Jean-Luc Dufayel
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Mensajes : 14 Fecha de inscripción : 31/08/2014
| Tema: Ficha de Jean-Luc Dufayel 1st Septiembre 2014, 16:57 | |
| FICHA DE JEAN-LUC Nombre: Jean-Luc Dufayel
Alias: Sensor, Rastreador
Edad: 33
Universo de Origen: Marvel
Organización: Futuro vigilante
Nacionalidad: Estadounidense
Raza: Mutante
Mentor: -
Bando: Neutral
Ocupación: Agente ayudante de investigación criminal
Descripción Física: Jean-Luc es un hombre alto, de aproximadamente metro setenta y ocho, de complexión delgada y tez blanca. Sus ojos son castaños claros, y su cabello largo y azul (el color es debido a su gen mutante), con el lado derecho de la cabeza medio rapado. Públicamente su rostro casi siempre es inexpresivo, y ofrece una imagen de continua tranquilidad, como si nada le perturbase o pusiera nervioso.
Descripción Psicológica: La personalidad de Jean-Luc ha cambiado mucho a lo largo de su vida. Si bien se trataba de un chico normal siendo adolescente, alegre, simpático e incluso gracioso, amigo de sus amigos y respetuoso con los mayores además de buen cristiano, su entrada en el psiquiátrico daría comienzo al cambio radical de su vida. Durante su estancia en dicho lugar, cuando no estaba demasiado medicado, la emoción que más experimentaba era el terror de creer estar poseído por fuerzas demoníacas que le provocaban las visiones, habiendo sido abandonado por Dios, lo cual provocó que llevara su existencia allí simplemente esperando su fin. Antes de salir de allí, llegó a creerse que realmente sufriese de esquizofrenia, lo cual no mejoraba su estado de ánimo, pues sabía que no había muchas esperanzas de curarse y pasaba días enteros imaginándose el resto de su vida teniendo alucinaciones o siendo medicado para no tenerlas. Durante este tiempo, no se relacionó con nadie, ni otros enfermos ni el propio personal del edificio. Con quien más relación tenía era con su psiquiatra, al que debía contarle con detalle aspectos de su vida, su relación con familiares, etc.
Al salir del psiquiátrico con un trabajo por delante, quienes antes le conocían difícilmente podrían reconocerlo. Aunque al principio tuvo que "aclimatarase" al hecho de vivir en libertad y dejar la medicación, el descubrir que no estaba enfermo y que tampoco era causa de sus creencias le dio un motivo para seguir adelante y para apreciar la vida. Cuando salió se encontró con un mundo donde públicamente el mundo sabía de la existencia de mutantes viviendo entre los humanos, y donde ambas especies se protegían o se destruían mutuamente. Por suerte, Jean-Luc no había desarrollado una mutación física llamativa, aparte del color de su pelo, por lo que podía pasar desapercibido sin meterse en problemas. Para él eso era suficiente, tan solo quería llevar una vida tranquila, con su trabajo y sus estudios. A su salida del psiquiátrico Jean-Luc se había convertido en un muchacho un tanto solitario, a pesar trabajar en equipo, de semblante casi siempre inexpresivo o serio, siempre mostrando tranquilidad inalterable. De su vida pre-psiquiátrico conservaba la férrea educación de su familia, las buenas maneras y el respeto, aunque el hecho de haber sido encerrado por error generó en él un profundo resquemor hacia las injusticias. La rutina de trabajar para organismos estatales que aseguraban la seguridad nacional y que hacían cumplir la ley a niveles más macro que la policía, por ejemplo, le reforzaron su sentido de la justicia por encima de todo.
Finalmente, Jean-Luc aprendió a vivir sin mantener contacto con sus familiares y sus antiguos amigos. De hecho, ha aprendido a vivir prácticamente sin amigos. El mayor lazo que ha establecido desde que salió del psiquiátrico es el del compañerismo de trabajo, estrictamente necesario para lograr determinados fines.
Historia: Jean-Luc nació en el seno de una familia humilde y cristiana practicante, en un pueblecito muy cerca de Lyon (Francia), allá por 1984. Con la esperanza de mejorar su situación económica, el padre de Jean-Luc gastó los ahorros de la familia para llevarse a su mujer y a su hijo a Estados Unidos, cuando el chico aún no había cumplido los dos años. Tras varios años con permiso de residencia, la familia Dufayel consiguió la nacionalidad estadounidense. y se instalaron en Nueva Jersey. El padre del chico consiguió un puesto estable como mecánico en una empresa de reparación de automóviles, y su madre comenzó a trabajar en la industria textil cuando Jean-Luc ya podía quedarse solo en casa sin supervisión de un adulto, con ocho años. Durante su infancia, sus padres se encargaron de enseñarle su lengua materna, hablándole de los familiares que habían dejado en Lyon, para que supiera de sus raíces. Fue bautizado con tres años allí, y sus padres le inculcaron el cristianismo férreo que habían traído de Europa, sin faltar un solo domingo a escuchar la misa en la iglesia. Tanto la infancia como la primera adolescencia del chico fueron tan normales como las de cualquier otro de su edad: tenía sus amigos, sacaba buenas notas en el colegio y el instituto, y mantenía una buena relación con sus padres, que se esforzaban por darle una vida mejor. No obstante, todo esto cambió a la edad de 15 años.
Justo el día de su decimoquinto cumpleaños, por la tarde, horas antes de la celebración que se iba a llevar a cabo en la casa de los Dufayel, y mientras Jean-Luc ayudaba a sus padres con la decoración para la fiesta, la tranquilidad y alegría que envolvía el ambiente familiar se vio roto en pedazos cuando el joven, entre gritos de dolor cayó al suelo al perder el equilibrio. Cuando sus padres, asustados, se acercaron rápidamente para asistir a su hijo, sin comprender lo que pasaba, el muchacho respondió agitando las extremidades de su cuerpo sin control, con los ojos en blanco y un semblante en su rostro que expresaba aunténtico terror. El joven, desorientado, y sus padres aterrorizados por el repentino ataque de su hijo, desconocían que en ese mismo instante Jean-Luc había despertado sus dones. Pocas horas después era atentido por el servicio médico de urgencias, trasladado al hospital y sedado por varias horas. Al no encontrar signos físicos de lo que al joven le había ocurrido, los médicos aconsejaron a los padres de Jean-Luc que pidieran consejo psiquiátrico. De esa forma, los padres contactaron con un psiquiatra particular de Nueva Jersey para que atendiera a su hijo. Días después, más tranquilo, aunque aterrorizado, Jean-Luc habló por primera vez tras el terrible suceso, con el psiquiatra, describiendo aquello que recordaba sobre lo que había pasado. El psiquiatra apuntó en su cuaderno de pacientes la descripción que el chico le estaba relatando, con todo lujo de detalles. Según decía, el día de su cumpleaños, sin previo aviso, comenzó a escuchar extrañas voces en su cabeza que no reconocía, a ver visiones tenebrosas difícilmente explicables, con colores, texturas y sensaciones que nunca antes había visto ni sentido, su piel se estremecía sintiendo diferentes grados de temperaturas extremas en un muy corto período de tiempo, pasaban por su cabeza imágenes de su propia casa en diferentes épocas, con diferentes dueños viviendo en ella, entre otras cosas. Tras un par de sesiones, el psiquiatra dio su veredicto a los padres de Jean-Luc. El chico padecía de algún tipo de esquizofrenia no hereditaria, pues como aseguraron sus padres, ningún miembro de la familia materna o paterna había tenido nunca dicho trastorno. El chico, al parecer, no distinguía entre lo real y lo irreal, y había comenzado a tener alucionaciones. Los padres, destrozados y sin poder encargarse del padecimiento de su hijo, optaron por ingresarlo en un psiquiátrico recomendado por su psiquiatra.
De esta manera, el joven Jean-Luc pasó su adolescencia y parte de su juventud enclaustrado entre cuatro paredes blancas, medicado a diario y recibiendo visitas cada tres días de su psiquiatra correspondiente, creyendo que había sido poseído por algún tipo de fuerza demoníaca que le estaba castigando por sus pecados. Algo que los trabajadores del lugar creían que era un efecto secundario de la medicación fue la coloración azulada que el cabello del joven empezaba a manifestar, aunque nunca se demostró cuál era su causa. Con el tiempo, Jean-Luc parecía demostrar cierta mejoría, disminuyendo el número de visiones, así como las voces que escuchaba en su cabeza. Al principio creía que era debido a la medicación. Meses después de cumplir los dieciocho, recibió una visita de un señor con traje de chaqueta y placa de policía que deseaba hablar en privado con el chico. En una sala apartada, el señor le pidió que no diría nada de la conversación que tendrían entre ellos, y se lo hizo prometer. Lo que le contó a continuación fue que se trataba de un agente de la CIA, que su organización había seguido su evolución desde que ingresó en el psiquiátrico y que tenían acceso a los informes redactados en las sesiones con el psiquiatra. Acto seguido le confesó al joven que ellos no creían que estuviera loco, ni que padeciese de esquizofrenia. Al contrario, creían que se trataba de un mutante, y deseaban cerciorarse de estar en lo cierto haciéndoles las pruebas que fuesen pertinentes. Jean-Luc, aturdido y adormecido por la medicación, tan solo asintió durante toda la conversación, sin entender mucho el contenido de la misma. Finalmente firmó una serie de papeles que daban su consentimiento para ser trasladado de allí, quedando bajo custodia de las fuerzas de seguridad de los Estados Unidos. En realidad fue llevado a una base secreta de la CIA, en Nueva York, donde el chico fue puesto frente a diferentes pruebas para comprobar el origen de su trastorno.
Tras meses de pruebas, le comunicaron los resultados. Al parecer se trataba de un mutante de tipo sensorial, lo que significaba que lo que el joven pensaba que eran alucinaciones, eran en realidad diferentes tipos de percepciones "extrasensoriales". Se trataba de lo mismo que le había hecho ver, escuchar, oler y sentir cosas inexplicables, que los psiquiatras interpretaron como alucionaciones causadas por la esquizofrenia, y que el chico y sus padres, por su tradición religiosa, pensaron que era obra del diablo. En un principio no consiguió comprender lo que aquellos señores le estaban intentando decir. Pero tampoco se sorprendió demasiado, se lo tomó más como un alivio, ya que después de todo no se trataba ni de posesiones demoníacas ni de trastornos mentales sin cura. De repente sintió que se le había dado una segunda oportunidad. Sin embargo, y casi sin saberlo, había contraído un contrato que le obligaba a trabajar para la CIA durante los siguientes siete años. En este tiempo, Jean-Luc no podía comunicarse con ninguno de sus familiares o conocidos, para los cuales el joven seguía encerrado en el psiquiátrico sin posibilidad de recibir visitas temporalmente. Además, aprendió a utilizar paulatinamente sus poderes, empezó a comprenderlos, a distinguir uno de otro y a utilizarlos para los propósitos que la CIA le exigía en cada "misión", normalmente de búsqueda y rastreo.
Al principio participaba en las misiones casi por obligación, sintiéndose agradecido porque le sacaran del psiquiátrico, pero poco a poco empezó a cogerle el gusto, acostumbrándose a la rutina, interesándose cada vez más por sus dones y por la investigación. A partir de ese momento, aproximadamente con veintidós años, empezó a estudiar de forma autodidacta psiquiatría, antropología, parapsicología, cristalografía y algo de informática, cada vez que tenía tiempo libre entre misión y misión. Prácticamente no salía de casa a menos que necesitara comprar algo o participase en alguna misión, por lo que se acostumbró a llevar una vida social un tanto ausente. Su única compañía era su portátil y libros que cada año se iban amontonando por cada rincón de su apartamento. Aprendió yoga, meditación y tai chi, métodos de relajación y respiración que le ayudaban a concentrarse mejor a la hora de emplear sus habilidades. Con veinticinco años expedió su contrato con la CIA y fue solicitado por el FBI, para el que trabajó en el Departamento de Inteligencia durante los siguientes cuatro años, y donde aprendió a utilizar armas de fuego reglamentarias.
Tras esto, trabajó durante dos años indistintamente para empresas privadas lucrativas, detectives particulares y alguna que otra mafia, hasta que fue solicitado nuevamente por la CIA a la edad de 31 años, con una buena carrera y reputación construida desde la última vez que trabajó para ellos. Tras aceptar la solicitud, Jean-Luc continuó su vida como la había llevado hasta ahora, sin demasiados altibajos. Y habría seguido así, de no ser porque en enero de 2018 Jean-Luc experimentó una de sus visiones premonitorias. En ella, veía algo que ni él mismo podía explicar con claridad, vió la superposición física, espacial y temporal de dos realidades separadas, que acaban por fusionarse, trayendo consigo desastres climatológicos, geológicos, distorsiones espacio-temporales, y nuevos seres. Seres con los que los seres humanos o los mutantes nunca antes se habían cruzado. Él intentó dibujarlo y anotarlo todo en uno de sus cuadernos, mostrándoselo posteriormente a sus superiores, afirmando que eso que se "avecinaba" podría suponer el fin del mundo tal y como lo conocían. No obstante, ante lo extraño e ilógico de sus descripciones (que antes solían ser lúcidas y claras), sus jefes no le creyeron, pensaban que podía haber perdido el control de su poder de clarividencia, o que había consumido alguna sustancia que interfería en sus visiones. De una u otra manera, ante la insistencia de Jean-Luc de investigar el caso, comportamiento que tampoco antes había manifestado, sus superiores decidieron concederle una "baja por estrés", algo así como unas vacaciones hasta que se recuperase, se templase y pudiera volver a la normalidad del trabajo.
Ofendido por la decisión de sus jefes, Jean-Luc se obsesionó con su última visión, y comenzó a consultar con científicos de diferentes áreas de conocimiento, antiguos compañeros suyos, para preguntarles por posibles cambios en la corteza terrestre, en las corrientes marítimas, el clima, etc. intentando averiguar cuándo y cómo ocurriría lo que él ya había visto. Encerrado en su apartamento durante los últimos dos meses desde su "baja", Jean-Luc finalmente experimentó en marzo los efectos superficiales de la Colisión, y se sintió frustrado por no haber podido evitarlo. Finalmente, tenía razón, solo que seguía sin conocer la causa ni el cómo. A los pocos días intentó ponerse en contacto con sus superiores para decirles "os lo advertí" y para volver al trabajo, esta vez investigando sobre lo que se negaron a creer. Para su desgracia, los móviles de sus superiores no daban señal, y tras contactar con uno de sus ex-compañeros, este le informó que durante la Colisión uno de los portales inter-dimensionales que aparecieron por todo Estados Unidos se abrió muy cerca de la base desde donde trabajaban y, al parecer, había succionado más de la mitad del edificio, dejando la otra mitad en poco más que escombros. No es que fuese muy sentimental, pero al parecer había perdido su trabajo, y dudaba que el FBI estuviera ahora mismo interesado en sus servicios.
De esta forma, de la noche a la mañana Jean-Luc había perdido aquello a lo que dedicaba la mayor parte de su tiempo desde que salió del psiquiátrico. Desde que dejó de medicarse, no recuerda otra cosa a la que se hubiese dedicado que no fuera estudiar, investigar, buscar y rastrear. Esa era, además, la base de su sustento económico. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿A qué se iba a dedicar? Bueno, en esta ocasión, debía emprender una búsqueda por sí mismo, la búsqueda que le llevaría a encontrar su nuevo camino.
Poderes: Básicamente, Jean-Luc posee percepción extrasensorial a diferentes niveles, una habilidad adquirida a través de su gen mutante que despertó en él un "sexto sentido", un poder psíquico que se localiza en su propia mente. De esta forma, Jean-Luc se trata de un mutante psíquico-sensorial, cuyos poderes se manifiestan a dos niveles. Por una parte, es capaz de extraer información del exterior, de aquello que se encuentra a su alrededor, bien a través de imágenes, bien a través de sonidos, que le reportan información sobre el pasado o el presente-continuo del lugar, objeto o persona que sea su objetivo. En el caso de la información sobre los lugares, Jean-Luc debe estar presente en dicho lugar, durante un tiempo, y manteniendo la concentración para centrarse en recibir la información que él desea. En el caso de los objetos o personas, él debe de tocar directamente dicho objeto o persona (su piel debe hacer contacto) e, igualmente, concentrarse para ver exáctamente lo que quiere, y no perderse entre el exceso de información. Eventualmente Jean-Luc también puede percibir información del futuro de un lugar, de un objeto o de una persona, pero dicha habilidad no puede ser controlada, y se "activa" de forma aleatoria, normalmente ligado a algún fenómeno o suceso que afecte de forma directa o indirecta a Jean-Luc.
Por otra parte, la percepción extrasensorial le permite a Jean-Luc desplazar su consciencia de su cuerpo, pudiendo moverse de forma incorpórea a través del plano terrenal o bien a través del plano denominado "astral". En dicha forma, el cuerpo físico de Jean-Luc queda totalmente inmovilizado, pues en ese estado su cuerpo carece de consciencia, y por tanto permanece en una especie de coma temporal hasta que su consciencia vuelva a "entrar" en su cuerpo. Con el tiempo, Jean-Luc ha descubierto que en esta forma de proyección astral puede "introducirse" en el espacio mental de otras personas, conviviendo con las consciencias de las mismas, lo cual le permite comunicarse con ellos o leer sus pensamientos.
Habilidades:
-Sabe utilizar armas de fuego reglamentarias. -Se maneja en el Tai Chi. -Por sus hábitos de estudio, absorve conocimientos teóricos con facilidad. -Además del inglés y el francés, aprendió también árabe y español. -Posee conocimientos de informática nivel medio.
Debilidades:
-No posee poderes ofensivos ni defensivos en sentido estricto. -No es experto luchador. -Físicamente es como cualquier otro humano cualquiera. -No puede emplear más de una de sus habilidades al mismo tiempo. -Como todo mutante psíquico, el uso de sus habilidades de forma continuada provoca fuertes dolores de cabeza al usuario durante varias horas. -Jean-Luc padece pánico a los espacios cerrados con paredes blancas, por ejemplo, una habitación cuyas paredes sean blancas, pues esto inconscientemente le recuerda a su estancia en el psiquiátrico. Si se encuentra en un espacio de este tipo pierde el control de sus emociones y suele entrar en estado de pánico irracional.
Equipo y recursos: Sus posesiones se reducen a su apartamento ambueblado, aún en régimen de hipoteca, un par de ordenadores, un montón de libros sobre diversas áreas de conocimiento, y algunos ahorros.
Última edición por Jean-Luc Dufayel el 6th Septiembre 2014, 18:15, editado 4 veces | |
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