[Evento: Fearland] Primal Fear (Conner Kent, Fionna O'Sullivan, Rebecca Logan)

El zoológico de Gotham era una de las pocas maravillas del entretenimiento que atesoraba la vieja ciudad del murciélago. Amaneció la soleada mañana, y los animales se despertaron de forma tranquila en sus jaulas, esperando que pasara el tiempo lentamente como cada día de sus vidas. Una vida monótona y triste. 

El mantenimiento del lugar no era el mejor posible, pero aún así las distintas bestias no se sentían incómodas, habían aprendido a vivir atrapadas en aquella desgastada ciudad gris. No podían quejarse de la comida, aunque era cierto que no todos los trozos de carne o todas las piezas de fruta estaban en buen estado. 

Ya no quedaba nada de la hermosa manada de lobos que tenía la mejor parcela que podría brindarle el zoo. Sólo podía disfrutarla un solitario lobezno que había quedado huérfano de su familia. El guepardo también estaba solo en su pequeña jaula, caminando de un extremo a otro de la reja mientras contemplaba muy de cerca los barrotes que le aprisionaban. El pobre animal parecía ido y no veía bien de un ojo. Los gorilas estuvieron más agitados durante la tarde, como esperando que algo ocurriese al ponerse el sol en el horizonte.

Dicen que los animales tienen un sentido especial que les avisa cuándo están en peligro. Quién lo dijo no estaba tan equivocado.

Cuando el zoológico estaba a punto de cerrar sus puertas, las bestias se agitaron en sus jaulas y empezaron a gritar agonizando. Los trabajadores se extrañaron de su repentino comportamiento e intentaron evacuar el territorio lo más rápido posible, pero antes de que salieran todos ya era demasiado tarde. Los muros del zoológico empezaron a resquebrajarse lentamente y piedras de un tamaño considerable caían a toda velocidad hasta el suelo, amenazando con golpear a cualquiera de los visitantes.

Las personas perdieron la calma y salieron a empujones del recinto, mientras que los guardias de seguridad intentaban devolver la tranquilidad para poder trabajar con normalidad. Pero lo que ocurrió aquella noche no era normal. Cada una de las criaturas del zoo estaban agazapada en sus jaulas sintiendo el miedo. De su interior salió una humareda de color rojizo que envolvió todo el recinto y a sus tres últimos invitados. El humo tomó forma de leones, tigres, panteras, elefantes... todos con ojos llenos de locura y dientes muy afilados. El pelaje que cubría a estas criaturas salidas de la nada era rojizo y estaba prendido en llamas. 

¿De dónde salían estas infernales criaturas? ¿Como se las ingeniarán nuestros héroes para hacerles frente y salvar a los animales del zoo?

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Orden de posteo:

- Conner Kent
- Rebecca Logan
- Fiona O'Sullivan

Omega intervendrá dependiendo de vuestras acciones, de momento podéis rolear tranquilamente como os ponéis en la situación y cuando crea apropiado os iré añadiendo más acontecimientos y pistas. De momento, ninguno de los presentes ha visto el vídeo de Crane por los medios de comunicación.

Si no habéis pensado en un buen motivo para estar en el zoológico de Gotham, contactad con la administración e intentaremos ayudaros.

Dicho esto... ¡Que empiece la pesadilla!

No sabía como se había dejado enredar tanto, pero así era. El joven chico de acero se encontraba preparándose para una visita al zoo con su amigo maravilla. Cuando se estaba abrochando la camisa de cuadros, que ocultaría su famosa camiseta negra con el símbolo de Superman, apareció Dick con las entradas y de paso le decía una mala noticia. Le había salido un imprevisto y no podía ir con el, así que le pidiera alguien mas que fuera con él. Antes de que Superboy pudiera decir algo Nightwing ya se había ido. Suspiro cansado y se puso las gafas, ya tenia listo su disfraz para pasar desapercibido entre los humanos. Perdió la mañana entera buscando a sus compañeros de la Young Justice pero ninguno quiso ir. Al parecer todos estaban ocupados y el único con el día libre era él, sonrió levemente al pensar que sin querer se lo había restregado por la cara. Una vez listo se fue hacia el Tubo Zeta esperando su teletransportación en algún callejón en el cual pudiera coger el bus sin levantar sospechas.

Reconocido: Superboy. Be, Cero, Cuatro

Afirmo con la cabeza cuando lo dijo bien, transportándole en una cabina tan abandonada como el mismo callejón. Superboy rezaba para que la próxima vez no le enviara las cloacas, porque al paso que iba cogería todos los números. Una vez había inspeccionado el lugar y lo notaba como seguro salió hacia la luz, por suerte estaba cerca de una parada. Se tuvo que esperar un buen rato hasta que llegara un autobús, en estas ocasiones prefería ir con su moto, al menos no perdía el tiempo esperando. Cuando ya estaba pensando en si se había equivocado de línea vio a la lejanía el dichoso zoológico ¿Quién le había mandando ir? Ha sí, su amigo maravilla. Bajo junto a unas cuantas familias en la parada, viendo toda esa gente. Al parecer Dick olvido que a Conner no le gustaban los lugares con grandes multitudes. Negó con la cabeza y se dispuso a entrar pero el llanto de una niña le llamo la atención, al parecer había perdido su entrada y el padre precisamente no estaba ayudando mucho a consolarla. Se agacho frente a la niña y le dio una de las entradas.

Toma, coge esta, pero no la pierdas que no tengo mas.

Sin esperar las gracias se levanto y entro ofreciendo la última entrada que tenia, entrando al fin. Estuvo un buen rato viendo todas las instalaciones, nunca pensó que todo esto fuera tan grande. De repente sus sentidos se pusieron en alerta, un sudor frio le recorría por toda la espalda. Con cautela fue girando la cabeza para encontrarse con un cartel que indicaba “Zona de primates”. Eso era el infierno en la tierra. Sin que nadie se diera cuenta se dio media vuelta y se fue del lugar, ni arto de escudos entraría en un lugar como ese. Pero antes de irse compro una bolsa de cacahuetes, no era para tirársela a los monos precisamente, sino para lanzársela a Dick como muestra de venganza por haberle enredado a venir. Las puertas estaban a punto de cerrar y Superboy ya se iba mientras se comía uno de esos famosos frankfurt cuando de golpe empezaron a llover rocas. Por inercia cogió una como si nada y dejándola en el suelo, luego recordó que ahora no era Superboy sino Conner Kent, un chico normal y corriente que se estaba comiendo un frankfurt. Era la primera vez que venía al zoológico pero sabía perfectamente que esto no era normal. De un bocado se comió lo que le quedaba del frankfurt y fue corriendo a salvar la gente que aun quedaba por el lugar. Cuando pensó que era el único se encontró con dos chicas, una de ellas le recordaba a las vaqueras de su pueblo mientras que la otra una normal, o eso creía. Se quedo mirando a las criaturas que parecían que habían salido del mismo infierno: El león era muy típico y no le impresiono, la jirafa le hacía hasta gracia viéndola con esa aura de maldad, los gori... ¡MADRE DEL AMOR HERMOSO! ¿Qué había hecho el para merecer todo aquello? Al parecer se había hecho realidad una de sus pesadillas. Pero lo primordial seria poner a salvo a estas dos chicas.

[FDP: Perdón por la tardanza, espero que no vuelva a pasar.]

DETESTABA AQUEL ANTRO INFERNAL, PÚTRIDO Y REPULSIVO.

Antes, mucho antes de comprender que en la mayoría de Zoológicos el funcionamiento se limita por el dinero que generan, y no por el número de especies o el tipo de razas que albergaban, así como si se les podía ofrecer una vida digna en cautividad, ir de paseo por allí la encantaba. Visitaba reservas naturales, zoos y cualquier otro centro de conservación animal había ocupado gran parte del tiempo en su infancia. El “Zoo” de Gotham no cumplía ni de lejos las cualidades para incluirlo en ninguna de esas tres definiciones. Era un agujero nauseabundo donde los animales eran encerrados, en muchos casos en recintos que no estaban bien adaptados ni a sus necesidades ni a su verdadero entorno, para pasar una vida insulsa y morir tremenda y rematadamente solos.

Su primera visita al zoo de Gotham fue también la última. Salió con tales nauseas que estuvo a punto de vomitar y desde entonces, había creado toda una red de actividad en torno a dicha propiedad, con la única intención de privatizarla. Las instalaciones y sus animales habían sido cedidas, compradas, ofrecidas en pago y un largo etcétera, y al final se habían convertido en una carga para el ayuntamiento, que prefería gastarse el dinero en mantener a los corruptos en sus poltronas y mantenía bajo mínimos lugares como el zoo destinando una parte ridícula del presupuesto a su supervivencia. Básicamente sobrevivían por las ventas de souvenirs, cebos, comida de animales, y comida rápida.

Eso escocía más que una mordedura de cobra en el culo. Incluso había montado una organización sin ánimo de lucro a favor de la conservación animal, en la que ofrecía dinero y cuidados veterinarios, pero al final nunca era suficiente. Su gestión era pésima, y lo sabía. La única manera de que el Zoo de Gotham saliera adelante era sacarlo ella misma.

Así que tras mucha negociación, investigaciones, sobornos y otras prácticas, había conseguido reunirse con un enviado del alcalde, una comisión enviada por el ayuntamiento, trabajadores del zoo, veterinarios especializados y algún que otro tipo de cargo impronunciable para hacer una valoración de las instalaciones y empezar a hablar de dinero, sostenibilidad y si les veía con la mente abierta, plantear una buena oferta. Trató de evitar envenenarse la sangre con todos esos animales medio ciegos y mal alimentados, y después de hacer un repaso de la forma más objetiva que pudo, con su mente de negociante trabajando incansablemente, y su corazón de Sheriff amante de los animales dispuesto a cobrarse del responsable todo el mal que se había hecho allí,( a su debido tiempo, claro) cuando la inspección estaba por llegar a su punto más interesante, todo se fue al carajo.

Hubo un temblor extraño y empezaron a caer cascotes de todas partes. Su primer instinto fue alejarse lo que pudo de las paredes, y también de las jaulas de los animales, procurando dejarse llevar lo menos posible por el pánico general que había contagiado a todo el mundo. Clavó las botas en el suelo, obligándose a permanecer quieta. Sujetó con sus manos los pomos de sus pistolas. La verdad es que había tenido la incesante sensación de que iba a pasar algo horrible, pero lo había asociado al hecho de verse obligada a visitar el dichoso Zoo. Se alegró de haber decidido llevar a Fauna con ella, en calidad de testigo y apoyo.

Contempló la estampida de animales infernales, corriendo entre los cascotes… Sintió como se le atenazaba el cuerpo y los brazos. La mente intentaba enturbiársele. Pronto no podría moverse. La angustia le hizo presa y tuvo un instante fugaz de absoluta lucidez. Ivy… los diales. ¿Sería todo aquello? Tendría que aprovecharlo mientras pudiera. Tenía que evitar la parálisis.

Llamó a Fionna, sacó de la cigarrera que se había acostumbrado a llevar siempre encima la jeringuilla, apretó los dientes y se pinchó en el brazo, mientras la mezcla que Poison Ivy le había enviado entraba en su torrente sanguíneo. Hizo lo mismo con Fauna, cogiéndola de la cinturilla del pantalón, y atravesando la tela para pincharla en el culo. Tras unos segundos, sintió que la mente se le despejaba y que su cuerpo volvía a responderla…

Ivy…¿Qué has hecho?

FDI: Siento la tardanza, como el usuario de Fionna ha abandonado el foro, la usuaria de Rebecca la llevará como PNJ en sus post si ella quiere.

El derrumbe de las murallas del zoo hubo terminado cuando varias rocas de un tamaño considerable cayeron encima de la verja de salida, impidiendo que Conner, Rebecca y Fionna pudieran optar por ese camino. De echo, si se fijaban mejor en su alrededor se darían cuenta de que los muros eran mucho más grandes de lo que recordaban y que parecían seguir creciendo hacia arriba...

Escucharon los gritos de agonía y de dolor de los animales enjaulados, que se veían amenazados por los depredadores envueltos en llamas que rondaban por sus jaulas. Los leones de fuego pisaban la hierba del recinto de las cebras, los gorilas ardientes danzaban furiosos mientras saltaban de rama en rama, las hienas rojas soltaban carcajadas tan agudas que harían estremecer a cualquiera. A pesar de lo surrealista de la situación, nuestros tres héroes no se percataron de lo surrealista de la situación, era demasiado creíble para ellos.

Los animales en llamas empezaron a prender fuego todo el zoológico, empeorando la situación. Si los pobres animales continuaban siendo presas de su propio temor, morirían todos en sus respectivas jaulas. Conner recordó entonces el estanque de los pingüinos que no estaba muy lejos dónde se encontraba. Si la usaba bien tendría agua suficiente para poder apagar el incendio.

Rebecca por otro lado se dio cuenta a tiempo de que aquello que lo que estaba sucediendo a su alrededor no era normal. Había sido avisada con antelación de lo que estaba a punto de suceder en Gotham por su amiga Pamela, participante activa de la fórmula del gas del miedo. Lo que no sabía Rebecca era que el dial de Ivy no estaba completo, algo más había sido usado en el gas y el antídoto de Ivy solo consiguió estabilizar su mente más de lo que cualquiera podría estabilizarla tras enfrentarse a sus peores miedos. El vial conseguiría que Rebecca y Fionna no se paralizaran, pero las locuras que seguían sucediendo a su alrededor seguían siendo muy reales...

FDI: Al final del turno volveré a intervenir con Omega, si veo que necesitas más tiempo para encontraros o hacer algo ya os avisaré para que continuéis roleando vosotros dos hasta que termine el siguiente turno ;p

El chico de acero no sabía si preocuparse más por que el Zoo se estaba llenando de llamas o porque las chicas que él creía inofensivas se estaban pinzando en medio de todo ese caos. Tardo unos pocos segundos en reaccionar y recordar que era Superboy, y como tal, tenía que hacer algo al respecto. Primero se guardo las gafas en el bolsillo de la camiseta que lucía, para luego quitársela y dejar a la vista la camiseta negra con el símbolo en rojo de Superman que tanto le caracterizaba. Dejo a las chicas tranquilas, deduciendo que serian heroínas como en de incognito. Ahora lo primordial seria apagar esas llamas, sería fatal que se escampara por toda la ciudad.

Mientras pensaba como apagar el gran incendio que se estaba propagando por todo el Zoo a Conner se le paso por la mente, de manera fugaz, el estanque de plástico de esas aves que no sabían volar pero si nadar de forma magistral. Con un nuevo objetivo salió corriendo mientras se colocaba sus guantes de cuero, esperando que su manera de apagar el fuego no fuera muy descabellada. Cuando llego al estanque no sabía si alegrarse o preocuparse de que los pingüinos no estuvieran en el. Con un salto entro y desde unas de las plataformas comprobaba si podría llevársela sin problemas. Aunque el mayor problema no se radicaba en si podría arrancarla del suelo o no, sino que al trasportándola con súper saltos no se perdiera la mitad del agua por el camino. Con un largo suspiro saco del bolsillo de su pantalones un estuche de metal con su escudo, mirándole fijamente si usarlo o no. No quería nada de su padre humano pero no podría negar que esos escudos le brindaban por una hora ser completamente igual al hombre que quería ser:  se como Superman. Al ser un caso de emergencia abrió el estuche y cogió uno de los escudos, guardo el estuche de metal y procedió a levantarse la manga de la camiseta para enganchárselo en su brazo. Con el mínimo roce ya sentía sus efectos, una gran fuerza crecía en el, volviéndole casi invencible. Una vez asimilada tanta fuerza arranco la piscina de los pingüinos y salió volando para apagar el fuego.

Con toda la delicadeza que tenia en ese momento fue echando el agua racionalmente para que con la mínima agua pudiera apagar el fuego, tenía que tener para todo el zoo. Cuando sobrevoló los gorilas no pudo evitar remojarlos para bajarlos los humos, nunca mejor dicho. Fue una faena complicada pero lo consiguió, apago el fuego del Zoo, esperando que no se reviviera porque ahora mismo no sabría de donde sacar más agua. Antes de aterrizar juntos a las chicas lanzo el estanque de plástico hacia la manada de animales del infierno para apartarlos de ellas y hacer una zona algo mas segura, si era posible con todo ese caos que los envolvía.

¿Estáis bien?

Pregunto de forma seca a una cierta distancia, ya que uno de los efectos secundarios era que le aumentaba la ira y no quería pagarlo con las muchachas. Tenía que guardar esta rabia hacia los animales con llamas.

Sentía la cabeza aún como si la tuviera dentro de un abrevadero para caballos, metida en agua helada. Pero poco a poco, se le pasó el agarrotamiento y fue capaz de pensar con toda la claridad que una situación como aquella podía permitir. Las criaturas en llamas aterrorizaban a los animales del interior de las jaulas, los bramidos, chillidos y gorjeos de terror de los animales daban la impresión de que podían ensordecerle a uno, y los animales cubiertos de fuego se comportaban con un salvajismo que ella no había visto ni en las circunstancias más dramáticas que se desenvolvieran en el mundo natural.

Miró a Fauna, que sacudía su cabeza hacia los lados, mientras los muros cercanos empezaban a proyectarse hacia arriba, como si fuesen inacabables. Luego se centró en las llamas que los rodeaban. Tenía la frente perlada en sudor, y empezaba a sentir un hormigueo, como calor, que le subía por el cuerpo. Si no hacían algo con eso iban a pasarlo mal, pero no se le ocurría qué. Algunas criaturas empezaron a moverse hacia su dirección, lo cual la hizo dirigir las manos hacia los látigos enrollados en su cintura. Desligó uno del seguro, dejando que el arma se arrastrara por el suelo, con un sonido susurrante, y a medida que se acercaban, trató de achantarlos, chasqueándolo cerca de los animales.

A medida que recuperaban el control, trataron de enfrentarse y buscar una solución, hasta que algo les sobrevoló, empapándolas el cuerpo mientras vertía agua sobre ellas. Ambas miraron incrédulas a la enorme piscina flotante que parecía sujeta por un chico, que aventaba agua por todas partes. La Sheriff se permitió un momento para pensar en la gente, en el mundo, en la situación que vivía y en el universo en general. Luego con otro chasquido que pretendía amedrentar a un par de hienas que parecían dispuestas a acercarse mucho más de lo que era necesario, volvió al lío. Fauna tuvo la decencia de hacerse cargo de sus habilidades, y se transformó, aunque solo pareció conseguirlo a medias. Su cuerpo se volvió robusto y sus brazos aumentaron de tamaño, convirtiéndose en dos enormes mazas destructivas, inspirada por los animales en llamas, convirtiéndose en una extraña hibridación entre humana y gorila. Entonces una figura aterrizó tras ellas, y sin preguntar, la Sheriff blandió el látigo, dispuesta a soltar un buen golpe hacia esa dirección, hasta que encontró a un tipo con una de esas S enormes en el pecho, que lo emparentaban con el “Hombre de acero” que había ido con Batman en más de una ocasión. Si la razón le hubiera dado para más, habría pensado en lo lejos que estaba ese chico de casa, y en lo poco que importaba teniendo en cuenta que podía volar.

- Hemos estado mejor. - añadió, volviendo a mirar hacia el lugar por el que acechaban los animales - ¡hay que salvar a los animales! ¿alguna idea? - preguntó, directa como un tiro entre las cejas.

Normalmente no es que se deshiciera en cortesías, y en esa ocasión, más preámbulos le parecieron demasiados. En cuanto el zoo dejase de estar en llamas, y todos estuviesen irremediablemente a punto de arder, podrían presentarse en condiciones.

Hasta ahora la locura todavía parecía normal. Superboy había decidido aumentar sus poderes gracias a los escudos de Lex Luthor para poder rendir mejor en un estado de crisis. El muchacho se sintió más fuerte y más seguro de si mismo, arrancó la piscina de pingüinos (dejando a todos los animales asustados en sus cuevas heladas) y lanzó el agua fría por las zonas más peligrosas del zoo. El fuego se no pareció extinguirse ni un poquito cuando el agua helada rozó los tejados de las jaulas y los matorrales, más bien provocó un efecto contrario. Las llamas empezaron a crecer más y más a medida que pasaba el tiempo. El fuego había empezado a engullir a las criaturas de las jaulas, que chillaban horrorizadas de dolor y desaparecían en cenizas tras las llamas rojas.

Rebecca y Fionna trataron de contener al resto de criaturas ardientes para que se calmaran. Las bestias de fuego no se extinguieron tampoco con el agua, algunas huyeron asustadas por los latigazos de Rebecca, pero siempre volvían para seguir acechando a sus presas. La vaquera vio como uno de los tigres conseguía entrar en la jaula de los antílopes y los devoraba lentamente, desgarrando sus carnes y extrayendo las tripas de forma muy poco agradable. Rebecca pudo ver como uno de los herbívoros lo miraba a través de las rejas, esperando pacientemente a la muerte con forma de Tigre. Los ojos del antílope brillaban como estrellas mientras miraba a Rebecca, como si quisiera decirle algo con aquella expresión, como si le pidiera ayuda. Una lágrima resbaló por su peludo morro y entonces el depredador se abalanzó sobre él. Por un momento Rebecca se sintió como aquel animal indefenso, débil, asustado. Tuvo que apartar la mirada porqué empezaba a sentir nauseas después de mirar aquella atrocidad.

Las paredes del zoo continuaron subiendo hasta el cielo infinito, hubo un momento en el que los muchachos dejaron de ver las nubes y la luz del sol. A su alrededor ya solo quedaba la oscuridad y las llamas. Aún podían ver a los animales de fuego acechando a las criaturas enjauladas, y los gritos de agonía al ser devorados o quemados en el fuego eterno. Entonces como un destello, alguien aterrizó en frente de Superboy. Con postura triunfante, Superman había venido a salvar la situación. Conner pensó que la liga ya habría dado la alarma de lo que estaba ocurriendo y que todo se arreglaría pronto ahora que Clark se encontraba con ellos.

- ¿Qué has hecho Conner...? - pero la mirada de frialdad que le dedicó su padre biológico le traspasó como un cuchillo helado. - Mira lo que has provocado... ¡mira a tu alrededor!

Conner se giró para mirar las jaulas de su alrededor pero no las encontró. El escenario había cambiado completamente. Superman y él estaban suspendidos en el aire mientras Metrópolis estaba ardiendo bajo de sus pies. La ciudad estaba completamente en ruinas, podía escuchar los gritos y el miedo de la gente y las sirenas de policía sonando por todas partes. No entendía que estaba sucediendo, entonces se dio cuenta de que algo más había cambiado. Ya no vestía con los tejanos y la camiseta negra con la S, ahora llevaba una capa roja que ondeaba grácilmente al viento y un traje ajustado de color azul marino. Conner había dejado de existir y ahora era Superman. Era lo que siempre había querido. Sustituir a Superman. Destruir a Superman...

- Solo puede haber un Superman... 

Clark no le dio tiempo al muchacho a que reaccionara, y rápidamente se lanzó a por él para asestarle un buen golpe con el puño. Conner recibió el impacto que parecía cien veces más fuerte de lo normal y cayó hacia el vacío de metrópolis. En instante se había estampado contra el suelo, creando un cráter gigante a su alrededor y derrumbando uno de los edificios de la calle. En cuanto se irguió, vio como Clark volaba velozmente en su dirección. Los ojos de su padre biológico se tornaron de un rojo brillante y pronto se convertirían en rayos mortales dispuestos atravesarle. Si no los esquivaba a tiempo ya podía empezar a despedirse de su vida.

Rebecca vio como en tan solo un segundo, el muchacho tranquilo había perdido la pupila de sus ojos y había empezado a gritar de dolor mientras luchaba con algo invisible. Se sobresaltó al ver que Fionna también se ponía a gritar de repente, casi ensordeciéndola. Las bestias del zoo seguían danzando en círculos alrededor de ellas, esperando al mejor momento para lanzarse a la yugular. Fionna estaba histérica, sus ojos ya no veían a la Vaquera, su mente se había desplazado a otro mundo. Rebecca vio como la mutante se transformaba en varios animales a la vez y empezaba a gritar salvajemente, como si hubiera perdido la razón humana y realmente se hubiera convertido en una bestia descontrolada. Primero tomó forma de un híbrido lobo, después de un pequeño zorro, luego de un caballo y finalmente de un gran oso. Cuando terminó de luchar consigo misma, las pupilas de Fionna volvieron a su lugar correspondiente y Rebecca pensó que el frenesí ya había terminado. Entonces, el oso de ojos verdes la miró con furia y se abalanzó sobre ella con las enormes garras afiladas por delante, destrozando así la ropa de la Vaquera, amenazándola con dejarla desnuda...

Superboy se quedo observando asombrado como las llamas crecían cada vez mas ¿acaso todo lo que había hecho, había sido en vano? Ahora con el escudo puesto sus poderes se multiplicaban y el súper oído no era una excepción, pudiendo escuchar con más nitidez como se consumían vidas inocentes engullidas por las inmensas llamaradas que los envolvían. Agacho la vista tapándose los oídos, como si ese acto pudiera alejarlo de todo aquello. Tenía que pensar y rápido, pero él no destacaba en ese campo precisamente. Se le estaban acabando todas las ideas para mejorar la situación, para no decir que no tenía ni una.

Al sentir una presencia familiar cerca de él levanto la vista para observarle, ahora entendía porque era el símbolo de la esperanza para la humanidad. Se alegro tanto que olvido lo que ocurría a su alrededor, acercándose a él en busca de consejo, aunque lo que recibió no fueron palabras confortantes precisamente. Quiso explicarse pero todo a su alrededor había cambiado completamente ¿Cuándo habían empezado a volar? En cuando se observo el traje que siempre había deseado llevar, su razón de vivir, se olvido de todo, hasta de aquellas dos chicas que junto a él deseaban arreglar la situación. Con esos ropajes se sentía más poderoso que nunca, más feliz de lo que pudiera recordar.

Las  afiladas palabras y el poderoso golpe que recibió de su padre, habían dejado anonadado al chico de acero, que con fuerzas quería analizar la situación que le rodeaba, pero le era imposible. La espalda le dolía horrores por el impacto recibido contra el suelo, ni con la Kryptonita que lucia Metallo en el pecho se había sentido tan vulnerable.  Al ver esa rojiza luz de los ojos del supuesto Superman no le dio tiempo a pensar en nada que no fuera huir. De un salto se aparto de la trayectoria de los rayos, rodando un poco por el suelo. Rápidamente se puso en pie quitándose la capa del medio, observando a ese ser que le despertaba tantos sentimientos y preguntas. Tenía tantos que poco a pocos unos se fueron comiendo a los otros hasta que solo quedo uno: la ira

Solo puede haber un Superman…y ese…! Y ESE SERÉ YO ¡

Sin planear ningún tipo de estrategia se lanzo contra ese impostor para derivarlo a golpes. No había nada en su mente. Solo existía el deseo, la necesidad de acabar con él. Alimentado exclusivamente por el sentimiento de ira que tanto había intentado controlar. Todo lo que uno se guarda, a la larga acaba estallando.

Nada de lo que hacían parecía funcionar. Las pobres criaturas encerradas en sus jaulas se consumían entre el fuego, chillando, gruñendo, para ella no era distinto que para una persona normal escuchar impotente cómo se quemaban decenas de niños atrapados en un orfanato en llamas. Tenía que ayudarlos como fuera, pero las criaturas de fuego no la dejaban salir del círculo en el que las mantenían presas, acechándolas para impedirles hacer ningún movimiento más que el de defenderse, y procurar sobrevivir a sus constantes ataques.

Sintió que le hormigueaba el brazo, por los latigazos que se había visto obligada a dar. También la sensación de calor era asfixiante, pero no mas que los gritos de los animales, que oía con tanta nitidez que parecían chillarle expresamente a ella, al oído.

Entonces observó al inmenso tigre, entrando en la jaula de los herbívoros. Su mente dejó pasar aquellas imágenes que tantas veces había visto, los depredadores cazando para sobrevivir, el diálogo interno que la llamaba a la normalidad, justificando este hecho con el orden natural. El cazador, y el cazado. El hambriento y el alimento. Había visto eso tantas veces que no le causaba sensación alguna. Era la vida. Pero algo se retorció en su interior cuando vio a esa criatura envuelta en llamas matar. No comía, devoraba. No se alimentaba, disfrutaba. Destruía, degradaba y reducía a escombros sangrientos a los antílopes. Lo hacía lentamente, como si su dolor le reportara algún placer. Contempló, incapaz de comprender como una criatura digna como un tigre podía degradarse de tal modo, y entonces encontró su ojo con el de el antílope...

Lloró, como lo estaba haciendo la pobre criatura. Lloró de impotencia, incapaz de socorrer la muda ayuda que sus ojos le pedían, en el silencio de su comprensión mutua, porque si de algo era capaz la Sheriff, era de conocer sin asomo de duda lo que cada criatura sentía. Su deseo por ayudarla se hizo inmenso, y su incapacidad, una carga que no podía estar dispuesta a soportar.

Pero no tuvo tiempo de reaccionar, Fauna, a su lado, se volvió loca. Comenzó a transformarse en diversos animales, en híbridos extraños y retorcidos que jamás le había visto hacer, como si su poder se hiciera dueño de sus actos. Luchó, dentro de sí, mientras ella seguía oyendo los gritos de los animales, y cuando creyó que había parado, se lanzó contra ella, tirándola al suelo. La sorpresa generada le hizo olvidar por un instante aquellos horribles chillidos, centrándola, por la adrenalina, a frenar aquel ataque. El oso la embistió y comenzó a desgarrarle la ropa. Ella, presa de una necesidad irrefrenable de que eso no pasara, comenzó a gritarle órdenes, mientras sus manos se aferraban al pelaje del oso.

- ¡¡FAUNA!! ¡¡PARA!!¡¡PAAAARAAAA!! - gritaba sin control, sus ojos aún húmedos - ¡PARA AHORA MISMO! ¡TE MATARE! ¡TE MATARE, FAUNA! - la amenazó, mientras trataba de golpearla con las piernas.

Aporreó desesperadamente su gran cabeza osezna, y en el proceso, se agarró a una de sus orejas, haciendo que la zarandeara como un muñeco, mientras su ropa caía hecha pedazos. En un ataque de consciencia, buscó los ojos del animal, y dirigió sus manos hacia ellos, tratando de arañarlos y dañarlos, mientras notaba, incluso con el fuego que les rodeaba, el frío mortal que el aire producía en las zonas de su cuerpo que habían quedado al desnudo.

Rebecca luchó por su integridad física en vano, mientras vio como el oso en el que se había convertido Fauna le arrancaba la ropa a pedazos, a punto de dejarla completamente desnuda. Las amenazas de la vaquera iban muy en serio, y cuando tuvo la oportunidad cogió una rama caída que casualmente se encontraba a su izquierda y le asestó un contundente golpe a su amiga. 

El oso se derrumbó y pronto su pelaje se convirtió en piel, y su cuerpo se transformó lentamente en Fionna. La muchacha había quedado inconsciente y ya no era ningún peligro para ella. Pero cuando la quedó mirando ahí en el suelo...tuvo una especie de Dejavu. ¿Fionna no había estado inconsciente desde el principio? Los ojos de Rebecca bajaron a mirar su cuerpo y se dio cuenta de que no tenía marcas de las zarpas de oso en la piel. Su camisa estaba ligeramente desgarrada, pero el resto de su ropa estaba bien. Habría jurado que se estaba en ropa interior hasta hace un segundo...

La rama gruesa con la que había golpeado a Fionna si que era real. Volvió a cogerla y con ella ahuyentó a los últimos carnívoros de fuego. Recordó al tigre y la jaula de los antílopes y no tardó en asomarse esperando ver la masacre. Pero los animales estaban bien, era cómo si hubieran formado parte de su propia pesadilla. 

El zoo había quedado destrozado, pero la mayoría de los animales enjaulados se encontraban a salvo. El fuego, como tantas otras cosas, habían sido producto de la pesadilla...

Rebecca se cubrió detrás de una de las jaulas al ver que Conner le lanzaba un rayo láser en su dirección. Ahora tenía otro problema en manos: conseguir que Superboy se desintoxicara. Ella lo había tenido fácil, se había tomado parte del antídoto que había preparado Pamela, pero Conner no tenía la misma suerte. No era lo mismo un humano intoxicado que un chico que tira rayos por los ojos y congela con su aliento. Superboy era mucho más peligroso en ese estado. 

Conner estaba poseído por el dolor y la rabia. Superman, que había sido un icono del bien y la justicia ahora no era más que un impostor a sus ojos. El hombre con el que había soñado tantas veces que fuera un padre para él le estaba atacando con todas sus fuerzas, con la clara intención de acabar con su vida.

La ira del chico no le dejaba pensar con claridad en la situación en la que se encontraba y su cuerpo reaccionaba rápidamente ante el peligro. Superman también estaba usando todas sus fuerzas para destruirle, sin pensar en las consecuencias. Ambos hombres no se dieron cuenta de que la ciudad estaba quedando inhabitable por su culpa, los rayos destruían edificios y sus caídas las carreteras. Los habitantes de la ciudad corrían de un lado a otro, huyendo despavoridos ante la batalla. Cuando uno de los dos venciera al otro... ¿qué les quedaría por proteger? ¿Una Metrópolis en ruinas?

Clark lanzó de nuevo sus rayos láser por los ojos y Conner los esquivó con gracia. El chico se abalanzó sobre él y empezaron una lucha cuerpo a cuerpo que parecía no terminar. Sus golpes eran tan rápidos que desde fuera nadie podría seguirlos, ni siquiera predecirlos. La lucha le pareció durar horas y Conner empezaba a cansarse, pronto sus escudos dejarían de hacer efecto y Superman podría ganar la batalla. ¿Porqué Clark era el único que no parecía cansado? ¿Tan débil era Superboy? ¿Tan necesitado estaba?

Cuando se dio cuenta, Superman ya le había lanzado un aliento gélido, paralizándole los pies y dejándole completamente inmóvil. Superboy sintió cómo todas sus fuerzas abandonaban lentamente su cuerpo y quedaba agotado. Sus músculos descendieron en tamaño hasta convertirse en flacos brazos con pieles secas y colgantes. Su cara se vio chupada y su constitución musculosa se perdió con completo en unos instantes. Lo único que aumentó era su sed de poder. Necesitaba escudos. Los necesitaba ahora.

Clark saboreó la victoria al tener a su presa incapaz de moverse. Los ojos se le encendieron de nuevo con el rojo intenso, preparado a lanzar un rayo a Conner que traspasara su pecho y terminara con su vida. Pero antes de que lo consiguiera, el muchacho escuchó un disparo.

Detrás de Superman se encontraba Lex Luthor con una pistola humeante. Conner vio como sangre de un color verde empezaba a brotar por la cabeza de su mentor y pronto éste caería al suelo inerte. Clark Kent había muerto.

- Siempre guardo estas balas de Kryptonita cuando los alienígenas atacan mi ciudad...- explicó Lex con una sonrisa en los labios.

Conner se sintió al principio a salvo, su otro padre biológico había venido a salvarle. Pero aquel sentimiento no tardó más de tres segundos en desaparecer. Lex Luthor cargó de nuevo su pistola y entonces apuntó a la cabeza de Conner.

- Ya no eres necesario Conner. Nunca lo has sido, fue un error crearte. Acabaré con toda la raza de los Kryptonianos si es necesario... y traeré al mundo la paz... -

Pero antes de que Lex Luthor apretara el gatillo, la imagen de su segundo padre biológico parpadeó en rojo unos instantes.

- ¿Conner? ¿Conner?

Aquella voz que había interrumpido le resultaba muy familiar.

- ¿Me oyes? ¿Tío? ¡Soy yo!

¿Era la voz de Wally la que estaba escuchando? Aquello no era posible. Wally había muerto. Claro. Si Wally le estaba hablando y sabía con certeza que estaba muerto... ¿qué era Lex Luthor? ¿Y Clark?

Conner se dio cuenta entonces de lo que pasaba a su alrededor, y en tan solo un parpadeo volvió a la realidad. El zoo volvió aparecer a su alrededor y a su lado se encontraba Rebecca, que había terminado de ayudar a los animales enjaulados. Las criaturas de fuego habían desaparecido también y estirada en el suelo se encontraba la chica del pelo verde, que había quedado incosnciente.

Cuando intentó moverse para ayudarlas, se dio cuenta de que sus pies estaban congelados en el suelo, seguramente provocados por su propia ráfaga de hielo. Sus brazos tenían moratones y pequeñas heridas que se había causado el mismo tras golpearse entre la rabia y la ceguera. Pero había algo más; la voz de Wally no la había soñado. El comunicador de los Young Titans estaba encendido...

- ¿Conner, estás ahí? ¡Estoy con Babs en el hospital! ¡Gotham está plagada del gas del miedo! ¡Todo lo que estabas sufriendo no eran más que alucinaciones provocadas por el envenenamiento! Pero el veneno no es normal, al parecer la toxina tiene ingredientes de la receta de Poison Ivy a demás de otra substancia que desconocemos... 

Rebecca y Conner habían tenido el placer (o la desgracia) de conocer a Poison Ivy en persona... ¿porqué la mujer de verde había sido partícipe de esta desgracia?

FDI: Siento que al final este tema sea más corto de lo que tenía pensado >o< pero no queremos que Fearland se alargue más de lo necesario. El siguiente turno será el último y pronto se os habrirá el último post de Fearland ;p

Dolor, confusión, desorientación… Muchos eran los sentimientos que en ese mismo instante sufría el chico de acero. Todo fue tan rápido, todo era tan real que en ningún momento pensó que podría estar preso de un embrujo, el cual, se llamaba gas del miedo. Conner pensó que había muerto al haber oído a su amigo pero mediante pasaban los segundos y sus sentidos volvía a la normalidad comenzó a entenderlo todo o eso creía. Wally había muerto ¿Cómo podría hablarle? A lo mejor no estaban tan muertos como pensaba.

Wally… llegando tarde como siempre…

Cogió el comunicador y solo puso decir su nombre, demasiadas preguntas que hacer en tan poco tiempo. Tenía que ordenarlas o acabaría inmenso en unos de sus ataques de ira por no entender lo que sucedía. Intento hacer un pequeño chiste para romper el hielo y así lograr encontrar la paz interior que muy bien le iría ahora. Aunque los chistes nunca han sido y serán su fuerte.

Todo está volviendo a la normalidad, no tenemos heridas graves pero sería mejor que fuéramos al hospital con vosotros, para saber si ese gas deja algún tipo de efecto secundario…

Mientras hablaba rompía a puñetazo limpio el hielo que tenia a sus pies, quedando libre de su propia prisión. Una vez sin hielo por el medio se acerco a la chica de verde melena para comprobar que no tuviera heridas graves, ignorando las suyas. Que Conner estuviera lleno de moratones era muy normal, el pobre era demasiado kamikaze.  Aunque la autentica razón de la visita era ver a Wally con sus propios ojos, comprobar que no era ningún espejismo y anunciar a sus amigos de que Kid Flash había vuelto para quedarse.

Agarró la rama con fuerza, desesperada, y asestó un golpe con ella. Pretendía todo lo contundente que pudiera conseguir. No iba a permitir que Fauna se descontrolara, y mucho menos que la dejara desnuda. No podía. Cuando la rama impactó contra ella, hizo un ruido seco. Fauna calló inconsciente, al tiempo que la vaquera se levantaba, comprobando los desperfectos. Aún llevaba sus botas. Sus botas le bastaban. Contempló su cuerpo, al borde de un ataque de ansiedad, esperando encontrar su piel al descubierto... pero no vio nada. Su ropa estaba en perfectas condiciones, salvo por el desgaste y algún enganchón sin importancia real, en comparación con el estado que ella se esperaba de su trifulca con su moza de cuadras. Contempló su figura en el suelo, y al hacerlo, se percató de que continuaba en la misma posición. ¿No había estado así antes?

Sacudió la cabeza, confusa. La habían agredido...¿o no? ¿Se habría podido quitar a un oso pardo realmente de encima? Con sus armas quizá, pero cuerpo a cuerpo, imposible. Ya no estaba segura mas que de una cosa. Ella había golpeado a Fauna.

No tuvo más tiempo para pensar, entre la desorientación, porque el chico, entre gritos desesperados y gestos extraños comenzó a lanzar rayos por los ojos, que se vió obligada a esquivar cubriéndose tras una de esas jaulas verticales de los lemúridos. Los pobres animales, presas del pánico, se agolpaban contra una esquina, clavándose las verjas contra el pelaje.

- ¡CHICO, REACCIONA! ¡NADA DE ESTO ES REAL! - le gritó desde detrás de la jaula, aunque no sabía si sería capaz de escucharla. Todo estaba demasiado distorsionado, y resultaba muy real.

Pero algo secedió, no sabía si fueron sus palabras o tal vez otra cosa, que hizo que poco a poco el chico, que se había congelado los pies, se calmara poco a poco hasta entrar en razón. La Sheriff se asomó de detrás de la jaula, aún desconfiada de que Superboy no fuera a sucumbir de nuevo a los efectos de la droga. Cuando se puso a hablar, y empezó a romper el hielo de sus pies, supo que por el momento, había recuperado la razón. Salió de detrás de la jaula y se aproximó a Fauna. Su moza de cuadras estaba tendida boca abajo, inconsciente. Le sangraba profusamente un lateral de la cabeza, pero la Sheriff no estaba preocupada por eso. Había visto todo tipo de lesiones y sabía que la sangre era muy escandalosa. Lo que si le preocupaba era haber causado una conmoción, o algún tipo de lesión cerebral a su compañera. Aquello la hizo sentir abatida, mientras se quitaba la desgarrada camisa, dejando la de manga corta debajo, y la usaba para cortar la hemorragia.

- ¿Estás del todo en tus cabales, chico?- preguntó la vaquera, mientras él se acercaba. Eso esperaba. No tenía ganas de enfrentarse a animales de fuego, un oso y un superboy la misma noche. - Estas bastante apaleado. - dijo la vaquera, tratando de sonreír. Contempló a Fauna, y su respiración pausada. - Tengo que llevarla al hospital. - informó al chico, mirándole por un momento a los ojos. Estaba bastante desorientada, y el cuerpo le pesaba aún, pero en sus ojos había una fría determinación que parecía difícil doblegar. Ella siempre cuidaba de los suyos.

Wally West esbozó una sonrisa tras el comunicador. Se alegraba de volver a escuchar a su mejor amigo Conner.

- Te explicaré toda la movida cuando acabe esta pesadilla, ahora necesito que ambos vengáis al hospital...

Conner se agachó para ver a Fauna y la recogió del suelo. A pesar del estado de desorientación en el que se encontraba, Superboy era bastante capaz de llevar a la cambiaformas en brazos sin marearse. Rebecca también se encontraba bastante mal después de haber sucumbido a las alucinaciones de la droga, pero sólo necesitaba un poco de aire fresco para recuperarse.

Ambos salieron del Zoo tras ver que todo había vuelto a la normalidad. Los animales estaban a salvo en sus jaulas y las bestias de fuego había desaparecido. El fuego y los depredadores eran el pilar del miedo de todas las criaturas allí enjauladas, y gracias a la intervención de Conner y Rebecca, se sentían a salvo de nuevo. El zoo podría volver a abrirse a la gente de Gotham una vez terminada esta pesadilla.

Tardaron más de veinte minutos en llegar al hospital central, y para su sorpresa, encontraron el edificio fuera de toda la contaminación del gas del miedo. No había ni un alma rodeando aquel edificio, era como si alguien se hubiera encargado de limpiar los alrededores para instaurar una zona "cero". El hospital ya no era solo para traer y desintoxicar a los heridos, se había convertido en un centro comunicación de todo Gotham ante la amenaza de Jonathan Crane.

Wally West no tardó en hacer presencia. El moreno no le vio venir, había sido muy rápido. 

- ¡Conner, tío! - dijo el pelirrojo dándole un fuerte abrazo a su amigo. - ¿Me has echado de menos?

Wally West parecía el mismo chico que desapareció en el ártico hacía nada más y nada menos que dos años. Dos largos años en que la Liga le había creído muerto y ahora lo tenía frente a él, con aquella típica sonrisa despreocupada y... ¡llevando el traje de Flash! El chico no portaba el rojo y el naranja ¿qué había sido de su traje de Kid Flash?

Superboy dejó a Fauna en una de las camillas del hospital, y Rebecca se dio cuenta de que había alguien más en aquella habitación. Frente a un ordenador se encontraba una pelirroja vestida con el blanco del hospital y atada a su cuentagotas. Barbara no dejó de teclear en el ordenador mientras hablaba con alguien por el comunicador. Cuando la mujer vio entrar a Conner y a Rebecca les hizo un saludo con la cabeza y esbozó una ligera y triste sonrisa. Las cosas no parecían ir muy bien.

- Las cosas están así: Barbara a conseguido contactar con todos los héroes locales, entre ellos Wonder Woman y Batman. Junto con dos miembros de los Watchmen, se dirigen al Asilo de Arkham, desde allí Jonathan Crane controla todo Gotham. Pero vosotros tenéis algo más importante que hacer... - Wally West buscó por una de las mesas de la oficina y le alargó otro comunicado a Rebecca.

- Barbara a contactado con una tal Blair, que junto con otros dos hombres, de los que no tenemos datos, se dirigen a la guarida de Poison Ivy en el bosque de Gotham. Al parecer la ex-presa Pamela Isley ha tenido algo que ver con todo esto del gas del miedo. Necesitamos que nos traigáis parte de la fórmula que Pamela le dio a Crane para que terminara su droga. Es muy importante que os comuniquéis conmigo cuando tengáis la solución, iré con vosotros lo más rápido que pueda para empezar a trabajar en el antídoto. Una vez tenga el antídoto tendremos que idear una manera para extenderlo por todo Gotham...

Una vez explicada la misión, Conner y Rebecca se despidieron de Flash y Barbara y abandonaron el hospital para dirigirse sin dilación a la guarida de Poison Ivy....



FDI: Espero que os haya gustado el post >o< y sentimos todos los problemas que Fearland a causado! ¡Esperamos que os divirtáis en la recta final de este evento global! ;p