Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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AutorMensaje
Eclipse
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Eclipse


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Grupo : X-Men

Insignia de Fidelidad : Año 1

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Fecha de inscripción : 09/07/2014
Localización : Academia de Jóvenes Mutantes
Empleo /Ocio : Profesor de música
Humor : Sombrío

Ficha de Personaje
Alias: Eclipse
Nombre real: Dragoslav Katich
Universo: Marvel

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MensajeTema: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime11th Julio 2014, 12:55

FICHA DE ECLIPSE


Ficha de Eclipse Jackie_estacado_2_by_airasan


Nombre: Dragoslav Katich

Alias: Eclipse

Edad: 35 (4 de julio de 1984)

Universo de Origen: Marvel

Organización: X-Men

Nacionalidad: Bosnia Herzegovina / Francia

Raza: Mutante

Mentor: Charles Xavier

Bando: Héroe

Ocupación: antiguo cazarrecompensas. Ha trabajado como profesor de piano y música en la academia de Xavier pero actualmente está en desempleo.

Descripción Física:

- Aspecto humano: Dragoslav es alto (1,83) y musculoso, con un cuerpo atlético y bien proporcionado que normalmente disimula bajo una vieja y desgastada gabardina marrón. Tiene el cabello largo y salvaje, de un negro oscuro que destaca con el prístino azul de sus ojos. Suele vestir ropas cómodas y de corte militar. Hasta el 25 de febrero de 2019, momento en el que se ofrece como sujeto experimental para las pruebas del Extremis en Industrias Stark, tuvo el cuerpo cubierto de cicatrices, y dos cuencas vacías en donde deberían haber estado los ojos, pero el suero aceleró la regeneración de sus células, reparando todos los daños y lesiones de su organismo sin dejar ningún rastro.

- Aspecto mutante: Eclipse es un manipulador/generador de luz, y en su forma mutante toda la luz que almacena en su interior irradia hacia el exterior, dándole el aspecto de un ser humanoide, de la misma estatura y constitución que en su forma humana sólo que envuelto en luz, con pequeñas ondas luminosas girando a su alrededor y luz brotando de sus ojos. Sin embargo, la manera en la que Eclipse se ve a sí mismo en su forma mutante se ve influida por su estado de ánimo a cada momento. Así, cuando se encuentra furioso o deprimido las luces se transforman en sombras. Para aclararnos, éste es el aspecto real de Eclipse:

Forma mutante real:

Y éste es el aspecto que suele mostrar ante los criminales para infundir terror en sus corazones:

Forma mutante ilusoria:

Siempre que entra o sale de su vivienda o puesto de trabajo lo hace bajo ilusiones diferentes, de manera que nadie pueda descubrir jamás quién es en realidad o averiguar dónde vive.

Descripción Psicológica: Drago lo ha pasado realmente mal en su vida, y eso le ha provocado bastantes problemas a la hora de relacionarse con los demás. Cuando Charles Xavier lo encontró, se creía la encarnación de un ángel que había descendido a la tierra para cobrar venganza contra los criminales que masacraron a su pueblo cuando era un niño. Su mente estaba totalmente dividida, y no conservaba ningún recuerdo del momento en el que había despertado su gen mutante. Gracias a la ayuda de Xavier, recuperó sus recuerdos y asumió su condición de mutante, pero siguió siendo un tipo bastante solitario y muy poco hablador (además de inquietante) hasta que, durante los acontecimientos de Fearland (octubre de 2018) descubrió que en realidad era un mutante de luz y no de oscuridad como había creído siempre. Comenzó a recibir tratamiento psicológico por parte de la doctora Stavridis para tratar sus miedos e inseguridades y empezó a abrirse poco a poco, en parte también gracias a amigos leales y fieles como Sasha, Lobo, Logan... En abril de 2019 es secuestrado por Cédric, un psicópata que se encarga de destruir todo aquello en lo que creía, sus valores, sus principios, su religión, manipulándole mentalmente para que se vuelva contra sus amigos y contra el hombre al que consideraba casi como un padre, haciéndole olvidar a la mujer de la que estaba enamorado, todo lo cual terminó de destrozarlo por completo, y ahora es incapaz de usar sus poderes porque siempre tuvieron un componente psicológico y tras los últimos acontecimientos no se considera digno de ellos. Le queda por delante un largo camino por recorrer para poder volver a encontrarse a sí mismo.

Historia: Drago es un superviviente de la masacre de Srebrenica, en la cual fueron asesinadas 8000 personas. Cuando tenía 12 años tuvo que soportar indecibles horrores, entre los cuales se cuentan la muerte y tortura de sus seres más queridos y el haber sido enterrado vivo en una fosa común junto al cadáver de su madre. Allí permaneció durante horas, hasta que fue rescatado por las fuerzas de protección de las Naciones Unidas. Se le diagnosticó un trastorno por estrés postraumático y fue ingresado en un hospital psiquiátrico infantil en Francia. Una vez allí, manifestó una incapacidad total para relacionarse con la gente, y tardó bastante tiempo en volver a hablar, pero después, la mejoría llegó de manera repentina y se produjo con una rapidez inesperada, permitiéndole abandonar el hospital tras una estancia de tan sólo tres años, momento en el que ingresó en un orfanato. A los 17, Drago se alistó en la Legión Extranjera y permaneció allí durante los cinco años de obligada permanencia, del 2000 al 2005. De esta manera logró la nacionalidad francesa y, lo que es más importante, el adiestramiento que necesitaba para obtener la venganza que ansiaba. A los 22 consiguió convencer a un famoso cazarecompensas para que lo acogiera como discípulo, y a los 23 fue capturado y torturado en Colombia por la misma banda que había estado detrás del genocidio de su ciudad. El líder del grupo paramilitar conocido como "Los Escorpiones" le arrancó los ojos, provocando la activación de su gen mutante. Durante años no fue capaz de recordar lo que ocurrió a continuación. Despertó mucho más tarde, en las calles de Santiago de Cali, herido, mutilado y cubierto de sangre, y habría muerto de no ser por la ayuda de una prostituta llamada Nadine. Al ver sus nuevas habilidades, y comoquiera que era incapaz de recordar lo que le había sucedido, creyó que su antiguo ser había fallecido a causa de las torturas y que él era un ángel que había tomado posesión de su cuerpo para cobrarse justa retribución. Dedicó los años siguientes a desarrollar su poder y a planear una cuidada venganza. Slobodan Milošević fue hallado muerto en su celda a las 10:00 de la mañana del sábado 11 de marzo de 2006, en el centro de detención del tribunal penal de Scheveningen, aparentemente de un infarto al corazón. A Ratko Mladić, apodado "el carnicero de Srebrenica", y uno de los principales responsables de la masacre, lo estuvo torturando durante dos años en el transcurso de los cuales, el genocida experimentó dos infartos cerebrales. Cuando lo encontraron, el 26 de mayo de 2011, tenía un aspecto muy envejecido y presentaba una actitud ausente que sorprendió a todos. Mientras estuvo en prisión, se mostró incapaz de dormir por las noches, le daban frecuentes ataques de ansiedad y se pasaba el tiempo aovillado en alguna esquina, con los ojos muy abiertos clavados en las sombras, y murmurando cosas incomprensibles sobre el horror y la noche. Aquello llamó la atención del profesor Xavier, que consideró que podía haber quizás presencia mutante detrás. Xavier y su equipo lo estuvieron rastrando, y poco después lo encontraron cuando se encontraba a punto de atacar al hombre que lo había torturado y cegado años atrás. Drago fue reducido por los X-Men, y el propio Xavier le ayudó a aceptar los recuerdos de lo que le había ocurrido y le hizo comprender que no se trataba de ningún ángel justiciero por encima del bien y del mal y con derecho a tomarse la justicia por su mano. Xavier le ofreció un puesto como profesor en su escuela, así como el liderazgo de los X-Men, puestos ambos que ha estado ejerciendo hasta su secuestro a manos de Cédric en abril de 2019 y su posterior ataque a la mansión X. El resto de su historia aún está por escribirse.

Poderes: Drago tiene un control absoluto sobre la luz, lo cual le permitía ver incluso cuando estaba ciego, crear ilusiones que afecten al modo en que los demás la perciben (lo que le permite volverse invisible a ojos de los demás y cubrirse él mismo con ilusiones), crear y aglutinar sombras, desplazarlas a voluntad, etc. También puede emitir haces de luz a modo de rayos láser y, gracias a su entrenamiento con los X-Men, crear escudos de energía lumínica, pero todo ésto únicamente en su forma mutante.

Especificaciones:

Poder 1. Especificaciones:

- Sus ilusiones afectan sólo a la luz, no a la electricidad ni al espectro frío/calor. Ésto significa que puede mitigar o incluso hacer desaparecer por completo la luz en una habitación, pero no afecta a la corriente eléctrica. Si el interruptor de la luz en la habitación está encendido, las luces regresarán en cuanto él haya salido de la habitación. Lo mismo a la inversa; puede encender luces que estén apagadas, pero si el interruptor está apagado, el efecto desaparecerá en cuanto él se haya ido. De la misma manera, puede "apagar" la luz de una antorcha, pero no posee poderes telequinéticos ni control del fuego, por lo que la madera seguirá ardiendo. Lo único que hace es absorber la radiación de luz, pero no puede afectar nada más. Si permanece en la zona el tiempo suficiente, la madera se consumirá como si la luz nunca se hubiera apagado, pues en realidad aún continúa ardiendo. Ésto puede generar efectos muy curiosos. Por ejemplo, si Drago "enciende" la luz de una lámpara, ésta continuará encendida aunque alguien la desconecte de la electricidad, lo cual puede resultar bastante aterrador. Por supuesto, una vez Drago se haya ido, la lámpara se apagará de forma automática. Con respecto al espectro frío/calor, aunque a priori la luz es luz y no genera calor, cuando la concentra en forma de rayos de ataque ofensivos son como rayos láser, y el daño producido podría considerarse como de calor extremo, usualmente letal (razón por la cual no los utiliza casi nunca).

- Sus ilusiones son únicamente visuales, por lo que no incluyen características auditivas. Eso es una limitación a su poder de adoptar otras apariencias, ya que si por ejemplo adoptara el aspecto de una mujer o un niño y hablara, la ilusión se descubriría. Así mismo, afecta únicamente a las formas de visión que entrañen "luz". Es decir, alguien que se guíe por un sistema de ecolocalización o de infrarrojos podrá detectarlo sin mayor problema, y un telépata experimentado podrá detectar su mente aunque no pueda verlo, con lo que sabrá perfectamente que se encuentra ahí, e incluso podría ser capaz de atravesar la ilusión y percibirle en su forma real, pero sólo si sabe que se enfrenta a alguien capaz de generar ilusiones. Por ejemplo, si Eclipse recreara la ilusión de un coche abatiéndose sobre un telépata de manera repentina y éste no supiera que el mutante tiene el poder de generar ilusiones, a priori lo que vería sería un coche cayendo sobre él y no tendría manera de saber que es tan sólo una ilusión.

- Eclipse puede hacer juegos de luces y sombras (concentrar y desplazar la oscuridad, apagar las luces, etc) dentro de una zona. Puede manipular las sombras que rodean su cuerpo y crear ilusiones para darse a sí mismo una apariencia más amenazadora, cosa que utiliza en combinación con otras ilusiones para aterrorizar a sus víctimas. También puede crear siluetas (humanoides o como quiera) que se pueden mover (aunque no hablar), que puede utilizar para hacer creer a alguien que hay más gente en la habitación, asustar, aterrorizar, etc. Una vez más, un mentalista podría ser capaz de percibir que esas figuras no tienen mente y que por tanto no son más que ilusiones, pero sólo si sabe contra qué se enfrenta.

- Eclipse puede ver a grandes distancias, ya que su poder mutante le permite "doblar la luz" y ver en la distancia como si estuviese usando prismáticos. Sin embargo, ésto no le permite oír en la lejanía. Lo único que él controla es la luz, sus restantes sentidos son completamente normales. Por ejemplo, podrá ver cómo dos personas conversan en la distancia, pero será totalmente incapaz de escuchar la conversación. De la misma manera, puede hacer que la luz "rebote" en una esquina como si se tratara de un espejo, reflejando lo que haya al otro lado y permitiendole así ver lo que hay fuera de su campo de visión normal. Normalmente lo que hace es crear una ilusión visible parecida a una pequeña gárgola para crear el efecto en su mente de que ve a través de los ojos de la gárgola, pero en realidad lo que hace es crear una zona de distorsión, visible en el espacio, en donde se refleja la luz.

Poder 2. Especificaciones: Puede crear rayos de energía utilizando la luz y proyectarlos para atacar, sólo que les da el aspecto de tentáculos con colmillos o demonios devoradores, pero son intangibles, ya que se trata únicamente de luz. Lo que ocurre es que les da esa forma mediante ilusiones como una manifestación de un mundo simbólico imbuido de temor a la oscuridad que se formó cuando lo enterraron vivo junto al cadáver de su madre y vio su cúlmen en el momento en que le fueron arrancados los ojos*. Es capaz de controlar y graduar la intensidad de sus rayos, por lo que podría, por ejemplo, quemar la cerradura de un coche para abrir la portezuela sin tener que reventar el vehículo entero, y a partir de enero de 2019 incluso es capaz de generar escudos de luz gracias a los entrenamientos de Planaria y Lobezno.

*Nota:

Habilidades: Posee entrenamiento tanto militar como de cazarecompensas. En la Legión Extranjera le enseñaron a utilizar fusiles de asalto, pistolas de 9mm, lanzacohetes, antitanques y granadas, además de otras armas de fuego, y posee una aguzada percepción y empatía entrenadas para detectar rasgos psicológicos de los demás y así apercibirse de sus mayores debilidades y miedos, que después podrá aprovechar a la hora de generar ilusiones que los aterroricen.

Debilidades:

- Cuando se despertó su gen mutante, al principio Dragoslav no entendió lo que pasaba y pensó que se trataba de un ángel. Como no entendía lo que era o lo que era capaz de hacer, llegó a pensar que las sombras que él mismo creaba eran entes con personalidad propia, como demonios que le hablaban y le susurraban en la oscuridad, diciéndole cuáles eran los pecados de la gente y de qué manera los debía castigar. En realidad se traba del uso combinado de su aguzada percepción, su empatía, y los conocimientos de psicología que adquirió mientras permaneció en el psiquiátrico. En base a sus habilidades predecía comportamientos y reacciones en las personas actuaba conforme a ello, pero estaba convencido de que eran esas sombras imaginarias las que le dictaban lo que tenía que hacer. Gracias a las sesiones con Xavier, ahora ya sabe lo que es y lo que puede hacer, y el contacto con las sombras se ha mitigado hasta casi desaparecer.

Sombras:

- Padece de fobia a la oscuridad y pesadillas recurrentes en las que vuelve a revivir tanto los horrores que experimentó de niño como las torturas que padeció a manos de "Los Escorpiones".
- A causa de sus problemas mentales, Drago es particularmente vulnerable a los ataques de este tipo. Eso quiere decir que su mente es mucho más fácil de acceder para cualquier mentalista, con todo lo que ello implica.
- También tiene una obsesión prácticamente enfermiza con proteger la "luz" de las personas de la oscuridad, lo cual significa que hará cualquier cosa para proteger a un inocente, aunque ello suponga arriesgar o sacrificar su propia vida. En concreto siente una especial debilidad por la chica que le salvó la vida en Colombia, Nadine. Ella vive actualmente en Francia, está casada y ejerce como abogada después de que él la sacara del negocio de la prostitución y le pagara los estudios de derecho.
- Los dolores muy intensos pueden hacerle perder la concentración sobre sus ilusiones y disiparlas.
- No puede emplear dos poderes de luz a la vez. Es decir, que mientras esté haciendo ilusiones o en estado invisible no podrá usar el rayo láser, mientras esté observando en la distancia no podrá crear ilusiones y tampoco podrá disparar a un objetivo que se encuentre muy lejos, ya que todo tira del mismo poder, la manipulación del espectro de la luz, y no puede manipularlo para hacer dos cosas diferentes a la vez.
- Aparte, el secuestro de Cédric va a incluir una serie de secuelas, la más importante y significativa de las cuales es un estado de profunda confusión respecto a sí mismo, sus valores, sus principios y su identidad sexual, confusión que le va a mantener apartado del mundo superheróico hasta que consiga solucionarlo.
- A raíz de las manipulaciones de Cédric y a la tortura psicológica que sufrió a sus manos, ahora Drago es incapaz de pasar a forma mutante ni de usar por tanto sus poderes. Ésto continuará así durante un tiempo x hasta que se solucionen los problemas psicológicos derivados del secuestro.
- También va a tener secuelas en el aspecto sexual por el modo en el que Cédric abusó de él, teniendo graves problemas para volver a confiar en otra persona para entregarse por completo o permitir que le toquen en ese sentido.

Equipo y recursos: El equipo que le proporcionen en la Academia y un pequeño semisótano en alquiler en el Bronx. Usa tonfas de polipropileno como arma.

Uniforme y armas:


Última edición por Eclipse el 18th Febrero 2015, 12:54, editado 9 veces
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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime14th Julio 2014, 13:02

¡¡¡Ficha aceptada!!!

Puedes empezar a rolear cuando quieras ^^

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Ficha de Personaje
Alias: Eclipse
Nombre real: Dragoslav Katich
Universo: Marvel

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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime10th Agosto 2014, 18:08

HISTORIA AMPLIADA

Año 2011.

Lo primero que sintió fue el frío del metal contra su espalda. Eso, y la presión de las correas sobre el tórax. Prácticamente eran las únicas sensaciones que podía experimentar, pues, cuando abrió los ojos, sólo encontró oscuridad. No podía ver. De algún modo habían conseguido bloquear o neutralizar sus poderes.  Ahora era únicamente Dragoslav. Y Dragoslav estaba ciego.

Volvió a cerrar los ojos y aguzó el oído; Escuchó una apagada vibración de fondo. ¿Máquinas? ¿Motores? Era imposible saberlo.

Lo habían amarrado con correas de cuero a una estrecha litera de estructura de acero. Trató de mover las muñecas y escuchó un tintineo metálico; lo habían esposado a las barras laterales de la camilla. Le sorprendió comprobar que las correas estaban un poco flojas, lo justo para que pudiera moverse y cambiar de postura si se encontraba incómodo.

Qué considerados, pensó. Estaba furioso, a la  par que desconcertado. También sentía náuseas, aunque se notaba que los efectos de lo que fuera que le habían suministrado empezaban a disiparse.

Pasado el primer momento de confusión, empezó a invadirle un caudal de pensamientos que se fueron tornando cada vez más desagradables. Volvía a encontrarse indefenso. Como aquella noche en el almacén. Como cuando mataron a sus padres.

La angustia comenzó a aflorar a su piel. Volvía a ser Dragoslav. Dragoslav, pequeño y asustado, enterrado vivo junto al cadáver de su madre.

Oscuridad, oscuridad, oscuridad.

Intentó concentrarse en otra cosa, pero el recuerdo flotaba en el aire como una nube de gas, penetrando por sus poros, ahogándole con su veneno.

Gracias a Dios se abrió la puerta, rescatándole de aquél peligroso bucle. Volvió la cabeza hacia el sonido. Quienquiera que fuese no accionó el interruptor de la luz, lo cual significaba que nunca había estado realmente a oscuras.

- Buenas tardes, señor Eclipse -dijo una voz de mujer-. ¿O debería decir… Dragoslav Katich? Es su verdadero nombre, si los análisis de ADN no se encuentran equivocados.

Eclipse no respondió.

- ¿Cómo se encuentra? Lamento lo incómodo de su situación, pero teníamos que hacerle algunas pruebas.
- ¿Cómo habéis conseguido encerrarme en esta prisión de carne?
- ¿Prisión de…? Hum –la mujer carraspeó-. Ya veo a qué se refiere. No se preocupe, sus poderes volverán en cuanto se hayan disipado los efectos del suero del doctor McCoy. Y si se encuentra atado es porque no nos ha dado muchas opciones, señor Katich.
- ¿Qué opciones? Yo no fui quien atacó primero. Sigo la voluntad de Dios, no tenía nada contra sus ángeles.
- ¿Ángeles? –inquirió ella, desconcertada.
- Controlaban el viento y el agua. El poder sobre los elementos siempre ha sido privilegio divino.

La mujer guardó un instante de silencio.

- No estoy segura de entenderle. Según ese razonamiento… ¿qué clase de criatura es usted?
- Soy la justicia. Soy la venganza. Soy el que hace lo que es necesario pero nadie se atreve a hacer. Me alimento de oscuridad para que la luz pueda existir. Absorbo la corrupción de los corazones de los malvados para que los puros permanezcan sin mácula. Las deudas de sangre se pagan con sangre. ¿Por qué me impiden hacer mi trabajo?

La mujer se acercó a la camilla.

- Voy a liberarle. Es importante que entienda que se encuentra usted en el centro de una poderosa organización. Aquí hay cientos de… “ángeles” como los que encontró en la cabaña, y cada uno de ellos estará feliz de detenerle si intenta algo. Voy a confiar en usted.

Primero soltó las correas, y, por último, introdujo la llave en las esposas.

- Como le he dicho, pronto podrá volver a hacer uso de sus poderes. A su izquierda hay una puerta, y junto a ella está la mesa en donde hemos dejado sus pertenencias. Le dejaré unos momentos para que se relaje y después abordaremos lo que ocurrió en la cabaña con más calma. Espero que esté más dispuesto a escuchar.

La conversación de la cabaña… Llevaba meses siguiendo el rastro de aquel tipo, su más odiado enemigo, uno de los mayores monstruos que había pisado la tierra. Después de mucho rastrear, había conseguido localizarle en una pequeña cabaña de invierno donde al parecer había ido a cazar. La cabaña estaba apartada y bastante aislada; el pueblo más cercano estaba a muchos kilómetros de distancia. El lugar ideal para matar. Pero el hombre que se encontraba tras el escritorio no era quien él había esperado. Se había presentado como un tal profesor Charles Xavier, y le había dicho que pertenecía a una especie de organización de mutantes, significara lo que significase aquello. Le había conminado a renunciar a su tentativa de asesinato, y cuando él se había negado, habían aparecido aquellos ángeles voladores que controlaban los elementos (una mujer de piel oscura que dominaba el viento y creaba tormentas y un hombre que dejaba a su paso una estela de hielo) y lo habían dejado inconsciente.

Prestó atención al sonido de la puerta cuando la mujer salió y avanzó con cuidado en esa dirección. Debía reconocer que no había esperado aquello. Estaba sorprendido, pero no confiado. ¿Cómo podía confiar en las personas que le había tendido una emboscada?

Tanteó a la izquierda de la puerta y encontró la mesa de la que le había hablado la mujer. Lo primero que hizo fue ponerse sus gafas oscuras. Le resultaba incómodo que hubieran visto las cicatrices. No quería que pensaran que era vulnerable.

A continuación, comprobó lo demás. Estaba todo. La gabardina, la documentación que había elaborado para hacerse pasar por comercial, los pasaportes falsos… Todo, excepto la carpeta que contenía la información que había ido recabando sobre su víctima.

Esperó, y, tal como le habían dicho, no tardó en recuperar el control sobre sus poderes. Ahora se sentía más fuerte. Mejor. Examinó el lugar en donde lo habían retenido. Parecía una habitación de hospital, con monitores y cámaras. Las máquinas estaban apagadas.

Se quedó mirando la puerta. No estaba cerrada con llave, y durante un momento consideró atravesarla utilizando una ilusión para permanecer invisible, pero descartó la idea. Aquella gente había sido capaz de detectarle en la cabaña a pesar de su invisibilidad. Si de verdad había tantos ángeles allí dentro sería mejor hacer lo que le habían dicho. Retiró una de las sillas que había contra la pared, la puso junto a la mesa y se sentó.

Tras una breve espera, su interlocutora regresó, y esta vez pudo ponerle un rostro a la voz; Se trataba de una mujer de mediana edad y aspecto severo, atractiva a su manera. Vestía ropas ajustadas bajo una bata de hospital. Cogió otra silla y la puso al otro lado de la mesa, frente a él. Tenía una expresión muy seria.

- ¿Ve esa cámara? -dijo, señalando hacia lo alto. Eclipse no apartó la mirada de ella. No le hacía falta. Ya había realizado un minucioso registro visual de todo cuanto había en la habitación durante el tiempo que había estado esperando-. En estos momentos nos están monitorizando. Si intenta cualquier cosa, nuestros agentes entrarán y lo neutralizarán como hicieron en la cabaña. ¿Lo entiende?

De nuevo, silencio. Las gafas oscuras seguían fijas en ella. La mujer suspiró.

- Nos deja usted en una situación muy complicada, señor Katich. Mi nombre es Moira McTaggert, y el profesor sólo me entrega mutantes cuando considera que son peligrosos, así que volveré a explicárselo todo con más calma y le dejaré claras sus opciones.
>>Gran parte de las tragedias ocurridas en la historia de la humanidad han sido debidas a que los mutantes utilizaron su poder para interferir directa o indirectamente en el desarrollo de los acontecimientos. Sencillamente no podemos permitir que esto siga sucediendo. Sin embargo, debe entender que, al igual que tratamos de impedir que las acciones de los mutantes tengan efectos sobre el desarrollo humano, también intentamos, en la medida de lo posible, solucionar las repercusiones adversas que de estas acciones se derivan. Con ello quiero decirle que es posible que podamos colaborar.
>>Sabemos que hasta la fecha sólo ha tomado represalias contra gente que participó, de un modo u otro, en la masacre de Srevenska. Bien. Sus motivaciones no me incumben, aunque tengo una ligera idea de cuáles pueden ser. Independientemente de la justificación que pueda haber en sus acciones, y de la razón que crea tener para hacer lo que hace, no podemos permitir que continúe tomándose la justicia por su mano. Sin embargo, por lo que le contó al profesor parece que ha habido intervención mutante sobre el suceso. Si esto resultara ser así, no le quepa duda de que haríamos cuanto estuviera en nuestra mano para arreglar lo que ocurrió. ¿Se quedaría de ese modo más tranquilo?

Eclipse meditó unos segundos antes de responder.

- Señora… -empezó con calma-, continúa hablándome de “mutantes”, y sigo sin saber a qué se refiere. Me asegura que va a intentar “arreglar” lo que ocurrió cuando es algo que no se puede “arreglar”. No puede devolver a la vida a las 8000 personas que murieron en Srebrenica. No puede… salvar a los niños -en este punto, le tembló un poco la voz-. Los niños que… murieron. No puede darme justicia.

La expresión de la mujer se suavizó.

- Justicia sí, venganza, no. ¿Comprende la diferencia? Escuche, quizá no lo haremos como usted lo habría hecho, pero puede dejarlo en nuestras manos. Las manos del profesor. Le aseguro que se hará justicia.
- ¿Y qué hay de “los Escorpiones”? ¿Del hombre del que le hablé a su “profesor”?
- Bien… Si es como usted dice, entonces es un mutante. La patrulla se encargaría de él.
- ¿Se me permitiría hacerlo personalmente?
- Es probable. Quizás. Antes tendríamos que estar seguros de su lealtad y de que realmente comprende la razón por la que hacemos lo que hacemos. Y, por encima de todo, no se le permitiría acabar con su vida.
- ¿Por qué razón? Él acabó con la mía.

La mujer le observó, pensativa. Finalmente se echó hacia atrás en la silla.

- Está bien, ¿qué ocurrió? Ya ha dicho eso varias veces, pero resulta obvio que no le mató.

Eclipse guardó silencio.

- ¿No puede decirme cómo ocurrió?
- No lo recuerdo.

Moira entrelazó los dedos sobre la mesa y le estudió con atención.

- Lo que le pasó en los ojos…
- No lo recuerdo –el tono de voz era cortante.
- Las… cicatrices…
- He dicho que no lo recuerdo –repitió, y esta vez un brillo rojo destelló tras las gafas oscuras.
- Está bien. Entonces, ¿qué es lo que recuerda?
- Ese hombre mató a Dragoslav. Yo fui enviado para obtener justicia.
- Pero conserva sus recuerdos, ¿no es cierto?
- Era necesario para la misión que me había sido encomendada. De otro modo no podría saber qué tenía que vengar.
- ¿Y cómo puede entonces asegurar que no sigue siendo Dragoslav?

Eclipse no contestó.

- Está bien –repitió-. Pasemos a otro tema. ¿Qué hay de la señorita con la que comparte apartamento? ¿Cuál es exactamente su papel en todo esto?

El mutante se puso tenso. Moira creyó percibir un movimiento en las sombras que había en la habitación, pero cuando miró, no había nada.

- A ella no la metáis en esto –contestó en tono frío-. No sabe nada, ni sobre mí ni sobre a lo que me dedico. Es inocente.

Bien, aquél era el momento delicado. A aquellas alturas ya se había dado cuenta de que aquél hombre no estaba muy bien de la cabeza, pero creía saber las teclas que tenía que tocar para mantenerlo bajo control, al menos hasta que Xavier decidiera qué hacer con él.

- Vale. De acuerdo. Escuche, si accediera a colaborar con nosotros, a ella no le faltaría de nada. Hemos comprobado que no tenéis mucho dinero, y la señorita no tiene trabajo. Estudios, una renta, lo que quiera. Podría ayudarnos a acabar con la “oscuridad” que ha sido provocada por la actuación de los “ángeles malvados”, absorber su corrupción, alimentar a las sombras o como quiera llamarlo. Ayudaría a mantener la pureza en el mundo. Y, a cambio, nosotros le proporcionaríamos equipo y medios de los que no dispone, le facilitaríamos los objetivos, las coartadas, encubriríamos sus acciones, evitaríamos que lo descubrieran… Pero debería siempre obedecer nuestras indicaciones y no actuar nunca contra los humanos. También le ayudaríamos a llegar hasta “los Escorpiones”. ¿Qué me dice?

Eclipse la observó durante un instante.

- ¿Tengo otra opción?
- El retiro. Seguiría conservando sus poderes, pero con la prohibición de utilizarlos para hacer daño a otras personas. Y creo que ha podido comprobar que tenemos medios para asegurarnos de que no lo hace. Quedaría fuera de todo, excluido, pero libre para vivir su vida como desee.

¿Fuera de todo? Imposible. Tenía que llevar a cabo su misión, fuera como fuese.

- Está bien, de momento acepto.
* * * *


- No nos sirve –dijo Charles Xavier.
- Lo sé, pero es un tipo difícil. Fue lo único que pude hacer para obligarle a cooperar -dijo con cansancio la mujer.
- No queremos “obligarle” a cooperar -matizó el mentalista-. Un “de momento” no nos sirve.
- Pero tendrías que haberle visto, Charles. La verdad, no sabía cómo hablar con él.
- ¿El informe?

La investigadora se lo tendió.

- Tenía doce años cuando ocurrió lo de Srevenska –resumió-. Tenemos el informe psiquiátrico del hospital infantil en donde lo ingresaron en Francia.
- Aquí dice que salió del psiquiátrico.
- Sí, pero… honestamente, Charles…
- ¿Qué ocurrió después?
- Bueno, entró en la Armada Extranjera, cumplió el servicio y se marchó. Ya no tenemos ningún registro más sobre él hasta que comenzaron los asesinatos. Al parecer, tuvo un encuentro con un mutante del grupo paramilitar conocido como “los Escorpiones”. Si fue durante ese lapso de tiempo debió ocurrir en Colombia, pues en esos años estuvieron al servicio de uno de los cárteles de droga de la ciudad del Valle. La chica con la que vive es colombiana, así que concuerda.
- Según el informe, afirma haber sido asesinado. ¿Fue el momento en que se activaron sus poderes?
- Sí. Al parecer cree ser… otra “cosa”, algo enviado para vengarse.
- ¿Otra “cosa”? -Xavier enarcó una ceja- ¿Cómo qué, exactamente?
- No lo tengo muy claro -dijo la doctora pasándose una mano por el pelo-. Decía cosas relacionadas con ángeles, dioses… demonios....
- ¿Tenemos algún indicio de lo que ocurrió realmente?
- Bueno… Presenta cicatrices y señales de haber sido torturado. Los cortes en el cuerpo parecen demasiado deliberados y profundos como para haber sido provocados por navajazos ocasionales, y las marcas en torno a los ojos sugieren que utilizaron un instrumento afilado y al rojo para sacárselos.
- Interesante. Quizás no esté tan loco como piensas, Moira -dijo Xavier cerrando el dossier.

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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime10th Agosto 2014, 18:27

2 semanas después

Moira MacTaggert avanzaba por el largo pasillo del Centro de Investigación Mutante que ella misma había fundado. Siempre era perturbador encontrarse frente a frente con criaturas que poseían habilidades y capacidades muy por encima de lo que resultaba humanamente posible, pero aquél mutante en concreto tenía la virtud de ponerla realmente nerviosa. Sin embargo, no vaciló al abrir la puerta.

Dragoslav K., según la etiqueta que aparecía en su fichero, era alto y musculoso, con un cuerpo atlético y bien proporcionado que disimulaba bajo una vieja y desgastada gabardina marrón. Tenía el cabello largo y salvaje, tan oscuro como las sombras que decía encarnar. Estaba distraídamente sentado, con las botas militares manchadas de barro apoyadas sobre la mesa.

- Señora MacTaggert… -pronunció con voz suave-. Empezaba a pensar que no vendría nadie.

Dragoslav era ciego. Al menos, en su forma humana. Sin embargo, como mutante era capaz de controlar la luz, y eso le permitía percibirla como cualquier persona. Una ilusión con su aspecto humano normal recubría su cuerpo ocultando las cicatrices, y aquellos ojos falsos estaban fijos en ella.

- ¿Eso son informes? -dijo, mirando la carpeta que la doctora llevaba en la mano-. Léamelos, por favor.
- Son informes acerca de la trata de personas en América -corroboró ella, ligeramente molesta-. Lo que se conoce como Human trafficking mueve más de 32.000 millones de dólares por año en el mundo. Según la ONU, la trata genera 4 millones de víctimas cada año, la mayor parte mujeres y niños (entre el 10 y el 30% son menores de edad). El profesor ha pensado que, dado su historial…

Dragoslav arrastró la silla hacia atrás y se puso en pie, sobresaltando a la mujer.

- ¿Mi… historial? –repitió, con una suavidad que empezaba a sonar peligrosa.
- El profesor sabe… -empezó, tratando de elegir bien sus palabras-, que no tuvo una infancia afortunada, y ha pensado que, quizás, le gustaría colaborar para…

Dragoslav dio un brusco puñetazo sobre la mesa, que se ennegreció como si le hubieran aplicado fuego allí donde la había tocado.

- Sólo siga… leyendo –ordenó.

Moira frunció el ceño. No estaba muy segura de que aquello fuera a funcionar, pero con el paso de los años había llegado a valorar mucho las opiniones de Xavier.

- Según una estimación, en Estados Unidos habría actualmente 1.6 millones de niños desde los once años viviendo inmersos en alguna red de tráfico de personas. El 92 por ciento de las víctimas acaban sufriendo explotación sexual. Algunas niñas son secuestradas en Guatemala para ser prostituidas en burdeles de Nueva York. Las chicas que no consiguen suficiente dinero son torturadas, dado que la mayoría de las veces el tráfico de humanos está relacionado con el crimen organizado. La trata de humanos es el segundo negocio ilícito más lucrativo después de las drogas, y entre el 22% y el 50% estaría conformado por niños. Los que se encuentran desescolarizados, en las calles, o internos en instituciones son los que presentan mayores riesgos.
- Según mi historial, ¿eh, señora MacTaggert?

Las sombras desaparecieron, y la luz de sus ojos se apagó. Dragoslav levantó el puño de la mesa (que recuperó su apariencia inicial) y se dirigió hacia lo que parecía ser un espejo. Al otro lado sabía que él estaría observando. Se cruzó de brazos.

- Si accedo… ¿se me daría carta blanca? –la pregunta no iba dirigida a la mujer, pero fue ésta quien respondió, de todos modos.
- Sabe que no, señor Katich.
- Dragoslav Katich está muerto –dijo el mutante-. Llámeme Eclipse. Y ahora… -se volvió hacia ella-, ¿qué más tiene para mí en esos ficheros, señora MacTaggert? ¿Alguna documentación de valor conseguida por vuestros capaces “agentes” con, digamos, listas de proveedores y clientes?

Xavier le había hecho especial énfasis en aquél punto. Dragoslav se había pasado media vida cazando criminales de forma obsesiva. Si le soltaban tras la pista de redes de trata de personas quedaría rápidamente descontrolado. Tenía que encontrar la manera de mantenerlo bajo control sin provocar su furia. Orientándole, guiándole hacia sus objetivos…

- No queremos que se ocupe de los humanos, señor… Eclipse. Piénselo; Estas bandas suelen estar compuestas por una media de dos a tres criminales que viven de eso. Considerando el volumen de actividad en Nueva York estaríamos hablando de varios cientos de personas, demasiada gente como para que pueda ser capaz de ocuparse solo. Desde que la ley del trafficking entró en vigor, no ha sido aplicada por la justicia más que en contadas ocasiones. Todo este asunto mueve demasiado dinero y hablamos de crimen organizado. La ley no es más que fachada. No se aplica. Y usted sabe por qué, porque hay gente capaz de tocar los hilos adecuados. Gente con poderes. Gente que es… “intocable”. ¿Entiende lo que quiero decir?

Durante algunos tensos segundos, Dragoslav permaneció silencioso e inmóvil, hasta que finalmente curvó los labios en una desagradable sonrisa.

- Ya veo. Queréis que llegue a donde sólo las sombras pueden llegar…

*    *    *    *


Sombras y luces. La vida está repleta de ellas.

Una luz brillante fue lo último que vi antes de que las sombras me abrazaran, y una luz brillante es lo último que ven mis víctimas antes de ser devoradas por mi oscuridad redentora.

Como un eclipse…

Mi “historial”, como lo ha llamado la doctora, comenzó en 1995, cuando yo tenía 12 años, durante la guerra de Bosnia, pero se remonta tiempo atrás…


Un poco de historia. Esto es lo que ocurrió, sacado de la wikipedia, desde el punto de vista de Dragoslav. No es necesario leerlo, pero me pareció importante incluirlo para explicar la idiosincrasia del personaje y el origen de sus traumas y problemas psicológicos.:

Él estaba esperando en el lugar establecido, en la azotea de aquel viejo edificio abandonado. A su lado descansaba un rifle de francotirador. Se apoyaba contra la terraza con aspecto relajado, pero no me cupo duda de que estaba en máxima alerta, y que tenía muchas más armas ocultas y al alcance de la mano.

De una patada, arrojé el paquete a sus pies. Tiré del cordón y dejé al descubierto su cabeza. El tipo chillaba como un cerdo en el matadero a pesar de la mordaza, y aunque estaba atado de arriba abajo no cesaba de agitarse de forma desenfrenada. Sus ojos se desorbitaron de pánico cuando reconoció al hombre que estaba ante él.

- Scott Ferguson –dije, levantándole el rostro para que pudiera verlo bien-. Veintitrés antecedentes penales. A los dieciséis años fue condenado, por malos tratos y robo, a libertad vigilada, y se le dio asistencia de acuerdo con la ley de servicios sociales. A lo largo de la siguiente década fue condenado por cinco casos de robo, otro de robo grave, dos más de amenazas, dos delitos relacionados con drogas, chantaje, violencia contra un funcionario del Estado, dos casos de tenencia ilícita de armas y otro de tenencia ilícita de armas con agravantes, conducción en estado de embriaguez y no menos de seis casos de malos tratos. Fue condenado a libertad vigilada, a pagar varias multas y a repetidos ingresos en prisión de uno o dos meses, hasta que en 1984 fue condenado a diez meses de cárcel por malos tratos graves y robo. Pocos meses más tarde ya estaba en la calle. En diciembre de 1985 participó en una pelea en un bar que terminó en homicidio y le valió seis años de condena. Salió de nuevo en 1990. En 1991 fue detenido como cómplice de un atraco a mano armada de un furgón blindado que transportaba dinero. Fue condenado a cuatro años y salió en el 1993. En 1994 era sospechoso de haber participado en un conflicto entre bandas, y había pruebas que lo relacionaban con la muerte de al menos uno de los miembros rivales. Por eso ingresó en la Legión Extranjera.

El hombre dio una calada y la brasa de su cigarrillo se encendió, resplandeciendo en la oscuridad. Se lo apartó de los labios.

- Sé quién es el señor Ferguson –dijo plácidamente-. Le he buscado, por supuesto. Pero creía que en la Legión os guardabais las espaldas.

Ferguson no paraba de moverse, así que le estrellé la cabeza contra el suelo para dejarlo inconsciente.

- La Legión sólo ha sido para mí un medio para alcanzar un fin. Pero me doy cuenta de que contigo tengo más posibilidades de conseguir lo que me propongo. He investigado sobre vosotros, y en concreto tú pareces ser el mejor.

El mercenario dio unos golpecitos con el dedo sobre el cigarro y dejó que las cenizas cayeran por el borde de la terraza antes de responder.

- Radovan Karadzic, supongo. He investigado sobre ti. Cometiste un error al utilizar tu verdadero nombre.
- No fue un error –dije en tono neutro-. Quería que lo hicieras.

Él me miró, sin saber a qué atenerse. Por supuesto, yo sabía que el gobierno de los Estados Unidos había ofrecido una recompensa de 5 millones de dólares por cualquier pista que condujese a la detención de Radovan Karadzic, y el cazarecompensas pareció creer que era el motivo de que le hubiese entregado a Scott.

- Trataré de mover a mis fuentes, pero no te prometo nada.
- No lo has entendido –le miré fijamente-. No quiero que vayas tras Karadzic a cambio de Ferguson. Quiero que me entrenes para que yo mismo pueda ir a por él. No te preocupes por la recompensa. Te daré los cinco millones. Lo único que me importa es su cabeza.

Fuera lo que fuese lo que pensó en ese momento, no lo dejó traslucir en su rostro. Se limitó a mantenerme la mirada con aspecto pensativo mientras fumaba lentamente su cigarrillo. Finalmente lo aplastó contra la terraza.

- Chico… He leído tu historial. Presenciaste cómo asesinaban a tus padres y cómo masacraban a tu pueblo. Te enterraron vivo sobre el cadáver de tu madre y quién sabe qué más te hicieron. Por lo que he leído, pasaste los siguientes años bajo tratamiento psiquiátrico.

Me mantuve impasible. Era preciso que no me viera vacilar.

- Si has leído los informes también sabrás que finalmente se anuló mi declaración de incapacidad. Fui declarado “cuerdo” y capaz de realizar una integración social normal.
- Sí, y también sé que durante los años que pasaste en el orfanato mostraste un interés por la psicología impropio en un niño de tu edad. No me malinterpretes, pero cualquiera con un mínimo de seso y conocimientos podría acabar haciendo lo necesario para conseguir esos resultados. Muchacho, eres una granada a punto de explotar. ¿Por qué debería ser yo el que tirara de la anilla?
- Willowbrook, 1970.

Por primera vez, se puso tenso. Había dado en la diana.

- Entre 1950 y 1970, se realizó una investigación, conocida como el Estudio de Willowbrook. En éste, se analizó un grupo de niños con retraso mental, que estudiaban con régimen de internado en la Escuela Estatal de Willowbrok en Nueva York. En esta institución había una alta incidencia de hepatitis, por lo que se llevó a cabo un estudio cuyo objetivo era determinar el curso natural de la enfermedad sin recibir tratamiento alguno. Más tarde se descubrió que existían dos tipos distintos de Hepatitis (A y B). Al mismo tiempo se demostró que inyectando a los residentes infectados con un tipo específico de inmunoglobulinas se podía desarrollar una inmunidad que podía funcionar como forma de tratamiento. En la escuela se aceptaban de manera preferencial niños con retraso mental que eran portadores de Hepatitis 4, pero también se inocularon cientos de niños sanos para que la contrajeran. Eras muy joven entonces. Tu esposa acababa de tener un parto con complicaciones y había dado a luz un niño con retraso mental. No tenías dinero para mantener a la familia, ni menos para atender las especiales necesidades de tu hijo, así que pensaste en Willowbrook. Tu hijo murió de hepatitis, y tu esposa se suicidó poco después. El médico que llevó a cabo el estudio fue encontrado muerto algunos años más tarde, de un tiro en la sien –silencio-. Dime en qué nos diferenciamos, Noah. Quiero justicia, y eres la persona menos indicada para negármela.

Él se apoyó en la terraza y pareció meditar, con la mirada gacha.

- Veo que no soy el único que ha hecho los deberes. Eres bueno, chico. Quizás te acepte, pero hay una cosa que debe quedar clara: mientras estés conmigo, harás lo que yo diga, ¿entendido? Si te pasas de listo, aunque sea sólo una vez, te enviaré de vuelta a Francia de una patada en el culo. ¿Está claro?

No esperó respuesta. Recogió el rifle y salió por la puerta de la azotea. Yo le seguí.

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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime10th Agosto 2014, 18:34

Durante todo el año que siguió ayudé a Noah Clark en su trabajo y completé mi entrenamiento. Con su ayuda y la de sus contactos averigüe que Ratko Mladić no había actuado solo, sino ayudado por un grupo paramilitar conocido como “Los Escorpiones”.

Como tanto Ratko Mladić como Radovan Karadzic permanecían en paradero desconocido y Milosevich estaba retenido en el centro de detención del tribunal penal de Scheveningen (lo cual volvía realmente complicado el asunto de su eliminación), decidí centrarme en “los Escorpiones”, cuyo rastro resultó ser mucho más sencillo de seguir.

Descubrí que trabajaban frecuentemente para cárteles de la droga colombianos y todo tipo de mafias. Ha habido cuatro grandes cárteles en Colombia; El cártel de Medellín existió desde 1970 hasta 1993; El cártel de Cali desde la década de 1985 hasta 1995, y el jefe del Cartel de la Costa, Alberto Orlández Gamboa, había sido extraditado a Estados Unidos en el año 2000. Por tanto, en el 2004 el único cártel que continuaba en activo era el cártel del Norte del Valle. Así, tomé un vuelo hacia Colombia y me dirigí hacia el Valle del Cauca. No se lo dije a Clark. Sencillamente ya tenía lo que quería. No le necesitaba. O eso creí entonces.

Hoy entiendo que pequé de arrogancia e imprudencia juvenil. Ya había matado antes, pero hasta entonces nunca me había enfrentado sólo a un grupo grande tan bien organizado. Fue más un acto impulsivo motivado por mi afán de venganza que algo estudiado y meditado.

El cártel del Norte del Valle tenía varios jefes que lideraban diferentes facciones, las cuales estaban enfrentadas entre sí a causa de fuertes rivalidades. En el año 2003 dos de los jefes, Hernando Gómez y Wilber Varela, habían intentado negociar un posible acuerdo de rendición con la DEA, movimiento que fue rechazado por Diego Montoya y los demás señores del cártel. Se produjo un golpe fallido contra Varela que lo dejó en el hospital con heridas producidas por múltiples disparos, y éste declaró la guerra a Montoya, considerándolo responsable del ataque.

La guerra de bandas que estalló después dejó un registro de muertos que se elevaba a más de 1000 personas entre 2003 y 2004 a lo largo de todo el Valle del Cauca. Ante esta situación, las autoridades colombianas estaban más que dispuestas a contratar los servicios de cazarecompensas, por lo que, entre 2004 y 2005 se arrestó a cien asesinos pertenecientes a varias facciones rivales. Uno de los más estrechos colaboradores de Varela, Julio César López y el jefe de asesinos de Montoya, Carlos José Robayo Escobar, fueron detenidos gracias a mí, pero al final, “Los Escorpiones” me capturaron.

Fui torturado durante días. Me había llevado por delante algunos de sus hombres, y no estaban dispuestos a terminar rápido. Todavía conservo cicatrices de aquellos días, incluidas las que he cogido la costumbre de ocultar bajo una ilusión de aparente normalidad.

Nunca olvidaré aquella última visión; Aquél hombre, su jefe, se acercó a mí, me tomó del cabello y examinó mi rostro. No sé qué es lo que vio en él, pero dijo: “Estos ojos han contemplado demasiado dolor. Permite que te libere”. Acto seguido empuñó un acero al rojo.


   

Luz brillante y ardiente, seguida de dolor y de sombras.

                             De dolor y luz fui concebido.

                                                      Como un Eclipse.

                                                                   De la luz más pura surgen las sombras más oscuras.




* * * *



No recuerdo mucho más de lo que pasó entonces. No puedo más que intuir lo que ocurrió.
(De dolor y luz fui concebido)


Nadine me contó que me había encontrado tirado en las calles de Santiago de Cali, moribundo y empapado de sangre.

(A veces, las luces más intensas brillan en los lugares más oscuros.)


Era prostituta en Santiago de Cali, donde operaban las mayores redes de prostitución de toda Colombia.

Me recogió de la calle, me arrastró hasta su casa y pagó al doctor que trató mis heridas y me salvó de la muerte. Apenas tenía comida para ella misma, pero la compartió conmigo en mis largas y febriles noches. Jamás he conocido una luz tan brillante como la suya.

Una vez, entre el dolor y la fiebre, escuché gritos y golpes, pero apenas era consciente de lo que ocurría a mi alrededor, y no era capaz de distinguir el sueño de la realidad.

Cuando finalmente desperté, sólo vi sombras. Tenía los ojos abiertos, pero estaba ciego. En la oscuridad, escuché sus sollozos. Extendí la mano en su dirección, pero aún estaba demasiado débil como para incorporarme, y no toqué más que aire.

- ¿Qué te pasa? –pregunté.

Ella no quiso contestar, pero ahora podía escuchar con claridad, y no me costó atar los cabos cuando volvió a recibir la visita de su torturador.

Como deduje de la conversación, aquel tipo era su proxeneta, y venía para exigir que le entregara los beneficios del mes. Comprendí que lo había gastado todo en pagar los servicios del médico y las medicinas, y no tenía modo de justificarlo sin revelar mi presencia, cosa que no hizo por temor a que me ocurriera algo. También era evidente que mientras tuviese que cuidar de mí no podría trabajar. Tenía que recuperarme rápido.

El proxeneta regresó una semana más tarde. Por entonces yo aún seguía débil, pero ya era capaz de mantenerme en pie y cuidar de mí mismo. Nadine había ido al mercado y yo estaba solo en la casa. En cuanto abrí la puerta reconocí la voz.

- ¿Quién cojones eres tú? –me espetó-. ¿Dónde está esa puta?    

Una vez más, reaccioné sin pensar. No tuve en cuenta mi estado de debilidad, sólo me movía el odio. Extendí el brazo hacia la voz y lo agarré del cuello.

- No vuelvas a hablar así de ella –dije, tratando de resultar amenazador. Obviamente, no resultó.
- ¿Quién va a impedírmelo? ¿Tú, ciego?

El hombre se zafó y me dio un puñetazo. Caí al suelo. Sacó un palo de alguna parte y empezó a golpearme con él.

- ¡Si me entero, pedazo de mierda, de que te la estás tirando sin pagar, o de que esa zorra se está quedando mi dinero, no habrá nadie que pueda reconocer vuestros cuerpos cuando los peces hayan acabado con vosotros!

Con cada nuevo golpe, sentía como la ira crecía dentro de mí. Y algo más… Mi cuerpo estaba débil, pero había algo increíblemente poderoso agitándose en mi interior. De pronto explotó, derribando las barreras que la contenían, y se extendió por todo mi cuerpo, llenándolo de una energía revitalizadora. Me incorporé, y, en aquél estado de rabia apenas me di cuenta de que, de repente, podía ver de nuevo. Y, de alguna manera, pude ver… No, sentir, el horror que invadió a aquél hombre.

Dejó caer el palo cuando extendí mi mano para volver a agarrarlo del cuello. Esta vez lo alcé en el aire, y, no sin cierta estupefacción, vi que las sombras de toda la estancia parecían converger en mi persona. Oscuros tentáculos brotaban de mi espalda y envolvían mi cuerpo, moviéndose y agitándose como si tuvieran vida propia. El pobre tipo estaba tan asustado que los ojos parecían a punto de salírsele de las órbitas.

- Parece que no me he explicado bien –dije, y mi voz sonaba ahora cavernosa-. Por desgracia, no vivirás para ser consciente de tu error.

Una especie de apéndice cargado de colmillos brotó de mi cuerpo y le arrancó la cabeza. En aquél momento escuché la llave en la cerradura. ¡No! ¡Ella no podía… no debía verme así!

Nadine abrió la puerta, y sus ojos se desorbitaron, pero no me estaba mirando a mí, sino al cadáver.

- Drago, ¿qué has hecho? –susurró dejando caer el cesto con la compra.

Drago, no “monstruo”. Confundido, miré hacia el viejo espejo de la entrada y constaté, sorprendido, que mi aspecto era completamente normal. Salvo por el hecho de que podía ver…

Tuvimos que salir del país. Por supuesto, me la llevé conmigo. Me costó algún tiempo descubrir cuál era exactamente el alcance de mis recién descubiertos dones. Puedo generar lusiones que me permiten adoptar cualquier forma, e incluso volverme prácticamente invisible, y los demonios que se ocultan en las sombras se someten a mi voluntad.

Nadine jamás me preguntó nada. No quiso saber cómo había terminado encontrándome en la situación en la que me encontró, ni preguntó lo que hacía cuando me encerraba a solas en mi dormitorio por las noches, ni cómo me ganaba la vida. Ella es un ángel, lo único bueno que me ha sucedido en la vida.

Durante los meses siguientes me dediqué a entrenar y perfeccionar mis habilidades, y también me interesé por los estudios de psicología que me permitirían entender la psique humana para llegar a lo más profundo de sus miedos. Retomé la investigación sobre mis presas, y ésta vez tuve más éxito.

Como le dije a la doctora, no hay lugar donde una sombra no pueda llegar, ni hombre que soporte un interrogatorio sometido a sus mayores pesadillas sin revelar lo que sabe. Ahora tenía armas, armas poderosas que no tardaron en dar sus frutos.

En febrero de 2006 conseguí un informe de la inteligencia militar serbia que revelaba que Mladić se había estado ocultando en instalaciones militares hasta el 1 de junio de 2002, cuando la Asamblea Nacional de Serbia aprobó una ley que obligaba a la cooperación con el TPIY en La Haya. El entonces General en Jefe del Ejército yugoslavo Nebojša Pavković pidió a Mladić que abandonara las instalaciones donde se alojaba en la montaña Povlen, cerca de Valjevo, tras lo cual los organismos militares serbios afirmaron haber perdido todo rastro del fugitivo.

La fiscal-jefe del TPIY, Carla del Ponte, instó al Gobierno serbio a buscarlo sin más demora, y dijo que Mladić estaba al alcance de las autoridades serbias y había estado en Serbia desde 1998. En su libro "The Hunt", aseguró que Mladić estuvo a punto de ser detenido y extraditado en 2001 el mismo día que Slobodan Milošević, y que el entonces Primer Ministro Zoran Đinđić le dijo que aún no era posible detener a Mladić, quien vivía en Serbia bajo la protección del Ejército yugoslavo. Pospuse el caso por el momento. A Mladić tenía que seguirle el rastro, pero en cambio había otra presa a la que tenía perfectamente situada, y que además no tenía a donde escapar.

Slobodan Milošević fue hallado muerto en su celda a las 10:00 de la mañana del sábado 11 de marzo de 2006, en el centro de detención del tribunal penal de Scheveningen. Se esperaba que su juicio se reanudara el 14 de marzo de ese mismo año, con el testimonio del ex presidente de Montenegro, Momir Bulatović. Un oficial de la oficina de la fiscalía dijo que aparentemente llevaba varias horas muerto, pero que no podría precisar cuándo había sucedido exactamente.

En cambio yo habría podido decirles el minuto exacto en que su corazón se paró.

Los resultados de la autopsia concluyeron que Milošević había fallecido por causas naturales de un infarto al corazón. Puedo atestiguar que fue exactamente eso lo que ocurrió. Se había hecho justicia.

Después retomé la investigación sobre Ratko Mladić, pero pese a todos mis esfuerzos me evadió durante años. Yo no tenía prisa. Por mucho que corras, no puedes huir de la oscuridad cuando la luz se apaga.

Radovan Karadžić fue detenido el 21 de julio de 2008 en Belgrado, donde ejercía como especialista en medicina alternativa en una clínica privada. Bajo identidad falsa, logró pasar desapercibido viviendo en Novi Beograd, un suburbio de la capital habitado principalmente por serbios desplazados de otras repúblicas ex-yugoslavas. Su detención fue efectuada por miembros del servicio secreto serbio Agencia de Información y Seguridad (BIA), en un autobús cerca de la capital serbia, en el cual se le incautó un documento de identidad falso que le otorgaba el nombre de Dragan Dabić.

Tras esta detención, el fiscal para crímenes de guerra de Serbia declaró que el arresto del que fuera Jefe de Estado Mayor del Ejército serbo-bosnio, Ratko Mladić, supondría realizar una operación "extremadamente peligrosa", ya que tenía a su disposición guardaespaldas armados dispuestos a defenderle hasta el final, además de asegurar que "no tiene ninguna intención de entregarse". También informó de las sospechas de que Mladić disponía de infiltrados en el Servicio Secreto serbio. Aparentemente, todo quedaba en mis manos.

En marzo de 2009, fuerzas de EUFOR y la OTAN llevaron a cabo una operación conjunta en Banja Luka para desmantelar una red de apoyo para encubrir a Mladić, pero tras varios registros no encontraron rastro alguno del ex-general.

Yo ya me había adelantado.

Lo encontré en su refugio a orillas del río Vrbas, bajo la identidad falsa de Milorad Komadić. Sabía que era preciso que yo llegara antes que la justicia, porque un sistema tan defectuoso jamás conseguiría castigar a Mladić como se merecía. Ni siquiera la muerte era un castigo suficiente. La muerte, por dolorosa que fuera, sería al fin y al cabo un alivio rápido. Podía hacerle pagar infinitamente más haciéndole llevar una muerte en vida.

Durante semanas lo seguí, estudiándole, observando cada movimiento, sus hábitos y comportamientos, decidido a encontrar la mejor forma de atormentarle. De vez en cuando veía a su mujer y a su hijo, y me surgía un breve atisbo de duda, pero se desvanecía rápidamente cuando recordaba la odiosa sonrisa de Mladić en Srebrenica, mientras entregaba caramelos a los niños y les prometía que todo iba a acabar bien.

Vi cómo asistía a fiestas y restaurantes en Serbia, y cómo paseaba con su mujer y su hijo por el campo, saludable, feliz, como si no hubiera cometido las horribles atrocidades que casi exterminaron a mi pueblo hacía tantos años. No podía entenderlo. Las sombras de su alma eran lo suficiente negras como para haberle consumido hacía ya tiempo. ¿Cómo podía vivir tan tranquilo, sin que ningún peso enturbiara su conciencia? La indignación casi me hacía hervir por dentro, instándome a actuar. Pero me obligué a tener paciencia. Milošević era viejo y estaba enfermo. No fue difícil provocarle un infarto. Pero Mladić tenía poco más de cuarenta, y estaba sano. Necesitaba toda la información que pudiera reunir antes de atacar.

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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime10th Agosto 2014, 18:38

Lo encontraron el 26 de mayo de 2011 en la aldea de Lazarevo, en las proximidades de Zrenjanin, unos 80 km al norte de Belgrado, y, a pesar de portar dos pistolas, no opuso ninguna resistencia a su detención. Se encontraba en casa de unos familiares, y físicamente muy envejecido y con aspecto ausente, lo cual sorprendió a todos cuando se difundieron las fotografías que habían sido realizadas en Bosnia tan sólo dos años atrás, en las cuales presentaba un aspecto joven y saludable.

Su familia informó a la prensa que en los últimos años había sufrido dos infartos cerebrales que le habían ocasionado la parálisis de la mano derecha y una importante incapacidad en el habla. La realidad era que, desde mi visita, había prácticamente enloquecido, que era incapaz de dormir por las noches y que le daban ataques de ansiedad si no tenía siempre las pistolas encima. Solía pasar el tiempo aovillado en alguna esquina, con los ojos muy abiertos clavados en las sombras, y murmurando cosas incomprensibles sobre el horror y la noche. Siempre estaba ausente, ajeno a lo que le rodeaba, y era incapaz de articular algo que no fueran balbuceos ininteligibles. También le destrocé la mano que había apretado el gatillo para asesinar inocentes, pero eso fue lo de menos.

Sus abogados presentaron una apelación alegando motivos de salud, pero el Tribunal de Crímenes de Guerra rechazó el recurso, y el 31 de mayo la Ministra de Justicia, Snezana Malović, autorizó su extradición y traslado a La Haya. La venganza estaba hecha.

Ahora sólo faltaba una persona. El líder de los Escorpiones Rojos, que me había torturado y dejado ciego años atrás.


* * * *


Los encontré de nuevo, y esta vez no hubo fallos por mi parte. No cometí errores. Destrocé a muchos, pero fui detenido antes de poder llegar hasta el final. Mis deseos de sangre se vieron frustrados por la voluntad de un sólo hombre, lo bastante poderoso y con argumentos lo suficientemente convincentes como para hacerme vacilar.

Me dijo que el hombre al que buscaba no era un ser humano corriente. Que, al igual que yo, era un mutante, y que si quería verlo destruido, iba a necesitar su ayuda.

Me recuerdo a mí mismo que me interesa esta alianza. Aunque sólo sea por lo que obtengo a cambio y por la promesa de poder vengarme del líder de los Escorpiones Rojos. Pero espero obtener pronto lo que deseo. La oscuridad siempre está hambrienta.

*   *   *   *

- ¿Y bien? –inquirió el profesor Xavier cuando Dragoslav salió de la sala.

Tal y como el mutante había supuesto, había estado observando la conversación a través del cristal unilateral que separaba la habitación de la suya propia. El psiquiatra del Centro de Investigación Mutante sacó un grueso informe del interior de un sobre de papel reciclado marrón y lo dejó sobre la mesa.

- El paciente fue internado en un psiquiátrico para menores cuando tenía catorce años. El diagnóstico entonces fue de trastorno por estrés postraumático, que, como sabe, se caracteriza por la aparición de síntomas específicos después de la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático que involucra un daño físico o es de naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica para el individuo.
>>Estamos de acuerdo, creo, en que ese trauma psicológico extremo fue la muerte de sus padres y de sus seres queridos unido a la incertidumbre sobre su propio destino. Fuese lo que fuese lo que le ocurrió, sus defensas mentales no fueron capaces de asimilarlo.
>>Cuando Dragoslav entró en el psiquiátrico manifestó una incapacidad total para relacionarse con la gente (lo que se conoce como embotamiento psíquico de la capacidad de respuesta), y tardó bastante tiempo en volver a hablar. Tenía pesadillas recurrentes y presentaba verdadero terror a la oscuridad, consecuencia, estimo, del tiempo que pasó enterrado vivo sobre el cadáver de su madre. También mostraba una reducción acusada del interés, la participación en actividades significativas y una disminución de la reactividad al mundo exterior, denominada «anestesia emocional». Se mostraba “desapegado” o “enajenado” frente a los demás, y, lo que quizás sea más importante, este hecho traumático provocó en él una restricción de la vida afectiva y una más que palpable disminución de la capacidad para sentir emociones, especialmente las que hacen referencia a la intimidad, la ternura e incluso la sexualidad.

El psiquiatra hizo una breve pausa, estudiando los documentos.

- A veces… actúa un mecanismo de disociación psíquica, una alteración temporal de las funciones de integración de la conciencia que separa el acontecimiento traumático ocurrido de los sentimientos generados por este para sentir como si le hubiera ocurrido a otro. Creo que eso puede haber tenido que ver en el modo en que se ha desarrollado la enfermedad.
>>Hay tres factores importantes a considerar: En primer lugar, la muerte de sus padres. En segundo lugar, el trauma experimentado con las sombras y la oscuridad. Y, en tercer lugar, algo que podríamos denominar “grado de vulnerabilidad ante la maldad humana”. Es más probable que ocurra trastorno por estrés postraumático en eventos que han sido provocados por la mano del hombre que ante desastres naturales, y creo que está claro que es en la “maldad humana” en lo que Dragoslav ha centrado su patología. Se dedica activamente a buscar y eliminar a todos aquellos que actúan de forma violenta y cruel, especialmente cuanto más daño provoquen, ya sea por la acción en sí, o por el número de personas inocentes que resultan afectadas por dicha actividad.
>>Está claro que hubo un determinado momento, e ignoro cuál pudo ser el desencadenante, en que Dragoslav pasó de un estado de indefensión, bloqueo y terror, a otro rabia, ira y deseo de venganza. No es habitual, y por eso pilló por sorpresa a todos la frialdad con la que actuó para conseguir que anularan su declaración de incapacidad. Al parecer estudió libros de psicología, y aprendió cómo debía comportarse ante las pruebas y las preguntas de los psiquiatras para que pareciera haber superado el trauma. Debo insistir en que este tipo de giro no es nada habitual. Las personas que han pasado por la clase de traumas por los que pasó Dragoslav normalmente están tan destrozadas que son completamente incapaces de urdir cualquier plan o estrategia. Pero él, de algún modo, logró superar eso volcando todo en la ira. Y los engañó a todos.
- ¿Quiere decir que no estaba cuerdo cuando salió del psiquiátrico? -inquirió en tono neutro Xavier.
- Quiero decir que en todos lados se cometen errores, y desde luego la asistencia psiquiátrica no es ninguna excepción. Quizás si se le hubiera tratado de forma adecuada entonces se podría haber vencido esta enfermedad que, ahora, mucho me temo, forma ya parte integrante de su personalidad.
- ¿Podría ser más concreto con el diagnóstico, doctor? -el profesor accionó los mandos de la silla de ruedas y la giró para quedar frente al psiquiatra.
- Bueno, yo diría, basándome en lo observado, en sus actos como Eclipse y en los datos que usted mismo me ha aportado, que nos encontramos ante un clarísimo caso de esquizofrenia, y que Dragoslav se encuentra constantemente al límite de una psicosis.
- Ya veo. ¿Es autodestructivo?
- ¿Se refiere a si es capaz de suicidarse? No, no lo creo, pero sí que pienso que estaría dispuesto a dar la vida para salvar la de un inocente, seguramente en una manifestación inconsciente del recuerdo de lo que ocurrió con su familia y con su pueblo.
- Entonces podríamos decir que no está enfermo, ¿no?

El médico le miró, atónito.

- ¿A qué se refiere?

Algo que no todos sabían era que el profesor Xavier estaba doctorado en psiquiatría. Tenía sus propias teorías al respecto de lo que le ocurría a Dragoslav, pero pensó que sería interesante conocer primero la opinión de su colega humano.

- Bueno, entiendo lo que ha mencionado antes acerca de que un trastorno por estrés postraumático puede ocasionar una escisión de la psique que, sin el debido tratamiento, puede acabar derivando en alteraciones más graves de la percepción o la expresión de la realidad, incrementando a su vez la disfunción social. Pero, a diferencia de usted, no creo que ya estuviera loco cuando salió del psiquiátrico. Aunque es algo que fue cociéndose con el paso del tiempo, creo que el detonante fue el período de torturas que sufrió a manos de “los Escorpiones”. Es con la aparición de su poder (manifestación de un mundo simbólico imbuido de temor a la oscuridad), que surgen por vez primera los síntomas de esquizofrenia.
>>E incluso usted debe admitir que no se trata de una esquizofrenia tipo. No presenta síntomas negativos, tales como apatía, alogia, abulia o anhedonia, sólo síntomas positivos, fundamentalmente alucinaciones o delirios, lo que usted denomina “psicosis”. Y, dentro de los síntomas positivos, no presenta sensaciones de invasión del exterior, sólo alucinaciones auditivas. Ni siquiera visuales, ya que las sombras las genera él mismo, pero, por alguna razón, cree que éstas le hablan, cuando simplemente pone en ellas sus propios pensamientos y cree que las sombras los pronuncian en voz alta, o que comentan o discuten sus acciones.
>>Es un registro de síntomas muy limitado. Tengo entendido que hace falta cumplir un número mínimo de ellos para que pueda considerarse que se padece el trastorno. Corríjame si me equivoco, pero de hecho los episodios con síntomas positivos tienen mejor pronóstico que una presentación insidiosa y con síntomas negativos como la desorganización más que el delirio. Además, Dragoslav no presenta episodios en público, con lo que raramente puede resultar un peligro para la sociedad.
- Eso se debe fundamentalmente a que no suele hacer uso de sus poderes en plena calle, profesor, y su psicosis se centra en las sombras. Entiendo que quiera usted ayudarlo, pero debe ser consciente del peligro que entraña dejarlo suelto. Por su propia seguridad y la de los que lo rodean debería ser hospitalizado.
- ¿Y después qué? ¿Fármacos? ¿Psicoterapia? ¿O quizás terapia electroconvulsiva? Doctor, por lo general un esquizofrénico hace caso de las voces y no duda en matar a todo el que éstas le digan que es un enemigo, sean culpables o inocentes. Curiosamente las… “alucinaciones” de Eclipse parecen guiarle siempre en la dirección correcta. Quiero decir, y eso lo ha confirmado incluso usted, que Dragoslav jamás ha atacado a un inocente. Siempre parece acertar, como si realmente pudiera reconocer la… “oscuridad” en sus almas. Seguramente funcione sólo a nivel intuitivo, pero el caso es que funciona. No creo que sea un peligro si se le controla adecuadamente.
- ¿Controlar? –el médico abrió unos ojos como platos-. Profesor, los comportamientos de un esquizofrénico son del todo impredecibles. Se trata de una bomba a punto de estallar. No se puede controlar una bomba. Sólo neutralizarla.
- Bueno –sonrió el profesor-, creo que pronto tendremos ocasión de comprobar quién de los dos acertó en su diagnóstico, doctor…

*   *   *   *

Cuando el psiquiatra se hubo ido, el poderoso mentalista acercó hacia sí el sobre de papel reciclado. Pensativo, extrajo un papel doblado de su bolsillo y lo extendió sobre la mesa, revelando las elegantes líneas de una partitura. La observó en silencio durante algún tiempo.

Había podido escuchar, a través de la mente de su autor, cómo sonaba la pieza, y era absolutamente imposible que alguien que presentaba una “palpable disminución de la capacidad para sentir emociones” hubiera compuesto algo así.

Quizás el embotamiento era voluntario, no producto de la locura. Quizás no quería permitirse experimentar emociones. Y lo más probable era que la causa fuese aquella chica, Nadine. Pero, si así era, estaba tan bloqueado en su mente que resultaba difícil de precisar incluso para él. Dudaba que el propio Eclipse tuviera las cosas claras. Debía haber sido una reacción inconsciente motivada por el miedo a perder a Nadine del mismo modo en que había perdido a sus padres. Resultaba difícil imaginar a un verdadero monstruo actuando así.

¿Qué eres en realidad, Dragoslav?

Con cuidado, volvió a doblar la partitura y la introdujo en el sobre, junto con el resto de la documentación perteneciente a la carpeta de “Dragoslav K.”.

Algunas aclaraciones psicológicas:

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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime11th Agosto 2014, 13:46

2 meses después

Dragoslav se encontraba sentado en la cafetería L'Impasse-Temps de Charleroi, tomando un café mientras veía pasar el tiempo. El chivatazo le había llegado hacía apenas una horas. Había tenido que cancelar la reunión con el hombre de Xavier y coger el primer avión con destino a Charleroi que encontró. Por suerte se encontraban a tan sólo 49 kilómetros de la capital, por lo que había podido llegar a tiempo.

Según su contacto, a las seis y media en punto entrarían en aquella cafetería los hermanos Darko y Dimitar Nikoliç, de Huddinge, Serbia. Los hermanos Nikoliç habían trabajado para “los Escorpiones” durante la época de las limpiezas étnicas en Bosnia. Por aquél entonces tendrían unos veinte años. Drago los había investigado durante su época de cazarecompensas, especialmente a Darko, que llevaba años en busca y captura por un delito de lesiones graves, por no hablar de varios indicios que lo situaban en el escenario de, al menos, dos asesinatos relacionados con ajustes de cuentas internos entre los propios yugoslavos.

Miró su reloj de muñeca: las seis y veinte. Si su contacto no estaba equivocado, en diez minutos aquél par de asesinos entraría en la cafetería para liquidar a algún pobre desgraciado que había tenido la mala fortuna de mezclarse en asuntos de mafias en una ciudad que tenía una de las tasas de criminalidad más altas de Europa.

El problema radicaba en que la información era insuficiente; Drago no sabía quién era la víctima ni el método que utilizarían; lo único que sabía era que los hermanos Nikoliç se habían labrado la fama de ser unos excelentes tiradores, por lo que sólo podía suponer que emplearían armas de fuego. Por fortuna, los cristales del local estaban tintados, y resultaba difícil fijar un objetivo desde fuera. Drago rezó para que se vieran obligados a entrar en la cafetería.

Había escogido una mesa situada junto a la única entrada, y vigilaba continuamente la puerta entre sorbo y sorbo de café. Al no saber lo que se proponía exactamente el enemigo no había podido elaborar una estrategia. Por una parte deseaba ponerles la mano encima después de haberles seguido el rastro durante tanto tiempo, pero no tenía muy claro lo que haría si los veía aparecer en el local, ya que en la organización de Xavier le habían dejado claro que no podía matar, por lo que no podía hacer uso de sus demonios. Tendría que confiar en su propio entrenamiento y en su habilidad.

Tenía el aspecto de uno de sus personajes más habituales: Kurt Thomas, ex soldado y actualmente guardaespaldas profesional para una empresa de seguridad belga llamada Millennium. Tenía falsificados todos los documentos necesarios, incluidos las licencias para llevar armas. Kurt medía 1,75 cm, tenía el cabello castaño corto, ojos azules, y estaba en bastante buena forma. Llevaba vaqueros, cazadora de cuero negra encima de un chaleco antibalas y zapatillas de deporte.

Volvió a mirar el reloj: faltaba un minuto. El tiempo pareció congelarse mientras miraba fijamente la puerta. La campanilla repiqueteó de repente, y estuvo a punto de derramársele el café cuando vio a Darko Nikoliç cruzar el umbral.

A cámara lenta vio como se llevaba la mano derecha al interior de la chaqueta. Las sombras comenzaron a gritar en su mente. Drago se incorporó en el acto y avanzó como si fuera a dirigirse hacia el baño, chocándose intencionadamente con él.

- ¡Oh, disculpe! –exclamó en un tono innecesariamente alto-. ¡Qué torpe soy!

Su intención inicial había sido la de atraer las miradas de la gente del local para ganar tiempo y hacerle quizá desistir de su idea, pero entonces vio la cara de asombro con la que le miraba Darko, que fue seguida inmediatamente por puro y genuino terror. El hombre retrocedió un paso, sacó la pistola y le encañonó. Drago pudo oler su miedo, un pavor irracional que le había hecho olvidar cualquier asomo de discreción. ¿Por qué un asesino sin escrúpulos como Darko Nikoliç se horrorizaría ante la visión de un tipo normal como Kurt Thomas? En cualquier caso no podía perder tiempo en averiguarlo. Le había hecho un favor al sacar el arma; todo el mundo en la cafetería había podido ver cómo le había encañonado por, aparentemente, tropezarse con él.

Drago actuó con los reflejos de una serpiente: alzó rápidamente la mano izquierda, agarró el cañón y lo elevó hacia el techo. El disparo arrancó un montón de esquirlas de yeso que cayeron sobre los dos hombres al tiempo que Drago tumbaba a su adversario de un derechazo y arrojaba lejos la pistola. Antes de que pudiera reponerse, se abalanzó sobre él y usó el peso de su cuerpo para inmovilizarlo contra el suelo mientras le golpeaba hasta dejarle inconsciente.

Entonces se escuchó un gran estrépito y los cristales del escaparate reventaron en mil pedazos. Dimitar Nikoliç estaba acribillando la cafetería con una ametralladora.

- ¡Al suelo! –gritó Drago a los aterrorizados clientes-. ¡Bajo las mesas!

Él mismo rodó hasta quedar a cubierto detrás de la barra, junto al camarero, que estaba acurrucado en el suelo. Constató que el hombre ya había pulsado la alarma que conectaba con la policía. Bien. Sacó su Glock 17 y le quitó el seguro. Dimitar no se marcharía sin su hermano. El serbio lanzó una nueva ráfaga con la metralleta, y escuchó otros seis o siete disparos mientras se aproximaba.

Salió rodando de detrás de la barra para tener un mejor ángulo de tiro y se refugió tras una mesa. Dimitar lanzó una ráfaga de disparos en su dirección, que fueron bloqueados en su mayoría por la mesa. Tres de las balas impactaron en la pared muy cerca de donde él estaba, salpicándolo de esquirlas de yeso. Calculó dónde estaría según la trayectoria de las balas, se incorporó y le disparó en el brazo. Dimitar lanzó un aullido de dolor y empezó a disparar indiscriminadamente. La gente chillaba, aterrorizada, mientras las lámparas y los cristales reventaban a su alrededor.

Drago corrió hacia él, desvió el cañón hacia el suelo, le agarró con la otra mano por el cuello y le golpeó la cabeza contra la pared que había junto al marco de la puerta. Dimitar Nikoliç se desplomó sobre el suelo como un fardo. En ese momento, irrumpió la policía.

- ¡Policía! –gritaron, apuntándole con sus armas-. ¡Túmbate en el suelo y separa las manos!

Drago se volvió lentamente para no alarmarles, con las manos en alto.

- Kurt Thomas –dijo en voz alta-. Soy guardaespaldas profesional. En el bolsillo de mi cazadora encontraréis los datos de mi agencia. Este hombre me ha atacado.

Una mujer policía se acercó a él y le sacó los papeles del bolsillo sin dejar de apuntarle con su pistola.

- ¿Está herido, señor Thomas?
- No, aunque no sé si alguna bala perdida habrá acertado a alguno de los clientes.
- Nosotros nos ocuparemos de eso. Acompáñenos a comisaría, por favor.

* * * *

Cuando finalmente pudo salir de la comisaría ya había amanecido. Las declaraciones de los testigos y el propio historial de los dos hermanos habían bastado para corroborar su historia, pero a pesar de todo había tenido que quedarse casi toda la noche prestando declaración. Se había inventado la historia de que hacía algunos meses había estado realizando un trabajo para un cliente que había pedido a su empresa que investigara a un tipo con el que pensaba hacer un negocio, porque no terminaba de fiarse y deseaba cerciorarse de que se encontraba limpio. Habían terminado descubriendo que el tipo en cuestión trabajaba para la mafia yugoslava. De algún modo, Darko Nikoliç debía haber averiguado que fue él quien realizó la investigación y habían querido vengarse por arruinarles el negocio.

La policía había comprobado sus papeles y que tenía licencia de armas, y, tras llamar al teléfono falso de la empresa y verificar su historia le habían dejado marchar.

Estaba agotado. Adoptó el aspecto de un ejecutivo y entró en la primera tienda de alimentación que encontró para coger una botella de leche para desayunar en el tren de regreso. Cuando se dirigía hacia la caja se escuchó un estrépito en la entrada. Un adolescente había irrumpido de golpe en la tienda y apuntaba con una pistola al encargado.

- ¡Quieto todo el mundo! –vociferó-. ¡Las manos donde pueda verlas, hijoputa! ¡Dame todo lo que tengas en la caja o te vuelo la cabeza!

El encargado asintió y se puso rápidamente tras el mostrador. Nervioso, abrió la caja registradora. Eclipse recorrió los últimos metros que le separaban de la caja y puso la botella sobre el mostrador. El adolescente le encañonó.

- ¿No te has enterado, gilipollas? ¡He dicho que quieto todo el mundo!

Eclipse hizo como si no le hubiera oído y miró al encargado.

- En efectivo, por favor.

Al muchacho empezó a temblarle la mano de la pistola. Repentinamente agarró a uno de los clientes y le puso la pistola en la sien.

- ¡Vale, tío raro, estoy hablando en serio! ¡Vete al fondo y apártate del mostrador o le vuelo la cabeza!

Eclipse se volvió muy despacio, pero le bastó un segundo para examinarle y confirmar lo que ya había deducido desde un principio; Tenía los ojos rojos y ojeras, probablemente no había dormido bien. Preocupado. La ropa era vieja y estaba muy usada. La chaqueta estaba descolorida y el pantalón lleno de remiendos. Los botines estaban sucios y una de las suelas levantada. Pobre. Se fijó en la mano de la pistola. Tenía las uñas mordidas. Nervioso. Probablemente aquella era su primera vez.

No lo va a hacer, dijeron las sombras. Es un farol.

- Oh… Así que estás hablando en serio –musitó lentamente-. Muy bien, adelante. Dispara.
- ¿Q… qué?

El muchacho pareció tan confundido que por un segundo casi le dio lástima. Varios de los clientes comenzaron a gritar horrorizados. Eclipse avanzó un paso, y el muchacho retrocedió, pasando a encañonarle a él.

- ¡No te muevas, joder!
- No habías hecho esto antes, ¿verdad? –dijo calmadamente sin dejar de avanzar-. Muy bien. Tranquilo, yo te guiaré.
- ¡Para! –el adolescente retrocedió aún más, pero el mutante no le hizo caso.
- Sé cómo te sientes. El corazón te late tan rápido que parece como si fuera a salírsete del pecho. Te sientes agarrotado, como si tus músculos estuviesen hechos de piedra. Te sudan las manos… -echó un vistazo a la mano de la pistola y de repente le clavó la mirada en los ojos- y tiemblas. Quieres apretar el gatillo, pero no puedes. Bueno, no te preocupes, eso es normal. Matar es lo más difícil del mundo… hasta que consigues reunir el valor para hacerlo. Aprieta ese gatillo… y te sorprenderá descubrir lo sencillo que ha sido, y te preguntarás por qué no lo hiciste antes. Sonará un sordo estallido, me abrirás un agujero, caeré al suelo y estaré muerto… Tan sencillo como si fueras Dios.

El adolescente chocó contra una de las estanterías y un montón de cajas de cereales comenzó a caer sobre él.

- ¡No te acerques, joder! –chilló, histérico.

Eclipse le agarró la mano de la pistola y le obligó a apoyarla contra su pecho, mirándolo directamente a los ojos. Una mujer negra que se encontraba a poca distancia chilló y, al apoyarse en una de las estanterías provocó que cayera una lata de conservas que chocó con estrépito contra el suelo, haciendo que el muchacho diera un respingo pensando que se le había disparado el arma. Eclipse esbozó una desagradable sonrisa.

- Oh, sí, parece sencillo, ¿verdad? -su voz se hizo poco a poco más gutural, y permitió que parte de la oscuridad de su alma asomara a sus ojos para que el muchacho pudiera verla-. Pero no lo será, eso te lo aseguro; aprieta ese gatillo y nunca podrás olvidarte de mi cara; será lo primero que veas por la mañana y lo último que veas antes de acostarte por las noches. Y ni siquiera entonces podrás librarte de mi, porque te perseguiré en tus pesadillas hasta haber acabado contigo… completamente.

Le soltó la mano y el chico se apartó de inmediato, como si le hubiera sacudido una descarga eléctrica. Parecía a punto de echarse a llorar.

- Shhh… -Eclipse se acercó más y le metió un fajo de billetes en el bolsillo-. Para que compres las medicinas de tu madre. Y, chaval… siempre hay mejores medios para obtener lo que quieres.

Después dejó unas monedas sobre el mostrador para pagar la leche y se marchó.

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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime11th Agosto 2014, 13:57

Cogió el primer tren con destino a Bruselas y llegó apenas una hora después a la estación central. Adoptó el aspecto de un africano, algo muy común en la ciudad, y cogió el autobús hacia Anderlecht, el barrio situado más al norte de la ciudad, uno de los más pobres y con mayor índice de criminalidad de la zona.

En el televisor del autobús estaban retransmitiendo un programa acerca del aumento que se había producido en la delincuencia en Bélgica en los últimos años. “Me robaron la antena de la televisión cuando me fui de la ciudad unos días con mi familia”, estaba diciendo en aquél momento un inmigrante albanés que trabajaba en un café en Schaarbeek, otro de los barrios considerados como peligrosos. Llevaba viviendo allí años, al igual que otros albaneses en Bélgica. “En la mayoría de los casos, los ciudadanos no reciben demasiada información. Vivía en Molenbeek, donde vi con mis propios ojos a una persona asesinar a otras tres con un cuchillo. Los medios de comunicación no informaron sobre esto ni se denunció a la policía”. La noticia finalizaba con la policía aconsejando a los residentes no abandonar sus casas en caso de robos.

Drago se bajó del autobús y caminó los escasos metros que le separaban de su casa, un semisótano bastante grande al que se accedía a través de la cocina. Una vez dentro recuperó su aspecto, abrió la nevera vacía y dejó dentro la botella de leche empezada.

- ¿Le apetece un té? –le preguntó al hombre en silla de ruedas que aguardaba en el salón-. Lamento no poder ofrecerle nada más. La despensa está un poco vacía. Pero conozco un restaurante bosnio donde sirven un burek fantástico. Si le apetece podríamos ir a almorzar.
- Hm… Es tentador, pero mejor no –respondió el hombre con una suave sonrisa-. Aunque no diré que no a esa taza de té.

Drago puso a calentar un cazo de agua sobre la hornilla.

- ¿No va a preguntarme qué estoy haciendo en su casa?
- Supongo que tendrá algo que ver con esa llamada al teléfono falso de la agencia de seguridad que me inventé. Contra todo pronóstico, alguien respondió a la llamada y confirmó mi historia.

Volvió a entrar en el salón y dejó la jarra llena de agua caliente, el azúcar y un par de vasos con bolsitas de té sobre una vieja mesa coja.

- Nosotros cuidamos de los nuestros -contestó Xavier.

Eclipse le miró intrigado, llevándose la taza a los labios. El té humeaba.

- No sabe nada de mí. ¿Cómo puede considerarme uno de los suyos después de lo que ocurrió en nuestro primer encuentro?
- Oh, sé más de lo que usted cree -dirigió una mirada en derredor. El piso era pequeño y humilde. No tenía nada más allá de unas cuantas sillas desportilladas, unos cuantos aparatos de gimnasia y un antiguo piano-. Me resulta... curioso que haya decidido vivir aquí. En este barrio.
- La oscuridad se alimenta de oscuridad –replicó Eclipse por toda respuesta.
- ¿En serio? Porque le he oído tocar y no he visto oscuridad ahí. El prodigio que es capaz de obrar no puede ser sino el resultado de un alma llena de luz.

El mutante se puso tenso.

- ¿Cómo ha podido oírme tocar?

Xavier se señaló la sien con dos dedos de la mano derecha.

- ¿Le ha comentado la doctora McTaggert lo que soy capaz de hacer?

Eclipse se incorporó con brusquedad.

- Márchese.

Xavier dejó la taza de té sobre la mesa y le miró con calma.

- Por desgracia, me es imposible. La policía nos ha informado del tiroteo. Por lo visto hay un par de asesinos serbios detenidos.
- No he quebrantado ninguna norma –se defendió Drago.
- ¿Pretende que me crea que se encontraba en el mismo sitio que un par de nacionalistas serbios ex miembros de esa especie de milicia fascista particular conocida como “Los Escorpiones” por puro azar?
- Andaba tras su rastro cuando era cazarecompensas –admitió él-. Mi contacto me avisó de que planeaban asesinar a alguien en L'Impasse-Temps a las seis y media. ¿Qué iba a hacer? ¿Permitir que llevaran a cabo el asesinato?

Xavier le miró fijamente.

- Podría habernos avisado. Ha corrido mucho riesgo actuando por su cuenta. ¿Por qué le disparó Darko Nikoliç?
- No lo sé. Fue como si me hubiese reconocido, pero eso es imposible: Iba cubierto bajo una ilusión.
- Hmmmm –guardó silencio un instante, pensativo-. Fue… curioso cómo resolvió el incidente en la tienda.

Drago ladeó la cabeza, incrédulo.

- ¿Me habéis estado vigilando?
- Bueno, sus palabras literales fueron que aceptaba nuestros términos “de momento”. No se presentó a la reunión y al poco fuimos avisados de que se había visto involucrado en un tiroteo con mafiosos serbios. No era descabellado pensar que había decidido regresar a sus… antiguos métodos. Sabemos que no comparte nuestros principios. Entenderá que debamos velar por nuestros intereses.
- O sea, que me hubierais atacado si hubierais descubierto que había ido en contra de las normas –concluyó Dragoslav-. Otra vez.
- No podemos correr ciertos riesgos –se limitó a responder-. Volvamos al incidente en la tienda: ¿Cómo supo que el chico no dispararía?
- Me lo dijeron las sombras.
- ¿Y qué le dijeron, exactamente?
- El muchacho era joven y estaba nervioso. Era evidente que nunca antes había empuñado un arma. Lo único que hacía falta era que alguien lo asustara lo suficiente como para que nunca más lo volviera a hacer.
- Pero al asustarlo corrió el riesgo de que le disparara –observó él.
- No. Lo que le dije al chico era cierto. No es fácil apretar el gatillo cuando se trata de la primera vez, a menos que haya oscuridad en tu interior, y en él no la había.
- Supongo que se lo dijeron las sombras. ¿También le dijeron que el dinero lo quería para ayudar a su madre enferma?

Eclipse lo miró con atención. ¿Se estaba burlando de él? No lo parecía, aunque lo cierto era que le estaba resultando difícil sacar conclusiones.

- Su ropa tenía muchos remiendos, pero había algunos agujeros recientes que no habían sido cosidos y se habían hecho más grandes. Algo debía haberle ocurrido a su madre para que no pudiera remendarlos, y era algo que venía durando varios días y de lo que sólo podía ocuparse él, como deduje del hecho de que tuviera los ojos rojos y ojeras. Por la ropa y los remiendos estaba claro que la familia era pobre. Imagino que la pistola debía pertenecer a su padre. Seguramente estará cumpliendo sentencia en la cárcel, si es que no acabó muerto en alguna pelea callejera. El muchacho hizo lo único que se le ocurrió que podía hacer. La vida está llena de casos así.

Xavier se echó hacia atrás en su silla, evaluándolo. Eclipse utilizaba su capacidad de observación y sus conocimientos de psicología para predecir comportamientos y reacciones en las personas, y en base a eso actuaba, aunque estuviese convencido de que eran esas sombras imaginarias las que le dictaban lo que tenía que hacer. Seguía un razonamiento deductivo perfectamente lógico, y sus conclusiones eran plausibles. Nada que ver con el comportamiento irracional y aleatorio que mostraría un esquizofrénico.

- Lo cierto es que no suelo ponerme en contacto con nuestros agentes de esta manera, pero hoy me ha parecido que mi presencia sería apropiada –cogió un maletín que había dejado junto al asiento y le pasó unas carpetas-. Por favor, échele un vistazo a esto. Son muestras de ADN humano y mutante. En la segunda carpeta encontrará sus propios resultados.
- Esto no significa nada. Estos documentos pueden haber sido falsificados.
- Si ha oído hablar de mis poderes sabrá que si quisiera obligarle a colaborar con nosotros no necesitaría molestarme en elaborar pruebas falsas. Pero no quiero obligarle –se inclinó hacia delante en su asiento-. Verá, señor Katich, si estoy hoy aquí es porque algunos de mis colegas opinan que está usted loco. Pero yo no lo creo. Pienso que sus creencias son perfectamente válidas. Nadie conoce el origen de nuestros poderes. Sabemos que algunos de nosotros fueron considerados ángeles en la antigüedad, e incluso adorados como dioses. ¿Qué es un ángel, al fin y al cabo? Nadie los ha estudiado jamás. Pero si es usted religioso sabrá que los ángeles no intervienen en los asuntos de los mortales.
- Hubo un tiempo en que sí lo hacían. Llevaban a cabo el trabajo sucio de Dios.
- Eso dicen las escrituras –asintió el mentalista-. Pero puede que algo hiciera que Dios se replanteara la función de los ángeles. Si no, ¿por qué ocurre lo que ocurre sin que Dios mueva un dedo? Es decir… convirtió en piedra Sodoma y Gomorra pero no hizo nada cuando Hitler invadió media Europa ni cuando los serbios iniciaron la limpieza étnica con su pueblo.
>>¿Por qué Dios no interviene? Porque deja que sean los propios humanos quienes solucionen sus problemas. Puede ser duro, e incluso cruel, pero es la mejor manera de que aprendan por sí mismos. Imagine que a alguno de esos mutantes se le ocurriera utilizar su poder para hacerse con el control mundial, o para decirle a los humanos cómo deben de vivir. Muchos lo han intentado, y las peores crisis de la historia se han derivado de ello. Es nuestra labor impedirlo. La labor más importante: garantizar la completa libertad del ser humano, para lo bueno y también para lo malo. ¿Acaso no radica en eso la libertad?

Eclipse meditó las palabras. Era cierto que no había recibido nunca ninguna instrucción directa de Dios. Nunca había oído su voz. ¿Cómo podía saber que realmente estaba cumpliendo su voluntad?

- Pero entonces… ¿por qué fui enviado? Cuando Drago murió…
- Usted nunca llegó a morir, Dragoslav. Ninguna entidad superior tomó posesión de su cuerpo para cobrarse venganza. Verá… a veces ocurre que el gen mutante permanece latente hasta que algún acontecimiento, normalmente traumático, o que haya supuesto una grave amenaza para la integridad del sujeto o la de sus seres queridos, lo hace activarse. Usted no murió. Sencillamente despertó.
- Pero… los poderes que poseo…
- Es simple: adoptó un aspecto aterrador que reflejaba los horrores que vivió de niño. Quiso transmitir a los demás esos miedos mientras enterraba profundamente los suyos. Hay una manera de que compruebe que lo que le digo es cierto, y usted sabe cuál es, del mismo modo que sabe por qué Darko Nikoliç pudo reconocerle, aunque lo haya bloqueado en su inconsciente.
- ¿Bloqueado?
- Lo que usted tiene no es amnesia, señor Katich. Un hombre amnésico no evita continuamente hablar de lo que le sucedió; al contrario, trata de reconstruirlo, ya que su único deseo es recuperar sus recuerdos. Usted no quiere recuperarlos, porque el mecanismo que le ha hecho olvidar es más complejo… y también voluntario. Sabe de qué le estoy hablando, ¿verdad?

Eclipse rebulló en su asiento, intranquilo.

- Si usted es mentalista, ¿qué le impediría implantarme recuerdos falsos?

El hombre sonrió.

- Si quisiera hacerlo, ya lo habría hecho –le tendió la mano-. ¿Se atreve? No lo haré sin su consentimiento. Es importante que decida por sí mismo confiar en nosotros.

Eclipse vaciló, pero acabó por aceptar su mano.

Un latigazo de dolor agónico le recorrió como una descarga eléctrica. Volvía a estar en aquel almacén en Colombia. Tenía la visión enturbiada por el dolor, la sangre y el agotamiento, pero aquella cara se había quedado grabada para siempre en su cerebro. La cara del hombre que se inclinó hacia él.

Estos ojos han contemplado demasiado dolor…

- ¡No! –intentó soltar la mano de Xavier por puro instinto, pero él lo aferró con firmeza.

Escuchó su voz en algún lugar, pero no pudo entender lo que decía. Se fue perdiendo en la distancia. Se encontraba de nuevo en el almacén.

Permite que te libere…

Luz brillante, calor ardiente, dolor y sangre. Drago gritó. Y entonces, ocurrió lo impensable: Las cuerdas que le mantenían inmovilizado reventaron. Ningún ser humano normal habría podido romperlas en su estado. Drago se puso en pie. Dos puntos de luz roja se encendieron en donde deberían haber estado los ojos, y unos muñones negros, como alas a las que les hubieran arrancado las plumas, se desplegaron a su espalda.

Todo el mundo retrocedió un paso, incluso el mutante que le había torturado. Él extendió los brazos, y de todas las heridas abiertas en su cuerpo, incluidas las cuencas oculares ensangrentadas, comenzaron a brotar un sinfín de pequeños demonios alados provistos de afilados colmillos que se abalanzaron como un furioso enjambre sobre sus enemigos.

Pronto, el asombro dio paso a gritos de horror cuando las criaturas comenzaron a devorarlos, como pirañas hambrientas, y en medio de todo aquel vórtice se alzaba Drago, impasible ante la carnicería. Había perdido de vista a su torturador. No importaba. De sus brazos extendidos pendía un manto de sombras que era una entrada abierta al infierno por donde no cesaban de entrar criaturas de pesadilla que se iban sumando a la masacre.

Entonces, las puertas del almacén se abrieron, y un nutrido grupo de hombres armados irrumpió en su interior. Drago se volvió, y, durante un breve instante, su mirada se cruzó con la de Darko Nikoliç. Al igual que los demás, el asesino serbio se había quedado de piedra ante aquél horror, y ése fue el momento que Eclipse aprovechó para arrojarse a través de la ventana, antes de que acertaran a disparar.

Se sintió caer. Fue una sensación vertiginosa, como cuando has bebido demasiado alcohol. Cuando volvió en sí, estaba temblando. Había vuelto a experimentar en unos pocos segundos el dolor de unas heridas que habían estado a punto de matarlo. De las antiguas cicatrices de su cuerpo brotaba sangre negra, y había regueros de oscuridad recorriendo sus mejillas desde donde deberían haber estado los ojos.

- Lo sospechaba –dijo Xavier-: Darko Nikoliç es un mutante. Tuvo que ser capaz de ver a través del disfraz. Quizás incluso tengamos que darle las gracias, señor Katich.

Drago aún estaba tratando de asimilar lo que había visto.

- Siempre creí… que habían arrojado mi cuerpo en aquél callejón. Que desperté dentro de un cadáver…
- Como vio, no fue así. De algún modo consiguió llegar hasta la ciudad, pero habría muerto realmente si esa chica no le hubiese encontrado. Eclipse no “nació” como un instrumento de venganza, sino como un mecanismo de defensa. Fue supervivencia. La mayoría de los mutantes se transforma automáticamente cuando reciben daño físico, pero usted lo rechazó porque no estaba preparado para asumir lo que había ocurrido. Que Drago hubiera muerto y usted fuera una persona diferente era más fácil de aceptar. De este modo apartó el dolor y el sufrimiento y lo proyectó sobre alguien que ya estaba muerto. El hombre que surgió era más fuerte, sin las debilidades humanas que lastraban a Dragoslav. Ahora sabe lo que pasó en realidad, y sabe que es verdad.

El mutante accionó su silla y se dirigió hacia la salida.

- Una última cosa: es muy probable que ese Nikoliç aún mantenga alguna clase de contacto con “los Escorpiones”, y, puesto que le ha reconocido, quizás les informe de que le vio en Bélgica. Debería abandonar el país por algún tiempo. Podría venir a nuestra Academia en Estados Unidos y le enseñaríamos a controlar y perfeccionar sus poderes.
- No pienso irme –replicó Drago con la voz ronca-. Llevo años queriendo vengarme. Si vienen a buscarme será mucho más fácil.
- Mmmm… ya. Bueno, piénselo. Si decide unirse a nosotros ya sabe cómo encontrarnos, pero no venga a menos que esté completamente dispuesto a aceptar nuestros métodos. Si decide no hacerlo también le ayudaremos, ya sabe con qué condiciones. Es su elección. Hasta la vista… y gracias por el té.

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MensajeTema: Re: Ficha de Eclipse   Ficha de Eclipse Icon_minitime24th Noviembre 2014, 13:08

Epílogo

Esta prohibido matar; por lo tanto, todos los asesinos son castigados, a menos de que maten en grandes cantidades y al sonido de las trompetas.
Voltaire

Ficha de Eclipse 539148-1-1556380-1312813103_Crop_600_400


Se trataba de un chalet de tipo suizo con un aspecto muy agradable; la típica casita de paredes blancas y puertas y ventanas de madera, con el tejado en pendiente y toda rodeada de árboles. Un sitio idílico, un remanso de paz. A Drago le hirvió el corazón al pensar que allí vivía uno de los últimos tipos que había participado en la violación y asesinato de su madre.

Ya no estaba bajo vigilancia de los X-Men, o al menos eso le había dado a entender Xavier tras su última conversación. En apariencia, el famoso mutante había regresado a Nueva York, dejándole la puerta abierta por si deseaba unirse a su Patrulla, pero sin obligarle a seguir sus pasos. La verdad, era extraño; ¿después del tiempo que llevaban controlándole para evitar que siguiera matando ahora se marchaban así como así, dejándole libre? ¿Sin amenazas ni coacciones? El Profesor había dicho que había visto luz dentro de él. Quizás esperaba que "hiciera lo correcto". ¿Tanta fe tenía en él? Si era así, desde luego demostraba más fe que la que el propio Drago tenía en si mismo.

Por otra parte, los recientes descubrimientos le habían dado mucho en qué pensar. Un cúmulo de violentas emociones se habían apoderado de él en el momento en que Xavier había desbloqueado su memoria, y aquél turbulento estado anímico aún le acompañaba. Antes todo era tan sencillo... blanco o negro, sin posibilidad de discusión, pero ahora había toda una gama de grises, y no podía evitar pensar en el inocente que se había suicidado por su culpa tiempo atrás. Una baja colateral, había pensado en su momento, pero ahora ya no lo tenía tan claro. Un sentimiento que se parecía mucho al arrepentimiento o a la culpabilidad le asediaba de manera continua incluso ahora, cuando pensaba en lo que le iba a hacer a aquél hombre.

Con paso lento, implacable, comenzó a ascender los escalones de piedra que le conducirían hasta la terraza de la agradable casita de campo. Algo era claro: Aleksandar Kovačević había elegido el mejor lugar para morir esa noche. Aquella casa se encontraba en las afueras, a más de dos kilómetros del centro de Septon, un pequeño pueblecito de Bélgica. Lo más cercano que tenía era el bosque, que se encontraba a un kilómetro. El supermercado más cercano estaba a 8 kilómetros, y la estación de tren Barvaux a 9. Allí nadie escucharía sus gritos.

Las puertas de cristalera que daban acceso al interior de la vivienda estaban abiertas; Al parecer, Aleksandar no esperaba que nadie fuera a buscarlo tan lejos de todo rastro de civilización. Eclipse entró a través del salón y lo descubrió en la terraza contraria, sentado en lo que parecía ser una silla de ruedas, con la mirada perdida en el bosque que rodeaba el hogar. Habían transcurrido casi 20 años, y el otrora orgulloso soldado ahora no era más que un viejo inválido. Drago se acercó hasta él sin molestarse en disimular sus pasos. Había comprobado los alrededores; no había ni un sólo coche en las cercanías. Aquella noche, él sería el único depredador.

Aleksandar volvió la cabeza hacia él cuando le escuchó acercarse. Pese a que Eclipse mostraba un aterrador aspecto demoníaco, con tentáculos danzando en torno a su cuerpo y sombras que se desplazaban con él a cada paso, el hombre no mostró miedo. La única emoción palpable en su semblante era una tranquila aceptación y algo que, sorprendentemente, recordaba demasiado al alivio como para dejar al mutante indiferente. Eclipse se detuvo ante él sin decir nada, mirándole con atención.

- Así que al fin has decidido venir a por mí -musitó el anciano con voz cascada-. Durante todos estos años me he estado preguntando cuándo aparecerías... -accionó uno de los controles de la silla y volvió a girarse para contemplar el bosque-. Cuando me enteré de las muertes... todas de los que habíamos participado en aquello... supe que mi final estaba próximo, ¿y sabes? Me alegré, me alegré mucho.

Se produjo un breve silencio mientras el anciano dejaba vagar la mirada perdida sobre las copas de los árboles. Drago estaba tan sorprendido que no hizo nada por perturbar la quietud.

- Hubiera deseado que fuera antes. Todos estos años... Nunca... nunca imaginé que sería tan espantoso. Es curioso cómo cuando formas parte de un grupo, y te sientes reforzado por tus compañeros, todo parece tan natural... Hubo un hombre que estudió sobre ello: Gustave Le Bon. ¿Le conoces? -una sonrisa asomó entre sus viejos labios al comprender lo absurdo de lo que acababa de plantear-. Pues claro que le conoces, ¿cómo si no? Al fin y al cabo, eres el demonio. ‘’La masa es siempre intelectualmente inferior al hombre aislado" -citó-. "Pero, desde el punto de vista de los sentimientos y de los actos que los sentimientos provocan, puede, según las circunstancias, ser mejor o peor. Todo depende del modo en que sea sugestionada". Mis compañeros a mi lado jaleaban mis acciones, me animaban a ser más sanguinario. Cada acto atroz de aquellos que nos rodeaban era recibido por los demás con una aclamación. Y en ese estado, envuelto en ese frenesí sanguinario, cegado por la adrenalina que recorre tus músculos, apenas eres consciente de nada. Matas con la misma tranquilidad con la que segarías una planta molesta que crece en tu jardín. Pero entonces vi las mujeres, y los niños...

Un destello de tristeza cruzó por los ojos de aquél hombre. Su voz se apagó hasta convertirse en un susurro preñado de dolor:

- Hay una mujer en concreto... Su recuerdo me perseguirá hasta mis últimos días. Lo que le hicimos... Lo que mis compañeros le hicieron... Había un niño. Nunca olvidaré a aquél niño. Verlo fue como si me arrojaran una jarra de agua fría. Recuerdo que lo miré y pensé: ¿Qué futuro le espera? ¿Qué futuro le espera a estos niños? Les hemos torturado y asesinado a sus familiares, prendido fuego a sus hogares, derribado sus casas... ¿Qué clase de futuro les aguarda? ¿Qué será de ellos? ¿En qué se convertirán? Sin lugar a dudas nos maldecirán por el resto de sus días... Eso pensé entonces. No pude soportarlo y me marché. Quizás debi haberme quedado, porque luego me enteré de que habían matado a aquél niño. Los mataron a todos... Hombres, mujeres, niños... Más de 8000 personas. Asesinadas.

Encogió los flacos hombros, como asediado por una brisa fría inexistente. Eclipse estaba petrificado, incapaz de hacer o decir nada. Por fortuna, Aleksandar no le estaba mirando. De lo contrario habría podido pensar que, para ser un demonio, el horror que reflejaba su semblante parecía demasiado humano.

- Siempre me ha fascinado el concepto de Karma. Se supone que es una ley de la naturaleza, un castigo directo por parte de Dios. Supongo que por eso me quedé paralítico. Primero se destruye la dignidad y después... llega el miedo. Mira a tu alrededor. Estamos a más de dos kilómetros del pueblo, y a una distancia mucho mayor de cualquier ciudad. Aquí, por la noche, no hay luz. Siempre salgo a la terraza cuando el sol se ha ocultado. La oscuridad es tan densa que no te permite ver nada, ni tan siquiera los árboles que rodean la casa. Es como si estuviéramos solos, en el fin del mundo. Miro alrededor... y sólo veo oscuridad. Es aterrador. El terror... está por todas partes. Te posee. Te rodea y te posee. Esta es mi penitencia. Me he aislado de todo contacto humano, relegándome al vacío y la oscuridad. En todos los años transcurridos no ha habido noche en la que no haya oído los gritos de los inocentes a los que masacramos. No ha habido noche en la que no haya visto los ojos de aquél niño, enormes por el miedo, mirándome fijamente, buscando una piedad que no recibiría. Y yo me pregunto: ¿basta sentir arrepentimiento para salvar un alma condenada? ¿El hecho de sentirlo mitiga de alguna manera las atrocidades que cometí? ¿Me hace ser más humano? ¿O no soy más que un monstruo? ¿Acaso no se pueden borrar las huellas de los crímenes pasados? ¿Acaso estoy condenado? He asesinado a tanta gente... Sabía que, más tarde o más temprano, todo eso volvería a mí. Y ahora has venido.... -accionó nuevamente la palanca de su silla y se volvió, pero no había nadie tras él. No quedaba rastro alguno de la onerosa presencia que le había visitado. ¿Tal vez lo había imaginado? Quizás no había sido más que un delirio de una mente anciana agobiada por el peso de la culpa. O quizás no... Sobre una pared, escrito con letras de luz que brillaban intensamente en la oscuridad del hogar, había escrito un mensaje:

Estás perdonado. Descansa en paz.

El mensaje resplandeció aún unos instantes antes de apagarse lentamente y, por primera vez en muchos años, el anciano se permitió sonreír.

* * * *


Charles Xavier le esperaba al bajar los escalones de la casa. Eclipse esbozó una mueca irónica.

- Así que aún me espiábais después de todo. Ya me extrañaba. Supongo que no podíais arriesgaros a que matara de nuevo.

- Sabía que tomarías la decisión correcta -dijo Xavier, pero Eclipse sabía perfectamente que se trataba de una respuesta de compromiso. Era imposible que hubiera tenido esa seguridad, especialmente porque ni siquiera él la había tenido. Había sido una prueba, y suponía que la había superado.

- Usted tenía razón -dijo finalmente, metiendo las manos en los bolsillos de su gabardina para mirarle fijamente-. No existen el bien o el mal absolutos. La gente puede cambiar y yo no tengo derecho a dictar sentencia. Me equivoqué. Pensé que podría continuar como antes después de todo lo que me hizo presenciar, pero... no puedo. Para bien o para mal, me ha cambiado. Quiero ir con usted. Con esos... hombres X. ¿Me aceptarían? ¿Aceptarían a alguien como yo, un asesino?

El Profesor sonrió ampliamente.

- Solo porque alguien tropiece una vez, no quiere decir que se pierda en el Camino. Sígueme. Tenemos el avión oculto en una zona despejada del bosque. Te llevaremos a la ciudad para que puedas recoger las cosas que quieras llevarte contigo. Si estás dispuesto...

Eclipse lo pensó unos instantes. ¿Irse ya? ¿Abandonar su ciudad? Qué demonios... No tenía nada que le atara realmente allí. Nada que le importara dejar. En su interior ya no había lugar para dudas o vacilaciones; Estaba dispuesto.

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