La nostalgia del hogar [Lobo Feroz][02-04-2018]

- Lo primero que debéis de entender es que ésta es la última pieza que Dvořák escribió durante su estancia en los Estados Unidos.

La clase estaba dispuesta en semicírculo frente al piano, el violonchelo y la enorme cristalera que daba a los jardines de la mansión. No había mesas; las sillas eran individuales con una pequeña mesa accesoria sujeta a uno de los brazos para apoyar el codo y tomar notas, pero se podía replegar en caso de que el estudiante necesitara el espacio para tocar un instrumento.

Drago se encontraba de pie, paseando por la amplia zona abierta en donde se situaban el piano y el violonchelo a la vez que daba instrucciones a las dos chicas que se sentaban a los instrumentos.

- Dvořák permaneció en América desde 1892 hasta 1895 después de que Jeannette Thurber, fundadora del Conservatorio de Nueva York, le invitara a hacerse cargo de la dirección de esta institución. Dvořák inició su composición en noviembre de 1894 y lo finalizó en febrero de 1895, apenas dos meses antes de regresar a la República Checa. Por tanto, a diferencia de otras de sus obras compuestas en Estados Unidos, éste concierto no contiene elementos folclóricos americanos, sino que rezuma esencias bohemias como si quisiera expresar su deseo de retornar a la patria.

Se detuvo un instante, invadido por cierta sensación de nostalgia. Podía entender a Dvořák porque la añoranza por la propia patria era algo con lo que estaba muy familiarizado.

- Es importante que cuando toquéis esta pieza seáis capaces de imbuiros por ese sentimiento, que os dejéis llevar por el feeling que Dvořák pretendía transmitir. Vamos a probar el principio. Sólo Margaret, sin el piano.

El profesor se hizo a un lado y permitió que la chica tocara los primeros acordes de la pieza antes de interrumpirla.

- Bien, Margaret, pero deja que te haga una pregunta: ¿cuál es tu inspiración para esta pieza?

- Eh... -la muchacha pareció vacilar.

- Me ha sonado un poco como Rostropovich. ¿Podría ser? A cómo lo tocaba a finales de los años cincuenta.

- Sí... podría ser...

- Bueno, es comprensible, ya que está considerado como el máximo violonchelista de su generación, y su versión para este concierto es una de las más conocidas. Como imagino que sabrás, el estilo de Rostropovich era bastante directo al principio, y con el paso de los años sus ritmos comenzaron a ser más suaves. Pero tú no eres Rostropovich, Margaret, y debes asegurarte de que no estás tratando de reproducir la versión de él que tienes en tu cabeza. Lo que quiero ver es si puedes tocar exactamente lo que Dvořák escribió, sin influencias de ningún tipo. Empieza otra vez, por favor...

La chica volvió a empezar y de nuevo la cortó tras los primeros acordes.

- No, no, prueba otra vez. Lo estás haciendo demasiado rápido. Trata de seguir el ritmo -dijo al tiempo que chasqueaba los dedos para marcarle el compás-. Y ahora estás subiendo demasiado, el sonido debe ser más grave. ¡Ah! Perfecto, así es perfecto. Tócalo otra vez en esa escala -la muchacha obedeció-. Ahora repítelo otra vez, pero más lento esta vez.

En esta ocasión permitió que tocara más de la pieza antes de indicarle que podía parar.

- Muy bien, Margaret, eso ha sido muy bueno. Al principio de la clase me decías que no ibas a ser capaz de conseguirlo, pues bien, tengo una noticia para ti: acabas de hacerlo -en este punto, se dirigió hacia la clase en general-. Quiero que todos seáis capaces de experimentar la seguridad... la certeza de que podéis llegar a lograr grandes cosas. Yo tardé seis meses en tocar al mismo nivel de calidad que tú acabas de demostrarnos en tan sólo una clase, Margaret. Así que venga, tócala igual, desde el principio, tócala para mi, para tus compañeros... y para nuestros ilustres invitados.

En ese momento se volvió hacia Lobo y el rey Cole, que habían permanecido en todo momento sentados en un lateral de la sala. La última vez que se vieron, Lobo había manifestado su deseo de conocer a los estudiantes de la mansión y la forma en la que les enseñaban, así que Drago había decidido permitirles asistir a una de sus clases. El profesor seguía una metodología totalmente dinámica, participativa y más práctica que teórica. En su clase no había pizarra, sólo instrumentos, y las sillas no disponían de mesa, ni de una manera predefinida de organizarse, sino que su distribución variaba conforme a las necesidades del momento. Un detalle curioso era que jamás interpretaba personalmente las piezas, sino que explicaba basándose en anécdotas y otras peculiaridades que pudieran ayudar a los alumnos a experimentar lo que quería transmitir y utilizaba muchas veces a otros alumnos más experimentados para ejemplificar lo que deseaba mostrar, pero ya Lobo sabía el por qué de esta excentricidad, pues el propio Drago le había explicado el motivo cuando estuvo en Villa Fábula. En cualquier caso, parecía funcionarle bastante bien, así que... Cada maestrillo con su librillo.

Las dos chicas, tanto Margaret como la que se sentaba al piano, comenzaron la interpretación de la pieza de Dvořák dedicada al rey Cole y a su acompañante con un virtuosismo sorprendente para dos chicas tan jóvenes.

- Muy bien -dijo Drago con unas palmadas cuando la representación hubo acabado-. Fabuloso, chicas. Podéis retiraros, la clase ha terminado. Nos vemos pasado mañana a la misma hora, y recordad traer ensayado el concierto. Os haré un breve examen a cada uno nada más empezar, de una parte de la partitura extraída al azar.

Tenía pocos alumnos, así que se lo podía permitir. Cuando todos los chicos hubieron salido, se acercó a sus invitados.

- Espero que haya sido de vuestro agrado. Si me acompañáis, por favor... El Profesor le recibirá ahora, rey Cole, mientras yo me ocupo de enseñarle a Lobo el resto de la mansión.

Quién lo iba a decir; si resulta que aquí nuestro amigo es un buen profesor de música y todo. Esa ha sido mi primera sorpresa del día en llegar a la Mansión X, y por lo que veo, incluso al Rey Cole le gustan las clases de Drago. Aun así, me falta cierto toque práctico y demostrativo por parte del profesor. Pero no me extraña en absoluto que no lo haya, pues ya me dijo en su momento no que no se deja descubrir por nadie, y la música es una forma de darse a conocer. Una auténtica pena: subiría puntos como profe.

Salimos temprano por la mañana por petición mía. El rey Cole tenía otros planes antes de llegar a la mansión, como comprar un ramo de flores o un jarrón de la dinastía Ming como regalo a los mutantes. No me costó mucho persuadirle para que dejara a un lado esa idea y se concentrara en lo que importaba, como simplemente ir de visita.

- ¿Me lo ha parecido a mí, o acabo de verle llorar? - le digo a Cole mientras aplaudimos al profesor.
- Tengo un alma sensible para el arte y la enseñanza. No puedo evitarlo Feroz.

Termina la clase, y los alumnos parecen contentos. En especial esa tal Margaret, que se va con una sonrisa de oreja a oreja. La ha motivado a ser mejor que él. Eso hincha a cualquier alumno. Nos quedamos solos los tres.

- Vale, tengo que admitirlo: eres mejor profesor de lo que me esperaba. Pero te falta algo, y ya sabes qué. - Seré todo lo insistente que sea necesario. Sé a donde conduce su camino, y no termina bien.
- En ese caso no le hagamos esperar. ¿Vamos, caballeros?

Charles Xavier. No lo vi la última vez que pasé por aquí pero parece ser el que lleva la voz cantante por aquí. No sé qué clase de poderes tendrá para ser el líder, pero bien tiene que haberse ganado de alguna forma a ésta gente. En el bosque el líder suele ser el más fuerte, sea joven o viejo. Pero no creo que en ésta mansión se usen las leyes del bosque.

(Me ha hecho gracia ver a Drago de profe XD Te dejo a ti que nos hagas de guía hasta donde esté Xavier y ya luego seguimos nosotros )

- El Profesor también opina lo mismo -contestó en respuesta al comentario de Lobo-. Incluso logró convencerme para que participara en la Gala Benéfica que se suponía iba a tener lugar ayer en Coney Island, en beneficio de los discapacitados y los heridos de guerra, pero al final sufrimos un incidente imprevisto y el evento fue cancelado. No sé si os enterasteis, salió ardiendo todo el parque.

Iba recogiendo sus cosas mientras hablaba, metiendo las partituras y los cuadernos en un maletín. En pocos segundos estuvo de vuelta con ellos.

- No sé, quizás algún día me lo plantee. Por el momento estoy bien así. No se pueden vencer las costumbres tan rápido.

Ni los miedos, Drago. Ni los miedos.

La oficina de Xavier estaba nada más salir del aula de música a mano derecha. A diferencia de la primera, que era redonda, se trataba de una alargada estancia de construcción rectangular con ventanas abatibles en el techo que se encontraban parcialmente abiertas, permitiendo que entrara la radiante luz de aquella mañana de primavera.

El Profesor se encontraba sentado detrás de su escritorio. En cuanto Drago abrió la puerta se levantó.

- Profesor, aquí están nuestros aliados -dijo Drago tras invitarles a entrar y cerrar la puerta tras él-. El rey Cole y Lobo Feroz, de Villa Fábula.

- Encantado -saludó estrechándoles la mano-. Alteza, por aquí, por favor.

La mesa de escritorio en sí estaba situada justo debajo de los ventanales, recibiendo la luz directa, pero en el extremo izquierdo, una amplia librería cubría la pared por entero, con un espacio en el centro para una chimenea que actualmente estaba apagada. Frente a la chimenea había dos cómodos sillones dispuestos uno enfrente del otro con una mesita baja en el centro que Xavier solía utilizar para jugar al ajedrez cuando venía a visitarle su "amigo" Magnus.

Y fue hacia estos sillones hacia los que condujo al rey Cole, invitándole a sentarse en uno de ellos mientras él hacía lo propio en el que estaba situado en frente. Sin duda tenían mucho de que hablar.

- Mientras ultimáis los detalles de la alianza me llevaré a Lobo a enseñarle las instalaciones.
- Perfecto, Drago -respondió el Profesor antes de volverse hacia el rey Cole-. ¿Le apetece un poco de té?

Eclipse y Lobo salieron del despacho cerrando tras de sí.

- Bien... El edificio principal funciona como una escuela, por lo que no hay nada fuera de lo común. Te lo mostraré por encima hasta que lleguemos a las secciones de más interés -le condujo hacia una escalera de caracol-. Hacia arriba lleva a la torre de observación, desde donde se puede apreciar una vista panorámica de los terrenos que comprenden la mansión. Hacia abajo conduce a la planta inferior, las aulas y la cafetería.

No creía que a Lobo le apeteciera subir a la torre, pero quizás le interesara tener una visión global del conjunto de edificios y terreno que abarcaba la mansión, así que se quedó esperando al pie de la escalera para ver qué camino decidía tomar el otro, arriba o abajo.

Al fin delante de la mente maestra de la mansión: Charles Xavier. Al verle siento algo extraño en una persona. Siento paz. Me noto tranquilo, y normalmente siempre estoy a flor de piel cuando conozco a alguien. No confío en las personas ni en nadie, pero él... es distinto. Es como ver por primera vez a Blanca pero sin la parte de ser Blanca. ¿Es por eso que todos los demás mutantes se le acercan? Si fuera así, no me extrañaría.

El rey Cole se acerca a Xavier y se sienta con él en aquellos sillones. Yo le echo un vistazo al despacho: tiene el mismo olor del profesor por toda la sala, al igual que su mismo temple. Es como un remanso de paz.

- Oh si por favor. Adoro el té.

Dejo al rey con el profesor, y me marcho con Drago a que me enseñe las instalaciones. Al fin, lo que había venido a hacer no solo hoy, sino también el primer día que vine.

- Parece que acabamos de conseguir que se reencuentren un par de hermanos separados cuando eran pequeños. - Y no me cabe duda que el rey Cole soltará maravillas del bueno del profesor una vez vuelva al Bosque. Por mi parte aun tengo que ver cómo está preparada la mansión y si de verdad es una escuela para mutantes y no una de esas universidades que buscan captar "adeptos a su religión". No creo que sea así, pero como ya he dicho, soy de los que desconfían hasta del agua que bebe.
Nos paramos a unas escaleras de caracol y me dice que arriba hay un observatorio. Abajo, aulas y cafetería. Tal como llegamos me pareció ver que el "campus" es mucho más grande que dos simples locales, y que debería pasar de lo más normal de la mansión. Aun así...

- Ambas partes - le sonrío. - Quiero verlo todo, Drago, hasta los baños. Si dejas entrar un animal a tu territorio, explorará hasta el menor rincón que exista. Si arriba dices que hay un observatorio, entonces empecemos por ahí. Luego bajemos a ver qué se cuece en la cafetería y en las aulas. Y después, soy todo tuyo para la visita, pero me gustaría ver todo lo posible.

(Perdón por ser tan corto -_-)

- Arriba, pues -contestó Drago con una sonrisa.

Subieron por la estrecha escalera de caracol hasta llegar a una amplia sala circular completamente cubierta de ventanas. Si Lobo se asomaba, podría ver todo el territorio que comprendía la mansión; amplias zonas de bosque a la izquierda, jardines a la derecha, la cristalera de la cafetería con la piscina enfrente y la cancha de basketball, las montañas al este, el lago Breakstone al fondo...

- Los terrenos de la mansión ocupan 4 cuatro kilómetros entre Graymalkin Lane (la carretera que conduce hasta aquí) y el lago Breakstone, sobre 200 acres de bosque. El terreno alrededor de la casa que lleva hasta el lago está podado -dijo señalando el lateral izquierdo de la casa, donde se encontraban los cuidados jardines-, pero el resto del territorio sigue siendo bosque salvaje. Desde aquí puedes ver los garajes y las torres de comunicación. Bajo tierra están los hangares y un túnel para transportar personal y objetos desde la pista de despegue y la mansión. También hay una entrada de emergencia que conecta los hangares con el lago utilizando una cámara hermética.

Eclipse se apoyó en el marco de la ventana abierta para contemplar el paisaje.

- Bajo tierra tenemos también una antena de frecuencias muy bajas (VLF) que se utiliza para establecer comunicación alrededor del mundo. La antena está conectada al equipo de detección de mutantes que el Profesor llama "Cerebro" -pronunció el nombre en español-, pero eso lo reservaremos para el final del paseo. Ya se sabe -bromeó intercambiando una mirada con el lobo-, lo mejor hay que dejarlo siempre para el final.

Permitió a su acompañante que se tomase el tiempo que necesitara para admirar las vistas y emprendieron nuevamente el camino de bajada.

- Aquí a la derecha están las habitaciones de los chicos -dijo cuando regresaron a la planta de la que acababan de salir-. Los tenemos separados de los de las chicas porque, bueno, ya se sabe... Los adolescentes y sus hormonas -sonrió-. Sólo para evitar "accidentes".

Y por "accidentes" no se refería a embarazos no deseados. Drago pensaba que cada cual podía hacer con su cuerpo lo que deseara siempre y cuando fuera mayor de edad y responsable para tomar decisiones consecuentes, pero existían otros peligros cuando juntabas muchos adolescentes hormonados durmiendo juntos por la noche, como por ejemplo violaciones.

El psicólogo Gustave Le Bon demostró en su teoría de la Psicología de las Masas que el ser humano cuando se encuentra en un grupo deja de pensar como un individuo aislado para pasar a fusionarse con la masa, pensando y actuando de una forma totalmente diferente a como lo habría hecho de manera individual. El anonimato del grupo permite dejar de lado las represiones morales impuestas por la cultura para llevar a cabo actos que de otro modo el sujeto nunca se habría atrevido a considerar. Simplemente optaban por no tentar demasiado a la suerte. Poniéndolos en alas opuestas del edificio se evitaban un sinfín de problemas.

Los dos hombres continuaron su descenso hasta llegar a la planta baja. A la izquierda tenían el comedor/cafetería, una extensa sala semicircular que podía dar cabida perfectamente a la totalidad de alumnos del edificio, completamente acristalada con vistas a la cancha de basketball, la piscina y el lago.

- Aquí es donde los alumnos realizan el desayuno, el almuerzo y la cena. Más allá puedes ver la cancha de basketball donde se llevan a cabo la mayoría de actividades deportivas y la piscina. Al fondo se encuentra el lago Breakstone. Ésta es la oficina de Tormenta -dijo señalando la puerta que tenían justo enfrente-. Es la que dirige actualmente la Patrulla, pero creo que ahora mismo no está. Por aquél pasillo de allí se llega al edificio anexo en el que se encuentran los dormitorios femeninos.

Su camino les condujo finalmente al patio de entrada, donde se encontraba la estatua Phoenix Memorial.

- Éste patio ya lo conoces, es por el que se accede a la mansión. Los edificios que lo circundan son las diferentes aulas en donde se imparten las asignaturas. Física y química, matemáticas, lengua y literatura... Las clases por supuesto son mixtas -se detuvo al llegar a la verja de acceso a la mansión-. Como ves, hay dos ramificaciones; el camino de la izquierda conduce a los garajes y el de la derecha a los establos. ¿Qué prefieres ver primero?

Subimos pues.

Mientras subimos me doy el capricho de mirar por las ventanas según vamos subiendo escalones. Tengo que reconocer que me gusta lo que veo, aderezado con las explicaciones de Drago: un bosque entero a tu disposición, con grandes zonas verdes y un espacio amplio y libre. Como lobo que soy, adoro los lugares abiertos donde puedo correr, nadar, cazar, dormir... Ese bosque me recuerda el que tenemos cerca de la mansión Feroz, pero más pequeño que el nuestro: nosotros no tenemos ni carreteras cerca ni nada que se le parezca. Solo vegetación y fauna donde puedan crecer nuestros monstruitos.

- Tengo que reconocerlo: desde aquí arriba es más impresionante de lo que pensaba. Menuda escuela tenéis montada aquí. - Lo de la antena y ese tal... "cerbero" ha dicho, o eso creo, me llama la atención, pero me callo cuando comenta que lo veremos al final de la visita. - Olé - es lo único que se de español.

Bajamos de nuevo las escaleras para ver los dormitorios en donde están los chicos. Biología básica: chicos con chicas es malo si sumas la pubertad. No serían los primeros casos de jóvenes padres, ni serán los últimos: hay mucho niño de papá demasiado concentrado en mojar que no conoce las nociones básicas para no cagarla.

- Anticuado, pero efectivo. No me malentiendas, soy un tipo chapado a la antigua, pero tampoco soy un "tipo".

La cafetería... madre mía, la cafetería podría invitar a todo el Bosque que no haría falta remodelarla mágicamente para que cupiéramos todos. Ahí dentro podrían celebrar encuentros entre varios equipos de baloncesto que no les faltaría sitio. Huelo el aroma del desayuno acompañado con los preparativos de la comida: hoy toca pasta, pollo con salsa de arándanos, frutas y verduras. Como se cuidan...

Pasamos las zonas deportivas, los dormitorios de las mujeres el despacho de esa tal Tormenta. Algo había leído en algún diario refiriéndose a la mujer como una "masa de problemas tempestuosos". Ya me caía bien sin siquiera conocerla. Lástima de no estar presente para poder hacerlo.
Salimos finalmente a terreno conocido. Me da dos opciones a elegir para seguir con la visita y, obviamente, ya sé por cual decantarme.

- Todo colegio que se precie tiene garaje o un parking donde aparcar. Vayamos a los establos: eso no se ve todos los días.

El olor característico del heno y serrín y caballos saludó a los visitantes cuando se acercaron al granero y los establos. Lobo pudo contar una docena de caballos, todos perfectamente bien cuidados y atendidos. Cuando entraron, los animales se pusieron a piafar y a bufar con nerviosismo ante la presencia del Lobo Feroz. Drago acarició el morro de uno de ellos, una hermosa potra blanca.

- Shhh, tranquila, Rarity -le susurró al animal antes de volverse de nuevo hacia Lobo-. Tenemos equitación como asignatura extraescolar, sólo para aquellos que desean una actividad relajante al aire libre. Los caballos no se usan para competición ni para ninguna clase de esfuerzo físico. Los tratamos bien -dijo señalando las paredes, donde estaban colgados los arreos y las sillas de montar-. Te diría de dar un paseo, pero no soy muy bueno en ésto y además los animales parecen estar cada vez más asustados. Será mejor que salgamos.

Después de darle una última palmada cariñosa en el morro a la potra, salieron fuera de nuevo y retomaron el sendero que habían seguido, sólo que, en un determinado momento, en lugar de continuar recto hacia la mansión, se desviaron por un sendero lateral mucho más estrecho y bordeado de setos. Tras caminar por el mismo durante un corto trecho llegaron ante un cementerio con al menos 14 tumbas.

- Éste es el Patio de la Memoria a los Caídos -explicó Eclipse, nuevamente serio-. Es donde enterramos a los compañeros que perdemos.

La mayoría de ellos no tenían familia, ni un sitio al que llamar hogar fuera de la mansión, por lo que tenía sentido que pidieran ser enterrados allí, en el lugar donde habían pasado la mayor parte de sus vidas, rodeados por sus amigos y por aquéllos que los querían. No era un sitio muy alegre, así que, tras guardar unos minutos de respetuoso silencio, continuaron la visita. Tras cruzar el cementerio se encontraron con un nuevo camino que se adentraba en el bosque y, tras seguirlo durante un buen rato llegaron junto a una encantadora edificación de madera situada sobre el lago, con su propio embarcadero.

- Y éste es otro observatorio -explicó el mutante-. Está lo suficientemente aislado como para que se puedan ver las migraciones de los pájaros en determinadas épocas del año, y si te subes al embarcadero verás también los peces. Como puedes ver, tratamos de ir más allá de la simple enseñanza de materias académicas e inculcar a nuestros alumnos valores importantes como el amor por los seres vivos y la naturaleza...

Caballos. Siempre he pensado que los caballos son uno de los pocos animales que no están hechos para la vida salvaje. Correr en libertad y mantenerse junto a tu manada es una cosa, pero la vida salvaje tal y como yo la conozco es otra. Tan cercano a los mundanos que no soy capaz de verlos sin ellos. Pero todo eso no implica que no me gusten: el caballo ha sido el símbolo de la libertad desde que tengo uso de razón. No atienden a jerarquías y van allá donde quieren. Eso me gusta.

Los animales se ponen nervioso al verme entrar. Es normal si saben lo que soy. Las manadas de lobo mundanos me ven como el dios de los lobos. A saber cómo me ven éstos animales.

- No te preocupes, habría declinado la oferta: si hay que correr, prefiero usar mis propias patas. Mejor vámonos a otro lugar.

Dejamos atrás el cobertizo con los caballos y sigo a Drago. Me lleva a un cementerio dentro del terreno de la mansión. Al ver la cantidad de lápidas que siembran la tierra me doy cuenta de la larga historia que han tenido éstos mutantes y la cantidad de compañeros que han perdido. Eso hace que me acuerde de aquellas fábulas que también nos dejaron en su momento; algunos volvieron con el choque de los mundos, y otros se quedaron para siempre en nuestro pasado.
Me acuerdo también de los soldados que murieron en mi escuadrón cuando me uní al ejército. Me acuerdo de sus caras y sus nombres. No reconozco ni un solo nombre en las lápidas, pero tienen mi respeto. Los muertos siempre tendrían que tener nuestro respeto, y por ello permanezco en completo silencio hasta que Drago decide continuar la visita.

¿Siguiente punto? Un embarcadero, más allá del bosque y el cementerio. No puedo evitar sonreír al escuchar lo de los patos.

- Vaya, no sabía que fueras un amante de las aves, Drago. - Disfruto del aire fresco y lo lejos que nos encontramos de los aromas de la civilización. Inspiro con fuerza y dejo escapar el aire de mis pulmones. - Me estás sorprendiendo mucho: más que una mansión o una escuela, veo que tenéis montado un pequeño trozo de paraíso terrenal. Techo, cama, comida, enseñanza, libertad, estimulaciones, que te recuerden... Éste lugar les da a los mutantes un hogar y una vida. No está mal Drago. No está nada mal...

- Bueno, yo no diría "de las aves" en sí -respondió el mutante acodándose en la barandilla del embarcadero-. Me gustan los animales en general y me gusta la naturaleza, principalmente por la tranquilidad y la paz. A menudo solía venirme aquí cuando deseaba estar solo... Acompáñame.

Eclipse bajó al embarcadero y subió a bordo de una pequeña lancha motora en cuyo costado aparecía escrito el nombre "Lilandra".

- Te enseñaré lo que queda de los terrenos exteriores desde aquí. Ahorraremos tiempo.

Una vez el lobo se hubo subido a la lancha, Eclipse la puso en marcha y comenzaron a navegar por el lago.

- Desde aquí puedes ver la piscina y la cancha de basketball, que se utiliza también para las actividades deportivas programadas. Aquello de allí son los jardines -dijo señalando una amplia y cuidada extensión vegetal.

Eclipse giró el volante siguiendo la curva del lago y mantuvo el rumbo fijo durante varios metros.

- Lo que dijiste antes es cierto -comentó-; el Profesor se tomó muchas molestias para ofrecer a sus estudiantes la posibilidad de un hogar que en muchas ocasiones les ha sido negado. En el ala norte de la segunda planta tenemos un taller para los alumnos que quieran practicar actividades más manuales, y en el tercer piso hay un teatro. Cada ala de la mansión está equipada con ocho baños completos, 22 dormitorios y dos habitaciones para huéspedes, y cada estudiante puede decorar su espacio a su gusto.

Le había mostrado dónde se encontraban las habitaciones de los alumnos, pero por razones obvias de privacidad no habían llegado a entrar en las alas de descanso, por lo que no estaba mal añadir esos datos.

- Por motivos de seguridad nos es imposible mantener personal de mantenimiento a tiempo completo, por lo que los estudiantes son los responsables de mantener la limpieza en sus habitaciones. Oh, tenemos también una sala de esparcimiento equipada con todo, desde mesas de billar, videojuegos, juegos de realidad virtual, películas... Ya hemos llegado.

Lobo vio que se acercaban a una compuerta metalizada horadada en la base de una loma. Debido al ángulo en el que se encontraba resultaba absolutamente imposible descubrirla desde tierra. Eclipse pulsó un botón de su muñequera y las compuertas comenzaron a abrirse, granjeándoles el acceso a una cámara hermética. Una serie de sensores les escanearon al pasar.

- Miembro identificado: Eclipse -dijo una voz informatizada-. Miembro desconocido: sujeto no identificado. Introducir secuencia de desactivación de alarma.

- Si no introdujera ahora el código, el sistema de seguridad enviaría una alerta a la policía, otra al profesor y otra a cada uno de los miembros de la Patrulla -explicó Drago mientras tecleaba rápidamente en el pequeño ordenador de su muñequera.

- Sujeto autorizado -dijo la voz abriendo la esclusa. Habían llegado a los hangares. Eclipse salió de la lancha y guió al lobo hacia el túnel subterráneo que llevaba a la mansión. En un momento dado fue hacia unos ascensores y colocó la mano en un lector que había al lado para que le escaneasen la palma.

- Usuario autorizado: Eclipse -dijo otra voz similar a la anterior antes de abrirles las puertas. Una vez dentro, Drago pulsó el botón que les llevaría a los niveles inferiores de la mansión.

Bajaron durante lo que Lobo consideró que serían aproximadamente unos diez metros y, después de pasar por varios controles más de seguridad que tenían como objetivo salvaguardar la seguridad de quienes podrían llegar allí por accidente llegaron a la zona de entrenamiento.

- La llamamos "Sala del Peligro"-anunció Eclipse encendiendo las luces-. Aquí es donde nuestros alumnos practican el trabajo en equipo o aprenden a controlar sus poderes mutantes. A primera vista no parece gran cosa -dijo cuando se acercaron a la cristalera desde la que podía observarse la zona inferior-, pero tiene un holoproyector alienígena Shi'ar adherido a los muros que consigue engañar los sentidos de un modo extraordinario.

Aunque en su caso perdía bastante, ya que él no tenía nervios ópticos que pudieran ser engañados por las proyecciones y su control de la luz le revelaba siempre la verdadera forma de las cosas, pero algo le decía que ése no sería el caso con Lobo... Si funcionaba con Logan, a la fuerza tendría que funcionar con él, aunque sería divertido comprobarlo.

- ¿Te apetece bajar y probarlo? Yo me quedaré a los controles.

Disciplina, estudios y libertad. No es un mal lugar donde llevar a los niños para estudiar y que se formen. Blanca no me reconocería si me escuchara decir ésto en voz alta, pero estoy seguro que estaría de acuerdo conmigo. Es una lástima que la barrera entre mutantes y humanos sea tan alta y resistente. De no ser así, ésta podría considerarse como la mejor escuela en todo el mundo, solo que seguramente, y de meterse política de por medio, podrían convertirla en una de esas típicas escuelas para ricachones donde solo van los hijos de los poderosos. En el mundo mundano siempre pasa lo mismo... pero me da a mí que ésta escuela es como Villa Fábula, apartada de todo cuanto pase a su alrededor.

Terminada la ruta terrestre toca mojarse los pies. Drago me hace subir a una barcaza, cruzando el lago y dándome a conocer el campus desde otro punto de vista. Nos acercamos a lo que parece ser una compuerta y me asombro con la seguridad que tienen puesta. Yo no soy muy ducho en ésto de las nuevas tecnologías, o mejor dicho, nos llevamos a rabiar. Pero sé reconocer un buen sistema de seguridad cuando lo veo.
Se abren las compuertas y entramos dentro, pasando entre vehículos y bajando en un ascensor que nos conduce a las entrañas de la bestia. A simple vista parece uno de esos búnkers bajo suelo pero con mucho dinero invertido. No dejamos de pasar de sistema de seguridad en sistema de seguridad. ¿Se puede saber qué tienen aquí? ¿El Santo Grial? Me pongo algo nervioso: no me gustan los espacios cerrados y mucho menos los que están bajo el suelo. No lo aparento y mantengo un semblante tranquilo, pero por dentro...

No son nervios. Es sentirse desplazado en un lugar que no es el tuyo.

"Sala del Peligro". Joder, menudo nombre le han puesto, ¿no? Así se relaja al alumnado cuando se meten dentro. A través de la cristalera me recuerda un poco a esas salas que suelen tener las agencias secretas subsistidas por el estado para los interrogatorios o las pruebas con fármacos. De esas vi unas cuantas cuando estuve en la guerra...

- ¿Probarla dices? Bueno, por qué no. - Me quito la gabardina y la dejo a un lado. Me desato un poco la corbata y desabrocho las mangas de la camisa. No creo que la llamen Sala del Peligro por nada, y por la explicación que me ha dado Drago... No me habría creído lo del aparato alienígena si no fuera por lo que había visto durante éstos meses.

Bajo por las escaleras hasta donde pone en un cartel "Sala del Peligro". Supongo que no me queda otra que entrar. Se abren las puertas y al traspasarlas me doy cuenta de lo grande que es la maldita sala.

- Cuando quieras.

Drago activó los controles y el repentino chirrido que sonó procedente de los altavoces le sentó como un tiro a los hipersensibles tímpanos de Lobo.

- ¡Lo siento, lo siento! -se disculpó Eclipse cuando la frecuencia de los altavoces regresó a su nivel normal-. Fallo mío, me he acercado demasiado al micrófono. ¿Estás preparado?

El lobo miró a su alrededor, tratando de hacerse con el entorno por puro instinto, aunque por lo que le había explicado Eclipse intuía que no iba a servirle de nada.

- De acuerdo, unas advertencias antes de empezar: no importa lo que veas, la situación y la forma de la Sala del Peligro nunca cambia. Lo que creas percibir será todo una ilusión exceptuando los oponentes que se te acerquen. Voy a activar un programa de entrenamiento a nivel básico, nada excesivamente complicado, por lo que no tienes nada de qué preocuparte. Y recuerda: la Sala del Peligro no presenta adversarios vivos, así que puedes actuar libremente. Si en algún momento te sientes mal por la razón que sea sólo tienes que decirlo y haré que pare el programa. Yo estaré viéndolo todo desde aquí arriba. Muy bien... ¡allá vamos!

Eclipse pulsó una serie de controles y los proyectores entraron en acción, bañando toda la sala con una luz deslumbrante. Lobo pudo ver cómo la habitación cambiaba, sacudiéndose como una serpiente que cambia de piel. Una sensación vertiginosa, como una montaña rusa, se apoderó de él, y por un momento se desorientó cuando sus sentidos recibieron de golpe un aluvión de nuevas visiones, nuevos sonidos, nuevos olores.

Al cabo de unos segundos se encontraba de pie en un oscuro callejón sin salida. La basura se amontonaba a los lados; el acre olor de los desechos se mezclaba con el aroma dulzón del alcohol, inutilizando su sensible olfato.

El anochecer proyectaba sombras furtivas sobre las cinco puertas del callejón, dos a cada lado y una al fondo. A dos metros y medio por encima había una salida de incendios ennegrecida por el polvo y el moho. Acurrucada sobre un montón de bolsas y periódicos dormía una mendiga, roncando ruidosamente, y aunque no alcanzaba a verlas, oía cómo las ratas chillaban y roían los desperdicios en un cubo de basura cercano.

Lobo aún se estaba preguntando qué narices había pasado, barajando incluso la posibilidad de que por algún extraño fenómeno hubiera terminado teletransportándose de vuelta a la ciudad, cuando el sonido de unas pisadas acercándose le hizo ponerse de nuevo en alerta y retirarse por instinto hacia las sombras que ofrecía un portal justo antes de que tres corpulentos tipos aparecieran en la entrada del callejón, bloqueando la salida.

Dos de ellos iban de paisano, pero el que parecía ser el líder llevaba el uniforme de los agentes de SHIELD, pero lo más inquietante era que los tres iban armados con pistolas ametralladoras...

Aún no le habían visto, lo que le daba a Lobo algunos segundos para decidir qué hacer a continuación.

- ¡AAAAARG! - ¡Joder! Y luego me preguntan por qué me repatean las nuevas tecnologías. Me rasco el interior de las orejas para deshacerme de ese molesto zumbido que se ha quedado anidando en mis oídos.

Drago me explica como va el trasto éste de las ilusiones, y por lo que me cuenta es bastante razonable: una ilusión es una ilusión, y jamás cambian lo que no se puede cambiar. Afectan a los cinco sentidos y crees que es real, cuando no lo es. Ya me he visto en más de una y nunca son agradables. No creo que ésta sea diferente.
Pone en marcha la máquina, y se crea la magia. Por unos segundos me siento raro, me mareo. Veo como todo a mi alrededor convulsiona y cambia. Lo que eran paredes se convierten en edificios y donde antes solo pisaba un suelo blanco, ahora tengo una boca de alcantarilla justo bajo mis pies. El cielo, el aroma de la mendicidad, las calles rebosantes de coches que circulan a velocidades alarmantes... No me cabe duda de estar metido de lleno en una novela negra detectivesca. No puedo evitar sonreír por la gracia del momento.

Tengo delante de mí a una mujer. Una mendiga supongo por los olores y el aspecto que presenta. Miro a mi alrededor para situarme. Ésto me recuerda a esos exámenes psicológicos donde te meten en situación y tú tienes que decidir qué vas a hacer. Según lo que hagas, las cosas cambian, como en la vida real.

Las pisadas a mis espaldas me ponen en alerta y me escabullo hacia las sombras de un portal, con calma y mirando hacia mis espaldas. Me coloco de tal forma que no puedan verme, pero yo si a ellos. Por las pintas parecen matones. Uno lleva un uniforme de algo, con el símbolo de un águila. Intento hacer un poco de memoria y recuerdo haberlo visto con las siglas SHIELD en algún periódico cuando investigaba el nuevo gobierno y los tipos de grupos de seguridad nacional.
No sé si han venido a por mí o están buscando otra cosa, pero teniendo en cuenta que a ésto se le llama Sala del Peligro es muy posible que Drago lo haya preparado todo para que vayan en mi contra.

Mis opciones más inmediatas son abrir el portal que tengo a mis espaldas o intentar saltar de rebote en la pared para alcanzar la salida de incendio. Lo segundo es más arriesgado porque me podrían ver y alcanzarme con algún tiro, pero si lo primero no funciona, habrá que hacer lo segundo... O una tercera vía de escape: destrozar la puerta del portal y entrar dentro. Entonces, la escalera tan solo me lanzaría a por ella si no hay otra. Pero si las cosas se ponen muy chungas y cunde la necesidad de correr, la tercera opción es la mejor y correr hacia dentro, aunque me cargue el factor sorpresa.

Lobo trató de abrir el portal que tenía a su espalda, pero como era de esperar, lo encuentró cerrado. Estaba claro que no iba a resultar tan fácil. El trío dió unos pasos cautelosos hacia el callejón. Parecía que estaban buscando algo... o a alguien. Los dos que iban de paisano dirigieron su atención hacia los tejados, mientras el agente de S.H.I.E.L.D. examinaba el decorado a lo Bladerunner que era el callejón. Cuando miró el sombrío portal en el que Lobo se encontraba alzó las cejas al mismo tiempo que la pistola ametralladora.

- ¡Quieto ahí, mutante! -rugió, apuntándole a la altura del pecho.

¿Mutante? ¿Qué diablos...? Entonces cayó en que se trataba de un módulo de entrenamiento para mutantes, y que los diálogos de los androides debían estar ya programados de antemano. En cualquier caso, ahora tenía problemas más graves de los que preocuparse, pues los otros dos tipos se habían dado la vuelta para ver lo que había descubierto el agente de S.H.I.E.L.D. y ahora también le apuntaban. Bien, la tercera vía quedaba por completo descartada, ya que le tenían a tiro y sería exponerse demasiado. Lo único que le quedaba era tratar de echar la puerta abajo, cosa que hizo con relativa facilidad. Parecía que se encontraban en una zona pobre, porque la puerta era de madera y estaba vencida, por lo que pudo traspasarla en medio de una lluvia de astillas. Sin embargo, al otro lado... no había nada, tan sólo una habitación vacía. El agente de S.H.I.E.L.D. había cruzado tras él y ahora lo tenía acorralado contra la pared. La mirada de Lobo se cruzó con la del hombre, la oscura mirada acerada de un asesino. El pelo rubio arenoso, alborotado por la carrera, le colgaba lacio sobre los ojos, pero lo más llamativo era la gran nariz torcida que dominaba aquellas facciones graníticas. Torció la boca en una malvada sonrisa, acentuada por el fino bigote rubio que le marcaba el labio superior. Parecía el compendio de todos los pistoleros mercenarios de S.H.I.E.L.D.

- ¡Manos arriba, "mutie"! -exclamó el agente-. ¡Un movimiento en falso y ahorraré a los contribuyentes los gastos de mantenerte en la cárcel!

Se volvió hacia sus dos camaradas, como si quisiera ver su respuesta ante el chiste -ja, ja-, pero quedó defraudado; Los otros dos se limitaron a quedarse allí, impasibles, sin mover las armas. Por lo que se veía, sólo se habían molestado en darle una personalidad al robot que iba a ser el líder del grupo, cosa bastante lógica considerando que tenían una función eminentemente práctica.

- ¡Te he dicho que levantes las manos! -volvió a exigir, con el rostro rojo de cólera.

Me descubren. Normal: si estaban explorando la zona no iban a dejar un solo recoveco sin examinar. Me pillan no desprevenido, pero sí que me sorprende escucharlo llamándome mutante. Supongo que éstas cosas ya tienen un diálogo preestablecido si es una sala donde entrenar a los mutantes de la mansión. Cada vez tengo más la sensación de estar en una historia que no es la mía.

Me giro y rompo la puerta con una embestida. Está floja y puedo pasar sin dificultad, pero al pasar el umbral me encuentro en un culo de saco. La habitación está vacía y no veo por dónde seguir. Mientras tanto los otros tres me siguen los pasos, entrando en el edificio y cortándome el paso. Me apuntan con las armas y al girarme le veo la cara al agente rubio de SHIELD. Al verle me pregunto si los mutantes, o la misma Mansión X espera que en un futuro SHIELD persiga a los mutantes, o si ya lo están haciendo entre las sombras y la prensa no se ha enterado. Sería una gran noticia que no quedaría en bocas muertas. Según tengo entendido cada uno tiene una opinión distinta sobre los mutantes, tanto unos como otros, pero se separan en dos grupos: en contra y a favor.
Eso no me incumbe mientras no incumba a Villa Fábula. Son nuestros aliados si, pero en la supervivencia, si hay que pensar en los tuyos, tan solo piensas en los tuyos.

Me cruje el cuello. Hace días que no hago nada más que comer silla en el despacho. Un poco de ejercicio no me iría mal.

Me abalanzo hacia el agente de SHIELD, gruñendo. Puedo ver en sus ojos mi mirada lobuna, penetrante e intimidante. No sé cómo afectará a estos tipos ya que no son reales, pero es el instinto el que habla. Agarro el arma con una mano y la otra del pecho, apartando el brazo del arma para que si dispara, dispare hacia otra dirección. Le empujo hacia sus compañeros, tirando del arma para sacársela de las manos. Termino de empujarlo hacia el tipo de la derecha y al de la izquierda le tiro el arma contra su cara, y voy a por él. El de la derecha tendrá menos tiempo para reaccionar con el cuerpo de su compañero sobre sus brazos, así que lo aprovecho, agarro al de la izquierda como al rubio, lo giro y lo estampo contra los otros dos, con toda la fuerza de mi cuerpo.

Lenta, imperceptiblemente, el lobo se fue preparando para el inminente combate. Ahora estaban los tres juntos, a menos de tres metros de él, con el agente de S.H.I.E.L.D. en medio, y los tres le apuntaban con sus pistolas ametralladoras. Parecía que tenían las de ganar, pero justo en ese instante el lobo se abalanzó sobre ellos como un gato hambriento sobre una bandada de pájaros. Sólo que éstos "pájaros" no eran lo suficientemente inteligentes como para dispersarse para conseguir una distancia de seguridad, sino que en lugar de hacerlo trataron de apuntar las metralletas hacia la figura que se les venía encima. Pero, o eran demasiado lentos, o tenían demasiado miedo de dispararse unos a otros, porque no consiguieron nada.

Parecía evidente que la única posibilidad de escapar de esta secuencia de combate era pelear con los tres androides a la vez, no individualmente. De ésta manera conseguiría aprovechar en su favor el reducido espacio cerrado en el que se encontraba, transformando la superioridad numérica y el armamento en una desventaja en lugar de en una ventaja para ellos.

Rápidamente, salvó la distancia que le separaba del rubio, tomándole por sorpresa y arrebatándole el arma de las manos al tiempo que le empujaba contra su compañero. Pudo oír el crujido de algo metálico al estrellarse contra el suelo, pero no tenía tiempo de quedarse a contemplar el espectáculo, pues ya se estaba lanzando contra el tipo de la izquierda después de arrojarle el arma a la cara.

El robot, que había acertado a reaccionar y trataba de acribillarle, vio errado el tiro a consecuencia del improvisado proyectil y la metralla acabó impactando contra la pared que había a la espalda de Lobo, dejando una enorme mancha en los ladrillos. Los sentidos animales del Sheriff de Villa Fábula captaron de inmediato el olor acre del narcótico químico del que estaban compuestas las balas.

Finalmente logró llegar junto al desorientado robot, lo cogió y lo arrojó con fuerza sobre los otros dos. El androide que estaba más a la derecha yacía en el suelo con el control de estabilidad de la cadera destrozado por el impacto de su compañero. El rubio estaba empezando a incorporarse cuando Lobo le arrojó encima al de la izquierda, consiguiendo que los tres quedaran apilados uno encima del otro.

- Y creo que ya podemos dar por finalizado el ejercicio -dijo la voz de Eclipse surgiendo de la nada.

Todo volvió a girar, pasando de ser el sombrío callejón de la Cocina del Infierno a transformarse una vez más en la inmaculada Sala del Peligro.

- Muy bien ejecutado -le alabó el mutante comenzando a bajar por la escalera-. La Sala del Peligro está diseñada para que los alumnos aprendan a controlar sus habilidades hasta que se conviertan en una segunda naturaleza, pero también para practicar el buen criterio y un uso juicioso del poder. Me consta que podrías haberles hecho más daño, pero te has mantenido en todo momento dentro de los límites del daño no letal.

Eclipse llegó junto a él y se quedó observando a los androides, que ya estaban desactivados.

- Este caso en concreto tenía la complicación de presentar a los alumnos a un agente de S.H.I.E.L.D., los cuales en teoría son empleados del gobierno de los Estados Unidos, por lo que habría que tratarlos con mano blanda... Pero claro, existía la posibilidad de que no fueran quienes aseguraban ser, sino unos simples mercenarios, o algo peor, ataviados con su uniforme. ¿Qué hacer? -volvió a mirar a Lobo-. Entregarse sin más podría suponer un problema si resultan ser en verdad enemigos disfrazados, pero no hacerlo podría provocar un conflicto con el gobierno... Digamos que nos gusta hacerles pensar, presentarles pequeños casos conflictivos, o con dilemas morales de algún tipo, y ver cuáles son sus reacciones. Nos ayuda a detectar conductas potencialmente agresivas, impulsivas o imprudentes por parte del alumnado, para corregirlas antes de que la cosa vaya a mayores y se conviertan en un riesgo para sí mismos o para los demás. Además, es importante hacer que se enfrenten a la realidad. Los mutantes somos odiados y temidos a partes iguales por aquellos que piensan que podemos suponer una amenaza a largo plazo para la supervivencia de la raza humana. En muchos casos somos considerados prácticamente proscritos, y nuestras relaciones con el gobierno no son demasiado buenas, o sea, que realmente podría llegar a darse esta situación entre un verdadero agente de S.H.I.E.L.D. y uno de nosotros. Es importante que estén preparados contra el rechazo y el racismo para que no se lancen alegremente a confiar en cualquiera que pueda tener una placa. Nunca se sabe los odios que puede albergar el corazón que se oculta detrás... Podría decirse que es el equivalente superheroico del "nunca aceptes caramelos de un extraño" -añadió con una mueca amarga-. Como ves, tratamos de prepararlos para el mundo real con todos los mecanismos a nuestro alcance. Por desgracia, no siempre es suficiente...

>> Por cierto, por si acaso te lo estás preguntando, las balas no eran de verdad. Explotan al impactar  y llevan una carga de un producto químico especial. La única herida que producen son unos desagradables cardenales para recordarles durante unos días su descuido. Además, la piel absorbe el producto químico, una droga inofensiva de efecto rápido.

Respiro con dificultad, como siempre al alterarme y sentir la adrenalina subir por mi cuerpo y golpear con saña mi cabeza. He conseguido librarme de esos tres, pero a saber qué más me tiene preparado Drago. Giro la cabeza para ver los agujeros de bala de la pared. ¿El daño es real? ¿Y qué era ese olor que he sentido?

A mi alrededor la ciudad se agita y la voz de Drago me indica que ya se ha terminado. Bueno, tampoco ha sido tan complicado. Me dice que lo he hecho bien, que me he controlado. Supongo que lo he hecho inconscientemente: son muchas las veces que me he tenido que refrenar para no destrozar a un gilipollas que no se le ha ocurrido otra forma de pasar el día que tocarle las narices al Sheriff. O cuando he tenido que reducir a mundanos sin romperles un brazo o una pierna. Éstos no se recuperan como nosotros, así que hay que ir con más tacto. Pero si, me he cuidado de no romperles nada, sino más bien quitarlos de en medio arrebatándoles la consciencia.

- Interesante forma de enseñar. Unir teoría con práctica en un campo hostil para que aprendan a valorar sus propias batallas. Muy interesante. Y menudo aparetejo tenéis aquí montado. Casi me creo que estaba en una ciudad.

Productos químicos... Eso explica lo que he sentido al impactar los proyectiles contra la pared. Sonrío ante la ironía.

- Medallas de guerra - bromeo ante la presentación de las marcas de los alumnos para que no se olviden de lo que han aprendido. - Un día tienes que enseñarme cómo funciona éste trasto. Me sé más de uno que le iría bien pasarse por aquí para aprender a defenderse de gente como los de SHIELD u otros mutantes. Tenemos mucha experiencia sobre nuestros hombros, pero ahora nos sentimos como bebés recién nacidos en un universo que no conocemos. Y ya de paso, podría planificar ciertos entrenamientos por si de repente El Adversario de otro mundo se le ocurre invadir éste y que no pille desprevenidos a los vuestros.

>> Bueno, ¿terminamos con la visita, o ya me lo has enseñado todo? - Sea como fuera, tengo que pasar a buscar mi gabardina en la sala del control.

Eclipse sonrió cuando Lobo le habló de la verosimilitud de las ilusiones presentadas en la Sala del Peligro.

- Sí... utilizamos tecnología alienígena Shi'ar. Funciona mediante la reproducción de luz sólida, y puede recrear mundos, distorsionar la percepción espacial e imitar cualquier materia, olor y color. Y por supuesto, me encantará enseñarte cómo funciona para que podáis programar vuestros propias secuencias de entrenamiento. Ahora que somos aliados tendremos que trabajar conjuntamente en el futuro.

>> Y sí, vamos a terminar ya con la visita -dijo guiando de nuevo a Lobo escaleras arriba-. He dejado la mejor parte para el final...

Esta vez tomaron un ascensor diferente que les condujo directamente al ala norte de la mansión. Eclipse guió a la fábula a través de la impresionante biblioteca de la escuela hasta regresar al punto de partida de aquella visita: el estudio de Charles Xavier. Eclipse llamó a la puerta y entró.

- ¿Has terminado? -inquirió Xavier.
- Sí, ya le he enseñado todo.
- Estupendo. Permitid pues que os muestre la última parte...

El Profesor fue hacia la mesa de despacho y presionó un botón, haciendo que una sección de la biblioteca se desplazara, mostrando un largo pasillo. Eclipse y Xavier se adentraron en él después de pedir a sus dos invitados que les acompañaran. El pasillo llevaba a una sala circular que se adentraba bajo tierra y en cuyo centro había una plataforma en suspensión. Al final no había nada aparte de un curioso casco.

Xavier caminó hasta el extremo de la pasarela y se lo puso.

- El Profesor es uno de los telépatas más poderosos del mundo -explicó Eclipse a las dos fábulas-. Éste aparato permite amplificar sus ondas cerebrales y detectar rastros de individuos a nivel mundial. También es capaz de distinguir entre humanos y mutantes. Sin embargo, su uso puede ser muy peligroso para los telépatas que no estén suficientemente entrenados, ya que al aumentar exponencialmente las habilidades psíquicas naturales, aquellos usuarios que no estén preparados para resistirlo pueden acabar en coma, sufrir daño cerebral permanente o incluso morir.

Frente a ellos apareció un mapa del mundo con infinidad de siluetas de luz blanca.

- Éstos son todos los humanos del planeta -dijo Xavier-. Y éstos, los mutantes...

Al decirlo, las siluetas blancas se apagaron y surgieron otras muchas en color rojo.

- Desde aquí puedo localizar a alguno de los míos cuando perdemos su rastro, o investigar señales extrañas o anomalías -dijo, recordando el caso de Rondador y sus continuas apariciones y desapariciones causadas por su poder-. Así fue como encontramos a Drago...

El mutante apartó la mirada, incómodo. Las extrañas circunstancias que envolvieron la muerte de Slobodan Milosevic fueron las que llevaron al profesor a sospechar que podía haber un mutante involucrado. Había sido cuestión de tiempo hasta que habían conseguido dar con su señal para atraparlo.

- En caso de necesidad, también puedo meterme en la mente de cualquier persona o mutante, esté donde esté. ¿Tienen alguna duda o pregunta? -inquirió al fin el Profesor.

Trabajar juntos en el futuro. Viendo que la mayoría de ésta comunidad están preparados para una posible guerra, y que de los nuestros tan solo unos cuantos nos hemos dedicado a la misma, el desnivel en cada equipo tan solo se verá reducido por un simple factor: experiencia. Tal vez éstos mutantes estén siendo entrenados para usar mejor sus poderes, pero estoy seguro que Ceni sola podría colarse entre sus filas, noquearlos y reírse en sus caras. No por nada es la mejor espía que he visto en mi vida.

Nos dirigimos al final de éste periplo, y para mi sorpresa volvemos al punto de partida, al despacho de Charles Xavier donde dejamos al rey Cole y al mismo profesor. Al volver a vernos, Cole me saluda con su tan típica caída de ojos y yo con un cabeceo. Por su sonrisa, parece que han tenido una buena charla.
El profesor nos abre la última parte de nuestra visita, y por la expectación que están creando tiene que ser grande. Cole decide acompañar a Xavier mientras yo a Drago mientras nos adentramos en esa gruta de mil maravillas... y menuda maravilla nos encontramos: ésta mansión se ha convertido en un laberinto de salas y secretos en mi mente, y el más grande es que tenemos delante. Si no recuerdo mal, lo llamaron "Cereboro" o algo por el estilo. No soy muy bueno con el español.

Drago nos explica cómo funciona y las consecuencias de aquella máquina, mientras el profesor nos lo muestra con luces de colores. Azules los mundanos, y rojos los mutantes. Al ver la cantidad de población que hay repartida por el mundo veo empequeñecer nuestra pequeña comunidad en la Tierra. No puedo evitar recordar cuántos éramos al principio del Exilio, cuando el Adversario no metió sus zarpas en nuestras tierras y nos echó a la fuerza. De haber continuado como hasta entonces seríamos más... pero quizás no hubiera conocido jamás a Blanca. Son cosas en las que uno piensa cuando se pregunta el por qué de los acontecimientos.

- Increíble - alucina Cole. - Sin duda alguna sois una caja de sorpresas mi querido profesor.
- Yo sí tengo una pregunta. Dices que puedes meterte en cualquier mente de mundano o mutante. ¿Se puede usar éste trasto con fines bélicos? ¿Y se pueden rastrear otro tipo de mentes que no sean mundanas o mutantes? Por ejemplo, fábulas. - Pese a nuestra alianza, debía asegurarme. Es mi responsabilidad como Sheriff esclarecer todos los puntos negros antes de firmar cualquier contrato... aunque visto lo visto, no me cabe ninguna duda que la Mansión X jamás se nos girarían en contra. No al menos de forma voluntaria.

El rostro del Profesor se ensombreció ante la cuestión planteada por Lobo, no porque le desagradara la pregunta en sí, sino por la respuesta que tendría que darle.

- Sí, por desgracia es posible emplearlo con fines bélicos, ya que un telépata suficientemente poderoso podría, con el entrenamiento adecuado, invadir mentes ajenas y causar un gran daño. No obstante, como ya mencionó Eclipse, hace falta entrenamiento para ello, y sólo hay unos pocos que lo utilizan aparte de mí, todos ellos de mi entera confianza. Respecto a su segunda pregunta, señor Feroz, la respuesta es sí, pero con limitaciones; Con éste aparato puedo rastrear y localizar cualquier mente siempre y cuando sepa lo que estoy buscando. Es decir, que tendría que sondear primero la mente de una Fábula para aprender a detectarlas. No puedo encontrar algo si no sé cómo es. Aún no entré en la mente de ningún miembro de vuestro pueblo, por lo que no sería capaz de localizaros. Éso cambiaría con que me dejárais sondear la mente de uno sólo de los vuestros, cosa que por supuesto no os voy a exigir. Dependerá de vosotros si decís otorgarme esa confianza o no. En mi experiencia, viene bien poder localizar a algún miembro del equipo si por la razón que sea desaparece o le sucede algo, pero si preferís que no lo haga procuraré respetar vuestros deseos. Pues, si no tenéis nada más que preguntar, creo que la visita ha terminado...

Eclipse y el Profesor les condujeron de regreso hacia el camino de regreso de la mansión y Xavier estrechó con fuerza las manos de ambas Fábulas, al igual que Eclipse.

- Ha sido un placer teneros aquí... Esperamos volver a veros más a menudo. Mucha suerte.