Hecho para estar solo. (Dianne Albidane)

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Dallas, una de las ciudades mayores de estados unidos, e indudablemente la más grande y notoria de todo el estado sureño de Texas, un paso obligatorio cuando vienes desde el sur, hacia menos de una semana que Cane había llegado a esa ciudad, por aquel entonces sus nervios eran más notorios, su acento local aún no estaba perfeccionado, e intentaba hablar lo menos posible, era difícil imaginarlo en peor estado que como se lo vería meses luego en nueva york.

Era una ciudad inmensa y bastante poblada, por lo que lo más razonable al menos para un vagabundo que acaba de cruzar ilegalmente la frontera, era mantenerse lo más alejado de la gente posible, pero había algo que lo impulsaba a querer acercarse, buscaba algo en específico, algo que su mente había olvidado y no podía terminar de recordar, algo que se había dicho a si mismo quizá muchos años atrás, que debía hacer si alguna vez visitaba esta ciudad.

Ese algo lo impulso a salir de los callejones, a interactuar con otras personas, y a buscar aquello que su mente le decía que busque, una respuesta a una pregunta que ni siquiera conocía.

Ya para ese entonces llevaba casi un año de viaje, y se había acostumbrado a que para sobrevivir no siempre bastaba con buscar comida de la basura, muchas veces tocaba tener que pedir ayuda, aunque el poco orgullo que le quedaba siempre le prohibió simplemente pedir a cambio de nada, siempre le incomodo de todos modos ofrecerse de ayuda en casi cualquier pequeño trabajo que podrían llegar a darle para tener algo de comida, o que le permitan bañarse.

Casi cualquier interacción social siempre lo ponía más nervioso de lo habitual, incomodo, molesto, era ya relativamente normal en él, pero era algo a lo que debía acostumbrarse para poder sobrevivir, la mayoría de la gente lo rechazaba o ignoraba, pero siempre había algún anciano solitario que no tenía problemas de cocinarle a un extraño que parecía tener más miedo del mundo, que el mundo de él, al menos a cambio de algún trabajo físico.

Bañado y alimentado, ahora al menos la gente tendría una razón menos para alejarse del vagabundo, y permitirle quizá preguntar algunas cosas sobre la ciudad, siempre buscando aquello que lo impulso a quedarse en aquel lugar.

Comenzó preguntando qué cosas tenia de importante la ciudad, monumentos y personas importantes que hayan vivido allí, tenía que haber alguna razón por la que quería mantenerse aun en ese lugar, y algo en él le decía que era algo que debía ser de relativo conocimiento popular, por lo que para su desgracia, la manera más sencilla de llegar a ello era preguntando a la gente.

En parte era bueno eso, quizá podría acostumbrarse a la idea de tener que hablar más seguido con otros, y por sobretodo, aprender a simular mejor su acento local, para pasar desapercibido, no tenía mucho aspecto de extranjero gracias a su ascendencia europea, por lo que entre la barba y el pelo, poco se notaban las facciones de su rostro, y bueno, hay que admitir que cualquier con tez clara en estados unidos se ahorra unos bastantes problemas de racismo.

De momento al menos pasaba desapercibido, se las arreglaba para imitar lo más bien posible el acento local y no parecer un extranjero, bueno después de todo acababa de cruzar la frontera ilegalmente hacia unas semanas como mucho, debía tener la mayor cantidad de cuidados posibles, aun así, intentaba evitar a la mayoría de los que lo observaban con desconfianza, solo por si acaso, alguien con buen oído indudablemente podría darse cuenta que no es de aquí.

Finalmente se acercaba a un monumento local que le había indicado una de las tantas personas a las que les pregunto sobre aquello que buscaba, se paraba frente a este observándolo, la mayoría de la gente se alejaba de él, murmuraba para sí, cual pensamiento en voz alta, leyendo el nombre de la persona a la que le habían dedicado aquel monumento, para luego negar.

A la par, dos policías locales conversaban relativamente cerca del monumento, comenzando a bajar la voz sutilmente, uno indicaba la posición del vagabundo, el otro se giraba a observarlo levemente asintiendo al otro, siguieron conversando, comentando que la gente lo había visto merodear por las cercanías desde hace apenas un día, y sospechaban que podría ser un inmigrante por como hablaba, y que andaba molestando a la gente haciendo preguntas raras.

El vagabundo se giraba, pensativo, dispuesto quizá a seguir buscando aquello que deseaba, los policías lo observaban, pensando en actuar, en detenerlo y hacerle preguntas, y Cane volvía a encontrarse de frente a una situación que estaba fuera de su alcance para evitar…

Desde que se había marchado para unirse como alumna en la escuela de Charles Xavier, incluyendo así su ingreso a los x-men, Dianne no había hablado o se había encontrado con su madre o su hermano, aunque a este último le envió hace tiempo un mensaje hablando a medias de su situación actual y pidiéndole por su paciencia hasta que pudieran encontrarse y explicarle con más detalle. El hecho que él no tratara de contactarla era para ella su forma de decir “de acuerdo, confío en ti”. Ahora era el momento de ir a ver a su hermano, quien residía en Dallas y pertenecía a uno de sus importantes equipos de béisbol, los Falcon Dallas. Avisó en la mansión que estaría unos 4 días fuera por visita familiar.

Así que allí estaba, con el dinero que le quedaba había pagado un billete de avión. Se había marchado de su casa con algunas pertenecías, ropa y algo de dinero, pero todo lo demás lo dejó atrás para que su madre no pudiera rastrearla tan fácilmente, como lo hubiera sido si hubiera llevado la tarjeta de crédito. Así que ya casi había consumido el dinero en efectivo que se trajo. Lo bueno era que ya había comenzado a hacer algunas misiones como miembro de la patrulla y por ello era recompensada con una “paga” para que pudiera mantenerse. Igualmente debía empezar a pensar en buscar algún oficio normal que le sirviera de tapadera y que le diera fondos para vivir por su cuenta.

El caso era que no podía ir a casa de su hermano hasta que fueran las 8, así que decidió ir a dar un paseo para conocer la ciudad ya que tampoco cargaba mucho, más que un bolso de viaje sencillo que portaba a la espalda, así que tampoco iba a estar incómoda cargando cosas.

Había llegado a un gran parque en cuya zona central se hallaba un gran monumento. Realmente este detalle le importaba poco, no iba a poder disfrutarlo así que simplemente buscó un banco vacío donde poder sentarse, disfrutar del aire limpio del parque y leer uno de sus libros en braile.

Pero su plan no sería tan fácil de llevar a cabo pues no podía evitar no escuchar con su excepcional oído la conversación que estaban teniendo dos policías cercanos en el parque. O al menos ella dedujo su oficio por la conversación que estaban teniendo.

-Pero no ha hecho nada, solo vagar por aquí.

-Ya he recibido varias quejas de algunos transeúntes. Anda haciendo preguntas raras e incomodando a la gente.

-Quizás esté loco, ya sabes lo que le hace la calle a la gente. Y más en estos tiempos que corren. ¿Acaso tú no te volviste loco cuando te enteraste que la ciudad está dividida en dos Dallas?

Dianne recordó en ese momento que muchas ciudades habían cambiado desde la colisión, y Dallas era una de ellas. Dallas ahora tenía dos partes y se conocían como Dallas de la nueva era y Old Dallas.

-Da igual, el caso es que vamos y nos lo llevamos a comisaría. Me ensucia la vista tener que verlo por el parque.

-Como veas, aunque eres un poco exquisito tú.

Ambos policías se acercaron con paso firme hacia el vagabundo del que hablaban, un hombre extrañamente limpio pero con ropa destrozada y unas grandes barbas. La joven no solía tolerar esas actitudes, sobre todo si incluían abusos, así que se incorporó de su asiento y siguió a la pareja de oficiales que ya estaban llamando al hombre la atención hasta que ella intervino.

-¡Perdona! Llego tarde. Te traigo algo de ropa para que te cambies. Me ha apenado mucho escuchar lo que te ha pasado, pero no pasa nada, lo vamos a solucionar.

Dijo la chica acercándose a Cane con calma, como si le conociera de toda la vida. Los policías se frenaron al verla algo contrariados. No esperaban que una invidente conociera al tipo. Al parecer debía haberle pasado algo y habrían quedado allí. El policía que sugirió arrestarlo se giró molesto farfullando por lo bajo mientras su compañero le seguía.

-Disculpa que me haya acercado así, pero esos policías pretendían arrestarte sin haber hecho nada.-Dijo suavemente para que solo el vagabundo la escuchara.

El vagabundo se giraba observando a los policías, y luego a la joven invidente que se acercaba tras de ellos llamando su atención, por un instante giro levemente la cabeza para ver si había alguien atrás suyo a quien esta podría estar hablándole, pero como siempre, donde sea que él estuviese era poco probable tener alguien más cerca.

Observaba sin terminar de entender mucho la situación, más sin acotar demasiado a esta, por un instante perdido dentro de su propia mente mientras los policías se alejaban, para su suerte había sido salvado de una posible situación bastante complicada, pero aún quedaba la interrogante de siempre ¿Por qué?.

Instintivamente se alejaba un paso de la joven una vez los policías ya se habían dado vuelta y alejado un poco, la observo primero, considerando la posibilidad de que esta ni siquiera fuese real, ya eso era algo común en él, sus pequeñas visiones le habían hecho perder cualquier posible confianza en sus propios ojos.

-Esto… gracias supongo… Decía con un tono algo nervioso, volvía a alejarse un poco más de la invidente, respiraba profundo intentando calmarse, y volvía a perder la vista en otro lugar, siempre incomodo de mirar a otras personas directamente, siempre buscando algo con que distraerse.

-hm… ¿Eres de aquí? Estoy buscando algo… algo que tiene cierta importancia, pero no recuerdo que es. Comentaba al aire, quizá esperando alguna respuesta, mientras leía la inscripción del monumento frente al de nuevo, intentando distraerse.

Bueno, de por si casi nadie me habla, y casi nadie me contesta, ella, ilusión o no, me acaba de salvar de un problema, supongo que tengo más posibilidades de que si me conteste… aunque me siga molestando la idea de por qué me ayudó. Supongo que no ver mi aspecto ayuda bastante en eso… en fin…

Volvía a respirar profundo, saliendo de sus pensamientos, observaba de reojo a la joven, de cierta manera, el hecho de que esta no pudiese verlo, le calmaba bastante, le incomodaba menos verla mientras hablaba, de todos modos intentaba perder su vista en otras cosas, mientras con su oído le prestaba atención…

La inquietud e inseguridad de aquel hombre eran palpables para la joven mutante. Su respiración agitada perturbaba el timbre de su voz, algo profunda pero claramente débil. Quizás el hecho que los policías fueran a por le hubiera asustado, quizás es que estuviera algo demente, o quizás un poco de ambas, daban el porqué de su actitud, un tanto errática.

Dicen que los animales son capaces de leer el lenguaje corporal y las emociones y, que se ven afectados por ellas, de tal forma que si el dueño de un perro está en calma, su perro también lo estará. Y los humanos eran animales al fin y al cabo. Sabía como el comportamiento, el tono de voz, sus movimientos podían afectar a alguien, ella misma cambiaba mucho ante la presencia de su madre, por ejemplo. Así que consideró que tratar de forma calmada al señor sería lo más correcto. Quizás no debiera dirigirse como señor, su tono de voz no era el de alguien excesivamente mayor.

Respondió con un gesto amable de la mano a su “gracias”, aunque fuera débil y contrariado.

-No soy de aquí, pero aunque no lo parezca, se me da bien encontrar cosas. Puedo ayudarte si me dejas. Aunque tengo la sensación que…no buscas algo físico, ¿o me equivoco?

Ladeó entonces la cabeza y sus fantasmagóricos ojos se posaron en su figura, como si captasen algo, como si mirasen a través de el. ¿Aquello que veía era una raíz de poder? Si…lo era. Se bifurcaba en varias zonas que culminaban en unos bulbos diversos, todos cerrados pero que emitían una tenue luz, cada uno con un tono diferente. Estaba dormida, o mejor dicho, inactiva. ¿Cómo sería verla en acción? No sabía reconocer si era mutante o que…realmente no sabía distinguir la “raza” de alguien por ellas, peor había algunas en concreto como las de su madre y Sloan que tenían cosas en común por las cuales se podía hacer una idea de qué eran.

Por precaución, más que nada por no meter más miedo en el cuerpo al vagabundo, decidió no mentar nada al respecto, al menos por el momento.

-Dime, ¿Cómo puedo ayudarte?

-Busco… algo, no sé bien que es lo que es… tu eres… la primera que reacciona con intenciones de querer ayudarme la verdad. Observaba a la joven invidente, de nuevo el hecho de que no pudiese verle le permitía estar levemente más tranquilo frente a ella, normalmente frente a una mujer, más siendo esta joven, estaría tartamudeando para este entonces.

Buscaba en su mente las palabras correctas ,la idea correcta, que era lo que realmente estaba buscando en aquel lugar, tenía que meterse en partes de su memoria que no le agradaba tocar, pero si algo quería ver de aquel lugar, posiblemente esa sea la única oportunidad que podría llegar a tener en estos momentos, debía buscar que era lo que realmente quería.

-Sé que es algo importante para el lugar, pero no creo que sea un monumento o nada de eso… creo que es… alguien…

Necesito una respuesta para esto, algo más exacto, necesito saber más que es lo que buscas en este lugar mente, necesito recordar más… pero no sé si quiera hacerlo, las pocas veces que quise recordar todo termino mal, y la mayoría de estas yo inconsciente en el suelo con todo revuelto a mi alrededor, y hasta ahora venía salvándome de terminar preso solo porque estaba en lugares del sur, donde seguridad es lo último que vas a encontrar…

-Creo que es un artista… Aquella idea había surgido repentinamente de sus pensamientos, había recordado algo, quizá no lo suficientemente exacto, pero quizá de momento podría bastar, quizá aquella joven podría ayudarle a encontrar aquello que tanto buscaba en esa ciudad, o quizá su presencia constante junto a él podría llevar a algo, bueno o malo distaba mucho de saberse aún, pero la mente de aquel joven vagabundo comenzaría a volverse desde aquel punto algo difícil de mantener en silencio…

-Seré la primera porque la gente tiende a pensar antes en sí mismos y mal de los demás que en ayudar a alguien que lo necesita. Odio este tipo de actitudes y, claramente, tú necesitas ayuda. No pierdo nada por ayudarte y será lo más productivo que haga antes que quedarme esperando sin más.

Ya se había topado con gente así, que repudiaban a quien se salía de los cánones de normalidad para ellos y que por tanto no merecían ni atención ni respeto. Era por este tipo de situaciones y comportamientos que agradecía ser ciega, no juzgaba las apariencias, si no hechos.

Le notaba más calmado, su voz no temblaba tanto. Parecía que tomar la actitud que había tomado ayudaba. Esperó a que reorganizara sus ideas en busca de algo más de información que pudiera ayudar en su búsqueda.

-Alguien importante, ¿para la ciudad? Uhm, veamos… - comentaba mientras se acariciaba la barbilla meditándolo.- Probablemente puedas buscar en la archivo municipal información sobre personas importantes de aquí. Y que sea un artista acota más la música. Dime, ¿puedes indicarme exactamente el tipo de artista que buscas?

Sacó de la bolsa de viaje que portaba una botella de agua y se la ofreció.

-Toma, quizás te ayude a aclarar ideas y recobrar energías. Aunque no tengo nada de comida que ofrecerte me temo.- comentó mientras buscaba por si las moscas por dónde sacó la botella.

-No culpo a la gente, es… normal. Normal alejarse de aquello que se ve distinto a lo demás. El vagabundo volvía a perderse un poco en sus pensamientos, distrayéndose, buscando la manera de evitar observarla fijamente, aunque no le incomodaba tanto como con otras personas, aun así era algo que nunca había tenido la costumbre de hacer, o quizá una costumbre que había perdido.

-No creo que me dejen entrar a ningún archivo municipal. Con esta apariencia, difícilmente puedo permanecer en paz en un lugar público por más de veinte minutos.

Cane observaba a la joven cuando esta le ofrecía agua, no le agradaba aceptarlo, pero había aprendido a las malas que cuando estas en las calles lo mejor es nunca decir que no a nada que sea vital para el cuerpo humano, y beber agua sucia de canillas públicas no era la cosa más sana del mundo.

-Gracias. Decía mientras aceptaba la botella, destapándola y tomando un par de sorbos, no quería tomarla toda ni tomar más de lo necesario, así que simplemente tras tomar un poco la volvió a cerrar y se la devolvió.

-Estoy seguro al menos de que es un artista… posiblemente sea de música, ya que no recuerdo que me agradase otro tipo de arte, y suelo recordar muchas melodías en mi mente a veces. Comenzó a hablar con bastante tranquilidad en un inicio, para luego darse cuenta que, estaba dando a entender su pérdida de memoria, esperaba que no se dé cuenta, pero las palabras lo dejaban algo en claro, y si algo le había enseñado su viaje, era jamás demostrar ninguna clase de problema mental en público, o te juzgaran de loco y te querrán tirar en el primer loquero que se crucen, o bueno, eso era lo que él creía claro.

-Quizá… tú puedas preguntarle a alguien por mi… eso seguro evitaría unos cuantos prejuicios y haría esto algo… más sencillo, bueno si quieres… claro.

-Pues no debería serlo, normalizar ese tipo de actitudes…no digo que sea fácil no tenerlas siempre, pero no habría que verlas de esa forma, si no luchar por corregirlas.

Intentó que no se notase sulfuro en sus palabras, pues realmente el tema le toca la fibra sensible. Pero también es cierto que en ocasiones era demasiado crítica con su alrededor y debería aprender a suavizarse un poco.

-¿Por tu aspecto? Bueno, eso es algo fácil de solucionar. Si me permites no me importaría comprar en algún puestecillo de ropa algo “normal”.

Notó cierta reticencia a tomar su agua, pero acabó por aceptarla, así que se preguntó si rechazaría su propuesta. Seguramente lo haría así que tendría que darle razones para aceptarlo.

-Un músico, ¿eh? Yo soy músico. Quizás, si fueras más específico pueda indagar mejor. Pero no te preocupes, ya veo que te cuesta recordar. Umh… ¿puedo preguntar que te ha pasado? ¿Has tenido algún accidente viniendo hacia aquí?

Por lo que notaba de él, aparte de ir vestido como un vagabundo y su dificultad para recordar que busca, por lo demás estaba en perfecto estado. Iba a ayudarlo, sí, pero solo de forma que él también se ayudase a sí mismo y trabajase en ello. No solo su madre la había criado, si no su hermano y él siempre la había hecho hacer las cosas por sí misma, para que supiera que podía valerse sola. No es que no la ayudase, al contrario, esa era su forma de hacerlo y que fuera más fuerte.

-No preguntaré a nadie, lo harás tú mismo. Si no quieres que te miren mal, acepta que te compre unas ropas sencillas. Yo te acompañaré en todo momento y además, podremos mirar el archivo, porque como ya ves, me temo que yo no puedo hacerlo, tendrás que hacerlo tú.

Esbozaba una leve sonrisa de lado, mientras observaba de reojo a la joven, hacía tiempo no escuchaba alguien realmente enojándose por una de las cosas más básicas de la sociedad, indudablemente errónea, pero tristemente era algo que sucedía siempre, algo que el en su momento de juventud también aborreció y le provocaba lo mismo, pero hacía tiempo que había decidido pasar a ignorar ese tipo de cosas, no valía la pena hacerse mala sangre por estas.

-No. Negó rápidamente ante el ofrecimiento de la ropa, tomando un tono de voz que demostraba que no iba a cambiar de opinión. –No pienso aceptar que gastes dinero porque si. Y mucho menos tengo la intención de dejar de ser lo que soy solo porque la gente da asco. Bueno, hablando de cosas que tocaban los nervios, eso era algo de lo que más podría molestarle, intentar que cambie su apariencia externa solo para  tener más posibilidad de que lo juzguen menos, eso era tocar un nervio bastante jodido para él, de todos modos mantenía un tono de relativo nerviosismo y relativa tranquilidad, era un tema que le molestaba, pero no se estaba permitiendo a sí mismo el enojarse por ello.

Una cosa era aceptar que la sociedad era superficial, y que juzgar a todo aquello que se ve distinto era normal para la sociedad ,y no valía la pena gastarse en discutirlo, pero de ahí a querer cambiar su aspecto, la verdad es que le gustaba ser lo que era, había encontrado paz en ser un vagabundo, de cierta manera, y en vestir como vestía, le permitía, a su manera de verlo, darse cuenta que clase de persona tenía en frente, los que lo ignoraban no valían la pena, los que le daban la mano eran gente capaz de ver a la persona dañada detrás del aspecto, y buscar ayudar, ese tipo de gente era la que el ambicionaba ser, y la que admiraba por tener dicho valor de romper un código tan normal en la sociedad humana.

-Estoy… bien, solo tengo un pequeño problema de memoria. Mentía, claramente, le desagradaba mentir, pero en esta situación consideraba que era la única opción razonable.

-Realmente no me importa que me miren mal, pero tu preguntaste en que podías ayudarme y… yo respondí lo más útil que podrías hacer. No es mi culpa que los humanos seamos unos superficiales de mierda. Supongo que podemos intentar empezar por el archivo… ¿Sabes dónde queda de casualidad?

-Si no vas a aceptar la ropa por a saber que estúpidos principios, no te quejes entonces de que te van a mirar mal, es contradictorio. Igual, creo que tendrías que plantearte a ver las cosas desde un enfoque más práctico.

Se giró sobre sus talones y guardo la botella de agua en su bolsa con cuidado. Con ayuda de su bastón comenzó a caminar para salir de aquel enorme parque que albergaba el monumento y que estaba lleno de gente, algunos haciendo deporte, otros disfrutando del día y otros, simplemente pasando.

-Vamos a tener que tomar un transporte público para ir hasta allí. Espero que no te de sarna montar en uno.-hablaba con tal tono neutral que ni se sabía si lo decía con ironía.

Llegó hasta una parada de bus y preguntó a algunos que esperaban que números pasaban por allí y cual dejaba en su destino. Tenían que tomar el 68 y a unas 7 paradas de allí bajarse. No tendrían que caminar mucho porque el edificio del archivo era bastante grande y estaba a unos pasos de la parada.

Aunque algunos miraron raro a Cane, una abuelita no pareció importarle tenerlo cerca. Al parecer no todas las personas juzgaban a los demás por sus condiciones de vida o aspecto. Era algo bueno saberlo. Dianne se quedó al lado de Cane, muy cerca pero sin tocarlo, para que quedara claro que iban juntos.

El autobús llegó y Dianne subió, pagado el viaje por ambos.

-Vamos, sube.

-No me quejo de que me miren mal, como dije, no los culpo, me quejo en dicho caso de que la sociedad crie a la gente para discriminar de manera instintiva, si te aceptase la ropa, primero que sin razones porque la mía aun sirve, segundo que yo no pido dinero, no veo porque aceptaría ropa gratis sin dar algo a cambio, y tercero, estaría alimentando aquello que odio… Mantenía aun aquel leve tono de nerviosismo, y buscaba mirar a otro lado mientras hablaba, pero lo decía con honestidad, y de cierta manera tranquilidad, no era algo que le provocase odio, lo aceptaba como algo parte de su vida normal, para su desgracia al menos, pero era así, y no valía la pena negarlo.

-Preferiría caminar, pero… supongo que no puedo negarme tampoco...

Camino junto a la joven invidente, intentando mantenerse en calma, manteniendo su mente distraída en cualquier cosa posible para evitar pensar demasiado en aquello que no deseaba, que no quería, mantenía la vista usualmente en el suelo, mirando bien por donde caminaba, evitaba completamente mirar a otras personas, aunque de vez en cuando le causaba curiosidad observar a la joven con la que se encontraba viajando.

Cuando llego el autobús, subió junto a Dianne, busco un par de asientos vacíos para sentarse, o al menos uno libre para ella, a él no le molestaba estar parado, pero finalmente el chofer se giró al ver que era invidente, e hizo que un joven cerca de la entrada se levante para darle el asiento y hacerle fácil el salir después, el vagabundo se quedó parado agarrado de uno de los tubos del techo que hay para sostenerse cuando los asientos están todos ocupados, al lado de la joven invidente.

-¿Por qué ayudar a un extraño? Entiendo ayudar en algunos sentidos, pero llegar al punto de querer viajar junto a él, es… raro, seguro tienes obligaciones más importantes que estar con un vagabundo como yo… Respiraba profundo, intentando calmarse, estar en el autobús le incomodaba bastante, y quizá la manera más práctica para desviar su mente, era preguntar algo que le interesaba, o le causaba gran curiosidad.

Por cierto… me llamo Cane.

-Bueno, te quejas de que la sociedad está criada para prejuzgar desde el principio y a primera vista, pero tú estás haciendo exactamente los mismos. ¿Crees que te ofrezco ropa nueva para que te veas mejor y más aceptable? Te la ofrezco porque tú fuiste el primero en indicar que quizás fuera un impedimento para tu objetivo. Si se puedes solventar un problema de forma sencilla, lo haces. Además, no sé en qué estado está tu ropa por obvias razones. Te la ofrecí con amabilidad por si ya no te servía. Deberías aprender que no todo el mundo tiene intenciones malas cuando te ofrecen algo, hay gente que incluso lo hace por pura amabilidad, porque sí, aún existe gente así.- acabó callándose un momento. Notaba cierto nervio en su compañero y al fin y al cabo, no conocía sus experiencias en la vida como para deducir el porqué de su actitud, pero realmente había conocido mendigos con puntos de vista mucho más amables que el.- Yo también preferiría caminar, pero esta ciudad es grande y tardaríamos demasiado.

Una vez en el autobús se sentó en un asiento que le cedieron gracias al conductor. Lo aceptó agradecida y dejó que Cane se colocara en el pasillo a su lado. En silencio, para sí, calculaba las paradas que iban haciendo hasta llegar en la que debían bajarse.

-Antes me has dicho que te ayudaba sin pedir nada a cambio. Bueno, para mí si me estás dando algo, algo muy sencillo.

El autobús llegó a su parada y Dianne le indicó que era ahí donde debían bajarse. Una vez de regreso en la calle ella terminó de decirle.

-Me llamó Dianne, un placer Cane. Y mis razones para ayudarte….bueno, ciertamente la primera vez era simplemente amabilidad y porque sabía las intenciones de la policía con respecto a ti, cosa que no me gustaron nada. Y bueno, cuando me acerqué a ti pude ver….bueno, no puedo ver, eso ya lo has visto. Pero tengo ciertas cualidades…que me permiten darme cuenta que tú también eres especial. No quiero que te asustes, no pretendo nada raro, simplemente disfrutar de lo que veo en ti. Tu poder es lo que veo, tus habilidades especiales. Mis ojos pueden reinterpretarlos en mi mente y déjame decirte que el tuyo es hermoso. No tengo oportunidades de ver cosas hermosas todos los días, ¿sabes?

offrol:

Mis memorias aparentemente no paran de decirme que todos tienen intenciones, buenas o malas, el problema siempre será que lo bueno para algunos puede ser malo para otros, incluso la amabilidad ofrece algo, algo que es difícil de explicar, pero lo hace, no existe tal cosa como amabilidad pura.

No vale la pena discutirlo, no quiero hacerlo, y por sobre todo, cuanto menos discuta con otras personas mejor, después de todo, es otra de las mayores razones de porque me mantengo tan callado, en silencio, siempre pensando, siempre distraído lo suficiente para evitar pensar, para evitar hablar, pero supongo que nunca funciona del todo, o mi vida en estos momentos seria mucho más sencilla.

Me mantuve en silencio, lo más tranquilo que podía estar, que nunca era mucho, finalmente habíamos llegado a donde debíamos parar, ella había hablado, la escuche, pero mi mente estaba demasiado distraída con el ruidoso ambiente relativamente normal de los transportes públicos, pero cuando finalmente bajamos, continuo.

-¿Puedes ver… mi poder? Instintivamente tras decir eso, me aleje un paso, cualquier persona que te diga que no pretende nada raro contigo probablemente si lo pretenda, una ciega que podía ver mi poder que repentinamente decidía ayudarme por buena voluntad… eso no es algo que te encuentres seguido esencialmente porque no parece real, y por sobretodo no es algo que inspire mucha confianza.

Pero hay algo más que me pica la mente… su aspecto la hace parecer buena, y por eso parte de mi quiere ignorar la posibilidad de que tenga malas intenciones, pero hay algo, algo que está molestándome desde el mismísimo instante que dijo que podía ver mi poder.

-Entonces… la única razón por la cual me ayudas… es porque para ti, eso que ves de mí, se ve bien… y aquí estoy, seguramente a punto de arruinar la única posibilidad de que alguien me ayude, alguien con buenas intenciones, pero la razón por la cual acepte su ayuda inicialmente, mas allá de porque era mi única opción de encontrar lo que busco en este lugar, fue porque… no puede verme, me quería ayudar por razones que no conocía, y eso me dio curiosidad, porque sabía que sus razones no podían ser superficiales, era imposible, es ciega después de todo pero…

-No sé si sentirme halagado, insultado, salir corriendo, o seguir como si esto no hubiese pasado hasta encontrar lo que busco… Murmure, pensando en voz alta, espero no lo haya escuchado, aunque sea la realidad, en este mismo instante, realmente… no sé qué hacer…

-¡No! No pretendía…vamos…no era mi intención…agg

Su voz titubeó algo cohibida mientras los poros de sus mejillas se tornaban rosados. Se alisó el ondulado flequillo nerviosa e intentó aclarar su garganta lo suficiente para poder hilar las palabras de forma adecuada.

-Discúlpame, no pretendía ni mucho menos, ofenderte. Por favor, no entiendas que por el mero hecho de disfrutar tu compañía es la única razón para querer ayudarte. Y bueno, si aún deseas mi ayuda…creo que lo mejor será que lleguemos a nuestro destino.

Procuró darle la espalda y comenzar a caminar dejando que el bastón la guiara en su camino. No quería que se percatara de lo incómoda que ahora se sentía ella. Consideraba que había estado fuera de lugar y odiaba estarlo. Para ella tener el control de lo que sucedía a su alrededor era básico para sentirse segura pero respuestas y situaciones como aquella hacían que todo se fuera al traste.

El final de su bastón se topó con la dura piedra de la escalinata que daba acceso al edificio del archivo municipal. Era bastante grande y tenía una hilera de columnas de mármol recorriendo su fachada, un pequeño jardín frontal rodeado por unas verjas de hierro. Había un jardinero podando los setos y algunas personas salían cerrando tras de sí la enorme y pesada puerta de madera. Cuando vieron a Dianne uno de ellos mantuvo la puerta abierta para que pudiera pasar tanto ella como Cane.

Dentro, el edificio se ampliaba en una enorme sala con un recibidor tallado en madera de roble lacrado. Un hombre con gafas y chaqueta se encontraba en el archivando unos papeles. A los laterales había dos enormes escaleras cubiertas por moqueta que se curvaban hasta alcanzar el piso superior. Tanto en el cómo en el inferior había numerosas estanterías de libros divididas por secciones.

-Disculpe.- dijo acercándose hasta el caballero.- Venimos en busca del archivo de la ciudad. ¿Dónde podemos acceder a el?

-Buenos días señorita. Sí, solo debe subir a la segunda planta por la zona izquierda. Encontrarán una puerta con un cristal donde pone archivo.

-Muy amable.

Una vez tuvo la ubicación que quería buscó las escaleras para subirlas esperando que el inquieto Cane la siguiera.

-Espero que sepas leer.

Sonreí levemente cuando note que le costó expresarse por un instante, no esperaba que lo escuchase, pero supuse que era una posibilidad relativamente alta, oído de ciegos… no era el primero que veía en acción, o quizá mi murmuro fue más alto de lo que yo esperaba, tampoco sería la primera vez que mi propia mente me traiciona de esta manera.

-No hay nada que disculpar. Negué levemente, y respire profundo para calmarme un poco más, malditos nervios, maldita molestia, maldita mente, supongo que de cierta manera siempre es inevitable sentirme de esta manera, pero al menos de momento todo parece apuntar a que esto terminara pronto, y realmente podría estar peor, es bastante más tranquilo que con otras personas esta sensación de… inquietud, de incomodidad.

Debo admitir que por un instante llegue a recordar lo que se sentía cuando aún me consideraba humano, sonreír o reír ante la incomodidad de otros tras un comentario ambiguo o difícil de explicar salido directamente de la locura de mi mente, cuando hablaba de otro modo, cuando no era una pila de nervios frente a extraños, existía tranquilidad, y dejaba fluir lo que yo era, lo que soy, mi sinceridad como solía decirle.

Pero deje atrás mi humanidad por una razón, porque causaba dolor, un dolor al que llegue a temerle, al que temo, uno inigualable, el dolor producido por la mente misma, por los sentimientos, supongo que por eso mismo no puedo recordar mucho de mí mismo más que vestigios, quise olvidarlo, y el resultado es mi yo de la actualidad, lo que soy hoy día.

Pero supongo que en este momento no importa mucho, ya llegamos al lugar que me puede dar la respuesta a lo que busco, ese pequeño fragmento de mi memoria que me dice que aquí en esta ciudad hay algo que necesito ver, que aun desconozco que será con precisión, esa pequeña cosa que me había dejado en una situación extraña en la que termine por alguna razón acompañado por esta joven… cuanto menos curiosa.

-Pues… si no supiese leer, no podría entender el cartel de archivo que señala esa habitación. Comente, a la par que me dirigí hacia esta, esperando que ella también me siguiese, supongo al menos, ya que no veía de que otra manera pudiese señalarle cual era si no era caminando hacia esta. –No siempre fui un vagabundo, creo. Sí, creo, tampoco es que este muy seguro de lo que yo llamo memorias, quizá son sueños inventados y es todo producto de mi locura, nunca se debe descartar esa posibilidad ¿No?

En fin, llegamos al archivo público, enorme lugar, lo que no me sorprende mucho ya que se supone que esta ciudad es relativamente importante en este estado, infinidad de estanterías en aquella enorme sala de aspecto antiguo como la gran mayoría de los edificios municipales, el lugar estaba bastante vacío por suerte, un par de personas en algún lado leyendo quien sabrá que, y por otro lado una mujer hablando con un hombre que parecía ser el encargado del lugar, ya que le estaba explicando algunas cosas de dónde encontrar lo que buscaba.

Y aquí entraba otra de mis preguntas. ¿Cómo demonios funciona un archivo? Cabe destacar que, al menos para lo que yo recuerdo, jamás en mi vida estuve en uno, se ve como una biblioteca vieja, pero no sé si simplemente podamos entrar y empezar a revisar cosas así como así, o debería preguntar al hombre ese cuando termine lo que actualmente lo mantiene ocupado, para poder orientarnos mejor por donde buscar lo que sea que busco, que claro, aun no estoy seguro de que es siquiera, y por supuesto, requeriría que yo entable conversación directa con otro extraño.

Me quede parado tras apenas cruzar la puerta al gran archivo un instante pensante, distrayéndome dentro de mi propia cabeza, como siempre, observo a Dianne a mi lado, y me decido a hacer lo que más odio, pero que en estos momentos no me queda otra, seguir hablando.

-Entonces… ¿Qué se supone que se hace ahora? Jamás estuve en un lugar como este.

Esperaba que ella quisiese hacer las preguntas, hablar, espero, porque claramente si me es posible evitare hablar, milagrosamente aun no empecé a tartamudear, y me agradaría evitarlo, evitar la sensación de encierro que provoca estar rodeado de personas, aunque en este momento solo sean dos o tres, en fin… tocaría ver cómo termina todo esto, que cuanto antes termine, para mí al menos mejor, que ya empiezo a sentir los nervios empeorando de a poco…

Aunque el trató de restar importancia al asunto, sus poros también supuraban nerviosismo como los de ella. De alguna forma no sintió que eran tan diferentes: a ambos le incomodaban las otras personas o al menos las situaciones que no pudieran tener bajo control. Por eso tenía pocos amigos, no sabía cómo tratarlos y a veces se excedía con su sinceridad. No le gustaba mentir y no se le daba bien, pero quizás podría aprender de una maldita vez a simplemente omitir verdades o parte de ellas. Seguro que si lo hiciera así le iría mejor, si recurrir al engaño que tanto odiaba.

Sintió un alivio repentino cuando el confirmó que sabía leer. Teniendo en cuenta que era un vagabundo no lo tenía muy claro y además, no todas las bibliotecas y archivos tenían versiones de sus documentos y libros en braille. Sus sentidos estaban muy agudizados pero no tanto como los de su antiguo maestro, que a diferencia de ella era incluso capaz de leer la tinta sobre el papel. Aquello la recordó que necesitaba entrenar sus sentidos más, quería llegar a su nivel.

La memoria es algo frágil y estaba claro que la de él estaba trastocada. Ella también había olvidado cosas aunque su hermano decía que era porque no quería recordar. Llegó a decirle que era ciega porque ella quería. Nunca supo a qué se refería o más bien nunca quiso entenderlo. Olvidar e ignorar eran muchas veces el mejor escudo para protegerse a uno mismo.

-Bien, pues lo más rápido sería primero comprobar si tienen información sobre lo que se busca en el archivo digital. Por aquí deben tener un ordenador, ¿ves alguno?- respondió a su pregunta.- Si tienen los archivos digitalizados podrás leerlos desde ahí, si no te indicarán donde los tienen y habrá que buscarlos entre las estanterías para poder leerlos. La cuestión es los términos de búsqueda….aparte de artistas de la ciudad, ¿qué más deberíamos buscar? No sé si has usado alguna vez un ordenador, pero es fácil porque normalmente aquí ya tienen abierto su sistema de archivo digital y basta con escribir tu búsqueda. No es complejo.

Instintivamente comencé a buscar por el lugar con mi vista, a ver si de casualidad lograba encontrar un ordenador, hasta finalmente dar con uno, para mi suerte, no había nadie usándolo, así que era hora de moverse hacia él, estuve a un centímetro de comenzar a levantar mi brazo para señalar donde se encontraba, hasta que claro, la realidad me dio con un palo por la cabeza y entendí que no tendría sentido, me gire levemente hacia Dianne luego y…

- Por aquí hay uno. Y comencé a moverme hacia él, esperando que ella me siga.

Finalmente tras llegar, apoye mi mano sobre el ratón, y la otra casi por instinto sobre el teclado, buscando con mi vista el pequeño recuadro donde se debería escribir lo que se quiera buscar, me detuve un instante a pensar, bueno realmente no sé qué es lo que busco, o bajo que patrón de palabras buscarlo, lo cual dificulta un poco esto, pero supongo que debo pensar al menos en alguna palabra que buscar.

-veamos… supongo que comenzare buscando por artista musical, quizá salte algo en mi cabeza que me recuerde que es lo que busco al leer su nombre... Murmure, como siempre termino haciendo, suspire, y comencé a escribir en el teclado, cuando menos me di cuenta las dos palabras ya estaban escritas en menos de tres segundos, y ni siquiera necesite mirar el teclado para ello, bueno… definitivamente no es la primera vez que uso un ordenador.

Revise la extensa lista que salió de aquella búsqueda, nombre por nombre, algunos los iba murmurando en voz baja, repitiéndolos para mí mismo a ver si me sonaban de algo, pero de momento ninguno parecía encastrar en la memoria faltante de mi mente.

Mientras tanto, el encargado del archivo se acercó a Dianne, supongo que era una reacción relativamente esperable, salteándose a varios otros que aun aguardaban ser atendidos, después de todo, una ciega con un vagabundo llaman algo la atención.

- Buenos días señorita, ¿En qué puedo ayudarle? Hablo amablemente el sujeto, seguramente pensando que la estaba raptando o alguna idiotez por el estilo, tampoco le voy a dar importancia, y tampoco lo culpo, bajo la visión normal, yo soy la plaga de la sociedad, y ella la debilidad que debe ser protegida, una joven ciega e indefensa, y yo un vagabundo pobre que haría lo que sea por dinero o comida.

En fin, seguí buscando y revisando aquella lista kilométrica de nombres de artistas, intentando tener la suerte de encontrar el que busco, de momento, sin resultados buenos, paciencia… pronto podré quitarme esta cosa de mi cabeza y seguir adelante hacia… no sé, algún lugar, ya veré…

Una vez que él le indicó la presencia de uno de los aparatos, ambos fueron hasta allí para poder disponer de él. Sería mentira decir que la sorpresa no apareció en Dianne cuando sus finos oídos percibieron como el vagabundo hacía uso del ordenador como si fuera costumbre cotidiana en él. También era cierto que tenía problemas de memoria y ni ella lo conocía como para poder afirmar que nunca había usado un aparato de esos.

-Tienes razón, deberías empezar buscando por músicos. Recuerdo que mencionaste que recordabas ciertas melodías. No sé si servirá de algo, pero quizás, si me tarareas alguna yo pueda reconocerlo. Por lo menos si es conocido.

Cane se dedicó a ir diciendo nombres por lo bajo como si se trataran de un salmo. Mientras Dianne esperaba que la bombilla se le iluminara, sintió los pasos de alguien acercarse a ellos dos. También percibió de dicha persona cierto nerviosismo. Era uno de los encargados del archivo y claramente debió desconcertarle el dúo de una muchacha con un vagabundo.

-No se preocupe, estamos bien. Bueno, quizás podría acercarme una silla para que pueda sentarme junto a mi acompañante – cuando dijo esto percibió perfectamente como los dientes del hombre chasqueaban sutilmente de forma molesta –y así pueda estar más cómoda ayudándole con la búsqueda. También me gustaría saber si tienen archivo de audios. Buscamos en concreto alguno de artistas musicales de la ciudad.

-Por supuesto señorita, deme un momento.

El hombre se marchó para volver al poco tiempo con una silla para ella. La chica le agradeció y tomo asiento junto a Cane. Luego dijo que también tenían registros de audio y se acercó al ordenador junto a Cane.

-Ejem…si me disculpa…señor…

Esperó a que el barbudo se apartara y le abrió en una pestaña aparte el buscador del archivo de audio para que pudieran usarlo. Todo esto con cierta mueca de asco que no le importaba disimular sabiendo que la muchacha no iba a verlo, aunque si el hombre. Les facilitó además a ambos unos auriculares para que no estuvieran interrumpiendo el ambiente del lugar y luego se marchó a desgana dejándolos solos.