“El que sabe cuando puede volar y cuando no, será victorioso.”
Sun Tzu
Criado como Ibn al Xu'ffasc, me pasé mi infancia estudiando a los mejores guerreros de todos los tiempos y estaba destinado a convertirme en uno. Mi destino escrito con sangre por mi dinastía me dictaba ser el domador del mundo.
Mi entrenamiento como guerrero terminó el día que logré superar en batalla a mi progenitora. Gané la recompensa de ser adiestrado por el murciélago y continuar su legado de las sombras.
No fue fácil acatar las nuevas normas morales que mi Padre me instruyó. Acostumbrado a pensar como un guerrero pasé a ser un luchador. Mi perfecta faceta como asesino quedó suspendida en el tiempo. Las nuevas enseñanzas se basaban en un control perfecto de técnicas de defensa y en evitar daños a los recientes enemigos. Los resultados ya no tenían tanta importancia, el fin dejaba de justificar los medios.
Aprendí en Wayne Manor la importancia de la familia. Madre era experta maestra en combate, tanto mano a mano como con el uso de armas. Inteligente y estudiosa, pero reservada. Su confianza se ganaba con respeto y necesitaba sangre. Siempre fue Hija del Demonio antes que madre. Los lazos surgieron con el interés y preocupación de Alfred, nada más llegar. Constantes atenciones y cuidados, mientras era cortés y considerado. Me procuró un hogar antes de saber lo que era uno. Me enseñó a ser hijo y a Bruce ser padre. Instigó para traer a Titus, y remediar mi soledad. Fueron tiempos de cambio difíciles, aprender a vivir con el oscuro pasajero que albergaba en mí, mientras aprendía a vivir como un Wayne antes que como un Al ghul.
Aparecieron nuevos vínculos, aliados que procuraron mi bienestar y que pasaron a ser familia. Primero conocí a Tim, con el que rivalicé desde un primer momento por el puesto de Robin. Estaba claro que solo yo soy el legítimo heredero de la estirpe Wayne. Hubo tensiones y las discusiones eran frecuentes. Pero cada uno obtuvo un nuevo puesto. Tim es listo, experimentado y un gran detective, pero no deja de resultar pedante y pretencioso. Jason se presentó distante, displicente y rebelde. Dejó de seguir los pasos de Batman, y adaptó sus enseñanzas. Compartimos maestros de la liga y ambos somos muy independientes. Aunque resulta ser más un bandolero que un justiciero. Dick me convirtió en Robin. Desde un principio puso su confianza en mí y me mostró que no tenía que demostrar mi valía. Maestro de las habilidades interpersonales, superó a Bruce como impulsor de inspiración para la comunidad de superhéroes.
Surgieron días de pesca, noches de cine, tareas extraescolares, clases de teatro y tardes de videojuegos. Sucedieron peleas con el Joker, búsquedas de villanos, encuentros con los búhos, disputas internas y mi muerte. Organizaron una partida para traerme de vuelta. Con unos viejos trajes que me pertenecían y que Alfred había mejorado, partieron los antiguos Robins y Batman.
Volví.
Y la vida continuó como siempre hasta que aparecieron los nuevos sucesos extraños. Empezaron con comportamientos extraños en Gotham. Más extraños de lo habitual, por supuesto. Porque nuestra ciudad es oscura, tenebrosa, borrosa, confusa y caótica.
Empezaron a aparecer difuntos de distintas procedencias que no pertenecían a nuestro mundo. Presagiaban sucesos trascendentales de los cuales no podíamos salir victoriosos. Citando a Sun Tzu, El combatiente inteligente impone su voluntad en su enemigo, pero no permite que la voluntad de su enemigo le sea impuesta. No sabíamos quién era el enemigo, pero estábamos doblegados por su voluntad. No éramos el combatiente inteligente. Destinados a perder esta batalla y bajo el peligro inminente, seguimos protegiendo la ciudad de sus más oscuras sombras. Fueron muchas decisiones difíciles, tomadas en muy poco tiempo. Había sido una semana demencial. Batman se pasó los días encerrado en la Batcueva y solo salía para hablar con la Liga de la Justica.
Es imposible olvidar el momento de la colisión, con el frenesí del momento y la incertidumbre del mañana. Recuerdo estar en Wayne Manor buscando a Pennyworth para que se resguardara del peligro en el refugio conmigo y con Alfred, Goliath , Titus y la Bati-Vaca. El resto de los residentes de la mansión podían valerse por sí mismos. Pennyworth pasó inconsciente las próximas horas en la guarida, por su propio bien. Puesto que cuando lo encontré no quería dejar a Padre a su suerte, tuve que incitarle a abandonar su puesto. Entonces surgió la Colisión. No podíamos ver nada dentro del refugio, pero sentimos un vacío provocado por el efecto que estaba teniendo en el mundo. Si hubiéramos estado fuera, habríamos visto el conflicto físico de la fusión de todos los mundos. Enajenado por el ruido, me quedé absorto cuando el silencio inundó Gotham. Después de comprobar que el movimiento sísmico había terminado y que las fluctuaciones en las señales se habían detenido, procedí a salir de la sala que me protegía. Encontré la mansión vacía, y solo dejé atrás a Pennyworth que seguía descansando en un tullido sofá. Tiempo después descubrí que él había olvidado quién era yo en su mundo. Fue un duro golpe reconocer que aquel que lloró con mi ausencia, no recordaba haberme querido.
La ciudad era un caos. No como yo recordaba y reconocía. Las personas corrían sin rumbo gritando el nombre de sus seres queridos. Algunos habían perdido toda esperanza, y se habían abandonado al llanto. Se escuchaba el ruido de las sirenas, las calles olían a polvo y humedad, los coches se encontraban abandonados en la carretera y los comercios estaban siendo asaltados. No me importó mucho el bullicio ni los robos en la calle. Recuerdo sentir un pesar en el pecho mientras recorría a prisa las calles y estaba siendo observado por Goliath, que me vigilaba en el aire. Paré un par de veces para detener alguna agresión antes de llegar a mi destino. Había decidido buscar a algún aliado, pero cuando revisé sus viviendas, ninguno apareció. Me encontraba solo en las oscuras calles de Gotham, a la espera de ser devorado por las sombras. Sin saber a quién más recurrir, decidí seguir con las enseñanzas de Batman y proteger al indefenso. Callejeé durante horas antes de enterarme de la resurrección de fósiles, portales y la fuga de presos, que surgieron en Gotham. En alguna de esas situaciones (no recuerdo cuál) logré ver a Batman entre la muchedumbre, peleando contra los criminales.
Más tarde, logré reconocer a personas que creía muertas, mientras otros que no conocía se veían perdidos y asustados. La colisión habría provocado una confusa situación, en la cual no nos conocíamos los unos a los otros.
Esperé pacientemente en uno de los refugios que tenía Jason Todd, y que no había sido modificado como otros edificios. Volver a la mansión con un Pennyworth que no me reconocía resultaba hiriente, por lo que decidí evitarlo . Gracias a la precaución de Reed Hood, no sólo me había acomodado en uno de sus pisos francos, sino que me había podido abastecer de comida, armas y efectivo. No es como si nunca hubiera allanado uno de sus hogares. Allí Goliath pudo descansar, mientras que Bati-vaca y Alfred rompían algunos muebles. Más tarde decidí volver a la mansión para buscar a Batman. Asalté la Mansión Wayne solo para experimentar con dolor, como no solo Pennyworth no me reconocía, sino que el mismo Batman no era el mismo.
Después de reflexionar sobre los nuevos acontecimientos, decidí buscar a mi madre en Nanda Parbat. No me resultaba una idea irracional pensar que después de ver cómo algunas personas habían vuelto de la muerte, mi madre pudiera estar viva. Ante este pensamiento partí al Tibet con una vaca, un vampiro gigante, un gato y un perro.
No fue fácil llegar a esas montañas acompañado, por suerte Goliath nos facilitó el viaje y pudimos hospedarnos en refugios de la Liga. Debido a las inclemencias meteorológicas, tuve que partir a las montañas sólo con el murciélago, cobijando al resto de mis amigos en un refugio al cuidado de un lugareño. Pasamos semanas estudiando el terreno de las montañas y sobrevolando el cielo helado. No tuve forma de encontrar el camino a casa. En mi viaje no encontré a ninguno de los asesinos de la Liga a los cuales sacar información. La amalgama de la colisión había hecho desaparecer los caminos, los pasajes y los ríos que conocía. El paisaje que conocía desde mi niñez se había transformado en uno irreconocible. Con tristeza deseché la idea de encontrar a mi madre y a mi abuelo. La esperanza de volver a ver a mi madre viva y poder abrazarla se desvaneció. Volví a partir a mi hogar de Gotham que aunque extraño seguía siendo conocido.
Puesto que a mi vuelta me encontré con un Robin que no conocía, del cual no quería saber nada, y aunque no existe más Robin que yo, decidí postergar mi vuelta como tal y retomar el nombre de Red bird.
Así, con una máscara que pasaba a ser casco, me planté en la ciudad de la decadencia, para buscar al que fue mi Batman más preciado y aquel con el que hice mejor equipo. Escuché durante mi aventura, que había tomado el liderazgo de su antiguo grupo, activando un dispositivo de Batman, y que había contrarrestado la radiación producida por la Colisión, cerrado así los portales. Por lo que decían de él los superhéroes que me encontré por el camino, seguía siendo el compañero que conocía. Necesitaba encontrar a Dick Grayson.