'Cause we are family (Cráneo Rojo 28-2-2019)

El transporte tardó pocos minutos en llevarlos hasta la base, durante ese periodo, Natsuki apenas había dado indicios de recuperar la consciencia. Las posibilidades eran múltiples, podría tener algún tipo de daño interno, aunque no había sido golpeada con fuerza, o incuso podía haber sido envenenada, cualquier cosa era posible en aquellos momentos. Las alertas ya estaban encendidas en toda la base en cuanto aterrizaron y el joven doctor Zola se hizo cargo de la situación; las mujeres inconscientes no eran su especialidad, a decir verdad, los heridos no eran su especialidad, pero al fin y al cabo era médico, uno más que competente para hacer un diagnóstico inicial.

Viper acabó por convencer al Cráneo de que lo mejor sería esperar a tener noticias en vez de interrumpir el trabajo de Arnim Zola, no es que ella estuviera preocupada por el estado de la joven japonesa o un posible decaimiento de las habilidades del doctor si Johann estaba presente; básicamente le importaba un bledo lo que pudiera pasarle, y no podía negarse a sí misma, que si se muriera, ella se quedaría mucho más tranquila. Un problema menos del que preocuparse. Cráneo podía fiarse de ella cuanto quisiera, pero ella sabía perfectamente que no estaba en sus cabales en todo lo que se relacionaba con aquella mujer, dos tetas tiraban más que dos carretas y en su caso, parecía que tiraban más que toda la división acorazada del glorioso ejército alemán; pero ella, no se fiaba de aquella pequeña japonesa, había llegado demasiado de repente, demasiado apropiada, demasiado providencial, y ella era demasiado inteligente como para creer en la providencia.

Mientras Viper esperaba a que Natsuki muriera y Cráneo planeaba a quien matar si aquello sucedía, el joven doctor Arnim Zola repasaba en su mente los protocolos para hacer un buen triage que había aprendido en la facultad. Mujer, 25 años, asiática, y en aquel momento, la única persona por la que rezaría a Dios que se recuperara. Arnim no era estúpido, sabía que si ella se moría en su camilla y no encontraba a nadie a tiempo a quien culpar, él moriría en ese mismo instante y sobre aquel suelo y él apreciaba su vida, lo suficiente como para hacer su trabajo lo mejor que sabía hacerlo. Una primera radiografía no detectó ningún daño interno, los resultados de los primeros análisis, tampoco detectaron nada especialmente extraño, tan sólo unos índices ligeramente anormales de glucosa, pero había escuchado a su jefe discutir a voces con su prometida por asuntos alimenticios; por el momento, tan sólo sería un detalle a tener en cuenta. Iba a realizar un TAC cuando se cayó en la cuenta de algo, algo que seguramente otro médico, más acostumbrado a urgencias normales, habría preguntado primero, revisó la radiografía y ahí estaba, casi tan claro que era estúpido no haberlo visto. A fin de cuentas era una mujer adulta en edad fértil y de hecho, sus discusiones sobre su alimentación habían surgido como refuerzo para su capacidad reproductora. Una mujer bien alimentada era una mujer que daba hijos sanos, había dicho el Cráneo, y él, obediente, había escrito una dieta para la señorita Aoki.

Revisó la primera analítica y encargó una segunda, si, podía ser, porque no? El Cráneo tenía una avanzada edad, pero su cuerpo se mantenía robusto y joven, no había motivos para dudar de su fertilidad. Los resultados se confirmaron, la ecografía todavía no era del todo clara, pero los valores de su nuevo análisis de sangre y la imagen de las radiografías era clara. Le limpió los restos de gel, le recolocó la camisa y le administró un suave sedante por la vía intravenosa que le había tomado nada más llegar, lo mejor sería que descansara. Todavía podían surgir complicaciones, demasiadas complicacíones que podían hacer que todo fuera mal, o peor. Con gesto satisfecho y algo más relajado ante la certeza de que seguiría con vida un día más, abrió la puerta de su consultorio para hacer pasar al futuro padre y darle a solas la noticia.

Un par de horas más tarde, Natsuki despertó en un cuarto que le resultaba familiar, su dormitorio, el que compartía con Johann, estaba tumbada sobre el futón, arropada hasta el pecho y alguien le había cambiado la ropa y puesto su yukata. Enseguida supuso que había sido Johann, o Aya, o quizás entre los dos. No pudo evitar esbozar una sonrisa somnolienta, su prometido parecía tener bastante gusto por desvestirla y vestirla.

- ¿Johann? ¿Que ha pasado? La policía... la policía viene...

Sentía la boca pastosa y algo seca, estaba algo atontada, aunque se espabilaba rápido, seguramente la habrían dormido con algo. ¿Que habría sucedido? Apenas podía recordar nada después de que se despidió de él en el restaurante, mientras la policía rodeaba el local.

Zola omitió el detalle de la radiografía en su informe, si el embrión había sufrido algún tipo de daño su jefe no se lo perdonaría, aunque no había que olvidarlo, tendría que tenerlo muy presente y preparar un rastro claro que señalara a otro si fuese necesario, por lo demás Johann pareció tomarse bastante bien la noticia, efectivamente estaba esperando que esto ocurriera, su padre le había hablado de algunos de los hijos que había tenido Cráneo Rojo, aún no había nacido pero lo compadecía si su futuro iba a ser como el de ellos.

El líder de HYDRA estaba sentado junto a su prometida en la habitación cuando esta por fin despertó, ninguno de sus rasgos denotaban que aún conservara la furia que había demostrado en el restaurante, Tranquila querida la policía no debe preocuparte mientras yo esté a tu lado, ya me he encargado de ellos, de fondo se escuchaba la televisión en un volumen bastante bajo, en las noticias estaban hablando del incidente, pero todo estaba mal, al parecer según los testigos, Cráneo Rojo había estado allí, pero solo para agredir violentamente a la mujer del concejal amenazarlo y secuestrarla, ella, Natsuki Aoki no aparecía para nada en los informativos, cuando la noticia acabó Johann apago la televisión y se giró hacia ella.

Siento que hayas perdido al concejal, ahora lo relacionaran con organizaciones criminales y se le echara la culpa de todo esto, pero tranquila, estoy seguro de que otro igual de corrupto ocupará su puesto y te ayudaré a encontrar sus trapos sucios si sigues interesada en esta miserable ciudad, Johann parecía de buen humor, quizás palabras como alegre y risueño eran demasiado para definirlo, pero era lo más parecido que la japonesa había visto en él.

ahora mismo hemos de hablar de otro asunto, el Craneo era un hombre pragmático, directo y eficaz, ni por un momento se le pasó por la cabeza que la forma más adecuada de hacer lo que iba a hacer no fuera esa, mira esto, le dijo a su prometida con una sonrisa bastante inquietante en su rojo y descarnado rostro, entonces le entregó la pequeña carpeta con el informe médico de Zola, vamos a ser padres, nuestro vástago gobernará el mundo.

Con suerte las capacidades del embrión que anidaba en el interior de Natsuki superararían las de la que había sido su preferida entre sus descendientes, Synthia, no esperaba mucho de esa niña y le sorprendío gratamente el resultado, incluso después de que que su madre no superara el tratamiento y muriera antes de dar a luz sobrevivió, Zola, el padre del que ahora trabajaba para él, le aconsejó descartarla y ese era su primer impulso, pero él vio algo en los ojos de la niña que le decidió a lo contrario, la metieron en una incubadora y terminaron el tratamiento, si, había estado muy orgulloso de su hija, mucho.

Natsuki era fuerte, a ella no le afectaría negativamente el tratamiento, quizás la debilitara un poco temporalmente, pero nada más, además ella había accedido a que él controlara la alimentación, negarse ahora sería romper su palabra y dudaba que ella lo hiciera nunca.

Natsuki se incorporó sobre el futón, atenta a las noticias que le llegaban a través del televisor, no parecía que nadie se hiciera eco de su presencia, sin embargo, la cara de Cráneo estaba en primer plano. El concejal iría derecho a la cárcel y todo el mundo buscaría a Johann por algo que también era su responsabilidad. Se frotó las sienes, molesta con aquello, no estaba enfadada con él, más bien lo contrario, estaba frustrada consigo misma por haberle lanzado aquellas acusaciones en el restaurante. Se les había ido de las manos, como casi todo cuando sus personalidades chocaban, no sabía que podía haberla llevado a perder los papeles de aquella manera, pero casi siempre era así con él. La incendiaba a unos niveles sorprendentes, en todos los aspectos, todo era igual de intenso entre ellos, y en aquel momento, en el que su cuerpo se encontraba tan cansado y sus ánimos arrepentidos y avergonzados, tuvo miedo de que aquello pudiera acabar con ella, o con los dos, muertos. Los amores así no terminaban bien.

- No tenías porque hacerlo, no te preocupes por el concejal, pedía demasiado para lo poco que daba, supongo que con el tiempo era inevitable que sucediera algo parecido. Lamento lo que te dije, pero me llevó a los infiernos, esa falta de confianza... ¿De verdad no te he demostrado lo suficiente que puedes confiar en mí? Me dijiste que querías que estuviera a tu lado. ¿Que te hizo cambiar de opinión?

Natsuki no estaba enfadada, la ira había desaparecido y tan sólo estaba triste, con una tristeza de esas que te llenan por completo y no dejan sitio a nada más, de esas que desbordan por los ojos, porque no encuentran otra vía por donde salir, y sin que Natsuki pudiera controlarlo, sus ojos se empañaron de lágrimas que nunca llegaron a caer, mientras fijaba su mirada en él. Sus ojos transmitían tanta alegría, tanta felicidad... Iba a preguntar el motivo, pero la respuesta le llegó antes de que pudiera preguntar, una respuesta que casi hace que se desmaye de nuevo de la impresión. Agarró la carpeta que le ofrecía con pulso tembloroso y miró los informes, buscando con rapidez la información que su prometido le estaba comunicando. Era cierto. No había lugar a dudas. Iba a ser madre. Estaba embarazada.

- No es ninguna broma. Vaya... ¿De verdad? Tan... rápido... Vaya...

Le miraba extrañada, miraba a todos lados extrañada y sobre todo, no dejaba de leer las conclusiones del informe de Zola mientras su mano apretaba su vientre. Estaba sorprendida, aquella noticia la había pillado por sorpresa y todavía estaba intentando digerirla; no era algo fácil de asumir, no cuando hacía tan sólo dos meses seguía empeñada en apartar a todos de su camino, en continuar sin casarse. Todo aquello era demasiado para asimilar en tan poco tiempo y Johann parecía absolutamente encantado con la noticia. No es que ella no lo estuviera, es, que no se lo esperaba, siempre pensó que aquello tardaría más en llegar, que esas cosas tardaban. Pero lo que otras parejas tardaban años en conseguir, ellos lo habían obtenido en un mes. Iban a ser padres.

- Padres... vaya... suena raro... Vamos a ser una familia, somos una familia....

Y de repente, sin previo aviso, las lágrimas de tristeza que antes habían inundado sus ojos, ahora se desbordaban, sobre el pecho de Johann, después de que ella se abalanzara sobre él. Pero no había tristeza en su sollozo, había alegría, había esperanza, había pánico. Natsuki había perdido muy joven lo que era un ambiente familiar, sus abuelos no habían sido sus padres, y la necesidad de prepararla para lo que debía afrontar hizo su relación menos cariñosa de lo que pudiera parecer, tener una familia siempre había sido ese sueño prohibido, esa fantasía vetada, incluso cuando la insistía para casarse, su abuela no había fomentado esas ilusiones sobre la familia. Había llegado a un punto en el que no esperaba que amara a su futuro marido, ni siquiera esperaba que le cayera bien, así que no guardaban demasiadas esperanzas de que pudiera desear una familia, o sentirse emocionada ante la perspectiva de una. Pero tenía miedo, miedo de lo que pudiera sucederle a ella, miedo de lo que pudiera sucederle a su hijo cuando naciera, tenía miedo del futuro; temía no ser una buena madre, no saber hacer lo que tenía que hacer, temía tantas cosas tan de repente, que una arcada subió hasta su boca.

- Vamos a ser una familia Johann, pero no puede ser, no se tener una familia, no se que hacer. Es decir... ¿Que sabemos tu y yo de familias? Tu llevas demasiado tiempo dirigiendo un ejército, una organización de inteligencia, yo no tengo familia, tengo linaje, tengo un apellido que pesa. Y no quiero cargar ese peso sobre nadie Johann.

Se abrazaba a él como si fuera su tabla de salvación y en cierto modo, lo era, la única persona con la que podía compartir aquellas tribulaciones, el único que la comprendería y sabría devolverla la serenidad.

- Lo único que se es lo que se ve en revistas, en televisión, en libros. Relaciones perfectas, con niños que juegan el jardín con un perro. Después de que murieran mis padres, lo que yo recibí fueron entrenamientos, y deberes, y obligaciones. Protocolo, estudios, entrenamiento. Esa era mi única rutina. Siempre viví con amenazas, sobre mí y los que me rodeaban, amenazas que todavía penden sobre mi cabeza amenazando con descargarse sobre cualquiera a quien ame. Tengo miedo Johann, por ti y por el bebé. ¿Y si no puedo ser una buena madre? ¿Y si no puedo protegerlo? ¿Y si ahora que los mayores temores de mis enemigos se materializan deciden atacarte?

Estaba aterrada, se había enfrentado a demasiadas pérdidas, a demasiado dolor, heridas que nunca cerrarían y la siguiente puede que significara su muerte. La próxima quizás acabara con su vida definitivamente. No podía perder a Johann, no soportaría que algo le sucediera al hijo que estaba por nacer. Eso la mataría, y en el fondo, de manera inconsciente, lo sabía.

Cierto, no tenía por que hacerlo, lo he hecho porque quería demostrarte que te escucho y aunque me parezca que puedes aspirar a mucho más que esta miserable ciudad, respeto tu deseo, y no he cambiado de opinión Natsuki, pero debes comprender que ni mis deseos ni mi vida me importan en comparación con la labor que debo desempeñar, es superior a mi, a ti y a cualquiera, el Führer tenía una visión y la compartió conmigo, le juré que la haría realidad, un mundo libre de la tiranía, libre de la corrupción, un mundo en el que los seres humanos puros pudieran vivir en paz y para el resto solo la extinción, ni siquiera por ti me apartaría de mi misión.

El Cráneo Rojo sonrió ante la confusión de su prometida, aunque como siempre se sintió extraño ante una muestra de sentimientos tan efusiva, no terminaba de comprender si lloraba de pena o de alegria, Si, Vamos a ser una familia Natsuki, pero no tienes de que preocuparte, he sido padre antes y no lo he hecho tan mal, algún día tendré que presentarte a alguno de mis vástagos, solo una de ellos es minimamente digna de sucederme, pero es comprensible, no son hijos tuyos, nuestro hijo heredará nuestras mejores características, sera digno de ambos, y si el primero no es lo suficientemente bueno podemos tener más.

Estaba claro que Johann no era especialista en estas lides, su intento de calmar a la japonesa iba bastante mal encaminado, pero rebosaba confianza, eso al menos era un punto muy positivo, Olvida las revistas y la televisión, ahí no hay mas que versiones edulcoradas y políticamente correctas, tú y yo sabremos criar a nuestro hijo, disciplina, cuidado y algo de cariño, eso es lo único que necesitamos, Johann la abrazó, Serás una madre maravillosa, no cometeremos los errores de nuestros progenitores.

Escucho sus palabras, aferrada a su pecho; como siempre, la sensación tranquilizadora que aquel simple gesto, le producía era increíble. Se movió más hacia él, acoplándose a su cuerpo, esperando que la rodeara con sus brazos, no era un gesto que él tuviera a menudo, o siquiera en ocasiones, pero en aquel instante, lo necesitaba, necesitaba de la calidez de su cuerpo, de su fortaleza. Porque lo que iba a hacer, levantaría espinas, dentro de su propia familia, con los otros clanes. Pero no sólo pensaba en Johann, pensaba también en ella, en su propia protección, en la de sus hombres, para su futuro hijo.

- Permíteme ser parte de esa visión, Schmidt y Aoki, trabajando como uno sólo. Si de verdad nuestro hijo va a heredar nuestro legado. ¿Porque mantenerlo tan separado? Separados desconfiamos el uno del otro, juntos nadie podrá derrotarnos.

Escuchaba confusa el resto de sus palabras, ignoraba que Johann hubiera tenido otros hijos, y por un instante temió por los posibles derechos de su hijo, pero Johann enseguida la tranquilizó, tenía verdadera confianza en que su hijo fuera su heredero, incluso parecía tener intenciones de tener varios. Natsuki no dijo nada al respecto, pero le parecía un poco apresurado pensar en varios hijos cuando todavía no había nacido el primero.

- Digno de ambos, si... Pero esto complica un poco nuestro compromiso. Todavía no he hablado de esto en serio con mi abuela, pero... no creo que quiera retrasar la boda hasta después del nacimiento. Seguramente quiera adelantarla, si naciera antes de nuestro matrimonio, sería un bastardo. La familia no puede permitirse algo así. Tendremos que hablar con ella y plegarnos a lo que se acuerde. Nuestro hijo tendrá muchos enemigos, y no voy a ponerle en peligro por poner en duda su legitimidad.

De repente, Natsuki se dio cuenta de la gran cantidad de cosas que tenía por delante, había demasiadas cosas que organizar y preparar, seguramente tendría que negociar con su abuela, y eso siempre era un trago complicado, necesitaba fuerzas para aquello.

- Seremos una familia perfecta, pero debemos empezar a serlo desde el principio. Se que es algo que no te gusta, y a mi tampoco, pero hacer nuestro compromiso público, nuestra boda, sería inmensamente ventajoso para ambos, para nuestros intereses púbicos y daríamos una imagen de fortaleza a nuestros enemigos. Necesitarás una identidad limpia, necesitamos dar una imagen más perfecta que ellos.

Natsuki encendió la televisión y en seguida sintonizó un programa de la prensa rosa, no era aficionada a ellos, pero la televisón por cable permitía tener esa mierda disponible las 24 horas del día, no era difícil encontrar uno, y si ponías un programa de cotilleo y celebridades, irremediablemente salían Tony Stark y su flamante prometida, su secretaria. Si querían cumplir con sus objetivos, debían eclipsarlos y usar su influencia como pareja de moda para conseguir sus objetivos. Le asqueaba todo aquello, pero su abuela le había enseñado, que a veces, uno tenía que combatir con las armas del enemigo.

Querida, si deseas entrar en HYDRA debes dejar atrás tu pasado, tu familia y tu apellido son secundarios, deben ser para ti meras herramientas para conseguir el objetivo de crear un mundo mejor, un mundo limpio, le dijo seriamente el Cráneo Rojo a su prometida, deja de pensar en tu abuela, además eso son solo formalidades, el matrimonio no es sino un contrato, y la única autoridad que nos incumbe es la nuestra propia, la tuya y la mía, como futuros gobernadores de este planeta.

Tus enemigos y los míos querrán acabar con él, por supuesto, por eso lo que debemos hacer es mantenerlo oculto, que solo se muestre cuando tenga la capacidad de defenderse por si mismo, es lo más seguro para él, mantenerlo completamente en secreto, Johann no comprendía por que esa extraña necesidad de su prometida de mostrarse, de ser la cabeza visible, querida... ese … Stark y su mujer son idiotas, solo han dibujado una diana en sus estúpidas cabezas, no puedes matar lo que no ves, no puedes combatir lo que ni siquiera sabes que existe, dejalos a ellos con sus ridículas entrevistas, dejalos con su corrupta televisión y sus periodistas comprados, dejalos morir en paz, su felicidad está a punto de romperse querida, pronto... muy pronto.

Había muchas cosas que Natsuki desconocía sobre el funcionamiento de HYDRA y otras muchas a las que tendría que acostumbrarse si quería entrar. Comprendía la petición de Johann, a fin de cuentas eso no era una organización como su familia, ellos era una organización de inteligencia, eran capaces de cumplir su función gracias a mantener secretos y ella ni podía ni quería poner en peligro esos secretos. Quizás la opción más sensata sería quedarse fuera, pero juntos eran más fuertes que por separado, eso era innegable y ninguno de ellos podía permitirse debilidades de ningún tipo.

- Son formalidades, son tradiciones, y tu mismo aseguraste ser un hombre tradicional. Hacer las cosas como se han hecho siempre, es simplemente algo que creo que debo hacer, un último respeto hacia la persona que tanto me ha protegido. Después, nosotros dictaremos nuestras propias normas, y es probable que tengas razón, para mi todo esto es algo nuevo, y siempre me he sentido más cómoda ocultándome a la vista de todos, mi posición pública era prácticamente la única protección con la que podía contar, eso y la amenaza de una guerra, era lo único que detenía a mis enemigos de apretar el gatillo, y no siempre sucedía. Yo no tenia medios ilimitados para garantizar mi seguridad Johann, usaba lo que tenía a mi alcance.

No comprendió muy bien a que se refería cuando dijo que su felicidad se rompería pronto, pero tampoco le importó. Muchas veces se preguntaba como alguien como Virginia Potts, que había visto el aparente interminable desfile de conquistas por la cama de su jefe, se rebajaba a eso. Por mucho que él asegurara amarla, la había humillado demasiado, cualquier mujer que se apreciara lo suficiente, nunca habría caído en sus redes de haber estado en la misma situación. Ella todavía le debía un buen par de hostias por los destrozos de su despacho...

incluso la mejor defensa acaba teniendo huecos, siempre existe la posibilidad de que un asesino se cuele entre la vigilancia y acabe con tu vida... si sabe que existes, en cambio si nadie sabe quien eres, si nadie sabe siquiera que tú eres el origen de sus problemas, no puede tocarte, dijo Johann con una tranquilidad y paciencia en la voz que no sentía realmente, no puedo darte esa boda publica Natsuki, al menos no aún, cuando SHIELD haya caído será posible, cuando nadie nos busque, pero si la llevamos a cabo ahora tendría que hacerlo bajo una máscara, no sería una boda, sino una farsa.

El Cráneo Rojo tomó una de sus máscaras de la mesita, Yo no soy este hombre, dijo mostrándosela a su prometida y arrojándola al suelo después, yo soy esto, dijo señalando su rojo y descarnado rostro, yo soy esto, repitió de nuevo mientras se arrancaba la camisa y le mostraba su tatuado pecho, si me mostrara en público así, ahora, ¿cuanto tardarían en intentar destruirme mis enemigos? Mandarían ejércitos a por mí querida, no sería una boda, sino una batalla inmensa, y no pienso casarme con la mujer que amo bajo una máscara, eso si que no tendría sentido.


Puedes elegir tú querida, si quieres una gran boda tradicional habrá que esperar a que podamos mostrarnos públicamente, pero no se cuanto tiempo podrá llevarnos eso, si prefieres que nos casemos pronto tendrá que ser en un lugar al que nadie pueda acceder, tendrá que ser de forma que mis enemigos no puedan saber nada de mí ni de ti, pues estoy seguro que si lo averiguan no tardaran en atacarte para obligarme a mostrarme, Johann jamás permitiría que Natsuki se pusiera en peligro por su causa, ella tenía sus propios enemigos, pero esos enemigos no eran nada en comparación con los que poseía él, ni todos los clanes Yakuza juntos podrían reunir un poder equiparable al de SHIELD o los Vengadores, él se había enfrentado mano a mano con Spiderman, había derrotado a los cuatro fantásticos, esos enemigos estaban en una liga superior a la de su prometida y parecía no querer comprendelo.

Se levantó con tranquilidad y caminó unos pocos pasos por la habitación, pensativa. Su prometido tenía más razón de la que ella había querido darle en un principio, su lucha y la de él era diferente, pero ella había decidido involucrarse, eso significaba aprender a jugar con otras reglas diferentes. Ser una empresaria pública, como cualquier otra, había estado bien hasta el momento, le había dado cierto respaldo, sin embargo ahora, las cosas se pondrían más serias, ser la persona que controlaba los gobiernos había estado bien, pero quizás ahora debía dar un paso más y ser la sombra que estaba detrás de la persona que controlaba los gobiernos, decidiendo hacia donde todos debían moverse. Tras tanto tiempo expuesta a la vista de la alta sociedad, dejar de ser un rostro fotografiado en fiestas para empezar a pasar desapercibida, poder llevar una vida anónima. Había querido eso desde hacía demasiado tiempo, pero había renunciado a ello por sus deberes empresariales y sociales.

- La verdad, una vida anónima es algo a lo que tuve que renunciar hace mucho tiempo, nunca pensé que pudiera volver a estar algo así al alcance de mi mano, supongo que me había resignado a seguir siendo una cara frecuente en las revistas. Todo esto ha sucedido de forma tan repentina, reconozco que a veces me cuesta acostumbrarme a todo lo que es nuevo. No eres lo que mi abuela esperaba que fueras, de eso estoy segura, pero eres lo que he elegido, de eso estoy segura. Es complicado para mí entender las circunstancias de los dos, nunca he tenido que preocuparme por nadie que no fuera yo misma. No puedo obligarte a protagonizar una farsa, eso no sería justo para ninguno de los dos.

Se apoyó sobre el dintel de la puerta que daba al jardín, escuchando los sonidos que llegaban desde éste. Mizuno le había hablado varias veces sobre este asunto, el día en que tendría que tener en cuenta las opiniones de alguien más, y la verdad, es que no podía decidir ella sola algo como eso sin tener en cuenta lo que él querría. Primero, porque eso no sería justo, y segundo, porque quería evitar otra discusión que los llevara a tirarse cosas a la cabeza, ya había tenido suficiente para aquel día.

- ¿Tu que es lo que quieres? También quiero escuchar tu opinión. No hemos sido educados con exactamente el mismo tipo de valores, así que prefiero ahorrarme otra discusión sobre la barrera generacional. Estoy agotada.

No mentía, las discusiones la agotaban y se sentía cansada como para empezar otra, aparte, él conocía mejor que nadie sus propias circunstancias y preferencias. Tratar de imponerle algo que no le convencía a un hombre tan testarudo como él solo supondría muchos dolores de cabeza.

Cráneo miro extrañado a su prometida cuando finalmente habló, él sabía que tenía razón, raramente se equivocaba y menos en asuntos de esta trascendencia, pero por una vez ella aceptó lo que decía sin rechistar, comprendió que Johann estaba en lo cierto y ella equivocada, siempre era así, pero por algún motivo ella siempre se resistía como una gata protegiendo sus cachorros, cuando aún estaba tratando de aceptar este extraño acontecimiento Natsuki volvió a sorprenderle con su pregunta.

¿Yo? En realidad nunca me lo había planteado, supongo que si lo hacemos habrá que hacerlo bien, en una iglesia con una ceremonia oficiada por un sacerdote, nunca he sido muy religioso, pero creo que eso sería lo correcto, podríamos seguir la tradición japonesa si lo prefieres, eso me es indiferente, aunque en cualquiera de los casos debería ser una ceremonia pequeña, sin apenas invitados, en un lugar oculto, Johann meditó con cuidado lo que acababa de decir, lo mejor sería destruir después el templo y a todos los que supieran de la ceremonia, aunque entendería que tu no quisieras que fuera así y simplemente podríamos dejar el lugar bien vigilado

Quiero que comprendas una cosa importante Natsuki, a lo largo de mi vida he tenido varias amantes y algunos hijos, casi todos ellos decepcionantes, si iban a casarse quería que ella supiera lo que tenía que decirle, pero jamás me había enamorado... hasta que te conocí a ti, eres perfecta, inteligente, fuerte y atractiva Natsu, y quiero que pasemos nuestra vida juntos, que gobernemos juntos este mundo, en un gesto imposible de ver en él de forma habitual la abrazó, hasta ahora había usado el palo con ella por resistirse a hacer lo correcto, ahora que por fin había actuado como debía era hora de usar la zanahoria, sus poderosas manos acariciaron la cabeza de la japonesa y la estrechó contra su pecho.

Parecía que su prometido era de la misma opinión que su familia en el asunto del matrimonio. Tradicional y clásico. Tampoco podía recriminarle nada, en ciertos aspectos había sido educada de la misma manera y compartía su opinión en lo relativo a la boda, se sentía como si acabara de leer sus deseos; Natsuki realmente nunca había querido una boda demasiado pública y multitudinaria, no tenía demasiada familia y apenas había gente a la que quisiera invitar. Era una persona solitaria y no se caracterizaba por tener muchos amigos.

- Tengo una casa en una isla no muy lejos de Tokyo, un par de horas en avión, dentro de los terrenos de la propiedad hay un templo que siempre hemos mantenido. Podríamos celebrarla allí, no habría problema alguno, es una isla con poca población.

Se quedó impactada con la siguiente confesión, no sabía muy bien como manejar aquella información. Era lo suficientemente inteligente como para intuir que no era la primera mujer en la vida de Johann, no tenía ningún problema con eso, a fin de cuentas él tampoco era el primero. Sin embargo, ante la confesión de su paternidad no sabía que hacer o decir, se había quedado de piedra. En parte era predecible, había tenido otras mujeres, y los métodos anticonceptivos, eran algo reciente, aparte de que no estaba muy a favor de ellos, que tuviera hijos era algo inevitable, pero desde luego, no era una información que pudiera digerir con facilidad en aquel momento. Que le dijera que todos eran una decepción y que la amaba y quería gobernar con ella el mundo, no lo mejoraba mucho. No sabía que responder a todo aquello sin quedar como una psicópata, no estaba acostumbrada a ese tipo de halagos y desde luego era la primera vez que se enamoraba de un hombre, padre de una decepcionante familia numerosa. ¡Joder! Era la primera vez que se enamoraba de aquella manera. Así que muy a su pesar lo único que se escapó de su boca sorprendida fue...

- Ahhh

Podía no ser la respuesta más apropiada dadas las circunstancias, cualquiera pensaría que estaba sufriendo un ictus, pero era la única que podía salir de sus labios en aquel momento, tras aquellas declaraciones.

Johann se apartó un poco de Natsuki y se quedó mirando a la espera de su respuesta, que tardó en producirse y fue... extraña, No me malinterpretes querida, le dijo no sabiendo exactamente lo que había significado aquella respuesta, tengo casi un centenar de años aunque mi cuerpo se conserve joven y he vivido muchas cosas, de los descendientes que he tenido solo una merece siquiera ser mencionada, te la presentaré cuando quieras, es una gran soldado pero no tengo nada parecido a lazos afectivos hacia ella ni hacia los demás, no tendrán nada que ver contigo, tan solo han sido herramientas para utilizar en la maquinaria de la guerra.

Incluso la que había sido su preferida, Sin, había sido sacrificada sin dudarlo para intentar acabar con Rogers, el el Capitán América logro escapar por poco aquella vez, ademas su hija había vuelto a aparecer en Omega tras la colisión, tan leal y dedicada a la causa como la recordaba, Podríamos ir a Tokyo dentro de dos semanas si lo deseas querida ¿será tiempo suficiente para ti?, le preguntó retomando el tema anterior y masajeando suavemente sus hombros.

Pero casi sin darle tiempo a responder el líder de HYDRA empezó a besarla en la parte posterior del cuello, mientras sus poderosas manos se deslizaban por la espalda de su prometida, liberando la tensión acumulada en los músculos de Natsuki mientras a la vez hacía caer el ligero kimono que llevaba puesto la japonesa, te deseo, fue todo lo que dijo, un leve susurro cerca del oído de la que iba a ser su esposa y la madre de sus hijos, la madre de aquel que heredaría el mundo.

Natsuki, como siempre, cedió ante el efecto de las caricias de su prometido, era un hombre increíblemente experimentado con las mujeres, y sabía exactamente que teclas tocar. Se derritió bajo sus caricias y correspondió con pasión a sus besos, sus cuerpos se fundieron en uno sólo, culminando y celebrando su amor, y el futuro que les deparaba. Más tarde, con sus cuerpos desnudos aún entrelazados, y su cabeza reposando sobre su pecho, con su pelo suelto sobre él, retomó la conversación que habían abandonado.

- Dos semanas me parece un tiempo algo justo para preparar la boda, aunque sólo seamos nosotros, tendremos que avisar a algunos testigos, y organizar cosas. Que sea una celebración pequeña no significa que no vaya a ser una celebración y tengo que preparar las ofrendas al templo. Dos semanas y media, sólo un par de días más, y creo que podré tenerlo todo. Mañana saldré hacia Japón; también podría dejarlo en manos de mi abuela, pero no se si sería lo más apropiado dadas las circunstancias.

Se incorporó ligeramente, apoyando los codos sobre al almohada, parecía que las ideas en su mente se iban aclarando poco a poco y que iba encontrando la manera de expresarlas. Se frotó las sienes en un último intento de aclarar las palabras que se agolpaban en su garganta.

- No me preocupa que tengas otros hijos Johann, es una simple cuestión de lógica, pero no es algo que esperara escuchar y menos de esa manera. Aseguras que son decepcionantes, y no se que esperas de este hijo que esperamos, pero tampoco quiero que simplemente sea otro engranaje en una máquina de guerra bien engrasada. Será importante, y será único y será la demostración patente de lo que sentimos.

Por primera vez en su vida, Natsuki se preocupaba por el futuro, por el suyo y el de su hijo. Quería una familia, no un escuadrón de la muerte, y sabía que quizás tendría que enfrentarse a Johann por ello, él no parecía tener un concepto de familia, ella tampoco es que supiera mucho al respecto, pero desde luego sabía lo que no quería, e iba a evitarlo por todos los medios.