La noche transcurría con normalidad en los suburbios de Gotham, aquellos eran días tranquilos para la familia Maroni, después de los incidentes provocados por el terremoto, los héroes parecían haberse movido de la ciudad para atender asuntos más importantes, mientras tanto, ellos, poco a poco recuperaban lo que les había pertenecido siempre, las calles de la ciudad, ahora que muchos chalados estaban encerrados en Arkham y el Joker no daba señales de vida, ellos se habían podido agenciar poco a poco con los negocios de su alrededor, hasta, al final, convertirse de nuevo en la fuerte banda que fueron en antaño...Y en los muelles, en un almacén, estaban reunidos los principales líderes de la familia, con Salvatore Maroni a la cabeza, presidiendo la larga mesa de roble que abarcaba el centro del almacén, las luces que colgaban del techo con un toque fantasmal alumbraban la sala lo justo, por las pasarelas que había a unos metros por encima de ellos paseaban hombres fuertemente armados, listos para cualquier tipo de problema que pudiese surgir, abajo, los peces grandes discutían sobre como comerse a los chicos:
- Solo digo, que si entrásemos en Arkham y acabásemos con todos esos chalados, nos ahorraríamos muchos probl...- Dijo uno de los hombres más apartados del jefe, un hombre corpulento y cuya calva deslumbraba, pero se vio interrumpido por Maroni, que dijo: - No voy a arriesgar a mis hombres a entrar a ese lugar, el Joker y su sequito están bien, allí en Arkham, para cuando hayan salido las calles serán nuestras otra vez en su totalidad y ya no serán una amenaza, ahora, hemos de hablar señores, parece que la banda del pingüino sigue reacia a aceptar nuestra oferta, pienso que tal vez deberíamos aliarnos con él, por el momento, ya sabéis, para ganarnos su confianz...- De pronto, la voz del mafioso se vio acallada por una oscuridad profunda, una oscuridad densa, todos aquellos valientes hombres se levantaron de sus sillas asustados e incluso, alguno profirió un chillido, sabían lo que venía con la oscuridad.
Un ruido sordo y uno de los centinelas que vigilaban las alturas cayó desde la pasarela que colgaba del techo y se estrelló contra la mesa de roble macizo, rompiéndola y haciendo saltar decenas de astillas en todas direcciones...Disparos, otro ruido sordo, un segundo hombre cayó al suelo desde las alturas y los demás fueron cayendo poco a poco, mientras, los de abajo, despacio, se dirigían a las salidas del almacén, cuando el último de los pistoleros fue arrojado al suelo, una potente voz profirió:
- Ni se os ocurra ir a las salidas, hay explosivos con sensores de presión en ellas, los que intentéis escapar lo haréis en dirección al hospital con unas bonitas quemaduras, eso, si sobrevivís. – Algo descendió desde las sombras, en un principio, al verlo, Maroni creyó que Batman había cambiado de sastre, pero no, no era él, aquel traje azul, ese casco plateado y esa capa con aquellas extrañas plumas no podían pertenecer, definitivamente al caballero oscuro, además, los hombres del mafioso yacían muertos en el suelo, y aquel santurrón jamás haría algo así...Al llegar al suelo, la figura quedó agazapada un rato, cubierto por su capa, hasta que algunos de los hombres que estaban cerca de las salidas fueron a sacar sus armas para intentar defenderse, ese fue su error, el hombre enmascarado, con elegancia y rapidez, lanzó unas cuchillas a los cuellos de aquellos hombres, al fin y al cabo, el solo necesitaba a uno de ellos con vida:
- Les recomiendo que se relajen caballeros, no he venido aquí a pelear, sino, más bien, a parlamentar...He oído toda vuestra conversa, vosotros queréis libraros de los locos de Arkham, buscamos lo mismo, bajo mi dirección les tendremos fácilmente donde queramos y acabaremos con ellos, para después, hacernos con Gotham. – Entonces empezó a caminar hacia Maroni, ya le conocía de su antiguo hogar, de su antigua Gotham, aunque allí, aquel hombre de rostro asustadizo era muy distinto, más fuerte, como todo lo que existía en Tierra-3. El mafioso se ajustó su corbata y dijo:
- Digamos que aceptamos tu ayuda ¿Cómo podemos confiar en ti? – El tono del hombre mostraba preocupación, pero a su vez, chulería, el enmascarado, rápidamente cogió la muñeca de Maroni cuando estuvo lo suficientemente cerca y de su cinturón sacó un objeto que parecía un sello, aunque por un extremo, el dibujo era formado por cuchillas afiladas, formaba el mismo emblema que el que lucía en su pecho, rápidamente hundió en la palma de la mano del mafioso aquel objeto metálico y tras unos segundos de agonía nada silenciosa para aquel tipo, lo retiró, dejándole su marca en la mano, ahora, él, le pertenecía, era de los suyos para siempre: - De la misma forma que yo no puedo confiar en vosotros, no hagáis lo propio conmigo, no os digo que vayamos a ser amigos, os digo que vamos a aliarnos, os guste o no, recordadlo, mi nombre es Owlman...- Sacó una especie de pistola de su cinturón y apuntó hacia una ventana, al disparar, el garfio que salió del arma con fuerza destrozó la ventana y quedó clavado en la parte exterior de esta, entonces, despegó sus labios y continuó: -...Y Gotham City va a dejar de estar bajo el manto de Batman, a partir de esta noche y hasta el fin de los días, esta ciudad, me pertenece...- Tras eso, accionó el objeto y con rapidez fue guiado hacia la ventana en la que el garfio estaba clavado, cuando llegó al alfeizar de la ventana se detuvo con teatralidad y luego, simplemente saltó por esta para salir del lugar.
Había llegado la hora de que Owlman recuperase lo que el destino le había arrebatado de forma tan injusta y cruel, era hora de volver a reunir a su familia.