Bienvenido a la gran manzana [Planaria]

FDI:

No lo escuches mientras lees.
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Recobré el sentido al abrir los ojos. Él se quejó del dolor y mi primer impulso fue acercarme a saber si estaba bien. Qué estúpida... ¿Cómo habría accedido a ello? La adrenalina que tenía se me bajó de golpe al pensar en el daño que le había hecho. Antes de que el arrepentimiento pudiese hacer mella de dolor, una vez más, me liberó de un pesar con su comicidad. Me lo encontré en plan pingüino con los pantalones bajados y unos calzoncillos blancos con estampado de corazones rojos. De película. Solté una risotada que intenté contener. Cerré los ojos para respetarle cuando me pidió que no mirase.
Esperé a que volviese a hablarme para volver a mirar. Un resoplido me dio permiso.

Lo del bañador era cierto, pero la estampa me hizo recordar cuando yo había atravesado mi casa en toalla de ducha. Hizo que me ruborizase acompañándole en su sonrojo. Se acercó a mí con la camiseta agujereada y el cinturón que funcionaba por un milagro. Apoyó su mano en mi cintura y terminé de acercarme a él pegando su cadera con la mía. Le miré a los ojos. Esos preciosos ojos almendra y miel con los brillos azules de luna eléctrica...
Le vi la cara al completo sin dejar de fijarme en sus pupilas. Nunca había conocido a alguien tan... transparente. Me sentía mal por pensar que era una relación impermeable en la que él me pasaba todo y yo a él nada... Quería abrirme a él, de verdad que quería pero hablar de mi vida me costaba mucho.
Hice todo lo que se me ocurrió. Enseñarle los poderes, el traje, salir a luchar con él... Pero sentí que me faltaba algo.
Tenía que contarle lo del circo, pero era tanto esfuerzo moral para mí en un mismo día... Estaba espontánea ¡ quería lanzarme al vacío con él !
Apoyé mi cabeza en su hombro derecho dejando su cuello a la altura de mi nariz. Con una sonrisa idiota en los labios le dibujé algunas líneas horizontales con la punta de la nariz en la piel. Y sin dejar de sonreír firmé el dibujo con un beso encima.

Mi mano derecha se deslizó por su nuca y mis dedos se perdieron en su pelo. Mi mano izquierda le acariciaba la espalda dibujando círculos.
Mírate Sasha... Lo sabes
¡CÁLLATE!
No empecemos con las luchas interiores por favor...
Me sentía increíblemente bien entre sus brazos. Lo habría dado todo por él. Y lo mejor era que fue capaz de hacérmelo saber sin expresarlo de ninguna manera. Tenía dudas de si él me querría... de si yo le querría.
No las tienes...
¡He dicho que vale ya!
Su olor... me reconfortaba en todos los sentidos. Era definitivo... intentar luchar contra él era imposible. Pero... enamorarse a tanta distancia era... una locura.
¿Has dicho enamorarse?
GUSTAR. Que alguien te guste desde tan lejos...
Acompañé la comodidad del momento con un beso en su mejilla, en mitad de la barba, y antes de volver a apoyar la cabeza en su hombro repetí el beso en su comisura.
No lo hagas... te dolerá.
¿Más que estar sola?
Puede...
Me separé de él lentamente dejando que mi nariz acariciase su mejilla y rozase con la suya. Sonriendo nerviosa. El corazón me iba a mil y estaba segura de que él ya lo había notado. No me importó.
Petrificada, a apenas cuatro centímetros de sus labios, mirándolos directamente, humedeciendo los míos con un sutil gesto con la lengua. Estaba alterada y me costaba tragar. Le miré.
Sus ojos, sus labios, sus ojos, la luna. Su sonrisa.
No se me ocurrió otra manera de abrirme.
Siguiendo los impulsos que mi corazón sintió en ese momento di el último impulso que mi alma necesitó para unir nuestros labios en un tierno, suave y .... dulce beso. Mis ojos se cerraron automáticamente al mínimo roce.
Y no pensé nunca más.
Si había un momento para cagarla era ese, le quedaba toda su estancia allí para poder disuadirse del mal recuerdo. Para mí fue lo que necesité. Era momento de despedirse o de dejarse enamorar, porque yo no tenía paciencia y aunque la situación fuese graciosa... no podía esperar más.
El amigo que siempre había estado allí. El que me hacía reír, el que me hacía creer.
Él, que me convirtió en una heroína.

Estábamos muy cerca, otra vez más. Aquello ya empezaba a convertirse en casi una rutina. Su cabeza apoyada en mi hombro era lo que necesitaba. Su olor me cautivaba y me transportaba a lugares que no sabía siquiera si existían. Con su pequeña nariz comenzó a dibujar figuras y formas en mi cuello, provocándome una risa fácil debido a las cosquillas y la ternura de ese gesto, poniendo la guinda con un tierno beso sobre aquellas caricias.

Pasó su mano por mi nuca, acariciando mi pelo, y su otra mano recorría mi espalda haciendo toda clase de dibujos y círculos. Estábamos muy cerca, y volví a ver aquellos ojos verdes. Nunca en mi vida había visto nada igual. En una parte de lo más profundo de mi corazón recordé ver algo parecido. Unos ojos así, brillaban sobre mí cuando apenas había andado por este mundo. En mi alma una pequeña tuerca se activó, dándome a entender que era posible, poco probable pero posible, que la única mujer que me había amado en toda mi vida tenía los mismo ojos. Mi madre. No recordaba casi nada de ella, pero aquella mirada era muy parecida, cargada de amor y ternura.

La distancia entre nosotros fue desapareciendo. Nuestros alientos se mezclaban, chocaban el uno con el otro al salir de nuestras bocas. Mis pupilas se dilataron y sentí como mi corazón bombeaba con la fuerza de un cañón. Las manos comenzaron a temblarme, una apoyada en su cintura, y la otra ahora acariciando su mejilla con el dorso de la misma. Sentí como mi labio inferior tiritaba ligeramente. Los nervios me estaban traicionando, mi cuerpo entero me estaba comenzando a fallar. La… La quería. Quería a Cels… No, no la quieres, al menos no como algo más que una amiga. Joder claro que la quiero como algo más que una amiga… ¡Por amor de dios! ¡Nadie me había hecho sentir tanto con tan pocas cosas! No maldita sea, ¡reacciona! Si lo haces todo se irá al garete, ¡todo se perderá! Pero… ¿qué sentido tiene vivir sin saber siquiera lo que es sentirse amado o saber que has amado? Prefiero morir sabiendo que he amado que vivir todas las eras de este mundo con un sentimiento encerrado a cal y canto en lo más profundo de mi corazón.

No me di casi cuenta de lo que estaba sucediendo. La distancia no existía, mi mano se apoyó totalmente en su mejilla. Para, ¡no! ¡Todo se perderá! ¡Todo morirá! Pues si he de morir, que así sea… Y, entonces, nuestros labios se juntaron.

Dicen que el amor es un sentimiento puro y sincero, que vuelve a la persona más reflexiva en un amasijo loco de sentimientos y estupideces. Sin embargo, el amor no es eso. El amor no es algo que pueda explicarse ni narrarse. El amor no es algo que pueda describirse o transcribirse. No. El amor es algo que debe vivirse. Fueron nuestros labios los que entraron en contacto en un primer momento, pero después de eso fueron tantas las cosas que entraron en contacto que podría tirarme toda la noche hablando de ellas. No fue un beso, fue mi primer beso. Mi corazón estalló anunciando que los fuegos artificiales habían comenzado. Mi cuerpo físico desapareció, dejando únicamente mi alma allí presente. Sentí la suya, entrelazándose con la mía, en un latido único y perfecto, en una danza acompasada por aquel beso que disfrutaba como si fuese el último del mundo. Nunca imaginé que fuese así besar a alguien. Nunca imaginé que besaría a Cels. Mi mano seguía notando su suave rostro, pero yo no estaba allí. Ninguno estábamos allí, sobre aquella azotea bajo la luz de la luna. Nosotros estábamos en un mundo paralelo donde no existía el bien ni el mal, ni el tiempo o el espacio. La ternura que cinco meses antes me había invadido cuando ella cogió mi mano quedó totalmente superada por algo mucho mayor, por algo que totalmente escapaba a mi comprensión. No sólo era mi primer beso, era un beso de amor, de respeto, salido de un par de locos que vivían sus vidas como podían, unidos en una mañana desayunando dulces y chocolates.

La pureza y ternura del beso era tan grande, que mi alma estalló en un millón de pedazos, cada uno más brillante y vivo que el anterior. Unos pequeños rayos azules recorrieron mi cuerpo y el de Cels, provocando que la intensidad de este beso fuese aún mayor y más excitante de lo que jamás creí imaginar. Pero la verdadera fuerza de aquel beso no residía sólo en todas las cosas que había dicho, sino en quién estaba al otro lado del mismo. Cels. La persona por la cual yo habría dado mi vida sin dudarlo ni un segundo. Ella me había metido en medio del agua, mi enemigo mortal, haciéndome sentir algo que jamás había probado y que jamás podría volver a comparar. Cels era la persona que me había querido desde el primer momento por lo que yo era, por cómo era. Ella me había apoyado con cada palabra, gesto, decisión o duda que le había contado. Siempre me escuchaba y siempre me atendía, aunque fuese plena madrugada para ella. Nunca me había dejado de lado, y nunca me había vuelto la espalada. Y sabía, que pasase lo que pasase, ella siempre estaría a mi lado.

Las lágrimas comenzaron a brotar, minúsculas, casi imperceptibles. Aferré su cabeza con un cuidado tal que apenas lo sintiese. No quería que ese beso terminase nunca, no quería que ella se separase de mí nunca, pues en mitad de aquel beso, nuestras almas se habían juntado, y ahora ya no quería, no podía vivir sin ella. Los labios se juntaban, se querían, se mordían y se mojaban los unos a los otros. Tímidamente, introduje mi lengua en su boca, dejándome llevar por la belleza y la ternura del momento. Ella hizo lo propio, sintiendo que aquello sólo podía ser obra del más profundo de los sueños. La suavidad del momento, frágil como la porcelana, pero dura como un diamante, nos envolvió en un cálido manto que nos hacía ofrecer lo mejor el uno del otro, viajando hasta el más profundo resquicio de nuestros corazones, palpitando al unísono en aquella unión tan bella que era injusta describirla con palabras.

Unimos nuestros labios con fuerza durante unos largos segundos, mientras yo sujetaba su cuerpo entero con el brazo derecho y su cara con el izquierdo. Apreté los ojos con todas mis fuerzas, sintiendo que ni alma entraba en su cuerpo poco a poco a través de nuestras bocas. Estaría a salvo. Si alguien era capaz de cuidarla y mimarla era ella. Le entregué mi corazón en aquel momento, en aquel silencioso beso que llevaba la armonía de nuestra juventud y locura. Que llevaba el sello de "mi primera vez" tatuado con fuego en él. Mi primer beso significó volver a nacer.

Nuestros labios se separaron poco a poco, y nos miramos a los ojos. Los míos estaban llorosos, pero había una luz imposible de obviar. Nuestras sonrisas y tiernas risas rompieron el silencio, y, sin estar satisfechos por el amor que acabábamos de abrir juntos, volvimos a unirnos de nuevo, esta vez con mucha más comodidad y confianza, con alguna travesura como caricias por los rostros y algún mordisco en los labios que provocaba más risas y sonrisas. Porque fue en aquel momento cuando nos dimos cuenta de lo estúpidos que habíamos sido intentando ocultar lo que sentíamos el uno por el otro; por lo estúpidos que habíamos sido intentando evitar que cayésemos en lo que era inevitable… Por lo estúpidos que habíamos sido intentando negar que ambos nos queríamos, por encima de cualquier historia que se nos ocurriese contar.

Sería un castigo intentar describir con palabras la sensación de paz que me transmitió con su primer beso.
Y con el segundo. Éste interrumpió un silencio acompañado de una de mis miradas directa a sus preciosos ojos. Sonreí justo antes de volver a besarle y aproveché los dientes agresivos para morderle el labio nada más empezar a besarnos, y tal y como empecé terminé. Enganchando el labio de abajo y tirando un poco hacia mí.
Mi pulso, mi respiración, mis poderes... Todo acelerado y desplazándose por mi cuerpo a un ritmo de vértigo. Sin abandonar mi risa le miré a los ojos. No parecía haberse molestado ni que se hubiese apartado. Es más, juraría que participó en esa magia que fluía por mi corazón.

- Lo...lo siento. - jadeé - No he podido evitarlo... ¡Ven conmigo! - le cogí de la mano y tiré de él de nuevo, como casi se convertía en rutina. Vi un poste con sus correspondientes cables y salté en una risotada sonora por toda la ciudad. Me cargué sobre sus hombros.
No dudaba de él.
Si él me seguía llegaríamos surfeando hasta mi piso, tal y como él sabía. Noté varios rayos haciéndome cosquillas, vibrando a mi alrededor. No podía parar de reír y de retorcerme. Estaba de los nervios.
Era feliz.
Mientras estaba en su espalda dando saltos de acá para allá no pude evitar soltar un par de "YUHUUUUUUU" en el aire.
En el último tramo le mordí la oreja antes de llegar al tejado de mi edificio. Y caí en sus brazos de nuevo. Le di un suave beso en la mejilla y volví a tirar de él. Si me dijo algo la adrenalina me impidió escucharlo. Llegamos a mi piso y justo antes de entrar me apoyé donde antes yo había caído con él. En el mismo tramo de muro, junto a mi ventana. Mis manos le cogieron el rostro por las mejillas y volví a regalarme otro beso suyo. Cuanto más le besaba más me gustaba. Repetí la operación esta vez dejándole un lametón en sus labios en vez de un mordisco. Abrí la ventana y pasé de un salto. Le esperé con los brazos abiertos.
- Si te ha ofendido, molestado o quieres que pare dímelo ahora o serás mío.-

- Lo...lo siento. No he podido evitarlo... ¡Ven conmigo!

Tuve ganas de darle una patada en ese precioso culo. ¿Que lo sentía? ¡Pues yo no lo sentía para nada! Había sido mi primer beso… ¡Y joder qué beso! Nunca me imaginé que sería algo así, que sería algo tan profundo y tan fuerte. Que volviese tan loca el alma y la mente, dejándote totalmente obnubilado por la magia del momento.

Me cogió de la mano y me llevó a otro cable que salía desde la azotea. Me encantaba su naturalidad, su forma tan alegre y repentina de ser. Y lo mejor de todo, es que yo podía ser yo mismo con ella. Sin miedos, sin tapujos y sin historias. Esta vez fue ella quien se subió a mi espalda, con una gran sonrisa y una alegría que se contagiaba. El final de aquel cable era su edificio. Sonreí y, tras coger un poco de carrerilla, salté hacia el cable, surcando el cielo nocturno de Nueva York sobre él. Las chispas azules recorrían mis zapatillas y mis piernas.

Mientras cruzábamos la distancia entre los edificios, todo era alegría y felicidad. Pero un sentimiento algo más tenso me invadió el corazón. ¿Qué se supone que éramos ahora Cels y yo? ¿Éramos novios, amantes, amigos? Supuse que seríamos novios, que el beso había sido el pistoletazo de salida de nuestra relación. Pero claro, yo en mi vida había tenido una novia ni nada que se le pareciese, ni siquiera un rollo de una noche de esos. De repente me di cuenta de que no es que estuviese verde, esque era una especie de semilla recién caída del árbol. Una sensación de vértigo me invadió… Entonces la escuché gritar de alegría y puro júbilo en mi espalda. Ella era perfecta. ¡Qué demonios! Hablaré con ella y ya está. Siendo como es, me entenderá y me ayudará.

Justo antes de aterrizar me dio un tierno mordisco en la oreja. Era demasiado. Esos gestos tan aparentemente estúpidos, tan normales eran los que más me llenaban el alma. Las pequeñas cosillas son las que más felices nos hacen, y Cels era un cúmulo de pequeñas, medianas y grandes cosas. Era todo lo que yo siempre había soñado… Y ahora estaba allí conmigo. La bajé con delicadeza y salió disparada hacia las escaleras tirando de nuevo de mí. Otra vez aquella sonrisa y aquellos ojos. La capucha estaba totalmente echada hacia atrás, dejando sus ojos y su melena al viento. Bajamos riendo y haciendo tonterías, y justo antes de entrar a su piso, en el mismo muro donde una hora antes habíamos tenido la situación del casi beso, me plantó un espectacular beso que terminó con un cariñoso y divertido lametón en mis labios. Me quedé embobado, casi mareado del amor y la felicidad que recorrían mi cuerpo a toda velocidad.

De un salto, se metió en el piso y abrió sus brazos para mí. Su cara era alegre, era feliz y divertida… Y yo la quería cada vez más, con cada segundo que pasaba.

- Si te ha ofendido, molestado o quieres que pare dímelo ahora o serás mío.

- Hombre, si puedo elegir casi que me quedo con lo segundo…- Y esta vez fui yo quien la agarró por las mejillas y la besó con ternura y amor. No me lo podía creer. No podía ser verdad. Tantos años de penas y rechazos en el amor. Tantos años de soledad sin que nadie me quisiese más allá que un simple amigo o conocido.- Y por cierto, si vuelves a pensar siquiera que un beso tuyo me ofende, tendré que darte un buen calambre. Y no suave de los que pueden gustarte.

La abracé. Sentí su calor y su corazón, rebotando contra el pecho, a la par que el mío. Era feliz, tanto que creía que podía volar. Mi estómago era un auténtico prado en primavera, lleno de mariposas que no paraban de revolotear. Mis pelos estaban todos de punta con cada caricia que sentía. Mi respiración era profunda, lenta, calmada… Pero tenía que hablar con ella. Lo necesitaba. Era nuevo en esto, y quería hablar todo con ella. Me separé ligeramente, dejando mis manos en su cintura, pero a la distancia suficiente como para mirarla a aquellos precisos ojos verdes y su increíble sonrisa.

- Oye Cels, hay algo que me gustaría aclarar… O al menos hablar contigo… Verás, nosotros… Cómo te lo explico, nosotros somos… Somos…- No pude evitar sonrojarme como un tomate. Joder, creía que iba a ser sencillo y me estaba muriendo de la vergüenza. Nunca había hablado con nadie de esto y me estaba muriendo por dentro.- Quiero decir… Esque yo nunca he tenido una amiga especial, no sé si me sigues… Y tampoco había besado a nadie… Que por cierto, supongo que lo habrás notado, pero ¡menudo beso! Ha sido especial, ha sido… Bonito… A ver, que me voy por las ramas. Esque… ¡Aaaaaah! Perdona, lo siento. ¡Esque todo esto es nuevo para mí! Nunca he tenido a nadie con quien hubiese intimado tanto, ni que hubiese querido tanto…

Estaba de los nervios. Me había separado de ella y gesticulaba y me movía por la habitación. Me estaba yendo por las ramas. La pobre Cels debía de tener la cabeza a punto de estallar de tanta historia. Dios, ¡qué estúpido! ¿Por qué me costaba tanto? No era muy difícil: "oye Cels, ¿somos novios?" ¡No creo que haga falta un maldito master hijo mío! Pero no sé, había algo que me echaba para atrás en el sentido de que no quería que pensase que íbamos muy rápido diciendo que ya éramos novios. No sé, no sabía qué pensar, y los nervios y la vergüenza por trabarme no me estaban ayudando en absoluto.

Parecía un flan. Pero no le vi gesto disgustado. Lo suficiente para entender que me había tirado a la piscina y había acertado. No podía creerlo...

No me había planteado que yo era el primer todo para él.

Se le notaba inquieto y no sabía cómo explicarse. Lo cierto era que no quería pensar en ello en ese momento... Etiquetas, nombramientos, "oficialidades" sin importancia. ¿Qué mas daba lo que se considerasen? Yo le quería a él.. ¿acaso importaba tener un concepto definido de lo que éramos? ¿Y era necesario en ese momento?

Mis manos volvieron a sujetarle el rostro mientras mis ojos se clavaban en los suyos. Le tranquilicé con media sonrisa y parando su carrera a ningún sitio por la habitación.

- Eh... ¿De verdad quieres pensar eso ahora? - no me mostré disgustada sino comprensiva. Me había lanzado al vacío y todo tenía sus riesgos. La idea de tener una relación a distancia... No se me hacía nada apetecible. Aunque se nos echaba un viaje encima la mar de interesante.
- Mira... te seré sincera- y respiré hondo -No es algo en lo que yo quisiera pararme a pensar ahora. Me gusta sentir el momento. Vivir esto contigo. Pero entiendo tus dudas... podemos disfrutar de la noche y hablarlo luego o plantarnos y decidir qué seremos... La verdad, a mí la idea de una relación a distancia... me mata un poco por dentro. No voy a mentirte. Y quizá debería haberme aguantado el beso antes de pensarlo... Pero no he podido evitarlo. No sé qué estaría dispuesta a no dar por ti. ¡Eres increíble! Y... yo... - le abracé como al principio, apoyando la cabeza en su hombro pero esta vez con los labios a la altura de su oído para susurrar entre sonrisas - te quiero - y volví a firmar con otro beso en el cuello y reposando mi cabeza en él de nuevo.

Si decidía no hablarme más quería aprovechar los segundos que me quedasen abrazada a él. Si quería estar conmigo... me iban a faltar minutos para hacerle feliz.

Te quiero... Aquello resonó en mi mente como un trueno veraniego, como una locomotora descarriada. Te quiero. La apreté con fuerza contra mí. Nunca nadie, en toda mi vida, me había dicho que me quería. Algún gesto, en plan abrazos o besos, podían entenderse como muestras de afecto. Pero escucharlo en palabras, escuchárselo a ella fue algo que me dejó totalmente en blanco, sumido en un mundo de felicidad.

Después de que me explicase su planteamiento me di cuenta de lo estúpido que había sido. Formalismos y demás sobraban cuando el amor era real. Pero estaba nervioso. Era la primera vez que estaba en una situación así y no sabía muy bien qué era lo que se debía hacer. Ella tenía razón. ¿Qué sentido tenía pensar en eso ahora? La apreté con fuerza y acaricié su sedoso pelo con la mano, sin separarme de ella.

- Tienes razón, perdóname... Es sólo eso. Todo esto es nuevo para mí. Yo te quiero. Te quiero de verdad. Lo suficiente como para dar mi vida por ti si hiciese falta.- Lo habría hecho sin dudarlo, ni siquiera un segundo. Cualquier cosa por protegerla o hacerla feliz. Siempre.- Yo te quiero Sasha... Es lo único que me importa ahora. Y no digas lo de que deberías haber pensado lo del beso antes de dármelo- Le levanté la cabeza apoyando un par de dedos en su mentón para que nuestros ojos quedasen el uno delante del otro, mirándonos, perdiéndonos.- porque no serías tú... Me gustas por lo que eres Cels... Me gustas porque cuando estoy a tu lado puedo ser yo mismo, sin importarme lo que pienses. Puedo ser natural y divertido, dejándome llevar por la emoción del momento. Igual que tú. Tú eres una persona soñadora y risueña, que ha sufrido mucho e intenta buscar una manera de, poco a poco, recomponerse. Y yo quiero ser esa persona Cels. Esa persona que esté a tu lado ayudándote a recomponerte. Ayudándote a animarte cada día... Quiero ser feliz a tu lado. Quiero soñar contigo, quiero discutir contigo. Que haya días donde me den ganas de asesinarte, y otros donde no podría ser más feliz... Y esque Cels tú... Tú...- Me sonrojé un poco. Lo sentía de verdad, lo que le iba a decir. Sólo esperaba que ella se lo creyese.- Tú me haces querer ser mejor cada día.

Otro beso. Otro increíble y maravilloso beso. Y unas lágrimas de tristeza me recorrieron el rostro. Era cierto lo que decía. Nos separaban más de seis mil kilómetros de distancia. Sentí vértigo y dolor al mismo tiempo. Esos seis meses desde que nos vimos por última vez se me habían hecho más o menos cortos, pero los días anteriores a mi viaje se me antojaron como una eternidad. Estar lejos de ella, y más ahora, iba a ser duro. Muy duro... Pero confiaba en ella, y confiaba en nosotros. Además, la pequeña Ersy era de allí de Nueva York, así que siempre tendría una excusa para viajar a la ciudad de manera habitual.

- Lo de la distancia... Entiendo que es doloroso. Mucho de hecho. Pensarlo me asusta y me produce angustia... Pero yo creo que cuando dos almas se quieren de verdad, la distancia es lo de menos. Con las nuevas tecnologías no sólo podemos hablar a diario, sino que además siempre puedo viajar a Nueva York cuando quiera. No está tan lejos.- ¿Doce horas de avión por estar junto a ella? Añádele veinte horas más y seguiría valiendo la pena con tal de verla.- Pero, como tú dices, prefiero que disfrutemos del momento... Además, toda esta semana voy a estar aquí, y la siguiente te vienes tú a Suiza. Aprovechémoslo y seguramente el propio tiempo juntos nos acabe resolviendo todas nuestras dudas.

Y le sonreí. Me di cuenta de lo importante que era ella para mí, pero también de lo importante que era yo para ella. Había algo que me decía que llevaba sintiéndose sola mucho tiempo, o que por regla general se sentía algo sola. Eso tenía fácil arreglo, pues yo era de esas personas que se te pegaban como una lapa y ya no había manera de separarme de ti. Le acaricié la mejilla y le di un tierno pico en los labios, alejándome de ella pero sin dejar de sujetar sus manos.

- ¿Sabes? Nunca he estado en Central Park de noche... ¿Te apetecería dar un paseo y así continuamos con tu historia? Como ya te he dicho, quiero conocerla de cabo a rabo, y más ahora. Pero si no te apetece, siempre podemos quedarnos aquí tranquilamente en tu piso, relajándonos.

No me importaba qué hacer si era con ella. Dar un paseo sonaba apetecible, pero quedarse en su piso tumbados en el sofá era igual de atractivo. Lo único que quería era compartir tiempo a su lado, conocer mejor su historia, conocer cosas que nunca le habría preguntado por teléfono o skype, pues eran conversaciones para tener cara a cara. Y ahora que tenía la oportunidad, y nada de sueño, quería exprimir al máximo aquella mágica y preciosa noche, la cual viviría en mi corazón el resto de mi vida.

No sabía muy bien qué estaba pasando. Pero por una vez. Por una vez, desde el circo, estaba viviendo el momento en vez de pensar en consecuencias. Él me abrió su corazón, le estaba besando, le acariciaba. Y lo disfrutaba.
Era feliz.
Él me contó todo lo que le preocupaba y provocó que me preocupase a mí también. No quería pensar en eso y tenía que conseguir por todos los medios posibles que se animase y dejase de pensar. Escuché atenta, sonriente y cálida. Sólo quería que se sintiese como en el hogar que nunca tuvo. Le vi una lágrima brillar desde su ojo hasta la mejilla donde se vio interrumpida por un dedo mío que se meció en una caricia alrededor de su nuca. Tras el beso pareció estar mejor.

Pero, como tú dices, prefiero que disfrutemos del momento... Además, toda esta semana voy a estar aquí, y la siguiente te vienes tú a Suiza. Aprovechémoslo y seguramente el propio tiempo juntos nos acabe resolviendo todas nuestras dudas.

¡SI!
Lo había conseguido y pensaba sacarle partido. Me propuso ir a Central Park, uno de mis sitios favoritos y creo que lo reflejaba bastante bien en el nombre de mi pastelería. Era precioso, un parque natural, con su estanque, cada planta, el ambiente, el aroma... Un pequeño remanso de paz en medio de una ciudad contaminada y estresante. Me parecía algo tan necesario como valioso.

Estaba de mejor humor, y muy cómodo. Lo demostró dejando un beso rápido y suave sobre mis labios. Me miré de arriba a abajo.

- ¿Puedo cambiarme? - dije sonriéndole, dándolo por obvio - No es que no me haya gustado la experiencia pero... Creo que sería poco sutil pasearse así - dije mientras automáticamente me dirigía hacia mi habitación.

Abrí las puertas del mueble y rebusqué como una loca. Ya me había visto con la ropa cómoda del trabajo, con el traje de lucha con el que apenas nadie me había visto... Creo que me tocaba mimarme un poco. Saqué uno de mis vestidos favoritos del armario. Era informal pero muy bonito a la vez y extremadamente cómodo. Me lo llevé corriendo al baño y dejé la puerta con una ranura pequeña abierta por donde se escapaba la luz de dentro hacia mi habitación. Quería que plana me escuchase mientras me vestía, para que no se aburriese mucho a pesar de que no solía arreglarme mucho. No tenía ocasión.

- Pues... sinceramente en muy pocas ocasiones he tenido la oportunidad de poder estar con alguien con poderes desde la mansión... - ya tenía el uniforme fuera - Y la verdad, te lo agradezco. Nunca he tenido esta confianza con nadie tampoco. Aunque parezca una chorrada al estar en un trabajo que depende tanto de tu cara al publico pues... en ocasiones hay que fingir y poner sonrisas que no apetece. Digamos que te acabas acostumbrando y poder ser tu misma con alguien... No sé. Me alegro de que nuestros caminos se hayan cruzado- terminé de colocarme el vestido y aprovechaba el rato para maquillarme rápidamente para guardar un poco de silencio. Me dio la sensación de que estaba siendo una cotorra nerviosa. En menos de 5 minutos estaba fuera.

Abrí la puerta del baño mirándome el vestido asegurándome de que estaba bien por todas partes y levanté la vista con una sonrisa dejando ver un maquillaje rápido de ojos que me había hecho.

- Bueno... ¿Qué tal estoy? -


Lo único que me quedaría sería ponerme esos zapatos negros cómodos que tanto me gustaban, meter las cosas en el primer bolso que pillase y echar a andar.

Siempre disfrutaba de Central Park y esa noche era especial para mí. Tanto que dejé el móvil de trabajo en casa así que llevaba las llaves, la cartera con algo de dinero y el móvil personal silenciado. No necesitaba nada más. Estaba dispuesta tanto a dar un paseo como a irme a tomar algunas copas o dedicarme a rodar por el césped del verde parque.

Querría recordar esa noche para siempre.

Escuchaba atentamente todo lo que contaba mientras se cambiaba en su baño. Nunca había pensado en ello. Ahora era la dueña de su local. Me imaginé la mansión como la nuestra de Europa, solo que con algo más de gente. Durante las misiones cada uno se ponía su traje (aunque entre nosotros yo era el único que llevaba uno por así decirlo sin contar con la transformación de Tom) y a hacer lo que tocase. Sentí algo de pena por ella. Lo dijo en un tono nostálgico, incluso me llegué a plantear que tal vez echase de menos la mansión tanto como para pensar si fue buena idea abandonarla. Aunque bueno, siempre podía preguntárselo durante el paseo o lo que fuese.

- Yo también me alegro de que nuestros caminos se hayan cruzado. Puede que te parezca una tontería... Pero guardo con mucho cariño aquel día. El día de tu cumpleaños...- Había algo que nunca le había contado porque realmente no venía a cuento, pero en ese momento, esperando a que se arreglase un poco, me pareció entrañable tal vez contárselo.- No sé si te acordarás, pero aquel día, cuando nos encontramos todos en el callejón, me cogiste de la mano mientras me llevabas a tu tienda... Y aquello fue mágico por así decirlo para mí... Sé que suena raro, incluso como algo tonto, pero fue algo especial. Nunca me había dado la mano una chica con aquella naturalidad, y es algo que recuerdo con especial cariño la verdad.

Sonreí para mí. Aquello podía ser una tontería o una chiquillada a ojos de otras personas, incluso de Sash, pero yo lo recordaba con una enorme sonrisa siempre. Pensé en Vincent y en Sloan y me pregunté qué habría sido de ellos. Ojalá nuestros caminos volviesen a cruzarse. Parecían ser gente realmente agradable.

La puerta se abrió, y salió Sash con una sonrisa. Estaba preciosa. Nunca la había visto arreglada. El vestido que llevaba era una maravilla. Elegante y casual al mismo tiempo, y ese maquillaje resaltaba sus ya preciosos ojos de por si. Una sonrisa se dibujó poco a poco en mi rostro mientras no dejaba de recorrer su precioso cuerpo con la mirada.

- Vaya Cels estás... Estás preciosa... ¡Estás preciosa!- Realmente lo estaba. Una enorme sonrisa se dibujaba en mi cara. Entonces me miré y vi que tenía la camiseta agujereada y un poco manchada de sangre, y un agujero en el pantalón que también lo teñía un poco de rojo.- Oye, mi hotel está a un par de manzanas de aquí. ¿Te importa que pasemos para que me cambie yo también? Estoy un poco pintas para la ocasión jajaja.


Íbamos paseando, cogidos de la mano y charlando acerca de qué podíamos hacer. Pasear por Central Park era una opción muy apetecible, pero la idea de salir a bailotear un rato a un pub o a una disco me seducía también mucho. Fuera como fuese yo me dejaría guiar. Después de todo, ella era la que conocía la ciudad. Le dije que por mí podíamos ir a bailar un rato y después al parque. Mi intención era quedarnos hasta el amanecer haciendo cosillas. Quería exprimir los primeros momentos de nuestro amor al máximo, y para el día siguiente invitarla a comer o lo que surgiese. Algún que otro beso perdido y muchas risas nos acompañaron.

Al cabo de unos veinte minutos llegamos. El hotel era bastante grande. Era el mismo donde me hospedé durante mi primer viaje, cuando sucedió todo y nos conocimos. Me traía buenos recuerdos, así que decidí reservar allí de nuevo. No era especialmente caro para lo que eran los hoteles de Nueva York, y el servicio era bastante bueno. Tenía alrededor de cincuenta plantas, y se elevaba hacia el cielo majestuoso. Invité a Cels a que me acompañase a la habitación mientras me cambiaba en un momento para que no estuviese aburrida esperándome. No era muy grande, pero lo suficientemente espaciosa para que ella pudiese estar cómoda mientras salía.

Habitación de Plana:

- Puedes sentarte en la cama o en la silla que hay en frente de ella. Tardaré nada y menos en salir. ¡Ah! Si quieres échale un vistazo a "El Catalizador" si te hace ilusión.- Le señalé mi arma mientras cogía algo de ropa y entraba al baño. Me desvestí y me limpié un poco con algo de agua y una toalla. Me eché desodorante y algo de colonia y luego me puse la ropa. Quería ponerme guapo para ella, así que me puse una camisa vaquera y unos chinos azul marino. Un poco pijo tal vez pero bah, quería estar guapete para ella. Si era demasiado pijo me lo diría. Salí abriendo los brazos y sonriendo.- A ver si te creías que la única que podía ponerse guapa eras tú. Bueno qué, ¿nos vamos?

Entré en su habitación nerviosa y emocionada. Lo primero que me sorprendió fueron las vistas que tenía. Era precioso. Nueva York era la ciudad de las alturas pero no podía dejar de asombrarme en cuanto a las vistas. Miles de luces bailando en una danza rutinaria y multicolor... Era increíble y sobrecogedor. Me señaló el catalizador y esperé a que se metiese en el baño para empezar a hacer el idiota. Lo cogí por el mango e hice un par de movimientos en espiral y círculo desde la muñeca. Era más pesado de lo que parecía. Lo volví a dejar en su sitio y me senté en la propia cama, comprobando lo mullida que estaba. Miré alrededor, la habitación era bonita, su ubicación, la decoración... Manejaba dinero o había estado ahorrando mucho tiempo. Me quedé absorta pensando en todo lo que estaba pasando, poniéndome nerviosa, sin dejar de sonreír. Me tapaba la boca, me recolocaba el pelo. No me lo creía.

Salió del baño como siempre con un comentario ingenioso. Estaba arreglado e informal. Se acercó a mí proponiendo salir y me levanté como un resorte. Me acerqué a él y un aroma a perfume masculino me recorrió el alma. Era como un imán para mí. Le agarré del primer botón de la camisa y tiré un poco hacia mí mientras yo me acercaba, con cuidado para no romperla. Acerqué mi nariz hacia su cuello y haciendo un movimiento ascendente con la cabeza respiré su aroma. Con caricias en la nuca y en el pecho le di un mordisco en los labios antes de darme media vuelta y salir de la habitación. Sonreía y me mordía el labio a partes iguales.

Cogí mis cosas y nos fuimos, si algo me gustaba de Central Park es que siempre había algo cerca para entretenerme. Pasamos cerca del zoo, seguimos por los parques y llegamos a cerca de una zona donde había locales para salir de noche, le llevaría más tarde a bailar seguro. Nos paramos en un césped  desde el que se veía el lago y el puente.  Estaba en la gloria. Me senté en el suelo con cuidado de no enseñar nada con el vestido y le miré a los ojos. No me había sentido tan tranquila ni tan protegida desde hace mucho. Había murmuros lejanos, nada importante. En un momento me pareció oír una mujer en un tono más chillón,pero no le di importancia. Le miré a esos preciosos ojos castaños recordando la confesión del primer día que nos vimos. Recordé mi mano derecha cogiendo la suya y repetí el acto, sentada en el suelo. Deslicé mis dedos desde su antebrazo hasta enredarse con los suyos y me quedé inmóvil y tranquila, haciéndole caricias con el pulgar. No necesité decir nada, y no hizo falta.

Spoiler:

Con un mordisco en mis labios abandonamos la habitación de mi hotel. Yo sonreía mientras aceleraba el paso para alcanzarla y llamar al ascensor. Abandonamos el edificio cogidos de la mano y recorrimos las oscuras calles de la gran ciudad. Luces y neones de todos los colores nos rodeaban y nos iluminaban las caras y los ojos con todos los colores imaginables. Tantos millones de personas a nuestro alrededor y yo sólo la sentía a ella. Soy un cursi, lo sé, pero lo sentía de verdad. Era como acabar de abrir un regalo que tenía miles y miles de pequeños detalles por vivir y entender, como un gigantesco puzzle que hay que ir armando poco a poco, pieza a pieza, e ir comprobando si lo estás haciendo bien.

Central Park era una preciosidad. El olor a cesped húmedo y el ruido del estanque que lo recorría nos servían de música de fondo. El zoo, algunos puestos cerrados y bancos nos rodeaban. Sus sonrisas y el brillo de sus ojos hacían que esa noche no pudiese ser más perfecta porque no era posible. Recorrimos la noche y nos tiramos en un césped tranquilamente. Me cogió de la mano y allí estábamos tranquilamente, el uno al lado del otro, con todo un amor y una preciosa relación que se abría ante nosotros. Le sonreí y luego miré al frente.

- ¡Hala! ¡Ese es el puente que sale en las películas!- Sé que Nueva York en sí era como el escenario de cientos y cientos de películas a lo largo de la historia, pero me encantó ver aquél puente. Había sido usado en películas y series, generalmente como sitio romántico. Sonreí como un tonto y apoyé mi frente contra la suya. Junté mis labios con los suyos con ternura y luego me acurruqué junto a ella, permitiéndole apoyar su cabeza en mi hombro si lo deseaba, sin dejar de darnos la mano.

- Nunca me imaginé que el amor pudiese ser tan bello y tan simple al mismo tiempo… Quiero decir, una simple sonrisa o un beso tuyo y ya siento miles de mariposas en el estómago… Supongo que es normal.- Disfrutaba realmente de su compañía y de todo lo que ella me ofrecía, hasta la sonrisa más nimia y normal del mundo. Entonces recordé lo de que ella había vivido en la mansión y demás, y decidí sacar el tema tranquilamente.- Por cierto, me has dicho que estuviste en la mansión X, ¿verdad? Es la razón principal por la que estoy aquí… El día antes de que nos conociésemos estuve en un centro comercial aquí y conocí a dos chicos con poderes, pero no conseguí sus nombres, así que tiempo después busqué en internet información acerca del incidente. Encontré un nombre: Charles Xavier. Posiblemente el mutante más importante y conocido del mundo, que tenía una mansión aquí en Nueva York para jóvenes talentos y mutantes. Quería ofrecerle mis servicios y mi ayuda por si la necesitaba en el futuro…

Mi sitio estaba en Europa, junto a los Abyss Knights. Pero ahora que Sasha y yo habíamos empezado algo… No sé, empezaba a pensar en otras cosas. Ya se lo dije a Tanith en su momento, no siempre podría estar con ellos, y aunque me habían dado una casa y un lugar donde vivir y ser feliz, también tenían que entender que pudiese llegar el día donde yo quisiese tener mi propia vida, evolucionar y quién sabe… Tal vez formar mi propia familia. Eso me quedaba muy muy lejos, pero con todo lo de Sash no podía evitar tenerlo en la cabeza. De todas formas, irme a vivir a Nueva York era una locura. No tenía casa ni trabajo ni nada… A lo mejor Xavier podía ofrecerme algo, pero prefería hablar con él antes de decirle nada a Sash sobre mis planes de futuro.

- Supongo que fuiste una de esas "jóvenes con talento" que él reclutaba. Me gustaría que me hablases de tu vida allí. Nunca me la has comentado aunque, bueno, hasta hace un par de horas no sabía que tenías poderes, así que tiene sentido.- Le sonreí y le guiñé un ojo. No quería que se sintiese forzada ni nada por el estilo, pero cuanto más supiese de ella mejor. Quería saber todo sobre ella, aunque me llevase la vida entera. Y además, también conocería cosas acerca de la mansión. Mataba dos pájaros de un tiro. Le cogí de la mano y la apreté cariñosamente.

Escuché su necesidad de satisfacer la curiosidad que tanto le pesaba. Hubo algo que me inquietó bastante, él estaba en Europa, ¿cómo demonios iba a poder ayudarle? Supongo que como contacto o.. No sé, tampoco le di mucha importancia. Lo que sí me hizo sobrecoger el corazón fue que mentase al profesor como un completo desconocido. ¿Qué mutante terrícola no conocía a Charles?

-Xavier es el mutante más brillante y excepcional que he conocido en toda mi vida. - se me puso una sonrisa inconsciente y ensimismada. Casi parecía enamorada de aquel maestro - Tal y como tú dices... él quiso crear un sitio seguro para todos los mutantes. Ya que... como bien sabes no somos muy bien recibidos en esta sociedad, incluso ni en nuestras familias. Él ha sido como un padre, un maestro, un hermano, un amigo... Me dio todo lo que necesité y más de lo que podía pedir y aceptar. Y yo sólo soy una de cientos. Quizá de miles.La mansión es a la vez que un refugio una escuela. Te enseñan todo lo que aprenderías en un instituto normal con el aditivo del control y uso de tus poderes.- en ese momento coloqué la palma de mi mano libre boca arriba para echar pequeñas chispas brillantes de escarcha en la mano, sin dejar de sonreír - Y creo que ha sabido enseñarme bastante bien. - me quedé mirándome la mano, recordando aquella maravillosa época de mi vida. - Obviamente él no es el único que está de docente... hay mutantes profesores que son unos maestros vocacionales increíbles. De lo mejor que he podido conocer. Ha sido... Fue. Fue de lo mejor que he vivido. - volví a dejar la mano apoyada sobre mi, deteniendo los poderes y volviendo a mirar a Planaria a los ojos con media sonrisa. - Actualmente tienen mi  apoyo con todo y saben que cualquier cosa que necesiten estoy a media conexión con ellos. Si me llaman en cualquier momento me las apaño para dejarlo todo preparado y acudir. Tengo mi vida, y no estoy tanto con ellos como supongo que querría, pero no les he dejado atrás ni mucho menos. De hecho suelo ir de visita a menudo y creo que me recuerdan con buena cara, se puede decir que era un poco empollona, jajajaja... - En ese momento una bombillita me iluminó la mente -   Oye ¿has dicho que querías ir? ¿Quieres que te acompañe? Quizá entonces no te sintieses tan... "incómodo" ni extraño. Además tengo ganas de verles a todos, como siempre. - era una buena idea. Quería verle a todos la cara de nuevo, y ¿quién mejor que yo para recomendar a Planaria?

- ¿Me... me acompañarías en serio? Vaya, ¡para mí sería todo un honor! A juzgar por cómo hablas de ese lugar es de lo mejor que tienes...- Sentí envidia. Una envidia sana, pero no dejaba de serlo. Envidiaba que hubiese tenido a tanta gente mutante como nosotros durante toda su vida. Yo había tenido a tres compañeros que no eran mutantes aunque tuviesen poderes. Miré ensimismado sus trucos con el hielo en la mano. Me parecía mágico, precioso, único... Yo conseguía hacer cosas parecidas con mis rayos, pero no eran ni la mitad de bonitos.

Profesores... Una lucecita se encendió en mi cabeza. ¿Profesor? ¿Profesor Planaria? Al fin y al cabo había acabado la carrera de ingeniería industrial especializado en electricidad, y aunque había trabajado menos de un año como ingeniero en el CERN la idea de la docencia saltó a mi cabeza de golpe. ¿Y si...? Suspiré. Si Charles Xavier me aceptase como profesor en su escuela podría vivir allí en Nueva York, cerca de más mutantes como yo, cerca de Sash... Quería decírselo, quería decirle que quería ser profesor y mudarme allí a aquella ciudad para vivir con mis hermanos mutantes y conocer al tal Charles Xavier. Él podría ayudarme con mis poderes y con el origen de los mismos. Una parte de mí me decía que había nacido con ellos a pesar de que no recordaba tenerlos antes del incidente de la central. Aunque claro, tenía siete años. No se suele recordar mucho de la infancia. Alguna imagen perdida, como los ojos de mi madre o la silueta de mi padre con su larga bata blanca. Suspiré. Tal vez, por fin, encontrase respuestas reales y no tanto humo.

Escuchar a Sash me encantaba. Cuando lo hacíamos por skype o teléfono me podía quedar horas charlando con ella. Todo lo que contaba lo hacía con un amor y una emoción que se contagiaba. El cómo hablaba de Xavier y de su mansión mostraba que ella había sido realmente feliz allí, y sabía que acompañarme le animaría. Además, ella podía presentarme y hablar por mí, o informarme de todo. Sonreí y la besé con ternura. Entonces me di cuenta de que no había hecho más que hablar y hablar desde que habíamos quedado. Tal vez ella quisiese preguntarme cosas y no le había dejado. Apoyé mi cabeza sobre la suya y suspiré.

- Oye Cels, no he hecho más que hablar desde que hemos quedado... ¿Hay algo que quieras preguntarme? Lo que sea, cualquier cosa que quieras saber. Es sólo que no quiero ser muy pesado y darte la murga toda la noche.

El pensamiento de la mansión y vincularlo con el pasado me empezó a resultar doloroso así que decidí no darle más vueltas al asunto. Él tenía razón, era de lo más valioso que he tenido.
Una vez lo de la mansión lo di por hablado decidí no darle más vueltas a ello.

- Qué va, la que lleva hablando todo el rato soy yo y tú... siempre has sido un libro abierto. La verdad es que lo único que se me ocurre  preguntarte ahora mismo... - dije levantándome, colocándome el vestido y el bolso asegurándome de que estaba todo bien mientras le tendía la mano para levantarnos.

Había un garito que me encantaba. Era muy estilo americano con el rock de los ochenta y tenía muy buen ambiente aparte de unos chupitos y copas la mar de interesantes y exóticos. Si mal no recuerdo algunos llevaban chocolate y pensé que le gustaría.  Además estaba a menos de cinco minutos andando y tengo entendido que en el local tenían siempre un escenario pequeñito con una guitarra para el que se ofreciese. Le chiflaría, y la música era de su estilo. Podría tener por fin la oportunidad de escucharle. Era casi más una treta que un plan.

Ese local era para pasar el rato, podríamos estar allí, tomarnos la primera, que él me deleitase con su música... Y como guinda del pastel... no me gustaba reconocerlo para no sonar soberbia pero...Bailaba de muerte. Mi encierro en el circo fue maravilloso. Al lado de ese local había otro de cócteles y música variada. Cada piso era un estilo musical diferente y era más... bailbable. Aún no había terminado de dejarle con la boca abierta.

-¿Aceptarías una copa y un baile?

-¿Aceptarías una copa y un baile?

Sonreí y le di la mano mientras me levantaba. La verdad es que era un bailarín más o menos decente. Sabía algunos pasos de baile de salón y me defendía en una pista. Sin embargo, me daba un poco de palo. Hacía muchísimo tiempo que no bailaba con una chica. Estaba algo oxidado. Pero bueno, casi mejor, así podría bromear con ella un poco y se reiría.

- De ti acepto una copa, un baile y lo que me pidas preciosa.- Y con un sugerente movimiento de cejas la abracé dándole un par de vueltas sobre mi eje y le planté un beso. La dejé en el suelo y cogí su mano dejándome llevar por la noche neoyorquina.

Después de unos cinco minutos llegamos a un local con bastante buena pinta. Se escuchaba de fondo algo de música rock, mi favorita. Entramos y me encantó el lugar. Era totalmente estilo americano y se escuchaba de fondo la canción de "I love rock n roll" de Joan Jett. Buen rock, un lugar super chulo, una barra con bebidas apetecibles y una preciosidad del brazo. Aquello parecía totalmente sacado de una película americana. A lo lejos pude ver una especie de escenario con una guitarra y un micrófono, pero ningún cantante. No estaba seguro de si era por alguien que había dado un concierto o no, pero desde luego si podía subir al escenario a cantar pensaba hacerlo sin pensarlo dos veces.

- Vaya Sash, ¡este sitio es una pasada! ¡Es una chulada! ¿Sueles venir aquí a menudo? Espera... ¿Eso son copas con chocolate?- Sash sabía perfectamente que el chocolate era algo que me perdía. Aunque lo tomaba casi más por una necesidad debido a que debía ingerir casi 8000 calorías al día, jamás le hacía ascos a ese manjar de los dioses. El que hacía ella me hacía saltar las lágrimas, trayéndome recuerdos de mi infancia y adolescencia. Sin pensarlo dos veces levanté la mano y avisé al camarero para que nos atendiese. Respondió con un asentimiento de cabeza y me dijo que esperase un momento mientras terminaba de servir unas copas a un grupo.- Eres increíble en serio... Como odio cuando haces estas cosas jajajaja ¡Ay, señor! En fin, ¿una copita de chocolate?

- Si te conozco... - añadí con una sonrisa y tono compasivo. El camarero se acercó a nosotros. - Dos cibar lounge por favor, ah y.. ¿sigue disponible el escenario, se puede subir del tirón? - al menos esas eran las reglas de la última vez que fui. Decidí pedirle ese cocktail por su mezcla de chocolate blanco y chocolate con leche con un alcohol amargo de fondo. Al terminar la pregunta el camarero riéndose señaló con la mano entera el escenario mientras agitaba nuestra coctelera.

Cogí la copa triangular ya servida con la mano derecha, pude apreciar el detalle de que en vez de una rodaja de limón como suelen llevar las copas normales, llevaba en el borde un poco de crema de avellanas con chocolate untada en un lado. Delicioso. - Por el joven talento que va a deleitarme esta noche con su música sobre ese escenario - dije mirándole a los ojos, sin aceptar un no por respuesta y sonriendo. Brindé con su copa y le di un sorbo al delicioso manjar mientras terminaba el trago lamiendo parte de la crema. Apoyé lo que me quedaba de copa en la barra, me apoyé en ella sobre mis codos y esperé, ansiosa, como una adolescente a sus vacaciones. Mirando la guitarra y a él alternativamente. Era una encerrona, pero estaba casi segura de que él lo disfrutaría casi tanto como yo.

Desde que me dijo que sabía tocar la guitarra había deseado escucharle y era una ocasión perfecta. Le tendría en vivo, delante mía. Le vería tocar y disfrutarlo mientras tocaba. Y me pareció una manera genial de darle la bienvenida a la madrugada en NY. Más tarde y si a él no le importaba cambiar de música le llevaría al local de dos puertas más hacia arriba, la discoteca de los pisos.

Me di cuenta de que nunca le había tocado la guitarra ni le había cantado... Tocaba bien la guitarra pero cantar ya era otra historia. No tenía un oído delante del otro de milagro. Pero ella me lo había pedido, y quería cantarle una canción. No sabía muy bien qué cantar. Miles de canciones empezaron a recorrer mi mente en ese momento, cualquier podía ser. ¿Una romántica? ¿Una divertida? ¿Una de esas canciones "happy" como las llamaba yo?

Me subí al escenario y cogí la guitarra con cuidado, apoyándome ligeramente en una silla. Comprobé que estaba encendida y se escuchaba trasteando un poco con ella. Di un par de toques al micrófono y vi como la gente comenzaba a mirarme. El pulso se me aceleró ligeramente y me puse un poco nervioso. No era la primera vez que tocaba ante gente. Durante la carrera allí en Munich fui el guitarrista de un grupo de rock, y hacía las segundas voces. Incluso alguna vez canté yo una canción como ahora, sólo con una guitarra acústica. Pero ahora era distinto. Allí estaba Sash para escucharme. La persona a la que en ese momento más quería del mundo, dispuesta a escuchar lo que cantase. Tragué saliva y me lancé.

- Buenas noches a todos, me llamo Planaria. Esta canción no es conocida, pero es especial para mí... Perdonad cualquier gallo o desentonación que me salga, estoy un poco nervioso. En fin, allá va. Quiero dedicársela a una chica que es todo para mí. Que me ha ayudado a vivir cada día como si fuese el último, y que me ha devuelto las ganas de ser feliz y vivir el día a día con miles de preciosos momentos... Se llama "Scared no more".

"Scared no more":

Terminé de cantar rasgando las cuerdas de la guitarra y sonreí a Sash.

- La estaba guardando para tocártela un día de estos, con mi guitarra en casa o algo así, pero he pensado que tal vez te gustaría escucharla... Te quiero Sash.- Y le guiñé un ojo lanzándole un beso con la mano.

Mi piel se estremeció cuando vi que se decidía a actuar, y para colmo reaccionó como si me lo debiera de algo... Este chico era increíble. Me mordía el labio mientras le veía subir los escaloncitos hasta el suelo del escenario. Se acomodó la guitarra, hizo comprobaciones de audio y... la magia empezó.

Me quedé de piedra al escuchar las primeras notas, mi rostro pareció momificarse al escuchar el desliz de los dedos en los trastes, el rasgar de las cuerdas, las notas de su voz... En el circo conocí a gente con verdadero talento, pero aquella canción pareció atravesar lo más profundo de mi alma y abrir cada rincón oscuro de mi. No podía desviar la mirada y tampoco quería seguir mirando. Quería lanzarme a besarle y a la vez huir al sentirme yo misma. Le vi, entregado, sintiendo lo que cantaba... EN mi cabeza flashes de momentos fugaces del circo. Cómo disfrutaba con los disfraces,con las miradas sobre mí, las risas y la gente...
Antes de que yo quisiese se acabó la canción.
Bajó y se dirigió hacia mí. Le agarré de la pechera de la camisa con ambas manos y le acerqué a él, soltándolas en el aire para rodearle el cuello con los brazos y darle el beso agresivo que con tantas ganas esperaba en mis labios.

Esa letra... cada tono y cada... roce con la guitarra. Se me pusieron los pelos de punta.

- ¿Pero y eso? ¿Hace cuánto lo tenías preparado? Espera... ¿Entonces cuánto tiempo llevas queriéndome?

Se le notó el rubor y el nerviosismo en sólo un titubeo - Eh… Esto… Bueno a ver quererte te he querido siempre como una amiga. Lo que pasa es que cuando estoy en Ginebra en mi piso a veces me siento un poco solo y pensar en ti me ayudaba a no sentirme tanto… Y una noche tuve que elegir entre salvar a una mujer o detener a unos ladrones. Elegí a la mujer y llegué desanimadillo por no pararles… Y bueno, me puse a tocar un poco la guitarra para intentar desconectar… Y pensé en ti. Acorde arriba, acorde abajo, recordando aquella mañana de noviembre y bueno, como se suele decir el resto es historia…-

¿No era para comérselo? Convertí su carita colorada en un sandwitch entre mis dos manos y le di un besazo de quitar el hambre la sed y el hipo. Le sonreí con energía, pagué las copas con la propina incluida (sin dar paso a negociaciones) y salí por la puerta tirándole de la mano, recordando aquella mañana de noviembre.
Casi corriendo trastabillé al llegar a la discoteca bailable, empujé la puerta y se empezaba a escuchar la canción del último mundial. Cierto... este año tocaba otra vez. Era bastante obvio que en la planta baja tuviesen la música más comercial. Había que llamar la atención de los que caminasen por ahí.

Dejé que los tambores del ritmo, la vibración de los altavoces y el ambiente me invadiera. Mis caderas empezaron a moverse prácticamente solas y mis brazos las acompañaron en poco tiempo. Le solté la mano a Plana y dejé un poco de espacio entre él y yo para poder bailar. Le miré a los ojos desafiante y contenta. Me dejé llevar. Cada golpe de cadera y cada giro de cuello en el que el pelo formaba una espiral hasta pegarse a mi cuello. No salía desde mi cumpleaños casi... Tenía ganas. Me movía sinuosa y con fiereza. En ocasiones le daba la espalda para darle buena vista, y porque el baile lo requería. Improvisar era mi punto fuente en el espectáculo. ¿Y no hay animales que hacen bailes para conquistar a su pareja?
La vez de mi cumpleaños todavía me corté un poco, pero ahora que le conocía pensaba lucirme con un buen baile. Terminé cansada y con más ganas.

- ¿QUIERES CAMBIAR DE PLANTA O TOMAR ALGO? - dije gritando para hacer que me escuchase. Ignoré por completo su cara hasta que me habló.

Yo... no podía dejar de sonreír.

Su pregunta acerca de desde hacía cuanto la quería me pilló totalmente por sorpresa. Siempre la había querido, pero desde el choque de universos lo sentí. Ella tenía un algo que me tenía totalmente prendado de ella. No sabía explicarlo, pero lo tenía. Con nuestras conversaciones y sobre todo cuando estaba junto a ella, irradiaba una especie de bondad y seguridad que me hacían sentirme genial. Durante el choque me asusté mucho y me preocupé por ella. Yo con mi factor de curación lo había pasado mal no sabía lo que le había podido pasar a ella. Era una chica fuerte, decidida y valiente, pero aquello había sido algo brutal. Cuando me contestó al mensaje que le mandé me dio un vuelco el corazón, y me di cuenta de lo mucho que la quería. Me di cuenta de que la quería tener en mi vida siempre… Y de que me gustaba mucho.

Su beso no pudo sino sacarme una enorme sonrisa, y luego volvió a tirar de mí. Me encantaba que hiciese aquello, que estuviese tan llena de vida y de ganas de pasarlo bien. Solté risas y carcajadas mientras la seguía. Entramos en la enorme discoteca con la música del mundial. Qué recuerdos, aunque Suiza fue eliminada por los puñeteros argentinos… En fin, tal vez ese año tuviésemos más suerte. Entonces Cels comenzó a bailar.

Aquellos movimientos de caderas, aquellas sonrisas, el pelo volando a su alrededor…. ¡JOOOOOODER CON CELS! Qué tontuco me puso de repente. Noté como la temperatura empezaba a subir en mí, y no precisamente por la cantidad de gente que allí había. Cels me atraía no sólo de una manera psicológica y personal, sino físicamente hablando también. Seamos realistas, tenía un cuerpazo espectacular, una sonrisa que quitaba el hipo, y esos guiños… Madre mía esos guiños. Me tenía loco. Sonreí con una sinceridad increíble y suspiré. Me atraía muchísimo, y me encantaba todo de ella. Estaba viva, radiante, increíble. Era todo lo que yo siempre había querido. Y ella me quería. ¡Me quería! Para mí era algo totalmente nuevo. Si no me tenía ya enamorado perdido antes esos movimientos habrían hecho el resto.

Cuando terminó se me acercó y me preguntó algo. La miré a los ojos totalmente obnubilado y fruncí el ceño como asustado.

- ¿EEEEEEEH?

- ¡DIGO QUE SI QUIERES CAMBIAR DE PLANTA O TOMAR ALGO!

Bueno, una copilla siempre entraba. Le pregunté qué quería acercándome a su oreja para no tener que gritar tanto. Vodka negro. Le sonreí y le planté un tierno beso en los labios. Luego le indiqué que esperase un momento mientras iba a la barra. Al cabo de un par de minutos volví con su vodka negro y un ron limón para mí. Empezó a sonar una canción bastante conocida, al menos para nosotros, aunque algo antigua ya, y la verdad la letra venía al pelo.

Spoiler:

Le di su copa y brindé con ella. Dimos un pequeño trago y luego la cogí de la mano y comencé a bailar con ella. Era un baile inocente, arrimando nuestros cuerpos y girando el uno con el otro. Yo era buen bailarín, aunque nada comparado con ella. Había dado algunas clases en la universidad. Sabía algún que otro baile de salón. El que más me gustaba pero me daba algo de vergüenza era el tango. Pero esto era un baile sin más, aunque he de reconocer que me estaba encantado. Le cantaba la canción mientras le sonreía. Luego me acerqué mucho a ella, sin dejar de tenerla cogida de la mano.

- ¿SABES UNA COSA? ¡BAILAS QUE QUITAS EL HIPO! AHORA TE DIGO, SI VUELVES A HACER ALGO ASÍ NO ME RESPONSABILIZO DE MIS ACTOS.- Un momento, ¿qué acababa de decir? Me puse rojo de golpe.- ME REFIERO A QUE YO TAMBIÉN QUERRÉ BAILAR Y… Y QUE TENDRÉ QUE BESARTE Y BAILAR CONTIGO ARRIMADO Y… ¡QUÉ ME GUSTAS MUCHO SASH!

Lo solté tal cual. Me salió del alma y me puse todavía más rojo. A ver, ahora que ya habíamos mostrado nuestro amor mutuo era absurdo avergonzarse por decir algo así, pero no pude evitar sentir el calor que recorría mi cuerpo hasta mi cara.

- ¡OYE SI QUIERES CAMBIAMOS DE PLANTA A VER QUÉ MÁS MÚSICA HAY!- Con un poco de suerte en alguna había salsa o algo por el estilo y entonces era yo el que podía sorprenderla a ella con uno de esos bailes que tanto había ensayado durante mi etapa universitaria.

Terminé de bailar entre guiños y sonrisas dirigidas a sus ojazos. ¿Que... no se responsabilizaba de sus actos? Le miré a los ojos con gesto de sorpresa y una sonrisa nerviosa. Se corrigió nervioso, alterado. Se me hacía irresistible y me mordí el labio sonriendo, mirándole embobada. Reconoció que le gusté. Mi gesto se convirtió por completo en una sorpresa. Nadie había reconocido tan... abiertamente y con tanta naturalidad que yo resultase atrayente. Se sonrojó casi más que los focos y tengo que reconocer que le había echado valor. Enfrié mi mano ligeramente y le dibujé una espiral en la espalda por dentro de la camiseta. Lo acompañé de un beso en el cuello justo antes de coger mi copa, brindar con la suya, darle un trago y cogerle de la mano, enganchándome el bolso, para echar a andar escaleras arriba.

A medida que subíamos los estilos iban mezclándose en las escaleras, desde la música modernilla de abajo pasando por una música calmada y con voz de adolescente, me asomé a la primera planta y parecía un baile de instituto. Todas las niñas bien arregladas, abrazadas a los pechos de su pareja..
Miré a plana con la nariz arrugada e hice gesto negativo con la cabeza, seguí subiendo. La siguiente era la del rock y supuse que quería quedarse. Llegué y había... ¿Rockabilly?

Vale, era Rock pero.. difería mucho de los estilos de disco. La cosa es que la gente parecía muy bien integrada. Me pareció incluso ver un par de pin ups por allí.. Miré a Plana con media sonrisa y las cejas levantadas y con medio gesto de cabeza le pregunté con gestos si le apetecía y él asintió con la cabeza. Rock no había bailado mucho, pero los pasos eran sencillos y sin soltarle la mano empecé a mover las caderas y los pies al más puro estilo sesentero. Le miraba, sonreía coqueta, y le saqué la lengua, ahora teñida de azul por el vodka negro. Terminé la copa de un trago y la dejé apoyada en un soporte de metal de una pared, diseñado para eso. Y empecé a dar vueltas con más libertad. Los movimientos eran fáciles, repetitivos, taconazos, movimientos de cadera, chasquidos con el brazo libre, vueltas... Era sencillo. Terminó la canción y terminé con una vuelta pegándome a él, quedando de espaldas, sonriendo y con la respiración acelerada.

¿Querría probar alguna planta más?

Empezamos a subir plantas buscando más tipos de música que encontrar. En uno parecía el típico baile de graduación con una balada romanticona. Demasiado pronto como para bailar eso, y la negación con la cara de Cels me agradó. Ese tipo de música era para el final de la noche cuando ya estás cansado. Le sonreí y seguimos subiendo.

Llegamos a una planta donde sonaba música rockerilla, lo más parecido a rock n roll clásico, aunque más estilo rockabilli. Con el pelo lleno de gomina y unas gafas de sol habría estado en mi salsa. Pero ni me ponía gomina ni iba a llevar unas gafas dentro de un edificio. Comenzamos a bailar al más puro estilo "Grease", moviendo las caderas, los tobillos y las rodillas. Me sacó la lengua y vi que la tenía totalmente azul por el vodka. Me reí a carcajada limpia y continué bailando con ella, haciéndola girar sobre sí misma cogiéndola por la mano. Al acabar la canción apoyó su espalda sobre mi pecho y se quedó allí recuperando el aliento. Yo no estaba tan cansado pero por mi poder eléctrico, aunque agradecí el parón repentino. La música de allí estaba bien. Bailamos una canción más, girando y agarrándonos de las manos al más puro estilo rock n roll clásico y luego decidimos cambiar de planta para descansar un poco de tanta marcha.

Al salir de la planta le planté un enorme beso en las escaleras. Estaba feliz, radiante y encantado con ella. Lo estaba pasando de diez y el beso me salió solo. La abracé con fuerza contra mí y acaricié sus largos cabellos con la mano. Cuando acabé el beso le sonreí y le planté un pequeño beso en los labios y luego le saqué la lengua, azul tras el beso. Agarré su mano y continuamos subiendo.

Cuando alcanzamos la cuarta planta sonaba música de salón. Excelente. Allí sí podía lucirme como un campeón, de la talla del momento de la guitarra. Entré agarrándola por la mano levantándolas por encima de nosotros cuando empezó a sonar las primeras notas de la canción.

Spoiler:

- ¿Te gusta el tango?

- Aprendí a bailarlo en… unas clases. Me parece muy apasionado y vivaz.

La agarré de la mano y la cintura y comenzó el baile. Girando sobre nosotros mismos, ella girando a través de mi mano, sintiendo nuestros cuerpos el uno junto al otro. Era un baile muy íntimo y muy apasionado, pero me sentía extremadamente a gusto con ella. Lo bailaba que quitaba el hipo, y sentí como la temperatura comenzaba a aumentar por todo mi cuerpo, provocándome más y más ganas de bailar con pasión y fuerza. Tuve la repentina sensación de que la gente comenzó a quedarse mirándonos y que se formó un corro a nuestro alrededor. Pero eso no me importaba. Me importaba ella, su cuerpo retorciéndose de pasión a mi alrededor, juntándonos como un único bailarín en algunos momentos. Sus enormes y carnosos labios rojos me tenían hipnotizado, y no podía dejar de mirar aquellos ojazos verdes como el mar. Brillaban como estrellas y eran dos enormes ventanas a su alma, un alma ardiente y espectacular. La respiración se nos aceleró, así como el pulso. Sentí sus suaves piernas rodearme, y las acaricié con delicadeza, sintiendo su piel contra la mía. Se me nubló ligeramente la vista ante lo ardiente que estaba siendo el baile, y con el movimiento final, arqueándose ella sobre su espalda y luego levantándola hacia mí, quedándonos el uno a escasos centímetros del otro a punto de besarnos con pasión y fiereza, un estallido de aplausos nos rodeó como un trueno. Levantamos la vista y vimos como todos nos aplaudían con fuerza. Sonreí con nerviosismo y sentí como los colores me subían a la cara más de lo que ya estaban. Supuse que fue por la pasión del baile, y no pude evitar ruborizarme. Luego miré a Cels y le mostré la más pura y alegre de mis sonrisas. Había sido un momento espectacular y mágico, que viviría en mí para siempre.

El rock estuvo divertido y fantástico. Era un estilo tan desenvuelto que te permitía una independencia artística fantástica. Me percaté de lo bien que nos integramos en las demás parejas que parecían ya experimentadas. Terminamos con el pulso acelerado y eufóricos empezamos a subir las escaleras, cuya marcha se vio interrumpida por un beso contagioso de color. Esta vez, le salió a él de lo más profundo de sus ganas, me agarró la mano y dejamos que la noche siguiera su tempo.

La siguiente planta era la de música de salón, unas guitarras empezaron a decorar lo que era la intro de un tango.

- ¿Te gusta el tango?

- Aprendí a bailarlo en… unas clases. Me parece muy apasionado y vivaz.

Y como si de un resorte se tratara, colocó una mano en mi cintura y la otra la enredó entre mi palma. Adopté la actitud que el baile requería. Con gesto serio y sensual acompañado de una mirada desafiante di la subida de telón. En el tango el porte era de lo más importante. La rigidez de los brazos, era un todo. Di vueltas, me pegaba y me separaba, relajaba el cuello hacia atrás. Y él me sorprendió, se desenvolvía como si la pista fuese su propia casa. Contraía y estiraba mi espalda constantemente hasta que finalmente, apoyándome sobre una de sus manos y estirando ambos brazos, con los ojos cerrados, estiré hacia atrás mi torso. Era un efecto increíble, y más teniendo en cuenta que era ligeramente más alta que él. Me incorporé mirándole a los labios, fieros, a milímetros sus labios de los míos. Una aplauso sonoro me sacó del trance. Me separé de él sin soltarle la mano y miré. Teníamos un corro bastante amplio a nuestro alrededor. Al parecer congeniábamos mejor de lo que creíamos... Sonreía y saludaba con la naturalidad que el espectáculo me inculcó. Como gesto instintivo levanté la mano que agarraba la de él, elevando ambas para soltarla luego y aplaudirle yo a él mirándole a los ojos. Cuando le vi estaba muerto de vergüenza y sólo quería que se relajase. Le sonreí con una expresión más tranquila e hicimos mutis por un lado en cuanto la siguiente canción empezó a ambientar la sala.

Volví a tirar de él escaleras arriba y me volví a quedar a medio camino, dejando su espalda apoyada contra la pared, entre dos escalones, y conmigo delante suya con uno de mis brazos a cada lado de su cabeza. Un gesto curioso y sorprendido apareció en mi rostro.

- ¿¡Se puede saber qué ha sido eso!? - y terminé con una sonrisa.

Noté cómo sus manos se ceñían a mi cintura.

- Bueno, ¿no pensabas que ibas a ser la única con sorpresas verdad? Veras, nunca fui especialmente aceptado durante mi etapa universitaria debido a los poderes, así que hice cosas como aprender a tocar la guitarra o bailar... El tango es uno de mis bailes favoritos... Y nunca había tenido nadie especial con quien bailarlo. ¿Quien mejor que tu para hacerlo? - Y me incliné hacia él, flexionando los brazos hasta que mis labios se reencontraron con los suyos una vez más.

Parecía casi un protocolo. Baile escalera beso, baile escalera beso. Aunque ahora tocaba la última planta. Era un poco de miscelánea y música aleatoria, un popurrí como quien dice. Entramos y nada más llegar tenían puesto música de perreo o twerking. Las canciones latinas no me gustaban mucho por sus letras, demasiado denigrante. Pero estaba con él, la noche estaba divertida y por suerte parecía que las canciones no eran las de los latinos necesitados. Entre de espaldas a plana sujetándome parte del pelo largo con las dos manos en la nuca, haciendo un movimiento de caderas que se mantuvo hasta el final del baile. Y.... simplemente me dejé llevar.

Me hizo gracia la pregunta. Estaba un poco caliente la verdad, y que se me arrimase tanto no me ayudaba. Mis manos se posaron sobre su cintura y la sujeté contra mí. Mi respuesta le arrancó una sonrisa y me besó. Sus besos me tenían totalmente hipnotizado. Luego me cogió por la mano y subimos a la siguiente planta donde sonaba música random, de esa que cuando vas muy tajado encanta escuchar y la bailas como si no hubiese un mañana. Estaba sonando una latina de esas de perrero. Odiaba las letras de esas canciones. Eran muy subidas de tono y solían dejar a la mujer como una… En fin. Pero no iba a pensar en eso. Estaba pasándomelo genial con Cels esa noche y pretendía disfrutar.

Entró sujetándose el pelo con las manos mientras movía sus caderas de una forma que me hizo saltar el último botón de la camisa. Mi corazón se convirtió en las calderas de un crucero y comencé a bombear sangre por todo mi cuerpo con una fuerza que la sentía. Aquellos movimientos, esa mirada por encima del hombro… El pitido de una locomotora resonó en mi cabeza. Si me hubiesen tirado a una piscina en ese momento no habría muerto, pues habría evaporado todo el agua. Se me nubló la vista y me desequilibré durante medio segundo. Estuve a punto de caerme de espaldas. Cels bailaba que quitaba el hipo, la respiración, el alma y los latidos. Madre mía… Eran demasiadas sensaciones nuevas a la vez. Cels me gustaba mucho y esos bailes me estaban matando. No literalmente, pero tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano por controlarme. No iba a hacer nada malo, pero ya tenía una edad. Sabía de dónde venían los niños. Era virgen y no iba a acostarme con Cels esa noche. Para mí era algo muy personal y aunque Cels era perfecta para mí, prefería esperar un poco. No me sentía preparado de ninguna manera.

La canción finalizó y Cels se me acercó, poniéndose muy cerca de mí, sonriendo y mirándome a los ojos.

- ¿Qué, qué te apetece hacer?

La agarré por la nuca y le planté un apasionado y ferviente beso. Luego me separé ligeramente de ella y le sonreí.

- Eso para empezar. Y para seguir…- Justo empezó a sonar una canción antigua como ella sola. Una canción que siempre me había hecho mucha gracia y la miré dándole a entender que me apetecía bailarla.

Spoiler:

Cuando acabó llevábamos ya más de media hora bailoteando en la discoteca, y me preguntaba qué habría. Habíamos pasado por música comercial, rock n roll, bailes de salón, baladas cursis y ahora música de todos los tipos. Quién sabe lo que nos esperaría el siguiente piso. Besé tiernamente su mejilla y luego la miré con una sonrisa.

- Gracias por esta noche Sash… Está siendo muy muy especial para mí. He salido muchas veces por ahí de fiesta, pero nunca había tenido una noche así. No sólo está siendo divertida y mágica por la noche en si, sino por la compañía…- La besé con ternura en los labios y sonreí.- Te quiero.

El primer plan me encantó y dejé que fluyera entregándome. El segundo fue más de lo mismo, pero me serví con el baile. Era muy tierno...

- Gracias por esta noche Sash… Está siendo muy muy especial para mí. He salido muchas veces por ahí de fiesta, pero nunca había tenido una noche así. No sólo está siendo divertida y mágica por la noche en si, sino por la compañía…- e hizo una pausa natural con un beso- Te quiero.

WEWEEWEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHHH
¿QUÉ ACABA DE PASAR?
Me..
¿Me ha dicho que me quería?
Quiero decir...
Me había dicho "TE QUIERO"
Con todas las letras.
Eso... dios... qué nervios.
A ver.. yo... ¿Le quería? es decir.. No sé... era todo tan raro.. Tan lejano y tan común a la vez... Él entró en mi vida a machete y sin dudar ni un sólo segundo. No pude evitar abrirme ante él pero.. ¿Y si me hacía daño...? ¿Y si resultaba ser tan incomprensivo como los demás?
Aunque no lo había demostrado...

- ¿Eh..? ah...¡AAAAAH! - le miré a los ojos y por su expresión me percaté de que llevaba un rato sin hablar.
-Yo... - le miré a los ojos. Todo se me olvidó. La discoteca, la gente a mi alrededor. El tío que derramó un poco de su copa cerca de mí. Las luces, la música... Todo desapareció. Cerré los ojos y respiré hondo. No quería pensar que me costaría tanto... Pero ahí estaba. Y era más real que todo cuanto nos rodeaba - Yo también te quiero Y me lancé rápidamente, antes de que me pudiese contestar a sus labios. Besándole con más fuerza y pasión que nunca antes había demostrado.
Sólo él y yo.
Me separé de sus labios con un mordisco tirando de ellos hacia mí. Le miré a los ojos, le sonreí. Me pegué a él dándole un abrazo rápido y efusivo.

- Definitivamente, te quiero. -

Ella también me quería. La abracé y me quedé allí, con ella entre mis brazos, sintiendo su respiración junto a la mía. Ya no había música de fondo, no había más gente a nuestro alrededor ni luces de mil colores. Estábamos ella y yo, abrazados, apoyados el uno sobre el otro, disfrutando de un abrazo que deseé nunca acabase. El miedo recorrió mi cuerpo. Todo era nuevo para mí. Las veces que me había abierto a las chicas me habían destrozado el corazón. Pero Cels… Ella era distinta. Ella tenía un algo que me hacía sentirme vivo, que me hacía sentirme bien cada vez que estaba cerca de mí. Algo que me había hecho cambiar mi forma de ver la vida para siempre. El "te quiero" me había salido del alma. Claro que la quería. Al principio como amiga, y ahora como algo más. Desde el choque de universos me di cuenta de que la necesitaba, de que la quería en mi vida. Pero, ¿cómo le dices eso a alguien a quien conoces de apenas hace cinco meses? Habíamos hablado casi todos los días, sí, vale. Pero todo parecía ir muy rápido… ¿Me había precipitado? ¿Me había lanzado antes de tiempo? Suspiré. Supongo que el tiempo lo dirá.

Le di un beso en la frente y luego la cogí de la mano, llevándola hacia la salida. Necesitaba salir a la calle y hablar con ella de todo. Miré el reloj y vi que eran las cuatro y media de la mañana. Me quedé un poco descolocado. Creía que era antes. Pero haciendo un repaso mental me di cuenta de la cantidad de cosas que habíamos hecho: habíamos ido a la playa, habíamos cenado, habíamos salido a hacer el héroe por ahí… Y ahora estábamos en la discoteca esa, bailando como si no hubiese un mañana. No había sido consciente de todas esas cosas. Habría jurado que habían sido varios días y no sólo una noche. Estaba feliz con ella. Pero no dejaba de tener algo de miedo. Sólo quería estar con ella, besarla y vivir el día a día… No era mucho lo que pedía, ¿verdad?

Salimos a la calle y le planté un tierno beso en los labios antes de cogerla de la mano y dirigirme de nuevo al Central Park. Anduvimos tranquilamente por el paseo, sin ninguna dirección aparente. Yo no tenía mucho sueño, y me encantaba hablar con ella.

- Bueno, no podemos decir que no ha sido una noche productiva, ¿verdad? Hemos ido a la playa, hemos salvado a una mujer, hemos cenado una comida bastante rica (y no porque yo fuese el cocinero) y nos hemos pegado unos buenos bailes… Pero nada de esto habría sido lo mismo sin ti Cels. No quiero sonar cursi ni tonto ni nada por el estilo, es simplemente lo que pienso. En estos momentos si quieres que te sea sincero pienso en que me despertaré y veré que no ha sido más que un sueño, una mala jugada de mi subconsciente… Pero hay algo que quiero que sepas. Si esto no es un sueño, si esto es la realidad y realmente estamos juntos en esto, si de verdad lo de hoy ha pasado, los besos, los abrazos y todo eso…- Suspiré. La noche nos rodeaba. La luna y las estrellas nos iluminaban junto a una pequeña farola que había a nuestro lado. Paré y la cogí de las manos, mirando aquellos ojazos verdes que me tenían en un sinvivir desde el día en que me cogió de la mano una mañana de noviembre y luego me miraban cuando estaba tirado en un coche. Y me lancé.- Ya nunca podrás separarte de mí, porque pienso hacerte feliz cada día de mi vida, aunque sea lo último que haga.

La  verdad es que sí, había sido una noche más que movidita y mi cuerpo sentía la misma actividad que en la mansión o en el circo, notaba cómo me lo agradecía.

- Todo esto es real, Plana.  Estamos aquí los dos. Y si no recuerda el dolor del hielo en tu rodilla, en los sueños uno no siente dolor - y sonreí buscando la gracia del momento tenso.

Ya nunca podrás separarte de mí, porque pienso hacerte feliz cada día de mi vida, aunque sea lo último que haga.

La verdad... Había oído esa promesa en otra ocasión y no salió muy bien. Los primeros amores estaban llenos de promesas que luego nunca se cumplían. Pero sonó tan convencido, tan ... sincero. Y de nuevo me tiré a la piscina aun a riendas de que saliera mal.
Le abracé de nuevo, con el pulso acelerado, nerviosa, inquieta y con la respiración acelerada.
Apoyé mi cabeza en su hombro derecho y dejándole un beso en el cuello le susurré al oído.
- Gracias por la sorpresa

Y después de intentar despedirnos aproximadamente siete veces, lo conseguimos. Era tarde y al día siguiente teníamos un día movido. Necesitábamos descansar. Fue una noche fantástica y yo me encargaría de que dejase huella sobre mi piel, para siempre.