Demasiada energía solar, eh? (Priv. Sunbreath)

Cayó hacia atrás, aparentemente la pared acababa de quedarse sin solidez sobre la que apoyarse. Debido a esto, Bryndar acabó por estrellarse en el suelo en medio del gimnasio, de espaldas. Obviamente una caída así no le hacía ni cosquillas, pero le pareció curioso que la chica desease acabar aquel pequeño juego sentándose encima suya. Tampoco le molestaba mucho, claro, aunque tenía que admitir que no estaba acostumbrado a estar de ese lado del suelo. Su forma de proceder con sus enemigos era directa, ruda y poderosa, con algunos trucos bajo la manga para hacerlos lamentar que se hubiesen topado con él. Podía haberla cegado, le podía haber lanzado algún rayo explosivo... podía haber hecho muchas cosas, pero en el fondo sabía que acabaría haciéndole daño y no era su objetivo. Para bien o para mal, no usó sus poderes y acabó perdiendo el juego, a pesar de la naturaleza competitiva que siempre mostraba.

-Vaya, vaya. ¿Portales, eh?-comentó, con una sonrisa divertido.

Se levantó sin más, como si ella no pesase nada, y al incorporarse ella notó una gran mano en su espalda que evitó que se cayese hacia atrás y le dio apoyo para pisar el suelo. No era un gesto muy caballeresco ni nada parecido, pero por lo menos podía decirse que había tenido en consideración. Luego al islandés se le ocurrió algo, ¿de dónde había sacado Coral aquellos movimientos? No es que no pudiese aprenderlos por sí misma a base de una via dura de combates pero ese tipo de vidas dejan cicatriz. Tendría que tener algún tipo de entrenamiento, igual que él tenía la experiencia de haber luchado en la calles como criminal y posteriormente el entrenamiento en la Sala de Peligro al que se sometía todos los días. Oh bueno, muy en su línea de siempre, Bryndar le señaló y preguntó directamente.

-Esos fueron unos movimientos muy buenos, la verdad. ¿Dónde los aprendiste?

¿Sinceramente? El motivo por el que acabó sentándose en su pecho no fue ninguno en especial, únicamente un mero juego, una pequeña tilde de diversión. Con el tiempo había cogido seriedad y tranquilidad, pero a veces le gustaba soltarse un poco y hacer ese tipo de cosas, como lo hubiese hecho cuando de más joven creía que podía con casi todo y era aún más temeraria. Aun así, no pudo evitar echar un rápido vistazo a su alrededor, extrañándose de que nadie hubiese entrado allí. Es decir, ¿era por la tarde, no? Y deberían ser las 5 o por ahí, no era un mal momento para decidir hacer algo de deporte, y más en una instalación tan grande y con tanto equipamiento como había llegado a ver.

-Vaya, vaya. ¿Portales, eh?

-Sí, pos podríamos llamar a...-"así", pero no acabó de decirlo porque su boca se cerró repentinamente mientras que sus ojos se abrían un poco más de lo normal al notar cómo sus pies dejaban de tocar el consistente suelo y su cuerpo se iba de lado. Se fue inclinando poco a poco hacia atrás, pero gracias a dios la mano del chico la paró, pudiendo por fin pisar de nuevo suelo firme. En ese momento sus ojos azulados se encontraron con los de él, del mismo color, y una ligera sonrisilla suave y mínimamente pícara (una picardía demasiado natural en ella) apareció en sus labios.

-Gracias, eres un sol. -dijo con agradecimiento, aprovechando para incorporarse bien de nuevo y bajarse un poco la camiseta que llevaba, que con todo el movimiento se le había levantado hasta encima del ombligo. Y mientras acababa de estirársela, escuchó su pregunta, una que por un momento le dejó casi sin respiración. No era la primera vez que se la hacían, pero...bueno, simplemente no se la esperaba. Aun así, iba a explicar la verdad. Hacía tiempo que ya no le tenía miedo a su pasado, y había aprendido a aceptarlo.

-De asesinos, la verdad. Fui enseñada por ellos desde pequeña, y por lo visto, no hicieron un mal trabajo. Gajes del oficio, supongo. Pero tu tampoco te quedas atrás, eres rápido reaccionando...y eso que no nos hemos enseñado casi nada el uno del otro. ¿Aprendiste aquí?

Alzó una ceja cuando le llamó "sol" pero se lo dejó pasar porque tenía el tipo de sonrisa que le gustaba. Así que había aprendido de asesinos, ¿eh? Y él poniéndoselo fácil. Oh bueno, probablemente los cuchillos normales se rompían al golpearle la piel y si no, una cuchillada se podía contestar con un puñetazo de los que doblan el titanio. ¿Quién de los dos podría salir peor parado? Apostaba a que ella. En todo caso, le dio un tono interesante a la chica. El mundo estaba lleno de gente extraña, y por lo visto hasta mágica, y pensar en tener que combatir a esos enemigos era emocionante. Que viniesen, les enseñaría el poder del sol. De todas formas, ¿qué clase de persona enseñaba a una niña a combatir? Y nada más y menos que de maestros asesinos, por si acaso no era lo suficientemente inmoral. La infancia de Sun había sido normal comparada a eso. Claro que él había tenido sus propios problemas.

-En la calle. Cuando cuatro tíos te rodean con navajas aprendes a reaccionar rápido o morir. Además, desde mi...-se sintió reacio a seguir, pero ahora ya había empezado- Mi cambio, me he estado entrenando para defenderme de los anti-mutantes y otros mutantes que tenga que enfrentarme.

Se miró la mano y se agarró la muñeca con la otra, cerrando el puño, para dar mas énfasis a sus palabras. Los músculos de sus brazos se hincharon y la tensión de su guantelete lo hizo crugir casi como si fuese de cuero.

-La vida de mutante no es pacífica, aunque lo intentemos.

Así que él también aprendió a base de golpes duros. Una lástima, pero parecía que muchas veces para llegar donde estaban tenían que haber tenido un pasado no muy fácil. Y eso lo había ido comprobándolo durante el transcurso de los dos años que llevaba bajo el nombre de Nightwind. Lo que no pudo evitar fue que un atisbo de compasión se clavase en su pecho cuando habló  sobre la dura vida que le esperaba a los de su tipo, reaccionando mientras levantaba la mano, apoyándola justo en el puño que él había cerrado momento antes, mientras hablaba.

-Creo que ninguna vida es pacífica, Sun. Unos más, otros menos...pero, sabes qué? No estás solo. Somos...especiales, diferentes. Nos temen o nos admiran. Pero existimos. -Su sonrisa se suavizó, pasando a una más tranquila, más...amable. Pocas veces la ponía. De hecho, sonreír de esa manera cuando estaba bajo el nombre de Nightwind podía llegar a ser un error, y más en una ciudad como era Gotham o alrededores. - Y si no, piensa que siempre hay personas como yo. Quizás con esto de...la colisión de mundos, podrías llegar a venir algún día al lugar de donde vengo. Creo que verías un mundo totalmente distinto.

Separó entonces su mano, encogiéndose ligeramente de hombros. Por un momento le pareció que el silencio que se creó antes de que él pudiese decir nada se hizo eterno, llegando a percibir el sonido de pasos al otro lado del gimnasio, al igual que algunas risas. Estudiantes que pasarían por ahí, nada más.

-Bueno...creo que con todo esto te he desviado de lo que fuese que ibas a hacer, lo siento mucho. Te has tenido que ocupar de una recién llegada como yo. -no pudo evitar soltar una pequeña risilla divertida. La llegada a la mansión en realidad le había recordado muchísimo a la llegada al monte justicia. Quizás ese era otro de los motivos por los que se sentía tan rara desde el momento en que había llegado, con esa sensación de dejavú acompañado de cierta nostalgia.

-Así que gracias por el entreno, ha sido divertido. Seguiré con mi expedición. Nos vemos! -y tras despedirse, salió del gimnasio. Se había entretenido, pero tenía más cosas que hacer. O quizás volvería con Raven y le contaría todo lo que había pasado.