Noche con perfume silvestre (Pamela L. Isley/Conner Kent)

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La anterior misión había sido agitada tanto física y emocionalmente. Reunirse con algunos de sus viejos amigos le alegro mucho pero no todo fue sentimientos agradables. El moreno negó con la cabeza con dureza, no podía perderse en esos sentimientos ahora, tenia una misión importante. Bajo en la ultima parada del trayecto, la mas alejada de la ciudad, comenzando a andar hacia las afueras de esa oscura ciudad. El viaje en bus le había dado mucho tiempo para pensar en cosas que no tenían nada que ver en lo que había venido hacer aquí, en la ciudad de Gotham. La Young Justice le había enviado una misión algo fácil para alguien de su nivel, eso le ayudaría a ponerse a tono en situaciones de espionaje, necesitaba coger el hábito rápido para no ser una molestia. Por eso tubo que coger el bus e ir a pie como una persona normal. Vestía una camiseta a cuadros azulados, unos tejanos y unas deportivas, como único complemento unas gafas. Lucia como un chico normal, nunca le gusto llamar la atención aunque sus actos digieran lo contrario.

Cuando mas se alejaba de la parada del autobús mas deplorables eran sus barios, los pocos habitantes que se atrevían a salir le miraban de arriba abajo, pensando si se había perdido. Unos amables ciudadanos le presentaron sus navajas, Conner era un chico muy amable y el les presento sus puños; librándose de esa penosa banda en menos de un minuto, no podía perder tiempo con ellos. Unas calles mas y ya había logrado su objetivo: llegar a las afueras de Gotham.

Ahora tenia que encontrar un coche de policía chamuscado bajo una cuesta, cerca de un profundo bosque. Le tardo bastante en encontrarlo, tanto que se hizo de noche,  pero ahí estaba esperándole. Se acerco con cautela y como le dijeron en el informe no estaban los dos tripulantes del vehículo y esa era su misión, saber su paradero. Dentro del coche había muchas hojas y ramas, pero sin embargo no habían huellas de pisadas ni de arrastre ¿acaso se los llevaron volando? Alzo la vista y vio como algunos arboles se asomaban por el precipicio, pensó que seria buena idea empezar a buscar por el bosque. Dio unos pasos para atrás y de un súper salto ya se había metido entre la vegetación. Comenzó a andar con cautela, por suerte era una noche despejada y la luna iluminaba de maravilla. Estuvo buscando un buen rato pero no encontró nada, solo una extraña sensación crecía mas en su interior. Superboy sentía como si el bosque lo vigilara, como si estuviera vivo ¿acaso eso podría ser cierto?

Anoche fue movidita, y necesitaba un poco de paz. Hacía una noche poco estrellada, como siempre Gotham resistía a guardar algún rayo de luz. El aire fresco recorría los recovecos más privados de los sauces y los fresnos haciendo que sus hojas se meciesen en una vibración alegre. No tan fuerte como la que noté a unos metros de mi. Algo había caído dentro del bosque y no había entrado progresivamente. Mis pequeñas no eran estúpidas. Fue cuando recordé los polis de ayer. ¿Sería Baty...? Ya ni si quiera estaban vivos ¿qué importaba?
Me levanté de las fauces de Dionaea que me había acogido con la boca abierta. Mientras mis piernas se estiraban ella aprovechó para descansar los labios. Agaché mi mano hasta acariciarla a modo de agradecimiento.

Fijé mi vista hacia la zona en la que había detectado la vibración y avancé hacia ella. Al fin y al cabo era una de las pocas personas capaz de atravesar un bosque en línea recta. Fui acariciando con mis manos los troncos que dejaba atrás, como una niña que juega distraída con una valla de camino a casa. Avancé durante medio minuto más y lo vi. Un chico, musculoso, de pelo moreno u ojos cristalinos como el agua avanzaba por el bosque, cauteloso, a la defensiva. Entorné bien los ojos. La musculatura engañaba... pero era una cría humana. ¿Cómo había llegado a parar allí?

El instinto maternal no pudo inspirarme sino dulzura y socorro. Quizá se hubiese perdido. Aunque por mi cabeza no paraba de rondar la interrogante de cómo había pasado desapercibido hasta llegar al centro de pleno bosque. Miré mi cuerpo, no debía salir desnuda. A esas edades se rompe la sana barrera de la inocencia y no quería que el chico no viese otra cosa más que una madre. Di pasos lentos y cortos para presenciarme ante él mientras alrededor de mi piel se ajustaban hojas de lirio gigantes, formando un vestido que aportaba algo de luz en medio de tanta oscuridad.

- Hola cielo - dije al fin, dejándome ver mientras los últimos retales tapaban mi intimidad - ¿Puedo ayudarte? - y una sonrisa cariñosa apareció en mis labios, acompañada de un contoneo de caderas suave en mi andar, al parecer demasiado natural ya como para poder controlarlo.

Sintió una dulce voz a sus espaldas, haciendo saltarle todas las alarmas. Cuando se volteo a ver quien había hablado se encontró con una hermosa mujer, haciendo que el joven se la mirara de arriba abajo algo sonrojado  ¿Dónde había salido? Se preguntaba interiormente, no le cabía a la cabeza que una mujer como ella estuviera sola en un lugar tan solitario. Aunque parecía que estuviera en su casa. ¿Sabría algo de los policías desaparecidos? Sería buena idea preguntarle, a lo mejor vivía por la zona y había salido a pasear a la luz de la luna.

Buenas noches… gracias por ofrecerme tu ayuda, pero... ¿no te tendría que ayudarte yo a ti? al parecer has pedido los zapatos ¿te han atracado?

Se le acerco algo preocupado, viniéndole a la mente esa penosa banda callejera, como hubieran sido ellos la presentación ya no sería tan amistosa, seguro que aun estarían lamentándose de haberle ido a buscar las cosquillas. Superboy se sentía muy extraño con ella; por una parte se sentía relajado y protegido, algo muy raro viviendo de una desconocida, pero por otro lado, sentía que no era de fiar del todo esa mujer. El pobre chico no sabía qué hacer, demasiada dualidad en su cabeza.

Me llamo Conner ¿y usted?

Ayudarme, ¿Una cría a mí? Cuánta ternura... Si se había ofrecido no era de Gotham y no me conocía. Era fantástico.
Mi tono se tornó aún más maternal y dulzón, si cabía. Mi pelo se arremolinó en un recogido alto y asalvajado, dejando un par de tirabuzones fuera, ayudado por ambas manos y una rama flexible que cayó de un árbol.
- Por favor no me trates de usted... No, no me han atracado... Y estoy perfectamente bien. Ecantada, Conner - dije llevándome una mano sobre el pecho. - Tú... Puedes llamarme Hiedra - Y salí a la luz de la luna, dejándome invadir por aquella palidez verduzca misteriosamente sensual de mi piel. El pelo parecía particularmente carmín aquella noche, al ritmo de mis labios. El traje brillaba en blanco por si solo. Noté cómo mis ojos verdes se adaptaban al nuevo rastro de luz que dejaba mi figura al descubierto.
Creo que era más que evidente que estaba en mi hogar.

- Insisto cariño... ¿Puedo ayudarte? -

Y miré a esos ojos cielo. Ojos tiernos y con el débil rastro de inocencia aún conservada. La buena intención, las ganas de jugar. Sólo era un niño.

Se la quedo mirando como se recogía el pelo, era tan dulce…un momento ¿había visto moverse una rama? Negó mentalmente, seguro que fue una ilusión óptica debido a la escasa luz del lugar. Cuando se acerco mas a ella pudo comprobar su tono de piel verdoso, no tenía pinta de ser marciana. Empezaba a sentir que algo no cuadraba en todo eso y tenía que estar en alerta, sobretodo luego de escuchar su nombre, le recordaba a algo y ese algo no era para nada nuevo. Pero tenia que hacer algo, tenía que actuar y encontrar donde estaban esos policías. Así que decidió arriesgarse y a esperar lo que tuviera que ocurrir.

Veras, me enviaron aquí en busca de dos policías desaparecidos. Encontré el vehículo vacio y dudo que a estas horas estén con vida, me sabe mal por sus familiares pero si los localizo al menos ya no lloraran sobre una tumba vacía.

Se quedo viendo a la hermosa mujer, pensando ahora en sus propias palabras; al parecer había sido demasiado frio con un tema tan delicado. Al parecer aun le faltaba mucho para aprender sobre como utilizar sus palabras.

¿Que le habían enviado? Pero si sólo era un niño...

- ¿Y la búsqueda no es una actividad propia de la policía...? Además para eso los forenses siempre han tenido la opción de la desfiguración, las familias suelen preferir no verlo así que dime... ¿Qué hace un cachorro como tú haciendo un trabajo tan desagradable? - tenía ojos de inocente, y el cuerpo de un joven amante de los deportes.
Estaba descubriendo la vida, por el amor de una madre.

Le miré sonriente y terminé de acercarme a él, apoyando mi mano sobre su hombro, con cuidado de no tocarle. Y recordé que había formulado una pregunta, y que por mera educación, se merecía una respuesta.

- En eso no puedo ayudarte, cielo- mentí - Pocos policías se acercan por aquí, además hay muchas bandas y demás... - la nube que en ese momento ocultaba a la luna, se fugó y dejó relucir con una luz blanca y brillante, el verde de mi piel.

Buena pregunta ¿Qué hacia alguien con apariencia de adolescente buscando dos policías desaparecidos? Muy fácil, porque pertenece a la Young Justice. Pero esa respuesta no se la podía dar, era información confidencial. Se la quedo mirando fijamente a los ojos, le costaba mentir a esa mujer, pero tenia que hacer o al menos intentarlo. Cachorro, esa palabra hizo sonrojar levemente al joven medio kryptoniano, desviando la mirada. Por unos segundos pensó en Lobo, se lo hubiera traído si no fuera tan grande ni amenazante.

La verdad…es que no te lo puedo decir, pero me encargaron que encontrara los cuerpos, vivos o muertos, y que informara de su paradero, nada mas. Pero pareces estar bien informada ¿también eres policía Hiedra?

Volvió a mirar a la bella mujer, analizando cada gesto que realizaba. La blanca luna los iluminaba como si de una farola se tratara, dejando al descubierto el verdadero cuerpo de la mujer. Ese color de piel no era nada normal pero el moreno ya estaba acostumbrado a ver cosas más extrañas. Al notar que había finalizado la frase, dejándole con una pequeña fragancia de suspense, se atrevió a preguntar.

Ya se que hay muchas bandas… pero… ¿y que mas? ¿Hay algo que debería saber?

Eso le dejo un poco intranquilo ¿de verdad tendría que confiar en esa mujer? Por la forma dulce con que le trataba quería darle ese voto de confianza, pero por otra parte se decía que se pudiera en alerta, muchas veces las cosas no aparentan ser lo que son.

¿POLICÍA YO?
No pude contener esa carcajada tan sonora que tuvo eco por todo el bosque.
Por el amor de....
Además resultaba más que evidente que mentía.
¿A una cría le han mandado buscar cadáveres?
No parecía de esos críos que se divierten apaleando un cadáver o tirando piedras a los vagabundos... pero las apariencias engañan, y ¿quién mejor que yo para saberlo?

- Oye cielo voy a serte totalmente sincera... Los cadáveres no van a aparecer, esta ciudad es así. Los muertos van y vienen, además... si aparecieran no creo que quisieran verle la cara. Se rumorea que fueron quemados vivos dentro del coche patrulla. - le miré a los ojos, directa, como una madre haría. Apoyé mi brazo sobre su hombro como gesto de afecto.

- Así que ¿por qué no te dedicas a otra cosa? No sé quien te ha "ORDENADO" eso pero... yo abandonaría. Además, meterte en este bosque es una causa perdida. Juraría que en este momento hay más de 3 personas perdidas dentro de él. Créeme... quédate con Hiedra y todo irá bien - necesitaba cobijo durante la noche y yo le cuidaría bien.

Esa risa no le gusto para nada y menos tan sonora, no le gustaba que se rieran de él o no pillaba el chiste. Así que se mantuvo impasible, como solía hacer. Le escucho atentamente, al menos había obtenido una pista de cómo habían muerto. Conner se quedo analizando la situación en la que se encontraba, sabía que esta mujer escondía algo y tenía que sacárselo, pero no era bueno dialogando con las palabras; él era mas de acción. Miro a su alrededor y decidió esperar, no sabía nada de ella y además había sido dulce con el chico de acero. Así que decidió darle un voto de confianza.

Está bien, ya les buscara otro… pero si sabes que hay gente perdida… ¿No sería mejor ir a buscarla y ayudarles a salir?

También se quedo viéndola directamente a los ojos. Otros agentes podrían hacer el trabajo del chico, al menos no se iría con las manos vacías. Miro el brazo de la hermosa mujer apoyado en su hombro, se quedo un rato pensando pero decidió hacer lo mismo. Cuando sus dedos rozaron la verdosa piel de la pelirroja sintió un intenso picor, apartando la mano con disimulo ¿Qué había sido eso? ¿Acaso se podía tener alergia a las chicas guapas? Ni idea. Guardo sus manos en los bolsillos del pantalón como si nada hubiera ocurrido, acariciándose sus yemas para aliviar el escozor, enseguida se le fue. Ahora estaban demasiado cerca para el gusto del moreno, pero tampoco le importaba demasiado.

El crío era insistente. ¿Por qué tanto esmero? ¿Qué le importaba a él....?
Un momento...¡Cierto! Decía que tenía la misión de buscarles, que debía encontrarles y no paraba de preguntar. ¿Y si era alguien importante? Apenas aparentaba ser un crío pero... Cosas más raras se han visto.

Sea lo que fuere debía averiguarlo. Bien para conservarlo como contacto, bien para echarle de mi bosque cuanto antes.

Pero nunca he sido una mujer especialmente paciente y se me reflejaba la intranquilidad - Argh... No lo sé, era sólo una manera de hablar... - noté su mano retirándose, le había picado.

- Oye cielo, ya que estás aquí y que te has encontrado conmigo... ¿Por qué no disfrutas y te relajas un poco? Todo está bien, ya te lo he dicho, así que... cuéntame... ¿Quién eres?- Mi vista se deslizó sobre su hombro perdiéndose en un pequeño banco de forja, negro, enredado entre hiedras y ramas perdidas con los restos de hojas caídas de los árboles superiores. Levanté mi mano y se desperezaron, cayendo al suelo mientras le señalé con la cabeza y le indiqué para que se sentase a mi lado, acomodándome y ofreciendo el resto del espacio con la amplitud de mi brazo.

- Cuéntale a Mami Hiedra.. - dije con media sonrisa y una calma demasiado poco común.

¿Debería preparar feromonas? Era un crío...
Pero quizá pudiese hacerlo.
Además le quedaba poco para corromperse.

Se acomodo bien las gafas un poco mas tranquilo, como joven justiciero su deber era proteger a los indefensos, y saber que podía ver gente perdida le alarmo un poco, por suerte era una forma de hablar, aunque algo rara. ¿Disfrutar y relajarse un poco? No pegaban mucho con Superboy, aunque una vez al año no hace daño. Se quedo mirando ese banco algo dudoso ¿desde cuándo había estado ahí? Definitivamente este bosque no era normal o su acompañante no lo era. Se dejo guiar sin oponer resistencia, sentándose a su lado mirándola fijamente.

¿Mami Hiedra? ¿Ahora quieres ser mi madre? … oh, lo siento, esta también debe ser una forma de hablar.

Se disculpo por su torpeza. Ya llevaba siete años viviendo y aun no sabía distinguir muy bien la ironía ni las frases hechas. Al parecer era un chico demasiado directo que no le gustaban los rodeos, por eso se notaba algo incomodo en esta situación. Para relajarse o aparentar estar tranquilo saco un pañuelo del bolsillo y se quito las gafas, comenzándolas a limpiar con suma cura para no cargarse los cristales.

No sé que contarte de mí, soy un chico bastante normal con una vida bastante monótona. Acabo de graduarme en la universidad y mientras busco trabajo ayudo a la policía como voluntario.

Como no sabía mentir utilizo la táctica de las medias verdades: el era un chico bastante normal dentro de la joven liga, ya que cada uno tenía sus súper poderes particulares. Lo de la universidad sí que era verdad, pero no buscaba faena sino que se dedicaba a cuerpo y alma a la YJ, colaborando con otros organismos de justicia, como el caso de hoy, la policía.

Y tu Mami Hiedra ¿estudias o trabajas?

Se coloco de nuevo las gafas mientras le sonreía de medio lado, ahora era el turno de la mujer de hablar y lograr conocerla un poco más en profundidad. Mientras esperaba a que hablase se volvió a guardar el pañuelo en el bolsillo.

Respondió finalmente al apodo de Mami Hiedra. Lo tenía en el bote... O eso creía.

Cuando comentó que se había graduado en la universidad no pude evitar echarle un vistazo de arriba a abajo. Me había equivocado, era más hombre de lo que aparentaba... y nadie engaña a Hiedra.
Intenté camuflar mi evidente enfado con una pregunta para salir del paso.

- ¿Ah sí? ¿ Y en qué te has graduado? - No pude evitar seguir avanzando con la mirada al frente, fría y un leve gesto de asco en mis labios.

No me lo creo... ¿¡Cómo he caído en esta estupidez!? Le has dado cariño a ese hombre, ¿Quién se cree que es para tratarme así? Era injusto y yo no le había hecho nada malo. Ni si quiera me fijé en si había terminado de hablar.

- ¿Y qué te lleva a colaborar con la policía de esta ciudad? Gran parte de ella está corrupta, asquerosa y ponzoñosa. Muchos de ellos consumen la droga que confiscan, otros cometen los crímenes que castigan cuando tienen la gorra puesta y todos, absolutamente TODOS LOS OFICIALES SE INTENTAN METER EN LOS ASUNTOS QUE NO LES INCUMBEN. - me sentía traicionada, dolida y estaba HARTA. Me percaté de que había acelerado el paso, de que jadeaba de rabia y de que no había vuelta atrás.

- ¿Quieres reunirte con tus amigos los policías? ¡Por mi perfecto!- Y en ese momento, frente a ellos, mientras todo el bosque se revolucionaba en una maraña en espiral de lianas, raíces y hojas mecidas por el viento, surgió en dos agujeros los cuerpos de ambos policías. Ambos cadáveres con pequeñas perforaciones y arañazos propios de arrastrarse por el subsuelo, sucios y malolientes.

- Te has topado con la Hiedra equivocada muchacho...- y un puñado de lianas se avalanzaban sobre el chico de ojos azules mientras el cuerpo de la mujer permanecía erguido y victorioso.

Le sorprendió ver a esa bella mujer enfadarse, pero más lo que dijo. No le podía caber en la cabeza que gente que dice servir al bien y a la justicia fueran los principales causantes del mar que reinaba en las callas. Se notaba que no se había criado en una ciudad tan corrupta como Gotham, si no en un pequeño pueblo donde sus habitantes estaban bañados por la calida luz de la bondad. A Conner le faltaba mucho que aprender de estos mundos oscuros, por mucho conocimientos que les hubiera inculcado los Genomotfos, le faltaba muchísima experiencia, solo llevaba ocho años viviendo en la tierra. Al ver los cuerpos putrefactos se aparto de ella, al fin había encontrado esos policías desaparecidos, ahora lo importante era como iba a salir de ahí con vida.

Hay muchas cosas que no entiendo y al parecer no hay tiempo para que me las expliques…

Cuando se dio cuenta ya estaba atado por unas lianas infernales. Con fuerza las rompió y se deshizo de ellas, pero le desgarraron la ropa. Como dicha prenda estaba hecha unos trapos se la arranco y la tiro, mostrando su típica y característica camiseta negra con el logo de su mentor grabada en rojo.

Es una pena todo esto, me habías caído bien, pero tú también te has topado con el chico equivocado.

Se puso en guardia, mirando de reojo todo el bosque, tenía que salir de ahí inmediatamente. Tenía que encontrar un lugar donde ganara más ventaja.

Todo parecía estar bajo control…. Bajo MI control. Pero el dolor emocional me recorrió así como el dolor de mis pequeñas cuando la fuerza bruta se hizo presente en el cuerpo del chico que las desgarró.  Sus chillidos ahogaban mi pensamiento y me retorcí en un grito asfixiante de rabia que llenó hasta el último eco del bosque. Odio cuando se defienden. Todo tendría que ser más fácil.

Cuando el interior de su camiseta quedó al descubierto un escalofrío cargado de respeto me recorrió el espinazo. Mis pupilas se alarmaron y mi cuerpo se puso alerta al cien por cien. Recibía todas las vibraciones de mis compañeras en un ratio de casi dos kilómetros a la redonda. Superman… Pero parecía muy distinto. Mucho más inmaduro que aquel que salía en  las pantallas. Y eso dificultó mi siguiente movimiento. Había cambiado de actitud por completo y el perro perdido se convirtió en un lobo solitario. No podía pillarle por sorpresa. Escucharía las pesadas lianas moverse. Tal vez pudiera ver el calor de los seres vivos… Había oído hablar del hombre de acero mil veces. Era el hombre más destacado junto con la rata voladora, para no oír hablar de ellos había que vivir en una cueva. Tal vez físicamente no pudiera con él. Y si quería dificultarle la vida tenía muy pocas opciones… y la que estaba más accesible, por desgracia, eran las feromonas. Iba en contra de mis principios. ¡Parecía un niño, por el amor de una madre!

Miré detenidamente los ojos brillantes del chico, ahora firmes en mí, sin perder atención a su entorno. No tenía otra opción ahora mismo… Era lo único que se me ocurría. Inspiré profundamente preparando pequeños poros imperceptibles en las plantas que nos rodeaban, en mi piel y en mi aliento. Necesitaba unas feromonas bastante fuertes y de acción inmediata. No sabía si había desarrollado deseo sexual, y era mejor asegurarse.  Dios… ¿Cómo podía yo estar pensando en eso…? La duda me hizo actuar más pausadamente de lo que lo hubiera hecho con cualquier otro hombre pero…Tuve que hacerlo. Y eché mi aliento a la vez que todo el ambiente se llenaba de un ligero humo suave como el de un humidificador, de un tono purpúreo claro.

Mi única baza en ese momento era que él se relajase. Que me desease hasta el punto de hacer lo que yo quisiera y luego echarle del bosque, haciendo que me perdonase de lo que él consideraba un delito. Bueno… él y la estúpida ley.  Mi postura se relajó, volvía a estar erguida, pero sin soberbia. Los brazos descansaban alrededor de mi cadera y esperé la reacción pensando mi siguiente movimiento si eso no salía bien.  ¿Tal vez intentar obligarle a ingerir un paralizante? ¿Tratar de besarle con algún preparado? Debía estar preparada.

- ¿Tregua, cariño?- pregunté buscándole con la mirada.

Con el mínimo movimiento que hizo la mujer,  Superboy se echo para atrás con un leve salto, colocándose en modo de contraataque estudiando su contrincante. Se extraño que de golpe apareciera un humo purpura, seguro que Hiedra había echado la primera carta y no podía permitirse perder. Sin darse cuenta su actitud fue cambiando, sintiendo un fuego interno que le aclamaba que lo apaciguara, su mirada fija en ese hermoso rostro fue bajando hasta llegar a su escote… tenía que admitir que poseía  una buena delantera. Conner se sorprendió con sus propios pensamientos, que cada vez subían de tono. Maldecía ese día que decidió “socializarse” con sus amigos de universidad viendo una película pornográfica, porque ahora le venía a la mente siendo la pelirroja y el pelinegro los protagonistas.

Tregua… Una tregua le proponía. El no era el tipo que huía de los enfrentamientos, pero si le seguía mirando así… Dios ¿Por qué ahora pensaba en esas cosas? Si hace un momento la miraba como una mujer normal y corriente, no una con la cual jugar a juegos de mayores. Pensar en todo aquello le hacía sonrojar las mejillas.

Vale…acepto tu tregua… solo me han pedido que recogiera los cuerpos, no que pillara el culpable… así que cada uno podemos irnos por caminos diferentes. Dame los cuerpos de los policías y me iré sin hacerte nada.

Le costaba mantener un tono de voz firme por la vergüenza que le daban sus pensamientos, tenía que irse de ahí cuanto antes mejor.

Perdona D:

OOC: Perdón por el post cortito >.<

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Él era algo... Mutante, héroe, alienígena, meta humano..ALGO. Estaba más insegura que antes, y furiosa. Pero el chico había aceptado la tregua y era mejor no encontrar problemas donde podían evitarse. No quería más bajas ni más destrucción en el bosque.

- Muy bien... tregua entonces..- dije comprobando la eficacia de las feromonas en el color de sus mejillas. Puse cara de despiste, absorbiendo aire con los dientes cerrados y los ojos ligeramente cerrados. - Ish... Verás hay un pequeño problema con eso..- dije acercándome a él, comprobando que sí, era ya un adolescente repelente. Apoyé mis brazos sobre sus hombros, haciendo apoyo en la cadera sobre la suya y volví a buscarle con la mirada. - Tuve que esconderlos bajo tierra y... Bueno... su estado no es el mejor- dije comentándolo con total normalidad, con la voz ligeramente agravada. Al fin y al cabo no era mi problema.

Elevé un brazo a tres metros de nosotros dos huecos se abrieron entre la tierra, de un tono verde azulado de piel con los ojos rojos y la boca abierta al máximo, los cadáveres que ya habían entrado en rigor mortis permanecían petrificados cubiertos de raíces pequeñas que se iban retirando poco a poco.

- Pero...- dije pasando una mano por su cintura a su espalda- No vas a chivarte de mí...¿verdad?- añadí mientras dibujaba espirales en su pecho con la otra mano y le miraba a los ojos enmarcados de unos pómulos sonrojados.

No entendía porque esa mujer se le acercaba tanto, per menos entendía porque le ponía nervioso. Estaba acostumbrado que las chicas se le acercaran demasiado pero ninguna le hacía sonrojar como aquella mujer ¿acaso se había enamorado? No! imposible, Conner nunca sentiría afecto por un criminal. Cuando desenterró los cadáveres por poco no se caía para atrás, la peste de muerte que desprendían era casi asfixiante. Pero ese estado duro poco ya que Ivy volvió a abrazarlo de forma especial, haciendo que el joven súper héroe tartamudeara ente su pregunta. El moreno estaba confuso, perdido, no entendía porque actuaba de esa manera, era como si la tontura adolescente de que tanto hablaban los adultos le hubiera llegado de golpe. Como pudo se aparto de aquella bella mujer, sintiendo un poco de picor en las manos cuando las utilizo para apartarse de ella.

Claro, yo no diré nada de ti y tu nada de mí, en esto consiste la tregua…

Una vez había recuperado las fuerzas cogió los cadáveres y se fue de ahí sin despedirse siquiera, no quería sentirse extraño de nuevo. Por cosas de la vida salió por el mismo sitio de donde había entrado, dejando los cadáveres en el destrozado coche mientras llamaba a la policía para informar del éxito de la misión, omitiendo claro de la visita de la pelirroja y su ayuda.