Cena a la luz de las velas (Dalae Darkle) [20/2/2019]

Comparada con la ciudad, repleta de luces, la mansión de Arión resultaba particularmente oscura y tenebrosa, ya que el atlante se negaba a utilizar luz eléctrica, y lo único que había era un reguero de pequeñas velas que marcaban el camino al interior de la vivienda.

Pasaron por el vestíbulo, elaborado completamente en madera, hasta el gran hall de entrada en donde se podía observar una curiosa mezcla de estilos y épocas, desde las tallas, el candelabro y los bancos góticos hasta objetos y muebles de estilo renacentista.


La profusa variedad oscilaba desde sillones españoles del S. XVII, sillas y sillones Luis XIII y Luis XIV, banquetas del S. XVI, escabeles del S. XVI y XVIII, mesas del S. XVI-XVII, braseros del S. XVIII, arcones españoles del S. XV y japoneses del S. XVI-XVII… El lujo y fastuosidad que se exhibían allí eran increíbles, aunque si Dalae entendía algo de arte humano apreciaría que se trataba de un estilo mucho más sobrio y adusto de lo que había sido normal en las épocas a las que pertenecían aquellos muebles. Aunque sin duda, lo más llamativo de todo era el hecho de no disponer de absolutamente ninguna forma de electricidad; ni teléfono, ni ordenador, ni televisión, ni calefacción más allá de la gigantesca chimenea que podía apreciarse al fondo de la sala, y toda la luz procedía de las velas que adornaban las numerosas velas y candelabros. El lugar olía a madera antigua, a cera derretida y a aceites y barnices naturales. Era... agradable, en cierto modo, y lo más parecido a su propio mundo que la asgardiana había encontrado hasta ahora.

Una vez dentro, un hombre de edad avanzada y aspecto cultivado salió a recibirles. Si le sorprendió lo que vio, no lo demostró.

- Prepara cena para dos, Trykhun -ordenó el atlante-. Estaré en el Sancta Sanctórum. Sígueme, Rydia.

A medida que descendían las escaleras de la mansión, el poder que había detectado el lobo aumentaba más y más hasta llegar a ser prácticamente abrumador. El Sancta Sanctórum se encontraba en los niveles inferiores del antiguo edificio, y allí la magia era tan intensa que casi podía palparse con las puntas de los dedos. Arión no temía llevarla hasta allí, pues sabía que dentro de su Sancta Sanctórum la mujer no tendría la menor oportunidad, ya que el lugar estaba plagado de trampas mágicas para los incautos que se atrevieran a hurgar entre sus cosas sin su consentimiento.

Arión tomó una extraña piedra, de un material parecido a la pizarra, sólo que de color carmesí, y se puso a dibujar un pentagrama encerrado en un círculo, con intrincados símbolos entre sus huecos. Cuando hubo terminado, colocó una vela en cada extremo, situó a Superpredador en el centro y comenzó a recitar un extraño conjuro en un idioma totalmente desconocido para Dalae:

- Chellec nataon tyllic lwell bashes naktos klerl, bylla jhertok nenos resse, bylla resse, zhakto nume.

Arión hizo un gesto, liberando su poder, y el cuerpo del mutante se elevó en el aire, envuelto por una serie de hilos multicolor que lo mantenían inmovilizado y que se cohesionaban entre sí a través de la energía mágica que había fluido del mago, conformando una gigantesca esfera de luz azulada.

- No existe forma de que pueda escaparse de aquí -comentó el mago-. Después regresaré para estudiarlo y hacerle pruebas, mas, por el momento... ¿cenamos?

- No, por favor, adelántate tú -pidió el Sumo Mago-. Trykhun te acompañará al comedor. Yo tengo que hacer algo antes.

Cuando la muchacha se marchó escaleras arriba, el atlante se dirigió hacia un pequeño cofre que reposaba sobre una mesita lacada y lo abrió, extrayendo un antiguo pergamino que había sido conservado mediante magia. Dentro, había un mensaje para él escrito de su puño y letra:

París. 24/12/1779

Ésta noche tuve una visión. Una horrible visión. Me vi a mi mismo en peligro, y al mundo entero al borde de la destrucción. Sucederá en el futuro, en el siglo XXI, a ti, que sostienes ésta misiva entre tus manos. Por desgracia, yo ya llevaré algún tiempo muerto.

Como sabes, Ahri'ahn, el futuro no se puede cambiar. Lo que el Tejedor ha hilado, no se puede deshacer. Es por eso que no puedo decirte nada acerca de la visión, para que no puedas evitar lo que ha de venir. Sin embargo, también soy el Guardián del Equilibrio, y no puedo consentir que la Tierra acabe siendo pasto de demonios.

Es por eso que te envío un ángel guardián.

Su nombre es Alatariel, y es una arcángel. Tiene una visión del mundo un tanto particular, que para ti sin duda resultará chocante, pero es buena persona, y alguien que haría cualquier cosa para impedir el triunfo de su hermano Lucifer sobre la tierra. Es una mujer valerosa, fuerte y leal. He aprendido a amarla durante el tiempo que he pasado a su lado, y sé que ella me ama también a mí. Ha probado ser la mejor compañera que podría tener en mis largas noches de eternidad.

Le he pedido que no revelara su presencia ante ti, pues tus enemigos podrían intentar atacarte a través de ella, pero me dijo que intentaría estar siempre cerca de ti. Se mostrará quizás con otro aspecto, o bajo otro nombre, pero será ella.

Debo borrar de mi memoria las imágenes de ésta visión para no correr el riesgo de modificar lo que está por venir, pero recuerda: confía en tu ángel.



La mesa estaba elegantemente vestida, con vajilla de Sèvres: platos, bols para ensalada, tazas para sopa écuelle à bouillon (con asas y tapadera) y un aguamanil para lavarse las manos, ya que no había electricidad ni agua corriente en la mansión.

Cuando llegó, ya Rydia estaba sentada a la mesa, y Trykhun aguardaba con el aperitivo; una base de tarta horneada y cubierta con una leve capa de mostaza, rodajas de tomate del huerto de la mansión, queso de cabra e hierbas frescas, junto con una botella de vino.

- Me alegra ver que el señor ha recuperado el apetito -dijo el acólito con sorna, retirando una de las sillas para que Arión se sentara-. De haber sabido antes que iba a cenar acompañado, habría tenido preparado algo más... sofisticado, mas por desgracia ni siquiera sabía si iba a dignarse a tomar algo o si iba a optar por el ayuno como las noches anteriores. Me he visto obligado a improvisar -dijo, dirigiéndose en ésta ocasión a la señorita, con una inclinación de cabeza a modo de disculpa.

- Tienes que disculpar a mi ayudante -musitó Arión, incómodo, una vez el sirviente hubo desaparecido en el interior de la cocina-. Hemos tenido unos días difíciles últimamente.

Cogió un cuchillo y comenzó a cortar la tartaleta, sirviéndole a Rydia una porción. A pesar de haber sido siempre tratado como un gran señor, Arión había sido siempre muy humilde, y no tenía reparos en servir a nadie. Aunque los últimos tiempos habían visto cómo su paciencia se perdía y su carácter se volvía irascible y egoísta, parecía que los viejos hábitos tardaban en desaparecer.

- Y bien, Rydia... Ahora que hemos capturado a la bestia, ¿qué piensas hacer?

-¿Difíciles? ¿Y cómo es eso, si este lugar parece un remanso de paz?

Arión se reclinó en su silla, luego de haber servido los dos platos, y la observó durante algunos instantes mientras jugueteaba con la antigua pala de servir entre los dedos.

- Éste lugar quizás sí lo sea -comenzó-, pero pertenezco a la Liga de la Justicia, y a menudo nos vemos envueltos en problemas de cierta... consideración.

Depositó suavemente la pala sobre la mesa, junto al resto de la cubertería de plata.

- Hace casi tres semanas resulté herido de gravedad en una de esas misiones, y he tenido que guardar cama hasta hace relativamente poco, cargando a Trykhun con más responsabilidades de las que de por sí tiene normalmente. Además de llevar la contabilidad, ocuparse de mis negocios y del mantenimiento de la mansión, ha tenido que lidiar con los doctores y cuidar de mí. Ha tenido que ser muy estresante para él.

La miró mientras le servía la copa y la aceptó de vuelta en cuanto estuvo llena, permitiéndose unos segundos para disfrutar del intenso y agradable aroma envejecido antes de llevarse el rojizo néctar a los labios.

- Por supuesto, iba a ofrecértelo -dijo en cuanto la mujer mencionó la cuestión de la hora-. No es menester emprender un vuelo tan prolongado a horas intempestivas, en especial con un clima tan desagradable, y estamos demasiado apartados de la ciudad como para pensar en buscar un hotel. Además, no supone ninguna molestia; La mansión es grande, y disponemos de muchas habitaciones libres. Le indicaré a Trykhun que te prepare el cuarto de invitados en cuanto regrese con el primer plato.

La observó con disimulo cuando ella desvió la mirada hacia la ventana. Arión no había conocido nunca a un ángel, ya que no existían en el panteón atlante, y por tanto no podría reconocer cuál era exactamente su esencia. Desde un principio no había sido capaz de identificar su impronta mágica, aunque ella le había asegurado que se debía al hecho de pertenecer a otro mundo, pero por lo que él sabía, bien podría ser el ángel de que le había hablado su otro yo, bajo otra fachada. La voz de la piedra no le había dicho nada acerca de ella, pero no sabía hasta qué punto había sido efectivo el hechizo de borrado de memoria que había empleado sobre sí mismo, y también podía ser que no reconociera éste aspecto en particular. "Se mostrará quizás con otro aspecto, o bajo otro nombre", había mencionado la carta.

Si realmente era ella, encontraría alguna excusa para mantenerse cerca de él y vigilarlo para protegerlo... sospecha que confirmó con su siguiente petición:

- Aparte,si no os importa, también me gustaría estudiar a la criatura. No creo que sea un ser místico, pero eso no significa que no sea útil o interesante.

- Opino lo mismo -dijo, dejando la copa a un lado para tomar los cubiertos y empezar a cortar el pastel de tomate y queso de cabra-. Nunca en mi vida había visto a un ser como él, y tengo que admitir que me suscita curiosidad.

Tampoco su mentor parecía haberlo reconocido, lo cual no hacía más que incrementar su interés.

- Tengo la intención de estudiarlo y aprender cuanto pueda acerca de él. Quién o qué es, si pertenece a alguna raza o por el contrario se trata de un ser único en su especie, si posee alguna clase de consciencia inteligente, cuáles son sus habilidades o capacidades... No cabe duda que se puede aprender mucho de un ser así, y de hecho estás invitada a asistir a las sesiones de experimentación siempre que quieras. Al fin y al cabo, la criatura era tu presa, y has recorrido una larga distancia para encontrarla.

Después del aperitivo llegó Trykhun con el primer plato: ensalada de espinacas con fresas y nueces acompañada de salmón almendrado cocido en mantequilla con salsa de hierbas.

- El segundo plato está en el horno -informó mientras les apartaba en sus platos y comenzaba a recoger lo que había quedado de los aperitivos.

- Perfecto, Trykhun. Prepara cuando puedas la habitación de invitados para la señorita, por favor. Se quedará con nosotros ésta noche.

El sirviente dirigió una incisiva mirada tanto a la hechicera como a su señor, que provocó que Arión enrojeciera violentamente y estuviera a punto de atragantarse con el vino. Estaba claro lo que estaba pensando, pues su anterior encarnación había sido considerablemente mujeriego y seguramente se estaba preguntando si lo de la habitación de invitados era una formalidad para dar a entender que iba a acostarse con ella sin escandalizarla en público. Pero él no era como su álter ego, y de hecho solía ser bastante tímido y cortado para esos temas. Desde la muerte de su mujer, ochenta años atrás, no había vuelto a estar con nadie... salvo por aquella noche en la montaña, y no había sido por voluntad propia. El recuerdo aún le resultaba doloroso y humillante a partes iguales.

- Simplemente es tarde para salir ahora, Trykhun. Se marchará mañana por la mañana, prepárale la habitación de invitados.

- Por supuesto, lord Arión... -asintió y se marchó de regreso a la cocina.

-No creo que sea completamente inteligente, pero por lo que yo he visto, su instinto no suele fallar. Eso es algo que me tiene en ascuas, y también el hecho de que aprende de los errores, como las personas corrientes.

- Mañana mismo comenzaré a estudiarlo -comentó el mago en respuesta a la observación de la asgardiana-. Estás más que invitada a pasarte por aquí siempre que quieras y participar de los experimentos.

Había algo inquietante en la manera en la que pronunció la palabra "experimentos", con una especie de total despreocupación hacia lo que ésta implicaba.

El comentario del sirviente pareció afectarla casi tanto como a él mismo, lo cual era algo infrecuente, ya que el Sumo Mago solía ser mucho más vergonzoso en lo referente a éste tipo de cuestiones que las personas que le rodeaban, algo que a Chian le divertía aprovechar para dejarlo en ridículo.

-¿Es siempre así?

- Sí... conmigo -contestó, algo molesto. Quizá tendría que empezar a castigar aquella clase de comportamientos, pues le ponían en evidencia delante de los demás y le restaban autoridad. La culpa la tenía él, por haberle insistido tanto en que no era un sirviente en su casa, sino su ayudante y amigo.

Claro que aquella era una actitud que a Chian siempre le había agradado...

Pero tenía que dejar de pensar en su mujer, se dijo recordando las palabras que el acólito le había dicho una y otra vez desde su llegada a aquella época, y su mirada se desvió suavemente hacia las mejillas tiernamente sonrosadas de Rydia y en el leve azoramiento que provocaba la caída de sus ojos.

-Os veo pensativo. ¿Pasa algo? -inquirió ella al percatarse de la manera en que la miraba.

- No -contestó él, saliendo de su trance-. Estaba pensando en que me recordabas a alguien... del pasado.

El segundo plato consistió en una sabrosa cazuela de setas gratinadas salteadas en mantequilla, con crema agria, yema de huevo, sal, perejil y pimienta. Dalae entendió entonces lo que había querido decir el acólito, y es que, con la excepción del salmón, todos los demás ingredientes, aunque preparados con esmero, eran bastante humildes y sencillos: los champiñones, el huevo, los tomates, las especias... La carne, por ejemplo, había brillado por su ausencia. Sin duda aquél no sería el menú que el vizconde encargaría durante una comida de gala. La mayoría de los ingredientes, naturales y frescos, parecían haber sido recogidos del propio huerto de la mansión, lo que corroboraba la historia del sirviente de que Arión llevaba varios días sin comer apenas nada, por lo que la despensa estaba desabastecida. Aún así, todo había estado realmente exquisito, lo cual decía mucho del talento de aquél hombre y su capacidad para improvisar.

El tiempo pasó deprisa entre distendida y amena conversación, pero, finalmente, llegó la hora de retirarse.

-Vaya, el tiempo pasa volando. Será mejor que me retire para que vos podaís descansar.

- Por supuesto -el mago hizo un gesto de invitación con su copa, y de inmediato Trykhun se aproximó para guiarla a sus habitaciones-. Seguramente mañana tendré que marchar pronto a atender unos asuntos en Atlantis, por lo que no estaré aquí cuando te vayas, pero ya sabes... Estás invitada a venir por aquí siempre que quieras. Que Deedra te guíe en tu sueño.

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La habitación de invitados a la que la llevó Trykhun era pequeña pero coqueta, y se veía que había sido destinada para una mujer. La cama con forma de góndola era de caoba, con incrustaciones de rosas y amapolas en dorado. A la izquierda había una mesita de noche a juego, con un reloj de bronce cincelado. Había numerosos jarrones en los que habían depositado fragantes flores frescas (seguramente del jardín de la casa), delicadas vasijas de porcelana china, costosas alfombras y un biombo, reflejando una clara disparidad entre el estilo del mobiliario, los objetos que decoraban la estancia y el estilo arquitectónico en sí, lo cual una vez más no era sino una muestra de lo que debía ser la vida de un inmortal, recopilando objetos, muebles y tesoros de todas las épocas por las que había transitado.

Al otro lado del biombo se encontraba la antigua cómoda-inodoro-bidet, que en el pasado se ubicaba dentro del mismo dormitorio, junto a la cama. La jarra y la jofaina para enjuagarse la cara y las manos se encontraba sobre la placa de mármol. Al fondo estaba el armario para la ropa, con un claro estilo del siglo XIX, mucho más oscuro y sobrio que la cama.

A pesar del aspecto antiguo, el colchón era firme y confortable, y las sábanas de raso, ligeras y suaves, proporcionándole un cálido descanso a la asgardiana. A la mañana siguiente, Arión, fiel a su palabra, no se encontraba en la mansión, pero Trykhun había preparado para ella un abundante y sustancioso desayuno consistente en crepes, tortillas, mini quiches y pan francés a acompañar con leche, café o zumo.