Buscando Tranquilidad (Lilith Belmont, 22-10-2018)

Desde mi llegada a New York, una de las primeras cosas que estaba en mi lista para hacer era una buena terapia con un buen Psicólogo. Estando en Estados Unidos, supongo que debe haber especialistas de mejor jerarquía que en Argentina.

No había entablado ninguna relación u amistad con mis anteriores doctores, quería que me digan que hacer sin meterse demasiado en mi vida, aunque aveces sabia que era necesario, solía ser un poco irrespetuoso con ellos, pero tenia mis razones.Tenia que asegurarme que este demonio dentro de mi no volviera a salir nunca mas o podría lastimar a quien sabe cuantas personas, necesitaba toda la ayuda posible y terapia con un Psicólogo era lo mas cercano que podía hacer.
Necesitaba al mejor de los especialistas en Psicología para que me ayude con mi trauma, me acuesta acordarme de lo sucedido en mi infancia y cuando me acuerdo me pongo nervioso y lleno de ira por unos segundos, cada vez entrando mas en la locura. Esas torturas, experimentos, maltratos y muerte que vi a lo largo de mi vida era algo que no podía sacarme y lo peor de todo es que de la persona que vino todo esto fue de mi padre, la persona que mas amaba en esta tierra.
Necesitaba de todo para tranquilizar mis nervios y estrés, era un infierno vivir con una mente tan podrida como la mía, pero de alguna manera podía ignorarla en los momentos que estoy ocupado.
Por fuera parecía alguien serio y ocupado, pero por dentro por alguna razón me siento como un niño triste y en soledad.

En mi Gimnasio no dude en preguntarlo y me aconsejaron a una Psicóloga de buena reputación llamada Lilith Belmont, ya con su nombre puedo darme de la sutileza.
Luego de una sesión dura de entrenamiento y un buen baño caliente, salí en una noche con frió y un poco lluvioso al lugar donde tendría mi reunión con la doctora, había echo mi cita por teléfono.

Protegiéndome con mi brazo mi rostro por la llovizna y corriendo levemente 6 cuadras, llegue al lugar. Un poco mojado y bastante presentable, mas que de costumbre, quería empezar de nuevo y haber si esta psicóloga me ayuda mas que los demás, una nueva vida implicaba nuevas actitudes, tendría que ser mas comprensivo y cooperativo con las personas que intentes ayudarme, basta del Slyferius cortante y poco amigable.

Toco timbre y me abren la puerta, ante la primera persona que se me aparece sin saber quien es me presento cordialmente.

Slyferius Mac, buenas noches, tenia una cita con la doctora Belmont.

Estaba tranquila en mi casa, haciéndome un café y tomándome mis vitaminas para el dolor de cabeza. Todo ese café me pasaría factura algún día pero, aquel día en concreto, tenía una cita muy especial, pues en lugar de realizar la sesión en mi consulta en Arkham como solía hacer, iba a tener la reunión con el señor Mac en mi casa. No solía llevar a gente a mi casa, y menos aún a pacientes potenciales. Él vino buscando una psicóloga, pero yo no soy eso. Sin embargo, me llamó la atención su llamada, parecía ilusionado y muy dispuesto a tener una sesión, así que, ¿por qué no? Siempre podría confundirle con mis poderes.

Me senté en mi sofá con mi taza de café en la mano, mirando cómo la lluvia chocaba contra el cristal de mi ventana. No hay música, sólo silencio. Y me ajetreada cabeza lo agradece. *Toc-toc* Tocan a la puerta. Debe ser el señor Mac.

-En fin... Lo bueno si es breve, dos veces bueno- suspiro. Dejo mi café en mi mesita del café y me dirijo a la puerta. Y me llevo una pequeña sorpresa al ver a la persona que está parada enfrente de mí.

-Slyferius Mac, buenas noches, tenia una cita con la doctora Belmont.

Se presentó sin esperar a que le saludara, pero fue amable. Sin mediar palabra le estreché la mano con seguridad y le invité a entrar. Y al tocarle un escalofrío me recorrió el cuerpo y me pregunté si sería buena idea hacer la reunión en la privacidad de mi casa. Con agilidad y gracia, volví a mi asiento y le dije en un suave tono que se sentara donde considerara. Sorbí un poco de mi café y volví a dejarlo en la mesita.

-¿Quieres algo de beber? ¿Agua, café, té...? ¿Puede que una cerveza?- intenté ser hospitalaria. Eso siempre sienta bien a todo el mundo-. Soy la doctora Belmont.

Esperé unos segundos hasta mirarle a los ojos, para descubrir si reaccionaría como todos los demás, para ver si me miraría pensando que esto iba a ser una pérdida de tiempo, una doctora tan joven que seguramente acabara de salir de la universidad... Me encanta esta parte de las presentaciones profesionales.

Tal vez estuve un poco apurado en saludarla, no sabia que esperar en mi cita con la Doctora, podría ser igual a los demás o tal vez, con mucha suerte podría ser diferente.

Tenia en frente a una chica bastante apuesta, joven y por primera vez veo a una persona con los ojos tan hermosos y llamativos, bien podría tener unos 22-23 años no importaba, su reputación es bastante positiva. Pase tímido a su casa, bastante elegante y grande, no es costumbre mía estar tímido, sino mas bien serio, esta vez era una mezcla de los dos tratando de ser lo mas amable y accesible posible.
Me senté en una de las puntas del sofá, bastante tranquilo y apreciando su casa, bastante elegante y con un ambiente hogareño.

-Una cerveza no estaría mal-

Le dije con una sonrisa medio forzada y volví a mi cara serie mirando el piso esperando a que me traiga la cerveza.
Cuando vuelve me paro y le recibo la cerveza, mirándola a los ojos con una expresión tranquila.

-Gracias, es un placer poder conocerte, me hablaron muy bien de ti. Ojala lleguemos a progresar-

Volví a sentarme cuando ella lo hizo y estaba curioso por saber como empezaríamos la sesión. Obviamente no podría contarle con exactitud mi vida, se espantaría. Mi anterior Psicólogo era notoriamente un inútil, hicimos por 3 sesiones porque ya me había cansado de el, fue hablar de lo que paso en mi día y nada mas, en que carajo podría ayudarme eso siempre me preguntaba, gasto innecesario de dinero y tiempo.
Cuando tenia 17 años y estaba viviendo en la calle vino a buscar un tal Profesor Xavier, para un instituto de adolescentes con capacidades especiales, tenia miedo y no pude razonar con ellos, así que a los dos 5 minutos que hicieron contacto conmigo, hice explotar toda una cuadra hiriendo a dos de sus 3 acompañantes, me fui corriendo lo mas rápido que pude.
Con la vida había aprendido a no confiar en nadie, la mayoría de veces cuando alguien venia a buscarme se trataba del ejercito o de algún desconocido que quería guiarme por el BUEN CAMINO con una Hermandad de Mutantes o algo por el estilo. La verdad es que no se si estas terapias que tome a lo largo de mi vida ayudarían a calmar mis nervios y mi estrés, pero necesitaba toda la ayuda posible y que este mi alcance, no poder controlarme me hace sentir como si no fuera humano, como si fuera un animal, una bestia. Depositaba mi fe en que una vez en New York las cosas serian diferentes, así que mi primera impresión con esta Doctora seria fundamental.
Algo me decía que esta vez habría un cambio. Con la mirada perdida por unos instantes, mire con una sonrisa a la Doctora Belmont y espere que iniciara la charla.

OOF=los voy a hacer cortitos para que haya un feedback más rápido.
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Me quedé mirandole en silencio, buscando cómo empezar la conversación. Al final me decanté por un tema vanal e inofensivo para muchos, pero que puede llegar a decirlo todo de una persona. No erá psicóloga de profesión, pero había conocido a muchas personas todas muy diferentes y nunca falló el método.

-Bien. Bueno, cuéntame. ¿Cuáles son tus hobbies? ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? ¿Sales, juegas, trabajas más, haces deporte...?- le fui dando diferentes opciones para guiarle. Dí otro sorbo a mi café y me percaté de que se estaba quedando frío, y me lo terminé de un último trago. Distraída, saqué mi libreta y mi bolígrafo de debajo de la mesita de café, y me puse cómoda en mi sofá con las piernas subidas en el mueble. Al fin y al cabo, estaba en mi casa. -¿Por qué buscas mi ayuda, Mac?

Le miré en ese instante y parecía pensativo, pero era como si estuviera en otra parte, en otro lugar excepto en mi casa. A lo mejor podría haber usado mis poderes durante un segundo, pero no merecía la pena. Aún no. Quizá cuando le conociera más serviría de algo.

Me quede pensando en otra cosa con la mirada perdida y en cuanto me hablo preste atención casi de inmediato. Me pregunto maso menos lo que los demás doctores me preguntaban, pero yo nunca daba respuestas del todo ciertas, esta vez tendría que ser mas directo.

-Bueno em.. No tengo ningún Hobby excepto mi trabajo, soy peleador de artes marciales mixtas profesional, me gusta lo que hago porque me saca todo el estrés que tengo encima, en pocas palabras me tranquiliza.
No salgo mucho, si no estoy en el gym estoy en mi casa y debes en cuando deambulo por ahí-

Dije con mi tono de siempre, una voz gruesa y seria, estaba entrando en confianza.

Vine a usted porque... Siento como si no fuera por mi trabajo no se que estaría haciendo, me siento vació, solo.

Baje la mirada por un instante con una voz un poco mas triste y suave, era la primera vez que hablaba de esta manera con un doctor.

-Teniendo compañeros y personas que quieren ser mis amigos las rechazo y no se porque, no se porque estoy tan cerrado del mundo. Pienso que hay algo dentro de mi que no quiere que me vuelva social, como si yo fuera el que quiere estar solo adrede-

Le dije haciendo referencia al demonio dentro de mi, que cuando me enfado hago cosas desastrosas y todo a mi alrededor es un caos. Espero no tener que entrar en detalles de mi infancia, seria algo muy... Doloroso.

-¿Te tranquiliza pelear? ¿Te llena? ¿Por qué un acto tan violento te hace sentir vivo? ¿Qué crees que te aporta?

Solté las preguntas sin pensármelo mucho, me llamó mucho la atención que alguien pudiera vivir así. Mi formación junto a Charles me enseñó que la violencia no es la salida. Lo aprendí bien. Decidí apuntar todos esos datos en mi libreta:

Slyferius Mac

Violento.
Solitario.
"Deportista"-luchador.

Mientras apuntaba varias claves de su personalidad, no supe qué hacía él. No me intimidaba en absoluto, su conducta era claramente la de alguien que tenía miedo. Mucho miedo. E ira. Sabía tratar ese tipo de personalidades a pesar de no ser psicóloga. "Como si yo fuera el que quiere estar solo adrede". ¿A qué se refería con eso? Tenía que averiguarlo pero, de momento, necesitaba que Mac se relajara.

-¿Otra cerveza? ¿Algo que quiera comer?- no quería emborracharle, aunque tampoco estaría de más que se soltara un poco. Así, a lo mejor, me contaría qué es lo que le atormenta sin necesidad de usar mis poderes. Quizá en un mes, cuando haya cogido suficiente confianza, se lo contaría sin reservas. Hasta entonces, se armaría de paciencia, libretas, y bolígrafos nuevos.

Respondiendo a sus preguntas múltiples.
-Me tranquiliza, me saca los nervios y el estrés. Cuando tengo un ataque de nervios o mucho estrés, hago cosas malas, la verdad que cosas muy malas...

Dije negando con la cabeza mirando al piso, la verdad era esa, la pelea no era nada para mi comparado con lo que mi frenesí puede llegar a hacer, la ultima vez que sufrí un ataque de nervios destruí toda una base militar donde experimentaban conmigo y otros mutantes.
Me ofreció otra cerveza y le dije no gracias, con uno bastaba y sobraba. Estaba pensando seriamente si decirle en la primera sesión sobre mis poderes y mi estado mental.
Si ella entiende mi situación y estaría dispuesta a ayudar a pesar de eso seria un gran paso y lo primero que tendría que decirle, sin rodeos. Pero si se asustaba y no quería trabajar mas conmigo puede que me perjudique por eso, tendría que correr el riesgo.

Le mire a los ojos con cara seria y decidida.
-Mire Dra Belmont, tengo que serle sincero y si quiere puede tomarlo y aceptarlo o si no esta dispuesta a hacerlo no tengo problema en desaparecer y no molestarla. Pero creo que por primera vez tengo que ser sincero, me eh dicho a mi mismo que empezare una nueva vida y no veo mejor momento que este.
Soy uno de esos llamados mutantes, tengo la habilidad de manifestar mis poderes a través de objetos y hacerlos explotar con una energia explosiva que tengo dentro de mi. Cuando sufro de estrés o nervios sale este.. demonio de mi interior, pierdo la razón y todo a mi alrededor termina destruido, por eso necesito que me ayude a controlar esta locura, Por favor.... por favor necesito ayuda y pensé que dejando los doctores de argentina y ver una profesional como usted podría cambiar esto-

Le dije poniendo una cara cada vez mas preocupada. Al final de decir todo lo que le tenia que decir, suspire y me puse a pensar si era lo correcto habérselo dicho de forma tan directa, pero no estaba mal intentar, ya que de la manera casual todos no me ayudaron en lo absoluto.
Vi su expresión y al ver que no respondía, me decepcione, agache mi cabeza y me pare preparándome para irme.

Oh. Un mutante más. Un adjetivo más para la libreta.

Slyferius Mac MUTANTE

Violento.
Solitario.
"Deportista"-luchador.

¿Qué podría hacer ella por él, más que recetarle (quizás) mucho Diazepam? Me dije que tendría que conocerle más para poder llevar a cabo mi trabajo, y que, además, iba a ser divertido tener un compañero mutante. Aunque él no supiera que yo era mutante.

-Interesante...- dije pensativa, con la vista fija en mi libreta y jugando con el bolígrafo en mi mano. Tras unos segundos, le dirigí la mirada y se la sostuve, esperando ver una reacción. Algo que me dijera qué esperar a partir de ahora. Pero sólo vi un poco de miedo y mucha, mucha confusión. Parecía que estaba teniendo una lucha interna sobre si hizo bien en decirme cuál era su situación real, pero también se le veía sereno y tranquilo, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. Oh, querido. Sólo has raspado la superficie.

-¿Serías capaz de hacerme una pequeña demostración con...- me quedé pensando, no quería un gran destrozo en mi bonita y bien decorada casa-, por ejemplo, este blígrafo?- pregunté, incitándole a coger el bolígrafo que sostenía en mis manos.

No estaba segura de qué esperar, así que me limité a seguir invitándole a hacerlo, cuestionándome un poco mi cordura. Después de la descripción de sus poderes, quizás si que monte una buena en mi salón.

Me sorprendido lo bien que tomo mi noticia, al parece no era el primer mutante en caer en sus manos. Me di vuelta la mire por unos segundos y volví a sentarme, curioso de como puede seguir esta relación paciente-doctora.

Me pidió una demostración y no tenia problemas en dársela, mas bien quería darle vista de todos los aspectos posibles. Miro su bolígrafo, lo muevo mentalmente lejos de ella, este se llena de energía y lo hago estallar en el aire con tal solo mirarlo, una explosión mas grande que el tamaño del lapicero.

-Básicamente es eso, pero puedo hacerlo mucho mas potente, y cuando pierdo el control los niveles son inimaginables-

Le dije con un tono tranquilo y explicándole lo mas detallado posible mi situación. Estaba feliz por dentro ya que la cooperación por ahora de esta Doctora había sido totalmente positiva y no se  asusto con lo que podía hacer.

-Gracias por entenderme Doctora, significa mucho para mi-

Le dije con cara sonriente y una de mis mejores sonrisas y miradas.Suspire y me sentí mas relajado y tranquilo que antes, confiado con cualquier cosa que pudiera hablar con ella.

Increíble... ¿Hasta dónde sería capaz de llegar? Necesitaba pensar en ello. Lo que acababa de mostrarme era alucinante, pero peligroso. Tenía que tenerlo en cuenta. Miré mi precioso reloj  inspirado en la época colonial forjado en hierro que colgaba de la pared de mi salón y me di cuenta de que llevabámos dos horas y media (casi) de sesión. Debía ponerle fin si no quería pasar la noche entera hablando con él.

-Estupendo, Mac. ¿Te importa que te llame así? Daré por finalizada la sesión de hoy, nos veremos la semana que viene a la misma hora, si te parece-. Me levanté y le acerqué la mano para estrecharsela. Tenía mucho en lo que pensar además de mucho trabajo atrasado, el cual atrasaría más porque tenía pensado salir y tomarme una copa de vino blanco en el bar de la esquina de mi casa. Nada me venía mejor para pensar calmadamente que una buena copa de un buen vino.

Era una pena. Se le veía cómodo, pero tengo una vida además del trabajo. Quería darme una ducha, hacer algunos quehaceres de la casa... Sí. Necesitaba mi preciado tiempo. Le di una de mis mejores sonrisas conciliadoras y esperé a que se levantara para despedirme formalmente.

-Gracias por su ayuda Doctora, la verdad es la primera vez que me abro de esta manera-

Por afuera solo parecía alguien contento y con una leve sonrisa hacia la doctora, pero por dentro estaba mas que feliz, por fin podía compartir lo que en realidad pienso de mi con una Psicóloga o persona decente.

Me levante del sofá, me puse mi saco y me despedí con un beso en la mejilla a la doctora, como suelen hacer en argentina. Le dedique una de mis mejores sonrisas y me fui a la brevedad para no quitarle mas de su tiempo.
Quedamos en que la llamaría otra vez y tener otra cita dentro de unos días. Y la verdad es que me ponía contento, tenia curiosidad de como iba a poder ayudarme la doctora después de que le cuente las cosas de mi vida.

Cuando me quite ese peso de encima, deje de mirar mal a todo y tener siempre mi cara seria, empece a ser un poco mas rebelde como lo era antes. Con mucha mas confianza y mas maduro
estaba listo para cambiar mi carácter.
Luego de salir de la casa de la Doctora Belmont, fui a un bar cercano a beber para relajarme un poco. Tranquilo en la baranda tomando un buen vaso de cerveza vi como unos tipos empezaban un disturbio discutiendo entre ellos, sin dudas esto traería problemas al lugar, se veían decididos a pelear.
Como el dueño es un viejo que siempre me trato bien y con confianza, , decidí ponerle fin a la violenta discusión entre las dos pandillas.

Camine lentamente hacia ellos, y envés de molerlos a palos sin decir una palabra como se esperaba que hiciera, con confianza y un tono amable dije.

-Muchachos, sera mejor que no empiezan un alboroto aquí, todos estamos tratando de pasarla bien, asi que lleven sus disturbios afuera-

Me sorprendí a mi mismo la tranquilidad con la que me tome la situación. Empezaron a decirme que no me meta y uno de ellos me empujo con su mano, todavía con confianza, cara seria y tono amable, le doble su muñeca con tal fuerza que seria capaz de romperla si quisiera.

- Va a ser mejor que no me toques muchacho. Lo digo por ultima vez, váyanse afuera-

El tipo gritando de dolor pidió ayuda y su amigo por detrás me pego una piña en la cara. Solo logro moverme levemente la cara, mi arduo entrenamiento en las artes marciales y físicos. Me hacían mas resistente y fuerte de lo común.
di la vuelta y le mire con cara diabólica para luego sonreirá.
Le propine una patada al estomago que lo mando a volar contra la pared rompiéndole varios huesos, seguido a esto, me atacan todos los tipos que estaban en el pleito. Esquivando fácilmente los golpes de los 10 hombres sin ningún problema y tranquilidad, los lleve afuera.
En ese momento los mire con una cara sonriente y maligna, hice sonar mis puños y con un golpe, a cada uno empece a dejarlo mal heridos y a algunos sangrando inconscientes en el suelo. No eran mas que simples insectos para mi.

Me fui rápido del lugar al oír el sonido de la policía en camino. Me metí en un callejón donde estaba seguro. Me puse a pensar...``el slyferius normal hubiera dejado que se peleen sin meterse e importarle nada´´ ¿Por que reaccione así? Por alguna razón la visita con la señorita Belmont sin dudas me había brindado confianza. Sin darme cuenta todavía seguía cerca de su casa, así que sin perder tiempo, caminando me fui hacia mi departamento, una noche bastante movida y peculiar.