Al Gato y el Ratón [Omega][Selina Kyle/Bruce Wayne]

El Museo de Historia de Gotham y Selina Kyle eran viejos conocidos. El director del Museo, por supuesto, no aprobaba su relación, consistente en esporádicos encuentros nocturnos... que siempre terminaban con alguna vitrina vacía. A pesar de todo, ya hacía bastante tiempo desde la última vez que una pieza había despertado el interés de Catwoman... al menos, hasta aquella semana.

Uno de los miembros de la alta sociedad de Gotham había regresado recientemente de un emocionante viaje a Egipto, trayendo consigo la bonita colección de objetos antiguos que había adquirido allí. En un supremo acto de generosidad, había cedido las obras al Museo de Historia para una exposición temporal. Entre ellas figuraba el Amuleto de Bastet, un objeto que había atraído de inmediato la atención de Selina, aportando algo de interés a su relativamente aburrida vida.

Lo cierto era que, últimamente, robaba más por la emoción de hacerlo que porque el botín valiera realmente la pena. Siempre le había gustado poner a prueba su habilidad, saber qué era capaz de hacer... y que lo supieran los demás. Sí, había algo de desafío en los robos de Selina, una nota de atención, dirigida a nadie en particular. No podía evitarlo. Tal vez fuera por culpa de sus orígenes humildes, pero a Catwoman le encantaba destacar. Por eso se había alegrado de que el Amuleto estuviera en el Ala Norte del Museo. Era una de sus zonas preferidas, por ser de las más complicadas de acceder. Y, además, aquella vez tenía un plus de peligrosidad. El ricachón benefactor del museo había querido que su pequeña colección egipcia disfrutara de las máximas medidas de seguridad, lo que se traducía en protegerla de los ladrones con la última tecnología de Wayne Enterprises.

Y la tecnología podía ser buena, pero Selina era mejor.

Cámaras de seguridad... sensores láser... Nada que no hubiera visto antes. La vitrina resultó ser más complicada, pero no en exceso. Con la infinita paciencia que sólo sacaba a relucir en ocasiones como aquella, Catwoman extrajo el Amuleto de su expositor, lo contempló a la luz de la luna, sonrió complacida y enrolló la cuerda de la que pendía alrededor de su muñeca. Su trabajo estaba hecho.

Se dio la vuelta para marcharse, pero algo la detuvo. Podría irse sin ser vista, tal y como había entrado. Nadie repararía en la desaparición de la pieza, al menos hasta que el Museo abriera sus puertas por la mañana. Para entonces, Selina ya estaría muy lejos. Un robo limpio y sin pruebas, una ruta de escape asegurada, varios días de la más absoluta tranquilidad.

Pero... ¿qué emoción tendría eso?

Lenta, deliberadamente, Catwoman volvió sobre sus pasos, introduciendo la mano en la vitrina para activar la alarma. A pesar de lo molesto del sonido, no se movió de la sala. Iba a darle cinco minutos de ventaja al Caballero Oscuro.

Estaba segura de que vendría. La hora, el lugar, el objeto escogido; todo la apuntaba a ella con la nitidez de una flecha de neón. Y Batman no había renunciado a atraparla, pese a todos los intentos fallidos del pasado. Era perseverante, y a Selina le gustaban los hombres perseverantes. Aún así, todo terminaría igual que las otras veces: él la perseguiría hasta que le diera esquinazo, y ella escaparía con el botín.

Cinco minutos, señaló, para sí misma, cuando el plazo de tiempo se cumplió.

La ladrona se soltó el látigo de la cintura. En pocos segundos, su figura se escabullía del Museo con agilidad, aterrizando grácilmente en una azotea. Sólo volvió un poco la cabeza, para asegurarse... y lo vio, una sombra oscura recortada contra el cielo nocturno. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios. El juego había empezado.

Si había una cosa cierta, era que Batman tenía desventaja en el entretenimiento favorito de la gata... pero siempre conseguía sorprenderla. Selina había llegado a preguntarse si algún día lograría atraparla de verdad. Había estado cerca, sí, unas cuantas veces. La ladrona no podía negar que le gustaba ser el centro de tanta atención. Algunos de sus últimos robos habían sido, directamente, una provocación; los objetos no tenían el menor interés para ella, y los había devuelto casi de inmediato. Por supuesto, siempre a él, en un gesto que, para Selina, decía claramente porque puedo. Y, tal vez, sólo tal vez, Pam y Harley tuvieran algo de razón. A lo mejor no se trataba sólo de su aburrimiento. A lo mejor sí que era un atrápame, si puedes, dirigido únicamente a él.  

No iba a tomarse el tiempo de pensarlo. En aquella clase de cosas, Catwoman actuaba por instinto. Mientras corría de azotea en azotea, con el Amuleto balanceándose en su muñeca, Selina sólo sentía: La adrenalina liberada por la persecución, el azote furioso del aire nocturno en su rostro, las luces nocturnas de Gotham desfilando a ambos lados de su cuerpo en movimiento. El último salto, pese al desnivel que debía salvar, no la amedrentó en absoluto. Se acercó al borde a la carrera, sus piernas se doblaron para coger impulso, y sus músculos se tensaron, separándola del suelo. Sus manos encontraron un agarradero en el tejado de una caseta... Pero el instante que le tomó izarse hasta allí resultó ser demasiado largo. Oyó el chasquido de la pistola de Batman y el inconfundible sonido del cable al tensarse. Estaba cerca. Se incorporó rápidamente desde su posición en cuclillas y retomó la carrera; por un instante, creyó oírle jadear. Sí, más cerca de lo que pensaba. Había ganado terreno.

El batarang cortó primero el aire, y después la cuerda del Amuleto de Bastet. Selina se volvió a tiempo para verlo caer al suelo, deteniéndose de inmediato. El botín descansaba ahora a varios metros de ella, pero no le prestó demasiada atención: Unos pasos más lejos, el batarang había regresado a las manos de su amo, que mantuvo su penetrante mirada fija en la ladrona mientras recuperaba la respiración.

Hubo un instante de silencio. Selina se recreó un instante en el hecho de haber dejado a Batman sin aliento. ¿Cuánto tiempo le llevaría aferrar el amuleto y volver a huir? Si se desviaba hacia la izquierda, hacia el East End, podría tomar varios atajos que conocía bien. Sería sencillo perder al Caballero Oscuro... Sin embargo, para poder llevarse el botín tendría que distraer a Batman el tiempo suficiente... huir con las manos vacías no sería bueno para su reputación. Y no aprovechar la oportunidad de distraer a Batman... eso tampoco lo sería.

- Basta de juegos, Catwoman, quiero explicaciones, y las voy a obtener, junto contigo en una celda... - la voz de Batman rompió el silencio que se había asentado entre ambos. Amenazador, como siempre. La sonrisa coqueta regresó a los labios de Selina; no estaba impresionada.

-Todas las noches me dices lo mismo... empiezo a pensar que es lo que les dices a todas... - comentó, en tono de seductora y fingida protesta - Aunque lo de las explicaciones es nuevo... - añadió, arqueando ligeramente las cejas. Las palabras de Batman habían despertado su curiosidad, y la curiosidad, ya se sabe... - Tal vez pueda ayudarte con esa parte...

Catwoman dejó que su postura se relajara ligeramente, pero no por completo. Sabía que, llegado el momento, tendría que echar a correr.

- La de la celda, en cambio... me temo que la tendremos que negociar...

Selina había aprendido, con el tiempo, a no sentirse demasiado decepcionada cada vez que él la hablaba en aquel tono tan... ¿cómo definirlo? Profesional. De hecho, le resultaba incluso divertido tratar de adivinar los cambios sutiles que se producían en él; unos cambios que jamás vería traslucir en su rostro enmascarado.  

En este último tiempo, has cambiado factores esenciales de tu modus operandi...Lo he notado...

- Oh... ¿de veras? - preguntó la gata, con cierta ironía, mientras fingía estudiarse las uñas.

... Los objetos que robas han reducido en valor significativamente, estás devolviendo casi todo lo que no tenga resemblanza a un gato, activas demasiadas alarmas... - continuó él, todo hechos, todo fría lógica.

- Todo el mundo pierde facultades, ¿no...?

Batman dio dos pasos hacia ella, con lentitud. El cuerpo de Selina volvió a tensarse ligeramente, aunque no se apartó. En lugar de eso, ladeó ligeramente la cabeza, clavando en él sus ojos verdes, en una mirada que era tan apreciativa como cautelosa.

Ésa no eres tú, que siempre has efectuado robos impecables y escapes ágiles; tiene que haber un motivo detrás de esto, y quiero saberlo...

Oh, el Murciélago sentía curiosidad. En respuesta, la sonrisa de Catwoman se acentuó, y el silencio que siguió a las palabras de él se prolongó durante un instante.

Era perceptivo, era inteligente, nada en Gotham escapaba a su vigilancia. Tenía que ser consciente de cómo el aire se cargaba de electricidad entre ambos cada vez que estaban lo suficientemente cerca. Selina no podía ser la única en sentirlo, ¿o tal vez sí? Tal vez los gatos tuvieran un sexto sentido para aquellas cosas.

Tus escapes siguen como siempre, es sólo la parte de robar los artefactos en cuestión la que ha cambiado, así que no has sufrido deterioro físico o mental... Entonces, ¿por qué? ¿Por qué activar alarmas y hacerte ver adrede?

-Dímelo tú... tú eres el Detective...

Esta vez fue ella la que se atrevió a dar un paso en su dirección. Batman le daba la espalda al amuleto, pero la miraba a ella. Mientras estuviera bajo el escrutinio de aquella expresión impenetrable, no podría burlarlo, no podría hacerse con su botín y escapar con garantías.

Bueno, tampoco le importaba demasiado en aquel preciso instante.

Sus sentidos, agudizados por la adrenalina que la recorría, captaron el movimiento de su brazo hacia el cinturón de utilidades. ¿Qué sería esta vez? ¿Otro batarang? ¿O las esposas? Selina se mordió el labio inferior, mientras sus ojos seguían el gesto iniciado por la mano de él. Nunca llegó a terminarlo. Dejó caer el brazo, como si aguardara algo.

Bien. Su turno de mover.

- Estoy segura de que tienes alguna teoría... - prosiguió, acercándose más.

Él permaneció quieto, sin hacer ningún ademán de apresarla; al menos, no de forma inmediata. Selina tenía que reconocer que, por mucho que la sedujera la posibilidad de que la redujera allí mismo, la idea de la cárcel no le resultaba igual de tentadora. ¿Se arriesgaría, de todos modos, a aproximarse más a él...? ¿A pesar de que pudiera tratarse de una trampa? ¿A pesar del riesgo de terminar esposada...?

Sí. Por supuesto que se arriesgaría. Era la inconsciente, la visceral Selina Kyle. "Riesgo" era su segundo nombre.

- Me gustaría oírla... - confesó, aproximándose más aún, contoneando con suavidad las caderas al hacerlo, desviando ligeramente su rumbo, de modo que no caminaba directamente en su dirección, sino un poco hacia su izquierda, el lado contrario al que ocupaba el olvidado amuleto. - ... Batman... - su tono se suavizó; más bajo, más íntimo, favorecido por la cercanía. Con deliberada lentitud, tendió el brazo al pasar frente a él, dejando que sus uñas se deslizaran sobre las placas de kevlar que cubrían su torso. El contacto no detuvo sus pasos; siguió andando, con la aparente intención de rodearlo.

Lo cierto es que la mataba la curiosidad. ¿Cuál sería la explicación que había encontrado el Caballero Oscuro para sus actos, cuando no los comprendía ni siquiera ella misma? ¿Había algo de racional en la forma en que lo buscaba, poniendo en juego su propia libertad?

Él sabía de Selina mucho más de lo que ella jamás sabría de él. Podía tomar ventaja de aquello en cualquier momento. Y, aún así, nunca lo hacía. En lugar de eso, estaba jugando a su juego, siguiendo sus reglas. ¿Por qué...?

No se marcharía todavía, decidió la ladrona, dirigiendo una breve y casi desinteresada mirada al amuleto robado. Ella también tenía algunas preguntas que hacer.

Batman... siempre tan rápido para aferrarla del brazo, para recordar a la ladrona que no podía escapar de él... Selina reprimió una sonrisa. ¿Contacto? Como si no pudiera huir de su mano enguantada con facilidad. No, había algo más complicado que la impedía alejarse del Murciélago. ¿O tal vez no estaba tratando de retenerla? Podía estar tratando de recobrar el control, de evitar que ella siguiera jugando, provocándolo. Incluso era posible que estuviera nervioso.  

No, si bien es cierto que la vejez deteriora las facultades físicas, tú estás muy por debajo de la edad en la que comienza a notarse un deterioro físico y mental...

Con el tiempo, Catwoman había aprendido a notar aquellos cambios sutiles en su tono de voz. Ahora Batman sonaba más tenso, casi como si temiera ceder a...

¿A qué?, se preguntó Selina. ¿Al instinto...? Porque la mera idea del Caballero Oscuro cediendo al instinto le resultaba completamente inverosímil... y, en la misma medida, excitante.  

...De todo lo que sé, he llegado a una sola conclusión... Los errores al robar son adrede, tratas de activar las medidas de seguridad porque es lo que pretendes hacer en verdad, mientras que los escapes se mantienen igual que siempre, ya que son la parte que realmente disfrutas, y en la que realmente te empleas a fondo...

Batman la soltó, pasando a exponer su teoría. Selina la recibió con una sonrisa en los labios; una de aquellas expresiones divertidas y coquetas a la vez que tanto la caracterizaban. Por supuesto que acertaría en los puntos básicos. Era el mejor de los observadores, al fin y al cabo. No era de su parte lógica de la que la ladrona albergaba dudas.

...Luego de escapar, atesoras únicamente lo que para ti es precioso, o sea, los objetos con semblanzas felinas, y lo demás lo dejas, porque no tiene valor real para ti, ya que has reunido más que suficiente dinero con los escasos pero bien elegidos blancos que has robado anteriormente...

La sonrisa de Selina se acentuó, pero dejó que Batman siguiera hablando. No había logrado recuperar aquel tono frío con el que siempre analizaba los hechos, y aquello le parecía divertido. ¿Estaría nervioso por su proximidad? ¿Tendría ella algún efecto sobre el Caballero Oscuro...?

...Lo cual solamente me lleva a tener que comprender la motivación fundamental detrás de estas conductas, pero el que sean de un carácter progresivamente constructivo me indica que la influencia es de algo o alguien que la ejerce positivamente, pero es el modus operandi y la situación que buscas la que te delata...

Si la escasa distancia entre sus cuerpos lo molestaba, aquello no impidió al Detective reducirla por completo, acercándose hasta que estuvieron en contacto. Selina contuvo un instante la respiración, mientras sus ojos recorrían la tensa mandíbula del hombre frente a ella; su cuello, su torso recubierto de kevlar. La proximidad la tentaba, pero se obligó a dejarlo hablar. Él tenía una teoría, una que era algo distinta a la que albergaba la propia gata, pero que sonaba interesante, de todos modos.

...Yo, yo soy eso que esta motivándote a cambiar...Lo que comenzó como un pequeño juego dentro de crímenes reales comenzó a volverse el único motivo para delinquir, porque si lo hacías, sabías que vendría, pero aun así fallas adrede, como si quisieras asegurarte de que me presentaré a perseguirte...Perpetuando ese juego de Gato y Ratón entre nosotros...

Había bajado la voz, lo que llevó a Selina a apartar la mirada de sus ojos, tratando de leer sus palabras directamente de su boca. Peligroso. Atrayente. Casi por por reflejo, la ladrona se mordió el labio inferior, tratando de no perder el hilo de sus palabras, forzándose a recuperar el contacto visual. Verde contra azul.

Quieres que esté, quieres que acuda yo, y quieres jugar a escapar por Gotham conmigo persiguiéndote...

"Justo en el centro de la diana..."

... Pero el juego debe terminarse... No podemos seguir así por siempre...

Pudo sentir el momento en que se apartaba de ella, el momento en que ponía distancia para recoger el amuleto que aún yacía, olvidado, al otro lado de ambos. Se lo puso en las manos, y Selina lo tomó, casi por inercia, mientras sus palabras cobraban algo de sentido al fin. Batman estaba intentando terminar con la incertidumbre de aquellos encuentros. Lo confundían.

Puedes irte, sabiendo que te perseguiré, y que esta vez, no me contendré...

Una amenaza no debería sonar tan tentadora. Y una oferta no debería sonar como una petición encubierta. Selina ya era lo suficientemente contradictoria sin su ayuda.

- ¿Y qué piensas hacer, suponiendo que logres atraparme...? - preguntó, en aquel tono suyo que recordaba a un ronroneo felino, volviendo a aproximarse a él. - ¿Te lo has preguntado alguna vez, Batman...? Si tanto quisieras encerrarme... ¿Por qué no lo has logrado aún? Has tenido oportunidades...

Con la sutileza de una ladrona maestra, deslizó el amuleto en el interior de su guante, haciéndolo desaparecer por completo en cuestión de un instante. Era probable que Batman ni siquiera se hubiera dado cuenta del gesto; estaría demasiado ocupado manejando a la versión más seductora de Catwoman.

- Si tanto te agota el juego... ¿Por qué jugarlo tantas noches conmigo? - susurró la gata, dejando que una de sus manos enguantadas reposara sobre el peto de kevlar - Reconozco que me gusta verte correr detrás de mí... - prosiguió, mientras su índice trazaba un recorrido ascendente hacia la barbilla del Detective - No me gustaría que esto terminara...

Su dedo recorrió la única parte del rostro que la capucha del Caballero Oscuro no ocultaba, lentamente. Entonces, sin previo aviso, su mano lo aferró desde detrás de la cabeza, atrayéndolo hacia ella, encontrándolo con sus labios. La tensión que había escalado entre ellos prendió a Selina como una llama, y el beso fue brusco, urgente y apasionado. No tenía tanto tiempo hasta que Batman reaccionara, y aún entonces no sabía si se lo devolvería, o si se apartaría de ella. Y no podía quedarse a ver el resultado. Tenía que aprovechar la confusión que había creado.

- ... por eso... no puedo dejar que me atrapes... - susurró, tras despegar sus labios de los de él, completando la frase que había iniciado segundos atrás.

Apartarse fue más difícil de lo que había pensado, pero lo logró. Era una escapista nata. Sus escarceos con Batman no terminarían con ella en la comisaría; no mientras tuviera algo que decir (o que hacer) al respecto.

Con un ágil salto hacia detrás, la ladrona se colocó en el borde de la azotea, dirigiendo una última mirada al Murciélago antes de saltar al vacío. No, aquella noche tampoco la atraparía. Y, de todos modos, sólo había un tipo de condiciones en las que Selina terminaría aquel juego.

- Hombres. Nunca saben cuándo parar. - murmuró Selina, a nadie en particular, al ver que la persecución se reanudaba.

No se volvió para tratar de leer su rostro. No lo necesitaba para saber que esta vez iba en serio. Había dejado de seguirla para perseguirla. Tal vez había llevado el juego demasiado lejos aquella noche, pensó la ladrona, humedeciéndose imperceptiblemente los labios. Él había respondido al beso; durante un instante, al menos, se había dejado arrastrar, y Selina consideraba aquello su pequeño triunfo. Sin embargo, era probable que él lo viera de forma distinta; un motivo más para correr tras ella sin descanso.

¿Por qué tenía que ser tan orgulloso?

Catwoman apenas aflojó el paso al elegir un cable como puente entre dos azoteas, corriendo sobre él con la misma naturalidad con que lo hubiera hecho sobre suelo firme. Pronto lo sintió hundirse en el extremo más alejado, cediendo al peso de él. La expresión "iba pisándole los talones" resultaba cada vez más adecuada. Selina empezaba a notar una punzada bajo las costillas, cada vez más fuerte e insistente. La persecución se estaba prolongando demasiado.

No tenía un plan de huida; nunca solía tenerlo, más allá de unas líneas generales. A la ladrona se le daba bien improvisar y, de todos modos, con Batman siempre le había dado mejor resultado cambiar cualquier estrategia sobre la marcha. El Caballero Oscuro se basaba demasiado en predicciones, en el conocimiento previo de sus enemigos; la mejor forma de sorprenderlo era no tener un comportamiento que él pudiera prever.

Por segunda vez aquella noche, Selina se encontró con un desnivel demasiado alto entre dos edificios. Esta vez, la duda apenas duró una fracción de segundo. Detenerse ya no era una opción; lo tenía prácticamente encima (en el sentido metafórico de la expresión, lamentablemente), tan cerca que podía oírlo respirar. La ladrona se permitió estudiar su expresión un instante; bajo la máscara, estaba terriblemente serio, con los labios apretados en una fina línea y la mandíbula tensa.

No va a rendirse, pensó Catwoman, con el corazón latiendo a toda velocidad por la carrera y la incongruente respuesta física que le provocaba su proximidad.

Tenía pocas opciones, y optó por la más arriesgada. La pesada capa que ondeaba tras él le abofeteó el rostro cuando cambió bruscamente de dirección. Sus pies tocaron el suelo; una, dos veces; la tercera tomó contacto con más fuerza, arqueando la espalda al tomar impulso, y después enderezándola para convertir el salto en una caída libre a la oscuridad. Batman la siguió tras un instante, su capa abriéndose tras él como las alas de una enorme criatura nocturna. Selina aferró el látigo a través de sus guantes de cuero, pero no lo desplegó. Usando sus botas como ariete y cubriéndose el rostro con los antebrazos, la ladrona rompió el cristal de una ventana, desapareciendo en el interior de un edificio de apartamentos.

- Buenas noches. - saludó, con una sonrisa divertida, a los sobresaltados gothamitas a los que acababa de sacar la cama, mientras cruzaba habitación tras habitación a todo correr.

Estaba segura de que él no la había seguido, sí, pero de ahí a haberle dado esquinazo por completo había un mundo de distancia. Selina sabía que no podría respirar tranquila hasta haberlo perdido, y Batman estaba demostrando ser extremadamente tozudo en aquel aspecto.

Cuando la interceptó al salir del edificio, obligándola a evitarlo en el aire, la ladrona comprobó que tenía razón. Y ni siquiera aquello bastó; al instante, él caía con ella.

- ¿Nunca te rindes? - preguntó, alzando la voz para que él pudiera oírla por encima del zumbido del aire en sus oídos.

Sin esperar respuesta, Catwoman empleó su látigo, cambiando de nuevo de dirección en plena caída. Hizo una mueca al sentir el tirón al que acababa de someter a su hombro, pero tampoco esta vez se permitió el lujo de parar.

Sus pies tocaban suelo firme de nuevo. La ladrona conocía la zona, y aquello la llenó de alivio. Sin embargo, aquella sensación no duró demasiado. Oyó el silbido del proyectil y su impacto contra el muro de ladrillo, saltando a un lado por puro reflejo. El objetivo no había sido ella, pero el derrumbe de la pared acababa de cortarle la vía de escape que seguía. Chasqueando la lengua, Selina se volvió para cambiar de dirección, pero alguien la aferró con fuerza antes de que pudiera hacerlo, alguien con la suficiente presencia física como para que, tomada por sorpresa y desde la espalda, con el hombro aún dolorido por el uso del látigo, Catwoman no pudiera debatirse.  

El clic de las esposas al cerrarse sobre sus muñecas trajo una ambigua sonrisa a sus labios.

Patrullar perimetro, mantener sigilo...

Había tenido que recurrir a uno de sus juguetitos para cazarla, notó Selina, mientras el monoplaza volador del Murciélago obedecía la orden y cambiaba de dirección, varios metros más arriba.

Él la hizo volverse en su dirección (con escasa delicadeza, en su opinión), obligándola a mirarlo.

Se acabó, Catwoman...se acabó el juego...

Selina sintió una punzada de decepción. ¿Tan pronto...? Ambos estaban agotados por la carrera; el sudor resbalaba por la parte visible de sus rostros; el oscuro flequillo de la ladrona se le pegaba a la frente. Los dos respiraban con dificultad.

Y, cuando él se llevó los dedos a la capucha, vio sus manos temblar.

Aquello pareció contrariarlo, de un modo que Selina no había creído posible.

Y, entonces, él estalló.

¿Por qué...? ¡¿Por qué?! - espetó, su tono lleno, de repente, de todas las emociones que había estado conteniendo, sobresaltando a Catwoman - ¡¿No entiendes adónde te va a llevar esto?!

Los ojos verdes de Selina lo miraron, confundidos, mientras él la sacudía por los hombros, intentando que ella entendiera lo que trataba de decir. No iba a ser fácil. Catwoman nunca había visto al Caballero Oscuro así.

Esto no es un juego, es la vida real, no puedes corretear por azoteas toda tu vida, ni seguirle robando a las personas...

Las palabras hicieron que Selina frunciera el ceño, pese a la sorpresa que aún la embargaba. ¿Quién era él para decirle lo que podía hacer y lo que no? ¿Qué sabría él de crecer en las calles del East End, de depender de su ingenio, sus manos y sus reflejos para sobrevivir en una ciudad que podía cerrar sus mandíbulas sobre cualquiera, en cualquier momento, sin darle siquiera opción a huir? Catwoman era mayorcita, conocía la pena por cada uno de sus delitos, y era frustrante que aquel hombre creyera que podía meterle un poco de razón en la cabeza, esposándola y dándole un sermón en un callejón vacío.

Hay bien en ti, demasiado, tanto que pasas todo tu tiempo luchando con él, luchando con ese impulso de dejar de robar, de acercarte de otra forma a las cosas...Y pierdes, porque ya no robas seriamente, ya no haces casi nada de lo que una verdadera criminal haría...Y aun así sigues siendo rebelde y tratando de gritarte a ti misma que eres una delincuente, que tienes alguna especie de cínica venganza contra este mundo...Todo porque... - hubo un instante de pausa - ...Porque no te atreves a ser simplemente tú misma, y necesitas ponerte tu traje y salir a robar para no tener que lidiar con la persona detrás de Catwoman, con esa mujer bondadosa que te obligaría a dejar de delinquir si la abrazaras y la aceptaras como tu esencia...

Con cada palabra de él, una nueva emoción crecía dentro de Selina. Rabia. ¿Por qué no dejaba de hablar como si la conociera? ¿Como si lo supiera todo sobre ella? ¿Con qué derecho se atrevía a decirle aquellas palabras?

Estoy cansado de verte hacer esto, y de que tú me hagas esto...

- No sabes nada de mí... - empezó ella, pero su siguiente acción ahogó el resto de palabras que pugnaban por salir de sus labios.

La liberó.

Batman, el siempre lógico y compuesto Batman, acababa de quitarle las esposas. Toda la noche persiguiéndola para alcanzarla, todo el sudor y el tiempo invertido en llegar a aquel momento, y lo arrojaba por la borda, llevado por aquel incomprensible arrebato de impotencia.

¿Que vas a hacer con ese medallón, ladrona? ¿Vas a venderlo para comprarle ropa nueva a Holly? ¿O vas a volver a fingir ser una proxeneta para poder comprarte varias prostitutas y luego liberarlas con suficiente dinero en sus manos para rehacer sus vidas? - su voz había bajado, pero las palabras dieron en el blanco con la precisión de un proyectil teledirigido. Holly... ¿Cómo sabía lo de Holly? ¿Cómo podía saber tanto de ella, y ella tan poco de él?

- No te atrevas...

Eres una farsa, ¿Y sabes por qué? Porque no te atreves a ser una verdadera criminal, hay demasiada bondad dentro tuyo, y solamente la puedes reprimir porque estas demasiado enojada con tu pasado como para hacerlo...Entiéndelo, Selina... Eres la única criminal de Gotham con un domicilio fijo en la ciudad... ¿Crees que no lo encontré hace mucho tiempo ya?

El juego era mucho más complejo de lo que había parecido. No era que él no supiera nada. Lo sabía todo. Pero no la entendía.

Ella no era como él decía. La veía con aquél estúpido prisma suyo de héroe, con la ridícula idea de que quedaba algo bueno en Selina Kyle. ¿De dónde había sacado aquella teoría?  

Puedes hacer mucho mas por Holly y esas mujeres combatiendo a quienes las oprimen que robándote joyas para poder pagarles nueva vida a algunas de ellas...Y tienes eso dentro tuyo, tienes esa capacidad de ser asombrosa, Selina Kyle, pero la estas desperdiciando, prefieres ser una criminal poco convencida antes que una heroína exitosa...¿Y eso adonde te llevará? ¿Crees que voy a ser permisivo por siempre contigo? Sabes que ya no soy el único que patrulla Gotham...

Otra amenaza sin sentido. Catwoman sólo jugaba con Batman. No iba a dejarse atrapar nunca por nadie que no fuera él.

Ni uno solo de tus dólares sucios ha ido a parar a algo negativo o destructivo, sino que los limpias con obras de bien...¿Realmente quieres acabar en la cárcel por hacer el bien a través del mal, todo para poder decirte a ti misma que te estas cobrando revancha contra la sociedad?

- ¿Y cuál es la alternativa? ¿Cambiar de traje y empezar a imponer a los demás mi idea personal de justicia? - replicó ella, con más dureza de la que pretendía.

Tú no eres una psicópata megalómana y asesina como los criminales a los que realmente me enfrento... Tú no debes acabar en una cárcel, o en Arkham... Puedes hacer grandes cosas, puedes dejar de herirte a ti misma con tus dudas, y dejar de alejarme con tus crímenes... ¿Por que no tienes el valor para hacer eso? - dijo él, tomándola por el rostro, arrastrado por la convicción con la que repetía todos aquellos argumentos.

Selina hubiera podido decirle todo lo que pensaba. La dominaban cien sentimientos distintos, y la ladrona se debatía entre la necesidad de escapar, la de abofetearlo o la de ceder a la proximidad creciente de sus cuerpos. Estaba tan furiosa que le hubiera marcado el rostro con las garras, estaba tan asustada que hubiera echado a correr, ladrillos o no; tenía tantas ganas de...

No tuvo que elegir; Batman lo hizo por ella.

El beso ahogó las decenas de réplicas airadas que habían acudido a sus labios; frenó el deseo de hacerlo callar a él, de detener la avalancha de acusaciones que había lanzado sobre la ladrona, demasiadas de ellas ciertas. ¿Qué estaba pasando? Normalmente, ella era la pasional; él el lógico. Ella era la que perdía el control en sus encuentros, la que se contradecía continuamente en palabras y acciones.

No importaba, supuso, cerrando los ojos y respondiendo a la necesidad con la que él la besaba, arrastrada por el mismo torbellino de sensaciones contradictorias que tenía que estar sintiendo él. Ni siquiera sabía el nombre del hombre que había tras la máscara, pero sentía que lo conocía; casi tan bien como él a ella.

No quería encerrarla. Para él, la ladrona debía de ser la criatura más frustrante de la Tierra. Selina representaba casi todo lo que él perseguía; era una criminal, escurridiza, reincidente, sin respeto alguno por la Ley. Había una parte de él que no podía dejarla ir aquella noche. Ella siempre había creído que era la parte más fuerte, la que siempre terminaba tomando el control. Solía escapar antes de que aquello sucediera, demasiado convencida de que todo terminaría en una celda... Pero aquella vez no, aquella vez había demasiados cambios en el viejo juego, y era incapaz de predecir cómo acabaría.

Tan bruscamente como había empezado, el beso terminó. Él dio un tenso paso hacia atrás, y ella jadeó; en parte por la sorpresa, en parte en busca del aire que parecía faltarle.

Vete... Si así lo deseas...

Batman habló, entrecortadamente. No quedaba nada de frío en su voz.

No puedo culparte, yo tampoco me atrevo a combatir a muchos de mis demonios... Tan solo... pienso que tú tienes el valor que yo no, y que puedes deshacerte de ellos y tener otra vida... Pero no puedo seguir intentándolo más, esta ha sido la noche en la que te he dicho todo lo que pienso acerca de ti... Y tú decidirás como será el día de mañana...

Y ahí estaba. Acababa de poner el peso de una decisión que no le correspondía sobre sus hombros, como si realmente fuera tan sencillo dejar de hacer lo único que sabía hacer. Lo único que llenaba de sentido su vida, lo que la motivaba a seguir adelante noche tras noche.

Le estaba dando un ultimátum.

¿Cómo podía hacerle aquello? ¿Con qué derecho?

Imperceptiblemente, los ojos de Selina habían recorrido el callejón, mientras su mente trazaba una ruta de escape. Reprimió una sonrisa amarga. Ahí estaba la respuesta; todo en ella seguía siendo igual.

- Si me conocieras tan bien como crees, sabrías que no voy a cambiar - fue su réplica. No sonó agresiva, ni tenía la dureza que ella hubiera querido imprimirle a sus palabras.

La pausa que siguió fue más larga de lo que hubiera querido. La sensación que la invadía era nueva, extraña. Ni siquiera podía ponerle nombre.

Los segundos trascurrieron agónicamente, mientras Selina libraba otra de sus infinitas batallas en su interior. Sentía lástima por él, por aquellas esperanzas infundadas que lo llenaban, y por la absurda barrera de justicia que intentaba poner entre ellos. ¿Tenía que ser ella la que cambiara para poder llegar a él?

No iba a ocurrir. ¿No había tenido suficientes pruebas ya?

Y, aún así...

- ... ¿de veras crees en mí...? ¿Piensas que soy capaz de hacer... "lo correcto"? -algo similar a la tristeza ribeteó la voz de Selina al preguntarlo - - Tal vez sea muy tarde para eso, Batman...

Lo miró a los ojos una última vez y entonces, sin previo aviso, echó a correr. Su látigo chasqueó en el aire, aferrándose a la ventana enrejada del edificio opuesto a la fábrica, elevando su cuerpo por encima de la desordenada pared de ladrillos caídos que bloqueaba su huida. Sabía que, esta vez, él no la seguiría, y sintió una breve punzada en el pecho antes de dejar que la noche la tragara.

Cuando Batman dio un paso en la dirección en la que acababa de desaparecer, sus pies toparon con el amuleto robado, abandonado en el suelo del callejón.