A Whole New World [25/06/2018] (Tony Stark)

Arión se quedó mirando el gigantesco rascacielos de cristal que se alzaba en mitad de aquella jungla de hormigón. Para alguien que había vivido hacía 45.000 años aquella ciudad resultaba apabullante. ¡Era tan distinta de París! Sí, París era una ciudad moderna, pero aún conservaba el encanto de antaño en muchos de sus barrios y edificaciones. En cambio aquella ciudad era un verdadero monstruo. Aquella era la primera vez que la visitaba desde su llegada a la isla. Por lo general las grandes ciudades le causaban rechazo, y lo único que le gustaba de la mansión de París era que se encontraba a las afueras, en medio de la campiña.

Podría haber enviado a alguno de los acólitos a que le extendieran a Stark una invitación para venir al templo, pero después de lo ocurrido el día anterior, lo mínimo que le debía al hombre que había salvado su vida era superar su aversión a la modernidad para venir a visitarle en persona. Incluso había aceptado vestirse de acuerdo al momento para no llamar la atención. Llevaba un traje de chaqueta de un color oscuro neutro, bastante sencillo, camisa blanca y corbata clara. La gema roja la había dejado en el Templo.

Después de algunos instantes de indecisión, terminó por franquear las puertas del edificio y dirigirse hacia una chica de aspecto simpático que se encontraba en recepción. Ya había pasado la hora del almuerzo, por lo que esperaba no pillarlo en un mal momento...

- Disculpe -le dijo utilizando el hechizo de comprensión idiomática que le facilitaba uno de sus anillos-, quisiera ver al señor Stark.

- ¡Claro! ¿Tiene usted cita?

- Hummm... No, pero creo que me espera. Me dio una tarjeta ayer. Mi nombre es Arión, dígale que soy el hombre al que conoció en la isla.

- Un momento, señor... -la chica descolgó el teléfono y marcó un número...

Arión correspondió al saludo de Tony con una sonrisa.

- Supongo que nos vemos en mejores circunstancias que ayer -comentó pasando al interior de la espaciosa habitación sin dejar de observarlo todo con curiosidad. En un momento dado simplemente se volvió para mirar de nuevo a su anfitrión-. Los monjes me han contado lo que hiciste ayer. Lo de... los residuos mágicos corruptos que habían quedado en el ambiente y que al parecer eran letales. Te lo agradezco mucho. Ojalá hubiera podido hacer más -dijo con sinceridad.

Fue hacia una de las sillas y se sentó.

- ¿Qué hay del mago que atravesó el portal? ¿Está bien? Disculpa que te haga todas estas preguntas, pero nunca había visto... bueno, es una curiosa armadura la tuya... ¿Cómo consigues que vuele y lance rayos sin usar magia? Puedo sentir las energías místicas y pude notar que tu armadura funcionaba mediante un mecanismo que no era producto de la mente humana.

Arión esbozó una mueca amarga cuando Tony habló de su papel en la batalla.

- ¿El escudo? No fue nada comparado con el poder que tenía antaño. En el pasado habría sido capaz de cubrir la isla al completo. Ayer sólo pude proteger el templo, y sólo porque me he pasado los últimos veinte días meditando y acumulando poder mágico, y el esfuerzo que realicé fue tal que tardaré algún tiempo en volver a estar al máximo de mi capacidad actual.

Escuchó lo que le dijo sobre Razor, no sin cierta intriga. ¿Un mundo en el que coexistían la magia y la tecnología? Él provenía de una era en donde la magia gobernaba todo, y había terminado en un mundo completamente dominado por la tecnología. La simple idea de que dos disciplinas tan opuestas pudieran coexistir parecía impensable a simple vista.

- Parece un mundo interesante, me pregunto cómo lo harán para combinar ambas disciplinas... Me gustaría estar presente cuando le lleves a Nueva York. Nunca he estado allí. A decir verdad, todo me resulta extraño en este mundo vuestro...

Stark se levantó y fue a llenarse un vaso de un líquido oscuro al tiempo que le ofrecía algo para tomar.

- ¿Qué es ese bebedizo? No estoy muy al tanto de las bebidas que tenéis en ésta época, pero bastará cualquier cosa que no lleve alcohol, muchas gracias.

El millonario le ofreció un vaso de la misma bebida y él la aceptó. Estaba fría y sabía a hierbas y a limón; le agradó.

- ¿Ingeniero? ¿Es lo mismo que científico? -inquirió con curiosidad-. Es una especie de secta, ¿no?

A pesar de las connotaciones que podría tener esa palabra, no parecía decirlo en el mal sentido ni con ninguna mala intención. De hecho su expresión era bastante ingenua, como si realmente desconociese todo acerca del término.

En ese momento, Jarvis proyectó la imagen holográfica sobre la mesa, sobresaltando al hechicero. ¿Qué diablos...? No había sentido la emanación mágica que...

- Un momento... -musitó, fascinado, acercando las manos a la imagen intangible-. ¿Esto es... "ciencia"?

Después miró el minirreactor cuando Stark lo señaló. Tampoco detectaba magia en él.

- ¿Qué es? ¿Para qué sirve? ¿Por qué lo tienes incrustrado en el pecho? -inquirió, cada vez más interesado.

Entonces Stark hizo las pertinentes preguntas acerca de él y volvió a echarse hacia atrás en el respaldo.

- Zatanna es sólo medio Homo Magi -explicó-, fruto del amor entre una hechicera de mi raza y un mortal. Ha heredado parte de las facultades mágicas de su madre, pero carece del poder de un Homo Magi puro. Yo mismo no soy más que una simple sombra de lo que fui, ya que tuve que sacrificar mi poder al sol para evitar una era de glaciación que habría acabado con la vida en el planeta hace 45.000 años. Sin embargo, los miembros de mi linaje poseemos una afinidad natural para la magia, por lo que mi poder no desapareció del todo, pero ahora me veo obligado a depender de amuletos, pergaminos y otros objetos mágicos, y cuando utilizo demasiado poder mi cuerpo se agota rápidamente tal y como pudiste comprobar ayer.

Arión escuchó con interés todo lo que le decía Tony. Estaba de acuerdo con su concepción de la magia y la ciencia como dos formas de energía, siendo la primera un producto de la mente humana y la segunda no. Quizá el millonario tenía razón y podía ser factible la utilización conjunta y combinada de ambas, aunque estaba claro que eso iba más allá de sus habilidades y su comprensión.

- No sé lo que es un Long Island -sonrió al aceptar la bebida-, pero está bueno. Yo tampoco bebo alcohol, encuentro que interfiere con el ejercicio de mis facultades místicas.

Atendió a sus explicaciones acerca de la ciencia y los hologramas con gran atención, tratando de comprender aquellos conceptos que eran tan nuevos y extraños para él. En la Atlántida habían existido máquinas producto de una tecnología muy avanzada, como sus naves y armas de asedio, pero todas funcionaban con magia, como el centro de mando, que requería de telépatas conectados a las máquinas para llevar los sistemas. En aquél mundo parecían estar tan avanzados en todo... y sin embargo les costaba aceptar la existencia de los dioses. Para él, que había ayudado personalmente a Deedra, Diosa de la Naturaleza, y había combatido a Chaon, el Dios del Caos, aquella clase de dudas estaban totalmente fuera de lugar.

Cuando Tony se quitó la camiseta se acercó para estudiar mejor el minirreactor, pensativo.

- Justo al lado del corazón... Hmmm... Si aún tuviera mi poder sería capaz de extraer las esquirlas sin causarte el menor daño, pero en mi estado actual... no me atrevo a intentarlo. Por desgracia mi magia nunca me otorgó la capacidad de curar. Supongo que ése es terreno reservado a los dioses -finalizó antes de regresar a su asiento.

Se sorprendió cuando el millonario habló de la glaciación como si supiese de lo que estaba hablando. ¿Cómo podía ser, si aquello había sucedido 45.000 años atrás? Pero bueno, por lo que había visto aquellos científicos de los que Tony hablaba eran capaces de obrar grandes prodigios similares a los de los magos, por lo que era posible que de alguna manera hubieran reconstruido lo que ocurrió en el pasado. Aunque estaba claro que les faltaban datos.

- Hummm... sí -contestó ante su asombro-. Hace ciento cuarenta y cinco mil años se produjo un enfrentamiento de proporciones cósmicas entre Caculha, el primer Sumo Mago de Atlantis y Majistra, una sirvienta de los Señores del Caos a la que no le importaba destruir el mundo con tal de cumplir sus ambiciones de poder -por un momento, su rostro se entristeció-. Ellos eran mis padres. Caculha logró vencer -a costa de un sacrificio, el suyo, pero no se sentía con fuerzas de profundizar en aquello en ese momento-, pero el enfrentamiento provocó que la tierra se moviera en su eje, trayendo consigo el frío. Miles de años después, una mortal que deseaba convertirse en maga se cruzó en el camino de un brujo cuyo nombre se ha perdido en los anales del tiempo. El brujo venía huyendo de un gigante al que creó u ofendió... o tal vez ambas cosas. El hombre era astuto, muy astuto... e hizo un pacto con la joven: A cambio de prometer que le ayudaría a librarse para siempre del gigante recibiría enormes poderes y una vida inmortal. La chica era joven e ingenua, así que aceptó, y él aprisionó a su némesis en una prisión mágica que después convirtió en la fuente de los poderes de la chica y su inmortalidad. Ella no tuvo otra elección que aceptar sus condiciones, pero la prisión de escarcha-fuego se nutría del sol... matándolo cada día un poquito más y condenando al mundo al hielo eterno. En cuanto a la mujer, que se llamó a sí misma Icestarr, debía vigilar eternamente la prisión del gigante para continuar siendo la hechicera más poderosa del mundo. Debía retirar periódicamente las energías acumuladas de la piedra, o de lo contrario la escarcha-fuego se derretiría. Yo viajé desde mi hogar en Atlantis hacia las gélidas cimas del mundo en el norte para hablar con ella 45.000 años atrás, y finalmente logré hacerle ver que la eternidad que le esperaba era una eternidad en soledad... Que cuando el sol muriera por fin, no quedaría nadie vivo para apreciar su fría belleza. Me permitió realizar el ritual que devolvería la energía de la piedra al sol, pero era mucha la que ya había sido extraída en el transcurso de los siglos, por lo que fue necesario que yo sacrificase mi propia magia en el ritual para devolverle su fuerza al sol. Icestarr murió... y yo maté al gigante con mis propias manos.

>> El sol volvió a calentar, el clima cambió y los hielos se derritieron, pero yo había perdido todo mi poder, salvo una ínfima parte que forma parte de mí a causa de mi linaje. Con el tiempo aprendí a utilizar objetos mágicos, hechizos contenidos en pergaminos y amuletos para recuperar parte de ese poder que aún anida en mí... Pero como te digo, no soy más que una sombra de lo que fui en el pasado.

Arión permaneció algunos instantes melancólico y sombrío tras evocar aquellos recuerdos que para él aún no estaban tan lejanos, y finalmente sonrió al escuchar la propuesta del millonario.

- Claro, será un placer viajar contigo. Sólo tendré que avisar a Trykhun y a los monjes...

- Oh, mi vida no ha sido tan larga, sólo tengo 150 años, lo cual no es gran cosa para los de mi raza -explicó como si tal cosa-. El otro Arión, el que vivió esos 45.000 años, fue asesinado hace unos meses por Mordru, uno de los más poderosos Señores del Caos. Sus acólitos se reunieron en marzo para realizar el ritual que habría de traerme de vuelta desde el pasado para poder ayudar con todo el asunto de la Colisión. Pertenezco a la Liga de la Justicia, por cierto. Creo que no lo había mencionado antes.

Ya todos en la Liga conocían su historia, por lo que no le importaba revelársela a aquél extranjero. Además, le gustaba dejar claro que él no era el mismo Arión que había existido hasta hacía pocos meses. Su álter ego había realizado acciones y tomado decisiones de cuestionable moralidad, y prefería distanciarse lo más posible de ellas. Además, aquél hombre le había salvado la vida, ¿acaso no era razón suficiente para confiar en él?

Escuchó lo que el millonario le decía acerca de los riesgos que conllevaba el tener demasiado poder y negó con la cabeza.

- ¿Y qué hay de los malvados que tienen semejante nivel de poder? Sin una fuerza equivalente para detenerlos, el mundo estaría abocado a su destrucción. Mi poder me sirvió para detener el avance implacable del hielo, Anthony. Me sirvió para desterrar demonios y para mantener a raya a otros magos igual de poderosos que yo que habían dedicado sus vidas al dominio de las artes oscuras. No creo que renunciar al poder sea una opción. Más bien creo que adquirimos con él una responsabilidad que debemos saber utilizar para proteger a los que dependen de nosotros. Si yo pudiera traer mi magia de vuelta lo haría sin dudarlo...

Saltaba a la vista que aquél hombre tenía un elevado sentido de la responsabilidad que no hacía sino dar veracidad a su relato anterior.

- En el templo no hay de esos aparatos que mencionas, pero Trykhun, mi asistente, sí que tiene uno pequeño que lleva consigo a todas partes. Siempre me insiste en que lleve el número encima... -rebuscó entre los bolsillos de su traje hasta encontrar un pedazo de papel con un número escrito que tendió al millonario-. Él está en París. Lo único que hay que decirle es que deberá recogerme en Nueva York en lugar de Japón.  

Aceptó el dispositivo que le ofrecía Tony, atendiendo a las explicaciones. Por lo general se mostraba siempre bastante reacio a hacer uso de las nuevas tecnologías; No las entendía y le hacían sentirse extraño, pero lo guardaría por si acaso. Nunca se sabía cuándo podía hacerle falta... Por suerte parecía bastante sencillo de utilizar.   

- Entonces, ¿nos vemos mañana?