego, pero Raden estaba ocupado reteniendo a la chica, y casi prefería que el dragón se mantuviera quieto: No le convenía que lo matara nadie tan pronto, había demostrado ser muy útil. Pero sólo quedaba uno, y Dalae dudaba que fuera un problema serio. Cuando acabaran con eso, se llevarían a los tres, seguramente, para descubrir qué sabían. Si Fenixer tenía información importante, era muy posible que la hubiera transmitido a alguno de ellos dos o a ambos. Después, Arturo podría ejecutar a quien considerase oportuno. Después de todo, él era el héroe de ese dúo que habían formado.

(Cada uno de los PJ me ha dado su permiso para hacer el siguiente post)

Ambos actuaron rápido, lo manejaron bastante bien para ser su primera vez. Ino mantenía la distancia y Max se acercaba con confianza.
Una vez distraídos Dalae y Arturo, el hielo que me sostenía se agrieta y me libero con un poco de esfuerzo físico y mental. A estas alturas el hielo seria poco efectivo.

Dalae disparo contra Max y envio a Raden tras Ino, que ya había sido atrapada por sus garras. Levito con mis pies casi rozando el piso a una gran velocidad, para ayudar a Ino. Aprovechando el impulso con el que venia, doy una fuerte patada a Raden en las costillas para alejarlo, levanto a una asustada Ino y la pongo sobre mi hombro derecho y así movernos mas rápido.

Por otro lado, las esquirlas atravesaron el cuerpo de Max como si no estuviera ahí. Miró a Dalae y uso su poder ocular para provocar una ilusión en la cual Dalae veía todo absolutamente negro. Finalmente Max se acerco a mi e Ino para poder retirarnos.

-Tenían que esperar afuera, iba a salir en unos momentos. Pero ya no importa-

Comunique al equipo por el comunicador que traemos en nuestras muñecas que funcionan en base a sonidos. Los cuales cada uno tiene un significado diferente que ya todos han aprendido.

No dedico mas de una mirada de unos segundos a Arturo y Dalae. Mis ojos expresaban decepción y seriedad al mismo tiempo. No hay que ser un genio para ir a buscar a alguien peligroso a su "base". El hecho de que todavía los necesito vivos es la razón por la cual no he acabado con ellos. La vida toma giros impresionantes.

-Los veré de nuevo cuando lo crea necesario-

El objetivo ya estaba hecho. Los demás tenían que conocer a Dalae y Arturo, y así observar sus movimientos y conocerlos para peligros en el futuros. No me importaba ser la carnada.
Antes, les había dicho que no había problema y que no debían entrar, a todos. Pero Ino y Max observaron que estaba en "peligro" y actuaron por instinto. Algo que podía haberles costado la vida, pero que servirá de lección para después. Era hora de irnos, este castillo esta bajo vigilancia y es mejor que solo vean a los dos intrusos.

Desaparecimos en la sombra de un costado y salimos al exterior, donde estaban esperándonos los demás.



Cada uno de ellos listos para actuar, un equipo totalmente eficaz para cualquier caso. Dejo a Ino de pie para que pueda moverse por su cuenta.

-Albert tiene razón. Es hora de irnos-

Ya era de noche y una llovizna nos mojaba a todos por igual, un cielo con las nubes mas peligrosas que he visto jamas. La oscuridad ambientaba nuestra presencia, y nosotros llenábamos el vació de un panorama caótico en las afueras.
Este castillo ha sido de gran utilidad, ya que su único objetivo fue el encuentro de hoy. Ahora que ya no queda nada dentro, es algo inservible y que estará rodeado dentro de poco.

Cada uno en el equipo tenia la capucha correspondiente para tapar su rostro y así no tener problemas con que los vieran, si es que se llega a ese caso. No buscábamos la destrucción, no buscamos la paz. El único objetivo era dejar que las cosas sigan su curso, sin interrupción de esta clase de seres invasoras, que lo único que hacen es aumentar la fatalidad a sus alrededores. Eso, es algo a lo que nadie debe acostumbrarse.

-Hora de abandonar este lugar. Hoy, ha sido un día productivo-

Nos damos la vuelta y entre todos, desaparecemos en la neblina.

En el caminar me topo con el mosquete de Rip, la recojo—tal vez podríamos usarlo para el próximo encuentro—puede ser lo único bueno que salió de esto.


PD: Me ha parecido un tema con varios giros de tuerca, muy interesante, un placer rolear con todos :3

De pronto, todo desapareció. Ante los ojos de la asgardiana cayó un telón de oscuridad, impidiéndole seguir con la mirada lo que ocurría a su alrededor. Se había dado cuenta, sin embargo, de cómo el hielo atravesaba el cuerpo del desconocido.

Escuchó en su cabeza el gruñido de Raden superpuesto a todos los demás, y se preocupó un poco por él. Aunque no podía morir, sufría igual que si estuviera vivo. Se giró para quedar frente al resto, aguzando el oído para captar las palabras que Fenixer dirigía a sus aliados. Poco después, la ceguera se disipó, permitiéndole ver al Dragón soltando humo como un demonio. Raden se incorporó del suelo y sacudió un poco la cabeza. Llegó hasta ella y se puso a su lado: Parecía magullado, aunque no había sufrido demasiado, pensó la joven posando una mano en su cabeza.

-La pregunta es... ¿Para qué querías atraparlo en primer lugar?-Su tono de voz mantenía un deje de furia helada bajo la apariencia tranquila y serena. -Sabes que no me gusta hacer las cosas si el esfuerzo no vale la pena, y ahora no ha sido así.-Había pocas cosas que Dalae despreciara más que la violencia o la crueldad sin sentido. Sin recompensa. Se cruzó de brazos al oír el nombre de su maestro, inmutable.-Francamente, espero que así sea... Por tu propio bien y por el mío. Me he cansado de enterrar compañeros poco útiles.-Una verdad a medias, disfrazada entre las palabras de la hechicera. -Será mejor que nos vayamos y hablemos esto con más tranquilidad en otro momento. No conviene perder el tiempo aquí.

Cuando Arturo alzó el mosquete de Rip, tanto Dalae como el lobo fijaron su atención en él. Era suyo, tal y como les había parecido al principio. ¿Qué hacía ahí? Y más aún, ¿Por qué lo tenía Fenixer, cuando evidentemente no sabía usarlo? Demasiadas cosas sin sentido que agotaban la paciencia de la aprendiz. -Quédatelo.-No le apetecía llevar peso extra en el vuelo de vuelta a su propio castillo, y después de todo, aunque Arturo lo tuviera, seguía estando en su poder relativamente. Quizás tuviera alguna utilidad, algún día.