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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]

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Rebecca Logan
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MensajeTema: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime20th Marzo 2018, 11:45

[1 de Mayo de 2018]

La colisión había dado como resultado un sin número de nuevas especies, razas y criaturas que jamás se habían visto campando a sus anchas por todas partes. En cada rincón del mundo había aparecido un agujero de algo, una huella de otra cosa, o un nido de lo de mas allá. El B.P.R.D se las estaba viendo y deseando para tratar de responder a todas las llamadas, que no sólo se sucedían en América del norte, si no en todo el mundo. No había modo de mantener a raya todas las amenazas y registrar todo lo que era necesario para mantener los informes al día, y menos, si como en su caso, no disponían de la capacidad para actuar en campo abierto sin cobertura apropiada. Rojo estaba estresado, y Abe, cada vez mas nervioso. Después del enfrentamiento con hambre no había parado de pensar que se estaba cociendo algo más grande. Los jinetes del apocalipsis eran como una bandada, y le extrañaba que hubiera actuado en solitario. Mas bien, le perturbaba la posibilidad de que eso no fuese así. La vaquera les había dicho que si en algún momento necesitaban tranquilizar los nervios, podían pasarse por su rancho, pero no disponía de tiempo suficiente como para hacerlo. No estando la situación así de delicada.

Así que ese no era el motivo que le había llevado allí. Según los informes de Rojo, que por primera vez había dedicado algún tiempo en rellenar algunos (Quizá la colisión hubiese tenido algún efecto en él también) junto al terreno colindante al rancho se había generado un bosque extravagante, y más importante, que nunca había estado allí. También había insistido en que había muchas especies vegetales que no tenían registradas, y que en él vivía una criatura fascinante. No había querido especificar nada de ella, y a pesar de sus preguntas, se limitaba a decir que lo mejor que podía hacer era ir y comprobarlo por sí mismo. Abe se consideraba un ser racional, pero era poco dado a creer en la mera casualidad. El hecho de que una humana apareciera ayudando al demonio sin cuestionar nada, y que en sus terrenos colindantes hubiera brotado un entorno salido de la nada que antes no estaba allí, poblado con una criatura de la que no querían hablarle estaba empezando a preocuparle. Podría tratarse de algún tipo de ser que utilizara influjos, hechizos o magias para pasar desapercibido, pero estuviera afectando a las personas. Por experiencia, esas criaturas no se conformarían con engañar a Rojo, o drenar a Rebecca. Así que ya que había llegado hasta ese informe, después de dos meses trabajando en informes atrasados, le pareció un buen momento para hacerlo.

Para que fuera sobre aviso, y no lo entendiera como una intrusión, llamó a la vaquera primero. No le hacía gracia la posibilidad de que por su influjo, notificara a la criatura del bosque antes de que él llegara. Pero por otro lado contaba con su percepción para detectar engaños, y no dejarse sucumbir por los influjos o ilusiones. Era capaz de ver la verdadera naturaleza de los seres, a pesar de ello. Pero no pensaba ir sin nada. Cogió algunos relicarios de protección, su equipo de transmisión, el cuaderno de campo, y se aseguró de que Kate se quedaría donde aterrizaran. Ya había acercado a Rojo hasta el rancho, así que sabía dónde podría aterrizar.

El viaje transcurrió sin incidentes, y el aterrizaje fue sencillo, aunque Azul agradeció poner sus pies de nuevo en tierra. Sobre la hierba verde el aire que desprendían las aspas hacían ondulaciones, como pequeñas olas.

- ¡No se cuanto tiempo voy a tardar, pero estaremos en contacto por radio!- indicó, señalando el walkie colgado en su cinturón lleno de útiles. Kate le dió el Ok con la mano, y luego levantó el vuelo buscando un aterrizaje mejor. Allí había animales de granja y el aparato producía mucho ruido. Si las autoridades locales les descubrían podrían meterse en un lío.

Abe contempló la linde del bosque. En principio, ya se podía detectar una densidad elevada de vegetación, poco habitual en los conjuntos arborícolas de la zona. Presionó el botón de la grabadora y comenzó su informe, adentrándose con dificultad en el denso condensado de raíces, lianas, arbustos y hojarasca. Sólo en la zona externa localizó cuatro tipos de arbustos no autóctonos, y tres especies en peligro nada habituales en la zona. El sol se filtraba a través de la cúpula de hojas, salpicando todo con vivos puntos que dibujaban una imagen idílica y salvaje. Como ver un pedazo del amazonas en medio de la zona exterior de la ciudad de Gotham.

- ... este árbol es poco habitual en ambientes de suelo arcilloso por su alta necesidad en nitratos y...- a través de las gafas contempló un espécimen que estaba abriendo sus hojas. Era un capullo purpúreo con toques rojos en la punta, y consideró que se trataría de algún tipo tropical, hasta que floreció. Sus pétalos tenían una conformación extravagante, con una filigrana bífida en la punta, su peciolo era desproporcionadamente ancho y a primera vista el pístilo parecía tener dos tubos en vez de uno. Se aproximó con cautela, observando la fascinante apertura. - He encontrado una especie indocumentada. No aparece en ninguno de mis manuales de botánica. Quizá se trate de alguna especie autóctona de otro mundo traída a este, o que se trate de algún defecto morgológico de una especie existente o manipulación genética. Muestra unos pe...- Sus labios se sellaron cuando la cinta rodeó sus pies y comenzó a tirar de él, arrastrándole por el suelo. Se sujetó a una raíz de manera instintiva y observó el apéndice que le sujetaba tirando de él. daba a una enorme flor amarillenta, y de pétalos flexibles y cavernosos, que se abrían y cerraban. Jadeó, con la certeza de que debía tratarse de una especie carnívora. La presión de la liana aumentó en torno a su tobillo, haciéndole gruñir. Estaba empezando a doler. Echó mano de su cinturón, intentando encontrar el cuchillo de supervivencia, y con mucho esfuerzo, cortó el apéndice. La flor se cerró y se encogió, casi revolviéndose en la tierra que ocupaban sus enormes raíces. Abe jadeó. Aquello no era una mera planta. Era imposible. Se levantó, soltando la liana de su pie, y guardó el cuchillo. En el proceso, su grabadora se había caído, y el manto natural no hacía sencillo encontrarla. Procurando vigilar el terreno lo más posible, se puso de rodillas, intentando encontrar el aparato caído. Llevaba ya 45 minutos de trabajo. No quería perderlo y tener que empezar de cero.

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Última edición por Rebecca Logan el 5th Abril 2018, 12:22, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime21st Marzo 2018, 11:03

Abril había sido el reflejo insano de una rutina marcada por nuevos seres más que curiosos que no sabría identificar. El Invierno se me hizo eterno y la primavera, como siempre, tardía. Así que aproveché los amaneceres del buen clima para disfrutar de nuevo a piel desnuda del bosque. Mayo es sin duda mi mes favorito, y al fin estaba empezando. Las flores lucían más bellas que nunca gracias a las lluvias limpias y claras de la montaña y relucían sus colores llamativos deseando la polinización. En todo el bosque las maderas se cubrían de musgo, el suelo espumoso se adaptaba al paso de la fauna que lo aplastaba a su camino y toda la arboleda lucía brillante gracias a las gotas de rocío y a la humedad en el ambiente haciendo que se reflejasen en brillos puntuales los rayos del sol.

Mi pequeño paraíso lo era un poco más.

Así que aquella mañana desperté con los primeros rayos para disfrutar de la primavera en estado puro. Revisé los estudios que estaba realizando, hice las rutinas pertinentes de seguimiento (cambios de colores, de tierras, transplantes…) y cuando se aproximaba la hora común del almuerzo, el cuerpo me pedía movimiento y preparé dos lianas gruesas para hacer acrobacias. Perdí la noción del tiempo, del espacio y de todo cuanto me rodeaba por un instante. Ellas parecían relajadas y yo con ellas. El contacto de las lianas contra mi piel desnuda, los cambios de presión, de gravedad y los roces era algo que siempre conseguía distraerme del mundo.

Excellentra, una de mis mejores guardianas percibió la presencia de un extraño y empezó a describirme su tipo. Un macho de metro ochenta con rasgos anfibios o incluso ictícolas pero que constaba de carácter bípedo y con útiles humanos. Flavo comedentia lo dirigió hacia su boca, al parecer representó amenaza y al percibir su dolor del estambre cortado, rugí por lo bajo mientras las lianas me llevaban a toda velocidad, desplazándome como por una marea verde hasta el punto donde se encontraba el ser.

Me quedé en la copa de uno de los árboles que tenía tras él. Observé cómo su cuerpo se movía con aparente naturalidad por la tierra. Su piel brillaba y sus enormes ojos negros parecían mirarlo todo a un nivel de profundidad propio de las criaturas abisales. Clavó sus rodillas en el suelo, buscando algo con las manos. No pude evitar fijarme en su uniforme al completo. Parecía militar y de exploración, tenía buenos recursos, no era barato… osea que no pertenecía a un país en crisis ni…
Espera…
Ese logo…

Fruncí el ceño y acerqué el rostro para esclarecer la escena. Al parecer el cuchillo que portaba su cinturón había sido el culpable de la situación. Apreté los labios en un ejercicio de autocontrol por no saltar a su yugular, si es que tenía y respiré hondo en silencio. Encontré la grabadora antes de que él llegase a verla y empecé a arrastrarla por debajo de las plantas más gruesas, hasta que se una liana fina se enrolló en ella y me la dejó en la palma de la mano mientras él seguía buscando.

Volví a mirarle, a pesar de haber visto todo tipo de criaturas, él se me seguía antojando extraño.

Me coloqué, manteniéndome alerta pero aún con la confianza de jugar en casa, de nuevo entre dos lianas. Descendí lentamente de la copa del árbol en una posición vertical, sosteniendo la grabadora con una mano y pulsando el botón de Play mientras descendía -¿Buscas esto?- poco habitual en ambientes de suelo arcilloso….- Empezó a sonar desde la grabadora y eso acentuó el ceño fruncido que ya mostraba mi frente. -Dime quien eres, por qué me espías y qué haces aquí-Exigí mientras mis pies volvían al suelo y las lianas se retiraban de mi cuerpo por voluntad propia y volvían a subir hacia el árbol.

Mantuve la mano con la grabadora particularmente alejada de él mirándole a los ojos sin amedrentarme a pesar de ese negro turbio y brillante que no apartaban la mirada de mí. Si le había dado la oportunidad de preguntar y no haberle matado directamente fue por esa imagen del puño portando una espada.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime5th Abril 2018, 13:53

Entornó los ojos levemente, confundido. No aparecía por ningún sitio. Pero no había podido caer mucho más lejos. La realidad era que con los sonidos que hacía al buscarla, tratando de apartar las hojas del suelo, encubría el sutil movimiento que la liana que había sujetado su grabadora y la arrastraba alejándola de él. Parpadeó dos veces seguidas para humedecer los ojos, y entonces escuchó algo crujir detrás de él. Su primer instinto fue levantarse de inmediato, echando la mano hacia atrás para empuñar el cuchillo aunque no lo desenvainó. Buscó a ras de suelo o medio alguna posible amenaza, como la que acababa de sufrir instantes antes por parte de la enorme flor carnosa de color amarillo que había intentado devorarle.

Se dió la vuelta, y durante un par de segundos, no encontró la posible amenaza, hasta que comprobó que venía de más arriba. La imagen que descendía lenta pero inexorable desde las copas pobladas de los árboles le paralizó durante un instante.

Sus inmensos ojos negros se abrieron hasta el límite y su boca quedó entreabierta, al contemplar la sinuosa silueta de tonalidades verdosas que descendía haciendo uso de las lianas, balanceándose de manera controlada en perfecta sincronía con las extensiones naturales de los árboles. Su cuerpo desnudo sólo estaba cubierto de forma casual por varios mechones desordenados de una melena roja, ensortijada y salvaje, que descendía por sus hombros, y sobre uno de sus pechos, impidiendo a su mirada insolente hacerse dueña por completo de cada uno de sus rincones. Era una deidad silvestre. La naturaleza hecha carne, ofrecida por el bosque en modo de la floración mas hermosa que había contemplado jamás. Ni se percató de que tenía en la mano su grabadora hasta que la accionó. Entonces, pestañeó un par de veces, y recordó que respirar era un ejercicio de lo más saludable para eliminar esos pinchazos que habían atenazado sus pulmones al contener el aliento.

Su voz resonó en cada rincón del bosque. Al menos así se lo pareció a Abraham. Era dominante, potente y limpia, como las normas que seguía la propia naturaleza a la hora de abrirse paso, sin cuidado o reverencia por lo que se interpusiera en su camino. Cuando aterrizó en el suelo, y sintió que sus ojos le atravesaban por completo, comenzó a sentirse cada vez más y más pequeño.

- Ah.... - jadeó, tratando de recobrar la fuerza para utilizar la voz, pero sólo le salió un murmullo inaudible. Se esmeró en no apartar la mirada de sus ojos, recordando la educación y la cortesía, y tratando de eliminar de su mente la imagen de su cuerpo descendiendo de los árboles. Ab...ab... - le tembló sutilmente el labio. En su mente, una voz le recriminó. ¿Cómo era posible que alguien con una inteligencia como la suya estuviese comportándose así? Tragó saliva y soltó el cuchillo, procurando tener ambas manos delante. Carraspeó, mirándola con insistencia al rostro, que era tan hermoso como el resto de ella. - Soy Abraham Spiens. Puede llamarme Abe. - su voz aún tenía un leve quiebro, pero era mucho más estable. - He venido a investigar la flora y fauna de la zona. Me manda el B.P.R.D. Creo que un agente nuestro habló con usted. El agente Hellboy. - trató de explicarse.

Era absurdo tratar de encubrirlo... a menos que no se tratara de la misma criatura con la que Rojo se había encontrado. En cuyo caso, quizá estaba en problemas. Muy serios.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime6th Abril 2018, 11:36

Al descender clavé mi mirada en sus enormes pupilas y esperé una respuesta que se me antojó eterna. Antes de que la criatura consiguiera abrir la boca por primera vez ya le había examinado varias veces con detalle, dando vueltas a su alrededor a paso lento y decidido como un duelo castellano que empieza lento aguardando el primer golpe. Volví a situarme frente a él (parecía un macho) y esperé con la espalda erguida y las manos a cada lado de mis muslos. El silencio seguía latente en el bosque y en mi rostro se formó un gesto de confusión, con una ceja arqueada y la cabeza inclinada hacia un lado, mirándole de arriba a abajo. Su cuerpo parecía humanoide a todos rasgos salvo quizá la estructura de la columna que parecía aumentar la curvatura de las vértebras dorsales en la torácica uno hasta la once. -ab…-  Mis ojos bailaron por su volumen, concentrándose en determinadas zonas, despreciando otros detalles y observándole como si estuviese generando un archivo en la memoria. Miraba sus ojos con respeto y curiosidad y luego bailaba por su cuerpo, me detenía en el logo, volvía  a su mirada…

-Puede llamarme Abe - Nombre masculino… Bingo
Examiné con la mirada el instrumento que rodeaba su cuello. Un agua clara y de tonalidad azul intensa recorría entre burbujas los canales de tubería que formaban el collarín. ¿Qué utilidad tendría? Nadie es tan necio como para llevar algo tan vistoso y llamativo a no ser que fuese estrictamente necesario o eficaz al cien por cien.

-¿Sabe Abe…? No me gusta que investiguen en mi terreno… Hellboy vino aquí arrancando árboles de cuajo sólo porque le molestaban para abrirse paso y por si no te contó lo que le pasó, vi su verdadera forma y a pesar de ello gané- Lo comenté con calma, era una información que creía necesaria para que me tratase con respeto y cautela. No era una amenaza, solo una información como el cartel informativo antes de realizar un deporte de riesgo.

Cubrí mis manos hasta casi el codo y di un paso calmado hacia él. Parecía estar en constante movimiento, integrada con la naturaleza que era incapaz de congelarse en el tiempo un solo instante. - Me llaman Ivy - Dije ofreciendo la mano, esperando que la estrechase para poder examinar con calma ese fragmento de su cuerpo que me había despertado escalofríos sólo de mirarlo. Él a todos los niveles despertaba la curiosidad científica que hacía mucho que no sentía. Resultaba casi excitante. La curiosidad irrefrenable con la posibilidad de poder calmar la sed de conocimiento en la palma de mi mano...literalmente. Al notar el contacto estreché con firmeza a modo de saludo primero y luego giré ambas manos, dejando el dorso de la suya hacia arriba -Por favor...permíteme- Solicité con calma abandonando el tono formal y pasando a tutearle, dando permiso así a lo mismo de forma recíproca. Un verde más intenso se formó en mis pómulos y me mordí el labio entusiasmada después de pedirle permiso. Relajé el contacto convirtiéndolo en una mano que sostenía la suya y en otra que se dedicaba a recorrer con las yemas protegidas cada rincón de sus manos. Empezando por la conexión con la muñeca, acariciando las últimas escamas a favor del nacimiento viendo cómo se convertía en piel curtida que cubría sus carpianos.  Sin darme cuenta, empecé a sonreír. Los distintos tonos de azul cubrían su piel formando una marea implacable de manchas preciosas que se alineaban curvas sobre sus músculos. Rozando las líneas de los huesos de los nudillos llegó hasta los dedos donde descansaban unas garras planas de color oscuro. Di con mi uña un par de toques sobre las suyas, comprobando su dureza. Finalmente con todos los dedos a la vez recorrí la piel elástica que lo convertía en una mano palmípeda -Membranas sensibles interdigitales….- murmuré, dando la vuelta a su mano-Son finísimas…- añadí contemplando alguna vena que podía percibirse en ese fragmento de piel. Al darle la vuelta fruncí el ceño y dibujé pequeños círculos en torno a los que él tenía en la palma.

Cuando terminé, alcé la vista cerca de él, juntando el rostro cerca del suyo para contemplar de cerca los ojos oscuros como el fondo del mar. -¿Qué...eres tú..?- Se me escapó de los labios que no paraban de sonreír mientras le miraba muy de cerca, con cuidado de no tocarle con mi nariz. No podía evitar mirarle con fascinación. Ahora que sabía que no era un peligro y que además me encontraba con ventaja, podía relajarme con su compañía y disfrutar de la científica ansiosa que aguardaba respuestas dentro de mí. Antes de que contestase añadí algo más, agachando la vista a su cuello mientras unos bucles enrojecidos se deslizaban sobre mis clavículas. -¿Y..qué es esto?- dije mientras me reía, acariciando el inicio de ese sistema acuático que bordeaba su cuello, rodeándolo con delicadeza, memorizando los remaches, los ajustes, dónde apretarlo, dónde tenía refuerzos, en qué zona era flexible… Hasta que conecté mis manos en su nuca mirando esos enormes ojos que me atravesaban.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime17th Abril 2018, 13:20

A medida que la criatura forestal recortaba las distancias, Abe pudo percibir en ella una intensa sensación de amenaza que no provenía precisamente de su lenguaje corporal, o no sólo de eso al menos. Cuanto más se acercaba, mas presentía un peligro inminente que en su mente le remitía de manera constante a un solo concepto. Su cercanía. A mayor distancia recortada, mas intensa era la urgencia por poner espacio entre ambos. Como un grito de supervivencia que te insta a alejarte del fuego. Pero desoyó por completo ese mensaje, no sólo porque quería asegurarse de que la mujer era la persona de la que Rojo le había hablado, si no porque tampoco tuvo opción de escapar. Antes de permitirle una explicación la mujer orbitó a su alrededor, observándole de una manera incisiva y nada sutil. Se vió reflejado en una criatura viva andando en terreno complicado, siendo sobrevolada de manera constante por le silueta de los buitres. Esa idea no hizo más que aumentar la sensación de crispación asfixiante que sentía en ese núcleo de árboles donde ella parecía en su elemento, y él estaba tan alejado de contar con ningún tipo de vía de escape o superioridad táctica. Estaba a su merced, y precisamente por ser un hombre inteligente y de recursos, comprendió enseguida lo que eso significaba.

Tragó saliva, tratando de evitar que se le secara la boca, mientras ella le explicaba el modo en que Rojo y ella se habían conocido. Sabía que por cómo hablaba no suponía nada bueno, pero lo peor era que tenía la certeza de que decía la verdad. Ese modus operandi era de lo más reconocible, prácticamente como una firma para su hermano. Pero fué la siguiente frase la que le hizo parpadear. Lo hizo una sola vez, pero resultó obvio que era una muestra de sorpresa y escepticismo. Si Había conocido a Anung Un Rama desatado y había sido capaz de presentar batalla, no podía ser tomada a la ligera en absoluto. Aunque también era cierto que el temperamento de Rojo habría jugado en su favor. A pesar de lo que pudiera aparentar el grandullón, en la medida de lo posible intentaba no hacer daño a nadie. Al menos en lo que humanos se refiere. Aunque tal vez ella no lo fuera.

Estaba teniendo problemas para utilizar su capacidad extrasensorial. Entre otras cosas porque cuanto más cerca estaba o más fuerza tenía la impronta de la criatura en cuestión, con más nitidez era capaz de percibir. Pero en ese momento la prioridad de su instinto era advertirle de que no se aproximara ni una pulgada más a ella. Aún estaba un poco alterado por el impacto que su imagen había tenido en él. A pesar de haber ido a muchas misiones, visiones y adentrarse en el aspecto más personal de la gente, no era un poder que le agradara cuando traspasaba la barrera de la intimidad personal. Una barrera que, respecto a su cuerpo, ella parecía tener superada por completo, pero que por su parte, trató de hacer prevalecer intacta no desviando la mirada del rostro de la mujer verdosa. Se obligó a mantener sus ojos en los de ella, lo cual le impulsaba a tener otro tipo de enfrentamiento no verbal que hubiera preferido no tener. Pero en ese caso, quizá lo más inteligente era moverse entre la mejor de las peores opciones.

La mujer cubrió de hojas la palma de su mano, como si fuese capaz de hacer brotar la vida vegetal de ella misma. Él observó esa palma, tratando de no desdibujarla de su vista. En su vida, había visto criaturas con poderes imponentes y terribles, pero nunca había visto una fuerza tan bruta como la que parecía dominar ella con tanta delicadeza y naturalidad. El poder de la naturaleza en un chasquido. Era tan maravilloso como aterrador.

El tono de la conversación varió de forma palpable. Su corrección pasó a ser familiaridad. Su distancia se recortó por completo hasta aferrar una de sus manos. En ese contacto directo a pesar de que las hojas le protegían, pudo ser capaz de percibir más. Mucho más. Quedó paralizado por la fuerza de esos recuerdos, de ese torrente de información que surcaba imparable sus sentidos, reactivando su percepción y acallando el grito de superviviencia que había mantenido todo eso inaccesible. Un grito agónico que dió fin a la vida de una mujer humana. Un puñal que la había atravesado de parte a parte, hecho de traición asesina. Sangre palpitando, convertida en sabia. La supervivencia, el dolor y la muerte. El resurgir imparable de una fuerza que no se acababa. Y entonces acarició sus membranas interdigitales...

Entreabrio los labios, intentando explicarse, pero de nuevo, los ojos verdes de la mujer le paralizaron. ¿Sería eso parte de su poder, o se trataba solo de una incapacidad de reaccionar por su parte?

- Soy...- carraspeó al contemplar la bella sonrisa de su expresión. De pronto parecía genuinamente curiosa, como si su único interés fuese saber cosas sobre él. No sabía cómo sentirse a ese respecto. Comprendía que para muchos resultaba interesante o misterioso. Pero en sus ojos no percibía eso. Percibía fascinación. Como si fuera incapaz de hilar una frase con la siguiente, con su siguiente pregunta olvidó responder a la primera. Se concentró en profundidad para no perder el hilo, esforzándose para retomar el control de la situación. Sus manos se centraron en el sistema de respiración. Lo siguieron con los dedos, recorriendo su pecho. No estaba nada acostumbrado a ese tipo de contacto físico. Le hizo sentir tan violento como confundido. El respirador comenzó a generarle una extraña presión en el cuello, que jamás había sentido antes.

- Es un sistema de respiración subacuática. Es...- Tardo unos segundos, ya que la reacción fue con retraso, pero en ese momento el ardor se hizo evidente. - ¡Ah!- exclamó dando un respingo hacia atrás, mientras el cuerpo comenzaba a temblarle. Sujetándose de la muñeca, contempló las membranas que de un color azul pálido saludable, habían pasado a ser de un amarillento enfermizo. Para una criatura tan sensible las hojas no eran lo suficientemente aislantes de las partículas de veneno, y algunas de ellas, aisladas, se habían transferido a una de sus zonas mas receptivas. Las membranas. El Icthio sapiens apretó la mano, cerrando sus ojos negros y siseando entre dientes.

- Shhhh. Que... ¿Que es esto? - preguntó a la mujer, devolviéndole una mirada negra. - Quema.- gimió.

Por un momento había creído que no percibía hostilidad en ella. ¿Se habría equivocado?

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime19th Abril 2018, 12:13

La criatura parecía estar sufriendo una especie de rictus repentino. Quizá fuese algún método de defensa. Muchos animales tenían como reacción al pánico la parálisis, y no solo eso sino que su propio mecanismo de supervivencia les instaba a reaccionar tensando su musculatura y clavando su cuerpo en la posición en la que se encontraban. Quizá precisamente por esa inmovilidad me percaté en particular de la sequedad de su boca y el gesto que hizo en un leve boqueo buscando salivar. Sonreí con calma al ver ese pequeño rastro de nerviosismo en forma de microgesto sobre sus labios. Todo gesto de inquietud en quien tenía delante me indicaba que tenía ventaja.

Cuando le examiné de cerca y mientras esperaba una respuesta le miré a los ojos sin cesar en la investigación personal que estaba llevando a cabo. Recorrí el contorno de sus ojos buscando venas, grietas, pupila… Algún matiz que me permitiera distinguir capas o distintas zonas de toda su esclerótica. Ya observando de cerca pude ver que su pupila, ovalada y oscura como la noche de Gotham estaba recubierta con un iris escamado de azul intenso y profundo. Con ciertos reflejos del sol podría tener un par de brillos plateados y bronces que sólo se podían apreciar a esa distancia casi imperceptible. -¿Eres…?- Le repetí ante su media respuesta. No pude evitar sonreír, tenía cierta gracia esa inocencia petrificada. Tampoco esperaba una respuesta viendo lo pasmado que estaba.

Respiración subacuática había dicho… osea que… -¿Tu medio natural es marino o de agua dulce?- Pregunté mientras deslizaba mis manos hacia su pecho volviendo a recorrer las curvas de su respirador hasta que escuché su grito y me sobresalté. -¿¡Qué!?- El recuerdo de Danny, su gesto de horror y dolor en su tierna carita de ocho años me revolvió las entrañas y el corazón pensando que también podría herir de fatal mortalidad a una criatura tan bella. Por favor… otra vez no…

Me alejé de él retrocediendo un paso presa del pánico y alzando las manos a modo de precaución hasta que extendió su mano hacia mí. ¿Cuándo me había tocado?

Me fijé observando con detenimiento. Las membranas por donde yo había rozado mis dedos estaban palideciendo como si se tratara de un fallo hepático… Pero si le ardía la única respuesta lógica al cambio de color es que ese sería su “enrojecimiento” por irritación natural. -Tranquilo, puedo ayudarte- Comenté con completa calma, extendiendo un brazo hacia arriba como si sostuviera una esfera invisible hacia el cielo, hasta que una rama descendió y posó sobre mi mano una cáscara de coco que estaba repleta en su interior de un gel transparente y viscoso con un sutil toque verdoso. -Es Aloe natural con las capacidades potenciadas, no puedo tocarte así que extiéndete tú… No he conocido criatura a la que la sábila le haga nada negativo, es hipoalergénico- Dije tendiéndole el coco, sosteniéndolo sólo con los dedos por si el roce donde yo había tocado también le afectaba. -Tienes que responder rápido- pedí dando media vuelta y agachándome sobre mis propios talones-Necesito tu medida, tu peso, conocer alergias o irritaciones y un sabor no animal que te guste- Mi voz sonaba monótona fruto de la concentración mientras recogía las hierbas necesarias para el antídoto.

Luego me estiré alzando la mano y agarrando un par de hojas de la copa llorona que se alzaba sobre nuestras cabezas. Una rama me alcanzó un fragmento de una corteza granate, lo recogí al aire y la rama volvió a endurecerse, unos últimos toques y agrupé todo en una masa uniforme. Sinteticé con fuerza todos los elementos en las palmas de mis manos, considerando sus gustos, sus alergias y las advertencias que yo misma había tomado sobre su físico, como que tenía que llevar elementos hidratantes y que no retuviesen líquido. Fruncí el ceño y los labios mientras el cuerpo me temblaba del esfuerzo hasta que en mis manos surgió el fruto. Una pequeña pieza sin hueso un poco más pequeña que una bola de golf, de textura rugosa y el sabor que él me había indicado como favorito. -Toma…- Se lo extendí jadeante y con mi frente brillante de sudor. -Tienes que comértela… Mastica y traga… Es un poco pastosa…- Me apoyé en un tronco cercano, apoyando la espalda. -Tienes...agua de coco para pasarlo ahí- Incrustada en la madera más cercana a él, había otra cáscara pero esta vez llena de agua.

-Soy… tóxica… Al tacto. Normalmente me cubro de hojas para proteger pero por lo que se ve, mis patógenos te han afectado de todas formas…- Estaba agotada. Cada antídoto a mi veneno me costaba un esfuerzo que no era capaz de repetir en mucho tiempo…

Me resbalé poco a poco hasta sentarme en el suelo, me había destemplado por completo y las hojas que yacían en el suelo fueron acomodándose en torno a mí en forma de manta gruesa y suave hasta que cubrieron mi cuerpo , abrazando al árbol que tenía detrás rodeándome en una especie de refugio cálido que me hizo sentir mejor. -Lo siento…- añadí con total sinceridad, desde lo más profundo de mi verde corazón.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime24th Mayo 2018, 12:26

La cercanía que estaba imponiendo la mujer le mantenía en tensión. El hecho de que era una proximidad desconocida para él y que a esa distancia era imposible no familiarizarse con la sinuosa silueta que se adivinaba del contacto que mantenía contra su cuerpo eran los que le habían dejado en una situación tan incómoda. De haber analizado todo de una manera más racional, le habría resultado irónico reconocer que él era quien se sentía más vulnerable, cuando era el único de los dos cuyo cuerpo no estaba expuesto por completo. Abe denotaba una capacidad más que admirable para mantener sus enormes ojos negros dentro del campo más cortés de visión, pero su percepción aumentada, su atención al detalle y la cualidad innata para analizar la situación junto con su imaginación hiperactiva, no estaban reportándole ningún tipo de ventaja en ese momento. Más bien al contrario. Se vió imbuido de una avalancha de sentimientos y sensaciones extrañas que le costó identificar, no porque no las conociera en la teoría, más bien porque no sabía hasta qué punto era capaz de experimentarlas en la práctica.

Es cierto que había sentido una profunda devoción por la princesa elfa Nuala, que había compartido con ella una conexión como no había sentido con ningún otro ser sobre la tierra. Hellboy lo había llamado amor, y en su fuero interno, llegó a considerarlo como tal hasta la última consecuencia. Robó la porción de la corona por ella, se fugó de la institución que le había ofrecido un hogar durante años sólo por la fútil esperanza de que haciéndolo, conseguiría apaciguar la furia de su hermano y con ello, salvarla. Al final, tras la cruenta batalla en la que el ejército dorado volvió a la vida, y acabó comandado por su hermano Hellboy, él había tenido que presenciar cómo su amada se quitaba la vida, para acabar por completo con la amenaza que suponía el príncipe Nuada. Sólo en un último contacto desesperado se atrevió a compartir sus sentimientos por ella, que acabó convertida en estatua. El recuerdo se disipó, diluído en un par de iris verdes y salvajes como el corazón del amazonas.

No. Era absurdo pensar que esa extraña percepción se parecía siquiera un mínimo a lo que había experimentado por la princesa elfa. Sin embargo, su urgencia era mucho mayor. Una que atraía su atención a detalles que jamás habían sido relevantes en otras circunstancias. No importaba si se trataba de una ninfa, de una sirena, o de una súcubo. El los había conocido, aunque es cierto que quien tenía mayor contacto directo con las criaturas no era otro que Rojo. Él se limitaba en muchas misiones a ejercer como apoyo, informador, o investigador. La inteligencia era su fuerte. Pero en ese instante, su conciencia analítica sólo servía para destacar lo intenso de esa mirada fiera, el poder que transmitía su voz reverberando en el bosque, lo indómito de esa melena en la que aparecían hojas y pequeñas lianas trenzadas, como si formaran tan parte de ella como lo hacían del follaje del entorno...,

O la sublime apetencia que transmitía la forma de sus labios del color de las cerezas maduras, prometiendo la dulzura de la fruta en cada frase y sonrisa.

- Es… marino. - resolvió con menos titubeo, recuperando un poco las formas. El hormigueo empezó a extenderse por su mano, aunque lo achacó a otra cosa. Carraspeó.- Pero me adapto al agua dulce. - sintió que aquella frase había salido de entre sus labios con el único objetivo de impresionarla. Aunque continuaba sin entender de dónde venía esa necesidad. El ardor le arrebató esos pensamientos durante un momento de quemazón, hasta que Ivy le tendió el coco. Había sucumbido al veneno en alguna ocasión pero por norma general como a menudo su sensibilidad solía advertirle, era capaz de evitarlo. Quizá no era su miedo, después de todo, el que había activado su instinto de alejarse de ella. Era bastante más difícil de lo que pudiera parecer el diferenciar entre la información que provenía de sus cualidades y lo que provenía del miedo, de la intuición o del rechazo que le causaban sus prejuicios, formados por la información que había acumulado con los años. A causa del temperamento explosivo de Hellboy, él se había convertido en la voz de la razón y la cautela. Algo que había obviado por completo, teniendo en cuenta que había empezado a frotar el contenido de la cáscara de coco sobre su membrana, sin que se le ocurriera siquiera que la mujer pudiera estar engañándole. El posible alivio que le ofrecía pesaba mucho más que sus precauciones. El ardor era muy intenso y había empezado a subir por el brazo.

- 5,11, 172 libras, no tengo alergias conocidas. - contuvo los siseos. Un sabor no animal. Aquello iba a resultar complicado. Su dieta estaba basada en proteínas. Alguna vez hacía excepciones, como cuando bebía con Hellboy o ingería otros tipos de comida. Pero tenía digestiones pesadas que prefería evitar, ya que le adormecían o incapacitaban sus sentidos. - Alga. Cualquier alga comestible. - pidió. Aunque el sabor a fruta hubiese sido más sabroso, la fructosa le producía subidas de azúcar. Incluso con el dolor fué capaz de percibir con fascinación como el bosque respondía a sus deseos. Elementos que por su naturaleza solían ser inanimados, como las hojas o las lianas, se llenaron de una vida que parecía reservada tan sólo a humanos y animales, y respondieron a cada silenciosa petición que realizaba la mujer con meros gestos de sus manos, o sus ojos. Comprimiendo sus manos en un sobreesfuerzo que era más que evidente, con su cuerpo temblando y la frente perlada en sudor, le tendió un pequeño fruto, muy similar al lichi, pero de un color extravagante. Jamás había visto uno como ese. Cogió con cuidado el pequeño fruto, y la duda se adivinó un momento en sus ojos negros, antes de la explicación. Pestañeó dos veces, contemplando el fruto. No percibía en él nada dañino, y se lo tragó de una sola vez tras masticar sin que la textura le resultase desagradable en absoluto, siguiendo el mismo proceso que con su alimento favorito. Los huevos podridos. Tenía un fuerte sabor reconocible a alga nori. Ivy se inclinó contra el árbol, visiblemente agotada. El ardor se había atenuado gracias al aloe, y poco a poco estaba convirtiéndose en un dolor sordo. Contempló el acabado amarillento que había adquirido su mano, para luego remitir de nuevo la mirada hacia la mujer, que estaba creando un improvisado nido de hojas. Comprendió entonces el motivo por el que ése era su nombre. Ivy. Hiedra venenosa. Era tan evidente que podría considerarse un ataque a su intelecto. El hombre se acercó, abriendo y cerrando la mano adolorida. Tragó saliva y se aproximó a ella, acuclillándose a una distancia prudencial.

- No tenías esa intención. Te cubriste con las hojas. Si siempre había funcionado no había motivos para creer que en este caso no lo haría. - intentó tranquilizarla en la medida de lo posible. - Tengo una sensibilidad muy superior. Tal vez por eso hasta la más mínima concentración de tu toxina me cause reacción. Puede que algo haya pasado a través de las hojas, o que estas hayan filtrado una pequeña proporción inocua en humanos. - expuso, intentando encontrar una explicación plausible. Contempló su rostro lleno de delicadeza. Impulsado por una idea, se levantó, se dirigió hasta el coco que ella había depositado que aún estaba lleno de agua y lo cogió para poder ofrecérselo.- ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte en este momento?- No conocía ninguna criatura como ella, y entre ambos ya estaba visto que ninguno podía dar al otro por sentado, así que prefirió preguntar. Resultaba penoso, pero parte de su capacidad recobrada de reacción procedía de que había cubierto su cuerpo. Aunque aún se adivinaba bajo las hojas, ya no estaba expuesto, produciéndole esa sensación de cohibición. - Ese fruto que me has dado. ¿Sólo sirve para la irritación, o se trata de un contraveneno?- preguntó, buscando sus agotados ojos verdosos con los suyos.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime13th Junio 2018, 13:34

¿Qué podía haber salido mal? Comprobé la consistencia de las hojas en mis manos, desconfiando primero del fallo humano, y estaban como siempre. Luego comprobé el entorno con la mirada y con la voz de mis hijas asegurando que no había podido tocar con anterioridad una planta venenosa que tuviese el efecto retardado y tampoco se dio ocasión de fallo. Entonces… Sólo quedaban dos opciones. O su organismo era particularmente vulnerable a los patógenos tóxicos… O mis capacidades habían aumentado.
Pensamiento que ahogó mis ganas y germinó los nervios en mi abdomen.

Estaba agotada… Mi cuerpo se sentía doblemente pesado y tirante, me sentía agotada y necesitaba beber agua pronto. El antídoto consumía gran parte de mis recursos vitales… era como una vida en el desierto comprimida en unos instantes. Tenía seca la garganta, los ojos enverdecidos y agotados y así como mi cuerpo reflejaba cansancio, mis labios se impregnaban de sed.

Apenas pude ver cómo se comía el fruto, cosa que la curiosidad no me iba a perdonar. Pero estaba concentrada en no perder temperatura corporal y mantenerme despierta. Me coloqué lo mejor que pude y entonces sí, alcé la vista buscándole. No fui entonces hasta que no me di cuenta de lo estúpida que podía haber sido. ¿Y si ahora acababa conmigo? Podía tocarme, hacer cualquier cosa conmigo y yo no podría resistirme, me quedaría débil durante las próximas 24 horas y no podía hacer nada. Si era un truco, un engaño, había caído de lleno…
Tenía una debilidad por las criaturas, eso era innegable… Aun en el caso de Hellboy, que se adentró en mi hogar causando dolor, cedí y le di una oportunidad.

Para mi sorpresa, se inclinó ante mí y evocó unas palabras cuya intención parecía querer tranquilizarme. Él, o ello, en este caso, era quien estaba perdonando a la criatura que le había hecho daño. Me perdí en su negra mirada, con una sonrisa débil. -Aun así te he hecho daño…- dije bajando el volumen de voz, adaptándome a su cercanía. Que se reconociera como un ser sensible alivió mi miedo. La vida ya era complicada en el estado de aislamiento en el que me encontraba y sobre el que tanto había estudiado. Sufrir una modificación repentina de mi carácter natural me hubiese complicado la vida de un modo inimaginable.

Suspiré aliviada y le pedí lo único en lo que podía ayudarme -Agua…- dije tragando con dificultad. -¿Te encuentras mejor?- Pregunté señalando su mano herida con las cejas y la mirada, pidiéndole en silencio que me la enseñase.
-Es ambas cosas… Podrás tocarme durante las próximas horas, puedes estar tranquilo, lo he reforzado para ti…- en ese instante me di cuenta de la implicación personal que conllevaba esa frase- Quiero decir por tu situación- Y le tendí la mano a modo de prueba y confianza, esta vez desnuda, mostrando la palma hacia el cielo.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime18th Junio 2018, 10:45

Ver languidecer a la mujer que representaba la fuerza poderosa de la naturaleza le causó una sensación de tristeza que no fue capaz de gestionar. Sentía un desasosiego aún mayor al saber que ese malestar que ahora sufría había tenido mucho que ver con el esfuerzo que le había costado hacer ese pequeño fruto, uno que, por otra parte, estaba ayudando a acabar con esa quemazón tan dolorosa que su contacto le había causado. No conocía a Ivy hasta ese momento, más que por lo que su hermano Hellboy le había contado, que era mas bien poco. Había tenido especial interés en que él la conociera por sí mismo antes de contarle nada más. Ahora estaba empezando a comprender porqué. Era una criatura única. Había visto muchas cosas que podrían parecérsele, y sin embargo, no era igual a ninguna de ellas. A pesar de su furia intempestiva, que mantenía a raya a base de templanza, había mostrado piedad por él. Aunque fuese un intruso en sus terrenos y se hubiera adentrado en el territorio que le pertenecía. Todo ello pasó a segundo plano cuando notó que sus toxinas le estaban haciendo daño. Hasta el punto de exponerse a si misma. En ese momento parecía luchar por mantener los ojos abiertos. Estaba seguro de que si la atacara ahora mismo habría pasado dificultades para defenderse, del mismo modo tampoco podría haber que el bosque le ayudara a protegerse. No aquejada de tanto cansancio.

- Se me han ocurrido muchas cosas desde que te he visto. Pero no que eras tan pesimista. - sugirió con su característica voz suave y tranquila, pestañeando dos veces.

Ver si expresión de alivio le tranquilizó, y cuando le pidió agua miró alrededor. El coco que había cedido para él reposaba lleno todavía en el lugar en que se había originado. Lo cogió con rapidez, volvió sin verter ni una sola gota del preciado líquido que parecía necesitar. A medida que se acercaba tuvo una idea. Primero, le tendió la cáscara de la fruta llena de líquido.

- El agua del interior de mi aparato es dulce y tiene unas condiciones excelentes de mineralicación. No sé que tipo de requisitos tienes, o si hay algún tipo de componente que pueda causarte daño. - dudaba mucho de que así fuera. Pero no podía estar seguro de ello, ya que no conocía las cualidades anatómicas a la que respondía la especie de Ivy. Era muy raro encontrar a un ser cuya fisionomía permitiera producir un tóxico potente a través de la piel. Por eso las criaturas mas grandes solían expelerlo o tenían válvulas preparadas para inyectarlo en pequeñas pero mortales cantidades. La energía necesaria para producir tal cantidad de veneno en una criatura de su tamaño resultaría absurda, y sin embargo, ella había sido capaz de producir no solo la toxina, si no un contraveneno. Literalmente, era un misterio biológico. - Espera un momento. - le pidió, mientras se desabrochaba el equipo, dejándolo reposar en el suelo, y accediendo a uno de los dos compartimentos laterales, que guardaban los contenedores con el agua enganchados a las bombas de presión. Su cuello y sus agallas quedaron expuestas, mostrando la naturaleza acuática de su condición. Con la delicadeza que le caracterizaba abrió y cerró las llaves necesarias, y luego desenganchó la pequeña bombona que le tendió a la mujer. El contenido era de un agua transparente y clara con un toque de color azulado, un tono característico de las formaciones acuáticas en ríos o lagos de montaña en temporada de deshielo. Cuando se acuclilló a su lado y le aproximó la botella sujeta con ambas manos a los labios, ella le preguntó como se encontraba. Abe se detuvo un instante y pestañeó de nuevo, asombrado por su preocupación. - Me encuentro mucho mejor. El ardor está remitiendo. - dijo soltando una mano de la botella y extendiéndola con suavidad inusitada, mostrando sus membranas interdigitales. El color azulado pálido volvía a extenderse por las zonas que se habían amarilleado, y la hinchazón había comenzado a bajar poco a poco. Los movimientos de Abe eran muy diferentes a los de Hellboy. Eran serenos, delicados. Hay quien los habría tachado de amanerados, e incluso de afeminados. Sin embargo, si algo caracterizaba el modo de moverse de Azul, era esa flexibilidad extraña, que remitía al movimiento constante de las corrientes y mareas. Se movía como si su cuerpo estuviese bajo el agua, incluso en la superficie. Como si flotara. - Te lo agradezco mucho. - miró la mano de la mujer, con la palma hacia arriba. Sintió un instante de inquietud. Quizá se tratara de una trampa. Aproximó la mano hacia ella, sin detectar intención hostil, y finalmente, hizo contacto con su palma verdosa y suave. Sintió como le recorría un escalofrío de pies a cabeza. Esa criatura... no había nacido como la conocía ahora. En su interior había un corazón humano que se había roto, y que se había reparado para hacer palpitar en un solo latido sangre y sabia. Una sensación constante de que le observaban se le clavó en la nuca, al percibir la sensibilidad de Ivy, la información que recibía de las plantas a su alrededor. Sintió un miedo atroz al sentir tal cantidad de vida a la que estaba costumbrado a "ignorar" en sus proximidades. Una parte de él quería escapar inmediatamente, abrumado. Otra, sentía una fascinación que le helaba, y le hacía desear alargar el contacto hasta saber cuánto más podría entender de Pamela, sintiendo como ella sentía. Contuvo el aliento, ladeando el rostro, hasta que fué consciente del tiempo tan largo que había hecho contacto, sin ninguna reacción. Carraspeó, mientras deslizaba su mano palmípeda sobre la superficie de la de ella, hasta que dejó de hacer contacto, despidiéndose con las yemas de sus dedos.

- Ah. El agua. - dijo al percatarse de que aún tenía la botella en la otra mano. - Bebe despacio. Por si acaso. - sugirió. Era muy complicado dar de beber a otra persona, pero no sabía si podría cargar ella misma con la botella. Se aturulló un momento, sin saber si tendérsela o dársela por si mismo.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime13th Agosto 2018, 19:34

Comencé a respirar con mayor profundidad, buscando calmar las aceleradas pulsaciones y provisionando así de mayor cantidad de oxígeno a mi organismo. El cansancio se iba liberando con cada bocanada de aire.

-Se me han ocurrido muchas cosas desde que te he visto. Pero no que eras tan pesimista.- Enarqué una ceja mirando con sorpresa y un matiz de indignación los ojos oscuros que parpadearon. Hubiese querido decirle de todo. Que no era pesimismo sino la cruda realidad que se enraizaba en mi dolor. Que todo lo que yo era y todo cuanto se acercaba a mí al final del camino resultaba dañado o herido. Que estaba siendo un desagradecido dada la situación… Y a pesar de ello y de la fuerza salvaje que siempre me perseguía, el cansancio sólo me permitió expresar con los gestos de la cara todo lo que se me cruzaba en el pensamiento.

Cuando tendió el coco hacia mí lo recibí con la mano más cercana y lo dirigí a mis labios pero me detuve un instante cuando le oí volver a hablar. Antes de darme cuenta había empezado a desmontar su equipo de respiración. Alcé una mano mostrando la palma intentando hacer que se detuviese ya que no era necesario, pero ya tenía la botella orientada hacia mis labios y sus manos palmípedas sostenían el cuerpo de esta.

No podía dejar de pensar que ese ser podía hacerme cualquier cosa y que me había expuesto en un acto de pánico absurdo y temerario alimentado por un trauma que jamás podría resolver. Me fijé de nuevo en la insignia del B.P.R.D. Siendo amigo del rojizo…

Negué con la cabeza. -Yo te lo agradezco a ti- y cuando noté su mano sobre la mía cerré los dedos en torno a los suyos, respetando las membranas. Observé nuestras manos unidas durante más tiempo del que me gustaría admitir. Mi piel verde con venas y uñas oscurecidas en torno a una gran mano azul con todos los tonos del mar, algo húmeda y fría que no temblaba ante su contacto. Alcé la vista y ahí le vi, con la boca entreabierta y sus profundos ojos clavados en mi. Era tan distinto a todo cuanto había conocido. Tan… de otro mundo.

Conocía esa mirada… Era curiosidad y fascinación, pero conocía demasiado poco de él o de seres como él como para garantizar si se trataba de excitación, enamoramiento o activación de líbido o si bien, por otra parte, se trataba de la curiosidad científica insaciable con la que tantas noches había convivido. Se me aceleró el pulso, tenía las pupilas dilatadas  y se me secó aún más la boca. Sólo había un modo de averiguarlo.

Separó su mano de la mía y me ofreció la botella. Sonreí un instante, curiosa y a la vez satisfecha de saber que podría dejar de desconfiar de él, bien por la admiración o la excitación que sentía hacia mí. Por el posible descubrimiento científico en alguien de su especie o por un posible futuro amigo con el que compartir pasión. Apoyé los labios en la botella y empecé a tragar, moviendo la cabeza lentamente mientras tragaba cada vez más. El agua… era una auténtica maravilla. Parecía que la hubiesen cogido del nacimiento de todos los ríos. Quizá fuese por la sed y la necesidad, pero me supo como un manantial helado el día más caluroso de una ola intempestiva.

Cuanto más bebía, mejor aspecto tenía y las hojas que me abrazaban se iban retirando comprendiendo que podía volver a valerme por mí misma. La desnudez quedó expuesta de nuevo ante los ojos negros como el abismo recubriendo un cuerpo que respiraba con normalidad, comprendía un latido ligeramente acelerado y delineaba unos labios que sonreían.

Quise apartar el agua cuando me vi saciada y alcé el rostro estrechando los labios pero las gotas sobrantes cayeron por mi comisura, resbalando por la mandíbula y el cuello  trazando una línea brillante hasta el pecho, curvando su camino acorde a los volúmenes de mi cuerpo. El contraste de temperatura hizo que se me pusiera la piel de gallina y me diese un escalofrío.

Respiré hondo una vez más y acomodé junto a mí un hueco mullido, señalándoselo con la mirada invitando así su compañía. Apoyé las manos en el suelo y levanté ligeramente la altura a la que estaba sentada, recolocando mi postura.

-No eres de aquí, eso seguro- dije mirando al frente -Cualquiera de Gotham hubiese intentado capturarme, arrestarme o matarme- giré la vista, buscando su rostro- ¿Puedo hacerte una pregunta Abraham?- Tenía algo… en su esencia, en su modo de moverse, que invitaba a añorar sus escamas. -Nadie me ha mirado como tú me miras.- En mi mente se recreaba la imagen de su rostro ladeado y su vista sin parpadear fija en mí. Esa perplejidad era mucho más que cualquier gesto de deseo que hubiese vivido.-¿Qué ves en mí?-

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime1st Octubre 2018, 15:49

El tacto de sus dedos le hizo olvidar por un instante que el dulce verdor que la recubría era venenoso. Ebrio del fruto que le había permitido sobrevivir a lo tóxico de su tacto, sus falanges se trenzaron en torno a las pequeñas membranas que recubrían las de Abe. Era un sentimiento extraño, no sólo porque no era el tipo de gestos a los que Abraham Sapiens estaba acostumbrado, si no porque de alguna manera, mas que el agarre de una mano humana, lo percibió como si poderosas raíces se abrieran paso utilizando a modo de tierra en la que arraigar su piel cubierta de escamas. Pestañeó al observar ese fenómeno como si se tratara de algo que no estaba preparado para observar o sentir. Como si de casualidad, en un campo demasiado amplio, descubriera sólo de un vistazo una nueva especie desconocida.

Pamela se llevó el tubo a los labios, y bebió del agua mineralizada que contenía con verdadera avidez. observó como una gota furtiva caía de su comisura, y con el hipnotismo del orden natural descendió a través de su cuello. Sólo atrapado por su sentido del decoro, la moral y la decencia, se vió obligado a detener el recorrido cuando llegó a las clavículas. En el fondo, las hojas que habían cubierto el cuerpo de la mujer se pusieron en movimiento, y con suavidad volvió a elevar la cabeza con la intención de no permitir ni por un instante que su mirada descendiera de sus ojos verdes e intensos, clavando su oscuridad en ellos a modo de ancla desesperada. Nunca había creído que pudiera sentir semejante curiosidad terrena, ya que para él conceptos accesibles como la atracción, el amor o el cariño eran un tanto inaccesibles. Si había amado a una mujer, Nuada, princesa de los elfos. Pero la había perdido y el dolor de aquello había amenazado con destruirlo. Esa sensación era muy diferente a lo que había sentido por la princesa, aunque compartía ciertos aspectos...

Acababa de conocer a Ivy, era cierto. Pero de algún modo supo que, como Nuada, Hellboy, o él mismo, estaba sola en el mundo. Era una entre millones, un especímen único, una criatura tan peligrosa como en continuo peligro. Es difícil convivir con ese tipo de sentimientos encontrados, obligado a proteger lo que temes, a dejar marchar lo que amas por su incapacidad para vivir en este mundo que les daba la espalda, pero luego deseaba tenerlos con el único objetivo de no perder algo a lo que odiar.

Dio unos suaves toques a su lado, invitándole a sentarse. En cierto modo el miedo no había desaparecido. Conocía muchas criaturas quisquillosas en su modo de matar, que querían torturar antes a sus presas o que preferían hacer las cosas cuando tenían el antojo de hacerlas. Sin embargo esa era la criatura que Hellboy le había enviado a buscar y le extrañaría que su hermano le hubiera enviado a buscar a alguna criatura peligrosa para él. Además, por el momento, Ivy había hecho mas esfuerzos por mantenerle con vida que lo contrario. Con un suave gesto flexible y rápido, apoyó una mano y rotó sobre una de sus piernas para tomar asiendo donde ella le había indicado. Con las piernas flexionadas, apoyó los codos sobre sus rodillas y miró al frente. Había una clara tensión en su cuerpo, como si quisiera controlar cada movimiento físico, algo que contrastaba con su fluidez a la hora de moverse.

No hizo ningún tipo de apreciación respecto a su comentario sobre la procedencia. Estaba claro que ambos lo sabían y no merecía la pena indagar mas sobre ello. Ni siquiera en el B.P.R.D se conocía su procedencia, al menos, la mayoría de los miembros. No es que tuviera problemas en contarla, pero es difícil explicar lo que no puedes recordar con claridad.

Cuando giró la vista, él hizo lo propio, encontrando su mirada negra con la verdosa de ella. Pestañeó dos veces y ladeó con extrema suavidad la cabeza.

- Desde luego. - afirmó asintiendo con suavidad con la cabeza, procurando sonar lo más educado posible. Cuando le hizo esa pregunta, su mirada descendió perdiéndose en el paisaje. Se apoyó contra el árbol, mirando al frente, hacia la inmensidad de la vegetación densa y espesa, cargada de humedad. Era un ambiente agradable para él, incluso a pesar del suave calor que sentía, aunque ya no podía decir si provenía del entorno... o de sí mismo. - No es nada fácil responder a eso. - Entreabrió los labios y volvió a cerrarlos. Miró hacia las copas de los árboles, dejando que el follaje le inspirara la tranquilidad y el valor necesarios para contestar. - Pero haré mi mejor esfuerzo. - tragó salida, notando que la boca se le quedaba seca, y chasqueó la lengua con tal suavidad que no se escuchó. Se tomó un instante que se suspendió en el tiempo, buscando las palabras adecuadas en un silencio que pareció envolver el momento para ellos. - En una ocasión, tuve el placer de conocer a un primigenio. Una de las primeras criaturas que poblaron este mundo. Una fuerza natural imparable, de ella emergía naturaleza viva. Por desgracia, estaba descontrolado, y su miedo hizo que estuviera a punto de exterminar a todo el mundo. Hubo que hacer una elección...- hizo una pausa. Aunque sus ojos solían tener una película acuosa, por algún motivo en ese momento se mostró mas turbia, dando una sensación aún mayor de humedad. - Pocas cosas me han dolido tanto...- se atrevió entonces a dejar caer su rostro hacia un lado encontrándose de nuevo con el expresivo rostro de la mutante. Observó su piel salpicada de clorofila, la pigmentación desigual sobre sus mejillas y su pelo de un rojo tan salvaje que parecía vetado sólo a los pétalos de las flores mas hermosas del mundo. - Cuando te miro, veo nuestra propia fragilidad. Vivimos en un mundo en el que hay que proteger a las criaturas débiles. Lo único en lo que erramos es en creer que el ser humano es el fuerte. - aseveró, dejando que sus ojos pasearan a través de sus facciones. Ya se había dado cuenta que el rostro de Pamela hablaba un idioma mas claro que su propia voz. - Cuando el mar enfurecido engulle una embarcación se considera una catástrofe. Pero la tragedia no está en la pérdida. Convivimos con ella cada día. Está en el sentimiento que nos produce el hecho de saber que la naturaleza siempre se impone. No importa las medidas que tomemos, no importa la precaución que llevemos. Si quiere alzar sus fuerzas, es imparable. Nos hace sentir expuestos, frágiles, débiles. Sin embargo, existe un instante en que el ser humano, a pesar del miedo que les produce los cataclismos naturales, comprende su propia delicadeza. En el momento de terror, de pánico que les apresa, también son capaces de observar con fascinación y reverencia la impecable potencia arrolladora de lo que está a punto de arrebatarles la vida. Comprenden su pequeñez y también, la magnitud del mundo en el que viven. Comprenden lo poco que importa la ilusión de seguridad, y lo mucho que han obviado la verdad que les envuelve. - pestañeó una sola vez, llenando sus pulmones de aire. - Cuando te miro... siento ese pánico atroz. - le confesó, con una sinceridad que no recordaba haber tenido en mucho tiempo. - y es tan bello y doloroso que temo no ser capaz de aguantarlo.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime12th Enero 2019, 15:13

La mirada de Abe Sapiens atravesaba mi ser de un modo que nunca supe describir. Era como si el propio océano me observase comprendiendo la naturaleza de mi ser. Sin juicios y sin catálogo. Sólo disfrutando de quien yo podía ser y de quién era en el mundo. Estar en su compañía era tan natural y confortable como estar sola.

Cuando inició su discurso, traté de expresar con la mirada la misma confianza que él me hacía sentir, apoyando mi mano en su espalda evitando cualquier incomodidad que pudiera causarle en su anatomía. Tras quedarse pensativo unos instantes, dirigí la mirada a las mismas copas que él y apo
yé la sien en su hombro relajando mi postura mientras escuchaba su relato. Su voz resultaba tan agradable como todo lo que le incumbía. Era calmada y tranquilizadora a pesar de estar contando algo que parecía tan doloroso y turbulento. Alcé el rostro cuando noté que se giraba a mirarme encontrándome con él, tan cerca, tan sincero y tan… fácil.

-Lamento oír eso…- poco puedes decir a quien ha compartido la experiencia más dolorosa de tu vida y sabe, tan bien como tú, que nada de lo que digas cambiará el resultado de su desgracia.

Él continuó -Lo único en lo que erramos es en creer que el ser humano es el fuerte.- Si algo de mi atención estaba puesto en otro pensamiento, con esas palabras me cautivó por completo. Le miré con extrañeza y curiosidad, sin distanciar el rostro lo más mínimo de él. Cada palabra, cómo llegaba el aire a sus labios, la confianza con la que afirmaba que la propia naturaleza acabaría imponiéndose siempre, feroz y poderosa sobre cualquier acción humana…

Me estremecí, la piel erizada delató mis sensaciones y mis pupilas reaccionaron acorde, cual pirata que por fin encuentra su tesoro. Perdí el control y las plantas a nuestro alrededor empezaron a crecer lentamente, floreciendo los capullos que no lo habían hecho, estremeciéndose las ramas a pesar de la carencia de viento y las feromonas libres por completo impregnando el aire y a él sin ser consciente de mi incontinencia. -Cuando te miro... siento ese pánico atroz.- Me estremecí por completo sin poder ocultarlo, liberando un suave jadeo silencioso que me hizo consciente de haber estado aguantando la respiración. Mi pulso se disparó en una taquicardia incontrolable. - y es tan bello y doloroso que temo no ser capaz de aguantarlo.- Tanto miedo me daba romper la conexión tan fuerte que nos enraizó que no creo ni haber parpadeado en ese instante. Aguanté unos segundos de distancia, considerando su miedo, el mío, la inseguridad de su procedencia, su relación con Hellboy y lo que había sentido apenas días anteriores…

Mi mirada descendió de sus ojos a sus labios y finalmente cerré los ojos, luchando por aguantar algo que no debía ser ahogado. Siguiendo su discurso de la fluidez de la naturaleza y su ferocidad, elevé mi cuerpo sobre las rodillas, pivotando sobre una de ellas y me senté sobre él con una pierna a cada lado de su cuerpo en un movimiento lento e improvisado. Busqué su rostro conteniéndole entre mis manos, perdiéndome en sus oscuras ventanas -Nunca sentí con tanta necesidad la voluntad de que me tragase el mar…- Y sosteniendo su mandíbula me incliné sobre él empezando en un roce lo que acabó siendo un beso, dando margen a su consentimiento, sintiendo así lo que para mí era un hecho aislado en mucho tiempo, frunciendo el ceño y notando cómo el eco de sus palabras me oprimía el abdomen y la garganta. Con diferencia era lo más directo, honesto y bello que me habían dicho en mucho tiempo… y saber que era sincero me hizo caer en su extraña atracción.

Sin pensarlo seguí besándole, con la mente en azul incapaz de ocupar la mente en nada más. Sentí en primera persona la suavidad de sus labios, su piel humectante y cálida a la vez… Me fundí con él como lo hacían las olas en la arena encontrando donde océano y tierra se tocan.

No sé cuánto tiempo pasó, pero me separé de él y le miré a los ojos, esperando una reacción, alguna palabra… Cualquier cosa que me hiciera saber si finalmente podía aguantar la belleza y el dolor o si por el contrario esa había sido nuestra despedida.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime5th Mayo 2019, 02:17

Para Abe sapiens el contacto con las personas sólo se daba en los casos en los que había resultado estrictamente necesario: Ni él se encontraba en condiciones de llevar a cabo los gestos mas sencillos sin una connotación intrusa, a causa de las capacidades de "leer" ciertas cosas en ellos que casi todos hubieran preferido que quedaran en el ámbito más privado de la intimidad; ni la mayoría habían mostrado jamás interés alguno en aproximarse a él, mucho menos a tocarlo. Estaba acostumbrado a pasar la mayoría del tiempo en el tanque, en el que se sentía cómodo, tranquilo y a salvo en su medio acuático, sin molestias, sin distracciones. Pero podía recordar con claridad las veces que esa especie de seguridad se había roto. Con Rojo, cuyas interacciones a menudo tenían poco que ver con la emotividad, aunque no podía descartar todas. Con Liz, el día en que se vió obligado a insuflar oxígeno en sus pulmones cuando quedó atrapada en un avión estrellado en un lago.

Con Nuada....

Nuada. Aquello había sido muy distinto a lo que experimentaba ahora. La cabeza de la mujer estaba posada sobre su hombro mientras hablaba, pero no sentía el terrible temblor que le había hecho presa al conocer a la elfa oscura por vez primera. Había tratado de ocultar sus sentimientos por ella, al comprender que la situación no era la adecuada, pero hizo todo cuanto se le ocurrió por mantenerla a salvo de su hermano y la terrible amenaza que éste suponía para ella. Recordarlo dibujó una nube acuosa en sus ojos por un instante. Nuada había dado su vida para salvarlos. Se sacrificó por ellos del modo mas noble y altruista que hubiera visto jamás. Su único consuelo había sido haber podido transmitirle a través de ese último contacto con sus manos todo el torrente de emociones que había contenido, mezcladas con la tristeza mas pura de saber que se trataba de una despedida...

Pero no tuvo tiempo de centrar sus pensamientos en ello, cuando el ambiente, de algún modo, varió. Elevó la vista para ver como el bosque entero temblaba, con una brisa inexistente. Sus ramas abiertas como brazos que le invitaban, sus flores mas abiertas, sus colores mas vivos. Pestañeó disfrutando de ese extraño aroma, y del calor que emanaba de la dulce mujer a su lado. Al ladear la cabeza la contempló como si lo hiciera por primera vez de nuevo. Había en sus ojos una extraña demanda que Azul no era capaz de interpretar. Quizá por que nunca antes la había sentido.

Incluso en los seres excepcionales pueden espolearse los instintos mas bajos, aunque había sido algo inexistente hasta entonces para Abraham, al menos, desde que se convirtiera en lo que era. Como si abriera una pequeña caja que le conectaba con su antiguo ser, algo se revolvió en su interior. Algo denso que se expandió a través de su piel, e hizo brillar una suave iridiscencia en sus escamas. Que le adormeció las extremidades, antes de abrasarlas con un intenso calor.

Le costaría mucho entender que aquello se debía a una de las pulsiones más naturales que pudiera compartir cualquier ser vivo.

Deseo.

Trepó sobre su cuerpo imparable como la hiedra que era, y se aposentó sobre sus piernas. Sintió su peso, su envoltura. La fresca ternura que de ella emanaba. ¿O acaso Abe estaba tan poco acostumbrado que así le parecía? La sorpresa en lugar de traducirse en una expresión de ojos atentos y boca abierta se embriagó de esa sensación largo tiempo dormida traduciéndose en un suave pestañeo incrédulo y lento. Grabando en su mente la imagen de la mismísima belleza que había sido capaz de recordarle lo que era la lascivia. Ignoraba por completo que se tratara de las feromonas en el ambiente. Si algo acrecentó esa niebla de erotismo en la que era incapaz de ver nada fue el tacto de las manos de la dama en torno a su rostro, llamándole.

A través de su contacto percibió la necesidad de beber de él. Su boca le reclamaba sin sonido alguno, en cuerpo y alma. Le arrastró a ese mar verde donde ya no le importaba volver a probar el aire, porque ahora su respiración dependería de la esencia de clorofila que emanaba del aliento de Ivy. Sus labios hicieron contacto, clavándole como espinas el dulce veneno del primer beso...

Y se perdió...

Abandonándose, cerró los ojos notando bajo el trajo de neopreno como si su cuerpo fuera insuficiente para contener todo lo que estaba experimentando, amenazando con estallar en cualquier momento. En su cuello, un suave crujido precedió al despliegue de las branquias vibrantes y cargadas de sangre azulada que fluyó frenética a través de todo su cuerpo. Así, Azul se volvió mas azul que nunca. Sus manos presa de la necesidad, la envolvieron con la inusitada suavidad de una corriente de agua. Sin posesión o dominancia. Con sus manos membranosas acarició el bosque entero escondido bajo la piel de la mujer, sintiendo vida en cada milímetro.

Y cuando se alejó de él, el vacío se le antojó insoportable. Abrió su mirada negra y trató de entender la muda pregunta que escondían sus verdes ojos indómitos. Su mano palmeada acomodada tras su nuca la atrajo hacia sí de nuevo. Mejilla con mejilla, mientras sentía su cuerpo colapsar y su mente desmoronarse. No era capaz de recordar siquiera su desnudez. Así, con el rostro unido al suyo le permitió sentir la inmensidad que le había regalado con un gesto tan pequeño. Un abrazo en el que quiso fundirse hasta dejar de existir si era necesario, como la lluvia se drena a través de la tierra que respira para transformarse en algo mas grande. Esa era la manera en la que deseaba estar dentro de ella y convertirse en parte de su ser.

Sus lágrimas empaparon su piel verde, pero no había modo alguno en que pudiera interpretarlas de manera incorrecta, porque aunque Abe no la apretaba en demasía, reclamó la presencia sobre su piel como jamás se habría atrevido a hacer de no ser por la cantidad de feromonas suspendidas en el ambiente.

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime25th Septiembre 2019, 21:10

Me fundí en cada milímetro que su húmeda piel me permitía percibir. Contando con una precisión admirable los minutos restantes de efecto de antídoto que le quedaban a Abraham. Sólo cuando terminé el beso pude contemplar el cambio anatómico que acababa de sufrir. ¿Qué tipo de células cromatóforas podía poseer una persona antropomórfica? ¿Sería un reflejo o realmente su azul se había intensificado? Era una visión maravillosa y perfecta. Como estar sumergida en la más cruel de las profundidades sin poder morir ahogada.

Conteniendo la respiración, que movía con violencia mi pecho, aguardé al roce de su mano palmípeda en mi nuca, inclinándome sobre él de nuevo. Volví a sufrir la tentación de besarle de nuevo, pero aguardé a su voluntad. Rozó mi mejilla y cerré los ojos, sufriendo un escalofrío y estremecimiento repentinos sólo con pensar en la cercanía que volvíamos a compartir. Toda la tensión nerviosa que podía tener, se disipó cuando fue capaz de hacerme sentir así. Tan.. plena. Sentí la necesidad y la relevancia con la que me miraba, podría morir en el sitio si yo se lo pedía a cambio de repetir el sencillo aunque magnífico beso que nos acababa de fundir. No era la primera vez que me miraban así…

Y entonces me di cuenta. Había estado liberando feromonas de forma inconsciente. Alcé las cejas, cortando cualquier tipo de emisión al instante.

-Abraham…- le miré a esos inmensos y dulces ojos. Confesarme no merecía la pena. Ya había resultado herido de gravedad por mi culpa… Y probablemente, si me confesase y había sido afectado, no le importaría con tal de seguí. Así que cuidé de él, dentro del manto de ilusión en el que nos encontrábamos ambos.

Nunca pasé necesidad sexual. Y hoy en día, incluso como humana patógena podría hacer que cientos de hombres quisieran acostarse conmigo aunque eso hiciera que perdieran el tren inferior de su propio cuerpo. Pero nunca consideré una violación química como una carta que estuviese en mi baraja. Siquiera como algo moralmente considerable. Así que, en ese abrazo permanecí unos segundos más. -Vamos a ir muy despacio, Abraham. Puede que no estés tomando la decisión de una forma completamente racional así que… Vamos a estar juntos muy despacio y en el mínimo instante en el que tengas duda, dolor, desgana o cualquier otro tipo de reacción que no sea puro convencimiento de querer hacer lo que estemos haciendo en ese momento, me lo harás saber. Con palabras o con tu piel..- le miré a los ojos. Sus lágrimas parecía que lo hacían incluso más hermoso.

Besé su frente, con los ojos cerrados y le abracé, dejando reposar su rostro en mi pecho, sin apartarme de él. Si bien es cierto que la tensión había comenzado antes de la liberación de las feromonas… al no estar segura, no quería continuar hasta estarlo. Usarlas para manipular era un juego muy distinto. Para mi suerte en este caso, el efecto de las feromonas podía ser disuadido en cuestión de un par de minutos. Una molestia en otras situaciones en las que tenía que permanecer constantemente emitiéndolas para sostener el deseo.

Según me invadía la idea de seguir haciendo lo que estábamos haciendo, más me repugnaba la idea de pensar que yo podría estar aprovechándome de él, utilizándole como una herramienta de desquite sexual cuando mis deseos hacia él nadaban en otra realidad mucho más lejana. Hacía años que no perdía el control sobre las feromonas… Sólo imaginarme continuando hacía que me revolviese el estómago. -Mira, vamos a quedarnos juntos… unos dos minutos. Sólo juntos, con los ojos cerrados.. Y después, quieras hacer lo que quieras, lo respetaré y te guardaré como un recuerdo hermoso de un día que espero no olvidar- Cerré los ojos con él, respiré en profundidad e incliné mi mente sobre la de él, estableciendo contacto.

Si Abe quisiera, podría ver lo sucedido. Mi capacidad de las feromonas, la emisión involuntaria de las mismas, mi culpabilidad, las ganas de que esté a salvo, mi… amor aún no maduro por todo su ser y lo que él representaba. Pero sobretodo mi miedo a vulnerarle. Una constante sensación de pánico por haber podido influir en una decisión tan personal como un beso o la continuidad de una relación.

Fueron los dos minutos más largos de mi vida, pero los conté con la misma precisión que la duración de la cura.

Cuando terminó el tiempo prudencial, con los ojos cristalinos, me separé de él, observé de arriba a abajo evaluando su reacción física y esperé. -¿Te encuentras bien?- Busqué, con las mejillas enverdecidas, una respuesta cordial. Luego pensé en la circunstancia real. Su predadora estaba encima de él. Moví la pierna con para apartarme de él, tratando de reducir su posible incomodidad al máximo posible. -Lo siento. Aunque creo que ya lo sabes…- Desvié la mirada.

Había permitido que mi cuerpo perdiera el control con algo tan básico. ¿Cómo había podido fallar así? ¿Qué había salido mal? ¿Por qué con él..?

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime8th Marzo 2020, 03:02

Abraham comprendía lo que era el deseo sexual, si bien es cierto que dada su naturaleza racional no había sido capaz de experimentarlo en propia carne sin interferencias de las criaturas sobrenaturales tales como sirenas, musas y otras dotadas de hechizos de atracción o glamour, en todos aquellos casos había una voz de alerta que hacían que su mente se mantuviera anclada en el pensamiento de que se trataba de un truco. En este caso, sin embargo, quizá a causa de que las feromonas eran algo que estaba presente en el propio organismo de los seres vivos, y no resultaban sobrenaturales ni invasivas, Abe no fue capaz de detectar su influencia hasta que la capacidad para leer con su tacto detectaron la increíble turbación a la que Hiedra se había visto sometida cuando por fin se hizo consciente de que había estado liberando esa sustancia en el aire.

También pudo detectar la carencia de intenciones retorcidas y el arrepentimiento sincero que procede de haber cometido un error. Así, cuando ella le pidió tiempo, Abe pestañeó dejando caer las últimas lágrimas, cerró los ojos tal y como ella le pedía, y permitió que el ambiente volviera a embriagarle con sus múltiples aromas. La frescura del aire que contrastaba con la temperatura cálida que provenía del cuerpo posicionado sobre el suyo le transmitía el calor propio de la vida.

Entonces tuvo una sensación aún más potente que el arrepentimiento, que la culpa, y que el dolor que había producido en ella haber cometido lo que consideraba un fallo imperdonable. Sintió a través de su piel verdosa la necesidad de protegerle, como si él fuese un ser de extraordinaria belleza que ella había estado a punto de estropear por una equivocación...

Y luego, sintió amor.

Supo que lo era, porque él sólo había experimentado algo así en una ocasión. La imagen de la elfa rubia se dibujó en su mente, y sus ojos volvieron a humedecerse. No se permitía a menudo pensar en ella, a pesar de que su despedida había sido dulce, pues se había marchado pudiendo compartir en sus últimos momentos un instante de intimidad en el que se había confesado al fin, fue uno de los episodios mas dolorosos en la vida de Abe. Más incluso que enterarse de que había tenido una mujer, en una vida anterior que no era capaz de recordar. Se sorprendió de la honestidad de aquel sentimiento y lo contempló desde la distancia de su piel azulada como quien observa un pequeño pájaro descascarillando el huevo, sabiendo que estaba a punto de presenciar lo que para el Icthyo Sapien no podía ser otra cosa que un milagro.

Amor... por él.

Cuando la mujer le preguntó si se encontraba bien, trató de recomponerse lo que pudo y entreabrió los labios, sin embargo, tardó unos segundos en que las palabras los abandonaran.

- Mas bien... sorprendido. - sugirió con la suavidad de su tono natural, una vez capacitado para volver a usar sus cuerdas vocales para algo que no fuera jadear con sutileza. En ese momento la mujer comenzó a separarse de él, y en un impulso nada acostumbrado, sujetó con sus manos palmípedas una de las manos de la mujer, y la depositó en su pecho. - No. Por favor. - había un matiz de urgencia en la serena voz de Abe que no solía escucharse a menudo. - No te vayas todavía. - le pidió, pestañeando un par de veces, mientras las membranas de su cuello parecían descender y levantarse de nuevo, como en un leve aleteo constante que acompañaba su respiración.

La contempló en silencio, durante un momento. O tal vez durante toda la vida. En el recuerdo de Abe Sapiens la imagen de Hiedra era tan vívida que resultaba imposible pensar que no había pasado una eternidad observando cada matiz de su rostro, de su pelo ensortijado y rojo contra la verde clorofila de su piel.

- Si... Si pudiera...- eran palabras para sí mismo.

Con un gesto gentil, la mano que mantenía la de Poison Ivy contra su pecho se deslizó acariciando con suavidad sus nudillos, se introdujo en el espacio entre los dedos de ella y su propio pecho, dobló los dedos en un puño, para separarla de su cuerpo y con un gesto delicado volvió a extenderlos dejando ambas palmas haciendo contacto entre ellas. Cerró los ojos, y pudo percibir aún con mayor intensidad. Se sintió sobrevolando un horizonte verde lleno de venas que palpitaban a través del bosque, y su piel de menta dibujó los mapas de cada una de las criaturas vivas. Ella no era Nuala. Tampoco tenía su poder, y no podría hacerle comprender con la misma claridad lo que le había regalado. Pero tal vez...

"Si pudiera..."

En ese momento, sin que él fuera consciente de ello, una iridiscencia azulada se encendió en su rostro, recorrió su cuerpo salpicándolo de pequeñas luces como estrellas encendidas mientras trataba de encontrar la esencia misma de su sensibilidad, y el último recoveco de sus emociones. Por una vez, intentaba verter y no drenar. Si pudiera hacerlo sólo una vez... necesitaba que fuese esa.

Y así, fue capaz de sentir el bosque a través de su legítima madre, y transmitirle desde lo mas hondo de su ser un mensaje. Ella no podía percibir los sentimientos del propio Abe, si no que estos comenzaron a crecer desde las plantas mismas. Lo que ella desconocía era que de alguna forma estaba actuando como un intermediario. Ella transmitía los sentimientos de Abraham a las plantas, y ellas crecían a su alrededor, transmitiendo así lo que él deseaba expresar, pero era incapaz de decir con palabras. Floreció el agapanto, el aciano, la genciana y también la amsonia. Mientras la mano palmípeda de la criatura temblaba del esfuerzo y las luces azules alcanzaban su máximo esplendor antes de desaparecer, del reverso de la mano de Hiedra que se mantenía unida a la de Abraham Sapiens brotaron dos Amapolas del Himalaya de un intenso color azul, que se abrieron dejando ver un núcleo dorado como el mismo sol.

Las luces azuladas se extinguieron y él abrió los ojos con una muda súplica en ellos. Exhausto sin saber porqué, inseguro de que el mayor de sus intentos no hubiese servido para nada. Se hundió en los ojos de Hiedra, y se perdió en su verdor con una súplica silenciosa.

"Si pudiera..."

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime19th Marzo 2020, 01:36

A pesar de todas mis experiencias, cuya lista no era breve, nunca había sentido nada con la misma intensidad que con Abe Sapiens frente a mí. Era como si incluso los parpadeos se ejecutasen con peso, con relevancia. Él era parco en palabras pero delatado en lenguaje corporal. Es uno de sus múltiples encantos. Cuando giré las caderas para distanciarme y noté que me retenía sujetando mi mano, para que me quedase, suspiré de alivio, sofocada por la tensión. Estábamos acelerados, emocionalmente descontrolados y las feromonas y hormonas jugaban en nuestra contra. En la de los dos. Quise buscar la excusa para parar. Aun conociendo los procesos científicos de todo el proceso, las endorfinas, el ritmo cardiaco, las glándulas salivares bloqueándose… Sabía por qué estaba como estaba y por qué mi cuerpo reaccionaba así. Pero con él, lo inexplicable me ahogaba. Y lo peor de ello es que no me importaba y quería ir aún más profundo.

Sentí como la oscuridad absoluta de su pupila se quedaba observando mi contorno durante más tiempo del que seguramente se hubiese percatado. Para mí, esos instantes de tortura e inconclusión me estaban empezando a afectar. Con la boca seca intenté tragar, sintiendo una leve punzada de dolor en la garganta. -¿Abe…?- Si pudiera… qué?

Sus nudillos resbalaron sobre mi mano y miré entre ansiosa y apenada por la duda, contemplando cada milímetro de la piel azul que se adaptaba a sus huesos ciñéndose a mi mano. Busqué sus ojos de nuevo, suplicando que se quedase a mi lado. Que hiciese lo que hiciese me permitiera seguir observando su mirada de vez en cuando…

Y si pensaba que el azul no podía ser más intenso, me sorprendió con un baile iridiscente de pulsaciones e instintos por todo su cuerpo que hizo que mis lágrimas cayesen con mayor fluidez, fruto de la pura emoción y admiración. Sólo quería estar cerca de él. Poder contemplarle un poco más cuando necesitase sentirse apreciado. Abe no podía ser más hermoso. Era la viva representación de lo genuino, lo naturalmente puro… Una inteligencia irrefrenable en un cuerpo que había doblegado al control de sus instintos, ahora por fin liberado, permitiéndose el lujo de sentir todo cuanto el momento le preparase. Estaba floreciendo y por lo que parecía, disfrutando de una libertad que hacía tiempo se había prohibido. Bufé una sonrisa. Me hubiera gustado apoyar mi frente en la suya, pero el fenómeno de su piel me mantenía alérgica al parpadeo y al movimiento. Parecía una fotografía.

Hasta que el susurro sutil de mi entorno me sacó de mi ensimismamiento. Vívidas plantas azules como el reflejo de la pureza y el amor, surgieron a través de una comunicación que ni podía ni quería comprender. Me dediqué a sentir a través de mí un mensaje que, cifrado, se me hacía comprensible a través de los pétalos. Había dejado de preocuparme por las lágrimas hacía tiempo. Sonreí sin secarme las lágrimas, no quería soltarle.

Seguí el curso de las flores azules hasta detenerme en nuestras manos, observando esas amapolas. Suspiré su nombre dejando escapar lo que me quedaba de alma -Abraham…- y le rodeé sin oprimirle, dando margen a que respirase y descansase tras el milagro que acababa de obrar delante de mí. Entre nosotros. Me aferré a él como si fuese más importante que mi propia respiración. Sentía que lo era. Las flores empezaron a multiplicarse por instantes y en unos segundos nos vimos sumidos en una inmensa masa de pétalos azules. Se entremezclaban tantas entre sí que las siluetas parecían fusionarse en una línea interminable de caos. En medio de ese nicho azul, yo rozaba la nariz contra su frente, me agarraba a su cuerpo y buscaba sus labios desesperadamente deseando encontrar el modo científico de detener el tiempo. Estaba en paz, por primera vez en mucho tiempo… No había nada más. Y la felicidad debía ser eso. -Quédate para siempre…- era una súplica a la que ya tenía respuesta. Pero los deseos se habían adelantado a la razón y no habían permitido que los impulsos nerviosos detuviesen mis labios. Aun así, él podría notar que yo sabía la respuesta.

Vivir así, con esa transparencia y esa facilidad… Abe, eres un sueño cumplido que no sabía que había tenido.

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You don´t need a sword to cut two roses...

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MensajeTema: Re: A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC]   A flor de piel [Pamela Isley, Abraham Sapiens NPC] Icon_minitime8th Abril 2020, 00:46

Su abrazo fue toda la respuesta que necesitaba a la muda súplica que había sido atendida. No sabía si provenía de sus propias fuerzas o por el contrario se trataba de la bendición de algo más. Si hubiera hecho mas esfuerzo en pensar, podría haber considerado la posibilidad de que hubiera sido la propia Hiedra la que hubiera hecho eso para él, y no al contrario, como le gustaría pensar. Pero por primera vez en su vida desde la pérdida de Nuada fue capaz de obviar la insistente voz de su mente que se dedicaba a analizar todo a través de la razón, permitiéndose sentir más y pensar mucho menos. Aquel espacio que habían transformado las interacciones de ambos se convirtió en un hermoso paisaje templado por tonalidades verdosas, salpicado por un azul tan luminoso y lleno de matices como la cubierta de un mar inmenso formado por millones de gotas de textura sedosa que cubrían su superficie bravía y salvaje. Perfumaban el ambiente con una melodía que los sentidos de Abraham luchaban por analizar y que se grabó en el interior de su cerebro de modo que sus millares de notas combinadas despertarían en el una respuesta instantánea de etérea excitación sublime.

Unieron de nuevo sus labios a causa de la búsqueda de su encuentro que Ivy le brindaba, y degustó de nuevo la calidez incipiente de su boca invitadora. Deslizó sus finos labios sobre sus mejillas, percibiendo el salado sabor de las lágrimas que la divina naturaleza le brindaba a través de su creación. Las barrió de su superficie con la delicadeza con la que el sol se encarga de vaporizar las gotas de rocío, aportando todo cuanto puede a su crecimiento y nutrición.

Hechizados de las circunstancias, el escenario y la situación, ella le llamó con su canto de sirena, y sólo en ese momento supo que no podría ser capaz de corresponder a cada una de sus peticiones... pero por todas las fuerzas sobrenaturales que cruzaban la tierra, cómo habría deseado poder serlo. Enseguida supo que no hacía falta respuesta alguna para que ella comprendiera sus silencios. Lo cual resultó aún mas hermoso que todo lo que habían estado compartiendo hasta ese momento.

Los dos lo sabían... motivo por el que sobraban las palabras.

Así que se contentó con cerrar los ojos, surcar con su palmípeda mano el interior de su melena roja como la pasión otoñal contra el atardecer, y atraerla contra su cuerpo de nuevo. Un deseo irracional y poético cruzó su mente, y aquello le sorprendió. Conocía a grandes poetas y pensadores. Había leído libros sobre todo cuanto se pudiera imaginar, si bien comprendía la pasión, no la había experimentado en la carne con la intensidad que las letras parecían querer transmitir. Al menos hasta entonces pues debía admitir que con Nuada, su deseo había resultado mucho mas sosegado y desconocido. Así, se vio envidiando con cada fibra de su carne la tierra en la que Ivy plantaba cada una de sus creaciones. Si él pudiera darle un refugio como el que ella le ofrecía... si pudiera plantar en él, enrraizarlo con su magnificencia y convertirlo en una parte de su esencia.

Así podría formar parte inequívoca de ella... y sería suyo.

Una idea que debería haberle aterrorizado, pero que para su sorpresa, no le resultó perturbadora en absoluto.

Así es como quería sentirse, y en parte, también como se sentía...

Porque el dulce veneno de la Hiedra Venenosa ya circulaba bajo su piel... y para eso no existía antídoto.

[FDP: Si te parece lo dejamos por aquí. ¡Muchas gracias por el tema, me ha encantado!]

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